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BIBLIOTECA ARGENTINA DE HISTORIA Y POLITICA Ata UD) e RETORNO Y DERRUMBE EL ULTIMO GOBIERNO PERONISTA {NDICE steca Central CION DEL SISTEMA POLITICO. ANTE LAS AMENAZAS devesorsoossnensnanooeae ea SOCTEDAD GIVE te... (eee oo ele 29 meee CUicis al (tic meee eee eee ee ety ‘La estrategia de los militares: la subordinacién de la accién de las clases a la politica ........ 35 Bp RH Dfcasiven ce Denton ca tie. campy Geen nee aI Folios Ediciones, $.A., 1981 11!) RONTSMO EN EL GOBIERNO. B © Por la presente edicton: Bie ees e Hspnele Ediciones Argentina, S.A., 1987 | Elinterregno camporista . . "5 Corrientes 1437 - 5° piso - (1042) Buenos Aires, ) 1a tercera presidencia de Perén .. . oF TE; 46-6249/5197/4591 "La respuesta de los protagonistas sociales .... 131 ISBN 950-614-642-X |) DESARTICULACION DEL PROYECTO DE PERON Queda hecho el depésito que marea la Ley 11,723 : BENIN Sas: La presidencia de Isabel Perén ..........,,. 163 Distribucién interior: HYSPA Distribuidora S.A Wo lanier Corrientes 1437 - 5° piso - (1042) Bs. As., TE: 46-4404/5704 af Bonita del remineEn (eee y sess es 185 Distribucién capital: Distribuidora RUBBO $.R.L. Garay 4224/26, Bs. As., TE: 925-4725/1709 ME ITADAS 2 ie eee a Printed in Argentina Impreso en Argentin@mmen Ol DE NOMBRES 2.2... ..2....0.......-,0.-.. 209 INTRODUCCION Pate trabajo nacié como un intento de comprender 1! proceso que se inicid con el retorno del peronismo al obierno, después de casi dos décadas de proscripcién, ‘lesembocd en la cafda de éste, nuevamente derroca- to por un golpe militar. Como suele ocurrir, desde el golpe militar la reac- ‘oh emocional ha sido infinitamente mayor que los Mluerzos de explicacién de las vicisitudes por las que ‘/aveso el tercer gobierno peronista. Por otra parte, os analisis han escapado a la tentacién de caer en | vision lineal de las relaciones entre economia y politica, en la doble forma en que ésta puede ser esta- Herida, © bien el derrumbe del peronismo es concebi- ') Como la consecuencia inevitable de la légica del 'rrollo capitalista argentino, «impenetrable» a las Hiilencias del reformismo; o bien la caida es vista co- hel resultado de una légica de la politica en el senti- ty estrecho del término politica (0 sea como reflexién Hetiada a «condenar» © «lamentar» las acciones po- Nou de los distintos protagonistas sociales, pero in- ‘ijay de explicar el por qué de las mismas). Cual- ‘yiiera cle estas dos tentaciones, simétricas y Opuestas, Nive de la descripcién del proceso una prescripcién: ') ue deberfia haberse hecho». Esa visidn normativa eoansa en una imagen de la sociedad conyertida en 12 Liliana De Riz discurso doctrinal, pretenciosamente llamado «teoria» y considerado valido urbé et orbi, con independencia de la descripcién sobre lo que realmente pas6 cn la socie- dad argentina en csa etapa. Mi propésito es analizar el tercer gobierno peronis- ta, evitando los peligros de un esquema lineal. No pienso que el golpe militar de marzo de 1976 estuyiera inscrito inexorablemente en la légica del desarrollo ca- pitalista argentino. Fue una salida a la crisis en que se debatia la sociedad, pero no Ia tinica posible. Tampo- co creo que el proyecto de poder de Peron podia impo- nerse por sobre los limites fijados por la economia y la sociedad argentinas en 1973, como lo quiere un enfo- que voluntarista y puramente ideoldgico. He preferido situarme en el examen histérico de las relaciones de fuerza que se establecieron entre las cla- ses y fracciones de clase en esa coyuntura. Los cam- bios en las relaciones de fuerza y la emergencia di nuevos actores politicos se constituyeron en el campo d posibilidades abierto por las condiciones estructurales Sin embargo, no basta apelar al caracter «tortuoso» del capitalismo argentino para comprender y hace comprender las formas especificas que revistieron la: luchas en esa etapa de la vida politica del pais. La: contradicciones generadas por el desarrollo capitalist dependiente fueron mediatizadas por la dinamica poli tica de las clases en la sociedad argentina. Por es' este trabajo intenta reconstruir esa dinamica; las fo mas concretas que revisticron las luchas sociales; lal distintas fuerzas sociales en pugna; sus formas de co ciencia y organizacién; los objetivos que estaban @ juego en esas luchas. Desde la perspectiva de lectura aqui elegida, las cl ses son consideradas como inseparables de sus lucha; Retorno y derrumbe 13 (na clase no se concibe como una situacién definible ‘ partir de su lugar en el proceso productivo. Es un ‘ctor histérico complejo, cuya accién es inseparable ‘le las relaciones que se establecen con sus adversarios ‘le clase, del sistema de creencias y valores que orien- lin sus practicas, de las formas de organizacion y de lis caracteristicas de su historia nacional. ;Acaso el necanismo, el objetivismo simplista i continuidad lineal entre las clas Ja postulacién de —definidas co- M0 soporte de relaciones estructurales— sus intereses ubjctivos», y las fuerzas politicas como necesaria «ex- jesion consciente» de estos Ultimos, no han sido los ‘lefectos mas constantes del «marxismo» en América | lina? gAcaso no ha sido en nombre de este marxis- mo vulgar que muchos han intentado explicar los tindes fracasos —como el de la Unidad Popular en Chile por la falta de «conciencia histrica» de sus ploligonistas fundamentales, sin detenerse a exami- tir ln historia de las luchas en esa sociedad? (ni andlisis que se proponga escapar a una vision HoiMativa tiene que romper la «natural» continuidad ‘ite los llamados determinantes objetivos y el «para \» dle las clases sociales, Por este camino se ingresa a ‘i terreno en el que lo societal y lo politico se amalga- fin de manera sui generis, en una unidad que es te- Huehiria a todo reduccionismo. ¢Cuales fueron las mo- {lidades particulares de articulacién de las luchas so- \ (las luchas de clase en el terreno de la produc- ton) y la lucha politica (las lichas en el plano politi- Piteologico)? Para decirlo en otros términos, ¢como ) ‘onstituy6 (© intenté constituirse) la unificacién- *}itacion entre lo societal y lo politico (entre las ma- )) populares y las instituciones, el estado)? ¢;Cudles Meron las caracteristicas del proceso de fragmenta- 14 Liliana De Riz Retorno y derrumbe bs cién-dominacién/unificacién-impugnacién del campo popular? La intencién de fondo que subyacia al proyecto con que regres6 Perén era la de crear un orden politico legitimo y estable, capaz de constituirse en el espacio en que las clases dirimieran sus enfrentamientos de intereses; un orden de arbitraje que trascendiera su formidable carisma personal. El eje de su proyecto de reorganizacion de la dominacion de clase era, pues, la creacién de un sistema politico, abierto y flexible (la «democracia integral»), sostenido en las organizacio- nes corporativas y los partidos politicos, En ese siste- ma quedaria definido el lugar de las clases en la soc dad, y particularmente en el plano institucional, cuyos limites de tolerancia fueron establecidos con claridad jo general. De este modo, cl en el diseno politico del vi potencial de antagonismo entre las clases se veria neu- tralizado. El movimiento peronista mostré en los hechos su incapacidad de sobrevivir a la dura prucba de la muerte de su conductor. El Pacto Social entre obreros y empresarios, pilar del proyecto de «democracia inte- gral» a que aspirara Perén, ya se habia hecho tizas contra la realidad de las luchas. La ilusién de una so- ciedad capaz de institucionalizar los conflictos y li- brarse de la violencia comenzé a agonizar a partir de entonces, La muerte de Perdn, en julio de 1974, fija la line divisoria de las dos etapas por las que atravesé el alti mo gobierno peronista. La primera, signada por | puesta en marcha del proyecto de Per6n; la segunda) caracterizada por el desmantelamiento de su disefi politico y por la aceleracién de la crisis. Con Peron muere su proyecto de reorganizar las req luciones entre el estado y la sociedad: se echa a su inistro Gelbard poco después de su muerte y con Gelbard se va el reformismo, para hacerse cargo de la (isis econdmica un banquero. Se abandona la tactica (lel didlogo para reemplazarla por el aislamiento y el ectarismo. Desaparecido Perén, queda un movimien- {0 que expresa en sus orientaciones «justicialistas» y (sus posiciones sectoriales el impacto de la subordi- acion de la clase en el contexto de una dinamica de lus masas que, sin mediador, escapa a todo control. Se abre entonces una etapa de crisis aguda y, como ly expresara Gramsci (Sacristén 1974:313), «La crisis (onsiste precisamente en que muere lo viejo sin que juieda nacer lo nuevo y, en ese interregno ocurren los (nis diversos fené6menos morbosos.» La crisis se refleja *) una doble desarticulacién: la del aparato estatal, lrilo de su-acelerado extrahamiento de la sociedad ci- vil, la del campo de las fuerzas populares, nacida del liecho singular de que fuera un gobierno peronista el le controlaba ese aparato estatal. las consecuencias mas visibles de esa doble desarti- ‘ilacion fueron, por un lado, la intensificacién de la \olencia y, por otro, el creciente divorcio entre las lu- Nias de los trabajadores y la estrategia del sindicalis- tio, entre la lucha ‘social y la lucha politica. Situada la perspectiva desde la que se construye es- \) snalisis, corresponde precisar ¢l alcance del mismo. Mi propésito es hacer una reconstruccién histérica del © que se inicié con el retorno del peronismo al jerno y desembocé en el derrocamiento de éste por i) yolpe militar. Enhebrar la crénica de los aconteci- Hilenitos, Con sus matices y ambigiiedades, proporcio- i el hilo conductor metodolégico para aprehender, *) la diversidad de los clivajes politicos y de los en- 16 Liliana De Riz frentamientos abiertos, cudles fueron los conflictos: centrales y qué es lo que estaba en juego en ellos. Puesto que mi objetivo es reconstruir la especifici- dad de las luchas en esa etapa, es preciso reconocer que la misma no puede ser captada sin hacer referen- cia a las formas mas permanentes que revistieron esas luchas en la sociedad argentina, Por eso, el tema de la crisis politica, de su caracter de elemento constante en la vida politica del pais durante las tltimas cuatro dé- cadas, es el hilo central del argumento que recorre es- te andlisis. | Ello hace necesario introducir un rapido examen histérico del pasado, en particular de la crisis de sucesién politica desatada por el derrocamiento del primer peronismo, en 1955. Muchos interpretaron el retorno del peronismo al gobierno, casi veinte anos después de su derrocamien- to, como una prueba mas de la «vocacién nostalgica» de los argentinos, de una actitud enraizada cn la per- manencia de la crisis por mas de cuarenta atos. La sociedad argentina se volvia nuevamente hacia el pa- sado (la nostalgia de la alianza de 1946), que conside- raba mejor que su presente. Esa nostalgia, sostenida por la solidez y resistencia de un pensamiento mitico, habria hecho posibles los intentos ciclicos de restau- racion que, con distinto signo, marcaron la vida politi- ca argentina. * Esta interpretacién viquiana de la historia politica argentina fue cuestionada por los acontecimientos que ' Desde la segunda guerra mundial Argentina conocié cinco in- teryenciones militares (en 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976) y cuatro gobiernos civiles (1945-1955, 1958-1962, 1963-1966 y 1973-1976). 