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la huena lea El gato de mis suenos MARIE-DANIELLE CROTEAD El gato de mis suefios MARIE-DANIELLE CROTEAU Fred suefia con tener un gato, Pero sus padres, que son duefios de una pescaderia, no quieren ofr nada acerca de este asunto. Se puede tener un gato como mascota ei una peacaderia, ..7 Sin embargo, Fred solo tiene una cosa en la ‘cabeza: jun gato! Por eso, y ayudado por su gran Imaginaci6n, inventa una serie de tretas para convencer asus padres, ;Conseguiré salirse con la suya? la kuena letra Serie: Fede y Rico ! | } EL GATO DE MIS SUENOS MARIE-DANIELLE CROTEAU llustraciones de Bruno St-Aubin. Traducci6n | Francisco Moreno Coleecién La buena letra Digecci6n editorial: Gloria Psez lores: moe! Bermiidez Jaime Fener Lastraciones: Bruno StAubin “ial eigina: Leche mes vBves £© 2002 Les etions de courte cele ie {© 2010 MN Eien Lid, de evn ecixon (© MN Editorial Lida, de esta eaicion ‘Auda. Elodoro Yanez 2416, Providence, Santiago, Chile “ellen 233 5107 ‘ema: promocion@mneditorialc, Prana econ: 2008 Primera reimpresifn: enero de 2007 Segunda reimpresin, ene 2010 N° de inscipcion: 149.210, ISBN 10: 82-96391-24:8 ISBN 13: 978-84-96391-28.6 Ls presentadon y dsposicin de la obra son propiedad del ecto Reservas todos los derechos ata tedos los pales, Ninguna pate de este pubic puede ser reproduce, amacenada © transmit de ringuna forma, ni por engl medio, sea este eectnica fotocopia 0 cualquier oto, sin preva autrizacién ‘zcita por parte dels tule: de los derechos. limpeso por Salesanos rgresores S.A. Federico: Fede para los amigos. Su suefio es llegar a tener un gato al que le pondria, por nombre Rico. Asi ambos serian como uno solo: Federico. Todos los dias trama algo nuevo para conseguir su ansiada ‘mascota. Para esto, su imaginacién no tiene limites, Lidia y Andrés: son los padres de Fede, a quien le tienen preparada una ‘gran noticia para unos meses mas. {Sera la que él espera? Gultlarmor clot que tiene un gato. No ‘uno, sino muchos... y también otros animales, porque vive con su padre en tuna granja en pleno campo, Gerardo Diaz: es el padre de Guillermo, Le agrada bromear permanentemente y a veces sus bromas resultan ser ciertas, El gran suefio de Fede La Navidad se acercaba. ¥ yo no podia estarme quieto. Cada vez que pasaba delante de un es- pejo, me paraba y me miraba. co (ede para los amigos). Es decir, el Fe- de que yo iba a ser a partir de la media- noche del 24 de diciembre. No es que fuera a arreglarme mi na- riz, que es un poco respingona, ni a bo- rrarme las pecas. Y no es que fuera a cambiar mis gafas redondas por otras cuadradas. Tampoco es que pensara teftir mi pe- lo de rubio ni quitarme los rizos. No. Se niones... En primavera, cei, sin embargo, que mam estaba a punto de ceder. trataba de algo mucho mas importante que todo eso. Mi gran sueno iba a hacerse por fin Un dia, me anuncié con légrimas en los realidad: jiba a tener un gato! Un gato al ojos: que pondria el nombre de Rico. Ely yo —Tenemos que darte una gran noti- seriamos Fede y Rico. cia, Fede. Lo llevaria conmigo a todas partes y «Ya esta, voy a tener mi gato», pen- cuando la gente me preguntara mi nom- sé yo. bre (0 el suyo), yo responderia: Federico. —Muy pronto vas a dejar de estar so- Asi, seriamos uno solo. lo, carifio. Mi gato: levaba sofiando con él des- Me agarré al borde de mi silla para no de hacia dos afios. Lo habia intentado to- dar un salto hasta el techo. A mis ocho do para convencer a mis padres. Sin re- afios de edad, no era cuestién de reac- sultado. cionar como un chavalin de cuatro. | 7 Ellos, Lidia y Andrés, siempre me de- | —Tu padre y yo... en fin... cian que no era posible, a causa de la pes- Se acaricié el vientre con su mano, caderia. Porque su pescaderia comunica muy