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BREVE DESCRIPCIÓN:

Este será un DRAMIONE (Draco/Hermione), porque quiero probar con diferentes


personajes. Se que ahora muchas personas gustan de esta pareja, así que espero no
decepcionarles.

Como sea, si, un Draco/Hermione que será ligeramente AU. NO cambiare mucho
los libros de JK Rowling, aunque si voy a desechar el epílogo. Podré o no hacerlos
empezar como conocidos y no como enemigos. Lo único que si será AU por seguro
son Lucius y Narcissa Malfoy.

ES LIGERAMENTE BASADA EN EL PRINCIPIO DE UNA PELÍCULA QUE


UNA VEZ VI llamada Contract Lover. No será igual ya que nunca vi la película
completa.

Esto tendrá romance/drama/humor/general.

Resumen general:

Básicamente, los dos ya terminaron la escuela. Tienen dieciocho. Draco tiene una novia
que no puede presentar a sus padres, así que contrata a Hermione. El trabajo de está, por
10,000, galeones es ser su novia temporal por 4 meses, pero solo recibirá el dinero si
puede hacer que su papá se moleste lo suficiente (siendo completamente la peor novia
para el hijo de alguien) para que le diga: "puedes casarte con cualquiera menos ella".

Bueno, entonces, ¡aquí vamos! Este es mi primer DMHG fic, pero trataré de
hacerlo lo mejor posible. Los reviews serán ALTAMENTE apreciados. DE
VERDAD.

Prólogo: Introducciones

Unos suaves ojos castaños examinaron las muchas cabezas que se encontraban en la
estrecha habitación, tratando de localizar dos en particular.

La chica entrecerró los ojos para tener una mejor visión en esa brumosa oscuridad.
Inclino su cabeza hacia adelante, estirando el cuello para mirar, y mientras hacia esto,
sus largos rizos le cayeron sobre el ojo derecho. Ya como un hábito, los metió detrás de
su oreja.

¿Dónde estaban? Se preguntaba, ligeramente preocupada por su ausencia. Una vez más,
examino la masa de gente dentro del Caldero Chorreante – muchos de los cuales eran
siniestros y sucios. No podía decir si eran o no magos, como ella.

"Hermione" alguien la llamo desde su derecha. Instantáneamente reconoció esa voz tan
familiar. Después de haber pasado los últimos 7 años en la escuela con esa persona, y
que fueran mejores amigos, explicaba el porque.

Se volvió a su derecha, soltando un pequeño aullido cuando se las arreglo para saltar del
camino de un hombre colosal, que le recordaba a Hagrid, un semigigante que conocía
por Hogwarts – la escuela en la que ella había estudiado.
Observo nuevamente al hombre sin modales para asegurarse que de hecho no era su
amigo.

Cuando se hubo cerciorado, regreso su mirada al niño de cabello negro – no, hombre –
sentando junto a otro hombre en una mesa que parecía demasiado pequeña para las
cuatro sillas que se situaban a su alrededor. "¡Harry! ¡Ron!" llamo ella, saludándolos
con la mano mientras caminaba hacía ellos.

Tomo su lugar, ruborizándose ligeramente como siempre que estaba cerca de Ron.

"Perdón," dijo Harry mientras le dirigía una sonrisa de disculpa, "no podíamos verte."

Hermione se encogió de hombros, su irritación previa olvidada. "No hay problema," ella
sonrió. "¿Cómo va el entrenamiento de auror estos últimos días?" inquirió la chica.

Inmediatamente después de la derrota de Voldemort, el mundo mágico había pasado por


una etapa de pura euforia. Todos, en todas partes habían celebrado durante semanas,
marcando el fin del mago que había aterrorizado a su mundo por casi dos décadas.

Y después de que casi toda esta euforia se hubiese calmado, las cosas regresaron a la
normalidad – o tan normal como podían ser en el mundo mágico. Aunque esto tomo dos
largos meses.

Debido a sus esfuerzos heroicos en la guerra a Harry, Ron, y, para su molestia,


Hermione, les habían sido ofrecidos muchos trabajos y oportunidades en cualquier
carrera que se pudieron haber imaginado. Como se había predicho, Harry y Ron
inmediatamente tomaron la oportunidad de convertirse en aurores, y ahora, casi a un
año después de la batalla de Hogwarts, eran finalmente aurores en entrenamiento.

Ron se encogió de hombros, "Lo mismo de siempre. Aunque eso si, endemoniadamente
agetreado." Tomó un trago de lo que fuese que estaba en frente de él.

"Ron solo esta lloriqueando," insistió Harry, "es realmente fantástico." Empujó sus
lentes un poco ya que se le resbalaban.

"Aún no entiendo porque teníamos que hacer esto Harry," se quejo Ron, "digo, el
hombre llamado Ross dijo claramente que podíamos solo ocupar los puestos. ¿Tuvimos
que…? Ya siete años de entrenamiento."

"Si, pero eso no hubiera sido lo correcto," enfatizó Hermione, moviendo la cabeza.

"Lo correcto," gruño Ron. "Tu no eres la que tiene moretones por todas partes."

"Ese no es el punto," dijo Hermione.

"Algunas veces no logro comprenderte Hermione," dijo Ron esbozando una sonrisa.

Hermione se sintió enrojecer, y silenciosamente agradeció la oscuridad del lugar. No


podía decir exactamente que estaba enamorada de Ron, pero ella ya le había admitido a
Harry que sentía algo por su viejo amigo. Era inevitable, pensaba ella, solo era algo mas
que tendría que superar con el paso del tiempo.

"¿Cómo has estado Hermione?," Harry se dirigió a ella. "¿Has hecho algún progreso?"

Hermione no pudo reprimir el largo suspiro. "Ninguno hasta ahorita," respondió la chica
desalentadoramente, "A penas he logrado juntar lo suficiente para cubrir las necesidades
del mes, mucho menos algo extra para ahorrar."

Sus amigos le sonrieron tristemente. Ambos sabían que ella esta trabajando duro para
juntar dinero suficiente y así poder asistir a la exclusiva escuela mágica de medicina en
Francia. Era algo similar al termino muggle universidad – un lugar para continuar la
educación. Harry comparaba esta escuela, Erudstrass, como el equivalente de una
universidad de la Liga Ivy, como Harvard, en ambas cosas, educación y gastos. Era el
sueño de Hermione estudiar ahí, y ella se negaba a considerar algún otro futuro.

"Hermione" empezó Harry, "Yo podría pagar por algunos-"

Pero ella rápidamente lo cortó. "Ya se que tienes buenas intenciones Harry, pero me
rehúso a dejarte pagar por mi. Encontrare la manera de juntar por mi cuenta, gracias de
todas formas."

Harry asintió mientras ponía los ojos en blanco. Eso era imposible. El costo de dos años
en esta escuela era de 10,000 galeones. Una suma exorbitante que solo algunos en la
sociedad mágica podían costear.

Hermione, sintiendo una ligera inconformidad en su rechazo de ayuda, cambio el tema.


"¿Estamos esperando a alguien?", pregunto la chica, señalando la cuarta silla en la
mesa. "¿Va a venir Ginny, Harry?"

"Ah," Harry tiro de su cuello, claramente estaba mas incómodo, "no."

"Entonces…"

El chico miro a Ron, quien se mordió el labio y se dio la vuelta.

"Es para…"

"¿Si?" urgió Hermione, alzando una perfecta ceja curveada.

"¡Luna!" grito Ron de repente, ubicando a la chica rubia. "¡Aquí!"

"¿Luna?" se preguntó Hermione en voz alta. No obstante, saludo a su vieja amiga con
entusiasmo, aunque no sin un poco de escepticismo.

Miró a Harry, quien le dirigió una expresión lastimera.

Después miró a Luna. Luna… quien ahora estaba besando profundamente a Ron.
Sin haberlo procesado aún, regresó su vista a Harry, quien ahora estaba vaciando
completamente su segundo vaso de whiskey de fuego.

Nuevamente regreso a la pareja. Y de repente, le cayó encima. Pareja.

Entrecerró los ojos.

¿Ron había escogido a LUNA LOVEGOOD en lugar de a ella?

Hermione alcanzó el vaso rellenable mágicamente de Harry, agarrando el pequeño shot


de alcohol y tomándoselo de golpe.

Momentáneamente, registro que no tenia el corazón roto mas bien estaba molesta, pero
como dolía.

Tomó otro trago. Dolía que su amor platónico hubiese escogido a la distraída,
generalmente declarada chica loca en lugar de a ella. Dolía que la chica fuera su amiga
también. Dolía que su vida fuera un desastre. Dolía el saber que era muy probable que
nunca pudiera asistir a su escuela de ensueño. Todo dolía.

¿Por qué su vida no era perfecta? Recién salida de Hogwarts, la bruja más inteligente de
su año, y se encontraba bebiendo whiskey de fuego en el Caldero Chorreante, tratando
de aguantarse las lágrimas. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Cómo la vida de
Hermione Granger se había convertido en un horrible y vacío desastre?

Mientras tanto, en lo que pudo haber sido el otro lado del mundo, Draco Malfoy estaba
sentado en las ligeramente incómodas, pero seguramente carísimas sillas de La Maison,
un club de la alta sociedad. Sus ojos grises destellaron mientras comenzaba a pensar,
como unas sillas tan caras podían ser condenadamente incómodas. A duras penas podía
llamar este establecimiento un club. Más bien… un restaurante que solo servía tapas y
vino.

"Monsieur" dijo el mesero, en un acento ridículamente falso, "¿le ofrezco más vino?"

Draco asintió, su suave pelo rubio brillando en la baja luz. "Porfavor," dijo
automáticamente. Un club con meseros, no con bartenders. Tomó un sorbo de su vaso
de vino.

"¡Malfoy!" gritó una voz detrás de él, al tiempo que una mano le palmeaba la espalda.

Draco maldijo, escupiendo bruscamente el líquido rojo de regreso a la copa. Tosió


ásperamente golpeándose el pecho, mientras fulminaba con la mirada al hombre alto y
de piel oscura que se encontraba en frente de él.

Finalmente recuperando el aliento, Draco adopto un aire despectivo. "Zabini."

Ere simplemente un reconocimiento, aunque mientras lo decía, su desdén se transformo


en una pequeña sonrisa.
"Un bastardo como siempre," se rió el hombre con una voz que podía atrapar a
cualquier chica. Tomo asiento junto a su mejor amigo. "Malditas sillas," gruño,
manifestando la reciente opinión de Draco.

Draco se rió.

"Sí, claro, toma asiento Blaise," dijo sarcásticamente. Blaise Zabini era el mejor amigo
de Draco, desde antes de conocer a Crabbe y a Goyle. Y aunque, se peleaban y
fastidiaban el uno al otro, algunas veces maliciosa y competitivamente, al final, era un
juego amistoso para ambos.

Blaise era de la misma edad de Draco, 18, y había estado en la casa de Slytherin durante
sus siete años en Hogwarts. Era el hijo de una mujer con una belleza de incomparable
reputación, de la que heredo su encanto, y quizá, arrogancia. Aunque Draco no quejarse,
él estaba intentado cambiar. Al igual que Blaise.

"¿Cómo has estado?" preguntó Blaise mientras meneaba la copa de vino también,
mirando a su amigo.

"No muy diferente de la última vez que hablamos Zabini, que curiosamente fue la noche
pasada."

Blaise se rió.

"Es una formalidad Malfoy."

"Totalmente innecesaria," espetó esté.

"¿Cómo esta la chica entonces? Estoy seguro que no pregunte por ella la otra noche."

"Solo la noche antes de esa," dijo Malfoy. "Y su nombre es Stephanie."

"Si, si, ella."

Stephanie era la novia de casi un año de Draco. Ella era la personificación de la belleza,
con largo cabello castaño y unos ojos felinos de color verde. Draco estaba algo
enamorado de ella. La había conocido casi inmediatamente después de la batalla final,
en la que no había participado. Pero, había contribuido.

No, Draco Malfoy no había visto milagrosamente la luz y simplemente decidido unirse
a Potter en su viaje a la victoria como resultado. Era más bien el hecho de que a Draco
le gustaba ganar. Y los chicos buenos siempre ganaban.

Aunque, nunca lo admitiría a nadie, pero secretamente, siempre había querido ser uno
de los buenos. Tal vez cuando era pequeño, se había enamorado de la idea de
convertirse en héroe.

Movió la cabeza. Esa idea hacía mucho que lo había abandonado, pero no obstante,
estaba feliz de haber asistido al bando de Dumbledore y de haber convencido a su padre
de ayudar. Eso había salvado a su familia de la ruina y era la razón de seguir siendo aún
una de las más ricas.

Draco salió de sus pensamientos.

"Ella está bien."

Blaise agitó la cabeza, de una manera un tanto burlona. "Draco, sabes que Lucius y
Narcissa nunca la aprobarán."

Su amigo no contestó.

"¿Draco?"

"Ya sé," respondió silenciosamente.

"Odian a los americanos."

"Ya sé."

"No les gustará, aunque ella sea de una familia de sangre pura."

"¡YA SÉ, maldita sea!" Draco explotó, ganándose miradas de reproche de la gente a su
alrededor.

Blaise solo asintió con una sonrisa de suficiencia mientras se daba la vuelta y
transfiguraba su asiento en algo mucho más cómodo, ganándose muchas miradas
horrorizadas.

Acciones escandalosas en las mentes de las demás personas, pero al le importaba poco.

Draco siguió su ejemplo.

Finalmente, levantó su copa y se hundió en el suave relleno de su nuevo asiento.


Levantó la copa, brindando con su amigo, mientras caían en una plática desinteresada,
dejando la noche pasar.

¿De quién se estaban burlando?

Para ponerlo de una manera sencilla. Draco Malfoy estaba en un aprieto. Estaba atorado
entre una pared de ladrillos y otra pared de ladrillos – y otra – y otra. En todos los
sentidos, estaba atorado. Completa y totalmente atrapado.

Draco pasó una mano por su pálido cabello con desconcierto, volviendo su vista hacia
su amigo con una expresión derrotada en el rostro.

"Amigo," se rió Blaise, demasiado impresionado para tener lástima.

"Cállate," rugió Draco, lanzándole una mirada feroz. Se talló los ojos bruscamente,
simultáneamente le paso una hoja de papel a su amigo. "Solamente ve y hazlo Blaise."
Blaise Zabini miró hacia arriba, sobresaltado, sus oscuros ojos cafés centelleantes.
"Espera… ¿no estas hablando en serio… verdad? ¿Realmente vas a seguir el loco plan
de esta chica?"

Draco alzó las cejas, "¿No tengo opción? ¿O sí?"

"Pero—pero—"

Draco levantó una mano, callando a su amigo. "Solo hazlo," dijo frunciendo el ceño.
"Antes de que entre en razón," murmuró conteniendo el aliento, su amigo se rió entre
dientes.

Se preguntarán… ¿qué es lo que se suponía que Blaise Zabini tenía que hacer? Bajo su
mirada al papel cuidadosamente doblado que se encontraba en sus manos.

Se busca novia temporal por 4 meses.

10,000 galeones como paga.

Audiciones serán el 15 de mayo en Las Tres Escobas en Hogsmeade a las 10 am.

Draco esperó mientras su amigo escaneaba la nota. "El resto ya lo sabes," comenzó, "así
que solo necesitas agregarlo."

"Te refieres a que esta 'novia temporal' tiene que enfrentarse a tu padre y a tu madre.
Como se supone que ella—"

"Sí," cortó Draco bruscamente. "Esparce el rumor discretamente. Mi madre checa los
periódicos todos los días, así que esto se tiene que pasar de boca en boca."

Blaise meneó la cabeza, cerciorándose una última vez. "¿Es en serio?"

"Si," suspiró Draco. "Ahora lárgate de aquí."

El chico de piel oscura se encogió de hombros. "No va a funcionar." Habiendo divisado


la mirada resentida de Draco, se defendió. "Hey, solo estoy diciendo." Y con eso, salió
de la habitación, meneando la cabeza.

Draco se hundió en la silla de piel verde oscura de su estudio después de que Blaise se
fuera, sus ojos escanearon las paredes cubiertas por libros de incontables generaciones.
Se frotó el puente de la nariz. Se iba a arrepentir de esto—lo sabía. No necesitaba que
Blaise le dijera que esto no iba a funcionar—ya estaba bastante seguro de eso.

Se paseo por el recuerdo de los eventos de la noche previa que le venían a la cabeza,
tratando de dar exactamente con el momento en el que había aceptado esta idea ridícula.

Él se hallaba de pie junto a la chimenea, quitándose suavemente el hollín que se había


quedado en el saco después de viajar por la red flu. Cuando alzó la vista, ella estaba
parada delante de él, sonriendo gentilmente.
No podía evitarlo. Sus labios también se curvearon en una pequeña sonrisa.

"Te ves hermosa."

La sonrisa de la chica se ensancho.

Tomó su pequeña mano entre las suyas, llevándola hacía el espejo más cercano. Sus
largos y elegantes dedos colocaron su cabello de lado mientras ella lo observaba
maravillada.

Él sacó algo de su bolsillo.

La chica soltó un grito ahogado.

Tomó el collar de plata con sus manos, cuidadosamente envolviendo su cuello de tal
manera que la pequeña gema brillará en la luz.

Se observó en el espejo, fascinada. El la observó, mirarse.

Draco sonrió. No, pensó, no pudo haber sido en ese momento. Fue en algún momento
más tarde, esa misma noche.

"¿A dónde vamos?" le preguntó mientras tocaba el regalo alrededor de su cuello.


"Vamos, Drake, dime."

El chico se estremeció. No importaba cuantas veces él le dijera que no, ella continuaba
llamándolo Drake.

"Tendrás que esperar," le contestó bruscamente.

Ella frunció el ceño, sus delicados rasgos entristeciéndose. "Perdón Draco," le dijo.
"No te gusta que te llame Drake. Ni siquiera se porque sigo haciéndolo. Soy tan estú
—"

Draco volteó, viendo el mohín en su cara e instantáneamente se sintió culpable. Sin


saberlo, le dijo automáticamente, "puedes llamarme como quieras cielo."

Ella sonrió.

Lo tenía comiendo de la palma de su mano, reflexionó Draco lamentándose, algo


burlón. No sabía que tenía ella que lo tenía en trance. Era hermosa, sí. Por el momento,
no podía pensar en algo más así que se dejo así mismo regresar a los recuerdos.

Ahora, se encontraban cenando. Draco cortó un pedazo de carne, masticando


pensativamente mientras escuchaba— o fingía que escuchaba— la incesante plática de
su novia.

"… entonces Drake"

Se estremeció nuevamente, pero esta vez, cuidando que ella no se diera cuenta.
"Me preguntaba, ¿cuándo conoceré a Lucius y a Narcissa?"

Casi se atraganta con la comida que acababa de tragar. Tomó el vaso de agua que
Stephanie apresuradamente le ofreció y se lo pasó, tratando de controlar el dolor en el
pecho.

Draco frunció el ceño. Estaban acercándose.

"¡Dios mío! ¿Te encuentras bien?" le preguntó, la preocupación arrugando su frente.

"Si, si," le aseguro, aclarándose la garganta un par de veces.

Ella espero pacientemente a que le contestara.

Estiró su mano por la mesa hasta sujetar la suya. "Steph, tu sabes porque no puedo
llevarte con ellos. Creí que ya habíamos dejado eso claro," suspiró.

"Es solo que no puede entender porque no les voy a gustar," le respondió ella
enfurruñada.

"Son gente tradicionalista," se defendió.

"Pero no podemos evitar esto por siempre," suspiró la chica. "Por favor Dra—co?"

"No."

"¿Porfavooooooooor? ¿Por mí?"

Ahí estaba. Ese era el momento en que había perdido. Lo había mirado a través de las
largas pestañas que enmarcaban sus ojos abiertos, se inclinó hacia adelante y volvió sus
labios un puchero—intoxicándolo. Era la cara.

Maldita sea la cara.

"Esta bien, ya pensaré en algo," cedió, preguntándose que podía hacer exactamente.
Pero no pudo ni hacerlo cuando ella lo interrumpió.

"¡Oh Drake! ¡Yo ya lo pensé!" exclamó felizmente, juntando sus manos.

"¿Huh?"

"Mira, contratarás una novia."

"¿Disculpa? Creí que ya tenia una," respondió, algo confundido.

La chica agitó la mano.

"No, no. Escucha. Ella será falsa. La llevarás a tu casa y tendrá que poner a tus padres
furiosos de tal manera que no les importara con quien salgas siempre y cuando… ¡no
lo hagas con ella!" sus ojos brillaban de entusiasmo. "!¿No es absolutamente
brillante?!"

Sintió que no estaba de acuerdo en lo absoluto.

Y aún, su opinión seguía sin cambiar. Después de 24 horas, aún no podía ver la parte
supuestamente brillante en ese plan.

O ella era algo así como un genio, viendo algo que el obviamente no podía, lo que
honestamente, no podía creer, o el plan era puramente absurdo, sin sentido—totalmente
loco, como diría Stephanie en su acento Americano. Estaba ligeramente inclinado a
escoger la última opción. Se pregunto como le iba a hacer para llevar a cabo este teatro.
Sus padres no eran exactamente estúpidos, mejor dicho eran realmente lo opuesto.

Se rascó la barbilla pensativamente por unos instantes, llegando a una sola conclusión.

Iban a ser unos cuatro meses muy largos.

Draco Malfoy no sabía que estaba en lo correcto.

Blaise Zabini tomo una gran bocanada de aire y perezosamente se dirigió hacía el
escritorio de su compañero de trabajo.

"Potter."

El hombre en frente de él, levantó la vista de su escritorio, su pluma deteniéndose a


media oración. Harry miro detenidamente a través de sus gafas redondas. "Zabini,"
contestó.

"Felicitaciones por tu matrimonio Potter."

Ahora, la pluma se cayó. "Si, la boda que fue hace un mes. La boda a la que asististe
Blaise," Harry apunto educadamente. Entrecerró los ojos. "Ve al grano."

"Y la gente decía que eras estúpido."

"Esa gente serían tu y Malfoy," se rió Harry. "¿Qué es lo que quieres?"

Blaise le devolvió la sonrisa. Habían llegado a conocerse con el paso del tiempo,
trabajando juntos como aurores. Aunque no podía decir lo mismo de Weasley. Weasley
sería siempre la comadreja, para el disgusto de Harry.

"Es gracioso que mencionarás a Malfoy," comentó arrastrando las palabras, y sonriendo
ligeramente. Tomó asiento en la silla enfrente de Harry. "¿De casualidad conoces a
alguien que necesite dinero?" Bñlaise hizo una pausa. "Mujer."

Viendo que había atrapado el interés de Harry, supuso que este en efecto conocía a
alguien. Continuó.

"Verás, Malfoy esta dispuesto a pagar por sus servicios—"


"¡Dios mío Zabini!" Harry lo miro asqueado. "Absolutamente no. Nadie que yo conozca
haría eso. Es asqueroso."

Al principio, Blaise estaba confundido. No era tan malo…¿o si? "¿Aqueroso?" comento,
"no es asqueroso. Es perfectamente correcto." ¿Cómo iba a ser asqueroso?

"¡¿Correcto?!" Harry empujo su silla y se puso de pie indignado. "¡¿Correcto?! ¿Por qué
siquiera lo sugerirías? Esto es solo—"

Blaise no podía ver que era lo malo en esto. Tal vez moralmente si. Pero… eso fue hasta
que entendió lo que Harry estaba pensando.

"Dios, claro que no Potter. Nunca promocionaría eso para Draco. ¡No, no!" corrigió
rápidamente, casi riéndose.

Harry lo miro incrédulo.

"Es malo, pero no tan malo. ¿Aún tienes alguien en mente?"

Harry asintió brevemente. Hermione esta definitivamente desesperada por dinero. El


año escolar en Edustrass empezaba en octubre, en tan solo cinco meses. Tal vez Blaise
podría ayudar en algo.

"Bien, porque…"

Blaise procedió a contarle el plan a Harry, mirando hacia arriba de vez en cuando para
juzgar la expresión de éste, que casi siempre permaneció impasible.

"…y eso es todo," Blaise concluyó, recargándose en el respaldo de su silla, mientras


observaba a Harry procesar la información.

"Y puedes asegurarme que no le harán ningún daño."

"Absolutamente," aseguró Blaise.

"No lo sé, es que, es Malfoy."

Blaise se rió. "Esta bien," concedió. "Pero no. Todo será un acto."

Harry también se recargo en su asiento, rascándose la barbilla con una expresión


pensativa en el rostro.

"Y…¿10,000 galeones si funciona, no? ¿Estás seguro de que no tienes mal la cantidad?"

"Lo tengo todo en el papel," respondió Blaise, agradeciendo la respuesta de Harry al


plan. "Así que…¿crees que tu persona funcionaría?"

"Es posible," murmuró Harry. "Muy possible…"

Se puso de pie abruptamente. "Tengo que irme Blaise. Creo que quizás esta sea."
Blaise asintó y se puso de pie, viendo como Harry tomaba su capa y un poco de polvos
flu de un tazón en su escritorio.

Por unos instantes, Blaise cayó en la cuenta de que debía preguntarle a Harry quien era
la persona que tenía en mente.

"Harry," lo llamó, justo antes de que lanzara los polvos. "¿En quién estabas pensando?"

Harry sonrió misteriosamente, el regocijo en sus ojos color esmeralda. Uno podía decir,
que por un momento, se veía idéntico a su padre antes de hacer una travesura.
"Hermione."

Después, sin más, lanzó el polvo y diciendo la palabra "Hogar", desapareció en un rayó
de humo verde.

Fue en ese momento cuando Blaise registro lo que Harry le había dicho. Hermione.
Hermione Granger. La sabelotodo gusano de biblioteca miembro del Trío de Oro.
Autoproclamada como archienemiga de Draco Malfoy antes de la guerra. Su nemesis.
"¡Dios Potter!" ¿Acaso el hombre había perdido el juicio?

Pero ya era demasiado tarde. Harry se había ido.

Blaise se pego en la frente con la mano. No había estado equivocado al llamar estúpido
a Harry al principio. No. Estaba irónicamente en lo cierto.

Solo podía esperar que Granger tuviera un poco más de sentido común.

¿Se estaban burlando de él?

La audición

"¡Harry!" chilló Hermione por la millonésima vez en el día.

Igualmente, por la millonésima vez en el día, Harry ignoró a su amiga, manteniendo


firmemente agarrada su muñeca mientras la arrastraba por las hogareñas calles de
Hogsmeade. Si no tuviera tanta prisa, se hubiera detenido un momento para dejar que la
nostalgia llenara su mente. Habían pasado una buena parte de su infancia en este lugar.

Hermione trastabillo hacia adelante, maldiciendo silenciosamente dentro de su cabeza.


Momentáneamente se pregunto como había accedido a esto. La respuesta vino a ella—
no había accedido.

¿Por qué? Porque ella no sabía nada hasta que se habían aparecido ahí.

"Harry, detente," dijo resueltamente, plantando firmemente sus pies en el suelo.

Él se volvió. "¡Hermione no llegaremos si no nos apuramos!" Checó su reloj e


inmediatamente se preparo para arrastrar a su amiga consigo nuevamente. "¡Son las
9:54!"
"Pero Harry, ¡no veo porque tengo que hacer esto! ¡Es Malfoy! ¿Ya sabes… el idiota
que ha sido… bueno… un idiota con todos nosotros durante nuestros seis años en
Hogwarts?"

"Hermione…"

"¡Vamos Harry!"

"¿No eres tu la que siempre nos dice que hay que ver mas allá de las apariencias? ¿Qué
aceptemos el cambio? Él no es malo Hermione."

"¡Nunca dije que lo fuera!" contestó la chica enfadada, "pero sigue siendo un idiota y lo
sabes. Ninguna cantidad de dinero vale la—"

Harry se volteó y sonrió pícaramente. "¿Ni siquiera 10,000 galeones?"

Hermione abrió la boca por completo.

"Además, puede que Ron se ponga celoso. Eso siempre es algo extra."

Hermione lo fulminó con la mirada.

Harry continúo con una risita. "Esa es la cantidad total para la matrícula en esa escuela
tuya Hermione." Puso ambas manos en sus hombros, volteándola para que lo viera
directamente a la cara. "Ambos sabemos que tú necesitas esto."

Continúo rápidamente antes de que pudiera interrumpirlo, lo que ella sin duda trataba de
hacer. "Nunca ahorrarás en cuatro meses lo suficiente para a ir a esta escuela en octubre
si no haces esto."

Hermione miro al suelo, asintiendo brevemente. "Lo sé Harry," dijo quedamente. "Es
solo que no quiero creer que no hay otra forma."

"No la hay."

"Pero—"

"¿Dónde esta la chica que yo conocía, la que rechazó todas esas propuestas para poder ir
a esta escuela? Este es tu sueño Hermione. No dejes que algo pequeño, como Malfoy, se
ponga en tu camino," le dijo Harry, soltando un suspiro cuando la vio sonreír.

"¿Entonces vamos a hacer esto?" preguntó finalmente, "porque tenemos alrededor de un


minuto para caminar dos cuadras."

Hermione se rió. "Somos magos Harry." Y con eso, tomó su mano, sintiendo la ya
conocida sacudida en su estómago mientras se aparecían.

"Bien," respondió Harry mientras se materializaban en frente de la puerta de Las Tres


Escobas un segundo después. Sacudió su cabeza tratando de disipar el mareo, "Esto es
para lo que te necesitamos Hermione."
Lo que fuera que Hermione esperaba no era lo que vio cuando entro. La sala estaba
llena a toda su capacidad con una gran variedad de chicas diferentes. No sabía como no
lo había esperado.

Tomo a Harry por el brazo y lo llevo a una esquina casi vacía, donde tomaron asiento.

Mientras esperaban, Hermione trató de ignorar el nervioso latido de su corazón. Aunque


no podía evitarlo. Podía imaginar la expresión de Draco y su inmediato rechazo. Era
cierto que ya no eran enemigos, pero apenas se conocían.

En contra de sus deseos, muchas preguntas la invadieron. ¿Cómo reaccionaría él? ¿Lo
haría bien? ¿Sería capaz de conseguir el dinero? Y lo más importante—¿se había vuelto
loca?

"Hermione." La voz de Harry la saco de sus pensamientos.

"¿Mhm?" preguntó, levantando la vista de la revista que distraídamente había tomado.

"Esta amm… boca a bajo," le dijo, señalando la revista que se hallaba entre sus manos.

Bajo la mirada y se sonrojó. "¡Oh!" La cerró y la puso nuevamente en la mesa al mismo


tiempo que Blaise aparecía frente a ambos.

"Miren nada más, ¿no es la genio de Hogwarts Hermione Granger?", dijo


placenteramente, sentándose en el descansabrazo de la silla de Hermione. "Que
casualidad encontrarte por aquí."

"Oh cállate Blaise," gruño la chica.

"Como el mejor amigo de Draco Malfoy, podía quitarte unos cuantos puntos por eso,"
bromeó. Blaise vió como Hermione peleaba por mantener sus palabras para ella misma.
No podían llamarse amigos, pero en el pasado se habían dado los ocasionales 'holas' en
el cuartel de la Orden. Se había olvidado de lo divertido que era irritarla.

"Hombre, Zabini, deja de hacerle pasar un mal rato," dijo Harry.

Blaise sonrió. "¿Temeroso de que se eché para atrás?"

"No," replico Harry demasiado rápido. De hecho, estaba temeroso de que sucediera
exactamente eso.

"Sigo aquí por si quieren saberlo, pueden dejar de referirse a mi como una tercera
persona. Y para su información, no me echaré para atrás," hablo Hermione irritada.

Blaise se puso de pie. "Bien," dijo ofreciéndole su mano. "Porque resulta que ya llego tu
turno."

La chica empujo sus hombros hacia atrás, levanto la barbilla, ignoro la mano que le
tendían y se puso de pie por cuenta propia con toda la dignidad que pudo reunir. "Te
sigo."
"Zabini por que te tardas— oh, Granger, ¿qué haces aquí?" preguntó Draco en el
momento en que ambos cruzaron la habitación.

Hermione había cambiado mucho desde la última vez que Draco la había visto en
persona. Su cabello ya no era tan rebelde. Ahora, caía en hermosos rizos bajo su
espalda. Nunca había sido fea. Tampoco absolutamente despampanante, salvo por
contadas ocasiones—pero nunca fea.

No podía decir que no la reconocía. Además del hecho de que aún era… esencialmente
Hermione, había visto miles de fotos de la chica en los periódicos.

"¿Tu que cree—" se detuvo a media oración, recordando que el hombre en frente de ella
tenía su futuro en sus manos. Se coloco unos mechones detrás de la oreja mientras
lanzaba su siguiente pregunta con voz suave, sonriéndole dulcemente. "Audicionando."

"¿Perdón?"

Hermione apretó los dientes. Esto iba mas allá de lo vergonzoso. Entrecerró los ojos y
miro a Draco, quien la observaba con una expresión de perplejidad en el rostro. Blaise,
por el otro lado, a penas se aguantaba la risa. Y la mujer junto a Draco, quien supuso era
Stephanie, la observaba inexpresivamente. No podía decir si Draco la estaba haciendo
repetir sus palabras adrede.

"Audicionando," repitió, mas fuerte esta vez.

"¿Para?" sonrió Draco con malicia. Ahora, solo estaba siendo cruel.

"Para… para ser tú…" Hermione se atraganto con sus palabras.

"¿Sí?" Blaise finalmente soltó una carcajada que hizo que la chica se pusiera roja como
un tomate.

"Novia," soltó rechinando los dientes. Frunció los labios.

Draco sonrió. "Mejor."

"Cariño, ¿podemos terminar con esto?" se quejo Stephanie mientras examinaba sus
uñas.

"Si. Granger, continua entonces."

"¿Continuar con qué?" preguntó, aturdida.

"¿No se supone que eras inteligente? Tu puntaje ya se esta luciendo Granger. Tonta.
Fastidiosa. Muggle."

Hermione se le quedó viendo, pero su mirada se suavizó cuando se dio cuenta de lo que
él había dicho. Ni siquiera había vacilado. "Muggle," dijo en voz alta.
Esta vez, él le dirigió una sonrisa sincera, dándose cuenta a que se refería. "Si, eso sería
lo que eres."

Ella asintió. "Si. Acertaste esta vez Malfoy."

Compartieron una sonrisa.

"No es que quiera romper el tierno momento en el que mi querido amigo Draco
finalmente ha aprendido a contener su lengua, pero tenemos que continuar. Hay una
habitación repleta de chicas impacientes…¿recuerdan? Lo que sigue es una pelea de
gatos…" terminó Blaise.

"Bien," estuvo de acuerdo Malfoy.

"¿Qué se supone que tengo que hacer?"

Finalmente interesada, Steph levantó su cabeza y señalo el tubo en medio de la


habitación. "Es todo tuyo."

Hermione miró el tubo. Después a los tres "jueces".

Realmente pensaban que—¡no, no, no!

Sus expresiones decían que si. Draco y Blaise no podían contener sus miradas
divertidas.

La dulzura se había ido por el caño. Ninguna cantidad de dinero valía eso. Pero decidió
burlarse de ellos.

Levanto sus manos a los cordones de la túnica, tirando de ellos para que esta cayera al
suelo. Casi se rió de sus miradas atónitas.

Luego, precipitándose hacia adelante, aporreó su mano en la mesa tan fuerte como
pudo. Hizo un gesto de dolor, imaginándose el moretón que tendría después.

"¡Draco Malfoy!" rugió. "¿Honestamente no piensas que yo haría… eso, verdad? ¿Un
striptease?"

Siguió en silencio.

"¡Dios mío! ¡Si lo pensaste! Como si fuera posible," se burló. "No soy una cualquiera.
Y ni siquiera 10,000 galeones podrían rebajarme a ese nivel. ¿Te parezco tan
desesperada?"

Draco abrió la boca para contestar pero fue interrumpido.

"No, no me contestes eso. ¡La respuesta es NO! Eso es peor que mendigar por dinero."

Ya estaba lista para irse cuando él finalmente hablo.


"Diez mil galeones Granger. Piensa en lo que estás perdiendo."

Se dio la vuelta, apuntándolo con un dedo acusador. "El dinero no lo es todo, estúpido.
Eres tan idiota. No has cambiado en lo más mínimo. Para ti, siempre será dinero, dinero
y dinero. En caso de que no te hayas dado cuenta, ¡no es todo lo que hay en la vida!"

Se volvió hacia Blaise, quien tenía las manos levantadas a modo de rendición. "¡Y tú!
¡¿Cómo pudiste apoyar algo como esto?!"

"Bueno, tu viniste a algo como esto. ¿Qué esperabas? ¿Una fiesta de té?" dijo Draco
arrastrando las palabras.

"Oh tú… tú…"

"¿Qué? ¿Hurón? Ya está pasado de moda, ¿no crees?"

"¡No! Tú CARA DE HURÓN. Déjame decirte, no debía haber esperado algo diferente.
Te deseo suerte en encontrar a alguien Malfoy, porque no seré yo. Striptease. ¡Merlín!
¿Para qué estas audicionando? ¿Una stripper?"

Hermione siguió. "Tú y tu familia. Ni una gota de cordura en su sangre déjame decirte.
Y llamaste a mi sangre sucia alguna vez."

"¿Ya terminaste?"

"¡NO! ¡Sólo cierra la boca Malfoy! ¡Deja de reírte Zabini! Merlín, par de idiotas."

"Granger…"

"Sigues siendo el mismo tarado de siempre. ¡Y Harry! Lo voy a hechizar hasta la


inconsciencia, déjenme decirles. Voy a—"

"Tienes el trabajo Granger." Draco se recostó, viendo la boca de Hermione abrirse,


cerrarse, abrirse y cerrarse, una y otra vez.

"¡¿Qué dijiste?!"

"Tienes el trabajo," se encogió de hombros.

"Pero…" masculló silenciosamente, contrastando con sus anteriores gritos. Observó


mordazmente el tubo, y luego a Draco.

"¿Quién necesita una stripper?" dijo simplemente. "Mis padres se van a volver locos si
te tienen discutiendo así con ellos todos los días. ¿Estás segura de que puedes mantener
un constante temperamento como éste?"

Hermione lo fulmino. "¡MALFOY!"

Él levantó las manos. "Veo que sí." Se rió y Blaise se puso de pie con una hoja en la
mano.
"Entonces, Hermione, Draco, ¿pueden firmar aquí y aquí?"

"Espera, ¿qué?"

Draco garabateó su firma sin esfuerzo. "F-I-R-M-A-R Granger— o debería decir,


Hermione."

Ella lo miró boquiabierta.

"Wow, si te quedas tantas veces con la boca abierta, este trato se cerrará en un mes."

Su boca se cerró de golpe.

Apuntó un dedo hacia él. "Tú… tú acabas de llamarme Hermione."

Él simplemente sonrió y le empujó el papel y la pluma.

Lo miró, y después se imaginó Erudstrass. Y tal vez tambié una pequeña imagen de Ron
Weasley hirviendo en celos.

La chica tomó la pluma y firmó. Después, caminó, recogiendo su capa caída y se dirigió
a la salida. En la puerta, hizo una pausa. "El juego comenzó… Draco."

Libertad

El tiempo pasaba rápidamente. Demasiado rápidamente para el gusto de Hermione. Ya


había pasado una semana desde aquel día—el día que había firmado su libertad por los
siguientes cuatro meses, reemplazándolos por unos agotadores y penosos meses en la
mansión Malfoy.

Oh si, ella ya sabía que iba a ser una experiencia desagradable. Cada noche, por los
últimos siete días, había sido perseguida en sueños—no, pesadillas—de lo que podía
pasarle en ese lugar prohibido. Se había imaginado todos los horribles comentarios,
muecas de desprecio, y obviamente, la sonrisa de lado característica de los Malfoy.

Se estremeció involuntariamente.

Lo único bueno que había salido de estos sueños era que ya nada podía sorprenderla.
Podían lanzarle lo que quisieran. De todas formas ella ya lo había soñado e imaginado
todo.

Justo la noche pasada ella había soñado que…

"¿Hermione?" Harry tronó los dedos enfrente de la mirada perdida de la joven.


"¡Hermione!"

"¿Huh? Perdón, ¿qué fue eso Harry?" tartamudeó la chica, parpadeando rápidamente.

"Dije," suspiró, "que tenemos que ir al departamento de Malfoy hoy."


Observó, aguantándose la risa, como la cabeza de Hermione se alzó de golpe. "¡QUE!"
chilló. "¡No, no, no, no, NO! Harry se supone que lo veríamos el veinte y hoy es…" Vio
su reloj. "Veinte," murmuró. "Diablos."

Harry consideró a su amiga con una expresión pensativa en el rostro. "No te preocupes
Hermione," le dijo finalmente, buscando las palabras correctas para decirle, "no será tan
malo como te lo has imaginado. Siempre sobre analizas las cosas."

"Créeme, dudo realmente que este sobre analizando na—"

De repente, un sonoro 'pop' la interrumpió.

Hermione puso los ojos en blanco y Harry gruño.

"No otra vez," resopló el chico, masajeándose las sienes con frustración.

"Lo siento amigo, no pude evitarlo," replicó Ron. "Yo, a diferencia de ti, no puedo
quedarme parado sin hacer nada viéndola tomar la decisión mas estúpida de su vida."

"Técnicamente, la decisión ya ha sido tomada," apuntó Harry.

"Maldita sea… ¿de verdad? Pero tú sabes que, una decisión puede ser anulada cuando
se prueba que ella la tomó bajo presión. El idiota probablemente la amenazó. Si, eso
debió pasar."

"Ron," gruño Harry, "solo déjalo. Has estado haciendo esto todos los días. Ella no va a
cambiar de opinión."

Ron soltó un bufido. "Ella no está en sus cabales, eso es lo que yo digo."

Hermione cruzó los brazos y se recargó en la pared. "Hola Ronald," le dijo


placenteramente.

Ron brincó. "Oh, Hermione, no te vi."

"Si, eso parece."

Ron se mordió el labio, pareciendo considerarlo. Hermione no se veía molesta. Hizo


una pausa. "Hermione. No puedes hacer esto. ¿Te has vuelto loca? ¿Malfoy? ¡Como se
te ocurrió pensarlo, mucho menos aceptarlo, es un misterio para mí! Esto tiene que ser
la cosa más estúpida que jamás hayas hecho. No, ¡esto debe ser la cosa más estúpida
que NINGUNO de nosotros ha hecho nunca!"

"¿Qué de la vez que tú—" apuntó Hermione.

"Sin contar esa," interrumpió velozmente Ron, su cara tornándose roja.

"Oh, y la vez que…" comenzó Harry.

"Esa tampoco cuenta," soltó.


Harry abrió su boca pero Ron se le adelanto. "¡Ok, ok, la cosa más estúpida que tú o
Harry han hecho nunca! ¿Contentos?" murmuró.

Hermione sonrió, disfrutando la obvia incomodidad de Ron ante la idea. Secretamente,


ella esta contenta de que él se preocupaba lo suficiente para enojarse de esta manera.
¿Se irritara tanto cuando Luna hace algo? se preguntó brevemente. Desapareció el
pensamiento. "Yo creo…" comenzó. Vio a Harry con una sonrisa diabólica. "Yo creo
que es una gran idea Ron." El chico se quedo boquiabierto. Eso la alentó a que
continuara. "Sí, una idea fabulosa la verdad." Camino hacia adelante, jalando a Harry y
a Ron consigo. "Ahora, si nos disculpas Ron, tenemos una cita con Mal—" se detuvo,
sonriendo maliciosamente al realizar cuanto molestaría a Ron la mención de su nombre,
"Draco."

Ron se detuvo abruptamente. "¿Por favor Hermione?" El ambiente de repente ya no era


tan divertido, tan en broma.

Le dirigió una mirada de impotencia que hizo a Hermione detenerse a considerarlo.

Llámenla egoísta o no, pero no pudo desistir. Había muchas cosas en juego para ella.
"Ron…" dijo suavemente. "¿Por favor?"

"No hagas esto Hermione."

"Por favor Ron. Solo confía en mi esta vez," rogó la chica.

"No voy a aceptar esto, no me importa lo que digas."

"Entonces no te estoy pidiendo que lo hagas," le dijo.

Les lanzo una mirada fulminante, primero a ella y luego a Harry. Finalmente, dio un
paso hacia atrás, levantando su varita para aparecerse. "Solo no regreses llorando
cuando él te lastime Hermione," dijo finalmente en un tono duro.

Hermione sintió su rostro tensarse. Se aguanto el dolor.

Ron suspiró. "Y no dejes que te lastime," susurró en un tono ligeramente más suave,
antes de desaparecer.

"Vamos," dijo Harry, tomando su brazo. "Solo vámonos."

Extravagante. Extravagante, extravagante, extravagante. Esa era la única palabra que


Hermione pudo pensar para describir la habitación en la que se encontraba. Se sentía tan
fuera de lugar con sus jeans y su top sin mangas. Hubiera encajado mejor si llevara
puesto un vestido formal, y Harry un esmoquin o un traje.

Oyó como Harry susurraba "wow" contiendo el aliento.

"Sep," contestó ella.


"Buenas tardes Señor, Señorita," se dirigió hacia ellos un señor de edad avanzada que se
encontraba detrás de la recepción, "¿qué puedo hacer por ustedes?"

"Estamos bien," aseguró Harry inmediatamente. Inclino su cabeza hacia los elevadores,
adornados con complicados grabados. "Solo estamos de visita."

El recepcionista no parecía haberle creído a Harry. Hermione no hubiese esperado nada


diferente. Estaban tan fuera de lugar como un rey en las calles. Asumió que se veían
terriblemente sospechosos. "¿A quién estaban buscando señor? Quizá yo pudiera ser de
ayuda," insistió el hombre.

Harry suspiró. Como odiaba hacer esto. Se pasó la mano por la frente removiendo unos
mechones de cabello y casi se rio cuando el hombre ahogó una exclamación. "¡Oh,
discúlpeme señor Potter! ¡Estoy muy apenado!"

Hermione lo codeo en las costillas. "No necesitabas hacer eso," siseó.

Delante de ella, el hombre continúo. "Adelante Sr. Potter. Sea bienvenido."

Harry jaló a Hermione, agradeciéndole al hombre que parecía no poder dejar de hablar.
"Se nos estaba haciendo tarde," se defendió.

"Seguro," dijo Hermione, en un tono claramente reprobatorio. "Nuevamente, ¿en qué


piso estaba?"

"Diez."

"Bien Harry, entonces, gracias por traerme." Se volvió para darle a su amigo un corto
abrazo.

"No hay problema. ¿Te checaré esta noche ok? Y si no estás en casa, entonces tendré
que venir a buscar a Malfoy." Le dirigió a Hermione una sonrisa pícara.

Ella entornó los ojos. "Yo no creo que sea particularmente sabrosa Harry. Él no va a
comerme."

Harry pretendió que se pegaba en la cabeza, y gruño dramáticamente. "Eso es lo que he


estado diciendo todo el día," se quejó.

"¿No está Ginny esperándote o algo? Ve. Sal de aquí."

Hermione ahora se encontraba sola, parada ante la enorme puerta del departamento de
Draco. ¿No se supone que los departamentos debían ser pequeños? Aparentemente esto
no funcionaba así en el mundo mágico.

Miró el timbré vacilante, su dedo a un pelo de distancia. Estaba casi temerosa de


tocarlo.

Tomó una bocanada de aire y lo apretó, escuchando el sonido desde su posición en el


exterior. Se retorció las manos mientras esperaba.
La puerta se abrió.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente. "Extravagante," logró murmurar.

"¿Qué fue eso Granger?" preguntó el hombre enfrente de ella.

Salió de su ensimismamiento. "Nada. Así que… vas a dejarme pasar o…"

Se hizo a un lado elegantemente y ella entró en la habitación. La ostentosa y verde


decoración era sofocante e intimidante. Pero al mismo tiempo, era elegante y de muy
buen gusto.

No era de extrañar que pudiera contratar a alguien por 10,000 galeones. Aunque ella no
tenía pretendido quejarse.

Draco la condujo a un sillón, que sorprendentemente, no era verde. Era blanco. Cuando
dudó en sentarse, él delicadamente la sentó y le sonrió.

Le sonrió.

Hermione estaba segura de que ahora estaba planeando algo. Su frente se arrugo
mientras trataba de pensar. Harry tendría que venir a buscarlo esta noche después de
todo.

"¿Hay algo que te molesta?" preguntó el chico. Ella no pudo detectar ninguna falsa
sinceridad así que se contuvo para contestar, tú.

"Nop," respondió velozmente.

"Bueno entonces," continuo, "bien, entonces empecemos."

Ella asintió mientras él comenzaba.

A medida que el tiempo pasaba, ella dejó a sus ojos divagar mientras la relajante voz del
chico relajante zumbaba y zumbaba. El tic-tac del reloj parecía más ruidoso que
cualquier otra cosa en sus oídos.

De repente, la mesita de café, delante de ella, tembló ante el impacto de una de las
manos de Draco.

Levantó su mirada para ver la mueca despectiva en el rostro del joven. Había vuelto.
Estaba a salvo. Ella sonrió. "¿Si?"

"¿Me estás poniendo atención?" su nariz se arrugó en disgusto mientras esperaba una
respuesta. Esto repentinamente le recordó a las clases de pociones con Snape en sus días
de escuela. Exceptuando el cabello grasiento. Hermione soltó una risita.

"¿Te importaría compartir que es tan gracioso?" pregunto arrastrando las palabras,
claramente enfadado. Se dejo caer en el espacio del sillón junto a ella, y la chica hizo
espacio para él inmediatamente. Era extrañamente reconfortante. No incómodo como
ella imaginaba que sería.

"Es solo que… te estaba comparando con… Snape." Mientras decía estas palabras, se
dio cuenta de lo absurdo que sonaban. Draco no era en lo absoluto parecido a Snape.

El estaba claramente de acuerdo con eso también, al tiempo que bufaba ruidosamente.
"Estás loca Granger. Mejor para mí yo creo. Solo ponme atención, debes saber lo que
mis padres esperan de mi novia."

Hermione se recostó, encarándolo. "¿Para qué? Creí que se suponía que debía hacerlos
enojar."

"Así es, pero necesitas saber lo que esperan para que así tu no hagas eso."

Ella asintió lentamente. "Creó que eso tiene sentido." Continuó quedamente, "de alguna
retorcida manera."

El ignoró su leve desaire. "Bien, entonces pon atención." Prosiguió.

"… él. Así que, nunca llames a mi madre Narcissa. A menos que ella te diga que lo
hagas. Es considerado un insulto mientras que para—"

"¿Hey, M-Draco?"

Se detuvo en seco, tanto en su discurso como en el ritmo. "¿Sí?"

"¿Crees que podrías llamarme Hermione?"

"Lo haré, cuando estemos cerca de mis padres," hizo una pausa, pareciendo
considerarlo. "Suena raro. Granger suena mejor."

"Pero— bueno, si supongo que tienes razón."

"¿Eso es todo?"

"¿Te importa si te llamo Draco? Solo quiero acostumbrarme a el así no meteré la pata."

"Supongo que esta bien."

"Ok Draco, continua Draco."

El chico sonrió.

"¿Draco?" preguntó Hermione.

"Se que mi nombre suena bien pero no tienes que gastarlo. Usarlo demasiado es
exageración."

Ella se sonrojo. "Esta bien. Continua."


Se quedó en silencio.

"Bien."

Conociendo a los padres

Hermione se encontraba afuera de su apartamento, dos grandes maletas a cada lado de


ella, esperando que un seguro Malfoy viniera a recogerla.

Checó su reloj, viendo como los números cambiaban a 11:00. Un sonoro chillido hizo
que instintivamente diera un brinco hacia atrás, su cabeza levantándose de golpe.

Ya no estaba de pie ante una calle vacía. Delante de ella se encontraba una elegante
limusina negra, que aparentemente había aparecido de la nada. Hermione sabía bien
como. Magia.

Las puertas se abrieron y se inclino para ver el interior. Malfoy se encontraba sentado
ahí, su aspecto inmaculado y frío; su cabello estaba limpio, su cara tranquila mientras se
recostaba en el respaldo de su asiento.

"Mal—Draco," saludo la chica, su natural forma de dirigirse a él casi escapándose.

"Granger."

Se irguió, ahora verdaderamente consciente de lo diferente que los mundos de ambos


parecían ser. Incluso ahora, en un simple viaje a la casa de su infancia, él llevaba puesta
una camisa de vestir y unos pantalones a juego. Ella, en cambio, estaba vestida con un
suéter y jeans. No dejo que eso le molestará, mientras utilizaba todas sus fuerzas para
levantar una de las pesadas maletas. De todas formas no se suponía que ella fuera la
novia perfecta.

La chica luchó para llegar a la cajuela del auto, trastabillando bajo el peso de sus
maletas. "Un caballero, mi trasero," murmuró cuando finalmente pudo soltar la maleta.
El auto se sacudió ante el impacto.

Hermione espero unos segundos para ver si Draco iba a ayudarla. Aparentemente no
planeaba hacerlo.

Se dirigió a la otra maleta y la arrastro con las llantitas hacia la parte trasera del coche.
Ahí la levantó y la soltó dentro de la cajuela también, intencionalmente fuerte haciendo
que el coche se agitara con su frustración. Ella vivía en un barrio muggle—por
consiguiente, no podía utilizar magia.

Azotó la tapa de la cajuela con toda la fuerza con que le fue posible. Después se dejo
caer en el asiento junto a Draco.

"Gracias por ayudar," murmuró sarcásticamente, girando los ojos. "¿No tienes un chofer
o algo así?"

Se volvió a mirarla y se encogió de hombros. "Si," dijo simplemente.


Hermione sintió que el hombre junto a ella era una persona totalmente diferente con la
que había estado la noche anterior, pero no se preocupo por eso. A ella, honestamente,
no podía importarle menos como se comportase Draco, mientras actuara bien y no la
hiciera pasar un mal rato.

El camino paso en un silencio incómodo. Varias veces, Draco trato de pensar en algo
que decir, pero terminaba desechando la idea. Sabía que debía haber ayudado a
Hermione con sus cosas, o al menos, haberle dicho al chofer que lo hiciera, pero sintió
la repentina e inexplicable necesidad de volver a ser su antiguo yo Slytherin. Volvió el
rosto al cuerpo dormido de Hermione, su cabeza brincaba ligeramente en la dura
superficie de las polarizadas ventanas. Hizo una mueca, conociendo que el camino a su
casa era muy desigual.

Granger, pensó derrotado, moviendo la cabeza. Bueno, no se disculparía por sus


acciones previas, pero podía enmendárselo. Una cosa por otra, de alguna manera.
Transfiguro una copa de vino en un suave cojín, y lo coloco entre su cabeza y el marco
de la puerta.

Listo. Quizás así la culpa dejaría de carcomérselo.

El camino hacía la mansión Malfoy no era uno largo—al menos, no a la velocidad a la


que viajaban. Pronto, la limusina se detuvo. Sacudida por el repentino movimiento,
Hermione se despertó.

"¿Qué paso?" preguntó, sus ojos abriéndose de par en par, sus mejillas sonrosadas por
su corta siesta.

"Hemos llegado," contesto el chico, esta vez con un tono menos indiferente. Parecía
estar de mejor humor.

Hermione notó el cojín que se hallaba olvidado en el suelo de la limusina. Decidió no


mencionarlo, y Draco le agradeció el gesto.

Se talló los ojos. "Ahora el juego en verdad ha comenzado," refunfuño cansadamente.

"Estoy de acuerdo contigo," se rió Draco.

"Yei," murmuró, mientras la puerta se abría mágicamente para ella. Dio un paso afuera
de la limusina y examino sus alrededores. El jardín era majestuoso, con una fuente en el
centro que emitía ligeros sonidos del agua que corría. En la distancia, podía ver el
enorme prado, y eso la hizo sonreír.

Tal vez esto no seria tan malo—

Se dio la vuelta.

Oh, si iba a ser tan malo. La casa surgía imponente sobre ella, y se sintió exactamente
igual que la primera vez que vio el castillo de Hogwarts desde los pequeños botes en su
primer año. Estaba sin palabras. Quitaba el aire.
La casa era hermosa—blanca y brillante. Brillante. Tenía enormes ventanales que
parecían tan altos como la casa. Muy altos.

"Granger."

Y tenebrosa. Si, la casa era definitivamente tenebrosa.

"Granger."

Y—

"¡GRANGER!"

"¡Voy!" gritó la chica, corriendo para alcanzar a Draco.

Rápidamente le agarro el paso, pero no podía evitar seguir observando su alrededor. La


entrada era inmensa.

Draco se dio cuenta de su sorpresa. "¿Cuál era la palabra que utilizaste anoche? Ah sí,
¿extravagante no?"

Podía oír la broma en su voz, pero aun así se sonrojo. "¿Escuchaste eso? Disculpa."

"Oh no, lo es. Es en parte por lo que ya no vivo aquí."

Ahora, se hallaban casi en la puerta de entrada. La chica se volvió. "Bueno no es


realmente… ¿qué son esos?"

Él vio hacia donde apuntaba. "Pavo reales albinos. Decoraciones compradas por mi
madre."

"¿Decoraciones? ¿Pavo reales?" Él asintió. "¿Pavo reales vivos? ¿Cómo decoraciones?"


El chico le lanzó una sonrisa tímida. "Ok, disculpa, pero si, es extravagante." Se sintió
aliviada cuando lo escuchó reír. "Solo me preguntaba, ¿cuál es la otra razón por la que
ya no vives aquí?"

Como si quisieran responderle, la puerta se abrió de repente. Una esbelta, e


incuestionablemente bella mujer salió, con gracia, a su encuentro.

Parpadeo con sus azules ojos inspeccionando y rápidamente se lanzó hacia adelante, sus
brazos abrazando a Draco. Sus rosados labios se transformaron en una sonrisa.

"¡Oh Draco, querido! ¡Ay mi bebé!"

Hermione se aguanto la risa.

Narcissa se soltó, colocando su rubio cabello detrás de sus hombros con una mano
mientras con la otra pellizcaba la mejilla de Draco.

"Eso," le murmuró a Hermione, "es la razón del porque."


"Te vez mas delgado que la última vez que nos visitaste Draco," se quejó la mujer, sus
rasgos formando una mueca de disgusto. "¿Has estado comiendo?" pregunto en un tono
claramente reprobatorio. "Bebé, tienes que comer."

"He estado comiendo madre," replicó mientras se alejaba discretamente de su abrazo.


"¿Está padre aquí?"

A la mención de Lucius Malfoy, los ojos de la mujer parecieron brillar. "¡Oh sí! ¡A tu
padre le encantara verte! ¡Una idea espléndida!" aplaudió mientras daba un pequeño
saltito, volviéndose de manera entusiasta. "¡Louuuu!"

Está, pensó Hermione, no puede ser Narcissa Malfoy. Claramente estoy alucinando.

Al mismo tiempo que el pensamiento de Hermione terminaba, un hombre apareció en la


puerta, su mano alrededor de la cintura de Narcissa. A este, Hermione lo reconoció
claramente. El rubio y lacio cabello largo. La mueca de disgusto en el rostro. El olor a…
bueno… Malfoy…

"Si, hola hijo. Es bueno ver que no te has olvidado de tus padres," dijo éste, en el mismo
tono frío. Aparentemente el hombre no había cambiado mucho. Se paso el cabello a la
espalda.

Hermione bufo ante el gesto tan femenino. Esta claro que esto es lo que te ganas por
tener el pelo más largo que el mío, pensó.

El sonido causo que Lucius se girara hacia ella. Levantó la vista a un muy familiar par
de escrutadores ojos grises. De tal palo, tal astilla—o como el hijo había sido antes. "¿Y
quien es está? Ah, te reconozco. Eres la niña Granger."

Hermione ladeo la cabeza. Las lecciones del día anterior resonaron en su cabeza.

Se dirigió a ambos adultos fríamente, negándose a demostrar lo incómoda que de


verdad se sentía. Mantuvo su voz tranquila. "Lucius," asintió en dirección al hombre,
"Narcissa."

Draco se mordió los labios para contener una sonrisa cuando vio las expresiones de
asombro en los rostros de sus padres. Nunca, nadie se había dirigido a ellos de esa
manera. Le siguió el juego. "Ah, padre, madre, esta es mi novia, Hermione Granger."

Intencionalmente el la codeo, demostrándolo, y ella toscamente ofreció su mano a


Lucius y Narcissa. Ellos solamente se quedaron viendo.

"Oh," murmuró la chica. "Bien." Limpió su mano en los jeans, tratando fuertemente de
no reírse. Desearía poder capturar este momento.

Narcissa fue la primera en recuperarse. Vacilante estrechó la mano de Hermione, a


penas tocándola, y forzó una sonrisa. "Um… gusto en conocerte… Her—" tragó,
"mione."
Hermione ignoró la vacilación sonriente. "Oh a ti también Narcissa. Es agradable al fin
poder conocerte." Observó como Narcissa sonreía, estaba clarísimo que ella estaba feliz
de oír que su hijo había hablado de ella. "¿Va tu esposo a estrechar mi mano? ¿O debo
de retirarla?" preguntó Hermione. La sonrisa de Narcissa se desvaneció. Codeo a su
renuente marido.

"Granger," reconoció al tiempo que estiraba su mano para estrecharla también.

"Finalmente," mofó Hermione. "¿Les importa si entró?" preguntó educadamente. Tomo


a Draco de la mano, sonriéndole amorosamente. "¡Vamos Draco, dijiste que me
mostrarías el lugar!"

Draco estuvo a punto de reírse ante su expresión. Hermione era una mejor actriz de lo
que la gente creía. "Esta bien," se rió él. Se volvió para dirigirse a sus padres.
"Estaremos abajo para la cena. ¿Les importaría si Hermione comparte mi habitación?"
preguntó. Hermione no lo dejo esperar una respuesta, apresuradamente lo jaló al interior
de la mansión.

"¡Adiós Lucius, Narcissa!" les dijo, dejando a dos padres totalmente escandalizados en
la entrada de su propio hogar. Con todo y todo, esta era una memorable primera
impresión.

"Bien jugado Granger," comentó Draco, liberándose de la mano de la chica en cuanto


estuvieron fuera de la vista y oídos de sus padres. "Siempre supe que Potter no era el
único con un poco de Slytherin en él."

"Yo creo que eso fue un cumplido."

Se encogió de hombros. "Tómalo como quieras." La guió escaleras arriba desde el


vestíbulo principal, que era más parecido a un pequeño salón de baile.

"Eres horrible Draco, ¿lo sabías?" se rió ella mientras mentalmente hacia un mapa de la
mansión. No le haría nada bien perderse en un lugar como este.

"Oh, lo sé." La guió por un pasillo, y por otro, y por otro—todos los que parecían
iguales. Era un caso perdido en un lugar como este.

"¿Viste la expresión de mi padre?"

"¡Oh si! Parecía o que se iba a desmayar o que iba a hacer que yo me desmayara."

"Muy gracioso," dijo débilmente.

"Así que esos eran el Lucius y la Narcissa Malfoy, ¿no? No eran ni la mitad de malos de
cómo los recordaba."

"Las cosas cambian."

"Si," miró a Draco, sonriendo. "Creo que lo hacen." El la ignoró, dando la vuelta en una
esquina.
"Esta," se detuvo finalmente, "es mi habitación."

Espero a que dijera algo más. "Ok… ¿dónde esta la mía?" preguntó.

El chico se río, pensando que ella estaba bromeando. Su risa murió cuando cayó en la
cuenta de que ella lo decía en serio.

Hermione sintió que dejaba de respirar. "Dios. Mío. Malfoy, no hablabas en serio hace
rato. NO voy a dormir en la misma cama que tu, mucho menos en la misma habitación.
¡No, eso no estaba en el acuerdo!" dio un paso atrás, alejándose de él.

"Shh" siseó el chico. "Y si estaba en el acuerdo."

"¡No estaba!"

"En letras pequeñas."

"Algo muy Slytherin," replicó molestamente. "No importa. De ninguna manera voy a
dormir contigo."

"Oh, que no se suban tus esperanzas Granger."

"¡NO QUISE DECIR ESO!" chilló ella. Su voz hizo eco.

"¡DEJA DE GRITAR!" respondió, igualmente alto.

La joven cruzó los brazos sobre su pecho de manera protectora. "¿Ahora quien esta
gritando?"

Draco miro alrededor, asegurándose de que no había nadie más ahí. La atrajo hacia él.
"Escucha, Granger, no hay otra manera. A mi tampoco me hace particularmente feliz,
pero mis padres van a checar."

Colocó ambas manos en su pecho, y lo empujó rudamente. "No se supone que… es una
vieja tradición que las parejas que no están casadas," los señalo a ambos, "no duermen
juntos."

"Si," respondió lentamente, "por lo que nosotros vamos a dormir en la misma


habitación."

"Pero… pero…" Hermione balbuceó.

"Vamos Granger, ten un poco de valentía Gryffindor. Digo, ya te enfrentaste a mis


padres. Yo no muerdo."

"Eso no es lo que me preocupa," murmuró quedamente.

Él sonrió. "Y no voy a forzarte a nada," dijo. "Novia, ¿recuerdas?"


Ella no respondió pero Draco pudo ver que había admitido su derrota. Molesta, empujo
la puerta y entró en la habitación. Ya ni se sorprendió con la decoración. "Estúpido
Malfoy. Estúpida yo. Diablos," pisoteó enojada.

El joven dejo que siguiera con su pequeña rabieta, decidiendo que quizás no era el
mejor momento para decirle que más venia en las letras pequeñas. Digamos quizás,
algunos besos.

No pudo reprimir una mueca de horror.

A la mañana siguiente

"Tu dedo esta en mi lado," susurró Hermione mientras miraba acusadoramente, en la


obscuridad de la noche, el objeto culpable. "Quítalo."

Draco forzó uno de sus pesados párpados a abrirse y se dio vuelta para mirarla. "Por
Merlín, Granger." Cerró su ojo de nuevo.

"Dije," repitió duramente la chica en voz baja, "tu dedo esta en mi lado de la cama."

El joven gruño. "Si, ya se lo que dijiste. Ahora pregúntame si me importa," logró


murmurar.

Ella se levantó, jalando en el proceso las sabanas que cubrían el torso de Draco. "Te
estoy advirtiendo Malfoy," dijo furiosa, sus duros ojos moviéndose de su cara a su dedo.

Murmuró algo entre dientes, y jaló las sabanas para taparse nuevamente.

"Draco."

No hubo respuesta.

"Draco," dijo ella nuevamente, esta vez con el volumen normal de su voz. Espero antes
de continuar. "Tu lo pediste," masculló antes de lanzar su puño lo mas fuerte que pudo
contra el meñique del chico.

Él soltó un aullido, saltando. "MALDITA SE—!" Ahora ya se encontraba


completamente despierto, alzó su mano mientras observaba su dedo punzante de dolor.
"¿Por qué diablos hiciste eso mujer?" preguntó molestó, tratando de controlar su
volumen para que sus padres, que se encontraban en la habitación al final del pasillo, no
lo escucharán. Palpó su dedo. "Creo que esta roto."

Hermione se encogió de hombros, aunque por dentro, sonreía. Apuntó hacia la cama.
"Estuvimos de acuerdo con esto. La mitad de la cama es tuya," dibujó una línea
imaginaria para delimitar ambas mitades, "y la otra es mía. Y estabas en mi mitad."

"Merlín," murmuró por lo bajo. Sostuvo su adolorido dedo. "Bien, me disculpo si no


pude ver la línea invisible mientras estaba durmiendo."

"Ese es tú problema, no el mío."


Cerró los ojos, demasiado agotado para discutir. "¿Cuál es tu problema Granger?
¿Cómo se supone que controle lo que hago mientras duermo?"

"¿Mi problema? ¿No ya habíamos dicho que eras tú el del problema? No me importa
como te controles Draco, solo hazlo en tu lado de la cama."

El chico se dejó caer de nuevo en la cama, su cabeza chocando con la almohada. En la


oscuridad de la noche, aún podía distinguir la silueta de Hermione. "¿Cuántas veces te
he dicho esta noche—" checó el brillante reloj en la mesa junto a él, 1:24 am. "—o más
bien, la noche de ayer," gruño, "que no voy a tocarte Granger, al menos que sea
necesario."

"Que sea necesario" apuntó ella, "puede tener muchos significados diferentes. Y no
estoy dispuesta a probar ninguno de esos significados."

Draco levantó sus manos al aire. "Oh, por el amor de—"

"Solo no invadas mi burbuja personal y estarás bien. Mejor aún, ni siquiera toques mi
burbuja personal." Simuló la forma de un círculo con sus manos, pero el ya no estaba
mirando. Tenía los ojos cerrados, pero sus manos estaban firmemente colocadas frente a
él.

No quería preguntar, pero al mismo tiempo no pudo contenerse. "¿Y que si lo hago por
accidente?" dijo, haciendo énfasis en las últimas palabras.

Hermione se inclino sobre él, sus ojos entrecerrándose mientras esperaba que él abriera
los suyos. Lo hizo, y ella continuo, su tono amenazador. "Si lo haces, sea accidente o
no, te hechizaré."

Levantó una ceja, claramente sorprendido. "¿Me hechizarás?" Sonrió.

"No, hechizaré tus pelotas." Hundió uno de sus dedos en el pecho del chico. "Justo."
Hundió su dedo nuevamente. "Abajo."

Sus ojos se abrieron desmesuradamente al ver la expresión en el rostro de Hermione.


"Maldita sea, estoy durmiendo junto a una mujer completamente loca." Y en parte lo
parecía. Su pelo era un desastre, sus mejillas estaban rojas por el sueño y el enojo, y sus
ojos lanzaban dagas a su cuerpo, como si de verdad ella fuese a sacar de la nada una y
clavársela en la espalda. "Puede que sea mejor que duerma en el suelo."

Los fruncidos labios de Hermione se tornaron una sonrisa. "Buena idea." Después, sin
vacilación alguna, empujo a un desprevenido Draco de la cama.

Cayó con una fuerza tal que estaba seguro sus papas escucharían. Escuchar— y creer
que el estaba hacienda algo— definitivamente no ser tirado de la cama por su novia.

Molesto, se trepó de nuevo. "Si claro Granger. No lo creo. Si es tan asustada, tu deberías
dormir en el suelo," escupió.
"¿Ya tuvimos esta discusión, recuerdas?" respondió cansadamente. "No voy a dormir en
el suelo."

"Ni yo." Y para probar su punto, se acomodó nuevamente en su lado de la cama.


Arriesgándose un poco más, colocó su pierna izquierda encima de las piernas de la
chica, completamente invadiendo su espacio.

Ella lanzó un chillido y, antes de que el pudiera siquiera reaccionar, tenía su varita
apuntándole. Mas específicamente, a la parte baja de su cuerpo. "No me hagas hacer
esto, Draco," le advirtió.

Lentamente, reconociendo su derrota, quitó su pierna y levantó las manos a manera de


rendición. "Nada de tu lado." Se quedo viendo la varita flotando en el aire. "Tu burbuja
personal. Entendido. Bien. Es hora de dormir." Y con eso, apresuradamente se recostó
lo más cerca de la orilla de su lado que pudo, dándole la espalda.

Hermione lo observó por unos minutes, antes de suspirar, y colocar su varita debajo de
la almohada—por si acaso. Estaba durmiendo junto a un Slytherin. Nunca estaba de más
ser precavida.

Se recostó, su espalda hacia Draco. Ella igual se dirigió a la orilla de su lado, poniendo
toda la distancia posible entre ella y el chico. Desafortunadamente, la sola sábana que
compartían no permitía alejarse mucho.

Tiró de ella, pero aún así solo lograba cubrir la mitad de su cuerpo. Tiró nuevamente.

Él tiro también.

Ella jaló otra vez.

Él jaló también.

Ella volvió a tirar.

"Oh, al diablo con esto," escucho murmurar a Draco, antes de que ella fuera capaz de
jalar la cobija completa a su lado. Sonrió, satisfecha, acurrucándose profundamente en
el suave colchón y cerró los ojos, dejándose soñar. Esta batalla la había ganado. Pero,
sabía bien, que solo era una de las muchas otras por venir.

Ahora bien, Draco Malfoy no era una persona madrugadora. Para nada. Era muy
conocido por despertarse bien entrada la mañana y quedarse en cama hasta medio día.

La cosa es, que cuando uno duerme en la orilla de la cama por miedo a que sus partes
anatómicas sean voladas en mil pedazos, sin una sabana también, ponía las cosas
completamente en otra perspectiva.

Draco hizo un amago de sonrisa.

"Es hora de levantarse, Granger," tronó. Hermione visiblemente molesta,


automáticamente tiró de la sábana hasta cubrir su cabeza. Debajo de la sábana—su
sábana— ella murmuro su incomprensible respuesta que sonaba más bien como un
quejido.

El chico se rió quedamente, sacando su varita. La venganza era algo muy, muy dulce.

"Wingardi…" murmuro por lo bajo, sonriendo de oreja a oreja mientras las sábanas se
salían de las manos de Hermione para flotar en el aire.

Hermione tembló involuntariamente, tomando el aire donde previamente había estado la


sábana, con los ojos aún firmemente cerrados. Se giró a su derecha, tratando de
encontrar la tela faltante. Y nuevamente tembló, el aire frío rosando sus sonrosadas
mejillas. Fue casi un minuto después cuando se levantó abruptamente, sus ojos
abriéndose de par en par. "¡Ey!"

El movimiento tan repentino lo sorprendió, ya que instintivamente bajo la mano. Las


sábanas cayeron encima de la chica, haciéndola parecer un bulto. Forcejeo debajo de
ellas, y en un abrir y cerrar de ojos, cayó con un golpazo en el suelo.

Su risa aumento, aunque mentalmente llevaba la cuenta atrás de la inminente explosión.


3. 2. y—

"¡DRRAAAACCOOOOO MAAALLLFOOOOOY!"

Hizo una mueca. "¿No eres una persona madrugadora, verdad?"

Agresivamente, empujó la sábana de su cabeza y sopló, quitando mechones de cabello


de su cara.

"Creo que no," el chico se encogió de hombros, respondiéndose a si mismo. Vio como
Hermione se ponía de pie, aventando la sábana a la cama y empujándolo para dirigirse
al baño. Sabía, sin ninguna duda, que haría la cama cuando saliera. No sabía porque,
pero lo sabía. Era solamente algo que ella haría. Viendo que ese era el caso, no pensó
dos veces el dejarse caer nuevamente en su cama, se recostó mientras esperaba. Ya
estaba listo, gracias a su extraña mañana.

En cuestión de minutos, la puerta se abrió nuevamente. Hermione se recargó en el


marco de la puerta, con un conjunto de ropa limpio y su cabello amarrado en una cola
de caballo, mientras se lavaba los dientes. "Entonces, quevamhacereh?" gorjeó.

"Podría hacer como que entendí eso," dijo, "pero no. Por cierto, aún pienso cobrarme la
de anoche."

Ella lo ignoro, regresando al baño para enjuagarse la boca.

"Creí que la despertada era venganza suficiente."

"Ese era solo el comienzo," le contestó Draco.

"Conociéndonos, esto nunca va a terminar."


"Tengo una mejor idea. ¿Qué tal si nosotros… volvemos a discutir… los términos?"

Hermione consideró la situación. "Ok." Conjuró una silla y se sentó frente a él.

Asintió, la venganza evaporándose de su mente. "Primero, y lo más importante, sólo


puedes hablar conmigo o Blaise acerca del plan. Somos los únicos que sabemos."

"Obviamente," aceptó ella.

"Te ganas 10,000 galeones si haces que mi padre diga que me puedo casar con
cualquiera menos contigo."

"Así que solamente tengo que enojarlo lo suficiente," dijo Hermione. "Ok. Entiendo
esas partes. Enfoquémonos en los detalles."

"Compartimos la cama," comenzó él, "pero con dos sábanas. Así cada uno tiene una."
La fulminó con la mirada al tiempo que ella fingía inocencia.

"Bien," replicó alegremente.

Levantó su mano izquierda, alzando los dedos mientras avanzaba. Con esta acción, ella
se fijó en el dedito vendado.

Él siguió su mirada.

"¿Yo hice eso?" preguntó quedamente.

Levanto su mano, examinando el dedo. "Si. Eres mucho más fuerte de lo que creí
Granger," dijo como si nada, pero Hermione no se lo creía.

La lleno el remordimiento. "¡Oh Dios mío! ¿Estás bien? ¿Está roto? Anoche dijiste que
estaba roto, pero creí que estabas bromeando." Se mordió el labio nerviosamente.

"Si, y también no."

"Estoy tan apenada." Frunció el sueño, tomando su mano entre las suyas, mientras
examinaba el dedo hinchado.

"Contigo, estoy inclinado a pensar que de verdad lo estás. Pero para futuras referencias,
quizás yo no este apenado por nada que haga."

Hermione soltó su mano bruscamente. "Bueno, si estás hablando así, entonces creo que
realmente te encuentras bien." Vio nuevamente su dedo y suspiró. "¿Realmente estás
bien?"

"Un dedo morado no va a matarme," dijo con una pequeña sonrisa. "Por mucho que tu
quisieras."

"Créeme que no es así." También ella sonrió. "¿Dónde estaría la diversión en eso?"
El se rió. "Lo que sea, probablemente me lo merecía."

Abrió la boca para protestar— una reacción automática, pero él la interrumpió. "Puedes
tener el baño primero en las mañanas," siguió Draco con la lista, "pero yo lo tendré
primero en las noches."

Hizo una pausa. "¿Al menos de que lo quieras al revés? Sólo pensé que las chicas… en
la mañana…"

Hermione se mordió el labio para no romper en carcajadas. "No está bien," dijo
rápidamente, "continua."

"Bien, si mis padres entran, tendremos que fingir que dormimos juntos regularmente."

"Bien. Me lo imaginaba de todas formas. ¿Puedo tener visitas?"

"¿La comadreja?" preguntó con aire despectivo.

Lo ignoró. "Solo Harry, supongo."

Él lo considero. "Bien. Siempre y cuando nos siga el juego."

"Oh, lo hará," contestó ella, "él fue el que me metió en esto en primer lugar."

"Ah, Potter, Potter, Potter," se rió Draco. Paró de reír cuando vio la expresión pensativa
en el rostro de Hermione. "¿Qué?"

"Draco…" empezó.

El chico esperó cautelosamente.

"¿Recuerdas como anoche mencionaste… las letras pequeñas?"

Draco tragó y ella supo que lo tenía.

"¿Puedo ver el contrato un momento por favor?"

Lentamente dirigió su mano al bolsillo derecho de su camisa y sacó un pedazo de


pergamino. "Ok, lo viste." Y volvió a meterlo.

Hermione cruzó los brazos y esperó paciente.

El suspiró, y le dio el papel.

La chica lo tomo y entrecerró los ojos para poder leer las letras pequeñas.

Draco se preparo para otra explosión, esta vez quizá— una más grande.

Su corazón latía violentamente mientras se imaginaba todas las cosas que Hermione
podría hacerle.
Después tranquilamente, Hermione le devolvió el papel. "Ok."

Draco se estremeció, tomando el pergamino de regresó y empezó su ruego.


"Discúlpame, estoy muy—espera… ¿dijiste ok?"

Ella se encogió de hombres y se puso de pie. "Ok," afirmó.

"¿Dijiste ok?" balbuceó Draco.

"Sí. Ok."

"¿Qué no lo leíste o algo? ¿Estás ciega? ¿Te encuentras bien?"

"Lo leí, no estoy ciega y me encuentro perfectamente. Gracias por preguntar." Incluso le
sonrió.

"¿Quién eres tú y qué has hecho con Hermione Granger?"

"¿Estás tratando de hacer que me moleste contigo?"

"¿Pero… besarse? Leíste esa parte, ¿no? Besarme a mí. Me odias, ¿recuerdas?"

"No te odio."

"Bueno, entonces te desagrado."

"No puedo discutir con la verdad."

Draco entornó los ojos.

"Mira," dijo Hermione, "no es como que no me esperaba que hicieras algo así, ¿ok?
Ayer me tomaste por sorpresa, pero ya no. Además, dice que si es absolutamente
necesario. Solamente tendremos que asegurarnos de que no lo sea."

"¿Y como supones tú que haremos eso?"

"Somos los alumnos mas inteligentes de nuestro curso. Seguro que se nos ocurrirá
algo."

La chica caminó hacia la puerta, pero las siguientes palabras de Draco la hicieron
detenerse.

"Sabes Granger, creo que realmente disfrutarías besarme."

Se dio la vuelta para ver si estaba bromeando. Le siguió el juego. "¿En serio? Estás muy
seguro de ti mismo."

Draco sonrió. "Si, creo que harás hasta lo imposible para hacer que besarme sea
absolutamente necesario."
Con eso, Hermione bufó. "Ajá, en tus sueños Malfoy. Vente, vamos. Es hora de hacer
que tus padres saquen humo por las orejas otra vez."

"Ah, los placeres de la vida."

De compras

El comedor de los Malfoy. Solo una familia como los Malfoy usaría su comedor para
desayunar.

Hermione, dirigida por Draco, entro en la habitación. El colosal comedor.

Se pregunto brevemente si esto de verdad podía llamarse comedor. Si fuera por ella,
simplemente diría que era una habitación muy muy grande con una mesa muy muy
grande. Y en efecto, era eso literalmente. Una habitación enorme con una mesa en la
que se podía sentar un ejército. La decoración de la habitación ya no la sorprendía, pues
hacia rato que había llegado a la conclusión de que la mansión era una demostración
viviente de las riquezas de los Malfoy. Pero demonios…

"¿Recuérdame, cuantas personas viven aquí?" le murmuró a Draco, inclinándose a


propósito para que su boca estuviera solo a unos centímetros de su oreja. La chica había
dejado su mano izquierda en la derecha del chico, y su otra mano se dirigió a su hombro
para servirle como soporte.

Ella podía sentir los ojos de Lucius y Narcissa siguiendo todos sus movimientos.

Hoy era un día importante. Hermione y Draco no tenían duda de que sus padres
dudaban de la relación, y tenían que probarles que era algo real.

Volteo su cara para ver a Hermione, ahora sus bocas estaban ligeramente separadas.
"Tres," le susurró, su cálido aliento cosquilleando su piel ante la proximidad.

Forzó una sonrisa, pero Draco pudo sentir su mano apretándose entre la suya. "¿Qué
estas haciendo?" siseó, sus alientos mezclándose.

Él se estremeció y se inclinó lentamente, sus ojos grises nunca dejaron los suyos.

Hermione no sabía que hacer.

Draco podía sentir el enojo en su fuerte apretón. Estaba casi impresionado de que ella
estuviera asustada. Casi. Pero este no era el momento de pensar en eso.

Estaban a segundos de tocarse. En cualquier momento… pensó Draco.

Alguien se aclaró la garganta. Lucius Malfoy miro a su hijo con asco.

Draco se hecho para atrás, fingiendo sorpresa. Inmediatamente soltó la mano de


Hermione. No obstante, ni se sonrojó ni tartamudeo, eso no era algo que él haría.
"Padre," se dirigió a él fríamente, años de práctica ocultando su mentira, "no te vimos."
Estuvo contento al ver que Hermione realmente estaba impresionada. No estaba seguro
de si estaba actuando o no, pero aun así, todo encajaba.

Le tomo solo un minuto darse cuenta. La chica abrió la boca en reconocimiento a la


presencia de ambos adultos, pero al último momento, se volvió a Draco.

"Ups." Le sonrió.

Draco le devolvió la sonrisa, rezando para que pareciera una auténtica expresión de
adoración.

Hermione apartó la vista de la enfermiza dulce sonrisa y tomo lugar en la cabecera de la


mesa antes de que Lucius pudiese detenerla. Si había supuesto bien, el asiento que había
tomado era de…

"Ese es mi lugar," la miró Lucius.

Hermione aparentó estar sorprendida. "Oh, disculpa," se cambio rápidamente mientras


se sentaba en el lugar de junto.

"Y ese es mío," dijo Narcissa.

"¡Ups otra vez!"

Pronto, los cuatro habían tomado sus asientos apropiados. Hermione había aprendido
que los asientos en realidad tenían nombres. Literalmente, era su lugar.

"Entonces Srita. Granger, cuéntenos sobre usted."

Ella asintió. "Hola," comenzó con un ligero saludo, "mi nombre es Hermione."

Draco suprimió una sonrisa. Ahora, solo estaba actuando como tonta. Levantó su silla y
la acerco a la de la chica y coloco un brazo alrededor de ella, cuidando en a penas
tocarla. Notó la expresión de desagrado en el rostro de su padre.

Hermione continuo, fingiendo no haber notado nada, cuando en realidad, estaba


terriblemente incómoda. Él estaba demasiado cerca. Demasiado. "Soy… muggle."

Lucius trató de no estremecerse, y apretó los dientes en una sonrisa.

"Soy hija única."

"¡Oh, Draco lo es también!" exclamó Narcissa, tomando la única similitud.

"Mis padres son dentistas."

"¿Qué es eso?"

"Algo así como… sanadores, pero para dientes."


Lucius bufó. "¿Qué clase de trabajo tonto es ese? ¿Para que iban a necesitar sanadores
los dientes?"

Hermione lo ignoró.

"¿En que trabajas?"

Hermione casi se río. "En absolutamente nada."

Sin embargo, Narcissa y Lucius no encontraron esto muy divertido.

Después de esto, la conversación se redujo a nada mientras el desayuno aparecía.


Durante este tiempo, Hermione y Draco se susurraron tonterías al oído, riéndose un
poco en el caso de Hermione. Había un silencio inquietante en la gran sala.

"¿Draco, qué le pasó a tu dedo?" preguntó Narcissa, la preocupación latente en su voz.


Se deslizo para ponerse de pie junto a su hijo, poniéndose el cabello detrás de la oreja,
al tiempo que tomaba su mano izquierda. "¿No estaba antes así, verdad?"

"No madre," contestó Draco. Se exprimió el cerebro.

"¿Entonces cuándo paso?"

Draco se congelo.

Hermione lo sintió. "Anoche," respondió quedamente.

Lucius hablo. "¿Anoche? ¿Qué paso anoche?"

Draco repentinamente sonrió, recordando las conversaciones tenidas con su mejor


amigo, Blaise Zabini, el último año de escuela. "Oh, de verdad no creo que quieras
saber que paso anoche, padre."

Hermione estaba roja como tomate, más por enojo que por otra cosa. Tal vez un poco de
pena por el significado implícito de lo dicho por Draco.

La respuesta del chico dejo atónitos a sus padres. Era como si no esperaban que ellos
estuvieran teniendo una relación íntima, algo que no tenían por supuesto.

"Bueno, en la cama…" comenzó Draco, ignorando las miradas de enojo de Hermione.

"¡Suficiente!" bramó Lucius. "Suficiente."

Paso un rato antes de que una tercera voz se escuchara.

"Absolutamente horrendo," murmuró Narcissa, mientras pinchaba con el tenedor un


pequeño pedazo de salchicha y se lo metía en la boca. Masticó lentamente, antes de
tragar. "Atroz," repitió.
Draco sabía que las palabras eran para que él las escuchara, y tuvo que controlarse para
suprimir una sonrisa.

"¿Qué es tan atroz?" preguntó Hermione a la mujer. "¿Mi origen?"

"No lo es tanto. Los tiempos han cambiado. Muggles, sangres pura, ya no es tan
importante ahora."

Hermione trató de buscar otras razones. "¿Entonces, mis padres?"

"Oh no, no podría juzgar su profesión cuando no entiendo que es lo que hacen."

"Entonces, mi falta de profesión."

"¡Oh, silencio niña! Es un hecho muy conocido que ayudaste a Harry Potter en la
derrota de Quien-tú-sabes, y que eres una de las brujas más brillantes que ha pisado
Hogwarts, después de mi Draco, claro. Realmente dudo que no puedas conseguir un
trabajo si realmente quisieras."

Hermione frunció el ceño. Si no era su origen, sus padres, ni la falta de empleo,


entonces…

"¿Entonces, qué es tan horrendo y atroz?"

Narcissa agitó su cabeza como si fuera obvio. "¡Mírate a ti misma!"

"¿A mi?"

"¿Qué traes puesto? Es absolutamente vergonzoso. Y mira tu cara."

Hermione se toco la cara. "¿Mi cara?"

"¡Está limpia!"

"¿Limpia?" miró a su alrededor. "¿Es eso malo?"

Draco se veía igualmente confundido. "¡Es horrendo! ¡Ningún maquillaje! ¡Como


puedes salir así!"

Hermione tartamudeo. "Mmm, realmente no me gusta el maquillaje."

Narcissa dio un grito ahogado al tiempo que se abanicaba con la mano. "Draco, esto
simplemente no podrá ser."

Así fue como un simple desayuno, se convirtió en esto. En esta tortura cruel.

Hermione abrió la puerta y salió, preparándose para otro chillido. Su anticipación no fue
en vano.

"¡Fabuloso!"
Draco, quien se encontraba sentado en un rincón, finalmente hablo. "Oh, no puedes
estar hablando en serio. Se ve como un maldito—"

"Si continuas Draco Malfoy, te lanzare un hechizo personalmente…" dejo de hablar


cuando él levantó sus manos a su boca e hizo como si la cerrara con un cierre.

El chico se sentó de nuevo y abrió su libro.

Narcissa camino hacia la novia de su hijo y la examinó de arriba abajo. "Sí, creo que
nos llevaremos este también."

"¡Oh no!" exclamó Hermione. "Este es horrendo."

En realidad, no estaba tan mal como horrendo. ¿La razón? Una palabra. Olanes.

"¡No lo está!" se defendió Narcissa. Hermione había aprendido, hacía como tres horas
cuando recién comenzaba la tortura, que la mejor manera de molestar a Narcissa era
insultar su sentido del gusto. Y honestamente, eso no era algo difícil para Hermione.

"Pero Narcissa, ¡es una falda!"

"¡Las damas usan faldas!"

"Las damas deberían usar lo que quisieran," dijo Hermione.

"¡Absolutamente no!"

"Bien, entonces no soy una dama," dijo Hermione, regresando al probador para quitarse
la pomposa falda. Al menos no era rosa. Había estado discutiendo con Narcissa todo el
tiempo, y la mayor parte del mismo, había ganado las discusiones. No era testaruda
como el diablo por nada.

"¡No me la voy a llevar Narcissa!" gritó desde la puerta mientras lanzaba la falda por
arriba.

Se peleo con los pants al ponérselos, mientras salía del probador. "¿Ya terminamos?"

"La llevamos."

"No la llevaremos."

"¡Si!"

"¡Que no!"

"Solo date por vencida Hermione," se rió Malfoy. Hermione lo miró enfurecida al
tiempo que Narcissa sonreía. "No vas a ganar."

Narcissa no espero un segundo más, mientras se dirigía a la caja. Draco y Hermione la


siguieron.
"¡No puedo creer que me dijeras eso! Sabes que pude haber ganado," lo acuso
Hermione.

"Lo sé, pero ya me quiero ir a casa. Así que solo deja que la compre."

"No puedo creer que fui utilizada como muñeca por una madre que nunca tuvo una
hija," suspiró una exasperada Hermione. "Todo es tu culpa por ser hombre."

Por el rabillo del ojo, vio a Narcissa observándola. Se escondió detrás de Draco.

El chico se rió. "Creí que todas las mujeres amaban ir de compras."

"¿De casualidad VISTE lo que hizo que me probara? Me veía como un pavo real en un
de ellos."

"Oh, peor algunas veces. Una tetera en uno. Tu trasero se veía enorme."

Hermione lo golpeó a modo de broma, y él le acomodo el cabello detrás de la oreja,


acariciándolo en un ángulo en que Narcissa pudiera verlo. "Debería tener 100 galeones
extra por esto," murmuró en broma.

Draco se puso una mano en el pecho, ofendido. "¿Te compro ropa y tengo que pagarte
para que la conserves?"

Hermione se rió. "Esa es la idea."

"Honestamente no fue tan malo. Deberías de haber visto con lo que mi madre y mi
última novia regresaron. Claro, que ella estaba más dispuesta. Yo me hubiera dado por
vencido desde hace mucho si fuera mi madre."

"Shh," siseó Hermione. Suspiró, decidiendo que quizás debía darle un respiro a
Narcissa, como sugería Draco. "Gracias Narcissa. Por toda la ropa. Aunque no prometo
que me la pondré toda."

Narcissa pareció entender que era lo más que podía esperar, ya que asintió.

"Entonces a la siguiente parada."

"¡Creía que habías dicho que esta era la última tienda!" exploto repentinamente
Hermione, su paciencia esfumándose.

"Ella dijo," rió Draco, "que esta era la última tienda de ropa."

Hermione se cruzó de brazos. "¿No se supone que ustedes los hombres deben odiar ir de
compras? ¿No se supone que deberían forzar a las mujeres a regresar y dejar de
comprar cosas? No me estas ayudando," le insinúo desesperada.

Quizás esta era su venganza. Al menos eso pensó ella, porque él simplemente dijo, "no
esté hombre."
"Me veo como un payaso."

"Parece que tengo un moretón en el ojo."

"Ahora parece que tengo ojeras."

"Pareciera que acabo de beber sangre."

"Me veo muerta. Estoy… blanca."

"Parezco un monstruo."

Draco se inclinó y susurró en la oreja de Hermione. "Eres un monstruo querida."

Ella entornó los ojos. "No tanto como tú," le sonrió, antes de volverse a Narcissa. "Ya
había probado todos estos cuando tenía 16, y me canse cuando tenía 16 y medio,
Narcissa. El maquillaje, simplemente, no va conmigo."

"¡No, no, no! Debe haber algo. Ve a lavarte la cara y vuelves."

Hermione obedientemente se dirigió al lavabo. "No te sorprendas si me secuestran," le


siseó a Draco cuando paso junto a él.

Cuando regresó, su cara cosquilleaba. Era, probablemente, la décima vez que se la


lavaba en la última hora. "¿Ya casi terminamos?" se quejó.

Narcissa la ignoró, volviéndose a la artista. "Pruebe algo mas natural." Hizo una pausa.
"Mucho más natural."

Hermione cerró los ojos otra vez, sintiéndose un lienzo en el cual pintaban.

"No entiendo por que las mujeres pasan tanto tiempo pintando sus caras," murmuró, lo
suficientemente alto para que Narcissa lo oyera. Espero estar causando una gran
vergüenza a la mujer. No le importaba mucho lo que pudieran pensar de ella. De todas
formas nunca volvería a una tienda tan cara en su vida.

"Es tan inútil y desagradable—"

"¡Listo!" interrumpió la maquillista, que vio a Hermione con disgusto. Hermione le


regresó el gesto. Parecía que la cara de la chica se iba a caer por tanta crema y polvo.

Hermione se vio en el espejo. Tenia que admitir que no estaba tan mal. No payasos. No
moretones. No sangre. No ojeras. Viva. No monstruo. Esa era una Buena señal.

Cedió.

"Ok, el delineador y el brillo de labios. Es lo mas que nos llevaremos," ofertó.

Narcissa asintió entusiasmada. "El rubor también, y entonces tenemos un trato."


La mujer pedía demasiado, pero Hermione estaba harta. "Trato."

Se estrecharon las manos. Quizás Narcissa no era tan mala después de todo.

P.E.D.D.O.

La cena.

Las compras se habían llevado casi toda la tarde, para el disgusto de Hermione, y
cuando regresaron, ya era casi la hora de la cena.

Hermione siguió a Draco y a Narcissa, hacia el comedor. El enorme comedor.

Hermione casi brinca cuando, la silla en la que se había sentado en la mañana, se separo
para permitirle que se sentara.

"¿P-por qué esta haciendo eso?" tartamudeo.

"Tiene tu nombre en ella," le contestó Draco al tiempo que señalaba las letras talladas
en la silla de madera. "Te reconoce."

"Una silla… ¿me… reconoce?"

Draco se rió. "Exacto."

"Disculpa, pero es que es algo… extraño."

Fue en ese momento cuando Lucius entro, parecía molesto. Tomo su lugar rudamente,
asintiendo brevemente la cabeza a modo de saludo. A Hermione a penas le dirigió una
mirada.

Y entonces, los elfos domésticos entraron, trayendo consigo bandejas con una gran
variedad de platillos. Carne, vegetales, sopas y mucho más. Era como la cena de inicio
de curso en Hogwarts, con la gran diferencia de que ahora eran únicamente cuatro
personas y no había un ambiente festivo. Recordó lo que había pensado esa mañana a la
hora del desayuno, en el comedor no solo cabía un ejército, los Malfoy también podían
alimentar uno.

Hermione coloco las manos en su regazo, mientras observaba a las criaturas colocar los
platillos en la mesa. Trato de que el delicioso aroma no se interpusiera con sus
pensamientos. "Entonces," comenzó, "¿han escuchado sobre la P.E.D.D.O.?"

Draco entornó los ojos, pero paró cuando vio la mirada reprobatoria que le dirigió su
madre.

"¿Pedo?" preguntó Narcissa, claramente contenta de que Hermione sacara plática.

"No, P.E.D.D.O."
"Nunca he escuchado nada," contestó gentilmente Narcissa. Se había dado cuenta de
que podía tolerar a la chica. Tenía que admitir que Hermione era irritante algunas veces,
necia siempre, pero igualmente inteligente y siempre daba pelea. No estaba segura si era
algo de admirarse. El día había sido agotador, pero de alguna manera, entretenido.

Hermione sonrió totalmente ajena a los pensamientos de Narcissa. "No muchos han
oído de ella. Es una organización que yo funde. Hasta ahora, podríamos decir que soy el
único miembro. Es la Plataforma Élfica de Defensa de los Derechos Obreros."

Narcissa la miró confundida.

Draco intervino. "Es para promover un trato mejor a los elfos. Mas que nada, a los
domésticos."

Hermione estaba realmente sorprendida de que él supiera, pero se guardo el shock y


aparentó normalidad.

"Exactamente."

"Oh, por favor, como si esas asquerosas criaturas necesitarán un buen trato," dijo Lucius
con una expresión desdeñosa, mientras tomaba un trago de su copa. Hermione no estaba
segura que era lo que tomaba. Probablemente sea algún tipo de sangre. Eso sería algo
que seguramente él haría, pensó Hermione rencorosamente.

"Todas las criaturas merecen respeto," escupió la chica.

"Yo no estoy de acuerdo con usted Srita. Granger. Algunas criaturas merecen más
respeto que otras. Por ejemplo, los magos." Alzó una delicada ceja, y se sacudió la
mano que Narcissa le había puesto en el hombro. "Los elfos domésticos están hechos
para servirnos."

"Es obvio que no nacieron para ser sirvientes," peleó Hermione, poniéndose roja de
coraje. "¿Quién hizo esa estúpida ley de que los magos deben ser mas respetados que
los elfos? Es lo mismo que los magos de sangre pura sobre los de sangre impura." Le
sonrió socarronamente a Lucius. "Creí que ya habría aprendido."

Los ojos de Lucius brillaron. Se aclaró la garganta. "De hecho, mi abuelo la hizo."

Hermione bufó. "Obviamente. ¿Cómo no lo adivine antes?" puso los ojos en blanco.
"Idiota."

"¡¿QUÉ DIJO?!" bramó.

"Idiota," repitió Hermione, dándole una mordida al pan que se hallaba frente a ella.

"¡¿QUÉ DIJO?!" rugió nuevamente el hombre.

Hermione sintió una punzada de miedo, pero la mantuvo oculta. Sofoco el temblor de su
voz. "Idiota."
Lucius se puso totalmente rojo, Draco codeo ligeramente a Hermione mientras Narcissa
calmaba a su marido. "Ya, ya," dijo suavemente, "estamos cenando."

Puso un plato con comida en frente de su marido. "Además, nos estamos saliendo del
tema. Draco, le has comentado que los elfos de esta casa son tratados con sumo cuidado
y que incluso gozan de tiempo libre."

"¿Qué?" susurró Hermione, "¡Nunca me lo dijiste!"

Draco la miró, al mismo tiempo que Lucius y Narcissa. Se dio cuenta de su desliz.

"Cariño." Añadio rápidamente. "¡Cariño, nunca me lo dijiste!" Soltó una risita. "¡Eso es
genial!" Tendría que ser más cuidadosa en el futuro.

Draco masticó su bocado y se encogió de hombros.

El silencio se apoderó de la familia mientras continuaban con la cena. Era estresante.


Hermione se pregunto si siempre que comían era así, porque si ese era el caso,
empezaría a cenar en su cuarto. Probablemente beneficiaría al plan de 'volver locos a los
Malfoy'.

Fue Narcissa la que finalmente rompió el silencio.

"En realidad, estoy interesada en esta idea de la P.E.D.D.O."

Todos la miraron boquiabiertos.

"¿Qu—"

"¿Disculpe?"

"¿Huh?"

Hermione no daba crédito a lo que oía— por tres razones. Primero, ella había llamado
P.E.D.D.O., bueno… a la P.E.D.D.O. y no pedo. Segundo, ¿estaba interesada? Y por
último… ¿estaba realmente interesada?

Narcissa continúo como si fuera lo más normal. "¿Entonces, que es lo que la P.E.D.D.O.
hace?

"N-nosotros tratamos de mejorar la calidad de vida para… las criaturas sin derechos.
Yo, tejó gorritos y calcetines para ellos, y estoy tratando de aprobar una ley para
mejorar… su… aja…" Hermione se detuvo, mirando a Draco con una expresión que
claramente preguntaba, ¿qué diablos?

Él también estaba confundido. ¿Cuándo había estado su madre interesada en el bienestar


de los elfos?

Narcissa ignoró la mirada, observando pensativamente como su marido se comía la


comida lleno de coraje.
"Creo que es una buena idea." Tomó un trago de su bebida. Por un momento sólo se
escuchó el tintinear de los cubiertos. "Yo creo que me gustaría unirme."

"¡No madre!" protestó Draco. Soltó su cuchillo y su tenedor que golpearon la mesa con
un sonido metálico.

Hermione lo golpeo en el pecho con su mano. Después se quedo de piedra, cuando se


dio cuenta de lo que había hecho. ¿Le pegaban las novias a sus novios?

Aparentemente si, ya que Narcissa se rió. "Ah, el amor joven." Ella, al menos, parecía
estar aceptándolo. Hermione pensó que tal vez terminaría queriendo a la mujer. El único
problema era que supuestamente, Narcissa debía odiar a Hermione. Ese era el plan.

Lucius se atraganto y observó a su mujer como si le hubiese dicho que Lord Voldemort
había vuelto.

Draco tensó una sonrisa. "Si, uh… madre, no creo que sea una buena idea que te unas,"
le dijo el chico.

Hermione frunció el ceño. Por un lado, seria una total pesadilla si Narcissa se unía.
Hermione adivinó que únicamente quería unirse para mantenerla vigilada. Pero por otra
parte, Narcissa tenía poder. Y, eso, era algo que Hermione necesitaba desesperadamente
en su organización. Necesitaba a alguien con influencia.

Se decidió a permanecer callada. La P.E.D.D.O. no era su prioridad. Erudstrass si.

"¿Por qué no querido?"

Draco hizo una pausa para considerarlo, viendo que Hermione no sería de ninguna
ayuda. "Y-yo solo no creo que sea…"

Su madre lo interrumpió. "¿Tu que piensas Lou?" le preguntó a su marido.

"Yo creo que es una pésima—" se detuvo ante la mirada de su esposa y suspiró. "Lo que
tu quieras," gruño.

La mujer aplaudió con una sonrisa. "¿Y usted Srita. Granger? Oh, digo, Hermione."

Hermione era el foco de atención. Miro con desesperación a Draco por ayuda, pero lo
único que el chico le dio fue una patada en la pierna. ¿Qué significaba eso?

Esto no estaba yendo de acuerdo al plan. La P.E.D.D.O. se suponía que iba a ser— una
cosa que disgustaría a los conservadores y tradicionalistas miembros de la prominente
familia Malfoy. No se supone que quisieran unirse.

"Granger… no me hagas esto," siseó Draco junto a ella. "Te arrepentirás."

"Oh vete al diablo Draco," murmuró. Levantó su cabeza para responder, lista para
acceder más para enojar a Draco que otra cosa.
Pero, Hermione no tuvo que responder porque Narcissa ya sonreía ampliamente y Draco
sabía que la decisión ya había sido tomada. A penas pudo contener un gruñido.

Volvieron su atención a la cena.

Narcissa absolutamente feliz.

Lucius absolutamente furioso.

Hermione estaba absolutamente confundida, compartió una mirada mordaz con Draco.
¡Ella ni siquiera había aceptado!

Draco iba a tener que enviarle una lechuza a Blaise.

Suspiró, susurrando de tal forma que solo Hermione lo escuchara, "Houston, tenemos
un problema."

"¿Siquiera sabes donde esta Houston?" murmuró la chica, manteniendo su sonrisa


forzada para Narcissa. "Estoy feliz de tenerte a bordo Narcissa."

Entra Blaise Zabini—Otra vez

"¡Oh! ¡Blaise Zabini!" chilló Narcissa, reconociendo al joven que se encontraba en la


puerta de su casa. Abrió la puerta de par en par para hacerlo pasar. "¡Qué sorpresa tan
agradable! ¡Draco no me dijo que ibas a venir!"

"¿No le dijo? ¡Ese estúpido!" se burló Blaise, pero claramente, Narcissa no se dio
cuenta. Continuo.

"Shush con ese lenguaje Blaise." La mujer lo guió al interior de la casa. "¿Cómo estás,
mi niño?"

Blaise se detuvó, tomando la mano de Narcissa y atrayéndola a sus labios, dándole un


casto beso. "Hechizado, Sra. Malfoy, completa y absolutamente hechizado." Después la
soltó, sonrió y esperó.

Narcissa se recuperó rápidamente, ruborizándose. "Mi querido, el mismo halagador que


siempre has sido." La mujer agitó la cabeza, reprendiéndose por su reacción. Suspiró.
Siempre era lo mismo. "Bueno, querido, Draco esta arriba en su habitación…" bajó el
tono, hablando de un modo conspirador, "con su novia." Chilló la mujer sonriente.

Blaise frunció el ceño. Draco estaba en lo cierto. Si tenían un problema.

Se apresuró a las escaleras.

Bliase camino por los infinitos pasillos de la Mansión Malfoy, gruñendo mientras daba
la vuelta para entrar a otro pasillo— aunque la mansión de su familia no era diferente.
Había estado en ese lugar las suficientes veces para haberse ya aprendido el camino,
pero desde que Draco se había ido de su casa de la infancia, Blaise ya no había tenido
un motivo para visitar la mansión en un buen rato.
Tenía miedo de haberse perdido.

Eso fue hasta que escuchó un sonido. Se detuvo, escuchando atentamente.

"—sal de ahí— imbécil—baño—"

"—es mío—"

"Si es—turno"

"—horas!"

"Cállate—"

"—Granger—"

"Malfoy!"

El chico escucho azotarse una puerta y se rió quedamente.

"¡DRACO MALFOY, DÉJAME ENTRAR!" Blaise escuchó la voz debajo de él. La voz
se escuchaba clara y fuerte. Siguió el origen de la conmoción.

"Cabello castaño rizado. ¿Qué mas necesito para reconocerte Hermione Granger?"

Hermione dejó de golpear frenéticamente la puerta, sobresaltándose ligeramente al


escuchar la suave voz detrás de ella. Sin volver la cabeza respondió. "Blaise."

Se dio la vuelta y sonrió. "Una fea cara, eso es lo único que yo necesito para
reconocerte, mi pequeño amigo italiano."

El joven frunció el ceño. "¿Feo? ¿Pequeño? Eso fue duro."

Hermione se encogió de hombros y estaba a punto de responderle, antes de escuchar un


suave click de la puerta que se abría. Se giró y la empujo con todas sus fuerzas.

Draco trastabillo, maldiciéndose por haber abierto la puerta en primer lugar. Soltó la
manija y se dirigió a su amigo. "¿Creí haber escuchado tu voz?"

"Y yo escuche la tuya," vio a Hermione, "y la tuya, a un kilometro de distancia. Dios,
sabía que esto era una mala idea."

"¿De qué hablas?" preguntó Hermione, mientras entraba a empujones en el baño.

"Escogerte a ti—ustedes dos son como explosives y fuego. ¡Kaboom!"

Draco lo fulminó con la mirada.

"Quizás," dijo lentamente el chico, "¡me lo debiste haber dicho antes de que la
contratará a ella!"
"¡Por que la gente insiste en hacerme esto a mí!" grito Hermione. "¡Ella esta justo
aquí!"

"¡Si eso ya lo se! ¿Cómo no podría saberlo? ¡Contigo gritándome o lanzándome


hechizos cada dos minutos cuando estamos solos!"

"Creí que para eso me habías contratado," contraataco inteligentemente, cruzándose de


brazos.

Blaise no pudo evitar reírse y añadió, "Te atrapo amigo mío. Creo que si dijiste algo
como eso."

"Cállate Zabini. ¡Y si Granger, pero no esta funcionando ahorita, o si!"

"¡¿Bueno, y cómo se supone que yo deba evitar algo así?! No es mi culpa que tus padres
sean—"

"¿Sean qué?" la retó Draco.

"Sean RAROS, como tú," no pudo evitar añadir.

"¡Bueno pues ESFUERZATE MÁS!" le dijo bruscamente Draco, alzando las manos en
el aire.

Blaise dio un paso atrás, haciéndose el maduro, los empujo y logro apartarlos el uno del
otro. "A ver niñitos, niñitas, cálmense por favor."

"Cállate Blaise."

"Cállate Zabini," le contestaron al mismo tiempo.

Draco se tiró en la cama, solo para volver a activar los chillidos de Hermione. "¡Ese es
mi lado!"

"¡Merlín, ni siquiera estas EN la cama!"

"¿Eso importa?"

Draco suspiró, pero aún así se cambio a su lado. Blaise se tiró en el lado derecho, y
Draco esperó el gritó. Que nunca llego.

"Oh claro," preguntó, "¿Blaise si puede estar en tu lado?"

"Si," respondió Hermione simplemente. Blaise le sonrió burlonamente a Draco, quien


puso los ojos en blanco.

"¿Por qué?" se quejó.

"Porque," dijo Hermione, "él no es tú."


Blaise interrumpió inteligentemente antes de que otra pelea se desatara. "Por favor,"
dijo exasperado, "díganme que no actúan así enfrente de Lucius y Narcissa."

"¿Acaso soy un tonto?"

"¿De casualidad te parece que soy estúpida?" se burló Hermione.

"¿Tú eres estúpido?" ofreció Draco. "Somos gentiles y agradables y enfermizamente


dulces frente a ellos. Oh tan anti-Slytherin," refunfuño el chico.

"¿En serio? Porque realmente no puedo ni siquiera imaginarlos a ustedes chicos,


actuando cortésmente, después del show que acaban de darme."

"¡Podemos ser perfectamente corteses!" se defendió Hermione. "¿Verdad Draco?"

"¡Más que corteses!"

"Pero si lo que quieres es cortesía," se aventuró la joven, "Cortesía te mostraré." Se dio


la vuelta.

Después de una ligera pausa, Blaise habló. "¿Uh… Hermione?"

"Blaise."

"¿Qué estás haciendo?"

"Blaise."

"¿Hablas en serio?"

"Blaise."

"Wow."

"Blaise."

El chico bufó. "Merlín, Draco, ¿estás viendo esto?"

Draco se dirigió a su amigo. "Blaise."

"Por las barbas de Merlín."

"Blaise."

"Mierda."

"Blaise."
Blaise levantó las manos. "¿Saben qué? Me retracto. Milagro de milagros. Si ustedes
forman un equipo así frente a Narcissa y Lucius, yo les creo. Incluso podrían ser
enamorados."

Inmediatamente, las caras de Hermione y Draco se tensaron.

"Ok pues…" dijo Blaise lentamente, "tal vez no."

Hermione asintió, satisfecha. Hubo un corto silencio, en el cual, Hermione camino al


otro lado de la habitación para tomar una silla en la cual pudiera sentarse.

"¿Oye Hermione?" La joven giro su rostro en dirección a Blaise. "Te ves bien hoy."

Hermione miro su ropa, se la había puesto sin pensarlo mucho. "Mmm… ¿gracias?
Supongo…"

"Oh, por favor Blaise, no empieces a coquetear con mi novia falsa."

"¡Pues, ella realmente se ve bien!" se defendió el chico, guiñándole un ojo a Hermione.


Ella se sonrojó.

"Aja."

"¿Estás diciendo que no me veo bien?" le preguntó bruscamente Hermione.

"Claro que no. Solo estoy dudando de las intenciones de Zabini."

"Mis intenciones son absolutamente platónicas."

Draco puso los ojos en blanco. "Suficiente."

"Bien, bien, sigamos con esto," accedió Blaise. "¿Entonces para que fui
desesperadamente llamado? Aparte del hecho de que a Narcissa obviamente le gusta
Hermione."

"¿Cómo sabes eso?" preguntó Hermione.

"Narcissa chilla cuando esta feliz," le contesto Blaise mientras se encogía de hombros.

"Como si no lo supiera," murmuró Draco, haciendo como que se tapaba las orejas.
Hermione se rió. Draco sonrió.

"Bueno, y… ¿a Lucius también le gusta?"

"Todo lo contrario," aseguró Hermione orgullosa.

"Si," dijo Draco arrastrando las palabras, "ella insultó al bisabuelo Malfoy."

"Oooohhhh," replicó Blaise a sabiendas.


"Oohhh es correcto."

"No lo entiendo," se quejó Hermione.

"No importa. Hiciste un buen trabajo. Lucius desprecia a las personas que insultan a su
abuelo."

Hermione agitó la cabeza. "No, Lucius desprecia a la gente en general."

Blaise y Draco se rieron.

"Bien, ¿de todas formas no importa mucho verdad? A Narcissa le gusta todo el mundo.
Es lo que ella hace. De todas formas, es Lucius el que tendrá la última palabra," señalo
Blaise.

"Padre no es el problema," insistió Draco. "Madre, por el otro lado…" se detuvo.

"¿Qué hizo ella?"

"Ella…"

"¿Qué Draco? Maldita sea, sácalo ya."

"Ella esta… entrometiéndose," dijo apretando los dientes.

"Entrometiéndose," repitió Blaise, impactado. "En… intentando que ustedes dos…"

Draco asintió. "¿Conoces la organización esa de Hermione, la pedo?"

"¡P.E.D.D.O.!"

"Si, lo que sea. ¿Pedo?" le sonrió burlonamente a Hermione, quien lo ignoro.

Blaise hizo una pausa. "Oh… si, si. La de los elfos." Hizo una pausa nuevamente. "No
me digas. Narcissa… ¿se unió?"

Draco y Hermione asintieron simultáneamente, otra vez. Blaise soltó una carcajada, que
lo dejo sin aire.

Finalmente, después de unos largos minutos y varias miradas asesinas, Blaise se las
arreglo para recuperar la compostura. Sobó sus músculos del abdomen. "Entonces,
déjenla estar," sugirió simplemente, tomando aire, "solamente háganla sufrir hasta que
se de cuenta de lo tonta que es esta asociación."

Hermione se enfurruño. "¡No es tonta!"

Blaise la miro impresionado pero asintió, quitándole importancia. "Narcissa no estará en


la asociación por mucho. Probablemente solo quiere ver como es Hermione. Así que
arma todo un show."
"Eso espero," admitió Draco. "Lo único bueno de todo esto es que padre esta aún mas
enojado."

"Dos pájaros de un tiro," comentó Hermione.

"¡Sí, exacto!" dijo Blaise. "Sólo hazla hacer algo aburrido. Como hacer crochet o tejer o
como se llame."

"La P.E.D.D.O. teje…" respondió Hermione lentamente.

"Oh." Blaise miro a Draco. "Ups. Bueno, entonces es perfecto."

"Voy a ignorar eso," anunció Hermione.

"Por favor hazlo," dijo Blaise inmediatamente.

Pero Hermione ya no lo estaba escuchando. Sus ojos estaban en otra cosa, así como su
atención. Los chicos siguieron su mirada, al montón de libros en su escritorio.

"Siempre supe que amabas los libros, pero esto es un poco extraño," comenzó Draco.

"Si," estuvo de acuerdo Blaise.

"¡No, miren!" apuntó Hermione impaciente, ignorando sus desaires.

"¡Lo estoy haciendo! ¡Y sólo veo libros! ¿Ves los libros Blaise?"

"Si. Otra vez… ¿qué estoy buscando?"

"¡Libros muggles Draco!"

El chico levantó sus manos y las agitó como si hubiera magia en el aire. "¡Si!"

Blaise se rió.

"¿Qué es lo que mas odiaban tus padres antes?" suspiró Hermione, golpeando a ambos
chicos en el brazo.

"¿Muggles?" respondió Draco. De repente, se puso serio y se estremeció. "Lo siento."

"¡No, eso es increíble!"

"Um… si tu lo dices…"

"Lo que mas odiaban era a los muggles. Y aunque no los odien ahora, de ninguna
manera pueden gustarles, ¿verdad?"

"Pues si," respondió Blaise.

"Entonces…" Hermione señalo los libros.


"¿Vamos a espantarlos aventándoles libros muggles a la cara?" pregunto Draco
desconcertado. "No estoy seguro de que esto vaya a funcionar."

"Si, estoy de acuerdo con Draco. Pues verás, los libros no son espantosos. Y aunque lo
fueran, no parecen muy distintos de los nuestros."

"¡NO! ¡Par de idiotas! ¡El mundo muggle!"

"¡Oh!"

"¡Ooh"

"Los llevaremos al mundo muggle."

Hermione se mordió el labio nerviosamente mientras contemplaba a Draco. Finalmente,


el sonrió, mirándola a los ojos. Y con esa mirada, incluso antes de que lo dijera, ella
sabía que el estaba completamente de acuerdo.

"Oh, pobres, pobres Malfoys," Blaise se rió, "todos ustedes."

Dijo esto último mientras miraba compasivamente a Draco.

Viernes Negro – El mundo Muggle (Primera Parte)

"Walmart…" leyó Draco escéptico, mientras observaba las enormes letras que colgaban
en la tendrá a la tienda. "Se ve…"

Hermione lo fulminó con la mirada. "¿Se ve cómo, eh?"

"Lindo," proporciono Narcissa, mirando a Draco con desaprobación.

"Horrible," susurró Lucius, mirando a Narcissa con reprobación.

Hermione frunció el ceño mientras miraba a Lucius.

"… muy bien," Draco prosiguió, forzando una sonrisa. "¿Padre, madre, entramos?"

"Oh Hermione," dijo con entusiasmo Narcissa, mientras caminaba hacia el edificio sin
titubear. "Yo sabía que te gustaría nuestro día de compras. ¡Sólo mira, ya nos estas
llevando a uno, otra vez!"

"Compras," dijo Hermione, con una risita nerviosa. "Este no es exactamente el lugar al
que tu irías de compras Narcissa." Pero la mujer ya no la escuchaba. Narcissa se giró
cuando se dio cuenta de que su marido no se había movido un centímetro. "¡Lou!" le
reclamó haciendo un puchero.

El hombre suspiro. "¿Acaso no ves la turba de gente sucia por allá? Si yo entro ahí,
tendría que… tocarlos."
"Dios lo perdone," murmuró Hermione, lo suficientemente alto para que Lucius
escuchara. Entornó los ojos. "La turba solo se pondrá más grande Lucius, así que
sugiero que nos movamos. Tengo que comprar unas cuantas cosas antes de irnos."

Siguió caminando, encogiéndose a la vista de la tan verdaderamente inmensa cantidad


de gente. Era el Viernes Negro—la venta anual más grande de Wal-mart. Y la odiaba.
Pero por hoy, serviría a su propósito.

Draco corrió para alcanzarla, seguido de Narcissa, quien jalaba a Lucius.

"Entonces… ¿a dónde vamos a ir después de esto?" susurró en su oído, su mano


apretando la suya.

Ella se tensó y luego se relajó. "Es sorpresa," le dijo con una sonrisa pícara.

"¿De verdad no vas a decirme?" rogó el chico.

Hermione pretendió considerar su ruego, mirando rápidamente hacia atrás para


asegurarse de que Lucius y Narcissa los seguían. "Nop," replico alegremente.

"Vamos."

"Nop."

"Bien." Cambio de táctica. "¿Realmente tenemos que entrar ahí Granger?"

Ella hizo una mueca sin querer. Tampoco le gustaba mucho la idea.

"¡Ves!" declaro Draco triunfante, "tu tampoco quieres entrar."

"¿Quieres oír esas palabras de tus padres o no?" le soltó, molesta por que él hubiera
podido ver a través de ella. "Tenemos que entrar."

Observó con los ojos completamente abiertos la tienda. "No lo creo."

"Yo creo que si."

"Esta lleno de muggles." Ella no tomo ofensa alguna de sus palabras, sabiendo que el ya
no tenía nada en contra de ellos. Podía entender su incomodidad.

"Esa es la idea." Y sin esperar su respuesta, lo detuvo. Continúo caminando cuando


Narcissa y Lucius los alcanzaron. "Sólo para estar segura, si alguno es pisoteado o
empujado, háganse a un lado y luego aparézcanse en donde estábamos." La joven casi
se rio ante la expresión indignada de Lucius.

"¡¿Crees que seré pisoteado por unos simples muggles?!"

"¡LUCIUS!" lo regaño Narcissa.

"Bueno, es verdad," siseó el hombre.


"Quedará sorprendido," respondió simplemente Hermione. "Quedará sorprendido."

"No es una posibilidad," refutó Lucius obstinadamente.

Hermione sonrió burlonamente. "¿Quieres apostar?"

Lucius, por primera vez en la vida de Hermione, dibujo un amago de sonrisa. Era más
una mezcla entre una sonrisa y una burla, o algo parecido. "Diez galeones," hizo una
pausa. "Si es que tienes esa cantidad de dinero."

Hermione bufó, pero discretamente miró a Draco, quien asintió brevemente para
asegurarle. La chica extendió la mano, retando a Lucius a que la rechazara. "Diez
galeones serán."

Estrecharon manos, con determinación Lucius caminó hacia adelante. El resto lo siguió.

Draco se mantuvo firmemente agarrado a Hermione, al tiempo que se adentraban entre


la marea de gente. La corriente los empujo hacia adentro, y no pudieron resistirse. En
cuestión de segundos, fueron estrujados por la turba.

"¡¿QUÉ ES ESTO?!" gritó el chico, por encima del ruido. Trato de encogerse para
evitar chocar con un hombre corpulento que se encontraba a su derecha, solo para
terminar chocando contra una anciana mujer a su izquierda.

"¡WALMART!" replicó Hermione, haciendo una mueca de dolor cuando la codearon en


las costillas. Ella lo tomó de la mano y los empujó hacia adelante, moviéndose con los
hombros, para abrirse paso entre toda la gente.

"¡MIS PADRES!"

"ESTARÁN BIEN," replicó Hermione, dándose la vuelta y riéndose por lo bajo,


"¡SOLO ESTARÁN DIEZ GALEONES MÁS POBRES!"

Pero en el momento en que hizo una pausa y se dio la vuelta, la fuerza de la marea de
gente la atrapó y fue lanzada hacia atrás, peleándose para ponerse de pie con una mano,
y desesperadamente tratando de no caer en la otra.

"¡GRANGER!" gritó Draco, su mano deslizándose de su agarre. La mirada de desprecio


en su rostro se redujo a una expresión de miedo mientras empujaba a un hombre.
Agarró a Hermione por la cintura y literalmente la jalo, poniéndola de nuevo de pie.

La chica sintió el calor subirle a las mejillas. "¡GRACIAS!"

Draco asintió y le hizo un gesto para que continuara. A su alrededor, los muggles
estaban, literalmente, tirando y rebuscando en las repisas, vaciándolas todas. Casi todos
los anaqueles alrededor de él estaban casi vacíos, ¡y eran sólo las 10 de la mañana! La
tienda había abierto hacia una hora. Los muggles eran tan raros.

Repentinamente, sintió un jalón en su mano, mientras veía como una cabeza de cabello
castaño se movía al lado contrario de la corriente. Alzo el rostro. Farmacéuticos.
Sus ojos se abrieron como platos. Stephanie ya lo había llevado a esos pasillos con
anterioridad.

Ahora, se encontraban en una zona ligeramente mas calmada. Oh, el pasillo seguía lleno
de gente, que trataba de alcanzar todo tipo de paquetes y cajas, pero al menos no estaban
empujando y jalándolos.

Hermione debió notar la mirada en su rostro, porque se rió de él. "No voy a comprar
tampones ni toallas femeninas Draco. No te asustes."

Él trato de fulminarla con la mirada, pero terminó sonrojándose. "Bueno."

Lo guió de regreso al pasillo. "Ah," dijo la chica satisfecha, "aquí estamos."

Él observó. Miro fijamente. Y luego, hizo una mueca de enojo.

"¡CEPILLOS DE DIENTES!"

"¡Y pasta!" se defendió automáticamente.

"Me hiciste pasar por TODO eso, por… un cepillo de dientes," gruño.

"¡Y PASTA DE DIENTES! Además, este cepillo normalmente cuesta dos dólares, ¡y
ahora esta a solo cincuenta centavos! ¡A un cuarto de su precio normal!"

Draco gruño aun más fuerte, haciendo que la gente les lanzara miradas curiosas.

"Déjame aclarar esto. Acabo de ser pisoteado, empujado, casi aplastado por mas de cien
muggles por un pedazo de plástico con cerdas que cuesta cincuenta centavos."
Hermione abrió la boca, pero Draco la interrumpió. "Y un tubo con pasta dentro,"
agregó.

Hermione se encogió de hombros y asintió.

"Sólo vámonos, quieres."

"¡No hasta que compre mi cepillo!"

"¡BIEN!" Draco se rindió, dejándola escoger un cepillo morado y una pasta sabor
vainilla, antes de que se hundieran una vez más en la oleada de gente empujando en la
otra dirección.

Tropezaron un par de veces en el camino, casi cayéndose un par de veces, antes de


acercarse a las líneas de cajas. Las interminables filas de las cajas.

"¡Tienes que estar bromeando!"

Hermione agitó la cabeza. "Bienvenido al Viernes Negro." Y después, procedió a ser


empujada contra el pecho del chico, reduciendo su maldición a una sonora tos.
Fue una hora después. Las monedas tintineaban, al tiempo que Lucius sacaba su
monedero. Su monedero masculino, Hermione pensó, impresionada. A regañadientes,
metió su mano, sacando un puñado de monedas de oro. Hermione abrió la palma de su
mano.

Una por una, diez monedas cayeron en ella. Ella sonrió.

El hombre trató de fulminarla con la mirada, pero solo pudo hacer una mueca al tiempo
que una herida de su rostro se estiraba. "Pisoteado por muggles," murmuró en tono
lastimero.

"Se los dije," replicó Hermione, sonriéndole a Draco y agitando las monedas en su
mano para mostrarle. Él se rió y agitó la cabeza.

"No se que esta pensando mi hijo," siseo Lucius a Hermione, sus ojos entrecerrándose y
su voz disminuyendo de volumen para que su esposa no pudiera oír, "pero él saldrá de
esto pronto."

Hermione acepto el reto. "Yo no lo creo Lucius."

"Ya lo verás."

"¿Quieres apostar a eso también? Aunque yo creo que es un poco injusto seguir
quitándote el dinero de esta forma." Hermione sonrió maliciosamente, sus dientes
blancos burlándose de Lucius.

El hombre trago con fuerza. "¿Ahora a dónde vamos?"

"¿Esto es lo que sigue?" pregunto un estupefacto Lucius mientras se paraba en la línea


de entrada. Mientras entraba, sacó su mano, imitando al resto de la gente, al tiempo que
un sello morado de Bob Esponja era presionado contra su mano. Retiró la mano
bruscamente como si hubiese sido marcado con un hierro candente.

Miro la marca en su mano. "Es una esponja. Y me esta sonriendo," dijo con los dientes
apretados. Trato de quitarlo frotándose furiosamente, sin ningún resultado.
"¡Quítamelo!"

Hermione miro su propia mano. "No es tan malo."

La chica entornó los ojos, viendo como Draco hacia lo mismo que su padre. Tomo sus
manos entre las suyas. Él levanto la vista.

"Sólo déjalo," le sonrió. Coloco las manos del joven a ambos lados de su cuerpo, y
señalo a su alrededor a sus tres invitados. "Esto," les dijo, mirando a su alrededor, "es
un parque de diversiones."

"No estoy divirtiéndome," replicó llanamente Lucius. Narcissa se mordió el labio


nerviosamente.
Hermione lo ignoró, y camino hacia Narcissa. "¿Qué les parecería comer algo antes?" le
preguntó gentilmente. Narcissa asintió de inmediato, observando una vez más las
enormes máquinas encima de ella.

Hermione los condujo a un puesto cercano.

"¿Qué les están haciendo a esos niños?" susurró Narcissa.

"¿Huh?" dijo Hermione.

"¡Mira, los están torturando! ¡Como puedes soportar ver esto!"

"¿Torturando?"

Cerca de donde estaban, se podían oír los gritos de los niños.

"¡Puedes oír eso!" Narcissa miro a su alrededor, su cabeza agitándose de un lado al otro.
"¡ALLÁ!" señalo a la torre mas alta. Narcissa entrecerró los ojos. "¡Oh Hermione!
¡Amarran a las pobres criaturas a esa cosa y luego los dejan caer!"

Hermione siguió su mirada.

"Debemos pararlos. Esto es cruel."

Hermione quería reírse de la ironía. Cruel, de la boca de un Malfoy hubiera parecido


una broma si ella no hubiera llegado a conocer y comprender la naturaleza de Narcissa.

"No," insistió Hermione, "esto lo hacen para divertirse."

"¿Para divertirse?"

"Hacen fila para subirse a esas cosas."

"Te refieres a… que los niños… ¿quieren subirse a esas cosas monstruosas?"

"Se llaman recorridos. Y sí. Verás, esa que esta allá es una montaña rusa. Iremos a una
mas tarde."

"¿QUÉ DICES?" gritó Narcissa, su voz sonaba muy chillona. "Seguramente no te


refieres…" Narcissa trago, mirando la enorme torre de metal que se alzaba sobre ella.

Hermione se mordió el labio, y se sintió aliviada cuando vio el carrito de hotdogs. "¡EL
ALUMERZO!" declaro alegremente la joven.

Dio saltitos hacia adelante, repentinamente emocionada de estar nuevamente en un


parque de diversiones. No había estado ahí desde que tenia 9 años.

"Cuatro hotdogs por favor," le pidió al vendedor. El hombre le sonrió ampliamente y


asintió. Draco apareció junto a ella.
Hermione estaba ligeramente impresionada de que él no pareciera sorprendido por el
tipo de comida.

"Stephanie me llevo a comer uno de estos en una ocasión," le respondió, aparentemente


leyendo sus pensamientos. "Son buenos." Le sonrió, sus ojos brillando con anticipación
a la reacción de sus padres. Ella le devolvió la sonrisa.

Le pago al vendedor, le dio las gracias y tomo dos de los hotdogs. Draco tomó los otros
dos.

Se dirigieron a la mesa que merodeaban Lucius y Narcissa. Hermione suspiró.

"¿Ahora que pasa?"

Narcissa sacó un pañuelo de su bolso y limpio la mesa y las sillas. Después, como si
estuviera levantando verdadera basura, lo aventó al bote de basura.

Hermione guardo una sonrisa. "¿Ya esta limpio? ¿Lo suficientemente puro? ¿Estéril?"

Lucius gruño. "Supongo que funcionarán." Cautelosamente tomo asiento, sentándose en


la orilla de la mesa. Narcissa hizo lo mismo. "¿Qué es eso?"

Hermione le tendió al hombre el hotdog, tomando asiento.

"Se llama hotdog."

"¡¿Estamos comiendo perros?!" gritó Lucius.

"¡No, ese es solo el nombre!"

"¿Así que no estamos comiendo perro?" preguntó Narcissa, con cierto alivio en la voz,
"porque como amo a esas criaturas."

"Les aseguró que los muggles no comen perros. No son monstruos."

"Esos que me pisotearon si que eran monstruos," se defendió Lucius. Observó la


comida que tenía en su mano derecha. Lentamente, viendo su mano izquierda, la acerco
a la envoltura del hotdog, como si tocar la comida con sus manos lo fuese a lastimar.

"Sólo coloquen las manos alrededor, así," les indicó Draco, al tiempo que tomaba con
ambas manos el hotdog.

"Esto es desagradable," Narcissa hizo una mueca, agitando la cabeza. Tomo un pequeño
bocado de su bollo. "¿No podemos comer esto como gente civilizada? ¿Con tenedor y
cuchillo?"

"Es un hotdog," replico Draco, "así es como debe comerse."

"Ya habías comido esto antes," chillo Lucius.


Draco sonrió tensamente. "Con… Hermione."

Lucius la fulminó con la mirada. "Claro."

Hermione los ignoró, tomando una enorme mordida de su hotdog. La cátsup se escurrió
por su barbilla. Masticó ruidosamente, adrede, e incluso sonrió antes de tragar.

Draco a penas podía contener la risa.

"Hermione," le susurró, tomando una servilleta de la mesa. Ella se giró hacia el, y lo
miró mientras él inclinaba su barbilla con una mano y le limpiaba la cátsup.

"Gracias," murmuró. Ella le quitó unas migajas de su mejilla con los dedos.

El chico le sonrió. Su corazón se apretó. Pero supuso que era ardor por haber tragado
tanto hotdog, tan rápido.

Lucius se aclaró la garganta, y finalmente mordió su comida.

"¿Qué tal esta?" pregunto Hermione ansiosa.

El hombre mastico lentamente, su rostro inescrutable.

La tensión era fuerte, al tiempo que los tres observaban al hombre mayor.

Finalmente, después de algo que pareció una eternidad, él trago.

"Es… aceptable." Rapidamente tomo otra mordida.

Hermione y Draco se sonrieron mutuamente. Draco guiño un ojo.

Hermione le pego juguetonamente en el pecho. Juguetonamente fue la palabra que


obviamente Lucius no entendió.

El hombre empujó su silla bruscamente y se paro, los ojos centelleantes. "COMO TE


ATREVES A PEGARLE ASÍ A MI HIJO," le soltó.

"Yo solo—" tartamudeo Hermione.

"TU—" la comida parcialmente masticada que se hallaba en su boca cayó en su


garganta, el hombre empezó a ahogarse, tosiendo y respirando con dificultad.

Draco se puso de pie rápidamente.

Hermione rebuscó dentro de su bolsa, sacando una botella de agua. Se la dio a Draco,
quien rápidamente la destapo, vaciando el líquido en la boca de su padre.

Narcissa palmeo la espalda de su marido, tratando de facilitar la entrada de aire.


La cara de Lucius se puso roja, mientras tosía y volvía a respirar. Pero solo fueron unos
minutos antes de que se pusiera nuevamente de pie, fulminando a Hermione con la
mirada.

"¡ESA AGUA TOCÓ TUS LABIOS!" grito. "¡SUCIOS LABIOS DE MUGGLE!


CREO QUE ME VOY A ENFERMAR." Y con eso, aventó lo que quedaba de su
hotdog, la catsup salpicando todo el suelo, mientras él se alejaba.

"Ni siquiera recibí un gracias," murmuró Hermione. "¿Crees que debí decirle que era
una botella de agua nueva?"

Narcissa se veía asustada. "Estoy tan apenada," se disculpo. "Voy a ir a buscarlo. Nos
veremos después."

"Déjalos pasear por un rato," le susurró Draco a Hermione. A su madre le dijo en voz
mas alta, "¡En la entrada principal a las cuatro madre!"

Ella asintió, corriendo para encontrar a Lucius.

Y entonces… ahora eran sólo dos.

Hermione y Draco se observaron, antes de estallar en sonoras carcajadas. Levantaron


sus hotdogs como si fueran copas, y fingieron que brindaban juntos en celebración a lo
ocurrido.

"Una misión cumplida," sonrió Draco.

Hermione agitó la cabeza. "Sólo ha comenzado." Checó su reloj. Tenían cuatro horas de
descanso antes de que el acto volviese a empezar. Observo sus alrededores.

Draco entendió.

Se puso de pie, jalándola. "Vamos," le dijo, sorprendiéndola," muéstrame lo que tiene


este mundo. Estas cosas no se ven tan tenebrosas como parecen."

Hermione solo sonrió.

No se imaginaba cuanto lo eran.

El Parque de Diversiones – El mundo Muggle Parte II

Draco movió su pie impaciente, checando su reloj nuevamente.

"Oh, vamos Granger, deja de ser la niñita perfecta por una vez en tu vida, ¿quieres?"

"Deja de ser el pequeño idiota insoportable por una vez en tú vida, ¿quieres?" le dijo
Hermione, imitando el tono del chico.

"Ya ha pasado un minuto."


"¡NO ES CIERTO!" fingió Hermione con sarcasmo.

"Cállate. Digo, estos muggles no sabrán como mágicamente aparecemos en la fila frente
a ellos," insistió.

Hermione puso los ojos en blanco. "No," dijo firmemente. "Por la milésima vez. De
todas formas, ya casi llegamos."

"¡CASI FUE HACE 15 MINUTOS!" se quejó Draco, señalando el letrero


convenientemente situado arriba de su cabeza. "Esto es increíble. ¡Voy a demandarlos!"

Hermione bufó. "Vas a demandarlos por hacerte esperar 16 minutos en línea."

Draco se subió en el barandal de metal.

"Las líneas de espera casi siempre son de horas Draco, de hecho tienes suerte," le dijo
Hermione, recargándose en el barandal opuesto a él. "Por cierto… yo creo que querrás
quitarte de ahí."

"¿Por qué? ¿Para qué puedas ocupar mi lugar?" le replicó el rubio.

"No…" comenzó, pero un anuncio proveniente de un altavoz arriba de ella le


interrumpió.

"¿Podría, por favor, el hombre con el cabello rubio y la camisa negra bajarse del
barandal?"

Draco movió la cabeza de derecha a izquierda, fulminando a todos los que lo miraban
de manera acusadora. Lentamente se deslizo del barandal, tallándose las orejas.

El altavoz volvió a la vida nuevamente haciendo que Draco, asustado, diera un pequeño
salto.

"Muchas gracias."

Hermione se rió al tiempo que Draco le lanzaba una mirada asesina al pequeño altavoz
negro colocado por encima de sus cabezas.

Se rió, aún con más ganas, cuando lo escuchó susurrar, "¡Voy a demandarte a ti también
maldita cosa!"

Los postes que previamente les habían impedido pasar, se abrieron al tiempo que
Hermione y Draco esperaban a que la gente se retirara.

Hermione guió a Draco a través del pasillo lleno de carritos, indicándole que se sentará
al mismo tiempo que ella lo hacia.

"Esto apesta," comentó inmediatamente, arrugando la nariz, al tiempo que olía los
cinturones.
"Oh, no seas un tarado."

"¡Sólo decía!" se defendió. Observó como Hermione empujaba la protección hasta


abajo, haciendo que diera un ligero click.

Observó el suyo, alzándose arriba de su cabeza. Intento bajarlo.

No cedía.

Frunció el ceño, molesto.

Intentó de nuevo.

"Granger…"

Hermione vio como se peleaba el joven con la protección.

"No vendría mal una ayudita por aquí…"

Hermione se cruzó de brazos, o al menos lo intentó, ya que la protección se lo impedía.


"¿La palabra mágica?" preguntó.

El chico gruño, bajando sus brazos adoloridos.

"Por favor."

"¡Bien Draco!" le dijo, mientras daba un aplauso, imitando a Narcissa. "¡Has aprendido
algo nuevo cada día!"

"Solo ayúdame Granger."

"Empújalo hacia arriba primero."

"De ninguna manera," se quejó Draco. "¿Por qué haría eso? Estoy tratando de bajarla."
Agitó la cabeza, "estás mintiendo."

"Sólo inténtalo Draco."

Él aludido movió la cabeza, pero aún así lo hizo. La protección bajo.

Hermione sonrió burlonamente.

"Muggles," dijo impresionado. "No tiene ningún sentido." Abrochó el cinturón en su


lugar, y agarró las barras que se alzaban junto a sus brazos.

"¿Ahora qué?" preguntó Draco, aburrido. "Estoy no es para nada divertido. Lo único
que es, es apestoso."

Un hombre caminaba por el pasillo checando las protecciones y empujándolas un poco


más abajo. Draco gruño al tiempo que golpeaba… ese lugar. "Por Merlín," gimió.
Hermione se rió. "¿Creo que olvide mencionar eso, verdad?"

De repente, el carrito empezó a moverse hacia adelante.

"¡¿Por qué se está moviendo?!" preguntó Draco frenético, tratando de ver hacia atrás.

Hermione apuntó al frente, señalando el camino de rieles que se extendía dando curvas
y giros. "Vamos a ir a través de eso."

"¡¿QUÉ?!" chilló Draco. Se aclaró la garganta. "¡¿QUÉ?!"

"Dije que…"

"¡YA SE LO QUE DIJISTE!"

"¡Bien! ¡Entonces no preguntes que!" le replicó la chica indignada.

Pero él estaba demasiado preocupado observando temeroso sus alrededores para oírla.

"¿Estás asustado?" le preguntó en una voz tenebrosa.

"No," alcanzó a escupir Draco, apretando los dientes y mirando fijamente al frente.

Hermione sabía que lo estaba. "¿Estás seguro?" le pregunto de nuevo.

El chico asintió. Para ese entonces, ya se hallaban en el punto del ascenso.

"Mira hacia abajo," le indicó Hermione.

Él lo hizo. Tragó saliva fuertemente.

La hilera de carritos se detuvo.

El joven suspiro, un suspiro de alivio.

Y después… dieron una sacudida hacia adelante. Draco sintió como el estómago se le
subía a la garganta. Se mordió el labio para evitar gritar, pero al final, fue inevitable.

"¡Me voooooooy aaaaaa !" alcanzó a gritar, antes de sentir como una ráfaga de viento le
golpeaba en la cara.

Sintió como cada vuelta, cada curva empujaba su cuerpo. Cerró los ojos.

Pero cuando escuchó a Hermione soltar una carcajada, accidentalmente volvió a


abrirlos.

Justo a tiempo para captar con la vista tres vueltas consecutivas. Vueltas en las que
estaría colgando hacia abajo. Gritó.

Gritó. Y gritó. Y gritó.


Draco sintió como el carrito se detenía de golpe. Su mano voló a la hebilla del cinturón,
la apretó desesperadamente tratando de liberarse. Lenta y dolorosamente, la protección
se levanto, separándose de su cuerpo.

El chico gateo al suelo, lejos de la horrible maquina. Casi, sentía la urgencia de besar el
suelo como agradecimiento por estar vivo.

Trastabillo al levantarse, a penas pudiendo mantenerse de pie.

Sentía retortijones en el estómago. Su cabeza daba vueltas. Su respiración era agitada.

Hermione lo tomo del brazo, guiándolo a la salida.

"Emocionante, verdad," susurro, disfrutando la sensación de su corazón que latía


desbocado.

Draco tomó una bocanada de aire fresco, lentamente recuperando la respiración normal.
"No creo… no creo que mi corazón siga latiendo."

Hermione posó su mano en el duro pecho del joven, "Nah, esta perfectamente."

"No se siente perfecto."

"Solo espera un rato. Ya verás que querrás volver a subirte."

"Jamás en mi vida."

Hermione soltó una risita, guiando a Draco a unas bancas que se hallaban cerca.

"¿Esto es lo que ustedes los Gryffindors hacen para practicar la valentía? Honestamente.
Ya creo saber a que se referían cuando decían que los Gryffindors eran unos tontos."

"Paremos con los insultos, esta bien," le dijo Hermione, malhumorada.

Se sentaron ahí por un rato. Hermione observando a Draco. Draco, tomando aire
profundamente, tratando de calmar su respiración.

Hermione vio que Draco se mordía el labio. Hermione sonrió burlonamente.

Él le sonrió. "Hagámoslo otra vez."

La chica se puso de pie, levantándolo con ella al mismo tiempo. "No esta. Hay muchas
más por ver."

Draco la dejo tomarlo de la mano, escuchando al tiempo que ella le contaba sus
recuerdos sobre los diferentes juegos que pasaban.

"¡Y esa! ¡Esa, por Merlín! ¡Tenemos que subirnos a esa!" Hermione exclamó de
repente, atrayendo la mano de Draco al frente al tiempo que la señalaba emocionada.
Draco observó como sus ojos se iluminaban, y su expresión brillaba. Su rostro estaba
sonrojado por el calor y por la emoción, y su pelo estaba desordenado por el paseo en la
montaña rusa.

Él no pudo evitar sonreír. Se veía tan… inocente. Y bella.

"¡Draco! ¡Draco!"

Salió de su ensimismamiento. "Podemos subirnos… pero no si vas a romperme la mano,


Granger," se rió el joven.

Ella se sonrojó profundamente, y soltó su mano inmediatamente. "Perdón," le dijo


tímidamente.

Observó al juego que la chica apuntaba. "¿Tazas giratorias?"

"Tazas de té."

"Oh, claro," gruño Draco, "Tazas de té."

Hermione soltó una risita tonta.

Hermione soltó… una risita tonta.

Draco no podía creerlo. Se quedó boquiabierto.

"¿Qué?" preguntó Hermione. Se peinó el cabello con los dedos. "¿Por qué me miras
así?"

"¡Tu risa!" la acusó.

Hermione lo fulminó con la mirada. "¿Qué, no puedo reírme?" le espetó. "Además, fue
a penas una risa. Más como una carcajada."

Draco decidió cambiar de tema, antes de que el buen humor se esfumara. Empezó a
caminar hacía la línea de espera. "No importa," le dijo apresurado, "entonces, ¿cuál es la
historia de este juego?"

Hermione observó a la multitud de gente, gritando alegres y riéndose. "Bien, ¿recuerdas


a Jonathan verdad?"

"¿El Jonathan de la última historia?"

"¡Oh sí, él!"

"Si."

"Bien, pues estábamos aquí con él. Sólo él, Julie y yo."

"¿Julie? ¿Quién es Julie?"


"La niña que le gustaba a Jonathan."

"Claro," replicó Draco divertido. Se rió. "Me siento como vieja chismosa."

Hermione sonrió. "Como sea, bueno estábamos todos en el juego. Cuando nos bajamos,
Jonathan estaba tan mareado, que camino directo a Julie."

Hermione hizo una pausa.

Draco suavemente transformo su cara en una de shock. "¡Oh no!"

"¡EXACTO!" chilló Hermione, sin notarlo. "¡Él solo camino directo a ella, y la BESÓ!"

Para entonces, ya estaban al frente de la línea. Las puertas se abrieron, y Draco y


Hermione llenaron el área de juego junto con las demás personas.

"¡La azul!" gritó Hermione. "¡Quiero la azul!"

Draco apuró el paso hacia la taza azul, tomando el lugar antes de que la demás gente
frenética pudiera ganárselas. Hermione subió unos segundos después.

Y pronto, el juego comenzó.

O más bien, el juego de ping pong.

Hermione fue lanzada hacia Draco, quién gruño sorprendido. Después, al tiempo que la
dirección del giro cambiaba, fue lanzada hacia atrás. Y luego nuevamente hacia Draco,
quien esta vez, estaba un poco más preparada. Y una vez más hacia atrás.

Hizo una mueca de dolor, finalmente recordando lo dolorosos que ciertos juegos podían
ser. Pero al tiempo que era alejada de Draco, estaba lista para resistir el impacto que
vendría, pero nunca llego.

Miro hacia abajo. Draco había puesto su mano ahí.

Ella lo miró. Él le sonrió.

Y en lo borroso de los movimientos, en la intensidad del momento, era todo lo que ella
podía ver. A él. A él y su cegadoramente hermosa sonrisa.

Su cabeza giro hacia un lado, al tiempo que ella se aferraba al asiento.

Finalmente, el juego termino. Hermione cerró los ojos, permitiendo a su cabeza


aclararse antes de ponerse de pie. Draco hizo lo mismo, trastabillando al salir de la taza
y hasta la salida.

Hermione ya se encontraba afuera.

Observó como Draco caminaba a trompicones hasta llegar a donde ella estaba. Y
mientras avanzaba, no disminuyo su velocidad.
La mente de la chica, un poco lenta por las vueltas, registro el hecho de que iba a
estrellarse con ella.

Él hizo exactamente eso, empujándola hacia el enrejado.

Él bajo la mirada. Ella subió la mirada.

Su corazón saltó.

Y después, él se inclino hacia abajo. Hermione estaba agitada, sus ojos cerrados.

"¿Fue algo así?"

La chica abrió los ojos de golpe, conmocionada.

Él se había inclinado para susurrar en su oreja, se dio cuenta, sintiéndose estúpida.

"Si," le dijo, su voz titubeante.

"Oh," susurró él, y después se alejó, con una sonrisa de lado.

"¡MAAAAALLLFOOOOYY!"

Y ella no pudo explicarse porque, su corazón se sentía con un pequeño dejo de


desilusión.

Estaban caminando, después de su séptimo juego, cuando Draco deslizó su mano en la


de ella.

Ella lo miró confundida.

"Allá," le susurró.

Sus padres. Ella asintió, y se acerco a él.

Draco y Hermione se rieron al tiempo que salían a trompicones de otra montaña rusa.

"¡Oh mira!" exclamó ella, "¡fotos!"

Ella lo jaló, mientras buscaban sus caras en las pantallas que cambiaban.

"¿Dónde estamos?" murmuró, moviendo su cabeza de un lado a otro.

"Ahí," le dijo Draco, apuntando a la pantalla del final.