2 E] coma del pensamiento mitico en la sociedad argentina fuc analizado por Tulio Halperin Donghi 1964. Netorno y derrumbe 1? marcaron la década del 60. El retorno del peronismo, © 1973, no puede ser interpretado como [ruto exclusi- vo del inmoyilismo. Ese retorno fue posible gracias a in doble movimiento, de continuidad y ruptura con el pasado populista. La imagen del primer peronismo feaparecio asociada a nuevos signilicados y formas de {i lucha por el futuro, a la emergencia de nuevas iden- \idades politicas y de nuevos actores colectivos, Esta fenovacién del movimiento peronista —entendida co- iio Simultanea continuidad y ruptura con el pasado— © un elemento central para comprender los desafios ‘je enfrentaron los distintos actores politicos en el ul- (ino gobierno peronista. La tensién entre las fuerzas ‘le restauracian y las fuerzas de ruptura dentro del pe- fonismo no solo es el aspecfo principal, entre otros, jira comprender el proceso en que se gest6 el retorno, ino también la clave para comprender el desenlace Ista etapa de surgimiento de nuevos antagonismos ecules y de radicalizacién profunda de los conflictos rontenidos en la sociedad populista es, también, la historia de la descomposicion de esa sociedad; de la ‘isis de las formas en que la sociedad populista insti- \icionalizaba y contenia la lucha de clases; de la crisis ‘le su modelo cultural (sus creencias, sus valores, su ‘iiltura politica»); de la erisis de su proyecto de acu- Mulacion capitalista con justicia social. Crisis de la que Miiergieron los temas que constituyen, en 1976, el ca- hillo de batalla del proyecto politico de los militares. [il golpe nx ilitar de 1976 inicia otra etapa y, en cier- i sentido, otra historia. Y ello no sdlo porque la socie- lid argentina vuclve a ser reprimida por un orden Wiilitar, sino ademas porque la descomposicion del go- WWerno peronista marca un doble comienzo: el del due- 18 Liliana De Riz lo con el pasado y el de la gestacién de un futuro. La Argentina de hoy es una sociedad reprimida por el orden de los militares. Un orden que intenta, una vez mas, disciplinar la lucha social y que, a diferencia de otros intentos de refundacién frustrados, impugna, en un mismo movimiento, tanto a la experiencia peronis- ta clausurada como a las instituciones y polfticas que la hicieron posible. Un orden que ataca a lo que, en la visién militar, constituyen los males que por décadé aquejaron a la socicdad argentina: el sufragio sin res- tricciones, la intervencién del estado en la economia, poo bienestat social y el «excesivo» poder del LA SALIDA POLITICA: EL : Pero ese orden no es todopoderoso. Una sociedad INTENTO. DE RECONSTITUCION reprimida no es una sociedad anulada. Las luchas so- DEL SISTEMA POLITICO breviven a la represién militar, La protesta de los tra- ANTE LAS AMENAZAS bajadores, aunque fragmentada, contintiia expresando- DE LA SOCIEDAD CIVIL se y puede encontrar nuevas formas de lucha que pro- longuen el combate nacido en el mundo de la produc- cién en el combate por una nueva sociedad. La suerte del nuevo régimen militar, una vez mas, queda subor- dinada a la dinamica de las luchas sociales, E] acercamiento al pasado inmediato puede ser una leccién, por la via negativa, para todos aquellos que no se contenten con exorcizar la intervencién militar: esa reflexién puede contribuir a la dificil tarea de ha- cerse cargo, en un mismo movimiento, de la compleji- dad de los antagonismos presentes en la sociedad ar- gentina y de la necesidad de discutir con valentia vicjas «certezas» de la izquierda, sin caer en el fatalis- mo. Abril de 1980 1, LA GRISIS POLITICA Gon el golpe militar que derrocé al perontsmo en 1955 la Argentina entré en una crisis politica perma- vente, A partir de entonces no se pudo recrear un or- den politico legitimo y estable en el que se dirimieran jos enfrentamientos entre las clases. La revolucién li- hertadora que desplazé por la fuerza al peronismo del yobierno vio muy pronto esfumarse su tentativa ab- da de retrotracr a la sociedad a una estructura pre- peronista. Ello no sdlo se debia a los cambios introdu- ‘iddos en el periodo peronista y a la resistencia que ofvecia una sociedad industrial, en la que habian sur- entre las clases. * El yido nuevos clivajes y relacion peronismo, proscrito de la vida politica argentina, ‘onservé su poder que, basado en la continuidad de ly identificacién politica peronista de los sectores po- pulares, le permitié convertirse en el gran partido opo- ‘ior implicite y determinar el triunfo o la derrota de toa combinacién politica que intentase una salida le- yal para la crisis de sucesién abierta en 1955. || peso del electorado peronista —ese «hecho mal- ilo» con que se enfrentaban las voluntades restaura- doris — permitié al movimiento, y a su lider exiliado, 4/1 un andlisis de la historia polftica del periodo que sigue al Wiioramiento de Perén, véase Halperin Donghi 1964:75 ss. 22 Liliana De Riz definir un espacio extrainstitucional de negociaciones desde el cual ejercitar su influencia. Se constituyé asi un sistema politico bastardo, uma suerte de «parla- mentarismo negro», en el que Perén trabajo afanosa= mente para bloquear cualquier férmula de poder disc- fiada por sus adversarios militares y civiles. Sin un orden politico estable a partir del cual que- daran definidos los actores legitimos y los excluidos del sistema, asf como las reglas de jucgo a seguir, la crisis politica se convirtié en un elemento constante, y los fallidos intentos de darle solucién —Frondizi, Illia— no fueron sino un sintoma de su continuada, vigencia. La ruptura del modelo politico peronista, de un sis- tema politico que se habia mostrado eficaz para poner un dique (en el doble sentido de contener y separar) a los virtuales antagonismos susceptibles de emerger desde el fondo de las luchas sociales, desembocd eni una doble crisis: por una parte, una crisis del bloque del poder, debilitado en su cohesién mterna a causa de su incapacidad de converger en torno a una estra= tegia de desarrollo alternativa a la peronista; por otre una crisis de las formas de accién de las clases popula res. Los frustrados intentos para regenerar el orden fue- ron mostrando la debilidad creciente de los grupos do- minantes para dirigir a sus aliados, al mismo tiempo que aceleraron la politizacion de les conilictos sociales que tejian la trama de la sociedad. En un clima dé incertidumbre ante el futuro en «las alturas» emergies ron nuevas formas de accién obrera y popular en | escena politica. En el contexto de la nueva dictadur. militar instaurada en 1966, esas nuevas luchas irrum: pen «salvajemente» y ponen de manifiesto la ingober Metorno y derrumbe pli ge ile el eT Hibilidad de esa sociedad que resiste obstinadamente ‘| imperio de la fuerza. f \ fines de los anos 60 la crisis politica, crisis del poder del estado, devolvié la iniciativa politica a Pe ron Sus opositores, militares y civiles, fatigados de in- eitar formulas de poder fracasadas, fn ieeot que Morgar crédito a la sabiduria del viejo caudillo bajo ‘liya tutela la sociedad parecia poder librarse de las ffinentas que la sacudian. lionomia 9 politica en ta sociedad argentina: wlos para el anélisis de la evisis la crisis politica que en 1973 desembocé en el re- ‘yo del peronismo al gobierno tenia una larga histo- (i) en Ta sociedad argentina. La perspectiva escogida PH este trabajo privilegia una lectura en clave politica esa historia al centrar la atencién en las formas jiiticulares y cambiantes de las relaciones de fuerza jie se establecen entre las distintas clases y faecone clase en la sociedad argentina. Sin embargo a esta ‘Hira de la reflexién, es conveniente deena en el ‘men —que no se pretende exhaustivo— de las rai- rstructurales que alimentaron la crisis politica. Pa- ello ¢s necesario tener presentes algunos aspectos ‘ilicativos que definieron las relaciones entre eco- fia y politica en la Argentina. Hii efecto, la sociedad argentina fue excepcional- Heite homogénea en América Latina. La ausencia de pesinado y de poblacién indigena, la temprana _ ‘eralizada incorporacién del territorio y de la pobla- i! mercado mundial, el sustancial desarrollo de eclores medios y la generalizacién del sindicalis- WW en el pais, ie confieren rasgos peculiares en el Hon 24 Liliana De Riz continente. * Pero las mismas razones que dan cuenta de su gran homogeneidad hicieron de esa sociedad una sociedad altamente difcrenciada en su estructura social y compleja en el plano politico, Esta afirmaciGn, aparentemente paraddj no lo es si se tiene en cuen- ta que la difusion temprana y bastante compleja de las relaciones capitalistas de produccién en la Argentina impulsé un contingente dilatado de pequenas y me- dianas empresas, sobre todo a partir de la década de 1940. Se constituyé asi una clase capitalista heterogé- nea en sus intereses, que tuvo y ejercité su capacidad de influencia politica bloqueando los diversos intentos de unificacién politica estable del bloque en el poder. Ese fraccionamiento politico de la burguesia (indus- triales versus agrarios, orientados hacia el mercado in- terno versus exportadores, etcétera), es un aspecto cen- tral para comprender la especificidad de la sociedad argentina; aspecto que descansa cn razones estructu-| rales para las que la politica (los intereses de la clase en su conjunto) no encontré respuesta, En efecto, no hubo una expresién politica partidaria que representa- se a la burguesia en su conjunto: no existié un partido conservador de masas capaz de enfrentarse, en elec- ciones no fraudulentas, con la Unién Givica Radical primero 0 con el peronismo mas tarde. ' Para un andlisis de alto grado de homogeneidad de la socie- dad argentina, véase Guillermo O'Donnell s/d:6. > La tentativa, a comienzos de siglo, del Partido Demécrata Progresista de Lisandro de la Torre, fue boicoteada por los conser vadores de la provincia de Buenos Aires, renuentes a compartir el poder politico con los conservadores de las provincias. Es intere- sante recordar que algunos de los que participaron en la creacién frustrada del PDP, son los mismos que reaparecen en la escena politica con «l golpe militar de 1930 y, entre ellos, el general Uri« buru. \ Metorno y derrumbe 25 I:| otro aspecto central para comprender el dilema jiolitico argentino es el importante peso sindical del (Wovimiento obrero, incomparablemente mayor que el (ie alcanzara en otras sociedades de desarrollo capi- (jlista importante, como la brasileha, y la permanen- ‘in de su identidad politica peronista. ° Como ya se advirti6, no es mi objeto detenerme “jul cn una lectura econdmica de la génesis del fraccio- Hiiniento burgués, tarea a la que otros autores ya han elicado sus esfuerzos (véase Abalo 1976). Mi punto fy partida conceptual es la existencia de ese fracciona- Minnto en el seno de la burguesia, coincidente con el ‘Wiporlante peso politico del sindicalismo. Este dato es |) jemisa que permite exphear la complejidad cle los tlivajes de clase en la sociedad argentina y la mayor yicidad de la politica, o sea, el fendmeno recurrente ‘lus alianzas que no tradujeron en el plano politico hy) luchas en el terreno de la economfa. También es el pita de partida necesario, pero no suficiente, como ‘feimos, para comprender la especificidad de la \itura politica en que se gesta el retorno del pero- Hime al gobierno. in duda, la forma de la crisis de la clase dominante I) «su» estado condiciona la politizacién de las ma- | st. doble especificidad diferencia a la sociedad argentina de Wile, Bn efecto, en Chile la burguesfa aparecié politicamente uly y el movimiento obrere también tuve una expresion poli- ona (partidos de clase). ALlf, el sistema pol o fue lar ile estable y capaz de absorber en su seno los conflictos de ) loble espe cidad es cl argumento central que permite ex- tlend le una lectura econémica, el desarrollo capitalista ar- i) Como menos concentrador y excluyente que el brasilefio 16 «| desarrollo de esta tesis en Gerehunotf y Llach 1975, ‘Tam- He en Canitrot 1978:10. Tahana Deate Melorno y derrumbe 27 26 sas. El movimiento obrero masivo hizo su entrada’ tambios producidos en el desarrollo del capitalismo apenas con el peronismo, y lo hizo precisamente ene ‘iyentino y en el sistema imperialista mundial gesta- suadrado desde el estado. 'El sindicalismo peronista i nuevas demandas conflictivas alimentadas en las ae ; reivindicaciones ce la clase y sim |/inslormaciones de los actores colectivos. En 1966 los fue paeder ae Sc eee en la Paccusta Militares intentaron remediar la crisis desde la econo- ee ee prnenernine la crisis de esta {Wi procurando poner en marcha una estrategia de forma de participacién del movimiento obrero | y de su lesarrollo basada en los sectores mas Gina del accion sindical —forma que el peronismo articulé en ipilalismo. Trataron de profundizar es modificacio- 1946 como respuesta a la crisis politica abierta en la i) que se venian produciendo desde 1959 —la politi- década de 1930-— ta que constituye, en el decenio de (F eeonomica «desarrollista»— cuyo eje eran los secto- 1970, un #-cho clave para comprender la naturaleza tr» del capital intensive, de comportamiento mono- de la crisis de hegemonia a la que el reflotamiento dé pilico y con Cae de gravedad en las empresas Perén, con su capacidad de conyocatoria, intent po- eiwnacionales, 7 Para ello, tenian que frenar la acele- fi Hion de la politica que habia acompafiado a los cam- "Cin. 1970 las masas irrumpieron «salvajemente» en how en la economia, Los militares tenian que reestruc- el escenario politico; cuestionaban una strategia sine fitar las megles no clones enna aso y sociedad dical que se atenia a los limites de tolerancia politicos 6 se perfilaron durante el periodo frondizista.(Esto con tanto mayor empeno cuanto que su legitimidad Wiilieaba, en primera instancia, , frenar la politizacién su peso espectfico propio dependian de esa subordina: lo apc sociales: romper la resistencia pe- cidn a las reglas de juicgo en tumo, Las luchas obreras de los obreros, contra la burocracia sindical hacfan ingobernable el conflicto entre capital y trabajo, en un contexto mar urollismo en lo econdmico produjo répidos cambios en cado por el intento militar de suprimir la politica POW Va syporesinucturas de la sociedad argentina: fue también un pro- © modernizacién cultural (el «clentificismo»), sin cuyo im- decreto, easel ade aeeclae 0 se entienden los cambios en Jas formas de accion de las ; ; ei as cla Las nuevas formas de politi Beco il ca ‘ jurticularmente, el proceso de radicalizacién de la juven- populares, incluidas las clas medias (la pequena j ; We una interpretaci6n de los aspectos culturales del desa- mediana burguesia desilusionadas del «onganiato») ius efectos sobre la juventud peronista radicalizada en constituyen un dato clave para analizar la peculiart ive wil:3 = . 