suavemente. Yo me vi entonces aca- riciando a mi gato con la misma suavidad. —Dentro de seis meses... jSeis meses! Era mucho tiempo, pero valia la pena. directamente con la cocina de casa. —{No lo comprendes, Fede? -me de- cian-. Seria como meter a un zorro en un gallinero. O a un loro en una sala de reu- is —jTendras un hermanito! ‘Tardé dos dias en recuperarme, ‘Tratad de comprenderme. Tener un hermano no me disgustaba. Lo que me decepcionaba era no tener mi gato. Cuan- do se lo expliqué a mis padres, ellos hi- cieron «Ufl», y parecieron muy aliviados. Su problema se habia arreglado, pero el mio no. jAl contrario! Era de suponer que ahora mi madre pondria atin mas impedimentos que antes. Que si el pelo, que si las pulgas, que si las garras, que si los microbios... Nada de eso es bueno pa- ra un bebé. De pronto, estaba a punto de empe- zar a detestar a mi futuro hermanito. Por su culpa, jamas tendria a mi gato. Mi madre se olié el peligro, y para pre- venir posibles conflictos, me dijo: —El bebé serd tuyo también. Vas a cuidar mucho de él, verdad? Eso de convertirme en papa hizo que me sintiera muy orgulloso. Y comencé por ordenar mis juguetes, A un lado pu- se los cochecitos y los perritos de pelu- che con los que no jugaba desde hacia mucho tiempo. Después fui al desvan y revolvi en los batiles de ropa vieja hasta que encontré los pijamas y los gorritos de cuando yo era bebé. El sabado siguiente, mi madre y yo los lavamos y los colocamos en uno de mis cajones. Luego volvi a aburrirme y comencé a sofiar otra vez con mi gato. Seis meses ms tarde nacio mi her- manito Pablo. Fue a principios de no- viembre. Lloraba todo el rato. Entonces le dije a mi madre: —El pobre llora porque no sabe qué hacer. Le vendria bien tener un animali- to. Deberias regalarle uno. Mama me dedicé una sonrisa de ore- jaa oreja. Sus ojos azules brillaban co- mo dos canicas de las buenas y se po- dian contar sus treinta y dos dientes perfectos. Suavemente, paseé un dedo por toda mi cara. Muy suavemente. Luego me pe- llizcé el mentén. Senti que la cosa estaba hecha, que mi madre por fin iba a ceder. Al otro dia y durante los dias siguien- tes fui el doble de estudioso que de cos- tumbre. Y el doble de amable. Cada vez que mamé venia de hacer compras, me lanzaba a su encuentro y la libraba de los paquetes, buscando siem- pre con el rabillo del ojo una pequefia bo- la peluda. Hasta que cai en la cuenta: ella aguarda- ba una ocasion apropiada. Y esa ocasién era... ;Navidad! Menuda sorpresa Baia de Nochebuena yo estaba prepa- rado. Habia vaciado mi caja de construc- regalo y estropear asi el placer de mis padres. Tenia que extender la boca hacia los lados, alzar las cejas y abrir mucho los ojos. Y lo mas importante: el grito de ale- gria. «Oh! |Mamié! ;Papa! ;jQué sorpre- sall». iY desde luego que fue toda una sor- presal Colocado junto al arbol, entre mis ro de que mis padres no habian pensado en ese detalle, También habia comprado con mis ahorros una bolsa de alimento prepara- do. ¥ lo habia escondido todo en el fon- do del armario. Al mediodia, me planté ante el espe- jo y me puse a ensayar caras de sorpresa. No queria dar la impresién de que ya conocia por anticipado cuél iba a ser mi padres, me preéparaba para interpretar mi papel. Como un actor, me sentia nervioso y retrasaba el momento de en- trar en escena. Hasta que ya no tuve otra eleccién. Sélo quedaban dos cajas bajo el Arbol navidefio, Una para Pablo y otra para mi, Primero abri la de Pablo, que sdlo tiene un mes y medio. jOh! jBien! jUn gato pequerio de peluche! Luego abri la mia. jOh! {Catastrofe! Un gato grande de peluche... No sé qué cara puse, pero desde luego no fue la que tanto habia estado en- sayando. Sin decir nada, fui a la habitacion de mi hermanito y coloqué alli los dos