Ella siguió su mirada.

"Disculpe," le preguntó a una empleada, "¿podemos ver esa foto?"

La mujer asintió, y la foto apareció en la pantalla enfrente de ellos.


Draco estalló en carcajadas.

"¿Qué es tan gracioso?" preguntó Hermione enfurruñada, aunque una sonrisa se


dibujaba en sus labios.

"Tú—"jadeo, "¡tú cabello!"

"¡Había viento!" chilló.

"¡Parece una melena de león!" escupió entre risas.

La mujer en el mostrador, esperaba para ver si iban a comprar la foto, les sonrió
dulcemente. El tipo de sonrisa que era comprensiva.

Hermione le sonrió tensamente, y golpeó a Draco en el estómago lo más fuerte que


pudo.

"¡Pues, mira tu cara! ¡Y dijiste que no estabas asustado!"

Él se puso nervioso.

"¡AJÁ!" exclamo Hermione triunfante. "¡Hasta estabas gritando! ¡Mira!"

"¡No estaba gritando!"

"¡Si lo hacías!"

"¡Cómo si tú no!"

"¡Estaba de miedo!"

"¡EXACTO!"

"¡Entonces lo admites!" Hermione sonrió ampliamente. Se volvió hacia la mujer. "Nos


llevaremos una, por favor."

Rebuscó dentro de su bolsa para encontrar el dinero, pero Draco se le adelantó. Al


tiempo que se inclinaba y le susurraba en la oreja. "Buena idea."

"¿Por?" le preguntó, realmente no sabía a que se refería.

"¿No estabas comprando una para que mis padres la vieran?"

Ella hizo una pausa. La idea… muy rara… no se le había ocurrido.

"Espera mientras te la imprimen," continuo el joven, "voy al baño rápidamente."

Ella asintió tontamente.

¿Por qué no se le había ocurrido a ella?


Llamó a la mujer.

"Que sea dos por favor," le dijo, dándole el dinero a la empleada.

Ella sólo quería una copia para ella misma. Esa había sido su intención.

El Zoológico – El Mundo Muggle Parte III

"¡Draco!" lo llamó Narcissa, sus manos agitándose en el aire.

Draco y Hermione caminaron hacia donde se encontraba la mujer; bajaban riéndose de


otra montaña rusa, al tiempo que trataban de recuperar el aliento.

"Estás sucio," comentó Lucius, al tiempo que los chicos se detenían ante ellos. Su rostro
se contorsiono, como si algo pútrido estuviera frente a él. "Y hueles como un muggle."

Hermione se puso seria, su buen humor arruinado. "Que novedad," dijo ácidamente.
"Considerando que estamos en el mundo muggle, en un parque de atracciones muggle
que esta lleno de muggles, ¿quién lo habría imaginado?"

"No me hables así jovencita," la reprendió Lucius, poniéndose rígido al tiempo que se
jalaba su capa para esconder la ropa muggle que Hermione lo había obligado a usar
debajo.

"Y está usando ropa muggle."

"No por gusto."

Hermione lo ignoró. "Bueno, veo que mi agua, contaminada con mi aterrador origen
muggle, no lo ha matado aún," comentó petulante.

"Desgraciadamente para ti," le respondió.

Hermione abrió la boca para responder, pero Narcissa se le adelantó.

"¡LOU!" soltó con un grito ahogado. "Ella salvó tu vida."

"No precisamente mi vida," se defendió.

"Lou… discúlpate." Narcissa le guiño el ojo a Hermione.

"Ni en sueños," contestó el hombre, asqueado por la idea.

"Lou…"

"¡NO!"

Ella frunció el ceño. "Lou."

"Cissy no seas así."


"—"

"No me obligues a hacer esto."

"—"

Hermione se rió por lo bajo.

"Por favor"

"—"

"¡Es humillante!"

Lucius se encogió ante la mirada asesina de su esposa. Lentamente, volteó su cabeza


hacia Draco, rehusándose a mirar a Hermione. "Disculpa," masticó.

"Apuesto a que decir eso lo mato," le susurró Hermione a Draco, antes de asentirle a
Lucius y sonreírle ampliamente a Narcissa.

Narcissa tomo aquello como una invitación para continuar. Ignoró a su enfurruñado
marido y se apretujo entre Draco y Hermione. Los jaló para que se hicieran a un lado.

"¿Madre, que estás haciendo?"

"Silencio niño," lo reprendió. "¿Quieren saber un secreto?" les susurró de manera


conspiradora.

Hermione se inclino y jaló a Draco también. "Claro que sí." Draco notó, que los ojos de
la joven brillaban cuando estaba divertida.

"Lucius no quiere que sepan," dijo Narcissa, "¡pero fuimos a una de esos artilugios de
muerte de los que nos hablaste Hermione!"

"¿Se subieron?" preguntó Draco. Hizo una pausa. "¿Ambos?"

"¡Oh si!" gorjeo Narcissa.

"Ambos así de… tu y… ¿padre?" repitió incrédulo.

"¡Si, si, si! ¡Fue fabuloso! Tu padre no quedaba satisfecho. ¡La emoción! ¡La
velocidad!"

"¿Quieres decir que Lucius se subió a una montaña rusa? ¿Con los asientos apestosos,
húmedos por el sudor?" preguntó Hermione, entrecerrando los ojos al ver la montaña
rusa que señalaba Narcissa.

"¿Estás bromeando verdad?" apuntó Draco.


"Oh bien, claro que se indigno cuando lo obligue a sentarse. Montó una escena. Fue
muy vergonzoso. Pero al final, solo quería subirse otra y otra vez."

"No puede ser."

Narcissa rió felizmente, satisfecha de ver que Draco y Hermione mostraban interés.
"¡Simplemente tenemos que hacer esto de nuevo algún día Hermione! Nunca había
visto a Lou tan feliz antes."

Hermione forzó una sonrisa y miro a Lucius, quien los observaba con una expresión de
repulsión en el rostro. "No se ve muy feliz," comentó la chica.

"¡Oh, así es como se ve siempre!" rió Narcissa.

"Ah, eso es… bueno saberlo."

"Esta muy contento, simplemente no quiere que ustedes lo sepan."

"Pero madre, padre no pude estar contento."

"¿No puede?" Narcissa rebusco dentro de su bolso y saco una foto.

Hermione le quito la foto de la mano y la sostuvo para que Draco y ella pudieran verla.
La foto era de dos personas en la montaña rusa, su igualmente largo y rubio cabello
volaba, golpeando a las personas detrás. Estaban tomados de la mano, ambos sonriendo
y gritando en una forma que solo los juegos extremos pueden provocar.

Hermione se quedo con la boca abierta. Observándola de cerca, se dio cuenta de que
eran Lucius y Narcissa.

"En mis dieciocho años de vida, nunca había visto a mi padre sonreír," le susurró Draco
a Hermione. "Esto es algo aterrador."

Hermione asintió muda. "Parecen gemelos. Eso si es aterrador."

Draco casi rió. Casi. Pero Lucius se acercaba a donde estaban ellos.

"¿De qué están hablando?" preguntó, su voz arrogante como siempre.

"Oh, nada Lou, solo de cómo querías preguntarle a Hermione si alguna de esas personas
que hacen 'hot dogs' se podía contratar para la mansión," contesto su mujer, haciendo el
ademán de las comillas en el aire cuando dijo hot dogs.

"¡No le iba a preguntar!" gritó el hombre, disgustado. "No se supone que ella supiera,"
le dijo a Narcissa con urgencia.

"¿Ups?"

Hermione rió. "¿Así que le gustaron los hot dogs Lucius?"


"No," respondió inmediatamente.

Draco se incorporó al círculo. "Que mal," comentó despreocupado, "por que Hermione
hace hot dogs increíbles."

Hermione sonrió orgullosa.

Lucius se veía alicaído. "¿De verdad?" preguntó.

"Oh, los mejores," le aseguró Draco.

"¡Eso es perfecto querida!" exclamó Narcissa, "¡entonces podrás hacer unos para Lou!"

"Oh, pero Narcissa," Hermione sonrió fríamente, muy al estilo Slytherin, "a él no le
gustan."

"¡Pero si le gustan! Él me dijo que eran incluso más ricos que un—"

"¡Ya es suficiente Cissy!"

La mujer se giró hacia él. "¡Creí que habías dicho que te encantaban!"

"Bueno." Hermione pretendió considerarlo. "Si me pide que los haga… de una forma
gentil… creo que podría hacerlos."

Lucius suprimió un gruñido. "Nunca me denigraría de ese modo."

"La oferta seguirá en pie," Hermione se encogió de hombros. "Como sea, vamos,
todavía quiero mostrarles un lugar más antes de que nos vayamos."

"Antes de que entremos, Lucius, te sugiero que te quites la capa."

"¿Acabas de decir que me quite la ropa?" pregunto indignado, "que clase de absurda—"

"Capa. Ella dijo capa," aclaró Draco, quien envolvió con su brazo la cintura de
Hermione. Acostumbrada ya a su tacto, casi no se tenso.

"Oh." Lucius hizo una pausa. "Mi capa es un signo de mi autoridad. Un signo de mi
estatus. No puedo simplemente—"

"Es un signo de su arrogancia… que va a quedar arruinada," le interrumpió Hermione.


Caminaron unos minutos mas hasta que llegaron a la entrada.

Y supieron que estaban cerca porque…

"¿Qué es este olor?"

"Huele como a… no…" los ojos de Draco se abrieron como platos.

Y finalmente, el zoológico apareció ante ellos. En toda su… gloria animal.


"Si quisieras llamar a alguien animal Lucius, entonces estos pequeños amigos no se
ofenderán eso te lo aseguro."

"No voy a entrar ahí," Draco le siseó a Hermione.

"Oh si lo harás," replicó la joven, "todos lo haremos."

"Yo definitivamente no—" pero la protesta de Lucius fue acallada cuando Hermione lo
empujo por las rejas. "¡Pise popo!" gritó.

"Oh Merlín, ese olor," chilló Narcissa, su cara descomponiéndose en una mueca de
asco.

"¿Exijo saber que son estás cosas?" gritó Lucius. Los ojos inocentes, redondos y
brillantes de varias de las criaturas se giraron hacia el ruido.

"Llamas a las personas animales, pero no puedes reconocer a uno cuando lo ves," se
burló Hermione, "típico."

"¡Ya sé que son animales! ¿Pero que están haciendo?"

"Bueno, parece que ese esta mordiendo tu capa LouLou, querido."

Lucius hizo un ruido, que sonó mas como a un chillido extraño, y jaló su capa, tirando
al pobre y pequeño conejito.

"¡MI CAPA!"

"Ahora es realmente un símbolo de tu estatus," se rió Hermione.

Draco se tapo la nariz con las manos. "Por Merlín Hermione."

Hermione camino hacia un lado, puso cincuenta centavos en la máquina que se


encontraba ahí, y recogió la lluvia de croquetitas que salieron de la boquilla.

"Unas para ti," le dijo, al tiempo que enérgicamente tomaba la mano de Draco y la
llenaba con la comida.

"Unas para ti Narcissa," le dijo la joven, al tiempo que Narcissa se estremecía.

"Y por último, unas para ti," dijo, caminando hacia Lucius. Desafortunadamente para él,
no abrió su puño y Hermione

accidentalmente dejo caer el resto de las croquetas en el suelo a su alrededor.

La chica brincó hacia un lado al tiempo que todos los animales de todo tipo corrían por
la comida: cochinitos, cabras, conejos, pollitos, borregos y ovejas eran solo algunos de
los animales más pequeños. Y luego estaban los grandes que iban en estampida, las
llamas, los burros y los ponnys.
Lucius pidió ayuda, pero nadie quiso acercarse a la turba de animales.

Sus brazos se agitaban en el aire, su voz ahogada por los aullidos y chillidos de los
animales, acompañado por la expresión de horror en su rostro.

Hermione se rió al tiempo que un pony lamía a Lucius, la saliva pegajosa resbalando
por todo el cuerpo del hombre, quien se veía completamente… Hermione no podía
explicar como.

Era una mezcla de miedo, tristeza, enojo, y repulsión. Pero más que nada, miedo.

Lucius parecía a punto de llorar.

Al igual que Narcissa y Draco. Pero de risa.

Lucius estaba en realidad temblando.

Finalmente, los cuidadores del zoo se acercaron para apartar a los animales, dejando
sólo unos cuantos en la presencia de Lucius.

Uno de los cuales, era un cochinito, que continuo frotándose contra su pierna.

Lucius lo pateó.

El cochinito bramó, un ruido del fondo de su garganta que era ligeramente aterrador, y
después continuo con su gesto de afecto.

El hombre volvió a patearlo.

Y ocurrió lo mismo.

Y otra vez.

Lucius se rindió, con una mano se tapo la nariz, mientras que con la otra tomo del suelo
un poco de las croquetas que quedaban y alimento al animal.

La… cosa… no era tan mala después de todo. Un poco olorosa, pero algo… linda.

Esa noche, regresaron a la mansión cinco en lugar de cuatro. Y al tiempo que entraban
al vestíbulo, Lucius se arrodillo para liberar al pequeño e inquieto cochinito de sus
brazos.

"Bienvenido a casa… Bob."

Bob, el cochinito.

Extraños en la noche

Ella realmente no podía llamarlo blanco. Era más bien un color claro.
Hermione entrecerró los ojos, revolviéndose en la cama para aliviar la tensión en su
cuello.

Definitivamente no era beige.

Color hueso, decidió finalmente después de varios minutos de minuciosa deliberación.

Quito la vista del techo color hueso y la dirigió a los ventanales que daban al balcón. El
negro profundo de la noche que los cubría, tan frío y tenebroso, se parecía al silencio
que la envolvía dentro de esa habitación.

Observo ambas cosas: el cielo y el techo, y se dio cuenta del enorme contraste entre
ambos colores.

Negro y hueso.

Bostezó sonoramente, sólo para caer en la cuenta de que el hombre durmiendo junto a
ella probablemente estaba, bueno… durmiendo.

"¿Granger?" le preguntó una voz profunda, sobresaltada.

La clara voz del joven lo hacia sonar extrañamente despierto.

"Perdón," se disculpo silenciosamente, "¿te desperté?"

"No." La respuesta fue inmediata. Hubo una pausa, antes de que el preguntará
quedamente, "¿estás tú despierta?"

Hermione puso los ojos en blanco, aunque sabía que él no podría verlo en la oscuridad.
"¿Qué pregunta más estú—"

De pronto, la pequeña lámpara junto a Draco se encendió. Hermione maldijo,


momentáneamente cegada por el inesperado ataque de luz. "¿Qué demonios?" murmuró
molesta.

El chico se volvió hacia ella, dándole la espalda a la lámpara. "Disculpa," le dijo. "Lo
olvide."

"Como si realmente pudiera creerte," masculló Hermione, tallándose los ojos.

Draco rió cansadamente. "Valía la pena intentarlo."

"Bien, ahora nunca podré irme a dormir," gruño Hermione. "Y mañana despertaré con
ojeras."

"Eso siempre es atractivo. No me eches la culpa, de todas formas no ibas a dormir,"


señalo Draco, encogiéndose de hombros, con los ojos aún cerrados.

"¿Cómo puedes saberlo?" lo retó, jalando la sábana para cubrir su cara de la brillante
luz.
"Porque yo no podía."

Hermione espero que dijera algo más, pero no lo hizo. Hizo una pausa para considerar.
"Eso no significa nada."

"¿Ibas a dormir?" le preguntó él.

Ella se encogió de hombros.

"Tal vez."

Hubo silencio.

"Ok, tal vez no. No lo sé. Es sólo que no me siento adormilada." Se rió Hermione
alzando la vista. "Oh," dijo sorprendida, "tú techo es blanco."

Draco abrió uno de sus ojos, y le hecho una ojeada a la chica junto a él. "Algunas veces
no logro entenderte."

Hermione cerró sus ojos, empujando la sábana hacia abajo. La lámpara formaba una
sombra que la cubría, y Draco pensó que se veía muy serena y tranquila.

Él nunca pensó que ella pensaba lo mismo de él.

"Yo no creo que alguna vez te halla entendido a ti, Draco," le dijo suavemente.

"Entonces creo que somos extraños."

"Así que estoy durmiendo con un extraño. Bueno, eso si que es tranquilizador," se rió
Hermione. Volvió los ojos para mirarlo de frente, y dejo que sus ojos viajaran a través
de sus elegantes rasgos.

"Hola ahí extraña," sonrió Draco, sus adormilados ojos abriéndose ligeramente.

"Hola."

La joven sacó la mano de debajo de la almohada y la extendió para que él la estrechara.

Draco se rió de ella, pero aun así hizo lo que le pedía. El contacto con su piel provoco
un frenesí en su cuerpo. Ella retiro la mano rápidamente, como si se hubiese quemado.

Hermione flaqueó por un instante, para después recuperar el control. "Así que mmm…"
comenzó insegura, "cuéntame algo sobre ti."

"¿Por qué?" la cuestionó él, cerrando los ojos nuevamente.

"Porqué deberíamos al menos llegar a conocernos mejor. Ya que somos unos extraños y
todo eso," explicó Hermione.
La verdad era que sentía que no sabía lo suficiente de él, y realmente quería saber más.
La desconcertaba. Ella era una persona de hechos. A ella le gustaba… saber. Y ella no
sabía nada de Draco. Él era un enigma para ella.

"Oh, por sí… ¡mis padres quisieran preguntarte algo sobre mí!" Trato de explicar él,
adivinando sus intenciones sólo parcialmente.

Pero eso era suficiente para ella. "Si, seguro."

"Bueno, estuve en Slytherin," le dijo.

Hermione arrugo la nariz. "Sería de más utilidad si me dijeras algo que yo no sepa. Así
como… ¿tienes un segundo nombre?"

"¡Sí pero no voy a decírtelo!"

"¡Pero Draco!" se rió Hermione, "yo soy tu novia."

El chico entornó los ojos, pero seguía sin mirarla a los ojos, a pesar de que ella buscaba
su mirada. "Es vergonzoso."

"Como si Draco no fuera suficientemente ridículo," bufó la chica.

"¡Oye!"

"¡Estoy bromeando!" Hermione sintió como el calor le subía a las mejillas, al tiempo
que se sonrojaba. "Realmente me gusta Draco. Nunca lo cambiaria por algo como…
Dray… o Drake."

Draco se estremeció. Drake era un recordatorio muy familiar de su realidad. Hermione


no lo noto y continúo con la plática. "Oh, no me digas que es algo como Lucius por
favor."

"¿Por qué sería ese?" dijo el chico con disgusto.

"Nunca he entendido a vuestro tipo, los que se casan entre familiares y le ponen sus
nombres a sus hijos, sólo para confundir al resto de la familia."

"Podría ofenderme por ese comentario," Draco se rió, "si no fuera ligeramente cierto.
Yo tampoco lo entiendo."

"¿Es por eso que me necesitas?" le preguntó Hermione curiosa, "¿porque tu padre
quiere que te cases con alguien de otra familia sangrepura?"

"No es nada parecido. ¿Conoces a Stephanie?"

Hermione asintió.

"Bueno, ella es americana." Lo dijo como si eso lo explicará todo.


No lo hizo, ya que Hermione lo miraba completamente confundida.

"A mis padres no les gustan los americanos. Los odian," le explicó.

"Así que, tu quieres que me odien lo suficiente para que acepten a cualquiera después de
mi," concluyo.

El chico asintió brevemente.

"Oh." Hermione hizo una pausa. "Que plan tan estúpido," murmuro por lo bajo.

"Es lo mismo que yo dije," dijo Draco arrastrando las palabras. Prosiguió. "Así que…
¿cuál es tu color favorito?"

Paso casi una hora para que se quedaran sin tema de conversación. Y para ese momento,
Draco creía que sabía todo lo que se podía saber de la chica recostada junto a él. Todo.

Era algo extraño.

"Bueno, ¿qué te tiene despierta tan noche?" le preguntó finalmente.

Hermione suspiro alegre, recordando los eventos del día. "Creo que mi mente aún sigue
con la adrenalina de la tarde. No me divertía tanto—"

"Desde que eras una niña," completó Draco.

Ella asintió. "Las montañas rusas, los juegos. Me divertí mucho contigo hoy, Draco."

"Yo también."

"¿Te divertiste?" no pudo resistir la urgencia de preguntarlo.

Draco puso los ojos en blanco. "Si, el odioso y huraño hombre se divirtió. ¿Bien? ¿Qué
tienes que decir al respecto?"

Hermione se rió quedamente. "Bueno pues… estoy muy contenta. Disculpa que el plan
no haya salido según lo que acordamos."

"Nada va de acuerdo con mis padres nunca," se encogió de hombros. Lo decía de un


modo tranquilizador, "no es un problema."

"Creo que me agradan. Sin importar lo fastidioso que Lucius, o más bien… Lou," soltó
una risita, "pueda ser."

"Oh, no te hagas la suave conmigo Granger."

"¡Pero se trajo a Bob a casa!" se defendió Hermione.


"Aún sigo sin creer que se trajo al cerdo a casa. Esa criatura sucia y desagradable. Y no
solo eso, va y lo llama Bob. ¿Por qué llamarías a un cerdo con el nombre de una
persona?"

"¡Aunque el cerdito esta bien mono! ¡Hace oink!"

"Creí que los cerdos en general hacían oink," comentó Draco aburrido.

"No eres gracioso. ¿Qué tiene de malo Bob?"

"Bob es algo… tan típico. Bob. Tan… común," dijo con desdén.

"Aunque funciona bien para un cerdo. ¿Qué tan especial puede llegar a ser un nombre
de mascota?"

"Al menos, debería ser un nombre Malfoy," dijo Draco.

Hermione podía ver la imagen de Bob en su mente, abrazado por Lucius. Esa imagen
nunca la olvidaría. "Creo que me gustan tus padres."

"Si, creo que a mi también me gustan."

Eso sorprendió a Hermione, lo cual era evidente.

"Sabes Draco, eres como un camaleón," declaró.

"Y otra vez," se rió el joven, "no te comprendo."

"Continuas cambiando."

"¿Cambiando?"

"Un momento me estás gritando. Y al siguiente te estás riendo. En un rato pasas de ser
grosero a gentil—"

"Un momento soy malo y al siguiente bueno."

"¡Exacto!"

"Lo superaremos," bromeó el chico.

Hermione sólo meneo la cabeza. Cerró los ojos y permitió que el confortable silencio la
rodeara una vez más.

Pareció una eternidad antes de que Draco hablara de nuevo.

"Así que, ¿cuál es tu historia Granger?"

Hermione se acostó boca abajo, agitando toda la cama al tiempo que lo hacia. "¡Oye!"
protesto Draco, al tiempo que su agradable posición se arruinaba.
La chica descanso la cabeza sobre sus manos mientras sus codos le servían de soporte.
"¿Qué historia?"

"Diez mil galeones. ¿Para qué los necesitas tan desesperadamente?"

Lo consideró por un momento. "¿Podría ser tan simple como que soy avara y quiero el
dinero?"

Draco también lo considero. "Nah," concluyó finalmente, "eres demasiado buena para
eso. Además, esto es demasiado sufrimiento para ser por ambición. No eres… tú."

Hermione quería decir que esto realmente no era tan doloroso y horrible como imagino
que iba a ser. Si, había los ocasionales momentos incómodos, y los constantes insultos,
pero era algo… divertido.

En vez de eso dijo, "Y tú serías la persona adecuada para saber qué soy yo, y que no.
Porque me conoces tan bien."

"Nadie tiene que conocerte bien para saber eso," propuso Draco. "Y además, después de
nuestro…" ¿Cómo lo llaman los muggles? ¿Cómo lo llamaba Stephanie? "… encuentro
profundo—"

"Ese no fue un encuentro profundo," interrumpió Hermione.

"Casi. ¿Entonces cual es la historia?"

"Erudstrass."

"¿La escuela?"

Hermione asintió de una manera muy entusiasta. Se dio la vuelta hasta llegar al extremo
de la cama, observando a Draco. "¡No muchos han escuchado de ella!" exclamó. "Pero
supongo que era obvio que tú supieras."

"Eso es realmente ambicioso," comentó Draco, su respeto hacia ella crecía un poquito.
Y creía que lo sabía todo sobre ella. Tal vez era más complicada de lo que suponía.

"Ha sido mi sueño desde que supe la existencia de la escuela," suspiró, "pero siempre ha
estado tan lejos de mi. Tan fuera de mi alcance."

Draco se maldijo a si mismo por las palabras que se escaparon de su boca. "No esta
fuera de tu alcance Granger. Eres la chica más inteligente que conozco. Diablos, quizás
más inteligente que cualquiera de ellos. Sólo no digas que yo dije eso."

"Gracias Draco, realmente quiero que suceda."

"¿Ya te aceptaron?"

"Se supone que debe llegarme pronto la carta."


"Serían unos tontos si no te dejarán entrar."

"No todos piensan así," Hermione frunció el ceño. "Soy muggle. A sus ojos, yo no
merezco estar ahí."

"Te lo mereces más que cualquiera."

"Bueno, creo que no importa. Incluso si no entrara…"

"No tienes el dinero," Draco acertó. Ella asintió. "Y aquí es dónde yo entro, en mi
brillante armadura y con mi valiente corcel trayendo conmigo un saco con 10,000
galeones."

"Esa es la idea."

"Bueno, como Austen dijo alguna vez, algo puede y debe pasar para interponer a un
héroe en su camino."

Hermione bufó. "Honestamente, muy difícilmente puedo llamarte mi héroe. Más bien el
diablo sonriéndome y tendiéndome la mano.

"Con los cuernos," le recordó Draco.

"Y ahora tengo el regalo perfecto para tú cumpleaños que se avecina. Un disfraz de
diablo. Te queda perfecto.

"Oh, muy graciosa," Draco trato insatisfactoriamente de aguantarse la risa.

Hermione se le unió, deleitándose con el momento. Era extraño y al mismo tiempo…


hablar con el parecía llenar su interior con ese relajante y feliz sentimiento. Le gustaba.

Las risas pronto se apagaron, y Draco prosiguió. "¿Pero sabes que si me gustaría?"

"¿Qué?" preguntó Hermione, decidida a seguirle la corriente.

"Galletas. Y leche."

"¿Ahorita?"

"Claro."

"¿Realmente no puedes estar pensando en despertar a los elfos domésticos a esta hora
para satisfacer tu deseo de galletas y leche, verdad?"

"Claro que no," replicó Draco.

Y así fue como Hermione se hallaba con su pijama, dirigiéndose a escondidas, hacia los
fríos y vacíos pasillos de la Mansión Malfoy a las tres de la madrugada.
"¿Dónde esta tu sentido de aventura, Granger?" le preguntó Draco, quien obviamente
estaba disfrutando de su momento James Bond.

"Atrás, donde estaban mis cálidas sabanas, en la cálida cama, en la cálida habitación
—"

"Ok, ya casi llegamos."

Y en el siguiente instante, Hermione sintió un peso caer sobre sus hombros. Se giro
abruptamente para encarar a Draco que se encontraba detrás de ella, casi tiro un jarrón
de cristal.

"¡Cuidado!" aulló Draco.

Hermione sintió el objeto en sus hombros, y abrazó la calidez que le brindaba. Era su
bata.

"Gracias," murmuro, oliendo sin querer el aroma almizclado y a madera que la había
rodeado estos últimos días.

Pudo distinguir cuando se encogió de hombros a pesar de la oscuridad, después


continuaron su camino.

Hermione ya no se quejo.

Finalmente, llegaron a las puertas de la cocina. Draco pego su cuerpo a la pared,


poniendo un dedo sobre sus labios para indicar que hiciera silencio.

Lentamente miro a hurtadillas.

"Aquí hurón sexy, el camino esta despejado, conejita rosa. Repito, camino despejado.
Cambio y fuera."

Se deslizó dentro de la habitación, tomo un puñado de galletas y salió nuevamente.

Hermione lo agarro por detrás de los hombros. "Primero, creí que habíamos acordado
que serías hurón feo…"

"¡Pero no quiero ser feo!" siseó.

"—y yo no quiero ser rosa!"

"De acuerdo. ¿Y?"

"Y… estoy justo detrás de ti hurón feo."

"Buena forma de arruinarlo conejita rosa."

"Bueno—"
De repente, le tapó la boca con las manos. Ella lo miró con los ojos abiertos como
platos, y señalo en dirección a la cocina con una inclinación de cabeza.

Escucharon atentamente.

Dentro, una voz aguda y chillona estaba murmurándose a sí misma.

"¡Moxie no puede hacer esto! ¡Moxie no puede!"

Elfo doméstico, articulo Draco con los labios, Hermione asintió.

"¡¿A que se refería el amo cuando pidió hot dogs?!Oh, Moxie va a ser castigada por
esto. ¡¿Cómo le dirá Moxie al amo que no sabe?!"

Hermione tomó a Draco de la mano, invitándolo a una carrera silenciosa. Él la siguió,


dejando galletas a su paso. Y cuando estaban lo suficientemente lejos, sus risas se
mezclaron y unieron para escucharse por toda la mansión.

Chico malo mi trasero

Hermione se levantó a la mañana siguiente en una cama vacía. También se levantó para
encontrarse descansado en la mitad de la ya mencionada cama vacía— la mitad de su
lado y la otra en el lado de él.

Maldijo mentalmente y se giró a su lado, llevándose la sábana consigo y ocasionando


que esta se le enredara en los pies.

Cuando observo el reloj, gruño sonoramente. Ya no era de mañana— no, ya era casi
medio día. ¿Cómo había dormido tanto?

"Poppy," llamó al tiempo que bostezaba.

Un repentino pop se escucho antes de que Hermione pudiera ver a la pequeña elfina
domestica, que ya estaba acostumbrada a ella. Poppy estaba a cargo de ella y Draco.
"¿Por qué no me levantaste?"

"El amo Draco me dio instrucciones de dejarla dormir señorita," replicó la asustada
elfina. "Oh, le pido perdón señorita. ¡Lo siento!"

"No, no," dijo Hermione pensativa. Regreso su atención a la elfina y antes de que la
criatura pudiera comenzar lo que quería hacer, le dijo, "esta bien Poppy. Te prohíbo que
te castigues a ti misma."

Moxie asintió. "Gracias señorita." Y con otro asentimiento de Hermione, la elfina


desapareció.

Hermione regreso a sus pensamientos. ¿Por qué Draco no la había despertado? Lucius
estaría furioso.
Pero pensándolo bien, ¿qué había de malo en eso? Hermione descanso más y Lucius se
enojaría. Eso era matar dos pájaros de un tiro. O como se dijera.

Aun así, Hermione se peleó con las sábanas y trastabillo en su camino hacia la regadera.

"Disculpen la tardanza," se disculpo Hermione, al tiempo que entraba al jardín en el que


Draco y sus padres se encontraban. En realidad, lo último que sentía era remordimiento.
Se sentía, por primera vez en un largo rato, realmente descansada.

Y por eso, le lanzó una sonrisa de gratitud a Draco, quien la vio y la devolvió.

"Que amable en agraciarnos con su presencia Señorita Granger," dijo Lucius


desdeñosamente, quitando la vista de la joven y regresándola a su cochinito, recostado
de panza junto a él.

Narcissa ignoro a su marido. "¿Ayer fue un día agotador, verdad?" dijo


consideradamente, "mi querido Draco dijo que estabas muy cansada después del día que
pasamos y que no habías podido dormir bien así que no debíamos molestarte."

Ella se preguntó cuando el clima se había vuelto tan cálido, al tiempo que su húmedo
cabello volaba con el viento del verano, un momento… "¿Draco dijo eso?"

Narcissa asintió y Draco se negó a mirarla a los ojos. "Ven a sentarte querida,
estábamos a punto de tomar el almuerzo."

Hermione tomo asiento junto a Draco. "Gracias," susurró. Él se limito a encogerse de


hombros, y al ver que no iba a sacarle nada más, continuo, dirigiéndose a todos esta vez.
"¿Qué vamos a almorzar?"

Lucius tronó los dedos.

Moxie apareció, el miedo escrito en cada arruga de su pequeño rostro.

"¿El almuerzo?" pregunto Lucius vilmente, observando a la llorosa elfina.

Fue en ese momento en el que Draco y Hermione cayeron en la cuenta de que lo que él
esperaba eran hot dogs. Hot dogs que Moxie desesperadamente había tratado de hacer la
noche anterior.

"M-moxie no pudo—" levantó sus ojos redondos y brillantes, rogando perdón.

"¡BAJA LA CABEZA!" soltó Lucius. Moxie salto en el aire—literalmente. "Mejor,


¿ahora que decías?"

Pero Hermione ya había tenido suficiente. Se puso de pie, su silla chirrió cuando la
empujo. "¡Moxie no tienes porque escucharlo!"

Lucius giro su cabeza a Hermione, sus rubios cabellos chocando con su rostro al tiempo
que su nariz se dilataba por la furia. "¿Disculpa?" le pregunto en un susurro.
Y por primera vez en el tiempo que llevaba en la mansión, ella sintió miedo. "Esta—
esta…"

"En contra—" Draco comenzó, ayudando a Hermione cuando vio que ella flaqueo. Pero
no fue necesario.

Narcissa interrumpió. "En contra de las reglas de la P.E.D.D.O. Lou."

"¿Y qué?" desafió.

Narcissa levantó una fina ceja. "Yo estoy en la P.E.D.D.O." Le guiño el ojo a Hermione,
quien se había dejado caer nuevamente en su asiento. "Por favor trata a los elfos con
más respeto."

"¡Ni si quiera han tenido una reunión!" exclamó Lucius.

"Pero ella tiene razón," aporto Hermione.

Lucius miro a su alrededor, suspirando al darse cuenta de que no iba a obtener ayuda de
su familia. Se giró hacia Bob. "¿Tú estas de mi lado, verdad?"

El cerdito de inmediato se encaramo y camino hacia Hermione.

Un cerdito listo.

Lucius susurro, "traidor". Regreso su fulminante mirada a Moxie, quien parecía a punto
de desmayarse.

Hermione intervino. "Como sea," dijo calmadamente, "Moxie estaba diciendo que yo
me había ofrecido a cocinar los hot dogs hoy."

Bob protesto.

Moxie— bueno, Moxie parecía a punto de besar a Hermione.

"Bien," escupió Lucius. "Desaparece de m—"

Narcissa y Hermione se aclararon la garganta al mismo tiempo.

"—gracias Moxie. Ya puedes irte." Corrigió resentido.

Draco quería reírse, pero una mirada de Hermione lo silencio.

Ahora, era el turno de Lucius de reírse. Narcissa lo fulmino con la mirada.

Y al tiempo que los hombres de la mansión se mordían la lengua, las mujeres soltaron
una sonora carcajada.
Hermione levanto su mano en el aire hacia Narcissa. Por un momento, la mujer adulta
pareció no saber que hacer, pero extrañamente, se las arreglo para levantar su mano
también.

Ella sonrió tímidamente cuando Hermione y ella chocaron palmas.

Hermione agitó su varita, y el asador se transformó de nuevo en una banca. Con una
sonrisa satisfecha, regresó a su asiento en la mesa llena de bebidas, pan y platos con
salchichas.

Bob había huido para entonces— por obvias razones.

La joven se río cuando vio los desconcertados rostros de la familia Malfoy.


Aparentemente, ellos nunca habían hecho esto.

Ignorándolos, uso una mano para tomar un pan para hot dog y con la otra las pinzas.
Coloco la salchicha cuidadosamente dentro del pan, antes de ofrecerle el utensilio de
metal a Draco.

No paso mucho antes de que los cuatro se hallaran comiendo felizmente.

Y así fue como Blaise los encontró— felizmente comiendo sus hot dogs.

"No."

Todos giraron su rostro al foco del sonido. Draco trago su bocado y dijo, "¡Zabini!"

"¡Blaise!" exclamó Hermione sonriente.

"¿Entre a la casa equivocada?" mascullo el hombre.

"No seas absurdo," se rió Narcissa, mientras levantaba la comida con las manos y
tomaba otro bocado. Se detuvo a medio camino cuando vio que Blaise no dejaba de
mirarla. "¿Qué?"

"¡Nada!"respondió inmediatamente.

Hermione se puso de pie para saludarlo. "Hola," le dijo.

"Hola," le sonrió el chico. Blaise se inclino hacia Hermione, muy para el desagrado de
Draco. "¡Qué les has hecho!" se burló.

"¡No fue mi culpa!" susurro, observando su alrededor. Lucius y Narcissa le sonreían


educadamente a su invitado, pero Draco hacia claramente lo contrario, ignorándolo por
completo. Hermione se encogió de hombros.

"Así que, ¿que te trae por aquí?" le preguntó la chica.

"Un regalo."
"¿Para?" Hermione pregunto, Narcissa y Lucius regresaron a su conversación.

"Para ti."

Con esto, Draco se giro para observarlos de frente. "¿Para ella?" lo cuestiono.

Blaise asintió y se quito de la entrada al patio.

Por un momento, estuvo vacía. Hasta que…

"No es posible—" gruño Draco.

…Harry Potter apareció ante todos.

Hermione lanzo sus brazos hacia el hombre, quien alegremente la abrazo. "¡Oh Harry!"

Blaise se rio, y tomo el asiento que Hermione ocupaba junto a Draco. "Pensé que le
gustaría," murmuro.

"Claro, ve e invita a Harry cabeza rajada Potter a mi casa," masticó Draco, observando a
los amigos que ahora se reían juntos.

"¿Celoso?" le pregunto Blaise, frunciendo el ceño.

"No," respondió Draco bastante sincero. Sonrió.

"¿Entonces que pasa?"

"Realmente no lo se."

Blaise se encogió de hombros, sintiendo que esa era realmente la verdad. "Ella se lo
merece."

Draco asintió lentamente. "Iba a invitarlo a venir en algún momento."

Blaise lo miró, con los ojos como platos.

"Ella lo pidió," explico Draco, "bueno, algo así."

"Ah. ¿Entonces te ahorre el problema, no?"

"Menos mal," dijo Draco. "Me salvaste también de verme como chico bueno," se rió.

"Siempre la reputación," incitó Blaise.

"Siempre," concedió Draco.

Se volteo para observar a los dos amigos. "Hermione, ¿por qué no llevas a Harry al
jardín para que platiquen?" le sugirió.
"¿No te importa?" respondió. Claramente, la idea había cruzado su mente también.

Draco sonrió. El chico brevemente se dio cuenta de que ahora sonreía más
frecuentemente. "No."

Hermione le devolvió la sonrisa, tomó a Harry del brazo y lo arrastro para que
platicaran.

Draco se volvió nuevamente hacia Blaise, quien ahora se reía sin reservas.

"¿Salvarte de verte como un chico bueno? Chico malo mi trasero. ¡¿Cómo se supone
que te salve?!"

"Cállate."

"¿Es una broma verdad Hermione? ¿Los llevaste a un parque de diversiones?" Harry se
reía a carcajadas.

"Te juro que los Malfoy no son lo que tú esperarías."

"No puedo creerlo."

"Pues créelo." La chica sonrió. "No es tan malo aquí."

"¿Así que puedo suponer que ellos te han tratado bien?"

Hermione pensó en los elfos domésticos, Narcissa, Draco, e incluso Lucius. "Seguro,"
replico, "lo han hecho."

"¿Nada de catres ni hierros candentes?" bromeó Harry.

"¡Oh cállate!" chilló ella. "De hecho creo que aquí soy yo la que esta blandiendo las
armas de tortura."

"Bueno, eso fue para lo que te contrataron."

Hermione frunció el ceño. "Si, eso creo."

Harry puso uno de sus brazos alrededor de los hombros de la chica. "Oye, oye, ¿te
encuentras bien?"

Hermione descanso su cabeza en el hombro de su mejor amigo. "Sí," dijo ella mirando
al horizonte, "eso sólo que…" levantó la vista para toparse con los ojos preocupados del
chico. "Olvídalo."

"Hermione."

"Estoy bien Harry."

"¿Estás segura?"
"Afirmativo."

Harry hizo una pausa. "Esta bien," cedió. "¿Entonces cómo esta Malfoy?"

"¿Malfoy?" preguntó Hermione antes de poder detenerse.

"¿Estas segura de qué estas bien?" pregunto Harry, levantando la mano para tocar su
frente. "No tienes fiebre."

Quito su mano de un golpe.

"Malfoy… ya sabes… Slytherin… de nuestra edad…"

"¡Oh Draco!"

Los ojos de Harry se abrieron por completo, pero Hermione no se dio cuenta.

"Él esta bien. De hecho tampoco es tan malo."

"Has cambiado Hermione," dijo Harry quedamente.

Ella suspiro, temiendo eso desde un principio. "¿Lo he hecho?"

"En una buena manera. Pero ya no eres la misma."

Ella lo miro a los ojos y se coloco un mechón de pelo detrás de la oreja. "Sí. Yo también
siento que he cambiado. Es solo que no se como."

Para entonces, ya se habían detenido, habiendo puesto suficiente espacio entre ellos y la
mansión. "No importa," le aseguro su amigo. "Siempre serás Hermione."

Ella sonrió. "Lo prometo."

"Aunque a Ron no le gustara en lo absoluto."

"¿Ron?"

"Sabes, él sigue molesto. Y se pondrá aun más molesto cuando sepa lo feliz que eres
aquí." Harry suspiro. "Ya sabes como es Ron."

Hermione asintió en silencio. ¿Ron? Pensó la chica. Fue en ese momento cuando se dio
cuenta de que él chico había desaparecido de su mente por un tiempo.

"Yo se que te gusta… o al menos… te gustaba…" Harry espero a que ella le diera la
razón o lo negara, pero Hermione no estaba diciendo nada. Continuo, "pero Ron—"

"Por primera vez en un largo tiempo," lo interrumpió Hermione, "sencillamente no me


importa."

Harry sonrió. Finalmente.


Y al tiempo que ella decía esas palabras, el titubeo en su voz desapareció. Desvió la
mirada, lejos de la de Harry. "Realmente ya no me importa."

"Es… bueno oír eso Hermione. Honestamente."

"Si. Es bueno oírlo," ella estuvo de acuerdo. "Y es aun mejor decirlo."

El joven sonrió.

"No me importa lo que el piense de mi."

"No me importa como se sienta sobre mi."

Ella miro a Harry, su voz ahora confiada.

"A mi simplemente no me importa."

Anticipación para la perfección

El tiempo vuela. Una expresión gastada al punto de los extremos, sin embargo, al
mismo tiempo, es utilizada de sobremanera con razón. ¿Por qué?

Por que es verdad.

El tiempo es algo divertido. Y como Einstein explico una vez, el tiempo vuela cuando lo
disfrutas, y se vuelve lento cuando no lo haces. Era ley. Era ciencia.

Hacia ya una semana de la visita de Harry, y un día antes del cumpleaños de Draco. No
lo había visto venir. Bueno, esta bien, si lo había visto. ¡Pero no sabía que pasaría tan
rápido! Lo había estado planeando por pedazos desde hacia una semana, pero quien
podía culparla. ¡Era una persona organizada por naturaleza! Lo único que se podía decir
de esta persona organizada era que desafortunadamente había estado tan concentrada en
planear la velada perfecta que había olvidado el regalo perfecto.

Hermione suspiro, al tiempo que era empujada y aventada hacia adelante y hacia atrás
en medio de las ajetreadas calles del Callejón Diagon.

"¡¿Blaise?!" miro a su alrededor frenéticamente, dándose cuenta de que había perdido


de vista al moreno.

Se detuvo, buscándolo a su alrededor.

Finalmente, lo vio.

La tienda.

La tienda sagrada.

La tienda de Quidditch. Nunca fallaba.


Hermione puso las manos en jarras y molesta, marcho hacía la tienda que, para su
disgusto, conocía de memoria— más que nada por Harry y Ron.

"¡Blaise Zabini!"

El chico miro la entrada, al escuchar su nombre. Sus facciones se transformaron en una


expresión de miedo. "Granger."

"¿Qué crees que estás haciendo?" se abrió paso a zancadas, apuntando al escaparate de
revistas en frente de él, y más específicamente, a la que estaba en sus manos.

Blaise miro a su alrededor pero no encontró ninguna mirada comprensiva. Quizás fuera
por que escenas como esta ocurrían a menudo en esta tienda. Era algo normal, y nadie
prestaba mucha atención.

"¡Tenemos muchos lugares a los que ir! ¡Cosas que hacer!"

"De todos modos, ¿por qué estás tan entusiasmada?"

Eso puso fin al despotrique de Hermione. Ella considero la pregunta. ¿Por qué se estaba
preocupando tanto?

Honestamente, no tenía ni idea.

Todo lo que sabía era que la noche de mañana tenía que ser perfecta.

"Es porque él ha sido gentil conmigo últimamente," explicó, en parte tratando de


convencerse a si misma. De cualquier forma, esa era la verdad.

Noventa— más bien ochenta— porciento del tiempo de la semana pasada, Draco se
había portado muy agradable con ella. Salvo por una que otra broma o algún comentario
rudo que ella le devolvía con la misma intensidad.

"¿Y?" le pregunto él, tratando discretamente de colocar de nuevo la revista en su lugar.


Desafortunadamente para él, Hermione era todo menos estúpida.

Puso la mano en su brazo, deteniéndolo. "Y es agradable regresar el favor. ¿Qué estás
haciendo?"

"Um…" trato de pensar desesperadamente, "¿buscando un regalo?" preguntó vacilante.

La chica volteo sus manos, revelando la revista Playwizard.

Él se veía avergonzado y ella no pudo más que gruñir alto.

"¡ZABINI! ¡Me das asco!" chilló Hermione, soltándolo.

El joven deslizo la revista de vuelta al aparador, cambiando rápidamente de tema al


tiempo que la conducía al fondo de la tienda. "Yo creo que lo que estas haciendo por él
es ya regalo suficiente G-Hermione. Espera… ¿qué es lo que has planeado?"
"Sólo una cena, y una noche en el parque de diversiones. A él realmente le gusto la
última vez." Ella sonrió al recordarlo—una irreal sonrisa de gozo.

Blaise se preguntó, no muy seguro de porque no le hacia feliz. "¿Cómo una cita?" le
preguntó, tratando de mantener un tono calmado.

Hermione se sonrojó. "¡No!" protestó.

Blaise frunció el ceño. "Pero esto no es para molestar a Narcissa y a Lucius."

"Bueno, no," respondió ella, encogiéndose de hombros. Se aparto de la mirada


penetrante de Blaise, de pronto sintiéndose incomoda ante su escrutinio. Miro los
estantes en donde se encontraban alineadas varias escobas. Toco una. "Es solo una cena
de cumpleaños," le aseguró.

"¿Si quiera consideraste que él quisiera pasar su cumpleaños con su novia?" le pregunto
quedamente, odiaba sentir que parecía querer arruinar lo que a ella claramente la tenía
emocionada.

"Claro," dijo Hermione al tiempo que la palabra novia vibraba en sus oídos, "pero él
dijo que ahorita era muy arriesgado salir con Stephanie y que por consiguiente estaría
libre esa noche."

"¿Realmente te has anticipado a todo esto, eh?"

Él se dio cuenta de que ya no respondía a sus preguntas.

"Crees que le guste esta escoba," le pregunto, desviando el tema. "Aunque no se mucho
de escobas. Él aún juega quidditch—"

"Tiene escobas suficientes," le respondió Blaise, permitiendo el cambio de tema.

"Eso es cierto," dijo Hermione. "Ahora que lo dices, él tiene casi todo lo que tiene que
ver con quidditch."

Los dos rieron. "¿Entonces qué estamos haciendo aquí?" preguntó el chico. Y con eso,
los dos se dirigieron a la salida, asintiéndole al vendedor.

Caminaron de nuevo entre las tupidas calles. Algunas veces en silencio. Otras no.

"¿Chocolates?" preguntó Blaise, sus ojos en la tienda detrás de ellos.

"No le gustan los chocolates."

"Ah…" respondió el chico sorprendido. Él no sabía eso.

"¿Ropa?" sugirió Hermione.

"Es cambiante y quisquilloso. Además, ya tiene suficiente ropa como para vestir a todos
los niños en África. Su guardarropa es más grande que el mío."
"Una tarea difícil en verdad," bromeó Hermione, fingiendo seriedad.

Blaise le dio un suave golpe con el codo, y siguieron caminando.

Después de un rato, Hermione bajo el ritmo. Blaise examino su alrededor para ver que
tienda había llamado su atención.

"Oh no," murmuro.

"Oh sí," sonrió Hermione, mientras subía las escaleras de la tienda.

"¡No pienso entrar en territorio de comadrejas!" exclamó Blaise.

"No te morderán," se rió la chica, encogiéndose para dejar a la gente salir.

"Me… comadrejarean."

"¿Comadrejarean?"

"Esparcir sus gérmenes de comadreja en mí," aclaró el chico, "sin ofender," añadió a
toda prisa.

Ella puso los ojos en blanco, la puerta se abrió automáticamente para que entraran.
"Vamos gallina."

"Eso es aún peor que hurón," murmuro Blaise, gruñendo pero siguiendo sus pasos.

Él entro en la tienda como si fuese un campo minado, cuidadosa y cautelosamente.

"¡Sortilegios Weasley!" canto una voz fuerte al tiempo que entraban en la tienda.

Decir que Blaise estaba espantado era quedarse corto.

"¡Hermione!"

"¡George!" chilló la chica. "Espera, ¿es George verdad?"

"¡Hermione!" repitió.

"Sólo bromeaba," se rió ella, "¡se que eres tú!"

"¡Hermione!" esta vez vino de otra persona.

"¡Fred!"

"¡Hermione!" la joven se giró, oyendo su nombre salir de la boca de Blaise.

"¿Sí?"
"No sé, ustedes chicos están gritando nombres. Pensé que debía unirme." Se encogió de
hombros y siguió mirándolos de una manera extraña. "Esperen, ¿por qué no dijeron
Blaise?"

"Porque," dijo Hermione exasperada, "es un saludo. ¡Y yo he estado todo el día


contigo!"

"¡¿Y entonces por qué no lo dijiste cuando nos encontramos está mañana?!"

Ella suspiro.

"No es ese—"

"—el chico Zabini?" termino George por Fred.

"Sí."

Fred volvió su atención al moreno. "Por cierto," dijo, "sin rencores…" miro a
Hermione. Ella artículo Blaise. "…Blaise."

"¿Sin rencores?" repitió, confundido.

George señalo las orejas extendibles, que cruzaban hasta la parte de afuera de la tienda.

Después, chocaron cinco, mientras Blaise se cruzaba de brazos, ofendido.

"Y bien Hermione, ¿qué te trae por aquí?"

"¿No puedo visitar a mis dos bromistas favoritos?" preguntó inocentemente la joven.

"Sólo conoces dos bromistas," le contesto Fred aburrido. "Todos los otros bromistas
estaban demasiado asustados de ti."

"¿Así que ustedes se consideran los valientes, no?"

"¡Los más valientes!" respondió George inflando el pecho.

Hermione rió.

"¿Entonces?"

"¿Ustedes chicos venden disfraces? Unos que preferiblemente no causen comezón,


ronchas o algún otro tipo de… cosa?"

"¿Estás segura? Tenemos un gran disfraz de gallina que cause varicela."

"Irónico," dijo Hermione tontamente. Se imagino a Draco, y trato de no reír. "Si, estoy
segura."

"Pasillo siete entonces. ¿Necesitas que te lo mostremos?"


"No, lo tengo." Asintió para darle gracias a los gemelos, antes de tomar a Blaise y
arrastrarlo consigo.

Al tiempo que llegaban al lugar indicado, Hermione se quedo boquiabierta.

Oh sí, tenían disfraces de diablo. Pero la mayor parte de ellos consistían en… bueno…
nada. Literalmente. Era más bien un pedazo de tela—revelador y… bueno… revelador.

Blaise siguió su mirada.

"¿Ese es tu regalo para él? No estás planeando… tu sabes…"

"¡Claro que no!" chillo. "Se supone que sea para él."

"Bueno Hermione… no creo que el se incline para ese lado."

"Cállate." Hermione escaneo la hilera de ropa, tratando de no tocar los escandalosos


atuendos. Durante el proceso, Blaise la escucho murmurar, y pudo captar algunas
palabras como: ridículos, Molly y problemas.

Escogió una diadema con cuernos. Realmente porque era la única cosa remotamente
apropiada. Lastima porque, Draco se vería muy bien en uno de esos.

"Comprar regalos es realmente difícil," se quejó Hermione, al tiempo que ella y Blaise
se sentaban en una acogedora cafetería del Callejón.

Tomo un trago de su bebida, inclinándose para sobar sus adoloridos pies. Había sido un
día de compras muy largo, una de sus actividades menos predilectas, y tenía muy pocos
regalos. Una diadema y un portarretratos—para la foto que había comprado en el parque
de diversiones.

"No sería tan difícil si me hubieras escuchado y le hubieras comprado la revista."

Ella lo miro indignada.

"¡Estoy bromeando! Pero ya en serio, nunca había sido tan difícil."

"¡Pero quiero el regalo perfecto!"

"¿Cuál es el regalo perfecto?" suspiro el chico.

"No lo…" sus palabras murieron cuando algo cruzando la calle llamo su atención.
"Eso."

Él se volvió. "Finalmente."

Mas tarde esa noche, mientras Draco tomaba un baño, una lechuza se poso en la ventana
de su habitación. Nunca antes había visto esa lechuza. Hermione se puso de pie,
decidiendo que Draco no necesitaba ser consultado, abrió la ventana.
La lechuza salto al interior majestuosamente.

Y así era como realmente se veía. Majestuosa. E inmediatamente, su corazón dejo de


latir.

Esa lechuza venía de Erudstrass. De eso no había ninguna duda.

Dejo un rollo de pergamino en su mano.

El nombre en perfecta cursiva, Hermione Granger, solo confirmo sus sospechas.

Sus dedos temblaron. Su corazón latió frenético.

La lechuza, después de liberarse de su carga, voló a la oscura noche.

Hermione coloco el pergamino en la mesa.

Y después de una difícil deliberación, abrió el cajón de la cómoda y metió el papel. Lo


abriría mañana. Con Draco.

Porque quería compartir ese momento con él. Le parecía mejor de esa manera.

Mañana sería perfecto.

Ella estaba segura de eso.

Maldita desilusión

Hermione se levantó temprano el día siguiente. Demasiado temprano, de hecho, ya que


el sol a penas brillaba, medio escondido tras el horizonte.

Una pequeña sonrisa se formo en su rostro, mientras imaginaba el día que le esperaba.

Se quedo en cama por un momento, escuchando los suaves ronquidos del hombre junto
a ella. Pensó en despertarlo, pero decidió que sería un poco cruel levantar temprano a
alguien en el día de su cumpleaños.

Aunque eventualmente, no pudo resistirlo más. Hermione se levanto en un hombro, y


silenciosamente se inclino para susurrarle en el oído.

"¿Adivina que día es hoy?" le susurró, su respiración haciéndole cosquillas en las


orejas.

"Mmghmmh," vino la incomprensible respuesta, al tiempo que su mano se desenterró de


debajo de las sábanas y se agitaba salvajemente en el aire, como si intentara ahuyentar
una mosca.

Hermione suspiró, sentándose. Coloco ambas manos en sus hombros y lo sacudió


suavemente. "¡Vamos Draco!"
"Déjame en paz," murmuró, jalando su almohada de debajo de su cabeza para poder
taparse las orejas.

"¡Deja de dormir!"

"¡Me gusta dormir!"

"Bueno, ¿y que tal esto?" le preguntó la chica.

"¿Qué tal qué?" masculló, lentamente adquiriendo más coherencia.

Hermione sonrió maliciosamente, sus ojos brillaban burlones, antes de arrancarle las
sábanas del cuerpo de un jalón. "Esto," le dijo, riéndose ya que Draco sólo dormía en
bóxers, ahora se encontraba temblando ante la pérdida de su tibia sábana.

"Maldita seas." Dijo ahora totalmente despierto.

"Yo también te quiero."

"Ajá. Aún así. Maldita seas."

Hermione sólo sonrió.

"Aún no puedo creer que me levantaste un Domingo a las nueve de la mañana."

Hermione entornó los ojos. Aparentemente, olvido que Draco se levantaba normalmente
hasta después de medio día los fines de semana. ¿Ups? "No fue sólo una mañana de
domingo," se defendió. "¡Hoy es tu cumpleaños!"

"Un año más viejo y un año más cerca de la muerte."

Hermione, caminaba detrás de Draco, mientras se dirigían a las escaleras del primer
piso. "¿Por qué estas siendo tan mórbido?"

"Ser mórbido es lo mío," Draco se encogió de hombros, al tiempo que Narcissa y


Lucius aparecieron en su campo visual. El chico inmediatamente llevo sus manos a sus
mejillas.

"¿Qué estas haciendo?" Pero Hermione a penas pudo terminar la oración antes de que
Narcissa se acercara, sus manos haciendo un lado las de Draco y pellizcando sus
mejillas. Al parecer bastante fuerte por el modo en que Draco estaba reaccionando. "No
importa," murmuro para si.

"¡Oh Draco, cariño! ¡Un año más grande! ¡Tan guapo mi pequeño!" gorjeó felizmente
Narcissa. "Diecinueve. Estoy tan orgullosa de ti."

"Gracias madre."

"¡Oh y finalmente una verdadera novia con quien celebrar este día tan especial!"
continuo feliz. Hermione se sonrojo ligeramente, aunque quería ahogarse de risa.
Draco la miro pidiendo ayuda, y Hermione solo se encogió de hombros. Narcissa
observo a su marido.

Él se aclaro la garganta. "Si, um… felicitaciones. Quiero decir… feliz cumpleaños." Y


eso era todo, aparentemente, ya que Narcissa sonrió y siguió.

"Así que, ¿pasarás el día con mi hijo, no?"

Hermione asintió.

"Bien, entonces, los dejaremos ser después del desayuno."

"Madre, esta bien, yo se que te gusta pasar mis cumpleaños conmigo…"

Lucius meneó la cabeza, y respondió por su esposa. "Hemos tenido dieciocho


cumpleaños para pasarlos contigo…" miro a Hermione, "podemos darnos el lujo de
dejar a la Señorita Gra-Hermione tener uno."

Era gracioso que, ni siquiera había sido idea de Narcissa decir eso.

"Entonces… ¿qué me compraste?" le pregunto Draco, en el momento en que entraron a


su habitación.

"Creí que los cumpleaños eran horribles, marcaban tu progreso hacia la muerte y por
eso no debían ser apreciados," Hermione se rió.

"Eso es lo que dije… de los cumpleaños. Los regalos por otro lado…" dejo la oración al
aire e hizo como que se frotaba las manos.

"Ah, claro," Hermione puso los ojos en blanco.

De cualquier forma, se dirigió a la cómoda y saco una caja plana y pequeña.


Incrédulamente, él no parecía creérselo. Ella debió imaginar que él creería que sería una
aguafiestas.

"¿Qué es?" le pregunto, con sincera emoción.

La joven le paso el regalo. "Es sólo la primera parte," se encogió de hombros, un poco
avergonzada.

El joven rasgo la envoltura como un niño en Navidad, sus ojos brillaban con curiosidad
y felicidad. ¿Qué no recibía regalos seguido? Aunque ahora que lo pensaba, no parecía
que Narcissa y Lucius le hubiesen dado algo hoy.

Él pareció leerle la mente. "Mi familia no es muy afecta a los regalos y esas cosas."

Más pronto que tarde, la envoltura que Hermione cuidadosamente le había puesto, se
hallaba en el suelo.
"¡No lo hiciste!" exclamó Draco. "¡¿Te quedaste con una copia de esta?!" se rió al
tiempo que colocaba el portarretratos en su escritorio de trabajo.

"¡No pude evitarlo!" se rió ella. "¡Mírate! ¡Es un momento Malfoy!"

"¿Un momento Malfoy?"

"Es una cosa muggle."

"¿Los muggles tiene una cosa nombrada con mi apellido?"

"¡Claro que no idiota!"

"¡Pero tu lo dijiste!"

"¡Draco!"

Él se rió. "Gracias. Realmente me gusta."

La chica dejo escapar un suspiro. "¿De verdad?" Ella no había estado muy segura. Él
estaba tan acostumbrado a cosas y juguetes caros…

"Afirmativo," sonrió.

"Hay mas. Checa la parte trasera del portarretratos."

"¿Oh?" se dirigió al escritorio y volteo el regalo. Cierto, ahí se encontraba adherido un


pequeño y blanco sobre. Lo abrió.

Al no recibir respuesta, Hermione dejo que sus miedos sacaran lo mejor de ella. "Oh,
perdóname. Es que dijiste que querías ir otra vez, debí imaginar que no lo decías en
serio pero te conseguí los boletos—no tienes que ir si no quieres," mascullo.

"Me encanta."

"¿Perdón?"

"Es perfecto."

"¿Lo es?"

"¡De todas formas lo iba a pedir otra vez! Me encantaron esos juegos."

Hermione sonrió. Los regalos de cumpleaños eran algo muy estresante.

"Y además, no sólo eso, si vamos a un… como se llama…"

"¿Parque de diversiones?"

"¡Sí eso! Si vamos a eso, ¡podría encontrarme con Stephanie ahí!"


La sonrisa de Hermione desapareció. Parecía que todo sucedía en cámara lenta. De
repente todo se caía a pedazos. "¿Qué?" susurró ella, sorprendida. No comprendía.

"Bueno, podría ir contigo allá, y después… ya sabes, Stephanie podría vernos ahí. Y
habrá tanta gente que para mis padres será imposible encontrarnos ahí, aunque
quisieran. Claro, estaré de vuelta para la cena." Hizo una pausa, al ver su rostro. "¿Estás
bien?"

Ella lo miró lentamente. Todo el tiempo que había hablado, parecía como un sueño.
"Pensé—yo solo pensé…" no podía armar una oración. Cambió su rostro a una máscara
de valentía. "Sí, estoy bien."

"¿Realmente no te importaría, verdad?" preguntó inseguro. "Vendré a casa después de


la cena, eso esta claro, así que podremos abrir el resto de los regalos y esas cosas
entonces. ¿No tenías nada planeado, verdad?"

"Pero…" Hermione se tambaleó. Pensó en todos sus planes. Pensó en como el parque de
diversiones debió de haber sido algo entre ella y Draco. Pensó en como este día debió
ser absolutamente perfecto. Y después… vio el rostro del chico. No necesito pensar.
"No—" logró articular. Su boca se sentía seca y rasposa. "No, no me importaría."

Y esas fueron las falsas palabras que la condenaron.

Hermione había tratado de no mirar el reloj en toda la noche. Lo había intentado.

Tristemente, también había fallado.

Escucho la puerta abrirse y cerrarse. Levantó la mirada esperanzada de que fuera Draco.

"Blaise," exhalo la joven. Volvió a bajar la mirada.

El chico camino hacia ella. "¿Cómo estás?" le pregunto quedamente. Él sabía que ella
había estado esperando esta noche. Él sabía, aunque Draco no lo hiciera, cuanto tiempo
ella había planeado esa noche.

Hermione se encogió de hombros. "Bien," le dijo tristemente. Volvió a mirar el reloj.


"Son las once." Él ya debería de haber llegado a casa para entonces.

Blaise asintió.

"Blaise," le dijo ella, "¿Las cenas puede durar hasta las once, verdad?"

Quería creer que si podían, pero tenía un presentimiento—uno muy fuerte— de que no
iba a venir a casa. De que no iba a regresar.

Por favor Draco, rezó. Él había prometido que regresaría, para abrir el resto de sus
regalos con ella.

Las palabras del moreno la condenaron. "No."


Y aún así, ella se negaba a creerlo. Él volvería. Quizás solo habían perdido la noción del
tiempo en el parque.

Estrujó las manos alrededor de la caja que se hallaba en su regazo, tan cuidadosamente
envuelta. Y con cada momento que pasaba, cada tic toc del reloj, sus esperanzas se
hundían un poco más. Se coloco un mechón detrás de la oreja.

¿Por qué diablos le importaba? ¿Quién era él para ella?

Pero aún así, al mismo tiempo, a ella realmente le importaba.

"Hermione," le urgió Blaise. "Lo lamento."

Ella se inclino hacia sus brazos que la esperaban, hundiendo su cabeza en su hombro,
resignándose a lo que era inminente. "Sabes, realmente quería que esta noche fuera
perfecta."

"Lo sé," le susurró acariciándole el cabello. "Lo sé."

La joven sintió cuando una lágrima se escapaba de sus ojos. Solo una. Pero eso era
suficiente.

"Ni siquiera se porque me importa, por que me preocupo."

"Entonces no lo hagas."

"¡Pero no puedo evitarlo!"

Él solo le abrazo aún más fuerte, una reacción natural.

"Blaise…" Hubo varios intentos por empezar. "¿Por qué no pudo simplemente decirme,
no me esperes despierta, o, Voy a dormir y a pasar la noche con ella y no regresare a
casa, o algo así? ¿Por qué tenía que decir que iba a regresar?"

"No lo sé," susurró, "Esta bien Hermione. Está bien." Y con eso, saco su varita, y volteó
el reloj. "No mas de esto."

Ella asintió. Asintió, porque ella sabía, que él no iba a venir a casa esta noche.

Y el solo pensarlo la estaba matando.

"Ve a dormir," le sugirió finalmente.

No puedo, quiso decirle, porque tengo que seguir esperando.

Silencio, interrumpido únicamente por el constante mover de las agujas del reloj, fue lo
único que se escucho por un rato.
Blaise no supo cuanto tiempo paso antes de que Hermione finalmente se separara de él.
Pero él sabía de antemano que ella no se iba a dormir como le había sugerido. De todas
formas, no había esperado que lo hiciera. La observo.

Suavemente, camino hacia la cómoda, y saco un rollo de pergamino.

Hermione lo observó por un momento, retándolo a que fuera una carta de rechazo. Eso
le vendría como anillo al dedo a su día perfecto. Se giró para observar a Blaise. Él no
era con quien ella quería compartir esto. Era con Draco. Pero aún así…

Lo llevo consigo, tomando lugar en la cama junto a él, y aún sin emitir sonido alguno,
lo desenrollo.

Temblorosamente, leyó, "Felicitaciones—"

Y fue entonces, cuando realmente sintió las lágrimas salir de sus ojos. Porque, ¿como
era posible, que en un momento en el que se suponía que debería ser la persona más
feliz del mundo, sentía completamente lo opuesto? Porque, ¿como era posible que
cuando finalmente había logrado alcanzar uno de los pasos más importantes hacia su
sueño, sentía como si hubiera perdido?

"Maldito idiota," escuchó a Blaise susurrar. Pero todo era una mancha borrosa para ella.

Un poco de redención

"Me divertí mucho esta noche Drake." La cita había ido de maravilla.

Draco, debido a su increíble buen humor, ignoro el nombre y sonrió. "Me da gusto que
lo hicieras."

"¡No puedo creer que te subieras a los juegos!" Stephanie lo tomo de la mano y lo
condujo a la oscura noche, fuera del parque de diversiones. "Nunca imagine que fueras
ese tipo de persona."

Draco no podía decir si ella se sentía confundida o no. Se encogió de hombros y sonrió,
recordando el día que Hermione lo hizo subir a la montaña rusa. "Una amiga me hizo
subirme a una," le contesto simplemente, sintiéndose un poco culpable, ya que los
boletos para el parque de diversiones habían sido un regalo de Hermione y él había
llevado a Stephanie en su lugar.

Al pensar en Hermione, checo su reloj. "Oh, wow, es casi medianoche." Frunció el


ceño. "Mira Steph, tengo que—"

Ella lo interrumpió, viéndolo a través de sus largas pestañas. "Podrías quedarte en casa
esta noche…" No terminó la frase, optando por mirar fijamente sus manos entrelazadas
en vez de a él. No era que nunca hubieran estado juntos —lo habían estado— era sólo
que Draco nunca se quedaba a pasar la noche, y nunca la dejaba a ella que se quedara
tampoco. Para ella eso era incomprensible.
Meneo la cabeza ligeramente, inclinándose para darle un suave y casto beso para
reafirmar. "Tengo que regresar."

Stephanie finalmente lo miro, la tristeza presente en sus ojos. "¿Por qué?" lloriqueó.

¿Por qué?, se cuestionó el joven. Porque quería pasar al menos una parte de su
cumpleaños con Hermione, su amiga. Sabía que eso no se iba a oír muy bien delante de
su novia, así que en lugar de eso, le dijo que sus padres iban a encontrar extraño que no
regresara a casa para que ellos le desearan un feliz cumpleaños antes de que terminara el
día.

Eso pareció razonable para ella, porque asintió y con otro largo beso, lo dejo irse.

"Feliz cumpleaños Drake."

Meneó la cabeza sin mirar atrás. "Draco," murmuró. "Draco."

Draco abrió vacilante la puerta de su casa. No se le había ocurrido, hasta ahorita, que no
tenía una explicación para sus padres de porque había estado afuera hasta tarde y
Hermione al parecer, no.

Suspiro, aliviado, cuando vio que el vestíbulo estaba vació al tiempo que
silenciosamente subía de puntillas las escaleras, estremeciéndose cada vez que el suelo
crujía. Su casa era realmente algo tenebrosa por las noches.

Caminó silenciosamente por los pasillos, preguntándose donde estarían todos, hasta que
cayó en la cuenta de que faltaban solo veinte minutos para la media noche. Supuso que
al día siguiente podía dar una burda broma de porque no había salido de su habitación
en todo el día.

Se preguntó si Hermione lo habría esperado, aunque lo dudaba. No le sorprendería


encontrarla perdidamente dormida. Cuidadosamente abrió la puerta de su habitación,
esperando no despertarla en caso de que si lo estuviera.

Sin embargo, el chico estaba sorprendido por lo que vio. Si, ella estaba dormida.
Dormida, enredada en los brazos de nada menos que su mejor amigo, Blaise Zabini, al
pie de su cama.

La furia hirvió dentro de él.

¿Qué estaba haciendo ella con él?

Sus ojos brillaron con enojo al tiempo que observaba la serenidad en su rostro. Y aún
así, no pudo obligarse a levantarla.

¿Cómo era posible que ella permitiera que Blaise durmiera con sus brazos alrededor de
ella, cuando él ni siquiera podía cruzar una línea imaginaria entre ambos?

¿Cuándo se habían vuelto tan íntimos?


Las preguntas le quemaban por dentro mientras los observaba, durmiendo plácidamente,
a la luz de la luna.

Se sentía como un idiota, regresando a casa con la esperanza de pasar lo que quedaba de
su cumpleaños con ella, sólo para encontrarse con…

"Maldita sea," susurro, aunque salió un poco mas fuerte de lo que esperaba.

No sabía porque se sentía de esta manera. Porque sentía que… lo que fuera que
estuviese sintiendo— como que debía ser él con ella, en lugar de Blaise. Maldito Blaise.
Siempre era Blaise.

Desde los días en Hogwarts, siempre era Blaise.

Se obligó a mirar a otra parte. Se giró al balcón, caminando lentamente. Abrió las
puertas y las empujo para abrirlas, dejando que el frió aire lo calmara. Las transparentes
cortinas de seda volaban alrededor de él, rozándolo. Se sentía como una caricia. Se
sentía como—volvió a mirar a esos dos— se sentía como la suave piel de Hermione
junto a la suya cuando se abrazaban en frente de sus padres. Así era como se sentían.

De repente, escucho el sonido de algo cayendo. Vio una pequeña caja en el suelo junto a
la cama, donde las manos de Hermione estaban.

Camino hacia ella y la levantó, con la intención de regresarla a su posición original en


las manos de la chica, pero su curiosidad pudo con él.

No haría ningún daño, pensó. Entonces se dirigió a su escritorio y se sentó, abriendo la


caja lentamente. Sonrió.

Draco paso los dedos por el frío objeto de metal, e incluso en la penumbra, sabía que
era. Colgando de una hermosa cadena de plata, estaba una pequeña moneda. Y grabada
en la misma había un fénix, rodeado heroicamente en llamas, con la palabra "Orden" en
ella.

"El colgante era un regalo de la Orden."

Desvió su mirada a la foto de él y ella que se hallaba encima de su escritorio. "Oh." No


pudo esconder la decepción en su voz.

Hermione lo escucho. Lo escuchó, y lo ignoró. Pensó que debería estar molesta con él,
pero ya no podía sentir ese enojo. "La cadena es de mi parte," dijo, su voz suave y
calmada, "y también lo es esto." Le pasó la diadema con los cuernos, pero incluso ella
ya no pudo sonreír con la broma. Sin embargo, él, sonrió ligeramente.

"Gracias."

En el fondo, se escuchaban las agujas del reloj.

Draco aún tocaba la cadena. Significaba mucho para él. Significaba que él era aceptado.
Finalmente. Perdonado. Inmerecidamente.
"Regresaste," le dijo ella finalmente.

"Sí." No se complico.

Hermione miro a Blaise, preguntándose si debía explicar su presencia o no. Lo observó,


pensando que estaba dormido.

No lo estaba. Blaise mantenía sus ojos cerrados, pero escuchaba atentamente.

"Ya no creía que lo harías."

Draco se encogió de hombros, finalmente volteándose para encararla. La miró, y luego


a Blaise. Luego, miro el regalo en sus manos. Y pudo unir las piezas. "Estuviste
esperándome. ¿Por cuánto tiempo?"

Ella meneó la cabeza. No necesitaba sentirse culpable, y ella no quería que se sintiera
así. No era su culpa, se dijo. Realmente nunca le había prometido nada, y era correcto
que él pasará su cumpleaños con su—

"Lo siento," se encontró el chico diciendo.

Ella no decía nada, solamente esquivaba su mirada.

"Lo siento," repitió haciendo una mueca. "Siento haberte hecho—"

Se encogió de hombros.

"Realmente lo siento."

Hermione asintió, sonriéndole levemente.

Tranquilizado por su sonrisa, Draco también sonrió.

Ella estaba feliz por la sonrisa, porque a pesar del poco tiempo que había experimentado
esa sonrisa, le había empezado a gustar. A amarla, incluso. Y la extrañaba cuando no
estaba.

"No era mi intención hacerte esperar," explicó el chico, sintiendo que necesitaba
hacerlo.

Ella asintió. "Lo sé," le dijo quedamente. Al menos, ahora lo sabía. Él no sabía nada de
sus planes. Él no sabía que ella había estado emocionada de pasar el día con él. Él
realmente no había sabido nada. Y por eso, quizás no estaba bien culparlo por su
desilusión. Quizás no estaba bien culparlo en lo absoluto. De cualquier forma, ya todo
había terminado. La joven decidió aligerar el ambiente. "Aunque, creo que nunca te
había escuchado decir lo siento."

Draco puso los ojos en blanco.

"Espera," le dijo de repente, "tengo algo que mostrarte."


Se apuró, de regreso a dónde estaba Blaise, y levanto el pedazo de pergamino de la
cama. Se lo paso a Draco, quién la había seguido.

La miró inquisitivamente, antes de fijar su atención en el papel que tenía en sus manos.
Lo leyó rápidamente, antes de envolverla abruptamente en un abrazo.

Sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa. Se registro brevemente en su cabeza
que este era el primer verdadero abrazo entre ellos. Y con eso, tímidamente envolvió
sus brazos alrededor de él.

"Lo hiciste," susurró, estaba feliz por ella.

"Si. Feliz Cumpleaños Draco."

Ninguno noto al hombre que descansaba en la cama, haciendo una mueca del dolor al
tiempo que su corazón se contraía dolorosamente. Dolía.

Y entonces, el reloj marco la media noche.

No se le escapo el hecho de que cuando se fueron a dormir la noche anterior, después de


que Blaise se despertara y se fuera, Hermione había vuelto a distanciarse lo más que
podía de él cuando estaban solos. No podía ignorar el hecho de que la línea imaginaria
había vuelto a hacer acto de presencia.

Draco tomó un sorbo de su café, pensando, mientras ignoraba la incesante plática de su


madre.

Bajo la mirada a su café, mirando como las ondas del oscuro líquido se transformaban
en la imagen de Hermione y Blaise. Soltó la taza, maldiciendo al tiempo que el líquido
caliente le quemaba la piel. La cerámica se hizo añicos.

"¡Draco!" gritó su padre, tronando los dedos al instante causando que tres elfos
domésticos aparecieran.

"¿Estás bien?" le preguntó Hermione, arrugando la frente.

Agito la cabeza para aclarar su mente de la imagen que lo había perseguido durante toda
la noche. Pero Hermione lo tomó como una negación a su pregunta. Inmediatamente se
inclino y puso su mano en la frente para checar si no tenía fiebre.

El joven sonrió ligeramente, sus ojos dirigiéndose a sus padres, y tomo suavemente las
manos de la chica entre las suyas. "Estoy bien," le aseguró.

Eso fue hasta que Blaise Zabini apareció en su puerta; su pelo oscuro brillando en el sol,
su sonrisa burlona revelando sus perfectos y blancos dientes, sus hoyuelos, sus ojos en
Hermione y Draco.

O tal vez no, pensó Draco.

"¡Qué sorpresa Blaise!" sonrió Narcissa gentilmente.


Una sorpresa, claramente, pero no una buena. La mente de Draco daba vueltas, y
desafortunadamente, la inquietante imagen que lo había perseguido durante las últimas
horas, reapareció, más clara que nunca.

Dos es compañía, Tres es multitud

El día era bonito. El clima estaba agradable— cielo azul y una suave brisa. El sol se
encontraba brillante en el cielo, y debía ser motivo para un buen humor de todos
alrededor.

Debería haber sido. Desafortunadamente, Draco estaba teniendo un día infernal.

¿Qué importaba el clima cuando al parecer Dios estaba divirtiéndose a sus expensas?

¿No le ROGABA por que este día terminara? ¿No REZABA porque la tortura llegará a
su fin?

No era el hecho de que estaba en el mundo muggle. No, de hecho le había encontrado el
lado bueno al mundo muggle. Y era algo divertido… algunas veces.

Tampoco era el hecho de que se encontraba en un centro comercial muggle. Podía vivir
con los centros comerciales. Además, secretamente se había vuelto amante de las
compras. Le encantaba comprar camisas nuevas, y zapatos. Oh sí, tenía una gran
colección de zapatos. Incluso, uno podía considerarlo una obsesión.

Bajo la mirada a los zapatos que traía puestos en ese momento.

Tampoco era el hecho de que tenía mierda en los zapatos. Estúpido perro. ¿No se
suponía que los dueños de los perros tenían que recoger sus graciosidades? Pero no, no
era ni siquiera eso.

Estaba hambriento. Estaba sediento. Era… patético. ¿A quién trataba de engañar?

El hecho era que había un hombre sabio… ¿o era mujer? Bueno, una persona. Hubo una
vez una persona sabia que dijo unas palabras verdaderas, dos es compañía, tres es
multitud.

Draco pondero sus ideas. Una gran multitud, pensó desdeñosamente. Maldito el hombre
sabio— o mujer.

Observó, al tiempo que su próximamente-ex-mejor amigo deslizaba su brazo alrededor


de Hermione. Se veían horrorosamente como una parejita.

Diablos. ¿Cuándo había empezado a usar palabras como parejita? Maldita sea.

Sus manos se cerraron en puños y su cuerpo se tensó cuando Blaise se inclino para
susurrar algo al oído de la chica. No fue ningún consuelo para él que Hermione acercara
su rostro unos centímetros, al menos Zabini no lo había notado.
¿Cómo había pasado esto? Un día que él había planeado específicamente para pasarla
solo con Hermione como una disculpa se había convertido en esta… fiesta de cursilería
con él como un acompañante idiota. Solos era la palabra clave. Aunque él sabía
exactamente como todo había pasado. Blaise se había presentado, sin invitación cabe
aclarar, en la Mansión. Después había metido su horriblemente perfecta nariz—
¿perfecta? Se preguntó Draco. ¡¿Qué demonios le estaba pasando?! No. No.

Después había metido su horrible nariz, si horrible, entre las cabezas de Draco y
Hermione, sonriendo como si el mismo diablo en persona le hubiese robado el cuerpo.

"Vamos a salir a dar un paseo," había dicho.

Y claro, Hermione siendo Hermione, emocionada había aceptado.

¿Y él? Sabiendo que había decidido dedicarle el día a Hermione para enmendárselo,
¿qué opción tenía?

Así que ahí estaba. Arrastrando sus pies pesadamente por los pasillos de un centro
comercial muggle, siguiendo a ese desagradable par.

Puso los ojos en blanco, pero aún así no conseguía sacudirse ese incómodo sentimiento.

"Draco." Escucho su nombre, y levantó la vista del suelo para encontrarse a Hermione
girando el cuello para ver si seguía detrás de ellos. "¿Draco?"

"¿Qué?" escupió.

Ella frunció el ceño, esa arruga que se le formaba en la frente, ¿siempre había estado
ahí? Era algo así como, atractiva—esta bien, no. En cualquier caso, fuera linda o no, se
encontró a si mismo diciendo, "Disculpa, no debí de haberte gritado."

Disculpa. Esa maldita palabra. Parece que había estado usándola MUCHO últimamente.
Más de lo que la había dicho en toda su vida. ¿Qué tenía Hermione que ocasionaba a esa
horrenda palabra salir de su boca?

"¿Ya terminaste de enfurruñarte amigo?" le preguntó Blaise rudamente, pero sin


mirarlo, siempre mirando a Hermione.

Sus ojos tenían un brillo, que hacían que Draco quisiera caminar hacia él y golpearlo.
Sin embargo, Draco uso su bien entrenada paciencia y calmadamente le contesto, sin
dejar a un lado el hecho de que Blaise estaba empezando a colmarle la paciencia. "¿Ya
terminaron de hacerse el amor?" Su tono era frío, amargo de algún modo.

El rostro de Hermione se sonrojó airadamente. "¿Qué te pasa Draco?"

Blaise sonrió. ¿Y qué si Hermione había perdonado a Draco tan fácilmente? Era obvio
que se preocupaba por él y encontraba ese hecho más una característica de su atractivo.
El hecho de que podía perdonar. Honestamente, ser capaz de portarse amable con un
hombre que claramente la había odiado, insultado y se había burlado de ella cuando
eran niños le era inconcebible, y aún así Hermione era la prueba de que sí era algo
posible.

Podía decir que eso le gustaba. Se había dado cuenta de que ella le gustaba. Era
gracioso como el día anterior ese pensamiento ni se le hubiera ocurrido. Sólo hasta esa
noche.

Así que la noche anterior le había dolido un poco mas de lo debido. Aunque había sido
solo por ser la primera vez, se aseguraba así mismo. Blaise Zabni no iba a llorar por
tener el corazón roto. Le gustaban muchas mujeres, y Hermione no era diferente. Se
decía a sí mismo que solo le interesaba por el hecho de que Draco estaba claramente
celoso de él. Era un plus al atractivo de Hermione Granger.

"No te preocupes por él," le susurro íntimamente Blaise en la oreja.

No le gustaba el hecho de que ella se hacía para atrás instintivamente, pero no dejaba
que el desconcierto o la perturbación se dejaran ver.

El movimiento de Blaise enojó a Draco. Rechino los dientes, los motores de su mente
volviéndose locos. "Nada pasa conmigo Granger." La mano que Blaise tenía en el
hombro de la joven se burlo de él, empujándolo a decir, "Pero quizás hay algo malo
contigo."

Hermione se giró, sacudiéndose a Blaise de encima. "Todo el día has estado gruñendo y
quejándote, murmurándonos molestamente. Y yo no entiendo que va mal. Y ahora estás
insultándome. No hay nada malo conmigo Malfoy, pero quizás deberías ir a quitarte esa
espina de tu trasero y dejarnos solos." Y con eso, ella se marcho furiosa, azotando los
pies para enfatizar lo molesta que estaba.

Blaise se apuró para alcanzarla, lanzándole una mirada asesina a Draco, quién estaba
temblando de furia. ¿Él? ¿Gruñendo y quejándose? Ella estaba insultándolo a él. Él no
estaba gruñendo y quejándose. Sólo estaba… demonios, está bien, si había estado
gruñendo y quejándose.

"¡Granger!" Hermione se detuvo a medio camino y desvió su rostro del de Blaise para
mirar hacia atrás.

"¿Qué?" Tamborileaba los pies impacientemente. "¿Algo está mal Malfoy?"

El chico se estremeció ante su tono. Era claramente el molesto tono de, sigue con eso o
cállate porque soy mejor que tú. La peor parte era que sabía que se lo merecía.

"Perdóname, eso fue innecesario." Ahí estaba esa palabra otra vez. Perdón.

Hermione hizo una pausa, considerándolo. Blaise observo expectante, viendo todas las
emociones cruzar su rostro. Confusión, enojo, frustración y finalmente aceptación.

"Sí," le concedió, "era innecesario."

La respiración de Draco era pesada. De cualquier forma, ¿por qué le importaba tanto?
Pero entonces, Hermione camino hacia él, lo tomo del brazo y lo arrastró consigo.
Después tomó con su otro brazo a Blaise, muy para el disgusto de Draco. "¿Pero qué
puedo decir?" La joven se encogió de hombros. "Creo que soy una persona indulgente."

Decir que la situación era incómodo estaba de más. Draco y Blaise, ambos estaban
tensos, lanzando desagradables miradas al estilo Slytherin, a espaldas de Hermione.

Pero cada vez que ella los miraba, ambos forzaban una sonrisa. Y cuando ella desviaba
su mirada nuevamente, la pelea continuaba.

Blaise lanzaba chispas por los ojos porque Hermione se preocupaba por el idiota y poco
hombre llamado Draco Malfoy.

Draco hechaba chispas por los ojos simplemente porque quería y sentía la necesidad de
hacerlo. Las mentes sabias lo llamaban celos. Algunas veces, Draco Malfoy no podía
ser llamado sabio.

"Vayamos por helado," sugirió Hermione, ajena a la tensión que la rodeaba.

Draco hizo una mueca a la brillante y colorida heladería ante la que se habían detenido.
Incluso desde afuera, podía escuchar los gritos y risas de los niños. Hermione vio su
mueca. "O podríamos… no ir." No pudo esconder la desilusión en su voz.

Blaise sonrió maliciosamente y meneo la cabeza, más parecido a un perro sacudiéndose


el agua. "Lo del helado suena genial. ¿Al menos de que alguien no quiera ir?" La
implicación era obvia. El reto estaba claro.

Draco lo ignoro. Pero viendo el ligero ceño fruncido de Hermione, sonrió levemente.
"¿Quieres entrar?"

Ella asintió.

"Entonces entremos."

Blaise entornó los ojos. "Nauseabundo," murmuró quedamente, solo para que Draco lo
escuchara.

"Eso es lo que tú eres," contesto mordazmente, igualmente discreto.

Ambos se fulminaron con la mirada.

"¿Qué sabor les gustaría chicos? Yo invito," Hermione los miraba desde la caja.

Sorprendidos, los dos hombres levantaron sus cabezas.

"Chocolate," dijeron simultáneamente.

Se miraron desdeñosamente. "Fresa," corrigieron al unísono.


Draco gruño. "Tú de chocolate y yo de fresa," siseo molesto. "No quiero lo mismo que
tú."

"¿Y qué si yo quiero de fresa eh?" gruño Blaise.

"Entonces tómalo y yo el de chocolate."

"Pues no, porque yo quiero ambos."

"No seas un idiota."

"Quiero ser un idiota."

Draco apenas podía contener su enojo. "Entonces de vainilla para mi," le dijo a
Hermione, quien asintió y procedió a ordenarlos.

"Cambie de opinión," gritó Blaise un segundo después, "me gustaría de mango." Sonrió
maliciosamente a Draco. "Ups, lo siento."

"Apuesto a que lo estas."

"Lo estoy."

"Lo siguiente que me vas a decir es que tienes una aureola en la cabeza."

Hermione saboreó su helado de chocolate, dejando que la cremosa y fría sustancia se


deslizará hasta su garganta. "Mmmmmmm," murmuró.

Draco y Blaise la observaron.

"¿Qué?" preguntó, inconscientemente limpiándose la boca con la palma de la mano.


"¿Hay algo en mi cara?"

Blaise meneó la cabeza. "¿Tan bueno esta el helado?"

Ella asintió.

"¿Tienes que hacer esos… sonidos?" gesticuló Draco, frunciendo el ceño.

"Mmmmmm…"

"Si. Eso." Le dijo brevemente.

"Oh, mmmmmmm, ok, disculpen." Blaise gruño asomandose por la ventana del auto.
Lo que fuera menos ver a Hermione.

Draco también miro a otro lado. Los gemidos… estaban… afectándolos a ambos de una
manera algo dolorosa.
Un silencio incómodo se hizo dentro del vehículo y Hermione comenzó a jugar con su
pelo.

"Así que…" se aventuró, "me divertí hoy." Observo los perfiles de los dos hombres a
cada lado de ella, ambos con facciones cautivadoras y huesos fuertes.

"Si," replico Blaise.

"Divertido," concedió Draco renuente.

"Aja," bufó Blaise quedamente.

Hermione levantó una ceja. "Um…"

"Dime Blaise," Draco corto, salvando a Hermione de una incómoda y forzada


conversación. "¿Por qué sigues aquí?"

"¡Draco!" gritó Hermione. "Eso fue muy grosero."

Ambos hombres la ignoraron, lo que la desconcertó. Así había sido todo el día. Y eso
que a penas llevaban la mitad del día, Draco y Blaise se iban a su mundo.

"Porque quiero estar aquí," espetó Blaise. "¿Tienes algún problema con eso?"

"¿Y qué si lo tengo?"

"Entonces tendrás que aprender a no salirte con la tuya por una vez."

"Um…" Hermione trató de interrumpir.

"¿Estás insinuando que soy un consentido?"

"¿Me vas a decir que no lo eres?"

"Um…"

"¿Entonces tú qué eres eh? Tú eres igual a mí Zabini."

"No tan detestable, ¿verdad Hermione? ¿El otro día dijiste que era detestable no?"

"No realmente…" chilló Hermione nerviosamente.

"¿Y cuándo fue eso?" rugió Draco, viendo a Hermione por primera vez desde que
entraron al auto.

Hermione abrió la boca para defenderse pero no tuvo oportunidad de dejar salir ningún
sonido.

"Cuando la dejaste esperándote por horas," dijo Blaise simplemente.


"Bueno, no fue su culpa…" dijo la chica, tratando de defender a Draco.

"Es su culpa Hermione, ¿por qué no puedes verlo así?" gritó Blaise, su voz finalmente
subiendo de tono. Hasta ahora, se había mostrado muy calmado. ¿Quién tenía la voz
más fría? ¿Quién tenía el tono más duro?

"¡Dije que lo sentía!" contestó Draco, igualmente fuerte.

Hermione asintió furiosamente, preocupada por el rumbo que estaba tomando la


discusión.

"¿Es suficiente que lo sientes?" bufó Blaise. "¿Tú lo siento estaba ahí cuando ella estaba
triste? ¿Cuándo ella observaba al reloj como en un trance mientras tú estabas por ahí
meneándote con tu novia?"

"Al menos yo tengo una novia. A diferencia de ti, que no puedes mantener a tu amiguito
controlado y no sabes lo que significa el compromiso."

Hermione alzó sus manos al aire. "PAREN, los dos."

"Compromiso." Blaise se rió. "El burro hablando de orejas. Estás a dos de engañar a
Stephanie."

"¡Claro que no!"

"Más te vale que recuerdes, Malfoy, que tienes una novia."

"¿Y eso que se supone que significa?" aunque Draco sabía perfectamente lo que
significaba.

"Mantén tus pensamientos en ella, y sólo en ella."

"¿Por qué soy una amenaza para ti Zabini? ¿Es eso?"

"¡DRACO! ¡BLAISE!"

El auto, algo dramáticamente, paso por un tope, mandándolos a todos a volar por un
momento.

"¿Una amenaza? Difícilmente," se burlo Blaise.

Draco se rió, una risa cruel. "Es eso, ¿no? Tienes miedo.

"¿De qué?" gruño Blaise, el hecho golpeándolo ligeramente.

"Porque te gusta Hermione y sabes que yo puedo tenerla y tú no."

"¡Cállense los dos!" gritó Hermione lo más fuerte que pudo. Pero aun así, los chicos
estaban demasiado ocupados para notarlo.
"No podrías tenerla aunque lo intentarás. No estuviste ahí para ella. Lo único que
siempre fuiste para ella fue alguien que podía usar por dinero."

"Eso no es cierto," gruño Draco, sus ojos estrechándose.

"Sabes que es cierto."

"¿Y qué si lo es?"

Hermione estaba muy silenciosa de repente. Su mente trabajando por el shock. ¿Eso
significaba que Draco pensaba que… a ella sólo le importaba… el dinero? Tragó con
dificultad.

"Significa que lo que sea que es ella para ti es falso." Blaise se felicitó a si mismo—
había puesto la última pieza. No se dio cuenta de que la chica junto a él, se estaba
encendiendo de enojo.

"¿No importa, o sí? La quieres porque es un reto. Pero no puedes tenerla. Porque ella es
mi novia falsa."

"Como si eso importara."

"No quiero que ella salga contigo. Así que no puede."

"¡No puedes hacer eso!" Blaise, por primera vez, se sintió inseguro.

"Puedo, y lo hare. Tenemos un contrato y—"

"Asi que no la quieres, pero no dejarás que nadie más la desee. Eres un egoísta, hijo de
—"

"Como iba diciendo," interrumpió Draco, "tenemos un contrato y—"

De pronto, la voz inquietante y fría de Hermione finalmente llamo su atención. "¿Y


ustedes quiénes creen que son?"

Sus molestos ojos cafés los taladreaban. Primero dirigió su atención a Blaise. "¿Quién
eres tu para decir que lo que diga o haga con Draco es falso? ¿Te importa? No. ¿Es
verdad? No. no soy un juego para que te diviertas Blaise Zabini. Nunca asumas cosas de
mí. Nunca."

Ahora, sus ojos viajaron del uno al otro. "No soy un juguete. Juegan conmigo cuando
quieren. Dejarme tirada cuando se les da la gana."

Fulminó a Draco con la mirada, su voz era inestable. "Y no soy suya. Puedo hacer lo
que quiera. Puedo ver a quien quiera. Y yo hare lo que quiera. Un contrato es solo un
maldito pedazo de papel," chilló con frustración. Lanzó sus manos al aire, enfadada. El
auto se detuvo. "Y me importan un bledo tú y tu maldito dinero. Ve a besarlo y duerme
con el si quieres. Nunca fue por el dinero. Ya que aparentemente tu no sabías eso," se
trago sus lagrimas de coraje, flaqueando por un breve instante. "Pensé que debía
ilustrarte."

"¿Quién crees que eres Draco Malfoy? ¿Dios? Superate a ti mismo." Y como si de
pronto hubiera recordado a Blaise, añadio furiosamente. "Los dos váyanse al demonio y
déjenme sola."

Y con eso, gateo por encima de Draco y fuera del auto, corriendo por las escaleras
frontales de la Mansión, subiéndolas de dos en dos. Lo odiaba. Odiaba a Draco Malfoy.
No. Malfoy. Lágrimas rodaron por sus mejillas. ¿Cómo podia dudar de ella así? La
habían tratado como si no hubiese estado ahí. Como si fuera… un premio. Pero eso era
tan ellos.

Empujo la puerta principal, ignorando los gritos desesperados detrás de ella. Ella odiaba
a Draco Malfoy. Tenía casi un pie afuera para volver a su casa, en ese preciso momento,
pero no pudo hacerlo. Quería creer que era por Erudstrass, su sueño, es lo que le
impedía que se fuera. Pero no era así. Era porque se había enamorado de ese idiota.

Quería reír. Quería llorar. Pero no podia hacer ninguna de las dos.

Lo odiaba. Lo odiaba tanto.

Lo amaba.

Quería gritar.

Se sentía morir.

Donde las dan, las toman

El sol le hizo tibias cosquillas en la piel, tantas que sentía que ésta le quemaba. Se dio la
vuelta hacia un lado, tratando de quitarse el calor de encima, pero solo parecía seguirlo.
Suspiro y regreso a su posición original, descansado boca arriba. En el momento en que
obligo a sus ojos a abrirse, el abrasador sol lo ataco son sus brillantes rayos, como si lo
estuviera castigando por el pecado que fuera que había cometido. Y después, cuando
rodo hacia un lado esperando una cama vacía como era usual, rodo justo fuera de la
suave superficie y directo al suelo. ¿Cuándo su cama se había vuelto tan estrecha?
Estiro su cuello, haciendo una mueca cuando el dolor en aumento. Oh cierto. Su cama
se había vuelto tan estrecha porque su cama se había vuelto el sofá. Hermione había
dejado dos cosas muy claras en el momento en que había logrado alcanzarla—el hecho
de que él y Blaise eran unos imbéciles. Dejo su cabeza caer contra el duro suelo de
madera. Oh sí Draco Malfoy, iba a ser un mal día.

Al tiempo que Draco baja las escaleras principales de la Mansión, pensó en lo que había
pasado la noche anterior. Sabía que probablemente había ido muy lejos. Realmente no
había sido esa su intención, pero simplemente se había pasado un poco en su coraje.
Sabía que debía sentirlo. Y lo sentía.

"Si Blaise. No, no está bien."


Draco hizo una pausa en su caminar y escucho. Obviamente era Hermione hablando. Y
estaba claro que había perdonado a Blaise. Quizás también lo había perdonado a él…
¿no? Con ese pensamiento en mente, aumento la velocidad, casi corriendo al comedor
de donde venía el sonido de la conversación.

Abrió las puertas con ambas manos, silenciando la ruidosa plática que se había estado
llevando a cabo. No había ningún ruido.

"Erm… ¿buenos días?" Draco se encogió de hombres incómodo. Observó su alrededor,


de la molesta mueca en el rostro de su padre, a la sonrisa en el de su madre, a la cara
burlona de Blaise, quien al parecer había decidido invitarse a desayunar y la mirada
fulminante de Hermione.

Eso lo enojo. ¿Cómo no había sido disculpado? Pero claro, Blaise si estaba perdonado.
Blaise.

Adrede, cruzó la habitación a grandes zancadas y sabiendo que incomodaría a


Hermione, hizo una pausa detrás de su silla y le planto un rápido beso en la mejilla.
Pudo sentir como se tensaba ante su roce, y sintió sus mejillas arder.

Se puso derecho nuevamente, lanzándole una sonrisa burlona a Blaise y procedió a


sentarse a junto a ella. Si así era como ella quería jugar, entonces así sería: guerra.

Hermione pensó exactamente lo mismo.

Una vez que se dio cuenta de lo que el chico estaba haciendo, sus ojos se enchinaron
mientras lo observaba sentarse, casi arrogante. Casi pudo sentir la sonrisa ladeada de
Draco aparecer. Se giro hacia Blaise rápidamente y le sonrío ampliamente.

Draco frunció el ceño, cuando vio que ella hablaba animadamente con Blaise. Sus ojos
se iluminaron y se inclino hacia él.

Draco se aclaro la garganta ruidosamente.

Hermione se giro hacia él, molesta. "¿Sí?"

"Pásame la sal," le dijo señalando el objeto con la cabeza.

"Por favor, pásame la sal," le replicó.

"Bien. POR FAVOR pásame la sal."

"No," replico Hermione simplemente.

"Yo quiero el azúcar."

"Y yo quiero la sal."

"¿Por qué me importa?" le susurró para que los padres del chico no pudieran oírlos.
"Yo la pedí primero."

"No seas infantil."

"¿Quién está siendo infantil?"

Al mismo tiempo, Draco y Hermione se giraron para alcanzar los objetos y los azotaron
en el espacio entre ambos en el mismo instante.

"Sal." "Azúcar."

"Bien." "Ok."

Draco se enfocó en ponerle sal a su desayuno mientras Hermione ignoraba la sal y


contiuaba platicando con Blaise como si nada hubiera pasado.

Draco, no sabiendo que hacer, estiro su brazo y lo coloco alrededor de su cintura. Pudo
sentir su abdomen tensándose. Ella se giro hacia el abruptamente, y él la atrajo hacia si,
o más bien la silla junto con ella, de manera que ambas sillas se tocaban. El entrechocar
de las sillas resonó en la habitación.

"¿Qué estás haciendo?" siseó la joven, su cabeza forzada en su hombro.

"¿Qué estás haciendo tú?" le contraataco él, rechinando los dientes. "Buenos días
madre, buenos días padre. Buenos días… Blaise."

"Buenos días cariño," le contestó Narcissa. Continuo, aunque de una forma


HESITANT. "¿Estás seguro de que esa posición es cómoda para Hermione? No se ve
muy cómodo."

Blaise bufó.

Hermione le lanzo una mirada fulminante a Draco por el rabillo del ojo. "Está bien," le
respondió molesta, "¡Esta perfectamente bien!"

"Quítame las manos de encima," siseó.

"Esta bien," dijo Draco furioso, apretando su abrazo. "Ya que lo encuentras bien."

Hermione trató de zafarse. "Oh lo vas a conseguir."

"¿Hermione?" preguntó Narcissa.

"Sí, es totalmente lo de hoy." Ni siquiera miro a la mujer.

Draco le regreso la mirada fulminante. "Todo el mundo lo hace," atinó a decir, otra vez
sin mirar a su madre.

"Bueno…"
Hermione aún estaba forcejeando para soltarse del agarre de Draco. Finalmente,
dándose cuenta de que no lo iba a lograr, se resignó y simplemente acerco su plato.
Aunque, al tiempo que tomaba su taza de café tuvo una idea.

"Oh MIE—"chilló Draco, saltando se su asiento al tiempo que el humeante líquido caía
en sus piernas.

"Ups," sonrió Hermione, empujando su silla, "mano temblorosa hoy, creo." Se encogió
de hombros, y miro mordazmente a la enorme mancha café en sus pantalones. "¿Estaba
caliente?"

"¿QUÉ SI ESTABA CALIENTE?"

"Sí, esa fue mi pregunta. Me da gusto que tu oído no este afectado. Aunque quizás otras
funciones lo estén."

Blaise aulló de risa.

Narcissa y Lucius estaban con la boca abierta.

"Me refería a funciones mentales," Hermione sonrió de manera angelical. "¿En qué
estabas pensando tú Draco?"

Lucius trago. "Claro que estaba pensando eso," soltó. "¡Draco ve a cambiarte!"

"Sí Draco, ve corriendo," le mando Hermione. Y mientras Draco salía de la habitación,


Hermione reanudo su conversación con Blaise.

Pero eso no fue lo peor de todo.

Porque cuando regreso, ella tenía su mano en la de él. Demonios, ¡sólo se había ido
unos minutos! Draco estaba que echaba humo mientras se dejaba caer en su silla.

Hermione sonrió aun más intensamente mientras veía a Blaise; casi podía oír el humo
saliendo de las orejas de Draco.

"Oh Blaise," ronroneo.

Draco solo pudo fulminarlos con la mirada.

"Eres tan…" hizo ademán de observar a su alrededor, antes de susurrar ligeramente


fuerte, "…masculino."

Draco sintió como su bebida quemaba su garganta cuando logro tragarla.

Repentinamente, la mesa se agitó. Lucius había azotado la mano en ella, su propio enojo
estaba muy cerca de compararse con el de su hijo. ¿Por qué?

"¿No estabas ya por irte?" le preguntó deliberadamente Lucius a Blaise. Fue frío y nada
amistoso— tan diferente de como solía tratar al chico.
Todos los demás miembros sentados a la mesa, fruncieron el ceño en confusión. Sin
embargo, Blaise capto el mensaje. De todas formas no tenía otra opción.

"Sí, a punto de." Miro a Hermione. "Siento lo de anoche. Te veo más tarde."

Ella asintió ausente, aun mirando fijamente a Lucius. Obviamente estaba confundida,
como el resto de los presentes, pero el hombre no ofreció ninguna explicación.

"¿Lou?" habló Narcissa finalmente, una vez que las puertas se hubieron cerrado. "¿Lou
Lou?"

"Sigan comiendo," ordeno el hombre con voz dura. "La comida se va a enfriar."

Hermione silenciosamente tomo su comida, observando a la familia Malfoy. Se dio


cuenta de que nunca lograría entenderlos.

Pasaron minutos antes de que alguien hablara.

"Un día, creo que me casaré contigo." Draco sonrió a Hermione, sus ojos retándola.
Lucius escupió su bebida de regreso al vaso, algo fuerte. Hermione hizo lo mismo,
tosiendo. Todas las cabezas se giraron.

Lucius tosió fuertemente. "¿Qué fue lo que DIJISTE?"

"¿QUÉ?" aulló Hermione.

"Un día, me casaré con ella," Draco se encogió de hombros, tomando la mano de
Hermione y poniéndolas sobre la mesa.

Ella trato de quitar su mano. Y cuando no pudo, lo pateó por debajo de la mesa. Sonrió,
satisfecha, cuando vio la mueca de dolor en su rostro.

"¿Ca-casarse?" tartamudeó Lucius.

"Oh sí." "Oh no."

Draco la vio con cara de pocos amigos. "No estás ayudando," siseó. Mas fuerte dijo, "A
lo que ella se refiere es que todavía no."

La chica adopto un aire despectivo. "No es—" Draco uso su mano libre para taparle la
boca pero ella siguió murmurando cosas por debajo. Así que hizo lo mejor que pudo
ocurrírsele. La calló con un par de tibios labios sobre los suyos.

Eran suaves y tibios. Se estaban burlando de ella. Sintió como perdía las fuerzas para
discutir, permitiéndole atraerla hacia él.

Draco nunca había planeado esto. Pero, mientras presionaba sus labios contra los de
ella, sintió que necesitaba más. Era—
Hermione recupero el sentido en ese momento, empujándolo débilmente. No sabía que
decir.

Draco la miro, su mano aun entre las suyas. "Te amo," le dijo. Y no importaba cuando
deseara ella para que eso fuese verdad, sabia que lo decía porque sus padres estaban ahí.
Era para hacerla enojar. Y eso le dolía. Soltó su mano y rápidamente salió por la puerta.

"¿Qué fue… lo que paso?" preguntó Narcissa, pasando su mano hacia arriba y hacia
abajo por la espalda de Lucius, tratando de calmarlo. Su nariz dilatada. "¿A dónde esta
yendo?"

"Es el shock," respondió Draco rápidamente, antes de darse la vuelta y correr para
alcanzarla.

Lucius meneo la cabeza cuando su hijo hubo desaparecido. "Necesito recostarme. Esto
debe ser un mal sueño."

"¡Hermione!" La tomo de la mano. Ella se congelo.

"¡¿Qué?!" escupió.

"Era…" recordó lo que una vez le había dicho ella, "necesario…"

"¿NECESARIO?"

"Ibas a decir…"

"¡NO ME IMPORTA!" se giro para irse.

"¡No estabas cooperando!"

"¿En algún momento has considerado que yo no quiero cooperar contigo? ¡TE ODIO!"
Trato de irse, pero Draco no la dejaba. Estaba a punto de decirle algo cuando una voz
los interrumpió.

"¿Hermione cariño, estás bien?"

Hermione entornó los ojos, claramente para que Draco lo viera, antes de girarse para
encarar a Narcissa. Draco automáticamente le puso un brazo alrededor de los hombros,
pero ella se lo quito de encima, frustrada. "Estoy BIEN…" dijo casi gritando.

"No suenas…"

"Estoy—"

"Ella está bien," cortó Draco. "De verdad madre."

"Se que debe ser algo muy impresionante. Draco nunca había dicho que amaba a
alguien." Narcissa asintió pensativa, como si fuera un gran shock para Hermione.
Hermione solo se encogió de hombros. "Debí de haberlo adivinado," dijo con
resentimiento. "Él es ese tipo de chicos."

"¿Qué se supone que significa eso?" siseó Draco en su oreja.

"Un maldito idiota que no—"

"¿Cuál es ese tipo de chico?" preguntó Narcissa curiosa.

Hermione sonrió, casi falsamente. "Oh, un gran chico," dijo sarcásticamente, golpeando
a Draco lo más fuerte que pudo en las costillas.

"Oooooooh," Narcissa asintió. "Sí, sí. ¿Él esta bien?"

Hermione entornó los ojos y se dio la vuelta para seguir caminando. Aunque
repentinamente recordó algo que la hizo detenerse. "Narcissa," comenzó. "La primera
reunión de la P.E.D.D.O. es mañana." Y después desapareció. Después de unas breves
palabras con su madre, Draco corrió para alcanzarla. "Eso fue grosero."

"Tú eres grosero."

Él la ignoro. "Eso también fue grosero."

Ella se detuvo y alzo las manos. "¿No es eso lo que querías? Mientras más rápido
terminemos con esto, mejor. ¡Así que sigamos con el plan! P.E.D.D.O mañana, haré que
pase.

"¿Mañana? ¿Tan pronto? Pero…"

"Quítate de mi camino."

Él no se movió.

"Que te quites de mi camino," lo amenazó.

"Esta noche, voy a dormir en la cama."

"Claro que no compañero. Al menos de que REALMENTE quieras perder esas


funciones…"

"¿Qué te pasa? Lo siento, ¿está bien? Perdóname por lo que dije anoche. ¡No lo
entiendo!"

"Es solo que me es más fácil hacer esto cuando no somos amigos Draco," le contesto
sinceramente.

"Tarde o temprano, nos delataremos si sigues actuando así."


Eso era todo lo que le importaba. Hermione meneó la cabeza. "No lo echaré a perder.
Tengo que ir a Erudstrass, ¿recuerdas?" tragó fuerte. "Ahora, quítate de mi camino
maldita sea."

Se hizo a un lado, resignado.

Demasiado cerca para confortar

La habitación estaba silenciosa, salvo por el sonido de las agujas de tejer golpeándose
unas a otras. Hermione, trataba de ignorarlo mientras se ocupaba en un calcetín
miniatura a rayas azules y rojas.

Draco se carraspeó, mientras pasaba la vista de su madre a Hermione. Su madre se


encogió de hombros, observando detenidamente las dos grandes agujas que tenía entre
sus manos.

Draco se inclino, analizando los movimientos rápidos de las manos de Hermione. Tomo
sus dos agujas y trató de imitarla.

Arriba, adentro, afuera, derecha, arriba, izquierda, derecha, adentro, afuera…

Sintió que estaba tocando la batería en lugar de hacer lo que fuera que ella hacia. En
cualquier caso, se comenzaba a sentir mas seguro, y le sonrió a su madre, quien aún no
se decidía a mover las agujas que tenia a la altura de los ojos. Las observaba como si se
fueran a mover mágicamente por su cuenta.

"¿Qué estas haciendo?" preguntó Hermione de repente, levantando la vista de su


trabajo. Se coloco detrás de la oreja dos mechones que se habían caído de su cola de
caballo.

"¿Cosiendo?" Draco se mordió el labio. "¿Esto es coser verdad?"

"¡Cariño estamos haciendo crochet!"

"Cariños," se burlo Hermione, "estamos tejiendo."

"Eso."

"Oh."

Hermione suspiró. "Narcissa, creí que me habías dicho que sabías tejer."

Ella asintió. "Bueno… si…" dijo mientras miraba las dos agujas que descansaban en su
regazo. "…con magia," continuo. "Pero no nos dejas usarla."

"¡Claro que no!"

"¿Repíteme por qué no?" la miró Narcissa tímidamente. "¡Es mucho más fácil!"

"Pero no habría esfuerzo en ello. ¡No habría valor sentimental! ¡No significaría nada!"
Narcissa asintió, pero claramente parecía no comprender.

Hermione meneó la cabeza, y asentó su trabajó. "¡Draco, para! ¡Lo único que estás
haciendo es enredar el estambre!" Tomo lo que había hecho entre sus manos. "Mira, si
no te vas a tomar esto en serio, entonces mejor vete de aquí. Ni siquiera estabas
invitado."

"¡Es mi casa!" soltó Draco, aventando las agujas al suelo.

"Técnicamente," rezongó Hermione, "es la casa de tu padre."

"Y técnicamente, la pedo no hace nada," se burló Draco, "¡así que no nos pongamos tan
técnicos, quieres!"

"¡Es la P.E.D.D.O.!" gritó Hermione, poniéndose de pie.

Narcissa frunció el ceño. "Draco, cariño, quizás debas irte," le dijo suavemente.

"¡No te pongas de su lado!"

Narcissa parpadeó sus ojos azules inocentemente, y meneó la cabeza, su rubio cabello
agitándose. "No estoy tomando lados," dijo calmadamente. "Sólo estoy diciendo… que
ella tiene un punto."

"¡¿Qué punto?!" Draco levantó las manos en señal de frustración. "Esto es conspiración.
Esto es SEXISMO."

Hermione camino hacia Draco lentamente, se puso de puntillas y le dio un falso beso en
la mejilla. "Por favor, cielo," le pidió ruidosamente.

"Tú no conoces el significado de sexismo," le susurró la chica al oído, "así que aprende
a lidiar con eso."

"Pero cariño," la imitió Draco, sonriéndole de una manera enfermiza. "Quiero una
verdadera razón."

"Bueno, empezando por la primera, ni siquiera puedes decir bien el nombre de mi


organización. Es P.E.D.D.O."

"Así que solo porque mi madre," señalo a Narcissa, "puede decir P.E.D.D.O., ¿esta
dentro?"

"Y donó los dos sickles obligatorios." Hermione saco su monedero y sacó dos sickles.

Draco entrecerró los ojos. Sacó su cartera y sacó una mano llena de galeones y sickles, y
los tiró en la mano abierta de Hermione. "Ahí tienes." Procedió a sentarse nuevamente
en su sillón, pero Hermione lo tomo del brazo.

"Gracias por tú donación. Ahora por favor, retírate." Le sonrió.


"¡Pero ya estoy dentro! ¡Ya hice la donación!"

"Tú madre también está dentro porque tiene una insignia." Le sonrió Hermione
burlonamente. "De todas formas, gracias por tú generosa donación."

"¡Me engañaste!" Draco gruño al tiempo que Narcissa levantaba el cuello de su blusa
para mostrarle una insignia con las letras P.E.D.D.O. en ella. "¡Cuando consiguió eso!"

"Antes de hoy, obviamente," le respondió Hermione vagamente, antes de empujarlo


hacia la salida de la sala de estar. "Gracias, ahora, adiós."

Y antes de que Draco pudiera decir otra palabra, la puerta se azotó en sus narices. Y
cuando extendió la mano para tomar la manija, escuchó el 'click' del pestillo.

"Pero…" meneó la cabeza. "Mujeres."

"Bueno, finalmente se fue," dijo Narcissa, buscando algo que decir cuando el silencio
inundo la estancia.

Hermione se encogió de hombros despreocupadamente y camino hacia el sillón,


regresando a su tejido.

Viendo que no obtendría más respuesta, Narcissa continúo. "Así que mi hijo—"

"Sabe," Hermione le interrumpió repentinamente, "realmente no quiero hablar de él." Su


tono era terminante, y desvió la mirada.

Narcissa no insistió. Simplemente, tomo su largo cabello rubio y lo recogió en una cola
de caballo. Tomó una gran bola de estambre blanco y sus dos agujas. "Esta bien,
entonces," respondió.

Extendió los tres objetos.

Hermione levantó la vista, confundida. Después, como sintiendo un acuerdo mutuo,


sonrió ligeramente y asintió, corriéndose para dejar espacio en el sillón y que Narcissa
se sentará junto a ella.

"Mira, primero haces un nudo corredizo," comenzó a enseñarle a la mujer. "Si, por
encima, justo así."

"Toma eso con tu mano izquierda… si… y ahora pon la otra aguja dentro también."
Hermione le mostro como con las agujas olvidadas de Draco.

"Oh, eso es muy sencillo. ¿Ahora qué?"

"Bien," Hermione se paso el pelo detrás de la oreja, "ahora tomas el hilo y lo pasas
debajo de la aguja derecha."

Narcissa tomo el hilo con su mano derecha. "No, la otra mano," le indico Hermione.
"Sí, así."
"Y después sobre la aguja derecha. Pásala a través. Ahora jala la aguja izquierda a la
parte de atrás del punto y saca la aguja derecha."

"¿Así?"

"Exactamente," Hermione sonrió, temporalmente olvidando todo sobre Draco. "Eso se


llama puntada. Por ahora repite eso, después de un rato podremos hacer figuras y
estampados."

Narcissa asintió con una sonrisa, y se concentro en su trabajo, ladeando la cabeza al


tiempo que lo hacia.

Hermione a observo por un tiempo, asegurándose de que había entendido el


procedimiento, antes de regresar a su propio trabajo. Por un rato, ninguna de las dos
hablo para no perder la concentración.

"Así que… ¿nunca habías hecho esto antes?" Hermione le preguntó de la nada mientras
cambiaba de colores.

Los labios de Narcissa se torcieron, formando un gesto ligeramente fruncido. "Nunca


nadie me enseño. Tejer estaba algo… debajo de mi familia, supongo." Miro a Hermione
con una disculpa.

Hermione meneo la cabeza con una sonrisa, como diciéndole que estaba bien. "Mi
madre me enseño a mi," le dijo. "Cuando era niña." Hermione se sintió viajar al pasado.

"Me hubiera gustado que mi madre me enseñara cosas como esta. Realmente no es tan
malo. Es algo así como relajante."

"Escuche que… bueno… tu madre… no era exactamente…"

"Si," dijo Narcissa suavemente. Y por un momento hubo una pausa incómoda. "Sí…"
repitió Narcissa, como en un estado de trance.

"Disculpa."

Por un segundo, Narcissa se quedo inmóvil. Después lentamente, se empezó a mover


otra vez. Primero sus manos, moviendo el hilo y después las agujas. Finalmente, habló.

"Sabes, no soy estúpida."

La respiración de Hermione se hizo trabajosa. Sintió su corazón latir a un nivel


imposible, tan rápido que sintió que en cualquier momento se le saldría del pecho. Y
aun así, se las arregló para tragar, de repente su boca se sentía seca y dijo con voz ronca,
"sigue con la siguiente fila." Sus manos temblaban ligeramente, pero se las arreglo para
tomar las agujas de Narcissa.

Era imposible que se refiriera al contrato. Ella simplemente… no podía. Hermione no


estaba lista aún para renunciar. No quería irse. Los siguientes minutos parecieron
eternos.
Una vez que las agujas regresaron a sus manos, continuó. "Es obvio que tú y Draco
están teniendo una pelea. No tienen que esconderlo de nosotros. Peleas de pareja. Es
una parte de estar enamorados." Observó a Hermione de manera curiosa.

Hermione respiraba sonoramente, su corazón calmándose. "S-sí."

"¿Así que es cierto?"

Hermione hizo una pausa. "Sí," dijo lentamente, y de manera sincera.

"Se que probablemente es su culpa—"

Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, Hermione lo defendió. "No, no es


realmente su culpa."

Narcissa solo la miro. "Como estaba diciendo, se que probablemente es su culpa,


pero…" titubeó, "nunca nadie le enseño realmente como ser una buena persona. Yo
nunca fui realmente una buena madre. Y Lou, bueno…"

Hermione había parado de tejer. Esperaba pacientemente.

"Lou lo ama. No sabe como demostrarlo. Y Lou, el tampoco es malo."

Hermione rogaba por opinar sobre Lucius, pero aún así asintió. "Draco… no es
realmente una mala persona. En lo absoluto," dijo Hermione suavemente.

"Los tiempos han estado cambiando. La gente ha cambiado, pero no tanto como
nosotros. Es difícil algunas veces, hacer a un lado lo que te han enseñado toda tu vida."

Hermione desvió la mirada. "¿Cómo nunca olvidarás como andar en bicicleta una vez
que ya lo has aprendido?"

"Si. Por ponerlo de una manera sencilla." Narcissa suspiro. "Toda su vida, le han
enseñando como el dinero lo es todo, como se deben de seguir las reglas, como…
algunos están debajo de otros." Miro hacia abajo. "No es algo de lo que se esta
orgulloso Hermione— debes entender de que no estamos orgullosos de ello— pero es lo
que a todos nosotros nos han enseñado. Probablemente es él al que mas le ha costado
cambiar."

"Lo entiendo," contesto suavemente. "De verdad."

Narcissa asintió. "Estoy segura de que lo haces. Eres una joven inteligente." Ella le
sonrió y Hermione se sonrojó. "Quizás eso es lo que mi hijo necesita. Alguien que se
enoje con él. Alguien que lo ponga en su lugar."

Hermione se mordió el labio.

"¿Te gusta mi hijo, verdad?"


Hermione levantó el rostro, sorprendida. La pregunta la agarro desprevenida, pero
cuando vio a los ojos de la mujer, no pudo mentirle.

Miro nuevamente al suelo, titubeando antes de hablar. "Creo," comenzó lentamente,


"que me gusta. Si, me gusta."

Sonrió lentamente, mientras a Narcissa se le dibuja una sonrisa ladeada. "Bien," le dijo
como respuesta, "porque eres buena para mi hijo Hermione. Para ser franca, me agradas.
Y mucho."

Narcissa extendió el brazo y posó una de sus manos sobre las de Hermione.

"Yo…" tartamudeo Hermione. ¿Qué podía decirle? Observó la habitación


nerviosamente, sus ojos finalmente viajando de la mano sobre las suyas a los ojos
serenos y cálidos de su dueña. "A mi también me agradas Narcissa." Y
sorprendentemente, se dio cuenta de que era la verdad. Le sonrió.

"Haremos un gran equipo en contra de esos hombre Malfoy," bromeó Narcissa. Y fue
en ese momento cuando Hermione supo que su plan había fallado. Narcissa la había
aceptado. Y fue entonces cuando supo, que no quería que el plan funcionara por
Narcissa, porque realmente quería a la mujer.

Hermione no debió dejar que le importara. Pero ahora… no quería romper el corazón de
Narcissa. No quería que la mujer se desilusionara de ella y seguramente lo estaría si se
enteraba de que todo esto había sido un plan— un trato.

Hermione miro triste a la sonriente y desconocida madre que tenía enfrente. Lo siento,
quería decirle, no quería que esto pasara.

¿Cómo había repentinamente comenzado a preocuparse y a querer a esta loca y algunas


veces rara familia Malfoy?

Capitulo 30:

Ensayos, y metiendo la pata por un Te quiero

Estaban a jueves y en clase de teatro de Cedric, al fin iban a empezar los ensayos para
"Romeo y Julieta" ya habían ensayado varias escenas, Clases anteriores el profesor les
había pedido que practicaran sus lineas y gracias a ello no tenían tantos errores, bueno,
salvo por cierto chico pelirrojo que en esos momentos "Recitaba" una de sus sus
lineas...

París (Ron):- ¡Engañado, separado, injurisado, muerto! ¡Engañado por ti, Muerte
exchacrable, derrotado por ti en tu extrema crueldad!. ¡Amor! ¡Vida! ¡Vida, no: amor
en la muerte!.

Cedric sostuvo entre sus manos el papel que tenia, mientras llevaba sus manos a la
cabeza negando, no comprendia de donde había sacado esas palabras, gran parte de lo
dicho estaba bien, pero de ahí a cambiar dos palabras por unas que ni siquiera existían.
Negó nuevamente y lo miro mientras paraba el ensayo...
-Sr. Weasley, primero: No es injurisado es i.n.j.u.r.i.a.d.o, para la próxima lea bien y
tampoco es exchacrable, creo que esa palabra ni existe, es e.x.e.c.r.a.b.l.e; le pediría por
favor, que cuando esta ensayando sus lineas, si no entiende o no puede pronunciar
alguna palabra la anote en una hoja aparte y las practique y busque su significado.
Ahora, ¿Sabe que es execrable.?- Ron se encogió de hombros antes de responder

-¿No es un juego de mesa Muggle?-Hermione al escucharlo decir eso rodó los ojos y
bufo exasperada

-El juego de mesa se llama Scrabble, y execrable significa condenado a muerte- soltó
por lo bajo un "ignorante" que solo oyó Pansy

-Gracias por la definición, Srita Granger, bien Weasley sientese, lo dejaremos para la
proxima clase lo suyo, por favor, estudie bien sus lineas.- Miro a los demás alumnos-
Bien, ahora vamos con la escena del primer beso de Romeo y Julieta, por favor pasen,
Hermione y Draco pasaron al frente, la castaña maldiciendo por que desde el día que él
había entrado a su habitación, no podía evitar al mirarlo a los ojos que un rubor cubriera
sus mejillas y desgraciadamente durante la maldita escena debía mirarlo a los ojos.

Romeo (D:Draco):- (Tomando la mano de Julieta) Si con mi mano, por demás indigna
profano este santo relicario, he aquí la gentil expiación: Mis labios, como dos ruborosos
peregrinos, están prontos, están prontos a suavizar con un tierno beso tan rudo contacto.
- Como dije, no pudo evitar que el maldito rubor cubriera sus mejillas al ver sus ojos
grises, tomo aire y se dispuso a hablar, claro, no aseguraba tartamudear como tarada,
pero haría el intento...

Julieta (H:Hermione):- El peregrino ha errado la senda aunque parece devoto. El


palmero sólo ha de besar manos de santo.- ¡Bien!, no se había trabado a mitad de frase,
era todo un logro, ultimamente estaba comportandose realmente patética.

Romeo (D):- ¿Y no tiene labios el santo lo mismo que el romero? - Draco reprimió una
sonrisa al ver como el sonrojo no se iba, sabia que desde su pequeña visita, ella se ponía
nerviosa en su compañía, ni hablar de como se sintió él cuando la oportuna de su amiga
Jacky golpeo la puerta para que le contara cual había sido el estúpido castigo de la mini
Weasley, no le había quedado de otra que alejarse de su castaña y irse por donde había
venido, claro, llevándose sus cosas.

Julieta (H) :- Los labios del peregrino son para rezar. - "Pero tus labios perfectos para
besar" Claro, nunca y reitero ¡Nunca!, él sabría que pensó eso, no señor, antes se tiraba
de un quinto piso...

Romeo (D) :- ¡Oh, qué santa! Truequen pues de oficio mis manos y mis labios. Rece el
labio y concededme lo que pido.- "Sí, Yo quiero, ahg, cierto, mucha gente alrededor,
grr" Hermione omitió una mueca

Julieta (H) :- El santo oye con serenidad las súplicas. - La castaña sonrío, después de
todo podría besarlo en publico sin que nadie sospeche nada... Draco pensaba
exactamente igual.
Romeo (D) :- Pues oídme serena mientras mis labios rezan, y los vuestros me purifican.
- Se fue acercando lentamente a sus labios, pero unos brazos los separaron antes que sus
labios se tocaran, Si antes les agradaba Cedric, desde ese momento lo destestaban y
¿Quien no?.

-¡Corten!- Grito Diggory sonriendo feliz, Ambos adolescente tenían ganas de


acogotarlo, "¿Corten?, ja, ni que estuviéramos grabando una estúpida película" pensó la
chica un tanto enojada- Maravilloso, pero dejaremos el beso para la obra, sera más
mágico así...- Y él profesor juraba que escucho un gruñido de ambos chicos, los miro
frunciendo el ceño, pero rápidamente volvió su vista a los demás- Eso es todo por hoy,
los espero mañana, en mi clase de música y teatro.

Salio por la puerta del salón diciendo un "Hasta mañana" y le siguieron varios alumnos,
al final solo quedaron Draco, Hermione, Jet y Harry, este último, se acerco a quien
alguna vez fue su mejor amiga y le dijo nervioso -¿Crees qué después podríamos
hablar?
Draco frunció el ceño, mientras que Jet habría la boca sorprendido ¿Desde cuando estos
se hablaban?, más los dejo anonadado la respuesta de ella.

-Sí, claro, nos vemos después en la sala común- Potter le sonrió y desapareció por la
puerta

-¿Qué fue eso?- escucho que le preguntaban ambos chicos a la vez, oh, claro, se había
olvidado de contarles lo que había pasado con Harry, pero bueno, ese día había sido
cuando empezó a estar con Draco, los miro y sonrió nerviosa, no sabia como se lo
tomarían.

-¿Es una broma cierto?, hiciste la poción multijugos y le pediste ayuda a tu amiga Jacky
para gastarnos una broma- Es que de enserio, no podía creer que lo perdonara así de
fácil, luego de todo lo que había pasado, de que haya desconfiado de ella. Jet al ver que
probablemente se avecinaba una linda pelea de pareja se escabulló fuera del aula,
dejándolos solos, cosa que Hermione maldijo, había evitado estar a solas con él desde lo
pasado en su cuarto...

-Eh mm, no, no es ninguna broma, de verdad se lo veía arrepentido-Estaba nerviosa de


enserio, lo último que quería ea tener una discusión con Draco, no quería arruinar lo que
tenían por algo tan tonto como haber perdonado a Harry. Bien, no era algo tonto, pero
no quería pelear con él por eso, no con él.

-¿Arrepentido? ¿Que hay si solo es una jugarreta, si solo te están gastando una broma
los Weasley y Portter?... No puedo creer que seas tan ingenua y perdones tan fácil a la
gente- sus palabras le dolieron, mas por él tono frío que uso para decírselas, sintió sus
ojos escocer y supo que se le estaban volviendo rojos. Aun así lo miro a los ojos cuando
le hablo, mas bien grito.

-¡Perdón por ser tan ingenua!, Soy tan, pero tan ingenua, que fui la estúpida que salto en
¡Tú! defensa y la de tus amigos, cuando la maldita orden los rechazo. Que olvido la
cantidad de insultos que le dedicaste y te acepto como amigo y algo más, ¡La estúpida
ingenua que permitio que te quedaras en su casa!...-Lo miro por un segundo, mientras él
le devolvía la mirada arrepentido, había dicho cosas que en verdad no pensaba.- Sabes
que Draco, no soy ingenua, lo que yo hago se llama dar segundas oportunidades, pero
solo cuando veo que la gente es sincera, si aquel día en la orden yo no hubiese visto
sinceridad en sus ojos, ten por seguro que no habría salido palabra alguna de mi boca, si
no hubiera visto en tus ojos sinceridad, tanto en mi casa como acá, no habría aceptado
ser u amiga y mucho menos algo más. - suspiro- Y si no estuviera viendo el
arrepentimiento en estos momentos en tus ojos te hubiera dado un puñetazo en medio de
la nariz como en tercero.

Draco se acerco a ella y la abrazo- Perdón Mía, es solo que en verdad no se que esperar
de Potter y tengo miedo que te vuelva a hacer daño- Devolvió el abrazo y le beso la
mejilla, no podía estar enojada con él, aunque aveces fuera un autentico estúpido.

-Te entiendo, pero al menos esta vez si algo así pasa tendré a mis amigos y mi chico
conmigo- dudo ante las ultimas palabras, pero las dijo de todas formas, él sonrió

-Siempre nos tendrás contigo, al menos a mi... Te quiero - Ambos se sorprendieron ante
tal confesión, él por que había salido de sus labios sin poder evitarlo y ella por que no
nunca había oído de su parte un te quiero. bueno aunque ella tampoco nunca le dijo que
lo quería...

-Yo también Draco, yo también- dijo segundos después sonriendo.

-¡Me dijo que me quiere!- Gritó la castaña entrando y saltando a la cama de su amiga
Jacky mientras esta la miraba extrañada por la repentina felicidad de su amiga...

-¿Quien?- Pregunto por mera cortesía, aunque sabia la respuesta, respuesta que le
desagradaba por cierto

-¡¿Como quien?! ¡Draco!- ¿What? ¿Draco?, no entendía nada, estaba cien por ciento
segura que le iba a responder que Blaise, realmente no entendía, ella salia con Blaise y a
su vez su mejor amigo le había dicho que la quería y ella saltaba feliz de la vida.

-¿Qué? ¿Draco?- Hermione miro a la chica y cayó en cuenta de a quien le había dicho lo
que dijo "Mierda" pensó, mientras se dejaba caer en la cama y se tapaba la cara, tendría
que dar largas explicaciones y tal vez ya era momento de confiar en ella y contarle la
verdad, ya Jacqueline le había demostrado que podía confiar en ella. Como dije, tendría
que dar muy buenas explicaciones.

Capítulo I: Voy a matar a mi hermana

La mañana era cálida, como todas las mañanas en primavera. Sólo se escuchaba el
cantar de los pájaros, el ruido de las mariposas, las carreras de los unicornios y…. a
Draco Malfoy gritando como un maniático. ¿La razón? Pues… averigüémosla.

-¡¡¡¡Madre!!!! ¡¡Madre!! ¿¡Dónde estás!?-llamaba insistentemente.

-Draco, qué sorpresa verte aquí, cuando deberías estar en Hogwarts. Dime querido, ¿por
qué gritas?-le contestó una voz suave, proveniente de su madre.
-Si, debería estar en Hogwarts, pero un asunto urgente me hizo venir hasta aquí-habló el
rubio evidentemente enfadado.

-¿Qué ocurre, cariño? ¿Aquella molesta hija de muggles, volvió a superarte en algún
examen?-le preguntó extrañada. No conocía otra razón por la cual su hijo de 17 años
estuviera molesto, que no tuviera que ver con aquél trío dorado, como acostumbraba a
llamar-. O ¿acaso te peleaste con Potter de nuevo?

-Nada de eso. Se trata de tu adorada pequeña, la cual me está volviendo loco-exclamó


exasperado.

-¿Roselyn? Pero Draco, ¿qué pudo haber hecho una niña de 11 años?

-¡MUCHO!

Narcissa quedó asombrada. Generalmente, sus dos hijos se llevaban muy bien, su hija
debería de haber hecho algo realmente malo para que su primogénito reaccionara así.

-¿Qué fue lo que hizo?

-Soporté estoicamente que el maldito sombrero la enviara a Gryffindor, incluso que se


comportara como una maldita sabelotodo en sus clases y hasta le perdoné que en un
partido Gryffindor contra Slytherin apoyara a Gryffindor, pero no toleraré que esté de
amiguitos con Potti y su pandilla de fracasados-oh vaya, un apodo nuevo-. No sé qué
diablos le ocurre, de pronto siente admiración por la cara rajada, la comadreja y esa
asquerosa sangre sucia. ¿¡Qué puñetas le ocurre a tu hija?!-exclamó furioso-. Durante
las tardes, frecuenta la biblioteca con la sangre sucia, la cual la ayuda con sus tareas.
¡Ja! Como si mi hermana necesitara ayuda, es una Malfoy y los Malfoys somos seres
superiores a esas escorias…

-Ya, Draco-lo cortó su madre-. He entendido el punto. Lo que todavía no comprendo es:
¿qué deseas que haga yo?

-Pues… ¡que hables con ella! Tengan una plática madre-hija, de mujer a mujer, como
sea que le quieran llamar, pero háblale, dile que no puede juntarse con esos gatitos
mojados, ¡está deshonrando el apellido Malfoy!

-Ya veo…

-¿Es lo único que dirás?-inquirió su hijo furioso.

-Verás hijo, yo no puedo prohibirle a tu hermana que se junte con ellos, después de todo
son sus amistades. Además sabes cómo es, como buena Malfoy, impondrá su opinión y
al final terminaremos todos haciendo lo que ella desea.

Draco bufó, sabía que su madre tenía razón. Su pequeña hermana, tenía el don de
conseguir todo lo que deseaba; y si ella deseaba ser amiga de los Gryffindors,
convencería a todos para que lo aceptaran. Ni siquiera su padre, el gran Lucius Malfoy,
podía resistirse a esos ojitos brillosos y el rostro de borrego a medio morir que
adoptaba. Incluso Draco tenía dificultades para negarle algo. ¡Maldita enana!
Terminaría saliéndose con la suya.

-Supongo que tendré que hablar yo con ella, ¿no es cierto?-le preguntó a su madre con
la voz cansina.

-Supones bien-le contestó sonriendo- Ánimo hijo, sabes que tu hermana te adora, si le
explicas de un modo correcto cómo son las cosas, estoy segura de que ella comprenderá
la situación-intentó animarlo.

-¿Y si no es así?

-Pues… Deberás compartirla con los Gryffindors.

¿¡Qué!? ¿¡Compartir?! ¡Eso nunca! Él, el gran Draco Malfoy, compartiendo algo que
por derecho era suyo, con aquellos animales… su madre debería estar soñando.
¡Primero muerto!

-Hijo, creo que deberías regresar al colegio, de lo contrario faltarás a tus clases de
pociones-le informó Narcissa.

-Tienes razón-coincidió, dándose media vuelta, en dirección a la chimenea.

-No seas muy duro con tu hermana-fue lo último que le dijo su madre, antes de que
desapareciera con los polvos Flu.

Narcissa suspiró. Esperaba que sus hijos no se pelearan, ambos eran de caracteres
fuertes y demasiado orgullosos para admitir que se habían equivocado. Roselyn no
aceptaría nunca que sólo lo hacía para fastidiar a su hermano, y Draco jamás admitiría
que estaba celoso. Sonrío al pensar en lo frustrado que estaba su hijo, porque su
hermana no le prestaba atención y no pasaba más tiempo con él, sino con sus nuevos
amigos. Como tampoco olvidaba las innumerables veces que su hija se había enfurecido
porque Draco salía con una chica distinta y no tenía tiempo, según él, para estar con
ella, como solía hacerlo antes.

Decidió que era tiempo de ir a buscar a su esposo, y comunicarle la situación de sus


pequeños, quizás él encontraría una solución distinta y los problemas se esfumarían.

Por otro lado, Draco había regresado a Hogwarts realmente malhumorado. Su madre no
quería intervenir, por lo cual estaba solo. ¡Maldita sea! Estúpido Potter, Weasley y
estúpida Sangre Sucia. No sabía a cuál de los tres odiaba más. Seguramente, la sangre
sucia se llevaba el primer puesto. Primero le había quitado su puesto de mejor alumno,
por lo cual debían compartir una estúpida sala, como buenos Premios Anuales que eran;
y ahora le quitaba lo único que tenía en ese loquero: su hermana. ¿Qué parte del "SU"
no entendía Granger?

Con estos pensamientos, se dirigió a su clase de Pociones. Al menos Snape haría que los
Gryffindors pasaran un mal rato. Sonrío al imaginar la cara de Granger, cuando le
quitaran puntos por no mantener la boca cerrada. Estúpida Sangre Sucia.
-¡Draco!-escuchó que una voz lo llamaba a lo lejos- ¡Draco! Te estuve buscando toda la
mañana. ¿Dónde te habías metido? No fuiste a desayunar, estaba preocupada.

Genial, lo único que faltaba en aquel cuadro. La pesada de Pansy Parkinson, la cual se
jactaba de ser su novia. Draco no la soportaba, era como tener a una garrapata encima
todo el tiempo. Y osaba burlarse de su hermana, por estar en Gryffindor.

-Te he dicho mil veces que lo que haga no debe importarte a ti, Parkinson-le contestó de
manera fría.

-Pero… cariño-intentó decirle.

-Ya te dije que tú y yo no somos nada, así que deja de usar esos sobrenombres estúpidos
conmigo-al ver que la Slytherin comenzaba a lloriquear, en uno de sus típicos
berrinches agregó-. Y no des pena Parkinson, tus lágrimas no me conmueven.

Pansy se quedó allí, parada a mitad del pasillo. Estaba a punto de reclamarle pero se
escuchó otro grito en el pasillo, el cual la eclipsó completamente.

-!!-

Una pequeña de 11 años y cabellera castaña clara corría a su encuentro.

El rubio se dio la vuelta con expresión cansina, pero al ver de quién se trataba, su rostro
cambió notoriamente.

-Hola, Lyn-la saludó sonriendo.

-Hola Draky-el Slytherin frunció el seño al oír el diminutivo-. Sé que te gusta, no lo


niegues. ¿Estás ocupado Draco?-le preguntó con sus ojitos brillosos.

-Pues… yo…-diablos, no podía negarle nada-Em…

-Draco y yo tenemos Pociones, niña-habló una muchacha de rasgos aristocráticos,


cabello color rubio y unos deslumbrantes ojos celestes. Se trataba de la descomunal
Daphne Greengrass, una compañera de Draco, la cual solía rondarlo.

-Verás anciana, yo no soy ninguna niña-le contestó la pequeña de los Malfoys, en un


tono que no tenía nada que envidiarle al que solía usar su hermano con sus "súbditos",
como les llamaba ella para enfurecerlos-. Y por si no lo sabías, es de mala educación
meterse en conversaciones ajenas, Greengrass-agregó poniendo énfasis en el apellido de
la muchacha.

-Escucha tú niña idiota…-comenzó la Slytherin completamente furiosa.

-Cuida tu tono con mi hermana, Greengrass-la interrumpió Draco mirándola


asesinamente.

Daphne cerró la boca al instante. Si quería agradarle a Draco debería llevarse bien con
esa molestia.
-Lo siento-se disculpó a regañadientes.

-Qué bueno que sepas cómo respetar a tus superiores-le contestó Roselyn
arrogantemente.

Daphne estaba a punto de gritar pero apareció Hermione Granger, aplacando el


momento.

-¡Hermione!-exclamó Roselyn, sonriendo.

-Hola, Lyn, qué extraño encontrarte por aquí.

Draco ardía de celos, sólo él llamaba a su hermana de esa forma. Esa Sangre Sucia se
estaba ganando todo su odio.

-¿Tienes clases de pociones tú también, Hermy?-le preguntó la pequeña.

-Sí, y tú ¿no deberías estar en alguna de tus clases?

-Te equivocas, sabelotodo-le dijo de forma cariñosa-. Olvidaste que ayer mencioné que
hoy tendría la mañana libre y quería pasarla con mi hermano. Pero olvidé que ustedes
tenían clases.

Hermione miró a Draco, el cual estaba notoriamente sorprendido.

-Tienes a alguien que realmente te adora Malfoy-le comentó con rencor.

-No creas que no lo sé, Sangre Sucia-le contestó con odio. ¿Quién era ella para venir a
decirle lo que tenía y lo que no?

-¡Draco! No le hables de esa forma a Hermione, no es agradable-lo reprendió su


hermana-. Discúlpate con ella.

-¿¡Estás loca!?-exclamó-. Jamás le pediría disculpas a un ser inferior como ella.

-¡Draco!-le repitió su hermana, comenzando a enfadarse. No le gustaba que hablaran


mal de sus amigos en su presencia.

-No te preocupes, Lyn, estoy acostumbrada a las palabras amorosas de tu hermano. Las
he oído tantas veces que terminé por apreciarlas-le dijo Hermione, mirándolo con odio.

-Bueno eso era antes. Ahora debe cambiar. Draco, pídele disculpas o me enfadaré
contigo y hablo en serio.

Las Slytherins, que seguían allí como espectadoras, no podían creer lo que sus ojos
veían y sus oídos escuchaban. ¿Malfoy le pediría disculpas a Granger sólo porque su
hermanita se lo pedía?

-No, Roselyn, no lo haré-habló con voz firme Draco.


-Bien, estás llegando tarde a tu clase de pociones-le informó de una forma fría-. Nos
vemos luego Hermy. Recuerda que prometiste ayudarme con mi tarea de pociones…

-Descuida, no lo olvidé-le contestó la castaña sonriendo-. Te veré en la biblioteca-y,


diciendo esto último, se marchó.

Los Slytherins la imitaron, de lo contrario llegarían tarde a su clase.

Draco estaba completamente furioso. ¿¡Su hermana, su propia hermana, sangre de su


sangre, le daba la espalda por esa sangre sucia!?

Entraron al salón unos minutos antes que Snape. Harry y Ron ya se encontraban allí,
con cara de dormidos. Hermione ocupó un asiento detrás de ellos. Y, para desgracia de
Draco, tuvo que sentarse a su lado, puesto que no había más lugares disponibles.

Hermione lo miró sorprendida. ¿En qué dimensión Draco Malfoy se sentaría a su lado?

-No pongas esa cara, Sangre Sucia, no había otro asiento-le dijo-. No te ilusiones, no
eres mi tipo.

Hermione sintió sus mejillas arder de la furia.

-Descuida, hurón botador, no quiero ser tu tipo, primero prefiero besar al calamar
gigante.

-¡Ja! Ya quisieras tú Granger…

Snape comenzó a escribir los ingredientes de la nueva poción en la pizarra. Pero Draco
no prestaba mucha atención. Su hermana había querido pasar tiempo con él y por culpa
de Daphne no había podido, luego apareció la asquerosa Sangre Sucia y su pequeño
momento de paz se arruinaba y ahora debía disculparse con Granger si quería que su
hermana le volviera a hablar. ¡Era lo último que le faltaba!

Las dos horas de Pociones transcurrieron lentas para Draco, quien quería salir y
disculparse con su hermana, pero sólo con ella.

Al finalizar la clase, el rubio salió como un rayo del salón. Comenzó a buscar a su
hermana por todos lados hasta que la encontró, platicado animadamente con una de sus
amigas: Jessica Black. Cuando su hermana lo vio, tomó a Jessica de un brazo y
comenzaron a caminar en dirección al Gran Comedor. ¡Maldita enana! A esto se refería
cuando le dijo a su madre que lo estaba volviendo loco. Y sabía exactamente lo que
tenía que hacer si quería que ella le volviera a hablar.

-Draco, ¿dónde estabas?-habló la voz de su mejor amigo, Blaise Zabini.

-Buscando a Roselyn-le contestó algo molesto.

-¿De nuevo tienes problemas con tu hermana?-le preguntó extrañado.

-¿Y tú qué crees?-le dijo sarcásticamente.


-¿Qué hiciste esta vez?

-¿Por qué debo ser yo el que haya hecho algo?-inquirió furioso-. Ha sido culpa de esa
Sangre Sucia. Lyn quiere que me disculpe con Granger-le explicó con asco-. ¿¡Yo,
Draco Malfoy, disculpándome con ese ser inferior!? ¿¡Se ha vuelto loca!?

Su amigo rió.

-¿¡Te parece gracioso!?-le espetó

-Lo siento hermano, es que no lo pude evitar. Lamento tener que decirte que hay ciertos
rumores en Slytherin…

-¿Rumores?-preguntó extrañado.

-Pues sí, y dicen que eres un dominado por tu pequeña hermana Gryffindor.

-¿¡Quién divulgó esos rumores?-inquirió con extremada calma. Blaise sabía que nada
bueno resultaría de ello.

-No lo sé. Yo sólo escuché a Daphne comentándolo con su hermana.

-Muy bien. Greengrass lo pagará-habló amenazadoramente.

-Pero Draco… debes admitir que un poco de razón tienen. Mírate, estas desesperado
porque tu hermana se ha enfadado contigo y te pidió algo que no deseas hacer; pero a la
vez quieres obtener su perdón.

Draco lo miró extrañado. A veces se preguntaba seriamente de dónde había salido


Blaise con todas sus frases de filosofía barata.

-Es algo que ninguno de ustedes entendería.

-Si me lo explicaras yo haría un esfuerzo.

-Como bien sabrás, el año pasado, temí mucho por mi familia ya que Voldemort me
había amenazado-su amigo asintió-. Bien, no sólo estaba en riesgo la vida de mi madre,
sino también la de mi hermana, si yo fallaba, ella se convertiría en mortífaga en el
próximo verano.

-Y tú no deseabas eso para ella-al moreno lo recorrió un escalofrío. Recordaba con


claridad cómo había terminado en las filas del Lord por la fuerza; y aquello era
demasiado para una pequeña de 11 años de edad.

-Es por eso que cuido a mi hermana más de la cuenta, aunque hayamos derrotado al
Lord, mi familia teme mucho por nosotros.

-Comprendo, ¿esa es la razón por la cual haces todo lo que te pide?


-Zabini, tú no la conoces. Créeme, no podrías resistirte. No sé cómo lo hace, pero posee
una especie de don para que hagas exactamente lo que ella quiere.

-No creo que sea tan así-dijo su amigo riendo.

-Te lo repito: tú no la conoces-

Draco sonrío al imaginarse a su mejor amigo cumpliendo todos los caprichos de su


hermana, oh si, sería algo digno de ver.

-¿Y qué piensas hacer Draco?

-No le pediré disculpas a esa Sangre Sucia. Esperaré unos días a que se le pase y sino,
hablaré con mi padre.

Los días pasaron y la pequeña de los Malfoys continuaba siéndole indiferente a su


hermano mayor, el cual estaba al borde de la desesperación. ¿Debería disculparse con
Granger? El sólo hecho de pensarlo hacía que se le erizara la piel. Estúpida Sangre
Sucia.

Se dirigía a su clase de Pociones. Iba caminando por un pasillo, que conducía a las
mazmorras, cuando oyó un sollozo que lo hizo detenerse. ¿Quién estaría llorando?
Decidió buscar a la dueña de esa voz, y vaya sorpresa que se llevó al encontrarla. Unos
metros más adelante se encontraba Hermione-come libros-ratón de biblioteca-y-prefecta
perfecta-Granger llorando. El Slytherin se acercó con cautela hasta situarse a su lado.

-¿Granger?-inquirió sin saber muy bien qué decir- ¿Estás… Llorando?

Hermione, al escucharlo, se secó con rapidez sus lágrimas. Lo único que le faltaba era
que Malfoy conociera su debilidad y lo usara en contra de ella.

-No Malfoy, sólo me ha entrado una basurita en el ojo-le contestó sarcásticamente y


poniéndose de pie de inmediato.

-Pues mira tú, ¡qué genio tienes!-exclamó molesto, aunque no sabía exactamente con
quién, si con la Sangre Sucia por ser tan desagradable o consigo mismo por haberse
preocupado, unos segundos, por aquella rata de biblioteca.

Hermione se dio cuenta de que había sido algo desagradable con aquel rubio, que al
parecer iba en son de paz.

-Lo siento-le dijo avergonzada-. No ha sido un buen día para mí y, aunque me


encantaría, no puedo desquitarme contigo.

Ambos adolescentes se quedaron en silencio.

-Granger yo…-diablos, ¿por qué era tan difícil? Ah si, ¡porque él no se disculpaba con
Sangres Sucias!-… Quería decirte que…

-¿Qué ocurre?-le preguntó ella confundida.