1e Ja crisis politica en los anos 70. En efecto, b iy lectura simplista del proceso podria evar a la conchision ac BEN EEGUSIND Bets conc Hira tle que, en 1966, la accién del capitalismo y de las trans: «crisis en las alturas», como veremos, coincidi6 cor exigia, mecdnicamente, un ataque frontal al movimien profundo movimiento de los sectores obreros y bora Hyri. Visa lectura perderia de vista la especificidad de esa lares y ello impuso margenes cstrechos de maniobra Yr) politica marcada por el cuestionamiento de una estrate- los intentos de unificacién del bloque de poder. ©) Yelicil, cuestionamiento alimentado por el renacer de la resis- Desde la primera caida del peronismo, en 1955, LOMB WN peronista después de una desmovilizacion y derrota parcial — 28 Liliana De Riz La denominada erevolucién argentina» que inicia- ron los militares en 1966 redujo el problema de la go- bernabilidad de la sociedad argentina a producir los niveles necesarios de represidn: desarticulacion de las practicas de todas las clases y fracciones que pudieran cuestionar la estrategia de desarrollo adoptada por ‘on la politica. Sin una minorfa. Los militares suprimi embargo, suprimir no es anular. Por el contrario, al eliminar el lugar «natural» de la politica, ésta se vol- vid ubicua y emergieron nuevos antagonismos sociales —antiburocraticos, antiautoritarios— que hicieron tris zas las ilusiones de imponer un orden militar. En efec to, la supresion de la politica por decreto impedia tod cuestionamiento desde abajo, pere también desde arri ba. Ese intento de retrotraer a la sociedad argentina una situacién prepolitica terminé en el fracaso: contr él surgié un conjunto heterogéneo de oposicioncs § ciales cuya convergencia final desembocé en el retorn del peronismo al gobierno, en 1973. A la oposicién de la gran burguesia agraria contin el tibio intento de reorganizacién de las relaciones so ciales y técnicas en el campo —consecuencia de la po Ktica econémica Ievada a cabo por el entonces mini tro de Economia, Adalberto Krieger Vasena, en fav de la gran burguesia financiera ¢ industrial, asocia' al capital multinacional— 9 se agregé la oposicion los sectores de la pequefia y mediana burguesia indui de la clase obrera, cuyo origen es el periodo frondizista (195 1962). Fue ese desborde politico del sindicalismo el obstaculo de que los militares no pudieron hacer frente/ Para un estrategias de los sindicatos peromistas en se periodo véase Ja ° Para un andlisis de la politica econémica durante la primt etapa de la «revolucion argentina», 1966-1970, véase Braun 19 tt ti Metorno y derrumbe 2g ein eae ILS oe) We need ae me tial, oriel i erientadios hacia el mercado interno y nucleados mi toro a la Confederacié eral] cn acion General Empresaria ' I Sone del descontento popular (obreros Pipes z lz i : ; Bi Ac oe comerciantes, studiantes, intelectuales) | A : 20c0 en el estallido de las rebeliones regio. Halen B i 7. y imi i F 969-1970, y el surgimiento de la lucha arma. tha ( x 1 ‘ : ; ( meee por tierra, desde abajo, las ilusiones de egur : i : : 8 \do_ intento de «revolucién burguesa» que Nuthabe r res i t i tha por resituar a la sociedad argentina en una Hiieva etapa del ciclo de la historis ene aiiclia! la historia del capitalismo Dead mci Serer ees abajo, la cevalieou argenti- er na : ae partir de la convergencia de | ia £ oposiciones que ponian de manifies- . Ee ee idea de los clivajes de clase que tejfan la , ; es Sin embargo, en esa convergen- eee a ico importante era la movilizacién fe percha civil amenazando todo inten- aba equine de poder. El poder de la Pe a : as ical comenz6 a ser crosionado desde © }os intentos militares por reforzar ese poder i timovilizar a las masas, fracasaron, Or ania 1 ar a la sas, frace é _ casaron, Onganfa no Jee - Perén aparecié como el tinico interlocu- telerimes al intento Esta ultima eect gobierno militar y Ja alianza con ee ee (peronismo sin Perén). Entre sus figu- ries puis . ede Augusto Vandor (de la Union riea); accone (Luz y Fuerza); Rogelio Goria 30 Liliana De Ri no y derrumbe 31 tor valido para ese movimiento obrero que amenazab iliaci6n. Pero también, sélo él podia conyertirse con desbordar los cauces del estilo burocratico del ena§ 9) Ja esperanza para una transicién hacia esa nueva cuadre sindical y cuya identidad politica continu wiedad, confusamente designada como cl «socialis- siendo peronista., Per6n era el tnico capaz de discipl Wie hacionab>. nae nar las luchas en la cfipula de la dirigencia sindical, Iyte era uno de los miiltiples desafios a los que el La entrada de un nuevo actor colectivo, la juventue MWiniho de Perén tenia que dar respuesta, al mismo radicalizada de los sectores medios, en la escena polt Hmpo que era una de las condiciones que lo hacian tica argentina, modificé cualitativamente los dats d ieible casi dos décadas después de su caidat El otro la misma. Esa juventud, portadora de una utopia rag Weaiin central, como se senal6, era el de «ordenar el dical de cambio de la sociedad, definiG nuevos conte@ willicio entre capital y trabajo, El retorno del lider nidos del conflicto desde dentro y desde fuera del Mom ey yyin en un nuevo contexto definido por la presen- vimiento peronista, Ella fue un factor clave tanto en lag «4 il) iiuevos actores y ja radicalizacié6n popular y mi- estrategia de Per6n para armar su retorne como en lam i) y de las luchas sociales. } estrategia de las fuerzas armadas para disehar su ong Nohien la clave para comprender el caracter oe rativo «retirada» y buscar una salida politica a la cr ‘yee del capitalismo argentino» (segtin la expresién ee Wy Canitrot 1975:349) es el esquema de «capitalistas El peronismo intenté incorporar y sintetizar esta} While» y «sindicatos fuertes», y el fendmeno de las contradiccién en su seno a través del carisma del lid Wiiivas ciclicas, alternativamente restauradoras o re- a : y de su habilidad para articular un discurso que, a Hiewistis (O'Donnell s/d), que se deriva del mismo, vez que anacronico y restaurador a la luz de la real {) Mquema es insuficiente para entender la novedad dad, estuvo habitado, y también desbordado, por fue ) |) coyuntura politica que prefigura cl retorno del zag d¢ renovacién con indiscutible caracter revoluci pehniamo ao Hi elveto, una lectura econdémica del desarrollo ca= Perén conquisté una vanguardia juvenil que le da Wiilinia irgentino nos muestra a una burguesta inter- volvia a su movimiento cl dinamismo perdido en lof Wayeiie escindida entre una burguesia agraria que anos de proscripcion, volcandolo simultaneamente hi HA por restablecer el orden del pais exportador (la cia la izquierda del espectro politico. Sélo el vo cal Yeeitine rural); una mediana y pequefia burgues a dillo podia detener el proceso de radicalizacién de es@% Whiwsinial que pugna por restablecer el mercado inter- EERE ial que pugnaba por la ruptura, q WHY bie viejas condiciones de la demanda de los secto- oponia un antagonismo de clases a todo intento PF Populares (la ‘Argentina que nace en 1946), y una ee Wiiguesia financiera e industrial, asociada a las ns : ; Hy ienes transnacionales, que lucha por establecer ea : Sten ate a ©) Pedominio en un orden internacional modificado. riodo del sindicalismo argen , veanse Ci vo iler 1980 Pas lectura también permite poner de manifiesto la cantzeiler . I ae Liliana De Rigg Welorno y derrumbe BS presién sindical sobre los niveles de ingreso y las lug W)erilizado a través de ia reivindicacién econdmica: chas sindicales por la cuota de poder que les permitayg (M) (listribucién mas justa de la riqueza social; un re- acceder a la gestién del estado. Nymismo moderado, con contenido popular y nacio- Una lectura politica obliga a incluir otros clement wa) La apertura de un espacio polftico institucionali- que estdn ausentes en ese esquema para comprendemg "ll! habria de definir el terreno en el que se regularia la dindmica que revistié la lucha de clases en 1970. F #) vontlicto de clases. elemento central, a mi juicio, es la presencia y acelera (nn politica distribucionista, a la manera de la cién de una nueva forma de politizacion de las masat ylicada en la primera etapa peronista, esperada por populares, incluidos vastos sectores de las numerosai §) Mayorfa, se constituia en el principal instramento clases medias (predominantemente las juventudes day 1)!" rontrolar los antagonismos de clase. Sin embar- estudiantes). Esa politizacién desbordé —dentro y fu ») ln sociedad argentina de entonces diferia en mucho ra del movimiento sindical— las formas tradicionalegg ‘!/ !) que habia hecho posible el primer gobierno pero- de lucha: Ia relacién «capitalistas débiles-sindicatogg WN) 1a realidad se encargaria de mostrar que tanto fuertes» adquirid complejidad a través de Ja transfor 1) Iiterzas sociales que pugnaron por la restauracion macién de los contenidos de las demandas conflictu | pasado, como las que pugnaban por un cambio les y de las nuevas formas de aceién que se gestaro Pytical, desbordaron las intenciones que animaban la para lograrlos/La lucha de clases en la Argentina dag ‘//ipanizacion del poder del estado. ecomienzos de 1970 no se reducia ya a una pura real cién contra la explotacién y las crisis ciclicas de I economia. Habian surgido nuevos antagonismos 8 ciales que desbordaban el objetivo de la justicia socia Nuevos adversarios, nuevas fuerzas sociales, defini. de manera antagénica las condiciones, los medios los fines de la produccién; oponian a la conciliaciéi una alternativa radical en el control y el destino de | recursos de la sociedad. Impedir que estas fuerzas, dentro y fuera del movi miento obrero organizado, se constituyeran cn la € presion orgénica de vastos scctores de las clases pop lares y articularan un movimiento social en torno a | bandera de «la patria socialista», marco el punto convergencia principal acerea del proyecto de pod entre los militares y Perén, Lanusse y Perén coincidi ron en la necesidad de encauzar el descontento soci 2. LA ESTRATEGIA DE LOS MILITARES: LA SUBORDINACION DE LA ACCION DE LAS CLASES A LA v POLITICA |) estrategia desplegada por el general Lanusse en ‘) petiodo que se abridé en abril de 1971 descansé en Hy Wiignostico adecuado de la naturaleza de la crisis 1) que se debatia la sociedad argentina. La crisis y ffer era concebida por Lanusse como una crisis del pie) del estado, una crisis de legitimidad que habia "i iiinado por desagregar el aparato estatal. Los afos ) sieyolucién argentina» habian mostrado que no 1) posible gobernar en esa sociedad sin legitimidad y 1) |] consenso de las masas populares. La condicién fs einir a los adversarios y aislar a los enemigos», Hy lay palabras de! propio Lanusse (1977:43 ss.), +) feiyar un camino inverso al emprendido por los mires en 1966. La respuesta, esta vez, debia privi- Hy le politica y no la economia. fo» juiliiares desarrollaron su «guerra de posicién» He) el sentido gramsciano) para dar una base de masa 1 hide, sin alterar Ja forma de ese estado. A partir 1) ionces, Wataron de recomponer los canales de re- Py htacion de las clases y mantener los conflictos so- yp iticos dentro del marco de las relaciones de clase ities resignados a pagar el precio de modifica- 2 Liliana De Rig MANO y derrumbe i +) }) que el enfrentamiento entre militares y peronis- ) oeupa el primer plano de la escena politica. |) primera etapa esta caracterizada por el progresi- » tHiunlo de las posiciones de los oficiales que, como } ise, ven la necesidad de una salida politica ur- te ala crisis. Es la etapa de gestacién y predominio 914 estrategia en el seno de las fuerzas armadas, 1) segunda etapa, iniciada con la presidencia del » eral Lanusse, se caracteriz6 por los avatares que 6n militares-peronismo,. Esta etapa tuvo » Momentos decisivos: un primer momento de inten- ») te edialogar» con el conductor del peronismo, que caso, en julio de 1972; un segundo ciones polfticas importantes, pero en todo caso refo mistas. |! m e EK] problema que enfrentaban cra como lograr uni salida polftica de masas a la crisis —lo que supont legitimar al peronismo como actor politico— que ml desbordase los Ifmites de tolerancia del sistema (la for ma del estado). La historia del despliegue de esta estrategia de gu rra de posicién es la historia de los enfrentamiento politicos entre los militares y el peronismo, a través sus dos protagonistas centrales: Lanusse y Perén. Par su estudio, parece conyeniente distinguir entre u etapa, de génesis de la misma, que va desde el «cord = : s bazo» (mayo de 1969), '? hasta el derrocamiento d Meihento de desafio abierto de Lanusse a Peron y de general Levingston (marzo de 1971), y una cena iifivan destinadas a condicionar el proceso electo- : WY tlio de 1972-marzo de 1973). 