mufiecos. Luego me meti en la cama. Sin cenar. Mi madre no quiso decirme nada. Yo fingi que dormia como un angelito. Pero en realidad me debatia entre las “genasde Horarytavoluntad de inten= tarlo de nuevo. De lograr mi objetivo como fuera. Decidi que volveria a intentarlo. Cuando volvimos a clase, la profeso- ra nos encargé una redaccién sobre la noche de Navidad. Como todos, yo hubiese tenido muchas cosas que contar, pues habia recibido un montén de regalos: libros, juegos elec- trénicos, unos patines nuevos... Pero para castigar a mis padres, sélo hablé del gato de peluche. De cémo yo esperaba un gato de verdad y de mi reac- cién cuando abrila caja. Escribi dos pagi- nas completas sobre mi gran decepcién. Le ensené el escrito a mi madre, y ella se lo dio a leer a mi padre. Tenia la esperanza de que fueran corriendo ala tienda de animales para corregir su error, Pero no. Mi padre suspir6: Pero es bueno que lo hayas expresado. Me entraron ganas de agarrar mi balén y estamparlo contra la pantalla de su ordenador nuevo. Sélo para ver cémo se expresaba él. Pero algo me decia que esa no era la solucién. Tendria que tener alguna idea mejor. —Es duro ser-un nifie,zverdad, Fede? ro Tratamiento de choque Diss seroanan después de mi redaccién fui a buscar el gato de peluche. facilmente la respuesta: Guillermo vive en el campo y yo no. El mes pasado fui a inscribirme en unos talleres del colegio. Mientras aguardaba mi turno tomé una hoja de la mesa de la secretaria. Era el anuncio de una conferencia sobre la «zooterapian. iGenial! jAl parecer, los problemas de algunos nifios podian tratarse con la ayu- da de animales domésticos! jEra exacta- To puse en la cuna que habia prepara- do y lo instalé en la cocina. Le preparé un plato de comida y otro con agua, y los de- jé al lado de lacuna. Aquello no funcion6. Otro dia invité a mi amigo Guillermo a que viniera de visita con su gatito. Mis padres acariciaron al gato y dijeron que era encantador. «Por qué yo no puedo tener uno?», les pregunté, Pero ellos encontraron 20 Doblé la hoja y me la meti en el bol- sillo. La conferencia tendria lugar un mes mds tarde. Eso me daba tiempo sufi- ciente para convertirme en un tipo de- primido. Me pasé tres semanas arrastrando los pies. A medida que el tiempo pasaba tenia un aspecto mas y mas abatido. Me aplastaba contra las paredes. Palidecia a ojos vista. Habia perdido el apetito. En realidad, comia a escondidas y me reia por dentro de mi magnifica inter- pretacién. Alcabo de la tercera semana, deposité suavemente la hoja en la mesa del despa- cho de mi padre. Y la cosa funcion6. Aunque no como yo queria. Al domingo siguiente, mis padres me propusieron una excursion al cam- estaba cansando de jugar a los enfer- mos. Tener pinta de cabizbajo y macha- cado no es mi estilo. Al contrario, po- driamos decir que yo naci con la sonrisa puesta. Asi que nos preparamos, nos amon- tonamos en el coche, con Pablo en su sillita de bebé, jy a la carretera! Tnocentemente, pregunté: —~Dénde vamos? Mi madre se volvié hacia mi. Sus ojos chispeaban como si se dispusiera a ofre- cerme el més precioso regalo del mundo. —iAh, sorpresa! -me dijo-. Ya lo veras. Una hora de viaje. Una hora en la cual yo veia a Rico en mis brazos. A Rico so- bre mis rodillas. A Rico enroscado a mi cuello. A Rico durmiendo en mi cama. A Rico jugando con una bola de papel. A Ri- dénde estabamos cuando reparé en un cartel. iEl zoolégico! {No podia creerlo! — Qué te pasa, Fede? -se extraiié mi madre-. No pareces contento... Eso ocurrié la semana pasada. Y ten- go que reconocer que, pese a todo, nos divertimos mucho en el zoolégico. Por desgracia, las jirafas no me han seguido hasta mi casa. Ni los hipopétamos cada rincén de mi cabeza. Por fin dejamos la autopista. Esperaba impaciente el