-Lo siento-murmuró, sintiéndose completamente estúpido.

Capítulo II: el comienzo de…. Bueno… algo

Hermione abrió los ojos impresionada. ¿Draco Malfoy, el Gran Draco Malfoy le estaba
pidiendo perdón?

-¿Por qué me pides perdón?-inquirió extrañada.

-Por haberte dicho Sangre Sucia-masculló.

-Debes apreciar mucho a tu hermana-comentó la castaña, como si estuviera hablando


del clima.

El Slytherin la miró confundido.

-¿Por qué lo dices?-

¿A qué venía ese comentario?

-No te estarías disculpando sino fuera porque ella está enfadada. ¿Sabes, Malfoy? Te
envidio, me gustaría tener una hermana, pero mi madre no pudo tener más hijos.

-Tienes suerte. No es que no esté contento con Roselyn, pero cuando solía ser único
hijo, todo el mundo hacía lo que yo deseaba.

-¿Cuál es la diferencia con el presente?-inquirió Hermione riendo.

Draco nunca lo admitiría, pero se sentía muy bien al escucharla reír. No podía creer que
estuviera hablando civilizadamente con Granger. Un escalofrío recorrió su espalda.

-La diferencia es que si ella desea lo contrario a mí, cumplirán sus caprichos-le explicó
con sus típicas sonrisas ladeadas.

-Oh, ahora comprendo. Tu hermana te ha quitado poder, ¡vaya eso es algo nuevo!-
exclamó divertida.

Draco sonrió. La verdad era que nunca lo había pensado de esa forma.

-¿Me dirás por qué llorabas, Granger?-le preguntó serio.

-¿Te importa?-siempre a la defensiva.

-No realmente. Sólo curiosidad. Además estuvimos hablando de mi vida personal, lo


justo sería que ahora hablásemos de la tuya.

Hermione comenzó a morderse su labio inferior con nerviosismo. Él tenía razón.

-De acuerdo. Lloraba porque he discutido con Ronald.


-¿Qué hizo la comadreja esta vez?

La Gryffindor frunció el ceño al escuchar el apodo dirigido a su amigo.

-Pues… lo de siempre, me llamó come libros y ratón de biblioteca.

-¿Y eso te molesta? Vamos Granger, ¿cuántas veces lo has oído de parte mía?

-¡Es distinto! Él es uno de mis mejores amigos y a mí me duelen sus palabras-le explicó
apenada. No lloraba, pero se le había quebrado la voz.

Draco se sentía horrible. Sin saber exactamente porqué, decidió decirle algunas palabras
de consuelo.

-Ya Granger, no te preocupes. Estoy seguro que la comadreja se dará cuenta de su error
y se disculpará contigo. Después de todo, siempre serán "Potter y sus Gatitos Mojados"-
bromeó lo que consiguió una sonrisa por parte de Hermione.

-Gracias, Draco.

Oh cielos, ¿estaba alucinando o Granger acababa de llamarlo por su nombre? ¿Y por


qué puñetas sonaba condenadamente bien cuando ella lo pronunciaba?

-De nada, Hermione-le contestó sonriendo.

Ambos adolescentes se quedaron en silencio. Lo que acababa de ocurrir era algo


extraño, tratándose de ellos, enemigos declarados. ¿Después de todo, quién iba a
confesarle sus problemas a su enemigo de toda la vida? ¿Y que éste escuchara y diera
palabras de consuelo? Podrían haber continuado en silencio y mirándose, sino fuera
porque cierta persona interrumpió el momento.

-¡¡¡¡Draco!!!!-gritó una Pansy Parkinson muy molesta- ¿¡Qué estás haciendo con la
Sangre Sucia!?

Antes de que el Slytherin pudiera contestarle, una pequeña Gryffindor intervino.

-¿¡Quién te crees, cara de perro, para llamar a Hermione de esa manera!?-le espetó
Roselyn, completamente furiosa- ¿¡Y para decirle a mi hermano lo que tiene que
hacer!?

Pansy la miró asesinamente, antes de lanzarse sobre ella. Si existiera un premio a la


persona más abusadora y vil, seguramente Parkinson se lo ganaría, ¿golpear a una niña
de once años con sus puños, como si de un animal se tratase? Pero estamos hablando de
una Malfoy, alguien que no se deja intimidar, por lo cual aquella víbora recibió lo suyo
también.

La pelea, no duró más de tres minutos, puesto que Draco, cegado por la ira de que
alguien se metiera con su hermanita, le lanzó un hechizo a Pansy; provocando que
volara al otro lado del corredor.
-¿Estás bien?-le preguntó preocupado, abrazándola y revisando su rostro.

Su hermana sonrió.

-¡Por supuesto que sí, Draco! Deberías preocuparte por aquella cara de perro, se ha
ganado uno que otro rasguño-le contestó con arrogancia.

Hermione, al lado de Draco, sonrió. Malfoy hasta la sepultura, pensó.

El rubio, ya más calmado, tomó a su hermana en brazos y se dirigió hacia la morena,


quien intentaba recuperarse del golpe.

-Cuídate Parkinson-le dijo con odio-. Porque me aseguraré de que tu vida sea un
infierno de ahora en más. Y si valoras en algo tu vida, no molestarás más a Hermione y
mucho menos te acercarás a mi hermana, ¿has entendido?-la amenazó.

Pansy, muerta de miedo, solo atinó a asentir con la cabeza.

Los tres alumnos, comenzaron a caminar en dirección al tercer piso.

-¡Vaya Draco, eso se llama cerrarle la boca al estilo Malfoy!-exclamó Roselyn


divertida.

Draco sonrío.

-A dónde vamos, ¿por cierto?

-A la enfermería.

-¿¡Por qué!?

-Para que Madame Pomfrey le asegure que esa loca no te ha hecho nada-le respondió
Hermione con dulzura.

La pequeña Gryffindor sonrió. Había logrado su cometido, su hermano y Hermione


estaban llevándose bien, sin insultos e incluso él la había defendido de Parkinson.

-Tengo una duda Hermione. ¿Puedes explicarme qué hacías hablando con Draky?-
inquirió la castaña menor con suspicacia.

-Ehh, sólo platicábamos…-le contestó notablemente nerviosa.

-Ya veo… ¿Puedo saber sobre qué?

-Ehh…-Hermione estaba completamente nerviosa.

-Cosas de grandes, pequeña-intervino Draco, sonriéndole de forma cómplice a


Hermione-. Y como bien sabrás, no te lo vamos a decir.
Su hermana lo miró desafiantemente. Hermione se cubrió la boca con sus manos, para
ahogar una carcajada, sabedora de lo que ocurriría a continuación.

-Draco…-comenzó su pequeña hermana, con infinita dulzura- Draco…-le repitió ya que


su hermano se rehusaba a mirarla- ¡DRACO LUCIUS MALFOY MÍRAME EN ESTE
INSTANTE!-exclamó de repente, removiéndose en sus brazos, por lo que el rubio tuvo
que ceder.

-¿Qué quieres?-intentó parecer frío.

Sin previo aviso, la pequeña Gryffindor comenzó a sollozar.

-¿¡Qué te ocurre, Lyn?!-le preguntó preocupado Draco.

-Creo que… los golpes que… esa… cara de perro… me propinó en el estómago…
surtieron efecto… y me duele-le explicó entrecortadamente, a causa del llanto.

-Debemos llevarla rápidamente con Madame Pomfrey, Draco-le dijo Hermione,


apresurando el paso.

El rubio la imitó y a los pocos minutos estuvieron en la enfermería. Mientras Madame


Pomfrey revisaba a Roselyn, Draco y Hermione tuvieron que quedarse esperando. El
rubio estaba completamente desesperado, no entendía qué le había ocurrido a la alegría
de sus días para que llorara. Sólo tenía algo claro: Parkinson lo pagaría.

-Draco, cálmate-le dijo suavemente Hermione, tomando su mano, en un impulso que ni


ella misma comprendió-. Todo estará bien.

-Pero Hermione, no entiendo cómo le pudieron afectar tanto. Debe ser algo grave, ¿y si
le atrofió algún órgano?-ya comenzaba a exagerar- ¿y si se le cierra el estómago y no
puede alimentarse nunca más?

-Draco, Draco, ¡para ya!- Hermione lo obligó a sentarse- No comprendo porqué piensas
lo peor, recuerda que vivimos en un mundo con magia y es imposible que unos simples
golpes hubieran ocasionado tales cosas. Posiblemente Madame Pomfrey le dé unas
pociones para los dolores. ¿Cálmate, si? Preocuparás a tu hermana-le sonrió
amablemente.

El rubio se sintió completamente extraño. ¿En qué momento había enterrado el hacha de
la discordia con Granger? Y lo más desconcertante, ¿por qué ahora se llevaban bien e
incluso se llamaban por sus nombres? Ah sí, por Roselyn. Suspiró.

-Gracias Hermione-vaya, primero se disculpaba y ahora daba las gracias-. Por estar aquí
conmigo, cuando deberías estar en la clase de Snape. Supongo que podrías alcanzar la
clase de McGonagall si te…

-Nada de eso-lo interrumpió-. Me quedaré a ver cómo se encuentra, Lyn.

apítulo III: Fin de la tranquilidad


Oh no. ¿¡Granger acababa de usar, de nuevo, el sobrenombre que ÉL le había puesto a
SU hermana?! ¿¡Quién se creía que era esa sangre sucia!? Y ¿por qué diablos le estaba
sonriendo como estúpida? Cegado por los celos, cometió uno de los peores actos de su
corta vida.

-Escúchame bien, Sangre Sucia-ante esto Hermione abrió los ojos completamente
anonadada- ¿¡Quién te crees que eres para tener tanta confianza con mi hermana!? Es
una Malfoy, por ende, alguien superior a los de tu calaña, por lo que te sugiero la trates
con el respeto que se merece, mugrosita y…-pero antes de que terminara, la mano de
Hermione había impactado de lleno en su mejilla, provocando que se tambaleara.

-¿¡Qué diablos te sucede Malfoy!? Deberías visitar San Mungo para que traten con
urgencia el problema de tu cerebro atrofiado-le gritó completamente enojada.

Y es que no lo comprendía, ¿¡primero se interesaba por sus problemas, se disculpaba


con ella, la defendía delante de Parkinson, le agradecía por acompañarlo hasta la
enfermería y ahora la volvía a insultar?! Con idiotas bipolares ella no trataba.

Salió echa una furia de la enfermería, sin siquiera voltear a ver al Slytherin, el cual se
tocaba la mejilla abofeteada.

¿¡Cómo había Granger osado tocarlo!? Esa maldita impura. Pero después recordó sus
palabras, había sido muy hiriente. ¡Pero qué diablos le importaba! Él era Draco Malfoy,
príncipe de Slytherin, y no se juntaba con Sangres Sucias; ya había actuado como un
completo imbécil todo el día como para tener que soportar esto. Entonces lo decidió: no
permitiría que se repitiera lo ocurrido aquel día, su relación con Granger no pasaría de
los insultos y miradas de odio. Sí, así es como tenían que ser las cosas.

-¿Señor Malfoy?-inquirió la enfermera, el rubio la miró expectante-. La señorita Malfoy


se encuentra descansando ya que le proporcioné unas pociones para aliviar el dolor,
debido a que tiene una costilla rota. Puede retirarse, podrá venir a verla luego del tercer
período de clases-le explicó.

-Me quedaré-sentenció firmemente.

-Como desee-y la enfermera se retiró.

Draco suspiró. No quería volver a clases porque sabía que no se iba a poder concentrar.
Además las clases que tenía eran con Gryffindor y eso significaba ver a la sabelotodo y
en estos momentos era lo último que deseaba hacer. Todavía no lograba comprender
qué había ocurrido entre ellos dos ese mismo día.

Mientras tanto, Hermione entró echa una furia a su sala común. Estaba completamente
indignada, furiosa y dolida como para articular palabra. Para su suerte, sus amigos no se
encontraban allí, por lo que podría pensar tranquila sin tener que dar explicaciones.
Aunque luego debería hacerlo por ausentarse de sus clases.

Maldito Malfoy. ¿Quién se creía que era? Y ¿por qué tenía esa doble personalidad? Por
un momento creyó que él tenía un lado amable pero no, se había equivocado y se
prometió a sí misma no volver a cometer el mismo error.
Decidió ir a la biblioteca para despejar su mente. De seguro allí encontraría un buen
libro para leer y que la ayudase a olvidar todo: sus problemas con Ron, el encuentro con
Malfoy y el hecho de que había faltado a dos clases.

Por otro lado, Blaise Zabini se encontraba algo preocupado. Draco no había asistido a
Pociones y tampoco a Transformaciones. Algo debería haberle ocurrido, ya que no se
perdía clases porque sí.

Decidió que le preguntaría a Parkinson, después de todo, ella sabía todo lo referente a su
amigo.

-Oye Pansy-la alcanzó durante el almuerzo-. ¿Has visto a Draco?

La Slytherin, al oír el nombre del que en un futuro sería su verdugo, palideció.

-¿Pansy?-inquirió Blaise al ver el mutismo de su compañera.

-Eh, digamos que tuve un encuentro con Draco, la Sangre Sucia y su hermana-le explicó
nerviosa.

Aquello no significaba nada bueno. Ahora que lo pensaba, Granger tampoco había
asistido a clases aquella mañana.

-¿Qué ocurrió Pansy?

-Algo muy extraño. Draco defendió a la Sangre Sucia, ¿¡puedes creerlo Blaise?! ¿¡En
qué estaba pensando!? Y ¿¡puedes creer que me lanzó un hechizo cuando ataqué a su
hermana!?-Pansy había comenzado a despotricar completamente indignada.

-¡¿QUÉ HICISTE QUÉ?!-exclamó Blaise escandalizado.

-¡No grites Blaise!-lo reprendió la morena- No soy sorda.

-¿¡Dijiste que atacaste a la hermana de Draco!? ¿¡Estás loca Pansy!? Draco querrá
matarte.

-¡Y que lo digas! Me amenazó de muerte-le comentó aterrorizada.

-¿Por qué atacaste a Roselyn?

-Ella me llamó cara de perro, en afán de defender a la Sangre Sucia

-¡Tiene 11 años por Merlín! ¡Y tú tienes 17! ¿¡En qué estabas pensando!?-le gritó
mientras se alejaba en dirección a la enfermería.

La Slytherin se quedó indignada.

Cuando Blaise ingresó en la enfermería pudo divisar a un Draco completamente


nervioso.
-¡Draco!-le dijo-. Vine corriendo en cuanto lo supe. ¿Es cierto que Pansy atacó a tu
hermana?-le preguntó incrédulo.

-Así es, la arrastrada la golpeó y ahora tiene una costilla rota-le explicó furioso.

-Maldita Parkinson-masculló Zabini- ¿y cómo se encuentra ella?

-Madame Pomfrey le dio unas pociones para el dolor. Ahora está durmiendo.

-Oye Draco-el rubio lo miró- ¿qué tiene que ver Granger en todo esto?

El aludido tragó saliva antes de contestar.

-Ehh pues, ya sabes. Mi hermana la defendió y por ello Pansy se le abalanzó y…-pero
Blaise lo interrumpió.

-Pansy me dijo que tú también la defendiste. Y que primero te vio a ti con ella, luego
apareció tu hermana.

Maldita Parkinson, pensó Draco.

-De acuerdo Blaise, te contaré la verdad pero como abras esa boca que tienes, te la haré
desaparecer, ¿estamos claros?

-Como el agua, dragón. Ahora cuéntame.

Malfoy le contó todo lo sucedido a su amigo, incluyendo la confusión que sentía.

-Ya veo-musitó el moreno cuando su amigo terminó-. ¿Te gusta Granger?

-¿¡Estás loco!? ¿¡Cómo preguntas una cosa como esa!?-se indignó.

-Bueno, lo siento Draco, pero esas confusiones son propias del primer amor. Si te pones
a pensarlo no es tan descabellado, hay un cliché que afirma que los opuestos se atraen.
Ustedes siempre se han odiado, en algún momento tenía que ocurrir. Y si te sientes
confundido es porque siempre la has insultado y demás. ¿Por qué no intentas ser su
amigo?

Draco se quedó anonadado.

-A veces me pregunto seriamente quién eres.

Blaise rió pero antes de que pudiera decir algo, se oyó una suave vocecita.

-¿Draco? ¿Estás allí?-Roselyn acababa de despertarse.

El rubio entró como un rayo en la habitación.

-Estoy aquí. ¿Cómo te encuentras?-le preguntó preocupado, tomando su mano.


-No siento dolor alguno pero creo que no podré usar un bañador en mucho tiempo-le
comentó mientras se levantaba la blusa escolar, mostrando unos grandes hematomas-. Y
este año pensaba estrenar uno nuevo-se lamentó con falso llanto.

-No te preocupes, Parkinson lo pagará. Espera a que padre se entere de esto.

-No puedo creer que te hubieran comprometido con esa salvaje.

Su hermano se río, cómo adoraba a esa pequeña.

-¿Draco? ¿Puedo pasar?-irrumpió Blaise Zabini.

-Desde luego amigo.

Roselyn lo miró expectante.

-Te presentaré a mi mejor amigo, Blaise Zabini-le explicó al tiempo que el muchacho
ingresaba por la puerta.

-Hola pequeña Malfoy-la saludó con una de sus mejores sonrisas galantes.

-Hola Blaise-le correspondió el saludo-. No quiero ser descortés, pero si vuelves a


llamarme pequeña no vivirás para decírselo a tus propios hijos-agregó con falsa
inocencia.

-¡Vaya Draco! Y tú que me hiciste creer que era adorable-dijo en tono burlón.

-No seas idiota-lo reprendió el rubio.

-¿Draky, dónde está Hermione?-inquirió la castaña de repente, ignorando la cara


burlesca de Blaise.

El aludido se petrificó.

Su hermana se cubrió el rostro con las manos, en señal de exasperación.

-¿Qué has hecho esta vez, Draco Lucius Malfoy Black?-habló amenazadoramente.

-Nada, sólo devolví las cosas a su lugar. Y de eso te quería hablar. Yo soy un Slytherin,
el príncipe de las serpientes y aunque estés en Gryffindor, y te juntes con Potter y sus
gatitos mojados, yo tengo una reputación que mantener. Por más berrinches que hagas,
no me haré amigo de la Sangre Sucia, suficiente fue disculparme con ella, por un
capricho tuyo que no se repetirá. Estuve siguiendo tus órdenes como un maldito esclavo
y no lo haré más. Si eso te molesta, es tu problema-terminó de una forma fría.

Roselyn no emitía palabra, se había quedado anonadada, incluso Blaise parecía no


reaccionar. Pero sus impulsos fueron más rápidos que su mente por lo cual…

-¡ERES UN BASTARDO!-le gritó al tiempo que estampaba su puño, como buena


Malfoy, en la cara de su hermano-. ¡No te quiero volver a ver en mi vida! ¡Y ya puedes
irte, no tienes ningún compromiso aquí! ¡Vete! ¡Te odio!-siguió gritando enfurecida, su
rostro estaba de color rojo y sus ojos llorosos.

Draco, el cual estaba medio aturdido luego del golpe, reaccionó cuando ella le profesó
sus más profundos sentimientos.

-¡Señores Malfoy!-interrumpió la enfermera- ¿Qué es todo este griterío? Señor Malfoy,


le pediré que se retire, disturba la tranquilidad de mis pacientes…

-Y que no vuelva nunca más-agregó Roselyn mirándolo con odio.

El rubio, tocándose la mejilla golpeada (que era la misma donde lo había golpeado
Hermione), salió de la enfermería, seguido por Blaise; el cual no emitía palabra para no
empeorar la situación.

-¿Qué tal si vamos a almorzar? Todavía tenemos tiempo antes de Encantamientos-le


comentó, cambiando el tema.

-Me odia-fue lo único que recibió como respuesta.

-¿Por qué a mí?-se dijo Blaise resignado- Draco, si yo fuera ella, también te odiaría. Las
cosas que le has dicho no fueron precisamente palabras de consuelo.

-Pero me odia.

Blaise, agobiado, optó por hacerlo reaccionar, golpeándolo en la mejilla ya abofeteada.

-¡Diablos, Blaise!-se quejó el rubio, estaba seguro de que le quedaría un moretón.

-¡Ya reacciona, Draco! Tú te lo buscaste, no te lamentes. Ya se le pasará, después de


todo son hermanos, la tendrás que ver eventualmente y si no quiere perdonarte, pues te
aguantas hasta las vacaciones de Navidad. ¡Ahora quiero ir a almorzar!

-De acuerdo-concedió el rubio. Después de todo, él también tenía hambre.

Ya en el Gran Comedor, se encontró con Daphne y su hermana Astoria, las cuales


estaban almorzando. Al parecer, las muchachas estaban al tanto de lo ocurrido con
Pansy.

-Siempre supe que era una salvaje-comentó Astoria, llevando su copa hacia sus labios-.
¿Cómo se encuentra tu hermana, Draco?-le preguntó con una sonrisa amable.

El muchacho se atragantó con su sopa.

-Bien, por suerte no le ocurrió nada grave. Muy considerado de tu parte preguntar-
contestó saliéndose por la tangente.

Daphne bufó.
-Draco, ¿quieres que te preste mis apuntes? Como te has perdido dos módulos de
clases…

El rubio asintió.

-Te lo agradecería, Daphne. Debo ponerme al día-dijo, mirando las puertas del
comedor.

En ese preciso instante, Hermione Granger atravesaba las puertas del recinto, con la
cabeza erguida. A Draco se le encogió el estómago al verla. Al parecer, sus palabras no
la habían afectado tanto, después de todo. No supo porqué, pero ante ese pensamiento,
una ola de furia lo golpeó.

-¿Draco?-lo llamó Astoria.

Él la miró confundido.

-Te pregunté si te apetecería venir con nosotros en la próxima salida a Hogsmeade-le


contestó.

El rubio asintió. Al fin y al cabo, no tenía ningún plan para el fin de semana y le vendría
bien distraerse un poco.

Miró nuevamente a la castaña, quien le daba la espalda, y apretó los dientes con fuerza.

-Me encantaría-sentenció, sonriéndole a Astoria.

apítulo IV: ¿Puedo tener un lobo?

Al cabo de tres semanas, Draco creía que iba a enloquecer. Roselyn lo ignoraba
olímpicamente, pasando completamente de él. En los pasillos, hacía de cuenta que no
existía. Cuando él hacía el intento de saludarla, en seguida se daba la vuelta y tomaba
otro camino distinto que el de él.

Al principio, Draco se había puesto furioso con su actitud. Luego había ido
desesperando a medida que pasaban los días hasta llegar al punto de tener ojeras en su
bello rostro (hecho que molestaba de sobremanera al rubio).

No obstante, dejando sus problemas familiares de lado, había comenzado a llevarse bien
con Astoria. Después de haberla acompañado a Hogsmeade, entre ellos se había
establecido una especie de amistad.

El rubio valoraba su relación con Astoria. La pequeña Greengrass era divertida e


inteligente, muy diferente a cómo era su hermana, quien era demasiado superficial. Con
Astoria, podía pasar horas y horas platicando acerca de diversos temas. Todos los
domingos salían a pasear por los jardines, disfrutando de la suave brisa otoñal que
golpeaba sus mejillas.

Sus compañeros de casa habían comenzado a hacer especulaciones acerca de su


relación, diciendo que Draco pasaba tiempo con Astoria para averiguar cosas de Daphne
y así poder conquistarla. La aludida estaba más que feliz con estos rumores, por lo cual
solía abordar a su hermana cada vez que ésta volvía de algún encuentro con Draco.

A Hermione Granger no la había vuelto a ver. A decir verdad, sí la había visto, puesto
que asistían a la misma escuela y, además compartían la Torre de los Premios Anuales.
Pero no habían vuelto a hablar como aquél fatídico día. Cuando coincidían en la torre,
ni siquiera se miraban. Ella hacía de cuenta que él no existía y Draco intentaba imitarla.
Todavía le daba vueltas en su cabeza las últimas palabras que él le había profesado y,
muy de vez en cuando, se sentía un poco culpable. Pero luego desechaba esos
pensamientos con rapidez y todo volvía a la normalidad.

Más de una vez, había considerado la idea de pedirle disculpas. Después de todo, así
solucionaría la mayoría de sus problemas: dejaría de sentir remordimiento y Roselyn
volvería a hablarle. Pero él era un Malfoy y no volvería a cometer el estúpido error de
disculparse ante una Sangre Sucia.

Octubre llegó con rapidez a Hogwarts. Hermione apenas si lo había notado, atareada
como estaba.

A veces creía que iba a explotar. Debía ocuparse de demasiados asuntos ahora que era
Premio Anual y aquello era mucho más arduo que cuando era Prefecta. Se acercaba el
Baile de Halloween y, como era de preverse, ella estaba a cargo. Le correspondía
ocuparse del menú y de la decoración.

Sabía perfectamente que con Malfoy no podía contar, por lo que había pedido a los
prefectos que se encargaran de la decoración del Gran Comedor. Además, le urgía ir a
Hogsmeade a buscar su traje para la fiesta ya que, como era obvio, era una fiesta de
disfraces. Había veces en las que Hermione se preguntaba por qué era tan importante en
Hogwarts celebrar Halloween si durante esa noche era cuando más niños desaparecían.

Suspiró mientras supervisaba el menú que los elfos le habían entregado esa mañana con
los posibles platos que se servirían durante el baile. De momento todo estaba en orden,
pero debía ser muy meticulosa y cuidadosa porque el desastre podría estar a la vuelta de
la esquina y….

Entonces chocó contra algo, o mejor dicho, alguien. Sus papeles se dispersaron a lo
largo del pasillo por el cual iba transitando y ella terminó en el suelo.

-Auch-musitó, cerrando los ojos. Le dolía la columna.

-Oh, lo siento, Granger. No te había visto-le dijo su "agresor" ayudándola a ponerse de


pie-. Deberías poner atención mientras caminas-le aconsejó en tono amable.

Hermione levantó la vista para decirle que ella sabía muy bien lo que tenía que hacer y
lo que no, cuando se dio cuenta con quién estaba hablando. Se trataba de Theodore
Nott, Slytherin por supuesto. Sin embargo, él era uno de los pocos que valía la pena de
su casa: era tranquilo y amable; y muy inteligente. Durante cuarto año, habían
intercambiado alguna que otra palabra cuando se cruzaban en la biblioteca. A Hermione
nunca le había llamado la atención.
Pero, ahora, al verlo allí, tenía que admitir que no estaba para nada mal. Era alto, de
contextura robusta, cabello castaño y unos asombrosos ojos verdes.

-¿Granger?-la pregunta la trajo de vuelta a la realidad- ¿Te sientes bien?

-Eh, sí. Estaba tratando de recuperar la respiración-mintió-. Lo siento, no estaba


prestando atención.

Nott sonrió.

-Me he dado cuenta-comentó mientras recogía los papeles de la castaña y los leía
rápidamente-. Así que revisando el menú, ¿eh?

Hermione asintió extendiendo la mano para tomar los papeles.

-Así es. Me estaba asegurando de que todo estuviera en orden-le dijo-. Bueno, el deber
llama. Debo continuar con mi camino, nos vemos luego, Nott-se despidió comenzando a
caminar.

-Cuídate, Granger-oyó que le decía.

Entretanto, Roselyn se hallaba sentada a los pies de un árbol, cerca del lago. Su
semblante era algo triste. Hacía varios días que no hablaba con su hermano y, más allá
de su orgullo, lo extrañaba. Pero el cerebro de pollo atrofiado tenía que aprender la
lección, debía dejar de tratar de mala manera a Hermione.

Ella sabía del odio mutuo que se habían profesado desde que entraron a Hogwarts, seis
años atrás. Pero eso tenía que cambiar, no podían continuar con esa enemistad sin
fundamentos eternamente. Y ella les iba a ayudar a modificar su actitud.

Desde que había conocido a Hermione, había decidido que la quería de cuñada. Ella era
perfecta para su hermano, exactamente lo que le hacía falta en su vida. Y Draco era
perfecto para Hermione. El único problema era que ellos todavía no se daban cuenta de
ello.

Mientras pensaba de qué color sería su vestido de Dama de Honor cuando ellos se
casaran y de quién de los futuros hijos Malfoy-Granger sería madrina, divisó a lo lejos a
su hermano y a la Greengrass número dos (como le decía últimamente), paseando. Al
parecer, se estaban divirtiendo porque sus risas se oían por todo el lugar.

Apretó los dientes y los puños. Draco y Hermione se casarían pero, para ello, debía de
ocuparse de "algunos asuntos" primero.

-Hola, pequeña Malfoy-la saludó Blaise, tomando asiento a su lado.

Ella se volvió para mirarlo, no había advertido su presencia.

-Creo recordar haberte dicho que no me llamaras así, Zabini-le contestó dirigiéndole
una mirada homicida.
-Veo que el "encanto Malfoy" es genético-se burló.

-Y si me sigues llamando así, no tendrás genes que compartir-le regaló una sonrisa
encantadoramente malvada.

Blaise soltó una carcajada.

-¿Blaise?-la pequeña se volvió hacia él con ojos de borrego a medio morir.

-Dime.

-¿Crees que a Draco le gusta Astoria?-preguntó apenada.

Al moreno le dio un vuelco el corazón al ver esa expresión.

-Sé que son buenos amigos-contestó observando a la pareja de rubios, quienes


chapoteaban en el lago.

Roselyn suspiró tristemente.

-No me gustaría tenerla de cuñada, Blaise-le comentó con amargura-. Y a su loca


hermana tampoco. ¿Crees que eso sucederá?

El muchacho negó.

-No te preocupes, Roselyn. No creo que Draco esté interesado en alguna de ellas.

La pequeña se llevó una mano a la barbilla.

-¿Podrías hacerme un favor, Blaise?

-Claro, siempre que pueda cumplirlo-le regaló una sonrisa.

-¿Podrías acompañarlos en este momento y siempre que salgan a caminar?-inquirió


mirándolo fijamente-Por favor, por favor…

Blaise la miró horrorizado.

-Rose, no creo que eso sea lo correcto…

-Por favor, por favor-le rogó con más ahínco, adoptando su expresión Malfoy, con la
cual nadie le negaba nada.

Entonces Blaise supo que estaba perdido. A eso se refería Draco cuando le advirtió que
no podría resistirse.

-De acuerdo-dijo finalmente.

-¡Gracias, Blaise!-exclamó emocionada la pequeña, mientras besaba su mejilla-. Cuento


contigo. Ahora me debo ir a hacer mis deberes. Te veré en la cena.
Se puso de pie y se encaminó hacia el castillo. Cuando estuvo lo suficientemente lejos
se volteó para ver, con cierta satisfacción, que ahora eran tres personas las que paseaban
por la orilla del lago. Sin poder evitarlo sonrió, ahora ya no tendría que preocuparse por
la Greengrass número dos. Su primera fase del plan estaba completa.

El día del baile llegó más rápido de lo que a Hermione le habría gustado. Casi sin ser
consciente, se encontraba en el tren que la llevaría a Hogsmeade, para comprar su
disfraz. No había querido dejarlo para último momento, pero con todos los preparativos
le había sido imposible buscarlo antes.

Buscó un compartimiento vacío y sacó su lista para chequear que no le faltara nada.
Quería que todo saliera perfecto y sin errores.

Estaba tan ensimismada con la lista, que no se percató de que alguien había entrado al
compartimiento y la miraba fijamente.

-Hermione…-la llamó Roselyn.

No obtuvo respuesta.

-Hermione…

Nada.

-HERMIONE SE ESTÁ INCENDIANDO TU LIBRO DE "HISTORIA DE


HOGWARTS"

La castaña pegó un salto, sacando su varita, dispuesta a apagar el fuego y salvar su


preciado libro. Entonces se dio cuenta de que no ocurría tal cosa y se encontró con la
pequeña Malfoy riéndose a más no poder.

-No es gracioso, Malfoy-le dijo molesta.

-Deberías haber visto tu cara-se burló la aludida-. Eso te pasa porque no prestas
atención a tu alrededor, Hermione. Tienes que ser más atenta-la reprendió con el ceño
fruncido.

Hermione decidió ignorarla y guardar su lista.

-¿A qué vas al pueblo?-curioseó Roselyn mirando por la ventana.

-A comprar el disfraz.

Ella la observó sorprendida.

-¡¿Todavía no lo tienes?!-exclamó.

Hermione se ruborizó levemente.


-Pues, no. No he tenido tiempo. De todas formas no planeo comprar algo demasiado
ostentoso. Creo que con un disfraz de novia fantasma iré bien-le comentó.

Roselyn enarcó una ceja.

-Hermione no te puedes comprar un disfraz así. Qué suerte para ti que yo también iré al
pueblo. Seré tu asesora-en vista de que la castaña estaba por negarse, añadió-. Serás la
más inteligente de tu generación, Granger, pero en cuanto a moda, eres un desastre.

La castaña mayor bufó, sabiendo que la niña tenía razón.

En cuanto llegaron a Hogsmeade, Roselyn se encargó de obligarla a recorrer todas las


tiendas habidas y por haber hasta dar con el disfraz perfecto. Hermione había intentado
rehusarse un millón de veces pero era imposible negarle algo a la pequeña Malfoy
cuando usaba sus dotes de persuasión.

Finalmente, entraron a un local llamado "Moonlight"; una tienda muy famosa por sus
novedosos trajes. Allí, Roselyn la amenazó de muerte para que se comprara un disfraz
de vampiresa que le sentaba más que bien. Luego, con la ayuda de la vendedora,
eligieron los accesorios adecuados para que resaltara entre la multitud.

Después de casi vaciar la tienda, se encaminaron a Las Tres Escobas, para beber una
cerveza de mantequilla y platicar un rato.

-No demoremos demasiado, Rose. Tengo que regresar a Hogwarts para revisar todo por
última vez-le dijo Hermione.

La pequeña Malfoy rodó los ojos.

-Relájate, Hermione. Sabes que todo está en orden, ¿por qué te preocupas?

-Porque, creo, que no sería nuestra Granger si no lo hiciera-intervino una tercera voz en
la conversación.

Ambas muchachas se sorprendieron al encontrarse con Theodore Nott.

-Nott-masculló Roselyn, para nada amigable.

-Malfoy-le contestó el saludo, inclinando levemente la cabeza.

-Theodore-dijo Hermione cordialmente.

-Hermione-le regaló una sonrisa.

-Y yo Roselyn, creo que todos sabemos nuestros nombres-comentó Roselyn


irónicamente. Había algo en ese Slytherin en particular que no le gustaba.

El muchacho decidió ignorar su comentario y centró su atención en Hermione.

-¿Puedo acompañarlas?
-Claro…-comenzó Hermione pero Roselyn la interrumpió.

-Claro que nos habría gustado si hubiéramos dispuesto de más tiempo, pero lo cierto es
que nos estamos marchando y el hubiera no existe-esbozó una sonrisa falsamente
amable-. Así que, será en otra ocasión.

Acto seguido, se puso de pie y le lanzó una mirada fulminante a Hermione para que
hiciera lo mismo. Tomaron todas sus bolsas y salieron del lugar.

-¡Roselyn Lyra Narcissa Malfoy!-estalló Hermione cuando estuvieron lejos de las Tres
Escobas.

-Ese es mi nombre, no lo gastes y tampoco lo digas tan alto. ¿Sabes? A veces me


pregunto en qué estaban pensando mis padres cuando decidieron llamarme así-le contó
con expresión inocente.

Hermione le lanzó una mirada homicida.

-No tenías por qué ser tan desagradable con Nott. Dime qué razones tienes para tratarlo
así.

-Es una serpiente-contestó con simpleza.

-Vives con serpientes-señaló Hermione.

-¡Exacto! Es por ello que sé quiénes son las serpientes confiables y quiénes no.

La castaña se cruzó de brazos.

-Confía en mí, Hermione. Ahora…-miró a su alrededor-. Siempre quise conocer la


"Casa de los gritos". Harry me dijo que hay un túnel que conecta con Hogwarts.

-Harry tenía que ser-masculló por lo bajo.

-Anda, Hermione. Llévame y prometo no molestarte en lo que resta del día-le hizo
pucheros.

Hermione bufó.

-Está bien, pero no nos retrasemos demasiado.

-Relájate. Volveremos a Hogwarts por el túnel.

Al llegar a "La casa de los gritos" descubrieron que no habían sido las únicas en tener la
idea de visitar el edificio. Allí, de pie junto a las cercas, se encontraban tres slytherins y,
por la expresión que adoptó Roselyn, aquello no auguraba nada bueno.

-Blaise, ¿qué haces aquí?-le preguntó a uno de los integrantes del trío.
Las tres serpientes se volvieron al instante y Hermione pudo descubrir con quiénes
estaba tratando.

-Hola, Rosie-la saludó Zabini sonriendo-. Granger-añadió al percatarse de que la


muchacha Malfoy iba acompañada.

Draco, quien estaba con Blaise, se tensó al ver a su hermana y a Granger. Astoria, a su
lado, mantuvo su rostro impasible.

-Zabini-respondió al saludo Hermione.

Un silencio incómodo se instauró en el grupo. Draco miraba a su hermana con


expresión herida, ella lo ignoraba olímpicamente mientras intentaba hacer desaparecer a
Astoria a fuerza de su mirada. Hermione quería largarse de allí y Blaise parecía
divertirse con la situación.

-Bien, nosotras nos vamos-anunció Roselyn, tomando a Hermione por el brazo, y


encaminándose hacia "La casa de los gritos".

-¿A dónde crees que vas, Roselyn?-intervino Draco-. Es peligroso ir allí.

La muchacha aceleró el paso, arrastrando a Hermione y se internó más en el lugar.

-¡Roselyn!-la volvió a llamar su hermano, pero ella lo ignoró.

-Será mejor que la vayas a buscar, Draco, podría ocurrirle algo-intervino Blaise,
adoptando una postura seria.

-Está con la Sangre Sucia, ¿qué le puede ocurrir?-refutó Astoria, hablando por primera
vez-. Vamos, Draco, creo que son capaces de cuidarse solas.

Tomó su mano y comenzó a tironear de ella, para que él le prestara atención. No estaba
nada feliz con la situación, puesto que Draco parecía haberse olvidado de ella.

Blaise la fulminó con la mirada. Aquella actitud decía muchas cosas de Astoria, entre
ellas, que era igual que todas las muchachas que perseguían a Draco: celosas y
posesivas.

-Draco, ¿qué tal si yo acompaño a Astoria de vuelta al castillo y tú vas a buscar a tu


hermana y a Granger?-propuso con una sonrisa amable en el rostro.

El rubio lo miró y asintió.

-Los veré luego-se soltó del agarre de la rubia y se adentró en la casa.

No veía por ningún lado la cabellera castaña de su hermana o la rizada de Granger, por
lo que asumió que debían de haber entrado en la casa. Soltando un juramento, ingresó
en el edificio.
No entendía cómo a alguien le podía atraer eso, el rellano se encontraba todo
desvencijado, no le extrañaba que las paredes se vinieran a bajo de un momento a otro.
Se apresuró en subir las escaleras para continuar buscando a las muchachas. Cuando
encontrara a Roselyn, iba a mantener una seria conversación acerca de los peligros del
mundo mágico.

Estuvo alrededor de media hora recorriendo toda la maldita casa, llamando a su


hermana y a Granger sin recibir respuesta alguna. Estaba a punto de darse por vencido y
regresar a Hogsmeade cuando descubrió un túnel y decidió seguirlo, quizás las
muchachas estuvieran al final del mismo. Tamaña sorpresa se llevó cuando, al salir del
pasadizo, se encontró en los jardines de Hogwarts.

Antes de que pudiera preguntarse cómo puñetas todo eso era posible, divisó la cabellera
de Granger a unos metros, internándose en los lindes del Bosque Prohibido. Sin perder
tiempo, corrió para alcanzarla y, cuando lo hizo, la tomó por el brazo.

-Granger, ¿dónde está mi hermana?-inquirió rudamente.

La castaña abrió los ojos exaltada.

-La estaba buscando, Malfoy-le contestó, soltándose bruscamente.

-¿Y por qué puñetas están en el Bosque Prohibido? ¿Qué parte de Prohibido no entiende
tu cerebro, Granger?-le espetó, comenzando a enojarse.

- Deja de hacerme perder el tiempo, Malfoy. ¡Roselyn podría estar en aprietos y tú


reteniéndome aquí con tu charla insulsa!-contraatacó perdiendo los estribos.

Se encontraba nerviosa porque Roselyn había salido corriendo de repente y no podía


hallarla.

Comenzó a caminar rápidamente, con Malfoy pisándole los talones, mientras llamaba a
la niña.

-Hermione, estoy aquí-oyeron la voz de Roselyn y ambos suspiraron aliviados.

Acto seguido, la castañita salió detrás de un árbol, sosteniendo un bulto en sus manos.
Se sorprendió al ver a Draco junto a Hermione y, por un momento, olvidó su enfado con
él para luego lanzarse a sus brazos.

-Draco, Draco, ¿puedo tener un lobo?-le preguntó emocionada, enseñándole el pequeño


bulto en sus manos.

El rubio y la castaña se paralizaron cuando vieron al animal.

-Rose… Eso no es un lobo-comenzó a decir suavemente Hermione.

La niña la miró extrañada.

-Y entonces ¿qué es?-inquirió abrazando al animal contra su pecho.


Draco tragó saliva.

-Un licántropo y lo mejor será que lo dejes en el suelo y comiences a correr.

Roselyn frunció el ceño.

-¿Por qué haría eso?

-Porque, detrás de ti hay una manada de licántropos y, te puedo asegurar, que no están
nada felices de vernos.

Roselyn se congeló y se volteó lentamente. Efectivamente, a unos metros de ellos, se


encontraban los licántropos más feroces que en su vida había visto y estaban
acercándose a ellos, acechándolos.

-¡CORRAN POR SUS VIDAS!-gritó al tiempo que emprendía la retirada.

Draco y Hermione la imitaron, y muy pronto los tres corrían desesperadamente para
perder de vista a los licántropos, que rápidamente habían comenzado a perseguirlos…

Capítulo V: Nunca visites el Bosque Prohibido

Hermione sentía que su corazón estaba a punto de explotar. No sabía cuánto hacía que
estaba corriendo, pero a ella le parecía una eternidad. De lo único que estaba
completamente segura era que debía seguir corriendo, más allá de su fatiga, si quería
vivir otro día más.

La peor parte del asunto, obviando que estaban al borde de la muerte, era que se habían
internado demasiado en el Bosque, en su intento de huida. Por ello, se encontraba
desorientada y no tenía ni idea de cómo regresarían a Hogwarts.

-¡Roselyn suelta al animal!-oyó a Draco gritarle a su hermana.

-¡De ninguna manera haré eso! ¡Se podría lastimar!-refutó ella, sosteniendo con fuerza
al licántropo.

-¡HAZLO!-tronó el rubio.

-¡QUE NO LO HARÉ!-gritó en respuesta.

Hermione podría haberles ordenado que se callaran y corrieran más rápido, pero temía
quedarse sin aire y tener que parar de marchar. Por lo tanto, optó por ignorar sus gritos y
correr más fuerte. Podía oír el ruido de su corazón latiendo desbocadamente.

Se detuvo. Si podía oír sus propios latidos era porque en el Bosque reinaba un silencio
mortal. Se giró rápidamente, temiendo por su vida, llevándose una gran sorpresa: no
había ningún licántropo que los persiguiera.

-¡Malfoys!-llamó a los hermanos para que se detuvieran, cosa que hicieron en seguida.
Roselyn fue a su encuentro en seguida.

-¿Qué ocurre, Hermione?

-Nada-contestó seriamente la muchacha.

Draco ahogó un grito.

-¡¿Y por nada nos haces detener?! ¡¿Qué tienes en la cabeza, además de los libros que
comes Granger?! ¡¿No te das cuenta de que unos animales nos van a despedazar
vivos!?-comenzó a despotricar.

-¿¡Malfoy podrías callarte por un momento!?-explotó Hermione-. Lo que quise decir es


que los licántropos no nos persiguen más.

Ante esto, el joven Malfoy hizo silencio y miró a su alrededor. Efectivamente, Granger
tenía razón.

-Qué extraño-musitó.

Hermione aplaudió su estupidez.

-Feliz cumpleaños, Malfoy-le dijo irónicamente.

Draco la fulminó con la mirada.

-No todos podemos ser tan sabelotodos como tú, Granger.

-Ya dejen de pelear-intervino Roselyn, jugando con el licántropo-Debemos encontrar


una salida cuanto antes o nos perderemos el baile-les recordó.

-Pero los de primer año no pueden asistir-terció Hermione.

Roselyn se rió.

-Hermione, Hermione, a veces eres ingenua. Conseguí que Blaise me invitara, por lo
tanto puedo ir-le dijo, con una sonrisa de victoria en sus labios.

Draco frunció el ceño.

-De ninguna manera asistirás al baile, Roselyn-sentenció.

Hermione rodó los ojos. Si tenía que soportar peleas estúpidas entre ambos hermanos se
estamparía la cabeza contra el árbol más cercano. O los estamparía a ellos. Si tan solo se
hubiera traído la varita con ella…

Suspiró exasperada. Ella, la bruja más inteligente de todo Hogwarts, Premio Anual,
había olvidado algo tan básico como llevar consigo la varita. ¿En qué demonios estaba
pensando?
-¿Qué haremos?-preguntó entonces Roselyn, sacándola de sus cavilaciones- ¿Cómo
volveremos a Hogwarts?

Draco las miró.

-¿Alguna trajo varita?-ambas muchachas negaron. Él suspiró-. Estamos perdidos


entonces.

-¡Draco!

-¡Malfoy!

Exclamaron las muchachas al mismo tiempo. El rubio se limitó a encogerse de


hombros.

-No encuentro otra solución. No conozco el bosque y no he traído mi varita. No sé


dónde estamos como tampoco sé regresar a Hogwarts-contestó algo molesto.

-Debemos intentar regresar por donde vinimos-propuso Hermione.

-¿Y si nos topamos con los licántropos? Piensa en algo mejor, Granger-la increpó
desdeñosamente.

-Al menos pienso soluciones y no me ahogo en un vaso de agua como tú-rebatió


furiosa.

-Escucha, Granger…-comenzó pero su hermana lo interrumpió.

-Ya cállense. Estoy harta de oírlos discutir por cosas estúpidas. Además, ambos se están
desesperando cuando tienen la solución en frente de sus narices-les dijo en tono de
marisabidilla.

Los diecisiete añeros enarcaron una ceja al mismo tiempo.

-¿Y cuál es?-inquirió Hermione, un tanto desconfiada. Con la pequeña Malfoy uno
podía esperar cualquier tipo de respuestas.

La niña levantó al licántropo a la altura de sus ojos.

-Él nos ayudará.

Oh Circe, ¿por qué a ella?

Draco resopló.

-Por favor, Rose. Sé realista. ¿Cómo nos ayudará esa bola de pelos?-se mofó.

Su hermana le dirigió una mirada homicida.


-No le digas bola de pelos, Draco Malfoy. Él tiene sentido de la orientación-lo
reprendió.

Acto seguido, depositó al animal en el suelo y se agachó.

-Él nos guiará de regreso, ¿verdad amiguito?-le preguntó amablemente al lobo,


acariciando su lomo.

-Rose-intervino Hermione en tono conciliador-… No hay manera de que tu… amiguito


nos ayude. Para empezar, es muy pequeño, y para seguir no sabemos si nos entiende.
Mira si nos lleva con sus amigos grandes-ante eso Draco tragó saliva- Es demasiado
arriesgado, Rose.

La niña la ignoró.

-No la escuches, Draky, tú sólo guíanos de regreso a Hogwarts.

-¿¡Draky!?-explotó el original- ¿¡Le pusiste mi nombre a ese perro!?

Hermione, Roselyn y Draky le dirigieron una mirada reprobatoria.

-Vamos, Draky, confío en ti-siguió diciendo Roselyn, ignorando a los adolescentes.

Hermione suspiró exasperada. Juró, en su fuero interior, que nunca más le haría caso a
Roselyn en absolutamente nada. Era completamente absurdo que una criatura como esa
los guiara de regreso al castillo. Además, dudaba que le entendiera una sola palabra a la
niña.

Sin embargo, para sorpresa de los adolescentes, el pequeño licántropo se puso en


marcha, comenzando a olfatear el lugar. Roselyn sonrió con suficiencia y les hizo señas
para que lo siguieran.

-Terminaremos más perdidos-musitó Draco antes de seguirlos.

Draco no podía decir cuánto tiempo había transcurrido ya, pero a él se le antojaban
horas. La bola de pelos los había estado "guiando" todo ese tiempo, según Roselyn,
quien iba unos metros más adelante que él. Granger, por el contrario, iba más atrasada
que ellos.

El rubio suponía que ella estaría sumida en sus propias cavilaciones, puesto que tenía la
mirada perdida y ni siquiera prestaba atención a lo que pisaba. Pero no era que Draco le
había prestado mucha atención, claro que no. Sólo se sentía aburrido y había decidido
que molestar a Granger haría todo más ameno, pero al estar ella distraída no lograría su
cometido.

-Oigan, chicos, creo que estamos cerca-les gritó Roselyn emocionada.

Se había adelantado adrede, porque quería que su hermano y su-casi-cuñada Hermione


se vieran obligados a dirigirse la palabra. Pero su plan no había dado resultados,
Hermione iba unos metros detrás de Draco y ni siquiera reparaba en su presencia.
Draco ya la había alcanzado, ansioso como estaba de salir de ese lugar. Hermione, sin
embargo, se estaba tomando su tiempo para llegar a ellos.

No obstante, de un momento a otro, la situación cambió. Una estampida de centauros


apareció en el lugar donde ellos se encontraban; al parecer estaban muy alborotados y
nerviosos y, lo peor de todo, era que se dirigían en línea recta hacia donde estaba
Hermione.

-¡Draco!-gritó Roselyn para que su hermano hiciera algo, puesto que la castaña parecía
haber echado raíces al suelo.

El rubio actuó de forma rápida, sorprendiéndose a sí mismo, corrió los metros que lo
distanciaban de la castaña y se le lanzó encima, evitando que fuera atropellada por los
centauros.

Hermione cayó al suelo y Draco sobre ella. Por un momento, a la castaña se le cortó la
respiración ante tan brusco golpe. Pero no tuvieron mucho tiempo para recuperarse
porque los centauros, criaturas realmente volátiles, comenzaron a lanzarles flechas.
Draco se incorporó instantáneamente, tomó a Hermione de la mano y comenzó a correr.
Lo único que le faltaba era que uno de esos híbridos lo hiriera.

Roselyn, por su parte, se había quedado estupefacta. Los centauros le obstruían la vista,
por lo que no podía saber qué había ocurrido con Hermione, y aquello la aterraba. Se
negaba a aceptar que la madre de sus futuros sobrinos estuviera muerta o mortalmente
herida.

Se ocultó detrás de un árbol y esperó a que los centauros se marcharan. Cuando lo


hicieron, se llevó una gran sorpresa al no encontrar ni a Draco ni a Hermione.

Por mucho que le gustara la idea, era imposible que su hermano hubiera aprovechado el
momento para declarar su amor eterno a Hermione y hubiera decidido llevársela a otra
parte del bosque, para que nadie los molestara. Como también era poco probable que
hubieran huido al Ministerio para casarse en secreto y anunciarlo durante el baile, para
demostrarles a Astoria y a Nott que su amor era más fuerte.

La castañita suspiró. Debía regresar a Hogwarts a buscar ayuda ya que Draco y


Hermione podían estar en problemas. Pidiéndole nuevamente a Draky que la guiara,
salió del Bosque e ingresó corriendo al castillo.

Por otro lado, los adolescentes se encontraban detrás de un gran roble, con sus
corazones latiendo desbocadamente. Un centauro les había querido demostrar quién
mandaba allí y los había perseguido, disparándoles sus flechas. Lo habían perdido al
ocultarse detrás del árbol.

-Malfoy…gracias-musitó Hermione jadeando.

Aquél día había hecho más ejercicio que en sus diecisiete años de vida. Estaba
completamente fatigada y ya casi no tenía aliento.

-No…hay…problema…Granger-le contestó de la misma manera Draco.


Se mantuvieron unos minutos en silencio, durante los cuales Hermione aprovechó para
sentarse a los pies del árbol. Necesitaba descansar. Cerró sus ojos por un momento,
disfrutando de la paz que reinaba y…

-¿Ya te vas a dormir, Granger? Qué debilucha.

Adiós a su momento de paz y tranquilidad.

-Deberías sentirte afortunada, Granger. No muchas pueden afirmar que Draco Malfoy se
quedó al lado de ellas luego de haberles quitado el aliento-se mofó.

Hermione enrojeció de rabia.

-Para que sepas, Malfoy, no estoy jadeando por ti, sino por la carrera que hice recién.
Además, no creo que me alcancen los dedos de mis manos y de mis pies para contar a
todas tus "amiguitas"-se burló.

Draco rió.

-¿Celosa, Granger?-inquirió en tono seductor.

La Gryffindor tuvo deseos de estampar su cabeza contra el árbol, pero se contuvo.

-Ya quisieras tú, hurón saltador-contestó con odio.

Ante ello, el rubio frunció el ceño con molestia. Hacía bastante que no oía ese
sobrenombre que la maldita Comadreja le había otorgado en cuarto año.

Estaba a punto de llamarla Sangre Sucia pero se le vino a la mente una imagen de
Roselyn diciéndole: "Atrévete, Draco Lucius Malfoy Black y te echaré a un cubil de
leones y creéme, lo conseguiré". Un escalofrío recorrió su espina dorsal y ahuyentó esos
pensamientos.

-Ratón de biblioteca-masculló ofendido.

Hermione, sin poder evitarlo, lanzó una pequeña risa. En lugar de molestarle, el insulto
de Malfoy le causaba gracia, se asemejaba a un niño caprichoso que quería siempre
tener la última palabra.

-¿Qué es tan gracioso, Granger?-le espetó volteando a verla.

-Tú-contestó la castaña risueña.

La situación parecía irreal. Varada en el Bosque Prohibido, con Malfoy, quien acababa
de salvarle la vida, ocultándose de un centauro psicópata que los quería asesinar. Eso
sin olvidar a los licántropos homicidas que los habían hecho correr como unos
desgraciados.

Comenzó a reír con más fuerza. Draco, la miraba horrorizado, pensando que Granger, al
fin, había enloquecido.
No pasó mucho tiempo para que la risa diera paso al llanto, confundiendo más a Draco.

-Debes pensar que estoy loca. Vamos, búrlate, Malfoy. ¿Qué más puede ir mal este
día?-le dijo Hermione amargamente.

Entonces el rubio comprendió lo que sucedía con la Gryffindor: había llegado al borde
de sus fuerzas y paciencia. Casi sintió pena por ella. Casi.

-Vamos, Granger, no seas tan llorona-intentó animarla.

Craso error.

Hermione lloró con más fuerza.

Draco creía que iba a enloquecer. Si había algo que no podía soportar, eran las lágrimas
de una mujer.

-Granger, por favor. ¿Qué puedo hacer para que te calles?-le imploró, desesperado.

-Sólo déjame sola-contestó ella.

El rubio bufó.

-Si pudiera lo haría. Pero debemos quedarnos aquí para que nos puedan rescatar o algo
así. Pero si quieres puedo rodear el árbol-ofreció irónico.

Ello arrancó una pequeña sonrisa a Hermione y, en poco tiempo, se calmó. Se sentía
completamente tonta y humillada pero no había podido controlar sus emociones.
Quizás, estaba por llegarle la regla…

Draco decidió no comentar nada al respecto. Se mantuvo en silencio y mirando hacia el


frente. No toleraba más aquella tortura, quería regresar al castillo cuanto antes.

Estuvieron una media hora en silencio. Hermione se sentía tan cansada que apenas
podía hablar. Además, sus ojos le escocían. Maldita fuera ella por haberse dejado
dominar por sus emociones.

-Granger, creo que deberíamos movernos. Tal parece que no nos encontrarán nunca-dijo
Draco, rompiendo el silencio.

-Supongo que tienes razón-murmuró Hermione-. A este paso nos perderemos el baile.

Se puso de pie pero, al querer avanzar, se tropezó con una rama del árbol y cayó, boca
abajo. Al querer incorporarse, profirió un grito.

-Granger, ¿te encuentras bien?-le preguntó Draco, por cortesía más que por otra cosa.

-No-refunfuñó la castaña-. Creo que me torcí el tobillo.

El rubio ahogó una maldición.


-Genial, lo único que nos faltaba.

-No me caí a propósito, Malfoy!-exclamó enojada.

-Podrías haber sido más cuidadosa y poner atención dónde pisas, Granger. No entiendo
cómo eres tan torpe-la increpó, malhumorado.

-¡Vete al demonio, Malfoy! ¿Quién te necesita? Prefiero quedarme sola aquí a que
soportar un minuto más tu compañía-escupió con odio.

Quizás la expresión de Draco debería haberle avisado que había ido demasiado lejos
con el rubio, quizás las llamas que mostraban sus ojos grises podrían haber sido indicio
de algo, o el hecho de que apretaba demasiado fuerte sus puños. Sea como fuere,
Hermione ignoró dichas señales, ocupada como estaba en seguir despotricando contra el
Slytherin, pero cuando lo hizo fue demasiado tarde.

Draco la tomó en brazos, en un brusco movimiento que sorprendió a la castaña y le


habló con voz helada.

-Óyeme bien, Granger, no te dejaré aquí por mucho que ello me gustaría. Eres tan
insoportable y sabelotodo que estoy muy tentado de irme y ver cómo te las arreglas tú
sola, en este lugar, con un tobillo torcido. Pero sé que si hago eso, Roselyn se enterará y
no me perdonará nunca. Como puedes ver, Granger, sólo sirves para causar problemas.

Hermione se tensó al oír esto último. Comenzó a revolverse furiosamente entre los
brazos de Draco para que la soltara, sin decir ni una palabra.

-Quédate quieta, Granger-le ordenó el rubio exasperado.

Pero Hermione no le hacía caso. Quería alejarse de ese imbécil redomado e irse, aunque
tuviera que hacerlo rengueando.

-¡Granger!-gritó el Slytherin, antes de perder el equilibrio y caer al suelo… Sobre


Hermione.

-Eres un imbécil, Malfoy-le dijo Hermione, con los ojos cerrados debido al golpe.

-¿¡HERMIONE!?-oyeron dos voces que los sobresaltaron.

Los adolescentes giraron sus cabezas sólo para encontrarse con las caras estupefactas de
Ron, Harry y Astoria; y las divertidas de Blaise y Roselyn.

-Como te dije antes, Granger, sólo sirves para causar problemas-murmuró el rubio
fulminándola con la mirada.

Hermione tragó saliva espesamente. ¿Había dicho que las cosas no podían ir peor? Se
había equivocado.

Y por mucho.
Capítulo VI: Planes frustrados

Roselyn ingresó en el hall del castillo a toda prisa. Debía encontrar a alguien
urgentemente, ya que ni siquiera sabía si su hermano y su futura cuñada seguían con
vida.

No se dijo. No debía pensar lo peor. Tenía que ser optimista.

Se dirigía a su Sala Común, con Draky pisándole los talones, cuando chocó contra
alguien y terminó en el suelo.

Por un momento, quedó sin respiración y con la vista borrosa. Le pareció oír una voz
masculina que la llamaba, al tiempo que decía "he lastimado a la pequeña Malfoy.
Draco me matará", pero pensó que eran imaginaciones suyas.

Cuando dejó de sentir que todo daba vueltas a su alrededor, abrió los ojos y se encontró
de lleno con unos ojos de color zafiro.

-Roselyn, ¿estás bien?-le preguntó Blaise, preocupado.

La castañita se incorporó y se llevó una mano a su cabeza. Maldición, se sentía como si


hubiese sido arrollada por una manada de centauros.

Centauros…. ¡Draco y Hermione!

-¡Blaise, debes ayudarme!-le imploró con desesperación- ¡Draco y Hermione están en


alguna parte del Bosque Prohibido y puede que estén heridos!

El Slytherin se incorporó rápidamente.

-Iré a buscar mi escoba. Será mejor que vayas a la enfermería-le aconsejó comenzando a
caminar.

-¡Espera! Debo ir contigo. No sabes dónde se encuentran-lo alcanzó.

-¿Y tú sí? Es muy peligroso, Rose. No te expondré a eso.

La muchacha negó.

-Draky nos guiará hacia ellos. Así como me guió de vuelta al castillo-le explicó,
intentando seguir su andar apresurado.

-¿Quién diablos es Draky?-inquirió confundido.

-Él-contestó, señalando al pequeño licántropo-. Por favor, Blaise, debes dejarme


ayudarte. Fue toda mi culpa. No puedo quedarme aquí de brazos cruzados mientras tú y
ellos corren peligro!
Blaise dubitó. Era demasiado arriesgado llevarla, qué demonios, incluso era arriesgado
para él. Pero bien sabía que si la dejaba, la mocosa era muy capaz de seguirlo. Y de ese
modo, las cosas acabarían peor.

-Está bien-aceptó a regañadientes-. Pero no te alejarás de mí. Si Draco se entera, me


matará.

Roselyn sonrió aliviada.

-Vamos-la instó Blaise.

-Espera-lo detuvo nuevamente.

-¿¡Ahora qué!?-le espetó ofuscado.

-Debo avisarle a Harry y a Ron. No podemos ir sólo nosotros. Necesitamos refuerzos.

Blaise masculló una sarta de maldiciones.

-De acuerdo, pero apresúrate.

La pequeña Gryffindor no necesitó que se lo repitiera. Emprendió el camino a su Sala


Común con rapidez. Rogaba por que los muchachos estuvieran allí, de lo contrario,
estaría perdida.

Luego de decirla la contraseña a la Dama Gorda, ingresó a la sala, la cual se encontraba


casi desierta. Recorrió con la mirada el recinto hasta encontrar una cabeza pelirroja y
una azabache.

-¡Harry! ¡Ron!-los llamó mientras iba a su encuentro.

Ambos muchachos se giraron para saludarla.

-Rose, qué te…-comenzó Harry, pero la niña lo interrumpió.

-Se trata de Hermione. Está perdida en el Bosque Prohibido con mi hermano ¡Deben
ayudarme a encontrarlos!-les explicó apresuradamente.

-¿¡Qué!?-estalló Ron.

-No hay tiempo para perder ¿Vienen o no?-les preguntó impaciente.

Harry asintió.

-Entonces síganme-les ordenó saliendo por el retrato.

Los Gryffindors, luego de que Harry sacara a Ron de su estupor, la siguieron. Estaban
muy preocupados por su amiga, cualquier cosa podría haberle sucedido en el bosque.

Y más si está con Malfoy refunfuñaba Ron para sus adentros.


En el hall de entrada se encontraron con Blaise y, para disgusto de Roselyn, con
Astoria.

-¿Qué hacen ellos aquí?-inquirió Ron.

Roselyn rodó los ojos.

-Blaise irá con nosotros. Y a Arteria, digo, Astoria ignórenla. ¡Vamos!

Los muchachos ahogaron la risa que les provocó el sobrenombre que la niña le otorgó a
la rubia.

-Un momento, Malfoy-la detuvo Astoria-. Blaise me contó todo y yo también quiero ir.
No podría quedarme aquí sabiendo que algo malo podría haberle sucedido a Draco-
comenzó a derramar pequeñas lágrimas.

Roselyn estaba muy tentada de decirle que podría llorar cuanto quisiera, con ellos no
iría, pero una mirada de Blaise la detuvo. Apretando los dientes, murmuró:

-Bien. ¡Pero démonos prisa!

Los cinco abandonaron el castillo y se internaron en el Bosque. Draky iba al frente,


junto con Roselyn, guiándolos. Blaise le había insistido que se mantuviera a su lado,
pero ella le había contestado que se fuera al diablo y dejara de molestarla de una
puñetera vez.

Estaba furiosa con el muchacho por haber permitido que Astoria los acompañara. La
rubia arruinaría los planes de casamiento que, de seguro, Draco y Hermione tenían
pensado. Por ello había acudido a Harry y a Ron, además de la razón obvia; iban a
necesitar testigos si Hermione quería casarse a la manera muggle.

Llevaban bastante rato andando, cada uno sumido en sus propias cavilaciones. Harry
estaba muy preocupado, temía que Hermione estuviera herida. Ron iba haciendo
juramentos: si Malfoy había osado ponerle una mano encima a Hermione, le haría un
rostro nuevo. Astoria estaba completamente segura de que Granger le había tendido una
trampa a Draco y, por ende, habían terminado perdidos. Pero ese ratón de biblioteca no
se saldría con la suya, ella lo impediría. Blaise, por otro lado, estaba muy molesto con
Roselyn. La niña lo volvía loco, terminaría siendo su perdición. Él no tenía la maldita
culpa de que Astoria hubiese oído parte de la conversación y lo hubiese obligado a
contarle todo. Esperaba encontrar a Draco y a Granger pronto, pues temía que Roselyn
terminara siendo hija única.

De un momento a otro, Draky comenzó a aullar y los cinco apresuraron el paso. Cuando
llegaron al lugar que el licántropo les indicaba, se quedaron de piedra.

Draco se puso de pie, maldiciendo en su fuero interior.

-Aléjate de Hermione, maldito abusador-exclamó Ron antes de abalanzarse sobre el


rubio y propinarle una serie de puñetazos.
-¡Ron!-chilló Hermione, intentando incorporarse. Harry fue en su ayuda- ¡Harry, haz
algo!

El azabache observó la situación. Ahora era Ron quien estaba siendo golpeado por
Malfoy.

-¡Defiéndete Ron! Dale por la izquierda… Ahora por la derecha…-alentó a su amigo.

-¡Harry!-lo reprendió la castaña, horrorizada.

-Petrificus totalus-los apuntó Blaise, congelándolos al instante.

Astoria corrió hacia Draco, al igual que Blaise. Roselyn se dirigió a Hermione.

-¿Qué te ocurrió, Hermy?-le preguntó preocupada.

-Pues, un centauro nos persiguió, al tiempo que nos lanzaba sus flechas. Luego me torcí
el tobillo-sintetizó.

-¿Y qué hacías encima de Draco, Granger?-chilló Astoria, alterada.

Los presentes la observaron en silencio.

-Hasta donde yo sabía, Greengrass, él se cayó sobre mí-le contestó Hermione fríamente.

Antes de que la rubia pudiera replicar, los petrificados volvieron en sí.

-¡Draco!-exclamó, lanzándose a sus brazos-. Estuve muy preocupada por ti.

El aludido disimuló una mueca, mientras apartaba a la muchacha.

-Estoy bien-dijo cortante-. Sólo quiero largarme de aquí.

Ron, quien estaba siendo apaciguado y regañado por Hermione, continuaba enviado
miradas homicidas a Malfoy. Roselyn al notar lo tenso que estaba el ambiente, decidió
emprender la marcha.

-Hermione, ¿puedes caminar?-le preguntó Harry.

-Harry, estoy tirada apoyándome sobre un árbol. ¡¿Parezco una persona que puede
caminar?!-le contestó ofuscada.

-Será mejor que la cargues, Potter, o nunca saldremos de aquí-intervino Blaise,


hastiado.

Harry asintió y la alzó. Luego comenzó a caminar, siguiendo a Roselyn y al perro. Los
demás los imitaron.

-Esto no quedará así, Malfoy-murmuró Ron, al pasar por su lado.


El trayecto de regreso lo hicieron en un incómodo silencio, el cual sólo era roto por la
conversación entre Draco y Astoria. Blaise iba junto a ellos, sin decir palabra y con la
varita en mano, por si acaso. Harry y Ron iban asegurándose de que Hermione estuviese
cómoda y no sintiera molestias.

-Hemos llegado-les comunicó Roselyn.

Los aludidos suspiraron aliviados, en especial Hermione. No quería regresar nunca más
a ese lugar.

Draco se apresuró a ingresar al castillo pero Roselyn lo detuvo antes de huyera a su Sala
Común.

-Tú también deberías ir a la enfermería, Draco-le aconsejó.

El rubio refunfuñó.

-No lo necesito.

La muchacha llevó sus brazos a la cintura.

-Lo harás, Draco Malfoy, no era una pregunta-le ordenó, dirigiéndole una fría mirada.

El aludido murmuró algo acerca de las rubias y sus tratos hostiles.

-Para tu información, soy castaña-terció ella, ceñuda-. Ahora ve, antes de que pierda la
paciencia.

-¿O si no qué?-la provocó.

Draco ingresó en la enfermería, seguido por Roselyn, con la nariz fracturada.

-Señor Malfoy, ¿qué ha ocurrido?-inquirió la enfermera, extrañado de verlo allí.

Rara vez Draco Malfoy visitaba la enfermería.

Él estaba por responderle pero un codazo de parte de Roselyn lo silenció.

-Se fracturó la nariz en el Bosque Prohibido-contestó la muchacha-. Insistí en que


viniera a verla, está muy fatigado. Verá, hoy estuvimos huyendo de todo tipo de
criaturas, creo que podría tener un golpe de stress.

Los ojos de la enfermera se abrieron como platos.

-¿Y qué hacían en el Bosque Prohibido? Creí que eran muchachos inteligentes, saben
que no tienen que ir allí. Por Merlín, por algo se llama "prohibido"-los regañó mientras
dirigía a Draco a una camilla.

Roselyn adoptó su mejor pose de arrepentimiento.


-Lo sabemos, no era nuestra intención acabar allí. Pero una criatura salió de la nada y
casi me secuestra. Si no fuera por Draco y Hermione, quizás yo no estaría aquí-mintió
con convicción.

La enfermera se llevó las manos al pecho.

-Oh, pobrecitos míos.

La niña asintió.

-Así es. Fue una experiencia muy traumante. Y me gustaría que esto quedara entre
nosotros, ya sabe, no quiero que la directora McGonagall le avise a mis padres.

-No te preocupes, pequeña. Su secreto estará a salvo conmigo. Ahora me encargaré de


tu hermano.

Se retiró unos momentos para ir a buscar la medicina que necesitaba.

-Eres de lo peor, Rose-le dijo Draco, riendo.

-Cállate o te fracturo un brazo-le advirtió acercándose a la camilla que se encontraba al


lado de la de Draco.

Allí estaba Hermione, dormida. Al parecer Madame Pomfrey había logrado reducir la
hinchazón.

-¿Crees que esté bien?-le preguntó la niña a Draco, con su semblante preocupado.

Él se encogió de hombros.

-Sólo se torció un tobillo. No es la gran cosa.

Roselyn se volteó.

-¿Sabes, Draco? Que tú no tengas amigos verdaderos por los cuales preocuparte no
significa que yo no los tenga. Y por si no lo recuerdas, Hermione está allí por mi culpa,
porque yo me interné en el bosque y ella me siguió. Podrías mostrar un poco de
consideración, para variar-dijo, antes de salir de la enfermería.

El rubio masculló una maldición. ¿Por qué debía importarle a él cómo se encontraba
Granger? ¿Por qué Roselyn siempre lo hacía sentirse culpable con respecto a la
prefecta?

Tenía que tomar una decisión. Por mucho que odiara la idea, debía empezar a llevarse
bien con Granger, al menos delante de su hermana, o nunca haría las paces con ella.

Resopló exasperado. Granger, Granger, Granger. Todo giraba en torno a ella, maldita
fuera.
Madame Pomfrey ingresó nuevamente en la enfermería, cargando una poción de color
dudoso y que, de seguro, sabía horrible.

-Muy bien Sr. Malfoy, bébase esto. Le ayudará a recuperar energías y arreglará su nariz
rota-le explicó.

El rubio maldijo para sus adentros a su hermana por haberle roto la nariz y obligarlo a
tomar esa porquería. Tomó el vaso con cierta renuencia y lo bebió de un sopetón.

Por poco vomita.

Aquella… cosa era lo más horrible que había probado en toda su vida. Disimuló una
mueca, al tiempo que sentía cómo se hueso volvía a su lugar.

-Se sentirá mucho mejor dentro de unos minutos-añadió la enfermera-. Ha tenido suerte,
sr. Malfoy, podrá asistir al baile de esta noche-dijo, y se retiró para continuar con sus
quehaceres.

Draco observó momentáneamente a Hermione, aún dormida. Tragó saliva, incómodo.


Ella no podría asistir al baile que, prácticamente, había organizado ella, cuidando hasta
el mínimo detalle.

Meneó la cabeza, apartando esos estúpidos sentimientos de Hufflepuffs. La culpa era de


Granger, por ser tan torpe y no mirar por dónde caminaba.

Salió de la enfermería con paso presuroso. Después de todo, tenía que prepararse para el
baile.

La velada le estaba resultando mortalmente aburrida. La cena que habían preparado los
elfos se veía exquisita, pero él no tenía hambre. O quizás se debía al nudo en el
estómago que portaba desde que había dejado a Granger.

Astoria se encontraba a su lado, platicando animadamente con su hermana, acerca de la


decoración y de los disfraces que los demás alumnos portaban. En opinión de Draco,
eran todos insulsos y poco originales.

A su izquierda, se encontraba Blaise, con expresión ofuscada.

-¿Qué te ocurre, Blaise?-inquirió Draco- ¿Tu cita te ha dejado plantado?-añadió al no


ver a Roselyn, de forma burlona.

El moreno lo fulminó con la mirada.

-Cierra la boca, Malfoy, o te la hago desaparecer-lo amenazó.

Draco rió con ganas.

-El gran Blaise Zabini, seductor por naturaleza, plantado por una niña de once años-
continuó con sus burlas.
Blaise golpeó la mesa con su puño.

-Cállate. Dijo que no vendría porque Hermione estaba en la enfermería por culpa suya-
le explicó.

Draco no tenía por qué saber que, además de eso, Roselyn lo había obligado a esperar
media hora afuera de su Sala Común para que, luego, apareciera una de sus amigas
informándole que Roselyn no asistiría. Cuando Blaise le dijo a la muchacha que llamara
a la pequeña Malfoy para que ella misma se lo dijera, Roselyn apareció con cara de
pocos amigos, por no decir de homicida, y comenzó a acusarlo de cómplice de destruye
hogares, asesino de sobrinos temperamentales, arruina bodas. Y después, sin detenerse
a explicarle por qué le decía todo aquello, le gritó que fuera al baile con la arteria rubia,
y se marchó.

Draco disimuló una mueca ante la mención de Granger. El nudo en su estómago se


acrecentó.

-Draco, dentro de unos minutos comenzará el baile-le comentó Astoria sonriendo-.


Espero que tengas muchas ganas de bailar, a mí me encanta, de hecho.

-Pero, Astoria, no puedes pretender acaparar toda la atención de Draco-intervino


Daphne, regalándole una sonrisa sensual.

Draco le propinó un codazo a Blaise.

-A Blaise le gusta bailar. Es un gran bailarín-esbozó una sonrisa maliciosa en dirección


a su amigo.

No era la respuesta que Daphne esperaba, pero se abstuvo de comentar algo.

-Anímate, Draco. Al menos no tenemos que soportar la presencia de esa Sangre Sucia-
dijo Astoria.

-Tienes toda la razón, Tori. Además, no creo que haya encontrado un disfraz adecuado.
Creo que con su cabello, ya da una apariencia de terror.

Ambas muchachas rieron desdeñosamente. Draco esbozó una lenta sonrisa, pero la
borró cuando vio la mirada de Blaise.

Casi podía oír lo que le diría Roselyn si estuviera presente: "¿Salvó mi vida y tú te ríes
de ella a sus espaldas? ¿Qué clase de desconsiderado eres, Draco? Ella está en la
enfermería por tu culpa, mientras tú disfrutas del baile y te ríes a sus expensas. Sin
mencionar que se torció el tobillo porque tú te le caíste encima"

-Draco, ¿te encuentras bien?-quiso saber Astoria, al verlo distraído.

Si no se disculpaba con Granger, su conciencia, que había tomado la forma de su


hermana, continuaría atormentándolo hasta el cansancio. Demonios, ¿por qué tenía que
hacer cosas que no deseaba?
-¿Draco?

Todos sus problemas habían comenzado cuando se detuvo a consolar a Granger, aquél
fatídico día. Si pudiera retroceder el tiempo, nunca se habría detenido a ver qué le
ocurría.

Quizás si volvía a su plan de ignorarla, el maldito agujero que tenía en el estómago se


esfumaría. Y, de esa forma, no se rebajaría a disculparse, de nuevo, con Granger.

-¿Draco?-Astoria lo sacudió suavemente.

El rubio la miró expectante.

-Te pregunté si te encontrabas bien-contestó la muchacha.

-A decir verdad, me encuentro algo cansado. Ya sabes, lo que ocurrió antes-puso énfasis
en la última frase.

La muchacha comprendió al instante a qué se refería.

-¿Quieres que te acompañe de vuelta a la Sala Común?-preguntó preocupada.

El rubio negó.

-Descuida. Pasaré por la enfermería antes. Quizás Madame Pomfrey pueda ayudarme-
mintió con convicción, retirándose del comedor.

Su intención era irse directo a su sala, pero se encontró subiendo las escaleras hacia el
tercer piso, para detenerse frente la puerta de la enfermería.

Inhalando y exhalando varias veces, ingresó en el rellano. Divisó a la castaña, la cual


sorprendentemente estaba despierta. Entonces enfiló hacia su camilla.

-Granger, diré esto una sola vez y espero que te quede claro…-comenzó pero se
interrumpió cuando advirtió que la Gryffindor no estaba sola.

-Malfoy, qué extraño verte por aquí-dijo la voz.

¡¿Qué puñetas hacía Theodore Nott en la enfermería, sosteniendo la mano de Granger


con tanta familiaridad?!

Capítulo VII: "Empecemos de nuevo"

Draco observó a Nott sin decir nada. Todavía no comprendía cuándo Nott y Granger se
habían vuelto tan amigos. Como tampoco entendía por qué sentía esa leve punzada en el
pecho.

-¿Qué haces aquí, Nott?-inquirió con una mueca de desdén.


-Estaba visitando a Granger, creo que no hay nada de malo en ello-contestó con
arrogancia-. La pregunta es qué haces tú-añadió burlón.

-No te incumbe-contestó cortante.

Nott se rió.

-Parece que he frustrado los planes de Malfoy-comentó con una risa sarcástica.

Hermione, quien muy prudentemente se había mantenido en silencio, se sintió


incómoda. La tensión entre ambos Slytherins era casi palpable.

-Será mejor que me vaya-anunció el castaño-. Nos veremos luego, Granger.

Se dirigió a la salida.

-Malfoy-se despidió burlonamente.

-Nott-respondió fríamente y el castaño se marchó.

-¿Qué haces aquí, Malfoy?-habló por primera vez Hermione.

El rubio apretó los dientes.

-¿Frustrada porque interrumpí tu encuentro amoroso, acaso?-se mofó.

Hermione frunció el ceño con molestia.

-¿Cuál es tu problema, Malfoy?-lo increpó-. Si has venido a molestarme, te sugiero que


te marches. He tenido suficiente de ti hoy.

-Suficiente de mí, pero no de Nott-la pinchó.

-¿Acaso estás celoso, Malfoy?-lo imitó.

El rubio resopló.

-¿Por qué estaría celoso de alguien como tú?

Hermione se cruzó de brazos.

-Márchate. No te soporto-le dijo con odio. Todavía no olvidaba las cosas que le había
dicho en el bosque.

Draco la observó fijamente durante unos minutos y luego se fue, sin decir palabra
alguna.

Hermione suspiró aliviada cuando lo vio dejar el cuarto. Cada vez lo entendía menos.
No podía creer que ellos hubieran entablado una especie de tregua al principio de año.
Tregua que había durado menos de un día.
No. Definitivamente, no estaban destinados a llevarse bien; por lo tanto, lo mejor sería
ignorarlo para evitarse problemas como los de ese día. Ya se había perdido el baile.

La muchacha se acomodó en la camilla para dormir. Tenía demasiadas cosas en las


cuales pensar.

Mientras tanto, Draco se encontraba en su Sala Común de muy mal humor.

-Amigo, ¿qué te ocurre?-le preguntó Blaise al verlo.

-Nada. Sólo no puedo dormir-mintió.

El moreno enarcó una ceja.

-Creí que ibas a ir a la enfermería-señaló.

-Sólo lo dije para escabullirme del baile.

Blaise se rió.

-Pensé que te gustaba estar con Astoria.

-Me gusta su compañía-admitió-. Pero no seré su trozo de carne del cual se


vanagloriará.

-Pero, Draco, tú hiciste lo mismo millones de veces-terció.

-No tienes que irte a dormir, Blaise?-le espetó, ofuscado.

El aludido rió nuevamente.

-Te dejo con tu mal humor, entonces-se burló y se retiró a su habitación.

El rubio, al quedarse solo, decidió que esa noche dormiría en la Torre de los Premios
Anuales. Allí nadie lo molestaría.

Tomando su varita, abandonó el recinto. Al llegar a la sala, se dirigió a su habitación y


se lanzó a la cama. Suspiró pesadamente. Tenía demasiadas cosas en mente y no lograba
conciliar el sueño. Debía tomar una decisión, de lo contrario se volvería loco.

Al día siguiente, Hermione se despertó completamente recuperada. Le dio las gracias a


Madame Pomfrey y se encaminó hacia el Gran Comedor para desayunar.

No le extrañó que fuera casi la única en el lugar ya que la mayoría del alumnado debía
estar durmiendo. Sonrió con amargura. Ella se había esforzado demasiado y no había
podido disfrutar de ello.
Tomó asiento en su respectiva mesa. Se disponía a desayunar, cuando un manojo de
cabello castaño se le lanzó encima.

-¡Hermione!-exclamó Roselyn abrazándola fuertemente.

La aludida sonrió correspondiéndole el abrazo.

-¿Cómo te encuentras, Hermy?-le preguntó preocupada.

-Estoy bien, Rose. ¿Qué haces tan temprano?

La niña se encogió de hombros.

-Me acosté temprano-contestó con simpleza.

-¿Tan horrible estuvo el baile?-se extrañó la Gryffindor.

-No asistí al baile al final-le respondió tomando asiento y sirviéndose su desayuno.

Hermione la observó sorprendida.

-No hablemos del baile, hablemos acerca de hoy-le dijo Roselyn.

-¿Qué pasa hoy?

-Todavía nada. Planeemos hacer algo-alegó sonriendo.

Hermione rió. Visto desde afuera, a cualquiera le parecería extraño que alguien de su
edad saliera con una niña de once años, pero Roselyn no era como las demás niñas. Era
divertida y, la mayoría de las veces, era madura.

-¿No tienes tarea que hacer?-curioseó.

La muchacha negó.

-Tengo todo controlado ¿Qué te parece si invitamos a Harry y a Ron y nosotros tres te
enseñamos a volar?-propuso animada.

Hermione tragó en seco.

-No me gusta volar, le tengo terror a las alturas.

-¿No crees que es tiempo de que lo superes?

Hermione rió débilmente.

-No es algo que se pueda superar, Rose.

-Ya veo-musitó pensativa.


¿Sería hereditaria aquella fobia? ¿Sus sobrinos también les tendrían miedo a las alturas?
Aquello no sonaba nada bien. Draco amaba volar, era por ello que le encantaba jugar al
Quidditch; y ella estaba 100% segura que él quería que todos sus hijos aprendieran a
volar.

Tendría que trabajar con el miedo irracional de su futura hermana política.

-Pero podría observarlos a ustedes volar-propuso la castaña.

Roselyn negó.

-No sería divertido para ti. No te preocupes, Hermy, algo se nos ocurrirá-le sonrió
radiantemente.

Ambas muchachas se dispusieron a terminar su desayuno, mientras platicaban acerca de


trivialidades.

Cuando estuvieron listas, se dirigieron a la salida, donde se toparon con tres Slytherins:
Nott, Malfoy y Zabini.

-Hermione, qué delicia verte por aquí-la saludó Theo, besando su mano de forma
galante.

Roselyn lo observó furibunda.

-¡Draco!-exclamó alegremente-. Nott-escupió con odio.

-Pequeña Malfoy-le respondió el aludido.

Roselyn le dirigió una mirada homicida. Draco la cargó en brazos mientras observaba a
Granger y a Nott con cierta molestia.

Blaise, por su parte, se sentía como si estuviera en un partido de Quidditch. También


estaba algo molesto porque Roselyn había pasado de él completamente.

Hermione, nuevamente, percibiendo la tensión del ambiente, carraspeó suavemente.

-Rosie y yo ya nos íbamos-dijo para poder emprender la huida.

La pequeña asintió sonriendo.

-Así es. Te veo luego, Draco-se bajó de sus brazos y comenzó a caminar-. Saluda a
Alvin de mi parte, Nott-se burló antes de marcharse.

Draco y Blaise disimularon una risa cuando Nott los observó duramente, para luego
ingresar al Gran Comedor.

-Vaya, sí que da miedo-se burló Blaise.

Draco sonrió desdeñosamente.


Por otro lado, Hermione y Roselyn se encontraban en el lago.

-Hermione, ¿qué te traes con Nott?-le preguntó la pequeña seriamente.

-Solo hemos intercambiado un par de palabras cordiales.

Roselyn frunció el ceño con molestia.

-¿Te agrada?-quiso saber como quien no quiere la cosa.

La Gryffindor se encogió de hombros.

-Solo trato de ser amable.

-Pero Nott trama algo-terció-. No me gusta la forma en que te mira.

"Así debería mirarte Draco" pensó resignada.

-Rosie, creo que estás exagerando-le dijo Hermione divertida-. Nott sólo me ha
saludado un par de veces.

-Porque quiere algo-insistió-. De lo contrario, te habría "saludado" hace mucho-añadió


con sarcasmo.

La castaña rodó los ojos.

-Son imaginaciones tuyas, Rose.

Su ya-cuñada era muy ingenua. Otra cosa con la que tendría que trabajar, de otra forma
Draco y sus trillizos la engañarían muy fácilmente.

Al poco tiempo se les unieron Harry y Ron. Estuvieron toda la mañana y parte de la
tarde en el lago, conversando y riendo hasta que decidieron regresar al castillo. Cuando
iban a franquear la puerta, se toparon con Nott.

-Buenas tardes-los saludó amistosamente.

Harry correspondió a su saludo un tanto sorprendido, en todos sus años en Hogwarts


nunca había cruzado palabra con el Slytherin. Ron, por su lado, lo fulminó con la
mirada. Roselyn se cruzó de brazos y lo miró molesta. Nott siempre aparecía en los
momentos más inoportunos.

-Hola Nott-le dijo Hermione amablemente.

-Hermione, me estaba preguntando si podría conversar contigo en privado.

Ron apretó los puños.

-Lo que tengas que decirle a Hermione, puedes hacerlo delante nuestro-le espetó.
-Tranquilízate, Ron-intervino la aludida en cuestión-. Adelántense, yo los alcanzaré
luego-anunció para luego irse con un sonriente Slytherin.

-Pero…-iba a replicar el pelirrojo.

-Déjala, Ron. Ella sabe lo que hace-lo interrumpió Harry.

Ron resopló.

-No me fío de él-expresó con preocupación.

Harry le palmeó la espalda.

-Será mejor que regresemos a la Sala Común. Tenemos que terminar la redacción de
Pociones-le recordó.

Roselyn los observó con reprobación.

-Deberían haber terminado sus deberes antes del fin de semana-señaló como haría
Hermione.

Los muchachos esbozaron una sonrisa de culpabilidad.

-No le digas a Hermione-pidió Ron.

La muchacha se rió.

-No le diré a menos que hagan los deberes-repuso.

Harry asintió.

-¿Nos acompañas?-le preguntó sonriendo.

Oh. Ella podría enamorarse perdidamente de Harry si se lo permitiera.

-No, debo hacer otra cosa-se excusó.

Harry enarcó una ceja.

-Vayan a hacer la tarea. Nos veremos luego-se despidió antes de que se dieran cuenta de
que mentía.

Los Gryffindors no lo notaron y continuaron con su camino a la Sala.

Roselyn estaba ideando un plan para rescatar a Hermione de las garras de Nott, antes de
que la comprometiera o algo peor, cuando distinguió la figura de su hermano, en la
lejanía.

Se acercó sonriente a él, sólo para descubrir que iba a acompañado. Astoria estaba con
él.
La muchacha se ocultó detrás de una armadura para poder espiarlos.

-Espero que entre nosotros esté todo bien...-decía Astoria.

El rubio asintió y esbozó una sonrisa ladeada.

-No te preocupes, nada ha cambiado-le aseguró.

-Entonces, me preguntaba si…

Pero Roselyn no pudo oír más porque alguien la tomó el brazo y la sacó de allí.

-Pequeña Malfoy, no es correcto escuchar conversaciones ajenas-la reprendió Blaise


burlón.

-¡¿Cuál es tu problema, Zabini?! Estaba a punto de oír lo que la arteria destruye


hogares quiere-le contestó furiosa.

El muchacho rió.

-No sé por qué te obstinas. Claramente, a Draco le gusta, de otra forma no pasaría
tiempo con ella.

Aquellas simples palabras, dichas ligeramente y sin mala intención, fueron como un
puñetazo en el estómago para Roselyn.

-¡No te creo!-exclamó perturbada.

Blaise se encogió de hombros.

-Es mi punto de vista.

-¡A Draco no le puede gustar! ¡No le debe gustar!

-¿Por qué tan preocupada, pequeña? Astoria es una sangre pura de buena alcurnia-
comentó.

Roselyn apretó los puños. Astoria podía ser hija del príncipe de Inglaterra y a ella no le
importaría. La menor de los Greengrass no podía ser la adecuada para su hermano. Él
estaba destinado para Hermione y sólo para ella. Definitivamente, tenía que "eliminar
del mapa" a la Greengrass, luego de ocuparse Nott.

-Te has quedado callada, Rose-señaló el Slytherin divertido.

Ella lo fulminó con la mirada.

-Quédate tú con la Greengrass. Yo iré a alimentar a Draky-anunció con firmeza.

Blaise la observó horrorizado.


-¿Sigues con esa cosa?-inquirió.

-Se llama Draky-terció molesta-. Y ahora es mi mascota. Pero quizás debería regresarlo
al bosque para que vuelva con su familia. Si yo fuera él, estaría muy triste si me
separaran de mis seres queridos.

-Sabia decisión, pero no volverás allí-sentenció.

-Por supuesto que no-contestó sonriendo.

"Irá otra persona" pensó con malicia.

-Adiós, Zabini-se despidió radiantemente, dejando al muchacho confundido.

Por otro lado, Hermione se encontraba teniendo una amena charla con Nott. Por mucho
que la sorprendiera tenía que admitir que tenían demasiadas cosas en común. A simple
vista, parecía un muchacho frío y calculador, como todo buen Slytherin; pero ahora se
daba cuenta de que era un muchacho agradable e inteligente.

Ojalá pudiera decir lo mismo de malfoy… ¡Un momento! ¿Qué hacía ella pensando en
Malfoy? ¿Acaso se había vuelto loca?

"Tanto tiempo con Rose me está afectando" se dijo para tranquilizarse.

-Entonces, Hermione…-Nott interrumpió sus pensamientos-… Te he citado con un


propósito.

Aquello despertó el interés de la castaña.

-Tú dirás-le contestó.

Nott la miró fijamente esbozando una sonrisa.

-Te propongo una "tregua"-anunció.

Aquello descolocó a Hermione.

-¿Tregua?-repitió anonadada.

El Slytherin asintió.

-Sé que nunca nos hemos llevado mal, pero tampoco hemos sido los mejores amigos-le
explicó-. Te propongo que intentemos ser amigos-finalizó sonriendo.

-Bueno…yo…-vaciló nerviosa. Nunca se imaginó que un Slytherin le dijera eso y en


especial a ella. Era demasiado extraño.

El muchacho la observó expectante.


-¿Y bien?-la instó.

-Supongo que estaría bien-le contestó nerviosa.

Theodore sonrió.

-Perfecto-dijo y le besó la mejilla suavemente.

Hermione se ruborizó de pies a cabeza.

Ninguno de los dos sabía que su "tierna" escena era observada por un muchacho que
desprendía humo, literalmente.

Cuando Hermione regresó al castillo, se tropezó con un muchacho. La castaña estaba a


punto de disculparse hasta que descubrió que la persona era Malfoy.

El rubio la miraba con expresión inmutable.

-Muévete, Malfoy-le dijo ella, ya que no quería pasar más tiempo del necesario con él.

No obstante, el muchacho no se movió.

-¿Eres sordo? He dicho que te muevas-volvió a hablar Hermione, esta vez molesta.

-No me das órdenes, Granger. El hecho de que Nott se rebaje a tu nivel, no quiere decir
que todos los Slytherins haremos lo mismo-siseó fríamente.

Hermione lo observó atónita. ¿Otra vez sacaba a Nott a colación?

-Theo es una persona agradable, algo que de ti no se puede decir-le contestó con odio.

El rubio resopló.

-No me digas-soltó con sarcasmo-. Dime cómo fue Granger. ¿Lloraste en su hombro y
luego le suplicaste que fuera tu amigo? ¿Acaso San Potter y Weasel te dieron la
espalda?

Hermione no podía creer tal descaro. ¿Por qué tenía que soportar todo aquello?

-Al menos yo tengo amigos-rebatió con calma.

No debía perder los papeles con Malfoy.

-¡Ja!-el rubio rió irónicamente-. Esperaba una respuesta mejor que esa, Granger. Tal
parece que tu cerebro no es el de antes, sangre sucia.

Sangre sucia. Ahí estaba de nuevo. Hacía mucho tiempo que no la llamaba así.
Al pescarla con la guardia baja, porque no se esperaba ese insulto, los ojos de Hermione
se inundaron de lágrimas. Pero luchó internamente para no derramar ninguna en frente
de él.

-¿Sabes, Malfoy? Tu vida debe ser muy patética y triste para que te diviertas insultando
a los demás-musitó antes de alejarse de allí con la espalda recta y paso firme.

Esas palabras golpearon a Draco en su amor propio. ¿Ella creía que era patético y triste?

-Pero no piensas eso de Nott-le gritó para que lo oyera. Sin embargo, ella no se volvió
ni le respondió.

Draco soltó una maldición por lo bajo. ¿Qué diablos le estaba pasando? ¿Qué le
importaba a él que Granger saliera con Nott?

"Es una mala reputación para Slytherin" se dijo para tranquilizarse. Él era prefecto de
su casa y tenía que velar por los intereses de sus pares.

Claro. Era por eso. No había otra explicación.

Aquél intercambio verbal había sido observado por los ojitos grises de Roselyn, quien
no cabía en sí de gozo.

Finalmente, Draco daba señales de que estaba enamorado perdidamente de Hermione.


Bueno, quizás todavía no estaba completamente enamorado, pero sí sentía celos.

Y aquello, le daba fuerzas para continuar con su elaborado plan.

Plan a prueba de arterias rubias y ardillas.

Disclaimer: Todos los personajes son propiedad de Stephenie Meyer, la historia es


mía.

Bella POV

Ocupé mi asiento al entrar al salón. Rose estaba retrasaba, seguro se había encontrado a
Emmett de camino. Entro justo detrás del profesor. Esta era la case que mas odiaba:
matemáticas; jamás entendería los números. Era brillante en las demás materias,
excepto esa.

-Buenos días clase

-Buenos días – respondimos todos con desgano.

-Hoy les daré los resultados de sus exámenes.

Fue nombrando a cada alumno. Cuando escuche mi nombre, me dirigí al escritorio


sumamente nerviosa.
-Aquí tiene señorita Swan. La próxima vez, estudie, por favor.

Eso significaba que…

-Cinco otra vez.

-Auch. Lo siento Bella ¿Que harás esta vez? – pregunto Rosalie.

-No lo se. Creo que hablare con el señor Ross para ver si puedo hacer un trabajo para
obtener puntos extras. Supongo que a ti te fue bien

-Un nueve – dijo Rosalie con una sonrisa arrogante.

-¿Tu? – No pude soportar la risa. Solté una carcajada tan fuerte, que el profesor me miro
de mala manera. Conseguir puntos extra seguro sería más que complicado.

-No te burles Bella. Tuve suerte de que me tocara sentarme justo detrás de Kris, le copie
casi la mitad del examen.

-¿Kris? ¿La nerd que nunca se peina?

-Exacto

-De verdad tuviste suerte. Yo soy demasiado cobarde para eso.

La clase termino sin acontecimientos relevantes. Cuando se hubo vaciado el salón, me


acerque al escritorio para hablar con el profesor.

-Disculpe señor. Quisiera saber si puedo hacer algo para obtener puntos extras. No
quisiera reprobar su materia.

-Lamentablemente, señorita Swan, no puedo ayudarle con eso. Tal vez si pusiera mas
atención en mis clases, y pasara menos tiempo riéndose con la señorita Hale, podría
subir sus notas.

-¡Pero yo de verdad estudie! Es solo que… mi cerebro no entiende tantas formulas y


procedimientos complicados.

-Si pone atención, lograra entender. Si no entiende, es por que no esta usando el
cerebro. – en ese momento deseé que se cayera en las escaleras al salir y rodara dos
pisos.

-Sin embargo, hay algo que podría hacer por usted. Conseguirle un tutor. La próxima
clase, yo le asignare a uno de mis mejores alumnos para que le ayude ¿Le parece?

-De acuerdo, muchas gracias profesor.

Ok ya no estaba tan enfadada, pero aun así, al pasar junto a el en las escaleras, pensé
aventarlo, solo sería un pequeño empujón, y no había mas testigos en el pasillo. Debía
tener cuidado para que no se percatara de mi presencia. Me impulse y me aproxime a
el... pero alguien me cogió por el brazo.

-¡Bella! ¿Que crees que haces? – murmuro Rosalie con preocupación.

-Tonta, por que me detuviste, hubiera sido una caída perfecta. Y no podría darnos clase
el resto del semestre.

-Ay Bella, estas loca ¿Cómo se te ocurre?

-Acéptalo, sería genial – Rosalie se quedo pensativa un momento y de repente se echo a


reír. – Y yo soy la loca

-Ok, tienes razón, hubiera sido genial, pero la próxima vez déjame hacerlo a mi, a ti ya
te tiene detectada.

-Hecho.

La tarde pasó rápidamente. Obviamente, no pude resolver la tarea de matemáticas.


Mañana se la pediría prestada a Vane o Camilla, las nerds del salón, bueno, las que eran
amables, porque Nikki y Kris jamás me pasarían una sola operación. Rogué por que no
me pusieran a ninguna de ellas como tutora, las odiaba a las cuatro, en especial desde
que Nikki me pego en la cara con su larga trenza y no solo eso, en otra ocasión me
había tirado su tremenda mochila en el pie. Me empezó a parecer que eso de recibir
ayuda no sería una buena idea, pero era mi única opción.

Al día siguiente, llegue muy puntual a la clase del señor Ross. Como siempre, no
entendí nada. Al finalizar la clase me quede dentro del salón. Solo quedaba otro alumno,
el hermano de Alice. Me acerque al escritorio del profesor.

-Bien señorita Swan, le presento a Edward Cullen, uno de mis alumnos más brillantes.

-¿Que? ¿Esto es una broma, verdad Edward? Tú eres un completo idiota.

-Señorita ¿Cómo se atreve? Usted quería alguien que le ayudara ¿no? Pues ahora
aprovéchelo y no lo insulte. – dijo con tono gruñón y salió del salón.

-Entonces que, ¿quieres que te ayude o no?

-¿Tu? ¿Es en serio? Creí que no te interesaba la escuela, solo tu estúpido equipo de
Básquet.

-Ya lo vez, tengo mis secretos.

-¿Cómo es que eres un genio en Matemáticas?

-Un talento natural. – Se encogió de hombros.

-Ok. Supongo que… eres mi única opción


-Solo te quiero pedir que esto quede entre nosotros. No quiero que todos mis amigos se
enteren de esto.

-Esta bien, tu secreto esta a salvo. Pero a cambio, tú tampoco le dirás a nadie que estoy
tomando clases contigo ¿ok?

-Claro. Entonces, te espero hoy en mi casa. ¿Te parece bien a las seis?

-Si ¿Pero no estarán Emmett y Alice ahí?

-No. Van a ir al cine esta tarde. Creí que tú también irías.

-¡Cierto! ¡El cine! No importa, les pondré una excusa, nos vemos en la tarde

Salí del salón y llegué a la cafetería. Tendría que mentirles a mis amigas.

-Chicas, acabo de recordar que hoy irán a mi casa Jacob y Billy de visita. Es el primer
partido de los Mariners. No podré ir al cine con ustedes, lo siento.

-No te preocupes.

Las clases terminaron y yo regresé a mi casa.

Dieron las seis de la tarde rápidamente, así que conducí hasta la casa de los Cullen.
Llegar siempre era un lío, a pesar de que había ido muchas veces, era muy difícil llegar
ahí.

Me estacione frente a la casa y toque el timbre.

-Hola Bella.

-Hola Esme.

-¿Vienes a buscar a Alice?, Lo siento, no esta en casa

-No, no vengo con ella. Vine a buscar a… Edward.

-¿A Edward?

-Si

-Entonces, pasa. Esta en su cuarto.

-Ok gracias Esme.

Esme parecía demasiado extrañada por esto. Pero aun asi, me dedicó una gran sonrisa.

Subí las escaleras hasta llegar al cuarto del fondo. Toqué la puerta quedamente. Edward
abrió enseguida.
-Hola ¿Ya estas lista? - murmuró con un aire de suficiencia.

-Hola nerd. Claro que estoy lista.

-Swan, vuelve a llamarme así y me encargaré de que…

-Silencio Cullen. No querrás que toda la escuela se entere de lo nuestro ¿o si?

-Mmm……

-Entonces que ¿Empezamos ya?

-Esta bien.

Después de dos horas de números, signos y ecuaciones, me sentía realmente exhausta y


al parecer Edward también.

-Creo que por hoy es suficiente ¿no?

-Creo que por primera vez estoy de acuerdo contigo.

-Ok.

Comencé a recoger mis cosas rápidamente, mientras antes me fuera de ese lugar, mejor.
Alice y Emmett podrían llegar en cualquier momento.

-Entonces…¿Cuándo nos vemos de nuevo?

-Mmm… no lo se. Mañana tengo entrenamiento, pero… en la noche estoy libre ¿Puedes
venir a las 8?

-Ok, pero en donde.

-¿En tu casa? Aquí nos verían.

-Entonces te veo en mi casa. Sabes donde es ¿cierto?

-Si, quien no va a conocer la casa del jefe Swan. ¿Cómo es posible que seas su hija? El
es muy amable.

-¿Qué quisiste decir?

-Nada,-se rió suavemente mientras yo me estaba muriendo del coraje - Salúdalo de mi


parte.

-Claro. Nos vamos.

-Buenas noches.
Bajé las escaleras corriendo y por ir tan deprisa me tropecé. Solté una majadería,
definitivamente, hoy no era mi día.

-¡Bella!- me olvide por completo de que Esme estaba ahí.

-Esme, perdona.

-No hay problema. Cielo, ¿Alice y tu están enojadas?

-¡Por supuesto que no!

-Lo siento, no quiero entrometerme en sus asuntos, pero… se me hizo extraño que
vinieras con Edward y no con Alice.

-Ah, eso… si es que… nosotros… teniamos un…un…un asunto pendiente de… la


escuela, bueno en realidad no… es decir… si, de la escuela. Bueno, tengo que irme
porque mi papá me espera. Buenas noches Esme.

-Buenas noches, Bella.

Me alejé de la casa rápidamente, al llegar a mi hogar, guardé todas mis cosas. No


alcancé a terminar la tarea, otra vez. Tendría que inventarme alguna excusa. Bueno, ya
le preguntaría a Rosalie, ella era experta en eso.

Al día siguiente, me levanté mas temprano que de costumbre gracias a una pesadilla que
no me dejo dormir a gusto.

Me despedí de Charlie y manejé hasta la escuela con mucha calma, llevaba tiempo de
sobra.

Al llegar Alice y Rosalie me estaban esperando en el lugar de costumbre.

-Bella, que milagro ¿Te caíste de la cama?

Las dos se rieron de mi a carcajadas. Yo caminé hacia mi primer clase y las dejé atrás.
No estaba de humor para bromitas.

-Bella, ¿Qué te pasa? Solo era un chiste.

Las ignoré y seguí con mi camino.

-Bella, estas demasiado extraña, yo creo que te pasa algo.

-Si Alice, estoy de acuerdo aunque ¿sabes? Creo que lo que le falta a Bella es algo de
distracción, está algo estresada.

-No es verdad- Me enfade más al oírlas decir eso.

-Tengo una idea, ahí que salir esta noche ¿Qué les parece? Edward me puede prestar el
volvo cuando regrese de entrenar, ¿como a las ocho están libres?
-Lo siento, Alice. Ya tengo planes.

Rosalie y ella compartieron una mirada de incredulidad.

-¿Con quien?

-Oh, miren la hora. Ya se me hizo tarde para la clase de Literatura. Nos vemos en mate
Rose.

Corrí hacia el aula de Literatura antes de que pudieran interrogarme.

Llegué y me senté junto a Jasper.

-Hola Bella.

-Hola. - saqué una libreta y aparenté escribir para que Jasper no me hablara. No tenía
ánimos de platicar.

-Buenos días clase.

Entró el profesor demasiado pronto, a mi parecer.

-Bien, el día de hoy analizaremos el trabajo que se supone deberían haber hecho para
hoy. Lo recogeré al finalizar la clase.

¡Rayos! Me olvidé por completo de la tarea. Ni siquiera recordaba sobre que obra era el
trabajo. Con un poco de suerte, sería una que hubiera leído con anterioridad.

-¿Qué tal Bells?- dijo Emmett cuando entró al salón, al tiempo que me despeinaba.

-Bien. Vamos a comentar sobre las características de la obra. ¿Quién me puede decir
algo acerca de Hamlet?

De todas las obras que existen tenía que escoger esa. No podía salir nada peor.

El salón entero estaba callado. Nadie parecía dispuesto a participar.

-Ya que no hay ningún voluntario, veamos…

-¡Swan! !Swan, profesor! - grito Emmett señalandome con su mano.

-Emmett ¡cierra la boca en este instante!- susurré

-Señorita Swan

Ok, si fue peor de lo que imaginaba.

-Emm la verdad profesor… no recordaba que tuviéramos esa tarea.

-¿Entonces no la realizó?
-No

-Ok, ¿podría hacerme el favor de salir de mi clase? - Escuche a Emmett y a Jasper soltar
un suspiro de sorpresa.

-¿Qué? Pero… ¿Por qué?

-Por que no se preparo. Y si hay alguien más que no haya cumplido con el trabajo,
también salga de mi clase ahora.

Recogí mis cosas y volteé para averiguar quien más saldría del aula, pero, gracias a mi
mala suerte, nadie más se levantó.

Salí del salón enojadísima.

Aproveché ese tiempo para hacer las otras tareas que tenía pendientes para ese día.

Timbraron para la siguiente clase y me dirigí al aula de matemáticas.

Fui la primera en entrar. Rosalie llegó momentos después.

-Hola Bells ¿Es cierto que te sacaron de la clase?

-¿Quién te lo dijo?

-Oh, me lo dijo Emmett, pero todo el mundo habla de eso. ¿Qué paso?

-Ayer no tuve tiempo de hacer la tarea, así que no iba preparada para la clase y el señor
Johnson me sacó.

-Uy, que mal. Bueno, querida, siempre hay una primera vez. Cambiando de tema, ¿A
dónde se supone que iras esta noche?

-Mmm… Charlie tiene muchos asuntos pendientes, asi que me pidió que lo ayudara.

-¿Y no puedes hacerlo otro día?

-No, ayer prometí ayudarlo y lo dejé solo.

-¿Entonces en que estuviste ocupada toda la tarde? Debió ser algo muy importante para
que no hicieras tus deberes. ¡Ya se! Estas saliendo con un chico, ¿cierto? ¿No quieres
que Alice se entere? Puedo guardar el secreto ¡Cuéntame!

-No hay nada que contar Rose. No estoy saliendo con nadie.

-Me estas dicien…

-¡Llegó el profesor!
La clase transcurrió con mucha lentitud, al igual que las dos siguientes. Llegó la hora
del almuerzo y me senté en nuestra mesa de costumbre.

Los demás ya estaban ahí.

Emmett y Jasper me miraron avergonzados.

-Bells, es cierto que en la clase del señor Johnson…

-Me sacaron. Si, y fue por culpa de Emmett

-Hey, en verdad lo siento, a ti te encanta participar, yo no sabía que no estabas


preparada. Perdóname.

-Esta bien, Emm, no te preocupes, pero para la próxima mejor pregúntame antes ¿Ok?

-Ya sabia que no te ibas a enojar. - Emmett se levantó de su asiento y me abrazó con
tanta fuerza que me impedía respirar.

-Es…sufi…ciente.

Me soltó enseguida.

Las otras clases transcurrieron de forma rápida. A la saluda corrí hasta mi pick up para
escabullirme de las chicas.

La tarde pasó volando, hice mi tarea y la comida. Charlie llegó cerca de las 6.

-Hola, papa ¿Cómo te fue hoy en el trabajo?

-Muy bien, estuvo todo tranquilo. ¿A ti como te fue en la escuela?

-Mmm bien, creo. ¿Quieres cenar?

-Si, por favor.

Serví la cena para los dos. Todo transcurrió en silencio.

Al terminar recogí los platos mientras Charlie veía la televisión en la sala.

-¿Papá?

-Si, Bells.

-Hoy va a venir un compañero de la escuela.

-¿Tienen una cita?

-Oh, no- me sonroje al oír sus palabras. - Es que… me va a ayudar con una materia.
-¿El te va a ayudar a ti? ¿No me estas mintiendo?

-No, papá. Por supuesto que no.

-Mmm que extraño, creí que tu eras quien ayudaba a los demás.

-Si, asi era antes- murmuré para mi misma mientras iba a lavar los trastes.

Al terminar, me senté junto a mi padre a ver la televisión.

Sonó el timbre de forma insistente.

-Creo que tu amigo llegó.

-No es mi amigo.

Abrí la puerta, en efecto era Edward.

-Que tal Swan. ¿Te sientes bien? ¿O aun sigues frustrada por lo que pasó en Literatura?

Lo ignoré e hice una seña para que pasara.

-Buenas noches, jefe Swan.

-Buenas noches muchacho. ¿Eres el hijo del doctor Cullen, cierto?

-Si, señor.

-Mándale saludos de mi parte.

-Por supuesto.

-Bien. Bella, iré un rato con Billy para que puedan estar a gusto.

-Ok papá.

-Regreso más noche. Nos vemos luego Edward.

-Hasta luego jefe.

Mi padre salió y yo miré a Edward extrañada.

-¿Cómo sabe tu nombre?

-Es una larga historia y no creo que quieras escucharla. Mejor empecemos ya.

-Esta bien.

Saqué todas mis cosas nos pusimos manos a la obra.


Una hora después, terminamos de estudiar. Me di cuenta de que en realidad estaba
aprendiendo. No quería aceptarlo, pero Edward realmente era bueno en esto.

-Edward, creo que es suficiente. Ya me cansé de tantos números.

-¿Tan pronto Swan? Bien, como quieras. Sabes que mañana tenemos examen.

-Si, lo se. Pero creo que me va a ir bien.

-Eso espero, si no el profesor me culpará por no hacer un buen trabajo. Nos vemos
mañana.

-Hasta mañana.

Edward caminó hasta la puerta, al abrirla se giro hacia mi, parecía dispuesto a decir
algo, sin embargo, no lo hizo. Salio silenciosamente. Cuando cerró la puerta, me asomé
a la ventana. Se dirigía hacia su coche, en ese momento Charlie se estacionó en su lugar
habitual, bajó de la patrulla y ambos se pusieron a platicar. Cerré la cortina y subí a mi
cuarto.

Unos minutos después, escuche la voz de mi padre:

-¿Bella?

-Estoy arriba, papá. Ya voy.

-¿Qué tal te fue?

-Mmm…bien.

-Que bueno. ¿Sabes? Ese chico, Edward es un buen prospecto para ti, ¿No crees?

-¡Papá! ¡Como se te ocurre!

-Está bien, tranquila, no tienes que gritarme.

-Lo siento. Tengo sueño. Buenas noches.

-Que duermas bien hija.

Al día siguiente, no me di prisa para la escuela. Tal vez si llegaba tarde, evitaría los
molestos interrogatorios de mis amigas.

Me estacione en el lugar de costumbre.

Las dos primeras clases pasaron sin ningún acontecimiento digno de mencionarse.
Luego llegó matemáticas. Cuando entre al salón, Rose ya estaba ahí.

-Hola, Bella.
-Hola Rose ¿Que tal?

-Voy a reprobar, estoy segura. ¡No se nada!

-Pero tu siempre tienes buena suerte en los exámenes, bueno, a decir verdad tienes
suerte en todo.

-Bella, no seas tan pesimista.

En ese momento entró el profesor.

-Espero que todos hayan estudiado.- dijo mientras comenzaba a repartir las hojas.

-Suerte- susurro Rosalie.

-Igual.

-Bien, den vuelta a las hojas. Pueden comenzar, tienen cuarenta minutos.

Tranquila, no te aterres repetí para mis adentros. Di la vuelta al examen y me alegre al


darme cuenta de que sabia como resolverlo. ¡Incluso me pareció fácil! Tal vez esta vez
no me iría tan mal. Seguí resolviendo el examen.

-Bien, el tiempo termino. Entreguen todos sus hojas y los veré mañana.

No tuve tiempo de terminar el examen, pero conteste la mayoría.

Al salir, fui a la cafetería y me senté junto a mis amigos. Estaban muy misteriosos. Al
llegar, todos dejaron de hablar y me saludaron. Tuve la impresión de que me ocultaban
algo.

-Hola Bella, Rose.

-Hola chicos.

-¿Qué tal les fue en el examen?

-Bien.-exclamó Rosalie.-Creo que por lo menos tendré un siete. ¿Qué tal tu, Bells?

-Pues… creo que me fue bien. Las preguntas que respondí, me parece que todas eran
correctas.

-¿En serio? ¿Asi que te volviste un genio de matemáticas? Wow, no me lo creo. No te


ofendas, eres muy lista, pero los números nunca fueron lo tuyo.

-Pues ya vez. - Respondí con una sonrisa.

Estuvimos platicando y bromeando hasta que tocó el timbre.


La siguiente clase, era Biología, La cual compartía con Alice. Caminamos juntas hasta
el aula.

Ocupamos nuestros lugares. La clase de ese día era sobre los organismos unicelulares,
era demasiado fácil, lo sabía casi todo, asi que decidí ponerme a hacer garabatos en mi
cuaderno.

Estaba muy concentrada, cuando de repente escuche que alguien susurraba mi nombre.
Giré para ver quien me llamaba y me percaté de que era Edward. Señaló mi mesa y al
voltear me di cuenta de que había un papel sobre ella. Lo abrí y decía:

Hola! ¿Qué tal estuvo?

¿Crees que te fue bien?

Me apresuré a escribir la respuesta.

No estuvo complicado,

pero no tuve tiempo de

responderlo todo. Creo

que me irá bien.

Le lancé a Edward el papel. Luego de unos segundos, lo tuve de regreso en mi mesa.

Me alegro Swan. Algo

me decía que eres mas

lista de lo que aparentas.

-¿Qué tienes ahí, Bella?- susurró Alice.

-Nada

-¿Cómo que nada? Tienes un recado. Déjame verlo.

-No

-Bella, por favor. ¡Soy tu mejor amiga!- Alice arrebató el papel de mis dedos e intentó
leerlo. Se lo quité rápidamente y lo hice pedacitos.

-¡Bella! ¿Era de Edward?

-No, claro que no.

-¿Entonces de quien era? ¿Por qué no me dejas leerlo?


-No era de nadie, lo escribí yo misma.

-No es cierto, era la letra de Edward ¿Crees que no la reconozco? Es mi hermano.


Además tu no tendrías razón alguna para escribir: eres más linda de lo que aparentas.

-Ni siquiera decía eso.

-Pues entonces enséñamelo para ver que decía.

-¡No! Y mejor cállate antes de que nos vean hablar y me culpen a mi.

Al timbrar salí muy rápido del aula para escabullirme de Alice, que me gritaba a lo
lejos.

Las siguientes clases, estuve de un humor terrible; ideando que cuento le inventaría a
Alice.

Al terminar las clases, apenas salí del salón y ya estaban las chicas esperándome con
cara de impaciencia.

-Bella, ¿No nos vas a contar algo?

-Alice, el papel que viste no era de Edward. Era de…Mike.

-¿Mike Newton? ¿Entonces aun le gustas?

-Supongo. Chicas, tengo que irme, tengo que pasar el correo para enviarle un paquete a
mamá.

-Ok, nos vemos mañana.

-Adiós.

Me dirigí hacia mi camioneta. En eso ví a Edward, estaba platicando con una chica. Me
acerque a ellos cuando se despidieron dándose un beso en la mejilla.

-Hola.-murmuró Edward

-Hola, ¿Vamos a vernos esta tarde?

-Me parece que no.

-¿Por qué?

-Emm… tengo una cita con Tanya, asi que no podré ayudarte el día de hoy, mejor te
busco mañana. Pero, creo que ya vas mejor ¿no?

-Eso creo. Entonces nos vemos luego.

-Claro, hasta luego.


Al manejar hasta la oficina de correos, me sorprendí pensando en Edward ¿Por qué
cuando nos despedíamos no me daba un beso en la mejilla, como lo hizo con la otra
chica, Tanya?

La respuesta era clara: nosotros no éramos amigos, solo me ayudaba por que el profesor
se lo había ordenado; además, Tanya era guapa y atractiva, seguro que a el le gustaba;
yo, en cambio, jamás podría conquistar a alguien como el. Yo no era linda, ni tenia buen
cuerpo, ni nada que pudiera gustarle a nadie, eso lo sabía, pero no me había preocupado
por esta situación hasta ahora. Y no podía comprender el motivo de esto.

Tampoco podía explicarme porque me molestaba el hecho de que Edward prefiriera


estar con ella que conmigo esta tarde. Estaba muy confundida, asi que decidí relajarme
y dejar de pensar en eso por el resto del día.

A la mañana siguiente desperté de buen humor, ya que era sábado, lo cual significaba
que no habría escuela. Charlie salió muy temprano para pescar, asi que tenía la casa
para mi sola.

Después de lavar los platos, me puse a realizar la tarea de biología. El profesor Banner
se había enfadado, ya que nadie ponía atención a su clase y se vengo dejándonos una
gran cantidad de deberes.

En eso estaba cuando sonó el timbre. Me apresuré a abrir.

-Hola, Swan.

-Hola, pasa.

-¿Estabas ocupada? Si quieres lo dejamos para más tarde.

-No, solo estaba haciendo los deberes de Biología. Odio al tipo, nos encargo tarea para
una semana entera.

-Cierto. ¿Sabes? Creo que deberíamos darle un escarmiento.

-¿Escarmiento?

-Si, ya sabes, un susto para que no se le ocurra volver a hacerlo.

-Oh, tienes razón, pero apuesto a que no te atreves a hacerle nada.

-¿Eso crees? Por supuesto que me atrevo

-No lo creo.

-¿Quieres apostar?

-Claro.
-De acuerdo. Si me atrevo, yo voy a ponerte el castigo que me plazca. Si tu ganas,
entonces haré lo que tu decidas.

-Ok. Tienes una semana para cumplirlo.

-Bien, ahora creo que deberíamos empezar.

-Si.

La tarde pasó muy rápido. Luego de un rato terminamos de repasar y recogimos todos
los libros.

-Bien, terminamos.-murmuré satisfecha. Volteé a ver a Edward y me di cuenta de que


me estaba mirando. Nuestras miradas se cruzaron y yo la aparté rápidamente.

-Creo que debo irme, Esme me esta esperando.

-Ok, nos vemos el lunes.

-Hasta el lunes.

POV Edward

Los miércoles eran mis días favoritos, pero al parecer el día de hoy había sido la
excepción.

Tanya había escogido justamente el día de hoy para invitarme al cine y tratar de
besarme. ¿Cuando entendería que yo no quería nada con ella?

Por poco me golpea cuando le dije que no podía acompañarla esa tarde, ya que tenía
otro compromiso.

Y la verdad, prefería pasar la tarde entera estudiando con Bella, que pasar dos horas
sentado junto a Tanya.

Aunque Bella tampoco me agrada demasiado; a decir verdad, casi no me agrada. Es


muy linda, eso no puedo negarlo, y también muy inteligente, ¡pero es tan altanera y
engreída!

Y es una lástima, siendo ella realmente guapa, que tenga tan mal carácter.

Al regresar a mi casa por la noche, decidí ponerme a escuchar algo de música para
relajarme. En eso estaba, cuando alguien tocó la puerta. ´

-Edward, ¿Estas ocupado?

-No, Alice ¿Qué pasa?

-Rose y yo queremos hablar contigo ¿Nos dejas pasar?


-Ya voy.

Me levante con desgano para abrir la puerta. Las dos chicas entraron y con solo ver sus
rostros, me di cuenta de que se traían algo entre manos.

-¿Qué necesitan?

-Oh, queríamos pedirte tu ayuda.

-¿Para que?

-Lo que pasa es que Rosalie y yo queremos empezar a practicar un deporte.

-¿Ustedes dos?

-Pues claro Edward, ¿Por qué nos miras así?

-Porque no parece que a ustedes dos les gusten los deportes.

-No, pero nos gustaran desde ahora.-dijo Rosalie.

-Por eso venimos a pedirte tu ayuda, queremos que nos hables de los deportes que
conoces para saber cual elegir.

-¿Y no le pueden preguntar a Emmett?

-El esta muy ocupado, así que no.

-Mmm esta bien. Una opción es el voleibol.

-¿Nos puedes explicar de que se trata?

Les explique a Rosalie y a Alice las reglas del juego y todo lo que sabía sobre voleibol,
después seguimos con basquetbol, atletismo, futbol, incluso me pidieron que les hablara
del futbol americano, aunque yo jamás imaginaría a ese par jugando futbol americano.
Solo de pensarlo me dio un ataque de risa.

Pasamos cerca de una hora platicando. Cuando terminé de responder sus preguntas, les
dije:

-Bien, creo que es hora de que se vayan.

-No, Edward espera. Queremos preguntarte algo más.-dijo Rosalie mirando a Alice con
complicidad.

-Verás: Estos últimos días, Bella ha estado muy extraña.

-¿Y que tiene que ver eso conmigo?

-Pues… creemos que nos oculta algo, y tú también.


-No se de que hablan. - no podía dejar que se enteraran de la verdad; si lo hacían, lo
divulgarían por todo el instituto; entonces todos mis amigos se burlarían de mi, en
especial Emmett. Y lo peor: Bella me asesinaría.

-Yo creo que si sabes-dijo Rosalie.

-No, yo no se nada ¿Por qué no mejor se lo preguntan a ella?- Bella no se atrevería a


confesarles nuestro secreto.

-Ya se lo preguntamos, pero no quiere decirnos nada.

-Pues yo tampoco quiero. ¿Qué les parece si se van ahora?

-¡No!-gritó Alice parándose en la puerta y deteniéndola con la mano.-Nadie va a salir de


este cuarto hasta que confieses.

-Rose, Alice, en serio, váyanse. No les voy a decir nada, además, no se atreverían a
quedarse aquí toda la noche esperando a que yo hable.

-¿Eso crees? -preguntó Rosalie con una gran sonrisa en el rostro.-Pues entonces espero
que te guste dormir en el suelo, porque Alice y yo nos turnaremos tu cama.-dijo
mientras se acostaba en mi colchón.

Una voz en el fondo de mi mente me decía que debía estar asustado. Sabía de lo que
eran capaces las chicas, pero no me rendiría tan fácil.

-Edward ¿No nos vas a decir?-preguntó Alice

-No

-¿Pero porque? Eres mi hermano, se supone que debes ayudarme.

-Alice, en verdad te ayudaría, pero si lo hago, Bella me matará.

-Entonces quieres decir que si hay algo entre ustedes.

-Yo no dije eso.

-Pero lo insinuaste. ¡Dínoslo! Por favor, por favor, por favor, por favor, por favor…- no
parecía tener intensiones de callarse. Me estaba sacando de mis casillas.

-Mira Edward- dijo Rosalie, mientras tanto Alice seguía suplicando...- Nosotros
sabemos lo que pasa con Bella. Solo queremos saber si eres tu el que…

-¡De acuerdo! ¡Basta! ¡Alice, detente! ¡Cállense las dos! ¡Si, soy yo! ¡Conmigo es con
quien se reúne cuando no va a sus salidas de chicas! ¿Contentas?

Alice por fin se quedo en silencio. Las dos se miraron por un momento y después
soltaron un grito.
Rosalie se levanto de mi cama.

-Gracias Edward, te debemos una. -dijo Alice sumamente contenta.

-De nada. ¡Ahora váyanse!

Ambas salieron de mi habitación con grandes sonrisas.

Definitivamente, este no era mi día.

No tenía ganas de encontrarme con Alice y sus molestas miradas, así que decidí no
bajar a cenar y quedarme en mi recámara.

Comencé a planear algo para la venganza del profesor de Biología. Se me ocurrieron


varias ideas, poncharle las llantas, tirarlo de las escaleras, entre otras cosas.

Al poco rato, escuche que tocaban de nuevo la puerta.

-¿Quién? - pregunté desde la cama.

-Soy tu madre Edward.

-Ah, lo siento mamá. Pasa, esta abierto.

-Hijo, ¿Por qué no bajaste a cenar?

-No tenía hambre.

-¿Te sientes bien?

-Si. Solo no ganas de comer.

-Estas muy extraño. ¿No será por una chica?

-Claro que no, mamá.

-¿Seguro? Creí que estabas saliendo con Bella.

-¿Con Bella? ¡Por supuesto que no!- dije con enfado.

-Lo siento, Edward. Es solo que pensé… Olvídalo, no lo volveré a mencionar.


¿Entonces no vas a cenar?

-No, gracias.

-Ok, buenas noches.-dijo mi madre y salió enseguida de mi habitación.

Eso era lo único que me faltaba. Decidí dormirme sin perder tiempo, antes de que una
cosa peor sucediera.
POV Bella

Los siguientes días pasaron volando. El jueves por la tarde, estaba con Edward.
Acabábamos de finalizar nuestra clase. Estaba recogiendo mis cosas. De pronto
comentó:

-Bella, hay algo que debo decirte.

-¿Qué pasa?

-Pues… espero que no te molestes. Lo que pasa es que ayer Rosalie y Alice hablaron
conmigo, algo que es demasiado extraño. Después de pasar casi una hora hablando
sobre deportes que al parecer ni siquiera les interesaban, me obligaron a que les dijera lo
nuestro. En serio no quería confesar pero ¡esas dos son tan tercas!

-Bueno, no te preocupes, al fin y al cabo tenían que enterarse, con esas dos no se pueden
guardar secretos. Además, no te culpo. Ya las conozco y se que cuando se les meta algo
en la cabeza, no paran hasta conseguirlo.

-Ok, que bueno que no estas molesta.

-Si estoy molesta pero… bueno, no puedo quejarme. Tu en verdad me estas ayudando
demasiado. ¿Sabes? Ahora que recuerdo, solo te queda mañana para cumplir tu parte de
la apuesta.

-Si, justamente ayer estaba pensando en eso. No te preocupes, ya lo tengo todo


planeado.

-Ok, espero que no te arrepientas en el último segundo.

-Nada de eso. Nos vemos mañana. Que duermas bien, Bells.

-Hasta mañana, buenas noches.

Edward desapareció al cerrarse la puerta.

Al día siguiente, al llegar al instituto, mis amigas ya me estaban esperando con


impaciencia.

-Bella ¿Por qué no nos habías contado lo de tu y Edward?- preguntó Alice con rostro de
indignación.

-Si, ¿Que acaso no nos tienes confianza?

-Que buen recibimiento.-dije con sarcasmo.- Pues… la verdad yo no quería decirles por
que me daba algo de pena.

-¿Pena? ¿Por qué?

-Pues por que… no lo se, solo… creí que se reirían de mi.


-Para nada Bells, la próxima vez cuéntanos todo de inmediato ¿Ok?

-Ok.

-¿Y? ¿No nos vas a dar detalles?

-No, Edward me pidió que no les dijera nada. Lo siento chicas.

-Oh, bueno no te preocupes. Entonces nos vemos luego ¿De acuerdo?

-Si, las veo mas tarde.-me alejé de ellas.

-Bella, prepárate para cumplir tu castigo, la venganza ya esta lista.-susurró Edward


cuando pasó corriendo a mi lado.

Sentí una punzada de miedo al oír sus palabras.

-A propósito, creo que hoy te vez muy linda.-dijo bajando la mirada un poco sonrojado.

-No me arreglé de forma especial el día de hoy.-dije enrojeciendo también.

-Yo creo que sí.-susurró Edward al tiempo que me guiñaba el ojo y se alejaba
rápidamente hasta desaparecer de mi vista.

Fui a mis siguientes clases sin lograr pensar con claridad. En mi mente resonaban las
palabras de Edward. Al terminar las clases me encontré con mis amigas en la cafetería.

Platicamos muy poco, ya que Rosalie tenía que estudiar para pasar Trigonometría y
Alice y yo tuvimos que ayudarle.

Al sonar el timbre caminé hacia el aula de Biología. Al llegar, me bastó solo con ver la
cara del profesor para adivinar que Edward había salido exitoso de su misión.

-Buenas tardes, clase. Debo decirles que me encuentro muy decepcionado de ustedes, ya
que un alumno de mi clase dañó mi auto. -todos los chicos estaban con la boca abierta.-
Creían que no me iba a dar cuenta ¿Cierto? Pues déjenme decirles que el autor de esta
bromita dejo debajo de mi coche el cuestionario que yo mismo les entregué. Así que no
cabe duda de que fue un alumno de este grupo. Quiero saber quien fue el autor de esto.
Levántese el culpable.

Todo el salón permaneció callado por lo que pareció una eternidad. Nadie se levanto,
todos se miraban unos a otros tratando de descubrir al culpable. Ya sabía que era
Edward, pero obviamente no iba a delatarlo.

-Si nadie confiesa, todos sufrirán las consecuencias de esto.

Nuevamente reinó al silencio. De repente, todos miraron hacia atrás. Una mano estaba
levantada. Era James.

-Si, joven.-murmuró el profesor dirigiéndose a él.


-Yo se quien es el culpable, señor.

Miré a Edward y me percate de que la preocupación estaba escrita por todo su rostro.

-Pues adelante, dígame el nombre.

-Edward Cullen, estoy seguro, yo lo vi.

Todos miraron a Edward en ese momento. Él se puso de pie.

-Señor Cullen, no me explico que motivos lo llevaron a esto, pero lamento decirle que
por tratarse de usted, uno de mis peores alumnos y sobretodo cobarde, ya que no fue
capaz de confesar, estará expulsado de mi clase por lo que resta del semestre, y ni sueñe
con obtener una recomendación universitaria, de mi cuenta corre.

Todos seguían en silencio. En ese instante, me sentí mal, ya que yo había sido la
causante de que Edward resultara perjudicado. Y ahora por mi culpa se había metido en
problemas demasiado graves.

Apuesto a que si hubiera sido otra persona, el profesor no hubiera sido tan cruel, pero
tratándose de Edward, no pudo ocurrírsele algo peor.

Justo en se momento, tuve una idea. Me metería en problemas, pero no me importaba


demasiado.

Me puse de pie y dije:

-Profesor, Edward no fue el culpable, fui yo.

El grupo entero, en especial Alice, puso cara de espanto.

-¿Señorita Swan? ¿Fue usted?

Edward parecía a punto de replicar. Le lancé una mirada para que se callara.

-Si, fui yo. James seguro se equivoco. No se porque culpó a Edward.

Esperaba que James no dijera nada, de lo contrario, mi plan se vendría abajo.

-Pero profesor… -dijo James

-Fue Bella, estoy segura. -dijo Tanya en ese momento y le lanzó una mirada asesina a
James retándolo a contradecirla.

-Bien señorita Swan, me sorprende demasiado escuchar esto, pero al parecer no era la
alumna que yo tenía en mente. Sin embargo, ya que usted ha presentado una buena
conducta a lo largo del año, su castigo será más ligero. Solo estará fuera de mi clase por
una semana. Pero espero que esto sea un escarmiento y no se vuelva a repetir. Salga de
la clase.
Recogí mis cosas y por segunda vez en la semana abandoné el aula a mitad de la clase,
seguida de las miradas de todos mis compañeros, en especial Alice, que parecía
sumamente apurada.

Salí del salón un poco preocupada, aunque estaba demasiado satisfecha por lo que había
hecho, a pesar de que aun no sabía el verdadero motivo que me había impulsado a hacer
eso.

Faltaba poco para el timbre, así que me dirigí a la cafetería para esperar ahí a mis
amigos.

Luego de unos minutos, que se me hicieron eternos, por fin sonó el timbre. Alice llegó
enseguida.

-Bells ¿En serio fuiste tu? ¡No lo puedo creer! ¿Desde cuando te volviste rebelde?

-Luego te lo explico ¿si? Por favor, no quiero que los demás se enteren de esto.

-Ok, no lo mencionaré.

-Gracias.

-Hola Bella, Alice. ¿Qué tal?

-Hola Emmett. – dijo Alice.

-Bella ¿Podemos hablar un momento?- susurró una voz detrás de mi. Me sobresalté y
giré para encontrarme con el rostro de Edward.

-Claro. – Me levanté de la mesa y lo seguí.- Chicos, ya vuelvo.

Caminamos hasta salir de la cafetería. Nos detuvimos, pero Edward no dijo nada.

-Mmm supongo que… perdí la apuesta ¿no? Ahora ordena lo que quieras.

-¿Cómo dices?

-Que ordenes lo que quieras. Por favor, no seas tan cruel.

-Pero… ¿Cómo esperas que me cobre la apuesta luego de lo que hiciste por mi?

-Pues... una apuesta es una apuesta, pase lo que pase ¿no?

-¿Sabes que? Olvida la apuesta ¿De acuerdo? Ni siquiera quería hablarte de eso.

-¿Ah, no? Entonces que me querías decir.

-¿Por qué hiciste eso?

-No se de que me hablas.


-Hablo de… lo que paso en la clase. Sabías que yo era el culpable, ¿Por qué mentiste?

-Para salvarte.

-Pero ¿Por qué?

-Por que todo fue mi culpa. Si no te hubiera retado, nada malo habría pasado. Además,
el profesor te odia, se excedió en el castigo y ya vez, a mi solo me suspendió por una
semana. No fue tan cruel. – Sonreí para darle mayor credibilidad a mis palabras.

-No debiste hacerlo, me siento mal.

-No te preocupes. Tómalo como un favor ¿Ok?

-Bueno, gracias Bella. –dijo y me sonrió.

Hasta ese momento no me había percatado de la sonrisa tan linda que tenía Edward.

-Por nada. Pero la próxima vez por favor ten más cuidado y no dejes nada que lo haga
sospechar ¿De acuerdo?

-Ok. No sé cómo fui tan tonto como para olvidar la hoja.

-Si, en verdad fue tonto de tu parte.-nos miramos mutuamente por unos segundos antes
de comenzar a carcajearnos de la nada. Tuvieron que pasar muchos intentos para poder
tranquilizarme de nuevo. Cuando al fin lo logré, le dije.

-Bien, Edward, tengo examen de Mate la siguiente clase, así que tengo que irme.

-Si, yo también. Mucha suerte Bella. Espero que te hay servido todo lo que estudiamos.

-Espero que no se me olvide todo en ese momento.

-No lo creo. Tú lo sabes, solo esfuérzate. Además eres muy lista.-me sorprendí, ya que
era la primera vez que oía un halago de parte de Edward.

-Gracias. Nos vemos luego.

Corrí hasta el aula de Matemáticas con una sonrisa. Después de todo, Edward no era tan
malo como aparentaba. Y además era guapo, y tenía una adorable sonrisa… ¿Qué me
estaba pasando?

Llegué justo a tiempo. Al recibir el examen, esta vez tenía más confianza. Lo contesté
más rápido que la vez anterior, así que fui de las primeras en salir.

Me dirigí al estacionamiento para esperar a mis amigos.

-¡Hey, Bella!-gritó alguien a lo lejos.

Volteé y divisé a Jacob corriendo hacia mí.


-Hola Jacob ¿Qué pasa?

-Hola. Emm... solo quería preguntarte ¿Te gustaría ir a comer conmigo el viernes?

La propuesta me dejó boquiabierta. Había pasado mucho tiempo desde que superé mi
enamoramiento hacia Jacob, pero aun así, no podía dejar pasar esa oportunidad que por
tanto tiempo estuve esperando.

-Pues…si.

-Estupendo.-dijo mostrando su gran sonrisa.- ¿Te parece si paso por ti a las cuatro?

-Esta bien.

-Nos vemos.

-Adiós.

Jacob se alejó corriendo y yo me quedé con una sonrisa de boba en la cara. Luego de
unos segundos, Rosalie llegó a mi lado.

-Hola Bella ¿Qué tal te fue?

-Genial. Tipo y hasta saco un 10.

-¿En serio? Wow. Que bien. Y adivina que: ¡Alice nos invitó a su casa hoy!

-¿Segura que yo también estoy invitada?

-Sin duda. ¿Irás?

-Por supuesto, Rose. Solo voy a cambiarme a mi casa ¿De acuerdo?

-Ok, entonces nos vemos en un rato.

Sonó por fin el timbre que anunciaba la salida. Caminé rápidamente a mi camioneta.
Manejé hasta mi casa y me vestí con lo primero que encontré.

Rápidamente escribí una nota a Charlie y me fui a casa de los Cullen.

No me explicaba por que, pero sentía una inexplicable emoción por volver a ver los
lindos ojos verdes de Edward…

Hola Chicas! Aquí subiendo otro capítulo (Que esta vez si fue largo) aprovechando que
no tengo tarea por que el jueves no voy a la escuela!!! Y mañana a ver New Moon!!!
Soy feliz!!!

Muchas gracias por agregarme a sus favoritos, a sus alertas y por dejar sus
comentarios.
Bueno, en fin, espero que les haya gustado y me dejen un review para saber su opinión,
estoy abierta a críticas y sugerencias. Ya saben que los reviews son la mejor
motivación para actualizar lo más pronto posible.

Y aquí les dejo un pequeñito adelanto del próximo capítulo:

-Pero mamá ¿Qué no lo sabes? Edward y Bella están saliendo juntos ¿No crees que
hacen linda pareja?-Dijo Alice señalándonos y mostrando su radiante sonrisa.

-¡¿Qué?!- gritamos Edward y yo al unísono.

Emmett soltó una carcajada que ocasionó que escupiera el agua que estaba bebiendo.
Menos mal que no mojó a nadie.

-Eddie, ¿Por qué no nos lo habías dicho?-preguntó Emmett con tono burlón, mientras yo
sentía mi rostro enrojecer por la vergüenza…

Al llegar a la casa de los Cullen, Esme me recibió en la puerta.

-Bella, que gusto verte. Entra.

-Gracias Esme.-respondí con una sonrisa.

-Hola Bella- saludó Alice al verme. -¿Me ayudas a poner la mesa?

-Claro, Alice.

Acompañe a mi amiga hasta la cocina. Comenzamos a llevar todas las cosas a la mesa.

Al poco rato sonó el timbre.

-Bella, ¿Puedes abrir?

-Por supuesto.-Abrí la puerta y me encontré con Emmett y Rosalie.

-Hola chicos.

-¡Bella! ¡Me alegro mucho de verte por aquí, ya que en la escuela ni me saludas! – dijo
Emmett con fingida tristeza.

-No seas exagerado, Emm. Ya sabes que te quiero.

-Lo sé. No puedes vivir sin mí.-dijo con una gran sonrisa en el rostro.

-Ajá.- murmuré con sarcasmo.

-Vamos, creo que la comida huele genial.-dijo tomando la mano de Rosalie. Al pasar
junto a mi me alborotó el cabello.

-¡Emmett! Me estás despeinando.


-Oh, perdona ¿Venías peinada? No me di cuenta-Rosalie soltó una carcajada.

-Es un peinado al estilo Bella, Emmett.-dijo Rosalie en mi defensa.

-¿Ya están todos?- preguntó Esme en ese momento.

-Solo falta que bajen Edward y Jasper.

-Aquí estamos.-murmuró Jasper.

-Ok, creo que es hora de comer. Siéntense.

Se armó un gran lío a la hora de elegir los lugares.

-No chicos, yo debo de ir junto a Bella.-dijo Alice

-Y yo al otro lado.-dijo Rose.

-No, al otro lado se sentará Edward

-¿Eso no debería decidirlo yo?-reclamé.

-¿Qué? Yo quiero estar junto a Eddie.-Gritó Emmett.

-Emmett, no lo tomes a mal pero prefiero que te sientes junto a Jasper.-dijo Edward.

-Jasper irá junto a mí. – replicó Alice

-Tú querías estar junto a Bella.-gritó alguien. Todos hablaban y manoteaban a la vez.

-¡Chicos, cálmense por favor! ¿No pueden hacerlo en orden?-todos nos callamos en el
instante en que Carlisle habló.

-Papá tiene razón. Así no se hacen las cosas. Esme se sentará allá-dijo Alice señalando
una silla.- luego irá Edward, sigue Bella, después voy yo, junto a mi Jasper, luego
Emmett, Rose y al final Carlisle junto a Esme. Y nadie más va a discutir.- Amenazó
mirando como Emmett se me acercaba para negociar un cambio de siento.

Me acerqué para ocupar mi sitio.

-Permíteme Bella.-dijo Edward, que salió de no sé dónde y abrió una silla para
ofrecérmela.

-Gracias.-murmuré sonrojándome.

-Wow, no sabía que Edward era un caballero.- me dijo Alice en voz baja.

-Yo tampoco.-susurré.

-A propósito. No me has saludado.-dijo Edward capturando mi atención.


-Hola.-murmuré sonriendo.

-¿Qué tal te fue en el examen?

-Genial. En verdad, muchas gracias.

-Por nada. Supongo que hoy es nuestro día de descanso ¿Cierto?

-Creo que sí.

-Estaba pensando si… tal vez el viernes luego de estudiar podemos ir por un helado
para celebrar por el éxito obtenido ¿Qué te parece?

-Mmm. La verdad es que tengo otro compromiso. Lo siento.

-No importa.- Dijo con tristeza. Al instante me sentí mal por él. Pero Jacob... ¡Era
Jacob! No podía cancelar nuestra cita.

-Si quieres podemos ir el sábado.

-No te preocupes Bella.-dijo mostrando su linda sonrisa.

Me quedé mirándolo por unos segundos. Ahora que lo observaba bien, era bastante
guapo. Mis mejillas se sonrojaron ante mis pensamientos. En un momento de locura, me
imaginé como sería si me besara. Estuve unos segundos disfrutando de mi fantasía,
cuando escuche que alguien me llamaba desde algún lugar lejano.

-¿Me hablaban?-pregunté con cara de boba.

-Bella, ¿estás bien?

-Sí, ¿Por qué, Esme?

-Por que van varias veces que te llamo y tú parecías estar demasiado concentrada
mirando a Edward. ¿Desde cuándo le pones tanta atención?

-Pero mamá ¿Qué no lo sabes? Edward y Bella están saliendo juntos ¿No crees que
hacen linda pareja?-Dijo Alice señalándonos y mostrando su radiante sonrisa.

-¡¿Qué?!- gritamos Edward y yo al unísono.

Emmett soltó una carcajada que ocasionó que escupiera el agua que estaba bebiendo.
Menos mal que no mojó a nadie.

-Eddie, ¿Por qué no nos lo habías dicho?-preguntó Emmett con tono burlón, mientras yo
sentía mi rostro enrojecer por la vergüenza.

-Alice, ¿De dónde sacaste esa tontería?-gritó Edward enojado.

-Pues… ustedes lo dijeron.- exclamo Alice con su muy fingida carta de inocencia.
-¿Tu le dijiste eso Bella?-preguntó Edward centrando su mirada amenazante en mi.

-¡Claro que no!-dije con enfado.

-Repito: Alice ¿De dónde sacaste eso?-dijo Edward tratando de controlar su enfado.

-Edward, el día que estuvimos en tu habitación tú nos lo dijiste.-dijo Rosalie con total
tranquilidad.

-¿Qué? Yo no se los dije. Ustedes preguntaron si sabía porque Bella había cambiado y
estaba extraña con ustedes…

-Y tú aceptaste que era por ti.

-¡Si, pero yo jamás dije que estábamos saliendo juntos!

-¿Entonces a que te referías?- preguntó Alice y de pronto me lanzó una mirada


acusadora- ¡Pero Bella, tú jamás negaste nada!

-Edward solo me ha estado ayudando con Matemáticas. No-estamos-saliendo. Y


además ¡Yo como iba a saber que hablaban de eso!

-¡Chicos!-gritó Esme.- ¿Podrían hacerme el favor de continuar su discusión luego de


que termine la comida?

-Claro mamá, lo sentimos. –Contestó Alice

-Tsss…-Emmett hizo un ruidito algo extraño y Rosalie lo golpeó en la cabeza.

A partir de ahí, todo transcurrió por fin en silencio.

Pronto terminamos todos de comer y llevamos los platos sucios a la cocina. Todos nos
ofrecimos a ayudar a Esme a recoger las cosas.

Ella nos repartió las tareas y a mí me tocó lavar platos junto a Edward. Yo estaba
evadiendo intencionalmente su mirada, pero no pude seguir ignorándolo cuando me
llamó.

-¿Bella?

-¿Si? – respondí aun sin mirarlo.

-¿Estas enojada?- preguntó algo temeroso. Definitivamente no esperaba esa pregunta.

-No, ¿Debería?

-No, eso solo que creí que... ya sabes… por lo de Alice… el malentendido… todo eso.

-¡Oh, eso! Mmm... No estoy enojada, solo un poco… confundida, ¿Cómo puede ser que
hayan inventado eso sobre nosotros?
-No se los digas, pero Rose y Alice están un poco locas.

-Más bien, muy locas ¿No?-al fin tuve el valor de mirarlo. Llevaba la camisa
arremangada y se veía…sexy.

Su risa invadió la cocina y me contagió sus carcajadas rápidamente.

-¿Está todo bien aquí?-preguntó Alice en ese momento, tan inoportuna como siempre.

-Sí, Alice. Todo en orden.- Al ver su cara me dio un nuevo ataque de risa. Alice me
miró sumamente sorprendida y salió silenciosamente de la cocina.

-Lo siento-dije luego que me calmé.- ¿Seguimos con los platos?

-Claro.- dijo Edward mostrándome una de sus deslumbrantes sonrisas.

Luego de que terminamos en la cocina, me reuní en la sala con las chicas. Reímos y
platicamos un buen rato, pero por algún extraño motivo, no podía apartar el rostro de
Edward de mi vista.

Al caer la noche, después de haberle explicado a mis amigas lo que en realidad sucedía
con Edward y como había comenzado todo, me despedí de todos y me disculpé con
Esme por el escándalo que habíamos hecho a la hora de la comida.

Regresé a mi casa tan cansada que me fui a la cama sin cenar.

Era un día soleado. Bajé de mi camioneta y me dirigí a la entrada de mi casa.

-Bella- giré para ver que era mi madre la que me hablaba.

-¡Mamá!-al instante corrí para abrazarla - ¿Qué haces aquí? No sabía que vendrías.

-Hola, hija. Tenemos que apresurarnos.

-¿Por qué?-pregunté sorprendida.

-Se hace tarde y ya deberías estar ahí.

-¿En dónde? Mamá ¿Qué haces? –murmuré cuando me jalaba de vuelta a la camioneta.

No contestó ninguna de mis preguntas y comenzó a conducir de manera aterradora, por


más que le repetía que mi auto era antiguo y no daba para tanto, no disminuyó la
velocidad ni un poco, hasta que por fin llegamos frente a un cine.

Al llegar, vi a varios de mis amigos ahí.

-Ya está Bella, baja.

Descendí de mi camioneta y mi mamá arrancó a toda velocidad apneas cerré la puerta.


Me acerqué con mis amigos.
-Hola, Bella. Qué bueno que viniste, solo te estábamos esperando a ti.-dijo Ángela.

-¿Para qué?-pregunté mientras me arrastraba dentro de una sala.-Espera, aun no he


comprado mi boleto.

-Ay Bells, no es necesario. ¡Vamos!

Entramos a la sala, pero no era como yo la recordaba, estaba muy pequeña y no había
muchos asientos, sino que estaban todos unidos, como los de los coches.

Solo había cinco filas, cuatro de ellas estaban seguidas una de otra, mientras que la
última estaba muy separada de las demás.

-Creí que no vendrías.-murmuró una hermosa voz que yo conocía muy bien.

-¿Edward?- estaba muy confundida y no entendía lo que sucedía.- ¿Qué estamos


haciendo aquí?

-Ven conmigo.-murmuró mientras me tomaba de la mano. Este gesto me sorprendió


muchísimo, pero en vez de alejar mi mano, apreté la de Edward con fuerza. Esto no
pareció molestarle, siguió caminando hasta la última fila como si se tratara de algo que
hacíamos a diario.

-¿Por qué hasta la última fila? No vamos a ver nada.

-Tú solo sígueme.

-Ok-dije algo desconfiada.

Llegamos hasta nuestros asientos y Edward me envolvió entre sus brazos. Me sobresalté
un poco, y mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal; pero Edward no parecía
contrariado, así que decidí aprovechar el momento y me acurruqué contra él,
disfrutando del calor y el aroma que desprendía su cuerpo. Depositó un beso en mi
mejilla.

