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aspirando
sus
letras
bebiendo
su
misteriosos.
Escap
contrabandistas,
de
encontr
ladrones
pergaminos
de
tumbas
perdidos, cruz
dems
hojas
del
abandonadas, esperando
libro.
tener
Al
una
verlas
as,
historia
que
tuviera
una
apasionante
historia
que
aceptar
que
nunca
podran
viajar
lejos,
El inventor de monstruos
Ramoncete no quera aprender a leer. Tantas letras juntas
le pareca un aburrimiento enorme, y no terminaba de
entender por qu todos los mayores y muchos otros
nios, disfrutaban tanto con la lectura.
l miraba las letras y no vea nada interesante, a l que
tanto le gustaban las historias de monstruos y bichos
terribles. Un da paseaba por la tienda de disfraces de
don Mostrocho. Le encantaba aquella tienda, porque don
Mostrocho era capaz de inventar los monstruos ms
alucinantes, y cada ao tena muchos nuevos monstruos,
con lo difcil que era slo inventar uno nuevo! Aquel da el
dueo de la tienda lea, y a Ramoncete le llam la atencin:
- Por qu lee tanto? si los libros no dicen nada
interesante!
- Cmo que no? - respondi don Mostrocho.
- Pues claro, no dicen nada de monstruos ni bichos- aadi
el chaval.
has
encontrado
algo
escondido
en
este
La palabra salvaje
rase una vez un reino que sufra el ataque continuo de
ogros, brujas y dragones. Solo podan defenderse con la
valenta de sus soldados, pues desde la muerte del gran
mago, nadie haba sido capaz de leer los hechizos del libro
mgico. Estos eran muy poderosos, pero tan peligrosos,
que un pequeo error en su pronunciacin podra ser
terrible. Por eso el mago antes de morir protegi el
libro con la ms difcil de las palabras salvajes, que
son aquellas que nunca antes han sido bien ledas.
Esperaba as encontrar un digno sucesor, alguien capaz de
utilizar la magia sin hacer dao.
Por eso desde pequeos los nios de aquel reino
podan elegir entre prepararse para ser soldados o
magos. Pero mientras el entrenamiento de los soldados
estaba lleno de ejercicio y aventuras desde el primer da, el
de los magos obligaba a estudiar y leer durante mucho
tiempo antes de enfrentarse al gran libro y su palabra
salvaje. Y de los pocos que terminaron su preparacin,
ataque
pudo
ver
cmo
el
enemigo
difciles
de
leer. Hasta
que
finalmente, cuando
apenas
dedicaban
tiempo
para
aprender
leer
comprendi
palabras
entonces
para
raras. No
eran
qu
ms
servan
todas
que
falsos