momento en que mi padre parara junto a una granja y me anunciara: «|Vaya, Fede! {Me parece que me he perdido!». Estaba seguro de que mi padre diria al- go por el estilo. Le encanta gastar bromas. El coche se paré finalmente y me asomé al exterior. Ni rastro de granjas. Yo no comprendia nada. Iba a preguntar 24 gato. Hoy, otra vez es domingo. Y como to- dos los domingo me encuentro solo. Guillermo esta en el campo, en casa de su padre. Carlos juega al tenis y Mari- na estara visitando el museo de turno con sus padres. A mi no me gusta el tenis. Y a mis padres no les gusta salir. Cuando llega el fin de semana, no tienen mas que un a deseo: descansar. Bueno, también leer y escuchar misica. Y ver a sus hijos crecer. Es formidable. Todos los domingo, para satisfaccion de mis padres, yo me quedo sentado y crezco. Crezco. ¥ mi de- seo de tener un gato crece también, Aste paso, pronto no sofiaré con un gatito, sino con un len. Si estuviera en el lugar de mis padres, solucionaria mi problema antes de que_ me ponga a pedir un dinosaurio. En- tonces el estropicio podia ser mayor. Me rio yo solo. Sentado en la es- calera, no encuentro nada mejor que hacer que troncharme de risa pensan- do en el grosor de un cagarro de di- nosaurio. Mi madre duerme la siesta con Pablo, que tiene fiebre desde hace unos dias. Al pobre le estan saliendo los dientes. Mi padre trabaja en su ordenador. 26. : Es un caso excepcional. Porque, habitualmente, mi padre dedica los domingo a verme crecer. Pero hoy esta atareado. Tiene que acabar la contabili- dad del mes. Vaya, parece que me llama... Una idea genial —Ven. stbete aqui. Mi padre coloca una silla al lado de la suya. Me gusta cuando me pide que trabaje con él: doblar las hojas, meter las cartas en los sobres, poner el sello de la tienda en todo el correo. Pero esta vez parece que todo esta terminado. La mesa del despacho esta impecable. Para qué me ha hecho venir? —Te he llamado —me dice-, porque ya eres mayor y quiero ensefiarte a usar el ordenador. 29 Yo abro mucho los ojos y espero la primera leccién. —éVes esta cajita gris con un cable en el extremo? Se llama ratén. Y con esto casi puedes hacer magia. (Mixa! Mi padre presiona dos veces en el lo- mo del ratén. Un cuadro aparece en la pantalla, —Sigue la flecha, Fede. Como ves, se desplaza segtin mueves el raton. Cliqueas aqui, y alli, y alli, y hop: aqui est el total de esta columna. Es genial, sno? iGenial! jl no lo sabe bien! Con la palabra ratén, algo ha hecho clic en mi cerebro. Y un gato ha aparecido. zCémo no se me habia ocurrido antes? Posiblemente porque nunca veo ratones. Mis padres son unos maniaticos de la limpieza. En parte, porque ellos son asi. Y en parte, debido a su negocio. Sélo faltaba que los inspectores de sanidad se presentaran en la pescaderia y encontraran un ratén. {Seria una catastrofe! Mis padres nunca han querido recono- cer que yo necesito un gato. Pero si su tien- da estuviera infestada de ratones, en- tonces serian ellos quienes lo necesitarian. Clic por aqui, clic por alla, la solucién aparece en la columna «imaginacion» de mi cerebro. Me pongo a dar botes de ale- gria en mi silla, y mi padre, al ver mi reaccién, se embala y sigue con su demostracién, feliz de que yo muestre tanto entusiasmo por su nuevo juguete. iGanas me dan de darle un beso a ese Pequefio ratén gris! ;Pero calma, Fede, calma! Hace falta tiempo para realizar tu plan. Y mucha paciencia. Y también la ayuda de tu amigo Guillermo, lo que te digo? —En qué pensabas? —En Guillermo. jNo sabes cémo me gustaria ir a pasar un fin de semana a la casa que tienen en el campo! —Bueno, eso se puede arreglar —dice él distraidamente, Luego regresa a su programa de con- tabilidad y a su rat6n. Asi que es inttil insistir en el tema. No es el momento. Ahora, para