En ese momento escuche que me llamaban. Una luz me cegó los ojos y reconocí la voz;
era mi padre, y su voz provenía del mismo lugar que la cegadora luz.

-¡Bella! ¡Bella!

Su voz parecía algo exasperada y me pareció que era por la forma en que estábamos
abrazados Edward y yo. A Edward no parecía importarle que estuviéramos enfrente de
mi padre.

-¡Bella! ¡Cuidado!-gritó Charlie con preocupación.

Sentí un golpe en un costado de mi cuerpo, me dolió tanto que solté un gritó y cerré los
ojos. Cuando los abrí, vi el suelo de mi habitación.

-¿Estás bien?-preguntó Charlie preocupado.


Me levanté y subí de nuevo a mi cama.

-Estoy bien. ¿Qué hora es?

- Las 7:40.

-¿Qué? ¡No puede ser! ¡Voy a llegar tarde!

-Llevo casi cinco minutos hablándote. Si no te caes de la cama, no te hubieras


levantado. ¿Qué estabas soñando?-su pregunta me recordó mi sueño y sentí mis mejillas
sonrojarse.

-Creo que no quiero saberlo. ¡Apresúrate!

-Sí, ya voy. Gracias papá. Nos vemos por la noche.

-Suerte en la escuela, Bella.

Me alisté lo más rápido que pude. Al ir manejando hacia el instituto, me puse a pensar
sobre mi loco sueño. Muy en el fondo, acepté que deseaba que hubiera sido real; y
desgraciadamente, el motivo no era el hecho de ver de nuevo a mamá, sino lo que pasó
con Edward. Al llegar a la escuela, por fin me di cuenta de algo: me gustaba Edward
Cullen.

POV Bella

La semana transcurrió lentamente, el jueves por la mañana, estaba conversando con


Alice.

-Oye Bella, ¿Ya sabes que usaras en tu cita de mañana?

-Mmm...No.

-¡Genial! Iremos hoy de compras.-perfecto, justo lo que me faltaba, una tarde de tortura
con Alice. Tenía que detenerla antes de que siguiera con sus planes.

-¿Sabes? Pensándolo bien, si tengo que ponerme. ¿Recuerdas el día de la fiesta de


Jessica? Insististe en que me llevara tres modelos. Al final no use ninguno porque tú te
enojaste con ella y le dijiste que no iríamos. Puedo usar uno de esos.

-¿Y perderte una tarde divertida junto a mi?-preguntó Alice haciendo pucheros, su
estrategia de convencimiento.

-Exacto.

-¡Bella! ¡No puedes hacerme esto!

-De hecho si puedo. –Dije con orgullo, pero al instante vino a mí el remordimiento, así
que añadí.- Creo que deberías ir hoy a mi casa. Necesito ayuda para saber qué modelo
elegir.
-Claro. ¿Saliendo de la escuela?

-Si.

-De acuerdo.

El día transcurrió muy rápido. A la salida me reuní con Alice, pero no esperaba verla
junto a Edward; que se había cortado el cabello y se veía aun más guapo. Llevaba
puestos unos lentes oscuros que lo hacían ver tan sexy…

-Por fin vienes Bella. Edward, dile a mamá que llegaré más tarde ¿ok? Ah, y préstame
tu celular.

-¿A dónde irás?-murmuró Edward al tiempo que sacaba su teléfono y se lo entregaba a


Alice.

-A casa de Bella. Tengo que ayudarla a elegir su atuendo para su cita.-murmuró con
entusiasmo, como si fuera su cita y no la mía.

-Mmm... ¿Puedo saber con quién irás?-murmuró Edward dirigiéndose a mí.

-Con… Jacob.-dije de forma tímida.

Los últimos días, Edward y yo nos habíamos estado llevando mejor. Nos la pasábamos
bromeando y todo era muy divertido. Era extraño, ya que cuando estábamos los dos
solos, todo era genial; pero cuando estábamos con los demás, se portaba distante
conmigo.

-Que te diviertas.-murmuró con desdén, como si deseara lo contrario. Caminó con pasos
largos hasta su auto.

-Vamos, Alice.

Subimos a mi camioneta y conduje hasta mi casa. Primero hicimos los deberes; al


terminar, ordenamos pizza.

Cuando acabamos de comer, recogimos todo y subimos a mi habitación para comenzar


con la elección de la ropa adecuada.

Alice me obligó a probarme todas las prendas que tenía, suerte que no eran demasiadas.
Al final, se decidió por un blusón morado un poco escotado y unos mallones negros.
Después de todas sus súplicas, no consiguió convencerme de usar zapatos altos, así que
opté por un par de zapatos bajos que jamás había usado.

Ya estaba todo listo. Alice no quería dejarme sola, así que decidió esperar a que Charlie
llegara para marcharse.

Mientras esperábamos, estuvimos conversando un buen rato.


-¿Sabes Bella? Qué lástima que lo de Edward y tú no fuera en serio. Hubiera preferido
que salieras con él a que lo hicieras con Jacob.

-No sé cómo pudieron inventar eso tú y Rose. ¿Yo enamorada de Edward? ¡Por favor!-
fingí una risa que sonó algo histérica. A pesar de que quisiera negarlo, yo también
coincida con Alice.

-Acéptalo, harían buena pareja.

-Tal vez, pero creo que él jamás se fijaría en alguien como yo.

-¿Por qué no?

-No lo sé. Creo que no soy de su tipo.

-Como sea, preferiría tenerte a ti como cuñada, que a esa loca que se la pasa acosándolo
todo el tiempo.

-¿A quién te refieres?-pregunté fingiendo no tener interés.

-¡A Tanya! Es tan hostigosa. No la soporto.- ¡Arg! Esa tipa. No me extrañaría si algún
día, por alguna extraña coincidencia de la vida, fuera cruelmente atropellada por una
pick up roja. Nadie sospecharía de la inocente hija del jefe de policía. Y así, tendría a
Edward para mi solita, seríamos felices y nadie se interpondría entre nosotros, y…

-¡Bella!

-¿Qué?-murmuré sorprendida cuando regresé a la realidad. – Ah… si… ¿Qué decías?

-Estás muy distraída ¿No? ¿En qué pensabas?

-Mmm... En nada. Supongo que estoy algo nerviosa.-dije fingiendo una sonrisa.

-Bien, creo que ahora debo dejarte, no me gusta que estés sola, pero se hace tarde y
debo ayudar a mamá con la cena.

-Claro, Alice, no te preocupes. Nos vemos mañana, gracias por ayudarme.

-De nada, no creas que se me olvida que me debes una tarde de compras ¿eh?

-Si tú lo dices.

-Deja de ser tan aguafiestas. Goza la vida ¿Ok?-dijo dándome un abrazo y un beso en la
mejilla. Le dediqué una sonrisa sincera. A pesar de las torturas que me hacía pasar, era
mi mejor amiga y la apreciaba muchísimo.

Alice salió y cerró la puerta tras de sí. Tenía demasiado sueño como para esperar a
Charlie, así que decidí saltarme la cena e irme a acostar luego de ducharme.
Al día siguiente, me apresuré para llegar temprano a clases. Cuando acabé de
arreglarme, me puse a buscar por toda la casa las llaves de la camioneta, no las
encontraba y cada vez se me hacía más tarde, así que llamé a Alice para pedirle que
pasara por mí.

-¿Hola?-contestó una voz inesperada que hizo acelerar mis latidos.

-¿Edward? ¿Qué haces con el teléfono de Alice?

-Ayer ella perdió el mío, así que la obligue a darme el suyo.

-Mmm... ¿Esta ella por ahí?

-No, se acaba de ir.

-Rayos.

-Parece que estas algo molesta ¿Puedo saber la razón?

-Es tardísimo y no encuentro las llaves de mi camioneta.

-Si quieres puedo pasar por ti.

-¿En serio?

-Si, llego ahí en unos tres minutos ¿ok?

-Ok, gracias Edward, me salvaste.

-Por nada.

Colgué el teléfono sintiéndome muy feliz. Edward pasaría por mí y estaríamos los dos
solos, sin nadie más y esta vez no estaríamos rodeados de libros, como en las ocasiones
anteriores en que habíamos estado juntos.

Tal como dijo él, a los tres minutos escuche el claxon de su coche y salí corriendo hasta
él. La puerta de copiloto ya estaba abierta. Subí rápidamente y Edward arrancó
enseguida. Manejaba de miedo, con razón llegó ahí tan rápido.

-Hola.-dijo luego de unos segundos.

-Hola. Oye, en serio, gracias por traerme, no sé que hubiera hecho sin ti.

-Te debía un favor ¿Recuerdas? Además, quería aprovechar para darte unos consejos.

-¿Qué consejos?- pregunté muy intrigada.

-Bien, ya que mañana vas a salir con Black.-murmuró con desprecio.- creo que deberías
saber que él es un idiota, y no debes dejar que te trate mal o te obligue a hacer algo que
no quieras ¿De acuerdo?
-Comprendo. Aunque no creo que sea un idiota, creo que es un buen tipo.

-Como sea, no me gustaría que te lastimara, por eso te lo digo.

-Ok- murmuré. No podía creer que Edward estaba intentando protegerme, eso debía
significar que yo le importaba, aunque fuera solo un poco. Me emocioné ante esta
perspectiva.

-¿Puedo hacerte una pregunta?-dijo Edward. Asentí-¿Qué tiene Jacob de especial como
para que salgas con él?

-Mmm… no lo sé. Es…guapo y… divertido.

-¿Y no podías conseguirte alguien mejor? Digo, eres muy linda para él.

Mis mejillas enrojecieron al instante como reacción a sus palabras. En ese momento ya
nos encontrábamos en el estacionamiento de la escuela. Edward apagó el motor y bajó
rápidamente, yo seguía algo distraída, así que me sorprendí demasiado cuando escuche
mi puerta abrirse. Edward tomó mis libros y yo bajé con cuidado; luego cerró la puerta
y me entregó mis cosas. Me agradó enormemente el detalle.

-Se me hace tarde, nos vemos luego, ¿Vale?-le dije a Edward sonriendo mientras corría
hacia mi primer clase.

-Hey, Bella.-gritó Edward- ¿Crees que soy guapo y divertido?-me deslumbró con su
clásica sonrisa.

Sentí mi rostro enrojecer y seguí mi camino ignorando sus palabras. Si que era guapo,
incluso más que Jake, y también más divertido, pero obviamente no iba a decírselo.

El día pasó muy rápido, al terminar las clases, Jacob me alcanzó para recordarme
nuestro compromiso. Estaba buscando mi coche en el estacionamiento, cuando recordé
que Edward me había traído.

-¿Me estabas buscando?- dijo una sexy voz detrás de mí.

-¡Edward, me asustaste!

-Lo siento, ¿Te llevo de vuelta?

Alice también se había ofrecido a llevarme, pero prefería pasar un tiempo más junto a
Edward.

-Si no es mucha molestia.-respondí sonriéndole.

-Vamos.- murmuró al tiempo que lo seguía hasta su coche.

Me abrió la puerta y me ayudó a entrar, mientras yo me sonrojaba ante su


caballerosidad.
El trayecto fue breve y en silencio. Parecía molesto por algo, pero no quise sacar a
relucir el tema.

Al llegar frente a mi casa, bajé del coche y le di las gracias de nuevo. Él sólo asintió con
la cabeza. Comencé a caminar hacia mi casa, cuando me llamó. Regresé para ver que
quería.

-Verás ¿Recuerdas que te había invitado a comer un helado para celebrar? Me


preguntaba si querrías ir el lunes, ya que no tengo entrenamiento.

-Ah, claro. ¿Saliendo de la escuela?

-Si. Si quieres puedo pasar por ti en la mañana para que no tengas que llevar tu coche.

-Ok. Gracias.

-De nada, Bella. Suerte.-dijo casi como si me deseara lo contrario.

Apenas abrí la puerta de mi casa, solté un grito de alegría. Había pasado mucho tiempo
junto a Edward últimamente, pero no había sido por voluntad propia; en cambio ahora
él me había invitado a mí. Estaba sumamente feliz, aunque sabía que eso no significaba
nada, es decir, él conocía a chicas mucho más guapas que yo, y seguro las invitaba por
un helado de vez en cuando, así que me dije a mi misma que no debía emocionarme
demasiado, y decidí concentrarme solo en esta tarde y dejar lo otro para después…

POV Edward

No pude evitar el ataque de celos que tuve. No podía creer que Bella Swan tuviera esos
efectos en mí. Se suponía que solo iba a ayudarla con Mate, nadie me advirtió que
terminaría enamorándome de ella.

Estuve toda la maldita tarde imaginando cuan feliz estaría con Jacob, tan guapo y
divertido; yo era diez veces mejor que él. Pero Bella, es algo extraña, así que prefiere
salir con él, aun teniéndome a mi cerca.

Decidí tomar una siesta para olvidarme por unos momentos de ella…

De pronto escuché que alguien tocaba la puerta. Me levanté, eran las ocho en punto
¡Había dormido más de dos horas!

-Edward, ábreme. Ya sé dónde está tu celular.

-Ya voy, Alice.

Me levanté con pereza y caminé hasta la puerta. Apenas la abrí, Alice me jaló escaleras
abajo.

-Acabo de recordar. Me lo prestaste el día que fui con Bella, tomé algunas fotos y lo
olvidé encima de su escritorio.
-¿En el escritorio de Bella?

-Fue lo que dije, ¿No? Espero que no te moleste lo de las fotos, es que Bella se veía
espectacular, y todo gracias a mi.

Bien, por lo menos obtendría fotos de Bella a cambio de los días de incomunicación.

-Entonces supongo que iré a buscarlo.

-Pero, ¿Crees que ya haya regresado?- gritó Alice, pero yo ya estaba dentro del coche, y
no iba a regresar, si no estaba Bella, la esperaría, no debía tardar demasiado; que tanto
podría entretenerse con el guapo y divertido de Jacob.

Llegué hasta la casa de Bella y el jefe Swan estaba frente a la puerta.

-¿Qué tal Edward? ¿Vienes a ver a Bella?

-Si, señor. ¿Ya regresó?

-¿Regresar?- dijo algo confundido.- No ha salido en toda la tarde.

-¿Ah, no? Entonces si me permite entraré a hablar con ella un momento.

-Claro, pasa.

¿Qué habría pasado? Tal vez Bella por fin se había dado cuenta de su grandísimo error
y lo canceló en el último minuto. Rogué para que así fuera.

Toqué la puerta de su habitación, pero no recibí respuesta.

-¿Bella? ¿Estás ahí dentro?

-¿Edward? Dame un minuto.

Abrió la puerta luego de un tiempo; apenas miré su rostro, me di cuenta de que algo
andaba mal. Tenía una expresión de tristeza, parecía a punto de echarse a llorar.

-Bella, ¿Estás bien?- pregunté avanzando un paso hacia ella.

-Eso creo. –dijo no muy convencida.

-Oye, creo que Alice olvidó mi celular aquí la tarde de ayer. Dijo que lo había dejado
sobre tu escritorio.

-Déjame buscarlo.- murmuró y se aproximó al mueble. Esculcó entre una montaña de


cosas hasta que lo encontró.

-Aquí está.

-Gracias. Nos vemos el lunes, entonces.


-Claro, adiós

Abrí la puerta del cuarto, me disponía a salir, pero no pude aguantar mi curiosidad y
regresé para interrogar a Bella.

-Hey Bella… ¿Qué tal te fue con Jacob?

-Mmm… en realidad, no fui a ningún lado con él.

-¿Ah, no? Supongo que por fin te diste cuenta de la clase de persona que es.

-Creo que si. –dijo al tempo de que soltaba un suspiro.

-¿Pasó algo?– pregunté con algo de preocupación.

-No, en realidad no.

-¿Estás segura? No te ves muy bien.

-Si me veo bien o no, no es de tu incumbencia ¿Ok?- me respondió con rabia.

-Lo siento, no quería molestarte, es solo que me preocupo por ti; se supone que somos
amigos ¿no? Sólo quería saber si podía ayudarte de algún modo.

Negó con la cabeza y al acercarme a ella me percaté de que estaba llorando.

-Bella ¿Por qué lloras?-murmuré al tiempo que me acercaba hacia ella.

-Por nada Edward, vete.

Contrario a lo que me dijo, fui a donde se encontraba ella y la abracé. Seguía llorando
entre mis brazos.

-Bella, ¿Quieres decirme que pasó?

-Tenías razón.-dijo entre sollozos.

-¿Sobre qué?

-Sobre Jacob, en verdad es un idiota.

- ¿Él te hizo algo?

-Se suponía que vendría por mí, lo estuve esperando toda la tarde y no llegó; luego le
llamé a Sam para preguntar por él, y me dijo que había salido de viaje.

-Bueno, tal vez fue un viaje de emergencia ¿no?

-No, Sam dijo que él y su padre lo habían planeado con semanas de anticipación. No sé
porque me invitó a salir si en verdad no quería verme.
-Oh, Bella lo siento mucho. Pero no te preocupes, él no vale la pena. Hay muchos
hombres mejores que él.

-Tienes razón, pero nadie se fijaría en alguien como yo.

-¿Cómo puedes decir eso? Estoy seguro de que pronto encontrarás a alguien que te
quiera. Pero ¿sabes algo? La próxima vez que te enamores de alguien, procura que sea
un buen prospecto, y no un idiota como Jacob. Busca a alguien que te valore, que sea
lindo contigo, que siempre piense en ti, que se preocupe por ti y que te ame como lo
mereces;- alguien como yo, pensé para mis adentros- y cuando lo encuentres, no lo
dejes ir.

Bella asintió y me miró con ojos llorosos; se limpió las lágrimas con el dorso de su
mano.

-Gracias, Edward. Hubiera deseado que no tuvieras que ver esto. Debí hacerte caso.

Yo le respondí con una sonrisa; Bella se acercó lentamente hacia mí y me dio un beso
en la mejilla. Cerré los ojos disfrutando de la sensación que se apoderó de mí en ese
momento. Ella me quería, tal vez no de la forma en que yo la quería a ella, pero eso era
algo, por lo menos. Yo haría todo lo posible por conquistarla, por hacerla feliz; solo
faltaba que ella me diera una oportunidad…

Bella POV

Por un momento, olvide todo. Mi mente solo estaba concentrada en Edward, y en la


cercanía que había entre nosotros. En cierta forma, estaba agradecida de que él estuviera
aquí conmigo, pero no quería que él se diera cuenta de lo mucho que me había afectado
lo que había pasado con Jacob.

Edward aún seguía abrazándome, y yo me aferraba a él como si fuera un salvavidas en


medio del mar abierto.

Cuando al fin me sentí tranquila, lo solté y me alejé para coger un paquete de Kleenex.

-¿Ya te sientes mejor?-preguntó Edward mirándome con preocupación, su tono de voz


me hizo preguntarme qué aspecto tendría.

-Sí, gracias en verdad.

-Por nada, Bella. Ya sabes que yo estaré aquí para todo lo que necesites.-le respondí con
una sonrisa. –Entonces, nos vemos el lunes ¿Ok? ¿A qué hora te recojo?

-Creo que iré en mi camioneta.-así lograría evitar las incómodas preguntas de mis
amigas.

-¿Segura?

-Sí, gracias de todas formas.


Sin decir más, salió de mi habitación, me asomé a la ventana y observe a mi padre
platicando con Edward, luego él se subió a su coche y arrancó a toda velocidad.

Estaba cansada, así que me acosté y me dormí enseguida. Edward apareció en mis
sueños nuevamente, desperté a mitad de la madrugada algo sobresaltada por mis
fantasías.

A la mañana siguiente me desperté casi hasta medio día, no tenía ganas de levantarme.

Recibí una llamada de Reneé diciéndome que vendría dentro de unas semanas para
pasar unos días conmigo.

Esto me hizo sentir mucho mejor y estuve más animada el resto del fin de semana.

El lunes por la mañana, llegué a la escuela muy temprano. Me reuní con Alice y Rose.

-Hola, Bella. ¿Encontraste las llaves de tu camioneta?

-Sí, Alice. Estaban en la bolsa de la chamarra que traía la semana pasada.

-¡Por favor! A quien se le ocurre dejarlas ahí.-dijo Emmett que llegaba junto a Jasper y
Edward.

Edward me miró y yo le sonreí, el me devolvió la sonrisa.

El timbre sonó y todos acudimos a nuestras respectivas clases. Estaba muy retrasada en
Biología, ya que había pasado toda una semana fuera de clase, pero sabía que podría
ponerme al corriente en poco tiempo. Además, las vacaciones de invierno estaban cerca.
Solo faltaban unas cuantas semanas para salir de clase.

A la hora del almuerzo, me reuní con los chicos en la mesa de costumbre. Fue extraño,
ya que Edward se sentó junto a mí.

-Que tal, Bella. He estad pensando…-dijo poniendo cara de concentración.

-¿En serio? ¿Y no te dolió?

-Muy graciosa.-comencé a reír y en unos segundos Edward se unió a mis risas. Cuando
dejé de reír, me percaté de que todos nos miraban.

-¿Qué les pasa a ustedes dos?

-Nosotros… nada. Fue solo una broma.-dijo Edward.

-Ok.-dijo Alice y siguió platicando como si nada hubiera pasado.

-Bueno, te decía. Estaba pensando en darle una paliza al tal Jacob. ¿Qué te parece?

-¿Qué? ¿Por qué? ¡No, por supuesto que no!


-Pero Bella, solo imagínate su cara cuando…-

-¡Dije que no, Edward!

-¿Por qué? No me digas que te preocupas por lo que le pase después de lo que te hizo.

-No me preocupo por él, sino… por ti. No me agradaría que salieras lastimado por mi
culpa.

-¿Quieres decir que piensas que Jacob es más fuerte que yo?

-No, no me refiero a eso. Pero… prefiero que no te arriesgues. Déjalo así.

-De acuerdo, como tu digas. Si cambias de opinión, solo dímelo.

-Ok.

Tomé una botella de agua de mi charola. Mientras bebía, pensaba en lo que había dicho
Edward. ¿Cómo es posible que quisiera golpearlo? Digo, se supone que la que debería
estar enojada, sería yo y no él. Me emocioné al suponer que tal vez lo hacía porque yo
en verdad le importaba. ¿Sería posible que él sintiera algo por mí? ¿O sería solo
amistad? En cualquier caso, me sentía feliz de que se interesara en mí.

El timbre sonó luego de unos minutos. Rosalie y yo caminamos hasta el aula de


matemáticas. Mi problema con los números, estaba superado, y todo fue gracias a
Edward.

Al finalizar la clase, el profesor me pidió que me quedara unos momentos.

-Señorita Swan,-dijo-me parece que el señor Cullen ha hecho un excelente trabajo, y


usted también se ha esforzado demasiado. Me da gusto que hayan hecho un buen equipo
y el resultado se ha visto reflejado en las clases y en los exámenes. Bien hecho señorita.

-Gracias señor. Nos vemos mañana.

Sabía que ese "gracias" en realidad era por otro motivo, después de todo, si no fuera por
él, yo ni siquiera cruzaría palabra con Edward. A pesar de que era hermano de mi mejor
amiga, nunca nos habíamos llevado bien.

Al finalizar las clases, caminé hacia mi camioneta y Alice me alcanzó.

-Oye, Bella. Recuerda que me debes una salida de compras, además me tienes que
contar como te fue con Jacob.- Ups, había olvidado decirles lo que en realidad pasó. Lo
mejor sería evadir el tema lo más que pudiera.

-Alice, no quiero ir de compras, no necesito nada, mejor que Rosalie te acompañe.


Además, no hay nada que contar. Olvídalo.
-Bella, por favor. Di que sí, anda. Es más, te propongo algo. No te obligaré a probarte
nada, elegirás lo que tu decidas y yo solo te daré mi opinión, ¿Está bien?-Ok, eso no
sonaba tan mal.

-Bien.

-Ok, entonces en un momento te alcanzo en tu casa y de ahí nos vamos. Solo serán un
par de horas.

-De acuerdo. Te veo en un rato.

Seguí caminando, y vi que alguien venía detrás de mí. Volteé discretamente para ver
quién era y me di cuenta de que se trataba de Mike. Apresuré mi paso fingiendo que no
lo había visto.

-¡Bella! ¡Espera, quiero decirte algo!-gritó Mike. Obviamente aun no comprendía que
yo no quería nada con él. Tenía una fama de mujeriego, que hacía que lo odiara hasta lo
más profundo.

-Mike, tengo mucha prisa.

-Será rápido. Lo prometo.

-Ok, ¿Qué quieres?-dije parándome frente a él.

-¡Bella!-escuché que Edward me llamaba.-Aquí estas. Te estaba buscando.

De pronto recordé algo: Edward había dicho "¿Recuerdas que te había invitado a comer
un helado para celebrar? Me preguntaba si querrías ir el lunes…" ¡Hoy era Lunes! ¡Y yo
lo había olvidado por completo! ¿Cómo pude ser tan idiota?

-Sí, estoy aquí.-susurré.

-Mike, me parece que alguien aquí sale sobrando. Adiós.-dijo Edward mirándolo
amenazadoramente hasta que se fue.

-Oye Bella, me parece que tienes mala suerte, tus pretendientes son de lo peor. Por
suerte llegué a tiempo.

No respondí enseguida, mi mente estaba analizando las opciones. Opción uno: Irme con
Edward y cancelar mis planes con Alice, si hacía esto, seguro ella intentaría arrancarme
la cabeza, y de paso a Edward también. Opción dos: Irme con Alice y cancelar mis
planes con Edward, sin duda esta era la que menos me agradaba, pero sabía que él no
intentaría asesinarme, es más comprensivo que su hermana. Me decidí por hacer lo
segundo.

-Edward, agradezco tu preocupación, pero tengo algo que decirte. Yo… se que dije que
saldría contigo hoy, pero no puedo. Tengo otro compromiso, lo siento. Podemos dejarlo
para otro día ¿No?-lo mire esperando obtener un sí como respuesta.
-Pero creí que… olvídalo, fue tonto de mi parte creer que querrías ir a alguna parte
conmigo.-murmuró alejándose.

-Edward ¿Qué dices? Espera.-corrí tras de él, pero no podía seguirle el ritmo.-
¡Edward!-grité lo más fuerte que pude, pero él no volteó ni se detuvo por un segundo…

Edward ¿Qué dices? Espera.-corrí tras de él, pero no podía seguirle el ritmo.- ¡Edward!-
grité lo más fuerte que pude, pero él no volteó ni se detuvo por un segundo.

Traté de seguirlo, pero ocurrió lo inevitable. Tropecé con mis propios pies y caí al piso.
Cerré los ojos. No me importaba si alguien me veía ahí. Tuve que luchar para evitar que
se derramaran las lágrimas que amenazaban por salir.

-Bella, ¿Estás bien?-murmuró una voz con preocupación. Al instante supe que se trataba
de Edward. Abrí mis ojos para encontrarme con su rostro demasiado cerca.

-Creo que sí. Edward ¿Por qué te enojaste conmigo?-le pregunté mientras me ayudaba a
levantarme.

-¿Te duele algo?

-No. ¿Vas a contestar mi pregunta?

-No me enojé contigo. Me enojé conmigo mismo.-respondió evadiendo mi mirada.

-¿Por qué?.- pregunté extrañada.

-Por ser tan idiota para creer que tú podrías estar interesada en mi.

-¿Qué… dices? Yo no… yo…

-No necesitas explicarme nada Bella.-dijo Edward acariciando mi mejilla. –Lo entiendo.
Estas saliendo con alguien más. Está bien.

-Yo no estoy saliendo con nadie. La razón por la que no puedo acompañarte es porque
voy a ir de compras con Alice. Tú la conoces, jamás me perdonaría si le dijera que no
en el último segundo. Ya la conoces ¿no? Sabes de lo que es capaz.

-¿Entonces me cambiaste por Alice?- preguntó con insultante incredulidad.

-Mmm…podría decirse.

-¿No lo estas inventando?

-Por favor, Edward. ¡Claro que no!

Al fijar mi vista en sus ojos, me di cuenta de que no me creía. Necesitaba hacer algo que
le demostrara que no mentía.

-Edward...- murmuré tocando su rostro.- Créeme.


Acerqué mi cara a la suya lentamente. No me importaba si me rechazaba. Nuestros
labios estaban separados solo por milímetros. Percibí su dulce aliento en mi boca. Cerré
los ojos, preparada para sentir sus labios en los míos, pero eso no sucedió. Edward besó
mi mejilla y abrí los ojos. Alejó su rostro del mío.

-Bella, no debes probarme nada.

-No intento probarte nada tonto. Intento hacer lo que me dijiste.

-¿Qué fue lo que te dije?

-Que me enamorara de alguien que me valorara, que me amara, que fuera lindo conmigo
y que cuando lo encontrara no lo dejara ir. Creo que tú podrías ser esa persona.- miré
sus hermosos ojos, parecía un poco confundido.-Claro, entiendo si tú no quieres nada de
eso.

Me di media vuelta sintiendo las lágrimas amenazantes en salir nuevamente. Mi corazón


no soportaría escuchar como Edward me rechazaba.

Caminé lo más rápido que pude. En cuanto entré a mi camioneta, comencé a llorar. No
podía ver nada así que me quede en el estacionamiento hasta que estuve totalmente sola.
Me sequé las lágrimas y trate de mantener una apariencia normal para que Alice no se
diera cuenta de nada. Recé porque aún no llegara.

Todo el trascurso traté de ocupar mi mente en cosas banales, como la comida que
prepararía para la cena y el lugar en que se quedaría Renée cuando llegara. Logré llegar
a casa a salvo y me alegré al darme cuenta de que Alice no había llegado aún.

Subí las escaleras corriendo, me lavé la cara, me cambié de blusa, tome mi bolsa y me
eche un vistazo en el espejo de mi habitación. Me veía fatal, pero con un poco de suerte,
Alice estaría demasiado entusiasmada con nuestra salida que no repararía en mi aspecto.

Escuché el claxon del Porsche y bajé de dos en dos los escalones. Escribí una nota
rápida para Charlie y me reuní con Alice.

Respiré hondo antes de entrar al coche.

-Ok, ya estamos listas. –dije con fingido entusiasmo y Alice me miró con cara de pocos
amigos.

-¿Qué hice?-Alice no contestó y siguió mirándome.- ¿Quieres que se nos haga tarde?
Deberíamos irnos ya.

-Bella, eres malísima para fingir.

-¿De qué hablas?, yo no estoy fingiendo.

-Aja, lo que digas.-dijo un poco molesta y encendió el coche.


Encendí la radio y sintonicé una estación de música Country. Subí el volumen lo
suficientemente alto para evitar cualquier intento de conversación.

Todo el trayecto fuimos en silencio; solo necesité un rápido vistazo para darme cuenta
de que Alice iba muy enojada.

Cuando nos estacionamos fuera del centro comercial, no me dirigió la palabra mientras
mirábamos las tiendas.

-Hey, Alice. ¿No se supone que eras tú la que quería hacer esto? ¿Por qué traes esa
cara?- pregunté. Por poco choco con ella cuando se dio media vuelta y se paró frente a
mí con las manos en la cintura.

-Vamos, Bella. ¿Crees que no me he dado cuenta de que me estas ocultando algo? ¿O si
no a qué viene tanto entusiasmo de tu parte? ¿Y desde cuando te gusta el country?
Siempre criticaste a Rosalie por eso. Si no quieres contarme, lo respeto, pero entonces
que no te asombre si no estoy del mejor humor. Creí que por lo menos mi mejor amiga
confiaría en mí.

-Alice, yo jamás dije que no confiaba en ti.

-¿Entonces por qué intentas engañarme?

-Lo siento, no quería arruinar nuestra salida de compras. Siempre lo arruino todo.-dije.-
Lo arruiné con Jacob, con Mike, con Edward. Solo me quedabas tú, Alice, y no quería
hacer las cosas mal.

-Ay Bella, eso no es verdad. A veces metes la pata, pero eso nos pasa a todos. Mira, te
propongo algo. Vamos a sentarnos a comer algo y ahí me cuentas que te pasa ¿Ok?

-Está bien. Vamos.

Caminamos hacia el restaurante y nos sentamos en una mesa del fondo. Ordenamos
nuestros respectivos platos y mientras nos atendían, Alice comenzó a interrogarme. Le
conté todo lo que había ocurrido con Jacob. Ella me dejó descargarme, solo me
interrumpió cuando llegué a la parte que involucraba a su hermano.

-Espera… ¿Es en serio? ¿Edward hizo eso? Wow, quien lo hubiera creído. Continua.

Me di cuenta de que Alice se estaba guardando muchas preguntas. Así que le dije.

-Pregunta lo que quieras Alice. Prefiero decirte todo antes de que empieces a hacer tus
propias conjeturas.

-Quiero que me cuentes todo lo que respecta a mi hermano. Me parece que ocultan algo.

Le narré todo lo que había pasado, lo mucho que me gustaba Edward y los múltiples
efectos que causaba en mí. Cuando por fin terminé de desahogarme, Alice parecía a
punto de saltar de la silla de la emoción.
-¡Te lo dije, Bella! Ustedes dos son tal para cual. Serían la pareja perfecta.- dijo con una
expresión soñadora en su rostro.

-No lo creo Alice. Creo que a él no le intereso.-murmuré con tristeza.

-¿Por qué dices eso?

-Por que hoy… bueno, creo que Edward me dejó en claro que no quería nada conmigo.
Y yo por supuesto quedé como una tonta.

-Ay, Bella. Lo siento mucho. Pero estoy segura de que cambiará de opinión luego de
que hable con él.

-¿Qué? No, Alice. Esto es cosa mía, no es que no aprecie tu ayuda, pero no quiero
causar problemas.

-Ok, ya sabes que cuentas conmigo para todo.

Dimos por terminada nuestra conversación y terminamos de comer. Pagamos la cuenta


y nos dirigimos a la primera tienda. La típica Alice estaba de vuelta, mirando todos los
escaparates de las tiendas y dando saltos de emoción cada que veía un vestido lindo o
unos zapatos que le gustaban.

Entramos a varias tiendas y, tal como lo había prometido, sólo escogí ciertas prendas y
no las miles que Alice hubiera deseado.

Estábamos en la última tienda del centro comercial, cuando el celular de Alice comenzó
a sonar con una ruidosa melodía.

-Disculpa, vuelvo en un momento.- dijo Alice y me dejó sola un momento mientras


hablaba con alguien. Regresó luego de un minuto.

-Bella, voy a ver si me pueden mostrar unos zapatos del probador, creo que son de mi
número. Mientras tú espera a la dependienta que fue por las botas.

Asentí con la cabeza y Alice se retiró. Yo me quedé mirando la montaña de zapatos que
Alice pensaba comprar. Me pregunté seriamente si no necesitaría ir a una de esas juntas
de compradores compulsivos. Seguro me mataría si se lo sugería.

Comencé a tararear una canción en voz baja, cuando de pronto escuché un ruido de
pasos que se acercaban. Volteé para averiguar si Alice había conseguido lo que buscaba,
pero no era ella, sino su hermano, el que me miraba parado a sólo dos metros de
distancia.

Nuestras miradas se encontraron, pero Edward no pronunció palabra alguna, sólo me


miraba intensamente.

-Bella… yo quería hablar contigo.-dijo y dio un paso para acercarse a mí.

-¿Ah, sí? ¿Sobre qué?- pregunté fingiendo indiferencia.


-Sobre… lo que ha pasado.

-Mmm… Ok, hablemos.-dije mirándolo a la cara. Él se sentó junto a mí mirando en


dirección al piso.

-Mira, la verdad yo… no sé como decírtelo…-dudó tratando de encontrar las palabras


correctas.-Bella, tu… -soltó un suspiro. Jamás lo había visto así, tan inseguro y
vacilante.-Demonios, no sé ni lo que digo…- levantó la mirada y sus ojos estaban llenos
de duda. De pronto su expresión cambió, parecía haber tomado una decisión.

Se acercó más a mí. Traté de alejarme un poco, pero mi cuerpo no respondía; mi mente
solo se concentraba en al cuerpo de Edward en contacto con el mío. Como por instinto,
acorté aún más el espacio que había entre nosotros.

Edward se movió rápidamente, ni siquiera me dio tiempo de pensar en lo que se


disponía a hacer. De un segundo a otro, sus labios estaban sobre los míos, moviéndose
suavemente, buscando una respuesta de mi parte. Sentí una corriente eléctrica recorrer
todo mi cuerpo. Mis labios se acoplaron a los suyos, y en ese momento, me hizo olvidar
todo lo que había pasado esa tarde, era como si sólo existiéramos él y yo. Ni siquiera me
importó que las vendedoras, los demás clientes o incluso Alice pudieran vernos.

Cuando nos separamos, Edward tomó mi mano y me dijo:

-Perdóname, Bella. En verdad lo siento.- Parecía que quería agregar algo más, sin
embargo no lo hizo.

Yo, por mi parte, tenía millones de preguntas y dudas en mi cabeza, pero me era
imposible pensar correctamente luego del bloqueo mental que me provocó Edward con
su beso.

¿Por qué había dicho "lo siento"? ¿Me estaba pidiendo perdón por besarme? ¿Acaso se
arrepentía de haberlo hecho? Y, lo más importante ¿Por qué lo había hecho?

Había tantas preguntas invadiendo mi mente, y no lograba poner mis pensamientos en


orden. Menos bajo la mirada inquisitiva de Edward.

-Disculpe, señorita. Tengo aquí las zapatillas que me había pedido su amiga. ¿No sabe a
dónde se fue?-preguntó una vendedora. Ya se me había hecho raro que no apareciera
nadie para interrumpir el momento, era lo típico.

Fingí que no la había escuchado y regresé a mi asunto, pero Edward se había levantado
ya y se dirigía a la salida de la tienda…

OV Edward

-Que me enamorara de alguien que me valorara, que me amara, que fuera lindo conmigo
y que cuando lo encontrara no lo dejara ir. Creo que tú podrías ser esa persona.- había
dicho Bella. Cuando la escuché pronunciar esas palabras, mi corazón dio un salto y fui
incapaz de decir nada. Ella malinterpretó mi silencio y agregó:-Claro, entiendo si tú no
quieres nada de eso.
Acto seguido, dio media vuelta y se fue rápidamente. Yo, por mi parte, estaba como
pasmado, mi cerebro aun no lograba interpretar todo.

Reaccioné unos segundos después, traté de seguir a Bella, pero ella estaba ya bajo el
resguardo de su camioneta. Sabía que si intentaba hablar con ella ahora, no querría
escucharme, era demasiado terca. Así que decidí esperar un tiempo, iría a visitarla por la
tarde.

Manejé hasta mi casa, con la música a todo volumen para no escuchar mis propios
pensamientos.

Cuando abrí la puerta, Alice iba de salida. Bella no me había mentido, en verdad iban a
salir juntas.

-Hey, Alice. ¿A dónde van a ir tu y Bella?

-Al centro comercial, en Port Angeles. ¿Por qué, quieres venir?-dijo riéndose al tiempo
que ingresaba a su auto y cerraba la puerta.

Las palabras de Alice me dieron una buena idea…

Eran las seis de la tarde, y yo estaba estacionado fuera del centro comercial, las chicas
que pasaban junto mí, se me quedaban viendo como tontas; pero Bella y Alice no
aparecían por ningún lado.

Tenía que aclarar todo con Bella de una buena vez. Quería que me dijera si sentía algo
por mí. Quería pedirle perdón por haber sido un tonto y haberla dejado ir, por haberla
rechazado cuando quiso besarme…

Empezaba a oscurecer, así que se me ocurrió llamar a Alice para averiguar en donde
estaban.

-¿Edward?

-Hola, Alice. Tienes que decirme exactamente en donde se encuentran ¿Está Bella
escuchando?-pregunté en voz baja.

-No, la dejé dentro de la tienda.-dijo una voz que no salía del teléfono.

-¿Alice? ¿Qué haces aquí?-pregunté extrañado.

-¿Acaso crees que no vi tu llamativo coche estacionado aquí? Sabía que estabas aquí
desde hace una hora.

-Entonces por qué no…

-¿Se lo dije a Bella? Edward, sinceramente, eres un tonto. Lo arruinaste todo, no puedo
decir que Bella no lo haya hecho perfecto, pero tu debiste haber arreglado las cosas.
Como sea, le prometí a ella que no me metería en sus asuntos, así que me temo que
tendrá que arreglarlo tú solo, hermano.
-Alice, no puedes decirme eso. Tú siempre tienes una solución para todo, aunque no te
la pidan. Necesito de tu ayuda.

Alice lanzó un suspiro y luego añadió:

-Está bien. Te diré que haremos: Bella esta sola dentro de la tienda en estos momentos,
tu irás y hablarás con ella, tienes- le echó un vistazo a su reloj- diez minutos para ir ahí
y arreglar todo, cuando yo regrese, voy a fingir que no sabía que tú estabas ahí, y así
ella no se dará cuenta de que intervine. Luego yo diré "Wow, quiero probarme todos los
zapatos de ese aparador", Bella pondrá cara de susto y tú te ofrecerás a llevarla a su
casa. –cuando terminó, una sonrisa iluminaba mi rostro.

-Gracias Alice, eres la mejor.-dije abrazándola.

-Ya empezaron a contar los diez minutos.-dijo señalando su reloj.

No quise perder más tiempo y entré a la tienda. Observé a Bella desde lejos, parecía que
estaba cantando. Me acerqué lentamente, y al escuchar mis pasos, volteó.

Me miró fijamente durante unos segundos, pero no dijo nada. Y a mí se me había


olvidado preparar un discurso con anterioridad... Tendría que improvisar.

-Bella… yo quería hablar contigo.-dije en voz baja avanzando para estar más cerca.

-¿Ah, sí? ¿Sobre qué?- preguntó con tono indiferente.

-Sobre… lo que ha pasado.

-Mmm… Ok, hablemos.-dijo finalmente; fui a sentarme junto a ella. La vendedora no


me quitaba la vista de encima, pero eso no me importó, yo solo tenía ojos para Bella.

-Mira, la verdad yo… no sé como decírtelo…-dije y al instante supe que era verdad, no
sabía que decirle. -Bella, tu… -suspiré, me estaba poniendo nervioso. No era solo
decirlo y ya, tenía que encontrar el modo de hacerlo sin que Bella malentendiera todo de
nuevo.-Demonios, no sé ni lo que digo…- alcé la mirada y me percaté de que Bella me
miraba intensamente, esperando a que dijera algo coherente.

De pronto me di cuenta de que sería más fácil demostrarle lo que sentía con hechos que
con palabras. Me acerqué a ella lentamente, estaba desprevenida por completo, solo un
segundo bastó para que nuestros labios se tocaran.

Bella vaciló un poco antes de dejarse llevar. Sus labios se movieron lentamente, con
suavidad. Fue un beso diferente, especial. Yo la amaba, y una parte de mí, me aseguraba
que ella también.

De pronto recordé que estábamos en una zapatería y muy a mi pesar, me alejé de Bella.
El tiempo se me estaba agotando, tomé su mano entre las mías y le dije:

-Perdóname, Bella. En verdad lo siento.- bueno, al menos eso era algo; tampoco podía
esperar decir una frase demasiado coherente luego de besarla.
La miré y su rostro expresaba confusión. Supuse que preguntaría algo, pero no lo hizo.
Me dispuse a proseguir, pero alguien llegó a interrumpirnos.

-Disculpe, señorita. Tengo aquí las zapatillas que me había pedido su amiga. ¿No sabe a
dónde se fue?- le dijo una de las vendedoras a Bella, que casualmente era la misma que
no me había quitado la vista de encima desde que llegué.

Bella hizo una mueca de desagrado. Analicé las cosas por un segundo y decidí que una
tienda no era el lugar apropiado para una declaración amorosa. Debía ser algo más
romántico, o por lo menos más privado, sin todas las miradas alrededor. A las chicas les
gustaban esos detalles, o al menos eso era lo que siempre decía Jasper.

Me levanté sin decir nada, ahora que lo pienso, fue un gran error no haberme despedido
de Bella, pero en ese momento solo quería salir de esa tienda y planear la forma en que
le confesaría a Bella mi amor por ella, sin que nada saliera mal ésta vez.

Podría comprarle una flores o… chocolates, a Alice le encantaban los chocolates,


seguro a Bella también. Pero algo me dijo que a ella le valdrían más mis palabras que
algún obsequio.

Regresé a mi casa manejando despacio, algo sumamente raro en mí. No quería llegar y
ser atosigado con preguntas incómodas.

Al llegar a mi hogar, subí rápidamente las escaleras luego de gritar "Estoy en casa" y
me encerré en mi habitación.

Me acosté a pesar de que solo eran las ocho de la noche. Apagué la luz y pasé cerca de
media hora moviéndome en la cama, sin poder conciliar el sueño.

Cuando al fin pude pegar ojo, alguien abrió la puerta con brusquedad. Era Alice.

-Edward, ¿Qué tienes por cerebro? ¿No podías solo hablar con ella e irte?- exclamó
encendiendo la luz.

-No era el lugar apropiado.-susurré cubriendo mis ojos con mis manos.

-¡Eres un idiota, la dejaste más confundida que antes! No puedo creer que lo echaras a
perder. Y pensar que sacrifiqué mi valioso tiempo solo para eso. No puedo creerlo.- dijo
con indignación.

-Alice, por favor. Lo siento, ya sé que hice todo mal y no necesito que me lo repitas por
que no es la primera vez que echo a perder algo ¿Ok?

-Pues no sé qué vas a hacer ahora, pero yo ya no te voy a ayudar. Suerte. Buenas
noches.-dijo antes de que apagara la luz y cerrara la puerta…

Al día siguiente, se me hizo tarde para ir a la escuela. Esa mañana, había pasado más de
cuarenta minutos tratando de arreglar mi cabello, sin obtener un resultado satisfactoria y
por supuesto causando la risa de Emmett. Me salté el desayuno y aún así llegué
empezada la clase.
Jasper me saludó desde el otro extremo del salón cuando ocupé mi lugar en el aula de
Trigonometría.

La siguiente clase era Biología, y sabía que Bella estaría ahí. Este hecho me preocupó y
estuve ausente durante toda la hora.

Cuando sonó el timbre, me demoré lo más que pude para arribar a la clase de Biología.
Me senté en mi asiento, que estaba solo a una fila de diferencia del asiento de Bella.

Estaba platicando con Alice, como de costumbre. Se veía muy linda, con sus cabellos
marrones escondiendo su rostro; estaba sonriendo, aún no se había dado cuenta de que
la observaba.

El profesor entró y comenzó a dar la clase. Yo seguí mirando a Bella, que estaba muy
atenta a la lección del día de hoy.

El maestro puso un ejercicio y cuando Bella se agachó para sacar su libreta, me miró.
Sus ojos recorrieron mi rostro y después de unos segundos, me dedicó una sonrisa, yo le
respondí con otra y ella desvió la vista rápidamente con las mejillas sonrojadas. Se veía
adorable.

Luego de eso, traté de concentrarme en la explicación del maestro. Terminó la clase y


recogí mis cosas despacio, luego caminé hasta mi siguiente clase…

POV Bella

El timbre del almuerzo sonó y recogí mis cosas, esperé a que Emmett y Jasper
recogieran el desastre que habían hecho y cuando acabaron, caminamos juntos hacia la
cafetería para reunirnos con los demás. De camino, nos topamos de frente con Edward.
Al verlo de cerca, me di cuenta de que su cabello tenía un aspecto diferente el día de
hoy. Parecía como si hubiera intentado peinarlo, pero luego se hubiera arrepentido y lo
hubiera alborotado nuevamente, tratando de regresarlo a su aspecto común.

-¿A dónde vas hermano?-preguntó Emmett golpeándolo en el hombro.

-Con los chicos del equipo, tengo que darles un aviso.-dijo Edward.

-Eso puede esperar, ven con nosotros. Tenemos que contarte algo, ¿O no, Jasper?

-Sí, hombre; con eso de que últimamente te has vuelto tan ocupado que muy apenas nos
saludas.-dijo Jasper con tono ofendido.

-Está bien, chicos. Me sentaré con ustedes. Supongo que el equipo puede esperar.-dijo
Edward con una linda sonrisa y se unió a nosotros. No pasé por alto que ni siquiera me
saludó. De hecho, hizo como si yo no existiera en todo el trayecto hasta la cafetería.

Alice me había dicho que debía preguntarle todas mis dudas pero, francamente, tenía
miedo de las respuestas que escucharía. Edward era tan extraño, que me hacía
preguntarme si no tenía un trastorno de cambio de personalidad.
De cualquier modo, no sabría cómo abordar el tema. ¿Qué se suponía que debía decirle?
"Hola Edward, ¿Qué tal? Oye, ¿Podrías decirme porque me besaste? ¿Y por qué me
pediste perdón luego? ¿Y también podrías aclararme lo que sientes por mí? Ah, y de
paso también podrías decirme la razón de que te me quedes viendo la clase entera, me
sonrías y luego me ignores, todo en menos de seis horas. Por cierto, estoy enamorada de
ti".

Obviamente no iba a hacer eso, así que mejor deje ese pensamiento atrás y me senté con
la bandeja de comida frente a mí; no tenía nada de apetito.

Edward ocupó el lugar vació junto a mí. Alice estaba del lado opuesto de la mesa,
haciéndome señas para que entablara conversación con Edward.

Yo moví mi cabeza diciendo "no", pero ella seguía insistiendo y Jasper nos miraba sin
entender nuestras señas. Se formó un silencio incómodo en la mesa. Intenté ignorar a
Alice que me miraba con cara de enojo.

Me levanté con brusquedad tomando mi mochila y caminé hacia el estacionamiento.

-¡Bella!-gritó Alice, atrayendo la mirada de todos los que pasaban por ahí.- ¿A dónde se
supone que vas?

-A ningún lado. Los veo luego.-dije acelerando el paso.

Escuché pasos de alguien que me seguía. No tenía humor para batallar con Alice, preferí
ignorarla.

Pero no fue la voz de Alice la que me llamó, y no fue su mano la que se cerró en torno a
mi brazo, sujetándome con fuerza.

-Bella, tenemos que hablar.-dijo Edward mirándome a los ojos.

Yo me quedé un poco aturdida por su cercanía. En ese preciso momento sonó el timbre.

-Lo siento, tengo que ir a clase-dije.

-Tal vez no pienses como yo, pero para mí, esto es más importante que una simple
clase.-susurró empleando su mirada más convincente.- Vamos afuera.

Asentí con la cabeza y lo seguí cruzando el estacionamiento hasta llegar al lindero del
bosque.

Dejé mis cosas cerca del tronco de un árbol y me di la vuelta para quedar frente a
Edward, que lanzó un suspiro antes de comenzar a hablar.

-Bella, se qué he hice todo mal desde un principio, y lo siento. Sé que estás confundida,
pero quiero aclararte todo, desde el inicio.

"No sé en qué momento pasó, pero de un tiempo a esta parte, te he visto de un modo
diferente. Yo te tenía por una persona engreída, que se creía superior a los demás, pero
en realidad yo estaba muy equivocado, ni siquiera te conocía realmente; y no creo que
ahora te conozca demasiado, pero tengo la certeza de que eres una chica amable, alegre,
comprensiva, sensible…, créeme que no me alcanzan las palabras para describirte.

"Luego Alice y Rosalie empezaron con sus insinuaciones, pero al ponerme a pensar, me
di cuenta de que realmente hubiera deseado que fuera verdad. Quise decirte lo que
sentía por ti, sin embargo no lo hice; en parte porque temía tu rechazo, y en parte porque
ni siquiera yo tenía claros mis sentimientos, así que deje pasar el tiempo y luego tú te
metiste en problemas sólo para que no me culparan a mí. No sabía lo que te había
impulsado a hacer eso, pero ese acto me convenció de que valía la pena intentar
conquistarte.

"Después vino lo de Jacob, y eso me desilusionó demasiado. Cuando te encontré sola en


tu habitación, y vi que te había lastimado, sentí mucha rabia contra él. Quería
consolarte, quería que confiaras en mí, y creo que lo logré.

"No sabía cómo hacerte saber que te quería más de lo que tu imaginabas, así que inventé
un pretexto para que salieras conmigo. Y cuando cancelaste nuestros planes, me deje
cegar por el enojo y no te escuché, te rechacé. Te dejé ir, algo que no debí haber hecho.
Me arrepentí y fui a buscarte al centro comercial. Tenía planeado pedirte perdón por
haberte rechazado y aclarar todo.

"Enseguida que te besé, quise decirte todo, pero desistí en el último minuto y creo que
te dejé más confundida que antes, pero quería que este momento fuera especial, y no en
una zapatería rodeados de gente.

"Había planeado darte un regalo, escribir unas líneas para ti, o llevarte a un lugar
especial, pero no tenía tiempo para planear todo eso, porque si seguía cometiendo
errores, tarde o temprano terminarías aborreciéndome y te irías con cualquier otro como
Mike.

"Así que aquí estoy, -dijo tomando mi mano.-Haciendo lo que debí hacer hace mucho
tiempo. Bella, estoy enamorado de ti, te amo demasiado y me gustaría que me dieras
una oportunidad de ser parte de tu vida.

Sus palabras me dejaron sin aliento, mi corazón comenzó a latir alocadamente y una
amplia sonrisa apareció en mi rostro.

-Edward- murmuré acercándome a él.- Eres un tonto. Ya eres parte de mi vida.

Rodeé su cuello con mis brazos y lo besé con todo mi entusiasmo. Él me rodeo con sus
brazos, acercándome aún más. Podía sentir su sabor en mi boca, me inundo un
sentimiento desconcertante, imposible de describir. Me sentí completa, feliz. No quería
separarme de él jamás.

Pero la falta de aire nos hizo distanciarnos. Aproveché para decir:

-A propósito, yo también te amo.-dije provocando que Edward sonriera.-Creo que debo


entrar a clase.
-De acuerdo.-dijo antes de darme un beso en la frente. –Pero recuerda que me debes una
salida.

-No lo he olvidado.

Edward me tomó de la mano y recogió mi mochila. Caminamos juntos hasta llegar al


pasillo que conducía al aula de Matemáticas. Él me entregó mis cosas y giro hacia la
derecha.

-Te veo más tarde.-murmuró.

Lancé un suspiro y toqué la puerta del salón.

-Profesor, estaba en la enfermería, no me sentía bien. ¿Me permite pasar?-pregunté


intentando sonar convencida de mis palabras.

-Adelante, señorita Swan.

Ocupé mi lugar junto a Rosalie, que me miraba expectante.

-¿Qué pasó Bella? Alice me contó lo de Edward.-susurró apenas me senté.

-Bueno, él me dijo que me amaba. Y luego nos besamos.-dije sonrojándome, incapaz de


ocultar mi sonrisa.

-¡Que romántico! Son la pareja perfecta. Bella, estoy tan feliz por ti.-dijo en voz alta,
provocando que media clase nos mirara.

-Rosalie, no queremos que se entere toda la escuela.-dije. Rosalie soltó una risita.

-Señoritas, ¿Ya están distrayéndose de nuevo? ¿Me harían favor de guardar silencio?-
exclamó el profesor mirándonos a ambas.

-Por supuesto señor. Permaneceremos calladas.-dijo Rosalie con una expresión de total
seriedad.

-Eso espero señorita Hale.-murmuró, girándose para seguir por la clase.

-No tienes de que preocuparte, Bella. Ahora tienes a tu maestro particular.-susurró


Rosalie guiñando un ojo…

Llevaba cuatro meses saliendo con Edward. Luego de su declaración, nos volvimos
inseparables. En verdad se me hacía difícil comprender como pude haberlo aborrecido
en un principio. Ahora, lo amaba más que a nadie.

Faltaban solo unos días para que terminara el curso, y se notaba en el ambiente escolar.
Todos estábamos entusiasmados por las vacaciones de verano.

Yo, por mi parte, estaba sumamente feliz, ya que el fin de semana, vendría Renée a
visitarme, y pasaríamos dos días enteros juntas.
El jueves al terminar las clases, me encontraba esperando a Edward recargada sobre su
Volvo. Lo vi correr desde la entrada del edificio para llegar rápidamente hasta donde yo
estaba.

-¿Qué tal tu día?-preguntó.

-Genial. ¿Y el tuyo?

-Excelente.-respondió con una sonrisa. Luego se acercó lentamente a mí, me arrebató lo


que traía en las manos y lo puso en el techo del auto.

Colocó sus labios sobre los míos, besándome dulcemente y acariciando mi rostro. Yo
entrelacé mis brazos alrededor de su cuello y acaricié sus suaves cabellos. Y, al igual
que todos los momentos en que estábamos juntos, nos sumergimos en nuestra propia
burbuja; bien podría estar incendiándose la escuela y nosotros seguiríamos besándonos
sin darnos cuenta de nada.

Me separé de él cuando escuché la voz de Emmett. No podía evitar sus burlas cada vez
que nos veía en tales situaciones. Edward protestó pero cuando miró a su hermano se
apartó de mí y abrió la portezuela del auto.

Yo tomé mis cosas y subí al coche. Los chicos pasaron a nuestro lado y los saludé con
mi mano.

Edward subió y encendió el auto, a continuación salió del estacionamiento a gran


velocidad.

-Oye Bella, ¿Éste fin de semana es cuando viene tu madre?-preguntó.

-Si, ¿Por qué?

-Los chicos y yo estábamos planeando irnos de fiesta, ya sabes, para festejar que por fin
terminan las clases. ¿Crees que podrías escaparte solo una noche?-dijo con emoción.

-Mmm… no lo sé, Edward. Tal vez.-respondí en voz baja.

-Ok, ojala vengas con nosotros. No la pasaré bien si tú no estás.

-¿Por qué dices eso?-pregunté asombrada.

-Por que estaría extrañándote todo el tiempo, y no podría divertirme a gusto.

-Trataré de ir, lo prometo.-dije en vista de sus palabras.

Gracias a la manera de conducir de Edward, estuve en mi casa en un abrir y cerrar de


ojos. Me dio un beso en la mejilla antes de que bajara.

-Nos vemos mañana.-me dijo sonriendo.


El sábado por la mañana me levanté más temprano que de costumbre. Limpié un poco
la casa, no quería que estuviera desordenada cuando mi madre llegara.

Cerca de las once, alguien tocó la puerta ¡Seguro era ella!

Me apresuré a abrir y me encontré con mi madre empapada de pies a cabeza.

-¡Mamá! Entra ¿Qué te pasó?

-¿En verdad quieres saberlo Bells?-preguntó mientras me envolvía entre sus brazos.

-Si.-respondí.

-Olvidé la cámara que te prometí la última vez, así que cuando aterricé en Port Angeles
estuve paseando por las tiendas para ver si lograba encontrar una. Todo estaba cerrado a
esas horas, pero no me rendí. Caminé por mucho tiempo y una fina lluvia comenzó a
caer, pronto se convirtió en un terrible aguacero. Mis maletas se mojaron
completamente, y tardé casi una hora para conseguir un taxi. ¡Ni siquiera pude comprar
tu cámara!

-No importa, mamá. No la necesito. Pero, ¿Es que no trajiste paraguas?

Reneé negó moviendo su cabeza algo arrepentida de haber olvidado algo tan
importante.

-Me alegro de que estés aquí.

-Yo también estoy muy contenta. ¿Podrías darme algo de comer? Estoy hambrienta.

-Claro, mamá. Aún queda un poco de café, puedes tomarlo de aquel termo. Te prepararé
algo.

-Gracias, Bells, lo haría yo, pero ya sabes que soy pésima cocinando.

Reí al recordar sus fallidos intentos de preparar la cena cuando vivíamos en Phoenix.
Preparé un par de huevos estrellados y un poco de tocino. Seguro le encantaría. Ella era
como yo, prefería lo sencillo sobre lo ostentoso.

Llevé los platos a la mesa y platicamos por un largo rato sobre las cosas que ambas
habíamos hecho. Yo le conté todo, excepto lo referente a Edward. Mi madre era aun
peor que Alice –lo sé, es difícil imaginar alguien peor que Alice- pero en serio, jamás le
contaba nada sobre los chicos que me gustaban, aunque no tenía mucho historial que
digamos.

Luego de que terminara, le ayudé a desempacar sus cosas. Casi todo estaba mojado, así
que nos dimos a la tarea de arreglar cada prenda. Luego me mostró un montón de fotos
de los lugares que había visitado con Phil en lo que iba del año. Me sentía feliz por ella.

Preparé una cena especial, que estuvo lista justo cuando Charlie traspasó la puerta de la
entrada.
Saludó a Reneé y luego se sentó junto a ella. Mi madre inmediatamente comenzó a
parlotear y yo me compadecí de Charlie.

Llevé las cosas a la mesa y los tres cenamos juntos. Charlie y yo en silencio, y mamá
hablando hasta por los codos. Fue la última en terminar.

Mi celular sonó en ese momento. Era un mensaje de Edward, quería saber si iría con
ellos a festejar esa noche. Aún no me había querido decir a qué lugar iríamos, según él
era una sorpresa.

Le respondí diciéndole que no, pues mi madre se pondría como loca si se lo dijera.

Estuvimos platicando otro rato, le mostré los cambios que habíamos realizado en la casa
durante los últimos meses. Prometió que me enviaría un cuadro pintado por ella misma
para que adornara la pared de mi habitación. No me hice muchas ilusiones, seguro lo
olvidaría apenas aterrizara en Phoenix.

Llegó la hora de dormir y Charlie se ofreció a dormir en el sillón para que ella ocupara
su cama. Reneé discutió un poco antes de aceptar.

Ayudé a mi padre a acomodar las cobijas para su improvisada cama.

Mi madre me dio un beso antes de que me fuera a acostar. Una vez que estuve en mi
cama, observé el reloj. Eran las doce de la noche. Cerré los ojos pensando en Edward,
imaginando que estaba junto a mí, rodeándome con sus brazos, lo extrañaba casi a cada
minuto del día.

Me adentré en un sueño ligero, así que desperté con facilidad cuando mi celular
comenzó a vibrar encima de la mesita de noche. Era Edward.

-¿Hola?

-Bella, voy para tu casa, ya sé que dijiste que no irías, pero te aseguro que ellos no
notarán que no estás, puedes brincar desde tu ventana y…

-¿Bromeas, cierto? No saltaré desde la ventana, ni siquiera puedo caminar


correctamente cobre el suelo firme, ahora imagina como me iría en una caída de más de
cuatro metros.-dije en voz baja para evitar despertar a alguien.

-Ok, fue mala idea. Debí haberlo sabido, Emmett fue quien lo sugirió. Entonces…

-Edward, no quiero que mi mamá se entere de nada, y si me fugo ella se dará cuenta y
me pedirá explicaciones. Además, Charlie me mataría si descubre que me fui sin su
permiso.

-Bella, por favor… -insistió.

-Lo siento, no iré.-dije con tristeza.


-Ok, nada de lo que diga te convencerá ¿Verdad? No hay problema, te entiendo.
Supongo que nos veremos luego.-susurró Edward desanimado.

-¿Vendrás el lunes? Charlie se va a ir todo el día a la comisaría.

-Ahí estaré. Buenas noches.

-Edward…-dije antes de que colgara.

-¿Si?

-Te amo.

-¡Oh, Dios mío! ¡No lo puedo creer!-gritó una voz detrás de mi.

-¡Mamá! ¿Qué haces aquí?-pregunté al verla parada detrás de mí con la boca abierta.-
Edward, tengo que colgar.

-Claro, Bells, espero no haberte causado problemas. –dijo Edward.-Adiós.

-Bella, ¿Acaso escuché que dijiste "Te amo"?-preguntó Reneé apenas colgué.

-Mmm… si. –respondí avergonzada.

-No me habías dicho que tenías novio.- exclamó con tono acusatorio.

-Seguro lo olvidé. Lo siento.-dije tratando de restarle importancia al asunto.

-¿Cómo vas a olvidar una cosa así? Seguro te extrañaba tanto que no le importó llamarte
a estas horas. ¡Es tan romántico! –exclamó con ojos soñadores, seguramente
imaginando ya toda la historia de mi vida.

-No me extrañaba, mamá. Quería que saliéramos a no sé donde con sus hermanos.

-¿Y por qué no estás preparándote para irte?-preguntó.

-¿Estás loca? Charlie jamás me dejaría ir.-repliqué.

-Pero yo estoy al mando por este fin de semana. Tu padre no tiene por que enterarse.-
susurró como si me estuviera confiando un secreto.

-¿Hablas en serio?

-Si. Anda, llámale y dile que venga por ti.

-Gracias, mamá.-dije emocionada y le di un fuerte abrazo.

Llamé a Edward para contarle las buenas noticias y prometió estar ahí en cinco minutos.
Me vestí casualmente ya que no tenía la menor idea de a donde iríamos. Edward llegó
antes del tiempo acordado.

-Diviértete, hija. Y mañana me contarás mañana todo lo que hicieron ¿Eh?

-Claro, mamá. Gracias.

Crucé la cochera de la casa para legar hasta donde estaba el Volvo. Abrí la portezuela y
subí rápidamente. Edward se puso en marcha enseguida.

-¿Qué te hizo cambiar de opinión?-preguntó cuando tomamos la carretera.

-Mi madre.-respondí.

-¿Y qué dijo Charlie?

-No se enteró. Tenemos que llegar antes de que amanezca, de lo contrario notará mi
ausencia. No queremos que te arreste o algo así.

-No lo creo. Le caigo bien.

-Es cierto.-dijo riéndome al recordar la primera vez que había ido a mi casa, y mi
sorpresa al darme cuenta de que se llevaba mejor con él que conmigo.

Encendí la radio a bajo volumen, la lluvia comenzó a caer suavemente, unas cuantas
gotas al principio, pero luego de unos minutos se convirtió en un fuerte aguacero. Los
limpiaparabrisas se movían rápidamente de un lado a otro.

El coche avanzaba lentamente bajo la lluvia, cada vez más lento. Creí que Edward
estaba disminuyendo la velocidad, pero me basto un vistazo a su cara para adivinar que
algo andaba mal.

-¿Qué sucede?-pregunté.

-No lo sé. Creo que esta cosa ya no quiere avanzar.

-¿Que dices? Creí que estaba en perfectas condiciones.

-Yo también pensé lo mismo.-dijo con enfado cuando el auto se detuvo por completo.-
Voy a llamar a Emmett, no sé nada de mecánica. Diablos, no hay red. Odio estas cosas.

-¿Qué haremos ahora?-pregunté algo preocupada.

-Supongo que… esperar a que los demás vengan de regreso para que nos ayuden. No se
me ocurre nada mejor.-dijo con expresión abatida.

-Ok.-susurré y subí el volumen de la radio para ignorar el sonido de la lluvia. Me ponía


algo nerviosa.
-Bella, lo siento mucho. Esto no es para nada lo que había planeado para esta noche. Yo
quería darte una sorpresa y lo arruiné.

-No te preocupes. –murmuré mirando las gruesas gotas que resbalaban por la ventanilla.
–Edward… ¿no te molesta la lluvia?

-No, ¿Por qué? ¿A ti si?

-Me pone nerviosa. En especial el sonido de los truenos. Creo que aun no me
acostumbro a pesar de que llevo mucho tiempo aquí.

-Ven aquí.-dijo y alargó sus manos hacia mí.

Yo desabroché el cinturón de seguridad y crucé hacia el asiento de Edward, sentándome


sobre sus piernas. Él me abrazó y besó mi frente.

-No tienes nada de qué preocuparte. De verdad siento que haya pasado esto.

-No es tu culpa. Además, no importa el lugar en el que estemos, lo que importa es que
estamos juntos.

Nos quedamos en silencio, tan solo disfrutando de nuestra mutua compañía.

-Gracias-dije en algún momento.

-¿Por qué?- preguntó extrañado.

- Por darle sentido a mi vida. No soy la misma de antes. Desde que estamos juntos, veo
las cosas de forma diferente. Me encanta la manera en que me miras, la manera en que
me tocas, y lo que me haces sentir cuando me besas. Sencillamente, me vuelves loca,
Edward. Y te amo por eso.

-Yo también te amo. –dijo antes de agacharse y besar mis labios. Afuera, el agua
golpeaba con fuerza los vidrios, pero en ese momento, no me importó. Tampoco me
importó el hecho de que estuviéramos varados en medio de una carretera desierta, en
medio de la noche. Estaba con Edward, y mientras lo tuviera junto a mí, todo lo demás
carecía de importancia…

Fin

CAPITULO 1

OCULTANDO

Tenía dos semanas de haber llegado de Forks, oficialmente hoy tenía dos semanas como
estudiante de primer ingreso en la Universidad de Washington y tres días de haber
cumplido los dieciocho años. Estaba conversando con Garrett un vagabundo a quien
conocí mi primer día en Seattle, había salido a conocer los alrededores de mi
apartamento cuando un borracho se me acerco con intensiones dudosas, Garrett lo
ahuyento y desde ese día nos volvimos amigos , él era mi único amigo aquí además de
una compañera de universidad, que en cuanto me vio me salto encima sin conocerme
diciéndome que nosotras seriamos grandes amigas. Cuando su diminuta forma me
envolvió en un abrazo se lo devolví sin dudarlo. En Forks nunca tuve amigos
verdaderos además de Ángela y su novio Ben.

Garrett desde el día de mi casi ataque me acompañaba todas las tardes a mi caminata
por el parque, para asegurarse que nada me fuera a pasar, él era como mi padre por
decirlo de alguna manera, tenía la misma edad de Charlie y sus ojos eran igual de
bondadosos. Yo agradecía enormemente que me acompañara, me sentía segura en su
compañía. Eran casi las siete de la tarde cuando íbamos a mitad del parque, había pocas
personas haciendo ejercicio.

--Bella, en verdad debes dejar de traerme comida, no es tu responsabilidad—me dijo


mientras mordía un emparedado que siempre procuraba hacerle cuando nos reuníamos a
caminar.

--Se que no lo es, pero como no tengo que cocinarle a Charlie, pues te toca comerte su
parte. No me gusta cocinar para mi sola—le dije una media verdad.

--Solo por eso…te lo acepto—sonrió haciendo que sus ojos se llenaran de arruguitas.

Asentí y seguimos caminando unos cinco minutos hasta que algo nos llamó la atención.
Habían cinco hombres golpeando a otro parecía que le querían robar, el hombre se
trataba de defender pero eran demasiados.

--Oigan, déjenlo no sean abusivos—le grite corriendo hacia ellos. Escuche llamarme a
Garrett y lo sentí a pocos pasos de mí.

Cuando se percataron que nos acercamos salieron corriendo dejando al hombre en el


suelo. Me arrodillé a su lado y mi respiración se atoró en mi garganta, su labio estaba
roto al igual que su ceja; pero eso no fue lo que me robó el aliento, sino que era el
hombre más hermoso que alguna vez mis ojos hubieran visto, ni siquiera los modelos de
las revista que lee Alice le hacen justicia. Su cabello era de un extraño color bronce, sus
facciones parecían esculpidas por los mismos ángeles.

--Señor, señor. ¿Se encuentra bien? Por favor no se muera—me agache poniendo mi
oído en su pecho, a pesar que estaba sudado por haber estado corriendo, olía mejor que
cualquier fragancia que hubiera olido , lilas, miel, un toque de canela y especias, menta
y loción de afeitar. Su corazón seguía latiendo lo que me alivio mucho. Me levante y
toque su rostro.

--Bella, creo que debemos llamar a la policía—me dijo Garrett. Lo ignoré y volví a
tocar el rostro del hombre.

--Vamos, despierte por favor—le supliqué moviéndolo con un poco más de fuerza. De
pronto me encontré con los ojos verdes más brillantes que he visto, eran como dos
esmeraldas cortadas. Su mano se movió y tocó mi rostro haciendo que miles de
pequeñas corrientes eléctricas pasaran por mi cuerpo.
--Un ángel….es sorprendente…Carlisle tenía razón—susurro antes de volver a caer
inconsciente.

--Debemos llevarlo al hospital—dije a nadie en particular.

--Fíjate a ver si tiene aun su billetera, no podemos llevarlo al hospital sin saber quién es.
—me dijo Garrett ladeándolo para que pudiera acceder a sus bolsillos traseros.

--No tiene nada—le respondí después de revisar sus bolsillos, sonrojándome un poco
por estar tocándolo—Ayúdame a llevarlo a mi apartamento.—le pedí, no parecía tener
nada roto, solo estaba algo golpeado.

--Estas segura? No sabes nada de él, por lo que sabemos puede ser un asaltante o un
violador—dijo Garrett inseguro. Yo rodé los ojos.

--Si es un violador creo que tendrá mejores gustos que meterse con alguien como yo.
Ayúdame o lo llevare yo sola arrastrándolo—lo amenace. Garrett murmuro algo bajo su
aliento que sonó como "cabeza dura" pero lo deje correr. Por suerte mi viejo pick up no
estaba muy lejos.

Nos subimos los tres y maneje hacia la calle donde se encontraba mi apartamento. Lo
único que rogaba era no encontrarme con nadie en el ascensor. Estacioné mi viejo auto
en mi lugar y Garrett me ayudo a subirlo al ascensor. Por suerte para nosotros nadie
subió mientras hicimos el viaje, en cuanto llegamos a la puerta de mi apartamento,
Garrett se despidió diciéndome que mañana me esperaba a la misma hora para mi paseo
por el parque.

El hombre pesaba mucho, Garrett había cargado la mayor cantidad de su peso, pero
arrastrarlo prácticamente sobre mi espalda hasta el pequeño sofá, fue un trabajo
monumental para alguien como yo que solo pesa 110 lbs. Una vez lo deje lo más
cómodo posible, fui a mi baño y saque mi botiquín de primeros auxilios.

Puse a calentar un poco de la sopa que había hecho y saque una bolsa de guisantes
congelados de la nevera. Me senté en el suelo junto al sofá y tome un algodón con
alcohol. Lo pase primero por su ceja quitando la mayor parte de la sangre seca y luego
suavemente por su labio, preguntándome que tan suave se sentirían contra los míos.

Bella, deja de estar fantaseando, él tiene como diez años más que tú. Lo menos que
querrá es besar a una niña simplona como tú. Me regañe mentalmente.

--Urg!—gimió y su mano se aferro fuertemente a mi muñeca haciéndome jadear de la


impresión. Sus ojos fieros se encontraron con los míos antes de volverse cálidos.

--Se encuentra bien?—susurré en un una pequeña voz aun asustada.

--Donde estoy?—me preguntó aflojando el fuerte agarre que tenía en mi mano, pero
entrecerró los ojos.

--En…en…mi apartamento…señor…un amigo mío y yo lo encontramos en el parque,


lo estaban asaltando, hicimos que huyeran pero tiene el labio y la ceja rota. No tenía
ninguna identificación y no podía dejarlo a su suerte—le dije un poco incomoda por la
intensidad de su mirada.

--No sabes quién soy?—me preguntó mirándome aun de la misma manera. Yo negué
con la cabeza y él me recompensó con la sonrisa más hermosa que he visto.

El microondas me salvo de mi estado de estupidez al avisarme que la sopa estaba lista.

--Póngase esto en la cabeza, ya regreso—le dije entregándole la bolsa de guisantes


congelados.

Puse la sopa en un plato, no quedaba para más…bueno ya tendría que salir mañana a
comprar comida. Regresé a la sala donde me espera ese dios griego que parecía haber
sido sacado a patadas del Olimpo por su estado actual, pero aun así no dejaba de ser
increíblemente guapo. Sus ojos se encontraron con los míos unos segundos antes que
bajara la mirada avergonzada porque me encontró observándolo, seguramente debía
tener baba en la comisura de mi boca.

--Tome este poco de sopa, no es mucho pero seguro le abrigara un poco el estomago, le
traeré una pastilla para ayudarlo con el malestar—él me sonrió y yo le devolví la
sonrisa.—Soy Isabella Swan, pero puede decirme Bella, el único que me llama Isabella
es Charlie pero lo hace a mis espaldas.--balbucee

--Bella…--susurró mi nombre como si fuese algo mágico.—Yo soy…Anthony Masen


—tartamudeó un poco y eso lo hizo parecer muy tierno.

--Es un placer conocerte Anthony, ahora tomate la sopa mientras está caliente, voy a
darme un baño rápido regreso en cinco minutos máximo diez—le dije antes de
desaparecer hacia mi cuarto a buscar una Tylenol.

--Gracias Bella—le escuche decir antes de cerrar la puerta.

EPOV

Salí a correr molesto, había sido un día horrible. Mi secretaria trató de seducirme y la
tuve que despedir. Anthony mi chofer se enfermó y tuve que conseguir otro que lo
reemplazara por el momento, aun no conocía bien las calles de Seattle como para
manejar por mí mismo. Los miembros de la junta directiva en Londres estaban
preocupados por la transición de la empresa a Washington. Mi madre para variar siguió
llorando por el hecho que me vine a vivir a Estados Unidos dejándolo todo atrás.

Todos en la oficina me rendía pleitesía el apellido Cullen era conocido a nivel mundial,
cosa que siempre atraía a las personas, nunca conocí a nadie que no estuviera interesado
más en mi que en mi dinero. Todos querían ser parte de círculo de los Cullen ya que ese
era su tiquete a los círculos más selectos de la sociedad. Al ser hijo único nunca pude
compartir con nadie que me quisiera por algo más que mi apellido, que no fueran mis
padres… demonios ni siquiera ella me quiso por quién soy.
Corrí haciendo que mis pensamientos quedaran olvidados, sentí un fuerte golpe en mi
cara haciéndome perder el equilibrio, trate de lanzar unos golpes pero estaba
desorientado, sentí otro golpe en la boca que me hizo caer al suelo.

Escuché a lo lejos voces que gritaban y de pronto sentí un fuerte dolor en el estomago.

--Vamos antes que llegue la perra con ese vagabundo, ya tengo su cartera y celular—
escuche decir a un hombre antes que todo se volviera negro.

Oía una musical voz a la distancia, todo estaba oscuro a mí alrededor, seguramente
había muerto y me encontraba en el limbo, ya que no creo que San Pedro me reciba en
el cielo después de todas las cosas que he hecho, las personas que he destruido para
beneficio de las empresas de mi familia….

Abrí los ojos y en medio de la oscuridad me encontré con unos profundos ojos
chocolates que pertenecían a la cara de un ángel… Levanté mi mano y acaricie su rostro
sintiendo como todas las terminaciones nerviosas cobraban vida por la corriente que
pasó a mi cuerpo desde el de ella. No debí haber sido tan malo en mi vida si ella había
venido a buscarme para llevarme al cielo, después de todo Carlisle si tenía razón.

-.-.-.-.-.-.-.-

Sentí un dolor palpitante en mi labio superior, aun estaba en el parque con mis
atacantes? Llevé mi mano rápidamente y sujete la muñeca de la persona que me estaba
lastimando. Su muñeca era muy pequeña mi mano la encerraba con una facilidad
asombrosa. Mis ojos se empezaron a acostumbrar a la luz mientras por mi mano sentía
recorrer las mismas cosquillas que hace un rato. Cuando pude enfocar mis ojos me di
cuenta que era el mismo ángel que había visto antes. No podía tener más de veinte años,
era prácticamente una niña, su cabello chocolate estaba atado en una coleta, no usaba
una onza de maquillaje en su bello rostro, su piel era perfecta por lo que no lo
necesitaba

--Se encuentra bien?—su melodiosa voz teñida por el miedo me pregunto.

--Donde estoy?—le pregunte, seguro me secuestro para conseguir sacar provecho de la


situación, afloje mi agarre en su muñeca pero no deje de estudiarla, era bueno para
descubrir a los mentirosos.

--En…en…mi apartamento…señor…un amigo mío y yo lo encontramos en el parque,


lo estaban asaltando, hicimos que huyeran pero tiene el labio y la ceja rota. No tenía
ninguna identificación y no podía dejarlo a su suerte— su voz era cálida, la más cálida
que había escuchado a demás de la Esme

--No sabes quién soy?—le pregunte y ella me miró con esos hermosos ojos un poco
asustados antes de negar con su pequeña cabeza haciendo que los mechones que se
habían salido de su cola le golpearan el rostro.

Podía ser que después de todo en este mundo existiera una persona totalmente
desinteresada que se preocupara por lo demás…pero de todos modos debía cerciorarme.
Me entrego un plato de sopa antes de decirme que su nombre era Isabella Swan…solo
que prefería que la llamaran Bella ya que el único que llama así es un tal Charlie… eso
hizo empezar a mi sangre hervir, era lógico que una criatura tan celestial estuviera
tomada.

--Bella. Yo soy…Anthony Masen—por un segundo pensé en decirle mi verdadero


nombre, pero luego me arrepentí quería saber si ella podía llegar a quererme por quien
realmente era y no por lo que poseía.

--Es un placer conocerte Anthony, ahora tomate la sopa mientras está caliente, voy a
darme un baño rápido regreso en cinco minutos máximo diez—me dijo cálidamente,
cuando tuviéramos algo más de confianza le hablaría de los peligros de estar haciendo
obras de caridad en la calle, yo podía ser un asesino en serie o algo así.

--Gracias Bella—en cuanto cerró la puerta de su habitación me puse a inspeccionar la


sala mientras tomaba mi sopa, podía fácilmente jurar que era el mejor caldo de pollo
que he tomado en mi vida, ni siquiera en los mejores restaurantes del mundo he probado
algo así.

La sala era pequeña, el vestíbulo de mi oficina en la corporación podía fácilmente


doblarle el tamaño. Habían cajas apiladas en las esquinas como si estuviera en plena
mudanza, sobre una de las repisas habían fotos de ella junto a diferente personas en
unas aparecía con una mujer que se le parecía pero de cabellos más claros y un hombre
joven vestido como jugador de baseball, en otra salía con un policía y en otra estaba
sentada sobre un auto con un nativo americano que parecía haberse tomado un frasco de
esteroides quien sonreía de oreja a oreja, con su brazo alrededor de su cintura; supongo
que ese era "Charlie"

Sabía que estaba siendo estúpido, pero no podía evitar la llamarada de celos que se
activo en mi interior. Estaba tan concentrado en mis pensamientos que no escuche
cuando el agua de la ducha dejo de caer.

--Tomate esta pastilla, te ayudara con la cara. Puedes quedarte a pasar la noche aquí
estaba lloviendo bastante fuerte. –me miró por un segundo mientras me hablaba pero
luego bajo rápidamente su rostro sonrojado para empezar a mirar el suelo. Su cabello
estaba húmedo, podía sentir el olor a fresas emanando de ella, ahora vestida una
camiseta amplia y unos pantalones buzo de lana grises.

--No te has puesto pensar que podía ser un asesino en serie y me estas ofreciendo
hospedaje?—le pregunte un tanto en broma y un tanto en serio. Preocupado seriamente
por su seguridad.

--Si lo fueras ya me hubieras atacado, además estas pastillas te pondrán a dormir en


quince minutos, son bastante fuertes pero son las únicas que tengo, pensé que tenía
Tylenol pero recordé que Alice se tomo las ultimas—me sonrió entregándome unas
pastillas.

--Para que te las tomas?—le pregunte dudoso.

--Soy propensa a los accidentes… el doctor de mi pueblo me lo recetó antes de venir a


Seattle para tener algo que tomarse la próxima vez que me tropiece y me doble el tobillo
—murmuro apenada, tornando sus mejillas de un adorable color rojo. Yo sonreí a su
inocencia.

--De dónde eres?—le pregunté curioso.

--Nací en Forks un pueblo a unas seis horas de aquí en auto, luego me fui a vivir con mi
madre a Phoenix y regrese para mis dos últimos años de secundaria a Forks a vivir con
mi padre Charlie—me dijo señalando la foto en la que aparecía con el hombre vestido
de policía.

--Tienes sus ojos y su cabello—le dije tomando nota del parecido con su padre—Es
policía, por lo que puedo ver.

--Es el jefe de la policía en Forks, mi madre Renee es maestra de kínder y este su esposo
Phil juega en las ligas menores—dijo como si encontrara divertida la elección de carrera
de su padrastro.—Ahora tomate las medicinas, que mañana vas a amanecer peor—hizo
un ademan con su mano indicándome que me las tomara, mientras ponía un vaso de
agua en mi mano.

--Tu novio vive contigo?—le pregunte queriendo saber quién era ese hombre.

--Qué novio? Yo no tengo novio—empezó a reír, su risa era tan contagiosa que empecé
a reír junto con ella.

--Por la foto, pensé que eran novios—la presione un poco más mientras me tomaba las
medicinas.

--Quién Jake?—dijo señalando la foto del Sr. Esteroides, para luego empezar a reír.—
No…él es mi mejor amigo, nosotros solíamos hacer pasteles de lodo cuando éramos
pequeños –volvió a reír y de pronto se detuvo del todo—Oh lo siento, puedes usar mi
teléfono para llamar a tu casa seguro deben estar preocupados por ti—me indico el
teléfono colgado en la pared de la cocina.

--No tengo familia en Seattle, me mude hace unas semanas, por lo visto tu también estas
recién mudada—le señale las cajas soltando un bostezo, queriendo distraer la atención
de mi vida .

--Sí, me mude hace dos semanas, para ingresar a la universidad.—me dijo antes de ir a
cuarto y regresar con una almohada y una cobija.—Por favor recuéstate vas a caer
dormido en cualquier momento.—acomodó el sillón de manera que sirviera para
dormir.—Lamento no tener nada más cómodo, el cuarto de huéspedes aun no está
armado—se removió apenada mientras yo me recostaba.

--Estas haciendo mucho ya con dejarme pasar la noche aquí—le dije en realidad
agradecido de poder pasar tiempo con ella y tratar de descubrir el sus secretos.

--No es nada Anthony, seguro cualquiera hubiera hecho lo mismo—me dijo


tímidamente—Creo que te dejare dormir ahora. Mañana tengo que salir temprano para
la universidad, te puedo acercar a donde quieras—me dijo y yo le iba a responder que
no era necesario cuando el teléfono empezó a sonar.
--Char-papá ha sucedido algo?—pregunto consternada, se quedo callada por un largo
tiempo.

--No..No papá… ya has hecho suficiente con pagarme los tres meses de renta…--le
respondió algo molesta…parece que le gusta hacer las cosas por sí sola, una buena
señal.

….

--Ningún regalos de cumpleaños, papá me rehusó totalmente a tocar nada del dinero que
tienes destinado para tu fondo de retiro.—miró nerviosamente sobre su hombro para
mirarme pero yo me hice el dormido…entonces su cumpleaños estaba cerca

….

--Aun tengo algo de ahorros de cuando trabaje con los Newton… mañana voy a una
entrevista en una librería cerca del campus para un trabajo medio tiempo.—dijo bajando
la voz.

….

--Claro que si tengo para comer… papá deja de preocuparte… cualquier cosa te llamo.

….

--Sí…sí… adiós… saludos a Jake y a Billy—cerro el teléfono y se golpeo la frente con


la pared varias veces murmurando cosas bajo su aliento.

Luego de unos minutos pasó a mi lado tomándose un vaso de leche, se aseguró que
estuviera "dormido" y quito un mechón de mi frente antes de cerrar con cuidado su
habitación.

"Buenas noches Bella" dije en mi mente mirando la puerta de su cuarto

Yo añoraba conocer más de esta criatura que parecía ser totalmente desprendida y
desinteresada, así que haría una de las cosas que mejor sabía hacer…mentir.

CAPITULO 2

MINTIENDO

EPOV

Di varias vueltas en el incomodo sofá, así que decidí vagar un poco por el apartamento.
Fui a la cocina y abrí la pequeña nevera, solo le quedaban tres huevos, medio cartón de
leche, queso y pan. Incluso para una persona sola, era muy poca comida para unos
cuantos días, entonces por qué le dijo a su padre que no necesitaba dinero?
Mañana espero poder conocer todo de Isabella Swan. Antes de regresar a mi
improvisada cama, caminé hacia su habitación, tomé el pomo de la puerta y lo giré con
cuidado.

A esta niña le vendría bien un buen tirón de orejas, como deja la puerta sin seguro. Su
lógica de que si fuera un asesino en sería la hubiese atacado en seguida no tenía sentido.
Definitivamente si ella lograba entrar en mi vida, le daría unas buenas charlas de sentido
común.

Su pequeña forma estaba recostada en una cama twin, supongo que su tamaño debe ser
muy pequeño para caber en esa miniatura de cama y que sobre espacio. Se veía muy
graciosa, tenía una pierna fuera de las sabanas y el resto del cuerpo cubierto. Realmente
quería saber si era el ángel que parecía ser y mañana mandaría a averiguar sobre ella;
con ese pensamiento me recosté en el incomodo sillón, sumergiéndome un sueño
intranquilo como siempre.

Me desperté de mi sueño ligero por un canturreo. Me levanté sigilosamente y pude verla


moviéndose en la cocina al ritmo de la canción que cantaba. No sonaba exactamente
como un coro de ángeles, pero no pude evitar que una sonrisa se plantara en mi rostro.
Estaba vestida con unos jeans, una camiseta y convers, como cualquier adolescente.

So she said, "What's the problem baby?" (Entonces ella dice cual es el problema bebe)
What's the problem I don't know (cual es el problema, no lo sé)
Well maybe I'm in love, think about it every time ( bueno, tal vez estoy enamorado,
pienso en eso a cada momento)
I think about it, can't stop thinking 'bout it (pienso en eso, no lo puedo evitar)

Removió los huevos de la sartén mientras movía sus caderas. No era tan exuberante
como las mujeres a las que estoy acostumbrado a tratar. Pero tenía una belleza que
parcia salir de su interior reflejándose sobre ella.

How much longer will it take to cure this (cuanto tiempo pasara para curar esto)
Just to cure it 'cause I can't ignore it if it's love (curarlo porque no puedo ignorarlo si es
amor)
Makes me wanna turn around and face me (me hace querer girar y enfrentarme)
But I don't know nothing about love. (Pero yo no sé nada del amor)

No puede evitarlo y me paré justo detrás de ella, era mucho más pequeña de lo que yo
hubiera pensado si llegaba a mi pecho seria mucho decir, se veía frágil, no pude dejar de
sonreír al verla y canté…por primera vez en años canté…

Come on, come on (vamos, vamos)


Move a little closer (acércate un poco más)
Come on, come on (vamos, vamos)
I want to hear you whisper (quiero oírte susurrar)
Come on, come on (vamos, vamos)
Settle down inside my love (acomódate dentro de mi amor)

Ella se giró y me vio con una expresión de horror, sus mejillas se incendiaron y rompió
el contacto visual conmigo.
--Buenos…buenos días Anthony, espero que hayas dormido bien, lamento haberte
despertado, puedes sentarte ya casi está listo el desayuno.—me dijo rápidamente antes
de girarse y sacar un plato de la despensa.

--No tenías que hacerme desayuno Bella, puedo comer cualquier cosa cuando llegue a
mi apartamento—le respondí.

--No te preocupes tengo mucha comida en la nevera para una sola persona, seguro se
echaría a perder si no la uso pronto—dijo sin mirarme, pero sus hombros se hundieron
un poco al igual que su cabeza y aunque no hubiera hecho esos gestos físicos, después
de haberle echado un vistazo a su nevera anoche, sabía que era una mentira.

Se giró y colocó frente a mí un plato, con huevos y jamón. Me entregó un vaso de leche.
Ella se sentó frente a mí con un vaso que contenía tres dedos mientras el mío estaba
rebosante.

--No vas a desayunar?—le pregunté enarcando una ceja.

--Ya desayune…--dijo tomando el vaso de leche y tomándose un trago. Sacudí mi


cabeza, era imposible que yo me iba a comer toda su comida y ella se iría sin nada en el
estomago que no fueran tres dedos de leche. Me levanté y saqué un plato de la despensa
lo llevé a la mesa y partí mi desayuno por la mitad. Le quité el vaso de leche y serví la
mitad del mío dentro del suyo.

--Come—le dije autoritariamente mientras colocaba el plato y el vaso frente a ella. Ella
me miró y su rostro quedo en blanco—Se va a enfriar—le dije llevándome el tenedor a
los labios con un poco de jamón. Ella asintió como una niña regañada y empezó a
comer.

--De dónde eres originario…tienes un acento raro—soltó de pronto y se tapó la boca


como si se le hubiera escapado eso.

--Nací en Chicago, pero he vivido casi toda mi vida en Londres—le dije, bueno al
menos podía decirle esa verdad, no revelaba mucho de mí.

--Por qué regresaste a los Estados Unidos? Claro si quieres decirme—dijo comiendo, un
poco de huevo le quedo en los labios y sacó su pequeña y rosada lengua para recogerlo.
Me removí en mi asiento, teniendo una muy clara idea de lo que esa lengua podría
hacer.

Concéntrate Cullen, no puedes darte el lujo de cometer errores. Me regañé a mí mismo.

--Mi jefe vino a vivir aquí por negocios, así que tuve que venir con él—le dije
encogiéndome de hombros, era cierto Masen había tenido que seguirme hasta América.

--Tu familia se quedo allá, tan lejos?—susurró apenada como si pensara que había
lastimado mis sentimientos. Era extraño no me ha preguntado en que trabajo, era como
sí no le importara.
--Sí, mi familia quedo en Inglaterra—le dije con naturalidad—Cuántos años tienes
Bella?

--Dieciocho—susurró y luego se mordió el labio inferior. Mis ojos se quedaron fijos en


ese labio que yo quería succionar entre los míos.—y tú?—preguntó sacándome de mi
ensoñación.

--Veintisiete años—le respondí honestamente. Era mucho más joven de lo que pensé
originalmente. Bueno al menos era mayor de edad, sí llegábamos a algo no sería un
pedófilo.

--Terminaste?—me preguntó levantándose de la mesa y poniendo los platos en el


lavadero. La cocina era tan pequeña que no tuvo que dar un solo paso para hacerlo.
Asentí y ella tomó los platos y los coloco bajo el chorro de agua. –Te puedo dar un
aventón hasta dónde vives o al menos acercarte—dijo terminando de limpiar los platos
y poniéndolos a escurrir.

--Vivo algo retirado de la ciudad, puedes acercarme si quieres.—le dije, tendría que
buscar la manera de llegar a mi casa, sin dinero, al menos mis llaves aun estaban en mi
bolsillo.

La esperé en la sala mientras ella corría a buscar su mochila y su impermeable y tomaba


sus llaves de un tazón en la entrada. Abrí la puerta de la casa para ella y la seguí hasta el
pequeño elevador que nos llevaría a su auto. Dentro del pequeño espacio el aire parecía
estar cargado de electricidad, tenía ganas de volver a rozar su delicada piel…pero me
controle… demonios que soy ahora? Un adolescente? Ella se removía nerviosa mirando
sus zapatillas moverse de un lado a otro.

Por suerte el ascensor se detuvo y salimos a un estacionamiento techado, en el que


habían carros bastantes modestos, pero el que me llamó la atención fue una trampa de
muerte de color rojo, era un pick up que muy bien podía haber sido manejado por mi
abuelo cuando había sido nuevo, pero lo que me sacudió más era que parecía nos
dirigíamos hacia ella.

--Ese es tu auto?—le pregunté casi con horror. Ella se giró y entrecerró sus ojos
mostrándose "amenazadora", yo solo quería reír al ver su cara.

--Si, lo es—me dijo levantando su mentón para mirarme. Caminó fieramente y quitó el
cerrojo con la llave, cuando puso su mano en la manija de la puerta esta no cedió. Ella
con toda la gracia de la que era posible puso un pie en el vagón y tiró con todas sus
fuerzas para abrir la puerta.

Yo no pude evitar sonreír, toda la situación era muy cómica, la tome de la mano y la
lleve a su lado del auto, la electricidad seguía pulsando y eso hizo que apretara mi
agarre. Traté de abrir la puerta y no pude.

--Esa puerta no abre—murmuró muy bajo volviéndose roja. Eso fue demasiado para mi,
mis carcajadas empezaron a llenar el estacionamiento—No te rías y ahora sube tu
trasero a mi auto para podernos ir—me haló de la mano hasta el otro lado y se subió
torpemente teniendo que saltar el freno de manos y la palanca de cambios para llegar al
puesto del conductor. Yo aun no dejaba de reírme, cerré la puerta tras de mí.—Deja de
reírte, me dijo empujándome por el hombro.—eso me causo mucha más risa, por dios
tenia años que no me reía, se podría decir que desde hace casi diecisiete años, no soltaba
una carcajada.

El estacionamiento se llenó de un ruido ensordecedor que me cortó la risa, miré de


donde salía el ruido para darme cuenta que era del motor.

--Aun no te has quedado sorda?—hablé sobre el ruido del auto.

--Anthony Masen estas buscando que te deje en este mismo lugar. A demás ya no suena
tan fuerte, Jake lo arregló antes de venir a Seattle.—me dijo defensiva.

--Es bueno saberlo que está arreglado…no quisiera saber como sonaría si siguiera
descompuesto—le dije y volví a reír. Ella se unió a mis risas.

--Dónde te dejo?—me pregunto cuando ya teníamos unos minutos de viaje. No podía


decirle que dejara en mis oficinas, no quería que ella supiera nada de mí , bueno podría
caminar hasta mi apartamento total no estaba tan lejos del parque.

--Déjame cerca del parque—le dije y ella asintió.

--Vives cerca?—me preguntó.

--Se podría decir…—ella presionó sus labios como si pensara algo profundamente.
Cuando se detuvo frente al parque tomó su mochila del suelo. Rebusco y sacó su
cartera.

--Toma, no es mucho, pero al menos no tendrás que caminar, no tienes documentos y


puedes meterte en problemas además no sabemos si los que te golpearon aun están por
aquí—me dijo entregándome diez dólares. Esta niña cada vez me sorprendía más.

--Te los devuelvo esta tarde, te parece bien? Así te puedo invitar un café por toda tu
ayuda—le dije ansioso por volver a verla.

--No tienes que molestarte en serio, seguro tienes que trabajar o algo más importante
que hacer—me dijo avergonzada, como si pensara que me sentía obligado a pedirle una
cita.

--No me voy a quedar con tu dinero y no tengo nada que hacer en la noche. A demás
quiero volverte a ver—le dije la ultima parte suavemente—sus ojos se abrieron mucho,
su respiración se volvió superficial cuando mi mano sin permiso llego a su rostro y
acarició su mejilla.—Hasta la tarde Bella, cuídate por favor—besé su mejilla y me bajé
del auto.

Caminé unos pasos, ella tenía su mano sobre la mejilla que yo acaba de besar. Sacudió
su cabeza como aclarando un pensamiento antes de seguir su camino. Yo toque mis
labios, nunca antes me había atrevido a besar a alguien en la mejilla a quien
prácticamente no conociera.
Tomé el primer taxi que se detuvo y le pedí que me llevara a mi apartamento. Tuve que
decirle que me esperara ya que los diez dólares no eran suficientes. El portero de mi
edificio amablemente me prestó la cantidad necesaria, después de preguntarme que me
había pasado. Llegué al ascensor y digité el código de mi apartamento. Me di un baño
rápido y me miré al espejo, mi ceja y mi labio no estaban tan mal, por suerte ya no me
dolían, debía reconocer que el analgésico que me dio es bueno, solo tenía un moretón en
mis costillas, pero nada que no pudiera soportar. Me vestí y tomé mi maletín para
dirigirme a mi oficina.

Fuera del edificio me esperaba mi auto.

--Masen—dije asintiendo con la cabeza, entrando al auto. En cuanto arrancó tomé el


teléfono del auto y llame a mi investigador privado.

--Demitri…necesito que me consigas si es posible para hoy antes de las cinco de la


tarde todo lo que puedas de Isabella Swan, nació en Forks es hija del jefe de policía de
ese lugar, tengo entendido que se llama Charlie.—le dije Demitri era el mejor
investigador que se podía conseguir, se podría decir que tenía un don natural para el
rastreo.

--La hija de un jefe de policía? Seguro será pan comido, le envió un correo cifrado en
cuanto tenga la información.

--Gracias—fue todo lo que dije antes de cerrar el teléfono y volver a mirar por la
ventana.

BPOV

Llegué a la universidad por costumbre, aun podía sentir en mi mejilla el lugar donde
Anthony me había besado, todavía ardía como si me hubiera quemado.

--Por qué tienes esa cara? Oh por dios conociste a alguien?—me chilló Alice al oído.

--No claro que no…es decir sí… pero no es lo que tú piensas—me dije avergonzada.

--Oh vamos Bella cuéntaselo todo a Alice—empezó a brincar a mi alrededor.

--Tomaste café no es cierto?—la miré reprobatoriamente, ella me sacó la lengua.

--No cambies el tema—me obligó a sentarme en una de las bancas.

--Ayer, cuando estaba caminando con Garrett, vimos a un hombre que estaban
asaltando, lo golpearon y lo llevé a mi casa para curarlo, como llovió lo deje pasar la
noche en mi sofá y eso fue todo lo que paso—le dije empezando a sacar mis libros para
la primera clase.

--Dame detalles, Bella!!!—me dijo amenazante.

--Que quieres que te diga Alice? Se llama Anthony Masen, tiene 27 años y es un dios
griego…--me llevé las manos a la boca cuando me di cuenta de lo que había dicho.
--Lo volverás a ver no es cierto? Dime que lo volverás a ver!!!—su chillido hizo que
varios de nuestros compañeros se voltearan a vernos.

--Sí, Alice lo veré hoy en la tarde, pero no es por lo que tú crees, solo quiere invitarme
un café de manera de agradecimiento, ahora deja el escándalo!—le siseé.

--Ese será el hombre de tu vida, el padre de tus hijos, marca mis palabras, Bella!—dijo
en secreto. Yo rodé los ojos y me dispuse a prestar atención a la clase.

Suspiré frustrada a mitad de clase…todo lo que había logrado escribir era "Anthony" en
todas y cada una de las esquinas de mi cuaderno. Debo de estarme volviendo loca,
acabo de conocer a ese hombre y no me puedo sacar de la cabeza.

Las clases terminaron y me dirigí a la librería donde me entrevistaría la señora


Copbottom, por suerte la señora era muy amable, la paga no era mucha pero al menos
me servía para ayudarme con los gastos, ya solo me quedaban cien dólares de todo lo
que ahorre cuando trabajé con los Newton, bueno noventa si resto los diez que le di a
Anthony…

Regresé a mi apartamento dejé mi mochila y me dispuse a caminar al supermercado que


había a unas dos cuadras. Después de hacer unas compras ligeras en donde me gaste
veinte dólares, me dirigí a mi apartamento pensando si en realidad lo volvería a ver…
seguramente que no… lo más seguro que solo me dijo eso de cortesía.

Solté un suspiro mientras seguía mirando mis pies para no tropezarme con el aire.

--Si solo miras el suelo, te puedes estrellar con alguien—dijo la musical voz que
reconocí como sí la hubiera escuchado toda la vida. Levanté mi mirada para
encontrarme a Anthony recostado contra la entrada de mi edificio. Pude sentir que mi
sonrisa se hacía enorme.

--Hola!-- Fue todo lo que logre chillar.

EPOV

Había pasado mi mañana entre reuniones y presupuestos, lo primero que había hecho
era pedirle a mi nueva secretaria Zafrina que reportara robadas mis tarjetas y cancelara
mi celular. Con las tarjetas no podían hacer nada ya que les tenía un numero pin
especial y si no lo sabían no podían usarlas. Pero cada vez que tenía un segundo libre mi
mente se iba a vagar descansando en esos hermosos ojos chocolates…mejor dicho en la
dueña de ellos.

Mi teléfono sonó a eso de las dos de la tarde.

--Cullen—respondí sin mirar el id.

--Le tengo lista la información que me pidió, espero que esta chica no haya hecho nada
para ganarse su enemistad…--me dijo algo incomodo--es prácticamente un ángel caído
del cielo. Fue voluntaria en el hospital de su pueblo los tres últimos años de su escuela
secundaria, sus notas eran unas de las mejores y por lo visto nunca le dio ningún tipo de
dolores de cabeza a su padre. Trabajo cuatro veces a la semana en un almacén de
deportes y ahora está cursando el primer semestre de literatura en la universidad de
Washington. Tengo todos sus datos personales, se los envié hace unos minutos a su
computadora y junto con los de su padre, mañana conseguiré los de su madre y
padrastro.—me dijo Demitri.

--Te fue muy sencillo conseguir la información.—añadí un tanto asombrado.

--La chica tiene el perfil más limpio que me ha mandado a conseguir, al parecer no tiene
ningún esqueleto en su armario.—murmuró casi con asombro.

--Algún interés amoroso en los últimos años?—pregunté "desinteresadamente".

--Ninguno, salía con unos amigos pero todos tenían parejas menos ella—dijo y pude
intuir una sonrisa en su voz. Esa información me había alegrado…no tendría que luchar
contra ningún fantasma.

--Envíame cualquier información adicional que consigas—le dije antes de colgar.

Abrí mi correo personal e introduje la clave. Lo primero que salió fue una foto de ella,
inconscientemente acaricié su perfil con mi dedo…"Isabella" murmuré. Su cumpleaños
había sido hace cuatro días, había un registro con sus notas, reportes de felicitaciones y
recomendaciones del hospital de Forks, así como de su secundaria.

--Zafrina…--dije presionando el intercom.—dile a Jane que vaya a Wal-mart, y que


consiga ropa y zapatos de mi talla. También quiero un auto barato… un volvo…
plateado... Que lo entreguen en mi edificio y lo estacionen junto al maserati grancabrio.

Me giré en mi asiento encarando la vista de la cuidad…solo pude pensar una sola


cosa…

--Quiero a Isabella Swan para mí y la voy a conseguir…

A las cinco y treinta de la tarde me paré fuera de su edificio dándole gracias a la


tecnología GPS, debía reconocer que el volvo era un buen auto, no como los que estoy
acostumbrado a manejar, pero no me podía quejar. Toqué el número de su apartamento
pero no obtuve respuesta. Me giré y la vi caminar mirando al suelo como si contara sus
pasos. No pude evitar molestarla.

--Si solo miras el suelo, te puedes estrellar con alguien—le dije tomándole el pelo.
Levantó su cabeza como un resorte y sus hermosos ojos se encontraron con los míos,
una amplia sonrisa se extendió por su rostro.

--Hola!—dijo con una voz alta, mordiendo sus labios. Yo gruñí internamente queriendo
capturar sus labios.

--Déjame ayudarte—le dije tomando rápidamente el paquete de víveres que traía en sus
manos.
Subimos a su apartamento sin decir una sola palabra. La seguí hasta la cocina. Deje la
bolsa en la mesa y empecé a sacar lo que contenía. Un cartón de leche, doce huevos,
queso, jamón, lechuga, tomate, cereales. Eso era todo? Tendría que asegurarme que ella
se empezara a alimentar mejor.

--Yo los guardo no te preocupes, voy a hacer unos emparedados quieres uno?—me dijo,
poniéndose los mechones sueltos de cabello tras sus pequeñas orejas.

--Te invito a cenar—solté de repente. Ella lo pensó unos minutos.

--Está bien, pero yo elijo el lugar—dijo tomando los ingredientes para un emparedado.
Claro seguro como todas las mujeres querría ir a un lugar caro… No Cullen, recuerda
mente abierta primero veamos como sigue la noche.

--Por qué estás haciendo un emparedado?—le pregunte curioso, no le acababa de decir


que íbamos a cenar.

--Oh esto es para Garrett—me dijo como si eso me explicara algo.

--Entonces tenemos que esperar al tal Garrett, para poder salir?—voy a matar a Demitri
con mis propias manos, él me dijo que ella no estaba involucrada con nadie.

--No, tenemos que llevarle esto al parque y luego podemos salir—me dijo sonriendo.
No pude evitar fruncir el ceño.— Vámonos, no podemos llegar tarde, si no Garrett
pensara que me asesinaste mientras dormía—tomó el paquete vacio en que venían los
víveres y metió el emparedado, me dio la espalda y rápidamente metió las cosas en la
nevera, se agacho y sacó una botella de agua que guardo en el paquete del emparedado.
—Te vas a quedar parado todo el tiempo en la cocina o vamos a salir?—sonrió
sacudiendo su cabello.

Yo aun estaba molesto por el hecho de tener que competir con su "amigo" o lo que sea
que fuera ese Garrett, la seguí hasta el elevador, pero cuando ella fue a tocar el botón
del nivel de estacionamiento donde guardaba la trampa mortal a la que llamaba auto,
tome su mano sintiendo el mismo cosquilleo de esta mañana y marqué el nivel que daba
a la calle. Ella miró hacia arriba para verme con curiosidad.

--Vamos en mi auto—le dije y ella asintió. Su mano se sentía tan bien en la mía que no
la solté desde que la sostuve en cuanto entramos al elevador. Su mano era pequeña y
delicada como todo en ella, parecía que había sido hecha para encajar a la mía.

La lleve a mi auto y la ayude a subir, su rostro esta sonrojado. Cuando tuve que soltar su
mano, enseguida extrañe su calor. Di la vuelta lo más pronto posible para estar
nuevamente junto a ella.

--Es muy bonito tu auto—me dijo cuando me senté y encendí el auto.

--Era de mi jefe…a él le gustan este tipo de juguetes, ya no lo quería, así que me lo


cedió—le dije encendiendo la radio.
--Claro de Luna! No pensé que te gustara este tipo de música—me dijo y luego abrió
mucho los ojos—te juro que eso no lo pensé decir en voz alta…--murmuró
avergonzada.

--Que tipo de música pensaste que me gustaba? Y por lo visto también tienes buen gusto
si has podido reconocer la melodía con solo unos pocos acordes.—la miré de reojo.

--Mi madre escuchaba mucha música clásica cuando yo vivía con ella…era su manera
de calmarse, yo solo escucho mis favoritas—sonrió cerrando los ojos transportándose a
un mundo de paz donde yo quisiera poder acompañarla.

Nos mantuvimos en un cómodo silencio escuchando la melodía hasta que me estacioné


en el parque. Apagué el auto y salí presuroso para abrirle la puerta. Pude ver que no
estaba acostumbrada a que la trataran como una dama cuando me miró sorprendida,
pero tendría que empezar a hacerlo.

--Gracias—murmuró sonrojándose, yo aproveche y le tomé nuevamente la mano, así el


tal Garrett, sabría que no estaba sola.

Empezamos a caminar tranquilamente mientras ella me conversaba de su día en la


universidad.

--Entonces conseguiste el empleo?—le pregunté.

--Sí, la señora Copbottom me contrató, es medio tiempo, pero al menos me ayuda a


pagar mis gastos—dijo sonriendo orgullosa de sí misma.

--Eso es muy bueno—le dije, pero la sentí tensarse.

--Oh rayos, no dos días seguidos—murmuró antes de ponerse a correr, me quede


pasmado cuando la vi correr hacia tres hombres que estaban empujando a un
vagabundo. Empecé a correr tras ella cuando la vi trastabillar para estabilizarse hasta
llegar a ellos.

--Déjenlo tranquilo, no les ha hecho nada!—les grito mientras sacaba un espray de


pimienta de su bolso y los amenazaba mientras ayudaba a levantar al vagabundo que
enseguida la colocó tras él protegiéndola. Uno de los tipos se acercó a ella, rodeando al
vagabundo, pero yo no iba a permitir eso.

--Vamos cariño, baja eso y no te metas, este asunto es entre el viejo y nosotros, pero
puedes dar un paseo con nosotros si quieres—se acercó el hijo de perra y le dijo a una
corta distancia.

--Creo que sería mejor que se alejaran de la señorita—les dije sacando la Glock que
cargaba en el cinto de mi pantalón. No podía salir con mi guardaespaldas pero tampoco
iba a salir desprotegido después de lo sucedido ayer.

--Tranquilo, amigo. Solo estábamos jugando—dijo uno y empezaron a retirarse.


Isabella me iba a escuchar…no puede andar salvando a todos los que tienen problemas
arriesgándose ella de paso.

--Bella que te he dicho!—la reprendió el vagabundo mientras ella se agachaba y tomaba


un sucia maleta de un charco de agua con premura.—Oh no…--murmuró el hombre
derrotado cuando vio la maleta mojada. Yo no estaba entendiendo nada de todo esto…
de donde la conocía?

--No te preocupes Garrett—dijo abriendo la maleta y sacando algo que parecía una foto.
Así que este es Garrett?—Mary está bien, no se mojó—le dijo entregándole la foto.

--Gracias Bella…--dijo con emoción abrazando la foto contra su pecho. Tomó unas
cuantas respiraciones y se recompuso—Pero de todos modos fue muy imprudente de tu
parte hacer eso. Sí no hubiera llegado este hombre…Oye eres el de ayer!—dijo cuando
me miro.

--Estoy de acuerdo con Garrett, Bella fue muy imprudente de tu parte ponerte en peligro
de esa manera. Y sí soy el de ayer… como lo sabe?—le dije extendiéndole mi mano a
Bella para ayudarla a levantar.

--Bella y yo hacemos ejercicio todos los días a esta hora—dijo y empezó a reír.

Caminamos hacia una banca y nos sentamos los tres.

--Te traje algo Garrett!—dijo Bella y se puso a rebuscar en su maleta.

--Cuantas veces te he dicho q—empezó a decir él, pero ella lo cortó.

--Qué no es mi deber alimentarte…si la sé. Pero Anthony y yo comimos emparedados y


sobraba uno…--murmuró la última parte y yo levanté una ceja. Ella me miró con ojos
suplicantes para que la apoyara.

Así que mentía para alimentar a todos… esta pequeña era algo singular.

--Gracias…--le dijo tomando el paquete que le entregaba.—Te tengo un regalo de


cumpleaños corazoncito—le dijo dándole una palmada en la cabeza de manera paternal.

Yo estaba viendo todo el escenario como si fuera una película…esta mujer no podía ser
real…

--No…--empezó ella, pero ahora fue él quien la cortó.

--No tenía que hacerlo, ya sé que no te gustan los regalos.—se levantó y saco de su
cazadora una barra de chocolate que le entregó, volvió a sentarse y empezó a comer su
emparedado.—En serio Bella, deberías abrir un restaurante, cocinas como los dioses.—
murmuró devorándolo y tomando un sorbo de la botella de agua.

--Cuando me gradué lo abriré y tú serás mi asesor financiero, así tendremos montones


de dinero y encontraremos a Mary—le dijo tomando su mano libre.
Ambos miraron el horizonte como si estuvieran perdidos en su mundo personal, no
quería romper la burbuja, pero necesitaba saber.

--Puedo preguntar cómo se conocieron?—dije un poco avergonzado por mi curiosidad.

--Pues veras esta pequeña busca problemas—empezó a decir y Bella rodó los ojos,
dándole un codazo—Oye es cierto—se quejó riendo y yo me uní a sus risas ganándome
una mirada "terrorífica" de parte de ella.—Como decía esta pequeñita se acababa de
mudar aquí y se le ocurrió la brillante idea de caminar para conocer los alrededores, se
perdió y un tipo empezó a seguirla, por suerte llegó al callejón donde yo estaba
durmiendo y tuve que hacerme cargo del lio para poder seguir descansando, desde ese
día no me la he podido quitar de encima, pero tengo el mismo efecto en todas las
mujeres—empezó a carcajearse.

--Oh cállate!, tú me quieres, acéptalo—le dijo metiéndole un trozo de chocolate en la


boca haciendo que Garrett se ahogara y ella se puso a reír, ofreciéndome un trozo del
chocolate.

--Nunca he negado eso corazoncito—dijo abrazándola.—Y tu eres?—se giró hacia mí.

--Anthony Masen… el de ayer—dije bromeando, mientras mordía el chocolate que me


había dado. Cualquiera que me conociera no podría creer que yo, Edward Cullen uno de
los hombres más ricos del mundo estaba sentado en una banca de parque compartiendo
una barra de chocolate con un vagabundo y una adolescente. Sí alguien me hubiera
dicho esto hace un mes atrás lo hubiera mandado a evaluación psicológica, diablos me
lo hubieran dicho ayer en la mañana y hubiera hecho lo mismo.

--Y por qué cargas un arma?—me preguntó sacándome de mis pensamientos.

--No seas impertinente Garrett, eso no es asunto nuestro—lo regañó Bella.

--Soy guardaespaldas—les dije mirando a un grupo de personas que corría frente a


nosotros.

--Y no se supone que debes estarle guardando la espalda a tu jefe?—Volvió a preguntar,


quejándose cuando recibió otro codazo de Bella.

--Somos varios, además le debo una invitación a salir a esta hermosa y temeraria dama
—le dije.

--Cuantos años tienes? Sabes que ella solo cumplió dieciocho hace cuatro días no?—
empezó a decir, le iba a responder, cuando Bella se levantó.

--Nos vamos, pórtate bien Garrett y extráñame. –le dijo besando el tope de su cabeza.

--Seguro, niña… cuídate… y cuídala—dijo lo ultimo mirándome fijamente.

--Parece que va a llover, abrígate bien—le dijo preocupada, él asintió mirando el cielo y
poniéndose la maleta en el hombro antes de guardar la foto en su camisa dentro de su
cazadora.
Tomé nuevamente su mano en cuento tuve oportunidad alegrándome de su calor.

--Mañana a la misma hora!—gritó a nuestras espaldas. Bella levantó su mano libre en


señal de que lo escucho.

Me has dado mucho que pensar Isabella Swan… pensé mirándola sonreír. Pero eso lo
haría cuando estuviera solo.

--Ahora a donde vamos a cenar?—le pregunté.

CAPITULO 3

SORPRENDIENDO

EPOV

--¿Ahora a donde vamos a cenar?—le pregunté.

--No está muy lejos y es el mejor lugar todo Seattle ya verás, Charlie me llevó cuando
me ayudó a mudarme—parloteó emocionada…el mejor lugar de todo Seattle, ya sabía
yo que era demasiado bueno para ser verdad. Apreté mi mandíbula. Total le debía una
cena, una vez terminado no la volvería a ver más, solo le importaba el dinero como a
todas.

--Muéstrame el camino—le dije tenso abriéndole la puerta del auto. Lo más seguro
querría ir a Fandango, era uno de los lugares de moda del momento. Respiré
profundamente y entre al auto.

--Toma el camino hacia mi edificio está a unas dos cuadras—me dijo mirando por la
ventana relajándose con la música, estábamos escuchando Für Elise de Beethoven.
Cerca de su edificio no había restaurantes que yo supiera, toqué mi GPS para ver la
dirección de los mejores restaurantes de Seattle y no encontré ninguno que estuviera en
esa dirección.

--¿Estamos cerca?—le pregunté intrigado.

--Sip… ya llegamos—me señaló por el parabrisas una cafetería que no parecía ser de lo
"mejor" de Seattle.

--¿Allí es donde vamos a cenar?—le pregunté desconcertado—¿no íbamos a ir al mejor


restaurante de todo Seattle?—estacioné el auto pero no hice intento de bajarnos.

--Sip! Ese es el mejor, espera a probar sus hamburguesas.—me dijo abriendo la puerta
del auto. Yo me apresuré a salir y la encontré justo enfrente. Volví a mirar dudosamente
el lugar y tomé su mano.

Bella me mostró una sonrisa radiante y yo se la devolví. El lugar no estaba tan mal
como pensé al inicio, estaba un poco concurrido. No tuvimos que esperar a que una
anfitriona nos recibiera e indicara donde sentarnos. En cuanto cruzamos la puerta Bella
me haló a la primera mesa disponible que vio.
Tomó el menú que estaba en la mesa, bueno si a eso se le llama menú parecía una hoja
de papel plastificado. Yo la imité…si iba a tener una relación con ella para ver a donde
llegábamos tendría que aprender a esconder mi sorpresa por este tipo de cosas.

--Toma…--le dije entregándole diez dólares que habían en mi bolsillo.

--No tenías que devolvérmelos—murmuró y sacudí mi cabeza.

--Cuentas claras y el chocolate espeso. No es así como dicen?—ella asintió y los guardó
en su bolsillo.

--Que me sugieres—le pregunté quitando la mirada del menú, no podía creerlo, haberla
llevado al McDonald hubiera costado más que los platos que estaban aquí.

--Charlie, pidió el bistec con papas, me dijo que era tan bueno como el de la cafetería de
Forks, yo pedí una hamburguesa y estaba deliciosa—me dijo relamiéndose los labios
haciendo que quedara hipnotizado por esos delicados labios.—Anthony?—me llamó
suavemente moviendo su mano frente a mi cara.

--¡Oh! sí bistec con papas—le dije apenado de haberme quedado mirándola más de lo
que la buena costumbre exige.

--Hola soy Nancy, que les puedo ofrecer?—preguntó una señora como de unos
cincuenta años de rostro amable.

--Yo quisiera el bistec con papas y la señorita quiere una hamburguesa. Algo más Bella?
—le pregunté.

--Una coca cola, por favor—pidió ella.

--Dos…--le dije a la mesera que se retiró en cuanto tuvo nuestro pedido.—Vienes


mucho aquí?—traté de empezar conversación.

--No, la primera y única que vez que vine, fue con Charlie y Jake , el día que me mude,
prefiero comer en casa. Tu comes mucho afuera, me imagino por tu trabajo, siempre
tienes que estar cerca de tu jefe—sus deducciones no estaban tan fuera de lugar, en
realidad comía mucho afuera, siempre estaba invitado a grandes bailes o cenas de
negocios.

--Es correcto, por mi trabajo como mucho fuera de casa.—le dije y ella sonrió. Me
gustaba que ella no fuera de esas personas que tienen que saberlo todo y hacen todo tipo
de preguntas indiscretas.—¿Por qué le mientes a Garrett?—pregunté con verdadera
curiosidad.

Un cálido rubor se extendió por sus mejillas, no me pude contener y acaricié sus
mejillas.

--Lamento interrumpir, aquí esta su orden—dijo la señora de manera risueña poniendo


nuestros platos en la mesa.
--Gracias—murmuró Bella, mirando fijamente el sobre de la mesa, sus mejillas ahora
carmesí.

--Bien ahora, me dirás la respuesta a mi pregunta?—la mire fijamente, encogió sus


hombros y suspiró.

--Garrett, es un hombre algo especial…no le gusta que hagan cosas por él…pero él es el
único amigo además de Alice que tengo en esta ciudad. Así que siempre tengo que darle
una excusa para que acepte lo que le llevo, lo que más le gusta son los emparedados—
me dijo jugando con una papa frita antes de metérsela en la boca.

--Por lo visto tienen planes para el futuro… Si no es mucha impertinencia de mi parte…


sabes porque quedo viviendo en las calles?—me llevé a los labios un pedazo de carne,
debo reconocer que estaba muy buena.

--Mmm…él era asesor financiero en Wall Street, pero una inversión le salió mal…y
perdió su trabajo, su esposa Kate lo abandono poco tiempo después llevándose a su hija
Mary sin decirle a donde, allí perdió las ganas de vivir y se convirtió en mochilero hasta
que se quedo sin dinero y empezó a vivir en las calles. La última vez que vio a su hija
tenía tres años—se sorbió la nariz.

--Estas llorando?—le pregunté preocupado, levantándome para sentarme a su lado.

--No…--mordió su hamburguesa sin mirarme, yo sonreí y cambie mi comida para que


estuviera frente a mí. Comimos en un cómodo silencio, ocasionalmente le sonreía y ella
me miraba casi en blanco antes de volver su atención a su comida.

--Quieres postre?—le pregunté cuando terminó su hamburguesa. Ella mordió su labio.


Yo gruñí—No te muerdas el labio—le dije y ella abrió mucho los ojos, pero asintió.

--Hacen un pastel de frambuesas muy bueno… podemos compartirlo…ya has gastado


suficiente—murmuro avergonzada. Yo la miré fijamente—¿Por qué me miras así?

--No eres como nadie que haya conocido jamás—le respondí con la verdad, todas las
mujeres con las que salí anteriormente siempre querían lo mejor, sin importar cuánto
costaba sabiendo que yo podía pagarlo y aquí estaba esta pequeñita contando cada
centavo que gastaba en ella preocupada de que fuera mucho.

Bella no me respondió, yo pedí el postre junto con dos cucharas. Debía reconocer que el
pastel estaba realmente bueno.

--Te dije que te gustaría—dijo metiéndose otra cucharada y cerrando los ojos
manteniendo la cuchara sujeta por sus labios.

Por dios Cullen, eres un hombre hecho y derecho, no un adolescente hormonal! Pensé
cuando la simple vista de ese hecho hizo que mis pantalones se apretaran un poco.

--Definitivamente me gusta—murmuré. ¡Oh Isabella no sabes lo que me gusta!…


La cena me costó unos quince dólares, yo solo podía sacudir mi cabeza, quince dólares
no cuestan siquiera las medias que uso regularmente. La noche se estaba acabando pero
no quería dejarla…

--Isabella… sé que es un atrevimiento de mi parte y que apenas nos conocemos desde


hace dos días…pero quisiera decirte que me gustas mucho…--Ella me miró y luego giró
su cabeza.

--¿Quién?—miró de un lado a otro.

--Tú, quien más sino tú, pequeña…--le sonreí.

--Y la cámara escondida dónde está?—me miró escéptica. La ayudé a subir al auto y
entré rápidamente.

--Por qué te cuesta tanto trabajo creer que me puedas gustar?—me giré para ver su
rostro sin arrancar el auto.

--A parte de lo obvio?—me preguntó y algo en esa oración me molesto.

--¿A qué te refieres con lo obvio?—ladeé mi cabeza para mirar en sus ojos.

--Bueno mírame—estaba mirando, todo lo que hacía era mirarla. No entendía a que se
refería.

--Soy absolutamente ordinaria, si no cuentas con toda mi mala suerte. –La miré atontado
—y mírate a ti—movió su mano, como si lo que me dijera fuera demasiado obvio. No
podía creer que ella pensara que era ordinaria, ella era la criatura más delicada, hermosa
y amable que he conocido en mi vida.

--No te vez claramente a ti misma—le dije en tono de reprobación. Ella bufó…ella me


bufó? Nunca antes, nadie se había atrevido a bufarme cuando le decía algo. Me solté a
reír, dios me he reído más en este día de lo que lo he hecho en años. Revolví su cabello
con mi mano como si ella fuera una niña pequeña y arranqué el auto.—Eres muy
graciosa.

--Me alegra divertirte—murmuró.

--Entonces me vas a dejar volverte a ver? Dime a qué hora estas libre mañana, claro si
no tienes tareas, podemos salir a comer un helado, que te parece?—¿Cuántos años
tienes Cullen? ¿Catorce?, ¿un helado?

--Está bien, pero yo invito. Es lo menos que puedo hacer tu pagaste la cena de hoy—me
dijo.

--Nada de eso señorita, mi madre se moriría de vergüenza si supiera que deje que una
dama me pagara algo después de haber sido yo quien la invitó a salir. ¿Qué tal si pasado
mañana, vemos unas películas en tu apartamento y me invitas el pop corn?—Buena
movida, si conseguía un sí habría amarrado dos citas. No por nada soy bueno en los
negocios.
--Supongo que está bien, pero invito el pop corn y las sodas—me dijo tajante.

--Yo llevaré las películas, alguna en particular?—le pregunté algo deprimido por haber
llegado a su edificio.

--Cualquiera que no sea de terror—dijo temblando levemente.

--Yo te protegeré no tienes nada que temer—me burlé un poco.

--Fanfarrón—murmuró bajo su aliento y yo volví a reír.—Es cierto solo porque eres


guardaespaldas crees que no tienes nada que temer, además como sabes que tu jefe no te
va a necesitar en esos días? No deberías preguntarle antes?

--Tenemos un horario establecido, da la casualidad que estoy libre en las noches—le


mentí.

--A bueno… ya llegamos a mi edificio—señaló.

--Te acompaño—la ayude a bajar y caminamos en silencio hasta su puerta.

--Aquí es…gracias por la cena Anthony…me divertí mucho—dijo mirando al suelo.

--Nos vemos mañana pequeña, a la misma hora de hoy—tomé su barbilla y la levanté


para darle un beso en la mejilla.

--Bue-buenas noches…que duermas bien y gracias—dijo sonrojada.

--Gracias a ti pequeña… dulces sueños—me incliné para besar el tope de su cabeza, su


aroma era tan atrayente las fresas nunca fueron tan apetitosas como ahora. Entró a su
apartamento y regresé a mi auto.

La noche salió mucho mejor de lo que esperaba, Isabella Swan cada vez me sorprende
más. Llegué a mi apartamento y que quité las ropas que había mandado a comprar, creo
que le pediré a Jane que me compre unos Levi's creo que son de mejor marca que estos
que tenia puesto, la verdad estos jeans no son nada cómodos.

Me fui a dormir tranquilo con solo una cosa ocupando mis pensamientos…Isabella
Swan.

BPOV

Aun no podía creer que me había besado dos veces…bueno en la mejilla y en la cabeza,
pero me había besado. Anthony Masen, me estaba volviendo loca, era…no sé…era algo
como yo nunca antes había sentido…tan…misterioso.

Me lancé a mi cama y me puse una almohada en la cara, mañana lo volvería a ver.

--Dime, cómo te fue? Lo viste? Qué te dijo? Qué hicieron? Van a salir de nuevo? Se
besaron? Se te declaró? Bella cuéntame!!—me parloteó Alice mientras caminamos a
nuestra primera clase.
--Alice, cálmate…me fue bien. Lo vi. Hablamos de muchas cosas. Hoy iremos a comer
un helado y por supuesto que no nos besamos—le respondí todas sus preguntas
sentándome en la silla.

--Pero que no se hayan besado ayer, no significa que no se besen hoy.—dijo


presumidamente. No pude evitar rodar los ojos.

--Alice, él es nueve años mayor que yo, además es guardaespaldas, sabes la cantidad de
mujeres hermosas que debe conocer por su trabajo—le dije soltando un suspiro.

--Vamos Bella, no te menosprecies. Eres muy hermosa y con la ayuda de Alice lo serás
mucho más.—me dijo aplaudiendo.

--Alice, solo vamos a comer un helado—le dije y ella abrió muchos los ojos.

--Un helado? ¿Qué están aun en la secundaria?—murmuró y por suerte el profesor


entró.

--Me parece muy lindo, nadie me ha invitado a comer un helado antes—le susurré.

--Entonces este Anthony, es todo un misterio…¡qué emoción!—suspiró soñadoramente.

--Si… Anthony es tan críptico—suspiré igual.

Cumplí con mis horas de trabajo, casi de manera robótica, la verdad mi mente se la
pasaba regresando a ese hombre de cabello cobrizo y facciones esculpidas. Debía tener
unos muy buenos genes, casi no se le notó la cortada del labio y la ceja.

Llegué a casa e hice algo que nunca antes había hecho, empecé a buscar el atuendo
perfecto.

--Diablos, porque todo lo que tengo es como para vivir en Forks!—me quejé, dándome
por vencida, así que tomé unos jeans y una camisa azul. Me vestí lo más rápido posible
pero cuando me estaba terminando de poner los pantalones tocaron la puerta.

--Mierda!—murmuré mirando mis pantalones a media pierna—VOY!—dije corriendo


hacia la puerta aun subiéndome los pantalones, cosa que me hizo tropezar, solté un
gritito y pude detener mi caída metiendo las manos.

--Bella, estas bien?—dios que vergüenza me escuchó…el hombre más guapo que he
visto y escuchó cuando caí de pecho en el suelo.

--SÍ, sí. Ya voy—le dije levantándome rápidamente y me terminé de poner los


pantalones.

Tomé una amplia respiración y abrí la puerta.

EPOV
--Sr. Cullen, llamarón para confirmar la cena de la corporación Eclipse mañana en la
noche—me dijo Zafrina.

--Cancela todos mis compromisos nocturnos por este mes, Zafrina. No asistiré a
ninguna gala, función o cena—le respondí sin apartar mi mirada del ordenador.

Demetri, me había enviado la información de la madre y el padrastro de Isabella. La


mujer era un caos a la hora de pagar las cuentas, muchas veces se le vencían los pagos y
terminaba pagando recargos. Su padrastro estaba bien…supongo.

--No va a asistir a ningún evento, Señor?—preguntó desconcertada.

--Dije que las cancelaras. No me gusta repetir las cosas, Zafrina—le respondí.

--Sí, señor—murmuró antes de salir de la oficina.

Minimicé todas las ventanas de la pantalla, para mirar su foto que tenía como protector
de pantalla.

--¿Qué me estás haciendo, Isabella?—susurré acariciando su rostro.

Primero pensé que solo quería meterme en sus pantalones, pero ahora sé que es mucho
más. Tengo que descubrir exactamente qué es eso más…

Terminé mi día de trabajo y fui a mi casa a cambiarme de ropas, tomé mi pistola, la


puse en el cinto de mi pantalón y la oculté con mi chaqueta.

--Señor, aquí está el emparedado que me mando a buscar—me dijo Masen.

--Gracias, puedes tomarte la noche libre—le dije dirigiéndome al estacionamiento.

Llegué ansioso al apartamento de Bella y toqué su puerta.

--VOY!—la escuche gritar, sonreí. Luego la escuche soltar un grito seguido de un


golpe.

--Bella, estas bien?—la llamé preocupado. Me respondió que estaba bien y luego de
unos segundos.

--¿Qué hay?—me saludó agitada. La miré de arriba abajo y sonreí.

--Estas lista?—le pregunté bromeándola.

--Sí… solo le hago un emparedado a Garrett y nos vamos—me dijo invitándome a


pasar.

--Ya tengo eso cubierto—le mostré el paquete en mi mano.

--Ok… vámonos, me dijo saliendo al pasillo y yo solté a reírme. Esta pequeñita me


hacía reír.
--No te falta algo?—me recosté contra la puerta. Volviéndola a mirar. Bella siguió mi
mirada y se puso roja al notar que estaba descalza.

--Sabelotodo… no te atrevas a reírte—me dijo "fieramente" antes de correr hacia su


cuarto. Yo no pude evitar reírme, me causaba mucha gracia toda su actitud de gatito
enojado.—Te estoy escuchando!—dijo desde su cuarto. Mis risas se volvieron mucho
más altas.

Regresó y me picó en el pecho con un dedo haciéndome retroceder hasta que salimos
del apartamento, cerrando la puerta tras nosotros.

--No te enojes, pequeña—le besé el tope de su cabeza…me encantaba como olía. Me


separé de ella y la vi sonriendo sonrojada—vamos a comer un helado, pero antes
pasaremos a ver a Garrett.

Nos subimos en el Volvo, para dirigirnos al parque. Cuando me estacioné y la ayude a


bajar, la volví a tomar de la mano como ayer.

--Bella, de casualidad sabes el apellido de Garrett—pregunte desinteresadamente, me


había estado rondando una idea y quería ver si podía ponerla en práctica.

--Brown, su nombre completo es Garrett Brown.—me respondió distraída y yo sonreí


dándole forma a mi plan.

Luego de conversar un rato con Garrett, nos dirigimos a una heladería cercana. Bella
pidió un cono azucarado de vainilla y chocolate. Yo me fui por la fresa.

--Bella, no has pensado en conseguirte un compañero de cuarto? Te ayudaría a pagar la


renta y los demás gastos—dije indiferentemente mientras caminábamos por la parte del
parque donde estaban los juegos infantiles.

--Lo he pensado, pero Alice ya tiene compañera de habitación y aun tengo poco más de
dos meses para preocuparme por la renta. Así que aun no me he puesto a darle vueltas al
asunto, pero supongo que más adelante me ocuparé de eso.—lamió su helado
haciéndome temblar…diablos esta mujer seria mi perdición.

Yo sabía que no podía vivir con ella, si quería mantener mi mentira, pero también sabía
que ella no me aceptaría un centavo.

--Bueno yo por lo general vivo con mi jefe y los otros guardaespaldas, pero quisiera
tener un lugar en donde quedarme cuando no esté de servicio—le volví a mentir.—No
te molestaría mucho, porque casi no estaría—bueno eso sí era verdad.

--No, lo sé…. No me parece justo que pagues por un lugar donde no vas a vivir—dijo y
su helado se le derramó un poco sobre el escote de su camisa, perdiéndose en el valle de
sus senos. Nunca antes había dado tantas gracias a mi altura que me permitía una buena
visión de eso aunque la camisa era más recatada de lo que hubiera pensado.—Diablos!
—se quejó haciendo que más helado le cayera encima y sacándome de mi ensoñación.
--¿Problemas alimenticios?—me burle, ella entrecerró los ojos e hizo algo que nunca
imaginé.--¿Me ensuciaste?—dije mirando la mancha de chocolate en mi camisa.

--Ya no te vez tan fanfarrón, Masen—me dijo mostrándome su pequeña y rosada


lengua.

--No sabes con quien te has metido Swan, vas a pagarlo—ella soltó un chillido y se
puso a correr.

No me costó ni siquiera un minuto alcanzarla, la obligué a tumbarse sobre su espalda en


la grama y me senté sobre sus piernas tomando sus dos manos en una de las mías. Bella
no dejaba de retorcerse y carcajearse debajo de mí. Acerqué lo que quedaba de mi cono
de fresa y se lo puse en su pequeña nariz.

--¡No acabas de hacer eso!—dijo moviendo sus ojos de manera de tratar de ver su nariz
haciéndome reír ante la vista de sus dos irises tratando de mirar la punta de su pequeña
nariz. Me tomó desprevenido y se movió para saltar sobre mí tumbándome sentándose
sobre mi pecho.—Creo que este cono se ve mejor en tu cara—no solo se contentó con
embarrarme de helado en la nariz sino que también me ensució la frente y el mentón.

Nuestras risas atraían la atención de los transeúntes, pero nunca me importo menos lo
que podían pensar.

--Isabella, siempre me estas sorprendiendo—le dije con sinceridad.—¿Entonces aceptas


rentarme la habitación que te sobra? En verdad necesito un espacio para vivir— Apelé a
su buen corazón, sabía que estaba jugando sucio, pero bien dicen que el fin justifica los
medios. Ella volvió a morderse el labio de manera inconsciente, dios como deseaba
besarla.

--Está bien…pero no puedo cobrarte una renta completa si no vas a pasar tiempo en el
apartamento, eso sería deshonesto de mi parte.—murmuró sacando un pañuelo y
limpiándose la nariz y el pecho. Luego me lo entregó para que también me limpiara.

Mi dulce y tierno ángel. La pobre piensa que se puede aprovechar de mí, cuando en
realidad soy yo quien se está aprovechando de ella, de la manera en la que ella me hace
sentir.

--No, insisto en pagarte la mitad de la renta de la casa y ayudarte con los víveres.
Cuando este allá, tendrás que alimentarme con tus dones culinarios, así que es lo
mínimo que puedo hacer.—la dije mirándole a los ojos—Por favor—le susurré. Su
expresión quedo en blanco.

--Está bien—dijo con un hilo de voz antes sacudir su cabeza aclarando sus
pensamientos. Sonreí, en verdad estaba mal de mi parte manipularla, pero ella era como
arcilla en mis manos y no podía evitarlo, tenía la necesidad de cuidar de ella y esta era
una de las pocas cosas que podía empezar a hacer.

Nos sentamos en la grama hasta que empezó a oscurecer. Reímos, charlamos y jugamos
a las veinte preguntas. Odiaba mentirle en algunas de las cosas que me había
preguntado, más adelante cuando nos conociéramos mejor le diría la verdad, pero por
ahora no. Sin embargo aprendí tantas cosas de ella debido a su sinceridad.

Le gustaba cocinar, leer clásicos y escribir. Es una cuidadora, sí, esa sería la palabra
para describirla, primero cuidó de su madre emocionalmente por lo que pude ver, eso
explica porque ahora es un desastre con las cuentas, siempre tuvo a Bella para
encargarse de eso y luego que ella se mudó con su padre, pues todo se vino a pique
aunque su nuevo esposo la ayuda. Después cuidó físicamente de su padre asegurándose
de que comiera saludablemente.

Eso me aclaraba porque había prácticamente adoptado a Garrett.

Bueno solo me quedaba esperar a ver como terminaba la noche y que tal nos iba en la
noche de películas.

CAPITULO 4

APRENDIENDO.

Estaba en mi oficina mirando nuevamente el protector de pantalla, mientras lo hacía


recordaba el vacio que me embargó desde que la deje en su apartamento, cuando me
bañé y noté lo pegajoso que estaba recordé lo mucho que me había divertido en el
parque cuando comimos helados, si me pongo a considerar nunca antes me había
divertido tanto en toda mi vida, creo que ni siquiera cuando era un niño.

--Zafrina…necesito que Jane me compre unas cosas que no sean muy costosas. Un
televisor, una cama doble, sabanas…todo lo necesario para arreglar una habitación
pequeña, asegúrate de decirle que todo lo que compre sea para alguien de clase media.
Y comunícame con McCarty.—le dije por teléfono antes de colgarle y volver a centrar
mi atención en la pequeña jovencita que había logrado cautivar mi atención.

Tenía que mover bien mis fichas…cada vez estaba más interesado en ella, ahora no
podía darme el lujo de cometer errores. El sonido del teléfono me saco de mis
pensamientos.

--Cullen…--respondí sin apartar mi vista de la pantalla.

--A que debo el honor de que el magnánimo Edward Cullen, le haya pedido a su
secretaria que me llamara.—me respondió con su característica voz burlona.

--McCarty, dejemos los sarcasmos. Necesito un favor.—le respondí secamente.

--¿Tu…pidiendo un favor? Dios, tengo que llamar a Rose para contarle—este hombre
no conocía el significado de la palabra discreción.

--Necesito que esto se mantenga entre nosotros. Necesito que crees una plaza para un
asesor financiero en una de tus empresas. Estaré enviando a la persona la próxima
semana, está un poco fuera de practica pero necesito que no sepa nada de mí.—quité la
mirada de la pantalla por primera vez. Necesitaba que esto saliera bien.
--Y quien es la maravilla financiera para que te estés tomando todo esta molestia—me
preguntó aun sin dejar su humor de lado.

--Garrett Brown, fue uno de los mejores de su época. Demetri, me envió todos los datos
personales. Te enviaré la información por correo electrónico.

--¿Sabes que esto es raro, verdad?—suspiré—Tu nunca le haces favores a nadie.—dijo


seriamente.

--Lo sé…¿ Me vas a ayudar?—empezaba a irritarme.

--Para eso es esta la familia.—empezó a reír.—Ahora que estamos en el mismo país


deberías venir a ver a Rose.

--Emmett, no pretendo viajar a Nueva York, me estoy instalando a penas—eso no era


verdad, la verdad era que no quería dejar a Isabella.

--Tenemos casi cinco años que no te vemos. Edward, no te hemos visto desd-

—Te acabo de enviar la información de todo lo que pienso hacer con respecto a
Garrett--lo corté, no quería pensar en eso.—Trataré de mantenerme en contacto.

--Seguro…nos vemos hermano—respondió después de dar un suspiro. Y yo colgué la


llamada.

Me llevé las manos a la cabeza, lo que menos quería recordar era ese día. Eso había
quedado enterrado en el pasado. Ahora necesitaba hacer algo más importante.

Tomé mi teléfono y le sonreí a la pantalla.

--Librería Copbottom—me respondió la voz más dulce que mis oídos habían escuchado
en estos veintisiete años de vida.

--¿Cómo estas Bella?—la saludé.

--¿Anthony?—preguntó dudosa y yo acaricié la foto ella siguiendo el contorno de su


sonrisa.

--Sí. Ya hablé con mi jefe y resulta que tengo el sábado libre. Quería preguntarte si
estaría bien que llevara mis cosas a tu apartamento ese día.

--Cl-claro, me parece bien—su entusiasmo me hacia feliz, podía ver que no le era
indiferente.

--Entonces nos vemos en la noche, no olvides las palomitas—la bromeé.

--Y tu recuerda no traer nada que sea de terror—me respondió con el mismo tono—Ups,
llegó un cliente nos vemos en la noche.—me dijo apresuradamente.
--Hasta la noche—le dije colgando la llamada, extrañando de inmediato el sonido de
voz.

Me senté para concentrarme en los documentos legales que tenia frente a mí. Mirando
con fiereza el reloj que no adelantaba su marcha.

Casi a las cuatro de la tarde hice un par de llamadas para tener todo lo necesario en
orden. Tomé mi cosas para encaminarme a mi apartamento.

--Jane tiene listo todo lo que solicitó señor Cullen—me dijo Zafrina, yo asentí
indicándole que había escuchado y presioné varias veces el botón del elevador
urgiéndolo a llegar.

--Masen, necesito comprar una película, llévame a una tienda—le dije mientras me
subía al auto.

Llegamos a la video tienda y había tantas películas que no tenía idea que comprar. La
última vez que fui al cine, fue cuando Esme me llevó y creo que me llevó a ver
"Querida agrandé al niño". Terminé llevando una película que me recomendaron
mucho. Al llegar a casa seguí con la rutina que había adquirido hace dos días.

Volví a tomar el volvo pero en lugar de dirigirme a su casa me encaminé a su trabajo,


me quedé esperando hasta que la vi subir en la trampa de muerte , la seguí de cerca pero
no lo suficiente como para que se diera cuenta.

La vi entrar al supermercado y salir a los cinco minutos con una bolsa de víveres,
supongo que allí iban las sodas y el pop corn.

La seguí a su casa, habló con Garrett unos cinco minutos, parecía que discutían porque
como siempre no le quería aceptar lo que le había comprado, se despidieron y la
observé entrar al edificio. Esperé que pasaran unos quince minutos antes de bajarme del
auto.

Toqué su puerta y la escuche apresurarse. En cuanto la puerta se abrió me recibió con


una sonrisa enorme.

--Hola! Puedo oler que el pop corn está listo—le dije dándole un beso en los cabellos
inhalando su delicado aroma.

--Sip, trajiste la película?—caminamos hasta el sillón, me puse a preparar la película


mientras ella iba a la cocina, regresó con dos latas de soda y un tazón de palomitas.

--¿Qué vamos a ver?—me preguntó sentándose a mi lado

--¿Quién quiere ser millonario?—le respondí emocionado, me habían dado muy buenas
referencias aunque no tenía idea de la trama.

--Es buena?—me preguntó tomando un sorbo de la lata.


--Eso me dijeron—nos quedamos en silencio mientras veíamos la película, la podía ver
por el rabillo del ojo, llorando a lágrima suelta. No me pude contener y la abracé. Su
cuerpo se sentía tan bien aferrado a mi costado como si hubiese sido hecha para encajar
allí.

No hablamos, el único sonido que llenaba la habitación era la voces de los actores y sus
sollozos. Al fin después de poco más de dos horas de tortura la película se acabo.

--Anthony, por dios es la película más triste que has podido conseguir, mira esos pobres
niños todo lo que han pasado. Jamal…todo lo que hizo…por Latika--dijo y sollozó.
Cuando leí el titulo de la película nunca pensé que sería así, creí que era una película
sobre el concurso de televisión.

--Es muy triste Bella, pero muchas veces el fin justifica los medios…--acaricié sus
cabellos, no me gustaba verla triste.

--No lo creo…es decir mira todo lo que hizo por amor y si ella en verdad lo hubiera
amado tanto, no hubiera dudado dos veces en aceptarlo, así como era pobre sin nada que
ofrecerle, incluso hubiera preferido la muerte a tener ese tipo de vida, de ese modo al
menos mi amado no viviría en sufrimiento por lo que me pasaba. Juntos hubieran
podido crear un futuro juntos, de la nada… hubieran huido cuando se lo propuso… no
sé algo, yo no creo en ese dicho que dice que "cuando el hambre llega el amor sale por
la ventana", digo si uno dice que ama a alguien es para estar juntos no importan las
adversidades, sea rico, pobre, sea culto o no. Nada de eso importa—susurró secándose
las lagrimas. Sabía que era desinteresada pero nunca la había escuchado conversar sobre
un tema con tanta pasión.

--Pequeña, no llores…lamento haber traído la película, me dijeron que gano ocho


premios de la academia y que era muy buena, nunca pensé que fuera tan trágica—la
abracé y acaricié su espalda con cuidado, tenía que distraerla de esa película, hasta a mi
me remeció los cimientos. —Debí haber traído Jason vs Freddie—le bromeé y ella se
rió un poco--Dime…¿qué harías si fueras millonaria?

--No lo sé en realidad—dijo después de pensar mucho—nunca me lo he planteado, creo


que primero que todo no dejaría que nadie se enterara, por ejemplo si llegara a publicar
un libro lo haría con un seudónimo, de esa manera seguiría siendo simplemente Bella
para todos—dijo encogiéndose de hombros.

--¿Y en que usarías el dinero?—la presioné un poco más ávido por aprender lo que
pasaba por su mente.

--Lo primero que haría…sería comprarle un bote a mi papá para que pudiera ir de pesca
con Billy con comodidad, ayudaría a Jake a montar su taller de ese modo se podría casar
con Leah, contrataría al mejor investigador del mundo para encontrar la hija de Garrett
y luego crearía una fundación para ayudar a combatir el hambre.— volvió a encogerse
de hombros—¿ahora dime, si tú fueras millonario qué harías?—tenia ganas de
golpearme a mí mismo, pregunto algo para poder conocerla mejor y ella me lanza la
misma pregunta haciéndome mentir.
--Ese mundo es muy banal… las personas te tratan por lo que tienes en tu cuenta
bancaria, cuántas empresas manejas, no existe una amistad o un amor sincero, todo se
mueve en base al dinero.—le respondí pasándome la mano por la cara.

--Conoces mucho de ese mundo, me imagino que lo has vivido a través de tu jefe…--
puso una mano en mi hombro como si me estuviera consolando.

--Sí…tienes razón…mi jefe ha atravesado muchas cosas desde muy joven…ha


conocido la ambición de cerca.—le respondí amargamente.

--Atrápalo—me dijo sobresaltándome cuando me cayó un pop corn en la cara.—Para


ser guardaespaldas tiene malos reflejos—se burló lanzando uno al aire y tratando de
apañarlo con la boca, lo atrapé en el aire y me lo comí.—Oye! Búscate tu propio maíz—
se quejó.

