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SOCIALISTA, EN LA PINILLA.
Pocos días después, con mis hijos Juan Fausto y Luis Miguel, con
herramientas apropiadas, allanamos, limpiamos y rastrillamos el lugar,
en la fábrica preparé unos angulares de hierro, que clavé en el suelo,
con unos taladros para colocar unos alambres galvanizados que lo
unían todo, privando el acceso directo a pisar el enterramiento,
igualmente mi hijo Juan Fausto, pintó en un panel de un metro veinte,
por sesenta centímetros, un testimonial cartel blanco con la siguiente
inscripción en letras rojas, "Muertos en la lucha, renacen a la
Libertad".
Escribí y mandé un artículo a "El Socialista", haciendo un llamamiento
a todos los compañeros, para que se interesaran en lo que habíamos
hecho en Salamanca y mis deseos de que, en todo el País nos
encargáramos del adecentamiento de esos para nosotros sagrados
lugares, era un acto de justicia para los nuestros y no podíamos
faltarles, era una obligación contraída con la historia que teníamos que
asumir, pocos días después, tuve la satisfacción de verlo publicado y
algunos días después también en la sede del Partido comencé a
recibir cartas agradeciendo mi artículo y en algunos casos
comprometiéndose a dicho adecentamiento, una destacaba de todas,
porque venía de Francia relacionada con Salamanca, procedía de
Saint Priest, cerca de Lyón.
Con sumo gusto accedió para que exhumáramos los restos y me pidió
le disculpara a los hijos y descendientes de las víctimas, que él no se
sentía con fuerza para acompañarnos. Con la misma cortesía y
amabilidad con que fuimos tratados, nos despedimos de ellos,
agradeciéndoles el trato que con nosotros tuvieron. Cuando recopilo
estos recuerdos hace unos ocho años Fabián falleció y fue para mi
obligación moral lamentar y sentir su fallecimiento, pasaba de los
noventa años de edad y desde aquella lejana tarde, no lo volví a ver,
pero a su memoria dedico este recuerdo.
Fue una inesperada sorpresa, porque no sabíamos que con los doce
de Barbadillo hubieran asesinado una mujer, el resto de los pisos, se
correspondían con los citados compañeros, tres pares de albarcas,
varios pisos de goma de zapatillas baratas, otros de botas y alguno de
zapatos.
Bartolo me refirió que estaba casado con una mujer, natural del pueblo
salmantino de Los Santos, que las circunstancias de la vida y la
casualidad, hicieron que se conocieran en Madrid, cuando ella
trabajaba de sirvienta y él en la construcción, llevaban casados treinta
y tres años y desde entonces no había vuelto a su pueblo, no tuvieron
hijos y el motivo era nada más y nada menos, porque Bartolo en el
año 1946 participó con una patrulla de guerrilleros antifranquistas
("maquis") en la muerte del alcalde y jefe de la Falange, el juez de paz
del pueblo, y otro personaje, falangistas del pueblo (en realidad, nunca
supo cuántos fueron los que murieron ...).
Durante los años 1985 y 1986, nos llamamos alguna vez por teléfono
y por cualquier hecho importante charlamos varias veces cambiando
impresiones, creo también que alguno de esos años volvió a Los
Santos a las fiestas, pero en realidad y en el trato directo y personal,
pasamos uno del otro.... hasta que en 1987, en Abril, cuando lo de mi
secuestro en Aldeadávila, fui noticia nacional y no faltaron las
llamadas telefónicas de Bartolo interesándose por mi y todo lo que
pasé, me ofreció me fuera unos días a Móstoles con Luisa para olvidar
todo, lo que le agradecí, aunque yo empleé otros medios para resolver
aquel tema.
En la Elecciones Municipales de 1987, otra vez más, en la Diputación
ganamos y nuevamente obtuvimos la Presidencia de Juan José
Melero, no lo fue por mayoría absoluta y yo nuevamente, resulté
elegido diputado provincial, aunque vicepresidente no lo fui, por
determinadas circunstancias políticas internas del Partido, no
obstante, pasé a hacerme cargo de la delegación de Cultura. En
Móstoles, una vez más, Bartolo repitió la Alcaldía, no faltó nuestro
intercambio de impresiones por vía telefónica como de costumbre.
Casio comentó: "Que ya era hora de demostrar que ellos estaban allí
para algo, que llegaba la primavera y era hora de dejarse ver, no
habían realizado ninguna acción guerrera, ni terrorista, ni tan siquiera
habían arrebatado nada por la fuerza, ni alimentos tan siquiera", se
habían arreglado con el suministro de prendas de abrigo, calzado y
alimentación de los dos enlaces y aparte de los enlaces, solamente los
había visto un pastor de cabras, que se identificó como socialista, que
lo habían tenido encerrado dos años en la cárcel de Coria y no lo
fusilaron de milagro, era extremeño, del pueblo de Torrejoncillo, varias
veces hablaron con él y les pasaba información, sobre lo que le
preguntaban, aparte de venderles alguna cabra y cabritos.