1) elecciones de marzo de 1973 pusieron fin, con 11 En Gramsci el concepto de «guerra de posicién» aparece arm 1) Joie fracaso, a la estrategia de solucién de la culado al de una nueva practica de la hegemonia y dela demool§ 44). osplogaca por los. militares. cia en Occidente. Gramsci distingue la guerra de posicién de | ; clases dominantes (su anilisis del fascismo), de la guerra de pow cién del movimiento obrero, esta Ultima orientada a transform; las relaciones sociopoliticas existentes. Véase el desarrollo de est PH) onlibaco al «Gran Acuerde Nacional» (GAN) doble significacién del concepto de Gramsci en Buci-Glucksmal eH da rela Heine en el fre 1978, cuarta parte. En lo que respecta a las concesiones que | i Hil Winer i ‘ militares estan dispuestos a hacer, es conveniente recordar Hoi libro, Mi testimonio, Lanusse (1977:78) escri- Gramsci: «hl hecho de la hegemonia presupone [...] que el gruj Ww ‘esta intervencién de 1966 habia dinamizado dirigente haga sacrificios de orden econdmico-corporative, pero @™ 1) Wil yeyisuciura econdémica del pais y encarado obras evidente que estos sacrificios y estos compromisos no pucden rel Fyiii) \liento como el complejo El Ghocén-Cerros rirge a lo esencial, pues si la hegemonia es ético-politica, no puedim |) i ‘i : ; ne Sf Hiiilos, pero habia recaido c a iS dejar de ser (ambien econémica, no puede no tener su fundamenlg | i 1o cn una especie de efi en la fneién decisiva que el grupo dirigente ¢jerce en cl nuclim™ 7 ” yi) Materialista que no podia sino entrar en cri- decisivo de la actividad econémica» (Gramsci 1975b, t. II:196IqmmIN, ml #@ habia podido, o no se habia sabido hacer Los «limites de la tolerancia» de la politica y la reorganizacién yin |) Mas adelante, observa: «Falté el éxito al Ja relacién estado-sociedad, descansan en la economia. ! Para un andlisis de los conflictos que estallaron en Corda ae anse Delich 1974; Torre 197 " , ue 1 ee we telieve a la empresa hidroeléctrica, obra mayor OF Wale Hilitar (el denominado «cordobazo»), vi Laclau 1970 38 Liliana De Ri Peiono y derrumbe 39. rumbo emprendido el 8 de junio de 1970 [se refiere +) (OM) y figura dominante del sindicalismo en los periodo iniciado por el general Levingston y al intent ie 60; el asesinato del ex presidente Aramburu, un de cambio de rumbo de la economia, emprendido pi Wi) después; el de José Alonso, ex secretario general su ministro, Aldo Ferrer]. Ese rumbo, sin embargo, ni W ly OG'T, en agosto de 1970; la insurreccién gremial comenz6 desde el éxito, sino que trat6é de remontai Pitra la burocracia sindical (la actividad en Sitrac- una situacién deteriorada por cuatro afios en que to iam, la huelga de El Chocén); la actividad de «las dos los responsables —Ongania y yo, entre otros— m Pyiiiciones especiales» (les grupos armados peronis- Supimos ver que la poltlica existia p que nada seria mas pelt +) y de los grupos guerrilleros de la izquierda revolu- » groso que la soberbia de considerarla inexistente» (1977:130 ‘Horia, crearon un clima de guerra interna. '° cursivas mias). ‘in embargo, antes de abandonar su misién de mo- ° Después de tres anos de gobernar el pais con relati Wier a la economia y a la sociedad (condicién pre- va facilidad, el 29 de mayo de 1969, en Cordoba, La 1) jira abrir el espacio politico) los militares ensaya- nusse (1977:X1V) admite que «reventaba todo cl esti Hy) fecomponer la deteriorada situacién. En junio de lo ordenado y administrativo que se habia venid 1) l general Ongania fue sustituido por el general dando a la gestién oficial». })\\iyston. Gon ese cambio se buscaba poner fin, en En efecto, mientras el general Ongania discutia co P)ihnas del propio Lanusse (1977:91), «al corporati- sus pares si quedarse diez ahos o mas en el gobierno, “yy desangrado y estéril» del onganiato. Una nue- una buena parte de la burocracia sindical se acercab 9 bn: |+ 1 i a ttic. ~ - e + a su gestién; ““ mientras los partidos politicos aceptat 1) el periods 1956-1959 el liderazgo de J. W. Gooke, enton- ban con resignacién su muerte civil y la pasividad ge etante de Peron, influyd y guié la constitucién de gru- neral podfa alimentar las ilusioncs mesidnicas de On vyalos clandestinos en el peronismo. Esta linea, denominada 2 a » evolucionario», inspiré las acciones guerrilleras de ania, la realidad se encargaba de poner fin a est at zy x ue = 8 p Las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), haciéndose utopia del orden. a peronismo revolucionario inspirado por Gooke, asumie- Las movilizaciones populares y las actividades de | ion Como continuacién de la guerrilla de Tucuman y de guernilla, al definir un nuevo terreno de la lucha poli ‘ |oy Montoneros —que r Tibawi erecta ned ane de lncHueec a inna dass Gl provenian de la derecha nacionalista catélica y de maciounde aquellos sectores que consideraban la ur ‘ i \Wolicos tercermundistas. Estos eran los dos grupos St tel alte co me ht ie \wtodefinidos como peronistas. Las. Fuerzas Armadas gencia de buscar una salida politica, fries (PAR), de tendencia guevarista, asumieron un La sociedad argentina volvia a ser «indomable». E ‘ i al peronismo y finalmente se unieron a les Montone- junio de 1969 el asesinato de Augusto Vandar, «E 5) tee de 1973. La izquierda revolucionaria no. peronista Lobo», lider de la poderosa Unién Obrera Metalargi4 Ps ef Piereito Revolucionario del Pueblo (ERP), de inspira- De histe y a las Puerzas Armadas de Liberacién (FAL), que FF bron marxistas-leninistas, Para un andlisis de los grupos "Nos referimos a la corriente pragmiatica y negociadora de DI) petonistas y de su articulacién con la juventud peronista, movimiento laboral. Bree faiies 1076 2 indicaron el asesinato de viermo 4l 40 Liliana De Ril earr9 'y dertumbe lucion, legitima desde la 6ptica militar, habia acelera- J) las tensiones sociales durante los cuatro anos de yobiemo militar. El] clima de guerra reinante impedia 4 retorno honorable a los cuarteles. Una vez mas, las \ervas armadas se enfrentaron a su propio laberinto ly perplejidades. Mayoritariamente antiperonistas, pe- /) \iiternamente escindidas en torno a como compor- ‘ise frente al peronismo; atravesadas por las oposi- )ioies entre una politica econémica liberal y una poli- 4 econdémica reformista y nacionalista, optaron por ‘| nico camino que pareefa abrirseles: el giro drastico 4) ly politica econémica como ensayo de reconstitu- i de un orden politico legitimado por amplias bases siiles de apoyo. Esta fue la estrategia del entonces /iindante en jefe del ejército y figura dominante de }) junta militar, general Lanusse. La realidad habia practica una politica distribucionista que fue la con Wjiidade en los hechos las ilusiones antipoliticas del trapartida de ese intento reformista de corte naciona: HAniato, Pero esta estrategia de «descompresion oo, lista) /* /ioi, como paso previo para la «descompresion La nueva politica econémica moderadamente popu J oiiiiow, tenia sus rafces en la presién de los cuadros lista se enfrenté con Ja resistencia tenaz de la burgue HW iiiares sensibles a una politica de corte Kolonia i sia monopélica, local y extranjera. Sin apoyo entre lo: He onalista a ROUMe eS: a comportarse Como un €j€r- sectores populares —la descompresién econémic ey He ocupacion. ; & reactiv6 la espiral inflacionaria— y sin el sostén una Hin Muerzos de Levingston por configurar un mo- nime de las fuerzas armadas, era una opcion imposi Hleite nac ional y popular extrapartidario, instru- ble. 4) i) que impidiese el libre juego de las fuerzas poli- ) tendria que aceptar todos los riesgos de un ciu- nel Francisco Cornicelli, asesor de Lanusse. La esira Haan mas tegia del general Lanusse sufrié un rudo golpe, El b: 1) 1) de ese mes, en un discurso pronunciado en el gadier Carlos Alberto Rey, comandante de la aera 1 io Militar ante jefes y oficiales, Lanusse lanzé nautica, y el general Alcides Lopez Aufranc, jefe d 9) decluracion de guerra: los enemigos, puede infe- tercer ejército, declararon desconocer la entrevista P 1) del texto, son aquellos que no se atienen a las rén-Cornicelli. E] presidente habia actuado por Fhe judas por las fuerzas armadas. ?? Rompiendo cuenta. Para Lanusse, e! problema que se planteab ~) ti tadicion despersonalizada que tuvieran los era cle dificil solucién: gc6mo reafirmar la apertura dl aie de los presidentes argentinos desde 1955, mocratica sin perder el control de los sectores mas d a centro su discurso en la figura de Perén. «A ros del ejército? *° Los rumores de golpe de estado 1) ho le da el cuero para venir, afirmé. Buena cieron tambalear los planes del presidente. 1) el texto, en tono familiar y directo, revistid el A jas declaraciones de Perén, de rechazo de tod] 7+) de una confesién personal: Lanusse hablé de negociacién con los militares, Lanusse opuso un cam 1) Hein de cadete, en 1935; recordé que en 1951 bio de tactica: det didlogo pasé al desafie abicrto. presidente desat i lider del justicialismo a regresa © ¥ oo 1 texto completo del diseurso de Lanusse en La Opi- ae Wien Aires, 8-VIT-1972. +8 \éange las reflexiones que sobre el particular hace Lanusi 1) 1 texto completo del mensaje en Clarin, Buenos Aires, BV 48 Liliana De Ril Bei lerrumbe 49 tle ce denominado neoperonismo, un conjunto disperso d Divine las liderazgos politicos menores, muchas veces provincial Pelion estaba la reforma a la ley electoral, anun. les, nacidos a la sombra del peronismo y mas articulas PN en Getubre de ese aio. La nueva ley eeplecn s al sistema que a las bases. Para una u otra base dé He el pe elec . y . dos al que a las ba HP PO) presidente y el vi epresidente serfan elegidos hormas provisionales a Incorporar en la apoyo eventual, Lanusse necesitaba reforzar su reta 1) 1) Setema de ballotage o doble vuelta Esta disposi guardia, el «partido militar», los oficiales a los que ft PY ermitiria —segtin los célculos militares = la dirigide su discurso. A ellos, Lanusse les explicd 41 PHN, 0 la Segunda vuelta, de todas las fuerzas po- qué consistia el juego limpio y no les mintid. Hien "0 peronistas. De este modo, el siste itic . : i ema politico Fracasado el GAN, tal como Lanusse lo habia co: Whitin dividido en dos mitades: el pital ee y la cebido, e sea como negociacién con Peron de una cai Wien La Argentina volveria a ser gobernable didatura oficial, los militares desplegaron su ofensi PY jitlabras de Lanusse: «hacer posible una poiieien sta a través de un conjunto de medidas dest] PMG al pais, que fuera real y estable, y no un sal 7 y on . i manifie nadas a condicionar el proceso electoral y evitar « 1) ! vitio que pudiera acarrear graves males...» salto al vacfo», segtm palabras del propio Lanuss¢ PPP M05) ‘ Soe ae E] 24 de agosto de 1972 el presidente anuncid Lain elinpe ones militares para impedir ese temido incorporacién de normas provisionales en la constitd WH Wl vacio» no tuvieron eco entre las fuerzas poli- cién y expres6: «El gobierno esta dispuesto al dialog PH Votlas las tentativas de formular las chee pero con todos aquellos que ais . aco 7) 1) los principales sectores politicos y eo un la fuerza de sus ideas expresadas con la palabra. La SHMiANte triunfo del peronis as otros, los que, por el contrario, estiman que el dialog Pee, A fines de ae io es imponer la voluntad con un arma, 0 con el mise! Hanis hi : 7 © conocer cuales eran los limites de flexibili- ble y cobarde acto de colocar bombas, tendran uf [ Hal Willian en el proceso: el documento de cinco pun- respuesta que no sera precisamente la de la pala BP Wetinado a incluirse en la constitucién como acta sino la del peso maximo de la ley y también —no q PP Mi Ntias (vease Lanusse 1977;314-324) pan dudas— la fuerza de nuestras armas.» >! Paty ili Pee aS PE ews ‘uinento, denominado «compromiso de con- lis luerzas armadas», reafirmé la inquebran- ton de los militares de respetar el veredicto mer momento que no podia descuidar a sectores de esencial i {i Hy pero fij6 limites de accién para el futuro go- portancia para la vida politica nacional —como el movimien) WHY Y erigid a los militares en los guardianes de las . . a ela Ae ~ la obrero organizadoe— ni podia dejar de recordar que el sindical PHC iies Hn efecto, el documento descarté la po- nite las anterio} Page emer ecto samnistias indiscriminadas» y afirmé la mo habfa recibido importantes estimulos dur: o : ee iad ce etapas de ta Revolucién Argentina, Hubiera sido insensato pa todos, aun para los partidos, hacer ver que el retorno de los poll cos llevaba a su desplazamiento.» °* Lanusse 1977:299. En el mes de agosto se habia producidi as _ Wy Trelew, La fuerza de las armas militares se habia deja- HP sehre los guerrilleros presos en la cdrcel austral del pais 50 Liliana De R participacién militar en la gestién del estado. A fal de un gran acuerdo nacional entre los civiles 1 ciendo del apoyo de las fuerzas polfticas principal (cl radicalismo), esta acta de garantias levantada pi los militares expres6 su resignacién a definir el mir mo no negociable. LA OFENSIVA DE PERON 1) 1907 Peron predecfa una crisis extrema en la i In una entrevista realizada desde Madrid, Py iitlo expreso: «En menos de tres afios, la Argen- We Ya A tener una guerra civil...» °° En 1972, en una SP eieia de prensa en San Seb; I ian, Perén decia: un Whores de las dictaduras militares anteriores ha- Pte li posibilidad de parar la politica y que si- 7) eeonomico. jEso es un disparate! Es como si ipo humano a un individuo anémico le paran Pirie para resolverle el problema de la ane- 15 tis probable es que muera muy pronto.» 