--Tu fuiste quien me acuso de hacer mal mi trabajo, así que tenía que demostrarte que si
tengo reflejos—le bromeé, metiendo la mano en la tasa de pop corn y lanzado unos
cuantos al aire para atraparlos con la boca.

--Fanfarrón—me empujó juguetonamente haciendo que perdiera el último y cayera al


piso.—En verdad estas dispuesto a recibir una bala por tu jefe?—me preguntó de pronto
con su ceño fruncido.

--Es el deber de los guardaespaldas poner en riesgo su vida por la de sus protegidos,
para eso los entrenan—le respondí alisando la arruguita que se formó en su frente con
uno de mis dedos.

--Pero no es peligroso?...alguna vez…te han herido?—yo sonreí, esta niña hacia que
sonriera sin siquiera proponérmelo, tantos años de sonrisas fingidas y ella solo tiene que
decir una palabra…

--No, pequeña…no me han herido y sí es peligroso, pero descuida soy muy precavido…
Definitivamente la próxima vez compraré una película que nos deje de mejor ánimo—
coloqué un mechón de su cabello detrás de su oreja sólo para verla sonrojar y no me
decepcionó, en cuento toqué su piel se coloreó.

--Si…hubieras traído "The proposal," Ryan Reynolds es muy guapo ¿has visto su
abdomen?—tomé un puñado de pop corn y se lo lancé no me gustaba que estuviera
enamorada de un actor.

--Oye! Tu también podías mirar a Sandra Bullock, me vas a decir que no te parece sexy
—yo asentí—vez los dos salimos ganando. –Empezó a reír—Dios, deberías ver tu cara
—se carcajeó tan fuerte que se agarró los costados.

--¿Qué tiene mi cara?—le pregunté confundido.

--Tienes una cara como si no supieras de quien te estoy hablando—siguió riendo. Era
cierto, el nombre me sonaba pero no tenía idea de su cara. Mañana tendría que ponerme
a mirar fotos de farándula.
Conversamos de muchas cosas, note que casi todo lo que me contaba era de su padre,
las pocas veces que le pregunté por su madre miraba la foto de la repisa con nostalgia
para cambiar el tema rápidamente. Allí había algo en el fondo que yo tenía que
averiguar.

--¿Quieres comer algo? Tengo mucha comida—yo apreté mis labios para no reírme.
Había caído en cuenta que cada vez que mentía sus orejas se tornaban rosadas.

--Vamos a cenar fuera—me levanté y le ofrecí mi mano.

--Nop. Ya te dije que comeremos aquí.—me sonrió para encaminarse a la cocina. La


seguí y no pude resistir la tentación de bromearla cuando la vi preparando una ensalada.

--¿No vas a cantar?—ella se giró entrecerrando los ojos y me lanzó un trocito de


zanahoria el cual atrapé con la boca.—Oye eso no es nada amable de tu parte, aun no
me he mudado contigo y ya me maltratas—fingí estar lastimado.—Ella rodó sus ojos,
otra primera vez para mí, nunca nadie me ha rodado los ojos cuando les hablo.

--Es poco amable de tu parte burlarte de mí. Debe haber una ley contra inquilinos que
abusan verbalmente de sus caseros.—me sacó la lengua mientras ponía un plato de
ensalada frente a mí.

--Abusar verbalmente hubiera sido si te hubiera dicho que cantabas como un gato que
había sido arrollado por un camión de nieve—me burle tomando un trocito de zanahoria
para devolverle el favor.

--Oye no juegues con la comida—me regaño, sentándose frente a mí con su plato.

--Pero si tú empezaste—me quejé, debía reconocer que el aderezo estaba muy bueno.
No tardaría en acostumbrarme tanto a su comida que ya nada me sabría igual.

--Yo sabía que tú lo atraparías, pero, ¿cómo esperas que yo lo atrape? –volvió a rodar
sus ojos.

Terminamos de comer tranquilamente, conversando y bromeando. Tengo que admitir


que cuando llegó el momento de dejarla, me sentí incomodo. Lo único que me
compensaba era saber que cuando "viviera" con ella podría quedarme a veces.

BPOV

--Bella!!! ¿En qué mundo andas? Oh! Ya sé, andas en el mundo del guardaespaldas—
me empezó a bromear Alice.

--No, claro que no—le siseé cuando salimos de clase.

--Desde que llegaste has tenido una cara de estar soñando despierta, no has escuchado
nada de lo que te he dicho—me recriminó. Era cierto toda la mañana me la he pasado
pensando en Anthony—¿Te besó?—chilló bastante alto como para hacer que varias
personas se giraran a vernos.
--No, como crees. Es solo que tengo muchas cosas que hacer, tengo que pintar la
habitación del cuarto de huéspedes para este sábado. Le prometí a Garrett dejar que me
ayudara con eso, no he podido llamar a Charlie y hoy es mi primer día libre en mi
trabajo el cual debo ocupar para hacer mis deberes.—le respondí llegando a mi auto.

--Sí, sí, claro. ¿Oye ese de allá no es Anthony?.—señaló hacia la izquierda.

--¿Dónde?—Oh mierda!

--Lo sabia! Solo mira como te has puesto de roja. Ese hombre te gusta y pronto estarán
juntos.— rodé mis ojos.—No apuestes contra mí. Nos vemos el lunes Bella!—se
despidió dándome un beso .

--Duendecilla loca.—murmuré dirigiéndome a comprar la pintura.

No podía negar que Anthony me gustaba y mucho. Solo que no quería hacerme falsas
ilusiones, debía mantenerme serena no fuera a ser y él reconsiderara el hecho de
mudarse conmigo.

Compre una pintura azul bastante bonita y me dirigí al parque. Ya eran casi las cinco de
la tarde, los viernes eran los días que salía más tarde de clases. Le compraría un hot dog
para que cenara.

Fruncí el ceño y luego sonreí. Anthony estaba con él. Ambos conversaban amenamente
mirando a las personas pasear. Cuando me vieron sonrieron e hicieron un espacio en
medio de ellos para que me sentara.

Me uní rápidamente a su conversación, los tres reímos y conversamos durante largo


tiempo.

--¿Es usted el señor Garrett Brown?—mis ojos se encontraron con un hombre vestido de
saco y corbata. Parecía un hombre importante, solo esperaba que Garrett no estuviera en
problemas.

--¿Quién lo busca?—preguntó Garrett tensándose. Yo sabía que Garrett no confiaba en


las personas .

--Soy Jason Jenks, estoy en representación del señor Emmett McCarty de McCarty Int.
—le dijo entregándole una tarjeta de presentación.

--¿Qué desea el Sr. McCarty?—le preguntó Garrett mirando la tarjeta. Yo la observe y


podía decir que el papel era bastante costoso.

--El señor McCarty me pidió expresamente que lo contactara, él desea que usted sea uno
de sus asesores financieros. Hay una habitación de hotel esperando por usted para pasar
el fin de semana, tengo los boletos de avión y todos los papeles para sacar sus
documentos de identidad personal el lunes a primera hora. Saldríamos para Nueva York
el lunes después del medio día.—yo miré a Garrett.
--¿Por qué el señor McCarty se ha tomado tantas molestias conmigo?—Garrett no
sonaba como Garrett sino como un hombre de negocios en mitad de una reunión.

--Al parecer usted le procuró grandes ganancias a su padre cuando trabajo en Wall
Street dejándolo satisfactoriamente complacido. Al parecer el Sr. McCarty senior lo
recomendó como el mejor antes de fallecer y su hijo solo quiere en su equipo a los
mejores. En Nueva York cuenta con un apartamento, la compañía lo pagará hasta que
usted sea capaz de hacerlo por si mismo.—le respondió con toda naturalidad.

Garrett estaba pensativo, así que decidí darle un empujoncito.

--Garrett, piensa en las posibilidades, podrás contratar un investigador privado para


encontrar a Mary, no dejes pasar esta oportunidad.—le susurré bajito.

--Pero entonces estarás sola, solo tendrá a Alice en esta ciudad. Eso no me gusta—
murmuró.

--Te doy mi palabra que yo la cuidaré Garrett, no dejaré que Bella paseé por el parque
sola—le dijo Anthony sonriendo—Esta es una gran oportunidad para ti. No la dejes
perder.

Garrett se veía abrumado, estaba pensando las cosas con mucha calma, pero cuando lo
vi acariciar el bolsillo en donde yo sabía que llevaba la foto de su hija, supe que había
tomado una decisión.

--Te llamaré en cuanto sepa dónde voy a estar y tienes que prometer que no vagaras sola
por las calles.—me dijo mirándome seriamente—Espero que pruebes ser bueno en tu
trabajo y la cuides—sus labios estaban tensos cuando habló con Anthony.

--El auto nos espera Sr. Brown—le dijo el señor.

--Cuídate Garrett, llámame para cualquier cosa que necesites—le susurré mientras lo
abrazaba. Me besó la cabeza y me sonrió dándome una palmadita en la mejilla.

Se inclinó hacia Anthony y le secreteó algo, él solo asintió con el ceño fruncido y le dio
las gracias a Garrett.

Garrett me volvió a abrazar y me pidió que me cuidara mucho. Estaba muy feliz por
Garrett, por fin podría cumplir su sueño de buscar a su hija. Me senté de nuevo en la
banca y lo vi hasta que se perdió de vista.

EPOV

Llegué temprano al parque, sabía que Bella llegaría en un rato, me senté a conversar con
Garrett, pude comprobar por mi mismo todo lo que había averiguado Demetri.

Garrett es un hombre muy culto, se nota que en verdad era bueno en su trabajo tanto así
que aun se mantenía al tanto de todas los cambios financieros por medio de los
periódicos que encontraba en la basura. Decir que su vida en los últimos quince años
había sido dura, era solo un detalle. Me hizo sentir bien conmigo mismo, el estar
haciendo algo por él.

Al poco tiempo vimos a Bella acercándose hacia nosotros.

--Una mujer muy especial—me murmuró.

--En efecto, es muy especial.—le respondí, observando sus suaves curvas que se
disimulaban bajo la conservadora ropa y su sonrisa angelical.

--Merece saber que no eres lo que aparentas—dijo y mi rostro perdió el color.

--No se a que te refieres—mentí.

--Hablas y te compartas como un hombre a quien los guardaespaldas cuidan, no como


uno que cuida a otro. Yo viví en tu mundo mucho tiempo y sé lo que es. Solo espero
que pienses bien lo que estás haciendo, no voy a permitir que Bella salga lastimada.

--Lo último que deseo es lastimarla—le respondí sinceramente.

--Eso está solo en tus manos, no diré nada porque no tengo pruebas, pero tú eres tan
guardaespaldas como yo millonario.—suspiró—eres un buen hombre muy en el fondo.
Te daré la oportunidad de descubrir que hay bondad en este mundo, solo espero que no
termines igual de solo que yo cuando la descubras y la pierdas.—se pasó las manos por
el cabello y guardamos silenció ahora que Bella estaba más cerca.

Conversamos amenamente, traté de apartar de mi mente el miedo de que Garrett me


delatara sabía que no lo haría, pero aun así no podía dejar de sentirme inseguro. Jenks
acató perfectamente mis órdenes, cuando llegó a nosotros no hizo la más mínima cosa
que pudiera delatar que me conocía.

Después que Garrett aceptó, se despidió de Bella y luego se acercó a mí. Le di una
palmada en la espalda.

--Sé que estas detrás de esto y por eso te doy las gracias, pero recuerda lo que dije, se
sinceró con ella, veras que vale la pena.—dijo asegurándose que Bella no lo escuchara,
yo asentí y lo vi marcharse.

Nos sentamos en la banca cada uno perdido en sus pensamientos. Decidí darme seis
meses. Seis meses, me daría seis meses y le contaría toda la verdad a Isabella.

--Tengo que ir a mi apartamento, voy a pintar tu cuarto de azul. ¿A qué hora te espero?
—me preguntó mirando al cielo. Su rostro estaba sereno, como si pensara cosas buenas,
sus ojos cerrados y una sonrisa bailaba en sus labios.

--Vamos, te ayudo a pintar así terminamos más pronto—le dije tomando su mano,
asintió levantándose.
La acompañé hasta su pick up y en cuanto se encaminó hacia su apartamento pedí una
pizza para que cenar. Reí ante la ironía que la pizza me costó más que la cena que le
había comprado.

Llegamos al mismo tiempo a su edificio, la ayudé con la lata de pintura y en cuanto


entramos al apartamento me dijo que sentara mientras ella se cambiaba de ropa. Regresó
a los cinco minutos con una camiseta de tiritas color verde que se ajustaba a sus pechos
de manera delicada, su pantalón era corto y negro de deporte e iba descalza. Se veía
muy sexy aun sin proponérselo. Me prestó una camisa vieja, me quedaba bien por lo
que a ella le debía quedar enorme, me dijo que era de su padre y que ella la usaba para
cuando limpiaba la casa.

Empezamos a cubrir el piso de papel periódico para no ensuciarlo, justo cuando


terminamos tocaron la puerta.

--¿Quién será? No estoy esperando a nadie—murmuró levantándose, haciendo que mi


vista se desviara de su adorable trasero que se dibujaba en la tela cada vez que se
agachaba.

--Er…pedí pizza para cenar—le dije y ella se mordió el labio haciéndome gruñir.

--No tenias que molestarte—yo solo sacudí la cabeza y fui a buscar la pizza.

--Son…son…veinticuatro dólares—dijo un chiquillo de unos dieciocho años mirando


por mi costado. Me giré y vi que Bella estaba inclinada hacia adelante sobre el brazo del
sofá haciendo que su pantalón se levantara de manera de mostrar casi el principio de sus
muslos.

--Quédate con el cambio—le gruñí y me miró asustado, sabía que mi mirada era fría y
no me importo cerrarle la puerta en la cara con cierta satisfacción.

La miré nuevamente y pude ver si se inclinaba más su ropa interior podría mostrarse.
Solo ese pensamiento me hizo torcerme dentro de mis pantalones.

--Lo encontré!—subió la mano de manera victoriosa sosteniendo el control remoto. Yo


aclaré mi mente y le sonreí.

Comimos entre bromas y risas cuando ambos estuvimos lo suficientemente llenos nos
dirigimos a mi "futura" habitación.

--¿Alguna vez has pintado en tu vida?—se giró a verme curiosa mientras yo luchaba
con el rodillo.

--Muy graciosa—le respondí y ella se soltó a reír. Era cierto nunca antes había pintado,
pero tenía la idea general.

Teníamos la casi todo el cuarto pintado cuando se me ocurrió una idea.


--¿Qué? Tu no acabas de hacer eso…--me miró incrédula para luego tratar de verse su
espalda y como no pudo se miró la parte de atrás de las piernas. Yo le había pasado el
rodillo lleno de pintura desde los tobillos hasta el cuello.

--Tu empezaste diciéndome que no sabía pintar, debo decir que el azul te cae muy bien
con tu tono de piel—murmuré aguantándome la risa mientras tomaba más pintura con el
rodillo.

--Oye, eso fue a traición!—me levante como resorte viendo como de mi cabello caían
gotas de pintura.

--No. No lo fue. Lo que tú hiciste si fue traición—se defendió.

--Está bien, lo reconozco.—le dije volviendo a la faena, dejando que se confiara, en


cuanto el ultimo pedazo de pared estuvo pintado, hundí mis manos en pintura.—Listo
jefa, ya terminé, creo que me merezco un abrazo por el arduo trabajo.

--Aléjate Anthony, hablo en serio—me dijo retrocediendo cuando vio mis manos.

--¿Por qué?—le respondí con fingida inocencia. Dio un gritito cuando me le acerqué y
corrió hacia la pintura hundiendo su brocha en ella, para amenazarme.

Le salté encima y la tome por la cintura, haciendo que me llenara la cara y el cuello de
pintura. Rodamos en el suelo cubriéndonos con más pintura. Moví mis manos por sus
costados sintiendo como su tersa piel se tornaba azul. El ambiente se llenaba de
electricidad estática. Nuestras risas no se terminaban y eso me hacía muy feliz.

--¿Por qué parece que cada vez que estoy contigo, termino húmeda y pegajosa?—jadeó
casi sin aire. Eso hizo que mis ojos se encontraran con los de ella. Cuando se dio cuenta
de lo que dijo se volvió muy roja. Yo quité un mechón de su cabello que se le había
pegado a la mejilla y lo coloqué tras su oído.

Tenerla tan cerca, sus labios tan cercanos a los míos, su dulce aliento me golpeaba con
la fuerza de una bola demoledora, quiera tenerla, la quería única y exclusivamente para
mí.

--Bella…--respiré su nombre como una plegaría, mi nariz estaba muy cera de la suya.

--Bells!, ¿estas allí? Quiero saber cómo te ha ido esta semana en la escuela—dijo la voz
de un hombre a través de la maquina contestadora, no había siquiera escuchado el
teléfono sonar.

--Debo responder la llamada—en sus ojos se mostraba el mismo anhelo que en los míos.
Me levanté ayudándola a pararse sobre sus pies. La observé salir del cuarto maldiciendo
a quien fuera que nos interrumpió.

--Hola Jake!—la escuche responder.


No importa que el momento hubiera quedado interrumpido, tenía la plena confianza de
que mis labios estarían en los suyos muy pronto. Ya estaba aprendiendo a confiar en
Isabella, ahora solo me faltaba aprender a confia en mí.

APITULO 5

VIVIENDO

Recogí los papeles sucios de pintura y abrí las ventanas para que saliera el aire viciado.
Miré la habitación en la que pretendería vivir por un tiempo, hasta que me convenciera
de sentarla y explicarle toda la verdad de una manera en la que ella no se enojara
conmigo por haberle ocultado la verdad.

--Lo siento, Jake siente la necesidad de asegurarse que no me han secuestrado—me


murmuró algo apenada, sin lugar a dudas por nuestro casi beso.—Te voy a dar unas
ropas de Charlie, puedes bañarte para quitarte la pintura. Será mejor que uses mi baño,
es un poco más espacioso que el de visitas—su rostro estaba rojo, así que solo asentí
para no hacerla sentir mal.

La seguí hasta su habitación y me entregó la ropa que me había dicho. Salió sin decir
nada y yo empecé a desvestirme pensando cómo romper el incomodo silencio cuando la
puerta se abrió de golpe.

--Anthony te traigo unas toa.. Oh por Dios, LO SIENTO!—grito antes te cerrar la puerta
de golpe.—No vi mucho, lo juro. Las toallas están en el suelo—dijo a través de la
puerta.

--Bella, no te avergüences—le dije tratando de aguantar la risa, solo estaba en bóxers,


no era como si hubiera estado desnudo, pero ver la expresión de su cara fue algo que el
dinero no podía comprar. Sus ojos parecieron haberse salido de sus orbitas, el sonrojo
no solo estaba en sus mejillas, sino en toda su cara y cuello; su boca estaba ligeramente
abierta. Parecía un conejo frente a las luces de un auto.—Solo me viste en ropa interior,
no es nada del otro mundo. Posiblemente hasta yo te llegue a ver a ti en ropa interior
ahora que vamos a compartir el apartamento.—le dije tratando de hacerla sentir mejor.

--Si…claro…vete a bañar que quiero dejar de parecer un pitufo—me dijo un poco más
pareciendo ella misma. Caminé con cuidado y abrí la puerta encontrándome con su rojo
rostro sus ojos estaban abiertos de par en par. Yo ignoré eso, le di una sonrisa y me
incliné a recoger la toalla para luego cerrar la puerta.

Me bañé con rapidez viendo como el agua se tornaba azul, use su jabón y shampoo por
lo que terminé oliendo a fresas como ella. Me vestí con las ropas que me dio y debo
decir que me quedaban algo cortas, por lo visto yo soy un poco más alto que el jefe
Swan.

La encontré en la cocina donde tenía unas galletas que parecían caseras con un vaso de
leche. Me dijo que el postre estaba listo, nos sonreímos mutuamente y ella se retiró a
bañarse rápidamente. Su reacción era mucha, para el simple hecho de haberme visto en
ropa interior, seria que acaso ella nunca había visto un hombre en ropa interior…eso es
casi imposible en esta época, ella tiene dieciocho años y en estos tiempos las niñas
empiezan a tener relaciones desde los quince años sino antes. Seguramente era que
nunca había visto a un hombre en todo el sentido de la palabra ya que los adolescentes
tienen el cuerpo diferente al de un hombre de casi treinta años.

Regresó cuando no habían pasado ni siquiera unos quince minutos. Su cabello húmedo
parecía casi negro, vestía un ancho pantalón de franela muy parecido a que yo estaba
usando y una camiseta de tiritas.

Empezamos a hacer una charla trivial sobre como seria la mudanza mañana, me tomé la
libertad de invitarla al cine para "celebrar" que tenía un lugar para "vivir" cuando me
quisiera escapar de mi jefe y mis compañeros.

Me retiré cerca de las doce de la noche, cuando la vi casi quedarse dormida en el sofá.
Le informé a Masen que tenía que acompañarme mañana al apartamento de Isabella y le
expliqué ciertas cosas, si le parecieron extrañas no dio indicio sobre eso.

A las diez de las mañana el pequeño camión de mudanza que había contratado llegó al
edificio de Bella.

--Bella…--suspiré su nombre como si fuera un adolescente—este es James, ha trabajado


conmigo durante los últimos siete años—le dije presentándole a Masen.

--Es un placer James, pasen adelante—nos invitó, dejando la puerta abierta para los
trabajadores que traían la cama.

Entre James, y los dos hombres de la mudanza terminamos la pequeña habitación en


menos de hora. James casi no conversó con Bella, él era un hombre de confianza a pesar
de su expresión fría, lo había visto con su esposa Victoria y sus hijos Laurent e Irina,
podía decir con toda certeza que amaba a su familia. Cuando le dije que nos iríamos de
Londres se alegro de regresar a su país, solo le tomo diez minutos informarle a su
esposa y para el final del día ella lo tenía todo preparado, habían encontrado una
pequeña casa a las afuera de la ciudad para ella y los niños.

--Así que fuiste soldado, supongo que fue muy difícil para tu esposa cuidar a dos niños
tan pequeños ella sola—escuche decir a Bella desde la cocina. Sabía que no tenía que
temer, todos mis empleados cercanos tenían un acuerdo de confidencialidad firmado
además de ser muy reservados, por lo que no corría riesgo de que James pudiera decir
algo que me delatara.

--Sí, en efecto fue muy difícil, pero mi Victoria es una mujer fuerte. Aunque estuvo
realmente aliviada cuando le dije que dejaba el ejército para convertirme en
chofer/guardaespaldas.—le respondió comiendo una de las galletas que Bella me
ofreció anoche.—Debo decir que estas son las mejores galletas que he comido—se
metió otra galleta casi gimiendo ante el sabor. Decidí hacerme notar.

--Gracias por tu ayuda M-James—me corregí a mí mismo rápidamente. Sin cometer


errores. Me recordé.—puedes retirarte y darle mis saludos a Victoria—lo despedí.
--Adiós Bella, fue un gusto haberte conocido. Espero que nos volvamos a ver, así podría
presentarte a mi esposa—le dijo cálidamente, se giró a mí y me dio un seco
asentimiento antes de cerrar la puerta tras él.

--Para ser tu compañero de habitación en casa de tu jefe, se tratan…diferente a lo que


pensé—me dijo y frunció el ceño llevándose una galleta a la boca.

--¿Cómo nos tratamos?—le pregunté tratando de leerle la mente. Muchas veces


encontraba fascinante la manera en la que ella piensa.

--Tu tratas a James como si fueras su jefe—murmuró distraída. Es perceptiva, debo


tener cuidado con eso; dos errores en menos de media hora. Eso no habla muy bien de
mí. Siempre he sido conocido por no cometer errores… solamente cometí uno y me ha
costado demasiado.

--Soy su jefe en cierto modo, soy el jefe de seguridad. Los viejos hábitos son difíciles de
olvidar.—por su rostro pude ver que me creyó, me molestaba saber que ella pensaba
que todas las personas eran como ella, incapaces de mentir y que yo me estaba
aprovechando de eso vilmente.—Vamos al supermercado, nuestra nevera parece un
océano y tenemos que remediar eso—la bromeé tomándole la mano y arrastrándola
hacia la sala.

--¿A qué te refieres con eso que parece un océano?—me preguntó mordiéndose el labio.
Ese labio iba a ser mi perdición. Llevé mi pulgar a su boca y liberé el labio que estaba
siendo oprimido por sus dientes. Ella me miró curiosa.

--Digo eso porque solo tiene agua—Me solté a reír cuando la vi entrecerrar sus ojos y
empujarme el hombro, aparentando ser una leona enojada cuando no era nada más que
una pequeña gatita.

Hicimos las compras entre pequeños pleitos, cada vez que yo ponía algo en el carrito
ella lo sacaba alegando una de dos cosas: que demasiado caro o que no era nada
saludable. Así que solo tenía que esperar a que ella se diera la vuelta y lo volvía a poner
en el carrito escondido bajo alguna cosa. Cuando llegamos a la caja fue otra discusión.
Usé todo mi encanto con la cajera para que ella tomara el dinero que yo le ofrecía como
pago de la mercancía e ignorara a Bella.

Bella hizo un adorable puchero y yo quería con ansias besar sus labios, pero sabía que
aun no era el momento, como todo buen cazador tenía que esperar el momento perfecto
para no asustar la presa. Ella aun era una adolescente y tenía que tratarla con cuidado,
no podía olvidar eso si quería tenerla en mi vida.

Paramos en una ferretería donde pidió que le hicieran un duplicado de su llave, luego
me entregó "oficialmente" las llaves de mi apartamento. Cuando regresamos al
apartamento la ayudé a guardar todo lo que compramos donde me lo indicó.

--Creo que recuerdo haberte dicho que no era necesario comprar carne de cangrejo—se
giró sosteniendo el paquete en las manos.
--Um…debe habérseme olvidado—dije fingiendo inocencia mientras guardaba los
cereales.

--Parece ser muy olvidadizo señor Masen ya que también están aquí los pastelillos de
chocolate blanco.—me acusó.

--Culpable—le dije riéndome y levantando las manos en señal de rendición cuando me


pinchó el pecho con un solo dedo.—Es que los he probado antes y te pudo decir que son
una tentación—le dije en voz baja y seductora mirándola fijamente a los ojos.

--Está bien…--dijo con un hilo de voz, para después sacudir su cabeza aclarando sus
pensamientos.

--Vamos a cenar que aun no hemos almorzado luego vamos al cine—le dije quitándole
los panecillos de la mano y guardándolos en la alacena.

--Está bien, pero vamos al mejor restaurante de todo Seattle de nuevo y esta vez yo
pago. Si no aceptas entonces nos quedamos en casa viendo películas.—me advirtió y yo
gruñí.

--Está bien pero yo invito el cine y las palomitas—le dije y ella rodó los ojos tomando
su abrigo y cartera.

Apenas eran poco más de las cinco de la tarde, así que cuando llegamos al "restaurante"
nos atendieron enseguida. Esta vez seguí su consejo y comí la misma hamburguesa que
ella pidió. Debo decir que estaba muy excelente. Me encantaba escucharla reír, eso
hacía que mi atormentada alma se relaja.

Ir al cine no era nada parecido a lo que yo recordaba, todo lo que hacía con Bella era
una experiencia nueva para mí. Escogimos ver una comedia romántica llamada "The
Ugly Truth"

Nos sentamos en las sillas y levanté el reposa brazo que nos separaba cuando la vi
temblar un poco de frio. La abracé y froté su brazo para darle un poco de calor. En
cuanto la película inició no pudimos dejar de reír, muchas veces la atrapé mirándome,
cuando la veía por el rabillo de mi ojo, aunque me estaba comportando como un
adolescente no pensaba darle nuestro primer beso en una sala de cine. Compramos un
pastel de queso que compartimos en nuestro camino al auto.

Regresamos al apartamento y ella empezó a rebuscar en su cartera.

--Gracias por la cena Anthony. En verdad no tenías que molestarte—me dijo cuando
llegamos a su puerta, ella metió la llave y la abrió.

--No fue ninguna molestia, Bella…disfruto mucho de tu compañía…--le dije


sinceramente inclinando mi cabeza para poder mirar en sus ojos.—Te estás mordiendo
el labio…

--Te molesta?—dijo soltándolo de pronto, pero sin alejar su mirada de la mía.


--No…es solo que me dan ganas de morderlo a mi también—su rostro se volvió
completamente rojo y yo lo tome en mis manos.--¿Puedo besarte, Isabella?—acaricié su
rostro, me moría por probar sus labios. Ella asintió levemente como si estuviera en un
trance y yo lo iba a aprovechar.

Como mido 1.85 y ella poco menos de metro setenta, tuve que inclinarme y
prácticamente levantarla en el aire para poder unir nuestros labios.

Sus labios estaban separados y sus mejillas rojas, yo miraba sus ojos fijamente para
asegurarme que no se arrepintiera. Mi nariz rozó la suya y presioné mis labios
suavemente con los de ella. Sus manos fueron a mis brazos como tratando de
sostenerse.

Bella era tan cálida, la besé suavemente al inicio aprisionando su labio inferior entre los
míos y halándolo con delicadeza aunque en realidad quería capturarlo entre mis dientes
y morderlo como había deseado desde que me desperté en su sala el día que la conocí.
Ella al inicio no me devolvió el beso, pero cuando mi lengua acarició su labio me
concedió la entrada y me sentí en el cielo, su sabor era dulce, como caramelo y aun
podía sentir el sabor del pastel que compartimos, mi lengua se enroscó en la suya y ella
emitió un ronroneo que envió una descarga directamente a mi parte inferior.

Mis manos apretaron su cintura y ella llevó sus manos a mi cabello. No puede
contenerme y mordí su labio.

--Anthony…--dijo antes de quedar flácida en mis brazos.

--Isabella! Isabella!—la llamé, entrando con ella en brazos, pateé la puerta para cerrarla
y la senté en mis piernas.

--Me…hiciste…desmayar…--me acusó y yo empecé a reír.

--Me alegra saber que aun soy irresistible—la bromeé. Había algo en ella que me hacía
sentir como nunca antes, la verdad disfrutaba cada pequeña cosa que hacíamos. Era
como si nunca hubiera vivido, era como si solo después de haberla conocido es que
hubiera empezado a vivir y realmente me gustaba lo que estaba viviendo.

--Es bueno saber que puedo agregar la modestia a tu lista de cualidades—esta vez fue su
turno de bromearme.

--Bella…--le dije acariciando su rostro—me gustaría mucho poder intentar tener una
relación contigo—acaricié su labio inferior con mi pulgar, solo el recordar lo bien que
se había sentido tenerlo entre mis dientes me hacia querer más.

--¿Tener una qué? ¿Con quién?—me preguntó incrédula.

--Isabella…eres la criatura más fascinante, hermosa y desinteresada que he conocido.


Pero me he dado cuenta que no te vez a ti misma con claridad—besé una vez más sus
labios—Entonces, ¿qué me respondes? ¿Estás dispuesta a entablar una relación
sentimental conmigo?—le pregunté una vez más esperanzado, ansiaba por descubrir lo
que era tener una relación con alguien que solo te quisiera por lo que eres y no por lo
que tienes.

Ella tomó su labio entre sus dientes y asintió levente. Eso era todo lo que yo necesitaba,
volví a capturar sus labios en los míos, mientras mis manos acariciaban su espalda. Sus
manos fueron a mi rostro y podía sentirla trazando los planos de mis mejillas
tímidamente. Me separé de ella no queriendo asustarla con un avance completo.

--Gracias..—le susurré dejando mi frente descansar en la suya.—Creo que es hora que


ambos nos vayamos a acostar—murmuré queriendo poner y poco de distancia. No
mucha, pero si la suficiente como para que no se percatara de la vergonzosa tienda de
campaña que se había formado en mis pantalones.

--¿Te quedaras esta noche?—me dijo un poco apenada. Yo sonreí y asentí al notar que
ella se sentía tan reticente a separarse de mí como yo de ella.

--Sí, claro si no te molesta—le dije queriendo asegurarme que eso era lo que ella
deseaba.

--Para nada…que descanses Anthony—me dijo acariciando mi rostro.

--Que descanses tu también—le di un beso corto en los labios y la vi desaparecer tras la


puerta de su cuarto. Yo fui al mío y saqué mi ropa de dormir. Me dirigí al baño y salté
dentro de la ducha sin encender el agua caliente. Tenía el presentimiento que esta iba a
ser la primera de muchas duchas frías que tendría que tomar.

El domingo lo pasamos juntos entre risas y besos. Sin lugar a dudad podía decir que me
acostumbra a esta forma de vida y que no extrañaría para nada mi frio y solitario
penthouse.

El lunes me informaron que Bella fue al aeropuerto a despedirse de Garrett. Jenks, me


mantuvo al corriente de toda la conversación entre ella y Garrett. Lo único referente a
"Anthony Masen" fue cuando Bella le dijo que estábamos empezando una relación, él le
pidió que tuviera cuidado y ella le aseguró que solo estábamos saliendo para
"conocernos" mejor, por lo que no tenía nada de qué preocuparse.

La semana pasó con tranquilidad, nos veíamos todas las tardes y las noches que no me
podía quedar con ella porque tenía que trabajar en alguna propuesta o presupuesto,
hablamos hasta que yo pensara que hora de que ella se acostara a dormir.

McCarty me llamó para decirme que estaba más que feliz con Garrett, por lo visto solo
hubo que sacudirle un poco el polvo y empezó a brillar como un diamante.

Mi madre me llamó un par de ocasiones pero solo era para pedirme una vez más que
regresara a Londres o que al menos fuera a visitarlos. Yo lógicamente me negué, si
había venido a Seattle era porque no soportaba un día más allá, con todas sus galas de
beneficios y cenas con "amistades" que no eran sino una fachada para las cenas de
negocio y cotilleo social. Un mundo tan artificial como los pechos y las sonrisas de las
esposas de los ricos y famosos de esa ciudad.
Por eso estar con Isabella era como un trago de agua fresca, no había un ápice de
falsedad en todo su ser. Era una lástima que yo no pudiera decir lo mismo de mí, cada
vez me sentía peor al mentirle, al darme cuenta que ambos estábamos enamorándonos,
pero siendo tan egoísta como soy no podía atreverme a confesarle la verdad hasta que
estuviera plenamente seguro que no la perdería. Cada día que pasaba ansiaba más su
contacto, sentir el calor de toque, ansiaba inclusive comer lo que fuera que me pusiera
en el plato.

Las dos siguientes semanas pasaron rápido y para mi pesar tendría que hacer un corto
viaje a Vancouver por dos días para resolver la próxima semana. No podía llevarla
conmigo y eso me hacía pensar que si ella supiera toda la verdad y la aceptara, no
tendría que separarme de ella.

Bella disfrutaba de cuidar de mí a su manera, tanto como yo disfrutaba de cuidar de ella.


Algunas noche nos sentábamos en el sofá a leer o a conversar de nuestro día, bueno yo
tenía que mentir bastante sobre mi día de "trabajo". Por suerte Bella se conformaba con
saber que yo me encontraba bien y que no estaba "arriesgando mi vida".

Mi predicción sobre las duchas frías no estuvo equivocada, nuestros besos cada vez se
volvían más apasionados pero por alguna razón la sentía dudar si mis manos se movían
de su cintura o su espalda. Habíamos hablado de todo menos de relaciones amorosas
pasadas, no tenía la más mínima intensión de conocer si tuvo algún romance previo.
Solo pensar que alguien más la pudo tener en sus brazos como yo hacía que mi sangre
hirviera y me dieran ganas de destruir al pequeño mocoso por haberse atrevido a tocar
lo que por derecho es mío. Mi celular empezó a sonar sacándome de mi ola de ira hacia
el supuesto chiquillo, sonreí al ver su imagen aparecer en mi pantalla, su sola sonrisa
hacia que un día pésimo como el que estaba teniendo se transformara por arte de magia
en un día tranquilo.

--Bella, amor—por el reflejo del ventanal de mi oficina pude ver que mi sonrisa era
amplia. Me estaba volviendo un niño en sus manos.

--Anthony, solo te llamaba para decirte que hoy me quedaré un poco más tarde en la
librería, llega un nuevo lote de libros y quiero dejarlo terminado antes del fin de semana
—me dijo y podía imaginarla mordiéndose el labio.

--Está bien amor, hoy tengo que acompañar a mi jefe a una cena de negocios—le mentí,
en realidad tenía que terminar de revisar los protocolos operativos de la planta de
Vancouver, así no tenia que preocuparme por ellos y disfrutar el fin de semana con mi
novia. Dios que extraño se escuchaba eso, ni siquiera a ella le di nunca ese título. No
tenía idea que me estaba haciendo esta niña que me tenía todo trastornado.

--¿Prometes tener cuidado?—murmuró y en su timbre de voz pude ver que estaba un


tanto asustada, odiaba que ella tuviera miedo por mi seguridad cuando no había razones
para ello.

--Siempre lo tengo—le dije--¿Qué te parece si mañana te paso a recoger para llevarte a


la universidad y luego te recojo cuando sales para ir a ver una película?—le dije
maldiciendo el hecho de no poderla ver hoy.
--Mejor rentas una película y la vemos en el apartamento, no hay nada que me guste en
el cine. Además creo que después de terminar con el lote de libros me querré recostar
toda la tarde, antes de ponerme a resolver ese trabajo de finanzas que nos dejaron. Aun
no entiendo porque tengo que dar materias generales de otras carreras que no tienen
nada que ver con el titulo que voy a obtener—se quejó. Yo sabía que estaba teniendo
problemas con esa materia, pero no era tanto por ella, sino por el profesor que no era
muy bueno dando cátedra.

--Está bien, yo te puedo ayudar en finanzas si quieres, fui bueno en esa materia en la
universidad.—le dije otra media verdad. No solo había sido bueno en la universidad en
esa materia, sino que finanzas era mi pan de todos los días, al ser el presidente de un
consorcio multinacional, todo el día me la paso entre números.

--Eso sería genial en verdad, la verdad mi profesor tiene un método algo extraña de
explicar las cosas. No puedo darme el lujo de bajar mis notas y poner en riesgo mi beca.
—sonó aliviada, aunque muy bien ella podía perder su beca, yo me encargaría que a ella
nunca le faltara nada. Le cumpliría todo lo que su corazón anhelara, aunque en este
tiempo juntos he logrado aprender que ella solo desea cosas simples y nada que el
dinero pueda comprar.

--Entonces tenemos una cita con tu tarea de finanzas—la bromeé.

--Es una cita—anunció emocionada. Escuché un chillido y una maldición muy bajita lo
cual solo podía significar que el pequeño terremoto a quien conocía por Alice estaba
cerca. Alice y yo no nos habíamos conocido personalmente, pero si habíamos
conversado por teléfono. Por lo poco que la conocía podía decir que era una pequeña
bola de energía con sobredosis de cafeína.

--¿Es Alice?—le pregunté y ella empezó a reír.

--Me conoces bien, Alice te manda a decir ¡Hola! Me tengo que ir. Nos vemos mañana.
Te quiero—murmuró bajito.

--Hasta mañana amor y yo te quiero más—le respondí antes que la llamada se


desconectara.

Había tomado todo tipo de precauciones con Bella, por lo que llamé a Masen por mi
celular, para decirle que le informara a Peter que Bella se quedaría hasta tarde en su
trabajo y que no la perdiera de vista. Sabía que estaba siendo un poco extremo pero
siempre que no podía estar con ella mandaba a Peter quien era el segundo al mando
después de James en lo que se refería a mi seguridad a que la siguiera de manera
discreta y cuidara de ella. Mi teléfono sonó mostrando que era de la extensión de mi
secretaria

--Señor Cullen, la señora Cullen está en la línea dos—dijo Zafrina.

--Dígale que estoy en una reunión—le respondí cerrando la llamada, no iba a permitir
que arruinara el buen humor en el que estaba ahora después de haber hablado con mi
ángel. Solo pensar en sus lloriqueos y su insistencia que volviera a casa para estar juntos
en familia me ponía de malas.
Tomé el portarretratos que estaba en mi escritorio, era una foto de Bella en uno de sus
momentos " de paz" estaba acostada sobre la grama en el parque con los brazos
extendidos y los ojos cerrados. En su rostro se extendía una hermosa sonrisa y tenía una
expresión de completa felicidad. Siempre me sorprendía ver que aunque tuviese un día
pesado ella siempre lograba relajarse y tener uno de sus momentos. Le tomé esa foto sin
que ella supiera para atesorar la paz que yo nunca he podido tener. En cierto modo
envidiaba la sencillez con la que miraba el mundo. Recuerdo que ese día le pregunté,
como lograba calmarse y volver a estar tan feliz como si nada hubiera pasado. Ese día
su profesor de finanzas, les "explicó sobre los informes financieros y ella estaba
frustrada por lo que me pidió que la acompañara al parque.

Cuando llegamos se lanzó sobre la grama y cerró los ojos después de recogerse las
mangas del sweater para absorber los pocos rayos de sol que había. Su respuesta me
maravillo, me dijo que cuando cerraba los ojos se ponía a dar gracias por todas las cosas
que tenia y se daba cuenta que habían personas con verdaderos problemas por lo que
una clase mal explicada nunca se podría comparar con un hijo o un familiar enfermo
como muchas personas tenían y que por eso ella no podía decir que su día había sido
malo, cuando habían otras personas que lo habían pasado peor.

Decir que me quedé con la boca ligeramente abierta al escucharla era quedarme corto.
Imité su postura en el suelo, pero esa paz jamás me llego. Supongo que solo está
destinada para almas puras como la de ella, no para seres tan bajos como yo.

Besé la fotografía antes de guardarla nuevamente en mi cajón. Aun tenía mucho que
hacer, podía decir que estaba más tranquilo por lo que terminaría pronto. Y la única
responsable de esa tranquilidad, no era nadie más que Isabella Swan.

CAPITULO 6

ASUSTANDO

Bella estaba terminando de cocinar la cena, hoy no podía quedarme a dormir mañana
temprano tenía que salir para Vancouver. Lo único que me quedaba de consuelo es que
James se quedaría para mantenerla vigilada y evitar que le pasara algo en mi ausencia.

--La cena esta lista Anthony—me llamó desde la cocina, yo sonreí.

Ella estaba de espaldas a mí terminando de colocar la comida en los platos, la tomé por
su diminuta cintura y la giré capturando sus labios en los míos, sus labios estaban
entreabiertos por mi repentino ataque, así que lo aproveche y acaricié su lengua con la
mía. La deseaba demasiado, la deseaba como no había deseado otra mujer. Bella ahora
era un poquito más confiada conmigo aunque aun no habíamos pasado de besos
acalorados, pero necesitaba algo para llevarme conmigo a Vancouver y algo que dejarle
a ella. Me incliné y la tomé por los muslos colocándola sobre el pequeño sobre junto al
fregador.

--Bella—susurré soltando sus labios y tomando posesión de su cuello. La sentí temblar


cuando besé la parte de atrás de su oreja. Ella echó su cuello hacia atrás dándome más
espacio e invitándome a que lo tomara. Besé cada superficie de su delicado y esbelto
cuello, deje que mis manos vagaran dentro de su camiseta, con mis labios aparte el
tirante que estaba sobre su hombro. Mis manos recorrían su espalda mientras mordía y
chupaba su clavícula. Cuando llegué a un punto de su espalda me di cuenta que ella no
estaba usando sujetador. Deseaba tanto poder quitarle la camiseta y maravillarme con su
cuerpo, pero sabía que aun no era el momento. Ella era tan diferente a cualquier mujer
que yo hubiera conocido y yo quería darle el tiempo que ella necesitaba para dar el
siguiente paso.

--Anthony—tembló en mis brazos cuando besé el hueco de su garganta, no pude evitar


sonreír.

--Quiero dejarte algo para que me recuerdes en estos dos días que estaré lejos—
murmuré contra la piel de su cuello. Ella dejo escapar un gemido y yo lo tomé como
una aceptación, mi nariz rozó su clavícula antes que mi boca succionara su delicada piel
marcándola como mía. Quería que fuera en un lugar visible para que todos supieran que
esta celestial criatura tenía dueño.

Cuando me separé de ella estaba muy roja, tanto que su sonrojo desparecía bajo el
cuello de la camiseta.

--¿Prometes que te vas a cuidar?—murmuró descansando su frente en mi hombro.

--Te prometo que regresaré a ti sano y salvo en dos días. Tú eres quien tiene que
prometer que te portaras bien en esa fiesta que está haciendo Alice. —le dije un tanto
molesto por pensar que ella estaría rodeada de universitarios calenturientos que solo
estaban buscando alguien con quien pasar la noche.

--Pero yo no quiero ir—lloriqueó y yo me reí.

--Pero el pequeño duende no dejara que le des un no por respuesta.—le respondí


sabiendo que cualquiera que conocía el buen corazón de mi pequeña podría
aprovecharse de eso. Como lo estás haciendo tú. Dijo una voz en mi cabeza que hice
callar de inmediato.—Si quieres le puedo pedir de favor a James que te traiga de
regreso, eso ayudaría mucho a mi paz mental.—le sonreí y pude ver que su respiración
se aceleraba.

Ella asintió mordiéndose el labio, no había nada que yo le pidiera que ella pudiera
negarme, me gustaba tener ese tipo de poder sobre ella, de esa manera todo sería más
fácil a la hora de la verdad.

Cenamos con tranquilidad, riendo mientras me contaba lo bien que le había ido en la
clase de finanzas, estaba tan feliz que se sentó en mi piernas y me abrazó con todas las
fuerzas que tenía en sus frágiles brazos. Seguimos riendo recostados en el pequeño sofá
de la sala, me contaba todas sus aventuras en Forks, describía ese pequeño pueblo con
mucho cariño aunque decía que todo era demasiado verde. Bostezó varias veces
mientras me contaba de los viajes de pesca de su padre y de cómo pasaba ese tiempo en
una reservación india junto al señor esteroides y su novia. Yo acariciaba sus cabellos
mientras ella hablaba, prefería que fuera ella quien conversara así no tendría que
mentirle, poco a poco su voz fue bajando y su respiración acompasándose. La subí a mi
regazo y me dedique a acariciar su perfecto rostro.
La cargué con cuidado, era tan liviana como una pluma. Ella giró su cabeza de manera
que estaba recostada contra mi cuello. Su respiración era lenta y acompasada. La calidez
y dulzura de su aliento me llegaba como una caricia. Usé una de mis piernas para quitar
la colcha, la recosté con tanto cuidado como si fuera una muñeca de porcelana.

--Anthony—suspiró en sueños cuando besé sus suaves labios a manera de despedida.—


te amo—se giró colocando una de sus manos debajo de su cara, como si fuera una niña
pequeña.

--Te amo, pequeña—le dije ahora que estaba inconsciente, ahora que no me podía
escuchar. No podía creer que esa pequeña niña de apenas dieciocho años hubiera
capturado no solo mi atención, sino algo que nunca pensé que poseía…mi corazón.

La besé una vez más y le deje una nota diciéndole que la llamaría en cuento tuviera una
oportunidad. Cerré con cuidado la puerta de su habitación y la del apartamento. Con
cada kilometro que mi auto avanzaba hacia mi pent house, sentía un vacio cada vez
mayor.

BPOV

Anthony se había ido anoche, me había dejado una nota que tenía en este momento
guardada en mis libros, su escritura era pulcra y estilizada. No habían pasado
veinticuatro horas desde que lo había visto y ya lo extrañaba enormemente. Suspiré
jugando con mi plato de comida. Salté de mi silla en cuanto mi teléfono sonó.

--Diga—dije casi sin aliento descolgando el teléfono de la cocina.—Ah…hola Alice…--


murmuré decepcionada al no escuchar la voz que deseaba.

--Vaya, me alegra saber que te entusiasma escuchar a tu mejor amiga—me respondió


sarcásticamente.

--Lo siento Alice, es solo que pensé que era Anthony—confesé avergonzada.

--Debe estar ocupado Bella, aun no ha pasado un día, seguro te llamará en unos
momentos—me reconfortó. —Se nota que lo quieres, pareciera que todo tu mundo ha
empezado a girar en torno a él—dijo distraídamente.

--¿Crees que eso es malo?—enredé mi dedo en el cordel del teléfono, jugando


nerviosamente.

--No… no lo es. Yo también estoy esperando a que aparezca el hombre que remueva
hasta los cimientos con una sola mirada. —su voz se volvió soñadora.

--Es solo que a veces… nada olvídalo, ¿para qué me llamabas?—decidí cambiar de
tema.

--Es solo que a veces ¿qué? Bella.—duendecillo curioso. Suspiré.


--Es que a veces es tan… no se… tan influyente… tan… no sé, dominante…
imperativo, demandante….es como si nunca pudiera encontrar la fuerza para decirle que
no a nada de lo que me pide…--mi cara debía estar roja.

--Eso no es nada malo, eso se llama estar enamorada y recuerda que es un poco mayor
que tu por lo que te puedes sentir de esa manera. Pero tienen poco más de un mes y
nunca te ha obligado a hacer nada que no quieras. ¿Verdad?

--Por supuesto que no, Anthony es un perfecto caballero… --podía sentir un suspiro
escapando de mis labios.

--Lo vez, tú no eres caperucita roja y él no es el lobo feroz que te quiere comer—dijo
riendo—A qué hora vendrás mañana tenemos que estar perfectas ya tengo tu disfraz—
cambio de tema.

--Alice, no quiero ir—me quejé nunca he sido de ir a fiestas, nunca me gustaron gracias
a Phil…

--Tonterías, no te vas a quedar en tu apartamento la noche de Halloween, suspirando por


Anthony Masen. No traigas tu camioneta mañana te recogeré y luego que termínanos
las clases venimos directo a mi apartamento. —dijo tajante.

--Esta…bien…pero no me quedaré mucho, un amigo de Anthony me traerá a la casa


para asegurarse que llegue con bien. —le dije y ella empezó a reír.

--Medio protector ¿no?—volvió a reír—Nos vemos mañana Bella

--Hasta mañana Alice—le dije antes de colgar.

Miré el teléfono anhelante, me dirigí a mi habitación pero me quedé en el pasillo unos


segundos contemplando una idea. Sin pensarlo dos veces entre en su habitación, su
aroma me embargó a pesar que no habían sido muchas las noches en las que se había
quedado a dormir. Acaricié inconscientemente su almohada y me la llevé al rostro para
sentir su masculino aroma. El teléfono volvió a sonar y corrí hacia la cocina
tropezándome a mitad de camino.

--¿Anthony?—pregunté sin aliento.

--¿Cómo sabias que era yo?—preguntó riendo.

--Tenia el presentimiento…--murmuré avergonzada por mi avidez. — ¿Estás bien?—


me preocupaba de sobre manera que su trabajo consistiera en recibir alguna bala que
fuera dirigida a otro.

--Tranquila pequeña, no te preocupes por mí. Estoy bien. Ahora dime, ¿estas impaciente
por tu fiesta mañana?—me bromeó. Lo que más me gustaba de él era la capacidad que
tenia de juguetear y de bromear como si fuera un adolescente igual que yo.
--Sí claro, estoy ansiosa—le respondí con sarcasmo. Su musical risa volvió a resonar.
De pronto ambos nos quedamos en silencio unos minutos, como si no tuviéramos nada
que decirnos

--Te extraño—dijimos los dos a la vez.

--Se ve que las grandes mentes piensan igual. —me dijo y luego escuche un ruido en el
fondo que no pude descifrar, era como personas hablando, lo escuche maldecir bajito.
—Te llamo mañana amor, cuídate mucho—su voz sonaba apesadumbrada como si no
quisiera dejarme.

--Tú también cuídate por favor. Te quiero mucho—murmuré. Aun no me atrevía a


decirle que lo amaba, no quería asustarlo, ni que pensara que era una adolescente
encaprichada.

--Yo también—volví a escuchar unas voces, alguien saludó a un Edward, supongo que
debía estar en horas de trabajo—me tengo que ir—desconectó la llamada sin darme
tiempo a responderle. Regresé a su habitación y me recosté en su cama enterrando mi
rostro en sus almohadas. Soñando en que el príncipe azul de mis cuentos de hadas
regresaba sano y salvo.

-.-.-.-.-.-.-.-

--No, no y no. No pretendo ponerme esa escusa de disfraz.—le dije enojada. Cerrando
con fuerza mí bata. Había sido suficiente con que me hiciera ponerme esa mala
imitación de ropa interior y unas medias de red.

--¿Por qué no? Vas a ser una linda gatita.—me dijo entrecerrando sus ojos y poniendo
sus pequeñísimos brazos en las caderas. Negué con la cabeza—Te lo pones o te lo
pongo—me amenazó. Volví a negar y creo que ese fue el peor error de mi vida. Ese
pequeño monstruo me saltó encima con una fuerza que nunca pensé que podía poseer.
En un parpadeó me había enfundado en una faldita súper corta con borde de encaje..—
Ahora, te pones el top o ¿te lo pongo yo? –me pregunto sentada sobre mi estomago.

--Tregua, yo me lo pongo y eso no es un top, es un trozo de tela. Ni siquiera tiene


botones—me quejé mientras hacia un fuerte nudo en la tela justo debajo de mis pechos.
—Alice, se me van a salir, voy a darles un espectáculo gratis a tus invitados.

Ella giró los ojos y dejó caer su bata revelando un escandaloso disfraz de conejita. Me
haló de la mano y me sentó frente al espejo. Después de retocar mi peinado y colarme
las orejas, me pintó un triangulo negro en la nariz y unos bigotes. Me paré frente al
espejo, mirando sin creer en mi reflejo, puesto no se veía tan vulgar como pensé. Al
menos me habia maquillado el chupete que me dejo Anthony como recordatorio suyo.

--Llegaron los invitados—cantó Alice—ah por cierto, déjame guardar mi celular—lo


metió en medio de sus pechos, enarqué una ceja y ella sonrió inocentemente.

Alice abrió la puerta y recibió a varios de nuestros compañeros de clase, aunque el


disfraz no era tan malo como había originalmente pensado, me sentía incomoda.
Muchos de mis compañeros que nunca me habían mirado, ahora... conversaban
conmigo. Había uno llamado Benjamín, se había integrado tarde a las clases, parecía ser
amable aunque miraba a todos con cara de pocos amigos, pero al menos hacia que todos
se alejaran de mi. Alice estaba conversando amenamente y alguien me ofreció un
ponche de frutas, creo que su nombre era Tyler o algo así. Benjamín, le dijo no se qué
cosa, pero yo me empecé a sentir algo rara. Benjamín, me sujetó y lo escuché vi hablar
por celular. No pasaron cinco minutos y llegó James a buscarme, vaya debía ser muy
tarde.

--Tu me caes bien…--le dije en cuanto llegó a mi lado—pero eres más serio que Masen,
¿por qué casi nunca te ríes?—todo se ve como borroso…deben ser ideas mías.

--Nos vamos Bella—me dijo en voz seca y su teléfono sonó. Uhhh Alice, me alejé de
James y pero antes de llegar a ella James me agarró.—Dije que nos vamos.

EPOV

Estaba terminando de arreglarme para mi cena con los Hunters cuando mi celular sonó,
miré la pantalla y vi que era de Alice, me extrañó mucho, el titulo decía Feliz
Halloween, abrí el archivo y mi mandíbula se cayó al ver una belleza…no una belleza
es quedarse corto, una diosa. En la pantalla estaba mi Isabella, sus hermosos ojos
abiertos de par en par, enmarcados por gruesas pestañas, su labio entre sus dientes, un
hermoso sonrojo coloreando sus mejillas. Pero eso no era lo que me dejo boquiabierto,
sino que tenía puesto un "disfraz" negro de gatita que revelaba todo su hermoso y muy
bien esculpido cuerpo. Sus pechos parecían luchar contra la pequeña tela que los cubría,
la falda empezaba en sus caderas y el tejido satinado terminaba en unas ruchas de encaje
a mitad de su muslo. Sus piernas estaban envueltas en unas medias de red que
mostraban pequeños diamantes de piel. Para completar ese escandaloso atuendo unos
zapatos negros de charol de tacón fino y unas lindas orejitas peludas.

Tuve que acomodar mi pantalón, miré nuevamente la foto y vi que había algo más en el
correo. "Es una pena que te vayas a perder la fiesta, pero al menos así puedes verla."
Entonces caí en cuenta, Alice había vestido así a MI ISABELLA para su fiesta…

--James…--dije en cuanto contestó.— Benjamín, ¿ya está en la fiesta de Alice?—tenia


que estar, sino yo mismo lo ahorcaría con mis manos.

--Si, señor Cullen. Benjamín fue uno de los primeros en llegar.

--Voy de regreso James, dile a Benjamín que no le quite el ojo a Bella de encima y que
no permita que nadie se le acerque demasiado.—le dije cortando la llamada.

Llamé al piloto del avión y cancelé mi cena alegando una urgencia. Peter manejó a toda
velocidad hacia el aeropuerto a petición mía. El vuelo duró solo 38 minutos, pero fueron
los 38 minutos más largos de mi vida. En cuanto el avión aterrizó llamé a James.

--Señor, tengo a Bella. Benjamín se está encargando de un chiquillo que al parecer le


puso Rohypnol en la bebida, está un poco… diferente.

--¿Dónde están?—gruñí. ¿Cómo demonios teniendo un guardaespaldas graduado con


honores paso esto?
--Estoy tratando de sacarla de la casa de la chica Brandon, no quiero causar una escena,
ella está algo incoherente.

--Llego en diez minutos, la quiero fuera de la casa.—cerré el teléfono y me pinché el


puente de la nariz.—Acelera, Peter—le dije entre dientes.

Salté del auto en cuanto se detuvo. James sostenía a Bella por un brazo, mientras
Benjamín la tenía por el otro. Mi hermoso ángel, parecía una muñeca de trapo y alguien
tenía que pagar por esto.

--Bella, amor. ¿Me escuchas?—le pregunté inclinándome para verla a la cara.

--Anthony—dijo arrojándose a mis brazos y dándome un beso en los labios. Esta no era
mi Bella. Suspiré.

--Voy a llevarte a casa amor—la tomé en brazos asegurándome que nadie viera su ropa
interior. Ella asintió y trato de besarme de nuevo.— Benjamín, lo quiero fuera de
circulación un rato y hazle saber que si se le vuelve a acercar será mucho peor—con eso
me giré y entre a la limosina con ella en mi regazo.

--Te amo…--me susurró al oído antes de morderlo. Whoa, definitivamente esta no es mi


pequeño ángel.—Te amo…tómame—llevó sus manos a su "camisa" y tiró del nudo.

--Yo también te amo, pero no sabes lo que estás haciendo—le dije seriamente tomando
la tela para volverla a unir, tratando de no mirar directamente las suaves protuberancias
rosas que se mostraron en todo su esplendor.

--Sí sé. Soy una chica grande. –se giró de manera de quedar a ahorcajadas sobre mí.

--Bella—le siseé por la estimulante sensación.—trata de dormir—coloqué mis manos en


su espalda y acaricié la deliciosa piel expuesta.

--Te deseo, tómame—dijo casi en un susurro y yo retiré mis manos de su piel. El efecto
que estaba teniendo su cercanía, no me dejaba pensar con claridad.

Podría volver a tener las manos allí. Imagino lo que sentiría al deslizarlas más abajo, al
acariciarle el trasero, estrechándola en mis brazos, haciéndola saber cuánto me excitaba.
En aquel momento estaba excitado viéndola vestida con ese pequeño disfraz,
pidiéndome que la hiciera mía y llevaba más de un mes ardiendo por ella, había tenido
que hacer un gran esfuerzo por hacer que las cosas no pasaran a nada que no fueron
unos besos apasionados.

No podía actuar siguiendo mis deseos. Sería injusto para Bella, aunque ella me lo
hubiera ofrecido. No era justo aprovecharme de su estado.

Cuando su respiración se acompasó y yo respiré aliviado. No me preocupaba que ella


recordara mi auto ni nada de lo sucedido, después de todo, la amnesia era uno de los
efectos de la maldita pastilla que le dieron. En cinco meses le diría la verdad, pero
esperaba que para ese tiempo le fuera imposible dejarme. Podría lidiar con su rabia y su
disgusto; pero nunca podría soportar que me sacara de su vida. Esta mujer se había
convertido sin proponérselo en la razón por la que doy gracias todos los días, solo por el
hecho de respirar su mismo aire.

La dejé en su cama y removí sus zapatos bebiendo de la hermosa visión de su cuerpo


frente al mío, la cubrí con la manta y besé su frente. Me senté en una silla para velar su
sueño y me sentí mucho más tranquilo después del informe de Benjamín sobre todos los
sucesos, le entregué mis ropas y me vestí una de las que tenía aquí.

--¿Anthony?—escuché su suave voz llamarme. Abrí los ojos para encontrarme con la
mirada confundida de mi ángel--¿Cuándo regresaste?

--Bella amor. ¿Cómo te sientes?—me levanté sintiendo que todo mi cuerpo me dolía,
supongo que eso sucede cuando duermes en una silla de plástico.

--Me siento rara, muy adormilada aunque siento que he dormido por días. ¿Cuándo
llegaste?—se movió de manera descoordinada para dejar reposar su cabeza en mi
hombro.

--¿No recuerdas nada de anoche?—le pregunté tanteando el terreno. Ella negó con la
cabeza.

---Me siento fatal—dijo poniéndose una mano en la cabeza

--¿Te duele la cabeza?—le pregunté suavemente

--No, es como mi mente tuviera un velo negro, lo último que recuerdo fue haber
hablado con unos compañeros de la universidad y luego todo se vuelve muy confuso.—
La recogí de la cama y la senté en mi regazo.

--Isabella…--dije con frustración—eres la hija de un policía, ¿tu padre no te enseñó a no


tomar nada que hayas visto como era servido? Si no hubiera sido porque B-James había
llegado a buscarte…--me corté no podía siquiera pensar en esa posibilidad. La estreché
contra mí. No podía perderla. No iba a perderla.

--¿Tomar algo? yo no bebo alcohol, Anthony. Aun no tengo edad legal. Alice compró
ponche de frutas, estaba servido en una de las mesas—se tocó la cabeza—uno de mis
compañeros de finanzas…Taylor o Tyler no recuerdo bien… oh por Dios…recuerdo
otro compañero Benjamín…me quitó el vaso después que le diera dos tragos… Oh
Anthony—dijo enterrando su rostro en mi cuello.

--Tranquila pequeña, ya te tengo. James fue a recogerte, nada paso. Mi jefe adelanto su
regreso y James me contó todo. Nos encontramos aquí, me quede contigo a tu lado, para
asegurarme que estuvieras bien. No te preocupes—acaricié su cabello, los lindos rizos
que lo habían adornado estaban todos revueltos.

--Gracias—suspiró contenta.

--No fue nada—capturé sus labios en un beso.


No sabía cómo hacer, pero ella no volvería estar en peligro de ninguna manera, así
tuviera que contratar un ejército de guardaespaldas. Ella se había vuelto parte
indispensable en mi vida y no podía dejar que nada, ni nadie nos separará. Ni siquiera
mis mentiras.

CAPITULO 7

AMANDO

La dejé después de asegurarme que se encontraba completamente bien, la besé con


fuerza una última vez antes de dejarla de regreso en su cama para que descansara, le
pedí que durmiera un poco más, yo solo me demoraría unas tres horas en la oficina así
que regresaría pronto a su lado. Nos acabábamos de confesar que nos amábamos
mutuamente y me encontraba aun en la nube nueve del cielo.

Estaba enviando un correo electrónico aprobando unas cifras del presupuesto que me
habían presentado en Vancouver, me pase la lengua por los labios.

--Maldición, aun puedo sentir su sabor—murmuré para mi mismo tocándome los labios,
recordando lo dulce que se sentían los de ella.

Desde que me había dado cuenta de cuales eran mis sentimientos hacia ella, me era cada
vez más difícil apartarla de mis pensamientos. Aun no podía creer que mi ordenado
mundo se hubiera visto patas arriba por esa pequeña criatura de hechizantes ojos cafés.
Necesitaba saber que ella se encontraba bien a cada momento y el hecho de no tener un
celular me lo complicaba bastante.

--Zafrina, consígame un Blackberry y adjúntelo a mi cuenta de celulares—le dije a mi


secretaria.

Ahora solo me queda pensar cómo hacer para que ella lo acepte.

Terminé los pendientes que tenia y salí hacia su departamento. Como lo pensé fue una
pequeña batalla hacer que aceptara el teléfono, a pesar que le dije que era un privilegio
que nos daban a los guardaespaldas y que James tenía a Victoria en la cuenta. Tuve que
usar todo mi poder de convencimiento para lograr convencerla después que puso todo
tipo de excusas como" es un modelo muy caro" o "no hay algo más sencillo". Cada vez
que se quejaba por el costo de algo que le ofrecía, ya fuera una cena o un simple
teléfono, no sabía si quería rodar mis ojos y decirle que eso era como quitarle pelo a un
gato o ponerme a bailar por su desprendimiento ya que no le interesaba nada material
que pudiera conseguir de mi.

Ella era la primera mujer además de Esme que me quería por quién soy y no por mi
cuenta bancaria. Pero ella ama Anthony no a Edward. Me dijo la molesta vocecita que
desde hace unos días había empezado a aparecer en mi mente. Volví a alejarla de mi
mente, no quería que manchara mi felicidad.

El siguiente mes fue genial, cada vez estábamos más unidos, eso me daba muchas
esperanzas en nuestro futuro. Nuestra relación aun se mantenía inocente, si el primer
mes tenia las pelotas azules, para este las tenía casi negras. Pero aun así quería darle su
tiempo, no quería que se arrepintiera de estar conmigo solo porque la situación se nos
salió de las manos.

En nuestro aniversario de dos meses decidí llevarla a comer fuera, no podía llevarla a un
restaurante muy reconocido porque me podría encontrar con alguien que tirara mis
planes al suelo.

Cuando la vi salir del apartamento casi me caigo de espaldas. Llevaba un vestido azul
con pequeños volantes de seda mostrando sus cremosas y largas piernas, su cabello caía
en rizos sueltos por sus hombros y espalda. Casi no tenía nada de maquillaje. La vi
morderse el labio y eso casi hace que perdiera mi resolución de salir, sentía más ganas
de hacer que entrara al apartamento y tenerla solo para mí de una manera muy poco
caballeresca.

-- Alice, lo hizo… se fue hace unos minutos --dijo un tanto incomoda por mi fuerte
mirada.

--Estas tan hermosa esta noche que me robas el aliento—le dije con sinceridad mientras
tomaba su mano y le besaba el dorso para luego girarla y besar la cara interna de su
muñeca.

Su mirada estaba fija en la mía y luego sacudió su cabeza como siempre lo hacía cuando
me miraba a los ojos mucho tiempo. La guié a mi auto y luego de subirme le tomé
nuevamente la mano mientras conducía hacia nuestro destino.

--Bella, amor. He conseguido un lugar especial para nosotros, ya sabes que mi jefe tiene
muchas influencias, por favor no te mortifiques cuando lleguemos. No estoy tratando de
sugerir nada con nuestra locación—le advertí para que se fuera haciendo a la idea, no
quería que le diera uno de sus acostumbrados ataques cuando viera a dónde íbamos.

--¿A dónde vamos?—preguntó curiosa mirando por la ventana.

--¿Sabes que la curiosidad mato al gato? –jugué con sus dedos, no le iba a responder,
quería sorprenderla cuando viera a dónde íbamos. Manejé unos cuantos minutos en
dirección al muelle en silencio, cuando me vio aparcando en la entrada principal del
hotel jadeó.

--Anthony, no podemos cenar aquí, este hotel es muy costoso—dijo aferrándose al


asiento.

--No me costó un centavo, mi jefe se queja que nunca tomo vacaciones y este es su
regalo—le mentí, saliendo del auto y abriendo su puerta.

--Vaya, tu jefe debe apreciarte mucho—dijo asombrada mientras miraba a su alrededor.

La guié hacia los ascensores, colocando una mano en la parte más baja de su espalda.
Como había pedido nadie vino a hacerme la corte y yo ya tenía la llave de la habitación
en mi bolsillo. Cuando se percató que nos dirigíamos a las habitaciones la sentí tensarse.
--Isabella, solo comeremos en la suit, no tienes nada que temer, nunca te haría sugeriría
hacer nada para lo que no te sientas preparada—le dije suavemente—no tengo intención
que esta noche termine siendo nada que no sea una privada cena romántica. Si se hace
muy tarde, podemos quedarnos a dormir, la suit tiene dos habitaciones—le aseguré y
ella me devolvió una sonrisa radiante.

Cuando entramos a la suite penthouse, volvió a jadear, yo sonreí. Me alegraba poder


hacerla vivir experiencias que nunca había tenido y llenarla de sorpresas.

--No puedo creer lo hermosa que se ve la vista a la bahía Elliot—susurró acercándose a


las puertas de vidrio.

--Cenaremos mientras vemos el crepúsculo reflejarse en las aguas y allá podemos ver
las montañas Olymic —le dije al oído. Se sobresaltó al no darse cuenta de cuando me
acerqué. La envolví en mis brazos y deje mi cabeza descansar sobre la suya.

Abrí las puertas y la ayudé a tomar asiento. Toqué un botón para llamar al camarero.

--S-su entrada es-es pastel de cangrejo y camarones con salsa de langosta al limón y
mermelada de tomate.—dijo una joven camarera, yo asentí y ella dejó los platos frente a
nosotros. Bella se notaba muy divertida por algo que no logré captar.

--Pareces muy divertida—le dije tomando su mano en cuanto estuvimos solos.

--Es que lo que haces no es justo—me dijo en tono de acusación, pero con una sonrisa
en sus dulces labios.

--¿qué no es justo?—le pregunté confundido.

--Que deslumbres a las personas, siempre que salimos a algún lugar te miran como
bobas, reconozco la expresión de sus rostros cuando te miran, es la misma que la mía.—
dijo para luego sonrojarse cuando se percató de su desliz.

--¿Yo te deslumbro?—interesante, sonreí y pude ver que su expresión se ponía en


blanco.

--Todo el tiempo—respondió y se puso a comer. Era una delicia verla disfrutar cada
bocado.

--¿Quieres tomar un poco de vino o te pido una soda?

--Un poco de vino está bien, solo espero que no esté tratando de emborracharme, Sr.
Masen.—yo solo sacudí mi cabeza. –La comida está realmente deliciosa—me comentó.

--Eso es solo la entrada, amor. De plato fuerte pedí, salmón salvaje de Alaska. Tiene un
poco de hinojo, berro, almendras, un poco de polvo de naranja y vinagreta de limón,
además de panceta de carnes frías. Pensé que podría gustarte—volví a llamar para que
nos trajeran la comida.

--Anthony…--empezó a decir y yo la corte.


--Bella, trabajo mucho, lo menos que puedes dejarme hacer es disfrutar de los
beneficios que conlleva mi posición. Beneficios que quiero compartir contigo—le volví
a sonreír de la manera que sabia la desarmaría y no me equivoqué.

Termínanos de cenar mientras conversábamos y reíamos por cualquier tontería. La


noche fue cayendo y sugerí que tomáramos el postre en el sillón. Pedí unos helados
sencillos, sabiendo que a ella le encantaban.

--Gracias, ha sido una noche perfecta, murmuró recostando su espalda contra mi pecho,
mientras volvíamos a contemplar la hermosa vista.

--Me alegra que te haya gustado. –la giré para darle un beso, empezó suave y Bella
quiso dominarlo así que la dejé.

--¿En verdad podemos quedarnos a pasar la noche aquí?—susurró contra mis labios.

--Podemos quedarnos todo el tiempo que quieras, podemos pasar el fin de semana si así
lo deseas—volvió a juntar sus labios con los míos.

--Anthony…creo que estoy lista…--dijo casi sin voz. No entendí a lo que se refería
hasta que tomó mi mano y se empezó a mover por la suite abriendo varias puertas hasta
que encontró la recamara y nos hizo entrar.

No podía decir nada, Bella levanto su cabeza y fijó su mirada en mi rostro. Miré sus
ojos y le sonreí ligeramente, mi mente estaba llena de emociones confusas. Puse dos
dedos bajo su mentón y traje sus labios a los míos, la besé suavemente tratando de no
asustarla. La podía sentir vibrar cuando nuestros labios se unieron.

Me separé y acaricié su cabello, estudiando su rostro. Bella puso sus manos a cada lado
de mi rostro y volví a cerrar la distancia entre nuestros labios. Empezó primero suave,
pero tuve la urgencia que no pude resistir de moverlos mis labios más rápido y
presionarme con más fuerza. Tuve que moderar la fuerza de mis manos cuando empecé
a acariciarla, las hice gentiles mientras las movía a los lados de sus costillas sobre su
vestido. La deseaba tanto que me estaba costando controlarme. Bella dejo escapar un
suave gemido casi instintivamente y un sonrojo rojo profundo cubrió su rostro cuando
se dio cuenta que ese sonido había dejado su boca.

--Dime, Bella. ¿Quieres esto?-- dije cuando bajé mi cabeza a su oído. Ella asintió como
si estuviera en un trance, como si fuera un pequeño ratón frente a un sabio gato. Mis
manos nunca cesaron el movimiento de mis manos por su espalda y sus costillas,
acariciando cada vez más abajo con cada movimiento, hasta que mis manos alcanzaron
su trasero y la presioné contra mí, halando su pequeña forma contra mi cuerpo. Sabía
que Bella podía sentirme a través de la ropa, estaba duro y erecto. Su respiración se
aceleró y la vi tragar en seco, podía ver el deseo en sus ojos además del miedo. Yo
quería que ella se diera cuenta del control que tenia sobre mí, de lo mucho que me hacia
desearla hasta el punto de perder la razón.

--Podemos detenernos en cualquier momento—le murmuré—No quiero que estés


asustada por esto Bella—añadí, quitando el cabello que había cerca de su cara.
--Por favor, no te detengas—me dijo Bella sonrojando un rojo escarlata. Ella trajo sus
temblorosas manos a mi camisa y empezó a abrir los botones. Acarició mis brazos para
llegar a soltar los botones de mis muñecas. Me estaba muriendo con cada pequeño
toque. Tomé sus manos en las mías y las traje al frente.

--Puedes desvestirme Bella, pero no me tortures—aunque lo merezca, añadí en mi


mente. La vi sonrojarse nuevamente a mi mandato, luego bajo sus manos de mis
hombros, permitiéndoles acariciar mí pecho y mí estomago, dejando que la palma de su
mano se frotara contra mi abdomen, no pude evitar tensar los músculos y sisear
mientras sus manos descendían a mis pantalones.

La besé fuerte con pasión mientras sus manos soltaban los botones de mis pantalones.
Los empujó tan abajo como podía alcanzar. Levanté una pierna y después la otra
quitándolos al igual que mis medias, no llevaba ropa interior, así que ahora estaba
parado frente a ella completamente desnudo.

Pude ver que no conseguía reunir el coraje para dejar que su mano bajara más allá de mi
estomago, me mantuve lo más quieto posible, dejándola tener todo el control de la
situación. Ella se sonrojó mientras me miraba por primera vez, la vi detenerse en mi
erección y sus ojos se abrieron anchos.

No pude evitar reírme y ella se me quedo mirando confusa. Quise aligerar el ambiente,
así que decidí bromearla.

--¿Nunca has visto a un hombre desnudo?—ella me miró a los ojos y negó con la
cabeza. ¿A que se refería con eso?. No podía… no podía ser virgen… o sí…--¿Eres
virgen?—la miré desconcertado mientras asentía con timidez, sabía que era inocente,
que no tenía mucha experiencia …pero virgen…--¿Por qué nunca me dijiste?—me pasé
la mano por la cabeza.

--Tu nunca me preguntaste—su voz fue apenas un susurro. Era cierto yo nunca le había
preguntado nada sobre ninguna relación anterior.

--Dime, amor…--murmuré acercándome y tomando su rostro entre mis manos—


¿alguna vez te habían besado antes de mí?—negó y su sonrojo se aumento. Algo en mi
interior se sintió poderoso, me sentí presumido al saber que esta hermosa y
extraordinaria criatura era y seria solo para mí.

Dios…podría…¿podría… tomarla sin antes contarle la verdad? Traté de razonar y de


pronto sentí sus labios contra los míos.

--¿Anthony, estas molesto conmigo?—susurró con sus labios contra los míos. Ella
siendo el ángel que es, piensa que estoy molesto con ella, cuando en realidad estoy
disgustado conmigo mismo. Respiré profundamente. Tenía que hacer esto bien, por ella.
No podía retirarme ahora y dejarla pensando que no me atraía lo suficiente como para
terminar. Ya en otra ocasión la lastimé diciéndole que no podíamos seguir más adelante
y en ese momento solo fueron unos besos.

--Quiero tocarte ahora, amor. ¿Puedo?—le pregunté, mi voz sonó baja y ronca. Bella
solo pudo asentir.
Gentilmente tomé el borde de su vestido y lo saqué sobre su cabeza mientras ella
levantaba sus brazos. Bella miró al suelo y pude ver lo poco que se veía de su rostro y
su cuello sonrojado, no pude evitar quedarme mirándola, las inocentes prendas de
encaje azul que cubrían a duras penas su hermoso cuerpo. Hice una nota mental para
agradecerle a Alice. Bella trató de cubrirse cuando noto mi mirada.

--Isabella, eres la más hermosa criatura que he visto jamás, realmente lo eres, por favor
no tengas vergüenza conmigo. –le dije dulcemente, levantando su mentón para que
pudiera verme a los ojos, la besé de nuevo.

Planté suaves besos en sus mejillas y cuello, todo eso mientras le murmuraba lo
hermosa y preciosa que ella es para mí. Mis manos acariciaron sus hombros desnudos
como si estuviera tocando una fina porcelana, podía ver que su piel se erizaba donde
mis manos la tocaban, la vi mover sus piernas como si buscara crear fricción donde yo
sabía que lo necesitaba más.

--Anthony, realmente espero poder hacerte feliz—susurró mirando al suelo nuevamente.

--Bella, tu ya me haces feliz…solo por dejarme estar a tu lado" le respondí sonriendo, la


guié suavemente hasta dejarla recostada en la cama, mis labios empezaron nuevamente
su viaje para ser detenidos por su sujetador, lo quite con cuidado dejándolo caer en el
suelo junto a la pila que creo nuestra ropa previamente descartada al igual que la
pequeña braga.

Aspiré el aire y lo retuve cuando fui recibido por la visión de sus perfectos pechos y
digo perfectos porque no eran ni muy grandes ni muy pequeños, bajé mis labios a su
seno derecho deleitándome con su delicado sabor, mientras mi mano atormentaba el
pezón del izquierdo pinchándolo entre mi dedo índice y pulgar. Me regodee al ver como
los músculos de su estomago se contraían. Escuchaba sus gemidos cada vez que la
tocaba, la sentía retorcerse para apretarse más fuerte contra mí. Tuve que hacer que la
mano que estaba atormentando su pecho se deslizara por su costado hasta aferrarse a su
cadera para detener sus movimientos.

--Paciencia, amor. Déjame complacerte—le susurré. Mi mano recorrió de su cadera a su


sexo mientras mi boca continuaba asaltando su perfecto pecho. Toque sus virginales
labios separándolos, vanagloriándome de lo sedosos que eran y de la humedad que era
obra de mis atenciones. No pude soportarlo más y hundí primero uno de mis dedos, al
darme cuenta de la cantidad de lubricación natural que había introduje un segundo. La
escuché jadear por la intrusión, pero mis dedos continuaron entrando y saliendo de su
cuerpo.

Mi boca empezó a dejar un camino de besos desde su pecho a su estomago, su ombligo,


sus caderas y más abajo hasta que mis labios tocaron la fina capa de vello que recubría
su santuario, tomé el tierno brote de placer que se erguía para que le prestara atención.
La respiración de Bella se aceleró cuando le di el más intimo de los besos, mis dedos se
curvaron en su interior tocando el lugar que sabia la haría ver estrellas. Mi nombre se
escapo de sus labios, podía ver en sus ojos que la confusión los nublaba. Sabía que no
debía estar acostumbrada a un contacto tan íntimo, no sabía qué tipo de educación ella
había recibido y podía considerar esto un pecado en lugar de un acto de amor.
--Bella, amor. Nos amamos, no hay nada malo en que compartamos el placer, yo te amo
y tú me amas. No te avergüences, no pienses; solo siente—le dije sacando mi cabeza de
en medio de sus piernas.

Mi boca regresó a la faena sobre la suave carne entre sus piernas. Cada vez que la lamia
podía escuchar sus gemidos formando una sensual melodía. De pronto sentí sus manos
agarrar mi cabello y halarme hacia ella. Me reí por su impaciencia. Podía ver que las
sensaciones que la recorrían se hacían cada vez más intensas. Mi lengua reemplazó a
mis dedos y era la mejor delicatesen que había probado. Nada se comparaba con el
sabor del néctar que manaba de mi ángel. Mi pulgar aplicó presión en su delicada cima.
Mi lengua tenía un ritmo fijo, adelante y atrás. Sabía que ella estaba cerca pero no
quería que la primera vez que sintiera un orgasmo fura de esa manera.

Reemplacé mi lengua con mi miembro acariciándola con él, recogiendo toda la


humedad posible. Bella se quejó por haberla dejado colgada. Mi vista se fijó por unos
segundos en el paquetito de aluminio sobre la mesita de noche, alargue mi mano y lo
rasgué con mis dientes. Luego mi mirada se encontró con la de mi ángel y cambie de
opinión. Bajé mi boca a sus pechos y dejé caer el paquete al suelo cuando sus ojos se
cerraron. Por solo esta vez la quería para mí, sin nada entre nosotros.

¿Honorable? No. ¿Despiadado, manipulador, frio y calculador? Sí, era todo eso. Y
también era un cobarde por no arriesgarse a compartir con ella la verdad sobre mi vida.

--Esto te dolerá un poco amor. Aférrate a mí.—le dije haciendo que la punta de mi
miembro se abriera paso entre su tierna carne que se abría a mi paso como un capullo
floreciendo. Llevé mis labios a su boca y la besé con furia cuando me encontré con la
barrera que la separaba de ser una niña de una mujer. Una mujer que de ahora en
adelante seria mía. Sostuve mi peso con mis brazos y piernas. Una de mis manos fue a
sus muslos y los separé un poco abriéndome más espacio. Empujé con fuerza
atravesando su himen y el quejido que salió de sus labios murió ahogado en mi boca.
Sus uñas se enterraron en mis hombros y yo le di la bienvenida al dolor, si con eso ella
se podía liberar un poco del suyo.

--Lo siento, lo siento—murmuré contra sus labios—haré que se vaya, te juro que haré
que el dolor se vaya. Besé la solitaria lágrima que se escapó de uno de sus ojos y luché
contra la urgencia de enterrarme dentro de ella una y otra vez. Cuando la sentí relajarse
un poco, tomé sus rodillas y las levante haciendo que sus pies quedaran planos contra el
colchón. Me retiré de su centro y volví a entrar de manera dulce y amorosa en ella. Con
cada embestida me enterraba más en la calidez de mi amada Bella.

--Oh Bella, mi Bella. Que felicidad me estás dando, mi amor.— podía sentir que el
dolor estaba dejando su cuerpo para ser reemplazado por placer que recibía con cada
embestida. Tímidamente envolvió sus piernas en las mías; haciendo que la fricción entre
nuestros cuerpos se hiciera mayor. Cambié el ángulo de mis embestidas que se estaban
volviendo frenéticas, lo que hizo que Bella empezara a gemir con más fuerza mientras
temblaba de placer. Tuve que apoderarme de sus labios para acallar sus gemidos.

Mis movimientos se empezaron a acelerar, de mis labios se escapaban gruñidos y


bufidos. Las caderas de Bella se empezaron a mover al ritmo de las mías. Gruñí con
fuerza, hundiéndome cada vez más en ella, la miré directamente a los ojos, la intensidad
de mi mirada que se refleja en sus piscinas cafés no me asombró debido a la
complejidad de mis sentimientos. Me sentí torcer dentro de ella como había deseado
desde hace más de dos meses.

--Tú eres mía, mi Isabella—le gruñí posesivamente sin dejar de mirarla asegurándome
de que mi mensaje hubiera sido captado.

--Tuya, solo tuya—susurró enterrando su cara en mi cuello, mientras ambos tratábamos


de recuperar el aliento.

CAPITULO 8

ENSEÑANDO

Aun no podía creer que hubiera conocido a Anthony hasta la habitación de la suite.
Nunca pensé poder reunir el valor necesario para hacer algo así. Pero aquí estaba yo, la
simple, sencilla y tímida Bella Swan, frente al hombre más hermoso de la faz de la
tierra, pidiéndole en silencio que me hiciera suya.

Él estuvo quieto durante unos minutos, supongo que aun extrañado por mi osadía o
considerando si valía la pena hacer el amor con alguien que no tenía la menor idea de lo
que sucedería o de cómo complacerlo. Me estaba empezando a preocupar, pero él
levanto mi barbilla con dos dedos y me beso con tanta suavidad, tanta delicadeza que
casi me hace llorar. El fuego en mi interior que había sentido con anterioridad durante
nuestras sesiones de besos empezó a arder con vida propia.

Cuando se separó de mí pude ver que aun había duda nublando sus bellos ojos mientras
me estudiaba con atención. Supongo que buscando algún tipo de duda para retirarse
como siempre.

Puse mis manos en su rostro, no iba a dejar que estaba vez ambos quedáramos
insatisfechos. Sabía que lo amaba y sabía que él me amaba de la misma forma. No
encontraba mejor persona a quien entregarme mi virginidad. Volvió a besarme, solo que
esta vez con fuerza, era un beso que dejaba claro que era lo que seguiría. Sus grandes
manos, tan fuertes y a la vez delicadas, recorrían el costado de mis costillas, haciendo
que la seda del vestido se frotara contra mi acalorada piel, haciendo que fuera tan
placentero que no pude evitar gemir. Fue el sonido más vergonzoso que hubiera emitido
y no pude evitar sonrojarme.

--Dime, Bella. ¿Quieres esto?—me dijo al oído. Su voz era suave, seductora, como una
caricia de terciopelo. Me sentía casi en trance como si me tuviera embrujada. Asentí
casi sin darme cuenta ya que estaba pérdida en la exquisita sensación de sus manos
acariciando mi espalda y costillas, acariciando cada vez más abajo, haciendo que la
velocidad de mi respiración subiera con cada centímetro que sus manos descendían. Me
haló hacia por el trasero haciendo que lo "sintiera" estaba duro como roca,
completamente erecto y enorme. Mi respiración aumentó mucho más, podía sentir un
delicioso dolor entre mis piernas que calentaba a la vez que me asustaba no saber lo que
pasaría en la mañana.
--Podemos detenernos en cualquier momento—me murmuró —No quiero que estés
asustada por esto Bella. —yo confiaba en él, sabía que cuidaría de mí, quería que
continuáramos, necesitaba que continuáramos.

--Por favor, no te detengas—podía sentir el sonrojo en mi rostro, pero tenía que


mostrarle que lo decía en serio. Acaricie su definido cuerpo mientras trataba de
desvestirlo, él tenía la contextura perfecta, ni muy delgado, ni muy musculoso.

Me pidió que lo desvistiera con un poco más de rapidez y yo cumplí su orden sintiendo
mi rostro estallar en llamas mientras la palma de mi mano se magnificaba de trazar cada
musculo de su cuerpo. Lo escuche sisear mientras mi mano descendía hasta sus
pantalones.

Me beso con pasión mientras mis manos soltaban el botón de sus pantalones,
empujándolos lo más que podía sin bajar mi mano hacia terrenos desconocidos. Lo sentí
mover sus piernas seguramente para quitárselos. Yo no podía reunir el coraje de hacer
ningún movimiento y por suerte él se quedo completamente quieto y…completamente
desnudo.

Deje que mi vista lo recorriera completamente, nunca antes había visto un hombre
desnudo… y Anthony se veía tan…grande que me dio un poco de miedo. Había
escuchado conversaciones de Leah y Emily en la reservación donde hablaban de
hombres y sus tamaños, pero yo no creía que mi novio se hallara entre los parámetros
estándares. Anthony se empezó a reír. No sabía si había hecho algo mal.

--¿Nunca has visto a un hombre desnudo?—me preguntó y cuando negué con la cabeza
su rostro cambió varias veces de expresión --¿Eres virgen?—su voz era insegura, como
si no lo supiera a ciencia cierta. Volví a asentir--¿Por qué nunca me dijiste?—lo vi
pasarse la mano por sus cobrizos cabellos como si estuviera exasperado.

--Tu nunca me preguntaste—no sabía si estaba molesto por esto, al parecer él nunca
consideró que yo no tuviera experiencia.

--Dime, amor…--su voz era apenas un murmullo, tomó mi rostro entre sus férreas
manos y sus ojos se clavaron en los míos— ¿alguna vez te habían besado antes de mí?
—negué nuevamente, su rostro se volvió pensativo, supuse que lo había molestado
saber esto de mi. De pronto se habría dado cuenta que quería alguien con más mundo
que una pequeña adolescente recién salida de un pueblo. Le pregunté la causa de su
molestia con mis labios pegados a los suyos y obtuve una respuesta que no era lo que
me esperaba.

--Quiero tocarte ahora, amor. ¿Puedo?— su voz era ronca, baja y muy sensual, solo
asentí como respuesta, eso era lo que más deseaba en este momento. Que me tocara.

Anthony, sacó mi vestido por mi cabeza, levanté mis brazos para que la tarea fuera más
fácil. Cuando el frío aire golpeó mi piel desnuda, sentí vergüenza por estar frente a él en
nada que no fuera mi ropa interior. Miré al piso tratando de ocultar mi enrojecido rostro.

--Isabella, eres la más hermosa criatura que he visto jamás, realmente lo eres, por favor
no tengas vergüenza conmigo. –me dijo mirándome a los ojos antes de besarme. No
podía creer que él pensara que yo era hermosa, cuando solamente era una fea muñeca de
trapo a su lado.

Me besó las mejillas y el cuello, mientras me decía al oído lo hermosa y preciosa que
era para él. Sus manos acariciaron mis hombros como el toque de una pluma, haciendo
que la calidez se extendiera sobre ella, su piel cosquilleaba la mía y la sensación entre
mis piernas ahora era mayor.

No podía creer sus palabras, ni siquiera cuando me dijo que yo ya lo hacía feliz. Estaba
recostaba en la cama con su cuerpo sobre el mío. Sus labios empezaron a recorrer
nuevamente mi cuerpo, quitó mi sujetador con un poco de torpeza, pero casi no sentí
cuando me quitó las bragas. Sus labios estaban en uno de mis pechos, mientras su mano
atormentaba el pezón libre, pinchándolo y rodándolo, entre sus firmes y hábiles dedos.
No podía evitar los sonidos que escapaban de mis labios, mi cuerpo se removía y
tensaba casi con frenesí bajo él. La mano que estaba en mi pecho, lo dejó desatendido
para mi disgusto pero empezó un camino de descenso y sujetó mi cadera. Me pidió que
tuviera paciencia… sí claro paciencia, pensé con sarcasmo, como podría tener paciencia
cuando él me estaba volviendo completamente loca, necesitaba algún tipo de liberación,
de cualquier tipo. Cuando su mano bajo mucho más abajo, tuve que cerrar los ojos por
la cantidad de sensaciones que me asaltaron, nunca antes nadie me había tocado de esa
manera, ni en ese lugar. Sus manos eran suaves y delicadas, se podría decir que hasta
estaban bien cuidadas; es lógico ya en su trabajo no creo que requiera mucha labor
manual. Cuando uno de sus dedos entró en mí, jadeé por la extraña sensación. Luego
añadió un segundo dedo a la ecuación y los empezó a mover dentro y fuera, una y otra y
otra vez. Podía sentir sus labios bajando por mi cuerpo, pero no podía concentrarme en
nada que no fuera como todas mis terminaciones nerviosas

De repente sentí los labios de Edward encerrar el pequeño botoncito que sabía que
estaba allí pero que nunca había si quiera imaginado tocar, mi aliento se atoró en mi
garganta. Cielos, si Charlie se enterara de esto creo que me moriría de vergüenza.
Renee, había inculcado en mi ciertos valores…bueno yo misma me los había inculcado,
viendo todos los errores que mi madre cometió en sus relaciones amorosas. Pero todos
los pensamientos sobre lo que estaba bien o estaba mal me abandonaron cuando sus
dedos se curvaron en mi interior y tocaron un lugar que literalmente me hizo ver
estrellas. Me sentía confundida por los altos valores morales que tenia arraigados y las
arrebatadoras sensaciones que Anthony estaba infringiendo a mi cuerpo.
Definitivamente este tipo de besos deben ser considerados pecado.

Como si hubiera podido leer mi mente, Anthony levantó su cabeza de en medio de mis
piernas y me miró a los ojos.

--Bella, amor. Nos amamos, no hay nada malo en que compartamos el placer, yo te amo
y tú me amas. No te avergüences, no pienses; solo siente— me dijo y sus ojos eran
negros cual alquitrán. Gemí con fuerza cuando su boca regresó a la delicada piel entre
mis piernas. Sentí su lengua recorrer mis pliegues. Mis manos fueron a sus sedosos
cabellos y lo halé contra mí. Lo escuché reír suavemente, haciéndome que la sensación
se hiciera cada vez más intensas. Cuando su lengua reemplazó a sus dedos, mis caderas
se arquearon buscando más fricción mientras su pulgar aplicaba una deliciosa presión
en mi clítoris.
La lengua de Anthony se movía a un ritmo fijo, entrando y saliendo, la fricción era tan
deliciosa que mis caderas se movían contra su mano por voluntad propia. Mis caderas se
movían cada vez más rápido, mi aliento salía entrecortado, sentía el sudor que
empezaba a brillar sobre mi cuerpo. Y entonces cuando la tensión que había en la parte
baja de mi estomago, estaba a punto de estallar…Anthony dejó la estimulación de mi
cuerpo, dejándome totalmente insatisfecha.

Sentí su miembro en mi entrada y tomé aire preparándome para lo que seguía. Mi


principal preocupación no era que fuera doloroso, sino que no pudiera complacerlo.
Podía sentir el amor que sentía por este hombre llenar mi corazón y mi única
preocupación era poderlo complacer en todo sentido.

Frotó su erección contra mi centro haciendo que la llama que había estado flameando en
mi interior volviera a arder. Lo vi tomar un condón de la mesita de noche, por suerte
Anthony siempre pensaba en todo para garantizar mi seguridad, lo que menos
necesitaba era quedar embarazada y yo no tomo ningún tipo de pastillas ya que no había
conocido alguien con quien quisiera compartir esto. Arqueé mi espalda ofreciéndole
más mi pecho, cuando su boca lo capturó.

--Esto te dolerá un poco amor. Aférrate a mí. — me dijo volviendo a ponerse en mi


entrada, soportando su peso con sus brazos y piernas. Cuando se movió de manera que
entró en mí cerré los ojos con fuerza, era una sensación extraña, no del todo dolorosa,
pero no del todo placentera. Acomodó mis rodillas para dar espacio a su amplio
miembro. Lo sentí empujar para entrar un poco más en mí y yo sentí como si me
estuviera partiendo en dos. Lo hacía de manera dulce y amorosa, entró centímetro a
centímetro y luego se detuvo para empujar con fuerza.

Demonios…eso dolió…

Me aferré con fuerza a su espalda, me pidió disculpas y me dijo que haría que el dolor
desapareciera, besó la única lagrima que se escapo por la comisura de mi ojo,
quedándose completamente quieto. Luego de un momento empezó a moverse con
suavidad, entrando y saliendo de mí. Lo hacía con tanta delicadeza que el dolor fue
reemplazado con rapidez por el placer.

--Oh Bella, mi Bella. Que felicidad me estás dando, mi amor. — envolví mis piernas
con timidez, no sabía lo que estaba haciendo, pero si sabía que lo quería más cerca.
Podía sentir el placer que me estaba dando con cada embestida desde ese ángulo. Sentía
que no podía contener más el fuego en mi interior. Anthony, cambió el ángulo de sus
embestidas tocando lugares que me empujaban cada vez más a un abismo, podía oír mis
gemidos rebotando en las paredes, solo esperaba que no tuviéramos vecinos en la suite
contigua.

Mis caderas empezaron a encontrar las suyas en cada movimiento y entonces la más
fantástica sensación que había experimentado, recorrió todo mi cuerpo, ola, tras ola de
intenso placer. Su boca se apoderó de la mía, acallando mis sonidos. Luego su mirada se
fijó en la mía, podía ver que habían muchas emociones dentro de él que literalmente sus
ojos hicieron que un escalofrío recorriera mi espina.

--Tú eres mía, mi Isabella— me gruñó posesivamente y era cierto.


--Tuya, solo tuya—a partir de este momento le pertenecía completamente a Anthony
Masen.

No podía creerlo, al fin pertenecía a alguien, era la mejor sensación del mundo. Saber
que había entregado mi corazón y que había sido correspondido. Anthony, me amaba;
no había un solo segundo en que no me sintiera totalmente segura a su lado, era como si
nada, ni nadie me pudiera dañar mientras estaba con él. Renee me amaba, pero no tanto
como a su nuevo esposo, Charlie…mi padre me quería, él cuidaba de mí a su manera,
pero nunca sentí como si realmente perteneciera a Forks. La mayoría siempre me trato
como una recién llegada, aunque hubiera tenido dos años viviendo con Charlie, en La
Push era el único lugar en el que me había sentido a salvo. Leah y Emily habían sido las
mejores amigas que hubiera deseado, pero ellas tenían a sus medias naranjas y no
podían estar con una quinta rueda como yo. Jake es mi mejor amigo, mi casi hermano.
Siempre trató que no me sintiera excluida pero era casi imposible.

--Te amo, Bella…--susurró en mi oído acariciando mi cuello con su nariz. Yo no pude


evitar sonreír.

--Y yo a ti—le dije suspirando contenta. Mi primera vez no podía haber sido más
perfecta, pensé con satisfacción, vanagloriándome de cómo su cálido cuerpo reposaba
sobre el mío.

--¿Sabes que ahora no podrás librarte de mí?—ronroneó rozando mi hombro con su


incipiente barba. Yo reí, haciendo que nuestros cuerpos se frotaran. Lo escuché
murmurar algo que no pude entender, pero me si me di cuenta de cómo se ponía rígido
nuevamente en mi interior.

--¿Ya? ¿Tan pronto? Tenía entendido que ustedes necesitaban descansar para poder
volver a… tu sabes…--me sonrojé y él acarició uno de mis senos, haciéndome vibrar.

--Este es el efecto, que tienes en mí. Mi pequeña Bella, no sabes las cosas que me haces
—dijo mientras volvía a tomarme.

Así siguió prácticamente toda la noche, insistió en tomar una ducha y me poseyó contra
la fría pared de mosaico, sobre la alfombra a la entrada de la habitación ya que no
alcanzamos a llegar a la cama y una estuvimos acostados en la cama, volvió a hacerme
suya.

No tenia con quien compararlo, no sabía si todos los hombres eran así de insaciables o
solo él. Al fin nos quedamos dormidos, cuando el sol reflejaba los primeros rayos del
amanecer sobre las aguas de la bahía.

Me desperté un tanto desorientada sintiendo una leve caricia en mi espalda, abrí


lentamente los ojos para encontrarme con los ojos del hombre de mis sueños. Pude
sentir el rubor expandiéndose por mi cuerpo cuando recordé la noche anterior y el hecho
que me encontraba totalmente desnuda en la cama.

--Buenos días amor. El almuerzo está listo—me dijo dándome un beso en la frente.
Miré el reloj que estaba en la mesita de noche y me di cuenta que eran casi las dos de la
tarde.
--Cielos, nunca antes había dormido tato—me senté halando la sabana contra mi pecho.
Podía sentir cierta incomodidad en mis partes íntimas, como recordatorio de todas las
actividades.

--¿Te sientes bien?—preguntó recorriendo con uno de sus hábiles dedos el contorno de
mi rostro. Asentí mordiéndome el labio. Él se inclinó y lo liberó succionándolo entre los
suyos.

--Lo lamento, pequeña. Tú me hiciste perder la razón y casi no recordé que no estabas
acostumbrada. Pedí que te trajeran dos advils con la comida para que te sientas mejor.
—me miraba con deseo y algo más que no sabía cómo identificar, inclinó su rostro y
dejo que su nariz recorriera mi cuello, clavícula y hombro; inhalando profundamente.

--No me d-duele tanto—le mentí perdiéndome en las sensaciones que dejaba su toque.
Lo escuché reír y me miró enarcando una ceja. —Solo un poquito—rectifiqué apenada
de que me pudiera leer con tanta facilidad.

--Ven, almuerza para que te tomes las medicinas—me besó la punta de la nariz. Me
ayudó a levantar y yo me envolví en la sabana tanto que prácticamente parecía una
momia. Anthony, tenía puestos unos jeans y una camisa casual remangada hasta el
codo, mostrando sus fuertes antebrazos.

Me sentó sobre sus piernas y me alimentó como si fuera una niña pequeña. Hacia
bromas y jugueteaba, nunca lo había visto de tan buen humor. Me tomé las pastillas y
me fui a dar una ducha rápida. No pude evitar que el sonrojo cubriera mis mejillas
cuando recordé los gemidos que salían de sus perfectos labios mientras se enterraba en
mí una y otra vez contra la pared con el agua tibia cayendo por nuestros cuerpos como
una cascada.

Amaba a ese hombre con todas mis fuerzas y después de anoche se había despertado
algo en mí que no sabía que existía. Además de amarlo, lo deseaba con fervor. Salí del
baño envuelta en una toalla y como no sabía que ponerme ya que no encontraba mi
vestido de ayer. Abrí la puerta y me dirigí a la sala donde lo encontré sentado mirando a
la bahía. Me senté a sus pies en medio de sus piernas y deje descansar mi cabeza en su
rodilla. Nos quedamos en silencio unos minutos, yo tenía mis ojos cerrados disfrutando
de la manera en la que acariciaba mi cabello.

--No encuentro mi vestido—le dije suspirando.

--En el armario hay una bolsa con algunas de tus ropas. Me tomé el atrevimiento de
hacerla por ti ya que no sabía si pasaríamos la noche aquí o no—susurró muy bajo,
acariciando mi oreja y cuello. —No tienes idea lo mucho que te amo, Isabella—
murmuró, al parecer más para él mismo que para mí.

Levanté un poco mi cabeza, su voz sonó cargada de una antigua tristeza y sus ojos me
lo confirmaban.

--¿Estas triste?—le pregunté, irguiéndome de pronto para tomar su rostro en mis manos.
--Como podría estarlo si te tengo a mi lado, amada mía—me besó con suavidad, pero
este beso era diferente, estaba cargado de temor.—A veces pienso que eres solo un
sueño, que vas a desaparecer entre mis dedos y me despertaré para volver a mi vida fría
y vacía—no sabía porque me decía esas cosas. Anthony por lo general no hablaba de su
vida, pero en este momento me parecía tan vulnerable como un niño pequeño y
extraviado.

--Nunca me perderás, pase lo que pase siempre estaré contigo hasta que me digas que ya
no me quieres a tu lado—le dije con sinceridad. Supongo que soné como una niña
encaprichada con su primer amor, pero en verdad sentía cada palabra que le dije. Lo
besé con intensidad, quería transmitirle todo el amor que sentía por él. Besé su cuello,
sus hombros, solté con premura los botones de su camisa y le brindé atención a cada
perfecto plano de su pecho cincelado. Seguí bajando sintiéndome atrevida, pero cuando
llegué a sus pantalones, no supe que hacer. —Quiero complacerte, quiero hacerte sentir
bien ¿Qué…qué hago?—le pregunté sonrojándome.

--Desabrocha mis pantalones y sácalo—me ordenó en una voz cargada de deseo, que
provocó un flujo de humedad en mi entrepierna. Cielos, secretamente adoraba cuando
se ponía en plan mandón; era tan excitante ver cómo podía tomar el control de una
situación con tanta facilidad.

Cumplí con su orden y jadeé al ver que igual que anoche no traía ropa interior…
Definitivamente este hombre quería matarme, nunca antes había hecho nada como esto,
pero no debía ser difícil… ¿o sí? Me relamí los labios en espera de otra indicación. Me
encontré con sus ojos cargados de deseo y vi que los míos reflejaban lo mismo. Actué
por instinto e incliné mi cabeza, tratando de engullirlo lo mejor posible con mi boca,
aunque no había espacio para más y lo sentía casi en mi garganta, podía ver que aun
faltaba por tenerlo completo dentro. Cerré los ojos recordando lo enorme que se sintió
dentro de mí, moví mi cabeza de arriba abajo tímidamente primero y luego con más
decisión. Anthony, tenía los ojos cerrados y la cabeza recostada contra el respaldo de la
silla. Lo único que me indicaba que lo estaba haciendo bien, fueron sus leves gruñidos y
que él pronto empezó a mover sus caderas para encontrarse con la mía. Trataba de
respirar por la nariz para evitar ahogarme.

--Bella…amor…estoy a punto—me dijo entre dientes tratando de separarme de él, pero


yo quería hacer bien esto por él, así que me pegué mucho más a él y trabajé con más
ahínco. Había escuchado muchas historias de Leah y Emily pero nada me preparó para
cuando sentí que descargaba en mi boca, el sabor… no sé como hacían ellas, pero yo a
pesar que tragué un poco no pude obligarme a tragar más y terminé con los cachetes
hinchados, llenos de él. —Creo que necesitas un baño—me dijo con una sonrisa
bailando en sus labios y en sus ojos, me alegraba saber que volvía a parecerse a sí
mismo.

Me levanté y caminé al baño con la mayor dignidad que podía, pero cuando estuve
fuera de su vista corrí hasta llegar al lavamanos. Me cepillé los dientes logrando
deshacerme del extraño sabor y regresé a su lado. Anthony, no se había movido ni un
solo centímetro de donde lo había dejado. Aferré mi toalla a mí alrededor y me volví a
sentar entre sus piernas.

Sus bellos ojos se abrieron y rió ligeramente.


--Te ríes, porque no sabía lo que estaba haciendo—lo acusé y sentí que mi labio inferior
sobresalía en un puchero.

--No, amor. Me rio porque es lo más maravilloso que me han dado. —me tomó de la
mano y me sentó a horcajadas sobre él, soltó mi toalla haciéndola caer en el suelo y me
besó con pasión mientras volvía a penetrarme.

CAPITULO 9

ACEPTANDO

Tenía los ojos cerrados mientras recordaba el maravilloso espectáculo que fue ver como
Bella engullía mi falo, hasta hacerlo desaparecer entre sus deliciosos labios. Sentí tanto
placer en ese momento que la culpa que me carcomía desapareció. Pero sabía que tenía
que hacer las cosas bien por ella, tendría que arreglarlo todo para contarle la verdad,
hacer que me perdonara por mi mentira y que ocupara el lugar que debía, que era estar a
mi lado.

Mandé un email desde mi celular a Jenks, tenía que ocuparme de un asunto que no
podía esperar un segundo más. Isabella Swan, tenía que ser mía en todo el sentido de la
palabra.

Suspiré contento ahora que todo estaba en marcha. Me dediqué a acariciar su espalda
desnuda y escuchar el suave ritmo de su respiración. Aun no sabía cómo iba a soportar
no verla desde el jueves hasta el domingo. Nunca he aborrecido las fiestas tanto como
en esta ocasión.

Isabella, regresaba a Forks, para pasar acción de gracias con su padre y naturalmente no
podía acompañarla. Serian cuatro días insoportables. Por suerte aun nos quedaba un día
más en la suite. Mi celular sonó y Jenks me confirmó que empezaría a redactar el
contrato enseguida.

Apreté el delicado cuerpo de mi amada y enterré mi rostro en sus cabellos dejándome


entrar en el mundo de los sueños, donde ya Isabella era una Cullen.

Después de haber pasado todo el fin de semana con ella en mis brazos, me estaba
resultando muy difícil acostumbrarme a la idea de que esta noche no podía quedarme en
su apartamento.

--Bella, amor. Esta noche te tendré en cada uno de mis pensamientos y maldeciré cada
segundo que no puedo estar contigo—le dije mientras entraba y salía de ella.

--Entonces, no te vayas—me susurro con un gemido.

Le respondí con un gruñido mientras apretaba los dientes, tratando de demorar todo lo
que podía mi inminente clímax. Apreté sus caderas y jugaba con su clítoris mientras
besaba la piel que estaba justo en medio de sus omoplatos.

Mis embates se hacían cada vez más fuertes y rápidos. Me deleitaba escuchado sus
gemidos cada vez más fuertes, por suerte la vecina del apartamento de al lado de Bella
era una anciana sorda. Aunque no podía decir lo mismo de quien vivía en el
apartamento de arriba o en el de abajo. Pero eso no podía importarme menos.

Mis manos jugaban con sus pechos y su clítoris. Le susurraba al oído lo mucho que la
amaba y el inmenso placer que ella me estaba proporcionando. Hice que su cabeza se
girara para poderle dar un beso sin dejar de moverme. El sonido que hacían nuestras
carnes al encontrarse era casi mágico, envolviéndonos en una burbuja en donde no
existía nadie que no fuéramos los dos.

Gruñí con fuerza mientras sentía como sus paredes se contraían contra mi miembro,
ordeñándolo y haciendo que vaciara hasta la última gota de mi amor en ella.

La abracé con fuerza haciendo que su espalda se pegara a mi pecho. A pesar que mi
miembro ya estaba flácido, no tenía intenciones de salir de ella. Necesitaba sentirla
cerca, cerré los ojos sabiendo que mañana otra parte de mi plan se pondría en marcha.

Me quedé diciéndole palabras dulces al oído hasta que se durmió. Salí de su cuerpo e
inmediatamente extrañe su calidez que me rodeaba como la más fina de las sedas. La
deje durmiendo en mi cama y arropé su cuerpo desnudo dándole un último beso antes
de salir de su apartamento.

-.-.-.-.-.-.-

--Jenks, ¿redactaste los documentos para la Sra. Kuznetsova?—le pregunté jugando con
el anillo que había sacado de mi caja fuerte esta mañana.

--Por supuesto Sr. Cullen, esta misma tarde se los envió para que los revise y me dé su
aprobación. –me dijo nerviosamente.

--Los quiero al medio día, necesito cerrar este trato— colgué el teléfono, mi voz no
dejaba duda de que quería cerrar ese negocio a la mayor brevedad posible.

Mi celular sonó y me el identificador de llamadas me dejó ver que era Benjamín.


Esperaba que fueran buenas noticias.

--Todo listo Sr. Cullen; el estorbo fue eliminado—me dijo en tono profesional, yo
sonreí abiertamente, ya tenía una cosa menos de la que preocuparme con referencia a
Isabella.

Ahora solo me tocaba esperar y ver como se desarrollaban las cosas.

BPOV

--Lo hicieron…--dijo como una afirmación y no una pregunta. Alice, me miraba


especulativamente esperando mi confirmación. Sabía que mi cara me delataba porque la
sentía completamente en llamas. — ¡Lo sabia! Ahora dímelo todo—aplaudió mientras
daba pequeños saltitos a mi lado.

--Alice, no voy a darte detalles de mi vida privada en ese sentido—le murmuré con
vergüenza.
--Por la cara de felicidad que tienes puedo ver que fue fantástico, ¿tuviste varios
orgasmos? ¿Está bien dotado?

--¡ALICE!—la miré con horror—no creo que sea de tu incumbencia—sonreí al


recuerdo de todo lo que hicimos este fin de semana y luego me volví a sonrojar.

--Puedo ver que la respuesta es afirmativa a las dos cosas. Vamos Bella, dame algunos
detalles, yo te los daré cuando Jaz y yo lleguemos a ese punto. —me dijo
soñadoramente.

--Whoa, no creo necesitar esa información Alice. Y ¿Quién es Jaz?—su cara irradiaba
felicidad con solo la mención de ese nombre.

--Va a ser mi esposo, el futuro padre de mis hijos. Es el hombre más maravilloso de la
tierra. Lo conocí el sábado en Starbucks, me mandé una Bellada y le manche su traje
italiano. Cuando nuestros ojos se encontraron supe que estaba frente al amor de mi vida
—suspiró, poniéndose una mano sobre el corazón. Yo rodé los ojos a la mención de
torpeza que ella había bautizado con mi nombre.—Nos hemos visto todos los días, me
llama siempre que puedo.

--Me alegro mucho por ti Alice—le dije envolviéndola en un abrazo, yo sabía que ella
había mantenía una relación familiar bastante tensa con su madre y su padre. Era bueno
que tuviera alguien que la quisiera—¿Tus padres ya regresaron de Paris? Puedes ir
conmigo a Forks, si quieres—le ofrecí mientras llegábamos a mi auto.

--Nop, Jaz me invitó a las Vegas, ¿puedes creerlo? Es dueño de un hotel allá.—me dijo
y la vi registrar en su cartera con afán. Sacó su celular y me lo mostró—dime si no es el
hombre más guapo que hayas visto—puso teatralmente su mano en su frente.

--Anthony, es más guapo—le bromeé y ella solo rió. Nos despedimos, la vi saltar en su
auto y encender el radio a todo volumen.

Subí a mi auto y traté de encenderlo sin lograrlo. No podía creer que esto me estuviera
pasando a mí. ¿Por qué tiene que pasarme esto a mí? ¿Es algún tipo de castigo por tener
sexo antes de casarme? ¿Cómo se supone que voy a ir hasta Forks, con el auto
averiado?

Seguí intentándolo en vano, hasta que mi celular empezó a sonar.

--Anthony—respiré para calmarme.

--¿Qué sucede, pequeña? Te noto algo estresada—me dijo con su voz sedosa, haciendo
que todo lo que me preocupaba desapareciera.

--No sé que le sucede, a mi auto. Me ha dejado tirada en la universidad—dije sacando


mi frustración.

--Espérame allí, voy a recogerte. Tengo un amigo que tiene un taller, le pediré que lleve
su grúa para remolcarlo y que lo revise. Aunque te soy sincero, amor. No creo que tu
auto de para mucho—su manera de hablar era tan segura, tan controlada. Era como si no
tuviera que preocuparme por nada mientras él estuviera cerca.

--Ok…--le dije patéticamente.

--Estaré a tu lado en quince minutos, amor.—colgó y yo salí del auto, para sentarme en
la banca que estaba frente a él.

--Cacharro inservible. Voy a matar a Jake en cuanto lo vea—murmuré molesta. Él me


aseguró que el auto estaba en perfectas condiciones y que no tendría ningún tipo de
problemas. Me había dicho que lo revisaría en acción de gracias, para asegurarse que
todo marchara bien. Deje caer mi cabeza sobre el respaldo de la silla y cerré los ojos por
unos minutos.

--Oye, tú eres la chica Swan de literatura, ¿verdad? La de los poemas—me dijo un chico
rubio de facciones aniñadas.

--Eh..Sí… tu eres…¿Aston?—su rostro me era familiar pero ligarlo con el nombre me


estaba costando trabajo.

--Austin—me corrigió.

--Lo siento, soy mala con los nombres—me disculpe.

--Estabas en la fiesta de Alice, eras la gatita—sus ojos brillaron con reconocimiento y


yo asentí sonrojándome, sintiéndome un poco incomoda por la asociación. Él chico me
sonrió abiertamente—Esta semana es acción de gracias, pero de pronto el próximo
viernes quieras ir al cine o algo así. Podríamos salir a cenar.—su voz sonaba confiada.

--Isabella, no está disponible. Lamento estropear tus planes—dijo Anthony de manera


posesiva.

--Anthony—me levanté como un resorte y sabía que estaba sonriendo como idiota, pero
no podía evitarlo.

--Hola, amor.—se inclinó y me dio un beso profundo, haciendo que tuviera que
sujetarme de él cuando mis piernas se volvieron gelatina.—todo está listo, mi amigo se
encargará de tu auto.

Me llevó a su auto y pude ver como subían el mío a una grúa.

--¿Crees que tu amigo lo tenga listo para que pueda ir a Forks?—él negó con la cabeza y
yo gemí.

--No te preocupes uno de mis compañeros, Peter. Va a Port Angeles, por las fiestas.
Hablé con él hace unos momentos y me dijo que no tenia problema en llevarte.—me
sonrió tomando mi mano y besándola.

--No quiero molestar—me daba algo de pena tener que depender de otra persona para
que me llevara.
--No, te preocupes. Peter me debe un favor y está más que dispuesto a llevarte. Es eso o
que me dejes ayudar a comprarte uno de los carros que mi jefe compra para nunca usar
y después vender por dos céntimos. Podemos vender tu auto a alguien a quien le gusten
las antigüedades—pude escuchar un tono burlón cuando dijo lo último.

--Ey, no odies a mi auto. Es un clásico, no una antigüedad—le recriminé, cruzando los


brazos.

--Lo que sea. Creo que puedo conseguir un excelente precio por él y eso lo puedes
invertir en comprarte un auto nuevo.

--No creo que me den para tanto—le murmuré sabiendo que el auto solo le costó a
Charlie quinientos dólares y con quinientos dólares no se compran autos nuevos a
menos que sean de juguete.

--Confía en mi, ¿cuándo te he dicho algo que no haya podido cumplirte? Dime qué te
parece un lindo Prius, ayuda a cuidar el medio ambiente—besó mi mano.

--Estas loco, esos autos son costosos, nunca podría conseguirlo solo vendiendo mi
chevy—abrí mucho los ojos al verlo mover la mano como si fuera una pequeñez. Debía
reconocer que Anthony a veces mostraba un aura muy poderosa e influyente, era como
si para él, conseguir cualquier cosa fuera tan fácil como tronar los dedos.

--Mi jefe se compró uno hace unos meses y ahora no lo quiere, como yo tengo el Volvo,
no he hablado con él, pero creo que ese auto sería estupendo para ti, ¿qué te parece en
color azul eléctrico o un rojo sangre?—fruncí el ceño.

--¿De qué color es el auto de tu jefe? ¿Para qué escojo colores?—frunció los labios unos
segundos y luego sonrió de medio lado.

--Tiene varios, ya sabes cosas de ricos—detuvo el auto fuera de mi edificio y me besó


con fuerza, haciéndome olvidar cualquier cosa que me preocupara.

Me sacó del auto casi sin darme cuenta y en un parpadeo estuve frente a la puerta de
nuestro apartamento.

--Isabella—murmuró en mi oído, haciéndome temblar por la anticipación, cada vez que


él pronunciaba mi nombre completo hacia que mi corazón dejara de latir por unos
segundos.—sabes lo mucho que te amo y no me canso de repetirte lo que significas para
mí—acarició mi costado con su largo, hábiles y estilizados dedos. La sola sensación de
su suave tacto me estaba haciendo temblar.—te necesito en mi vida, pero no solo como
mi novia, quiero que seas mi amante, mi esposa, la madre de mis hijos—sus palabras
eran dulce, atrayentes y persuasivas; pero al mismo tiempo me llenaban de temor.
Siempre me he querido casar, pero antes quiero terminar mi carrera universitaria.

No quería adelantarme a la situación, ni poner palabras en su boca que él no había


dicho, pero cuando abrió la puerta del apartamento y sentí algo frio, metálico, pero muy
delicado en mi dedo, mi aliento se atoró.
Todo el apartamento estaba suavemente iluminado por cientos y cientos de velas. En
medio de la sala había un único jarrón de rosas matizadas que tenía una enorme tarjeta a
sus pies. "Cásate conmigo" decía. Jadeé como un pez fuera del agua. Tantos
sentimientos y pensamientos se vinieron a mi mente. Lo primero que quise fue decirle
que sí y brincar a sus brazos para hacer el amor toda la noche. Pero la otra parte de mi
tenía miedo, miedo de quedar igual que mis padres.

--¿Qué me respondes amor?—me preguntó levantando mi mano izquierda y besándola.

--N-no sé que decirte—susurré dándome cuenta que me había colocado un hermoso


anillo en el dedo.

--Dime que sí—apretó mi espalda contra su pecho.—No nos tenemos que casar mañana,
podemos esperar un poco. No interferiría con tu universidad, puedes seguir estudiando
—besó mi cuello y yo cerré los ojos ante la avasallante sensación. A pesar de que sentía
que era muy pronto, tenía unas enormes ganas de aceptar.

--¿Puedo darte mi respuesta cuando regrese de Forks?—le pregunté con un hilo de voz.

--Tomate todo el tiempo que quieras—me dijo empezando a desvestirme.

EPOV

--Anthony, este anillo es demasiado. Debió haberte costado una fortuna y además no
creo que deba usarlo hasta que no te haya dado mi respuesta.—dijo contemplando el
anillo en su dedo.

--Primero, el anillo no es demasiado, tú te mereces mucho más. Segundo, no me costó


ni un centavo porque perteneció a la abuela de mi madre y tercero, úsalo así te
acostumbraras de todos modos tu respuesta será "sí"—le dije acariciando su cuerpo
desnudo con un solo dedo.

--Como que tienes mucha confianza, espero no desinflar tu burbuja—rió con suavidad.

Era cierto, tenía mucha confianza. Tenía confianza en ella y en que podría convencerla

--No lo harás—le dije subiéndome en ella.

-.-.-.-.-.-

Después de ese grandioso fin de semana, debía confesar que me costaba mantener mis
manos para mí mismo, sabía que no era porque tenía mi necesidad sexual reprimida
como castigo desde hacía cinco años, sino por el seductor ángel que se encontraba entre
mis sabanas.

Bella, había resultado una pequeña cajita de sorpresas, quien podría imaginar que en ese
pequeño y virginal cuerpo, se encontraba una diosa sexual. Desde la primera vez que me
pidió que le enseñara a complacerme, había seguido cada una de mis instrucciones al
pie de la letra, debía decir que era una alumna muy aplicada en lo referente a las artes
amatorias. Se dejaba llevar y le gustaba experimentar todo lo que podía, nunca se opuso
a nada de lo que le sugería. Lo que más me excitaba era que la estaba moldeando para
mí y no tendría otro maestro que no fuera yo. No conocería nada aparte de mí y eso
sacaba mi macho interior.

La había tomado de todas las formas que sabia e incluso de algunas nuevas. La había
poseído sobre sus rodillas, contra la pared, en mi auto, en el parque, en el sofá, sobre
una silla. No había superficie de su apartamento donde no hubiéramos hecho el amor.
Después de nuestro primer fin de semana juntos, empecé a usar preservativos, solo que
a veces con el calor de la situación se me olvidaban, mi pobre ángel siempre estaba tan
absorta cuando el deseo la envolvía que no se daba cuenta de nada de lo que sucediera a
su alrededor, creo que hubiera podido destrozar la cabecera de la cama y ella no se
hubiera dado por aludida. No me preocupaba el hecho de que pudiera quedar
embarazada, cuando su periodo la visitó mientras estaba con su padre por acción de
gracias debo aceptar que me llevé una pequeña desilusión. Sabía que la quería como la
mujer de mi vida.

No se da cuenta de que no usas preservativo, pero confía plenamente en que seas tú


quien la cuide. Me pinché el puente de la nariz, como siempre que esa voz sonaba en mi
mente.

Ella aun no había aceptado mi propuesta de matrimonio, pero sabía que terminaría
haciéndolo. El hecho que aun portara el anillo de compromiso y me hubiera pedido un
poco más de tiempo me decían que solo era cuestión de días. Ya me había deshecho de
ese maldito carro y ahora tenía un Prius, le había tenido que decir que conseguí un
excelente precio por su viejo "auto" vendiéndoselo a un coleccionista que los
restauraba; hubiera querido regalarle un Mercedes o un Ferrari, pero entonces tendría
que decirle la verdad y en estos momentos con el caso de Irina Kuznetsova. Necesitaba
mi mente fría para poder conseguir lo que quería asegurándome que se firmaran esos
papeles. En cuanto tuviera esa maldita firma, podría enfocar toda mi atención en mi
Isabella.

Peter la había llevado a Forks y la había traído de regreso a mis brazos sana y salva. La
vigiló con mucha discreción, asegurándose de que no se metiera en ningún problema.

El sonido del teléfono me sacó de mis cavilaciones.

--Sr. Cullen, la Sra. Cullen en la línea uno—dijo Zafrina. Aquí vamos…

--Páseme la llamada.—murmuré sabiendo lo que venía.

--Buenos días madre—la saludé.

--Edward Anthony Cullen Patt—me siseó.—estoy muy contenta que al parecer has
dejado de estar lamentándote de tu vida y escondiéndote bajo el trabajo. Pero no puedo
creer que no tengas tiempo para venir a visitar a tu madre. Ahora dime, ¿Qué ha
sucedido para que hayas dejado tu actitud de querer arrancarles la cabeza a mordiscos a
las personas? ¿Hay algo de lo que debería estar enterado? Rose me contó, que Emmett
le ha dicho que has hablado con él más veces en estos dos meses que en los cinco
últimos años, también le dijo que ya no eres un ogro. No sabes cómo me alegro hijo mío
—dijo con voz jovial. Solo mi madre podía cambiar de estar enojada a estar alegre en
menos de un minuto.

--Madre, he estado muy ocupado y no creo eso de que haya cambiado mi forma de ser.
Sigo siendo el mismo de siempre—le dije queriendo arrancarle la cabeza a McCarty por
su indiscreción.

--Sea lo que sea que te este haciendo feliz, me alegra y sabes que cuentas con toda mi
aprobación—me dijo con suavidad.

--Madre, no creo que aprobarías lo que estoy haciendo—sacudí mi cabeza.—Y dile a


Rose que se deje de meter en mis asuntos.

--Edward, sabes bien que ella te quiere como si fueras su hermano mayor, se preocupa
por ti al igual que todos los demás. ¿Vas a venir a casa para estas fiestas?—odiaba
cuando mi madre ponía esa voz suplicante.

--No lo creo, madre. No, a menos que sea indispensable y la verdad no quiero ir a tener
otra discusión con mi padre y arruinarles las fiestas a todos. Estoy bien aquí—aunque la
principal razón era que no quería separarme de Bella, aunque ella se fuera a pasar las
fiestas con su padre, quería estar en el mismo país que ella.

--No siempre vas a poder huir de los problemas hijo.

--Madre, estoy tomando las riendas de mis problemas. No te preocupes.—sabia que


caeríamos en temas que no tenía intención de conversar, mi celular sonó y era mi ángel
personal—Madre, te llamaré después, tengo que atender una llamada importante.

--Te quiero hijo.

--Yo igual—le dije cerrando la llamada. Suspiré profundamente, echando a un lado los
fantasmas del pasado, antes de responder la llamada de mi ángel.

--Amor—sonreí enseguida que contesté.

--¿Crees que tendrás la noche libre hoy? Voy a hacer la cena y tengo algo que contarte
—su voz era tan suave y angelical que podía cambiar mi día más gris en uno lleno de
color.

--Claro, amor. Iré al apartamento en cuanto salga de la oficina.

--¿Oficina?—me preguntó curiosa, haciendo que quisiera golpearme por mi estupidez.

--Acompaño a mi jefe a su oficina, estoy aquí en estos momentos—le mentí con


rapidez.

--Ah…ok… entonces te veo en la noche. Tengo que entrar a clases. Te amo—dijo


colgándome con premura.
Maldición, necesitaba sentarme y hablar las cosas con ella. Contarle toda la verdad,
antes de seguirme enredando en tantas mentiras.

--Jenks— gruñí por teléfono.—Necesito esa maldita firma y la necesito ahora.

--Sr. Cullen, he hecho todo lo posible, pero la Sra. Irina dice que no negociara con nadie
que no sea con usted; que si tanto desea su firma, tendrá que ir a verla en persona.—me
dijo con miedo.

--Bien…--colgué. Si se va a comportar de esa forma y quiere guerra. Guerra tendrá. Ella


tiene algo que es mío y lo quiero de vuelta.

Tendré que hacer un viaje relámpago a Rusia para conseguir esa maldita firma.

Me cambie de ropas y me dirigí al apartamento de mi amor. Hoy más que nunca


necesitaba encontrar el consuelo de sus brazos. Estábamos a mediados de diciembre y el
tráfico en la ciudad estaba horrible.

Abrí la puerta del apartamento con ansias y la encontré en la cocina, como siempre
cantando mientras cocinaba.

Okay, so you're Brad Pitt


That don't impress me much
So you got the looks but have you got the touch
Don't get me wrong, yeah I think you're alright
But that won't keep me warm in the middle of the night
That don't impress me much

You're one of those guys who likes to shine his machine


You make me take off my shoes before you let me get in
I can't believe you kiss your car good night
C'mon baby tell me-you must be jokin', right!

Oh-oo-oh, you think you're special


Oh-oo-oh, you think you're something else

--Yo espero tener el toque que te mantiene caliente en medio de la noche—le ronroneé
al oído.

--Oye, me asustaste!—se quejó girándose en mis brazos, aun con su mano alrededor de
su cuello.—Y aunque no me impresione tu brillante Volvo, si me mantienes tibia
cuando te quedas a dormir. Tú no tienes que impresionarme, eso es lo que me gusta de
ti, que eres autentico y sincero —murmuró avergonzada, haciendo que sintiera como si
me hubiera caído un balde de agua congelada

--Isabella…. Yo…--le tenía que decir…me dolía saber que ella solo penaba cosas
buenas de mi, mientras yo era el canalla que la engañaba.
—Ahora, siéntate. Voy a sacar la lasaña del horno—me cortó, dándome un pequeño
beso en los labios y se inclinó para sacar los alimentos del horno. Yo, como el cobarde
que soy me callé la verdad, enterrando mi culpa, para que no se diera cuenta.

Fue a la nevera y sacó una botella de vino, yo enarqué una ceja.

--Es sidra sin alcohol, no me dejaron comprar una botella de vino por no tener la edad
legal—su sonrojó fue tan cómico que no pude evitar reírme.

--Lo siento amor, por lo visto vamos a celebrar una ocasión especial. Sí me hubieras
dicho eso habría traído champaña—tome la botella y la abrí sirviéndola en las copas.
Ella me miró nerviosa y luego se entretuvo colocando la comida.

--Tengo dos cosas que decirte—me dijo con timidez y yo besé su mano.—Mi profesor
de literatura nos pidió que tomáramos unas fotografías e hiciéramos una poesía
inspirada en ellas. Me dijo que tanto la poesía como las fotografías tenían futuro. Me
sugirió que siguiera tomando fotos y que me inscribiera en un curso sobre eso.—me dijo
emocionada, sentándose en mis piernas. Yo la abracé con fuerza.

--Estoy muy orgulloso de ti, amor.—le dije besándola suavemente—Me hubieras dicho
eso y te hubiera invitado a celebrarlo.

--Sabes que prefiero que estemos los dos solos, no me llamaba la atención contarte esto
en público—se acurrucó en mi cuello.—Ahora vamos a comer, antes que se enfríe.—se
levantó casi de un salto y empezamos a comer.—Sabes Garrett, está muy bien. Dice que
ya ha contratado un investigador para rastrear a su ex esposa. Estoy muy feliz por él,
ahora que su vida se está encaminando.

--Es bueno saberlo. Por favor envíale mis saludos cuando vuelvas a hablar con él.—le
dije saboreando la lasaña. La notaba algo inquieta, jugaba con el anillo. Terminamos de
comer y la vi mordiéndose con fuerza el labio.

--¿Hay algo más que me quieres contar?—tomé su mano izquierda y acaricie el anillo,
mirándola fijamente. La vi tragar en seco y volver a morderse el labio.—Isabella, no te
muerdas el labio—le dije moviéndome incómodamente en la silla. Ella sabía
perfectamente que tipo de reacción ocasionaba en mi cuando ella presionaba su labio
con sus dientes. Bella, liberó su labio, pero no se encontró con mi mirada.

--Si acepto, casarme contigo en un futuro, ¿estas seguro que me dejaras terminar la
universidad si nos casamos antes de que haya terminado?—me preguntó, yo sonreí y
asentí--¿No me presionaras para poner una fecha a la boda hasta que esté preparada?—
su voz era suave y yo asentí sabiendo que lograría que se casara conmigo antes de lo
que ella pensaba, pero cumpliría sus condiciones.—Entonces, si tu propuesta aun está
en pie, acepto—dijo sonrojándose suavemente. Mi corazón se hinchó de alegría.

--No te vas a arrepentir nunca—la levanté y la besé con fuerza. Estaba tan feliz como
nunca antes me había sentido.

--Tienes una pistola en tu bolsillo o estas feliz de verme—dijo bromeándome usando


una de las frases de Mae West. Yo la presioné más contra mi cuerpo.
--Eso tienes que averiguarlo—le dije tomándola en brazos y escuchándola como reía
mientras corría a toda velocidad hacia mi habitación.

-.-.-.-.-.-.-.-.-

Venia maldiciendo mi mala suerte, había viajado a Rusia en vano. Creo que si la
hubiera tenido en frente la hubiera ahorcado, perdí tres días con mi Isabella y ella se iría
pasado mañana a pasar las fiestas con su padre. Quería hacer que esta noche fuera
especial, le entregaría su regalo de navidad y luego me sentaría con ella a conversar, la
iría preparando poco a poco para contarle toda la verdad. Como el elevador estaba
tardando demasiado en llegar, subí corriendo las escaleras, abrí la puerta y me extrañó
que todo estuviera apagado. Su auto estaba en el estacionamiento, por lo que tenía que
estar en casa.

--¿Bella?—la llamé, sin obtener respuesta. Empecé a preocupar, cuando fui a su


habitación y no la encontré, fui a la mía y tampoco estaba. Me detuve en el pasillo
cuando escuche unos gemidos lastimeros. Con el corazón latiéndome a mil por segundo
abrí la puerta de su baño y la encontré en el suelo con su rostro escondido en sus
rodillas.—Bella…--la llamé suavemente, con precaución, no podía ser que se hubiera
enterado de la verdad sin que yo se lo dijera.

Me encontré con sus ojos rojos y había ríos de lágrimas cayendo por sus mejillas.

--Charlie, va a matarme—dijo con voz rota volviendo a esconder su rostro, mientras los
sollozos atravesaban su cuerpo.

CAPITULO 10

CENANDO

--¿Por qué te va a matar tu padre?—le pregunté sentándome en el suelo a su lado y


sentándola en mis piernas. Aun se sacudía sollozando y tenía su cara oculta en sus
piernas.

---T-te vas a enojar conmigo—dijo sorbiéndose la nariz.

--Nunca me enojaría contigo, amor. No hay nada que puedas hacer para molestarme—le
dije con sinceridad, levantando su rostro y secando sus lagrimas.

--Sí, sí te vas a enojar—volvió a sollozar, tratando de ocultar su rostro de mi.

--Qué tal si me dices que es y así salimos de dudas—besé sus cabellos y la estreché con
fuerza entre mis brazos.

--E-estoy em-embarazada—sollozo con fuerza—te juro que no sé como sucedió.—me


señaló hacia el lavabo en donde habían al menos una docena de pruebas de embarazo,
tomé una que mostraba una carita feliz, así que todas las demás tenían que estar con
resultado positivo.

--Bella…--le dije con alegría.


--Sé que me vas a dejar, porque lo voy a conservar… Renee, me lo había dicho, me dijo
que me quedaría embarazada y sola—sollozó. Mi frente se frunció. ¿Qué tipo de madre
le diría eso a su hija?

--Bella…

--No te voy a obligar a nada que n-

--Isabella, que tal si cierras esa linda boquita y me dejas hablar—le tomé el rostro con
una mano.—No te voy a dejar, no estoy enojado y ahora nos vamos a casar. Tu padre no
te va a matar porque nunca permitiría que te pasara algo. Nuestro hijo o hija será muy
amado y nosotros muy felices.

La besé con todo lo que tenia, estaba feliz, un hijo. No solo un hijo, sino un hijo de
Bella y mío. Sabía que había posibilidades pero nunca pensé que se volverían una
realidad.

--Dios, no tengo trabajo fijo, ¿cómo lo voy a mantener? Me van a despedir ¿Cómo
sucedió? Siempre nos protegimos—lloró desconsolada, me sentí mal por meterla en esta
situación, pero ella no estaba sola. Empecé a acariciar su espalda en círculos

--Yo me encargaré de todo, no tienes que preocuparte por el dinero yo tengo más que
suficiente para los dos.—respiré hondo--Nunca te lo he comentado, pero no soy tan
pobre como crees en realidad tengo bastante dinero.—la escuché inhalar y aguantar la
respiración; continué hablando para no darle la oportunidad a enojarse-- además tengo
que pedirte disculpas porque esto es culpa mía, hubieron un par de ocasiones en las que
en el calor de las cosas se me olvido colocarme el preservativo. No te lo dije porque no
quería asustarte y que estuvieras preocupada por algo que posiblemente no pasaría. Y
por eso te pido disculpas por eso.—balbuceé apresuradamente, tratando de contarle la
verdad o al menos un pedazo-- No puedo decirte que cambiaría nada si pudiera
retroceder el tiempo, porque te amo demasiado y este hijo es fruto de nuestro amor.
¡Nos vamos a casar! –dije lo ultimo como una colegiala emocionada.

--Creo que es un poco tarde para reclamarte por no decírmelo—sacudió su cabeza


mientras las lagrimas aun surcaban su rostro--pero al menos te agradezco tu sinceridad,
así no me estaré rompiendo la cabeza pensando, si algún preservativo se rompió o si era
algo que yo había hecho—sacudió la cabeza—Debiste decírmelo—suspiró--debí ser
más cuidadosa y haber empezado a cuidarme. No puedo dejarte toda la responsabilidad
a ti… y ahora ¿qué vamos a hacer?—me susurró, yo esperaba que cuando le contara
toda la verdad la tomara tan bien como esta.

--¿Quieres llamar a tu madre, para que te ayude con los preparativos?—me separé un
poco de ella sonriendo como un idiota. Su sonrisa desapareció enseguida.--¿Qué pasa
amor?—le dije secando sus lágrimas.

--No he hablado con mi madre desde que me fui de su casa para vivir con Charlie
cuando tenía dieciséis años—más lagrimas salieron de sus lindos ojos.

--¿por qué?—le pregunté queriendo saber porque siempre evadía el tema de su madre.
Escondió su rostro en mi cuello.
--Tuve un mal entendido con su esposo…--dijo vagamente.

--¿Te gustaría aclararme que sucedido?—le susurré besando su cabellos. Suspiró con
fuerza.

--Al parecer todo fue culpa mía. Phil tenia veintiocho años cuando se casó con mi
madre—levanté una ceja aunque ella no me podía ver. –Yo sentía que me miraba raro,
pero mi madre me dijo que eran ideas mías. Un día salí a mi primera fiesta …una
compañera me invitó, cuando estaba en la fiesta, Phil fue a buscarme alegando que yo
no había pedido permiso, le dije que mi mamá me lo había dado. –se sorbió la nariz y
yo apreté mis dientes.

--Él se puso a regañarme diciéndome que lo que yo buscaba era tener un revolcón con
uno de mis compañeros, que si quería perder la virginidad habían mejores maneras que
hacerlo con un adolescente, que podía hacerlo con un hombre. No me gustó como me
miraba y su mano estaba lastimando mi muñeca. Logré soltarme y corrí de regreso a
casa, le conté a mi madre y ella me gritó, diciendo que yo era una mentirosa, que Phil
había salido a jugar carta con unos amigos y que yo estaba celosa porque al fin ella era
feliz. Discutimos con fuerza, ella me acusó de que tenía un encaprichamiento con su
esposo y cuando le dije que me iría a vivir con Charlie, me dijo que era lo mejor que se
me había ocurrido, que me fuera, pero no se me ocurriera contarle mis mentiras a mi
padre sobre su esposo. Que por mi manera de ser, me quedaría embarazada y no sabría
quien era el padre o cuando se lo dijera él no querría saber nada de mí o el bebe—
balbuceó-- Ni siquiera me llevó al aeropuerto, no se despidió de mí—sollozó con fuerza
y yo tenía ganas de romper algo. Pensar que ese cerdo pudo hacerle algo a mi Isabella,
me estaba poniendo como un loco y no podía permitir que ella se diera cuenta de mi
enojo. A demás que clase de madre pone a su marido sobre su hija…definitivamente,
esperaba nunca conocer a mi suegra.

--Tranquila amor, no te alteres. Eso no le hace bien ni a ti, ni al bebe. Nadie te volverá a
hacer daño—tenía una curiosidad y quería salvarla--¿Por qué tienes sus fotos en la
repisa de la sala?—limpié sus lagrimas y la miré fijamente.

--Es mi madre y él es su esposo, aunque no quiera, son mi familia. Renee es muy


explosiva, pero estoy segura que algún día podrá dejar esa noche en el pasado y
volveremos a estar unidas—se encogió de hombros. Bella, realmente era la persona más
compasiva y bondadosa que he conocido. Es capaz de perdonar cualquier cosa.

Y por eso tú te aprovechas de ella.

--Mañana a primera hora iremos a ver el mejor ginecólogo de Seattle—le dije, mientras
empezaba a hacer una lista mental de todo lo necesario para acelerar la boda.

--Deben existir otros médicos que sean bueno y no tengan los honorarios del "mejor".
No puedo permitir que gastes todo ese dinero en una consulta médica—me frunció el
ceño.

--Isabella, te dije que el dinero no es una preocupación para mí—bien ya está dicha la
verdad. ¿La verdad? Le llamas a eso la verdad. Deja de ser cobarde y dile TODA la
verdad. Esa pobre excusa realmente no era la verdad.
--Anthony, no puedo dejar que gastes tus ahorros en mí—murmuró en voz baja.

Dile la verdad.

--No son exactamente ahorros—imbécil, cobarde, patética excusa de hombre…. –


Pensaba que faltaban unos días para tu periodo—Tenia que reunir el valor para contarle
lo que faltaba, pero por el momento necesitaba distraerla en otra cosa. Su sonrojo me
hizo saber que lo había conseguido.

--Faltan…t-tres días—susurró.—Alice…necesitaba hacerse una y no quería hacérsela


sola, así que compramos dos pruebas y yo me hice una. La de ella salió negativa y la
mía positiva, por lo que regresamos a la farmacia a comprar todas las que vimos. Como
faltan días para mi periodo pensé que era un error. Me hice seis en su apartamento todas
con el mismo resultado y me vine a casa para hacerme las demás.—su voz apenas era
un susurro.—Me había estado sintiendo mal unos días, no le preste mucha atención
pensando que era el stress de los exámenes finales. Pero ahora esas nauseas y mareos
raros tienen una explicación.

Bueno eso explica, la cantidad de pruebas que hay en el lavabo. La estreché contra mi
pecho, respirando su aroma y maravillándome de tenerla en mis brazos.

--Supongo que no has cenado.¿ Deseas algo en especial? ¿Algún antojo?—podía sentir
mi boca en una sonrisa permanente.

--No tengo mucha hambre…--suspiró—¿crees poder conseguir una cita médica en esta
fecha? O usaras los contactos de tu jefe.—se acurrucó en mi pecho. Deje que mi cabeza
se golpeara contra la pared.

--No te preocupes por la cita yo me encargo, no necesito los contactos de nadie.—


acaricié su cabello—Vamos, necesitas comer un poco—me levanté del suelo, llevándola
conmigo. La acuné contra mi cuerpo como si fuera una niña pequeña y la dejé sobre una
de las sillas de la cocina.—Usted no se preocupe mi bella dama yo me encargaré de
alimentarla.

Me sentía como un niño en la mañana de navidad, revisé la nevera y no había nada que
yo supiera preparar. Bueno tendría que hacer lo único que Esme me enseño…huevos.

Tendría que llamar a mi madre para informarle sobre esto. Carlisle…era mejor que mi
madre se lo dijera, no tenía ganas de entrar en una confrontación.

--Ta-da—le dije colocando el plato frente a ella.

--Vaya que eres un chef-- Bella se rió antes de empezar a comer.

--Debo confesar que es lo único que sé cocinar. Nunca he dependido de mi propia mano
para alimentarme, pedía comida para que me la entregaran en el apartamento o cenaba
fuera, hasta que te conocí—Vaya, al menos esa es una verdad. Sacudí mi cabeza,
tendría que hacerme una cita con un psiquiatra cuando pidiera la de ella con un
ginecólogo, definitivamente algo andaba mal en mi cabeza, para tener esa molesta voz
en mi mente.
--Vaya, wao…son los mejor huevos revueltos que he probado o realmente me estaba
muriendo de hambre—me bromeó y yo le sonreí.

--Si aun sigues con hambre después de esto puedo pedir que te traigan algo de cenar—le
dije mientras mandaba un correo desde mi celular pidiendo la cita médica.

--¿No vas a cenar?-- Me frunció el ceño

--Cené en el avión—le dije mientras recibía la confirmación de mi correo.—Tienes la


cita médica para mañana a las nueve de la mañana. Te recogeré a las ocho, te traeré
desayuno para que no te tengas que preocupar por eso.—le besé la mano. Ella bostezó
sonoramente, se notaba que estaba extenuada, prácticamente se estaba quedando
dormida sobre el plato de comida.

--¿Te vas a ir?—susurró mostrando la preocupación reflejada en sus hermosos ojos

--Me quedare contigo toda la noche, si así lo deseas—le besé la frente. Lo que menos
quería en este momento era que se empezara a estresar o a preocupar por tonterías, así
que me quedaría con ella toda la noche, asegurándome de que no le estuviera dando
vueltas al asunto.

La llevé en brazos a la cama y me tumbé a su lado. Empecé a acariciar su plano vientre.


Esta experiencia era tan diferente a la anterior, mis sentimientos eran totalmente
distintos. Me estaba visualizando llegando de la oficina y encontrándola con una
pequeña idéntica a ella en brazos. El cuarto de la bebe, bellamente decorado.

--Necesitamos un lugar más grande—le dije distraídamente.—un lugar amplio, a las


afueras de la ciudad, lejos del ajetreo del trafico—tracé círculos sobre su ombligo.
Bella, parecía perdida en sus pensamientos.

--Tengo unos seis mil dólares en el banco como fondo de mi universidad, podemos
usarlos—acarició mi cabello perezosamente , parecía que le costaba mantener los ojos
abiertos y yo enterré mi cara en su cuello.

--Te dije que el dinero no es importante. Isabella, tengo más dinero del que podría
gastar en toda una vida—le dije preparándome mentalmente para hablarle con
franqueza. Ella se tensó en mis brazos.

--S-si es así . ¿Por qué trabajas como guardaespaldas?—su ceño se frunció. Tomé un
amplio respiro.

--Isabella, tengo que decirte que… no so—me corté por el timbre de mi celular
sonando.—Dame un segundo—le pedí dándole un breve beso en los labios y
sentándome en la cama para sacar el molestoso aparato de mi bolsillo.

Salvado por la campana, ¿no?

--Diga—gruñí sin ver quién era. Esa maldita voz, me estaba volviendo loco.
--Sr. Cullen, disculpe que lo llame a esta hora, pero la Sra. Kuznetsova se comunicó
conmigo hace unos minutos, dice que está dispuesta a renegociar. Esta aquí en América.
He hecho unos ajustes a los documentos, en cuanto usted los revise y dé el visto bueno,
podrá proseguir…pero…pero ella quiere verlo—me dijo Jenks, temeroso.

--¿Cuándo y dónde?—miré a mi ángel que se había quedado dormida y le quité un


mechón de la cara.

--Esta…esta noche, señor. Lo espera en el restaurante del hotel donde siempre se


hospeda.

--James, pasara a recoger los documentos en media hora, espero que estén listos—le
dije colgando la llamada.

Me recosté al lado de mi ángel, mientras le enviaba las indicaciones a James. Se veía tan
serena, tan inocente. Su rostro reflejaba todas sus cualidades, por cada poro de su piel
brotaba el desinterés, la gentileza, el amor a los demás, la comprensión y la compasión.

Todas son cualidades que a ti te faltan.

Deje escapar un pesado suspiro. Definitivamente tendré que hacerme una cita con un
loquero.

Al menos estaba tranquilo, no se había molestado porque no le contara que tenía dinero,
eso ya era un avance, mañana le contaría sobre mi nombre y mi profesión.

No se molestó, porque no le diste tiempo a pensar las cosas, la deslumbraste y la


mareaste como siempre. No tienes valores Edward Cullen, eres digno hijo de tu padre.

Definitivamente la cita con el psiquiatra no puede esperar.

Estaba a punto de quedarme dormido cuando mi celular sonó informándome que James
estaba abajo con los documentos en su poder.

Le escribí una nota a Bella y se la deje sobre la almohada. Le besé los labios y salí a
encontrarme con la mujer que más desprecio en el mundo…bueno la segunda mujer que
más desprecio.

BPOV

Me desperté sintiendo algo de frio y me giré para acurrucarme en el pecho de Anthony,


encontrando solo sabanas vacías.

Me levanté de golpe haciendo que mi cabeza diera vueltas, como lo había estado
haciendo desde hace unos días.

Empecé a hiperventilarme, al ver que Anthony, se había ido. Me había prometido que se
quedaría conmigo y se marchó cuando dormía.
Era lógico, solo tenemos poco más de tres meses de relación y salgo embarazada. Ahora
que me dijo que tiene dinero, ¿pensará que soy una especie de caza fortunas o algo así?

Pero él me dijo que se casaría conmigo…Dios, Charlie me va a matar, que diablos estoy
pensando, solo tengo dieciocho años, aunque me case con Anthony, Charlie me
estrangulara primero y luego le pegara tres tiros a Anthony. Sí es que puede, porque
Anthony no volverá…

Las lágrimas caían libremente por mis mejillas, un miedo casi irracional se apoderó de
mí. ¿Cómo iba a mantener a un bebe? ¿Qué soluciones tenia?