Años después en el año 2001, cuando ordeno mis notas y recopilo mis
conocimientos sobre una pequeña parte de todo lo sucedido en
nuestra provincia de los horrorosos hechos cometidos por los rebeldes
y criminales fascistas, gracias a la colaboración del Alcalde actual de
Los Santos, después de cuatro elecciones reelegido, el compañero
socialista Javier Álvarez Merino, he podido enterarme que la fecha
exacta de la venganza de los guerrilleros, se cumplió el día 20 de
Marzo de 1946. Igual que las barbaridades que cometieron los
falangistas de la capital con la delación como verdaderos "judas", de
vecinos de la misma localidad y que fueron el real y verdadero móvil
que impulsó a los guerrilleros al hecho anteriormente referido por
Bartolo.
Obra en mi poder la fotocopia de un oficio remitido desde la
delegación de Orden Público de Salamanca al Alcalde de Los Santos
fechado el 17 de Octubre de 1938. Como se puede observar, en ese
documento oficial, nos encontramos con una prueba testimonial del
trágico balance del horror franquista sembrado por nuestros pueblos,
es un fatídico recuento de las barbaridades cometidas por la derecha
reaccionaria, teniendo en cuenta que cuando se pretende por la
autoridades fascistas valorar lo conseguido, los absurdos crímenes
cometidos, igual que la presión lograda por la injusta represión con
múltiples detenciones e importantes sanciones económicas, habían
pasado los años de la máxima persecución genocida, aunque en esa
fecha todavía en Salamanca se ejecutaba algún fusilamiento, que no
dejaron de producirse hasta 1941.
Con el objeto de considerar el móvil del ataque de los guerrilleros
antifranquistas, aunque a Bartolo solamente me indicó que Casio el
jefe de la patrulla, respondió con el ataque a lo sucedido a su padre y
al resto de compañeros que sufrieron la misma suerte una de las
víctimas de los rebeldes según se lo refirió a sus compañeros, era
para él un testimonio suficiente, los once asesinados y sembrados por
las cunetas y en los montes cercanos, incluida la muerte de su propio
padre, eran pruebas suficientes para ejercer una réplica de justicia
para los causantes del horror, de ahí el interés que encierra el
documento que transcribo para su conocimiento.
Son muchas, demasiadas las víctimas inmoladas por los fascistas, su
memoria sólo permaneció en sus familiares y ya va siendo hora de
conocer en su verdadera dimensión el alcance del terror que dominó
nuestro maltrecho País, el mismo miedo silenciaba a los familiares de
las víctimas, su dolor se lo tragaban y era para cada familia objeto de
comentarios dolorosos internos y no se comentaba una palabra con
nadie, "medio mundo" tenía miedo del otro "medid", nadie se fiaba de
nadie, ni se recordaba públicamente a los que dieron su vida por la
Libertad y la Democracia.
FUSILADOS: ninguno.
Casio les manifestó: "que habían tenido una actuación eficaz y muy
bien llevada, pero que ahora tendrían que esforzarse todos en estar
vigilantes las veinticuatro horas del día pues no tardarían las fuerzas
de la Guardia Civil en desplegarse por la sierra para detenerlos o
acabar con ellos". aquel mismo día a última hora de la tarde el cabrero
subió con la cabras por las cercanías de la cueva y les informó que no
volvería por allí, él había observado que no hacían mas que llegar
autocares y camiones cargados de guardias civiles, policías armadas
e incluso militares, que por la zona de El Maillo y El Cabaco
empezaban a desplegarse hacia la Peña de Francia y que les
recomendaba, abandonaran el refugio porque allí los cazarían, así
mismo, les recomendó se fueran a las Batuecas o las Hurdes,
aquellos lugares eran mas agrestes y allí tendrían mejor defensa.
A la buena mujer le hicieron coger diez pesetas del dinero que tenían
y siguieron la marcha, a la caída de la tarde estaban en Sorihuela, allí
tuvieron suerte, ya que en ese pueblo, se encontraron por la calle un
cura joven con sotana, que les preguntó quienes eran, a donde
caminaban y se dirigían, el aspecto que tenían con barba larga y la
ropa con señales de haber estado empapada de agua, les daba sobre
todo, un aspecto de mendigos mas que de guerrilleros, le contaron
que eran mineros y que regresaban andando a su casa, que eran de
Puertollano (Ciudad Real) y que volvían a su tierra, que les habían
robado sus pertenencias y el poco dinero que habían ganado.