7° Ps Negado el momento tan esperado por cl vicjo 19) 14 crisis extrema en que se debatia la socie- +) ih) tis condiciones para un enfrentamiento 7 Wilives y peronismo. Este, desde su caida en Hh cimplido con éxito cl papel que otros mo- Hh) tacional-populares no pudieron desempe- )) Nehh constituido en el gran partido opositor Hi) ) en la principal interferencia a cualquicr peliiicn Como lo expresa Lanusse (1977:226), Pine determinaba el triunfo o la derrota de tne, «Por qué fue derrocado Perdn en 1953?», 74 Witeniow Aires, 1-1X-1972, derrumbe oe Liliana De 7 otro partido, pero en si mismo cra proscripto, vedal We avin o prohibido a posteriori a través de la anulacién de elecciones». La presencia masiva de la clase obrera dio al pé nismo una excepcional capacidad de continuidad @ mo fuerza politica y la posibilidad de ampliar su fluencia a los sectores de la clase media radicaliza en las dos ultimas décadas, como consecuencia del MR og ahos.de exilic. Perén se habi ad racter contradictorio del proceso de modernizacién Beeilarmente en aoe Meccan eee a ce pitalista de los 60. Los anos de proscripcion fuer Peiiinn y la porcar ia sindical— y y la ae afios de reorganizacién de sus cuadros desde aba BEAL, Montoneros, FAR) Pea ees ‘ ie Este proceso acompanho la creciente complejidad RA eran su carta nes iis Ses Pe FOG) a = los clivajes de clase en la sociedad argentina. Fl su Meillspiiestos a entenderse con cl oe ie = micnto de nuevos natores Neyo: contenidos dé ‘ +) +) los negociadores le permitian ee lucha, la radicalizacién de la juventud y de las ba 7) dle siperficie que le aseguraba la vigilancia obreras frente a la burocra ‘a sindical, incorporaTOM Vs aidil del movimiento y su inte: ae : movimiento peronista una dialéctica nueva, que sek PF Wiprescindible en ll seo ee : see trié de una protesta antiautoritaria gencralizada, BeMilade a todos los baat A ne : | fracaso de la experiencia militar acentus la focal Raieila del es, nie eae ts ee 2 cién de la protesta en el plano politico; de ahi el cam Be Peon vrmd un esquema ae es 2 : asia ter fuertemente politizado de las formas de I Bean en una definicion idecldsica ies lo cca emergentes en las fabricas, en los centros de estud SUA! 0 oventual sucesor. La one lacie ee A las demandas de restauracién de las bases tm hb vs Teeter cionalmente peronistas, cuyo interlocutor habia sid sistema politico bajo la forma perversa del «parlam » que luchaban por una alternativa radical WP illo de la sociedad: «a patria socialista». 1) ‘orxintencia conflictiva de fracciones antagéni- 7) eh seno del movimiento peronista, articuladas 7) he a la figura de su conductor, dio al peronismo )) ) Nterdinario dinamismo y, a su jefe, una gran PP ihid de maniobra politica. Hiiitos seetores del movimiento permitié al 7 ehtener un equilibrio de compromisos inesta- yi ientemente redefinido de a z tarismo negro», *’ se agregaron las nuevas demail } j Es oe scenes ) eles de la hora», como gustaba decir el propio % Gomo observa Nun (1973:229), a partir de 1955 la quid 777) de la legalidad burguesa en Argentina marco cl ingreso a una Bei el Centauro maquiavélico de dos cabezas, el ca de «parlamentarismo negro». Las posibilidades de negocia a RPO peronista tenia alt eee extrainstitucionales del peronismo (pactos: pacto Perén-From ! tia su cara conciliatoria y su coaliciones: Frente Nacional y Popular de 1964; voto en bla 7) Mitra, ambas articuladas por el conductor. no fueron desaprovechadas. El papel desempefiado por los sing ites se decidicron finalmente a hacerle frente. tos en la escena politica mostré también la preeminencia df His y prudencia de Perén era lo tinico que contexto deminado por un enfrentamiento «parlamentaristayy | Peer ef proceso de radicalizacién revolucio- cito o implicito, contra la dictadura militar. 1) 1) sociedad argentina. Por primera vez, des a , des- 54 ,_ Liliana De Pie y derrumbe i dos décadas de proseripcién, el retorne pués de ery ar los extremismos en los dos campos y Perén, una presencia mds evocada que ejercida ha Pye na nueva relacion de fuerzas en favor de refor- TH tleanure: entonces, se tornaba posible. ae WH tructurales. Tanto Lanusse como Perén eran Desde los militares, la contrapartida de esta sit WWluctores y subordinaron la lucha de clases a la di- cién la sintetiz6 la figura del general Lanusse: su s Weeiin del jc dura y pruden: seno de las fuerzas armadas. Contrariamente a apariencias, cl enfrentamiento Lanusse-Per6n se funt en una convergencia entre ambos. Me parece imp WH) UHH guer tante detenerse en esta alirmaci6n, ya que la mis i tihordinacién de la accién de las clases a la descansa en una manera de concebir la constitue Peerion del jefe. Esta manera de concebir la reali- del conflicto social. ; PY) vial es fruto de un sistema de referencias com- En efecto, para que haya conflicto es necesar Pt) que, desde la convergencia, los convierte en los actores se enfrenten, desde un sistema de refer yy ii. oy portadores de una accién conflictiva: cia comtin, en una lucha por la direccién de un mis 9) ion que los opone en la definicién de los limi- conjunto de fuerzas sociales. Lanusse y Perén se ©) telerancia de la reconstitucién institucional, pe- frentaron a partir de un diagnéstico comun acerca 7) he los entrenta en el cuestionamiento del modo la naturaleza de la crisis en la sociedad argentina, YW iyi iin como tal combate por la direccién de un mismo conjunto PN, como Lanusse, privilegié el tiempo a la san- fuerzas sociales se desarrollé en el trasfondo de u BPP PH Piero de 1973 expresdé: «En toda lucha de este preocupacién compartida: la institucionalizacién de 1) teredientes que se usan son dos: tiempo y lucha de clases. Perén encontr6é en Lanusse un adV@ 0) yy] quiere abreviar tiempo, no tiene mas sario a su medida, precisamente porque ambos geil | {iv qustar sangres pero si q podian desarmar a los «duros» 4) PW ora parte, los dos son militares y, por lo tanto, te hacen politica, los seeretos de la politica:deben HP oh los secretos de sus concepciones acerca de la ra imposible que se vuelve politica, es re ahorrar san- rales partian del mismo diagnéstico de la coyunt 7 |. || |), (po. Sobre todo si el tiempo trabaja pa- politica y definfan, de mancra antagonica, las com | ‘oi evidentemente el tiempo trabaja para ciones, medios y objetivos de la reconstitucion del Pa Mayorta, 14-1-1973). der del estado (objetivo ultimo fuera de cuesti PPS ete campo de lucha comin se instauré la miento). ' Pat del combate; hasta entonces sélo habia ha- Para ambos, el tema de la crisis y de la desagre MAANiZKs entre los militares y Peron, cién del sistema, el primado de la politica, subordi POP Wiyor de la estrategia que despleed el viejo ba el tema del modelo de acumulaci6n, de las opd ciones de clase en el modo de produccién. Para bos, un amplie apoyo popular y la capacidad de ce duccién politica cran las condiciones indispensables See Hie |i tensidn entre las fuerzas restauradoras jin del conflicto que aqui utilize es deudora del 36 Liliana De Riv y las fuerzas de ruptura en su movimiento, Mantener, esa tensi6n viva le resultaria crucial para su objetivo de no negociar con los militares aceptando como neq cesarias su derrota y su proscripcién. Desde el coman: do estratégico Perén armé su ofensiva de retorno a poder sin definirse en el campo tactico de las operacia: nes, sin dejar de caminar sobre sus «dos pies». Dos fueron las coordenadas en las que apoyo su! tacticas, Por una parte, la formacién de un vasto mq vimiento politico, un esquema de fuerzas en el cua «ningtin partido es nucstro enemigo», y para el qui hay un adversario comin: «el enemigo es la dictadur, militar». Perén decia: «Aqui, la antinomia es muy cla: ra: pueblo contra Fuerzas Armadas» (Mayoria, 14-T 1973), Por otra, su propio poder de conyocatoria sobre la juventud y la guerrilla. Peron manifestaba en juli de 1972: «la antinomia es entre revolucion y contre rrevolucion». El caracter contradictorio de sus bases de apoy convertia a Perén en el conductor indiscutido del m vimiento. FE] era el dinico capaz de impedir la expl sién de fuerzas tan heterogéncas. Como jefe del justt cialismo, padia convertirse en el conductor de la oposi cién civil ampliando sus bases de apoyo entre las fue zas politicas de diferentes tendencias, o bien obtenic do un consenso vieario contra el adversario comin, | militares, y en nombre de la restitucién de la dem eracia. En 1972 la debilidad de los militares frente al per nismo era indiscutible. La estrategia de «union naci ‘naly a la que convoed Lanusse se habia hecho cont el pasado y la crisis. Pero, en la escena politica, identidad de Lanusse era funcién de su antiperoni ; ésa era la Gnica bandera que le daba sentido a fleorno y derrumbe 57 jopuesta. fsa era también su mayor debilidad, como «| mismo lo reconocié: «En ese juego, Peron tenia un iemigo claro enfrente (que era yo) y los otros parti- tion con posibilidades no tenian enemigo a la vista...» (Lanusse 1977:302). La ilusién militar de la candida- juni de Lanusse a la presidencia habia sido rapida- twente deshccha por la realidad. El objetivo, mas mo- ‘iesto, de dividir al electorado por mitades entre oficia- lino y oposicién y situar al ejército en el papel de ‘rbitvo, también fracasaria ante los resultados arroja- ‘in por los comicios del 11 de marzo de 1973] 8 1.4 asimetria de fuerza entre e] campo peronista y el wilitar era un dato innegable en la coyuntura preciec- tual, La fuerza de Perén era el resultado de las com- plejas tacticas que fuera desplegando el lider en el pe- todo que culmindé con las elecciones y cuyas dos ver- ‘ites principales anotamos mas arriba. ny los partidos poltlicos {a formacion de «La Hora del Pueblo», en noviem~ tie de 1970 (un compromiso entre partidos politicos, \sicumente entre el peronismo y el radicalismo), era ‘| primer paso avanzado por Perén en su objetive de ‘nmin un amplio esquema de fuerzas politicas para ilrentar a la dictadura militar. Esta convergencia de- Morritica entre peronistas y fuerzas tradicionalmente SH liperonistas expresaba un acuerdo en torno a un fi- Hin programa de reformas, de corte nacionalista. id |i candidatos oficiales 0 «continuistas», como se los deno- Piha, slo alcanzaron a reunir el 20 por ciento de los votos, Y Vease del programa «La Hora del Pueblo» en Pirin 1973:5: 58 Liliana De Lejos de constituir un frente politico, era, sin em bargo, un primer paso decisivo para superar el cliv entre peronistas y antiperonistas y se convertia en elemento de presién para que los militares abriesen juego politico, Asf lo comprendié Lanusse: «Sin dud -alzuna, Juan Domingo Perén y Ricardo Balbin, dee dian presionar juntos en favor de una salida electon ¢ incidir sobre la opmidén ptiblica, para lograr la adoj cién de una politica econémica de emergencia basa¢ en el nacionalismo moderado» (1977:174). En 1970, y mientras la «revolucién argentina» se € forzaba por renacer de sus cenizas con Levingston, « Hora del Pueblo» ponia en marcha una de lez mayores de Peron: la salida legal absorbible por el tema. La relacién entre cl radicalismo (la UCR) y militares no era facil, tanto por su historia como p las caracteristicas particulares de una coyuntura en aban a la defensiva y Peron hab que los militares est recuperado la iniciativa politica. I.os radicales no nian otra opcidén que la de luchar por las elecciones en esa lucha Perén —su tradicional adversario poll co— pasaba a ser un aliado. Mas dispuestos a acep las condiciones que les fijaba Peron que las dudos posibilidades de triunfo con apoyo militar, los radi les se mantuvieron ficles a la politica de la misma nera en que lo habfan sido a lo largo de su histor subordinando su accién a la de la fuerza politica ofensiva En 1972 Perén estimé que las condiciones estab dadas para convocar a la formacién de un frente pa tico. El 14 de febrero llam6 a constituir él Frente Ci co de Liberacién Nacional (Frecilina). Entonces, ron decia: «La politica econémica que ha generado mejante estaco de cosas es obviamente conocida, 1 Welorio y derrumbe piida en los grandes.centros de peder mundial que Piopusieron y dieron apoyo a Krieger Vasena, agra- fon por igual sin excepcién a todos los grupos so- ‘ile: argentinos y la respuesta popular no pucde ser ‘iy que una alianza de clases y la formacién de un Hiriiie con todas sus tendencias representativas.» *! El Sy tino general de los «descamisados» reaparecia en 1) (seena politica como el general de los argentinos. \! lrente se incorporaron el Partido Intransigente ur