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EL IMPUESTO AL EMPLEO

Por Juan Fernando Perdomo*


POLÍTICA ANALÍTICA
El artículo 31 de nuestra Constitución observa que es obligatorio que los
mexicanos contribuyamos para los gastos públicos, de manera equitativa y
proporcional.

Ahora, y a pesar de la situación difícil que atraviesan las empresas, y los


enormes excedentes del precio del petróleo- mal manejados, por cierto- los
gobiernos estatales gravan a las empresas de manera desproporcionada.

Si. Con un enérgico llamado a los gobernadores, muchos empresarios se han


quejado del llamado “mal impuesto”: El Impuesto sobre nóminas.

Muchos lo defienden, y tiene su sentido, si la aplicación de ese recurso es


transparente y eficaz. Si se ve beneficiado el ciudadano. Si las obras no
adolecen de cargos ficticios o contratos arreglados. Pero, sobre todo, si el
impuesto sirve para crear más empleo y para mejorar el desarrollo económico.

Recientemente el subgobernador del Banco de México, Everardo Elizondo


Almaguer, dijo que este es un “impuesto anacrónico que impacta
negativamente en la creación de empleos” y nos resta competitividad en
comparación a las naciones desarrolladas y con muchas de las cuales hemos
sido sus socios comerciales.

Este impuesto fue creado hace dos decenios para sustituir el Impuesto sobre el
producto del trabajo (ISPT) y así trasladar la carga fiscal de los trabajadores al
empresario. No todos los estados lo aceptaron de inmediato, pero poco ha
poco se ha venido aplicando.

Los estados tienen diferentes tasas de impuesto, aunque la mayoría es del 2%,
por ejemplo, el valor de la nómina en el estado de México es de un 2.5%.
Jalisco, que tiene un impuesto del 2%, recaudó más de 1,484 millones de
pesos en el 2007 y Veracruz, según una entrevista del gobernador, ahora
rebasa los 5,000 millones de pesos.

En una visita a la zona centro de Veracruz, el director del Fideicomiso en el


estado, Gerardo Mancilla Arteaga, mencionó que, al menos “130 municipios del
Estado de Veracruz serán beneficiados en éste ejercicio 2007 con obras y
acciones con recursos del Impuesto del 2% a la Nómina con un techo
financiero global del orden de los 5 mil millones de pesos”.

Fidel Herrera Beltrán dijo:”…el impuesto del 2 por ciento a la nómina es un


impuesto directo que… hay que revisarlo, aplicarlo y volverlo más
productivo"

Esto es una respuesta al reclamo, muy justificado, de que el impuesto a la


nómina devuelva al sector productivo ese recurso. ¿En qué? Pues muy
sencillo; en infraestructura para la industria y el comercio; en créditos a la
microempresa; en promoción de los productos y servicios de Veracruz, etc…

Claro, aquí separo el tema del turismo pues existe su propio impuesto al
hospedaje que debe servir, por razones obvias, para la promoción y difusión de
nuestro estado. En buena medida, en coordinación con aquellos presidentes
municipales que están dispuestos a invertir para difundir y promover su región.

Estos impuestos son una forma sólida, y de largo plazo, de generación de


ingresos que, en algunos casos, hay gobiernos que han intentado su
bursatilización. Eso significa recibir ahora, de manera líquida, “contante y
sonante”, el dinero que dentro de 10 o 30 años le correspondería recibir a otro
gobierno

Lamentablemente, como te imaginas, la queja más común es la falta de


transparencia de estos recursos y el uso de los mismos… ¡Para gasto
corriente!

La actual administración Federal usó en campaña el compromiso del “gobierno


del empleo” y, tristemente, a más de un año, por las razones que se esgriman,
el empleo no ha llegado a nuestro país.

Y los gobiernos siguen buscando formas de hacerse de recursos frescos, y


estos impuestos les dan esa oportunidad, que si bien sería plausible de
lograrse un incremento en el desarrollo económico (empleos, sueldos,
turismo,..) lamentablemente son usados en demasía para gasto corriente y, por
otro lado, el costo de una empresa para crear un empleo, según el propio
Banco de México, “está distorsionado por este impuesto”.

Hace apenas 10 años, el gobierno del estado de Veracruz no cobraba ningún


impuesto; es decir, no existía el impuesto a la nómina, ni el impuesto al
hospedaje,… y, a pesar de eso, la administración que concluyó en 1998 dejó
una caja con más de 1,500 millones de pesos; es decir, no sólo no dejó deuda,
sino que dejó una cantidad líquida que se sumó a los recursos programados
para las obras que, por razones de tamaño y magnitud, no pudieron ser
concluidas: Pero el recurso se dejó también disponible.

No voy a arengar al sector empresarial para que solicite la desaparición del


impuesto a la nómina. Creo firmemente que lo que hay que hacer es
transformar su uso y su transparencia. Que no sirva para obras suntuarias o de
fácil corrupción que le den recursos a gobernantes para usarlos a discreción,
particularmente ahora que vienen nuevamente las elecciones federales.

Invito a los gobiernos estatales a que enriquezcan con esos recursos los
fondos de apoyo a las MiPyMes. ¿Porqué no crear una BANCA O FONDO
REGIONAL de apoyo al empleo? Para que los Estados se vuelvan facilitadores
e impulsores del empleo, con esos recursos, y que rindan cuentas con
oportunidad y total claridad del uso de los dineros que lo mexicanos pagamos.

Juan Fernando Perdomo es egresado del TEC DE MONTERREY.


Servidor público, empresario y político (jperdomo@infosel.net.mx)
www.perdomo-blog.blogspot.com

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