tener todas las cosas a mi fa- ge vor, lo mejor es que me muestre intere- sado por lo que me explica. Podriamos decir que mis padres son del tipo «gallina». Siempre tienen miedo de que pase cualquier cosa. Que me rompa las gafas. Que me rompa un bra- zo o una pierna. Que pesque una enfer- medad terrible. Da miedo la manera que tienen de quereeeeeerme! Al parecer, no fue facil traernos al que entre mi hermano y yo haya ocho afios de diferencia. Por esta raz6n, ellos velan por nosotros como avaros. Nosotros somos sus pequefios tesoritos. gY alguien ha visto alguna vez a un avaro desprender- se de su tesoro? Nunca. Mis padres nunca me han dejado ira pasar un fin de semana con Guillermo. Una granja es demasiado peligrosa. Esta el silo: me arriesgo a hundirme en el grano y asfixiarme. Estan los pozos: podria ahogarme. Esta el tractor: podria { volcarse en marcha y aplastarme. Y asi todo. Pero hoy mi padre ha dicho que «podia arreglarse», y eso es un buen comienzo. No hay que cantar victoria atin, demasiado lo sé yo. Pero hay una es- seré yo quien la desperdicie... En casa de Guillermo Yaestoy listo. Dentro de cinco minutos el padre de Guillermo vendra a buscar- me. Mientras mama me obliga a repetir las normas de prudencia, papé revisa el ontenidode ochila. Pues si, lo he logrado. Han sido mis calificaciones escolares las que han incli- nado la balanza hacia el lado bueno. jUna buena nota en matematicas y otra en lengua ten{an que tener su recompensa! — {Qué es lo que mas te gustaria, Fede? —jlr a casa de Guillermo! Mama se puso palida. A papa le dio un ataque de tos. Luego dijo: —La verdad es que Fede se ha vuelto muy sensato Ultimamente, Lidi. De- beriamos tener un poco més de confian- zaen él. iBien por papa! Estuve a punto de tirarme a su cuello. {Qué digo! Ya ibaa lanzarme a él cuando mi madre res- pondis: —No es que no tenga confianza. Es que la vida es tan...-;Hay tantos acci- dentes! Mira que sile ocurriera algo ma- Yo le suplicaba a mi padre con la mi- rada. Debia parecer un perrillo aban- donado: los ojos tristes, las orejas caidas y un hilo de baba colgando de la boca. Mi padre me revolvi6 el pelo con su mano y dijo: —Es hora de ir a la cama. Ve a acos- tarte. Tu madre y yo vamos a hablar, No oi nada de la discusién, pero sé que duré bastante tiempo. A la maiiana siguiente me dieron la gran noticia. Habian telefoneado al padre de Guiller- mo y se habian puesto de acuerdo sobre cual era la mejor fecha. iQué largas me han parecido las dos iltimas semanas! ;Pero por fin ha lega- do el dia! jHoy! ;Dentro de un momento! Han llamado a la puerta. —jSe lo confio! ;Cuidemelo usted! ~suplica mi = Y tu, Fede, jsé muy prudente! —No se preocupe usted, sefora -dice el sefior Diaz. Cuando hayan acabado de ordefiar a las vacas, de dar- les el heno y de apalear el estiércol, no les quedaré energia para hacer pillerias. Menos mal que luego el sefior Diaz se eché'a reir. Porque a mi madre la cara le habia cambiado de color y ya estaba a punto de desmayarse. A —Le he dado un buen susto a tu madre, eh? -me dice, riendo, el sefior Diaz en la camioneta. —Si, sefior, Ha sido una buena broma. —jGerardo! jLlamame Gerardo! -me dice con una voz retumbante como las que suenan en los discos de épera que es- cuchan mis padres-. ;Y no era ninguna broma! ____Alarmado, busco-a Guillermo-con la— mirada, pero mi amigo me hace un guifio. jUf! ;Vaya un padre mas bromista! Du- rante los treinta minutos que dura el via- je no para de contar historias y de soltar risotadas, dandose palmadas en las pier- nas. Me parece que nos vamos a dlivertir. Cuando Iegamos a la casa, la comida nos aguarda en el horno. Huele bien, pero yo estoy demasiado nervioso para tener hambre. Quiero ver- Jo todo antes de sentarme. El establo y las vacas. La lecheria. El