Allende), el Movimiento de Integracién y De- Sytollo (Arturo Frondizi), los democratacristianos de Jey Allende, el Partido Conservador Popular y perso- HW liides de partidos menores, sobre todo provenien- ) tle! interior del pais. La Unién Civica Radical opto }) Wh camino politico independiente y cautcloso. Un ) Ho Autonomo era el Gnico posible para la UGR, ey iidatuerza politica en importancia en el pais, ante ) liinencia de la contienda electoral. Pero ese cami- Hy tebin de ser tomado con cautela. En efecto, los mi- Ws hubian levantado la proscripcidn politica al pe- hme pero no habian definido cual seria la suerte W) lrecilina (gpodria o no ir a las eleeciones?). Esa eh cautela, impuesta por Jas cireunstancias, debi- 4 ty 4! radicalismo y acrecentaba el ascendiente de 0 1) liecilina afirmé la estrategia de «unidn nacio- HH) (pueblo contra militares ) levantada por Per6én; Pilea simétrica y opuesta a la de Lanusse, el 14 (todos contra la subversion, contra el «enemiga Win»). La politica frentista no perturbé las iniciati- 1) Wy Veron, que de acuerdo con sus viejas inclinacio- - a I) Vern, «La tinica verdad es la realidad», en Las Bayes; y wy 60 Lihana De nes desdefaba los peligros de !a contradiccién. Par él, las fuerzas externas a su movimiento continual: siendo un factor de poder a manejar segtin las posibi dades abiertas por la coyuntura: una cuestion de tact ca y no de principios. Por eso mismo, el frente no | impidié seguir estimulando a la guerrilla. Sin embargo, sus margenes de accién dependian d la fuerza de su liderazgo dentro del peronismo, Bs condicién fue claramente advertida por el lider que 1 solvié reestructurar su comando tactico para asegura el respeto a Ja verticalidad. En noviembre de 1971 lider habia reemplazado a su delegado personal, Jor Daniel Paladino, por el doctor Héctor Campora. petigro de maniobras neoperonistas que minasen poder habia sido conjurado. Lealtad al jefe y vertical dad en la organizacién eran las dos premisas fund mentales en las que se asenté su estrategia hacia adey tro del movimiento y su poder de negociacién hae afuera (con las partidos politicos y con les militares) La presencia, legitimada por Perén, de la juvent peronista en todos los actos de masas que el justiciall mo tealizé desde la defenestracién de Paladino, const tufa una carta maestra con la que Peron podia ir redi ciendo las aspiraciones de Lanusse. *2 Las juventudes peronistas, unificadas en junio de 1972 torno a la conduccién de Rodolfo Galimberti, obtuvieron la rept sentaci6n en el seno del movimiento justicialista, Galimberti ing s6 al consejo superior del justicialismo después de la destitucién’ Paladino, quien haba sido el blanco de sus orfticas. En junio ese aiio Galimberti, en calidad de representante de la JP, nu actor legitimo en el movimiento peronista, declaraba a la revi Panorama: «el poder politico nace de la boca de los fusiles». Panb 15-VI-1972. ma, Pie y derrumbe 61 1) septiembre de 1972 —cuando ya las relaciones Tye Peron y Lanusse habian aleanzado el punto mas Yolo del entrentamiento— Perén insistia en la nece- Wel de una salida electoral a la crisis. La participa- Sul ‘le! peronismo quedaba condicionada al levanta- Wile de las restricciones impuestas por los militares: Hino no vamos a querer elecciones si las vamos a +" », habria manifestado desde Madrid (Panorama, N-1972). ; Pon y los militares Ph octubre de 1972 Perén envid a la junta de co- WHilsites un decdlogo denominado «Bases minimas ++ acuerdo de reconstruccién nacional», En esos puntos planted la revisién de las clausulas que PW onaban el proceso electoral, pero no hizo nin- .. felerencia explicita a la que le impedia presen- ) }Hino candidato presidencial. El tono extremada- WH moderado del decdlogo dejé en suspenso su Hii econémico de reconstruccié6n nacional. En PY tica, el documento implicaba la aceptacién t4- el programa conjunto de la CGT y de la Confe- Wie) General Empresaria (CGE), 0 sea del pacto )) Niinado en agosto de ese afio por las dos entida- » a! que LanuSse no tardé en dar su visto » " /un retroceso tactico de Perén?; esta marcha _ jodria recuperarse en el plano de la estrategia? HY ewido entre la CGT y la CGE, habilmente manejado Uelbard, ata cabeza de la CGE, fe enviado al presiden- ti) lespués, en septiembre, el gobierno califies al mismo Hilivo y le reconocié et caracter de instrumento para modi- Pelion econémica en curso, El documento conjunte GGT- 62 Idliahs Deam Biwrne y derrumbe ‘V| nuevo 17 de octubre de 1945 que los peronistas than revivir, sobre todo que la juventud peronis- Vilicinaba, no se produjo a su regreso| El «argenti- #4», como se lo denominara, no estall6. Bajo un es- {) control militar, el pais recibia al caudillo con linn Hiirante su breve estadfa, Perén se reunid con Bal- #) {presidente del comité nacional de la UCR), se- Wile la reconciliacién con la principal fuerza popu- ) lespucs del peronismo. *° Poco antes de partir Pe- ) jopuso a su delegado personal, Héctor Campora, W tandidato a la presidencia. La formula presiden- 14 un desafio a los militares y asi lo comprendié quien observa: «Campora no podia legal- # ser candidato a la Presidencia de la Nacién: » vinlido clausulas expresas con sus viajes al exte- Vero toda la sensacién que tuvimos fue que Perdén 4 jiiesto ese nombre alli especialmente para que +) iihiinos. Con el veto, vendria a reemplazarlo por Piididato mas irritativo (desde Julian Licastro a i) Galimberti, pasando por cualquiera que fuera Neble para cl gobierno) y eso Hevaria a una de We isiones de las Fuerzas Armadas: o la suspension § elecciones, o la proscripcidn lisa y Ilana dei pe- We Lodo seguiria igual que antes.» 37 B] breve re- Lo cierto eg que la multiplicidad de discursos Perén dio lugar a una fuga interpretativa por parte @ los peronistas. Los que no dudaban de la estrate: del conductor podian hacer la lectura que mas se a cuara a su definicién de la situacién; los que la cue tionaban desde fuera del peronismo, permanecian en incertidumbre. En octubre-de 1972 las directivas del caudillo en fi vor de un proceso de institucionalizaci6n eran clara Su retorno comenzaba a tener visos de realidad. presencia en la Gasa Rosada de su delegado perso: Campora, con el documento de Perén, ponia de mam fiesto el acercamiento de los puntos de vista entre dos generales. Mas alla de las declaraciones publie de Lanusse y de Peron, del rechazo de ambos a tol negociacién, la opcién de una salida politica se 3 ponia. FE] 17 de noviembre de 1972 Peron retorné a Arge tina «en prenda de paz», segtin sus palabras. La ca signa «Perén vuelve» se convirtié en realidad. su primer mensaje a los argentinos, el gencral Ih a la calma y dijo: «para la violencia siempre 35 : tiempo». CGE, en el que se especificaba que ambas organizaciones hacian responsables por los resultados. dado el caracter par las medidas y la presencia de funcionarios de tendencia liberal el gabinete, no salié a la Ina publica, En los hechos, la reestruett cién econémica que Lanusse emprendiese a partir de esa resp quedaba técitamente avalada. Véanse La Opiniin, 30-TX-197 Panorama, \4-(X-1972 “7 Bn una conlerencia de prensa, en San Sebastian, Peron 1. La fuerza nuestra esta en ian Ss alli hubo absoluta tranquilidad, porque yo le dije a la Hy oe uedara quietacs Mainrla, 141-1977. tere, en enero de 1973, Peron manifesto: «Pero noso- Sie de acuerdo con los radicales, y Balbin Io acaba de 1) el dia que nos liberemos de la tutela de los militares, © politicos nos vamos a unir todos para resolver el pro- file Mayorga, 14-1-1973, XI-H » 1977:276-277. Perén atirmé mas tarde: «... Campora arde a su retomo al pais, Perén dijo: «El mes que «Nunca hemos utilizado Ja fuer votos, Eisa es nuestra fuerza. Con esa fuerza egamos y com nos mantuvimos.» Panorama, 12-IX-1972 ) Cita tomada del semanario Warcke, Montevideo, 2: 64 aha, Dela Rina y derrumbe torno del viejo caudillo marcé una derrota mas pat PW Ategia del lider y abrir el camino a una nueva re- los militares: era el retorno de un proscrito que fijab PWiposicin de fuerzas. De todos modos, la alirma- las condiciones a quienes lo habian despojado por | yi de fidelidad al caudillo era un intento por defen- fuerza del poder. Wi ol poder politico que de hecho la burocracia sindi- Pe habia tenido durante la‘dictadura militar, y que se +7) Cuestionado por la candidatura de Campora. El eral, rodeado de nuevos aliados politicos, parecia “lin sus propios postulados en beneficio de la rama Wiliiica del movimiento, : Veron regresaba al pais dispuesto a ajustar cuentas La recomposicion dei equilibrio en el seno del peronismo La decisi6n de Peron de lanzar la candidatura d Sy low jefes sindicales. Pese a la resistencia sindical Campora a las elecciones —la férmula Campor Hise la candidatura de Campora. Para elio, reforz6 Solano Lima (Partido Gonservador Popular)— fi 4 Hien de los «duros» o «combativos» y bloqued Ja acogida con entusiasmo por la juventud peronista, qu yh) de los negociadores, siempre dispuestos a acep- levanto la consigna «Campora leal-socialismo naci +) ly situacién dominante y librarse de gravosas leal- nal». El avance politico de las juventudes parecia 1 Wiles Bn la entrevista que concede a la revista Mayo- contenible. Un mes antes el lider habia nombrado e 7) oi enero de 1973, Perén decia: «En la accidn sin- mo secretario general del movimiento a Juan Ab Weal ay mucha burocracia. Por otra parte, nadie tie- Medina, hermano del jefe de los Montoneros. La i W dha experiencia ms dolorosa que yo sobre eso. quierda peronista ganaba posiciones en la estrategt Pavey yo los he visto defeccionar a muchos en el mo- desplegada por Perén y parecia tener ante si un futul Wye mis decisive de toda nuestra historia politic PCS ins 1) he visto defeccionar a ellos, dirigentes sindicales. Los sindicalistas no ocultaron su desacuerdo con | Vy esp, cuando organicé el movimiento, lo organicé formula escogida por Perén. Su tinico candidato era | We tres patas; folcobre una ti sobre dos. Nosotros propio Peron. En las condiciones en que se desenv Wiiejamos la accién popular a través de la linea poli- via el proceso preelectoral, la consigna sindical «Peré > y la manejamos en la linea politica por ei tado presidente» conducia en los hechos a un callején WH iilino y femenino..;Por qué hice yo eso asi? Por- salida, De alli que no falté quienes interpretaron es Wy fy que se maneja por la Imea sindical y por la propuesta sindical como un intento para bloquear Hiri cs la misma gente. Sélo que los dirigentes sin- airs ienen la ilusién de que manejan, y no es asi. B : Hie el manejo es politico, no sindical: ¢l manejo les cuesta: pero Licastro les cuesta mucho mds. Licastro es la jl Weal cs solamente para la defensa de los intereses ventud, y ya medio le tienen miedo a la juventad [...] No, no ; onales; no da para mas. Ahora, politicamente... van a proscribir a Campora.» Mayoria, (4-1-1973. “PMiimente pueden manejar muy paco... |Qué va a 66 Liana De Rij 3B manejar En ese. mismo mensaje Perén agrego: «El manejo sindical esta enla GGT, y alli ess tamos seguros;: porque lo tenemos a Rucci, que hace le que debe hacer [...] El gobierno se equivoca dandoles plata a los dirigentes de las 62 [...] ;Qué les vaa d Coria a cllos! |...| Esto fue bien armado hace 30 anos, por eso han tratado todos de destruirlo y ninguno hi podido. Los ‘gorilas’, con la violencia y los fusilamien: tos, lo fortalecieron. Después vino Frondizi, la integra cién decia Frondizi; se los queria absorber; tampo: pudo, Después vino Ilha: hay que disociarlos, hay q dividirlos decia... tampoco pudo. Al fin vino Lanuss@ que hace de todo: terror, absorcién y division; tampo: co pudo, Porque las cosas que se hacen bien, por Id 39 menos no son destructibles...» * Rogelio Coria estaba al frente de la poderosa Union Obrer de la Construccién (UOC) y en la direccién de las «62 organiza ciones». Las «62 organizaciones» era la nomenclatura que en @ primer congreso sindical, realizado después de 1955, adoptaron 16 sindicatos fieles a Peron (el congreso realizado en 1957, durante @ gobierno de la revolucion libertadora). A partir de entonces, las 6 organizaciones actuaron come coordinadora politica de los sindk catas peronistas. En los afos 60, afios de apogeo de Augusto Vam dor, las 62 se escindieron entre los partidarios del liderazgo neoperas nista de Vandor y los partidarios de José Alonso, entonces secreta rio general de la CGT. Vandor logré triunfar sobre Alonso y i fraccién que éste representaba, las «62 de Pie». Mayoria, 14-1-1973. José Rucci era entonces el secretario ge neral de la CGT” Su vertiginoso ascenso a la citpula de la dirige cia sindical se atribuye al propio Perén, De extraccién metalt ca, Rucci se habia mantenido alejado de taactividad durante tod: la década del 60. En la conduccién de la central sindical fue unt de los dirigentes mas distinguidos por la amistad del lider, quiel se dice solia afirmar: «José es un hombre del Movimiento y todo I que hace esta ajustado a los lineamientos de la conduccién estraté gica» (El Cronista Comercial, 25-TX-1974). Helio y derrumbe 67 14 vieja guardia sindical quedaba prisionera de la rion del lider, momentaneamente postergada en sus piraciones frente al aparato politico y a la rama ju- ‘sil del movimiento. La renuncia de Coria, no sin /itiendo, fue el primer eco del ajuste de cuentas de Mion con la burocracia sindical. Entre los pocos Wy ilistas nominados en las listas de diputados nacio- vile del justicialismo figuraron aquellos que habian ‘itieado duramente a la direccién cegetista por su Weidura ante el gobierno (Raechini y de Luca, por ‘yy fiplo). Este ajuste de cuentas que el caudillo habia yerado pacientemente desde el destierro, cuando Yeihas de sus directivas eran desoidas por los jefes in- Yiilicales, tenfa un significado mayor en la estrategia Veron. Para rehabilitar a las instituciones politicas »)) fiecesario recomponer las relaciones entre la diri- )/ vin sindical y la base obrera, La negociacién en las ‘Huis cra un privilegio del conductor del movimien- )) los dirigentes smdicales tenian que mantenerse en i ehigar». % 1) ly oficializacién de la formula ft inpora-Solano-Lima» al triunfo peronista \ lines de enero de 1973 se oficializé la formula J} }ipora-Solano Lima como candidatos a presidente ) \epresidente, respectivamente, por ¢l Frente Justi- Yilita de Liberacién Nacional (Frejuli). * || 5 de diciembre, antes de que Perén retornase a Madrid, )') \ntegrado el nuevo frente. Formaban parte del mismo: el Psi el Partido Conservador Popular, el Movimiento de /ysacion y Desarrollo (MID), el Partido Popular Cristiano y MEM PAina cel socialismo (J. Selser). 