Aborto…

Solo pensar en eso me ponía enferma. Nunca podría hacerle eso a mi hijo. Renee me dio
la oportunidad de nacer y yo nunca se la negaría a nadie.

Darlo en adopción estaba fuera de discusión, no podría dejar que dos completos
extraños cuidaran de mi bebe.

Ser una madre adolescente era mi única solución. Pedirle ayuda a Charlie, tal vez…
conseguir dos trabajos a demás de la universidad o renunciar a la universidad y
conseguirme tres trabajos.

--¿Amor, ¿Qué te sucedió? ¿Por qué lloras? ¿Te sientes mal?—me preguntó frenético.
Había estado tan absorta que no lo escuché acercarse.

--P-pensé que-que me habías de-dejado, que-que ya no me que-querías—sollocé


lastimosamente.

--Pequeña… te deje una nota diciéndote que regresaría en cuanto pudiera, que volvieras
a dormir que yo estaría a tu lado cuando despertaras—acunó mi rostro en sus manos y
limpiaba mis lagrimas con su pulgar.—Nunca te abandonaré, Isabella. Aunque me lo
pidieras, no podría abandonarte nunca.—besó mis labios.

--N-no la vi—me sorbí la nariz. Debía tener una imagen patética a sus ojos.

--Creo que las hormonas te están empezando a afectar—me bromeó.

--No, lo creo. Aun es muy temprano para eso.—le dije suspirando. Me sentía tranquila y
segura ahora que estaba en sus brazos.

--Pues no parece—se inclinó y me besó el cuello.—Tu piel está más hermosa que de
costumbre—su lengua recorrió el contorno de mi clavícula, haciendo que yo jadeara.—
Me encanta como te derrites cuando te toco—sus manos empezaron a recorrer la piel
bajo mi camiseta de dormir.—tus pechos se sienten más llenos y pesados—acarició mis
pezones y sopesó mis senos con cuidado—Te amo tanto, pequeña; y el hecho que lleves
mi hijo en tu vientre, parece ser un fuerte afrodisiaco para mí—murmuró enroscando su
lengua en uno de mis pezones.

Deje de respirar, deje de pensar y solo pude sentir….


-.-.-.-.-.-

--Buenos días, Bella durmiente—dijo Anthony en mi oído, haciéndome sonreír.

--Buenos días—bostecé abiertamente, me sentía muy cansada, bueno eso era normal
después de todas las actividades que tuvimos anoche.

--Mmmm, adoro tu sonrojo en las mañanas cuando te despiertas después que hemos
hecho el amor…es fascinante.—besó el hueco de mi garganta, haciendo que me estirara
como un gato en búsqueda de cariño.—Te tengo preparado un desayuno ligero. Aquí
tienes unas galletas para ayudarte con las nauseas. Ahora vístete que tenemos que ir al
médico.

Salió de la habitación mientras masticaba una galleta. Me cepillé los dientes y me di una
ducha rápida. Me puse unos jeans una camiseta y unas zapatillas cómodas. Me miré en
el espejo y parecía una típica adolescente. La verdad aun me sorprende que ese
impresionante hombre se hubiera enamorado de mi y que ahora estuviéramos esperando
un hijo juntos.

Desayunamos unos waffles y un poco de fruta , yo tomé jugo de naranja y él su clásico


café negro con una cucharadita de azúcar. El olor me molestó un poco, pero no le iba a
negar uno de sus placeres solo por una tonta nausea.

Llegamos a un consultorio que parecía muy lujoso, toda su decoración, dejaba ver que
la consulta no resultaría nada barata. Incluso el papel donde Anthony estaba llenando mi
información se veía costoso.

--Anthony—le susurré muy bajo—este lugar parece ser muy costoso. No creo que
podamos pagarlo—él me miró con una expresión divertida.

--Bella…--sacudió su cabeza—anoche te dije que el dinero no es problema para mi,


tengo suficiente para que los hijos de nuestros hijos vivan sin tener que trabajar nunca—
estaba segura que mi, rostro denotaba mucha sorpresa, podía sentir que mi boca estaba
abierta. Él me había dicho que tenía dinero, pero tanto…

Lo vi pasarse la mano nerviosamente por el cabello.

--Si tienes tanto dinero, ¿por qué trabajas para otros? ¿No deberías tener tu propia
empresa o algo así?—habían piezas de este rompecabezas que no me encajaban y
esperaba que él me ayudara a armarlo.

--Isabella…--tomó mi mano entre las suyas. Sus ojos me dejaban ver que estaba
teniendo una lucha interna, estaba decidiendo si me contaría o no, sea lo que sea que
estuviera ocultando.

--No me gustan las mentiras Anthony. Sea lo que sea, dímelo—le dije con un poco más
de fuerza de la que hubiera deseado. Suspiró pesadamente.

--Cuando te conocí… nunca antes había- se cortó por la voz de una mujer llamándome.
--Isabella Swan, la doctora Marcus la atenderá—dijo una enfermera de unos cincuenta
años.

Todos los nervios que había logrado echar a un lado, resurgieron con fuerza. Anthony,
me tenía la mano sujeta y la acariciaba con suavidad, tratando de calmarme.

--Bienvenida Isabella, soy la doctora Didyme Marcus. Tengo entendido que crees estar
embarazada, ¿no es cierto?—me sonrió una mujer de cabellos negros y piel blanca. No
podía tener más de unos treinta y ocho años. Asentí y ella nos pidió que nos sentáramos
frente a su escritorio.—Te vamos a tomar una pequeña muestra de sangre, para
confirmar las sospechas—llamó a la enfermera que habíamos visto. Anthony, sintió mi
molestia cuando, la enfermera empezó a preparar todo para tomarme la muestra de
sangre.

Sentí sus manos en mi rostro acariciándolo con cuidado y de pronto sentí sus labios en
los míos. Me olvide, del lugar, que teníamos compañía , que estaban a punto de sacarme
sangre lo cual haría que me sintiera enferma. Solo me importaban sus labios en lo míos
y lo bien que me hacían sentir.

--Listo—escuché decir a la enfermera antes que Anthony dejara mis labios.

Me sonrojé profundamente. La enfermera y la doctora intercambiaron una sonrisa, antes


que la primera se retirara.

--Las pruebas no deben tomar más de diez minutos.—miró unos momentos la ficha
clínica.—Aquí dice que tu periodo es regular y nunca has tenido un atraso—asentí,
mientras Anthony acariciaba distraídamente mi mano.— Voy a hacerte un examen
general, mientras esperamos el resultado—me tomó la presión, me pesó y midió. Luego
me pidió que me cambiara de ropas por una bata. Cuando salí Anthony y la doctora
estaban conversando.

--¿Cuántas pruebas caseras de embarazo te hiciste?—me sonrió leyendo algo anexado a


la ficha clínica que Anthony le había entregado a la enfermera.

--Casi veinte, todas dieron positivo, pero aun faltan días para que llegue mi periodo—le
dije un tanto avergonzada.

--Explícame como fue tu último periodo, ¿fue normal?—me preguntó, levantándose e


indicándome que me subiera a la camilla. Anthony, estuvo a mi lado en un parpadeo.

--Duró unos tres días, fue más corto de lo normal y un poco más ligero.—Anthony
acariciaba mis manos.—la doctora asintió, levantando mi bata.

--Es normal que alguna madres primerizas tengan un ligero sangrado el primer mes, no
hay nada de malo en eso y tu bebe nunca estuvo en riesgo. Según la prueba de embarazo
tienes casi ocho semanas de embarazo. Este mes no debes presentar sangrado—el
aliento se me quedó atorado en la garganta. Ocho semanas, eso debió ser en nuestra
primera vez…pero ¿Cómo? Yo lo vi ponerse el preservativo… creo…--Ahora que tal si
vemos al pequeño que el papá está impaciente por verlo.
Me colocó un gel que estaba demasiado frio, cuando empezó a pasar el aparato por mi
estomago me hizo cosquillas, solté una risita tonta.

--Lo siento, se que esta frio—me dijo a manera de disculpa.—Bueno parece que este
pequeñito tiene seis semanas y seis días. Mide 0.8 cm. Miren el corazón—dijo
mostrándome un puntito palpitante en la pantalla. Tocó unos botones y el sonido de su
latido lleno la habitación.

Mire a Anthony, quien estaba estoico como un dios griego. Sus hombros estaban
rígidos, pero su rostro dejaba ver un orgullo que era más que evidente.

--Te amo—se inclinó y beso mi frente. Sus ojos me dejaban ver que estaba emocionado,
pero yo había aprendido que Anthony era un hombre duro que no dejaba ver lo que
sentía con mucha facilidad. Supongo que era por su profesión… sí es que era verdad
que era un guardaespaldas. Solo esperaba que no fuera un narcotraficante o capo de la
mafia. Eso sería la cereza del pastel cuando le diera la noticia a Charlie.

--Todo se ve muy bien, el embrión se está desarrollando de acuerdo a los parámetros


normales. Tu fecha estimada es para los primeros días de septiembre o finales de
agosto, su prometido me dio la fecha aproximada de la concepción, por lo que no me
baso en la tabla de regla.—su voz era muy apacible y calmante

Una vez nos encontramos fuera, todo lo que podía pensar era en el bebe, nada más
ocupaba mi mente en este momento.

--Espero que sea niña y se parezca a ti—me dijo Anthony una vez estuvimos en su auto,
con todas la vitaminas, libros y consejos que la doctora recomendó para ayudarme con
las nauseas. Aun no había vomitado, pero las nauseas eran horribles cuando me daban.

--Pues yo espero que sea niño y sea idéntico a ti—le murmuré un tanto emocionada
ahora que la noticia se estaba asentando en mí.

--En pocos meses, veremos a quien se le concede su deseo.—besó mis nudillos y su


sonrisa se hizo mucho más radiante.—Ahora almorcemos, estas muy delgada—me
bromeó picándome el costado con un dedo.

Almorzamos en la cafetería que estaba cerca de mi apartamento. En cuanto llegó mi


hamburguesa la ataque como si no hubiera comido en días. Lo escuchaba reír
suavemente, mientras me miraba. Adoraba el sonido de su risa, para mí no había mejor
sonido en el mundo.

Casi no supe cómo llegamos al apartamento, me sentía sumamente cansada después que
hicimos el amor en cuanto cruzamos la puerta. Abrí mis ojos para darme cuenta que
eran cerca de las cinco de la tarde. Estaba sola en su habitación pero lo escuche
deambulando por la cocina. Tomé su camisa del suelo y me la puse para cubrir mi
desnudez.

Había muchas bolsas de supermercado sobre la mesa y él estaba sacando lo que había
en mi alacena y poniéndolo en unas bolsas en el suelo.
--¿Qué haces?—le pregunté aun soñolienta.

--Sacando todos los alimentos pocos sanos, pedí que me trajeran alimentos que no
tienen conservantes, ni aditivos. Todos son cien por ciento orgánicos—dijo mientras
seguía en su labor—uno de los libros dice que debes comer muy saludablemente.

--¿Y qué vas a hacer con toda mi comida?—le pregunté señalando las bolsas del suelo.

--Oh, las llevaran a un refugio. Les servirá de algo y así no se desperdicia.—hablando


de control… Lo observé terminar de guardar todo, con mi cabeza recostada sobre mis
brazos en la mesa.—Te vez cansada, ¿Por qué no duermes un poco más?—murmuró
besando mis labios, para luego soltar un juramento cuando su celular sonó.--¿Qué
sucede? Dije claramente que no quería que me molestaran hoy—su voz era afilada, se
veía claramente enojado. Espero que nunca se ponga así conmigo.— Maldición, lo
había olvidado. Confirme mi presencia—cerró el teléfono y lo puso nuevamente en su
bolsillo.—Amor tengo que salir, pero regresaré esta noche como a las nueve. Cuídate
mucho y al pequeño también.—me besó los labios y luego el vientre.—Te amo, hijo
Tanto como a tu madre--dijo con una emoción en la voz que no pude comprender. Se
levantó con su garbo acostumbrado y se fue, llevándose las bolsas que habia recogido.

Me senté mordisqueando unos palitroques integrales con queso crema, hasta que el
teléfono sonó. La voz de Alice se volvía cada vez más emocionada a medida que le
contaba todo los sucedido y mi cita con la ginecóloga.

--Bella… necesito pedirte un enorme favor—su voz sonó triste de pronto.

--Claro, Alice. Lo que sea—le respondí casi sin pensar.

--Recuerdas que hoy conoceré a la familia de Jaz—me dijo y su voz se animó un poco a
la mención del nombre de su amado.

--Claro, es en dos horas—o al menos eso me había dicho.

--Mi madre dijo que vendría para acompañarme, pero me acaba de llamar para decirme
que tiene unos compromisos que no puede evadir—me dio pena mi amiga. Su madre
siempre buscaba alguna manera para faltar a todos sus eventos importantes o al menos
eso fue lo que me había contado.—Crees que puedas acompañarme, no quiero ir sola,
como un árbol sin sombra. A Jaz le parece una idea genial, ya sabes que está loco por
conocerte.

--No hay problema Alice, déjame buscar que encuentro en mi armario que sea
apropiado—murmuré, recordando el vestido que compramos para la cena que tuve con
Anthony antes de acción de gracias.

--No te preocupes, yo tengo el vestido, ahora ábreme la puerta que no tenemos mucho
tiempo—cerró la llamada. Vaya que estaba confiada en que le diría que sí.

En cuanto abrí la puerta, mi pequeña amiga entro como un remolino, enviándome a


bañarme y desplegando una cantidad de equipos que le harían competencia a un salón
de belleza.
Me arregló en menos de un parpadeo, o al mensos eso me pareció, porque cuando miré
el reloj eran casi las siete. Por lo que nos apresuramos a llegar al restaurante. Me sentía
un tanto nerviosa porque sabía que la familia de Jaz era muy rica, aunque no estaba tan
nerviosa como Alice. Debía decir que me sentía muy cómoda en el hermoso vestido
negro en el que me había enfundado y los zapatos gracias a dios no tenían mucho tacón.
Le envié un rápido mensaje a Anthony, diciéndole que salí con Alice y regresaría antes
que él volviera al apartamento.

En cuanto Alice, aparcó su auto y un hombre al que reconocí por las fotos, estuvo a su
lado en un segundo.

--Es un placer conocerte finalmente, Bella. Alice me ha hablado mucho de ti. Soy Jasper
Hale.—me dijo con unos modales impecables.

--El placer es mío, Jasper—le dije con timidez. Alice y él solo tenían ojos para ellos.

--Por favor, acompáñenme. Mi familia está reunida en el área del bar.—me ofreció el
brazo que tenia libre, así que entro al restaurante con nosotras sujetas a cada uno de sus
brazos.

La recepción era preciosa, había candelabros colgando del techo y pinturas en las
paredes. Caminamos por un concurrido salón hasta llegar a otro que estaba un poco
menos lleno. Supongo que por la época del año, hay muchas celebraciones.

Nos dirigimos a dos parejas que se encontraban tomando una copa con lo que supongo
era champaña o vino. Las dos mujeres eran espectacularmente hermosas, ambas
parecían sacadas de una revista de los años veinte o treinta. La rubia era más joven y sin
duda la más bella. La otra tenía un cabello acaramelado y una sonrisa bondadosa que se
fijo en nosotros en cuanto nos divisó. Los hombres también eran dos opuestos. El mayor
era tan hermoso que parecía un dios. Podría decir que tenía el mismo tipo de belleza que
Anthony. Mientras que el otro era enorme y del cabello oscuro. Parecía muy
amenazante hasta que sonrió, haciendo que se le formaran dos hoyuelos en las mejillas,
concediéndole un aspecto infantil.

--Tía Esme, esta es mi Alice—dijo Jasper con orgullo. Las dos se abrazaron e
intercambiaron presentías.—Y ella es Isabella, la mejor amiga de Alice.

--Es un placer conocerte, ¿puedo llamarte Bella? He hablando tanto con Alice, sobre ti
que parece que te conozco de toda la vida—me dijo la tía de Jasper en tono amoroso,
haciéndome sentir bienvenida.

--Por supuesto que puede, Sra. Cullen.—le dije sabiendo de antemano, gracias a Alice
su apellido.

--Dime Esme, cariño—tomó mi mano—Déjame ver tu anillo de compromiso, dice Alice


que es una belleza.—Levantó mi mano y su sonrisa desapareció unos segundos antes de
volver a sonreír.—Alice, dice que tu novio se llama Anthony, debo reconocer que tiene
muy buen gusto en cuanto a las joyas, ese anillo debe tener una historia fascinante. Pero
viéndote a ti era de esperarse. Eres muy hermosa—palmeó mi mano y su voz sonaba un
poco rota. No quise ser indiscreta así que hice como si no me hubiera dado cuenta.
--Me dijo que el anillo perteneció a su abuela. No me dio muchos detalles—murmuré
apenada jugando con mi anillo de compromiso.

Alice ya había sido presentada a toda la familia y por visto era mi turno, porque Esme,
me llevó hacia el hombre que deducía era el Sr. Cullen.

--Carlisle, esta es Bella. No te parece encantadora—le dijo sujetando su mano. Su rostro


denotaba preocupación, pero trataba de esconderla.

--Debo decir que tienes muy impresionada a mi esposa, Alice, ha hecho que te tenga en
un pedestal—se inclinó a besar mi mano, deteniéndose unos segundos antes posar sus
labios sobre ella. Yo me sonrojé profundamente.

--Alice, tiende a exagerar. Es un placer conocerlo Sr. Cullen.—murmuré patéticamente.

--El señor Cullen es mi hijo, a mi llámame Carlisle.—me bromeó y me empecé a relajar


de inmediato, aunque él ahora tenía la misma expresión que su esposa. Podía ver que
Alice, encajaría a la perfección en esta familia. Esperaba que la familia de Anthony
fuera igual.

--Lamento haber venido con un aviso de tan poca anticipación, espero no molestarlos.—
les dije un tanto apenada al darme la cuenta que sería la séptima rueda.

--Tonterías. Esta noche te sentaras a mi lado. Quiero saberlo todo sobre ti—me llevo
hacia la rubia, quien descubrí que era la hermana melliza de Jasper. Luego me
presentaron a su esposo Emmett. Su nombre me sonaba de algún lado pero no recordaba
de donde o porque.

--La mesa esta casi lista, ¿quieres una copa?—me preguntó Carlisle.

--No puedo tomar—dije avergonzada.

--¿Estas en tratamiento médico? Yo soy doctor, si necesitas ayuda en algo…—Ambos,


Esme y él me miraron con intensidad, haciendo que mi sonrojo fuera más evidente.

--Bella, está embarazada. Esta mañana fue al médico con su prometido y pudieron ver el
bebe—dijo Alice emocionada.

Cielos, gracias Alice, por hacerles saber que estaba embarazada sin haberme casado. Mi
sonrojo se hizo evidente al ver la expresión de shock de Esme y Carlisle. Aunque esta
duro solo unos segundos, fue claro que no se esperaban esa noticia. Supongo que ya no
estaba más en el pedestal.

Ambos sacudieron su cabeza, después de mirarse unos segundos.

--¿Cómo se llama tu novio?—me preguntó Esme.

--Anthony Masen—ambos se relajaron visiblemente. Era como si un gran peso se les


hubiera quitado de encima.
--Vamos a la mesa, que ya esta lista—dijo Carlisle recuperando su sonrisa.

La mesa era para nueve personas, pero no hice caso a eso. Supongo que esperábamos a
alguien más. Esme me hizo sentarme entre ella y Carlisle. Cuando proteste, me dijo que
no me preocupara que ella quería conocerme más.

--¿Esperamos a alguien más?—pregunté cuando la curiosidad pudo más.

--No, mi hijo Edward. Dice que se disculpa, pero se tiene que retirar—Carlisle y Jasper
intercambiaron una mirada, antes de volver a sonreír.

Escuché una fuerte voz de mujer hablar en un idioma extranjero, lo cual provocó que
todas las cabezas giraran en esa dirección. Mi aliento se quedo atorado.

La mujer era muy bella, su cabello era de un tono oro como las espigas de trigo. Su piel
era blanca y estaba enfundada en un vestido rojo. Pero eso no fue lo que hizo que mi
aliento se atorara. Sino el hombre que estaba a su lado, sujetándola y mirándola con un
odio indescriptible. Era mi Anthony, pero nunca lo había visto vestido de esa manera.

Intercambió un par de palabras con la mujer, parecían discutir. La tomó del brazo con
fuerza y se encaminaron a nuestra mesa, donde reinaba un silencio sepulcral.

--Disculpen la demora, ya saben cómo se pone Edward—dijo la mujer con un fuerte


acento que parecía ruso.

Mi mente estaba totalmente en blanco.

--Edward, déjame presentarte a Alice y su mejor amiga Bella—le dijo Jasper


levantándose de la mesa. Pude ver como sus ojos se agrandaron con sorpresa cuando sus
verdes ojos se posaron en los míos.

--Bella, Alice. Este es mi primo. Edward Cullen.

Dios, quería desaparecer en este momento, pero no podía arruinar la cena de Alice.

--M-mucho gusto señor Cullen—logre decir a través del nudo que se había formado en
mi garganta.

--Isabella…--su voz se escuchaba tan vacía como yo me sentía.

--No vas a presentarme, возлюбленный*—le dijo la mujer, sosteniendo su brazo


posesivamente.

--Isabella, esta es Irina Kuznetsova—dijo casi mecánicamente.

--Su esposa—dijo ella, haciendo que mi mundo se derrumbara.

CAPITULO 11

LLORANDO
Estaba molesto, estaba atrapado en esta estúpida cena familiar, cuando lo único que en
verdad quería hacer era estar en casa con mi amaba Bella, acariciando su aun plano
estomago y hablarle a mi futuro hijo. En pocos meses ella sería mi esposa y luego
formaríamos una hermosa familia cuando nuestro hijo naciera.

Esta mañana cuando fuimos a la consulta, no pude evitar sentirme emocionado al


contemplar el pequeño milagro en el que se convirtió la pequeña semilla que había
depositado en el vientre de mi Bella.

El haberla dejado en su apartamento había sido la cosa más difícil que había hecho en
mis veintisietes años. Ahora que Bella sabia parte de la verdad, me hacía sentir más
tranquilo.

Estaba aparcando en el dichoso restaurante, cuando vi a mis padres bajarse de la


limosina. Mi madre me recibió con una sonrisa como siempre.

--Mamá—le dije dándole un beso.

--Te he extrañado mucho—me susurró al oído, se separó un poco de mi con sus manos
aun sobre mis mejillas—Te ves diferente, te vez feliz y se nota que estas comiendo
mejor—me miró con sospecha—creo que tienes algo que contarme—pellizcó una de
mis mejillas.

--Sí, mamá tengo algo que contarte, pero eso será luego—le dije sabiendo que con
Carlisle tan cerca la situación podía tornarse tensa.

--Edward—extendió su mano para estrechar la mía.

--Padre—le dije a manera de saludo estrechando nuestras manos.

Sonreí con sorna al reconocer los genes maquiavélicos que corrían por mi sangre. Debo
reconocer que aprendí a mover los hilos de mi vida, del mejor maestro que pude
conseguir. Mi padre nunca había dado una puntada sin un dedal. Se había procurado la
esposa perfecta, una mujer tan hermosa como sumisa a sus deseos, el hijo varón que
siempre fue su ambición…un heredero que portara su apellido con orgullo. Era una
lástima que su hijo no hubiera sido el perrito hambriento de afecto y aprobación que él
había imaginado.

--Los demás están adentro—mi madre pasó su mirada de mi rostro al de mi padre con
aprensión.

Asentí y le ofrecí el brazo a mi madre, mi padre iba frente a nosotros. En el área del bar
estaban Rose, Jasper y Emmett.

--Edward, hermano es bueno verte—me palmeó la espalda Jasper antes de darle un beso
a mi madre.

--Lo mismo digo—le dije antes de ir donde McCarty y Rose.

--Te ves bien hermanito—me dijo Rose dándome un beso en la mejilla.


--Tu también, Rose. Por lo menos se ve que Emmett no te da tan mala vida, después de
todo—la bromeé y todos los ojos se posaron en mi.-- ¿Qué nunca han escuchado una
broma?—murmuré un tanto incomodo.

--Nunca de tus labios—rugió McCarty, haciendo que varias personas giraran para
vernos por el estruendo que provocaba su risa.

--Bien, Jasper. ¿Dónde está la maravilla de mujer que te tiene comiendo de su mano?—
él sonrió. Jasper siempre había sido lo más cercano que había tenido a un hermano.
Cuando sus padres murieron cuando teníamos quince años, mi madre se había hecho
cargo de sus sobrinos y ahijados, convirtiéndolos en parte de nuestra familia.

Aunque a ambos nos perseguían mujeres inescrupulosas, Jasper, no sentía tanto el


asedió ya que él era un Hale y los Hale no tenían la posición, el estatus y la cantidad de
dinero que poseían los Cullen.

--Ali, debe estar por llegar. Veras que es una pequeña bola de energía. Podrás
comprobar que es la chica más dulce que existe –sonrió y pude ver que era la misma
sonrisa que yo ponía cuando pensaba en mi Bella.

--Me alegro mucho por ti, hermano—lo palmeé.

--No sé si serán ideas mías, pero te ves… alegre. ¿Recibiste alguna buena noticia hoy?
No te había visto sonreír tanto desde que te compraron tu primer Ferrari a los diez años
—me preguntó con cautela y pude notar las miradas curiosas de mi familia por
enterarse.

--Las mejores—sonreí abiertamente al recordar la pequeña forma de mi hijo y la sonrisa


radiante de mi ángel.—No hay nada en este momento que se pueda comparar a lo que
ha pasado en mi vida durante estos dos días—le dije y mi madre sonrió pero miró tensa
a mi padre.

--Edward, cariño. Tu padre pensó que como esta es una cena familiar y estamos cerca
de navidad…deberíamos invitar a Irina. —dijo con suavidad y yo lo empecé a ver todo
rojo.

--No pienso compartir la mesa con esa mujer—les gruñí. Mi padre como siempre
tomando decisiones que no le atañen, cuando se refiere a mi vida.

--Es tu esposa, Edward—me dijo con su barbilla tensa.

--Estoy en proceso de divorcio. Eso es exactamente lo que debí hacer en cuanto me


enteré de la verdad.—golpeé mi puño contra la barra del bar.

--Los hombres Cullen, no se divorcian—su voz era fría. Pero ya estaba harto de que
tratara de dictar mi vida.

--Pues entonces deberías cerciorarte de que en verdad yo sea un Cullen. Porque anoche
conseguí que esa zorra pusiera su maldita firma en los papeles.—Mi madre jadeó y
todos los demás estaban tensos.
--Edward…--dijo mi padre con reprobación, poniendo una mano sobre el hombro de mi
madre.

--Edward, nada. Nunca debí permitirte que me orillaras a casarme con esa mujer. Nada
te ha importado, además de tus malditos fines.—mi padre tragó en seco y en ese
momento las puertas se abrieron dejando entrar a Irina.

-- мой муж*, que lindo verte—dijo con sorna, tratando de tocar mi hombro. Jasper me
miró apenado y Rose se veía un tanto molesta. McCarty como siempre estaba tan
calmado como si nada estuviera pasando. Mi madre parecía a punto de llorar y Carlisle
la tenia abrazada, taladrándome con la vista.

--No eres bien recibida—le gruñí tomándola del brazo y llevándola a un salón privado,
antes que alguien pudiera decir algo.

En cuanto la solté, mi teléfono vibró y lo saqué con rapidez, suponiendo correctamente


que era Bella. Me decía que había salido con Alice. Al menos ella lo pasaría bien esta
noche. Le respondí que se cuidara mucho y que recordara que la amaba.

--Que pasa, cariño. No estás feliz de ver a tu adorada esposa.—me ronroneó.

--Tú no eres mi esposa. Nunca lo has sido.—le espeté y ella me sonrió.

Irina, era una mujer fría, siempre lo había sido. Me había logrado confundir durante
unos meses cuando, se podía decir que yo era joven e inexperto. En esa época incluso
cometí la estupidez de pensar que estaba enamorado de ella.

--Tu padre me invitó. Ya sabes que Carlisle, siempre ha sido un hombre preocupado por
la familia.—admiró sus uñas.

--Mi padre puede ser amigo de los tuyos, pero tú no formas parte de mi familia. Así que
no entiendo que es lo que haces aquí.—estaba tratando de controlar mi temperamento
que estaba a punto de explotar.

--El acuerdo que me hiciste firmar no aclaraba que tenía prohibido aceptar invitaciones
de tu familia—esbocé una sonrisa llena de maldad.

--Eso te enseñará a leer antes de firmar. Pensé que lo habías aprendido cuando te hice
firma el acuerdo prenupcial. Pero no puedes negar que he sido mucho más que
generoso. Después de todo, según el acuerdo no debería haberte tocado un solo centavo
de mi dinero por todas tus infidelidades. —le mandé un mensaje de texto a mi padre
informándole que no pretendía quedarme en la estúpida cena.

--Tu eres un malnacido y me encargaré que todos lo sepan—me espetó.

--Recuerdo el acuerdo de confidencialidad… una palabra y todo el dinero que te he


dado desparecerá…luego me pondré una demanda tan fuerte que lo poco que tus padres
te dejaron tendrás que pagárselo a tus abogados…no me tientes, Irina. Puede que una
vez no haya cubierto mi espalda contigo y te sirvió tener el apoyo de mi padre, pero
como puedes ver no cometo dos veces el mismo error. —sonreír al verla boquear-- Te
escolto a la salida—le dije disfrutando de ver como aun mantenía su boca abierta por la
impresión. La tomé del brazo y la saqué del salón tomando la puerta que llevaba al
restaurante.

--Бастардо*--chillo enojada.

--Siempre he sabido que lo soy. No te molestes en recordármelo. –sacudí mi cabeza.

--Déjame al menos despedirme de Carlisle y Esme.—asentí, aceptando a regañadientes.

--Recuerda, que una de las clausulas era un acuerdo de confidencialidad, una palabra
fuera de lugar y despídete de mi dinero. –la amenacé tomándola del brazo con fuerza.
Después de todo eso era lo único que le importaba a ella.

--Disculpen la demora, ya saben cómo se pone Edward—no sabía a lo que estaba


jugando, así que apreté su brazo con más fuerza. Quería que se despidiera para salir de
este maldito lugar y regresar a los brazos de mi ángel para encontrar paz.

--Edward, déjame presentarte a Alice y su mejor amiga Bella—cuando Jasper se levantó


diciendo eso, el mundo dejó de girar. Mis verdes ojos se encontraron con unos
chocolates que me miraban con infinita tristeza.

--Bella, Alice. Este es mi primo. Edward Cullen.

Sentía como si el tiempo se hubiera congelado. La vi tragar con fuerza y tratar de


cambiar su expresión de asombro.

--M-mucho gusto señor Cullen—dijo con voz ahogada y seca.

--Isabella…--quería tomarla en mis brazos y borrar el dolor que me transmitían sus ojos.
Pedirle perdón por todo lo que le había ocasionado.

--No vas a presentarme, возлюбленный*—la voz de Irina sonó a la distancia, no podía


apartar la mirada de esas orbes cafés.

--Isabella, esta es Irina Kuznetsova—mi voz salió monótona, solo la presenté por
cortesía.

--Su esposa—sus ojos se agrandaron por la sorpresa y se clavaron en el mantel.

-- проститутка*--le siseé—Querrás decir ex esposa—dije haciendo hincapié en el ex.


Sus ojos se encontraron con los mío por unos segundos antes de volverlos a bajar, para
ocultar sus emociones de mí.

--No has dejado si quiera que la tinta se seque—me espetó. Iba a decirle algo muy
desagradable cuando Jasper dándose cuenta de mi humor, le ofreció un asiento a Irina.
Obligándome a sentarme a su lado, justo frente a Isabella.

--No creo que esta sea una conversación apropiada para este momento y este lugar—
dijo mi madre tratando de hacer que reinará la paz.
--Alice. Jasper nos contó que tu madre es una diseñadora de ropa—intervino mi padre.
Llamé a un camarero y le pedí que me trajera un whisky. Mi padre tenía una mirada
solemne y mi madre descorazonada.

Isabella, no volvió a mirar en mi dirección. La conversación fluía tranquilamente, pero


yo me estaba muriendo por dentro, al no poder saber que pasaba por la mente de Bella.
Seguramente se sentía traicionada. Maldecía una y otra vez mi estupidez por no haber
hablado con ella. Maldecía a Irina por haberme tendido esa trampa, maldecía a mi padre
por haberla ayudado y sobre me maldecía a mi mismo por ser un cobarde.

--Es bueno saber que no vas a dejar de estudiar aunque estés embarazada—dijo mi
padre haciéndome salir de mi ensimismamiento. Isabella le respondió con una sonrisa,
pero yo sabía que era una sonrisa falsa.

--¿Estas embarazada? Tan joven… que horror debe ser para ti estar sola—dijo Irina con
burla y yo cerré mis manos entorno a la servilleta para no hacerlo con su cuello.

--Bella, no está sola. Tiene un novio que la adora y se van a casar—dijo Alice saliendo
en defensa de su amiga.

--Oh, se casan por el bebe, supongo…

--Irina—dije amenazante al ver que Bella se estremeció ligeramente.

--Claro que no Anthony le pidió matrimonio a Bella antes de saber que estaba
embarazada.—le discutió y Jasper le tomó la mano besándosela para calmarla.

--¿Aun estas indecisa entre seguir literatura o fotografía?—mi madre trató de cambiar el
tema.

--Es correcto, hasta ayer pensaba seguir las dos. Terminar mi carrera en literatura
inglesa y tomar cursos complementarios de fotografía.—les respondió con una voz que
no parecía la de ella.

--¿Y qué te hizo cambiar de opinión? ¿Tu noviecito no te apoya?—se burlo Irina.

--Estas colmando mi paciencia—le advertí en voz baja.

--Anthony Masen, es el hombre más comprensivo del mundo. Apoya a Bella en todo lo
que ella decida porque no hay secretos entre ellos, además la cuida y ama—dijo Alice
haciendo que yo me encogiera como si me hubieran dado un golpe en el estomago y
Bella prácticamente parecía querer desaparecer. Yo me merecía sufrir por ser un
cobarde, pero mi ángel era totalmente inocente y no debía padecer dolor.

--¿Masen? ¿Ese no es el apellido de tu guardaespaldas? Dios andas con un hombre


casado, que feo eso, querida—Los ojos de Bella se encontraron con los míos, su mirada
no tenía la calidez con la que siempre me miró. Me miraba con tanta rabia y odio, que
fue como si mis pulmones se hubieran reusado a moverse para brindarme oxigeno.—
Supongo que entonces, conoces a mi esposo, siendo el jefe de "tu novio"—se burló y
mis manos se fueron a su brazo con tal fuerza que estaba seguro dejaría marcas.
Necesitaba que Irina se callara antes que dijera algo que me hiciera reacción apretándole
el cuello.

--Nunca antes había visto al Señor Edward Cullen—escupió Bella con un veneno del
que no la hubiera creído capaz. Haciendo que mí enojo dejara de hervir para explotar.

--Basta Irina, una sola palabra más y créeme que tendrás que darle un beso de despedida
a mi dinero. Pídele una disculpa a Isabella por tus palabras—la solté con brusquedad
casi haciéndola caer de la silla.

--No se disguste con su esposa, por mi causa señor Cullen—su voz hizo énfasis en la
palabra esposa y me miró con resentimiento mientras jugaba con el anillo en su dedo
haciendo una mueca burlona, antes de sacudir su cabeza. Jugueteó con su comida, pero
al igual que yo no probaba bocado. Quería que esta maldita cena terminara para poder
hablar con ella. Bella tenía que escuchar mis razones. No pretendía perderla

--Estoy esperando tu disculpa, Irina—le dije apretando mi agarré en su brazo. No podía


soportar verla de esa manera y mucho menos dejar que alguien la ofendiera por algo que
era únicamente mi culpa.

--Acepta mis disculpas por mi falta de tacto—dijo entre dientes tirando de su brazo para
librarse de mi agarre.

--Edward, por favor. No causes una escena. ¿Qué van a pensar Alice y Bella?—me
siseó mi padre. Como si realmente le importaran alguna de las dos. A él solo le
importaban las apariencias.

--Sí no querías que estos sucediera, padre; no debiste haber invitado a Irina—le espeté
con sequedad.

La mesa se sumió en un incomodo silencio, hasta que la cena terminó. Bella se despidió
de Rose y McCarty, luego cuchicheó algo con Alice a lo cual ella asintió y besó a Jasper
en la mejilla. Yo estaba esperando mi momento para hablar con ella. No pensaba dejarla
marchar sin que habláramos.

--Ha sido un placer conocerlos—les dijo a mis padres. Mi madre la envolvió en un


abrazó y me miró con tristeza sobre el hombro de Bella. Esme Platt era una mujer de
agudo instinto y muy pocas veces las cosas pasaban desapercibidas para ella.

--Espero volver a verte Bella. Por favor recuerda que puedes comunicarte con nosotros
si necesitas cualquier cosa.—la abrazó mi padre y a mí me dieron ganas de sacarla de
sus garras. No quería que una persona tan vil tocara el cuerpo de mi ángel.

Tú has hecho mucho más que tocarlo y eres igual que tu padre. Apuré el último trago
de mi vaso. Ya había perdido la cantidad de licor que había ingerido en esta noche y
realmente no me importaba.

--Sr. Cullen, Sra. Cullen, espero que estén bien—dijo sin mirarme, dando un seco
asentimiento en forma de despedida.
--Isabella, espera. Permíteme llevarte a tu casa—le dije cerrando mi mano en la suya.

--Le agradezco que no me toque Sr. Cullen y muchas gracias por el ofrecimiento, pero
prefiero tomar un taxi.—me siseó

--Tienes que dejar que te explique—le dije apresuradamente, sintiéndome dolido por
cómo se separó de mí.

--No me hagas pasar por la humillación de que sepan que me convertiste en tu amante.
Sí alguna vez sentiste algo por mí, cúmpleme aunque sea eso, no me pongas en
evidencia delante de tus familiares y mi mejor amiga—su susurro se escuchaba dolido,
miró hacia atrás supongo que asegurándose de que nadie se estuviera dando cuenta.

--Isabella, tienes que darme la oportunidad de hablar—ella negó con la cabeza.

--Edward. Deja que Bella se retire. Estas causando una escena. No hagas que salgan los
dos mañana en primera plana—dijo mi padre. Me giré para encararlo.

--Me importa muy poco eso, padre. Pero descuida. No mancharé el preciosísimo
apellido Cullen. Isabella y yo hablaremos en otro lugar. Me traté de girar para llevarme
a Bella, pero él me lo impidió.

--Tu comportamiento ha dejado mucho que desear Edward. Deduzco que eres el padre
del niño que esa pobre chica espera. ¿Cómo pudiste tenerla de amante?—me dijo.
Diecisiete años de ira controlada estaban esperando por reventar.

--¿Cómo pude?... pude porque me enamoré de ella. La mujer a la que le acabas de dar la
oportunidad de salir corriendo de aquí, significa el mundo para mí. Lástima que tu no
puedas entender lo que es ese sentimiento—le escupí.

Su rostro palideció y se sostuvo el pecho. Los ojos de mi madre estaban brillantes por
lágrimas sin derramar. Alice me miraba con rencor, supongo que escuchó lo que mi
padre había dicho. Jasper tenía el rostro inexpresivo al igual que Emmett. Rosalie, tenía
lágrimas en los ojos.

--Yo siempre he amado a Esme. Edward, no puedes decir que amas a Bella. Cuando uno
ama se hace cualquier cosa por la persona amada.—me dijo y yo solté una carcajada de
burla.

--Sí, se exactamente el tipo de amor que siempre le has profesado a Esme. Yo hice lo
que hice por Isabella, por que la amo y pienso hacerla mi esposa, en unos cuantos días
seré libre de la zorra que quisiste meter en mi cama y me casaré con la única mujer que
he amado. No fue un revolcón rápido como el que tú tuviste y al menos no era la
hermana de la que se llamaba mi mujer—tenía unas ganas horribles de estampar mi
puño contra su mejilla, pero me contuve.

--Nunca me perdonaras, ¿no es cierto?—su voz era inestable y un poco rota, pero eso
estaba lejos de importarme, tenía demasiados años de dolor y rabia acumulados.
--Como podría perdonarte cuando destruiste la vida de la mujer que me dio la vida, la de
mi tía y la mía de paso.—gruñí dándole la espalda e ignorando los llamados de mi
madre.

Tenía que encontrar a Isabella, tenía la certeza que se había dirigido a su apartamento.
Llamé a Benjamín para asegurarme y me lo confirmó. Subí las escaleras sin molestarme
a esperar el ascensor y abrí la puerta. La cocina estaba llena de bolsas y los anaqueles de
la despensa vacios. Caminé pesadamente hacia las habitaciones. La regadera de su baño
estaba encendida

Me paré en seco frente a mi cuarto, todas las sabanas de la cama estaban en el suelo. En
medio de la cama había un sobre dentro estaba el anillo de compromiso y las llaves del
auto. Los estrujé entre mis manos como si pudiera hacerlos desaparecer. Metí el anillo
en el bolsillo de mi pantalón, esperando que pronto pudiera volver adornar su dedo.

En cuanto escuché que la regadera se cerró, tomé mucho aire, giré sobre mis talones y
me dirigí a su habitación. La encontré sentada sobre la cama, aun en toallas. Su piel
estaba muy roja, como si se hubiera restregado con mucha fuerza.

Se estaba limpiando de ti, del recuerdo de tus manos en su piel. Seguro le da asco.
Sacudí mi cabeza tratando de alejar esa voz.

--Bella, amor—le dije cayendo de rodillas frente a ella.

--No me llames de esa manera—sus ojos se veían vacios.—Por favor toma todas tus
cosas y sal de mi vida, no quiero volverte a ver.—dijo pasivamente como si estuviera
hablando del clima.

--No te voy a dejar Isabella, sé que te he hecho daño al ocultarte cosas, puedo imaginar
cómo te sientes—me cortó con una risa cínica.

--Tu no sabes cómo me siento, tú no tienes idea de lo que se siente abrir tu corazón por
primera vez y aceptar entrar en una relación solo para que te saquen el alma y confirmen
tu peor temor… te confirmen que no vales nada.—una lagrima solitaria cayó de uno de
sus ojos. La limpió con furia antes que siquiera pudiera acercar mi pulgar para
recogerla.

La expresión de su rostro era la de una persona que está mucho más allá de un corazón
roto, era la de una persona que tenía el alma rota.

Tú se la rompiste…

Asentí dándole la razón a la voz.

--Tú vales más que cualquier persona en el mundo Isabella. Eres la persona más
especial que he conocido. Me hiciste reír en cuanto te conocí y debo decir que eso es
una gran hazaña—le susurré.

--Me alegra haberte divertido, supongo que te divertiste enamorando a una pueblerina
como yo. No me digas que hiciste una apuesta con tus amigos sobre mi virginidad
porque sería demasiado cliché. –volvió a reír sin humor—dios… soy la amante
embarazada de un hombre casado. Si Renee se entera esto será de fabula.—su voz era
cínica y me dolía reconocer que era mi culpa.

--Tú nunca fuiste mi amante, yo no puedo decir que estuviera casado con Irina, nunca
compartimos el lecho matrimonial. Como puedo considerarme casado con alguien que
ni siquiera vivía en el mismo país que yo. Los papeles del divorcio están firmados amor,
podemos casarnos sin problema –ella sacudió su cabeza y sus ojos se negaban a
encontrarse con los míos.—Por dios Bella tienes que creerme, te amo más de lo que he
imaginado poder llegar a hacerlo—traté de tomar sus manos y ella chilló.

--¡No me toques! No me ensucies más de lo que ya has hecho.—sus palabras fueron


como una bofetada-- No puedo creer que me hicieras esto Anthony…cielos…ese ni
siquiera es tu nombre…--sollozo, pasando con fuerza sus manos por su cabeza, como si
quisiera arrancarse los cabellos—no sabía el nombre del padre de mi hijo.

--Si me llamo Anthony, ese es mi segundo nombre. Bella, dios…--apreté mis ojos
cerrados con mi pulgar e índice en un desesperado intento de calmarme.—te juro que
traté de decirte la verdad—su aliento se hacía cada vez más rápido y superficial.

--Por favor…por favor…vete. –dijo antes que sus ojos se pusieran blancos y cayera
flácida sobre el colchón. Dios…dios…dios… mi mente no podía pensar en nada más.

La tomé en brazos y salí lo más rápido posible del edificio. Benjamín y Peter estaban
conversando y cuando me vieron con Bella en brazos se sorprendieron, pero enseguida
Peter se subió al auto y Benjamín me abrió la puerta para que subiera con Bella.

--Al hospital, Peter. Rápido—le gruñí, mientras acariciaba frenéticamente el rostro


ceniciento de mi ángel.

Tenían que estar bien, ambos tenían que estar bien. Me repetía mientras veía como nos
acercábamos al hospital.

Use mis influencias y Bella fue atendida de inmediato. La sala de urgencias estaba
rebosante de casos y yo no podía esperar un segundo más para asegurarme que ambos
estuvieran bien. Prácticamente me tuve que imponer al doctor para que me dejara
quedarme mientras la examinaba, en más de una ocasión me había pedido que me
retirara, pero eso era lo último que iba a hacer.

Le tomaron muestras de sangre, la presión y le hicieron un ultrasonido, donde gracias a


los cielos el bebe estaba bien. El doctor me dijo que Bella había tenido un bajón de
presión y que debió haber sido causado por el stress. La dejarían en observación una
noche para asegurarse que todo estaba bien.

Cuando la trasladaban a la habitación privada que yo había solicitado, me encontré con


Alice, a quien Jasper tenía abrazada. En cuanto me vio sus ojos llamearon.

--Tu, cerdo desgraciado. Te voy a matar—me gritó abalanzándose contra mí, Jasper
aferró su agarre en ella, elevando su pequeño cuerpo del piso.
James y Peter se metieron por si las dudas, pero yo los aparté con un movimiento de
mano. La ignoré mientras seguía la camilla que transportaba a mi ángel.

En cuanto la dejaron recostada en la habitación, tomé su mano y empecé a llenarla de


besos. Me sentía agradecido que ni ella, ni el niño estuvieran en peligro. Sentí las
lagrimas calientes rodar por mis ojos. No podía creer que estuviera llorando, la última
vez que lloré fue cuando descubrí la relación que mantuvo mi padre con Elizabeth. Ver
a la mujer que me dio la vida en el estado tan deplorable en el que se sumió cuando se
descubrió el amorío de mi padre, es algo que hasta el sol de hoy carcome mi roída alma.

La última mirada que Bella me dio, fue la misma que vi en el rostro de Esme, cuando se
entero que yo sabía todo lo que sucedió entre mi padre y su hermana mayor. Siempre
odie a mi padre por haber puesto esa mirada en mi madre y ahora yo la he colocado en
el de Bella.

Tenía que hacer lo que fuera para que me perdonara, sin importar que me costara o
como lo hiciera, Bella me volvería a ver con amor.

Me levanté de mi silla y acuné su frágil rostro entre mis manos. Se veía tan frágil, tan
delicada… necesitaba sentirla cerca. Bajé mis labios a los suyos, tratando de encontrar
algo de paz, en el dulce roce de los suyos.

--¿Cómo que tienen que preguntar si tengo permitido ver a mi hija?—rugió una voz
fuera de la habitación.

Me aparté a regañadientes de sus labios, acaricié su rostro por lo que podría ser la
última vez, sequé mis lágrimas y me encaminé a la puerta. Al abrirla me encontré con el
policía que estaba en todas las fotos de mi ángel. No tenía idea de cómo había llegado
aquí, pero al ver a mi madre al final del pasillo junto a mi padre, Alice y Jasper, tuve la
idea clara.

--James. Deja que el jefe Swan pase para que vea a Isabella—le dije a ver que le cerraba
el paso. Él asintió y le dejó el camino libre. —Jefe Swan, soy Edward Cullen; el
prometido de Isabella. —sus ojos se abrieron a toda su anchura. Vaya que tienes tacto.
Y como dices ser su prometido cuando ella te dejó por ser un cobarde mentiroso. —
Hubiera preferido habernos conocidos en mejores condiciones

--Bells, me dijo que estaba saliendo con alguien, pero nunca pensé que se hubiera
comprometido…ella es solo una niña. ¿Cuántos años tienes muchacho?—me miró
como si estuviera evaluándome.

--Veintisiete. Lamento que mis guardaespaldas le hayan cortado el paso, son muy
eficientes en lo que se refiere a mi seguridad. —traté de apaciguar las coas. No quería
empezar con el pie izquierdo con mi suegro.

--Si, ya lo veo…bueno me sorprendieron menos que el helicóptero que aterrizó en la


comisaria. Mis muchachos se llevaron una impresión tan grande como la mía. —
sacudió su cabeza—dice su padre que mi Bells sufrió un desmayo y que todo lo demás
me lo explicaría usted.
--Vera, jefe Swan…--James y Peter se movieron intranquilos, sabiendo lo que diría—
Isabella, está esperando mi hijo. —lo vi abrir y cerrar la boca varias veces. Su rostro
empezó a parecer un arcoíris, por suerte nos encontrábamos en un hospital ya que estaba
seguro que mi suegro estaba a punto de sufrir una embolia o un ataque al corazón.

--Tú embarazaste a mi bebita y ahora yo tengo que ponerte una bala en medio de las
cejas—bramó. —Masen se puso frente a mí.

--Está bien Masen, mi suegro solo está conmocionado por la noticia. —lo calmé,
sabiendo lo arisco que se podía poner James frente a cualquiera cosa que considerara
una amenaza.

--¡No, no está bien! Bella acaba de salir de la escuela, no puede estar comprometida y
encima embarazada de un hombre que es casi diez años mayor que ella. —bramó
haciendo que varias enfermeras y doctores se empezaran a acercar. Iba a decir algo una
débil voz se hizo oír.

--¿Papá?—dijo el débil murmullo de mi ángel. Entre presuroso a la habitación con el


jefe Swan pisándome los talones. ¿Qué me sucedió? ¿El bebe está bien?—su voz
empezó a tener un tono de pánico.

--Ambos están bien, Bella. Solo fue un desmayo. —traté de calmarla y cuando sus ojos
se encontraron con los míos, se volvieron fríos.

--¿Qué haces aquí? No quiero verte—me gritó. Su padre se acercó rápidamente a ella y
mis pies parecían haberse pegado al suelo con cemento.

--Bells, este hombre dice que es tu prometido y el padre de tu hijo. ¿Eso es cierto
jovencita?—la miró con dureza y Bella pareció encogerse por unos segundos, para
luego mirarme con odio.

--Es el donador de esperma que concibió a mi hijo, pero no será su padre y mucho
menos mi prometido—espetó y tanto su padre como yo fuimos tomados de sorpresa por
esas palabras.

--Isabella, entiendo que estés molesta, pero no te permito…

--¿No me permites, qué? Te dije claramente que no te quiero cerca de nosotros, no


quiero volver a verte, te odio—me gritó. Haciendo que entrara su médico a tratar de
calmarla. Su padre aun parecía estar en trance.

--Hijo, por favor. Deja que se calme un poco, puede perder el bebe si se sigue alterando
de esa manera. —me suplicó mi madre halando mi mano.

--Me iré por el momento Isabella, pero recuerda lo que te dije anoche, yo siempre
cumplo mis palabras—le dije antes de salir de la habitación. —Peter…--él asintió y se
alejó para hablar por teléfono.

Dejaría que las cosas se calmaran para no ponerlos en peligro a ninguno de los dos.
Isabella Swan y el bebe eran míos… y yo siempre conservo lo mío.
Capitulo 12

PENSANDO

Caminé hacia el final del pasillo con mi madre pegada a los talones, Jasper y mi padre
estaban conversando, por suerte Alice estaba dormida, ya había tenido suficientes
enfrentamientos por el día de hoy.

--Hermano… ¿Todo bien?-- dijo Jasper en cuanto me vio. Yo negué con la cabeza.

--Bella, está bastante alterada de momento, por lo que pareció más sensato dejarla sola
un tiempo para que pueda descansar. —sentí un golpe en la pantorrilla.

--Tu canalla, desvergonzado—otro golpe.—mentiroso, bastardo, manipulador.—chilló


Alice—bájame Jasper. Voy a matarlo—volvió a chillar, mientras Jasper la levantaba en
peso, tratando de restringirla. Debo decir que para ser alguien tan pequeñita, sus golpes
dolieron bastante, seguramente mañana tendría unos moretones en las piernas.

--Alice… no te metas—le espeté con más fuerza de la que quería.

--¿Qué no me meta? Ella es mi mejor amiga—me dijo entre dientes, luchando por
zafarse del agarre de Jasper.

--Ali, vamos. Tienes que calmarte o el doctor te pedirá que abandones el hospital—le
dijo tratando de tranquilizarla, mientras se alejaba con ella aun suspendida en el aire.

--¿Cómo llegaron ustedes aquí?—me giré preguntándole directamente a mi padre.

--Alice, estaba llegando al apartamento de Bella cuando te vio entrando con ella en
brazos a tu auto. Jasper nos llamó pensando que sería bueno que el padre de Bella
estuviera enterado. Supongo que ya sabes lo demás. –Miró a mi madre quien se acercó
enseguida a su lado--¿Qué va a suceder entre Bella y tú?—pude sentir como las aletas
de mi nariz se ensancharon.

--Eso no es de tu incumbencia.—le espeté con veneno—Nos vemos luego mamá—me


incliné y le di un beso en la mejilla—Padre—incliné mi cabeza antes de girar sobre mis
talones e irme del hospital.

Tramar y planear siempre han sido algo diario en mi vida, me sentía intranquilo porque
sabía que Bella no toleraba esas práctica, pero no tendría porque enterarse, hasta el final
cuando ya no pudiera luchar contra mí.

Recuperaría el amor de Bella y a mi hijo, aunque tuviera que convertirme en mi padre.

BPOV

Lo vi salir de la habitación y mi roto corazón me dolió como si lo volviesen a romper


antes que mis ojos se cerraran por el medicamento que me inyectó el médico.
Mis sueños fueron intranquilos y desesperantes, en unos corría detrás de Edward entre
un mar de personas, para encontrarlo al final del pasillo de la iglesia tomado de manos
con lrina, siendo declarados marido y mujer. En otro estaba sentada en una pequeña
casa viendo como un pequeño de cabellos cobrizos y brillantes ojos verdes jugaba en el
patio con un carrito roto cuando una enorme limosina se detenía frente a él, Edward
bajaba lleno de regalos caros haciendo que mi hijo no lo pensara dos veces antes de irse
con su padre sin siquiera darme una mirada de despedida.

Me desperté dando de gritos, podía escuchar el pitido apresurado del aparato en donde
está conectada mostrando lo errático que latía mi corazón.

--Nenita, tranquila. Todo está bien—me dijo mi padre a quien me costó enfocar a través
de mis ojos bañados de lágrimas.

--Isabella, debes calmarte. De otra manera tendrás que permanecer más tiempo en el
hospital.—me dijo el mismo medico que me había drogado anoche. Asentí, tratando de
normalizar mi respiración. –Bien, ahora que estas más calmada, podemos conversar.
Sufriste una baja de presión anoche. Tienes que prometerme, que trataras de estar
relajada. Sino entonces pasaras navidades con nosotros—me sonrió.

--¿Eso significa que me podre ir hoy? Voy a Forks, con mi padre.—le dije buscando su
aprobación.

--Bueno es un viaje un tanto más largo de lo que quisiera, pero lo puedes realizar
siempre y cuando te detengas a tomar líquidos y estirar las piernas. Firmaré los papeles
para que te puedas ir.-dijo mientras me quitaba los aparatos a los que estaba conectada y
saliendo de la habitación.

--¿Puedo regresar contigo a Forks, papá?—pregunté insegura mirando fijamente mis


manos.

Lo escuché suspirar y sentí la cama hundirse bajo su peso. No me atreví a mirarlo,


sabiendo que solo encontraría decepción en sus ojos.

--Bells, eres mi hija. Claro que puedes regresar conmigo a Forks. No puedo negar que
aun no entiendo cómo te fuiste a meter con alguien casi diez años mayor que tú, ni
cuales han sido los problemas por los que han roto. Siempre fuiste una niña muy
responsable, no sé como quedaste embarazada, pero no te haré sentir mal… --dejo
escapar un gran suspiro—con que abuelito, ¿eh?—lo miré sorprendida viéndolo sonreír,
llenando sus ojos de arruguitas.

--Lo siento, papá—le susurré.

--Nah, no te preocupes. Todo se resolverá. Tu amiga Alice, te trajo algo de ropa. Te


dejaré unos minutos para que te cambies—palmeó mi rodilla y salió de la habitación.

En cuanto me cambie de ropa, me senté en la cama a esperar que regresara Charlie. La


habitación era bastante lujosa para ser un hospital, no quería siquiera pensar en la cuenta
que tendríamos que pagar por haber estado aquí.
--Oh, Bella.—chilló Alice, lanzándose sobre mí.

--Está bien Alice, no digas nada—le supliqué. Ella frunció los labios, pero luego asintió.

--¿Regresas a Forks?—me preguntó tomando mi mano.

--Por un tiempo, seguro regresaré después de las fiestas, no puedo dejar mi trabajo en la
librería y tengo que conseguir otro—cuando la vi que iba a decir algo, alcé la mano para
pararla.

--Jasper y yo los llevaremos a Forks.—me dijo y yo la miré interrogante.

--Esme y Carlisle, trajeron a Charlie en helicóptero anoche. Esme, ofreció su


helicóptero para regresarlos a los dos a Forks, pero supuse que no querrías.

--Gracias, Alice—le dije sabiendo que en este momento no podría lidiar con los Cullen.

--Todo listo, bebita—me dijo mi padre abriendo la puerta de la habitación.

Me hicieron sentar en una silla de ruedas para salir del hospital, no tenía ganas de
protestar, ni de discutir por lo que no dije nada. Jasper nos esperaba en un flamante
BMW azul. Me saludó con una sonrisa y yo luché por devolvérsela.

Miré por la ventana del auto, realmente sin ver nada hasta que me quedé dormida. Mi
padre me despertó cada cierto tiempo para que tomara un poco de agua y me quisieron
obligar a comer algo, pero para ser sinceros el nudo que tenía en la garganta no me lo
permitía. Quería llegar a mi habitación en Forks, para llorar la perdida de mi vida y mis
sueños.

Estaba agradecida que nadie hubiera dicho nada, incluso Alice estaba callada. Durante
las tres horas que duró el viaje, estuve entrando y saliendo de un sueño intranquilo; por
lo que fue para mí una bendición cuando Charlie me despertó para decirme que
habíamos llegado a casa.

--Bella, estos son mis números de teléfono. No dudes en llamarme si necesitas cualquier
cosa, no importa la hora.—me dijo Jasper suavemente entregándome una tarjeta de
presentación.

--Gracias Jasper, cuida mucho a Alice—le traté de sonreír, pero sentía mis ojos ardiendo
por las lagrimas sin derramar—Los veré después de las fiestas.—él asintió y yo abracé
al duendecillo que tenia por amiga—muchas gracias Alice—le di un beso en la mejilla y
entré a la casa, subí las escaleras dando tumbos hasta llegar a mi habitación.

Me arropé con las cobijas cubriendo mi cabeza para no seguir viendo el día que estaba
tan oscuro que simulaba como me sentía en estos momentos. No se cuento tiempo
estuve en esa posición o si en algún momento logré quedarme dormida.

--Bells—dijo mi padre con suavidad, quitándome las cobijas—tienes que comer algo—
me entregó una manzana—Sue nos invitó a la cena de noche buena y mañana Billy
tiene una parrillada para celebrar la navidad.
--No quiero salir…me siento muy cansada—me sinceré, mis ojos estaban pesado y me
costaba mantenerlos abiertos.

--Regresaré pronto. ¿Estarás bien sola?—yo asentí—pero mañana te levantaras de cama.


No podrás decir que no. Aun no sé qué sucedió para que tu novio—dijo la palabra como
si hubiera chupado un limón—y tú estén peleados, pero seguramente solo será cuestión
de días resolverlo. –suspiré—no te voy a presionar. Te dije que me lo dijeras cuando te
sintieras preparada para hablar de eso. Ahora, dale aunque sea una mordida a la
manzana, no quiero que mi futuro compañero de pescas nazca flacucho—traté de
sonreírle y le di una mordida a la manzana—así está mucho mejor.

Me terminé de comer la manzana cuando escuché que la puerta principal se cerraba y el


motor de la patrulla encenderse indicándome que me había quedado sola. Entonces sin
previo aviso las lágrimas se desbordaron de mis ojos.

Lloré por todas las mentiras.

Lloré por todas las verdades ocultas.

Lloré porque extrañaba cada beso y caricia.

Lloré porque extrañaba su sonrisa.

Lloré porque mi hijo no tendría padre.

Lloré porque lo amaba.

Pero sobre todo lloré porque aunque lo intentara no podía odiarlo.

Me dormí cuando mis lágrimas se agotaron, sabiendo que tenía que continuar mi vida
por mi pequeño. No podía permitir que pensara que su madre era una débil. Edward
Cullen, me podía haber hecho caer, pero no me iba a quedar en el suelo esperando a que
me pisoteara.

--Bella…Bells…-Feliz navidad--dijo una ronca pero molesta voz en mi oído.

--Fuera—dije volviendo a esconderme bajo las cobijas, aun me sentía cansada.

--Nop. Nada de eso Sra. Grinch—dijo otra voz—Jake…

--A sus órdenes hermosa dama—respondió halándome por los pies, mientras Leah me
quitaba las cobijas.

--Epa…que estoy embarazada—me quejé cuando me puso sobre su hombro como un


costal de papas.

--Que quisquillosa.—murmuró bajo su aliento-- Lee Lee, ¿tienes la maleta?—le


preguntó mientras corría escaleras abajo conmigo.
--Jacob William Black. Si sabes lo que te conviene me pondrás en el suelo en este
instante—le gruñí cuando sentí el resplandor del sol.

--Vaya te has vuelto una gruñona. Te pareces a Leah, creo que deberían cortar su
amistad—empezó a reír hasta que se quejó cuando Leah le dio un puñetazo en el brazo.

--Se han dado cuenta que estoy en pijamas. ¿Qué tal si hubiera estado durmiendo en
ropa interior?—me quejé.

--Claro, claro…--se burló Jacob rodando los ojos.

–Ni siquiera me he desayunado.—mi estomago rugió en ese momento para confirmarlo.

--Vamos Emily hizo muffins para desayunar. Así que sube tu flacucho trasero al auto—
le dijo Leah en su tono mandón tan familiar.

--Ok…solo voy si me hacen huevos revueltos para acompañar los muffins—dije


sintiendo como se me hacia agua la boca.

El viaje a La Push fue agradable, aunque sentía mi corazón desgarrado, no podía seguir
viviendo de esa manera. Emily y Leah habían conversado conmigo de todo menos de lo
que yo aun no estaba dispuesta a hablar y se los agradecía.

Después de desayunar en abundancia para vomitar la comida y volver a comer. Me


senté a ver como encendían la parrilla. Todos se veían muy felices, aunque de vez en
cuando Charlie me miraba con expresión preocupada.

Me entregaron varios regalos, por suerte Alice había hecho una pequeña maleta con mis
ropas y los regalos que había comprado para mis amigos.

Traté no ser una aguafiestas, pero sabía que no estaba siendo buena compañía. Caminé
en dirección a la playa y me senté sobre el mismo tronco caído donde cientos de veces
nos sentamos Leah, Emily, Sam, Jake, Ben y Ángela a pasar el tiempo conversando. El
agua se veía a punto de congelarse…la ironía es que así mismo sentía mi corazón.

Giré mi cabeza en dirección a los estacionamientos cuando sentí que me miraban, pero
debieron ser imaginaciones mías ya que no había nadie. Suspiré; debería estarme
volviendo loca, pero hubiera jurado que Edward estaba mirándome. Supongo que tenía
muchas ganas de estar con él como para que mi mente me jugara esos trucos.

Edward…

Sentí que mis ojos se empezaban a llenar de lágrimas. Escuché unos inconfundibles
pasos en la arena y me sequé los ojos rápidamente.

--Supuse que estarías aquí—me dijo Jake sentándose a mi lado—te traje algo de comer.
Nada cura mejor un corazón roto que la carne—me bromeó pasando el plato frente a mi
nariz.

--Es el helado, no la carne—le sonreí.


--Helado para ustedes, pero carne para mí, sino cómo crees que me mantengo tan guapo
—empezó a hacer poses de fisiculturismo haciendo que riera verdaderamente.

--Ya sabía que mi chica estaba en algún lado—me pasó el brazo sobre los hombros
entregándome la carne asada y me reconforté en su calidez inclinando mi cabeza en su
pecho.

Nos quedamos en silencio mientras comía, el suave vaivén de las olas parecía
calmarme.

--¿Cómo va todo con Leah?—lo escuché suspirar y me levante mi vista para verlo.

--Leah, quiere irse a estudiar a una universidad.—dijo mirando lejos hacia la


inmensidad del mar.

--Pero pensé que se casarían y montarían el taller juntos.

--Ella tiene sus sueños, quiero que los cumpla. Ya es suficientemente malo que me
sienta culpable porque se ha tomado un año sabático para quedarse conmigo. Ella pensó
que cuando yo terminara la secundaria me iría con ella de aquí. Pero la buena noticia es
que regresara, nosotros mantendremos nuestra relación aunque sea a distancia—su voz
sonaba determinada.

--¿Tu estarás bien, Jake?—no podía imaginarme a Jake sin Leah. Era poco natural, ellos
han estado enamorados desde pequeños.

--No te preocupes por mi cariño—puso su cabeza sobre la mía.—Así que voy a ser tío.
—yo asentí—tienes que darme un nombre y una dirección para romperle la cara, nadie
desflora a mi hermanita y sale ileso—trató de bromear, pero no dijo nada más.

--Soy un año mayor que tu Jake—le dije soltando el aire de pronto.

--Eso es lo que tú crees—me apretó contra él reconfortándome.

Nos quedamos unas horas contemplando las olas, la brisa jugar con los arboles y los
pájaros buscar su presa. Así, siempre había sido mi relación con Jake, sencilla, sin
complicaciones, tan fácil como respirar. Ambos sabíamos cuando el otro quería hablar y
cuando no.

Los siguientes días los pasé en una especie de nebulosa, no salí de mi mundo hasta un
día que fui al banco con Charlie para hacer un depósito en mi cuenta. Mi padre montó
en cólera en cuanto la cajera le informó que el nuevo saldo de mi cuenta en lugar de ser
siete mil dólares era veintisiete mil.

--¡Quiero saber quien deposito esa cantidad en la cuenta de mi hija!—bramó. La pobre


oficial de cuentas se veía un poco intimidada por la fuerte reacción de mi padre, pero yo
sabía quien había sido sin que me lo tuvieran que decir.

--Por favor Sra. Stanley, emítame un cheque de gerencia por los siete mil dólares que
debería tener mi cuenta y regrésele los veinte mil al Sr. Cullen. Quiero cancelar mi
cuenta en este banco—le dije suavemente y mi padre se vio asombrado. Seguramente
no había pensado que el dueño del dinero era del que se hizo llamar mi novio.

La mujer me miró como si estuviera loca, pero no me importó. Yo no quería nada que
viniera de Edward Cullen, además no tengo idea que estaba pensando él, al enviarme
ese dinero. No quería pensar que estaba tratando de comprarnos y mucho menos que
quería que tomara ese pago como pago a los "servicios prestados". Apreté contra mi
pecho el sobre en donde estaba el cheque con mis ahorros y los mil dólares que mi
padre me estaba dando para ayudarme hasta que consiguiera un segundo trabajo.

Sabía que Charlie seguía molesto, pero no me comentó nada en los siguientes días.
Había pasado año nuevo y tenía mis resoluciones firmes. Seguiría la universidad y
trabajaría para sacar a mi hijo adelante. Edward Cullen, no tendría nada que ver con
nosotros. Tal vez más adelante cuando el dolor fuera menor, le permitiría acercarse a mi
hijo, no podía negarle al niño el derecho de saber quién era su padre, pero todos sus
encuentros serian bajo mi supervisión y le dejaría muy claro que no necesitaba su ayuda
económica.

--Bells, ¿estás lista para regresar a la gran ciudad?—me bromeo Jake recogiendo mi
equipaje y metiéndolo en su auto. Asentí y cerré la puerta. Charlie se había despedido
de mí esta mañana antes de ir a la estación.

Manejo con tranquilidad, bromeamos durante el camino y recordamos los viejos


tiempos. No sabía porque, pero a medida que cada kilometro pasaba acercándome más a
Seattle, más crecía mi inseguridad. En la radio empezó a sonar Ignorance de Paramore y
solo pude sacudir mi cabeza al no poder evitar las comparaciones con lo que me estaba
sucediendo. La última nota de guitarra fue tocada justo cuando Jake estacionaba fuera
de mi edificio.

--Cariño… sabes que cuando estés lista para hablar, puedes contar conmigo—me dijo
dándome un abrazo.—eres más que mi mejor amiga Bells, eres mi hermana y eso lo
sabes. Me duele verte de esta manera. No te he visto derramar una sola lagrima pero
siempre tienes los ojos rojos—acarició mi cabeza y yo me solté a llorar.

--Tengo tanto miedo Jake—sollocé penosamente

--Siempre estaremos para ti Bells, todos los que te amamos nunca te dejaremos sola—
beso mis cabellos y seco mis lagrimas con sus callosos dedos.—sabes lo mucho que te
quiero y Leah te adora—me susurro al oído, se alejo un poco y me dio un beso en la
mejilla.

Le iba a responder cuando la puerta del auto fue abierta de pronto y Jake arrastrado
prácticamente fuera. ¿Qué diablos? Pensé tratando de salir del auto para ver quien atacó
a Jake, pero cuando escuché su voz me paralicé.

--No te vuelvas a atrever a ponerle uno de tus sucios dedos encima—le gritó Edward y
vi a Jake levantándose y lanzándosele directamente. Edward, se veía más delgado, como
si hubiera perdido peso y estaba increíblemente ojeroso.
Edward en un movimiento rápido colocó su antebrazo contra el cuello de Jake, como si
quisiera romperle el cuello. Eso fue lo que hizo que saliera de mi estupor.

Oh cielos, cielos. Abrí la puerta del auto justo cuando James y otro hombre a quien no
conocía se metieron en medio y trataron de separarlos. No podía creer que él se
estuviera peleado con Jake.

--Edward, Jake. Por favor deténganse. — chillé cuando al fin pude soltarme del maldito
cinturón de seguridad y salir del auto.

--Supongo que tú fuiste quien dejo embarazada a Bells—dijo Jake escupiendo un poco
de sangre en el suelo, lo que hizo que el mundo empezara a girar.

--Si lo soy—le respondió limpiándose la sangre que había en su labio con el pulgar. –
Solo te digo. Mantente. Alejado. De. mi. Familia.—Jake lo miró con sorna mientras se
limpiaba más sangre—lo digo en serio niño. No estoy jugando.—le rugió.

La brisa atrajo con toda su fuerza el olor a la sangre, haciendo que empezara a sudar
frio. Atreves de un túnel pude ver a James soltando a Edward y lanzándose hacia mí,
mientras sentía como mis piernas cedían.

--Amor. ¿Estas bien?—escuché que me decía Edward.

--Voy a vomitar—fue lo único que pude decir.

--Por suerte no lo hiciste en mi auto. –recogió mi cabello, pero sentí unas familiares
manos, acariciar mi espalda--Si fueras un vampiro te morirías de hambre—me bromeó
Jake.

--Cállate y ayúdame a subir a mi apartamento.—le gruñí, aun sintiendo que la cabeza


me daba vueltas.

--Yo te llevo—replicó Edward.

--Por favor…aun no estoy lista para hablar contigo—y no sé si lo esté algún día añadí
para mí.

No escuché su respuesta porque Jake me tomó en brazos y me llevó dentro. Extrañé de


inmediato su tacto, pero no quería sentirme así. Aun sentía mi cabeza dando vueltas
cuando estaba acostada. Jake me entregó un vaso de agua y le aseguré que estaría bien,
sabiendo que estaba deseoso por regresar con Leah.

Aunque sabía que no podía ponerme a penar por Edward, no podía negar que él llenaba
cada uno de mis suspiros.

Los días pasaron para mí como si estuviera en un estado de zombie. Contaba con el
apoyo de Alice, quien había resultado ser mi ángel guardián. Se aseguraba que comiera,
mea llevaba y me traía de la universidad o mi trabajo todos los días, pero sobre todo…
no lo mencionaba a él…
Seguía trabajando para la librería del campus, pero eso no me daba los suficientes
ingresos como para mantenernos al bebe y a mí cuando naciera. Así que estaba segura
que tenía que conseguirme otro trabajo…cualquier trabajo.

Estaba revisando las opciones de empleo en el periódico mientras caminaba a mi


apartamento, cuando abrí la puerta me llamó la atención que habían metido bajo ella. Lo
recogí y le di vueltas tratando de descubrir quien lo había enviado. Me senté en la mesa
dejando el periódico de lado y abrí el sobre. Por suerte estaba sentada de otra manera
me hubiera ido de espaldas.

Junto a un cheque por treinta mil dólares, diez mil más que la vez que deposito dinero
en mi cuenta, además había una breve nota en una pulcra y estilizada letra que reconocí
enseguida, de todas las veces que me ayudó con las tareas de la universidad.

Isabella:

Por favor acepta este cheque, usa el dinero para tus gastos personales y médicos que se
presenten. James te estará llevando las llaves de tu auto.

Espero que pronto estés lista para que hablemos.

Edward.

Achurré la nota y la lancé al piso. Tome el cheque y lo rompí en cientos de pedazos. Sí


Edward Cullen, pensaba que podría comprar la tranquilidad de su conciencia con
dinero, estaba muy equivocado.

Me senté enfurruñada hasta que tocaron la puerta. Sabiendo quien era metí todos los
trocitos del cheque en el sobre y marché a la puerta.

--No pretendo aceptar el auto y regrésale también a tu jefe esto. Dile que no quiero sus
limosnas o su caridad. Que busque otra manera de tranquilizar su conciencia—le espeté
a James poniendo el cheque contra su pecho y cerrando la puerta.

--Se lo hare saber Bella, no te preocupes—lo escuché reír.—Aunque te digo, tengo años
trabajando para él y nunca he conocido a nadie más testarudo que él…bueno hasta que
tu apareciste.

Supuse que se fue cuando vio que no le respondí.

Así paso casi una semana, me había decidido por un empleo de mesera en un bar, la
paga no era mucha, pero decían que las propinas lo compensaban. Al menos el dueño
acepto a que cuando mi embarazo fuera evidente, trabajaría tras la barra. De esa forma
los clientes no tendrían que verme embarazada.

Ya había pasado un mes desde la fatídica cena donde mi vida se desmoronó. Para mi
consulta mensual de embarazo fui donde una doctora de honorarios moderados. Alice
había querido pagarme la consulta con la misma doctora que me había revisado la
primera vez, pero yo no se lo permití.
Hoy había sido un día pesado en la universidad, por suerte no tenía trabajo en la librería,
así que me podía arreglar para mi primer día en mi nuevo trabajo. Tenía que ser
honesta, detestaba el uniforme. Eran los pantalones cortos más cortos de la historia y la
camiseta era bastante ajustada. Por suerte mi estomago seguía siendo plano.

Había terminado de recogerme el cabello en una coleta cuando tocaron a la puerta. Era
un repartidor por lo que supuse se había equivocado.

--¿Es usted Isabella Swan?—me preguntó un chico vestido de DHL.

--Si…pero no estaba esperando ningún paquete. ¿Quién lo envía?—le respondí al ver la


caja que tenía en las manos.

--Firme, aquí, aquí y aquí—me señaló tres lugares diferentes en la forma. Hice lo que
me pidió y me entregó el pesado paquete.

Cerré la puerta y coloqué el paquete en la mesa de la cocina. Cuando vi que no tenía


remitente, me dio mala espina y me lo quedé mirando como si me fuera a morder.

--No seas cobarde—me dije a mi misma, mientras abría el paquete.

Mi aliento se quedo atorado, dentro había muchos fajos de dinero… no tenía que
contarlos para saber que eran cuarenta mil…si seguía con su patrón cada vez que le
rechazara el dinero, anexaría otros diez mil dólares. Tomé la nota que estaba en la parte
superior con manos temblorosas.

Isabella:

Como pude ver que no aceptas los cheques, pensé en enviarte efectivo. Creo que
demoraras más tiempo rompiendo los billetes.

Si no decides hablar conmigo pronto, iré a verte.

E.C.

Esta vez la nota era más fría que la anterior y podía ver una leve amenaza en ella. Pero
si él pensaba que me iba a intimidar estaba muy equivocado.

Rebusqué en mi bolso hasta que encontré lo que necesitaba y marqué el número de


teléfono.

--Jasper…hola soy Bella…Bella Swan. Espero no molestarte—le dije insegura.

--Para nada Bella, ¿cómo puedo ayudarte?

--¿Podrías darme la dirección de las oficinas de An..De Edward?—le pregunté


apresuradamente mientras forraba nuevamente la cajeta con cinta adhesiva.

--Claro…--sonó inseguro pero me dio la dirección.


--Gracias Jasper—le colgué y me coloqué un impermeable largo que cubría mi escaso
uniforme.

Tomé mi bolso y el paquete. No le había comentado a Alice sobre este nuevo trabajo
porque sabía que lo desaprobaría e insistiría en llevarme y recogerme cuando mi turno
terminara.

Los malditos zapatos de tacón, resonaban cada vez que subía y bajaba de los autobuses.
Tuve que tomar tres para llegar a las oficinas de Cullen, Corp.

Debía decir que el edificio era enorme y muy elegante. Una recepcionista de aspecto
arrogante conversaba amenamente con un joven de cabellos negros.

--Disculpe señorita, estoy buscando al Sr. Edward Cullen—le dije tratando de recuperar
el aliento después de mi apresurada entrada. Ella me miró de arriba abajo evaluándome
y sonrió con burla.

--El Sr. Cullen no recibe a nadie, su secretaria se encarga de las reuniones o las citas.
¿Tiene una?—su voz era burlona y mis hormonas no me estaban ayudando en este
momento.

--Pregúntele a la secretaria del señor Cullen, si puede recibir a Isabella Swan—le dije y
sus ojos se hicieron grandes.

--Jeffrey la escoltara a la planta de la presidencia señorita Swan. El señor Cullen ha


dado órdenes específicas que cuando usted viniera subiera de inmediato. Si hubiera
sabido que era usted—empezó a balbucear mientras me ponía un gafete de visitante en
la solapa de la gabardina.

El chico tomó el paquete de mis manos y me escolto a los elevadores, presiono el


numero treinta. Estaba pasando mi peso de un lado a otro, había pensado que era una
crueldad romper el dinero o quemarlo, habiendo tantas personas necesitadas, pensé en
donarlo a la caridad, pero entonces él pensaría que me quede con el dinero y eso no lo
iba a permitir.

Las puertas del elevador se abrieron con un suave "ding". El joven me dio un
empujoncito para que saliera cuando vio que me quede inmóvil.

--Señorita Swan, soy Zafrina la secretaria del Sr. Cullen. En unos minutos estará con
usted en unos minutos.—me dijo pero yo no iba a esperar. No quería tener una
confrontación con Edward y mucho menos en su entorno, donde yo tenía la desventaja.

--No puedo esperarlo tengo que irme a trabajar. Solo podría entregarle esto y decirle que
no vuelva a molestarme, por favor—le dije señalando la caja que tenía el chico en sus
manos.

Giré sobre mis talones y me dirigí al ascensor dejándolos desconcertados.

--Isabella—lo escuché llamarme cuando me giré para presionar el botón. Oh mierda, oh


mierda, pensé mientras lo vi acercarse a paso rápido desde el final del pasillo.--
Detengan el maldito elevador—vociferó cuando las puertas se empezaban a cerrar. Por
fin las puertas se cerraron y deje escapar el aire de mis pulmones, pero no me atrevería a
respirar tranquila hasta que estuviera fuera de sus dominios.

En cuanto las puertas del elevador se abrieron, salí lo más rápido que mis rápido que
mis torpes pies me permitieron. Subí al primer autobús que iba pasando y lo vi en las
puertas de su edificio, como lo que era un gran hombre de negocios y no el sencillo
guardaespaldas de quien me enamoré. Apreté mi boca para no sollozar.

Al llegar a mi nuevo trabajo ya estaba más tranquila. Mi jefe Vladimir, era una especie
de conde dracula moderno. Me explicó como servir las bebidas y también me hablo de
que las chicas no tenían permitido irse con los clientes. Estaba segura que mi cara
denotaba sorpresa, ¿qué tipo de clientes son los que piensan llevarse a las meseras?
Creo que prefería no saberlo.

Empecé a tomar pedidos, todos hasta el momento parecían hombres normales, la


mayoría eran universitarios. No puedo negar que había unos muy efusivos y ruidosos
pero al menos dejaban buenas propinas.

--¿Los de la mesa cinco te están dando problemas?—me preguntó una de mis


compañeras de quien no recordaba el nombre.

--Están algo borrachos, pero creo que se irán pronto—le respondí, sacando las cervezas
que me habían pedido.

--Suerte, oye hay un bombón en la mesa doce que te pidió a ti específicamente—me


dijo.

Me congelé… no puede ser…

--¿Cómo es?—mi voz era un susurro

--Pues hermoso, cabello cobrizo, nariz perfecta, pómulos y mentón fuerte. Un sueño—
empezó a parpadear.—Vladimir quiere que lo atiendas como a un rey, parece ser un
hombre muy importante. En verdad te envidio la propina—se alejo suspirando.

--Bella, tenemos a Edward Cullen en la mesa doce, trátalo bien muchacha, dale todo lo
quiere, si requiere algo especial me avisas y lo mandaré a buscar. Sin errores…quiero
que regrese—me dijo quitándome el pedido que iba a servir.

Genial ahora iba a tener mi jefe encima un paso en falso con su cliente estrella y seguro
me despediría.

Caminé hacia él y tenía una sonrisa presumida mientras me miraba como lo hacía antes
de quitarme la ropa. Dios, Bella. Contrólate, están en un lugar público, no es como si te
fuera a tirar sobre la mesa.

--Buenas noches, ¿qué le puedo ofrecer?—forcé mi sonrisa al ver a mi jefe mirándome


desde la esquina.
--Dime qué haces aquí Isabella y quiero saber a qué hora sales.—me preguntó muy
serio. Su sonrisa se había perdido.

--Tengo que trabajar y la hora de mi salida no te incumbe. Ahora que vas a tomar.
Necesito tomar el pedido de otra mesa.—le dije mirando la mesa de donde me
llamaban. Lo vi fruncir el ceño y entrelazar sus dedos.

--Si tanto insistes, quiero un escoses en las rocas.—me dijo, me apresuré a buscarle su
orden.

Mi jefe me acorraló cuando terminaba de servir el trago con manos temblorosas, quería
asegurarse que estuviera atendiendo bien a Edward y me recordó que mi trabajo estaba
en riesgo si lo desairaba. Odiaba que ese hombre me afectara tanto, no solo
sentimentalmente sino en los todos los aspectos de mi vida.

--Su bebida, Sr. Cullen—le puse la bebida en la mesa y cuando me iba a retirar me
agarró de la mano haciendo que la misma electricidad de antes me recorriera.

--Oye lindura, a mi no me dejaste agarrarte la mano, aunque quisiera agarrarte otra cosa
—me dijo uno de los chicos de la mesa de al lado chocando las manos con sus amigos y
las aletas de la nariz de Edward se hincharon.

—Por favor Edward, necesito el trabajo, no hagas que me despidan.—le supliqué,


sabiendo cómo se podía poner después de haberlo visto con Jake.

--No, Isabella. No necesitas el trabajo—se levantó y empezó a llevarme a la salida.

--Sr. Cullen—le dijo Vladimir, pero James se acercó y lo vi entregarle unos billetes
antes que Edward me metiera a una limosina que esperaba en la entrada.

--No puedes hacer esto Edward—le dije mirando como subía la ventanilla que nos
separaba del conductor. Estiro sus piernas todo lo que el auto le permitía y me sonrió.

--He esperado un mes…un mes para que hablaras conmigo. Quise que fuera a tu manera
pero me cansé de esperar. Así que ahora será a mi manera.—su voz era frío. Este es un
hombre totalmente diferente al que conocí. Tenía la misma confianza y seguridad
magnética de siempre, pero parecía encerrado dentro de un gran muro de hierro, que lo
hacia parecer intimidante.

--¿A dónde me llevas?—le dije susurro asustado cuando vi que nos acercábamos al
aeropuerto.

--A Italia—me respondió mirando por la ventana.

CAPITULO 13

SECUESTRANDO

Miraba por la ventana pensando en todo lo sucedido durante este último mes. Todo
pasaba frente a mis ojos como una película.
Había llegado a Forks la mañana de navidad. James estaba dando la curva que llevaba
a su casa, cuando la vi siendo sacada sobre el hombro del señor esteroides.

--Señor… ¿sigo de largo?—preguntó James mirándome por el espejo retrovisor—


puede hablar con Bella en otro momento—me sugirió y yo asentí.

Tenía que controlar mis emociones, quería arreglar las cosas con mi ángel y sabia que
con lo molesto que me sentía por haberla visto en los brazos de ese bárbaro, no iba a
ser una conversación muy tranquila. Pasamos junto al auto donde estaba Peter y este
le dio a James, un block de notas el cual me fue entregado con todos los movimientos
de Bella desde que salió del hospital. Había anotaciones de Benjamín, Peter y Brady;
de todas las actividades, rutas y personas que estuvieron cerca de Bella. Tenía que
asegurarme que no saliera con algún tonto plan como querer desaparecer de la faz de
la tierra con mi hijo para que yo no los pudiera encontrar.

Los seguimos mientras Bella y sus amigos se dirigían a lo que parecía una reservación
india. Al parecer tenían una parrillada de navidad. Acaricié en mi bolsillo el regalo
que le había comprado y no había tenido oportunidad de entregarle .

Mi ángel se veía tan triste, tan rota; pero aun así soportaba toda la alegría que la
rodeaba. La vimos dirigirse hacia la playa y yo la seguí a una buena distancia, iba
pensando exactamente que decirle para que me perdonara.

Me quedé largo rato mirándola oculto en un bosquecillo cerca de unos aparcaderos


que daban a la playa, ella estaba sentada sobre un tronco caído, parecía perdida en
sus pensamientos.

¿Sabes que lo que estás haciendo se llama acoso? Eres un acosador.

Sacudí esas palabras de mi cabeza y pude ver como sus ojos me buscaban. Esperaba
que ella pudiera sentir mi presencia y saber lo mucho que la amaba. Pero no había
mejor manera de demostrárselo que hablando con ella. Di unos pasos para salir de mi
escondite cuando, él chico de los esteroides apareció frustrando mi intento de
acercarme a ella.

Yo debería ser quien cuidara de ella y la consolara.

Pero fuiste tú, quien le ocasionó estar así.

Cuando los vi hablar tan íntimamente tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para
no cometer una estupidez. Sin embargo di un par de pasos en su dirección, en cuanto lo
vi acariciar su brazo y suspirar.

Un amigo… sí, como no…

--Señor, no creo que sea prudente que cometa algún acto sin pensarlo. Creo que
debemos marcharnos. Peter y los demás lo mantendrán informado. —me dijo James,
mirando también la escena frente a nosotros—Dele uno días—sugirió y yo asentí.
De regreso en mi frio apartamento, me quede contemplando la cuidad, pensando en
cómo estaría mi ángel y nuestro pequeño. Tenía que asegurarme que ella tuviera los
medios económicos para hacer frente a cualquier situación que se presentara por lo
que hice una transferencia bancaria a su cuenta corriente. De la cual me llegó la
confirmación de rechazo.

Esa pequeña podía ser testaruda cuando se lo proponía, pero ya me encargaría de


encontrar la manera en que aceptara el dinero. Si no lo hacía por ella, por lo menos
que lo hiciera por el bebé.

Dos días después de año nuevo, recibí la llamada de Peter informándome que mi
Isabella regresaba a Seattle.

Caminaba de un lado a otro frente al edificio esperando a que llegara. No me podía


quedar tranquilo en el auto a esperarla. Pero cuando llegó acompañada del chico todo
lo empecé a ver rojo. Otra vez él se metía en medio. Yo tenía que hablar con ella y él
estaba poniendo sus sucias garras en MI Isabella.

Mía…

Por primera vez la voz de mi cabeza coincidió conmigo.

Lo saqué del auto y sin darle tiempo a nada lo golpeé. Se sentía muy bien sacar parte
de la rabia que me venía consumiendo desde hace más de una semana. Él chico me
llegó a golpear también, debo reconocer que era un buen oponente.

Bella, se notaba alterada; pero yo ya estaba harto de ser interrumpido por este chico.
Necesitaba que se alejara de mi mujer y mi hijo. Ellos eran mi familia y nadie se
interpondría entre nosotros.

James, me soltó de pronto y atrapó a Bella antes que cayera al suelo. Pude tomar su
frágil cuerpo en mis brazos antes que vomitara, por lo visto la sangre le causa malestar
y tanto el chico como yo teníamos cortes en el rostro.

Bella, me pidió tiempo y se lo concedí de mala gana. Un fuerte dolor atravesó mi pecho
cuando la vi desaparecer en sus brazos por las puertas del edificio.

Maldije mi suerte al tener que viajar a Londres para resolver una serie de problemas
en la casa matriz de la corporación.

Sabía que estaba de mal humor, eso lo podía confirmar al ver que todos los ejecutivos
se apresuraban a sus cubículos en cuento me veían pasar. Había dado órdenes estrictas
en la oficina de Seattle, de explicarle la situación a Bella, proporcionarle mi teléfono
en Londres y entregarle mi dirección electrónica, si llegaba a aparecer en mi ausencia.

Al volver a pisar Seattle pude respirar más tranquilo ya que me encontraba en la


misma cuidad que ella. Me apresuré a las oficinas.

--¿La Srta. Swan, ha venido?—le pregunté a la recepcionista que se encogió un poco al


escucharme.
--N-no señor Cullen—me respondió tartamudeando.

--Ya sabe lo que tiene que hacer en cuanto la Srta. Swan, venga.

Me alejé hacia los elevadores, tenía que ir al piso de contabilidad a hablar con el
vicepresidente, por lo general los ejecutivos viene a mí, pero en estas semanas mis
secretarias andaban con la cabeza en las nubes, haciendo que mi poca tolerancia se
terminara con cada error.

--Se supone que el señor Cullen no llega hasta la próxima semana, es una suerte
porque tengo entendido que anda ladrándole órdenes a todos—dijo una rubia teñida
que no me había visto caminar por el pasillo.

--Sí, antes era más llevadero, incluso sonreía y le daba los buenos días a todos los que
se cruzaban en su camino. ¿Crees que es por la misteriosa Isabella Swan?—le
respondió una chica de cabellos negros.

--Ladro ordenes porque siempre me encuentro a todos haciendo cualquier cosa que su
trabajo. Seguramente tendrán algo mejor que hacer que chismorrear sobre mi vida
privada—les dije pasando junto a ellas para en pasar al pasillo que me llevaba a la
oficina del vicepresidente de contabilidad.

Ambas se desaparecieron en un instante. Deje escapar un profundo respiro. Era cierto


mientras tenía a Isabella en mi vida, no había nada que me pudiera molestar. Ahora
andaba con el ceño fruncido permanentemente. Casi no dormía y pocas veces me
acordaba que tenía que comer.

Terminé la reunión con rapidez y me fui a mi despacho. Le envié un cheque en un sobre


cerrado a Peter para que lo pasara bajo la puerta del apartamento de Bella y le di
órdenes claras a James de llevarle el auto.

James regresó unas horas más tardes con una sonrisa burlona en los labios.

--Bella, no aceptó el auto y me pidió que le entregara esto.—me colocó el sobre que le
había dado a Peter enfrente.—dice que no acepta caridad, ni limosnas—volvió a
sonreír—Le pide que busque otra manera de aquietar su conciencia.

--¿Te tiene contento, que no haya cedido, no es cierto? Sé que no aprobaste nunca
como fue mi relación con ella—murmuré abriendo el sobre y dejando caer los pedazos
rotos del cheque. James era mi hombre de confianza y lo conocía lo suficiente para ver
la desaprobación reflejada en sus ojos cada vez que salía con Bella.

--Digamos, que sí, nunca había conocido una niña como ella—hizo énfasis en la
palabra niña--con el debido respeto señor Cullen. En estos momentos no me sentiría
orgulloso de recibir una bala por usted—murmuró.

--Puedes irte—le dije molesto, por su desaprobación.

Él tampoco me entendía, no era que quisiera comprarla con dinero, diablos. Nunca
antes había conocido alguien a quien le importara menos el dinero que a mi Bella. Ella
debía entender que era mi responsabilidad cuidar de ella. Bella y mi hijo son la razón
de mi existencia y no puedo soportar la idea de saber que puede estar pasando apuros
económicos. La conocía lo suficientemente bien, como para saber lo testaruda y
orgullosa que podía llegar a ser, seguro que aunque estuviera pasando dificultades se
lo escondería inclusive a su padre.

Lo único que me consolaba era que Alice, la llevaba y la traía de la universidad o la


librería.

Pasé las siguientes semanas como un animal herido. La más mínima provocación me
hacia estallar. Mi madre y Jasper habían querido hablar conmigo en ese tiempo, pero
yo había rehusado recibir sus llamadas. Necesitaba estar solo para lamer mis heridas
que cada día se hacían más profundas porque Bella se negaba a ponerse en contacto
conmigo.

Un mes… un mes sin tenerla entre mis brazos y poder acariciar su vientre diciéndole a
nuestro hijo lo mucho que lo amo…quería ser para mi hijo mucho más que padre que
alguna vez tuve.

Envié un paquete a su casa con entrega segura donde iban cuarenta mil dólares en
efectivo. Peter me había dicho que Isabella se había visto con una ginecóloga que no
era a la que yo la había llevado.

Mi hijo necesitaba el dinero y ella tendría que dejar su orgullo a un lado para
aceptarlo aunque no quisiera saber de mí. Estaba molesto cuando escribí la nota, solo
le daría hasta mañana. Si no se comunicaba conmigo tomaría el asunto en mis manos y
no aceptaría una negativa.

--Señor Cullen, él Sr. Jenks y la señora Kuznetsova son sus abogados ya están en la
sala de juntas.—me dijo Zafrina por teléfono.

Bien… al menos lo único bueno de este día será la certeza de no verle la cara nunca
más. Por fin habían emitido la sentencia final de divorcio. Solo faltaba una firma y
entregarle el maldito cheque para que estuviera fuera de mi vida para siempre.

La reunión estaba siendo larga para mi gusto. Irina, empezó a suplicar con que le
aumentara la cantidad que habíamos acordado.

--Irina, ni siquiera puedo decirte que te voy a recompensar por los servicios prestados,
ya que no me prestaste ninguno—respondí a su tonto alegato.

La escuché responder algo, pero me llegó un mensaje diciéndome que Bella había
venido a verme. Mi corazón se hinchó solo de saber que estábamos en el mismo
edificio. Respondí ordenando que la atendieran como la reina que era y que yo me
reuniría en unos minutos con ella. Quería ser un hombre totalmente libre para poder
tomarla entre mis brazos y volverla a hacer mía, sin que se sintiera sucia por eso.

--Explíquele a su cliente que debido a sus múltiples infidelidades comprobadas, no


tiene derecho a un solo centavo de mi dinero. Pídale que firme los papeles definitivos
antes que me arrepienta y se quede sin nada.—gruñí, Irina asintió dándome una
mirada de odio pero finalmente firmó y así lo hice yo también con rapidez, sintiendo
como el peso del mundo se elevaba de mis hombros.

Salí con rapidez de la sala de juntas, dejando a Jenks que se encargara de entregarle el
cheque y que se firmaran los demás papeles. Cuando llegué al pasillo de mis oficinas la
vi entrando al elevador.

--Isabella—se giró y sus grandes orbes me miraron sorprendidas.--Detengan el maldito


elevador—grité a mis espantados empleados cuando las malditas puertas se cerraron.--
¿Es que no pueden hacer nada bien, les pago una fortuna y no pueden evitar que un
estúpido elevador se vaya?—entré al otro elevador y salí corriendo del edificio para no
verla en ningún lugar. Me pasé las manos el cabello y regresé maldiciendo al edificio.
Todos tuvieron la buena cabeza de huir de mi trayectoria.

--No quiero interrupciones—le dije a mis secretarias y entré cerrando de golpe la


puerta de mi oficina.

Era la última vez que esa niña, me huía. He esperado lo suficiente, he sido paciente con
ella, sabiendo que cometí un error al mentirle, eso no justifica que me quiera alejar de
mi hijo. Si va a ser una inmadura, pues que así sea. De ahora en adelante las reglas del
juego las pondré yo.

Miré el portarretratos doble que tenía en mi escritorio, donde estaba una foto de ella y
la imagen del ultrasonido de mi hijo.

--Muy pronto volveremos a estar los tres juntos, pequeño—le dije a la fotografía en
blanco y negro de mi bebé.

Muy pronto Isabella estaría donde pertenece, a mi lado y en mi cama.

--Zafrina, comunícame con Gianna, en el Palazzo en Pisa—le dije sin esperar


respuesta.

Le envié un mensaje a James pidiéndole que hiciera todos los arreglos en lo referente
con Bella.

Había llegado a esta posición siendo despiadado y sí tenía que seguirlo siendo para
tener a mi mujer y a mi hijo al lado, así seria. Tenía mi fortuna personal que no tenía
que ver nada con la de mis padres y se podría decir que en estos momentos tenía
mucho más dinero que ellos. Años de soledad, decisiones fríamente calculadas y de
estar enterrado en trabajo habían rendido sus frutos.

Demoré casi cuatro horas en tenerlo todo arreglado, Peter me había dicho que Isabella
se había dirigido a un bar cerca del área bancaria de Seattle y que por lo visto había
conseguido un trabajo de mesera. Traté de calmarme durante todo el camino a ese
lugar. El dueño era Vladimir Blood, en el pasado había cruzado camino con los míos
cuando pidió una aprobación crediticia a uno de mis bancos.

Sonreí al ver lo bueno que era Dimitri cuando se trataba de rastrear información.
En cuanto me bajé de la limosina y James ya estaba hablando con Vladimir. Ambos se
percataron de mi presencia y Vladimir se acercó a mí con rapidez.

--Señor Cullen, es un honor tenerlo aquí. Su guardaespaldas ya hizo un reconocimiento


rápido y todo está listo para que podamos atenderlo.—tenía ganas de rodas mis ojos

--Gracias Vladimir, me puedes dar una mesa y quiero que me atienda Bella Swan,
tengo entendido que trabaja para ti—le dije escaneando el bar. La encontré atendiendo
una mesa cerca de la pared más alejada. Mis labios se presionaron tensos al ver que
estaba siendo molestada por los chicos que había en ella.

--Pero…pero…ella es nueva, una joven muy hermosa, no se puede negar, pero es su


primera noche y no creo que lo pueda atender como usted se merece.—me dijo
mirándola nervioso.

--Quiero que sea ella quien me atienda—le deje claro que eso no estaba a discusión.

Asintió y me llevó directamente a una mesa, cuando una mesera se acercó él, la mando
a buscar a Bella.

La vi encaminarse hacia mí, sus pasos eran inseguros por lo que caminaba despacio
dejándome contemplar sus bellas piernas enfundadas en unas medias de malla, sus
femeninas caderas envueltas con un pantaloncillo que no me dejaba mucho a la
imaginación y una camiseta ajustada que dejaba ver sus pechos hinchados. Recorría
todo su cuerpo con mis ojos, un cuerpo que me pertenecía, que marqué en todos los
lugares y sentidos posibles, un cuerpo que volvería a ser mío.

--Buenas noches, ¿qué le puedo ofrecer?—su sonrisa era forzada y se veía un tanto
asustada. Tal vez no tendría que llegar a los extremos y podría hacer que me escuchara
cuando terminara su turno.

--Dime qué haces aquí Isabella y quiero saber a qué hora sales.—estaba viendo como
otros hombres dejaban vagar sus ojos por su cuerpo con deseo. No podía creer que
hubiera aceptado trabajar exponiéndose de esta manera.

--Tengo que trabajar y la hora de mi salida no te incumbe. Ahora que vas a tomar.
Necesito tomar el pedido de otra mesa.—por lo visto las cosas iban a ser por la manera
difícil, no dejaría que volviera a hacer una de sus espectaculares escapadas.

--Si tanto insistes, quiero un escoses en las rocas.—le pedí y en cuento desapareció le
hice una seña a James indicándole que estuviera al pendiente. No quería sorpresas
desagradables por parte de algún cliente demasiado "festivo".

--Su bebida, Sr. Cullen—tomé su mano en la mía, maravillándome una vez más de la
calidez que me embargaba con el suave toqué de su piel.

--Oye lindura, a mi no me dejaste agarrarte la mano, aunque quisiera agarrarte otra


cosa.—escuché decir a uno de los chicos de la mesa de al lado.
Mía… volvió a rugir mi animal interior. En este momento me sentía como un hombre
de las cavernas, queriendo matar a cualquiera que me desafiaría entrando en mi
territorio.

—Por favor Edward, necesito el trabajo, no hagas que me despidan.—me dijo en voz
baja y asustada, pasando su mirada de mi rostro a al chico de la mesa.

Me molestó que ella en realidad pensara que necesitaba un trabajo, cuando podía
quedarse en casa leyendo libros y dejando que yo la cuidara.

--No, Isabella. No necesitas el trabajo—le dije levantándome de golpe sin soltarle la


mano y sacándola del bar antes que tuviera tiempo de reaccionar.

Fui sacado de mis pensamientos cuando ella salió de la sorpresa.

--¿A Italia? Yo no tengo nada que hacer allá, además no tengo pasaporte y créeme que
haré un escándalo antes de pasar aduana—me amenazó enojada.

--James, tiene tu pasaporte y tu ropa. Pasaran unos veinte minutos antes del despegue, te
puedes cambiar de ropa y refrescarte. Sobre el escándalo… puedes hacerlo, no creo que
mi tripulación te haga mucho caso, saben que estas en estado y por ende un poquito
emocional—su rostro estaba rojo por el enojo, sus ojos estaban casi cerrados tratando de
mostrarse amenazante.

La limosina se detuvo a un lado de la pista, cerca de mi avión. La miré detenidamente


mientras lo miraba.

--No pienso bajar—se cruzó de brazos, comportándose como la niña enfurruñada que
me ha demostrado ser durante este mes.

--Te puedes bajar por tus propios pies o te puedo cargar. Créeme Isabella, no hay nada
que desee más que tenerte entre mi brazos—le murmuré, acercándome a ella. Tuve la
satisfacción de verla jadear y apresurarse a aceptar la mano que James le brindaba para
bajar.

Bajé enseguida tras ella y la tomé del brazo, poniéndole mi abrigo sobre los hombros
para asegurarme que no tuviera frio.

--Esto es totalmente innecesario—me espetó frenándose frente a las escalerillas del


avión.

--¿Vas a hablar conmigo de manera razonable por el bien de nuestro hijo?—le pregunté
viendo la respuesta en sus ojos, solo necesitaba una confirmación para saber que lo que
estaba haciendo estaba bien.

--No quiero escucharte y este niño es solo mío—presionó sus labios con fuerza. Había
dicho exactamente lo que yo pensaba. James, suspiró frustrado a mi lado, quería decirle
"te lo dije" pero me aguanté.
--Isabella, no estás siendo racional, ahora sube o te juro por lo más sagrado que te subiré
yo—le gruñí.

--¿Sabes que esto es secuestro? Mi padre es jefe de la policía—me bramó


envalentonada.

--Por eso le enviaste un lindo correo electrónico a la comisaria, diciéndole que te habías
arreglado conmigo y saldríamos del país para la reconciliación, el mismo mail que se
mando a Alice—la tomé en brazos, haciendo que soltara una exclamación de sorpresa.
Respiré su dulce aroma

--Tu….tu…--parecía haberse quedado sin un adjetivo adecuado. La dejé sobre la cama


del compartimiento privado del avión.

--Tu maleta esta en el armario, y tienes la pijama en el baño. Date un baño rápido, te
espero en quince minutos para que podamos despegar.—cerré la puerta sin dejarla
contestar y me encontré a James. Enarqué una ceja.

--Ya me di cuenta que tenía razón sobre los planes de Bella, para con su hijo—murmuró
incomodo—pero aun así…--sacudió la cabeza.—espero que todo le salga como lo tiene
planeado y no esté cometiendo un error.

--Nos vemos en quince días—le dije, él asintió y bajó del avión.

Todo había resultado hasta el momento como lo había planeado no había una sola
persona en la pista de aterrizaje cuando llegamos, por ende Bella no había podido
cumplir su amenaza de armar un escándalo.

Bella, salió de la habitación enfundada en una cómoda y tibia pijama. Mirándome


enojada, se notaba que había llorado, pero no comenté nada.

--Por favor siéntate, en cuanto despeguemos te traerán la cena…porque sé que no has


cenado—la miré con reprobación, eran casi las once de la noche y ella no había probado
alimento desde el almuerzo.—tengo un ginecólogo en la cabina de la tripulación, si te
sientes mal, solo avísame y—me cortó.

--No le veo razón a que me lleves a Italia, ¿no entiendes que lo nuestro se acabó?—su
labio tembló ligeramente.

Me levanté y la senté a mi lado colocándole el cinturón.

--No me has dado otra opción, son casi doce horas hasta Florencia, luego iremos en
helicóptero hasta la provincia de Pisa donde esta mi Palazzo—acaricié su rostro y ella se
alejó de mi mano como si la quemara. Me enojé pero no dije nada. Nos sentamos en
silencio hasta que el avión despegó.

La azafata le trajo una cena ligera, de la cual comió muy poco. Traté de distraerme
trabajando en mi laptop y a veces la miraba de reojo, la vi bostezar varias veces
mientras leía la copia de Cumbres Borrascosas que le había traído. Seguí trabajando
hasta que la sentí reclinarse sobre mi brazo. Dejo escapar un suspiro contento cuando la
abracé. La tomé con suavidad y la coloqué en mis brazos.

--Te amo…--le dije con suavidad al oído, besando sus cabellos. Bella se acurrucó contra
mi pecho.

Me la llevé en brazos hasta la cama y nos recosté cubriéndonos con las cobijas. Por
primera vez en un mes pude descansar feliz de volver a tener a mi ángel en mis brazos.

No, nos despertamos hasta que la azafata llamó a la puerta para indicar que
aterrizaríamos en treinta minutos. Me levanté con pesar, al saber que dejaría de estar en
mis brazos por ahora. Tomé una ducha rápida, me vestí con un pantalón de vestir y una
camisa. Bella aun estaba dormida, por lo visto debía estar agotada, además en los libros
de embarazo que me leí mientras no estaba conmigo, decía que en el primer trimestre la
madre sufre de mucha fatiga y agotamiento por lo que recomiendan mucho reposo.

La volví a tomar en brazos y la senté con cuidado a mi lado amarrándola con el cinturón
mientras iniciaba el aterrizaje. Una vez en tierra le coloqué con cuidado los protectores
de oído de manera que el ruido de las aspas del helicóptero estuviera amortiguado.

Cuando el helicóptero despegó, Bella se despertó desorientada.

--¿Dónde estamos?—preguntó mirando de un lado a otro.

--Estamos en Florencia y vamos a una casa que tengo en la provincia de Pisa, tiene un
viñedo y es muy bonita. Hay muchos lugares históricos cerca, esta Volterra,
Montepulciano, San Gimiagno y otros lugares muy hermosos.—le dije imaginándome
caminar por las callejuelas estrechas de esos pueblos, tomados de la mano.

--Me voy a escapar, ya lo veras. No puedes traerme a un lugar extraño y esperar a que
me quede tranquila, aceptando todo lo que tú me propones u ordenas sin decir nada —
me amenazó y sentí la ira bullir dentro de mí.

--No hablas italiano, no tienes dinero, ni amigos. Dime… ¿Cómo pretendes escapar?—
la reté, sabiendo que no había forma que saliera del Palazzo una vez llegáramos allí.
Entonces tendría que darme la oportunidad de hablar y explicarle, porque no le iba a
quedar otro remedio.

Me miró con odio, pero se mantuvo callada los treinta minutos que duró el vuelo.
Aterrizamos en el helipuerto cerca de los viñedos que daban al patio trasero del Palazzo.
Podía ver que Bella está un poco abrumada por todos los sucesos y que además se veía
asustada aunque no quisiera demostrarlo.

Aceptó que la ayudara a bajar a regañadientes y le puse una mano en la espalda para
guiarla a la casa donde me esperaba Gianna con una enorme sonrisa.

--Caro---dijo sonriéndome. Me incliné y le di dos besos, uno en cada mejilla--Cosa culla


rubato la ragazza?*--me miró con reprobación. Suspiré.
--Bella, ella es Gianna. Fue la niñera de mi madre y la mía cuando era niño—le informé.
Ella me miró asustada.

--Gianna, ella es mi Isabella—le dije pronunciando el nombre de mi ángel con acento


italiano.

--Oh…que gusto conocerte, bambina—le dijo con cariño—todo está listo en su


habitación, vamos para que te des un baño mientras te preparo el desayuno para que
alimentes al nuevo piccolo Cullen—Bella se giró hacia mi mirándome temerosa, sabía
que era una crueldad traerla a un lugar desconocido, con personas desconocidas…pero
ella me obligó a esto. Ella me obligo a traerla a mi terreno. Eso la obligaría a abrirse a
mí, sabiendo que yo era su único apoyo.

--Gianna, la estas asustando—le dije en broma—yo la llevaré a la habitación mientras tu


preparas uno de tus asombrosos desayunos, solo tu sabe cómo convertir unos simples
huevos en una ambrosia. —tomé su mano y la besé. Mi nana era la única mujer a que
quise además de Esme hasta que conocí a Bella. Ahora las tres eran las joyas de mi
corona.

--Eres un pícaro, coqueteando con una mujer de mi edad—dijo antes de irse


murmurando algo en italiano, sobre lo bien que había aprendido a hacer que la gente
hiciera lo que yo quisiera.

La llevé dentro de la casa, Bella miraba a todos lados un poco perdida. Sabía que podía
apreciar toda la hermosa decoración, había murales en los cielos rasos y cuadros en las
paredes de invaluable valor. Los muebles eran de varios estilos desde victorianos hasta
modernos, todos compaginándose y luciendo en perfecta armonía gracias al exquisito
gusto de mi madre.

En cuanto llegamos a la habitación principal, la escuché tomar aire. La habitación era


hermosa pero nunca pude apreciarla ya que no tenia nadie con quien compartirla. La
llevé a la cama y la senté, arrodillándome frente a ella. Aprovechando que se había
quedado sin habla para que me escuchara me precipité en mi explicación.

--Isabella, lamento mucho haberte mentido, cuando te conocí no confiaba en nadie y no


sabía que creer de ti, al pasar de los días me fui enamorando como un idiota y me
empezó a dar miedo decirte la verdad porque sabía que me rechazarías por haberte
mentido—tomé sus manos en las mías.—En cinco años no me había tomado un solo día
de descanso y luego del primer día, rehíce toda mi agenda, solo trabaja las ocho horas
reglamentarias o incluso menos en lugar de las veinte horas que he trabajado desde lo
dieciocho años.—sus ojos estaban anegados con lagrimas sin caer-- Lamento haberte
mentido en algunas cosas pero no lamento haber manipulado todo para que me amaras.
–Cerró los ojos por algo que dije y me apresuré a tratar de remediarlo—por favor Bella
cásate conmigo…

--Me has traído hasta aquí prácticamente secuestrada, demostrándome tu poderío; pero
no me doblegaré ante ti… no me pienso casar… criaré a mi hijo yo sola, con mis
propios medios. No quiero que mi hijo crezca cerca de un mentiroso, manipulador--me
aseguró con fuerza.
Me levanté del suelo enojado…le había pedido disculpas y aun así quería negarme el
derecho a estar con mi hijo… Podía sentir como la rabia me llenaba por dentro.

--Te casaras conmigo quieras o no…--la amenacé encolerizado.

--Debes haberte golpeado la cabeza en algún momento si piensas que me vas a obligar a
casarme contigo—su voz resonó por toda la habitación. Alimentando las flamas de mi
cólera.

--Ningún hijo mío, nacerá siendo un bastardo. No te queda otra opción, Isabella. —no
iba a permitir que mi hijo sufriera…no podía dejar que nadie alguna vez lo llamara
bastardo. Lo protegería inclusive de su madre… del amor de mi vida…

--Debes escucharte, parecer venir de la edad media. No pretendo casarme contigo


porque tú lo dices, te odio. —sus palabras me golpearon con fuerza… había escuchado
ya con anterioridad esas palabras de sus labios, pero seguían teniendo el mismo
efecto… era como si una enorme bola de demolición golpeara contra mi pecho…pero
no iba a retroceder…atacaría con todo y saldría vencedor.

--¿Qué pretendes? Regresar con tu madre y su marido quien solo buscara una
oportunidad para entrar a tu cuarto y tomarte. ¿Ir a Forks, para que tu padre te
mantenga, hasta que puedas conseguir un trabajo que te pague salario mínimo? Créeme
Isabella, no someterás a mi hijo a esa vida, solo por tu estúpido orgullo. Acepta mis
condiciones, cásate conmigo y criémoslo juntos o en cuanto nazca mi hijo, mi abogados
lo tendrán todo arreglado para que seas tú quien tenga que pedirme permiso para
visitarlo. Piensa que cuando nuestro hijo sea lo suficiente mayor, te preguntará porque
preferiste que ambos pasaran penurias antes de aceptar casarte con su padre. —le espeté
con una dureza que jamás pensé poder usar contra ella. Me dolía ver como se encogió a
mis palabras y ver las gotas de sudor frio agolparse en su frente; pero sabía que era la
única manera de hacerla entrar en razón y no me detendría hasta conseguirlo.

--N-no puedo, no lo hare—su voz falló. Sabía que casi había quebrado su voluntad y no
pararía hasta tenerlos seguros a los dos a mi lado.

--Claro que puedes y claro que lo harás. Aunque me odies, nunca pondrías tu felicidad
sobre la de tu hijo. Nunca lo privarías de crecer rodeado del amor de sus dos padres,
nunca le negarías la posibilidad de crecer de la manera que tú deseaste para ti misma.
En tres días a esta hora serás la Sra. Cullen y lo harás por tu hijo—le dije tajante, sus
hombros se hundieron y las lagrimas se derramaron por sus mejillas. Me miró y asintió
con un sollozo. Mi garganta se cerró por el dolor—ve a bañarte… vendré a buscarte
para el desayuno—dije con suavidad tratando de contener mis emociones.

La llevé al baño y esperé a escuchar la regadera, para dirigirme a toda prisa a mi


despacho y dejar que el dolor me consumiera.

CAPITULO 14

HUYENDO

BPOV
Acorralada…. Así me tiene—dejé que las lagrimas rodaran por mis ojos--Lo odio, lo
detesto, pedazo de…--sollocé penosamente bajo la regadera.—si tu papá cree que me
voy a rendir sin luchar está mal de la cabeza—le dije a mi bebé poniendo mi mano
sobre mi vientre.—No es malo…bueno más o menos…pero es tan Ugh!

Tomé unas amplias respiraciones para calmarme. Salí de la ducha y me envolví en un


enorme albornoz que estaba en la puerta. Debía ser de él porque me llegaba casi hasta
los tobillos y las mangas me quedaban enormes. Verme vestida así me recordó lo fuerte
que era y lo bien que se sentían sus manos acariciando mi piel. Respiré su suave olor…

Dios Bella, como puedes desearlo…

Sacudí mi cabeza…no podía negar que lo seguía amando. Salí con cuidado del baño y
me encontré con la sonrisa cálida de la mujer que nos recibió.

--Buen dios, bambina—dijo con un marcado acento italiano, miró mi vestimenta y rió
un poco. Fue a unas puertas y desapareció tras ellas, para regresar a los minutos con un
hermoso vestido de verano color azul claro y ropa interior de ese mismo color.

--Gracias señora Gianna—le di una sonrisa mientras me colocaba con rapidez la ropa,
solamente Edward y mi doctora me habían visto desnuda, no pensaba cambiar eso
ahora.—¿conoce muy bien a Edward?—pregunté con curiosidad mientras ella me
llevaba a un hermoso tocador y empezaba a cepillar mis cabellos mientras yo la
observaba atreves del espejo.

--Conozco a Edward, desde que nació y nunca lo había escuchado tan feliz como
cuando me ha hablado de usted, quiero agradecérselo mucho. Mi pobre bambino, ha
sufrido demasiado.—sacudió su cabeza como si alejara un mal pensamiento-- Mi Esme
que es más buena que el pan, trató de darle todo el amor que tenia para dar, fue un niño
de mamá, hasta que llegó la niña Elizabeth—su voz se volvió triste-- y le contó las
cosas sin ningún tipo de consideración. Mi niño tenía al señor Carlisle en un altar y
después de eso su relación nunca ha vuelto a ser buena, por mucho que mi Esme tratara
de mediar las cosas.—suspiró pesadamente.—el pobre señor Carlisle, pensó que
ayudando a la señorita Irina—hizo un gesto de desaprobación-- a casarse con mi niño
resolvería las cosas y todo lo que hizo fue hacerle más daño a su hijo…--me sonrió con
tristeza--Perdone a esta vieja, seguro usted sabe toda la triste historia de mi niño y no
necesita de mis chismes—me palmeó la mano y se retiró de la habitación dejándome
mucho más confundida.

¿Quién era Elizabeth? ¿Por qué Carlisle, ayudó a esa mujer a casarse con su hijo? Hasta
un ciego podía ver que Edward la odiaba, como la trató en la cena lo dejo más que
claro… y ella es una arpía en todo el sentido de la palabra. La había aborrecido desde el
momento en que abrió la boca y no solo tenía que ver con el hecho de haberme roto las
ilusiones.

Creo que había demasiadas piezas sueltas en este rompecabezas y solo una persona me
podría dar las respuestas y esa persona entró a la habitación en este momento.

--Voy a darme una ducha rápida, luego bajaremos a desayunar y te llevaré de paseo—
me dijo con voz suave, nuestras miradas se encontraron en el espejo, sus ojos se veían
algo rojos, como si hubiera llorado… aunque yo lo dudo…Edward no tenia corazón y
eso ya me lo había dejado claro.—no tardaré más de cinco minutos—me aseguró
entrando al baño.

Desayunamos en una hermosa terraza, Gianna, no dejaba que nadie nos atendiera que
no fuera ella. Su dominio del español era muy bueno, por lo que se pasó todo el tiempo
que estaba a nuestro lado, dándonos consejos sobre bebés.

A pesar de estar furiosa con él, no podía evitar sonreír cuando lo escuchaba reír. Se
parecía mucho más a mi Anthony que a ese hombre déspota que me secuestró.

--A las dos de la tarde, vendrán unas diseñadoras con un surtido de sus vestidos en tu
talla, pero podemos salir a pasear, la Toscana es un lugar hermoso—me sonrió y yo
asentí.

Ese podría ser el momento apropiado para conseguir respuestas. En cuanto terminamos
de desayunar, Gianna, apareció con un sombrero de ala ancha y unas estolas con la que
me lo amarró a la cabeza, "para protegerme del sol".

--Disculpa a Gianna, es algo mandona—me dijo haciendo una mueca mientras me


llevaba hacia el costado de la casa.

--Como si tú no lo fueras—murmuré entretenida por la belleza del jardín.

--Veo que sigues siendo una gatita arisca, pequeña—dijo burlón mientras me empujaba
para entrar en lo que parecía un garaje.

--Nunca he entendido porque me dices pequeña—dije enfurruñada, mirando demasiados


autos como para que alguien los pudiera manejar todos con regularidad.

--Porque eres bajita y porque eres casi diez años menos que yo—sonrió como si hubiera
algo le hubiera hecho gracia y me ayudó a sentarme en un auto descapotable color
plateado.

--Tienes muchos autos…--dah, Bella, eso es obvio. Pensé con sarcasmo.

--Algunos… es algo así como uno de mis hobbies—hizo una mueca.

--¿Otro de tus hobbies es seducir adolescentes para que te entreguen su virginidad y


dejarlas embarazadas?—le espeté enojada…vaya y yo que creía que no tenia cambios
de humor hormonales.

--Isabella…no creo que tengo que recordarte que fuiste tú, quien me entregó su
virginidad y debo decir que lo hiciste de muy buena gana—me dijo con seriedad,
poniendo en marcha el auto. Sabía que había sido injusta en eso y que él tenía razón.

--Lo siento… no debí decir eso—me disculpé.


--No tienes nada de que disculparte, Bella. Daremos una vuelta por la campiña y
estaremos de regreso a la hora del almuerzo—me sonrió colocándose unos lentes
oscuros y pasándome un par adicional que estaban en la guantera.

Me quedaban algo grandes por lo que supuse que eran de hombre, pero aun así tenía que
preguntar.

--¿Sales mucho en este auto con tus conquistas?—pregunté tratando de sonar


desinteresada. Por el rabillo de mi ojo pude ver que sus labios se torcían hacia arriba en
una sonrisa torcida.

--Realmente nunca he conducido ninguno de mis autos con nadie que no seas tú o mi
madre de copiloto…--sonrió más—si me preguntas por los lentes, son míos.

--¿Ni siquiera con tu esposa?—solté de pronto, avergonzándome enseguida.

--Ex esposa… y no… Irina y yo, nunca fuimos un matrimonio convencional. Pareces
muy curiosa, ¿será que al fin estas dispuesta a escuchar explicaciones?—dijo pensativo
y yo me mordí el labio sin saber exactamente que pensaba, no estaba segura de querer
saber las cosas, pero me costaba seguir tratando de refrenar mi curiosidad, pero me fue
imposible dejar de preguntar.

--Entonces, ¿por qué se casaron?—ignoré su pregunta, me removí intranquila, la


curiosidad estaba sacando lo mejor de mí. Ni siquiera debería estarle hablando. Él me
miró y soltó un suspiro.

--Conocí a Irina cuando yo tenía tu edad, nuestros padres eran amigos. Entablamos una
amistad, incluso llegue a pensar que estaba enamorado de ella—sonrió tristemente y yo
me encogí, me dolió saber que la había querido—luego empezó a mostrarse muy
interesada en conseguir que le regalara cosas y en que todos supieran que estaba
conmigo. Así que me di cuenta de su juego además de algunas otras cosas que no sabía
sobre ella y me alejé. Cuando tenía casi veintidós años recibimos la noticia de que la
hermana mayor de Esme había muerto y a pesar de todo el daño que nos había hecho,
no dejaba de ser parte de mi familia. –apretó con fuerza el volante—Carlisle la dejo
entrar a mi apartamento con la pobre excusa de que pensó que necesitaba un amigo. Yo
estaba muy tomado y no recuerdo como fueron las cosas—empezó a disminuir la
velocidad y se echó a un lado del camino, bajo la sombra de unos árboles.—A la
mañana siguiente me desperté encontrándola en mi cama… --se pasó la mano por los
cabellos y yo sostuve la respiración, debía recordar que eso había sido hace muchos
años. Lo que no es en tu año, no es en tu daño. Traté de recordar.

--Le pedí que se marchara y que no se hiciera a la idea de tener una relación conmigo,
hacia años me había engañado y no le iba a permitir hacerlo de nuevo—soltó una
carcajada sin humor y me miró fijamente—un mes después regreso junto con mi
padre…para decirme que estaba embarazada—jadeé y él me tomó de la mano. Estaba
tan consternada que no me importó—le dije que mantendría al niño si cuando nacía la
prueba de ADN confirmaba que era mío, pero mi padre se interpuso y terminé
casándome casi a la fuerza, alegando que estaba deshonrando a la hija de sus mejores
amigos. Le juré que nunca le pondría un dedo encima y así lo cumplí—me dijo
suavemente—después de la ceremonia tomé un avión y me fui a Nueva York mientras
ella se quedó en Londres, después de mucho pensarlo empecé a pensar que tener un hijo
no sería tan malo. No amaba a su madre, pero seguramente amaría al niño --bufó y
sacudió su cabeza—compré ropitas de bebe e inclusive juguetes, …dos semanas
después Irina me llamó para informarme que había sufrido un aborto.—Apreté su mano,
sabiendo lo mucho que debió dolerle eso, yo no sabría que hacer en una situación así.

--Regresé a Londres de inmediato, pero hubo algo que me estuvo dando vueltas en la
cabeza durante el viaje. Así que en cuanto llegué, llevé a Irina prácticamente a rastras a
un ginecólogo.

--Oh Edward…lo siento mucho—él sonrió con tristeza y me besó la mano.

--No sientas pena por mí, pequeña…No había tal bebé…nunca lo hubo…Irina padece
de matriz infantil…ella no lo sabía. Por lo visto había estado tratando de quedar
embaraza de uno de sus amantes para hacer pasar el niño como mío y cuando no lo
consiguió pensó en fingir un aborto. Siempre estuvo tras mi dinero, como todas las
demás.

Sin pensarlo, lo abracé. Esa despreciable mujer, ¿cómo pudo hacer algo tan horrible?
Nadie se merece ese tipo de dolor. Lo sentí inhalar profundamente en mi cuello y yo
acaricié sus cabellos.

--Lamento haberme hecho pasar por alguien que no era…pero cuando te vi, por primera
vez en mi vida, quise que alguien me quisiera por quién era y no por lo que tenia. A tu
lado me sentí feliz como nunca lo había estado, podía permitirme ser yo mismo—lo
sentí hacer una mueca—solo que tenia que decir mentiras, pero era yo, por una vez pude
sentir un amor incondicional. Eso fue lo que me obligo a mentirte…eso y que me había
enamorado por primera vez en mi vida.—murmuró contra mi cuello.

Podía entender su miedo, podía entender su dolor al nunca haberse sentido amado por si
mismo, siempre esperando que alguien quisiera sacar beneficios…pero aun quedaba la
dura realidad que me había convertido en su amante, sin que yo lo supiera. Con el
tiempo podía llegar a perdonar las mentiras sobre su identidad, pero no sabia si podía
perdonar su engaño y el hecho que me utilizó como a una fulana.

--Creo que es mejor que regresemos a tu casa—le dije con suavidad, no queriendo dejar
que mi corazón se ablandara del todo. Lo sentí depositar un beso en mi cuello y eso me
hizo temblar.

--Tienes razón, debemos almorzar y además no has podido apreciar el paisaje.— puso
en marcha el auto y se dedico a explicarme todo sobre el viñedo que colindaba con la
casa.

Decidí tratar de comportarme civilizadamente con Edward. A raíz de nuestra


conversación se habían abierto más dudas. Aun me quedaba la curiosidad de saber que
fue lo que le había dicho esa mujer llamada Elizabeth para romper su relación con su
padre, ¿por qué no se divorció de esa horrible mujer en ese tiempo?

Acepté su ayuda para bajar y nos encaminamos a mi habitación. Me extrañó que entrara.
--¿Dónde está tu habitación?—le pregunté, temiéndome la respuesta cuando lo vi entrar
al armario y sacar su ropa. En la mañana lo vi usar el baño, pero pensé que era porque
no quería perderme de vista.

--Es esta—me respondió pareciendo confundido.

--Oh, no. Eso sí, que no—le dije molesta poniéndome las manos en las caderas.

--Isabella, pronto serás mi mujer, no hay motivo para que no durmamos juntos—me
sonrió torcidamente, dejando caer su camisa antes de entrar al baño mostrándome su
musculosa espalda, haciéndome recordar lo bien que se sentía pasar mis manos por ella
y enterrar mis uñas en su piel cuando hacíamos el amor.

--¡Basta!—me regañé a mí misma, sintiendo como un flujo cálido bajaba a mis partes
femeninas. Caminé con decisión hacia el armario y recogí las pocas prendas de ropa que
reconocía como mías y me las lleve a otra habitación. Cuando terminé de vaciar el
armario de mis ropas y colocarlas en la otra habitación, bajé las escaleras
triunfantemente.

Veamos qué le parece eso al señor se hace todo lo que quiero.

Un hombre de unos cincuentas años a quien no le entendía nada, me empezó a hacer


señas. Le pregunté por Gianna y asintió emocionado por que al fin nos estábamos
comunicando.

Me llevó a un comedor y me hizo una señal de alto con las manos. Supongo que debo
esperar en este lugar. Gianna, me trajo algo de beber y a los pocos minutos llegó
Edward con una sonrisita de suficiencia que me hacia querer borrársela de un golpe.

--¿Haz seguido con solo las nauseas o has empezado a vomitar en las mañanas?—me
preguntó de pronto, agradeciéndole a Gianna la comida que nos había servido.

--Ya casi no tengo malestares, las nauseas son muy esporádicas, la doctora que consulte
me dijo que en par de semanas cuando cumpla los tres meses probablemente empiecen a
desaparecer del todo.—empecé a jugar con mi comida.

--Come…--me ordenó y sentí como las aletas de mi nariz se ensancharon cuando bufé
—No quise ordenarte—sacudió su cabeza—por lo visto lo hago todo mal contigo…--
murmuró para más para él que para mí—no te he visto comer casi nada en estos días, no
es bueno para el bebe—dijo en voz suave. Yo asentí y empecé a comer hasta sentirme
completamente llena.

--Edward…--pregunté un tanto insegura.

--¿Si?—preguntó ayudándome a levantar.

--¿Por qué no te divorciaste antes?—me miró y me dio una triste sonrisa—Mi padre
tiene la creencia de que los hombres Cullen, no se divorcian. Seguí casado como una
manera de castigarme a mí mismo por haber perdido el control con la bebida esa noche.
Desde esa vez no volví a estar con ninguna mujer hasta que llegaste tu.—murmuró
acercando su rostro al mío, siempre que lo miraba a los ojos, me sentía como presa de
un embrujo que no me dejaba mover.—en cuanto te entregaste a mí, recordé que no era
un hombre libre y le pedí a mis abogados que tramitaran el divorcio.—su aliento era
casi toxico, mis sentidos estaban embotados—en ese tiempo mi amor por ti y mi deseo
por tu cuerpo nublaban mi juicio…todavía no puedo pensar con claridad cuando te
tengo tan cerca—sentí una de sus manos en mi espalda y la otra en mi cuello, antes que
me diera cuenta nuestros labios se movían casi con frenesí. Mis manos encontraron el
familiar camino a su cabello. Su sabor era mucho mejor de lo que recordaba, volver a
sentirlo, despertó muchos de mis recuerdos dormidos. Dejé que su lengua explorara a
gusto mi boca, arrancándome unos cuantos gemidos de paso.

--Te amo—jadeó por la falta aire, sobre mis labios.

Mis labios me picaban pidiéndome seguir en contacto de los suyos, los sentía arder por
sus besos. Cuando al fin encontré mi voz, tocaron a la puerta para avisar que habían
llegado las diseñadoras. No podía negar que lo amaba, sería una estupidez tratar de
engañarme a mí misma.

Edward, tenía razón en que no podía dejar que mi egoísmo y mis deseos de hacerle
daño, se antepusieran a las necesidades de mi bebe. Pero si seguía con esto, seria bajo
mis condiciones.

--No te preocupes, no pienses en lo que acaba de pasar -- me susurro, dándome un beso


en la frente

Nunca antes me encontré rodeada de tantos vestidos, estaba totalmente atontada


mientras las diseñadoras me median todas sus creaciones y me hacían salir a la sala de
estar donde estaba Edward trabajando desde su portátil. Solo levantaba la mirada para
aprobar o no un vestido. No sé como antes no me percaté de su aura de poder, se notaba
que estaba acostumbrado a dar órdenes y que estas fueran obedecidas.

Las modistas no paraban de alabarlo y decirme lo afortunada que era, al estar por
casarme con él y más blah, blah, blah…

--Edward, no tienes que comprarme todos esos vestidos…--le dije exasperada—en un


par de meses no me van a quedar—sabia que sonaba como una niña de cinco años y no
me importaba.

Me sentía irritable y cansada, además de aburrida.

--La mayoría de los vestidos son playeros, se estiraran cuando estés hermosamente
redondeada con mi hijo—dejo la portátil a un lado y acarició mi plano vientre. El
contacto era demasiado íntimo, así que alejé antes que las cosas pasaran a más. Él
suspiró —Bella, quiero hacer todo para que te sientas cómoda. Tu ropa de Seattle no te
servirá con este clima, ordené unos cuantos vestidos para que pudieras usar mientras
llegaban las diseñadoras. Si hay algo que necesites, no dudes en decírmelo.

--¿Tienes una biblioteca?—le pregunté esperanzada. Frunció el ceño.


--Sí, pero dudo que tenga algo que te guste, son en su mayoría libros de negocio y leyes.
—suspiré derrotada—pero en Volterra hay una buena librería, en una hora podemos
estar allí si quieres—yo asentí y no pude evitar sonreír al reconocer en ese gesto al
hombre de quien me enamoré.

EPOV

Traté de alejar todos los malos pensamientos de mi mente, en dos días estaría casado
con Bella y podría relajarme. La volvería a enamorar y me volvería a ganar su
confianza, aunque fuera lo último que hiciera. Ya al menos había conseguido besarla sin
perder la vida en el intento.

Subimos a la habitación y ella siguió de largo hacia el cuarto donde había puesto sus
ropas, se llevaría una gran sorpresa esa pequeña bribona.

Me había quitado la correa de los pantalones de vestir y la camisa, cuando entró a la


habitación claramente enojada.

--¿Dónde está toda mi ropa?—me miró enojada y quitó la mirada rápidamente


sonrojándose.

--Esta en tu armario—le respondí mientras señalaba inocentemente las puertas detrás de


mí.

--Pero esta es tu habitación—refunfuñó.

--Y la tuya también—le sonreí y cuando la vi que iba a contradecirme la corté—


Isabella, nos te voy a tocar un pelo a menos que tú quieras, la cama es muy amplia
como puedes ver y si te sientes más segura podemos poner una barricada de almohadas
en medio. No quiero despertar habladurías entre los empleados por el hecho de que no
durmamos juntos.

--Me voy a llevar mi ropa a la otra habitación—dijo testaruda.

--Y yo la traeré de nuevo, podemos hacer el ejercicio toda la noche si quieres, pero
dormirás en esa cama, conmigo—cruzó los brazos bajo su pecho—imagina el disgusto
de la pobre Gianna, al descubrir que no nos llevamos—la vi morderse el labio y supe
que ya había vuelto a ganar. Ella le había tomado cariño a mi nana y no iba a quererla
preocupar..

--Bien… pero por lo menos deberías tener la decencia de subirte un poco los pantalones
—me espetó con voz fría.

--Eres una pequeña mentirosa, me deseas tanto como yo a ti—le dije llevándome la
satisfacción de ver como su rostro se tornaba rojo, cuando me deleite viendo como me
comía con los ojos mientras me desvestía.

--No es cierto, yo no te deseo—murmuró muy roja y yo sabía que estaba mintiendo--


¿Eso es…?—en cuanto sus ojos se fijaron en mi cuello pude saber a qué se refería.
--Sí…--me acerqué a ella soltándome la cadena que tenia puesta—es tu anillo…lo llevo
desde que me lo devolviste…me hacía sentirme más cerca de ti—tomé su mano
izquierda y lo volví a deslizar donde pertenecía.

--Si era de tu abuela; ¿por qué no lo portaba tu esposa?—sus ojos estaban llorosos.

--Lo porta mi esposa—besé su mano—nunca le hubiera entregado ninguna de las


reliquias de mi familia a esa mujer. Mi padre tuvo que comprarle inclusive los anillos de
matrimonio, porque yo me rehusé a hacerlo. —acaricié su mano--Ya basta de temas
trágicos, cámbiate para poder llegar a Volterra antes que cierren la librería.

Me puse unos cómodos vaqueros y una camisa. Bella iba hermosa con un vestido sin
mangas color durazno.

Estuvo callada durante todo el camino, pero la veía jugando con su anillo, así que
supongo que estaba pensando en nuestra relación.

Cuando llegamos a la librería, paseó feliz por los pasillos, yo la seguía como una
sombra, encantado con cada una de sus expresiones faciales y la alegría. Mi teléfono
sonó y le entregué mi tarjeta de crédito diciéndole que la esperaba afuera cuando
terminara, ella solo levantó la vista, lo pensó unos segundos antes de asentir y tomar la
tarjeta. Ya había hablado con el dependiente de la librería por lo que no había
problemas.

--Alice, ¿a qué debo el placer de tu llamada?

--No vengas con idioteces conmigo, Cullen. ¿Dónde esta Bella? ¿Cómo es eso que
Jasper me dice que se casan en dos días?

--Bella, está comprando unos libros, estamos paseando por Volterra, un hermoso
pueblo. Si nos haces el honor de contar con tu presencia en nuestra boda, le diré a Jasper
que te traiga—escuché a Jasper decirle algo y ella le respondió irritada.

--Claro que voy a ir y si Bella, me dice que la estas obligando te voy a dejar
imposibilitado de tener más hijos. ¿Me escuchaste?—me gritó antes de colgar el
teléfono.

Sacudí mi cabeza, pobre Jasper, no le envidio para nada la noviecita. Suspiré y me pasé
la mano por el cabello, cuando iba a entrar, volvió a sonar mi teléfono, solo que esta vez
era mi madre, para decirme que había llegado y nos estaba esperando en el Palazzo. Me
pinché el puente de la nariz, se suponía que ella debía llegar mañana en la noche con
todos los demás invitados. Siguió regañándome diciéndome que un hombre no se podía
ocupar de una boda, cuando caí en cuenta que estaba anocheciendo y Bella debía haber
salido de la tienda.

Le pregunté al encargado por ella y me respondió que había salido a buscarme. Recorrí
toda la tienda buscándola y encontré una salida adicional muy parecida a la que
entramos.
Maldición… ¿estaba huyendo? Soy un imbécil…. Di por sentado que había aceptado
ser mi esposa… Estaba molesto, tanto con ella como conmigo mismo, ya decía yo que
había sido demasiado fácil. Ella estaba actuando, me hizo creer que todo iba bien para
tener la oportunidad de escapar. Maldita sea, debí haber traído escoltas.

Los llamé y les dije que vinieran enseguida, la busqué por todas las calles sin
encontrarla…

¿A dónde había podido ir? No quería siquiera considerar la posibilidad de que algo le
hubiera pasado.

Habían transcurrido unos treinta minutos desde que me había percatado que se había
escapado cuando recibí una llamada. Era un policía que me decía que habían capturado
a una indocumentada que se había robado mi tarjeta de crédito. Respiré aliviado por un
segundo y luego empecé a bramar y amenazar, pidiendo que la tuvieran lista para
cuando yo la recogiera.

Llegué a la estación de policía en menos de cinco minutos, a pesar que se hallaba a las
afueras del pueblo. Mi ira estaba bullendo a fuego lento y lo más seguro seria que se
desataría en cuanto la viera. Al parecer la encontraron vagando por las calles y la
apresaron por no tener documentos. Al parecer fue una prostituta con quien compartía la
celda, tradujo lo que ella decía, pero nadie le creyó que era mi prometida, pero de todos
modos me llamaron. Luego que hablaron conmigo la habían pasado a una sala de
interrogatorio donde me esperaba, según ellos muy apenados por la equivocación. Llené
las formas, mientras le gruñía a todos los que se acercaban, no quería imaginarme a mi
Isabella en una celda junto a prostitutas como si fuera una criminal, mi humor era tal
que inclusive el jefe se apersonó a la estación en su día libre y fue quien me la entregó
junto con la bolsa de libros que compró.

--Edward—dijo llorando corriendo hacia mí. Envolvió mi cintura con sus brazos. Puse
mis manos sobre sus hombros y la separé hasta que tuve la certeza que me miraba.

--Isabella, lamento no ser el príncipe azul de tus sueños, tengo que romperte la burbuja
y hacerte entender que te vas a casar con un hombre de carne y hueso; cometo errores,
no soy el súper héroe con el que soñabas, pero tampoco soy el chico malo de la película.
No tenias porque huir, para no enfrentarte a mi ¿Tienes idea de lo que te pudo haber
pasado si la policía no te encuentra? Arriesgaste tu vida y la de nuestro hijo de manera
estúpida, solo por escapar de mí. T- me cortó.

--Yo no me escapé…--dijo entre lagrimas—hice exactamente lo que me dijiste, salí de


la tienda y tu no estabas a fuera, camine un poco buscándote en las demás, pensando
que estabas comprando algo y cuando salí seguí vagando pero ya no recordaba hacia
donde quedaba la tienda y m-me arrestaron, y-yo traté de explicarles y pedirles que te
buscaran pero nadie habla español—sollozó y yo me quería golpear por imbécil.

La estreché contra mi cuerpo y acaricié sus cabellos, consolándola.

--Ah…Isabella…ya ves que es cierto, que nada de lo que hago contigo me sale bien…--
le murmuré, besando su cabeza.
--Al fin he comprendido que no puedo castigar a mi hijo por los errores de su padre. Tú
mereces conocer a tu hijo y nuestro hijo merece conocer a su padre. Yo puedo odiarte,
pero esos son nuestros problemas, no los suyos. No lo castigaré por algo que no es culpa
suya—me dijo suavemente, seguro tratando de evitar más problemas y yo la separé de
mi cuerpo, solo que esta vez fue para secar sus lagrimas. Aun me dolía que dijera que
me odiaba, pero sabía que lograría reconquistarla, solo tenía que dejar de comportarme
como un idiota.

--Eso está bien, ¿eso significa que la boda sigue en pie?—le traté de bromear, mientras
la sacaba de ese espantoso lugar.

--Sí…pero tenemos que poner reglas—me dijo seriamente.

--Sí, mi bella dama—le dije besando su mano y ayudándola a subir al auto.

--¿Sabes lo que pienso, Edward Cullen?—me dijo secándose las lagrimas.

--No. Pero estoy seguro que me lo vas a decir—le respondí con un poco de sarcasmo.

--Que eres bueno cambiando de profesiones, primero fuiste guardaespaldas, luego un


millonario hombre de negocios, hace dos días te convertiste en secuestrador y ahora en
un caballero de reluciente armadura. Debo decir que me tienes sorprendida…--añadió
con burla frotando sus manos buscando calor. Me recordó un poco a cuando me
bromeaba los primeros días que nos conocimos, pero sabía que aun así distaba mucho
de eso.

--Al menos estarás segura que tu esposo puede cambiar de profesión con facilidad. —le
respondí bromeando.

--Quisiera conocerte—me tensé sin saber a qué se refería, miré a la carretera y la vi


mover las manos nerviosamente.

--Tu sabes quién soy—le dije precavidamente.

--No sé cual de todas tus personalidades, es la verdadera—dijo con suavidad.

--Se podría decir que eres la única persona que conoce al verdadero yo—esperaba que la
sinceridad de mis palabras, la hiciera aceptarlas.

BPOV

Me quedé un buen tiempo callada. Había sido una tarde horrible y quería dejarla en el
olvido lo más pronto posible.

Solo había algo que me seguía dando vueltas, Edward es un hombre de carne y hueso, a
veces pienso que lo tenía demasiado idealizado cuando éramos novios. Él me había
mostrado facetas que me hacía que mi cabeza doliera, por tantos cambios de humor. A
veces dulce y comprensivo, a veces dominante y obtuso, a veces asustado y dolido,
juguetón y amable, serio y siniestro, libre y despreocupado, malcriado y adinerado,
confiado y cariñoso, presumido y arrogante…cielo la lista seguía y seguía…
Dios… ¿Cuál de todos era Edward Cullen?

--Dime cuales son las reglas, que deseas que cumpa—me dijo mirando fijamente el
camino. Suspiré

--Nada de besos y tú sabes qué. Si algo llegara a pasar es porque yo te lo pido—cosa


que no va a pasar, añadí en mi mente para no crear más disgustos. Lo vi sonreír
presumido. Rodé los ojos, veía que estaba muy confiado, pero yo no iba a ceder. —Ya
que es mi boda, quiero elegir mi propio vestido y quiero a mi padre conmigo. Prometo,
no escaparme, ni acusarte de secuestro, como debería hacerlo. —su mandíbula se
tensó…hablando de cambios humor… estoy a punto de pensar que estoy por casarme
con un bipolar.

--No te secuestré—me dijo petulante.

--Sí, claro…--rodé mis ojos. —quiero que me firmes un documento donde quede claro
que en caso de divorcio me quedo con mi hijo. —cerré un ojo y me pegué a la puerta,
esperando que estallará.

--No habrá divorcio, Isabella. Una vez nos hayamos casado, será para toda la vida—me
gruñó.

--No me casaré sin ese documento—le dije seriamente.

--Bien—dijo entre dientes— ¿debo incluir también a nuestros futuros hijos o solo este?
—me dijo y yo me atraganté. —No pensaras que seremos célibes por el resto de
nuestros días—lo escuché reír, sabiendo que me había atrapado.

--No, no lo sé… todos… creo…--dije avergonzada, si teníamos más hijos, significaría


que volveríamos a tener relaciones, solo pensar en eso, me hacia recordar todas las
noches que compartimos juntos.

--Debo, advertirte que mi madre, llegó con antelación para ayudar con los preparativos
de la boda…te suplicó que no le demuestres tu desagrado por mi…ella piensa que nos
reconciliamos…mi madre es muy romántica, pero también es una mujer bastante frágil
de salud aunque no lo aparente, yo trato de darle la menor cantidad de disgustos aunque
no siempre lo consigo—me pidió aparcando el auto frente a la casa.

--No te preocupes, Esme me agrada mucho, nunca pondría en riesgo su salud—le dije
con sinceridad.

--Gracias, sé que no lo merezco…--me ayudó a bajar del auto, justo antes que las
puertas se abrieran mostrando a una radiante Esme.

--Bella, estoy feliz de verte de nuevo—me abrazó, luego besó a Edward y le haló un
cachete como a un niño pequeño. Lo vi rodar los ojos y teñirse de un leve rubor…eso
era algo que yo nunca pensé ver.—Vamos, vamos, que hay demasiadas cosas por hacer.
Dios solo tenemos un día para tenerlo todo listo, entiendo las prisas, pero creo que en un
mes más no se te hubiera notado, la pancita—me llevó apresuradamente hasta el estudio
donde cerró las puertas en las narices de Edward.
Quise reír, pero me contuve al ver varios tipos de bocadillos y postres en miniatura
sobre una mesa, junto a una computadora portátil encendida, prácticamente cubierta por
trozos de tela.

Wao… pensé en mi mente. Seguro mi cara denotaba asombro, porque la escuché reír.

--Se nota que estoy un poquito emocionada por organizar la boda de mi bebé.—sonrió.
Lo que dijo me intrigó.

--Edward, ¿no la dejo planear su primer matrimonio?—dije sin pensar y su sonrisa


desapareció.

--La primera boda, fue solo una breve ceremonia en el registro civil…supongo que
sabrás que Carlisle, tuvo mucho que ver en eso—dijo aparentemente avergonzada.

--Lo siento, Esme. No quería tocar ningún tema que te hiciera sentir incomoda—dije
presurosa.

--Eso es pasado. Lo importante es que finalmente tengo de vuelta a mi hijo y es gracias


a ti.—tomó mi mano y la apretó.—Creo que has notado que es mi consentido, aunque
no siempre pasa tanto tiempo conmigo como quisiera. Mi esposo y Edward no pueden
pasar mucho tiempo en una misma habitación sin que estalle una guerra, pero eso no me
importa; con tal de verlo unos días, vale la pena el disgusto.—sonrió.

--Supongo que se debe a que es hijo único.—dije tomando una servilleta. Ella suspiró.

--Debo reconocer que siempre me he inclinado más por Edward de lo que debiera, debe
ser porque lo quiero por seis—sonrió tristemente, pero yo no entendía nada.—Edward,
¿te comento que perdí cinco bebes?—Yo abrí mucho los ojos y negué mordiéndome el
labio.—Siempre los perdía en el primer o segundo mes, el ultimo nació muerto y el
doctor dijo que nunca podría tener un hijo—yo jadeé con fuerza y ella me sonrió
palmeándome la pierna—un año después llegó Edward y yo tuve a mi hijo contra todo
pronóstico.—su sonrisa fue radiante—desde entonces lo he mimado y apoyado en todo.
Carlisle por lo general me hacía caso, pero me ignoró totalmente en cuanto a Irina.—
sacudió la cabeza.

--Lo siento mucho Esme—le dije mortificada.

--No te preocupes cariño. Basta de hablar temas tristes y pongamos manos a la obra.

Después de eso no tuve tiempo de pensar en nada, me vi envuelta en escoger servilletas,


cubiertos, mi vestido de novia, flores, arreglos. Probar los bocadillos, la comida y los
postres, para lo que Esme, sacó a Edward de una conferencia telefónica de negocios o
algo así.

Cenamos y lo dejamos todo preparado, nos dimos las buenas noches. Me preparé para la
cama y encontré a Edward sentado en un sofá en una esquina de la habitación,
escuchando música clásica, se veía agotado.

Me había estado muriendo por preguntarle algo. Me acerqué con cuidado.


--¿Edward?—le dije bajito por si acaso estaba dormido.

--¿Dime?—respondió sin abrir los ojos y palmeó el asiento a su lado invitándome a


sentar. Pasé mi peso de un pie al otro y solté mi pregunta de pronto. No atreviéndome a
sentarme a su lado.