gallinero. El garaje donde meten el trac- tor y otros vehiculos que no sé qué son. Elhenil donde se guarda el heno para el invierno. Guillermo y yo vamos de un edificio a otro. Todos estan pintados de verde os- curo, con los marcos de las ventanas de color rojo. Es la granja més bonita del mundo, y debajo de cada uno de ellos Guillermo se ha hecho un escondite. Y luego esté la casa, a la que ahora re- gresamos. jEs realmente grande! jCabrian en ella tres casas como la de mis padres, y atin sobraria sitio para la pescaderial La verdad es que eso no es justo... —Quizd no lo sea -me responde Gerardo-. Pero en tu casa tienes una mama y un hermanito. 4G iGlup! Deberia haberme callado. Guillermo me conté una vez que su madre y su hermano habian muerto en un accidente de tren. Ahora, la voz del sefior Diaz ha cambiado. Tengo miedo de haberlo estropeado todo. Hay un momento de silencio. Finalmente, el hombre consigue re- cuperarse. —iBueno os, alan —{Qué tenemos de comida, papa? —De primero, sesos de ternera em- panados. De segundo, lengua de buey con espinacas. Y de postre, pastel de acelgas. Todo en honor de nuestro ami- go Fede. iFiuu! Parece que ha recuperado su sentido del humor. A menos que lo que ha dicho sea cierto... gPuede de veras tenerme preparados todos esos ho- rrores? Delante de nosotros hay varias at fuentes con comida y yo empiezo a mi- rarlas con sospecha. En fin, ya no hay eleccién. Respiro hondo y clavo mi tenedor en una de ellas. jHum! ;Pollo en pepitoria! La redada Evsta mafiana he sido el primero en le- vantarme. Ya estoy vestido y Guillermo que estoy a punto de despertarlo, —jEh! {Me llevas a ver los ratones? Guillermo y yo habiamos preparado hace tiempo una estrategia. Primero, mi amigo tenia que lo- calizar un nido de ratones. Después de- bia encerrar a los gatos de la granja para evitar que se los zamparan. Pero para encerrar a los gatos hacia falta una buena razon. De lo contrario, su padre los soltaria a la primera ocasion. Nuestra excusa para el plan fue la clase de Humanidades. Teniamos que hacer un trabajo y habiamos escogido co- mo tema: «los animales estan hechos i! para vivir en libertad». | Nuestro profe estaba impresionado. | La cosa parecia seria y, ademas, en nuestro trabajo tbamos a contar una experiencia auténtica. Con el permiso de su padre, Guiller- re isbeenerrati tor gsr cme la casa durante las dos tiltimas semanas. Lo cual me brind6 la ocasién de jugar por Ja noche con un hermoso gatazo negro. —cHas dormido bien, Fede? -me pre- gunta el sefior Diaz mientras nos prepara el desayuno. No me atrevo a decirle que casi no he pegado ojo de pura felicidad, Felicidad por estar en el campo y también porque mi gran suefio esta en camino de realizarse. —Tengo que ir a la cooperativa, {queréis venir conmigo? -dice Gerardo, sacando los huevos de la sartén, —Creo que a Fede le gustaria mds quedarse en la granja -responde Guiller- mo-. gNo es verdad, Fede? No seré yo quien diga lo contrario. Es- ta es una ocasién de oro para que Guiller- mo y yo atrapemos los ratones sin que nadie nos vea. —De acuerdo, muchachos. ;Pero cui- dado! {Nada de tonterias! Tu, Guillermo, ya sabes lo que tienes que hacer si hay al- gun problema. Te vas corriendo con tu amigo a casa de los vecinos. Bueno, me voy. Estaré de vuelta a mediodia. ‘Tenemos tres horas por delante. Asi que, a toda prisa, nos lanzamos al edifi- cio donde se guarda el heno. Alli, en un rincén, Guillermo ha descubierto a una mama ratona con seis crias. Sin hacer ruido nos arrastramos hasta el nido, De pronto, Guillermo me hace una sefial para que me pare y tiende una mano hacia mi. En el forro de mi cha- queta Ievo escondida una pequefia red. Sela he tomado prestada a mi padre, que Ja usa en la pescaderia cuando tiene que sacar una trucha del