68 Lihana De Rik La aceptaci6n de la formula propuesta por Peron marcé un punto de no retorno a los militares. En efee to, las reglas de juego entre el peronismo y los milita res quedaron finalmente establecidas. En visperas del epilogo de marzo los dirigentes del Frejuli mantuvie: ron reuniones privadas con hombres del gobierno y las fuerzas armadas. La disposicién que manifestarom los hombres del frente para allanar el camino hacia elecciones y disipar los temores militares contrastaba con la fogosidad de sus declaraciones publicas. En este clima tuvo lugar el primer acto de masai para presentar a los candidates frentistas, en San A drés de Giles, provincia de Buenos Aires, localidad dt la que era originario Campora. La juventud pero nista desbord6 alli la prudencia legalista de los dirk gentes del frente. El salvoconducto definitivo del proce so electoral pas6 a ser: «CAmpora al gobierno, Peréi al poder.» Una semana después, la reaccién del go bierno se hizo escuchar: Lanusse condené esa reunidj politica. El elogio realizado a los Montoneros, la nué va consigna levantada por la JP y las declaraciones dé Peron desde Madrid, obligaron a I.anusse a encuadral la situacion «en los marcos de la ley». *! El Frejull habia violado la ley organica de los partidos politicos "La entrevista a Perén publicada por Mayorfa constituye importante documento para comprender la posicién del jefe justicialismo en esa coyuntura. Alli Perén decia: «Estos militares no son militares... Son una banda de gangsters.» Véase el text completo del discurso del 25 de enero de 1973, pronunciado po Lanusse, en La Opinién, 26-1-1973. Alli Lanusse condené la asi tencia de dirigentes sindicales al acto politico. Hasta entonces 16 buréeratas sindicales se habian abstenido de participar en las tt bunas con la JP. Véase una crénica de los actos de resistencia @ GAN, protagonizados por la JP, en Panorama, 3-VIII-1973. Wilorno y derrumbe 69 © imponfa una accién judicial para proscribir al fren- por violacién del principio de representatividad ‘wiwagrado en Ja constitucion. {.unusse habia comprendido que la formula de Pe- i) no podia ser vetada y que habia que aflojar las ‘Wusulas militares. La nueva situacién volvia a colo- satlo en el callején: ¢proscribir al Frejuli? Mas bien, la #cidn importaba una amenaza para negociar los limi- is de tolerancia de los militares. Pero era un paso no *sento de peligros. Como sefiala el mismo Lanusse en ») autocritica: «Un error ciertamente muy importan- ty, durante todo ese perfodo y comienzos de 1973, fue ue, a pesar de haber definido que el peronismo po- ‘iia iv a elecciones, fracasamos en precisar cuales se- ‘iin los limites reales de nuestra decisién, en forma tal ie hasta Ultimo momento casi el pais no terminaba dy saber si el Frejuli —en cuyo apoyo se habia volca- ‘ly casi todo el aparato subversivo— podria llegar o no a! | de marzo.» Mas adelante, agrega: «Como la si- iiacién era indecisa, los candidatos no peronistas —y Specialmente Ricardo Balbin— buscaban evitar toda ‘iitica al peronismo, que quizds terminara votandolos ‘) eso les insinuaba el mismo Perdn, a través de mil »slumerias). La tactica del Frejuli, al mismo tiempo, /ouisistia en evitar la menor critica a los radicales, has- 1) «1 punto,de que sus candidatos: estuvieron virtual- ‘iwnte ausentes de todas las mesas redondas de la tele- entina...» (Lanu: 1977:301-302). La indefinici6n sobre el Frejuli jugé en contra de La- Huue, como él mismo lo reconoce. Un clima de des- Micierto € incertidumbre envolvié a todos los prota- Honistas, incluso a las fuerzas armadas. En ese clima » flegé al 11 de marzo. El discurso de Lanusse, pro- Niticiado la vispera de los comicios, era el Gltimo in- vision ar, 70 Liliana De- Nie y derrumbe ai tento militar por controlar el proceso: una convoe ria contra el peronismo, una advertencia a los argen nos contra «los falsos apéstoles». "Los resultados electorales —la victoria espectac del Frejuli— dejaron a los militares sin politica.” militares se resignaron a adoptar el fair play de Lant ~se y se retiraron en orden, preservando su unid interna, unidad que resultaria critica para la evolud posterior de los acontecimientos. La multitud que colmé la sede del Frejuli inva las calles céntricas de la ciudad, organiz6 manifes clones espontaneas en los suburbios de Buenos Ait 5 g See no abandoné las consignas combativyas: «Lanusse, WH Hitonce § situado en el enfrentamiento entre milita- nusse, hiciste un papelén, habra segunda vuelt. a Y peronismo) ae desplazo ere clots oa vuelta de Perén»; «Qué lindo, qué lindo, qué | Tilo peronista. El recrudecimiento de la violencia que va a ser, cl tio en el gobierno y Perén en el | Hii) de poner de manifiesto nucyos antagonismos der!»; «Ya van a ver, ya van a ver, cuando vengue Miles que ya no traducen el tradicional clivaje entre loci iuctiod: de elereleues vistas y antiperonistas en la sociedad. Desde entonces, hasta el 25 de mayo —fecha asuncion del mando— la violencia crecié en la s dad argentina: los atentados terroristas se multipli ron. Galimberti propuso la formacién de milicias pulares para garantizar la entrega del gobierno y ¢ fenderlo de los enemigos. Perdn lo relevé del cargé envid un mensaje a los trabajadores argentinos mandolos a «la prudencia y serenidad». Hl ielevo de Galimberti cra la primera luz roja que ‘)eendia en el camino ascendente de la juventud Pista. Esta senal de peligro preludiaba los enfren- Wieiitos entre el lider y las aspiraciones mas radica- le ja juventud. Perén frenaba la ola de violencia » sicucia a la sociedad Namando a la prudencia y 1 1) werenidad a los trabajadores y advirtiendo a los Hiindicos» que su opeién era la de una salida le- | 4 partir del 25 de mayo el centro de gravedad de la 1) politica de clases en la sociedad argentina (has- © BI Frejuli obtuvo el 49.5 por ciento de los votos:en la prim vuelta; UCR el 21.2. La gran diferencia de votos entre el Frejul sus opositores, y el rechazo de la UCR a competir en una segul vuelta, hizo que los militares tuviesen que reconocer el triunfd la formula GAmpora-Solano Lima en la primera vuelta, pese haber obtenido la mayoria absoluta del electorado. Para una inl pretacién de los resultados electorales —la denominada «ope por la via negativa» de rechavo a la «revolucion argentina», ve Landi 9/d:8/9. iL PERONISMO EN EL GOBIERNO 1, EL INTERREGNO CAMPORISTA Ia consigna «C4mpora al gobierno, Perén al po- en mostré en los hechos su capacidad de unificar a » hases heterogéneas del peronismo. Para todos los Pe onistas Campora representaba una transicién. Sin HWihurgo cada sector —el grueso del movimiento obre- 1) Oiganizado, la juventud radicalizada y la guerrilla fista— interpretd a su manera el lema «Perén al vier», Mientras que para el movimiento obrero or- Nivado (exclusién hecha de los sectores’ «comba- yi»), ese lema significaba reconquistar el espa- ‘perdido en la gestién del estado, para la juventud }) yuerrilla peronista «Perén al poder» era la bandera | socialismo nacional» (un proyecto alternativo de feclad). fiiando Ja consigna «Campora presidente» sé con- Hh en realidad, se agudizaron los conflictos dentro | jeronismo entre las fuerzas restauradoras y las © Lu huchas obreras que emergieron en un primer plano, entre » 1972, se diferenciaban de la estrategia de presién politica tula tradicionalmente por ¢l sindicalismo oficial. Centradas Wovilizacion de las bases, en la confrontacién con los patro- filejaban las condiciones del nuevo medio industrial en el © hiabian desarrollado, Esa oposicién sindical configuré el jlismo combative», sobre cuyas tendencias volveremos mas Hite 76 Liliana De R Wino y derrumbe 77 Hilo, la estrategia sindical’ dominante durante los ye de proscripcién se habia regido por dos princi- pis contradictorios: disminuir el ai © tieontraba el sindicalismo, participando en distin- 1 wrados y formas, segin la coyuntura, en las institu- ‘oes, y mantenerse en la oposicién (no cortar con la =. 4“ partidaria y, por lo tanto, con Jos nexos con ton), La dialéetica entre aislamiento y participacion Weliiivional planted conflictos en la cdpula de la diri- Wivin y en las relaciones entre ésta y el viejo Peulillo, '" pero el sindicalismo no podia dejar de WAtearse el problema de su propia posicién en el se- WW) tle) estado. 14) dialéctica habia sido la del propio Perén! Desde 1) Proseripcidn todo su esfuerzo se concentrd en obte- 1) el reconocimiento del movimiento peronista como Wirto colectivo en la escena politica, y el reconoci- Wieito de su liderazgo personal. La alternancia de tac- Wy) desplegadas por. Perén tenia como objetivo salir WW! Aislamiento impuesto, El problema no consistié en 1) Wipugnacién, por parte de Perdn, de los movimien- 8 Wicticos del sindicalismo, sino en el margen de ac- 7) (utonoma que esos movimientos tuviesen frente’a fuerzas que pugnaban por Ja ruptura del sistema. da fuerza social intenté recuperar en su discurso: conductor, portador de los fines del movimiento pert nista y unico aval de sus objetivos divergentes. ~ El periodo que se abrié con la presidencia de Car pora —vigésimo séptimo presidente constitucional ‘de mas breve duracion (no alcanz6 a permanecer dh meses en el cargo)— se caracterizé mas por ser la tinuidad del clima de la campatia electoral peronis que por la mauguracién de una nueva etapa politi¢ Una vez logrado el triunfo electoral del peronismo que estaba en juego era la definicién misma del len «Perén al podem», La verdadera lucha politica en seno del peronismo apenas comenzaba: habia que d terminar quiénes eran los triunfadores dentro del } ronismo. E] 25 de mayo de 1973 la multitud reunida en Plaza de Mayo coreaba: «Se van, sc van y nunca ¥ verdn». La euforia y el optimismo parecian dejar at los tiempos de incertidumbre. Sin embargo, no pai ria mucho tiempo sin que se reconocieran vencedot y vencicos dentro del propio movimiento peron La primera pregunta que cabe hacerse al analiz se periodo es: ¢por qué Campora?; :qué represental Cémpora cn el esquema de fuerzas politicas dentro ¢ peronismo? Por una parte, Campora era el testimonto del exil de Perén; representaba ja lealtad al conductor de sector de la burocracia politica; la sumisién inco’ slamiento en que Pyiietura, los limites del territorio por ¢l que podia Woitur el sindicalismo. © Jo diversos nucleamientos que existieron entre 1955 y 1969 Potton las divergencias tacticas surgidas entre los dirigentes Wile nacionales con respecto a la posicién del sindicalismo en 7) jit estatal: participacionistas, independientes, los 8, dialo- yy) A fines de la década del 60 se Iegé.a plantear el «peronis- / 9) Peron». A partir de entences, los nucleamientos comenza- misteriosos, del viejo lider. Los sectores mas poderog de la burocracia sindical habian invocado la pres zs . . De » fefortar proyectos politicos opucstos en torno a una politica de. Perén en todas sus acciones; pero Perén cra a : Tee: ) tis bases o una politica de las alturas, y no ya disidencias una presencia evocada que efectivamente ejercida. Miiiynles +) jeder politico personal: él deberia fijar, en cada “ 8 _ Liliana De Riz La burocracia sindical se habia manejado con mary genes «demasiado» grandes de autonomia con. respe¢ to al conductor del movimiento. No se trataba, pues de que la politica, con todas sus grandezas-y mezquin dades, estuviera ausente de la accién sindical. El sin dicalismo peronista