--¿Quién es Elizabeth?—lo vi tensarse, se levantó y eso hizo que lo mirara a los ojos. Se
pinchó el puente de la nariz y empezó a respirar pausadamente. — Si no quieres
decírmelo está bien—me apresuré a decirle sintiendo su molestia.

--¿Dónde escuchaste ese nombre?—me preguntó en un susurro. Me mordí el labio, no


queriendo delatar a Gianna. Él suspiró—Elizabeth… era la hermana mayor de Esme,
murió cuando yo tenía veintidós años—se pauso un momento, como decidiendo algo y
tomó mi rostro entre sus grandes manos—pero también era mi madre.

Jadeé, sin saber que decir. Ahora entendía las cosas mucho menos que antes.

CAPITULO 15

CONOCIENDO

--¿Quién es Elizabeth?—lo vi tensarse, se levantó y eso hizo que lo mirara a los ojos.
Se pinchó el puente de la nariz y empezó a respirar pausadamente. — Si no quieres
decírmelo está bien—me apresuré a decirle sintiendo su molestia.

--¿Dónde escuchaste ese nombre?—me preguntó en un susurro. Me mordí el labio, no


queriendo delatar a Gianna. Él suspiró—Elizabeth… era la hermana mayor de Esme,
murió cuando yo tenía veintidós años—se pauso un momento, como decidiendo algo y
tomó mi rostro entre sus grandes manos—pero también era mi madre.

Jadeé, sin saber que decir. Ahora entendía las cosas mucho menos que antes.

BPOV

--Vamos siéntate…--me dijo ayudándome a sentarme. Dirigiéndose a una pequeña


nevera en la esquina.--¿Quieres beber algo? Porque yo si lo necesito para esta
conversación—preguntó sirviéndose una copa de algo que parecía licor.

--Estoy embarazada…—le dije y él me devolvió una sonrisa triste.

--Eso lo sé…no solo tengo licor aquí, tengo leche y jugos—sentí que el color cubrió mis
mejillas y negué con la cabeza. Tomó un trago y se sentó a mi lado. —Por dónde
empezar…--suspiró.

--No tienes que decirme nada, Edward…--le dije notando que era un tema delicado,
aunque por dentro me moría por conocer las respuestas.

Se pasó la mano por la cara y terminó lo que había en el vaso.


--Supongo que debo empezar por el principio. Las hermanas Platt… Elizabeth, Esme y
Rosalie. Según sé en una reunión de negocios entre padre de Esme y el de Carlisle fue
donde se conocieron. Al parecer se realizó en la mansión Platt y allí fue donde la
historia de amor entre Esme y Carlisle inició—dijo en tono de burla. Pero yo no
entendía porque se expresaba con sorna de sus padres y como era que Elizabeth era su
madre.

—Se casaron en poco tiempo, pero resulta que la hermana mayor de Esme, siempre
estuvo enamorada de su cuñado. —jadeé y él sujeto mis manos con fuerza—Esme
estaba teniendo muchos problemas para tener hijos, cada embarazo ponía más en riesgo
su salud, pero a mi padre parece que no le importaba, nada que no fuera tener un
heredero—acarició su mejilla con mi mano que estaba entre las suyas, como buscando
consuelo.

--Al parecer a mi padre se le hizo fácil cambiar una hermana por otra y embarazó a
Elizabeth. La mantuvo amenazada durante todo su embarazo con decirles a mis abuelos
que ella lo había seducido. Los Platt eran realmente conservadores y la repudiarían en
cuanto se enteraran, le dijo que se encargaría de desacreditarla como madre para que le
entregaran la custodia legal. La mantuvo hasta que dio a luz en su casa de huéspedes
detrás de la casa que compartía con su esposa. Luego me compró por una fuerte suma
haciendo que ella firmara los papeles en los que cedía todos los derechos como madre y
me entregó como regalo a su esposa, que en esos momentos daba cualquier cosa por un
hijo, aunque ese hijo fuera el fruto de una dolorosa traición…--terminó con un susurro.

--Edward…--él sacudió su cabeza.

--No pasa nada Bella, conozco esa verdad desde que tengo diez años. Ya no me molesta
tanto como antes. Mi madre y yo hemos tratado de dejar eso en el pasado. Esme no
tiene la culpa de nada, ella es una buena mujer, nunca me ha hecho sentir menos,
siempre me ha dicho que soy el hijo de su corazón. No he podido tener mejor madre—
me palmeó la mano, yo no sabía que decirle, ni como comportarme.

--Tu madre…es decir Elizabeth… ¿fue quien te contó la relación que tuvo con tu padre?
—no podía creer que una madre le causara tanto dolor a su hijo, pero si era cierto lo que
Gianna me contó, la responsable del distanciamiento entre Carlisle y Edward, había sido
Elizabeth.

--Llegó un día después de mi cumpleaños número diez. Mis padres habían salido y el
personal no sabía de la historia, solo Gianna pero ella estaba de vacaciones visitando a
su hermana… ni siquiera la madre de de Jasper y Rosalie, estaba enterada. Yo había
visto a "la tía Elizabeth" en un par de ocasiones pero siempre que venía era para hablar
con Carlisle en su despacho, cuando mi madre no estaba en casa. —se rió sin humor—
me habían hecho una pista de carreras a escala y regalado para mi cumpleaños un
Ferrari, lo estaba conduciendo porque en ese tiempo quería ser piloto de fórmula uno—
wao…supongo que se debe tener demasiado dinero cuando se le compra de regalo a un
niño de diez años un auto de carreras

—Me observó mientras hacía mis vueltas, cuando me cansé y estacioné. Me lo contó
todo, mis abuelos se enteraron de todo y la desheredaron cuando yo tenía un año más o
menos. Desde ese tiempo Carlisle, la mantenía. Elizabeth, me aseguró que seguían
viéndose a espaldas de Esme.

Dios mío… ¿le dijo eso a un niño de diez años? ¿Qué clase de mujer es esa, para
causarle semejante dolor a su propio hijo?

--Cuando lo confronté, lo único que negó era que siguiera acostándose con Elizabeth.
Carlisle, me aseguró que Elizabeth solo actuaba de mala fe ya que él se había negado a
pagar la ultima deuda de juego que había adquirido, me dijo que no se arrepentía de
haberme separado de Elizabeth cuando nací y desde ese momento empecé a odiarlo.
Esme, desde ese entonces ha tratado por todos los medios de reconciliarnos pero ha sido
en vano. —se levantó de golpe y se sirvió otro vaso, tomándoselo de un trago

–Cuando cumplí dieciocho años, contraté un detective para encontrarla. No la habia


vuelto a ver desde ese dia…desde que Carlisle le retiró el apoyo económico…Elizabeth
había empezado a prostituirse.

Me llevé las manos a la boca para que no me oyera sollozar. Edward, estaba de espaldas
a mí. Quería abrazarlo y consolarlo pero no logré hacer mi cuerpo reaccionar.

--Cuando la encontré estaba mal…había empezado a experimentar con drogas unos


años antes de mi mayoría de edad. Luché cuatro años para sacarla de esa vida…pagué
los mejores centros de rehabilitación, pero siempre que salía, recaía. Cuando me negaba
a darle dinero, volvía a vender su cuerpo. Uno de clientes la mató antes de suicidarse
cuando yo tenía veintidós años. Logramos hacer que la historia publica fuera que ella
había estado en el lugar y momento equivocado. —lanzó el vaso contra la pared,
rompiéndolo en pedazos. Mis lágrimas caían libremente por mis mejillas, aun no podía
creer que algo así hubiera podido pasar en una familia con tanto dinero y tanta clase.
Edward, se habia visto sometido a más dolor del que cualquier persona debería estar
expuesta.

--Le fallé… aunque no la sentía como mi madre ya que ese lugar siempre lo ha tenido
Esme, me preocupaba por ella…después de todo fue quien me dio la vida…--su voz se
rompió y antes de darme cuenta lo estaba abrazando. Él sujeto mis mejillas con fuerza,
obligándome a mirarlo.

--Bella… por eso te dije que no podía dejar que mi hijo naciera bastardo, no podía ver
repetirse la historia, por eso tenía que obligarte a ser mi esposa por los medios que
fuera, para que yo pudiera cuidar de ti, de él…me aterraba pensar que sin mi ayuda
llegara a pasarte algo y terminaras como Elizabeth… yo no podía perderte… Dios,
Bella; no a ti—estrelló sus labios con los míos, la desesperación que él sentía me la
estaba transmitiendo en ese beso, al igual que sus miedos y sufrimientos.

No supe que fuerza oscura se apodero de mi cuerpo, pero antes que pudiera pensar
racionalmente, estaba mordiendo su labio, mis manos hicieron saltar los botones de su
camisa, para recorrer su pecho con mis dedos. El beso se empezó a poner cada vez más
apasionado, su lengua luchaba por dominar la mía y de pronto me sentí siendo recostada
en algo blando.

--Ed-Edward…--le dije casi sin aliento. Quería hacerlo sentir bien…pero no así
--Oh, Bella…--murmuró contra la piel de mi cuello, una de sus manos en mi muslo y la
otra fuertemente cerrada sobre mi pecho.

--No… --gemí--debemos parar—traté de pensar coherentemente, cosa que me resultó


casi imposible cuando su lengua se enroscó en mi pezón. Me arqueé como un gato…
mis pechos se habían vuelto tan sensibles por el embarazo; que las caricias que estaban
recibiendo ahora mismo, me tenían casi al borde del abismo.

--Déjame, amarte… te necesito…--susurró contra mi pecho húmedo por su saliva


haciendo que se volviera una piedrecilla al recibir su aliento. Su mano subió por mi
muslo, cuando su boca se ocupó del otro pecho.

--Edward…--olvidé lo que iba a decir cuando su mano apartó la tela que cubría mi
centro e introdujo un dedo, haciéndome jadear y mover mis caderas para conseguir más.

--Mira como estas por mí, Isabella…tan húmeda y preparada--añadió otro dedo y yo
copié sus movimientos, totalmente perdida en el deseo que había estado tratando de
evitar sentir desde que volví a verlo. —tu cuerpo responde a mi—sus dedos dejaron mi
interior y yo lloriqueé en protesta-- porque yo te enseñé esto—se introdujo en mi con
una sola estocada, su voz era tan posesiva y eso extrañamente mando una corriente a mi
cuerpo.

--¡Oh!—fue lo único que pude decir en un jadeo. Como había extrañado esto…me volví
a sentir completa.

Envolví mis piernas alrededor de sus caderas y presioné su trasero con mis talones, para
hacerlo entrar más profundo.

Ninguno volvió a decir nada, los únicos sonidos que llenaban la habitación, eran
nuestros jadeos y gemidos.

Sabía que después me arrepentiría, pero en este momento necesitaba de Edward con la
misma desesperación que él a mí.

Mis uñas se clavaban en su espalda, escucharlo jadear en mi oído, me envió al borde y


él lo sabía. Conocía mi cuerpo con una precisión asombrosa. Mordió con cuidado mi
oído y llevó su mano a donde nuestros cuerpos se unían en una danza tan antigua como
las estrellas…y eso fue exactamente lo que vi cuando movió dos dedos en círculo sobre
mi clítoris. Estrellas…

--Oh. Cielos. Edward…--grité cuando pequeñas convulsiones de placer recorrieron mi


cuerpo, una y otra vez.

Edward, aceleró su paso y bombeó dentro de mí unas cuantas veces más antes de
acompañarme en el camino del éxtasis. Se desplomó sobre mí y escondió su rostro en
mi cuello. Mordisqueándolo suavemente.

Nos quedamos unos minutos jadeando, ambos tratábamos de poder respirar con
normalidad y calmar los agitados latidos de nuestros corazones. Edward ni siquiera
tenía fuerza para salir de mí. Luego de unos minutos, rodó sobre sí mismo y trató de
abrazarme pero yo me tensé.

--Lo que sucedió no cambia nada entre nosotros—le dije mirando fijamente el techo. Lo
escuché reír.

--Lo que digas, pequeña…lo que tu digas—se levantó de un salto, dejó caer su
estropeada camisa, sus pantalones y se acostó de su lado de la cama.

--No iras a dormir desnudo—le recriminé, él solo me sonrió.

--Siempre he dormido desnudo. Eso ya lo sabes—mis mejillas estaban ardiendo. Tomó


todas las almohadas decorativas y las colocó en el medio de la cama--¿Esto es suficiente
para salvaguardar su pudor, mi bella dama?—dijo con sorna.

--Sí… y no se te ocurra tocarme… ya sabes las reglas, aunque las hayas violado hace un
momento—le reclamé, acomodándome el camisón para cubrir mi desnudes y
descartando las estropeadas bragas.

--Primero que todo, fuiste tú quien me tocó y me besó. No me eches la culpa, ya que
fuiste tú quien me sedujo, pequeñita y por ende rompió las reglas—yo recordé los
sucesos y era cierto.

Me dejé arrastrar por el amor que seguía sintiendo por él, lo amaba sí… de eso no había
duda, pero aun teníamos muchas cosas por arreglar para que yo lo dejara volver entrar
en mi corazón y entregarle mi confianza.

--Pues no volverá a suceder, me pillaste desprevenida eso fue todo—le dije con veneno,
sonrojándome aun más por verme al descubierto.

--Si tú lo dices… hasta mañana—me sonrió y recostó cubriendo su desnuda forma con
las sabanas.

Engreído, que espere sentado si piensa que lo que sucedió se volverá a repetir. Encima
tiene el tupé de dormirse como si nada hubiera pasado.

Suspiré pesadamente, aun tenía muchas noches en vela que reponer, pero el sueño no
acudió a mí tan rápidamente como pensaba, mi mente aun tenia fresca toda la
conversación que había tenido con Edward sobre su triste pasado y obscura historia
familiar. Bueno al menos eso explicaba porque estaba jodido, sentimental y
mentalmente.

Parecía que finalmente estaba conociendo un poco del verdadero Edward Cullen.

EPOV

Contarle a Bella la historia de mi vida no fue tan malo como imaginé que sería al inicio.
Hoy había sido un día lleno de emociones para mí. Contarle sobre Irina, enojarme con
ella cuando se perdió, revelarle la verdad de mi nacimiento.
En cuanto Bella me abrazó y besó para consolarme, no pude detenerme. Su cuerpo me
llamaba como el canto de una sirena, había algo en ella que me atraía inexplicablemente
haciéndome desatar mis más primitivos instintos.

Cuando volví a estar enterrado en el cuerpo de mi ángel, volviéndome uno con ella, mis
problemas y tristezas parecieron desaparecer por arte de magia. Eso siempre pasaba
cuando estaba con ella.

Sabía que cuando ambos bajáramos de la altura donde nos dejo el clímax, ella volvería a
pelear con uñas y dientes contra mí. Por eso no me importó cuando se puso a la
defensiva, es más; utilicé ese momento para molestarla un poco.

Traté de no reírme mientras pretendía dormir. La sentía dando vueltas y vueltas en la


cama, tratando de conseguir que el sueño la visitara. Supongo que el cambio de horario
estaba manifestándose en todo su apogeo ahora que la adrenalina había abandonado su
cuerpo.

Despues de un tiempo se quedó tranquila y me di cuenta que me equivoqué porque


media hora después, Bella estaba plácidamente dormida. Me levanté sobre mi codo y la
vi abrazando una de las almohadas que nos separaban en la cama. Me acerqué con
cuidado y empecé a acariciar su mano con mucho cuidado.

Mi sonrisa se hizo imposiblemente ancha cuando después de unos segundos de sentir el


contacto de mi piel, Bella empezó a moverse, quitó la almohada que nos separaba y
pateó las otras.

--Ves, sabía que aunque sea subconscientemente sabes a donde perteneces—murmuré


contra su cabello y ella se apretó contra mi pecho dejando escapar un suspiro de
satisfacción.

Me desperté cuando los rayos del sol me golpearon el rostro. Gianna me sonrió
poniendo un dedo sobre sus labios, señalando a Bella antes de salir. Ella estaba
prácticamente sobre mí. Una de sus piernas estaba entrelazada con una de las mías, la
otra colocada sobre la parte baja de mi estomago mientras su pantorrilla presionaba mi
erección matutina, uno de sus brazos sujetaba con fuerza mi pecho y su rostro estaba a
la altura de mi tetilla.

Besé sus cabellos, aspirando su delicado aroma y ella se acurrucó mucho más en mi
pecho, haciendo que su pantorrilla se frotara contra mi ya dolorosa erección.

--Mmmm—murmuró contra mi piel.

--Buenos días pequeña—le dije sabiendo lo que seguía.

La sentí tensarse y luego de unos segundos se sentó de golpe.

--¿Qué…qué haces durmiendo de mi lado de la cama?—me preguntó molesta.

--Eres tu quien está durmiendo de mi lado de la cama, anoche te acercaste a mí y te


pegaste a mi cuerpo como una gatita buscando el calor de su amo—le dije sonriendo y
colocando mis manos tras mi cabeza. Ella pasó su mirada de mi lado al suyo de la cama
antes de sonrojarse con fuerza.

--Tu…. —me bufó regresando a su lado de la cama y cubriéndose con la cobija hasta el
cuello.

--Voy a darme un baño rápido, tenemos mucho que hacer—le dije levantándome de la
cama y dirigiéndome hacia el baño. Podía sentir su mirada clavada en mí. —Aunque
puedes bañarte conmigo, ahorraremos agua y tiempo—me giré para ver su rostro
sonrojado y sus ojos llenos de deseo.

--No gracias—dijo pasando la lengua por su labio inferior—y sería preferible que no te
estuvieras pavoneando desnudo por la habitación. —dijo con su actitud de gatito
salvaje.

--No te cobro por mirar, pequeña. Puedes hacerlo todo lo que quieras—me reí cuando
tomó una almohada y me la lanzó, fallándome por mucho—Dejare la puerta del baño
sin llave, por si cambias de opinión.

--Sigue soñando—la escuché gritarme antes de cerrar la puerta detrás de mí.

Me daba cierta satisfacción verla enojada de esa forma, sabía que Bella estaba teniendo
una lucha interior, entre arreglar todas las cosas conmigo para que volvamos a ser una
pareja y su orgullo mancillado al sentirse usada.

Cuando salí del baño no había señales de Bella en la habitación. Uno de los sirvientes
me dijo que ella se encontraba en la terraza con mi madre, esperándome para desayunar.

--Que hermosas se ven las mujeres que más amo, bajo este radiante sol de Toscana—les
dije entrando a la terraza. Bella mordió su labio, apenada por el cumplido; pero en
realidad se veía radiante en ese vestido color rosa de tirantes.

--Ven cariño, te hemos estado esperando. Nunca debes dejar que una mujer embarazada
pase hambre, no hay nada que las vuelva más irritables que eso—me dijo mi madre
dándome un beso en la mejilla cuando me incliné a saludarla.

--Lo tomaré en cuenta, la próxima vez que vea a Bella de mal humor me encargaré de
tenerle un bocadillo cerca—me reí y besé el tope de la cabeza de mi ángel cuando pasé
a su lado para sentarme.

Bella, tenía un muy atractivo puchero, seguramente molesta por mi comentario en


presencia de mi madre ya que sabía que no me podía soltar alguna respuesta sarcástica.

Gianna y mi mayordomo Franco trajeron el desayuno mientras Bella conversaba


tímidamente con mi madre sobre los detalles de la boda. Mientras más hablaba mi
madre, más pérdida se veía Bella. Traté de frenar algunos de los planes de mi madre
cuando veía que Bella se veía incomoda, pero lo único que conseguida era una mirada
severa de Esme.
Por lo visto el dicho que los hombres se casan con mujeres que se parecen a sus madres
es cierto. Eso lo descubrí al ver a mi padre salir a la terraza. Tanto Bella como mi madre
sujetaron mis manos, tratando de controlar mi reacción.

--Provecho a todos—dijo haciendo una inclinación de cabeza--¿Cómo te sientes hoy


querida?—le preguntó a mi madre cuando se inclino a darle un beso y ella le respondió
que maravillosamente.

Las aletas de mi nariz de movieron y Bella apretó su agarre en mi mano. Cada vez que
veía ese despliegue de "afecto" desde que supe la verdad, me enojaba. No podía
soportar su hipocresía.

--Edward…--dijo secamente—Me alegra mucho verte Bella—se inclinó sonriente y le


besó la cabeza. Esta vez fue mi turno de apretar su mano; no confiaba en mi padre y su
encanto "Cullen"

--Yo igual Carlisle—le respondió un tanto tensa.

--¿A que debemos que hayas llegado horas antes de lo previsto?—fui directo al grano,
sabía que él no había venido a ayudar, sino seguramente todo lo contrario. Mi padre
presionó sus labios y mi madre lo tomó de la mano.

--He venido porque quiero hablar con Bella—miró directamente a Bella cuando dijo eso
y ella se removió un tanto incomoda en la silla. —A solas—me miró a los ojos.

--Lo que tengas que hablar con ella puedes hacerlo frente a nosotros. —él negó con la
cabeza. —No pretendo dejarte a solas con ella. ¿Qué quieres? ¿Ofrecerle un cheque
para que se aleje de mi?—tanto mi madre como Bella hicieron sonidos de sorpresa.

--Edward…--me dijo Bella con suavidad, acariciando mi brazo de manera calmante.

--No sería la primera vez… después de todo padre, siempre sabes cómo usar la chequera
para liberarse de lo que le parece que no es conveniente para la familia—le espeté.

--A lo que he venido es a ofrecerle mi ayuda a Bella. –se giró hacia mi madre—Esme,
cariño. Es hora de tu medicina—mi madre negó con la cabeza. —No te preocupes. Bella
se queda con nosotros para asegurarse que no corra sangre. Recuerda que debes
tomártela siempre a la misma hora—le dijo y mi madre suspiró levantándose.

--Se bueno—me dijo severa antes de marcharse.

--Bella no necesita el tipo de ayuda que tu brindas—le dije acercando a Bella a mi


cuerpo.

--Edward. Te he repetido hasta el cansío, que lo que crees que paso no es cierto. —
Golpeó la mesa. —Lo único que quiero estar seguro es que no estés obligando a Bella a
casarse contigo. ¿Lo está haciendo Bella? Si me dices que sí, puedo hacer que regreses a
Estados Unidos en este momento y prometo protegerte de Edward—se levantó y estiró
su mano hacia ella.
--No te atrevas a tocarla—gruñí, aunque fuera mi padre lo mataría si la tocaba--no creas
que Isabella es igual a Irina. Ella es una mujer decente. ¿Acaso piensas que como te
llevaste a la cama a mi primera esposa, puedes hacerlo también con la segunda?—tiré
mi servilleta contra la mesa y me levanté para encararlo. Bella, se levantó de golpe y me
sujetó por un brazo.

--Por favor, no hagas nada de lo que te puedas arrepentir Edward—me trató de


tranquilizar, aunque el disgusto era evidente en su voz.

--Te dije que nunca dormí con Irina. Ella acababa de perder a sus padres, que eran mis
mejores amigos y no tenía a su "esposo" para darle apoyo. —me gruñó.

--Entonces porque mi madre pensaba que estabas en un viaje de negocios. Mi equipo de


seguridad te vio entrar a su apartamento con ella… abrazados y no saliste hasta pasado
el mediodía del día siguiente. No te rompí la cara en ese momento por consideración a
mi madre, sabía que un disgusto de esa clase podría matarla. La sorpresa que me llevé al
descubrir que me obligaste a casarme con esa zorra, para que fuera la perfecta tapadera
de sus cochinadas. —estaba lívido de rabia. No dejaría que mi padre se acercara a mi
Bella, ni ahora ni nunca.

--Te dije que Irina me llamó muy alterada por la noticia y yo suspendí el viaje. Tu
madre había tenido una recaída y no quería preocuparla. Además ese era tu lugar como
su marido—me dijo mirando nerviosamente a la casa.

--Que conveniente tu explicación—me reí con burla. Bella seguía frotando mi brazo,
aunque su mano temblaba tanto que le era casi imposible controlarla.

--Piensa lo que quieras—se giró hacia Bella--¿Quieres que llame a mi helicóptero,


Bella?—la mano de ella se detuvo en seco.

--M-me quedaré con Edward. —dijo tratando de escudarse con mi cuerpo. Seguramente
prefiriendo que fuera el menor de monstruos quien la protegiera.

Mi padre la miró por unos minutos en completo silencio. Luego sonrió sacudiendo su
cabeza.

--Bien. Entonces todo está arreglado. —miró a la casa y su sonrisa se volvió mayor
cuando vio a mi madre acercarse preocupada—Ahora cuéntanos, ¿cómo esta nuestro
nieto?-- ayudo a Esme sentarse como si no hubiera pasado nada.

CAPITULO 15

SUSPIRANDO

BPOV

Mi mente aun no podía aceptar todo los eventos de estos dos últimos días. Ahora
comprendía mejor la actitud de Edward hacia su padre y hacia la vida, sobre todo
después de escuchar que su progenitor fue capaz de acostarse con la esposa de su hijo.
Algo estaba mal, realmente mal. Carlisle, no me daba la impresión de ser un mal
hombre, incluso en la noche de la cena cada vez que me veía, lo hacía con lastima y
algo de dolor en sus ojos. Además la manera en la que se comportaba con Esme, tan
protector y atento. Sentía que estaba a punto de tener un dolor de cabeza por estar
dándole vueltas a un asunto que no lograba comprender.

Mientras más interesado se mostraba Carlisle por mi embarazo, más tenso se ponía
Edward. Esme parecía totalmente ajena a la situación, parecía tan emocionada con la
perspectiva de un bebé en la familia que no notaba que el aire se podía cortar con un
cuchillo.

--¿Te ha visto un medico desde que llegaste a este país?—me preguntó Carlisle con
curiosidad.

--No…aun no—respondí jugando con mi comida, mientras Edward escribía algo en su


Blackberry.

--Si quieres puedo hacerte una revisión—me dijo y Esme me miró emocionada.

Edward, levantó su cabeza como si fuera un resorte. Sus manos se cerraron en un puño.
Yo me mordí el labio, insegura de que hacer. Por una parte no quería ofender a los
padres de Edward y por otra no quería estar sola con Carlisle, sin saber a ciencia cierta
qué clase de hombre era.

--Isabella, no necesita atención medica, su próxima cita será después de nuestra luna de
miel, además, padre, tienes años sin ejercer y que yo sepa no estás especializado en
ginecología. —dijo con voz helada, haciendo que yo me tensara automáticamente.

Esme sacudió su cabeza con visible decepción, Carlisle me miró con tristeza unos
segundos y luego puso una sonrisa cálida. No sabía cuál de los dos tenia cambios de
humores más radicales, si Edward o su padre. Al menos ahora sabía que su bipolaridad
era heredada, solo esperaba que mi bebé no fuera igual o entre ellos dos podían
volverme totalmente loca.

En cuanto Edward se dio cuenta que terminé de desayunar, nos excusó y me tomó de la
mano, llevándome a su oficina. En cuanto cerró la puerta se giró a mí y acarició mi
mejilla con un solo dedo, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera. Odia que él
tuviera ese poder en mi, cada vez que estábamos cerca o que cuando tocaba mi piel,
sentía mi traidor cuerpo volver a la vida.

--Lamento mucho que hayas tenido que presenciar esa discusión—dijo con una antigua
tristeza reflejada en sus ojos.

--No te preocupes por mi—le dije con sinceridad—al menos puedo entender un poco
más porque eres como eres y porque actúas de la manera que lo haces. —le me dio una
sonrisa que no llegó a sus ojos.

A pesar de nuestra diferencia de edad, en estos momentos, él me parecía un niño


perdido.
--Eres una pequeña muy dulce—suspiró—tengo lo que me pediste—me guió hasta su
escritorio. — léelo bien y en una hora vendrá un abogado para darte asesoría, pregunta
todo lo que no entiendas y solicítale los cambios que desees.

Mi respiración se agitó mientras leía los papeles.

--¿Es un acuerdo prenupcial?—le pregunté adivinando el contenido de los papeles y él


pareció sorprendido.

--No, pequeña…. — rió suavemente—es el documento donde te aseguro que en caso de


divorcio te quedaras con la custodia de los niños—volvió a reír.

--¡Oh!—dije sonando como una idiota—pero… ¿la gente como tú no hace acuerdos
prenupciales? Ya sabes para proteger sus cosas—soné curiosa, pero era cierto, ya que en
los papeles solamente expresaba que él, en ningún momento emprendería una batalla
legal por la custodia de ninguno de nuestros hijos, pero los horarios de visita ya estaban
establecidos, los vería a diario y según decía el contrato, eso no estaba sujeto a cambio o
a negociación.

--Isabella—negó con su cabeza—todo lo que tengo es tuyo—acarició mi mejilla con sus


nudillos.

--Pero yo no quiero tu dinero, ni tus propiedades—le dije tajante y él sonrió


ampliamente.

--Es precisamente por eso que quiero poner el mundo a tus pies—acunó mis mejillas—
nunca me has pedido nada, por eso lo tendrás todo. Si alguna vez nos divorciamos, cosa
que dudo, porque nunca te dejaré partir, quiero que te quedes con la mitad de todo lo
mío. Del dinero de las propiedades, los autos, las empresas, te puedes quedar incluso
con este Palazzo—me mordí los labios.

--Edward… — suspiré—en verdad no quiero nada de esto, —hice un ademan con la


mano señalando su majestuosa oficina— ¿Dónde vamos a vivir? sabes cómo soy…no
creo que este cómoda con una multitud de sirvientes y casas. Compartiendo con mujeres
que seguro querrán ser mis amigas, las cuales que tendrán más dinero que cerebro. — le
confesé sabiendo que yo no podría soportar esa situación.

--No tienes que tener amigas sin cerebro—murmuró triste—podemos vivir donde
quieras. Bella, debes entender que todo esto—copió mi ademan agitando la mano y
señalando la oficina—soy yo. Esta es mi forma de vida. Amor, soy un millonario y no
puedo cambiar eso. Sé que preferirías mil veces que no tuviera en que caerme muerto,
pero esta es mi realidad. Lamento que no puedas aceptar fácilmente mi verdadero ser.
—bajo sus ojos al piso, parecía tan indefenso, tan diferente al Edward fuerte y
autoritario que conocía.

Su rostro reflejaba mucha tristeza, no podía creer que él estuviera pensando que yo lo
estaba juzgando por ser rico.

--Edward…--le dije con suavidad—nunca podría desear que fueras una persona que no
eres… ¿recuerdas que es eso el problema por el que estamos como estamos? Acepto que
seas esta persona, tienes razón al decir que este es tu verdadero ser. Yo me había
enamorado de una ilusión, cuando me dijiste que tenias dinero no imaginé que fuera
tanto…--mi voz se quebró al final, las lagrimas se agruparon en mis ojos.

Malditas hormonas….

--¿Por qué lloras?—dijo apresuradamente.

--No lo sé—sollocé penosamente.

Lo escuché suspirar exasperadamente antes de abrazarme haciéndome levantar de la


silla, para sentarse sobre el escritorio y ponerme en su regazo. Enterré mi rostro en su
pecho y dejé que mis lágrimas arruinaran su costosa camisa. Me dejo calmarme,
diciéndome dulces palabras al oído.

Me sentía tan pequeña en sus brazos…pero tan segura y cálida, que no me quería mover
de donde estaba, aunque sabía que debía hacerlo. No podía dejar todas mis barreras
abajo, ya que me costaría demasiado volverlas a levantar.

Él me confunde, altera todos mis sentidos. Supongo que ese es el efecto que tiene
Edward Cullen, en mí.

El teléfono me evitó lo que seguramente hubiera sido una confrontación con Edward,
cuando hubiera querido poner distancias.

--Cullen—dijo en tono malhumorado y yo me bajé de su regazo con cuidado, tratando


de recuperar mi compostura.

Me dediqué a recorrer la oficina mientras lo escuchaba ladrar órdenes como "vende",


"compra", "redacta memos" o "envíame los informes de ingresos por fax". Era
asombroso ver como pasaba de ser cariñoso y comprensivo a un hombre de negocios
frio, en pocos segundos.

A los pocos minutos tocaron la puerta y habló con Franco en fluido italiano. La
cadencia rítmica de su voz y el movimiento de sus labios, que se movían para dar vida a
esa romántica lengua, me tenían casi en trance, no podía creer que me la hubiera pasado
suspirando, mientras miraba sus suaves labios.

--Bella, amor. El abogado esta aquí. Pregúntale todo lo que quieras saber, quiero que te
sientas segura. Estoy dispuesto a negociar cualquier término del mismo, menos las
visitas. —me dijo con firmeza y yo asentí. Cuando vi que iba a dejarme sola, me entró
el pánico.

--No iras a dejarme sola, con alguien a quien no conozco, ¿verdad?—pregunté


patéticamente. Nunca me sentí cómoda con personas desconocidas y mucho menos si
tenía que estar con ellos a solas en un lugar cerrado.

--Si quieres que este contigo, así será—me miró algo preocupado y yo le sonreí
aliviada, en señal de gracias.
El abogado entró unos minutos después, me explicó cada una de las dudas que tenia.
Ambos tanto Edward como el abogado se sorprendieron cuando le solicité un acuerdo
prenupcial en donde especificara que lo único que quería de Edward si nos
divorciábamos era la pensión de los niños y nada más.

Edward, se soltó a reír, el abogado me miró como si estuviera loca y esperaba que
apareciera alguien a ponerme un chaleco de fuerza, antes de girarse hacia Edward,
mirándolo preocupado. Después de mucho discutir, tuve que ceder ya que Edward no
pensaba dar su brazo a torcer. Incluso me amenazo con hacer un contrato prenupcial tan
cerrado que sería casi imposible separarme de él.

Terminamos de revisar los documentos y me entregaron una copia certificada del


mismo, justo a la hora del almuerzo. Por suerte, Carlisle había tenido que ir a Florencia
por unos negocios y no regresaría hasta la cena.

El almuerzo fue tranquilo. Esme, estaba emocionada porque ya había llegado mi


vestido. Aun seguía sin saber quiénes eran los invitados. Suponía que serian solo
empresarios y personas ricas.

Suspiré y Edward se dio cuenta.

--Un centavo por tus pensamientos—me sonrió, tomando un sorbo de su vino.

--Desearía que mis amigos pudieran venir. Sé que debo considerare afortunada que
venga Charlie, pero -- volví a suspirar -- eso no evita que desee lo que no puedo tener.

--Tengo entendido que los deseos se le cumplen a las personas de corazón puro—
murmuró tomando mi mano, yo sacudí mi cabeza y seguí comiendo unos ravioles de
tres quesos que estaban exquisitos.

Edward estaba ocupado tecleando algo en su teléfono, mientras Esme conversaba


animadamente conmigo. A los pocos minutos, le llego un mensaje de texto y él se
levantó rápidamente tomándome de la mano, haciéndome seguirlo. Salimos del
comedor y me di cuenta que la casa parecía ser un hervidero, habían personas
prácticamente corriendo a las que no había conocido aun.

Atravesamos varios salones hasta que llegamos a unas puertas francesas que llegaban al
patio. A unos doscientos metros había lo que parecía una superficie de cemento. No me
percaté de su uso hasta que escuche el inconfundible sonido de un helicóptero.

--¿Son tus amigos?—le pregunté sintiéndome confusa y un poco fuera de lugar, al no


saber quiénes eran, ni como debía comportarme.

--Son los invitados de la boda—me dijo dándome la sonrisa torcida que hacia mi
corazón acelerarse. Me alisé el vestido nerviosamente, al igual que mi cabello. —Estas
tan hermosa como siempre—me dijo al oído tomándome de la cintura en cuanto el
helicóptero quedó a la vista, quedando así en medio de él y Esme.

En cuanto el helicóptero descendió levantando el polvo y enviando ráfagas de aire, se


vio otro aproximándose en el horizonte, pero eso perdió importancia en cuanto vi a mi
padre bajar del que había aterrizado, seguido por una pequeña diablilla de cabellos
negros, quien prácticamente lo empujo para salir corriendo

--¡Bella!—gritó Alice. A través de mis lágrimas podía ver a Jasper disculpándose con
Charlie y con otro señor por el comportamiento de su novia.

El abrazo de mi mejor amiga prácticamente me sacó el aire y estaba segura que si no


hubiese sido porque Edward me sostenía, hubiera ido a parar al suelo.

--Alice, que alegría verte—le dije sin aliento por el golpe.

--¿Te tiene amenazada? Si es así, Jasper y yo te sacaremos enseguida—me dijo al oído.

Si esa misma pregunta me la hubieran hecho en la mañana de ayer, no hubiera dudado


en aceptar; pero ahora habían dos cosas que me retenían. Por un lado ya veía a Edward
con ojos distintos, no lo había perdonado del todo pero lo comprendía. Y la otra cosa es
que Edward tenía razón, siempre quise que mis padres nunca se hubieran separado, me
hubiera gustado crecer en un hogar completo, por lo que nunca le negaría esa
posibilidad a mis hijos.

--Estoy bien, Alice. – me miró escéptica-- Nadie me está haciendo hacer nada que no
quiero—le aseguré.

--Bells—mi padre me sonrió, viéndose completamente incomodo. Me acerque y le di un


beso en la mejilla.

--¿Recuerda a mi madre, jefe Swan?—le dijo Edward cortésmente.

Jasper me saludó con un ligero asentimiento de cabeza y yo fije la vista en el hombre


que estaba junto a él. Se me hacia familiar…pero no podía poner el dedo sobre a quién
me recordaba… !Oh mi dios!

--¿Garrett?—pregunté incrédula, su cabello estaba corto, no tenía barba y ahora vestía


un elegante traje en lugar de su impermeable.

--Hola corazoncito—me abracé a él y comencé a llorar. Estaba empezando a odiar las


hormonas del embarazo.—es bueno verte de nuevo, tengo mucho que contarte, pero eso
puede esperar.

En cuanto se separó de mí, pude ver el segundo helicóptero del cual salían mis amigos
de La Push.

Emily, Sam y Leah me tenían envuelta en un abrazo grupal, pero mi mirada estaba fija
en Edward y Jacob que se miraban el uno al otro.

--Black—dijo Edward estrechándole la mano a Jake.

--Cullen—le respondió Jake sin soltarle la mano.


Por lo visto estaban teniendo una comunicación silenciosa, Edward tenía una expresión
fanfarrona, mientras que la de Jake era burlona. Ninguno de los dos soltaba la mano del
otro.

--Jake—le toqué el brazo a mi mejor amigo, rompiendo su concentración.

Cuando soltaron sus manos pude ver a Jake, abrirla y cerrarla disimuladamente.
Hombres…pensé agitando mi cabeza, Jake se percató que me había dado cuenta de su
"pequeño apretón de manos" y me dio una sonrisa de disculpa. Luego miró sobre mi
hombro y sonrió traviesamente.

--Es bueno verte Bells—me envolvió en un abrazo por más tiempo del necesario y
luego besó mi frente.

En cuanto me soltó, mi cintura fue envuelta por unos cálidos y familiares brazos.

--Bella y yo estamos muy complacidos que hayan podido asistir para acompañarnos en
nuestra boda—dijo afirmando más de la cuenta las dos últimas palabras, antes de llevar
la mano en la que portaba el anillo de compromiso a sus labios.

--No nos perderíamos la boda de Bella por nada del mundo—respondió Leah, tomando
a Jake por la cintura. Seguramente debió pellizcarlo para que se comportara porque mi
amigo hizo cara de dolor.—gracias por invitarnos y habernos traído señor Cullen.

--No hay nada que agradecer, Leah. Los amigos de Bella son mis amigos—le dijo con
una sonrisa pero cuando miró a Jake sus labios se pusieron tensos, así que ahora fue mi
turno de pellizcarle con disimulo la mano. Lo escuché reír antes de besarme la cabeza.
—Por favor pasen y siéntanse como en su casa. Gianna les mostrará sus habitaciones.

Cuando me giré pude ver que todos mis amigos tenían copas con champaña en las
manos. Leah y Emily miraban a Edward como si pensaran que en cualquier momento se
pondría a caminar sobre las aguas.

Garrett, Alice, Jasper y Charlie conversaban animadamente. Yo trataba de hablar con


todos y ponerme al día con todo lo que había pasado.

Según Leah, James los había buscado y encargado de todo lo pertinente para que
pudieran venir. Emily, ella y los chicos estaban emocionados ya que nunca habían
salido del estado de Washington.

Mi padre y Garrett se habían retirado a sus respectivas habitaciones a eso de las dos de
la tarde, yo estaba empezando a sentir los ojos pesados.

--Bella, te noto algo cansada—Emily dijo con preocupación.

--No es nada, el médico dice que durante los tres primeros meses siempre estaré
cansada. —le aseguré.
--Adorables señoritas. Ya es hora—dijo Edward abrazándome por la cintura, haciendo
que mi espalda se pegara a su pecho, tenía tantas ganas de girarme y descansar un rato
entre sus brazos. Me sentía tan cansada que ni siquiera pregunté para qué era hora.

Volví a suspirar. No entendía que me sucedía el día de hoy. Tenía que hacerme recordar
frecuentemente que debía seguir enojada con Edward, para no sucumbir nuevamente
ante sus encantos.

Mis amigas rieron tontamente y sus novios les lanzaron miradas de advertencias.

Edward, nos guió hacia una de las habitaciones al otro extremo de la casa. Cuando
llegamos a la puerta, tomó mi barbilla entre sus dedos y me besó de manera profunda,
delicada.

--Te voy a extrañar. —murmuró contra mis labios—te veré mañana, yo seré el de negro
frente al altar—bromeó antes de volverme a besar.

--¿No te veré hasta la boda?—no pude evitar que la ansiedad llenara mi voz. Él sonrió y
me abrazó.

--Por lo menos tengo la esperanza de que tu también me vas a extrañar—besó mi frente


—mi madre me mataría si te veo doce horas antes de la ceremonia. Creo que esta noche
tendrás…una pijamada/despedida de soltera—sus labios se curvaron en una sonrisa
traviesa.

--Nada de strippers—mi voz fue dura. No pretendía que me hicieran pasar por eso.

--No me conoces lo suficiente, si piensas que permitiría que un hombre semidesnudo


este en la misma habitación que tu. —su sonrisa se hizo más amplia—la única
excepción seria que ese hombre semidesnudo fuera yo.

Rodé mis ojos, pero no pude evitar sonreír. Adoraba a cuando Edward se ponía
juguetón aunque me negara a aceptarlo en voz alta.

--Te veré mañana—me puse de puntillas y le besé la mejilla.

Lo vi ponerse la mano en la mejilla, antes que cerrara la puerta.

Nada me hubiera preparado para lo que me esperaba en esa habitación. Alice estaba
sentada junto a Leah y Emily recibiendo masajes en los pies.

--Serás la novia más hermosa de la historia—me dijo Esme haciendo que me


sobresaltara un poco cuando apareció tras de mi. —Pasaremos la tarde recibiendo
mimos y en la noche tendremos una velada de películas y chocolate caliente.

Mientras ellas recibían masajes en los pies, a mi me recostaron en una camilla y en


cuanto mi cabeza tocó la almohada me dormí profundamente.

Cuando me despertaron al parecer habían hecho lo que querían conmigo sin que yo me
percatara de ello. Cenamos en otra de las terrazas con tranquilidad, Alice, me acorraló
un par de veces y después que le explicara que no me casaba bajo coacción 'eso era
cierto el día de hoy' dejo de molestarme.

Al momento de las películas mi estomago estaba hecho un nudo. Los nervios me


estaban empezando a calar, no me concentraba en nada de lo que sucedía en la pantalla.

--¿Nerviosa?—me preguntó Esme de manera maternal. Yo asentí.

--Es normal… yo estaba igual la noche antes de mi boda con Carlisle. –acarició mis
cabellos.

--¿Qué hiciste para convencerte que estabas haciendo lo correcto?—ella pareció meditar
unos segundos.

--Pensé en que me casaba con un buen hombre, alguien que me amaba más que a su
propia vida. —sonrió y su mirada estaba perdida como recordando cosas agradables—
Edward, te ama. Recuerda eso siempre, de esa manera siempre podrán superar cualquier
prueba o situación difícil que les depare la vida. Nunca en mis treinta y tres años de
matrimonio me he arrepentido de haberme casado con Carlisle. —la miré sorprendida,
pensando en cómo podía pensar eso, después de todo lo que yo había escuchado decir a
Edward de su padre. Seguramente mi rostro denotaba incredulidad por que añadió—Mi
esposo es un buen hombre Bella; terco, orgulloso y obstinado como Edward. Pero
ambos son buenos hombres, pero recuerda…los buenos hombres también cometen
errores, lo importante es que los sepan remediar. —besó mi frente dejándome sumida en
una completa confusión.

Dormí en la habitación de invitados donde había colocado mis ropas cuando estuve
molesta con Edward. El sueño tardó en visitarme, tenía la mente llena de preguntas sin
respuestas y posibles hipótesis, pero al final la máscara de aromaterapia que me habían
dado para colocar sobre mis ojos surtió efecto relajándome.

Unos murmullos me hicieron despertarme, mi habitación estaba llena de personas. Me


apresuraron a entrar al baño para darme una rápida ducha y cepillarme los dientes. En
cuanto salí me sentaron frente al tocador mientras trataba de desayunar lo que Gianna
me había traído. Alice vociferaba algo sobre que se le había arrugado el vestido, Leah y
Emily corrían de un lado a otro como gallinas sin cabeza porque no encontraban sus
zapatos.

A las ocho de la mañana terminaron de arreglarme y aun no me dejaban mirarme al


espejo pero sentí que los ojos se me llenaban de lágrimas cuando Esme me colocó unas
horquillas en mi cabello.

--Eres la hija que siempre desee Bella. Sé que Edward y tu serán muy felices—dijo ella
limpiándose las pocas lagrimas que habían rodado por sus mejillas. Mi garganta se cerró
por la emoción.

--Gracias, Esme…en verdad lo aprecio mucho. Mi madre no está aquí para


acompañarme pero tú no has dejado que yo pensara mucho en eso con tu apoyo—la
abracé.
--Sin lagrimas que se van a estropear el maquillaje—nos regaño Alice.

Traté de sonreír pero sabía que se aproximaba más a una mueca que a una sonrisa.

--Estas muy hermosa, hija—me dijo Esme con emoción, haciéndome encarar el espejo.

Abrí mucho los ojos cuando vi mi reflejo. Sabía que mi vestido era hermoso, pero nunca
pensé en mi vida que yo me podría sentir hermosa. El escote palabra de honor ayudaba
a resaltar el poco escote que me había salido a raíz del embarazo, la seda caía como una
vaporosa nube de algodón hasta el suelo. Piedras plateadas hacían un patrón entrelazado
de espirales rodeando todo mi torso bajo mis senos. Mi cabello estaba recogido en un
desordenado moño sujetos por hermosas horquillas de diseño con un complicado diseño
formado por pequeñas piedrecillas, que dejaba escapar varios mechones de mi cabello
que caían en formas de rizos por mis hombros y espalda. El maquillaje era suave y muy
fresco.

Tocaron a la puerta muy discretamente.

--Es hora Bells—dijo mi padre asomando la cabeza y abriendo mucho los ojos. —
Vaya…estas muy…hermosa—su voz contenía emoción y eso hizo que mis ojos se
volvieran humedecer.

--Isabella Swan, lloras de nuevo y estarás en problemas conmigo—me amenazó Leah—


ahora mueve tu trasero y ve por ese bombón—toda la habitación rompió a reír.

--Te quiero papá…--le dije con el corazón en la mano a mi padre, cuando quedamos
frente a las puertas francesas que daban a la parte del jardín que había sido preparada
para la boda. Los ojos de mi padre se humedecieron.

--Y yo a ti pequeñita…con todo mi corazón…--me besó la frente—quiero que sepas que


estoy muy orgulloso de ti.

Amaba a mi padre, después de lo que pasó como Renée, irme a vivir con Charlie me
había devuelto la sonrisa. Aunque básicamente me convertí en su cuidadora, mi padre
siempre tenía gestos que me hacían sentir querida. Como cuando se aseguraba que mi
pick up siempre estuviese en perfecto estado mecánico o las llamadas que me hacía para
saber cómo me había ido en el colegio cuando él sabía que no llegaría a casa para
encontrarme despierta.

Alice, nos interrumpió luciendo avergonzada por acortar el tiempo padre-hija. Me


entregó un pequeño ramo redondo de azucenas blancas que tenían el tallo forrado con
cinta de organza blanca con bordes plateados.

La suave melodía de la marcha nupcial llenó el ambiente. Tome una amplia respiración
y acaricié mi aun plano vientre prometiéndole a mi hijo que trataría de resolver las cosas
con su padre para cuando el naciera.

Debo confesar que todo pensamiento desapareció de mi mente cuando Edward se giró y
su mirada se encontró con la mía, su expresión era seria, sonreía pero se notaba
preocupado. Supongo que pensaba que me negaría a casarme al último minuto, por lo
que le regalé una sonrisa, sintiéndome satisfecha cuando su rostro cambio de severo a
feliz en un segundo.

Charlie le entregó mi mano y Edward la sujetó como si pensara en nunca soltarla.

La pérgola donde estábamos parados era hermosa, las azucenas que caían en cascadas
llenaban el aire con su aroma.

La voz de Edward era fuerte y clara cuando pronunció sus votos, la mía se rompió
ligeramente cuando dije el "sí" que me uniría a él por toda la vida. Edward, no espero a
que nos declararan marido y mujer, sino que me tomó en brazos y me besó con tal
fuerza que me dejo mareada.

--Ahora eres oficialmente la Sra. Cullen y yo te voy a adorar por el resto de nuestros
días—dijo contra mis labios y yo suspiré como idiota.

CAPITULO 17

CEDIENDO

Separarme de ella para que recibiera su tratamiento de SPA fue una de las cosas más
difíciles que he tenido que hacer, justo cuando podía ver que Bella empezaba a ceder,
tenía que dejarla en compañía del duende de su amiga Alice. Sabía que me había ganado
a Leah y a Emily por eso no tenia que preocuparme por ellas. Sin embargo Alice cada
vez que me miraba parecía que quería arrancarme la cabeza.

Regresaba a la sala cuando me encontré con Jasper quien estaba conversando por
celular. Mi primo me sonrió, sacudiendo su cabeza, colgó el teléfono y me puso una
mano en el hombro.

--Emmett y Rose, dicen que estarán aquí mañana para la ceremonia. —sonrió con
tristeza.

--¿Cómo esta Rose?—le pregunté aun sabiendo la respuesta por su expresión.

--Algo irritable…ya sabes…los tratamientos aun no han surtido efecto. Este último
también falló.

--Lamento escuchar eso—la sinceridad en mi voz era patente. Yo sabía que mi prima
deseaba tener familia y lo mucho que le dolía tener tantos problemas para conseguirlo.

--Ella lo superara, Rose siempre lo hace. Ahora dime, ¿cómo conseguiste que Bella te
aceptara de nuevo? Pensé que tratar de hablar con ella, seria para ti igual que darte de
golpes contra la pared. Nunca había conocido nadie más testaruda que ella… bueno si
conozco a alguien… a ti—dijo riendo, yo reí con él.

--Me costó bastante trabajo convencerla, pero lo conseguí—empezamos a caminar en


dirección a la sala de recreación.
--Alice, pensaba que la habías secuestrado o algo así—rió suponiendo que su novia se
había equivocado cuando había estado en lo correcto.

--Bueno…--empecé a decir pero me corté al ver al chico Black y a Sam en la sala


jugando billar.

Sam me sonrió algo apenado, mientras Jacob me miraba con el ceño fruncido,
llevándose una mano a la boca y limpiándosela como si recordara la pelea que había
tenido afuera del edificio de Bella.

Nos embarcamos en un juego "amistoso" de billar. Éramos Jasper y yo, contra Sam y el
niño esteroides. Cuando Jasper y yo celebrábamos nuestra victoria, aparecieron mi
futuro suegro y Garrett. Sabía que mi actitud era algo infantil pero no podía evitar
disfrutar el haberle ganado al chico que me había arruinado las dos ocasiones en las que
podía haber arreglado las cosas con Bella.

Me acerque al que mañana seria mi suegro y a Garrett.

--Muchacho—dijo el jefe Swan en cuanto me acerqué a ellos—espero que trates a mi


hija como se debe y que no se repita sea lo que sea que sucedió hace un mes—su voz
era muy seria.

--Se lo prometo, jefe Swan—no cabía duda de la sinceridad en mi voz.

--Me alegra…--sonrió con burla—recuerda que tu suegro es un muy, pero muy armado
policía—dijo rompiendo en una risa cómplice con Garrett. Jasper palmeó mi espalda
como tratándome de consolar, pero yo sabía que no haría nada que pudiera dañar a mi
ángel.

Mi padre llegó cuando nos disponíamos a cenar, se sentó a mi lado y se unió a la


conversación de la mesa con su característico don de palabra. Debía reconocer que mi
padre era un experto consiguiendo caerles en gracia a las personas. Incluso se atrevió a
"darme consejos" de cómo ser un buen esposo. Yo sólo me limité a levantar mi copa y
brinda con un claro sarcasmo en mi voz.

Cuando terminamos de tomarnos unas copas iba en dirección a mi habitación cuando


una fuerte mano sujetó mi brazo haciéndome detener en seco.

--Te voy a estar vigilando Cullen, un solo paso en falso y te las veras conmigo. No
dejaré que le vuelvas a hacer daño—me dijo fieramente el pequeño duendecillo que me
dejo sorprendido por su fuerza.

--No tengo intenciones de lastimar a Isabella. Alice. —le dije secamente.

--Te voy a estar observando—llevó su dedo índice y medio en forma de 'V' a sus ojos y
luego me señaló con ellos. Alejándose en dirección a su habitación.

Yo sacudí mi cabeza. Definitivamente Bella, tenía una larga fila fieros protectores, la
cual encabezaba yo.
Traté de dormirme pero daba vueltas en mi cama sin poder pegar los ojos. Sabía
exactamente lo que necesitaba, pero también sabía que si mi madre me atrapaba no
llegaría vivo a mi boda. Suspiré pesadamente, me levanté tomando mi albornoz y
saliendo en dirección a la habitación donde dormía la razón de mi existencia. Abrí la
puerta con sumo cuidado y me acerqué sigilosamente hasta su lado.

Su rostro estaba oculto por un antifaz rosado, tomé entre mis dedos un mechón de su
cabello y lo llevé a mi nariz para inhalar su dulce aroma. Me incliné y deposite un casto
beso en sus labios.

--Edward, te amo…--murmuró en sueños y yo sonreí.

No todo estaba perdido, pensé esperanzado. Quité el cabello de su frente antes de


besarla una vez más y regresar a mi habitación, donde el sueño me dio la bienvenida en
cuanto mi cabeza tocó la almohada.

Me desperté temprano en la mañana, nunca en mi vida me había sentido tan nervioso.


He cerrado trato de negocios millonarios sin que me temblara el pulso y sin embargo
aquí estaba tratando de abrochar los botones de mi camisa por tercera vez sin tener
éxito.

--Jasper, te vuelves a reír y te lanzaré por la ventana aunque tenga que conseguirme otro
padrino—lo amenacé, cuando me dijo que me había vuelto a saltar un botón de la
camisa.

--¡Oh Edward!—dijo mi madre con voz rota, entrando a la habitación—Bella, esta tan
hermosa. —Empezó a abrochar los botones de mi camisa—estoy tan orgullosa de ti. No
has podido escoger una mejor mujer para hacer tu vida. Estoy segura que serán muy
felices. Tu más que nadie mereces toda la felicidad del mundo, hijo mío—unas lagrimas
rodaron por sus mejillas.

--Te amo, mamá—le susurré abrazándola con fuerza. Tal vez ella no me hubiera dado la
vida, pero era mi madre en todo sentido de la palabra y yo nunca hubiera podido desear
una mejor madre que ella.

--Y yo a ti, mi niño—me ayudo a ponerme el corbatín y alisó el cuello de mi camisa. —


Ahora voy de regreso con Bella solo le faltan unos toques en el cabello. Será mejor que
bajes al jardín a esperarla. —con eso salió de la habitación.

--Bueno hermano, ¿listo para aceptar tu condena de por vida?—dijo bromeándome.

--Cállate, Jasper—lo empuje juguetonamente por el hombro.

Cuando llegamos al jardín todos estaban conversando, James me saludó con un


asentimiento de cabeza y yo sé lo devolví. En realidad aunque estaba nervioso me sentía
muy alegre.

--Solo espero que Bella entre en razón al último minuto y no se case contigo—me dijo
Jacob entre dientes pasando a mi lado. Fruncí mi ceño.
Era cierto. Bella aun podía pensarse las cosas y retractarse en el último minuto.

--Esme, me pidió que te dijera que Bella, está bajando las escaleras—me dijo Rose un
poco seria. Mi prima estaba pasando un mal momento, sabía que el tratamiento de
hormonas no le estaba haciendo mucho efecto o al menos eso fue lo que Jasper me dijo,
pero al menos no había perdido del todo la esperanza, pensaba hacerse una fertilización
invitro.

Jasper puso su mano en mi hombro y me acompañó hasta mi lugar bajo la pérgola.

--Tranquilo, hermano. Bella, no saldrá corriendo—me dijo al sentir mi incomodidad.

Yo pasé i peso de un pies al otro nerviosamente, cuando escuché la marcha nupcial no


pude evitar girarme y ver a Bella me robó el aliento.

Se veía simplemente hermosa, parecía una diosa bajada del Olimpo. Cuando ella me
sonrió con timidez, no pude evitar que una sonrisa se expandiera por mi rostro. En
cuanto su padre me la entregó, posando su mano en la mía, juré que nunca la volvería
dejar apartarse de mí de nuevo.

En cuanto Bella, dijo que aceptaba cuando termino de decir sus votos, no resistí y la
tomé en mis brazos, besándola con todo el sentimiento que tenía en mí, para ella.

Ahora eres oficialmente la Sra. Cullen y yo te voy a adorar por el resto de nuestros días
—le dije sonriendo contra sus labios, Bella, se veía un poco deslumbrada y en cuento el
sacerdote nos declaro oficialmente esposos, volví a unir nuestros labios.

Me sentía más eufórico de lo que alguna vez me hubiera sentido.

Nuestros familiares y amigos se acercaron a desearnos toda la felicidad del mundo. Mi


padre se acercó y me dio unas palmadas en el hombro, para luego darle un beso en la
mejilla a Bella. No pude evitar que mi reacción, la halé de la cintura y la pegué a mi
cuerpo para protegerla.

Nos sentamos en las mesas dispuestas en el patio para esta ocasión, nos sirvieron el
desayuno, primero ya que muchos no habíamos tenido la oportunidad de comer nada
por las prisas, aunque me aseguré que Bella, comiera mientras la arreglaban.

Luego de eso vino el tradicional primer baile. Yo no podía evitar tocarla, necesitaba
rozar su piel para asegurarme que esto fuera real.

--Huele de maravilla, Sra. Cullen—le dije mientras bailábamos. Su aroma me tenía


embriagado.

--F-fue un perfume que me regaló Esme—su voz era baja, se notaba que estaba
nerviosa.

--No tengas miedo, Isabella…este es el comienzo de nuestras vidas—besé su cuello y


ella se estremeció.
--¿Puedo bailar con la novia?—dijo el niñato, haciendo que mis dientes chocaran entre
ellos. Bella, me lanzo una mirada que decía claramente que me comportara.

--Claro…debo ir a bailar con mi madre—dije forzadamente y Bella me sonrió. Yo me


incliné y la besé, sonriéndole con burla al chico.

Bailamos con todos los invitados. Sonreí cuando vi a Bella, bailando con Garrett.
Ambos conversaban amenamente, el cariño sincero que se tenían se notaba a leguas de
distancia. Ayudar a Garrett a pararse nuevamente en sus pies fue una de las pocas cosas
buenas que he hecho en mi vida.

Poco después la reclamé para seguir con las tradiciones. Tomé a Bella por la cintura
para asegurarme que no se fuera a caer de espaldas cuando lanzara el ramo. Alice, lo
atrapó con mucha facilidad. Emmett y yo nos burlamos de la cara que puso Jasper,
quien ahora era el soltero de la familia.

Luego llegó el momento de la liga y me encargué de prepararla para que supiera lo que
le esperaba esta noche. Dejé un camino de besos húmedos partiendo desde su muslo
hasta su rodilla, de la manera más disimulada para nuestros invitados. Cuando la miré
con la liga entre mis dientes pude ver que su rostro estaba más rojo de lo que nunca
antes lo había visto.

Me sentía muy feliz de ver a Bella, brillar. Podía decir con toda seguridad que estaba
contenta. Cuando nos tocó partir el pastel y darnos de comer el uno al otro; mi pequeña
traviesa se encargó de embárrame el rostro.

Su cantarina risa, calentaba mi alma. Tomé su mano embarrada y me encargué de


limpiar uno a uno sus delicados dedos, metiéndolos en mi boca y acariciándolos con mi
lengua. Los ojos de Bella se nublaron y pude reconocer el deseo que había visto en ellos
en nuestras primeras experiencias sexuales.

--Señora Cullen, quiero presentarle a mi esposa Victoria y a mis hijos Laurent e Irina—
le dijo James sosteniendo a su hija de siete años en brazos.

Bella los saludo con cortesía, pidiéndole a James que la siguiera llamando por su
nombre de pila. La vi un tanto nerviosa cuando dijo el nombre de la niña mientras
acariciaba su cabello rubio. Esperé que se retiraran para explicarle.

--La madre de Victoria se llamaba Irina. Es solo una coincidencia—le aclaré para que
supiera que la familia de James no tenía nada que ver con esa mujer.

La fiesta siguió durante el almuerzo, bailé con ella toda la tarde. Los invitados seguirían
la celebración durante la noche, pero yo tenía otros planes para mi ángel.

Mi madre y Alice se la llevaron dentro para ayudarla a cambiar. Franco me confirmó


que nuestras maletas estaban en el helicóptero y la limosina nos estaría esperando en el
aeropuerto para llevarnos al hotel.

En cuanto regresó nos despedimos de todos ya que nuestra luna de miel duraría poco
más de una semana y para ese entonces ya todos se habrían marchado.
Antes de subir al helicóptero la besé con pasión, dándoles oportunidad a los fotógrafos
que tomaran algunas fotos. El vuelo hasta Florencia fue rápido, había reservado la pent-
house suite en el Hotel J.K. Place de esa manera teníamos todo el piso para nosotros
durante nuestra estadía.

Bella, estaba maravillada con todo lo que veía, cada vez que la escuchaba decir lo
bonita que encontraba la cuidad, sentia que mi corazón se hinchaba.

La llevé en brazos para cruzar el umbral de la habitación. La deje de pie, al lado de la


cama, mirándola intensamente a los ojos.

--Quiero que esta noche sea mágica para ti. Es lo menos que te mereces—le dije
acariciando sus delicados hombros que quedaban casi descubiertos por el fino chal que
los cubría.

--Edward…--dijo humedeciéndose los labios para luego morder su labio inferior,


haciéndome gemir.

--El labio no, pequeña—mi pulgar se encargó de liberarlo de entre sus dientes con
suavidad—no podre complacerte como quiero si te muerdes el labio…eso lo sabes bien.

Empecé a quitarme la camisa, siempre supe que a Bella le gustaba mi pecho y pensaba
usar eso a favor esta noche. Sus ojos estaban siguiendo cada uno de los movimientos de
mis manos mientras me desvestía, cuando me quité el pantalón, volvió a relamer sus
labios.

--¿Pasa algo, Bella?—mi voz estaba ronca por la anticipación.

--No, no --contestó ella, su voz le tembló un poco.

--Deja que te ayude, me parece que tienes demasiada ropa –murmuré bajando los
tirantes de sus hombros.

La giré y bajé el cierre de su vestido. Me incliné un poco y tomé una fresa del tazón de
frutas, me la llevé a la boca, mordiéndola, dejando que sus jugos resbalaran por las
comisuras de mi boca antes de bajar y darle un beso húmedo en la nuca.

--Estaba seguro que tu sabor sería mejor con fresa—murmuré pasando mi lengua por el
costado de su cuello. La escuché jadear y la sentí temblar cuando solté el broche de su
sujetador y acaricié sus pechos sin darle la vuelta.

--Magnífica --seguí acariciando sus pechos con las dos manos, ahora estaban más
grandes, firmes y llenos. Adoraba como se amoldaban a mis manos.

--Edward…por favor…--susurró echando su cabeza hacia atrás, dejándola descansar


sobre mi pecho, mientras se abandonaba a mis caricias.

--¿Qué deseas pequeña?—le dije al oído antes de tomarlo entre mis dientes y darle un
pequeño tirón.
--Deja de jugar conmigo—su voz no era más que un susurro. Tuve el placer de ver
como frotaba sus piernas tratando de buscar fricción donde más lo necesitaba.

--No estoy jugando. Deja que te ayude con esta incomodidad –deje uno de sus pechos y
lleve mi mano a sus bragas blancas. Las metí dentro y encontré su mítico botón de
placer. Bella cerró sus piernas.--No, no –protesté, moviendo mis dedos de arriba abajo
recolectando su húmedad antes de frotar en círculos su clítoris.

-Quiero tocarte –me murmuró, intentando mover las manos.

--Esta noche es solo para ti, única y exclusivamente para mi, amor—le quité las bragas,
la levanté y la deposite con suavidad en la cama, luego empecé a besarle el cuello, la
garganta, los pezones...

Bella arqueó la espalda, gimiendo de placer mientras pasaba la mano por su cintura, sus
caderas, sus muslos, las rodillas, hasta la planta de sus pies, sin dejar de besarla. Y ella
recibía esa pasión con total abandono que hacía que mi ego de cavernícola creciera,
sabiendo que su cuerpo era solo mío.

La sentí envolverme en sus brazos, acariciando mis hombros, trazando mi espina dorsal
con los dedos. Se apretaba contra mí, frotaba sus pechos contra mi torso, disfrutando de
la fricción que eso producía. Sabía que ella estaba desesperada por liberarse, pero aun
no quería llegar, sabiendo que mañana me esperaría una larga charla. Sobre "esto no
cambia las cosas"

Cuando metí la mano entre sus muslos, la sentí temblar de deliciosa anticipación. Estaba
húmeda y caliente, preparada, y separó las piernas instintivamente, invitándome a tomar
lo que por ley era mío ahora. Su pequeña mano se deslizaba por mis caderas, buscando
otra cosa...

--No tan rápido, mia amore –reí suavemente alejando lo que buscaba de su mano--
Quiero que esto dure, que disfrutemos los dos.

Con los ojos llenos de pasión, Bella me miró tenía una sonría pecadora. Fue esa sonrisa
lo que me hizo distraerme. Y cuando empezó a acariciar mi miembro, no pude evitar
lanzar un gemido.

--No puedo esperar—gimoteó y yo no estaba hecho de piedra.

Capturé sus labios y ella los mordió cuando volví a meter la mano entre los dos para
acariciar hábilmente el capullo escondido entre sus rizos. Y levantó las caderas dejando
que la tocase hasta que no podía aguantar más. Sabía que estaba ardiendo, a punto de
estallar.

--¿Me deseas, Isabella?—necesitaba escucharla decirlo. Quería que ella me deseara


tanto como yo a ella.

--Demasiado…por favor, Edward—se removió buscando tener más fricción con mis
dedos.
Eso era todo lo que necesitaba, metí las manos debajo de sus caderas para levantarla.
Deje que mi miembro la rozara recolectando la humedad a medida que se deslizaba por
sus sedosos pliegues. La penetré de una sola estocada y la escuche suspirar. Me aparté
un poco antes de volver a entrar.

--OH, sí, Edward, Edward -murmuró. Mis embestidas hacían que se convulsionara de
placer. Haciendo a su vez que mi placer creciera. Empecé a empujar dentro de ella con
un ritmo primitivo, casi violento. Estaba a punto de perder la cabeza.

Se abrazaba a mí con fuerza, sentía sus uñas en mi espalda marcándome como suyo. De
igual manera en que yo la marcaba como mia, a medida que la poseía. Empezó a
encontrar mis embestidas y sus gemidos eran cada vez más altos. Ella necesitaba más,
mi ángel me pedía más y yo estaba para complacerla.

Pasé uno de mis brazos por la corva de su rodilla, levantándola para cambiar el ángulo.

--EDWARD—gritó cuando toque su lugar más dulce y un espasmo recorrió su cuerpo.


Haciéndome seguirla porque las fuertes contracciones de sus paredes ordeñaron mi
miembro haciendo que expulsara hasta la última gota de mi simiente en sus entrañas.

Nuestros cuerpos estaban empapados de sudor, nuestros corazones latían a mil por hora
y sentía una paz interior que no cambiaría por nada. Besé su cuello, mis brazos casi no
me sostenían y no quería dejarla cargar mi peso por lo que hice acopio de todas mis
fuerzas y me deje caer a su lado, atrayéndola a mi pecho, donde ella colocó un pequeño
beso haciéndome sonreír.

--Esto no cambia nada—susurro y yo no pude evitar soltarme a reír sin aliento. Ella
podia decir lo que quisiera, pero yo sabía que estaba cediendo.

CAPITULO 18

DISFRUTANDO

--Esto no cambia nada—le dije después de haber compartido un clímax enloquecedor.


Debía reconocer que este hombre me confundía y hacia conmigo lo que se le antojaba.
Su risa resonó por la hermosa habitación. —No te rías, es en serio—mi enojo empezó a
crecer.

—Lo que tú digas, pequeña—ni siquiera trató de controlar sus accesos de risa. Esas
habían sido las mismas palabras que había usado cuando le dije eso aquella noche en el
Palazzo.

—Te odio—la expresión salió entre mis dientes. Edward, me miro sin emoción alguna,
luego me sonrió torcidamente, me perdí por unos segundos en sus ojos y lo siguiente
que supe era que sus labios estaban fuertemente presionados contra los míos, sus dedos
pellizcando mis pezones que se habían vuelto duros por la excitación.

Mi traidor cuerpo se pegó al suyo, mis manos recorrían los perfectos planos de su
escultural anatomía. El sabor de sus labios, era un manjar que siempre me hacia desear
no dejar nunca de saborearlo. Deje de resistirme y me rendí ante él. Mi mente me
gritaba que detuviera esto, ya había cumplido consumando mi matrimonio, no tenia
porque ceder de nuevo. Pero mi cuerpo tenía otras intenciones. Los besos de Edward
estaban tan cargados de ansias y necesidad; arrastrándome en su espiral, mi cuerpo
temblaba bajo su roce, haciendo que me abandonara a sus caricias. Me sentía tan
pequeña, tan desvalida, pero, a la vez tan segura.

La manera tan erótica en que se sentía su piel desnuda rozando la mía. Sus posesivas
manos…dios…sus manos que parecían marcar mi piel con un hierro candente,
marcándome como su propiedad.

Mis uñas se enterraron en su hombro, cuando me mordió el cuello y sus manos


apretaban con fuerza mis piernas. Separándolas para volver a tomar posesión de mi
cuerpo.

Gemí a la intrusión, no podía creer que él se hubiera recuperado tan pronto de nuestra
actividad anterior. Se movía casi con frenesí animal, hasta que se detuvo y salió de mi
haciéndome girar sobre mi estomago y tirando de mis caderas para que quedara apoyada
sobre mis manos y rodillas. Murmuré su nombre cuando separó mis piernas. Mi deseo
por el estaba insatisfecho y lo necesitaba en este momento como al aire. La quemazón
que sentía en mi bajo vientre lo reafirmaba.

—Tu mente puede decirte eso—me besó entre los hombros y se detuvo un segundo—
pero tu cuerpo me desea, tu cuerpo sabe a quién pertenece. —me penetró nuevamente.
Su pecho estaba pegado a mi espalda, una de sus manos jugaba pellizcando mi pezón
mientras la otra frotaba mi clítoris en círculos, a medida que nuestros cuerpos se
balanceaban con cada estocada.

Su tibia respiración en mi oído, las palabras de amor y deseo susurradas en voz baja y
sugerente. Yo gemía pidiéndole que estuviera más cerca, lo necesitaba más dentro.
Trataba de atraerlo hacia mí.

—Edward—le supliqué y él negó con la cabeza.

—Dime, lo que quieres—bajo la velocidad de sus embestidas.

—Por favor—mis manos apretaron las sabanas. Su paso lento, era una tortura.

—No puedo leer tu mente, Isabella. Tendrás que decirme lo que quieres—gimoteé
penosamente, Edward sabía muy bien lo que hacía, me estaba enseñando una lección y
por mucho que yo quisiera resistirme, no podía, necesitaba liberarme.

—Más rápido—jadeé cuando pellizcó uno de mis sensibles pezones—más fuerte…por


favor—subió un poco la velocidad de sus penetraciones, pero no lo suficiente para
lanzarme al borde. Me sentía parada frente a un precipicio del cual necesitaba
desesperadamente saltar, pero no podía porque Edward me sostenía.

— ¿Me deseas? A pesar que dices que me odias—su voz era burlona. Yo asentí
derrotada tratando de encontrar sus embestidas para marcar el paso que necesitaba, pero
sentí sus fuertes dedos clavándose en la piel de mis caderas, inmovilizándome. —
Dímelo, Isabella. Dime que eres mía y que solo me deseas a mi—cada vez iba más
despacio.

—Sí, te deseo…a ti…solo a ti, Edward, soy tuya, solo tuya….por favor… Edward…por
favor…te necesito—me tragué mi orgullo, lo escuché inhalar sorpresivamente a mis
palabras.

—Mía…solo mía…—repetía una y otra vez a medida que sus embestidas se hacían más
frenticas, sentir la piel de su pecho rozando mi espalda, sus muslos frotando los míos,
nuestras rodillas encontrándose con cada vaivén, el sonido de nuestra piel
encontrándose, sus expertos dedos tocando cada pedazo de mi cuerpo que estaba a su
alcance.

No pude resistir más, ya no lo podía resistir más. Era cierto yo era suya, le pertenecía
desde la primera vez que lo vi en el parque, ya no podía seguirlo negando, lo amaba,
tanto o más que antes, a pesar de las mentiras, a pesar de las verdades que me hacían
falta conocer. Darme cuenta de esto, hizo que el suelo despareciera de mis pies,
dejándome caer al precipicio. Grite su nombre en éxtasis y él grito el mío, me dejé caer
sobre mi estomago. Mis brazos y piernas ya no me sostenían.

Edward, se tendió a mi lado, cubriéndose los ojos con su brazo. Su respiración era tan
agitada como la mía. Lo sentía demasiado lejos, ya no quería que estuviera lejos. Aun
teníamos cosas que resolver, sobre todo de mi parte. Me acerqué con cuidado y deje mi
cabeza reposar sobre su corazón. Sus latidos eran erráticos. Edward estaba tenso,
supongo que lo tomé desprevenido, pero solo le tomo unos segundos envolverme en sus
brazos y apretarme contra él.

Él no dijo nada y yo tampoco, nos quedamos largo tiempo en silencio, disfrutando de la


cercanía de nuestros cuerpos. Edward acariciaba perezosamente mi espalda, a mí solo
me faltaba ronronear como una gatita. Conociéndolo como lo hacía sabia, que él estaba
esperando a que le dijera algo.

—No te voy a decir que esto no cambia nada…porque sería una mentira, pero, aun nos
faltan cosas por arreglar—me apreté contra él y entrelacé mis piernas a las suyas.
Edward, besó mi cabeza.

—Lo sé, pequeñita…lo sé—me estrechó contra él y me siguió acariciando hasta que me
dormí.

Mi sueño era muy…pero muy placentero. Las sensaciones…me volvían loca.

Lamida, lamida, mordida. Lamida, lamida, mordida. Succión, lamida, movimiento


rápido sobre mi clítoris. Esto era demasiado bueno para ser un sueño…

Abrí los ojos para encontrarme con una visión que me hizo sonrojar profundamente.
Mis pies estaban planos contra el colchón, mis rodillas levantas y un mechón cobrizo
brillaba entre mis muslos. Edward, levantó su hermoso rostro cuando me escuchó gemir
por la vista y las sensaciones. Una sonrisa picara se formó en su rostro haciéndolo ver
mucho más joven.
Iba a decir algo, pero todo pensamiento se fue de mi mente cuando reanudó su tarea.
Gracias a los cielos que los mareos se me habían pasado y que mi embarazo era
relativamente tranquilo.

Me abandoné a las sensaciones y solo cuando grite su nombre, Edward dejo de


torturarme. Nos entregamos una vez a la pasión, la sensación que recorría mi cuerpo
cada vez que me llenaba era algo indescriptible.

Después de retozar y desayunar, Edward nos hizo subir a una limosina donde en cuento
las puertas se cerraron, quedamos el uno sobre el otro, besándonos, tocándonos,
mordiéndonos…parecíamos dos adolescentes en lugar de unos recién casados. No pude
evitar soltar una risita tonta por eso.

—Lastimas mi ego, Isabella. Estoy tratando de darte placer y tú te ríes—mordió mi


oreja.

—Lo siento, es que pensaba que parecemos unos adolescentes hormonados—enterré mi


rostro en su hombro. Lo escuché suspirar.

—Bueno, en realidad. Tú eres una adolescente. —Besó mi frente. —Yo desearía serlo
también—su voz sonaba triste. Levanté mi rostro y lo miré fijamente.

—No eres tan viejo—traté de aligerar su humor y él se puso a reír.

—Así que no soy tan viejo…pero eso significa de todos modos que sí soy viejo. —
volvió a reír—eres pésima para subir los ánimos—me sonroje justo cuando el auto se
detenía.

— ¿Dónde estamos?—le pregunté al ver unos edificios antiguos.

—En el casco viejo de la ciudad. Precisamente frente a Galleria dell'Accademia —yo


abrí mucho los ojos.

— ¿Es donde está el David de Miguel Ángel?—no era muy culta en cuanto a obras de
arte, pero había leído mucho.

—Isabella…no puedo creer que de todas las obras que hay en este museo, tu solo
recuerdes la del hombre desnudo.—sacudió su cabeza reprobatoriamente y yo me
sonrojé avergonzada.—estoy solo bromeando amor—acarició mi rostro—que te he
dicho del labio—su se volvió ronca en el momento en que sus ojos se fijaron en mi
boca, se inclinó y tomó mi labio entre sus dientes.—Vamos, antes que te tomé en este
mismo lugar.

El edificio era imponente, incluso por fuera. Su fachada lo hacía parecer un castillo.
Subimos las escaleras y miré hacia arriba para ver con detenimiento los dos grifos que
custodiaban la entrada. Los animales alados estaban tan bien esculpidos que parecían
reales.

Caminamos por los pasillos, me sentía en otro mundo, vimos la Pieta de Palestina y el
David de Miguel Ángel. Me reí como tonta al igual que otros turistas cuando llegamos a
esa estatua y Edward me cubrió los ojos, diciendo que no entendía como podían
catalogar ese tipo de pornografía un arte.

Me llevó rápidamente a ver Venus y Cupido de Pontormo. Debo reconocer que la


pintura era maravillosa.

En cuanto salimos rebusque en las páginas de una guía turística que me había
comprado…bueno que Edward me había comprado. Le tomé de la mano dirigiéndome
hacia donde yo pensaba quedaba la iglesia de San Lorenzo. Edward me detuvo y cuando
lo miré interrogante, sus ojos estaban llenos de diversión.

—Tienes el mapa al revés—fue todo lo que dijo, dándole la vuelta al pedazo de papel
que tenía en las manos y yo lo empuje por el brazo.

—Sabelotodo—murmuré bajo mi aliento. Edward, revolvió mi cabello y tomó mi mano


llevándome en la dirección correcta.

La arquitectura del Duomo, me robó el aliento. El enorme reloj que lo decoraba databa
de 1443, según leí en la guía.

Luego de bromear mientras caminábamos, como a unos cinco minutos del Duomo,
llegamos a un lugar donde dos calles estaban arregladas de manera estética para que los
vendedores ofrecieran sus productos. Cuando le pregunté a Edward, donde estábamos.
Me respondió "Mercado di San Lorenzo." Debo reconocer que me quedé mirándolo
como una idiota. Cada vez que lo escuchaba hablar en italiano, debía reconocer que una
corriente de humedad se agrupaba en mis prendas interiores.

Edward, prácticamente se pegó a mi espalda. Las calles estaban abarrotadas de cientos


de personas comprando en los puestos de artesanías. Casi todo en los puestos estaba
hecho de cuero; las correas, los bolsos, las billeteras, las pulseras y los abrigos.
Curioseaba los stands mientras caminaba; realmente nada me llamaba la atención. De
pronto vi una tienda de animales y un perfecto cachorrito me miraba con ojos tristes,
con sus patitas rojizas pegadas al cristal. Me puse en cuclillas para verlo mejor. El
perrito corría de un lado a otro moviendo su pequeña colita; era la cosa más tierna que
había visto.

—Si quieres lo compramos— miré arriba, para ver a Edward con la nariz fruncida. Se
veía que no era muy amante de los perros, pero hubo algo que me alarmó.

— ¿Eso quiere decir que nos vamos a quedar en Italia? —chillé.—Es decir, no hemos
hablado de donde vamos a vivir y eso… pero yo aun no he terminado la universidad y
—Edward puso un dedo sobre mis labios.

—Viviremos en Seattle, amor. No te preocupes. Puedes continuar la universidad si así


lo quieres—en cuanto dijo eso empecé a entrar en pánico.

—Dios. Edward. La universidad… seguro perderé mi beca, quien sabe cuántos


exámenes me habré perdido para cuando regresemos.—mi voz se quebró. Edward se
agachó junto a mí y me abrazó.
—No te preocupes por la beca, amor. Yo puedo pagar tu universidad sin problemas—
trató de calmarme, pero surtió el efecto contrario.

—Pero yo no quiero que me pagues la universidad—sabia que sonaba como una niña
petulante, pero no me importaba.

—Eres mi esposa, todo lo que tengo es tuyo. A demás aun no sabes a ciencia cierta si
habrás perdido la beca. ¿Qué te parece si nos preocupamos cuando sepamos cuál es tu
situación a ciencia cierta?—suspiré y asentí.

Seguimos caminando, ya me sentía más tranquila. Debo confesar que cuando llegamos
a la iglesia de Santa Croce, me estaba muriendo de hambre. Me rehusé a dar un solo
paso más si no me alimentaban como era debido. Edward, solo sacudió la cabeza y me
besó la frente, antes de plantarse frente a un restaurante. Seguramente no era como a los
que él estaba acostumbrado a ir, pero se veía mejor que la cafetería a la que lo llevaba
en Seattle, así que… es mejor que haga de tripas corazón, porque no le di tiempo a
pensar y entré con paso decidido.

Era realmente acogedor, había un fresco de un campo florentino y me senté justo frente
a él para apreciarlo. Edward me entregó un menú y fue cuando leí el nombre del local
Ristorante Natalino decía en letras negras. Según lo poco que entendí, las
especialidades eran asados a la parrilla de carne y pescado. Mi nariz se frunció.

—¿No te gusta nada del menú? Podemos ir a otro lugar si quieres.—dijo al notar mi
entrecejo fruncido.

—No entiendo muy bien lo que dice—murmuré apenada.—a demás no soporto el


pescado…cuando estuve en Forks, Charlie fue de pesca y… debo decir que casi me voy
a dormir a la casa de Jake—me estremecí por el recuerdo.

—Bueno, descuida…los voy a alimentar muy bien—acarició mi mano. — de entrada


que te parece unSformatino di asparagi con fonduta di formaggi . Es una especie de flan
de espárragos con queso fundido. ¿De plato principal prefieres pollo o carne? — le dije
que carne y llamó al mesero con un movimiento de su mano.

Luego de almorzar, terminamos de pasear por las calles de Florencia. Debía reconocer
que me estaba divirtiendo como nunca. Edward, quiso entrar a varias joyerías, pero yo
me opuse rotundamente.

La limosina se deslizaba por las ajetreadas calles. Florencia de noche era uno de los
lugares más hermosos que había visto…no que haya visto muchos lugares…pero sin
lugar a dudas, te robaba el aliento.

—¿Edward?—lo llamé cuando me estaba quedando dormida. Él tenía ese efecto en mí,
no podía creer que estuviera recostada sobre su hombro disfrutando de sus dedos sobre
mi espalda.

—Dime, amor—murmuró contra mi cabello.

—¿A dónde iremos mañana?


—¿Qué tal te suena Monza?—acarició mi cabello.

—¿Monza?—susurré emocionada. Él no podía recordarlo o ¿sí?

—Una vez me dijiste que te gustaba la formula uno—chillé y me le lancé al cuello.

—¿En serio? O dios mío, ¿podemos ir?—él asintió y yo lo besé con fuerza.

—Te llevaré a todos los Grand Prix, si con eso consigo que me beses de esa manera.—
rió y yo reí con él.

No podía estar más feliz. No estábamos del todo bien, pero poco a poco, creo que lo
podríamos superar.

CAPITULO 19

FLOTANDO

EPOV

El primer día de nuestra luna de miel, fue realmente asombroso. Sabía que aun tenía un
largo camino para ganármela completamente de nuevo, pero era un reto que había
aceptado con gusto.

El solo hecho de escuchar su dulce voz, de perderme en sus ojos, de sentir sus labios en
los míos, enterrarme en su interior volviéndome uno con ella, escuchar los suaves
jadeos y gemidos que escapaban de sus labios cuando la hacia mía…todo eso merecía
que caminara sobre brasas si era necesario.

Bella, se encontraba dormida. Mi vista estaba fija en el techo de la habitación. Mi ángel


era tan apasionada, tan ardiente…sentía unos deseos imperiosos de tomarla nuevamente,
sin importarme que hubiéramos estado retozando entre las sabanas desde que
regresamos al hotel.

La manera en la que ella se entregaba a mí, no solo en cuerpo sino también en alma
cuando hacíamos el amor, era embriagante y saber que había sido yo quien le enseño a
amar, me llenaba de un orgullo primario.

—Edward—se estiró haciendo que la sabana de seda se deslizara por sus firmes pechos
dejándolos al descubierto.

—Aquí estoy, sigue durmiendo—acaricié su espalda.

—No puedo…tengo hambre—se quejó como una niña pequeña.

—Bella, amor. Cenamos hace un par de horas, no puedes tener hambre con todo lo que
comiste.—en cuanto dije eso, me arrepentí. Se sentó de golpe y su labio inferior empezó
a temblar. Traté de tocarla y ella evitó mi roce.—No te enojes, dime qué quieres comer
—traté de enmendar la situación.
—Nada. No quiero comer nada.—sus ojos se humedecieron y yo maldije mentalmente.

—Amor, no te puedes matar de hambre—le reproché.

—Primero me llamas gorda y ahora me dices anoréxica—su voz subió dos octavas y yo
me quedé en blanco.

—Amor…yo no dije eso—me rasqué la cabeza. Nunca pensé que tendría que
enfrentarme a las "temibles hormonas del embarazo" que había leído en los libros, pero
parece que me equivoque.

—Un buen entendedor necesita pocas palabras—se sorbió la nariz.

—No llores, niña hermosa—la abracé—dime qué quieres comer, ¿un rico gelato?—
achurró su pequeña nariz—¿pizza?—tanteé el terreno ahora que estaba más calmada. Se
mordió el labio inferior, gruñí internamente nunca antes pensé que un labio podía ser mi
perdición.

—¿Puede ser una hawaiana y le pueden poner aceitunas negras?—sus hermosos ojos
cafés se abrieron anchos e inocentes.

—Amor…estamos en Italia ponerle piña a una pizza e—me corté al ver que sus ojos se
llenaban de lagrimas.—Pizza hawaiana con aceitunas negras, no hay problema, amor.
¿Algo más?

—¿Un batido de… melón?—me volví a rascar la cabeza. Solo de pensar en esa
combinación me hacia querer devolver el estomago.

Conseguir el melón no era lo difícil, lo complicado era que un italiano le pusiera piña a
una pizza de jamón con aceitunas negras. Muchos de ellos consideraban las variaciones
americanas de las pizzas como un insulto.

—Claro…¿algo más?—me esforcé por darle una sonrisa.

—¿Crees que habrá cheesecake de oreo?—se lamió los labios.

—Er… creo que sí…—me puse los pantalones y una camisa con rapidez—vengo
pronto—besé sus labios suavemente.

Lo primero que hice fue buscar el menú de servicio a cuarto. Luego de ofrecer una
cuantiosa propina conseguí el batido de melón y que convirtieran un cheesecake sencillo
en uno con galletas oreo. El problema era que solo tenían piñas en conserva y la frutería
que abastecía el hotel no abría hasta las cinco de la madrugada cuando apenas eran las
doce de la noche.

Ellos enviarían a alguien a rastrear una piña y yo decidí hacer lo mismo. Pedí que me
trajeran el batido y el cheesecake, pero Bella se negó a comerlos hasta que no hubiera
llegado la pizza.
Llamé a varias pizzerías desde el auto pero en cuanto mencionaba la piña me colgaban
el teléfono. Llegamos a una frutería donde finalmente encontramos la maldita piña y
regresamos al hotel en casi tiempo record.

—Bella, amor. Traje la pizza—se la entregué emocionado por haber cumplido mi


primera misión como padre.

—¿Y los hongos?—preguntó en cuanto la abrió.

—Tú no pediste hongos, pediste aceitunas negras—le respondí tratando de no enojarme.

—Aceitunas negras y hongos—su voz fue petulante.

—No, no lo hiciste. —sus ojos se volvieron a llenar de lagrimas y yo me masajeé las


sienes. —Pediré que traigan los hongos—suavicé mi voz. Ella negó con la cabeza.

—Lo siento—sorbió su nariz—soy muy desconsiderada contigo, es tarde en la noche y


yo te tengo andando de un lado a otro por una pizza—sollozó—soy la peor de las
esposas—cubrió su rostro con sus manos y yo la tomé en brazos.—y solo me la paso
llorando…

—No, no lo eres, amor. Es normal en tu estado que estés un poco sensible.—tomé un


trozo de pizza—Ahora, abre la boquita, mira qué rica está la pizza—la tenté como a un
bebe. Ella apretó los labios—¿Bebé, verdad que quieres comer una muy yumi pizza que
te trajo papito?—acaricié su vientre que estaba casi plano. Bella se soltó a reír y mordió
un pedazo de pizza.

Entre juegos y risas hice que se comiera al menos cuatro pedazos de pizza, todo el
batido y el cheesecake. Cuando me ofreció pizza me comí un par de trozos aunque en
realidad, aun me sentía llenó de la cena, solo lo hice para evitar que se pusiera a llorar
de nuevo.

Logré que se durmiera luego de un rato, tuve que amenazarla con postergar nuestra ida a
Monza, con eso logré que cerrara los ojos enseguida. Eran pasadas las tres de la mañana
cuando al fin sucumbió en las garras de Morfeo, poco después traté de seguirla yo,
aunque mi mente estaba llena de pensamientos sobre cómo evitar que las hormonas
volvieran al ataque o al menos como salvarla situación sin que mi esposa me arrancara
la cabeza.

En momentos como estos son en los que me gustaría contar con un consejo masculino
de alguien que ya hubiera pasado por esta situación, pero dada la relación que tenia con
mi padre, eso era algo improbable y realmente no tenía ninguna idea de que tan
involucrado estuvo en el embarazo de Elizabeth, yo dudaba que él se hubiera levantado
nunca de madrugada para cumplir algún extraño antojo de ella.

Me obligué a dormir, ya habría tiempo para darle vueltas al asunto y mañana seria un
día largo pero muy reconfortante cuando viera lo mucho que Bella disfrutaría de las
pruebas de fórmula uno.

~.~.~.~
Gruñí cuando sentí una molestia en mis ojos.

—Despierta, ya es día—volví a sentir que trataban de abrirme los ojos y volví a gruñir
girándome sobre mi costado. —Nada de eso, abre los ojos—me quitó la sabana de
encima. Abrí un solo ojo y la miré. Ella me sonreía abiertamente, su rostro a
centímetros del mío.

Me levanté con pesadez, casi no había podido descansar en la noche. Se sentó sobre sus
tobillos y sus ojos era brillantes y expectantes. Sonreí y quise tomarle el pelo.

—¿Por qué vas de rojo? ¿Tú no le ibas a Renault? No me digas que te cambiaste de
bando—me estiré y un almohadón me golpeó el rostro.

—Soy Alonsista, a donde vaya él, voy yo—su voz fue rotunda y yo no pude evitar
reírme a la expresión de su rostro. — Ahora báñate, ya trajeron el desayuno. Apúrate
que las practicas empiezan a las diez—miré el reloj y quise gruñir, eran las seis de la
mañana.

—Bella, son las seis de la mañana. El viaje a Monza en helicóptero solo toma cincuenta
minutos—me deje caer sobre la almohada.

—Lo siento—la escuché sorberse la nariz. Oh, no, no por favor. No más lagrimas.

—No tienes nada que sentir, amor. Es mejor que salgamos pronto de esa manera
podremos llegar a los boxes antes que empiecen las pruebas, ¿te gustaría eso?—la
abracé y ella asintió contra mi pecho.—Bueno entonces dame diez minutos para
bañarme, ve desayunándote—besé su cabeza y ella me regaló una sonrisa.

Durante el viaje a Monza, me divertí viendo como Bella se movía impaciente en su


asiento, parecía casi una niña preguntando a cada momento si ya estábamos cerca.

Aterrizamos cerca del autódromo e hicimos el resto del trayecto en auto. En cuanto el
auto se detuvo tuve que agarrarla de la mano para que no se bajara.

—Wao…aun no puedo creer que seas patrocinador de esta escudería—sonreí, en


realidad no me había hecho patrocinador hasta que ella me había dicho lo mucho que
aprendió a disfrutar este deporte al verlo con su padre.

—Pues créelo, amor.—apreté su mano, ella estaba encantada en los boxes. La presenté
al director del equipo y la dejé explorar un poco mientras me envolvían en aburridas
conversaciones sobre negocios y las expectativas sobre el desempeño de los nuevos
autos en esta temporada.

Había estado pendiente de cómo disfrutaba del sol hasta que se perdió en medio de los
miembros del equipo. Fruncí el ceño, hace unos segundos ella estaba hablando con
alguien a quien no le pude ver la cara. Me apresuré a terminar la conversación y
buscarla entre las personas. Mis manos se convirtieron en puños cuando la vi en el
centro de un grupo, con su rostro sonrojado y una sonrisa que no le tenía nada que
envidiar a la de una fanática enamorada. Sus risitas tontas se escuchaban hasta donde yo
estaba. Mis celos crecieron… ella nunca se ha reído así por mí.
—Isabella—en cuanto llegué a su lado la tomé por la cintura y besé su cuello.

—Edward, ellos son Kimi Raikkonen, Fernando Alonso y Felipe Massa—se volvió a
reír. Traté de que mi mandíbula no se tensara, al escuchar su tono de voz y ver la
manera en la que le sonreían.

—Caballeros, es un placer conocerlos. Espero que Isabella no los haya distraído de sus
prácticas—mi tono fue cortes pero tenía unas enormes ganas de estrangularlos a los tres
por la manera "sutil" en que la miraban.

—Para nada, conocer a la encantadora Bella ha sido toda una experiencia, ¿no es así
caballeros? Es muy extraño que una dama tan encantadora quiera pasar un día de su
luna de miel entre autos y pilotos—pregunto Kimi a sus amigos y los otros dos
asintieron mostrándole a Bella "su cálido" temperamento latino.

Conversamos unos cinco minutos para no ser descortés y luego la alejé de esos buitres.

—Oh por dios, no puedo creer que hablé con Fernando Alonso…—suspiró y mis
dientes chocaron, ya estaba empezando a pensar que haberla traído era una pésima idea.
—Viste a Kimi, cuando le cuente a Charlie que hable con Iceman no me lo va a creer.

Siguió balbuceando durante todo el tiempo que duraron los entrenamientos, por surte
tenia lentes oscuros y no podía verme rodando los ojos cada vez que decía "Kimi esto,
Alonso lo otro, Felipe no se qué" y más blah, blah, blah. Por dios esos hombres eran su
tamaño, eran un tapón de coca cola si se paraban a mi lado. Se suponía que esta era Mi
luna de miel y no tardaría en recordárselo. El único cambio en el tema fue hablar de que
pasaríamos el resto de la semana en Milán y luego iríamos a Paris, pero en cuento se le
paso la emoción, volvió al tema de los pilotos.

En cuanto terminaron las practicas y la tuve para mí solo en el auto, la aprisioné contra
un rincón del asiento y me aseguré que el cristal tintado que nos separaba del chofer
estuviera subido.

—¿Edward?—no le di tiempo a decir nada más capturé sus labios y ella no intentó
oponerse cuando la besé. Separó sus labios y yo introduje mi lengua en su boca, le abrí
los botones del vestido para poder acariciar sus pezones que estaban erguidos por mi
sola cercanía, le solté el cabello y lo enredé en mi mano tirando de su cabeza hacia atrás
para que quedara a mi merced.

—Creo que hace falta que te recuerde quien es tu dueño, Isabella—mordí la parte de
arriba de sus pechos, adoraba el hecho que sus pechos estuvieran tan sensibles que ella
no usara sujetador, eso hacía que yo tuviera un acceso más rápido a ellos cuando la
ocasión se presentaba.

—¡Oh cielos!

Atrapé sus pechos con mis manos y los llevé a mi boca, saboreando uno primero y
luego el otro. La escuché gemir de placer y capturé sus labios para ahogarlos en mi
boca. Mis manos siguieron las suaves curvas de su cuerpo hasta llegar a mi destino que
era el borde de su vestido, lo subí hasta que llegué a su trasero y lo agarré para hacerla
montarse sobre mí. Apreté su centro contra mi erección para que ella supiera lo que me
hacía.

Ninguno de los dos habló. Bella estaba sin aliento y si yo hubiera hablado mi voz
hubiera sido temblorosa. Metí mis manos bajo la suave tela de encaje y descubrí que mi
ángel estaba preparada para recibirme. La levanté por las nalgas mientras enterraba mi
rostro en medio de sus pechos y los succionaba como un crío hambriento. Mis manos
luchaban por liberarme de mi confinamiento.

Levanté mi vista y Bella tenía su mirada fija en la mía, podía ver cómo me suplicaba
con sus ojos que la hiciera mía. Lleve la mano que estaba en su trasero a su cálido
centro e introduje un dedo primer y luego otro. La expresión de su rostro, casi hace que
me viniera en ese instante. La miré con salvaje posesión mientras mis dedos entraban y
se curvaban en su interior, haciendo que su hermoso rostro se contorsionara por el
placer.

Saqué mis dedos de ella cuando explotó y me los llevé a los labios para limpiarlos.
Bella inclinó su cabeza y unió su lengua a la mía para ayudarme en mi tarea

Verla tan abandonada al placer, hacia que el mío se multiplicara. No soporté más y con
mi mano libre aparté la tela que la protegía y la empujé hacia abajo, atravesándola hasta
el tope de una sola vez. Ambos soltamos una palabra altisonante por la sensación, esto
hizo que ambos perdiéramos la poca cordura que nos quedaba.

—Isabella—gemí cuando ella clavó sus uñas en mis hombros. Mis manos la ayudaban a
montarme, tan rápido y duro como era posible. Nuestros pulmones luchaban por
respirar, sentir como se deslizaba sobre mi cuando entraba y salía, era algo casi
enloquecedor.

El aroma a sudor y sexo flotaba en el ambiente, sus gemidos tan altos como para ser
escuchados en la luna, la calidez de su apretada carne que me envolvía. Todo eso
sumado a los espasmos que la atravesaron cuando alcanzó su clímax gritando mi
nombre, me enviaron al bordé. Nunca antes me había venido de tal manera, tan fuerte y
duramente. Era como si mi cuerpo quisiera impregnarla con la mayor cantidad de mi
semilla, para que todo hombre a la redonda reconociera que esta hermosa mujer tenía
dueño.

La estreché contra mí, no la había dejado que se moviera de su posición. Aun me sentía
flotando después del enloquecedor momento que habíamos compartido. Apreté sus
caderas haciendo que estuviera mucho más unida a mí de lo que estaba.

—Pensé que estabas grandecito para hacerlo en el asiento trasero de un auto—rió


tontamente.

—Tú, tienes la culpa por sacar mi adolescente interior—rocé su cuello con mi nariz.

—¿Yo o tres renombrados pilotos de fórmula uno?—gruñí.—Tres renombrados y muy


felizmente casados pilotos de fórmula uno—canturreó y me sacó la lengua, riendo de tal
manera que sus pecho rebotaron contra mi barbilla. Debo reconocer que no perdí tiempo
capturándolos entre mis labios y pasando la lengua alrededor de su pezón, poniendo fin
a la conversación.

CAPITULO 20

ODIANDO

Nuestra luna de miel fue como un sueño, traté que fuera lo mejor y que fuera muy
especial para Bella. Puedo decir que disfrutó Milán, sin embargo creo que lo que más
disfrutó de esa ciudad fue que yo solo había ido por negocios, por lo general solo me
quedaba un día o dos a lo mucho e iba del hotel a la Plaza Affari que es el hogar de la
bolsa de valores o la fabrica de los Alfa Romeo cuando había algún tipo de reunión de
accionistas.

La llevé a la catedral de Milán, Bella estuvo muy impresionada por el estilo gótico de la
misma y su fachada neogótica. Pensé que de pronto debí casarme con ella en un lugar
como ese, tener cientos de invitados y hacer partícipe a la prensa del hecho con un
comunicado; pero conociendo a Bella sabia que prefería mil veces la boda que tuvimos
a una en donde hubieran personas a las que no conocía y ella fuera el foco de atención.
Eso me lo dejó muy claro la expresión de horror que adoptó su rostro cuando le
comenté que esa posibilidad me cruzó por la mente cuando estaba haciendo los planes
antes de raptármela, de esa manera a nadie le quedaría duda de que ella era mía. Que
puedo decir, soy un hombre calculador, siempre lo he sido y en ese momento estaba
planeando la estrategia para conseguir lo más preciado que podría poseer.

Ella se sentía insegura, muchas veces me dejo claro que pensaba que nunca encajaría en
mi mundo, yo estaba más que dispuesto a crear una burbuja a su alrededor para que la
suciedad e inmundicia de la alta sociedad no la tocara, lo que menos quería era que su
puro e inocente corazón se manchara si llegaba a conocer la hipocresía, la envidia y
todos los pecados que ese mundo escondía. Lo que menos quería era que Bella tuviera
miedo a algo, mi trabajo era protegerla de todos y de todo lo que pudiera herirla.

Paseamos por las galerías de Vittorio Emanuele, Bella estaba encantada con sus cúpulas
de vidrio en forma de cruces latinas, entramos en innumerables librerías, cada vez que
pasábamos frente a una de las cafeterías o restaurantes y había algún aroma que le
gustaba me miraba con esos enormes e inocentes ojos, mordiéndose el labio. Aun le
costaba pedirme cosas y yo podía ver el conflicto interno que tenía en sus sinceros
gestos. Yo solo me inclinaba le daba un beso y tiraba de su mano para hacerla entrar y
que pidiera el bocadillo que le apetecía.

Seguimos el trayecto de las galerías para salir a Piazza della Scala, admiramos el
Teatro alla Scala, le prometí que en un futuro próximo la traería a escuchar la opera en
el teatro más grande del mundo. Bella tal vez no perteneciera a mi mundo pero era una
jovencita muy culta, mucho más que muchas de las "damas" de sociedad con las que he
lidiado. Recorrimos museos e incluso logre sacarla a una discoteca de moda.

No era la primera vez que iba a una discoteca, pero por lo general iba solamente por
cuestiones de negocios y no por diversión. Sentir el cuerpo sudado de Bella contra mi
ropa, mientras nos movíamos al ritmo de la música era casi enloquecedor. Dejé que mis
manos vagaran libremente por el cuerpo que me pertenecía, la sujetaba con fuerza
contra mí, sabiendo que era la envidia de muchos de los hombres que estaban en el
local. Hombres ilusos que deseaban lo que me pertenecía por ley.

Salí de discoteca en tal estado de excitación que en cuanto la tuve toda para mí en la
limusina, salté sobre ella, haciéndola susurrar mi nombre mientras yo entraba y salía de
ella en un estado de frenesí.

Lamenté realmente que nuestro tiempo en Milán terminara, me prometí mentalmente


que regresaríamos en la primera oportunidad que tuviéramos, para revivir nuestra luna
de miel.

Cuando llegamos a Paris, nos hospedamos en el Ritz, la habitación era digna de una
reina, que era lo que quería que Bella se sintiera a mi lado. Yo hubiera preferido pasar
todo nuestro encerrados en la habitación, yo había estado en muchas ocasiones en Paris,
pero sabía que era eso era injusto con mi esposa.

Mi esposa…

Aun me emociona el hecho que Bella sea mi esposa, nunca antes pensé que esa palabra
significara tanto para mí. Con mi primer "matrimonio" era una palabra completamente
vacía, carecía totalmente de importancia, era una palabra que estuvo vetada de mi
diccionario por cinco años ya que solo me traía malos recuerdos y me enfurecía. Sobre
todo me hacía pensar en mi padre y todo el odio que sentía por él.

Paseamos por Paris, la llevé a conocer la torre Eiffel, paseamos tomados de la mano por
el Campo de Marte. Traté de comprarle ropa adecuada para que renovara su guardarropa
una vez regresáramos a Seattle, la llevé a Chanel, Dior y Givenchy. Bella me discutió
cada vez que trataba de comprarle algo, sabía que no estaba acostumbrada a este estilo
de vida y entendía que tenía que darle su espacio. Aun así le compré todo lo que pensé
que necesitaría una vez regresáramos a Estados Unidos, en las boutiques tenían sus
medidas así que solo tuve que decirles que vestidos quería y los enviaron a nuestro
hotel.

Podría decir que una de las cosas que ambos más disfrutamos fue un paseo en un
Bateaux Mouches alquilé toda la barcaza para nosotros solos, de esa manera Bella pudo
conocer Paris desde el rio Sena.

Cuando fuimos a Notre Dame, volví a pensar en nuestra boda y manifesté mi


preocupación en voz alta.

— ¿No te hubiera gustado más que nos hubiéramos casado aquí?—le susurré mientras
mirábamos la estructura que inspiró tantas historias.

—No—movió su cabeza con vehemencia. —Nuestra boda fue perfecta…fue mucho


más de lo que alguna vez hubiera podido desear. Estar solo rodeada de mis amigos más
íntimos y mis familiares—dejo escapar un suspiro.

— ¿Qué sucede amor? ¿Falto algo que te hubiera gustado?—mi voz dejaba notar la
preocupación que sentí.
—Es solo que…—volvió a suspirar—mi madre no fue…—se quedó callada y enfocó su
atención en el órgano Cavaille-Coll

Su madre… si a esa mujer se le puede llamar madre.

A pesar que James se puso en contacto con ella, se mostro desinteresada en la boda de
su hija mayor, le dijo textualmente que quien sabe qué tipo de mafioso era yo. Incluso la
llamé personalmente, pero me dejo claro que no tenía intenciones de hacer semejante
viaje con una niña pequeña, que no pretendía romper su presupuesto para viajar a Italia,
además me dejo claro que no le interesaba lo que sucedía con Bella, ya que la
consideraba una mala hija y una niña celosa de la felicidad que ella había encontrado
con su esposo. Le expliqué que el viaje y la estadía iban por mi cuenta y me preguntó
con descaro si en verdad tenía tanto dinero como sonaba.

Cuando al fin se dio cuenta de con quien hablaba quiso cambiar de estrategia pero yo ya
la había leído. No permitiría que se acercara a Bella, ahora que se había enterado que
era una mujer inmensamente rica.

Mi enojo fue tal, que le deje claro que si ella o su marido en alguna oportunidad
trataban de ponerse en contacto con mi esposa, tomaría acciones legales.

—Sé que la relación entre ustedes dos no terminó bien—ella ni siquiera sabía que tenía
una media hermana de menos de dos años—quieres que haga los arreglos necesarios
para que se reúnan—le dije en contra de mi juicio.

—Ella no ha hecho el más mínimo intento de ponerse en contacto conmigo desde que
me fui de su casa, no le respondía ni siquiera a Charlie cuando la llamaba o le escribía.
No creo que ella quiera saber nada de mí—su voz se quebró. Yo la abracé y acaricié su
cabello.

Esa mujer estaba entrando en la lista de las personas que odio y no es un buen lugar
para estar. Puedo decir que iba justo después de Carlisle e Irina.

Le pedí a Dimitri que la investigara a ella y a la escoria que tiene como esposo a fondo.
No quería sorpresas, me gustaba saber exactamente que los puntos débiles de mis
enemigos, eso era algo que siempre resultaba muy provechoso a la hora de actuar.

—No te preocupes, ella se lo pierde. Si no se quiere dar cuenta de la excepcional mujer


que tiene por hija entonces es que no tiene dos dedos de frente. —Besé sus labios
brevemente—vamos, tenemos otros lugares que ver y no quiero que estés triste, olvida
todo lo referente a tu madre. Disfruta de nuestra luna de miel.—ella asintió pero se veía
triste.--¿Quieres una Crème brûlée? En cuanto esas palabras salieron de mi boca todo su
rostro se iluminó.

Ya de noche llegamos a la habitación, quería que Bella se relajara por lo que había
preparado una noche especial. Me quité la ropa con deliberada intención.

Pedí que para cuando llegáramos nos estuviera esperando una bandeja que contuviera
fondue de chocolate, fresas, malvaviscos, bananas troceadas, biscochos y quesos.
Esperé hasta que estuviera completamente desvestida y lista para ponerse el camisón.
Bella no se había dado cuenta de lo que había pedido.

Me incliné y pasé mi brazo bajo sus piernas cargándola. Dejó escapar un jadeo de
sorpresa. La recosté sobre la cama.

—Edward…—en sus ojos pude ver el deseo.

Mis ojos se deleitaron con su desnudes. Agradecí a todos los cielos que se me ocurriera
comprarle un paquete de spa para una depilación con crema. No me atreví a pedir la
depilación con cera por miedo a que pudiera afectar al bebe.

—Esta noche quiero comerte, mi dulce Isabella—Sus ojos se dilataron y su lengua


humedeció su labio inferior.

Uno de mis dedos rozaba su piel de su barbilla, su cuello, el valle de sus pechos,
deteniéndome en su ombligo.

Me levanté y busqué la charola. La coloqué sobre la cama. Cuando iba a decirme algo
coloqué un dedo sobre su boca para hacerla callar. Moví mi cabeza negativamente,
mientras hundí mi dedo índice en el chocolate e hice el mismo recorrido. Hundí dos e
hice un circulo en su ombligo sobre el cual coloqué una fresa que también sumergí en la
mezcla.

—La otra noche pude comprobar que tu sabor es mucho mejor con fresa…un tanto
redundante, pero, exquisito. Así que quise saber con qué más, sabes bien—mi lengua
recorrió el camino que habían marcado mis dedos, cuando llegué a la fresa me aseguré
que mis dientes estuvieran en contacto con su piel. —Deliciosa—sorbí el jugo de la
fresa que estaba en su piel.--Sabes mucho mejor de lo que podia imaginar.

Repetí la acción solo que esta vez el circulo lo hice sobre sus sensibles pezones, donde
coloqué las rodajas de bananas. Mi lengua solo se acercó a uno de sus pechos cuando
ella arqueó su espalda, ofreciéndomelos libremente. Estaba tan ansiosa como yo por
tener su duro monte en mi boca.

—Tks, Tks, tks—chaqueé mi lengua. —Ahora tengo que empezar de nuevo—la


amonesté, volviendo a sumergir mis dedos en el chocolate.

—Por favor, Edward—sollozó y cuando se fue a mover levanté una ceja, retándola a
moverse de nuevo. Lloriqueó pero se quedó quieta.

Una vez la volví a tener cubierta de chocolate y frutas, me dediqué a succionar y


mordisquear sus pezones. Mi lengua se enroscaba en ellos y no podía evitar gemir. Mis
manos aferraron la parte de atrás de mi cabeza manteniéndome pegado a ella.

Sonreí al ver lo excitada que estaba. Volví a mi faena solo que esta vez mis dedos no se
detuvieron en su ombligo. Baje hasta llegar a la piel que recubría su clítoris y coloqué
un malvavisco en ella.
Bella, inhaló con fuerza y mantuvo el aire en sus pulmones mientras mi lengua hacia el
recorrido.

—Por favor, por favor—suplicó cuando mis dientes rozaron su delicada piel. Mi mano
se movió con cuidado de no tocar mucho su piel. Cuando dos de mis dedos se
adentraron en el centro de su tormento, su orgasmo llegó rápido y con fuerza.

Sus caderas se alzaron de la cama con violencia, su cabeza se echó hacia atrás y sus
labios soltaron mi nombre con un grito de placer que casi hace que yo mismo terminara
sin siquiera haber entrado en ella.

Quería que esta noche fuera larga para ella, pero verla tan excitada y tan entregada, no
estaba ayudando a mi resolución.

—Hazme el amor, Edward…por favor—la besé para hacerla callar, el dolor era
exquisito. Aun no quería hacerle el amor, quería ver cuántas veces más podía llevar ese
hermoso ser al nirvana.

En cada ocasión, frustré sus esfuerzos de acercarme más. Las únicas partes de mi cuerpo
que permitía tocar el suyo eran mis labios y mis manos. Los siguientes cuatro orgasmos
de mi ángel fueron rápidos e intensos. No podía soportar más la tortura a la que me
estaba auto sometiendo, ni seguir ignorando las suplicas de Bella, que me pedía una y
otras que me enterrara en su calidez.

—Aun no, mi pequeña—susurré contra su muslo.

—Edward Cullen, si no me haces el amor en este instante te juro que te violaré y luego
pediré el divorcio—su cabeza se movía de un lado a otro de la cama. No pude evitar
reírme a carcajadas ante la imagen mental que se formó en mi mente. Me puse a su
altura y besé con suavidad sus labios por unos segundos. Me separé de ella para regresar
a la faena.

Sus ojos se entrecerraron y su mano trató de agarrar mi erecto falo. Me hizo sisear y
traté de apartarme de ella, pero Bella no pensaba claudicar. Lanzó una pierna sobre las
mías y nuestros sexos hicieron contacto.

—Isabella—supliqué y ella lanzó sus brazos alrededor de mi cuello.

—Te necesito—fue todo lo que dijo para que mi lengua asaltara su boca, la besé
profundamente, con intensidad, liberando toda la tensión sexual que tenía reprimida en
mí.

La penetré unos segundos más tarde y fue como si estuviera en la gloria. Mi necesidad
de poseerla completamente no me dejaba pensar con raciocinio. Me moví dentro y fuera
de ella con locura como si fuera un poseso. Todos mis planes de hacerle el amor
dulcemente se fueron al caño cuando ella mordió mi oído y me dijo lo mucho que le
gustaba sentirme dentro de ella, completándola y dominándola.
Perdí completamente los papeles, tomé sus rodillas e hice que las plantas de sus pies
quedaran planas contra mi pecho. Sabía que esta posición podía llegar a ser dolorosa si
no tenía el debido cuidado.

No pude evitar mirar el punto donde nuestros cuerpos se encontraban y supe en ese
instante que no iba a aguantar mucho tiempo.

—Bella…—dije con los dientes fuertemente apretados. Ella entendió lo que le pedía y
llevó sus dedos a su centro girándolos en círculos haciendo que su dulce palpitar
explotara a mi alrededor. Mi clímax llegó poco después.

Solté sus piernas y caí sobre la cama girando sobre mi espalda y llevándola conmigo.
Ambos respirábamos pesadamente. Tratábamos de recuperar el aliento, pero yo
necesitaba saber algo con desesperación.

— ¿Te hice daño?—aparté un húmedo mechón de cabello que se había pegado a su


frente.

—No—respiró pesadamente y se acurrucó contra mi pecho.

—No puedes dormirte aun amor, estas toda pegajosa—al igual que las sabanas añadí
mentalmente.

Me levanté pese a sus protestas y empecé a preparar el baño. Dejé llenando la bañera
con agua tibia y sales aromáticas. Llamé al servicio de habitación y les pedí que
cambiaran las sabanas mientras tomábamos un baño.

La levanté en brazos y la dejé con cuidado en la tina, sentándome tras ella. En cuanto
empecé a enjabonarla con suavidad pude sentir la reacción de nuestros cuerpos. Debo
decir que volvimos a hacer el amor en la bañera y cuando regresamos a la cama. Las
sabanas estaban listas y el recipiente volcado con frutas y chocolate no estaba a la vista.

Nuestra luna de miel terminó de manera tranquila. Los dos nos estábamos
reencontrando. Bella estaba llegando a conocer aspectos de mí, que ni yo mismo
conocía.

Disfruté enormemente cuando regresamos a Seattle y llegamos a mi pent-house. Por el


momento viviríamos allí hasta que encontráramos una casa que nos satisficiera a los
dos. Quería tenerla lista antes que el bebe llegara.

—Oh dios Edward, gracias—las lágrimas en sus ojos me dejaba saber que le había
gustado el regalo. —No debiste haberte molestado—la incredulidad de su voz era
notable.

—Si quieres lo devuelvo—le bromeé y ella me lanzó una mirada que dejaba claro lo
que pensaba de mi broma. Levanté mis manos en señal de rendición.

—Es tan lindo—su sonrisa era enorme mientras se sentaba en el sofá con su regalo en
las piernas.
—Recuerdo lo mucho que te gusto en Florencia—me senté a su lado y me incliné para
besarla ganándome un gruñido.

Entrecerré mis ojos mirando fijamente el pequeño animal, dejándole claro que esta era
mi casa, esa era mi mujer, yo era el jefe de esta manada y podía hacerlo desaparecer tan
fácil como había llegado. Sonreí con satisfacción cuando gimoteó y escondió su rostro
entre sus patas.

—No lo mires así. Lo estas asustando—me recriminó, acariciando la bola de pelos.--


¿Cómo vamos a llamarlo?—me miró emocionada.

— ¿Saco de pulgas?—me golpeó el hombro.

—No seas malo con el perrito. Sabes bien lo mucho que deseaba tener uno de pequeña.
—tomó el perrito por la barriga y lo puso a la altura de sus ojos.--¿Te gusta honey?—le
preguntó y yo quise reírme, pero sabía que me golpearía si le decía que si esperaba que
el perro le respondiera estaba un poquito loca.

—Bella, amor. El pulgoso es macho, ¿no crees que necesita un nombre más masculino?
—lo miré con recelo.—No sé algo como Rambo o Rocky, esas eran buenas películas en
su época.

—Por dios Edward esos nombres son de películas que dieron antes que naciera—rodó
sus ojos.

—¿Me estas llamando viejo?—le dije "amenazadoramente" poniendo al perro en el


suelo y recostándome sobre ella, dejándola tumbada en el sofá.

—N-no sería capaz—me equilibré con el pie que tenía en el suelo para no dejar que mi
peso la aplastara. Capturé sus labios en los míos y de pronto sentí de algo que tiraba el
ruedo de mi pantalón.

Miré hacia abajo para encontrarme el cachorro prendido de mi pantalón, mordiéndolo y


tirando de él.

—No, no. Eso no se hace. No debes morder los pantalones de Edward— Bella lo tomó
en brazos, pero esa pequeña molestia no me iba a robar el preciado tiempo que tenia con
mi esposa.

—Creo que será mejor que le demos su espacio y lo volvamos a poner en su jaula,
mientras te termino de enseñar el apartamento.—se lo quité de los brazos, ganándome
un puchero. —Luego podemos meternos en un site y buscar un nombre para él.—eso la
alegró.

Caminé hasta la cocina y levanté al cachorro para que me viera.

—Si quieres quedarte a vivir aquí, debes entender ciertas reglas. No me gustan mucho
los perros, así que es mejor que te comportes a menos que quieras que te embarque y te
regale a alguna niña que te vestirá con tutu y te pondrá lazos de colores en el pelo.
Créeme conozco una así—pensé en la hija de James—Primero: nada de interrumpirme
cuando estoy con mi mujer, ¿entendido?—mis ojos se fijaron en los suyos—Segundo:
nada de estar mordiendo o levantando tu pata en donde te dé la gana, Tercero: le harás
caso a tu entrenador y te comportaras bien, no me darás dolores de cabeza. Cuarto:
cuando nazca el bebe nada de estar celoso. Para ese momento nos habremos mudado a
una gran casa y tendrás mucho patio para jugar. Si cumples con eso, nos llevaremos
bien. ¿Estamos de acuerdo?—lo metí en su jaula y me encontré con un par de ojos
chocolates que me miraban burlones.—los chow chow son perros inteligentes y es
mejor dejarle claro las cosas desde el inicio—me defendí y ella me sonrió.

Los dos siguientes meses fueron casi pura alegría. Bella había vuelto a la universidad,
estaba muy satisfecha por no haber "perdido" la beca. Me encargué personalmente que
eso no fuera así. También recibí los informes completos de la "familia" Dwyer. Resultó
ser que el flamante nuevo esposo de mi "querida" suegra, tenía no una amante sino dos.
Estaban bastante endeudados, así que tendría que estar al pendiente por si Renee quería
ponerse en contacto con mi Bella por su dinero. Podríamos asegurarnos que la niña
tuviera un fideicomiso para su educación después de todo ella era un ser inocente, pero
me negaba a darles algo más.

Todo estaba en paz y tranquilidad hasta que recibí una noticia a traves de una llamada
que nunca pensé recibir.

—Sr. Cullen—James sonaba ansioso.

—¿Le sucedió algo a mi esposa?—mi respiración se volvió elaborada.

—No es eso…es solo que—vaciló y yo empecé a perder la paciencia.

—Es solo que, ¿qué?—gruñí.

—Esta en el apartamento de sus padres. Al parecer el señor Cullen, le pidió que hablar
con ella y—eso fue todo lo que necesité escuchar, hoy era uno de los días en los que mi
madre se reunía con sus amigas en una tarde de lectura. Colgué el teléfono y salí de mi
oficina llevándome a quien se pusiera delante de mí.

Mientras conducía, mi mente se llenaba de posibles escenarios. ¿La abría amenazado


para reunirse con ella y ofrecerle dinero para que se alejara de mí, como lo hizo con
Elizabeth? ¿Estaría interesado en ella como lo estuvo en Irina? Si le ha tocado un solo
cabello, podría ser capaz de matarlo con mis propias manos. Olvidándome que fue
quien me dio la vida.

Dejé mi carro mal estacionado en la acera frente al edificio. Le tiré las llaves a Peter que
estaba apostado en la entrada. Toqué con desesperación el botón del ascensor. Marqué
el último piso mientras movía mis pies con ansiedad.

En cuanto las puertas del elevador se abrieron, salí al pasillo, pasando junto a James y
abrí la puerta con la llave de repuesto que tenía en mi cartera. El apartamento estaba en
silenció, no los encontré en la sala, pasé primero por la biblioteca, sabía que mi Isabella
nunca aceptaría ir a las habitaciones.
La escena que tenia frente a mi me dejo frio. Mi padre tenía una de sus asquerosas
manos sobre el vientre de Bella que había empezado a redondearse hace unas semanas.
La otra de sus garras en sus mejillas bañadas de lágrimas. Él estaba tratando de
ganársela, seguramente se estaba haciendo la victima para que Bella le tomara simpatía,
de esa manera tendría un acceso más fácil a ella.

Solo que eso iba a suceder sobre mi cadáver. Nunca permitiría que él volviera a posar
sus sucias manos en mi dulce e inocente Isabella, no me importaba lo que tuviera que
hacer para evitarlo.

—Isabella—mi gruñido la hizo sobresaltarse. Mi padre me dio una débil sonrisa. Eso
hizo que mi odio creciera. Además de todo se estaba burlando de mi.

Bella se acercó a mí, vacilando un poco mientras pasaba su mirada de mi rostro al de mi


padre.

—Edward, déjame explicarte, no es

—Te vas de regreso al apartamento—le dije sin mirarla.

—Edward

—Al. Apartamento. Isabella, ahora—bramé, mirándola con fiereza. Más lagrimas


rodaron por sus mejillas—James—en cuanto pronuncié su nombre apareció y sacó a
Isabella, tratando de convencerla por el camino hacia la puerta que no tenía nada de qué
preocuparse.

—Edward—la voz de mi padre era cansina. Mis manos se convirtieron en puños.

Miré su rostro por un momento, miraba al hombre que más estaba odiando en este
momento. Sabiendo que había llegado a un punto de quiebre. Avancé hacia él, listo para
asestar el primer golpe.

CAPITULO 21

ODIANDO II

BPOV

Los dos últimos meses de nuestro matrimonio habían sido casi un sueño. Edward y yo
pasamos la mayor parte del tiempo libre, buscando una casa en las afueras de Seattle.
Ninguno de los dos quería que nuestro hijo y finalmente encontramos una que a los dos
nos gustaba. Podía imaginarme a nuestro hijo corriendo detrás de Momo en el amplio
jardín.

Nuestro hijo, apenas hace un día nos enteramos que sería varón. Edward estaba que no
cabía en sí de la alegría; estaba casi tan emocionado como cuando lo sentimos moverse
por primera vez. Me hizo el amor con tanta delicadeza que me hizo llorar. Incluso el
solo recuerdo me hacia romper en lagrimas de la emoción.
En cuanto salimos del consultorio de mi doctora, Edward condujo directo a una tienda
especializada en bebes, a pesar de que le había dicho que consideraba que era
demasiado temprano para empezar a comprar. Su respuesta fue mirarme y sonreírme.

—Bella, amor. Nuestro hijo vendrá al mundo en cuatro meses. Lo que estamos es
atrasado—se inclinó y besó mi frente. Confiaba en que Edward haría solo lo mejor para
nosotros.

En cuanto entramos pude constatar una vez más el aura de poder que rodeaba a Edward,
el cual a veces me hacía sentir muy pequeña. La dependiente de la tienda se dio cuenta
de la jugosa comisión por la venta que podía sacar en cuanto se fijo en el costoso traje
que tenia Edward.

Verlo vestido de manera tan formal, dejaba claro que era el presidente de una
multinacional, su sola apariencia dejaba ver que era alguien con muchos recursos.
Edward apretó mis dedos y acarició el torso de mi mano con su pulgar.

La dependiente nos hizo pasar a un acogedor salón en donde tenían en demostración


diferentes formas y modelos para decorar el cuarto del bebe. Edward le dijo que quería
que el ambiente del cuarto fuera exclusivo.

La Sra. Smith, nos enseñó un muestrario con diseños para las cortinas, muebles, ropa de
cama y otras cosas. Me sentía tan abrumada por las cosas que me mostraban, que
empecé a jugar con los botones de mi celular. Edward sintió mi ansiedad.

— ¿Sucede algo, amor? ¿No te gustan los modelos?—preguntó y pude ver por el rabillo
del ojo a la dependienta poniéndose intranquila.

—No, no es eso. Todo está muy bonito, pero no sé si sabré elegir bien. Quiero que todo
sea perfecto para el bebe y me preguntaba si…—murmuré bajito y lo miré a través de
mis pestañas para ver su reacción—si tu madre podría venir para ayudarnos.

Una sonrisa se expandió en su rostro y se inclinó a darme un beso en la frente.

—Creo que le encantaría—sacó su teléfono y habló brevemente con su madre. La


dependiente se vio más relajada y nos siguió mostrando cosas de bebes hasta que llegó
una muy emocionada Esme.

Pasamos el resto de la tarde viendo hermosos diseños, queríamos algo sencillo, pero
especial. Tenía que adecuarse a nuestro nuevo hogar. El piso del cuarto del bebe es de
madera oscura. Yo quería que ese pequeño espacio fuera un oasis de paz y tranquilidad.
Que una vez dentro de ese lugar todos los problemas se olvidaran.

Sabía que eso era lo que Edward quería, lo podía ver cada vez que llegaba al
apartamento, dejaba su maletín sobre el sofá y aflojaba su corbata antes de darme un
beso. Parecía que en cuanto ponía un pie en la casa, la fachada del hombre de negocios,
frio y exitoso, se caía de sus hombros y dejaba paso a mi Edward. El hombre que decía
que me amaba más que a nada en este mundo y yo le creía. Confiaba en que nunca más
haría algo que me lastimara.
Adoraba cuando descansaba su cabeza en mi regazo y me contaba las cosas que lo
habían estresado en la oficina mientras yo recorría su sedoso cabello con mis dedos,
haciendo que se relajara casi de inmediato. Saber que solo mi toque tenía ese efecto en
él, me hacía sentir poderosa.

Entre los tres decidimos que tipo de cuarto de bebe queríamos, las telas y los accesorios.
Debía reconocer que el cuarto quedaría hermoso, pero, costaría una pequeña fortuna.
Por mucho que traté de oponerme a gastar semejante cantidad de dinero, tanto Edward
como Esme me ignoraron completamente, alegando que el pequeño merecía la mejor
calidad para su seguridad.

Aun estaba tratando de acostumbrarme a la vida de casada, pero al menos tenia a


Edward apoyándome en todo, después que estuviera en sus brazos no había nada que
pareciera poderme hacer daño. Habían días en los que no me apetecía ir a la
universidad, muchas veces los malestares me hacían quererme quedar en cama todo el
día. Por suerte Alice y Benjamín me traían las notas y las asignaciones de la clase
cuando faltaba.

Hoy era uno de esos días en los que no tenía ganas de nada, solo quería dormir. Fui a la
universidad las primeras horas y luego falté las clases de las tarde.

Estaba recostada en la cama, Momo tenía cabeza en mi pecho y yo jugueteaba con sus
mechones. Solo podía estar así con el cachorro cuando Edward no estaba, aun no
entendía la aversión que esos dos se tenían. No podían estar los dos en la misma
habitación conmigo sin que se pusieran a disputar mi atención. Esperaba que cuando
llegara el bebe los dos se comportaran de otra manera o la situación sería de locos con
tres machos demandantes.

La señora Cope quien venía tres veces a la semana limpiar, entró para decirme que me
llamaban por teléfono. Pensé que era Edward por lo que contesté emocionada.

— ¿Edward?—respiré.

—No, señora Cullen. Soy Chelsea. La llamó de parte de la señora Esme. Le pide que
por favor pase unos minutos por su apartamento para mostrarle unas cosas que
consiguió para el cuarto del bebé, pero quiere que sean sorpresa para el señor Edward.

—Oh…—traté de esconder mi decepción—no hay problemas, estaré allá en una media


hora.

Colgué el teléfono, esperando que en verdad no hubiera problemas. Nunca había ido a
casa de los padres de Edward y sabía bien de la aversión que le tenía a su padre, pero
nunca me dijo nada de no poder a visitar a Esme.

Me puse el abrigo y busqué a James en el cuarto de recreo. Edward, no me dejaba


conducir ahora que mi embarazo se había empezado a notar.

Cuando le dije a donde quería ir, pude ver que no estaba muy seguro, pero, aun así me
llevó. Le dije que no pensaba demorarme, de todos modos quería estar en casa para
cuando Edward llegara.
La señora llamada Chelsea, fue quien me abrió la puerta y me indicó que me recibirían
en la biblioteca.

Todo lo que podía ver en este apartamento a pesar de ser muy formal, también se veía
hogareño. Iba tan distraída observándolo todo que cuando no me di cuenta cuando me
dejó en la biblioteca hasta que escuché la puerta cerrarse.

Me tensé al ver que quien estaba detrás del escritorio era el padre de Edward. Traté de
relajarme pero fue en vano. Sabía que si Edward se enteraba iba a estar en enormes
problemas.

—Bienvenida, Bella. Debo añadir que luces radiante—avanzó hacia mí con los brazos
abiertos y me envolvió en un abrazo que respondí, torpe e incómodamente.

—Gracias… eh…¿se encuentra Esme?—retrocedí unos pasos, tratando de mantener


distancia.

En el rostro de Carlisle se tornó ligeramente rosado y me dio una sonrisa de disculpa.

—Esme no se encuentra, quería hablar contigo y sabia que no aceptarías venir si sabias
que se trataba de mi, así que opté por una mentirilla blanca—se movió incomodo. Ya sé
de donde aprendió Edward, a ser de esa forma.

Yo empecé a preocuparme. No tenía idea sobre lo que quería decirme. Carlisle no me


caía mal, incluso la primera vez que lo vi, me pareció un hombre bastante agradable. Mi
visión sobre él cambió luego de la conversación que presencié en Florencia, pero, aun
así no me parecía aquel ser tan despiadado que Edward tenia visualizado.

—¿Q-qué desea hablar conmigo?—aclaré mi garganta.

—Siéntate, por favor.—me indicó una silla frente al imponente escritorio. Me sentía
como si estuviera frente a un decano o algo así y no frente a mi suegro. Tragué
sonoramente. Empecé a jugar con mis dedos al ver que no decía nada.—No tengas
miedo, Bella. No te traje aquí con ninguna macabra segunda intención.—su sonrisa
parecía sincera.

—Entonces, ¿por qué estoy aquí?—lo miré fijamente.

—Por Edward—dijo simplemente. Lo miré confundida y él suspiró pesadamente.—le


prometí a Esme que haría un esfuerzo consciente por arreglar las cosas con mi hijo antes
que mi nieto naciera.—sonrió brillantemente cuando mencionó el nombre de Esme y al
bebe.

—Y ¿Qué tengo que ver en eso?—seguro que mi voz dejaba ver la confusión que yacía
dentro de mí.

—Mi hijo es orgulloso—miró un portarretrato frente a él donde se veía a un pequeño a


quien reconocí como Edward sujetando la mano de Esme y mirando a su padre con
adoración. No podía tener más de cinco años cuando tomaron la fotografía.—tú eres la
mujer que él ama y estoy seguro que eres la única que puede tocar su corazón para que
haga un esfuerzo y olvide su orgullo por el bien de la familia. —se pasó la mano por el
cabello, un acto que era igual al de Edward.

—Señor C—enarcó una ceja, por lo que me corregí—Carlisle. Dudo mucho que yo
tenga ese tipo de poder en Edward. Hablar de ciertas cosas lo pone un poquito…—
busqué una palabra que fuera suave y a la vez dejara ver la realidad de la situación—
irritable.—Carlisle se soltó a reír.

—Apuesto a que lo hace—sacudió su cabeza—debo reconocer que Edward se parece a


mí en más aspectos de los que él desea reconocer. A pesar de lo que Edward te ha dicho,
Bella, no soy un ogro. Sé lo mucho que te incomoda estar aquí, pero no tengas miedo,
no tengo intención de hacerte daño. ¿Cómo podría cuando eres la madre de mi nieto?
Esme me dijo que era un niño—sonrió con alegría y a me avergoncé de no haber tenido
la delicadeza de haberle comunicado la noticia.

—Carlisle, en verdad lo siento. Fue muy desconsiderado de mi parte no infórmale que


el bebe era un niño, después de todo es su nieto—me disculpé rápidamente.

—Entiendo los motivos por los que no estuve informado de una manera más directa.—
se levantó y se acercó a mi por lo que me levanté, tratando de ser cautelosa. Por sus ojos
pasó una expresión de dolor.—no me tengas miedo, Bella. En verdad no soy el
monstruo que mi hijo cree.—su voz era suave, tranquilizante, se veía que trataba de no
asustarme.

—No soy quien para juzgarlo—le respondí, sin saber que pensar.

—Bella, yo quiero a mi hijo, como no quererlo, es parte de mí. Sé que he cometido error
tras error con él, haciendo que la brecha entre los dos se hiciera mayor. Tú eres una
buena mujer, Bella. Esme, te tiene en muy buena estima, puedo decir que te ve como si
fueras su hija. No te lo pido por mí, te lo pido por ella, para darle la alegría de ver a su
familia unida una vez más. ¿Crees que podrías hacer el intento de hablar con mi hijo,
por Esme y por mi nieto?—la emoción en su voz hizo que las lagrimas se agruparan en
mis ojos. En ese momento el pequeño decidió patearme, supongo que quería que
cumpliera con lo que me pedía su abuelo. No podía negarme a su petición.

Este era un hombre que se veía había atravesado el infierno de ida y vuelta. Su vida no
podía ser tan llena de banalidades como piensa Edward, si es capaz de suplicar por la
felicidad de su esposa. Además debía ser horrible que tu propio hijo te odiara de tal
manera.

—Está bien, lo intentaré—le dije a ambos, colocándome la mano donde mi hijo se había
hecho sentir, acuné mi barriga con amor. La mirada de Carlisle siguió el movimiento de
mi mano.

—¿Se está moviendo?—yo asentí con la cabeza. Sus ojos nadaban con emoción y lo vi
tragar en seco—¿P-puedo?—hizo un ademan con su mano. Yo volví a asentir—Eres
mucho más de lo que podía haber deseado para mi hijo y lamento que hayas tenido que
sufrir la consecuencia de mis errores. —Colocó una de sus manos sobre mi vientre y
otra en mi cara, limpiando las lágrimas que no sabía que había derramado.
—Isabella—escuché a Edward gruñir. En su voz y su rostro se notaba que estaba mucho
más que enojado. Temía que hiciera algo de lo que se arrepintiera más adelante.

Me acerqué a él con pasos vacilantes. El rostro de Carlisle estaba sereno, mientras el de


Edward denotaba un odio intenso.

Tenía que hacerle ver que las cosas no eran como pensaba, tenía que pedirle que le diera
una oportunidad a su padre para arreglar las cosas.

—Edward, déjame explicarte, no es—me cortó con una voz que parecía hecha de acero.

—Te vas de regreso al apartamento—me dijo entré dientes, mirando por encima de mi
cabeza.

—Edward—intenté nuevamente, podía ver un nervio en su mejilla contraerse y las


aletas de su nariz dilatarse.

—Al. Apartamento. Isabella, ahora—me gritó de tal manera que me asustó, nunca antes
Edward me había hablado de esa forma. Me miró fijamente pero me dijo nada más—
James—dijo solamente y a los pocos segundos, James estuvo a mi lado.

—Vamos Bella, déjame llevarte al apartamento. Debes tratar de calmarte. No tienes


nada de qué preocuparte—para cuando me dijo esto ya me había sacado de la biblioteca.

—James, por favor. No podemos dejarlos solos—lo miré suplicante, plantando mis
talones en el suelo para evitar que me siguiera llevando.

—Lo siento Bella, solo cumplo ordenes, por favor no te muevas o podrás hacerle daño
al bebe—con esto me tomó en brazos y empezó a caminar hacia la salida. Nos
encontramos de frente con una Esme, muy preocupada que nos miraba. James y ella
intercambiaron una mirada y salió casi corriendo hacia la biblioteca.

Traté de controlar mis lagrimas por el bien del bebe, el camino de regreso a casa fue
espantosamente largo. Al igual que el tiempo que paso, me recosté en la cama, cansada
de caminar de un lado a otro. No podía dejar de pensar en lo que podría estar pasando,
seguramente discutirían, solo esperaba que Esme pudiera calmarlos, para que pudieran
hablar civilizadamente.

Cerré los ojos y abracé la almohada de Edward, solo esperaba que nada malo sucediera.

No sé exactamente en qué momento me dormí, solo sé que cuando desperté, todo estaba
oscuro, yo estaba desorientada y sentía mi estomago húmedo.

Alguien estaba conmigo, tocándome con manos temblorosas.

La puerta del pasillo estaba abierta y entraba algo de luz, haciendo que la habitación no
estuviera totalmente negra. La vista frente a mi rompió mi corazón en mil pedazos.
Nunca pensé que podría ver algo semejante.
En el suelo, arrodillado junto a la cama, con el rostro presionado sobre la piel desnuda
de mí estomago, sollozando amargamente, pidiéndole a nuestro hijo que nunca lo
odiara, mientras las lagrimas mojaban mi vientre, estaba Edward…

EPOV

—¿Edward?—los delicados dedos de mi ángel acariciaron mis cabellos.--¿Qué sucedió?


—su voz fue un susurro.

Levanté mi rostro para mirarla, en sus ojos se veía clara su preocupación por mí. Se
corrió con dificultad y palmeó el colchón a su lado. Me arrastré penosamente sobre las
colchas volví a colocar mi rostro junto a su vientre. En estos momentos los necesitaba a
los dos.

Sus dedos acariciaban el contorno de mi rostro, sabía que estaba tratando de calmarme.
Por suerte la habitación no tenía suficiente iluminación, de lo contrario, ella hubiera
pensado que yo era una criatura lastimosa.

—¿Quieres contarme que sucedió?—su voz era un suave murmullo. Aspiré su limpio y
delicado aroma. Saber que ella estaba conmigo, me hacía sentir mejor.

—Tuve…una pequeña conversación con mis padres—tragué en seco, mi voz se rompió


dos veces.

—Está bien, no tienes que decirme nada si no quieres—siguió acariciando mis cabellos,
dando por finalizada la conversación, pero yo necesitaba desahogarme y sabía que ella
era la única que me ayudaría a lamer mis heridas sin juzgarme.

Así que le empecé a relatar todos los sucesos mientras lo veía pasar en mi mente como
en una película.

Me dirigí hacia mi padre con toda intención de darle un puñetazo. Tenía que existir
alguna frontera que él respetara. Su rostro estaba impasible, su mirada era arrogante y
orgullosa.

—¿Me vas a golpear, Edward?—su voz no demostraba ninguna emoción. No me pedía


siquiera disculpas por haber citado a mi mujer a mis espaldas.

Mi cuerpo vibraba con el odio, no permitiría que él me arrebatara lo que más amaba
en la vida, como me había arrebatado tantas otras cosas. Levanté mi mano cerrada y la
detuve en alto.

—¡Edward!, ¡No!—escuché a mi madre antes de verla correr y ponerse en medio de


los dos.

—Esme, querida. Mantente al margen. Tu hijo parece estar decidido a darme una
"lección".—bajé la mano solo porque mi madre me miraba con el ceño fruncido.

—Carlisle, esto se tiene que terminar—se giró para encararlo y mi padre presionó el
puente de su nariz.—Lo digo en serio. Hemos perdido casi dieciocho años en los que
pudimos haber convivido como una familia. Si no fuera por la testarudez de ambos.
Ahora viene mi nieto en camino, les aseguro que no dejaré que ni el bebe, ni su madre,
se vean envueltos en esta locura.

—No tengo nada que decir, Esme. Edward es demasiado orgulloso y corto de vista.
Pensé que Bella podría ayudarme a hacerle entender, pero, veo que es imposible.—se
sentó tras el escritorio y pretendió ignorarnos.

—Perfecto. Si tú no tienes nada que decir, Carlisle Cullen, está bien. Pero yo no pienso
seguir guardando silencio viendo como mi familia en lugar de crecer y volverse más
fuerte, se destruye por estar ocultando las verdades y formar una red de mentiras—
espetó mi madre, mostrándose furiosa. Nunca antes la había visto de esa manera y
estaba empezando a temer por su salud. La arteriosclerosis múltiple aumentaba el
riesgo de un infarto.

—Mamá

—Esme

Dijimos mi padre y yo al mismo tiempo. Ella nos miró enojada, su rostro estaba rojo,
me indicó la silla frente al escritorio de mi padre. Me senté para no contrariarla y ella
sorteó el escritorio y se quedó de pie, poniendo una mano en el hombro de mi padre y
quedándose a su lado.

—No quiero más verdades ocultas en esta familia. Es hora que tu hijo sepa cómo
sucedieron las cosas—me miró primero a mí y luego a mi padre.

Me quedé callado, mi mente daba vueltas tratando de entender a lo que se refería mi


madre.

—Cariño, no-

—Cállate, Carlisle.—los ojos de mi padre casi se salen de sus orbitas al igual que los
míos. Nunca había escuchado a mi dulce madre mandar a callar a mi padre.—Edward,
esto te lo voy a decir una sola vez. Te quedaras sentado y escucharas todo lo que tengo
que decir, sin interrumpirme. Luego si quieres puedes decir todo lo que quieras. Y eso
también va para ti Carlisle.

Yo asentí completamente mudo, al igual que mi padre.

—Bien…—dijo alisándose la falda.—Lo primero que debes entender es la relación que


teníamos Elizabeth y yo. Ella era la hermana mayor, la más consentida, pero por
alguna razón siempre decía que no la querían. Siempre tuvo una especie de
competencia con Rosalie y conmigo. Nunca pensamos que era algo para preocuparse,
nosotras no le dábamos la misma importancia que ella a las joyas y a los vestidos.
Sabíamos como era ella, pero, no sabíamos que tan competitiva podía llegar a ser,
hasta que Carlisle vino a cenar con sus padres.

Suspiró pesadamente y miró a mi padre.


—La atracción entre tu padre y yo fue inmediata. Elizabeth se molestó ya que siendo
ella la más hermosa de las hermana era lógico que tu padre la prefiriera a ella.
Además tenían la misma edad.

—Nos fuimos distanciando cada vez más, con decirte que solo la vi dos veces en cinco
años, una en el matrimonio de Rosalie con el Mayor Hale y la otra cuando la encontré
en la cama con Carlisle—su voz se quebró en ese momento, pero respiró
profundamente. Mi padre apretó su mano y me miró como si yo tuviera la culpa de que
mi madre estuviera pasándola mal por hablar de esto y no quien había sido él que la
engañó con su hermana. —Después de perder el último bebe caí en un estado de severa
depresión. Nos hice la vida un infierno, aun no sé como tu padre me soportó todos esos
meses. No soportaba que me tocara sabiendo que nuestra unión nunca podría producir
fruto. Una noche decidí irme a casa de mis padres, Carlisle había estado bebiendo esa
tarde, tratando de ahogar tanto dolor que amenazaba con romper nuestro matrimonio.
Elizabeth, vio su oportunidad y la aprovechó. Se puso mi ropa y mi perfume. Tu padre
la confundió conmigo tal cual como ella había planeado.

—¿Cómo puedes saber si eso es verdad?—le gruñí tirando de mi cabello. Seguramente


mi padre la había convencido que él era totalmente inocente de su adulterio.

—Porque encontré mis ropas en el suelo, ella olía a mi perfume y eché a Elizabeth de
la casa, antes que Carlisle se despertara. Claro no sin que ella me dijera que lo más
seguro es que hubiera quedado embarazada ya que no habían usado protección y ella
estaba en sus días fértiles. Sentía tal rabia y dolor que la abofeteé e hice que la sacaran
fuera de la propiedad. Me fui a la habitación a esperar a que Carlisle se despertara,
pensaba arrancarle cada una de las uñas. Me senté en una silla al lado de la cama a
rumiar mi desgracia. Cuando tu padre se despertó, me preguntó '¿Por qué estas
vestida? Vuelve a la cama.' Él no supo que se había acostado con Elizabeth hasta el día
que ella llegó proclamando que estaba embarazada.—mi madre se secó las pocas
lagrimas que habían caído por sus mejillas y yo parecía estar pegado con goma a la
silla. Mi padre tenía la cabeza entre las manos.

—Me costó tiempo asimilar lo que Esme me decía. No podía creer que hubiera
cometido semejante estupidez. Tenía miedo que nuestro matrimonio se fuera a pique.
Elizabeth pensaba que yo dejaría a Esme para casarme con ella. Cuando comprendió
que no sería de esa manera, amenazó con abortar. Esme se opuso fervientemente, yo
estaba asombrado, pensé que lo que menos querría ella era una prueba viviente del
error más grande de mi vida.—mis ojos se encontraron con los de mi padre—No me
malentiendas Edward. Siempre te quise, es diferente con los hombres, el lazo que
formamos con los hijos es a base de convivencia, pero en ese momento…aunque me
avergüence de decirlo hubiera aceptado el aborto si con eso podía volver a tener a
Esme. Por suerte para ambos, yo estaba casado con la mejor mujer del mundo, ella
quería que tu nacieras, le suplicó a Elizabeth que si no te quería tener que al menos te
permitiera vivir y luego ella te adoptaría como su hijo, tu madre biológica se rehusó,
por lo que le ofrecí dinero, mucho dinero… La hice firmar un despiadado contrato, no
te lo voy a negar. Me rehusaba si quiera a verla, a pesar de que la teníamos instalada
en una de las casas de la propiedad… debo confesarte que la odiaba mucho. No por lo
que me hizo a mí, sino por lo que le hizo a Esme. Tenía mis dudas en cuanto a la
decisión que habíamos tomado, pero nunca me arrepentí, mucho menos cuando
Elizabeth te puso en mis brazos sin mirar atrás y tú tomaste mi dedo índice con toda tu
mano—su voz se rompió y de mis ojos se desbordaba la humedad.

—Tu padre te ha adorado tanto o más que yo Edward. Prefirió que te hicieras una
mala imagen de él antes de permitir que pensaras que tu madre biológica era una…—
mi madre inspiró profundamente—era una mujer como lo era. —supe que omitió su
verdaderos pensamientos por mi beneficio.

—Si eso es verdad… ¿por qué lo de Irina?— tenía que aferrarme a lo que fuera, no
podía siquiera considerar que hubiera estado durante años equivocado en mi odio.

—Soy humano, Edward… debo reconocer que te fallé como padre. Por eso deseaba
que tu no cometieras mi errores, pensé sinceramente que haciendo que te casaras con
Irina, estaba haciendo lo mejor para ti. Ella era la hija de mis mejores amigos, no
podía pensar en mejor pareja para ti. Creí que de alguna manera eso nos haría
acercarnos, pero surtió el efecto contrario.

— ¿Y lo demás?—gruñí, él se había acostado con ella.

Como si estuviera leyendo mi mente mi padre empezó a negar con la cabeza.

—No pasó nada entre nosotros Edward. No puedo creer que tuvieras una imagen tan
pobre de mí que pensaras que me había acostado con la que era tu esposa. —mi madre
jadeó y se llevó una mano al pecho.

— ¿Cuándo sucedió eso?

—La noche en que murieron los padres de Irina—mi padre le respondió y mi madre me
miró frunciendo el ceño.

