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(C)
no se note que son cristianos: tienen miedo de dar la cara por Cristo y, quiz
todava ms, por la Iglesia, a la que consideran como una especie de pesadilla
que hay que aguantar. Pero la Iglesia no es ninguna pesadilla sino la Esposa
muy amada del Seor, su Cuerpo, por el que Cristo se hace presente en medio
de nosotros, el lugar donde l nos alcanza, nos toca, nos perdona y nos sana.
Y hemos de dar la cara tambin por ella, que no es para nada responsable de
nuestros pecados, pues nosotros no pecamos por ser Iglesia sino por no serlo
suficientemente. Y ella llora nuestros pecados y hace penitencia por ellos. Por
eso el sacerdote, antes de comulgar, ora en nombre de todos a Jesucristo
diciendo: no mires nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia.
Finalmente el Seor nos entrega hoy una palabra que nos ilumina sobre
cul es la manera correcta de situarnos ante Dios. Y lo hace mediante la
imagen del criado, del siervo, imagen que no pretende decirnos cmo es Dios,
sino como debemos considerarnos nosotros ante l. Jess utiliza el modelo
social vigente en su tiempo como imagen para que comprendamos que ante
Dios nunca tenemos derechos, que nunca, por ms que trabajemos y que
hagamos cosas por l, podemos reivindicar algo ante l, porque cumplir sus
mandamientos no es hacerle un favor a Dios, sino hacrnoslo a nosotros
mismos, ya que el cumplimiento de sus mandatos implanta nuestro ser en la
verdad y nos hace crecer hacia nuestra propia plenitud. Por cumplirlos, Dios no
me debe nada y yo le debo a Dios infinitas gracias por haberme indicado cul
es el camino que me hace crecer (sus mandamientos) y por haberme dado la
fuerza para seguirlo.
La imagen del criado describe tambin a un hombre para el cual lo
importante es hacer bien lo que se le ha encargado hacer y que, una vez hecho
que lo ha hecho, desaparece, se esconde, no llama la atencin sobre s mismo.
La grandeza que hay en esta imagen es que indica la pureza del amor: el amor
es puro cuando no busca la reciprocidad, cuando no se preocupa de obtener el
reconocimiento y la gratitud de la persona amada, cuando no pide nada para s
mismo.