era basicarnente un sindicalismo politico, acostumbrado a moverse con un amplio mar gen de autonomia con respecto a las exigencias de or den: politico surgidas de la hase. La renovacién de la politizacién de las bases, desde el cordobazo, habia puesto en marcha un proceso de potencial renovacidil del sindicato como sujcto colectivo. Ese proceso fue resistido por la burocracia sindical. '° En la légica de su accién, no tenia cabida el cuestionamicnto desde las bases. Con Campora presidente, la burocracia sindical quedaba desplazada como actor principal de la re constitucién del poder del estado y situada a la defen , frente a la movilizacién auténoma de las base CC pamian habia sido designado con el apoyo de Io! sectores combativos del sindicalismo, como senalamos en paginas anteriores. Campora leal significaba uw reequilibrio de fuerzas dentro del peronismo, en favor de los «duros» del aparato sindical y de la juventud. La consigna «Campora leal, socialismo nacional», q levantara la JP, tenia la fuerza de una amenaza par la burocracia sindical en la coyuntura preelectoral Por otra parte, Campora representaba a un secto de la burocracia politica cuya fuerza residia en la re presentacién de Perén y, por lo tanto, en el poder del ® La reforma de la ley de asociaciones profesionales fue el in trumento que permitié reafirmar ¢l poder de la burocracia. Esti punto sera tratado en capitulos posteriores. Hetorno y derrumbe i tuudillo, Ese poder exigia un reforzamiento del poder ‘vil y asf lo comprendié Perén. Para lograr ese refor- simiento, la juventud radicalizada y la guernila pero- fista cumplieron un papel central, que les permitis Whar paulatinamente un espacio dentro del movi- Mento peronista: Como indicamos antes, ese espacio, fenquistado por la JP, no fue independiente de las ‘omplicadas’ maniobras tacticas de Perén; pero no se fiujo a ser solamente una consecuencia del estimulo lel lider. La radicalizacién de la juventud tenia una Historia y se alimentaba del intenso proceso de movili- sycion obrera que prolongé el cuestionamiento imicia iy con el cordobazo, la campaiia electoral del peronismo fue la obra de }\ «tendencia revolucionaria» del peronismo (la JP y fis «lormaciones especiales», expresiGn ésta con la que Veron designéd a los grupos armados peronistas). El Wercamiento entre Campora —el «tio», como lo Ila- Wiaba la JP— y el. peronismo revolucionario fue pro- Movido por el propio Perén, como lo demuestra el Wiensaje del 14 de enero de 1973, publicado por la re- vista Mayoria. Entonces, Perén diria:.«No es el proble- ma de los politicos el que me interesa tampoco. No, es #4 juventud que debe ponerse los pantalones y. empe- yar a decir lo que hay que hacer [...] Sila juventud no vilva esto, no lo salva nadie.» Uampora, resistido por la burocracia sindical, ‘\ombre de una lealtad insobornable», come lo afir- Mara el caudilio, encontré apoyo en la juventud radi- ilivada. Pero el acercamiento entre Campora y la ‘ipnidencia» se fund6 en un dato politico de importan- 1) crucial en esa coyuntura: la ausencia de una direc- )in revolucionaria de las masas, alternativa a la del jopio Peron. En efecto, la izquierda del peronismo 80 Liliana De Ri earecia de un correlato organizativo a nivel de las ba ses, especialmente entre la clase trabajadera. © Peré que para no ser derrotado habia jugado a los adversa rios unos contra otros (los combativos del aparato sim dical y la juventud contra la burocracia sindical), ne ignoraba este hecho. En la coyuntura preelectoral Perén tenia que conti nuar siendo como el centauro maquiavélico y mante ner sus dos cabezas. Para ello contaba con la subordi nacion vicaria de Campora flealtad y verticalidad as guradas): Campora no representaba el peligro de w ; direccién alternativa a la suya en el movimiento. En esa coyuntura, la presién de la izquierda desdi dentro y desde fuera del peronismo era un element clave en la constituci6n de la formula de poder. «Pt ron al poder» podia significar, para muchos, el contr de ese potencial peligroso de cambio; la reconstitucidi de] sistema politico con una izquierda legal incorpora da_al mismo. El d ante la violencia: «La violencia decaera. La prevalecerii.» '’ Bajo la presién de la juventud pero 46 La Juventud Trabajadora Peronista (JTP) fue creada posterioridad yl triunfo electoral peronist * En su mensaje a la Asamblea Legislativa, el 25 de mai Campora afirinio: «Y en los momentos decisivos, una juventud ravillosa SUpo Gponerse. con la decision y el coraje de las vibrantes epopeyas nac una oligarquiy delirante, \COmo no va a pertenecer también a de marzo de 197; biera sido por ella, tal vez la agonia del régimen se habria prolof gado y, con (1, It desintegracién de nuestro acervo y el inforumn Retorno y derrumbe 81 fista, CAmpora decreté la amnistia para todos los pre- 408 politicos.’ La liberacién inmediata de todos, imclut- tlos los.miembros de organizaciones armadas, con prescindencia del procedimiento formal de previo pa- saje por el Congreso, era la respuesta al «devotazo» (la revuelta de los presos en la carcel de Villa Devoto fiientras una multitud reclamaba a sus puertas la li- heracién de «los soldados de Perém»). i Como observa Mariano Grondona, “ la presidencia ile Gampora se apoyaba en tres condiciones singula- res: la actitud militar, la representacion de Perén y el poder de Perén, «Un cambio en cualquiera de ellas, tlebido a hechos politicos, o inclusive biolégicos, modi- fivaria ‘sustancialmente su posicién presidencial.» Las demostraciones de fuerza de la izquierda pero- Hista durante la presidencia de Campora eran un ele- Mento inconciliable con las demandas de los soportes fadicionales del peronismo, hestiles a toda forma de violencia. En la medida en que Campora no supo, 0 i) quiso, desalentar suficientemente la movilizacién popular, su permanencia en el ejecutivo se fue hacicn- ‘ly imposible. Mas alla de las intenciones reales del viejo caudillo, que entran en el terreno de la especula- ‘ion, en los hechos el estilo popular jacobino domi- funte durante a gestion de Campora fue el «experi- felo» para preparar su retorno efectivo al gobierno. Veron se beneficié de esa movilizacién tolerada sin en- fieiturse con el peligro de una pérdida del hderazgo politico de las masas. Wy lox humildes. Por eso la sangre que fue derramada, los agravios jue se hicieron a la carne y al espiritu, el escarnio de que fueron Ajeto los justos, no seran negociados...r La Opinién, 26-V-1973. «Gampora asume el poder en condiciones singulares», La pinion, 25-V-1973, 82 Liliana De Los dias de Campora representaron un estilo politi co tud peronista: Ja movilizacién popular, sobre todo de la juve y no un programa alternativo dé gobierno.” El programa era el de Perén y Gelbard, un proyecto de conciliacién de clases, que la juventut peronista recibié' con desconfianza primero y cri abiertamente despué El periodo iniciado con el triunfo en las elecciones ¥ cerrado con el retorno de a el 20 de junie poner en Bee a esa sociedad i gletada por la in tensidad de las luchas sociales. Los enfrentamiento tenian que ser encuadrados en el espacio instituciona y atenerse a las reglas de Jo posible: ése era el sentidt mayor del Pacto Social, pilar de la politica econédmi y de la normalizacién institucional disenada por el] der. El devotazo del’ 25 de mayo mostré a un Peré resuclto a condenar la lucha extrainstitucional. Desdl Madrid, el general advirtié a la juventud peronista so bre la necesidad de controlar las provocaciones «gork las» y «trotskistas». El Plan Gelbard 7 Un breve examen de las medidas de politica econd mica (el deneminado Plan Gelbard} aplicadas Vease esta interpretacién en Pasado » Presente 1973, 3 «Campora representé mas una metodologia de accién politic un programa alternativo del Frejuli.» Ketorne y derrumbe 83 jroyectadas en ese lapso, confirma el doble significado fle la etapa camporista: la moyilizacién popular y la fiesta.en marcha de un programa de concertacién feondmica y social destinado a alcanzar la normaliza- ion institucional de las luchas sociales. La designacién de José Gelbard, presidente de la Conlederaci6én General Econdémica, Ministerio de Economia, era congruente con la creen- ‘ia del lider: la politica econdémica debe basarse en las iniviativas de los capitalistas nacionales privados. Gcl- hard, como Miguel Miranda, el jefe de la politica eco- Homica de la primera etapa peronista, representaba #4 orientacién doctrinaria que ¢l jefe del movimiento iuntuye al retornar. Nl programa que la GGE dio a conocer a los politi- s antes de las elecciones de marzo de 1973, denomi- tiido «Sugerencias del empresariado nacional para un Programa de gobierno», fue la base sobre la que se Mistento la gesti6n iniciada en mayo. Mn su-conjunto, el programa se presenté como una pcion.al capital monopélico internacional, al. que cri- fieaba duramente. La pieza fundamental para llevarlo 4 ln practica fue el Acta de Compromiso Nacional, del ) de mayo de 1973. Este Pacto Social, firmado en jo de ese aio por la GGT y la CGE, y homologado por el gobierno, otorg6 un aumento salarial fijo para todos los trabajadores y congelé los salarios hasta el joximo ajuste, que tendria lugar, en principio, el 1.” tle junio. de 1974./Los representantes sindicales rec Hocicron que, ante la inflacién, poco podia ebtenerse como titular del " Para un andlisis de la politica econémica en este perfodo Waiie: Bilder 1977 y Abalo 1974. Retomaremos este tema al ana- ur la tercera presidencia de Perdn. 84 Liliana De Ri ¢on un aumento masive de salarios, Los objetivos ré distributivos del plan, la bisqueda de la plena ocupas ci6n,, exigian tiempo. E] plan de austeridad, legitimay do no sin desconfianza por la CGT, fue acompanadi por una politica de bloqueo de los precios para lo productos de gran consumo, La medida mas espectas cular fue el.descenso significativo del precio de la car ne, componente basico de la canasta familiar. La Unién Industrial, UIA (nucleamiento de las e presas mayores del sector, particularmente de las filia les de las empresas transnacionales); la Sociedad Rus ral; la Camara Argentina de Comercio, todas acepta ron el Pacto Social como algo inevitable. Era la acepy tacién de un vencido, dispuesto a avalar las condicio nes que le fijaba su enemigo vencedor. Eso explica qu dieran muestra de beneplacito, aunque de la boca pa ra afuera. La perspectiva econémica creada por u coyuntura internacional favorable (mejoramiento en € volumen y el precio de las exportaciones) podia alt mentar un nuevo equilibrio politico sin crear fuerte enfrentamientos. Aceptar el Pacto Social no significas ba renunciar a sus recursos de poder. El progranit econémico no atacaba la propiedad de los medios di produccién. Las empresas transnacionales conserva! ban su superioridad frente a las empresas local (creacién de tecnologia, poder financiero superior, nocimiento y poder de negociacién en el ‘campo intem nacional). Los grandes terratenientes continuart siendo los generadores de divisas, y en esa coyunti internacional podrian obtener precios menores quf fueran compensados por el aumento del precio inter nacional. Con esos recursos de peder intactos, aceptar programa de concertacién econémica y social sél Ketomo y derrumbe Marcaba un compas de espera: el curso de los aconte- ‘imientos les permitiria hacer sentir su poder e im- lluencia; por el momento se imponia un silencio caute- Joso 0 una complacencia poco comprometedora. Los sectores de la burguesia industrial nucleados en li CGE, particularmente la pequena y mediana bur- wuesia, avalaron el Pacto Social, conservando una ca- pacidad de maniobra sobre la politica de ingresos del gobierno muy superior a la que tenfan los sindicatos. Vsa aceptacién tampoco les comprometia su compor- amiento futuro con respecto a la conduccién econd- nica. El Pacto Social, un acuerdo de austeridad entre em- presarios y trabajadores, venia a disciplinar los con- flictos entre el capital y el trabajo. Instrumento para la ‘reacién de un «orden social», preocupacion constante en el pensamiento de Perén, *' el Pacto Social asegura- ba el gobierno de la economia a través del gobierno politico de las clases. Al tiempo que excluia todo «ex- tvemismo» revolucionario, la restauracién del orden social (del equilibrio en el «cuerpo» social enfermo), fio era incompatible con la introduccién de reformas. Ista coexistencia del orden y las reformas era posible gracias a la concepcién pragmatica y flexible que Pe- fon mantuvo sobre el accionar politico. Ahora bien, esas reformas se imponian sdlo en la medida en que eran condicién sine qua non para crear un orden social, y no para subvertirlo. De este modo, el conjunto de medidas reformistas que acompahé al Pacto Social (muchas de las cuales no llegaron a aplicarse, como ! Para un andlisis de la tematica del orden social como cons- fwite en las reflexiones de Perén, y el caracter organicista de su jwisamiento, véase de [pola 1979:20-24.

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