vivero. Con el corazén al galope, saco la red y se la paso a mi amigo. Yo estoy demasia- do nervioso para hacer nada. Seguro que apuntaria mal y dejaria escapar la tnica oportunidad que me queda de tener un gato algun dia. Lentamente, Guillermo alza la red. Avanza sigilosamente y, jssssshack!, la aplasta contra el suelo, Una nube de pol- vo se levanta y una pila de heno vuela por los aires. Tenemos el pelo cubierto de heno. El polvo se me mete ala garganta y me pon- go a toser. Estoy sofocado. Los ojos me pican y la nariz me gotea. —éYa esta? :Los tienes? —pregunto sorbiendo por la nariz. —iChiss! -dice Guillermo. Si los ratones han escapado, ya lo habran hecho hace mucho, pero obedez- co para no molestar a mi amigo, Parece un ladrén delante de una caja fuerte. Le veo palpar el contenido de la red. Hay bastante heno bajo las mallas. Pero, ghabra también ratones? —jMira! -exclama triunfalmente —iCuic, cuic, cuic! ~grita asustado el pobre animalito, I supiera! Dentro de mi, algo hace «cuic» también. Debe de ser mi corazén que se oprime al verlo retorcerse de esa forma. iTodo por mi culpa! Y esto todavia no es nada. Dentro de unos dias o de unas semanas, lo que hara serd «crac». Justo cuando el gato que yo 49 consiga gracias a él cierre las mandibulas sobre su cuello. No puedo soportarlo. Abandono. Pre- fiero quedarme sin Rico. —Deja que se vaya. —Pero {por qué? -exclama Guiller- mo. No hay forma de que salga de su asombro. jY est tan orgulloso de su vic- toria! No para de repetir: —i¥ ti eras el que hablaba de una redada! Yo no estoy nada orgulloso, desde luego. Y si le explico lo que acaba de Pasarme por la mente, me va a contestar que esa es la ley de la naturaleza. Nosotros nos comemos a las vacas y los gatos se comen a los ratones. Todo eso ya lo sé. Pero no evita que sea incapaz de poner yo mismo a ese ra- toncillo en las fauces de un gato. Asi que, aun a riesgo de pasar por un nene de ciu- dad, le digo: —Acabo de darme cuenta de que los ratones me repugnan, Sélo de pensar que tengo que guardar a éste varios dias en mi habitacion, me entran ganas de vomitar. Un motivo para echarse a volar |, Re EG E. el camino de vuelta, Gerardo Diaz se muere de risa. Yo también me muero, pe- ro de vergitenza. Ademas, estoy furioso con mi amigo porque acaba historia del ratén de pe a pa. En el fondo, no deberia sentir rencor hacia Guillermo. Ha sido su padre el que ha insistido en saber lo que habia pasado. Ademés, el sefior Diaz parece muy aliviado. Creo que se sentia culpable por habernos dejado solos ayer por la mafiana. Cuando él se fue, todo iba bien, Cuan- do regres6, nos encontré enojados. En realidad, era Guillermo el que es- taba enojado. Yo tinicamente estaba muy ry By triste, Habia perdido mi tltima esperan- za de tener un gato. —iVamos, Fede! jNo pongas esa cara! -me dice el padre de mi amigo-. Tu madre vaa creer que te he maltratado. Y si quieres volver a la granja, ya sabes lo que tienes que hacer, estudiar mucho... jser un ratén de biblioteca! Y ahi esta otra vez, riéndose y dan- dose palmadas en las piernas. Le parece muy gracioso su chiste. Es peor que mi padre cuando empieza con sus bromitas. Aunque pensandolo bien tiene razon. Si quiero volver al campo con mi amigo, tendré que aplicarme y dar la impresién de que lo he pasado bien durante el fin de semana. Porque lo que es seguro es que quiero volver. Alli, por lo menos, puedo jugar con los gatos. Mejor es eso que nada. Asi que cuando la camioneta se de- tiene ante mi casa, la cosa esta decidida. Salto a la acera y corro hasta la puerta de casa. Mi madre ha abierto antes incluso de que mi dedo pulse el timbre. Gerardo la habia telefoneado y me estaba es- perando, Cuando me estrecha entre sus brazos, me doy cuenta de que la he echado de. menos. También he echado de