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¿Huelga de funcionarios?

Hay muchas razones para mostrar nuestro rechazo a una crisis mal gestionada

PACO G. REDONDO

PROFESOR DE GEOGRAFÍA E HISTORIA El Gobierno carga el peso de la crisis sobre las


espaldas de los trabajadores públicos, reduciendo un 5% sus salarios desde el 1 de junio -más
la inflación de 2010 y 2011-, las inversiones en infraestructuras y sobre seis millones de
pensionistas españoles, congelando sus pensiones en 2011 (para un pírrico ahorro equivalente
a las deudas de las televisiones autonómicas catalana y valenciana).

En España e Italia hay unos quince funcionarios por cien ocupados, frente a los veinte de
Suecia o Francia o los diez de Alemania y Reino Unido; el 55% autonómicos, el 23%
municipales y el 22% estatales. No hay excesivos funcionarios, pero sí mucha burocracia y
deuda encubierta (¿cuánta tienen las cajas de ahorros?). El 1 de julio de 2009 había 2.012
entes públicos y el 1 de enero de 2010 ya 2.181: 169 más en plena recesión.

Debemos rechazar los ajustes tardíos, drásticos e injustos del Gobierno sobre los
trabajadores públicos y los pensionistas. Después de negar la crisis económica, avalar en
ingentes cantidades a los bancos y a las cajas de ahorros politizadas e ineficientes, vender
barato el oro del Banco de España perdiendo 3.000 millones, suprimir el impuesto del
patrimonio que recaudaba 2.000 millones anuales, ahora ahorra en salarios y servicios
públicos, infraestructuras que crean empleo y pensiones.

Se dice para desprestigiar que los funcionarios son «privilegiados». Aprobar una oposición
no es privilegio, sino mérito. Más del 50% de los funcionarios gana menos de 1.500
euros netos mensuales. Hay quien dice que una huelga de un día no arregla nada, pero
no concreta otras medidas más inmediatas y factibles: la clave debe ser conseguir
mantener la capacidad adquisitiva en el conjunto de la legislatura.

Es cierto que hay que incluir trienios y sexenios como un 1% de aumento adicional anualizado.
Sin embargo, con estas medidas para reducir drásticamente el déficit presupuestario se frenan
la inversión pública, el crecimiento económico y del empleo, poniendo el carro delante de los
bueyes; con mayor crecimiento económico aumentarían el empleo y los ingresos y disminuiría
el déficit público. Comparemos con Brasil.

Las movilizaciones son imprescindibles, pues quien calla otorga. Esta convocatoria
refleja claramente la importancia de la unidad de acción entre las fuerzas sindicales en el
sector público, lo que sin duda es un valor añadido a nuestras justas reivindicaciones,
por un necesario calendario de recuperación del poder adquisitivo para los funcionarios
públicos y pensionistas y por un reparto equitativo de los sacrificios.

El Gobierno renuncia a actuar sobre los ingresos y sólo pretende hacerlo sobre los gastos,
nada dice del fraude fiscal, tasas a los movimientos especulativos del capital o economía
sumergida. Debemos movilizarnos en defensa de los servicios públicos y pensiones,
recuperación de impuestos para los más ricos, el ahorro en televisiones autonómicas, consejos
de administración... y para pedir la rectificación de las medidas antisociales.

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