menos a mi padre, que llega con Pablo sobre los hombros. Y a mi hermanito, que patalea para venirse conmigo. Papa estrecha la mano de Gerardo, que me ha seguido con Guillermo sin que yo me diera cuenta, —Entre usted. Venga a tomar algo, —Le he traido los huevos ~dice Ge- rardo. Yo miro asombrado al sefior Diaz. —iAh! Olvidé decirtelo. Tu padre me telefones ayer por la tarde para pedir que le trajese algunos huevos de mi gallinero. Voy a buscarlos. iBien! Los huevos de la granja estan realmente buenos. Pero habitualmente yo como muy pocos huevos, y acabo de tomarlos dos mafianas seguidas. Trato de decirselo a mis padres cuan- do Gerardo regresa con una caja bastante grande —gTantos? —Doce docenas, amiguito. —iMe voy a convertir en un pollo! —iSil jA lo mejor hasta te echas a volar y todo! —Pongalos aqui, sefior Diaz. ¥ venga al salon a tomar un café, a menos que prefiera otra cosa. Gerardo se va con mis padres, y Guillermo y yo nos quedamos con Pablo. Yo lo agarro y lo levo volando, como si fuera un avion, de un extremo a otro del pasillo. Ahora lo llevo volando alrededor de Guillermo. ¥ asi hasta que me agoto. Es- toy reventado. Me siento en el suelo, cer- ca de la caja de hu... iSera posible! jDiria que algo se esta moviendo ahi dentro! Acerco la oreja a la abertura de la parte superior y... ;De pronto lo com- prendo todo! Y en mi corazén algo hace «jBum!». Porque dentro de la caja algo acaba de hacer... “jMiau!”. Glosario Aqui tienes algunas de las nuevas palabras que has podido aprender. Lee su significado para compro- bar si conseguiste averiguarlo. Aliviar: quitar a alguien o algo parte del peso que sobre lo cla carga.. Avaro-a: el que desea con ansia, La avaricia es un afan desordenado de poseer y adquiri riquezas para ate- Cliquear: onomatopeya para reproducirciertos sonidos, en este caso la pulsacion que se hace en alguno de los. botones del ratén de un ordenador. Cooperativa: son asociaciones de personas, en este ca- so campesinos, que se agrupan para beneficiarse de su union. De pe a pa:sirepites algo de spea paves que lo dices tal como Io has oido, o leido, sin saltarte nada. Docena: conjunto de doce cosas. Estar en Ja luna: estar distraido, no enterarse de lo que se esta tratando, Estiércol: excremento de cualquier animal, que se desti- nal abono de las tierxas, Estropicio: destrozar, romper algo de forma muy llama- tiva, y casi siempre, sin querer. Fauces: el fondo de la boca de un animal, lo que ves de ella cuando la abre del todo, Henil: lugar donde se guarda el heno. Hen: hierba segada, seca, para alimento de ganado. Inspector de sanidad: un inspector oinspectora de sa- nnidad es el que reconoce y examina los higares donde se sirven productos que las personas constimen. Ordenador: computador. Ordefiar vacas: extraer la leche exprimiendo la ubre. Programa: en Informética, conjunto de instrucciones que permite a un ordenador realizar sus funciones: Hay «programase de contabilidad para evar las cuen- tas de una empresa, se guatda el tri 0 wotros granos o semnllas. Tractor: vehiculo automotor que se emplea para arras- trar o tirar de arados, remolques ete. Troncharme de risa: frase coloquial. Reirse violenta- mente, a carcajadas, ete Vivero: lugar donde se mantienen o se erian dentro del agua peces, moluscos u otros animales. Zampar: comer o beber apresurada o excesivamente, Zooterapia: algunas personas creen que la compania de ‘un animal es un buen modo de tratar su salud y sole dad yo llaman asi INDICE Capitulo 1: E/ gran sueno de Fede.. Capitulo 2: Menuda sorpresa... Capitulo 3: Tratamiento de choqu: Capitulo 4: Una idea genial. Capitulo 5: En casa de Guillermo Capitulo 6: La redada Capitulo 7: Un motivo para echarse a volar..... 52 Glosario .. 59

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