— ¿La noche en la que tu y yo pasamos hablando por videoconferencia, mientras Irina


dormía por causa de los fuertes tranquilizantes que le tuvieron que inyectar?—mi
padre asintió y yo sentí la bilis subir por mi garganta. Prácticamente corrí al baño de
la biblioteca y vomité violentamente antes de regresar a la biblioteca.

— ¿Por qué no me contaste esto antes?—le reclamé.

—Por orgullo—murmuró y mi madre apretó su mano para confortarlo. —pero vas a


tener un hijo propio, mi nieto y quiero…—suspiró—quiero dejar el orgullo atrás.
Quiero estar en su vida como debí estar en la tuya, si hubiera sido menos obstinado en
ese tiempo, convenciéndome que no tenía porque darte explicaciones de mis actos.
Incluso hice que Esme me prometiera que nunca te contaría nada sin que yo se lo
pidiera. —la miró como tratando de recordarle que había roto su promesa y mi madre
sonrió sin remordimiento alguno—Pero comprendí que tú y tu hijo son la única familia
de sangre que me queda. Te quiero y también a mi nieto. Y te pido humildemente que
me dejes estar en sus vidas a partir de ahora—los ojos de mi padre se llenaron de
lagrimas, las cuales limpió mi madre. —Se que no me crees, pero te digo la verdad.

—Tengo que irme—fue lo único que dije, salí de allí antes que alguno de los dos
pudiera decirme algo.
Vagué por las calles, con mi mente hecha un caos. Tantos años de rencor y odio, solo
por nuestro orgullo. No quiero imaginarme lo que mi padre sintió todas esas veces que
le dejaba claro lo que sentía por él. Si alguna vez mi hijo…oh dios…no puedo siquiera
pensar en que mi hijo me llegara a odiar de esa manera.

Necesitaba estar en paz…y solo una persona en el mundo podría brindármela. Sin
pensarlo dos veces, presioné el acelerador y me dirigí hacia mi Bella.

Ella me escuchó todo lo que le conté, palabra por palabra. Limpiando mis lágrimas y
acariciando mi cabeza que aun estaba junto a su redondeado abdomen. Ni siquiera
protestó cuando le dije que la necesitaba y la tomé como un animal en celo, no pude
hacerla venirse, solo usé su cuerpo para calmar mis ansias y encontrar el refugió que me
daba perderme en su cuerpo. Mi ángel me dijo que no me preocupara por eso, que ella
estaba más que feliz en poderme ayudar de la manera que yo necesitara.

Juré no volver a hacerlo. Nunca en todas las veces que hemos hecho el amor, ella no
había llegado a un orgasmo, ni siquiera la primera vez. Siempre procuraba que Bella
acabara al menos dos veces antes de permitirme soltar mi semilla en su interior.

Me dediqué a verla dormir en mis brazos, trataba de no pensar. Bella me conocía tan
bien que no me preguntó si había tomado alguna decisión, ella sabía que cuando yo
estuviera listo se lo contaría.

CAPITULO 22

VERDADES

La mañana siguiente llegó, me desperté al sentir una pequeña patada contra mi


estomago. No pude evitar que una sonrisa se expandiera por mi rostro.

Mi ángel estaba profundamente dormida, su rostro escondido en mi cuello, su dulce


aliento acariciando mi piel, su redondeado estomago presionado contra el mío, una de
sus piernas sobre mi cadera y su brazo envolviendo mi pecho.

Acaricié la desnuda piel de su vientre dándole los buenos días a mi hijo. Recibí un golpe
como respuesta y mi sonrisa se hizo más grande.

La giré con cuidado para librarme del agarré de sus piernas y su brazo. Me recosté con
cuidado sobre su vientre y lo besé.

—Se, un buen niño y deja a mamá dormir un rato más—acaricié su estomago y cubrí su
desnuda forma con las cobijas.

Me vestí con rapidez, quería recompensarla por mi egoísta acción de anoche. Baje las
escaleras de dos en dos, tratando de encontrar las formas en las que me iba a resarcir.

En la cocina me encontré con la señora Cope y le pedí que preparara un suculento


desayuno para Bella. Hice unas cuantas llamadas para limpiar mi agenda por el día de
hoy, pedí que no me pasaran ninguna llamada, sin importar quien fuera. Rebusqué en mi
oficina el regalo de navidad que le había comprado y no había tenido oportunidad de
darle.

Subí con la bandeja de desayuno y la coloqué sobre la mesa lateral.

—Despierta mi Bella durmiente—besé la sensible área que tenía bajo su oído.

—Mmm—se estiró como un gatito y se pegó a mi cuerpo. Besé su hombro y acaricié su


espalda. — ¿Dormiste bien?—besó mi pecho. Suspiré.

—Sí—le dije terminando la conversación, no quería recordar lo que sucedió el día de


ayer. —te traje el desayuno a la cama. Hoy nos vamos a quedar todo el día en la cama y
te voy a complacer en todo lo que quieras.

—No tienes que hacerlo—acarició mis cabellos.

—Te lo debo…después de cómo me comporté anoche—la estreché contra mi todo lo


que pude sin aplastar su barriguita.

—No me debes nada y si hablas de lo de anoche, mucho menos. Me alegra haberte


podido ayudar. —suspiré contento por la sensación de sus dedos acariciando la piel bajo
mi cabello.

—Estuvo mal…ni siquiera pudiste terminar…no debí haberte tomado así—tracé


círculos con mis dedos sobre su columna.

—Edward… tu eres un amante generoso…—sentí el calor de su sonrojo.—si vamos a


ponernos a contar…pues yo te debo muchos a ti… yo termino dos o tres veces cada
vez…y tu solo una—al final su voz fue un susurró. Escondió su rostro en mi pecho.
Quería reírme, aun después de tantas veces que hemos estado juntos, ella aun tenia
vergüenza de hablarme sobre estas cosas.

—No importa quién ha tenido más orgasmos. No estamos hablando de eso, sino del
hecho que lo no debí haberte tomado solamente para tratar de olvidar—hice una mueca
cuando me llego el recuerdo.

—Necesitabas lo que podía ofrecerte y no me molestó que lo tomaras. Si por lo menos


de esa manera puedo ayudarte, me alegra poder hacerlo—la sentí tantear con sus labios
mi piel, buscando mis labios.

—Bella—gemí capturando sus labios en los mío, el beso inició suave, delicado y fue
subiendo de tono. —mi dulce y pequeña Bella—murmuré contra la piel de su cuello.
Quería seguir adelante, pero ella tenía que desayunar primero.

Me senté separándome de ella, el tierno puchero que hizo, pintó una sonrisa en los
labios.

—Regresa aquí—se quejó sentándose con cuidado y sujetando la cobija que cubría su
desnudes.
—Primero, lo primero. Necesitas comer, no es bueno para ti, ni para el bebe que te
saltes las comidas. —me levanté y busqué la bandeja con su desayuno.

Me dediqué a darle la comida como a una bebe, cada vez que protestaba le recordaba
que debía practicar para cuando nuestro pequeño llegara al mundo. En cuanto dejé la
bandeja vacía en la mesa y regresé a la cama.

—Tengo algo para ti…lo compré para dártelo en la navidad, pero…no tuve
oportunidad, ahora creo que es el momento perfecto—le dije sacando el collar de cajita
de raso.

—Edward…—estiró la mano para acariciar la cadena y el dije en forma de corazón.


Levanté su cabello para poder ponerle el collar.

—Nada mejor que verte vestida de diamantes…—murmuré acariciado el colgante que


quedaba justo sobre sus pechos. —no tienes idea lo sensual que te ves, desnuda y con
solo este collar adornando tu piel. —separó sus labios cuando un jadeo escapó de ellos
al sentir la yema de mis dedos acariciar su cuello y la cima de sus turgentes pechos.

Bella me desabrochó la camisa con urgencia y acarició mi pecho haciéndome temblar,


capturé sus labios en un beso apasionado y ella murmuró algo contra mis labios. Podía
sentir como su cuerpo reaccionaba a mis caricias, me encantaba verla perder el control,
ver lo desinhibida que se volvía en nuestros momentos de intimidad.

Sus pequeñas manos acariciaron mi hombría que estaba recluida en mis pantalones,
pronto los hicimos desaparecer para dejarlos en el suelo junto a mi camisa. Acaricié su
vientre, regodeándome con el hecho de que yo había sido el causante de todas sus
primeras experiencias. Yo le había dado su primer beso, la había hecho mujer, la había
hecho mi esposa y ahora la estaba convirtiendo en madre.

Mi mano siguió bajando hasta que estuvo entre sus muslos, la escuché gemir y temblar,
su cuerpo se inclinaba hacia mi mano, buscando lo que solamente yo podía darle y lo
que le iba a dar hasta que no pudiera soportarlo más.

—Edward…dios…—su cabeza se reclinó en las almohadas cuando mis dedos se


curvaron en su dulce punto de placer. Los rayos del sol arrancaban destellos del dije
haciendo que su blanca piel brillara como un arco iris.

Estaba usando toda mi fuerza de voluntad para no embestir dentro de ella.

—Déjate llevar, amor—le dije enroscando mi lengua en uno de sus pezones mientras
mis dedos mantenían un ritmo constante.

—Oh, si… oh cielos…Edward—mordí con suavidad su pezón, eso hizo que sus paredes
empezaran a contraerse alrededor de mis dedos. —por…favor—jadeó cuando su
orgasmo terminó.

La coloqué sobre mí, sus ojos ardían con la misma pasión que veía reflejada en los
míos.
—Cabálgame… déjame ver como tus hermosos pechos se mueven cada vez que me das
la bienvenida—mis manos fueron a sus caderas, ella gimió mientras se empalaba
lentamente en mi.-- la mia bella ragazza* —le dije con voz ronca una vez me hubo
acogido completamente en ella. Mordió su labio, yo sabía lo mucho que le gustaba que
le hablara en italiano mientras hacíamos el amor.

Bella empezó a moverse de arriba abajo, se tomaba su tiempo y yo la dejaba, después de


todo, yo quería que ella liderara este encuentro. Después de unos minutos de suaves
jadeos y quejidos, empezó a aumentar la velocidad de sus movimientos, la ayudé con
mis manos para que no se esforzara tanto en mantener el ritmo. Sus gemidos se hacían
cada vez más fuertes, clavó sus uñas en mis brazos, aferrándose a mí como si su vida
dependiera de eso.

Se puso tan tensa que tuve que sujetarla para poder seguir moviendo mis caderas
mientras podía sentir como se contraía.

Ver a Bella llegar al clímax era algo casi sublime, sus ojos cerrados, sus suaves y
rellenos labios formando una pequeña 'o', su cuerpo arqueado y tenso como un arco a
punto de disparar una flecha.

Poco después la seguí, mi orgasmo fue salvaje, intenso. Mis dedos se clavaron en la piel
de sus caderas.

La giré de manera que ambos estábamos recostados sobre nuestros costados.


Permanecimos así unos minutos; tumbados y aturdidos tratando de recuperar el aliento.
Ambos estábamos en la novena nube después de ese enloquecedor orgasmo.

—Edward…—murmuró después de unos minutos de silencio.

— ¿Sí, amor?—mis dedos jugaban con la cadena de oro alrededor de su delicado cuello.

Llevó sus manos a las mías y entrelazó nuestros dedos.

— ¿Sabes que tienes que resolver las cosas con tu padre, no es así?—me tensé
enseguida, lo que menos quería era pensar en todo lo que sucedió ayer, en todos los
años de odio sin sentido.

Ignoré su pregunta, mis manos empezaron a acariciar su cuerpo con fervor, mis dedos
hicieron el recorrido hasta su entrada, encontrándola húmeda y dispuesta, igual que
siempre.

—Creo que estas lista para la segunda ronda—capturé sus labios en los míos, ahogando
su replica con mi boca y me dediqué a jugar con su cuerpo de manera que olvidara sus
buenas intenciones de hacerme hablar sobre lo sucedido. Debo decir que la llevé hasta
el punto en que no podía recordar su nombre, pero si recordaba muy bien el mío, cada
vez que los espasmos de placer recorrían su cuerpo.

Ahora estábamos nuevamente recostados, mi ángel dormía segura y pacíficamente


usando mi pecho como almohada. Yo tenía un brazo detrás de mi cabeza y miraba
fijamente el techo mientras acariciaba el sedoso cabello de mi pequeña.
Aun no podía entender porque Esme había aceptado guardar la verdad durante tantos
años. Yo podía ver el dolor que le causaba cada discusión, cada altercado, cada vez que
ignoraba a mi padre pretendiendo que no estábamos en la misma habitación.

Tampoco podía entender lo que había orillado a mi padre a decidir guardarse la verdad
y hacer que Esme también lo hiciera.

Aun recuerdo cuando era pequeño y esperaba a que él llegara del hospital sentado en el
último escalón de la escalera y corría a su encuentro en cuanto escuchaba la puerta
principal abrirse.

—Te extrañé mucho, campeón. ¿Te has portado bien con tu madre?—era su saludo
cuando me tomaba en brazos.

En ese tiempo mi padre me parecía un gigante, un ser casi divino incapaz de


equivocarse. Recuerdo mis sueños de convertirme en él cuando creciera, quería ser un
medico y salvar vidas, justo como lo hacia él.

—Te quiero hijo, que tengas dulces sueños—era lo último que escuchaba de sus labios
antes de dormir.

Cerré con fuerza mis ojos tratando de borrar las imágenes que se agrupaban frente a
ellos, pero fue en vano, las imágenes estaban en mi mente y no parecían que fueran a
desaparecer.

—Cuando crezcas serás un gran hombre. — decía cuando me sentaba en sus rodillas y
le preguntaba por la salud de sus pacientes.

—Tú y tu madre son lo mejor que me ha pasado en la vida. Y por eso doy gracias. —era
lo único que decía en Acción de Gracias. A pesar que era mi madre quien nos hacia
celebrar ese día aunque viviéramos en Londres.

Mi padre jamás me había levantado la voz o la mano, siempre fue un hombre amoroso
no solo con mi madre sino también conmigo. Hasta ese día…

—No tengo por qué darte explicaciones de mis actos, soy tu padre y como tal me debes
respeto. —me espetó el día que lo confronté sobre Elizabeth.

—Te odio, nunca te perdonaré lo que les hiciste. Desearía que no fueras mi padre, me
voy a llevar a Esme para que lejos de ti consiga un hombre que la ame y la respete
como se merece—fue mi respuesta y recibí a cambio un bofetón por mi insolencia.

—Edward…yo…—me miró arrepentido, pero yo no quería nada de él.

Desde ese día la brecha se había vuelto cada vez más grande. Había cambiado mis
planes de convertirme en medico, cuando mis abuelos paternos me hablaron de la
herencia que me estaban dejando, me darían la parte que le tocaba a Esme y a Elizabeth,
al ser ambas mis madres y ellos decidir que Esme no la necesitaba teniendo la fortuna
Cullen a su disposición. De allí en adelante me dediqué a planear la manera en hacer
que ese dinero siguiera multiplicándose, mi abuelo materno me ayudó en todas las
inversiones ya que yo era menor de edad, podía ver el orgullo en sus ojos cada vez que
el dinero se multiplicaba. Así fue durante años, para cuando cumplí diecisiete ambos de
mis abuelos maternos murieron en un lapso de tres meses.

Fue un golpe duro para mí ya que me había vuelto cercano a él, pero mi abuelo era el
típico hombre ingles, solo le mostraba afecto a sus caballos o a sus perros.

Fui extraído de mis pensamientos por un beso en mi pecho. Sonreí y besé sus cabellos.
Si la tenía a ella, nada más importaba.

Pasamos el resto del día, completamente desnudos en la cama. Solo me vestí para
buscar nuestro almuerzo y cena. La consentí y la mime durante todo ese tiempo.
También me di cuenta que me encantaba como lucia Bella con los diamantes, había
considerado seriamente bañarla en ellos para que fuera lo único que usara en la cama.

Bella me pidió que la dejara encargada de la mudanza para nuestra casa, me lo pidió de
tal manera que no me pude negar aunque al principio me opuse por su estado, pero
después que ella me prometiera una y otra vez que no se esforzaría, ni se estresaría,
decidí dejarla a cargo de la planeación. Ya habíamos comprado todos los muebles y las
decoraciones con la gran ayuda de mi madre.

Seguía evadiendo cualquier conversación sobre mi padre, con Bella era más sencillo dar
por terminada la plática, sabía muy bien cómo hacer que ella olvidara cualquier cosa
que tuviera en su mente en determinado momento.

Había conversado con James y me había dado grandes tips en lo que se refería a los
antojos. Ahora muchas veces cuando Bella se despertaba en medio de la noche, yo tenía
en casa hasta la más improbable comida y si no tenia lo que quería tenía el teléfono de
todos los lugares que entregaran a domicilio, cuando eres un Cullen no importa la hora,
siempre hay alguien feliz por atenderte, nunca antes había tomado ventaja de esto, pero,
por Bella y mi hijo usaría cualquier ventaja que tuviera. Estaba feliz que me estuviera
volviendo bueno en esto, cuando ella llegaba de la universidad o después de un día
excepcionalmente agotador por las compras, solía sentarme con ella en el sofá y
mientras ella devoraba un trozo de pastel de chocolate con relleno de dulce de leche yo
le hacía masajes en los pies.

Escuchar los pequeños gemidos que hacía cada vez que mi pulgar hacia presión en el
arco de su pies era mi recompensa…bueno eso sin contar que una vez terminaba con el
masaje ella por alguna razón se sentía tan necesitada que prácticamente no llegábamos a
la cama, por lo que decidí empezar a hacerle los masajes en la habitación…no que yo
me este quejando por eso.

Hoy era el día en que los muebles llegarían a nuestra casa, habíamos traído casi todas
nuestras ropas, pero, había sugerido que dejáramos una muda en el apartamento por si
no terminábamos todo hoy pudiéramos dormir allá.

Por alguna extraña razón cada vez que Bella me miraba esta mañana se mordía el labio
y agachaba la cabeza para que mis ojos no se encontraran con los de ella. Algo me decía
que me estaba ocultando algo y eso no lo iba a permitir, después de todo el mentiroso y
el que guarda secretos en esta relación soy yo.
Que honor es para ti ocupar ese puesto entonces.

Gruñí, la voz de mi conciencia se había aplacado por meses, pero ahora con lo de mi
padre parecía haber vuelto a despertar.

Estoy tratando de cambiar eso, pero los viejos hábitos son difíciles de dejar. Le dije a mi
conciencia.

— ¿Dijiste algo?—me preguntó Bella, levantando sus ojos de la pila de ropa que estaba
ordenando para poner en los armarios. Seguramente no dije la expresión en mi mente
como pensé.

A pesar que le había dicho que contratara personal para ayudarnos en la mudanza, ella
se había negado diciendo que no quería a ningún extraño tocando nuestras cosas, así que
solo accedió a que la señora Cope nos ayudara a colocar las cosas en su lugar.

—No amor, no dije nada…pero tú andas extraña—solté la camiseta que estaba


doblando y tomé su rostro en mis manos. Un sonrojo empezó a extenderse por su cuello
y mejillas, bajó su mirada ante la intensidad de la mía.--¿Qué me estas ocultando
Isabella?—levanté mi ceja y la miré con más fijeza cuando empezó a retorcer sus
manos.

El timbre de la puerta sonó y ella saltó de la cama como un resorte alejándose de mis
manos.

—Parece ser que tenemos visitas—salió presurosamente de la habitación. Fruncí el ceño


y miré mi reloj, probablemente era mi madre, ella había dicho que llegaría a esta hora.

Bajé las escaleras tras ella, deteniéndome en seco cuando llegue al final.

—Edward….

—Padre…—nos miramos fijamente.

—Edward…

—padre…—aclaré mi garganta. No sabía que decir, no sabía cómo reaccionar.

—Carlisle y Esme han venido a ayudarnos con la mudanza, ¿verdad que es muy amable
de su parte?—Mi madre tenía abrazada a Bella, quien me miraba a manera de disculpa.
Los labios de esa pequeña tramposa se movieron sin emitir sonido para decirme "lo
siento" para empezar a morder su labio mientras me miraba preocupada.

—Sí es muy amable de su parte—dije después de volverme a aclarar la garganta. Mi


madre me sonrió y mi padre se relajó visiblemente.

—Bien, Alice y Jasper deben estar por llegar. James también llegará pronto con las
provisiones para la barbacoa—me volvió a mirar a manera de disculpa. Cerré los ojos.
Mi propia esposa…mi propia esposa se confabula en mi contra. Con razón me insistió
tanto en lo de la mudanza y yo caí como un imbécil solo porque me lo pidió mientras
me lamia de arriba abajo…solo por ver sus pequeños y carnosos labios envueltos en mi
miembro, le hubiera dado cualquier cosa que me hubiera pedido.

Ves lo que se siente ser manipulado mediante sexo. Tu se lo haces a ella todo el tiempo.

Suspiré pesadamente sabiendo que era cierto.

Mi padre se acercó a mí y fue algo extraño…él trató de abrazarme y yo le extendí la


mano para estrechársela, luego yo traté de abrazarlo y el extendió su mano. Ambos nos
dimos por vencidos sabiendo que las cosas estaban aun muy extrañas entre nosotros y
mi padre optó por unas palmadas en mi hombro, yo le devolví una sonrisa tensa.

Mi madre sonrió complacida y le dio un beso en la mejilla a Bella, para susurrarle algo
que la hizo asentir vigorosamente.

—Edward…—me miró mordiéndose el labio inferior y acariciando su estomago. —


Esme y yo terminaremos de arreglar nuestra habitación. Carlisle te puede ayudar a
ordenar la biblioteca mientras tanto—mi madre la tomó de la mano y desparecieron
escaleras arriba, antes que yo pudiera recuperar el habla.

—Esme me dijo que escogiste la casa con Bella, después de ver muchas—pasó su peso
de un pie a otro.

—Sí… ninguna nos gusto lo suficiente a los dos hasta que encontramos esta. —le
indiqué que me siguiera.

—Es bueno que la hayas tomado en cuenta para esta decisión, un hogar es cuestión de
pareja. —dijo mientras caminábamos. Yo quería decirle que lo sabía, pero no quería
empezar una discusión.--¿Cómo piensas ordenar los libros?—tomó una de las cajas.

—Er…por autores. Bella, las prefiere de esa manera. Esa es su caja—señalé la que tenía
en sus manos, girándome enseguida para empezar a ordenar una de las cajas que estaba
sobre el escritorio.

—Es una jovencita muy culta, tiene un excelente gusto en libros. Haz escogido muy
bien tu segunda esposa—su voz tenía una nota de asombro, lo que me molestó un poco,
además del comentario sobre la "segunda esposa". Era más que obvio que mi Bella era
excepcional para su corta edad.

—Bella es la única mujer a la que he considerado mi esposa—mi voz salió en un


gruñido.

—No quise incomodarte, no hice el comentario para crear disputas—suspiré


pesadamente, sabía que no había querido hacerme daño con su comentario.

—Esto va a tomar tiempo…—susurré, enfocándome nuevamente en los libros.

—Lo sé…—fue su única respuesta.


Seguimos en un incomodo silencio hasta que Jasper entró informándonos que las
mujeres de la familia lo habían confinado a ayudarnos.

Hablábamos los tres ocasionalmente, aunque la tensión se podía sentir en el aire.


Cuando James llegó con la carne para la barbacoa, suspiré aliviado al tener una
oportunidad para escabullirme.

Ahora estaba parado frente a un ultramoderno asador y no tenía la menor idea de que
hacer. Pasé muchas noches estudiando la teoría de cómo usarla y ahora parecía una
pérdida de tiempo.

— ¿Estas seguro que sabes cómo hacer una barbacoa?—la voz de Bella me dejaba saber
que estaba a punto de reír.

—Claro que lo sé. —me puse de rodillas para estar a la altura de su vientre—veras
como en poco tiempo, comerás un rico filete preparado por papá. No le hagas a tu
madre cuando dice que no puedo alimentarte. —besé su vientre y lo acaricié, se movió
como siempre que sentía mi voz y mi tacto. —Ves nuestro hijo confía en mí—le besé
los labios.

Tuve ganas de hacer un baile de celebración cuando pude encender la parrilla. Jasper y
yo estábamos en nuestra faceta de machos carnívoros asegurándonos que la carne
quedara exactamente como la habían pedido, Bella, la quería tres cuartos sin nada de
sangre, mi madre la quería bien hecha y mi padre terminó medio.

Al final mi padre recibió su carne casi cruda, la de Bella bien cocida, la de mi madre y
Alice casi quemada, Jasper y yo fuimos un completo fiasco como cocineros. Lo bueno
fue que todos nos pusimos a reír de la situación.

Comimos relajadamente, incluso bromeamos. Nunca antes en la presencia de mi padre


me pude relajar de la manera en la que lo estaba ahora.

Al final de la tarde todas nuestras cosas estuvieron ordenadas, Bella estaba dormida en
la sala. Todos se habían ido hacia una media hora, la casa era tan vasta que me costó
encontrarla.

La tomé en brazos y sus ojos se movieron hasta abrirse cuando la llevaba por las
escaleras.

—Edward…—murmuró suavemente, frotando su rostro contra mi pecho.

—Vuelve a dormir pequeña—besé sus cabellos.

— ¿Estas muy molesto conmigo?—su voz era suave, insegura.

—No amor, las cosas con mi padre estarán un poco tensas por un tiempo. Sé que lo
hiciste con buena intención. Aunque jugaste sucio para salirte con la tuya—me reí ante
el recuerdo de su picardía. Su sonrojo se hizo evidente— ¿De quien estarás aprendiendo
esas mañas?—mi voz dejaba ver que estaba bromeando.
—Tengo un muy buen maestro—me sacó la lengua.

—Guarda esa pequeña lengua antes que la muerda…duro…—su pecho empezó a subir
y a bajar rápidamente, sus ojos mostraban el mismo deseo que los míos.

Estábamos a punto de entrar a la habitación cuando el timbre de la puerta de acceso


sonó. Gruñí molesto.

—Seguramente se le quedó algo a alguien—me acarició el brazo notando mi molestia.

Presioné el botón del intercomunicador que estaba en la habitación y me sorprendí al


escuchar la voz de Garrett.

Bajamos juntos para recibirlo en la puerta principal. Garrett abrazó con fuerza a Bella y
empezó a contarle sobre todo lo que había hecho en los últimos meses que no habíamos
sabido nada de él, salvo los comentarios apreciativos de Emmett.

Trajo un regalo para el pequeño era un peluche de oso pardo del mismo tono que el piso
de la habitación del bebe y exactamente el mismo color azul de las paredes en el lazo
que tenía alrededor del cuello.

—Esme…—fue lo único que dijo cuando Bella se maravillo de lo bien que combinaba
con la habitación. Mi madre había formado una buena amistad con Garrett y Charlie.

Conversamos un poco más, pero Garrett parecía estar sentado sobre brasas ardientes.

—Tengo que decirte algo, corazoncito—la miró con adoración paternal. —en verdad no
sé cómo no me di cuenta antes, debí haberme dado cuenta en ese entonces—balbuceaba
apresuradamente.

— ¿De qué hablas Garrett?—los ojos de mi ángel tenían una mirada curiosa.

— ¿Recuerdas cuando te dije que Mary, tenia tu edad?—Bella asintió y él tomó su


rostro en sus manos para sonreír. —No sé cómo no me di cuenta antes—murmuró y yo
quedé totalmente desconcertado.

No podía ser… ¿o sí? No… no podía ser. Demetri lo hubiera sabido de ser así… ¿no es
cierto?

—Mi esposa se la llevó del país y se volvió a casar. Me costó trabajo encontrarla porque
su padrastro la había adoptado y ya no usa el Brown como apellido, ni siquiera se llama
Mary. Aun no he hablado con ella…no sé como lo pueda tomar…ella seguramente no
sabe quien soy…tengo entendido que ella piensa que su padrastro es su padre… por eso
vine a ti

Bella tragó en seco y me miró en busca de confort, seguramente pensando lo mismo que
pensaba yo.

— ¿Qu-quien es?—tartamudeo.
—Mary Brown... es ahora Mary Alice Brandon, tu mejor amiga.

Ambos, Bella y yo jadeamos por la sorpresa.

— ¿Alice?—Bella se llevó la mano al pecho y Garrett asintió.

—Le tomé cariño a tu amiga en los pocos momentos que nos vimos, sin saber que
estaba frente a mi Mary—su voz se quebró y Bella lo abrazó.

—Oh Garrett… me alegro tanto que hayas encontrado a tu hija. ¿Ya has decidido que
vas a hacer? ¿Qué le vas a decir?—me empecé a sentir como un intruso por lo que me
levanté y preparé dos tragos, ofreciéndole uno a Garrett quien se lo tomó de un solo
trago.

—No lo sé… por eso vine a verte. Tú la conoces mejor. —se pasó la mano por los
cabellos.

Pasaron casi dos horas hablando y dándole consejos, cuando al fin se sintió lo
suficientemente confiado, decidió hablar con Alice al día siguiente.

Bella aun estaba intranquila cuando logré meterla en la cama, casi pasaba de media
noche y ella seguía preocupada por Alice y Garrett.

El reencuentro padre e hija, fue bastante emotivo por lo que me comentó Jasper, al
menos Alice pudo entender porque su papá nunca le demostraba afecto, todo se resumía
a que ella no era su hija. Su madre por lo visto dejo de interesarse por ella desde que se
había vuelto a casar, solo porque Alice le recordaba mucho a Garrett.

Durante los siguientes meses Bella decidió dejar la universidad por un tiempo, su
prominente vientre la hacía quedar exhausta luego de subir las escaleras para ir a clases,
cuando regresaba a casa estaba tan cansada que se quedaba dormida sentada, sus pies le
dolían al igual que su espalda.

Hablamos y decidimos que después que el pequeño Edward Carlisle creciera un poco
regresaría a la universidad.

Sí, Edward Carlisle, aun no me acostumbro a la idea. Bella sugirió llamarlo de esa
manera como una especie de rama de olivo, para tratar de mejorar mi relación con mi
padre. Acepté porque me le pidió con una mirada de suplica a la cual no me pude negar.

Sabia lo importante que era la familia para ella y lo incomoda que se sintió en nuestras
cenas familiares semanales, cuando mi padre y yo nos quedábamos en un tenso silencio
después que los temas sobre inversiones y los negocios se nos terminaban.

Habíamos tomado cursos prenatales porque ella quería que estuviera a su lado en todo
momento y quería tratar de hacerlo de la manera más natural posible. Yo estaba
preocupado, había escuchado que los partos eran extremadamente dolorosos, sobre todo
sin la medicación adecuada. Bella sin embargo me había tratado de calmar diciéndome
que el cuerpo de la mujer era hecho para dar a luz y que por siglos las mujeres lo
hicieron sin ningún tipo de droga. No sé en qué libro leyó que la epidural le resta efecto
a los pujos. Yo trataba de darle por su lado porque estaba mucho más sensible que de
costumbre y lloraba por las más pequeñas cosas.

No hay cosa que me ponga más en desventaja que las lágrimas de Bella, no soportaba
ver su rostro surcado por las lagrimas o verla tan enojada al borde de las lagrimas, por
lo que últimamente parecía que caminara sobre cascaras de huevo. Todo lo hacía con
gusto con tal de ver una sonrisa en su rostro.

Yo estaba deseoso de terminar de revisar unos documentos de un negocio de un


contrato de exportación de una de nuestras filiales. Edward Carlisle llegaría en menos
de un mes, la casa estaba preparada para recibirlo.

Bella estaba emocionada al punto de las lágrimas cuando sacamos los últimos objetos
de las cajas de mudanza y los colocamos en su lugar.

—No puedo creer que en verdad esta sea nuestra casa, todo me parece un sueño—
sollozó contra mi hombro.

—Créelo amor, esta es nuestra casa, donde nuestros hijos crecerán y nosotros nos
volveremos ancianos. No es un sueño. El único sueño aquí eres tu… tu eres mi sueño
que se convirtió en realidad—le susurré al oído. Nos besamos y terminamos haciendo el
amor en ese mismo lugar.

Sonreí como idiota. Tomé mí en mi mano el portarretrato doble donde estaba una foto
de mi ángel el día de nuestra boda y el último ultrasonido que se hizo. Acaricié a través
del vidrio el rostro de las dos personas más importantes en mi vida.

Gruñí cuando mis pensamientos felices se vieron interrumpidos por el teléfono. Me


tomó unos segundos percatarme que era mi celular y no el teléfono fijo de la oficina.

—Amor—sonreí más ampliamente al reconocer el sonido.

—Edward…—mi frente se crispo cuando escuché su respiración errática—por favor


ven pronto. —jadeó.

— ¿Qué sucede?—le dije saliendo por la puerta de mi oficina apresuradamente.

—Creo….creo que el bebe ya viene.

CAPITULO 23

FINALIZANDO

—Creo….creo que el bebe ya viene. —esas palabras se registraron lentamente en mi


mente. Mi mano se congeló sobre el botón del elevador. Mi hijo viene en camino…seré
padre el día de hoy — ¿Edward, me escuchaste?—su voz angustiada me sacó de mi
letargo.

— ¿Dónde estás? Llamaré a James para que te recoja, en menos d—me cortó.
—No quiero que nadie me lleve al hospital que no seas tú. —lloriqueó casi histérica.

—Isabella—

— ¡Isabella nada! TÚ eres el padre de mi hijo y no saldré de esta casa si no es contigo


—me dijo entre dientes.

—Bella, amor. Sé razonable….—dije exasperado.--¿Hace cuanto empezaron las


contracciones?

Yo salté del elevador en cuanto las puertas se abrieron llevándome por delante a varias
secretarías que iban a entrar.

—Hace una hora… son regulares y prolongadas—maldije internamente, debió


llamarme en cuanto tuvo la primera contracción.

—Estoy llegando a casa en quince minutos… ¿podrás soportarlo?—subí al auto y


arranqué haciendo chillar las llantas. Maldije el haberle hecho caso, con eso de no tener
personal de planta en la casa.

—Aun tienen un intervalo de poco menos de diez minutos entre una y la otra. —respiré
un poco más tranquilo, si lo que nos habían dicho en las clases era cierto, aun teníamos
tiempo.

Sorteé el tráfico del medio día de las calles de Seattle lo más rápido que pude, seguí
conversando con ella para tranquilizarla cuando una nueva contracción la golpeó
mientras cometía todas las infracciones de tránsito que se podían hacer.

—Edward…—dijo cuando me falta poco más de una cuadra para llegar a casa.—se me
rompió la bolsa.—pisé a fondo el acelerador.

—Estoy llegando a la casa… ya estoy llegando.—apreté el código que me permitía


entrar a casa.

Salté del auto en cuanto se detuvo, entré a la casa para encontrar a Bella tratando de
limpiar el charco de agua que tenia a los pies. Discutimos sobre la importancia de dejar
que el piso se manchara. Le respondí que el piso podría irse al demonio por mí.

La tomé en brazos y la dejé en el auto, entrando a buscar las bolsas que teníamos
preparadas para el hospital, resbalando de paso con el líquido en el suelo. Por suerte
siempre he tenido mucho equilibrio y conseguí evitar la caída.

Arranqué a toda máquina, su mano fuertemente aferrada en mi muslo.

—Te han regalado la licencia de conducir, imbécil—le grité a un estúpido que se cruzó
en mi camino.—Muévete—presioné la bocina del Volvo. Otra de las cosas que había
hecho mal hoy fue tomar uno de los autos más lentos que tengo, seguramente si hubiera
usado el Ferrari o el Masserati ya hubieramos llegado al hospital.
La mano de Bella, se movió de mi muslo y sujetó con una fuerza que yo desconocía ella
poseyera, la mano que estaba sobre la bocina. Mi quijada estaba fuertemente cerrada, mi
cuerpo tenso y mi corazón latiendo desbocado por el miedo.

—¿Podrías dejar de hacer tanto ruido? Necesito paz y tranquilidad. Además estas
manejando como un loco y yo quisiera vivir lo suficiente para llegar al hospital.—su
voz era baja y muy amenazante. Creo que a esto era a lo que James se refería cuando
decía que durante el parto las mujeres se transformaban.

—Es que quiero llevarte lo más pronto posible—me disculpé.

—Sé que estas nervioso y no lo puedes evitar, lo único que te pido es que no te
apresures tanto que hagas que tengamos un accidente.—su tono se volvió dulce y yo me
sentí la peor basura del mundo.

Ella seguramente estaba asustada y yo en lugar de calmarla, estaba haciendo todo lo


contrario. Definitivamente soy el peor padre y esposo.

Bueno…te iba a decir que no, pero, siendo tu conciencia no puedo mentirte.

Gracias…le respondí cortante.

—Lo siento, trataré de controlar los nervios—apreté su mano y ella apretó la mía con
fuerza, ambos empezamos a respirar profundamente cuando una contracción llegó.

Estacioné a la entrada de la maternidad y bendito sea, allí estaba James. Le lancé las
llaves del auto y me apresuré a sacar a Bella del auto. Debo reconocer que mis
empleados son muy eficientes, Zafrina que era la única que sabía que me había casado y
estaba esperando un hijo, al verme salir apresuradamente de la oficina se imaginó por lo
que pudo escuchar de mi conversación que el momento había llegado y contactó a mi
madre y a la doctora de Bella.

Recuerda eso la próxima vez que le ladres, porque has dormido poco.

¿Le aumenté el sueldo o no?, me respondí mentalmente, había llegado a la oficina casi
sin haber dormido en casi dos días, porque a Bella se le antojaron unos tomates secos de
una marca especifica que solo es vendida en Grecia, a las dos de la madrugada y ya se
habían acabado los que habían en la despensa, el surtidor había dicho que llegarían en
dos días, pero mi amada esposa no quería esperar. No había un solo maldito lugar en
Seattle que los tuviera.

Bella no paraba de llorar porque decía que una vez su abuela paterna le había dicho que
cuando no se le cumple un antojo a una mujer embarazada el bebe nace con la boca
abierta y había que hacer no se qué cosa para que la cerrara.

Algo que sonó como a Bibidi babidi bu.

Cuando le dije que eso era una tonta superstición, me lanzó el libro que estaba leyendo
y luego se puso a llorar, acusándome que no quería que ella comiera porque estaba
gorda. Luego como el grandísimo idiota que soy le dije que era normal que una mujer
embarazada estuviera un poco pasadita de peso. Se encerró en el baño y se negó a
abrirme la puerta. Tuve que despertar a James a las cuatro de la mañana para que
forzara la cerradura.

Cuando le dije que me dejara ayudarla a levantarse del suelo, me respondió. "No crees
que será mejor que mandes a buscar una grúa, no querrás dañarte la espalda por soportar
mi peso."

En menos de cuarenta y cinco minutos después estábamos abordando mi avión para ir a


Grecia a buscar los malditos tomates. Como al día siguiente tenía una reunión
importante no pude recuperar el sueño perdido porque me la pasé revisando los
informes y los reportes de movimiento que me habían enviado.

Me pasé toda la siguiente noche tratando de ponerme al día, para asegurarme que
conocía todos los aspectos del trato.

Zafrina solo me recordó que tenía la reunión en diez minutos y luego una comida de
negocios, pero que uno de los asistentes había cancelado. Eso fue todo lo que necesité
para explotar.

Fui traído al presente por mi padre quien me estaba ofreciendo una taza de café,
mientras esperábamos que prepararan a Bella para que yo pudiera entrar con ella a la
sala de labor de parto.

—Gracias, aunque en este momento creo que necesito algo más fuerte.—tomé un sorbo
y lo miré sorprendido.

—Eso supuse—palmeó mi hombro y yo terminé de tragarme el café con brandy…


bueno era más brandy que café, pero la intención era buena.

—Gracias…es justo lo que necesitaba… ¿no tendrás más o sí?—me enseñó un termo
que tenía en la mesita junto a su silla.

—La doctora Marcus dice que puedes entrar Edward. Bella, se ha puesto un poco difícil
desde que te fuiste—mi madre se apresuró a decir en cuanto salió de la habitación.

Ella y la doctora me habían echado categóricamente de la habitación para que pudieran


preparar a Bella con tranquilidad. Como si yo nunca la hubiera visto desnuda…

—Me dejaste sola—me acusó en cuanto entré a la habitación. Sus ojos estaban rojos y
su frente perlada de sudor. Me apresuré a su lado y tomé su rostro en mis manos
dándole un corto beso. Limpié su rostro y pegué mí frente a la suya.

—No quería dejarte, pero ellas me obligaron—señalé a mi madre y a la doctora.

—¿Estuviste tomando?—su voz fue la misma que ha usado durante todos estos meses
para indicarme que estaba en grandes problemas.
—Carlisle me dio un café…que tenía un poco de brandy…—acaricié los lóbulos de sus
orejas en forma circular, eso siempre la relajaba. Frunció el ceño e iba a decir algo
cuando sus dientes se apretaron y su cuerpo se tensó.

Me senté tras ella como en las clases, la acariciaba mientras la contracción pasaba, le
susurraba palabras de aliento y promesas de amor.

Fueron horas interminables para mí, no podía ver a Bella sufriendo.

—Doctora haga algo, ¿no ve que está sufriendo?—le gruñí al ver como Bella mordía su
labio hasta hacerlo sangrar para evitar gritar.

—No puedo darle anestésicos si ella se rehúsa.—fue su respuesta.

—Bella, amor—gemí en su oído—las contracciones se volverán cada vez más


dolorosas, no tienes porque sufrir, el pequeño vendrá al mundo dentro de poco, ¿no
prefieres no estar tan dolorida y menos agotada cuando él venga? Seguro te podrás
dormir en cuanto el medicamento te haga efecto. Vamos pequeña, no tienes que probar
nada, se lo fuerte que eres. No puedo soportar seguirte viendo sufrir, eres mi vida,
Isabella, por favor.—le supliqué al oído.

Al final aceptó que le pusieran la epidural. Al final pudo dormir un poco, yo me


mantuve caminando de un lado a otro de la habitación entre contracciones, por suerte
estaba tan dormida que no se daba cuenta de ellas, sin embargo yo no podía dejar de
acariciarle el rostro y el vientre cada vez que llegaba una.

Creo que realmente lo que me gustaba era escuchar el sonido que hacia mi hijo cuando
pateaba cerca del monitor, era como si alguien soplara dentro de un micrófono.

Jasper y Alice se asomaban de cuando en vez a la habitación para ver cómo


evolucionaba todo. Mi suegro se veía intranquilo, solo entró una vez y acarició los
cabellos de su hija que en ese momento estaba dormida, me dijo que prefería quedarse
fuera con mi padre, Garrett, Jasper y Alice.

Cerca de las diez de la noche llegó el momento de pujar. Le pedí otro "café" a mi padre
porque me encontraba en realidad asustado. En pocos minutos una vida dependería
enteramente de mí. Eso es una gran responsabilidad, en este momento me golpearon los
miedos de no ser un buen padre para mi hijo, mi padre y yo nos distanciamos cuando
aun mi carácter no estaba forjado al cien por ciento.

Recordaba ciertas cosas y esperaba que fueran suficientes para ser el mejor padre que un
padre pueda tener.

Eso es cierto, nunca hacemos nada a medias.

Por primera vez me vi asintiendo estando en total acuerdo con la voz de mi cabeza.

El movimiento en la habitación se hizo mayor, mi padre entró a la habitación, a pesar


que había dejado de ejercer la medicina, me sentía confiado con su experiencia, aunque
hubiera sido cirujano cardiovascular, tenia conocimientos generales sobre los otros
campos de la medicina.

—La cabeza está afuera. Solo dame un gran pujo la próxima vez y tendrás a tu hijo en
brazos Bella—le dijo la doctora.

Y así fue. Bella pujó con todas sus fuerzas y la habitación se llenó con el llanto de mi
hijo.

—Ven a cortar el cordón, papá—me bromeó la doctora y yo tragué en seco. Mis ojos
estaban fijos en el pequeño cuerpecito ensangrentado que estaba sobre el vientre de
Bella, al cual frotaban vigorosamente para limpiarlo.

Besé a mi esposa y le agradecí al oído antes de caminar con todo el aplomo del que fui
capaz hacia donde la doctora sostenía las tijeras. La mano me tembló tanto cuando las
sostuve que tenía miedo de hacerles daño. Al parecer mi padre leyó mi expresión.

—Ninguno de los dos sentirá nada Edward, solo corta el cordón en medio de las pinzas
—así lo hice y mis ojos se encontraron con los de mi padre, agradeciéndole
silenciosamente por su ayuda.—Felicidades—palmeó mi hombro.

—Gracias—mi voz estaba ronca por la emoción.

En estos momentos me di cuenta que finalizaba una etapa no solo de mi vida, sino
también de la de Bella. Ya no sólo éramos ella y yo. Ahora en nuestra pequeña familia
éramos tres.

Me entregaron al pequeño y lo acuné torpemente. Acaricié con un dedo su nariz y conté


sus deditos, eran diez… mi hijo era perfecto. Sonreí como un tonto y seguí jugando con
sus manitas, hasta que una de ellas se cerró en torno a mi dedo.

Recordé lo que mi padre me dijo sobre el día de mi nacimiento. Levanté mi húmeda


mirada y me encontré con la de mi padre que tenía lágrimas en ella. Mi madre tenía una
mano sobre el hombro de mi padre y ambos me miraban emocionados con mi hijo en
brazos.

Creo que había llegado el momento de dejar al pasado en el pasado.

BPOV

Parpadeé y bostecé, entonces miré a mí alrededor y sonreí a la visión que tenia frente a
mí. Edward estaba sentado en la silla junto a mi cama con nuestro pequeño en brazos.
Tenía la misma mirada que tenía cuando me miraba.

—¡Hola…!—le dije con suavidad. Me miró y su sonrisa se hizo enorme.

—¡Hola de nuevo!—se levantó con mucho cuidado, sujetando al pequeño contra su


pecho. Lo colocó a mi lado con mucha ternura.—Es muy pequeño—acarició la pequeña
mata de cabello cobrizo. Reí con dificultad, aun me sentía un poco dolorida.
—No es pequeño, Edward, junior pesó casi nueve libras.—fue él quien rió esta vez.

—Lo sé… es muy pequeño—lo volvió a acariciar.

—No dirías lo mismo si hubieras sido tu quien tuvo que darlo a luz—murmuré negando
con la cabeza.

Edward, me besó y sacó una cajita azul de su bolsillo.

—Un pequeño presente para agradecerte todo lo que me has dado—sacó un pequeño
brazalete que tenía dos dijes. Uno eran unas pequeñísimas argollas de matrimonio
entrelazadas con las primeras letras de nuestros nombres y el segundo era una botita de
bebe con una E.C. grabadas junto con la fecha del nacimiento de nuestro hijo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Es perfecto Edward.—le besé con todo el amor y la felicidad que sentía en estos
momentos. Era cierto todo era perfecto, no había nada que pudiera desear.

De ahora en adelante mi vida seria perfecta… al menos eso creía.

FIN.

CAPITULO 1

EL INICIO DEL FIN

BPOV

Habían pasado seis años desde que E.C. nació, no podía quejarme de mi vida a pesar
que no había cumplido mis sueños de adolescencia ya que otros sueños más fuertes
habían aparecido eclipsándolos.

No regresé a la universidad después que E.C. tuviera dos años como pensé. Por una
parte me costaba mucho dejarlo en manos de otra persona y por otra había nacido la
pequeña Nessie. Con dos bebes en casa era mucho más difícil que pudiera ir a la
universidad y tener todo listo.

Edward había discutido conmigo en incontables ocasiones, tratando que yo accediera a


tener un personal de servicio de planta. Hasta el momento me había salido con la mía,
consiguiendo que la señora Cope viniera cuatro días a la semana a limpiar casi todas las
habitaciones, menos la de los niños y la nuestra. Eso era algo que yo prefiera hacer por
mí misma.

Un gorgoreó hizo que levantara la vista de las sabanillas que estaba doblando.

Anthony…
Aun no podía creer que tenía veinticuatro años y ya era madre de tres adorables niños.
Al menos Anthony y Nessie se llevaban cuatro años, la verdad no creo que hubiera
podido con tres niños con dos años de diferencia entre sí.

Mi último embarazo había sido muy difícil, para mi octavo mes tuvieron que hacerme
una cesárea de urgencias porque se me estaba empezando a perforar el apéndice.
Anthony y yo estuvimos bajo tratamiento de antibióticos por largo tiempo ya que la
secreción me había llegado a contaminar.

Al menos ahora todo se estaba encarrilando. Esme ha sido de gran ayuda en estos años,
ofreciéndose a cuidar a los niños cada vez que Edward y yo queríamos un tiempo a
solas.

La relación entre Edward y su padre, era buena… a veces Edward se ponía pesado
cuando Carlisle le daba algún consejo sobre la crianza de los niños, pero con solo
recordarle todo el tiempo que ellos dos habían perdido, hacia un esfuerzo.

Alice y Jasper se habían casado hace poco, habían vivido juntos cerca de cuatro años
antes de que Jasper se decidiera a hacer la gran pregunta.

Charlie se había vuelto a casar hace poco con la viuda de un amigo y ahora estaban de
luna miel por las islas griegas, Charlie había protestado, pero, Edward logró
convencerlo que aceptara nuestro regalo de bodas, diciéndole que en Grecia había muy
buena pesca, con esas palabras mágicas, mi padre estaba más que ansioso por irse de
viaje.

De Renee había sabido poco, no la había visto desde que me fui de su casa, pero
Edward hizo que la investigaran y me enteré que tenía una media hermana de unos ocho
años. Al principio no quería que Edward lo hiciera porque sentía que estaba invadiendo
su intimidad, después de todo si ella no me quería hacer partícipe de su nueva vida, yo
no era quien para obligarla.

Tomé a Anthony en brazos y me asomé con cuidado en la habitación de Nessie para


asegurarme que estaba dormida. Bajé con cuidado las escaleras, mientras el pequeño
estaba entretenido halando un mechón de mi cabello.

Me incliné a recoger el correo que habían dejado sobre la mesa del recibidor, eran lo
mismo de siempre, facturas, propagandas y revistas.

Puse a Anthony en su mecedora automática al lado de la isla de la cocina mientras


empezaba a preparar las cosas para el almuerzo. E.C. no tardaría en regresar del colegio.
Momo se arrastró hasta mis pies y empezó a mover la cola para que le diera alguna
golosina.

—Pórtate bien Momo, sabes que a Edward no le gusta que te de comida de casa, así que
nada de delatarme en las noches arrastrándote bajo la mesa.—me mordí el labio cuando
deje caer como quien no quiere la cosa un trozo de la carne que estaba marinando,
sonriendo cuando empezó a devorarlo.
Después de todos estos años, Edward y Momo seguían teniendo disputas territoriales.
En varias ocasiones Edward amenazó con dárselo a la hija de James, en especial la vez
que nos estábamos besando en el patio mientras los niños jugaban en el arenero y
Momo levantó su pata mojando el pantalón de Edward.

Mientras el guiso se cocía, me puse a ojear las revistas, me detuve en seco en una
página en donde mostraban a Edward con una escultural belleza de ojos violetas. Ya a
estas alturas me había acostumbrado a verlo en una que otra revista cuando salía de
alguna gala o cena de negocios fuera de la ciudad, por lo general siempre tenía colgada
del brazo alguna belleza, pero la cara de Edward siempre me dejaba ver lo incomodo o
molesto que se encontraba por esa situación, por lo que me extraño verlo sonreír en esta
foto.

Heidi Volterra

Ese era el nombre de esa hermosa mujer. Una ola de celos me golpeo, la deseché
rápidamente.

Edward te ama, Bella. Tienen tres hijos y claramente está loco por ti y por ellos.

Me dije a mi misma, recordando lo apasionado que fue conmigo la semana pasada.

Eran cerca de las seis de la mañana cuando escuché la puerta de principal cerrarse,
aun faltaba una hora para que tuviera que despertarme por lo que me acurruqué en la
almohada de Edward.

—Bella—susurró levantando la sabana.

— ¿Cómo te fue en el viaje?—murmuré aun adormilada.

—No quiero hablar…te necesito—con suma delicadeza separó mis piernas enterrando
su rostro entre ellas.

Ese día había sido tan dulce, tan tierno que casi me había hecho llorar. Cuando le dije
que me dejara ayudarlo con su "problema", me respondió que no me molestara, que
todo ese día giraba en torno a mí. Me dijo que siguiera durmiendo, que él se ocuparía de
llevar a E.C. a la escuela y de atender a Anthony.

Quería reírme de mi misma, al notar lo tonto que eran mis miedos. Esta noche
volveríamos a hacer el amor y podría constatar que todo era igual que siempre.

Con ese pensamiento pasé el resto del día. Cuando Esme pasó a recoger a los niños y
me guiñó el ojo con complicidad diciendo "asegúrate que se proteja, no queremos otro
bebe tan pronto" antes de subir en su camioneta de lujo y desaparecer por el camino
haciendo que mis mejillas se inflamaran por la vergüenza.

Dedique mi tiempo libre a disfrutar consintiéndome, pocas veces tenia la ocasión de


relajarme y tener una tarde sola para mí. Al cabo de unas horas, cuando la comida
estaba en el horno manteniéndose tibia, subí y me coloqué mi vestido favorito. Edward
me lo había regalado, diciendo que resaltaba el color de mi piel. Me puse un toque de
perfume en las áreas claves y retoqué mi maquillaje y mi peinado.

Había puesto a enfriar el champagne cuando el teléfono sonó. Suspiré deseando con
todas mis fuerzas que no fuera Edward llamando para avisar que tenía que quedarse
hasta tarde en la oficina.

— ¿Diga?—suspiré aliviada cuando escuché la voz de Alice.

—Bella…tengo algo que decirte, es algo serio…será mejor que te sientes, no tengo
mucho tiempo, si Jasper se entera estaré en graves problemas. No me ha dejado salir
sola porque no quiere que te lo cuente—se notaba que estaba preocupada.

— ¿Jasper y tu están bien?

—Es el maldito de tu marido, amiga lamento mucho decírtelo, pero te está engañando,
Jasper y yo lo vimos besándose con ella en la puerta de su departamento, por lo visto
habían tenido una noche movida, porque ella solo tenía puesto un camisón casi
tranparente y él tenía toda la camisa ajada.

--Edward…no puede haber cometido una infidelidad, debes haberte equivocado Alice—
mi voz sonaba sin emoción. No podía poner a pensar, mi cerebro se rehusaba a trabajar.

Alice tenía que estar en un error o al menos debía estar mintiendo, lo que me dijo tenía
que ser una gran mentira.

--Bella…amiga…. —suspiró—no sería la primera vez que lo hiciese… ¿recuerdas? Tú


fuiste su amante mientras él estuvo casado con Irina. No era de extrañar que volviera a
las andadas—Alice siguió hablando pero yo ya no escuchaba, sentía como si estuviera
entumecida. Quería llorar pero las lágrimas no acudían, quería gritar pero mi voz se
había quedado atorada en mi garganta. El estridente ruido del teléfono llenaba el frio
vacio que sentía en la casa, me estaba volviendo loca, necesitaba silenciarlo. Sin
pensarlo arranqué el teléfono de su base pero eso no sirvió de nada porque siguieron
sonando los demás teléfonos.

Caminé a pasos lentos hacia el comedor y levante el teléfono solo para decir—deja de
molestar—cerrándolo y levantándolo de nuevo para dejarlo descolgado.

Me giré sobre mis talones viendo las paredes llenas de fotos familiares, en todas se
notaba el amor que había en mi familia. Una risa histérica se coló de entre mis labios.
Todos me amaban, todos menos mi marido.

No sé cuánto tiempo estuve sentada en la mesa mirando fijamente la pared, hasta que
escuché las gravas del camino protestando bajo las llantas del auto.

EPOV

La culpa…la culpa se había convertido en mi constante compañía. De cuantas maneras


se puede traicionar a la persona amada antes de darse cuenta de sus errores. Había sido
infiel, no podía negarlo, había llevado a bailar y a cenar a otra mujer, había compartido
cosas con ella que solo debía compartir con el ángel que me esperaba cada noche para
cenar con una sonrisa pintada en su cansado rostro.

No solo eso, llevaste a esa mujer a eventos a los que nunca has llevado a tu esposa.

Enterré mi rostro en mis manos, no me atrevía siquiera a mirar el rostros sonriente de mi


familia en las fotos sobre mi escritorio.

La vergüenza de saber que había fallado en mis promesas, había fallado como esposo y
como padre.

Te advertí que no cometieras esa estupidez, pero como siempre, pensaste que estaba
por encima de la situación.

—Cállate—gruñí estrellando el vaso con whisky que tenía en la mano.

Respiré profundamente tratando de calmarme, tenía que ir a mi casa, Bella me estaba


esperando. Ella había planeado que esta noche nos quedáramos solos, los niños ya
debían estar a esta hora en casa de mis padres.

Sentía como si en cualquier momento el perfecto mundo que había creado para Bella y
para mi estuviera a punto de derrumbarse.

¿Y de quien es la culpa?

Suspiré resignado, dándole la razón a mi conciencia. Había solamente llegado a la


puerta de mi oficina cuando mi celular empezó a sonar.

—Diga—respondí un tanto irritado.

—Edward, debes ir enseguida a tu casa—el tono en la voz de Jasper me hizo ponerme


alerta.

— ¿Por qué? No me digas que tu mujer metió sus narices donde no la llamaban—
prácticamente le gruñí.

—Creo que lo importante en estos momentos es que TU mujer parece haber


desconectado todo los teléfonos de la casa y no responde su celular.—por mi nuca cayó
una gota fría de sudor.

—Si algo le pasa a mi Bella por culpa de la metiche de tu mujer, te juro que…—deje la
amenaza inconclusa.

—La culpa no es solo de Alice, no te permito que te exprese de esa manera sobre mi
esposa, si no le hubieras sido infiel a TU mujer nada de esto estaría pasando.

—No fui infiel…—maldije en voz alta, cerré el teléfono mientras ponchaba con
violencia el código del ascensor para el sótano.

¿Estás seguro?
Mi puño se impactó contra la fría superficie del metal. En cuanto el elevador se detuvo
salí corriendo hacia mi auto y aceleré a fondo. Mientras manejaba miles de escenarios y
miles de disculpas se posaron en mi mente.

No iba a perderla, por una simple idiotez. Bella es mi vida… ella y mis hijos lo son
todo.

A buena hora te acuerdas de eso.

La puerta automática se empezó a abrir en cuanto registró el sensor de mi auto. Tomé la


curva del camino de grava a toda velocidad. La casa se veía lúgubre, estaba totalmente
oscura a pesar que eran más de las ocho de la noche.

Abrí la puerta de la casa y dejé caer mi maletín, encendí la luz del recibidor y lo primero
que vi fueron los cables del teléfono sueltos junto al teléfono que estaba tirado en el
suelo. Cerré los ojos con fuerza y me obligué a andar. Con cada paso que daba me
sentía como si estuviera caminando a mi ejecución.

Es lógico, vas presenciar la ejecución de tu matrimonio.

Iba a subir las escaleras hacia la habitación cuando una débil luz llamó mi atención bajo
la puerta del comedor.

Empujé la puerta que estaba entreabierta y fue cuando la vi. No hubo lágrimas, no hubo
gritos, solo levantó el rostro y miró en mi dirección como si yo no estuviera parado allí.

La mesa estaba preparada para que fuera una velada intima, había velas, flores, platos
cubiertos con charolas de plata para mantener el calor, Bella se había puesto el vestido
que yo siempre halagaba, se había maquillado y arreglado el cabello, incluso tenía una
cubeta con champaña, me sentí como el peor de los canallas.

Lo eres…

—Bella…—me acerqué, pero antes de siquiera haber llegado a la mesa, sus ojos se
enfocaron en un punto sobre mi cabeza.

—Eres culpable con todos los agravantes… tu cara lo dice todo. —su ceño se frunció y
yo tragué en seco.

Eres culpable…ten los pantalones para reconocerlo.

—Tienes que entender que las cosas no son como crees. Alice es una intrigante, siempre
me ha tenido animosidad, por años ha estado esperando a que me resbalara para tratar
de rematarme—mis manos se convirtieron en puños. Maldito duendecillo, podría
romperle el cuello con mis manos la próxima vez que la viera, pero seguramente Jasper
no me dejaría acércame a ella sabiendo que estoy molesto.

— ¿Te estabas besando o no con Heidi Volterra en la puerta de su apartamento?—me


preguntó como quien pregunta el estado del clima.
Solo una vez anteriormente vislumbré esa fachada de fría tranquilidad, la noche en la
que descubrió la verdad sobre mi identidad.

—Eso acabo antes de empezar…no tenias por que enterarte. ¡Maldición, Isabella! No te
quedes mirándome como si no estuviera frente a ti. Ya había terminado, ¿me entiendes?
No es como te lo hizo ver Alice…esa pequeña cizañosa…entiéndelo Isabella, todo
terminó antes de empezar—pasé mis manos con furia por mi cabello.

—Quiero que te vayas…quiero el divorcio. —el aire escapó de mis pulmones. Ella se
levantó de la mesa…iba a dar por finalizada la conversación, su voz era serena,
tranquila; eso me enfureció más. Sin pensar dije lo primero que me salió.

—Deja de decir estupideces, sabes tan bien como yo que esa no es una solución viable.
Tenemos que sentarnos a hablar como dos adultos. No voy a dejarte salir corriendo a
esconderte. —por sus ojos pasaron varias emociones, pero las enmascaró antes que
pudiera descifrar cuales eran.—Mira ,las cosas se me salieron un poco de las manos,
tenía mucha presión por un caso de desfalco en una de nuestras filiales en Londres, un
antiguo amigo de Elizabeth estaba amenazando con mostrar algunas fotos de ella nada
halagadoras, tu embarazo fue de alto riesgo, Anthony que paso enfermo tanto tiempo,
E.C. iniciando colegio nuevo, Nessie en un etapa de rebeldía, tu sin aceptar que
contratáramos personal de ayuda Me estaba volviendo loco. Heidi era solo una amiga…
Tú te veías tan cansada, tan agotada y abrumada con los niños, que no tuve corazón para
llenarte con mis problemas. Necesitaba descargarme en algún lugar y tu n-

— ¡No digas nada más!—por primera vez en esta desastrosa noche me dejo ver lo
herida que estaba, sus ojos llamearon y me miró con asco.

—Por dios, Isabella. Todo ha terminado, nunca volverá a pasar. No tienes idea de lo
asqueado que me siento de mi mismo. Isabella eres mi esposa, la madre de mis hijos yo
te amo…—empezó a reírse histéricamente.

—No sé cuál de las dos te parece más idiota, ella por no saber que la desecharías como
un trapo viejo o yo por no haberme dado cuenta antes.—volvió a reír. —Todos esos
viajes de negocio, la cenas y funciones a las que nunca me has invitado, todas las
noches que regresabas y toda tu ropa apestaba a su perfume. Que patética te he debido
de parecer. No sé como no lo vi antes, después de todo como bien me recordó Alice, no
es la primea vez que le eres infiel a una de tus esposas—sacudió su cabeza tristemente.
Yo me sentía como si estuviera clavado en mi lugar, deseaba poder tomarla en brazos y
pedirle que me dejara explicarme, pero ese último comentario hizo que la rabia en mi
empezara a bullir.

—Lo que sucedió hace años con Irina y nosotros es distinto—mis dientes estaban
fuertemente presionados unos contra los otros—Te estoy diciendo que no volverá a
suceder. Con eso basta. —ella debía confiar en mi más que en su amiga, yo soy su
esposo.

Sí, su esposo el infiel. Alice siempre ha sido incondicional con ella, suma dos y dos,
eres un chico listo.
—Hasta la próxima vez que necesites "descargar" tus problemas. Seguro que esa es la
razón por la que no te ha molestado que no hayamos hecho el amor en tantos meses y
yo como una imbécil pensando que eras un marido comprensivo, supongo que el sexo
oral no era suficiente para ti —la burla en su voz me cegó.

Crucé la distancia que nos separaba en dos zancadas y la sujeté por los brazos.

—Deja de decir idioteces Isabella. Claro que me preocupaba tu salud, estuviste a punto
de morir en el parto, no tienes idea de lo asustado que estaba, Isabella, eres mi vida.—
más que verlo, lo sentí, su mano se impactó con fuerza en mi mejilla.

Me quedé de piedra, Isabella, hasta donde yo supiera Isabella jamás le había levantado
la mano a nadie.

—Según nuestro contrato puedes ver a los niños cuando quieras, no te negaré tu
derecho; por favor vete y pídele a tus abogados que se comuniquen conmigo para
acordar el horario—miró al suelo.

—No hay ningún horario, yo decido donde viven mis hijos y los puedo ver todas las
horas al día que quiera, firmamos un contrato, ustedes seguirán viviendo conmigo. —le
dije simplemente.

—Claro que si lo hay, yo tengo copia de los documentos que firmamos en Italia.—me
miró sorprendida.

—Debo enseñarte a leer las letras pequeñas—deje que la frialdad que sentía en mi
pecho se reflejara en mis palabras. Su rostro perdió el color, dejo caer su cabeza y salió
de la habitación.

¿Supongo que ahora estas feliz? Sacaste tu as bajo la manga. Bien por ti.

Sal de mi cabeza, mis dedos rastrillaron mi cráneo tratando de deshacerme de esa


desquiciante voz mental.

Me quedé bebiendo en el comedor, dejé que mi vista vagara, habían muchas fotografías
puestas boca abajo, solo la de los niños estaban aun en pie. Levanté el primer marco,
una lluvia de cristales cayó de él. Era una foto de Bella y mía en Italia. Fui levantando
todas las fotos que estaban en situación similar y en todas ellas salíamos los dos, ya
fuera solos o con los niños.

¿Te vas a quedar tan tranquilo mientras la perdemos? ¿Ahora, te convertirás en un


borracho? Recuerda lo que pasó la última vez que te emborrachaste.

No necesito de tus consejos. No pienso perderla. Yo nunca pierdo.

Con ese pensamiento, dejé la copa de licor en la mesa y subí las escaleras con paso
decidido. Había tratado de hablar con ella y no me había querido escuchar. Si no confía
en mí lo suficiente, entonces que piense lo que quiera.
Al llegar a nuestra habitación me di cuenta que ella no estaba allí dentro. La busqué
hasta que encontré una puerta cerrada. Sacudí mi cabeza.

Como si eso antes me hubiera detenido.

En menos de cinco minutos había forzado la cerradura, la vista que me recibió me


golpeó hondamente.

Mi Bella, mi ángel; estaba encogida en posición fetal en medio de la enorme cama. Aun
tenía la ropa y los zapatos puestos. Sus mejillas tenían trazos de lágrimas y el cobertor
estaba manchado con el maquillaje que se había corrido.

—Te prometo que todo estará bien. Todo volverá a estar bien—le susurré sabiendo que
no me escuchaba. Acaricié sus cabellos y me recosté a su lado sabiendo que iba a tener
una batalla monumental por conseguir que mi familia volviera a ser lo que era.

Sin importar cuánto me costara, lo conseguiría.

Primer capítulo de una nueva historia.... ojala les guste.

Lamentablemente ninguno de los personajes me pertenece, todos son de


STEPHENIE MEYER.

BELLA POV

El despertador comenzó a sonar, anunciando así el inicio de un nuevo día en Forks.


Después de apagarlo, lentamente me levante de la cama, tome un baño y me vestí.
Luego, me acerqué al espejo para peinarme, y al ver mi reflejo, me di cuenta que mis
ojos aún estaban rojos de tanto llorar. Odiaba amanecer así porque mi madre siempre se
daba cuenta, además de que me arriesgaba a que Edward también lo notara. Cuando
terminé de peinarme, baje las escaleras y al entrar a la cocina, pude oler el aroma del
desayuno calentándose.

-Buenos días mamá.- dije mientras me sentaba en una silla

-Buenos días Bella ¿dormiste bien anoche?.-

-Sí.- mentí.-¿tú dormiste bien?.-

-Pues quitando del camino los ronquidos de tu padre, se podría decir que sí.- sonreí un
poco cuando dijo eso.

Renée había estado volteada hacia la estufa cocinando y al darse la vuelta para darme
mi desayuno, preguntó con preocupación:

-¿Otra vez amaneciste con los ojos rojos?, Bella ¿segura que estás bien?.- solo asentí
mientras ponía el plato frente a mí.

-¿Sabes que puedes decirme lo que sea verdad?.- volví a asentir y tomé un poco del
desayuno para darle a entender que no diría nada más. En cuanto la comida toco mi
lengua, me percaté que estaba quemada, pero eso no me sorprendía en absoluto, pues la
mayoría de sus comidas solían estar así.

Una vez que terminé, lavé mi plato y lo sequé. En eso, el claxon de un coche sonó y
supe que Edward ya había llegado por mí. Tomé mi mochila y cuando salí de la puerta,
me despedí de Renée:

-Ya me voy mamá, nos vemos al rato.-

-Está bien Bella, cuídate mucho. Me saludas a Edward.-

-Lo haré.- y con eso salí de la casa.

Rápidamente me subí al coche y al hacerlo, Edward me saludo:

-Buenos días Bella, perdón por llegar tarde, pero hoy Emmett y Alice se adueñaron de
los baños.- me sonrió con esa sonrisa que adoraba tanto y no pude evitar ver lo guapo
que se veía con esa playera blanca y esos pantalones de mezclilla que le quedaban a la
perfección. Con su cabello cobrizo, parecía como un dios griego.

-No te preocupes, a mí también se me hizo tarde.- le sonreí.-Además, no podría


ponerme exigente contigo cuando todavía te das la molestia de pasar por mi.-

-Bella, sabes que no es ninguna molestia, tu camioneta está descompuesta y de todas


maneras hubieras necesitado que alguien te llevara.-

-Me podría haber ido a pie.- dije sin bromear.

- Y sé que lo hubieras hecho, te conozco, pero en ese caso ¿qué tipo de amigo sería
yo?.- solo rodeé mis ojos antes de decir:

-Uno práctico -

-Yo si fuera tú, disfrutaría de que alguien estuviera a mi disposición para llevarme a
donde sea.- miró el reloj de su estéreo y agregó: -Será mejor irnos si no queremos que
se nos haga más tarde.- arrancó el coche y con eso, nos dirigimos a la escuela.

Una vez que llegamos, Edward tan caballeroso como siempre, me abrió la puerta.
Rápidamente caminamos hacia nuestro salón y exactamente al momento de entrar, el
timbre sonó.

-Justo a tiempo.- dijo mientras se sentaba en una banca junto a la mía.-Un minuto más y
no la hubiéramos librado.- asentí y después de sentarme, el maestro dijo:

-Buenos días muchachos, espero que hayan dormido bien, porque hoy veremos la
integración por partes.- se escucharon algunos quejidos de mis compañeros. Mientras el
maestro comenzaba a escribir algo en el pizarrón, la puerta del salón se abrió, revelando
así a la dueña de mis pesadillas, Tanya Denali.

-¿Por qué a esta hora, señorita?.- le preguntó el maestro


-Lamento llegar tarde.- dijo ella con un tono suave.-Pero es que mi hermana no se
despertaba.-

-Está bien, pase, pero que sea la última vez.-

Después de que tomó asiento, el maestro continúo con su clase. Durante el resto de la
hora, no me pude concentrar en la explicación del tema, pues lo único en que podía
pensar era en lo mucho que me dolía ver la manera como Edward miraba a Tanya.
Sentía como si mi corazón continuara rompiéndose a cada segundo, de manera lenta.
Aún recordaba con exactitud el día que todo esto comenzó, cuando que ella entró en
nuestras vidas.

Flashback

Edward y yo estábamos platicando como siempre en el pasillo, mientras yo sacaba


unas cosas de mi casillero.

-¿Escuchaste el disco que te di ayer?.- preguntó Edward

-Sí, me gustó tanto que decidí quemar una copia para mí.-

-Me hubieras dicho antes, para comprarte un disco.-

-Tú bien sabes que no te lo hubiera aceptado de todos modos.- me sonrió de una forma
que hizo que mi corazón dejara de latir, antes de decir:

-Por supuesto que lo sé, pero eso no significa que no lo seguiré intentando.-

De repente, algo pareció captar su atención detrás de mí, cuando me volteé para ver lo
que él estaba viendo, vi a una muchacha realmente hermosa con cabezo rojizo caminar
por el pasillo junto con otra que se parecía mucho. Las dos eran muy pálidas y sus ojos
eran dorados. Parecían modelos de pasarela y estaba segura de que ellas podían ser la
competencia de Rose.

Se acercaron a nosotros y la de cabello rojizo habló:

-Disculpen la interrupción. Mi hermana y yo somos nuevas en la escuela, y nos


preguntábamos si nos pueden ayudar.-

-Claro que sí.- se apresuró en decir Edward.

-Gracias.- sonrió ella.-Yo soy Tanya y ella es Irina.- dijo señalando a la muchacha de
al lado.

-Mu…cho gusto.-¿acaso Edward estaba nervioso?.-Yo me llamo E..Edward.-cuando vi


a Edward por primera vez desde que llegaron las nuevas, me sorprendió ver que traía
una cara de tonto que jamás había visto en él.

-¿Y tú?- preguntó Irina cuando Edward olvidó mencionarme.


-Bella.- pause y luego pregunté.-Y ¿a qué salón van?.-

-Mmm…pues yo tengo Cálculo e Irina tiene Química.-

-Nosotros también tenemos Cálculo.-mencionó Edward.- Si quieren, nos pueden


acompañar porque el salón de Química esta justo enfrente.-

-¿De verdad?.- preguntó Tanya.-Que bien, en ese caso solo déjenos ir por nuestras
cosas y ahorita regresamos.- y con eso se fueron.

Noté como Edward las siguió con la mirada y después suspiró.

-Edward ¿estás bien?.-

-Sí.- me miró y agregó.-Tanya es hermosa. ¿Recuerdas cuando te prometí que te diría


el momento en que alguien me gustara?.- solo asentí temiendo lo peor.

-Pues creo que ese momento finalmente llegó.- al decir esas palabras, sentí como si el
mundo se viniera abajo.

Mis recuerdos fueron interrumpidos cuando Edward me mandó un papel doblado, me


apresuré en abrirlo y al leerlo, deseé que nunca lo hubiera hecho, pues decía:

Bella, hoy en la salida le voy a pedir a Tanya una cita ¿qué te parece?

BELLA POV

A la hora del almuerzo, me mantuve picando mi comida con el tenedor sin comer nada.
Definitivamente había perdido el apetito desde que Edward me dio ese papel y no podía
pensar en otra cosa que no fuera eso.

-¿Bella? ¿Te sientes bien?.- me preguntó Alice

-Sí, es solo que no tengo hambre.-

-A mí no me engañas Bella ¿qué sucede? No me digas que otra vez tiene que ver con mi
hermano.-Alice, mi mejor amiga, era la única que sabía de mi amor por Edward y
también sabía lo mucho que me dolía la situación con Tanya.

No le contesté. Solo saqué el trozo de papel de mi pantalón y se lo di, rápidamente lo


leyó y después dijo:

-Ahh… ya veo.- lo volvió a doblar.- ¿Y no le contestaste nada?.- negué con la cabeza y


cuando parecía que iba a decir algo más, llegaron los demás:

-Hola chicas.- dijo Rose sentándose a nuestro lado. Emmett y Jasper tomaron los
lugares de enfrente y después Emmett preguntó:

-¿Y Edward?.-
-No lo sé.- contesté con sinceridad.

-Yo lo vi en el pasillo platicando con Tanya.- añadió Rose.- Tal vez finalmente se armé
de valor para invitarla a salir.- no sabía la razón que tenía

-Hablando del rey de roma.- dijo Jasper viendo hacia la puerta de la cafetería. Seguí su
mirada y efectivamente, ahí estaba Edward, luciendo tan glorioso como siempre, se
acercó a nosotros y logré notar la gran sonrisa que traía en su rostro.

-¿Y esa sonrisa?.- preguntó Rose mientras Edward se sentaba.

-No lo van creer.- sonrió aún más.-Invité a Tanya a salir y aceptó.- sentí mi cuerpo
tensarse ante sus palabras.-Tenía planeado hacerlo en la salida, pero me la encontré en
el pasillo y pensé "es ahora o nunca".-

-Me alegro por ti Edward.- dijo Rose.-Ves. Te dije que no se iba a negar.- Claro que no
se iba a negar, hubiera tenido que estar loca si lo hiciera y en parte me habría gustado
que fuera así.

-Parece que nuestro Eddie finalmente tendrá novia.- comentó Emmett palmeando la
espalda de Edward.

-Ojala.- dijo con simpleza, sorprendiéndonos a todos por no haberse enojado debido a la
palabra Eddie.

-Wow, esto es histórico, Eddie por primera vez no se enojo por llamarlo así, creo que el
apocalipsis está cerca.-

-Cállate Emmett, estoy segura que es por Tanya. ¿No es así Edward?.- preguntó Rose.

-Eso creo.- sus ojos eran tan soñadores, que de nuevo sentí ganas de llorar.- aún no
puedo creer que haya aceptado. Ella es tan perfecta…- mientras los demás se reían por
su comentario, yo estaba segura que mis ojos se estaban humedeciendo y sabía que si no
salía de ahí, todos se darían cuenta de mi estado. Rápidamente me puse de pie, pero al
parecer ya era tarde, porque Edward me miraba con preocupación y dijo:

-Bella ¿estás bien?.-

-Sí, es solo que….me duele un poco el estomago. Necesito ir al baño.- y salí de allí sin
decir nada más. Cuando atravesé las puertas de la cafetería, corrí a toda velocidad al
baño y una vez allí, me metí en uno de los cubículos, cerré la puerta y me senté
finalmente dejando escapar con fuerza las lágrimas que me había guardado desde la
mañana.

No sé cuánto tiempo transcurrió antes de que alguien más entrara al baño y preguntará:

-¿Bella?.- era Alice -Sé que estas aquí, conozco bien tu escondite. No me obligues a
sacarte a la fuerza del cubículo donde estés.- sabía que no podía discutir con ella, así
que después de unos segundos, me levanté y salí lentamente de donde estaba.
Alice de inmediato me abrazó dejándome llorar en su hombro por un momento.
Después de calmarme un poco, se separó de mí diciendo:

-Bella, esto no puede seguir así, te estás lastimando demasiado por mi hermano y lo
peor es que ni siquiera él se da cuenta de lo mucho que te daña.-

-Lo…siento,…no…puedo…evitarlo.- dije con voz entrecortada

-¡Por supuesto que puedes!.- me asustó su tono.

-¿Pero…cómo?.-

-Olvidándolo Bella, tienes que olvidarlo. Creo que ya esperaste el tiempo suficiente por
él.- su proposición era imposible de realizar para mí.

-No creo que yo pueda…- comencé a decir, pero no me dejo terminar.

-¡Claro que puedes y lo harás!. Tienes que seguir adelante con tu vida. No te puedes
quedar sentada esperando una simple ilusión que tal vez nunca se cumpla.- analice sus
palabras por un momento mientras añadía:

-Tú no te mereces esto Bella. Simplemente no te lo mereces.- me quedé callada, sabía


que ella tenía razón en todo lo que decía, pero tenía miedo… miedo a olvidar el amor, el
significado de él, aunque no fuera correspondido.

-No lo sé.-

-Piénsalo Bella, por favor. Por qué ¿qué pasará el día en que Edward decida casarse?
Ehh.. si te soy sincera, la verdad no quiero ni imaginarlo.- ni yo tampoco, eso era
demasiado para mí.

-Bien, lo haré, lo voy a considerar.-

-Gracias porque ¿sabes? De verdad extraño a la Bella que siempre estaba sonriente y
alegre como yo.- ¿tan alegra como ella? Imposible.- Mmm…bueno a lo mejor no tanto.-
dijo como si hubiera pensado lo mismo que yo y eso me hizo reír.

-Vaya, por lo menos te hice reír.- su sonrisa se amplió.- Y ahora que luces un poco
mejor, será mejor que regresemos a clases.- simplemente asentí y después la seguí hacia
la puerta.

El día transcurrió con rapidez, pues mi mente se mantuvo ocupada considerando la


propuesta de Alice. Por una parte, yo quería olvidar a Edward, porque sabía que si lo
hacía, podría volver a sonreír por sinceridad y no por deber, podría ver a Edward ser
feliz con alguien más sin sentir un dolor en el pecho y además ser feliz yo también.

Pero… la otra parte me gritaba que no podía dejarlo ir, que él era todo lo que necesitaba
y tenía que luchar por él. ¿Luchar?... si claro, aunque lo intentara, sabía que la guerra ya
la tenía perdida, pues nunca podría competir con alguien "tan perfecta" como Tanya.
Mientras estaba sentada en mi cama, vi la foto que tenía en mi buro donde aparecíamos
Edward y yo en mi cumpleaños de 9 años. Recordaba bien ese día, pues fue cuando me
di cuenta que él me gustaba más que como amigo.

Pasaron unos minutos más, cuando de repente, mi decisión estaba tomada. Agarré la
fotografía de su lugar y lentamente abrí uno de los cajones, donde lo coloqué y con
fuerza lo cerré. Me paré de mi cama y tomé mi celular, pero cuando estaba a punto de
marcar, comenzó a sonar y vi que era Alice quien hablaba.

-Hola Alice, estaba a punto de marcarte.-

-Lo sé, por eso te llamé, quise ahorrarte un poco de trabajo.- Alice a veces era muy
extraña.

-¿En serio?.-

-Sí.- de verdad muy extraña.- Pero eso no importa, dime ¿qué es lo que me querías
decir?.- recordé entonces el motivo por el que le había hablando. Tome un fuerte
bocado de aire antes de decir las palabras que marcarían el inició de mi nueva yo:

-Que ya tomé una decisión. Yo…ya no quiero llorar más por él.-

-¿Entonces…?.-

-Decidí que es hora de olvidarlo, borrarlo de mi corazón para siempre.-

BELLA POV

A la mañana siguiente, desperté sintiéndome un poco mejor de lo que había estado en


semanas, pues me mantuve pensando en que con ayuda de Alice, hoy comenzaría el
inicio de una nueva yo que no sufriría más por el amor no correspondido.

Mientras esperaba por Edward, también pensé en que hoy sería el último día que él me
llevaría a la escuela, porque a partir de esta tarde, mi camioneta estaría completamente
arreglada y ya no necesitaria más de él.

Cuando finalmente escuché su claxon sonar, salí de la casa completamente decidida a


que hoy Edward no me afectaría en absoluto.

- Hola Bella ¿cómo sigues del estomago?.- me preguntó en cuanto me subí al auto.

-Mejor, gracias.- le sonreí débilmente y él simplemente me devolvió la sonrisa causando


que mi corazón latiera furiosamente en mi pecho.

Durante todo el trayecto hacia la escuela, estuve en silencio viendo el paisaje mientras
él me platicaba sobre sus planes para la cita que hoy tenía con Tanya. Intenté que no me
afectara lo que decía, pero fue inútil y entonces me pregunté si realmente lograría mi
objetivo de olvidarlo.
Al llegar al estacionamiento, como aún era temprano, nos quedamos en el auto y de
repente, él me preguntó preocupado:

-Bella ¿estás bien? ¿Segura que te sientes mejor del estomago?.-

-Sí, segura ¿por qué lo preguntas?.-

-Es que… estas muy seria conmigo ¿acaso te molestaste porque no voy a poder
acompañarte a recoger tu coche o…?.-

-No, no es eso.- contesté.-Es solo que…- no podía decirle la verdad

-¿Qué?.-

-Nada, olvídalo, no es nada importante.- mire de nuevo por la ventana, hasta que sentí
su mano en mi barbilla y movió mi cara para verlo a los ojos

-Lo que te tenga así, claro que es importante.- me dijo con suavidad mientras yo miraba
esos ojos que tanto amaba….

¡No! Me grité a mí misma. No podía seguir amándolo cuando él no lo hacía, me había


prometido que lo olvidaría y mira lo que estoy haciendo.

De manera un poco brusca, me zafe de su mano y su mirada, abrí la puerta del coche y
le dije:

-Será mejor que vaya entrando a clase, no quiero que se me haga tarde.-

-Pero si todavía faltan 15 minutos.- comentó sorprendido por mis movimientos.

-De todos modos, me iré adelantando.- y salí del auto sin esperar respuesta de él.

Camine rápidamente hacia el edificio y mi salón, hasta que de repente, alguien me


detuvo por el brazo.

-¿A dónde crees que vas?.- era Alice

-¿Al salón de Cálculo?.-

-No Bella, tú tienes que ir a Literatura ahora.- la miré extrañada y ella agregó después
de suspirar.-Ayer cuando me hablaste, hice unos arreglos para hacer que te cambiaran el
horario.- sacó una hoja de su mochila y me la dio.-Ahora este será el nuevo orden de tus
clases.-

-Pero no entiendo ¿por qué el cambio?.-

-Bella, la mayoría de las clases que tenías, las compartías con Edward y si tenemos la
intención de que lo olvides, necesitas alejarte un poco de él.- lo pensé por un momento

-Sí, creo que tienes razón.-


-Siempre la tengo.- sonrió y miró su reloj antes de agregar.-Bueno, ahora que ya sabes a
que salón ir, te dejo para que no se te haga tarde.-me abrazó y con eso se fue.

Al transcurrir el día, me sorprendió lo relajada y concentrada que estuve en las clases a


pesar de que Edward no estuviera en ellas y me pregunté lo que él pensaría sobre mi
ausencia en las otras clases.

A la hora del almuerzo, cuando Alice y yo caminábamos hacia la cafetería, ella


comenzó a intentar convencerme de tener una cita con alguien.

-¿Qué te parece Tyler? - dijo mirando a su dirección

-Urgg…no.-

-¿Eric?.-

-¡No!.-

-¿Mike?.-

-¡Definitivamente no Alice!.- ¿Cómo podía salir con ellos, cuando nadie podía
compararse ni un poco con Edward?

-Bella, es necesario que tengas alguna cita con algún chico.- me regaño.-Sino ¿Cómo
quieres que tengamos algún avance?.-

-¿Avance de qué?.- preguntó Edward detrás de nosotras.

-Ehh…- yo no sabía que decirle y afortunadamente Alice le contestó por mí

-De un experimento que estamos haciendo.-

-¿Experimento? ¿Sobre qué?.- parecía confundido

-Lo siento, no te lo podemos decir, es un secreto.-

-¿Acaso esto tiene que ver con que no entraras a clases?.- me preguntó ignorando a
Alice

-Yo sí entre a clases.- protesté.-Alice solo me cambio el horario.-

-¿Le cambiaste el horario?.- volvió a dirigirse a Alice

-Sí, pero como te dije antes, es un asunto secreto.- dijo con firmeza.-Ahora vamos a la
cafetería si queremos alcanzar algo de comer.- jalo mi brazo y el de Edward mientras
comenzó a dirigirse a la cafetería.

Por suerte, Edward no volvió a mencionar nada sobre el cambio de horario durante el
almuerzo y como las siguientes clases trascurrieron con rapidez, antes de darme cuenta,
ya era hora de salir. Mientras me dirigia hacia el estacionamiento, vi a Edward en la
entrada y decidí despedirme de él.

-Adiós Edward.- tome un poco de fuerza para agregar sin llorar.-Suerte en tu cita con
Tanya.-

-Gracias Bella.- me sonrió.- De verdad lamento no poder llevarte a…-

-No te preocupes- lo interrumpí.-Lo entiendo a la perfección.- asintió y al ver que estaba


nervioso, le dije:

-Tranquilo, todo va a salir bien, te lo prometo.- fue muy duro de decir para mi

-Gracias.- susurró.-De verdad eso espero.-

-Confía en mí.- le sonreí para darle confianza y después agregué.-Nos vemos mañana.-
camine hacia el coche de Alice, hasta que lo escuché decir:

-¿Bella?.- regresé mi atención a él

-¿Si?.-

-Espero que todo eso de cambiar tu horario no dure mucho.- comentó.-Yo….de verdad
te extrañe hoy en las clases.- sentí como si en ese momento hubiera mariposas en mi
estomago, hasta que me recordé a mi misma que él solo me había extrañado porque era
su amiga.

-Yo también te extrañe Edward.- dije en voz baja y seguí con mi camino.

Después de eso, Alice y yo nos fuimos a la Push. Al llegar, baje del coche y toqué la
puerta hasta que uno de mis mejores amigos y mecánico personal me abrió.

-Hola Bella.-

-Hola Jacob.- le sonreí.-¿Cómo estás?.-

-Muy bien gracias.-me sonrío y añadió.-Me imagino que vienes por tu camioneta
¿verdad?.- solo asentí emocionada, causando que él se riera.

-Bien, déjame ir a sacarlo del garaje.- y con eso se fue.

-¿Así que ese es Jacob Black?.- preguntó Alice cuando llegó a mi lado.-No está nada
mal.-

-¡Alice!.-

-¿Qué? Es la verdad.-

-Recuerda que tú ya tienes novio.- le recalqué


-Claro que lo recuerdo, Jasper es el único para mí.- rodeé mis ojos.-Yo simplemente
establecí un hecho ¿sabes?.- no le contesté y cuando parecía que iba a decir algo más,
Jacob regresó con mi camioneta ya arreglada.

-Listo, aquí está tu camioneta sana y salva.- dijo él después de bajarse del auto y darme
las llaves.

-Gracias Jacob, no sé como agradecerte por hacer esto otra vez.- por supuesto que esta
no era la primera vez que la camioneta se descomponía y que él me la arreglaba sin
cobrarme nada.

-Como te he dicho las otras veces, no hay nada que agradecer. Al contrario, ya sabes
que a mí me encanta hacer esto por ti.-no pude evitar sonrojarme levemente por eso

-Jacob, déjame presentarte a mi amiga Alice.- la señale a mi lado

-Mucho gusto Alice.- él levantó su mano para saludarla

-Hola Jacob, es un placer conocerte finalmente.- tomó su mano.-¿Te importa mucho si


te llamo Jake?.-

-No, para nada, de hecho mi papá me dice así.-

-Bien Jake, ahora que ya nos conocemos, quiero decirte que yo estoy de acuerdo con
Bella en que ella necesita pagarte de alguna forma.- ¡¿Qué?! Me quede sin habla, pues
simplemente no podía creer lo que Alice acababa de decir.-Pero como sé que no vas a
aceptar dinero, yo tengo una idea en la cual los dos van a salir muy satisfechos.- los dos
la miramos expectantes.

-¿Por qué no llevas a Bella a cenar a algún lugar ahorita y dejas que ella pague por los
dos?.-aunque me agradaba un poco esa idea, yo sabía que ella lo decía para yo tuviera
alguna clase de cita y me aliviaba saber que Jacob se negaría sin dudar…

-Mmm…me agrada la idea.- o eso creía yo.-¿Y a ti Bella?.-

-Yo…-aún no recuperaba la voz.

-Le encanta.- dijo Alice y yo prácticamente la asesiné con la mirada.

-Listo.-agregó con emoción en su voz.- ahora que ya está todo arreglado, será mejor que
yo me vaya.-

-¿No nos vas a acompañar?.-- preguntó amablemente Jacob.

-Me encantaría, pero no puedo porque…. le prometí a mi mamá que….llegaría


temprano a la casa.- sí claro…-De todas maneras gracias por incluirme, me di mucho
gusto conocerte Jake.- se acercó a él, le dio un rápido abrazo y después me dio otro a mí
mientras susurró a mi oído.- Diviértete y no pienses en mi hermano.- me soltó.-Mañana
te hablo.- y con eso se fue.
-Eso fue extraño.- dijo Jacob una vez que Alice estuvo fuera de nuestra vista.

-Sí, lo fue.-

-¿Ella siempre es así?.-

-Lamentablemente.- contesté y los dos nos reímos por mi respuesta.

-Bella ¿si quieres ir a cenar conmigo o no?.- preguntó nervioso y se rascó la cabeza

-Sí, pero solo si me dejas pagar a mí.-

-Ese era el trato ¿no?.- sonrió y yo solo asentí.

-¿Quieres que nos vayamos en el Golf o en tu camioneta?.-¿de verdad preguntó eso?

-¿Tú qué crees?.-levante una ceja y después de reírse, él solo tomo mi mano y nos llevó
a mi camioneta.

Deje que manejara porque insistió en quererme llevar a un lugar nuevo en la ciudad y
aunque yo sabía que Alice era la culpable de todo esto, no me sentí molesta con ella,
porque yo de verdad me sentía muy cómoda con Jacob y pensé que esto era mucho
mejor que una cita con Mike o Eric.

El viaje duró aproximadamente 15 minutos y cuando llegamos, él dijo:

-¿Qué te parece?.- miré hacia el restaurante y me sorprendió ver que el lugar de verdad
era muy bonito. Tenía un toque acogedor y las luces que lo rodeaban le daban bastante
vida.

-Es muy lindo.- dije sin dejar de mirar el lugar.

-Espera a que pruebes la comida.- comentó y los dos bajamos de la camioneta.

Cuando estabamos a punto de llegar a la puerta, algo en el estacionamiento llamó mi


atención y me quede sorprendida al darme cuenta que el Volvo de Edward estaba allí….

BELLA POV

En cuanto entramos al restaurante, yo inmediatamente busque a Edward con la mirada y


cuando finalmente lo encontré, desee no haberlo hecho, pues él se encontraba sentado
en una mesa cerca de la esquina, platicando felizmente con Tanya con sus ojos llenos de
brillo.

-¿Dónde te quieres sentar Bella?.- preguntó Jacob a mi lado.

-Ehh….- mire el resto del lugar y busqué la mesa que estuviera lo más alejada de
Edward y Tanya.-allí.-señale finalmente.

-Buena elección.- comentó antes de tomar mi mano y guiarnos hacia la mesa.


Después de sentarnos, una mesera se acercó a nosotros para darnos el menú y dijo:

-Hola, mi nombre es Michelle y yo los atenderé esta tarde. ¿Desean algo de tomar?.-

Jacob me miró para que yo pidiera primero.-Sí, a mí tráigame una Coca-Cola.- dije
simplemente.

-¿Y a usted?.-

-Lo mismo.-

-En un momento se las traigo.- y con eso se fue.

Yo me dedique a mirar mis manos entrelazadas en mi regazo sin decir nada por un rato,
hasta que Jacob rompió el silencio.

-Bella ¿qué sucede?.-

-Nada.- contesté en voz baja pero firme

-Bella, mírame.- lo hice.-Te conozco muy bien y yo sé que algo te pasa, a mi no me


puedes engañar.- abrí mi boca para decir algo, cuando de repente escuché a alguien a
mis espaldas decir:

-¿Bella?.- de inmediato reconocí la voz y me volteé lentamente para encontrarme con la


mirada de Edward.

-Hola Edward.-

-¿Qué haces aquí?.- preguntó sorprendido mientras me ponía de pie

-Jacob me invito a cenar.-

-¿Jacob? …¿Tú amigo de La Push?.-

-Sí, él. Déjame presentártelo.- le hice señas a Jacob para que se acercara y cuando lo
hizo, dije:

-Edward, él es Jacob. Jacob te presento a mi….amigo Edward.-

-Mucho gusto.- dijo Jacob levantando la mano y Edward la estrecho con fuerza.

-Igual.-

-¿Y cómo va tu cita?.-le pregunté cuando se soltaron.

-Muy bien, gracias.-sonrió.-Tanya es genial.-

-Que…que bueno escuchar eso.- fue lo único que alcance a decir antes de que la mesera
llegara con nuestras bebidas y Edward dijera:
-Creo que será mejor que me vaya para dejarlos comer.- miró a Jacob y después a mi
-Nos vemos mañana Bella.- y camino a su mesa.

-Disculpen.- dijo la mesera que acababa de poner las bebidas sobre la mesa.-¿Están
listos para ordenar o necesitan más tiempo?.-

-¿Podría darnos 5 minutos?.- preguntó Jacob

-Por supuesto.- se fue y cuando estaba a punto de sentarme para ver el menú, Jacob me
detuvo por el brazo y yo solo lo miré confundida.

-¿Es por él verdad?.-

-¿Qué?.- no entendía

-Por eso estabas así hace rato.- su rostro parecía triste.- Tú…. Tú lo quieres, lo note en
tu mirada.-

-Yo…-suspiré.-sí, así es, pero…- otra vez sentí ganas de llorar y me odie a mi misma
por sentirme así.

Al parecer, Jacob también se dio cuenta de eso, porque de inmediato me abrazó y


susurró:

-No Bella, no tienes que explicarme nada – me miró.-¿Quieres irte de aquí?.- lo pensé
por un momento

-No Jacob, hay que quedarnos.-

-¿Segura?.-

-Sí.- me separe de su abrazo.-No puedo dejar que él siga afectándome así.- miré hacia
donde estaba Edward y noté que él nos miraba fijamente, lo que me extraño mucho.

Sin decir nada más, nos sentamos de nuevo en la mesa y después de pedir nuestras
órdenes, le pregunté a Jacob sobre sus amigos y familia para iniciar una conversación
con él y así tratar de no pensar en la presencia de Tanya y Edward en el lugar.

Para mi sorpresa, logré con éxito mi objetivo, pues al poco tiempo que comenzamos a
platicar, ya ni siquiera pensaba en ellos y hasta Jacob y yo comenzamos a bromear
como siempre lo hacíamos cuando estábamos solos.

-¿Te vas a comer eso?.- preguntó cuando terminó de comer y notó que yo no me
termine mi comida.

-No, ya me llene.- le pase mi plato y entonces me surgió una duda

-¿Acaso tú nunca te llenas?.- yo sabía que él siempre se la pasaba comiendo, aunque


fuera algo pequeño.
-Pues…- dio un sorbo a su bebida.- parece que no.- se encogió de hombros.

-Deberías moderarte un poco.- le comenté.-Tanta comida te hará engordar.-

Él solo se rió y dijo:

-Bella, a mi edad es normal que los hombres comamos mucho, nos sirve para crecer.-

-En ese caso, con más razón deberías dejar de comer.- le dije en broma - Tú ya no
necesitas crecer más.- eso era cierto y no pude evitar reírme fuertemente de mi propio
comentario. La verdad era que no recordaba haberme reído así desde…

-¿Edward estas bien?.- escuché a Tanya preguntar y cuando volteé a ver hacia su mesa,
note que por un segundo, Edward nos veía con sus ojos un poco entrecerrados antes de
volver su atención a Tanya y decir:

-Sí….¿Lista para irnos?.-se puso de pie seguido por Tanya, quien asintió con una gran
sonrisa en su rostro, antes de tomar a Edward por el brazo y caminar hacia la salida. Él
como siempre, le abrió la puerta primero y cuando estaba a punto de salir, dio una
última mirada hacia donde nosotros estábamos y yo simplemente regrese mi atención a
Jacob.

-¿Ya se fueron?.-

-Sí…- susurré mientras sentía como mi pecho comenzaba a doler de nuevo.-¿Te falta
mucho para acabar?.-

-No…- tomo un último bocado.- de hecho ya termine.-

Después de eso, Jacob solo pidió la cuenta y salimos del restaurante sin que yo dijera ni
una sola palabra, pues me encontraba muy concentrada tratando de borrar la agonía en
mi pecho, además de que me debatía a mi misma sobre si debería desahogarme con
Jacob sobre todo esto o no.

Cuando ya íbamos camino a casa de Jacob, fue cuando finalmente tome mi decisión y
decidí contarle todo a él.

-¿Jacob?.-

-¿Sí?.- respondió sin quitar la vista del camino.

-Yo… quiero explicarte…sobre…mis sentimientos por Edward.-

-Bella, ya te dije que no tienes que…-

-Lo sé, pero quiero hacerlo, eres uno de mis mejores amigos y me gustaría que lo
supieras.- lo miré.-Tal vez hasta podrías darme tu opinión sobre todo esto.- él solo se
quedo callado, dándome a entender que prosiguiera.
Le conté todo, desde cuando Edward y yo nos hicimos amigos, como me enamore de él,
hasta la parte en que Tanya llegó a Forks y como eso me destrozo. Jacob solo se
mantuvo callado mientras hablaba y cuando termine, dijo:

-Bella, lamento escuchar eso- tomo mi mano con la que tenía libre antes de agregar con
un tono más agresivo.-Ahora de verdad odio a ese tipo por hacerte sufrir así. Nunca creí
que alguien fuera tan imbécil para no darse cuenta cuando una maravilla esta frente a
él.- lucía frustrado.- Pero ¿sabes? Me alegra que Alice quiera ayudarte a olvidarlo.-

-¿Entonces tú crees que está bien lo que intentó hacer?.-

-¡Por supuesto! Ya esperaste bastante tiempo por él, ya es hora de que sigas adelante-
reí levemente al recordar a Alice diciendo casi las mismas palabras.

-Qué curioso, Alice dijo algo similar.-

-Es que esa es la verdad Bella.- dijo en voz baja y entonces llegamos a su casa.

Se estaciono cerca del garaje y me miró a los ojos diciéndome.- Gracias por haber
confiado en mi Bella.-

-De nada.-

-Antes de irme, yo…quiero preguntarte algo.- tomo aire.-Quiero saber si me dejarías…


bueno…ayudarte también… a… olvidarlo.-

-¿De verdad quieres ayudarme en eso?.- le pregunté sorprendida.

-Si.-

-¿Pero como…?-

-No lo sé, tal vez si… pasamos más tiempo juntos en las tardes ya no pensarías tanto en
él.-

-Tal vez.- lo pensé y simplemente le sonreí….

-Bueno…- dijo él mientras abría la puerta.-ya no te entretengo más. Otra vez gracias por
todo Bella, me la pase muy bien hoy.- se bajo del auto.-Si Charlie te regaña por llegar
tarde, le dices que todo fue mi culpa.- me sonrió y cuando me pase al lado del
conductor, preguntó.-¿Te importaría mucho si el viernes voy a tu casa?.-

-No, para nada.-

-Bien, en ese caso, nos vemos el viernes.- su sonrisa creció y después de despedirse con
la mano, cerró la puerta.

BELLA POV

-¿Cómo te fue ayer con Tanya, Edward?.- le preguntó Rose durante el almuerzo.
-Muy bien, ella fue…fue…- sonrió y Emmett le palmeo la espalda mientras decía:

-Sé lo que quieres decir hermanito.- dejo su brazo sobre sus hombros.-Y dime ¿la
besaste?.- yo de inmediato me tense.

-No.- susurró, causando que me relajara.

-¿Por qué no hermano? Ya es hora de que beses a alguien.- Edward abrió la boca para
decir algo, pero Alice lo interrumpió.

-Por que a diferencia de ti, él no es de los que besan en la primera cita.-

-Bueno, pero por lo menos yo sí he besado gente.- le contestó y Rose le dio un zape en
la cabeza.

-Tú solo tienes derecho de besarme a mi ¿entendiste?.-

-Sí, cariño.- dijo Emmett como niño regañado causando que todos en la mesa nos
riéramos.

-Suficiente de mis hermanos.- comentó Alice mientras nos calmábamos.-Yo lo que


quiero saber es sobre la cita de Bella.- dio saltitos en su lugar.

-¿Bella también tuvo una cita?.- preguntó incrédulo Emmett.-¿Con quién?.-

-Con Jacob Black.- contestó rápidamente Alice

-¿Por qué no nos dijiste nada Bella?.- esta vez preguntó Rose

-Momento.- levante mis manos.-Yo no tuve ninguna cita con nadie. Jacob y yo solo
somos amigos.-

-Sí claro.- dijo Alice con un poco de sarcasmo.- Tal vez para ti no fue una cita, pero
para él definitivamente lo fue.-

-¿Cómo lo sabes?.-

-Bella, es obvio que él se muere por ti. Te trata como toda una princesa y además de que
te mira con ese brillo en sus ojos que…- de repente se escuchó como algo se cayó en el
piso y se rompió.

Cuando desvié mi atención de Alice para ver lo que había ocurrido, me quede
sorprendida al darme cuenta de que Edward había sido quien había tirado
accidentalmente un embase de vidrio al suelo. Por lo general, él era quien tenía los
mejores reflejos en el grupo y era rarísimo que se le cayera algo.

-Lo siento.- dijo Edward sin sonreír y se paró.-Iré por una escoba.- se dirigió al cuarto
del conserje.

-Eso fue extraño.- comentó Rose.-Él nunca tira nada.-


-Lo sé, y ahora está molesto.- estableció Jasper.-Realmente molesto.- hubo un poco de
silencio, antes de que Alice jalara un poco mi brazo para que regresara mi atención a
ella

-Bella, regresando al tema de Jacob.- dijo ignorando la situación.-¿De verdad no te


gusta ni aunque sea un poquito?.-

-Pu…Pues…yo…él es guapo.- dije sin pensar

-¡Sí!.- gritó Alice.- por lo menos eso es algo.-

-¿Y cuándo vas a volver a verlo?.- preguntó Rose también emocionada

-Pues me dijo que vendría mañana a mi casa.-

-En ese caso.- dijo Alice.-Hoy tienes que ir a mi casa para hacerte unos arreglos.-

-¿Arreglos?.-

-Sí, ya sabes, darle forma a tu cabello, probarte nueva ropa, maquillaje…-

-O no Alice…eso si que no.-

-Anda ¿por favor?.- puso la cara con la cual sabía que no me podía negar.

-Bien…-dije a regañadientes.

-¿Yo también puedo ir?.- le preguntó Rose

-¡Claro! Recuerda que tus consejos de moda y maquillaje siempre son necesarios.- yo
solo rodeé mis ojos y Emmett comentó:

-Yo lo que aún no puedo creer, es que Bella ya tenga novio.- se limpio los ojos como si
llorara.-El tiempo de verdad pasa rápido.-

-Que él no es mi novio, ya se los dije.- dije frustrada antes de pararme de la mesa y


decir: -¿Saben qué? Ya me voy a mi salón, luego los veo.- y con eso me salí de la
cafetería, no sin antes cruzarme con Edward en el camino y notar que él aún lucía
molesto.

Al terminar las clases, tanto Rose como yo, nos fuimos a casa de Alice como habíamos
quedado y en cuanto llegamos, Alice de inmediato nos llevo a su cuarto y sacó todo su
material de estética.

-Bien, primero comenzaremos con tu cabello.- vio a Rose y le dijo-Rose, que te parece
si…- la verdad es que como yo no quería escuchar su plática sobre lo que le harían a mi
cabello, solo mire el hermoso bosque que se veía por la ventana, hasta que finalmente
parecieron decidirse y se pusieron a trabajar conmigo.
Cuando terminaron con eso, tanto Alice como Rose sacaron varias prendas de ropa del
closet y las colocaron en la cama. Durante varias horas, ellas me mantuvieron
probándome distinta ropa como si fuera alguna clase de muñeca y hasta intentaron que
me pusiera una minifalda roja.

-No me voy a poner eso Alice.-

-¿Por qué no? Te verías genial.-

-Alice, tú sabes que yo ni siquiera me pongo faldas que tienen un largo normal y
¿esperas de verdad que use eso?.- ella solo suspiró derrotada y susurró para si misma.

-Tan terca como siempre.- dejo la minifalda en la cama y tomo una blusa azul con unos
shorts que combinaban.-Esta bien, pruébate esto.- al parecer, ella se dio cuenta de que
también iba a protestarle por los shorts porque agregó.-Es esto o la minifalda, tú
decides.-¿Y luego decía que yo era la terca?

Le quite los shorts y la blusa de la mano y después de cambiarme, las dos decidieron
que se veían perfectos en mi e insistieron en que me los pusiera al día siguiente para la
escuela.

-No.-

-Por favor Bella, si te pones eso mañana, tendrás a todos los chicos de la escuela a tus
pies.-

-Pero…-

-Confía en nosotras Bella.- intervino Rose.-De verdad te ves estupenda vestida así.- lo
pensé un momento.

-Lo hare con una sola condición.- establecí.-Que no me obliguen a ir de compras con
ustedes por lo que resta del año escolar.-

-No, Bella…- comenzó a decir Alice pero Rose la interrumpió

-Hecho.- sonrió y después agregó.-Ahora seguimos con mi parte favorita….el


maquillaje.-

Tuvieron que pasar casi 2 horas de maquillaje para que finalmente terminaran de
arreglarme y cuando lo hicieron, sentí un gran alivio dentro de mí.

-Listo, quedaste perfecta.- dijo Alice y yo me pare de mi silla para ir a verme en el


espejo.

Al ver mi reflejo, me quede sin palabras al darme cuenta de lo bien que me veía. De
verdad, nunca creí que eso pudiera ser posible…

-¿Qué te parece?.- preguntó Alice detrás de mí.-¿Te gusto?.-


-Sí…- susurré.-luzco…-

-Totalmente grandiosa, lo sé.- comentó y en eso escuchamos a Esme gritar desde abajo:

-¡Niñas, es hora de cenar!.-

Alice de inmediato miró su cuarto que estaba todo desordenado y dijo.- Vamos a comer,
después arreglo esto.-

Salimos del cuarto, bajamos las escaleras y cuando estaba a punto de entrar al comedor,
Alice me detuvo diciendo:

-Espera aquí.- la mire confundida.-Tú solo hazme caso y no entres hasta que yo te diga.-
y entró al comedor.

Aunque yo no podía ver nada, alcance a escuchar cuando Alice dijo: -Chicos, después
de un día arduo de trabajo, Rose y yo tenemos el placer de presentarles…a una nueva
Bella.- no podía creer que Alice hiciera eso, si de por si me era muy difícil estar vestida
así.

-Bella, ya puedes pasar.- agregó Alice y yo lentamente entre al comedor con la mirada
abajo debido a la vergüenza. Sentí la mirada de todos en mí y mientras caminaba hacia
la silla que estaba vacía en la mesa, Emmett comentó:

- Edward, Bella se ve igual con la boca cerrada que con la boca abierta ¿sabes?.- al
instante, volteé a ver a Edward y efectivamente, él estaba viéndome con los ojos
totalmente dilatados y tenía la boca abierta.

Cuando se comenzaron a escuchar varias risas en el lugar, él de inmediato cerró la boca


y sacudió levemente su cabeza antes de poner su atención en la comida sin decir nada.
Yo no pude evitar sonrojarme por eso y de nuevo sentí algunas mariposas moverse en
mi estomago.

-Bella, te ves muy linda con tu nueva imagen.- dijo Esme cuando me senté en la silla.

-Gracias Esme.- use un tono bajo y después de eso, comencé a comer.

Durante toda la cena, sentí como algunas miradas se mantuvieron en mí, pero no quise
voltear a ver quiénes eran por la pena.

En cuanto termine de comer, como ya era tarde, me despedí de todos para poder irme a
mi casa y mientras caminaba hacia la puerta de entrada, Edward me alcanzó y dijo:

-Bella, espera.-

-¿Qué sucede Edward?.-

-Antes de que te vayas, hay algo que quiero decirte.-

-Dime.-
-Yo…-parecía nervioso.- pienso que deberías tener cuidado con ese tal Jacob.-

-¿Jacob?.-

-Sé que él es tu amigo y todo, pero hay algo de él que me molesta bastante.- no me
esperaba eso en absoluto.

-Pero Edward, tú solo lo has visto una vez.- dije confundida

-Sí, lo sé, pero…- comenzó a decir, hasta que Emmett le gritó desde la cocina:

-¡Eddie, tú novia te habla por teléfono!.- Edward solo suspiró y me dijo:

-Solo cuídate ¿sí? Te lo pido como amigo.-

-Lo hare Edward, aunque siento que exageras.- le sonreí -Nos vemos mañana.- abrí la
puerta y al salir de la casa, agregó:

-¿Bella?.- lo miré –De verdad luces muy hermosa esta noche.-

-Gracias.- me sonroje y solo seguí con mi camino.

BELLA POV

No puedo que haya aceptado hacer esto… me decía a mi misma mientras salía de la
camioneta y caminaba hacia la escuela. Una cosa era estar vestida así frente a mis
amigos, pero otra muy diferente era que me vieran así todos los de la escuela.

En cuanto comencé a sentir las miradas en mí, acelere mi paso para entrar al edificio y
mientras caminaba por los pasillos, varios chavos comenzaron a chiflarme y yo solo me
sonroje de vergüenza y enojo. Yo realmente odiaba cualquier tipo de atención dirigida
hacia mí y definitivamente iba a matar a Alice y Rose por esto.

Durante todas las clases, yo solo intente ignorar al resto de mis compañeros, pero eso
fue imposible de lograr, porque tanto Tyler como Eric se mantuvieron hablándome
aunque yo no les contestara nada. Afortunadamente, para la hora del almuerzo, logré
librarme de ellos, pero mientras caminaba hacia la cafetería, Mike se puso frente a mí y
dijo:

-Hola Bella ¿adónde vas?.-

-¿A la cafetería?.- contesté como si fuera una pregunta

-¿En serio? Yo también voy para allá.- levanté una ceja y noté como su mirada comenzó
a recorrerme de pies a cabeza.-Oye Bella, me preguntaba si tú quisieras…-mantuvo su
mirada en mi cuerpo.- Salir conmigo en la tarde si no tienes nada que hacer.- aunque yo
solo tenía ganas de gritarle de cosas por la forma como me miraba, decidí contestarle de
manera cortes:

-Perdón Mike, pero yo…-


-No va a ir.- dijo una voz firme y molesta detrás de mí.

-No te pregunté a ti, Cullen.-

-Lo sé Newton, pero eso es lo que Bella te iba contestar.- me abrazó por los hombros y
me miro.-¿Verdad?.- regrese mi atención a Mike

-Yo…lo siento Mike, pero ya tengo planes.-

-Mmm… que lastima…ya será para otra ocasión entonces…- dijo simplemente antes de
volver a mirarme de cuerpo completo e irse.

-¿Qué se cree ese estúpido de Mike?.- escuché a Edward gruñir y luego me preguntó.-
¿Notaste como te miró?.-

-Sí, lo noté.- contesté sin importancia

-Me dan ganas de ir y…-

- Edward no vale la pena.- lo regañe.-Además ya sabemos cómo es Mike.-

É l solo suspiro frustrado y dijo: -Lo bueno fue que le inventaste esa excusa de que ya
tenías planes.-

-Pero…yo sí tengo planes.- comenté confundida

-¿A sí?.-

-Sí, con Jacob.- pareció como si sus ojos se oscurecieran cuando mencione el nombre de
mi amigo.

-¿Jacob? Pero creí que tendrías más cuidado con él.-

-Y lo tengo.- le expliqué.-pero él es uno de mis mejores amigos y lo conozco desde hace


años Edward. Confía en mí.-

-Claro que confió en ti Bella, pero en él no.- yo solo rodee mis ojos y le dije:

-Insisto en que exageras demasiado.-

-Yo solo intento protegerte.- cuando dijo eso mi corazón volvió a traicionarme latiendo
más rápido de lo normal.

-Lo sé Edward, de verdad lo sé, pero ya quede con Jacob y no pienso cancelarle.-

-Bien.- contestó Edward entre dientes.- Espero que sepas lo que haces.- ni siquiera le
respondí y solo seguimos nuestro camino hacia la cafetería sin mencionar nada más.

Mientras comía y en las clases que siguieron, me mantuve pensando en la reacción de


Edward hacia Jacob. Era como si de verdad lo odiara cuando ni siquiera lo conocía en
realidad y eso me extrañaba mucho porque él nunca era así. Entendía que él quisiera
protegerme pues yo era su mejor amiga, pero esto era tan diferente a otras ocasiones en
que él me había protegido… Tal vez solo era imaginación mía.

Cuando el timbre de salida sonó, tomé mi mochila, salí del salón en silencio y una vez
más, tuve que soportar las miradas de todos mientras pasaba por los pasillos y salía al
estacionamiento.

-Adiós primor.- escuché a uno de ellos decir mientras pasaba por su lado y cuando
estaba a punto de contestarle, el sonido de una moto me distrajo.

-¡Jake!.- oí a Alice gritar.- Que sorpresa verte por aquí.- volteé a ver hacia donde ella
estaba y efectivamente, ahí estaba Jacob sobre su moto quitándose el casco.

-Hola Alice ¿sabes donde esta Bella?.- camine hacia ellos antes de que Alice contestara
y dije:

- Hola Jacob ¿qué haces aquí?.- cuando me miró, noté que sus ojos se abrieron más de
lo normal.

-¡Wow Bella! ¿Qué te hiciste?.-

-Fue cosa de Alice.- me sonrojé.- pero eso no contesta mi pregunta.- agregué.

-Lo sé y respondiendo a lo anterior, quería darte una sorpresa.- me sonrió.-Sé que te


había dicho que iba a llegar a tu casa pero como me desocupe temprano, decidí pasar
por ti.-

-Ehh… Gracias Jacob…pero, no creo que pueda irme contigo por que traigo la
camioneta y…- Alice me interrumpió

- Tú vete con él Bella, yo me encargo de tu camioneta.-

-¿Pero cómo..?.-

-Tengo mis maneras.- lo pensé por un momento

-¿Estás segura?.-

-Sí.- miré a Jacob y él solo me preguntó.

-Entonces ¿te vienes conmigo?.-

-Pues yo… si Alice está segura…creo que si.- susurré antes de darle las llaves a Alice y
tomar el casco que Jacob me ofrecía.

-¿No es peligroso verdad?.- él solo volvió a sonreírme

-Prometo que nada malo te va a pasar.-


Después de ponerme el casco, me subí con mucho cuidado a la moto, puse mis manos
en la cintura de Jacob y mientras él arrancaba el motor, lo escuché decir:

-Agárrate fuerte Bella.- hice lo que me pidió y mientras salíamos del estacionamiento,
alcancé a ver a Alice despedirse de nosotros con la mano y también a Edward mirarnos
fijamente a lo lejos.

Como yo nunca me había subido a una moto antes, todo fue completamente nuevo para
mí: la velocidad, el viento en mi cara, el cabello despeinándose…. Absolutamente todo.
Me gusto tanto la libertad que sentí en ese momento, que por poco y no me doy cuenta
cuando pasamos de largo mi casa.

-¡Jacob ¿adónde vamos?!.- le grité porque supe que no me oiría con el aire.

-¡Quiero enseñarte algo!.-

Manejo en dirección hacia La Push, pero en lugar de ir por la carretera, se adentro en el


bosque hasta que llegar a una especie de acantilado.

-Aquí es.- dijo mientras paraba la moto.

Después de quitarme el casco, baje con mucho cuidado de la moto y caminé hacia la
orilla para ver el hermoso paisaje del mar que tenía frente a mí.

-Es precioso Jacob.-

-Creí que te gustaría.- se colocó a mi lado

-¿Vienes aquí muy seguido?.-

-Casi todos los sábados con mis amigos.- me sonrió.-Nos encanta estar aquí
simplemente disfrutando del paisaje y nadando en el mar.-

-¿Y cómo bajan hasta allá?.- señale el fondo del acantilado.

-Pues… solo saltamos y ya.- de inmediato lo miré aterrada y pregunté:

-¿Us…ustedes saltan desde….desde aquí?.-

-Sí ¿por qué?.-

-Está muy alto.-

-¿Y?... eso es lo divertido Bella.-

-Pero…- no terminé y solo miré hacia abajo hasta que sentí su mano elevar mi barbilla
para verlo de frente.

-Digamos que yo soy de la idea, de que la vida sin riesgos no vale la pena.- me miro con
determinación.-Pienso, que siempre es bueno arriesgase un poco para conocer las
cosas.- acomodo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y yo solo analice sus
palabras por un momento.

-¿Así que saltar eh?.- dije al final.-Tal vez y un día me anime a hacerlo.-

-Cuando quieras.- sonrió.- pero solo avísame para acompañarte y enseñarte ¿sí?.- ni
siquiera pude asentir porque en eso una voz a lo lejos, gritó:

-¡Jacob amigo!.- me volteé y vi a un muchacho de tez morena y cabello oscuro


acercarse hacia nosotros.

-¡Embry! ¿Qué haces por aquí?.-

-Vine a caminar un poco ¿y tú?.-

-Le estoy enseñando a Bella el lugar.- el chico me miró y al instante dijo:

-¿Tú eres Bella?.- levanto su mano y yo la estreche.-Yo soy Embry, mucho gusto en
conocerte finalmente…. Jacob nos ha platicado mucho sobre ti.- eso fue inesperado

-¿De veras?.-

-Sí.- parecía muy sincero.- casi nunca deja de hablar de ti… y por cierto ¿Cómo sigue tu
camioneta?.-

-Muy bien gracias.-

-¿En serio?.- lució sorprendido.-Yo mismo la revise y creí que no tendría compostura.-
escuché a Jacob reír a mi lado.

-No estaba tan mal.- argumentó mi amigo.

-¿Qué no estaba tan mal? Casi la mitad del motor ya no servía, además de que muchas
de las piezas de refacción que se necesitaban son muy difíciles de conseguir por el
modelo.-

-Lo sé, pero he tenido casos peores que ese.- se encogió de hombros

-¿Peores? La verdad es que no te creo, pero si tú lo dices…- dejo la frase incompleta.-


Bueno ya me voy para no molestarlos más.- me miró.-Otra vez mucho gusto en
conocerte Bella.-

-Igual.-

-Ojala Jacob te invite a nuestra próxima reunión para que conozcas al resto del grupo.
Sería genial tenerte con nosotros.- después de asentir, palmeó la espalda de Jacob y le
dijo: -Luego nos vemos viejo.- se despidieron de mano y luego Embry se fue.

Jacob después regresó su atención a mí y dijo:


-Será mejor que nosotros también nos vayamos si no queremos provocar la ira de
Charlie.-no pude evitar reírme de eso antes de decir:

-Creo que tienes razón, además tampoco me gustaría preocupar a Renée.-le sonreí y
mientras caminábamos hacia la moto, él me tomó de la mano sin decirme nada más….

EDWARD POV

Durante toda la tarde no había podido dejar de pensar en lo que Bella podría estar
haciendo con ese Jacob. Con tan solo recordar en la manera como la mira….urgg, me
revuelve el estomago y lo peor de todo es saber que él no es el único que la ve así…
Mike, Tyler, Eric, casi todos los hombres de la escuela hoy tuvieron dificultades para
quitarle los ojos de encima a mi amiga…

-Edward ¿escuchaste lo que dije?.- Tanya me pregunto sacándome de mis


pensamientos.

-Ehh…no, perdón ¿Qué dijiste?.-

-Dije que podías usar otra ruta para llegar a mi casa, pero parece que estas muy distraído
hoy.-

-Lo siento.- dije sin apartar la vista del camino.-Tengo muchas cosas en mente.- en
realidad solo era una que había invadido mi mente por completo.

-¿Hay algo en lo que pueda ayudar?.-

-No creo, pero gracias de todos modos.- susurré y después de eso, volvió el silencio
entre nosotros.

Cuando llegamos a casa de Tanya, me baje del auto y le abrí la puerta. Caminamos en
silencio hasta la entrada y una vez allí, ella se detuvo y me dijo:

-Gracias por el helado Edward, me la pase muy bien hoy contigo.-

-De nada Tanya, yo también me la pase bien.-

-Espero que todo lo que tengas en mente se arregle pronto.-

-Gracias Tanya.- de verdad esperaba eso…

-Oye Edward… antes de que te vayas quiero preguntarte algo.- me quede callado para
que continuara.-sé que esto no es nada común y que es el hombre quien tal vez deba de
hacerlo, pero yo me preguntaba….si tú, bueno si tú…¿quisieras ser mi novio?.- wow,
eso definitivamente fue sorpresivo. Nunca pensé que ella fuera a pedirme eso…

-Yo…-fue lo único que pude decir mientras intentaba encontrar la voz para responder.
Yo había deseado este momento (de manera diferente donde yo era quien preguntaba)
por varios meses ahora ¿cierto?. Ella era lista, atractiva…
-Yo nunca pensé que tú lo preguntarías primero.- contesté inteligentemente sin pensar…
bravo Edward..

-¿Eso es un sí?.-

-Ehh…-¿lo era? ¿Realmente quería esto? Me pregunté a mi mismo mientras miraba sus
ojos color dorado que poco a poco se fueron convirtiendo en café oscuro al susurrar.-Sí,
creo que sí.-

Al instante, Tanya me abrazó con fuerza y mientras yo se lo regresaba, en lugar de


sentirme feliz, sentí un gran hueco en mi pecho que no pude comprender.

-Gracias Edward, te prometo que seré la mejor novia que pueda existir.- se separo de
mí.- No sabes cuánto he deseado por esto.- me sonrió y dijo.- Sé que a lo mejor tú
querías ser el que preguntara, pero es que simplemente no me pude resistir… De verdad
me gustas Edward.-

-Tú también me gustas Tanya.- eso era cierto y vi como su sonrisa se ensanchó

- ¿Mañana vendrás a visitarme cierto?.- yo solo asentí

-En ese caso, nos vemos mañana novio.- se quedo parada frente a mí como esperando
algo y cuando finalmente entendí lo que quería, me puse nervioso. A pesar de tener casi
18 años de edad, yo jamás en mi vida había besado a nadie, ni siquiera en los juegos de
botella, y aunque yo había soñado con besarla en todos estos meses, en realidad nunca
pensé se me presentaría la oportunidad de hacerlo.

Lentamente, me acerqué a ella con nerviosismo con la intención de besarla, cuando de


repente, su rostro comenzó a distorsionarse hasta que se convirtió en el rostro de
Bella…

Mi respiración se volvió irregular, pero el deseo de besar se hizo más fuerte, ya no me


importo más si yo tenía experiencia o no… simplemente quise probar esos labios con
los míos y estaba decidido a hacerlo, cuando a los pocos centímetros de lograrlo, el
rostro de Bella desapareció y en su lugar se puso el de Tanya.

Sin siquiera pensarlo, mi cara se desvió un poco haciendo que el beso quedara en su
mejilla y después de eso, como no pude hablar, solo caminé hacia mi coche mientras
pensaba…

¿Por qué demonios me imagine a Bella?

EDWARD POV

Una semana…había pasado una semana desde que Tanya se volvió mi novia y de
manera sorpresiva, no nos habíamos besado ni una sola vez en todo ese tiempo. Lo peor
de todo, era saber que no era por faltas de oportunidades, sino porque simplemente yo
no podía quitarme a Bella de la cabeza. Todas las veces que había intentado a besar a
Tanya, la imagen de Bella invadía de tal forma mi mente, que me había sido imposible
lograr mi objetivo. Trataba de pensar que la razón, era porque simplemente estaba
preocupado por Bella, pero en realidad no podía estar seguro de eso…. Lo que sí era un
hecho, era que al pasar los días, yo la extrañaba cada vez más….

-Alice ¿estás segura que Bella va a venir?.- pregunté mientras apartaba mi vista del mar

-Sí, estoy segura.- respondió.-Recuerda que ella nunca rechaza una invitación a la
playa.- eso era cierto.-¿Crees que no va a venir o qué?.-

-La verdad no sé.- le dije en un tono extraño.- con eso de que ahora solo se la pasa con
Jacob…- noté como entonces la mirada de mi hermana se volvió de sospecha y parecía
que me iba a decirme algo más, cuando de repente, la voz de Bella finalmente lleno el
lugar:

-¡Alice! ¡Edward!.- los dos la volteamos a ver y yo no pude evitar asombrarme mientras
caminaba hacia nosotros con una sonrisa que parecía iluminar el lugar.

-¡Bella!.- dijo Alice poniéndose de pie.-¡Sabía que vendrías!.- se acercó a ella y la


abrazó con fuerza antes de agregar.-¿Y Jacob?.-

-Dijo que al rato llegaba.- ¡¿QUÉ?! ¿Acaso mi propia hermana había invitado a ese…?

-Hola Edward.- dijo Bella sacándome de mis pensamientos. -¿Tienen mucho tiempo
aquí?.-

-No tanto como parece.-me puse de pie para estar frente a ella y levemente le sonreí

-Siento haber llegado tarde.- parecía apenada

-No te preocupes, no te has perdido de gran cosa.-comenté y me encogí de hombros.-


Además, recuerda que todos estamos consientes de lo increíblemente lenta que suele ser
tu camioneta.-

-¡Oye! Más respeto hacia los veteranos.- dijo mientras golpeaba mi hombro con fuerza
y yo fingí una mueca de dolor

-¿Pero por qué la agresión? Yo solo dije la verdad.- ella como respuesta, solo me saco la
lengua y en eso Emmett gritó a lo lejos:

-¡HERMANITA! Llegaste.- tanto él como Rose y Jasper llegaron hasta donde nosotros
estábamos y después de saludar a Bella. Alice comentó emocionada:

-Hay que ir a nadar.-

BELLA POV

Oh no… Alice sabía perfectamente que yo no quería quitarme la ropa debido al traje de
baño que me había obligado a usar.

-¡No Alice!.- protesté


-Anda Bella, no seas aguafiestas.-

-No.-

-Hermanita, yo también estoy de acuerdo con Alice en que hay que ir a nadar.- abrí mi
boca para volver a negarme, pero Alice me gano la palabra:

-Bella si no cooperas, me vas a obligar a tomar medidas drásticas.- enseguida, pensé que
si mi mirada pudiera matar, Alice de seguro estaría muerta en ese instante.

EDWARD POV

-Bien.- dijo Bella con desganas antes de comenzarse a quitar la camisa con lentitud.

Cuando se la quito por completo, simplemente no pude apartar mis ojos de su cuerpo.
Bella lucía extremadamente grandiosa en ese…Argg ¡Basta! No podía seguir pensando
así de mi mejor amiga me grite a mi mismo hasta que Bella comenzó a desabrocharse su
pantalón y mis pensamientos anteriores volvieron a invadir mi mente.

Opte por cerrar los ojos hasta que Bella terminara de desvestirse, pero eso en realidad
solo empeoro las cosas porque cuando los volví a abrir y vi a Bella solo en su traje de
baño, supe de inmediato que iba a necesitar un baño de agua helada.

-¿Te sientes bien?.- preguntó Jasper a mi lado

-S..sí, ¿por qué?.-

-Luces bastante nervioso.-

-No estoy nervioso.-mentí.- digamos que solo tengo muchas cosas en mente ahora.-
Jasper no lució para nada convencido con mi respuesta, pero a pesar de eso, no volvió a
preguntarme nada al respecto mientras caminábamos hacia el mar.

Una vez dentro del agua, me percaté que Bella en lugar de meterse, se sentó en la parte
de la playa en la que solo llegaban las olas del mar.

-¿No te vas a meter?.- le pregunté curioso

- Ya estoy adentro.-

-¡Eso no cuenta!.- gritó Alice cuando escuchó su respuesta.-Tienes que venir hasta
donde nosotros estamos.-

-¿Y si no quiero ir hasta allá?.-

-Edward.- me ordeno mi hermana.- Ve por ella.-

En cualquier otra ocasión, lo más probable es que me hubiera negado a la petición de mi


hermana, pero como en este momento, yo también quería que Bella entrara al mar con
nosotros, comencé a caminar hacia ella con lentitud y en cuanto se dio cuenta de mis
intenciones, dijo mientras se ponía de pie:

-¡No Edward! ¡No te atrevas!.-

-Lo siento, son órdenes de mi hermana.-

-Edward…- seguí acercándome y ella comenzó a caminar hacia atrás.- Aléjate de mí.-

-No.-

-Hablo en serio.-

-Yo también.- respondí y fue entonces cuando Bella corrió en dirección contraria a la
mía.

-¡Hey! ¿Adónde vas?.- corrí detrás de ella y la escuché reír.

La seguí por un buen tramo de la playa, hasta que cuando finalmente la alcancé y la
tome por la cintura. Ella forcejeo para soltarse, pero como no la deje, se volteo para
verme de frente y fue entonces cuando sentí la misma sensación de besarla…

Sin siquiera razonarlo, acaricié su mejilla con mi mano y ella al principio mostro
sorpresa por mi acción antes de relajase en mi mano y mirarme a los ojos con
intensidad. Un calor que no pude comprender lleno mi pecho al mismo tiempo que mi
corazón aceleraba su paso.

BELLA POV

Estaba segura de que esto era un sueño, Edward simplemente no podía estar viéndome y
tocándome así. Tal vez, después de todos estos años, mi mente finalmente había
decidido jugarme una broma pesada al respecto.

Pero lo que estaba sintiendo simplemente no podía ser producto de mi imaginación. Al


ver sus hermosos ojos verdes acercándose cada vez más a mí, me hacía imposible creer
que fuera un sueño. Por un momento creí que iba a besarme, faltaba solo poco para que
sus labios tocaran los míos y…

-Hola Bella.- escuché a Jacob decir a lo lejos y de inmediato me aleje de Edward.

EDWARD POV

-Jacob.- susurró Bella mientras se alejaba de mí y se iba con él sin decirme nada más.

Yo me quede parado en mi lugar. Aún no podía creer que había estado a punto de besar
a Bella cuando yo tenía novia. No entendía que era lo que sucedía conmigo y me sentía
muy confundido.

Miré a Bella interactuar con Jacob desde donde estaba y cuando la vi abrazándolo, sentí
fuego surgir en mis venas de nuevo.
-Hacen una linda pareja ¿no crees?.- preguntó Alice cuando llego a mi lado segundos
después y yo de inmediato le respondí molesto

-No, no lo creo.-

-¿Qué te pasa Edward?.- parecía sorprendida por mi respuesta

-Nada, es solo que…-

-¿No te cae bien Jacob?.-

-No pero…-

-¿Por qué no?.-

-Por qué no agrada la manera como mira a Bella.- admití.- No sé cuáles son sus
intenciones con ella.-

-Creo que eso es obvio ¿no?.-

-No para mí.-

-Edward no me digas que no has notado como él se muere por ella. Pienso que cualquier
idiota se puede dar cuenta de eso.- estableció mi hermana.- Y la verdad, yo pienso que
Jacob es un gran tipo para Bella.-

-Pues yo no.-

-No seas tonto. Estas actuando como…- no termino la frase y noté como sus ojos se
abrieron como si hubiera descubierto algo nuevo.

-¿Cómo qué?.-

-Como si estuvieras…. celoso.- eso me tomo por sorpresa

-Yo no estoy celoso, solo estoy preocupado por Bella.-

-¿Seguro?.-

-Yo…-¿lo estaba?.- sí, estoy seguro.- camine hacia otro lado cuando respondí eso y mi
mente de inmediato comenzó a dar vueltas con lo que me acababa de decir mi hermana.

¿Acaso el enojo que sentía hacia Jacob eran a causa de celos? ¿Podía yo estar celoso?
Volví a ver a Jacob y Bella para intentar resolver esa pregunta y en cuanto lo hice, la
respuesta me llegó de golpe.

Sí, claro que podía estar celoso…pero ¿eso qué quería decir?.

BELLA POV
-¿Te iba a besar?.- preguntó sorprendido Jacob en cuanto le conté lo que había
sucedido.

-La verdad no sé, solo se acercó demasiado a mí y…-

-Tú creíste que iba a hacerlo.- solo asentí y note como él hizo mueca antes de murmurar
algo para si mismo que no pude entender.

-Pero lo más probable es que haya sido solo mi imaginación.- continúe.- Él tiene novia
ahora y yo sé que él nunca la traicionaría así.- suspiré.-ni mucho menos con alguien
como yo-

-¿A qué te refieres con eso de alguien como tú?.-

- Jacob seamos sinceros, yo sé que no soy bonita ni inteligente, ni mucho menos una
clase de competencia para Tanya.- hubo un leve silencio después de eso, hasta que
Jacob comentó:

-Te equivocas.- lo mire confundida y agregó.- Sí Bella, te equivocas, si quieres que


seamos sinceros entre nosotros te diré que estas ciega, porque tú realmente eres bonita y
podría hasta apostar que la persona más inteligente en Forks.-

- Jacob no intentes hacerme sentir mejor.-

-No lo hago para hacerte sentir mejor Bella.- parecía frustrado.- simplemente te estoy
diciendo la verdad.-

-¿Seguro de que esa es la verdad?.-

-Sí Bella, lo es.- iba a protestar de nuevo, pero fue en ese instante cuando Rose nos gritó
a los lejos:

-¡Bella, Jacob, vénganse a comer!.-ya sin decir nada, caminamos hacia donde estaban
los demás.

-¿Se divirtieron?.- preguntó Alice intrigada cuando nos sentamos en el mantel que
estaba puesto sobre la arena.

-Sí.- contesté en voz baja y fue entonces cuando sentí la mirada penetrante de Edward
en mí.

-Bien, ahora que ya estamos todos aquí ¿puedo empezar a comer?.-le preguntó Emmett
a Rose sonando un poco desesperado.

-Sí Em, ya puedes empezar.- apenas acabo de decir eso Rose cuando Emmett ya había
tomado casi toda la comida que tenía a su alcance.

-¡Hey! Deja un poco de comida para nosotros.- comentó Alice quitándole uno de los
sándwiches que se acababa de servir.
-Pero tengo mucha hambre.-

-Sí, pero los demás también necesitamos comer.- Emmett solo puso una cara de
resignación que nos hizo reír a todos…excepto a Edward, quien seguía muy serio y
pensativo.

-Edward ¿estás bien?.- decidí preguntarle

-Sí Bella, estoy bien.-

-¿Seguro?.- me miró detenidamente y cuando iba a contestarme, unas manos le


rodearon el cuello desde atrás, al mismo tiempo de que una voz aguda decía:

-Edward, cariño, ya llegué.- era Tanya

-¿Tanya? ¿Cómo…?.- parecía tan sorprendido como yo

-Rose me llamo hace rato para invitarme.-

-Ahh…- fue la gran contestación de Edward mientras Tanya se sentaba a su lado y nos
saludaba a todos.

-Parece que llegue justo a tiempo para comer ¿verdad?.- comentó al ver los platos de
comida que estaban en el centro del mantel.

-¡Oh no! Tenemos otra boca más que alimentar.- dijo Emmett de manera dramática.-
Creo que definitivamente hoy moriré de hambre.-

-¿Sabes Emmett?.- comentó Alice.-Estoy considerando decirle a mamá que no te deje


ver más telenovelas por las tardes porque parece de verdad te afectan.-

-¡Pero yo ni siquiera veo telenovelas!.-

-Pues actúas como si lo hicieras.- Emmett solo abrió y cerró su boca varias veces
después de eso, antes de decidir quedarse callado y regresar su atención a su plato de
comida haciendo como si no hubiera escuchado nada.

Mientras todos comenzábamos a comer, yo traté de hacer lo mismo que Emmett para no
tener que ver a Tanya y Edward interactuar. Pero en realidad, eso fue algo imposible de
lograr, porque cada vez que escuchaba a Tanya reír, no podía evitar verlos de reojo.

En el momento que noté que ella comenzó a darle trozos de comida en la boca a
Edward, no pude evitar tensarme en mi lugar y estaba segura de que Jacob se percató de
eso, porque de inmediato tomó una de mis manos con las suyas para intentar relajarme.

-Ignóralos.- susurró levemente en mi oído. Tenía ganas de responderle que eso


exactamente era lo que intentaba hacer, pero no podía, simplemente no podía hacerlo.

-Aún no puedo creer que ustedes finalmente están juntos chicos.- comentó Rose de
repente con un tono alegre.-La verdad era Edward ya tenía meses muriéndose por ti.-
-¿En serio?.- preguntó Tanya mientras pasaba su mano por el cabello de Edward -En
eso caso ya éramos dos los que estábamos así.- beso su mejilla y Rose dijo:

-Aww…que tiernos. ¿No crees que hacen una linda pareja Bella?.- me miro esperando
una respuesta de mi parte y sentí la mano de Jacob acariciar la mía antes de que pudiera
responder en voz baja:

-Sí, lo son.- vi como Edward me miró con intriga y su mirada viajo de mi rostro hasta la
mano que tenía entrelazada con la de Jacob.

Entonces, Tanya volvió a darle otro beso en la mejilla y bajo hasta el cuello de Edward
donde deposito otros besos más…

Listo, ya no podía ver más de esto, rápidamente me pare de mi lugar soltándome del
agarre de Jacob y caminé hacia el otro lado de la playa sin decir nada.

Cuando finalmente me detuve frente al mar, trate de controlarme para no llorar. Creí
que ya había superado esto, que nunca más volvería a soltar lágrimas por él. Cruce mis
brazos en un intento de mantenerme fuerte.

-¡Bella!.- gritó Jacob mientras corría hacia a mi.-Bella…- se paró a mi lado y me miró
con angustia.-Bella….¿estas bien?- solo asentí y él puso su mano sobre mi hombro con
lentitud.-¿Quieres que nos vayamos?.-

Negué con la cabeza y me acerqué a él para abrazarlo. Jacob de inmediato me respondió


y enterró su cara en mi cabello.

-Odio verte así por él.- susurró después de unos segundos

-Lo sé.- susurré.-Yo también lo odio.- mi voz sonaba apagada

-Creo…-continúe.-creo que nunca podre olvidarlo por completo.-

Hubo silencio entre nosotros después de eso y solo nos quedamos abrazados mientras
yo trataba de no pensar en lo sucedido hace un momento.

Me sorprendió realmente el hecho de que simplemente estando así con él me relajara


mucho. Sentí entonces como si él fuera alguna clase de sol personal que siempre me
iluminaba cuando más lo necesitaba. Además él era, aparte de Alice, uno de mis
soportes más fuertes que nunca me dejaban caer.

-Bella ¿te puedo confesar algo?.-

-Sí.- dije en voz baja aún sobre su pecho

-Ahora que ya conocí a Tanya, creo….estoy seguro de que te equivocaste al decir que tú
no eras ninguna clase de competencia para ella.- se separo un poco de mi para verme a
los ojos.-Al contrario, pienso que es ella quien no es competencia para ti.-

Lo mire directamente a los ojos por unos instantes más, antes de responder:
-Gracias.- ahora fui yo quien tomo una de sus manos con la mía y luego él entrelazo
nuestros dedos.

Sentí como si algo o alguien nos estuviera observando y con lentitud volteé mi cabeza
para ver si eso era cierto. Para mi sorpresa, lo era pues me encontré a Edward parado no
muy lejos de nosotros, observándonos con una mirada que jamás había visto en él. Sus
ojos irradiaban una combinación de enojo, tristeza y …¿celos?.

EDWARD POV

¡¿Qué se cree ese…?! Pensé enojado durante el resto de la tarde después de ver a Jacob
abrazar de esa manera a mi Bella.

Momento… ¿Dije MI Bella?

¿Qué demonios sucede conmigo? Estaba demasiado confundido.

Lo primero que hice al llegar a la casa, fue sentarme en mi piano y tocar todo lo que
sentía en ese momento.

Celos, Miedo, Confusión y… algo más que no podía entender.

Al principio solo fue una melodía sin sentido, pero conformé comenzaron a pasar los
días, tomó la forma de una hermosa canción que me hacía recordar a Bella.

Cada día, me preguntaba porque ella se había alejado tanto de mí, sobre todo cuando
pocas semanas atrás, los dos éramos simplemente inseparables.

-¡Edward!.- dijo Emmett sacándome de mis pensamientos.- Apúrate que ya vamos tarde
para deportes.- en ese momento no me sentía con ganas de ir al gimnasio, pero lo único
que me motivaba a llegar, era saber que allí encontraría a Bella.

En cuanto llegamos, nos sentamos en las gradas mientras esperábamos a que el maestro
nos diera las instrucciones de la clase y mientras tanto, yo busqué a Bella con la mirada.

Cuando finalmente la encontré, noté que Mike Newton estaba sentado a su lado y de
inmediato sentí furioso.

Lamentablemente para mi, él no era el único que ahora le prestaba tanta atención,
porque desde aquel día en que Bella había decidido traer ropa más…reveladora, no
había día ni clase en la que no escuchara a un hombre hablar de lo bien que estaba ella y
de lo mucho que les gustaría invitarla a salir para que diera un poco de…argg, ni
siquiera podía pensarlo. Cada vez que decían eso, me daban tantas ganas de golpearlos
con fuerza y destrozarles la cara, que tenía que controlarme demasiado para no hacerlo.

BELLA POV

-Entonces que dices Bella, ¿irás conmigo al cine hoy?.- preguntó Mike a mi lado

-No Mike, ya te dije que no puedo.- contesté con fastidio


¿Acaso nunca entendería que yo no quería nada con él?

-Está bien, en ese caso, lo pospondremos para otro día.- al parecer la respuesta era no.

-Chicos.- dijo el maestro mientras se acercaba hacia nosotros.- hoy vamos a formar
equipos para jugar basketball.- oh no….- Y TODOS van a tener que participar.- ¿había
mencionado antes lo mucho que odiaba deportes?.- así que ni intenten esconderse
porque los voy a calificar.-

En cuanto dijo eso, comenzó a formar los equipos y a mí me tocó estar con Jessica,
Lauren, Ángela e Irina.

Mientras esperábamos nuestro turno, vi a Edward jugar con su equipo y no pude evitar
ver la gracia con la que corría a través de la cancha mientras Emmett le pasaba el balón
y encestaba desde media cancha. Parecía simplemente invencible y estaba segura que lo
era cuando hizo que su equipo ganara por una diferencia de 20 puntos.

-¡Equipo de Ángela Weber!.- dijo finalmente el maestro y mientras caminaba hacia la


cancha, lo único que esperaba era salir sin heridas al final de todo esto.

Afortunadamente para mí, como todas las de mi equipo sabían sobre mi poca habilidad
para el deporte, nunca me pasaron el balón y me dejaron como una espectadora dentro
de la cancha todo el tiempo.

Cuando faltaba solo 1 minuto para que acabara nuestro turno de jugar, el marcador
estaba empatado y noté como la tensión en mis compañeras aumentaba para ganar.

En el último momento, Irina tomó el balón y corrió hacia el lado de la cancha donde yo
estaba, a partir de entonces, todo pasó muy rápido pues poco antes de llegar a la canasta,
le pasó el balón a Lauren, pero como esta estaba bloqueada por varias integrantes del
otro equipo, buscó con desesperación a quien hacer el pase y al ver que yo era la única
opción libre que tenía, me pasó la pelota a mí.

Al principio, me quede viendo el balón en mis manos y no me moví de donde estaba,


hasta que escuché a Ángela gritar a lo lejos:

-¡Bella, corre!.- y lo hice.

Traté de coordinar el bote de la pelota con correr y para mi suerte, logré llegar hasta la
canasta sin caerme. Después de eso me detuve, agarré fuertemente el balón y antes de
hacer el tiro, vi como las del otro equipo corrían a toda velocidad hacia mí.

Mire fijamente el aro y sin siquiera pensarlo dos veces, lancé el balón hacia su destino.
Lo malo fue que ni siquiera logré ver si entró, porque justo en ese instante sentí como
alguien se estampó conmigo haciendo que perdiera el equilibro y que mi tobillo se
torciera.

Traté de ponerme de pie, pero el dolor era tan fuerte que me lo impidió. De inmediato el
maestro se acercó a mí y me checó el tobillo.
-Mmm…parece que tenemos un esguince aquí.- reviso un poco más la zona dañada
antes de agregar.- Será mejor llevarte a la enfermería para poder estar seguros.-

-Yo la llevo.- interrumpió Edward cuando llegó hasta nosotros y me tomó en brazos sin
pedirle permiso al maestro, quien solo asintió y dijo:

-Con cuidado Cullen.-

Puse los brazos alrededor del cuello de Edward antes de que caminara hacia la salida y
después hacia la enfermería.

-Gracias Edward.- susurré a medio camino

-No hay de que.- me dio la sonrisa que más me gustaba y añadió.- Ese es mi deber como
tu mejor amigo ¿no?.- solo asentí, tratando de que no notara mi decepción ante la
palabra amigo.

-¿Te duele mucho el tobillo Bella?.- preguntó con evidente preocupación

-No, solo me dolió cuando intenté pararme.- asintió levemente y me dijo:

-Tengo que admitir que me dejaste bastante impresionado en el juego de hace rato.-

-¿Aunque me haya caído?.-

-Aunque te hayas caído.- estableció.- Además, lo más probable es que sin ti, tú equipo
hubiera perdido.-

-Sí claro, de eso estoy segura.- dije en un tono de sarcasmo que lo hizo reír.

Poco después, llegamos a la enfermería y la Sra. Masen nos preguntó al vernos entrar:

-¿Y ahora qué pasó?.- ella ya estaba muy acostumbrada a mis caídas.

-Me torcí el tobillo en clase de deportes.-

- A ver, déjame revisarte.-

Edward me acostó en la camilla más cercana y después de que la enfermera me revisara


bien, dijo:

-Tienes un pequeño esguince. Nada serio de que preocuparse, pero tendrás que guardar
algo reposo.-

-¿Significa que no podré caminar?.- pregunté preocupada

-Por lo menos hoy no.-

-¿Y manejar?.-
-No creo que sea muy conveniente, Bella.- suspiré ante su respuesta y por la mirada que
Edward me dio, sabía que insistiría en llevarme a casa en cuanto saliéramos de aquí.

-Antes de que te vayas, te voy a poner una venda para que inmovilice un poco el tobillo
lastimado ¿está bien?.- asentí y después de ponerme la venda, nos dijo que ya nos
podíamos retirar si así lo deseábamos.

Para mi sorpresa, Edward volvió a cargarme entre sus brazos sin decir nada y solo se
despidió de la enfermera antes de salir. Cuando noté que se dirigía hacia su auto en
lugar del gimnasio, le pregunté:

-¿Adónde vamos?.-

-Voy a llevarte a casa para que puedas descansar.-

-Pero ¿y la clase?.-

-Tendrá que esperar.- contestó.-Además, los dos ya participamos en el partido de hoy.-


eso era cierto.

Al llegar a su coche, me sentó con cuidado en el asiento del copiloto y después de


cerrarme la puerta, se dio la vuelta para sentarse en su lugar.

-¿Edward?.- le pregunté en cuanto cerró su puerta

-¿Sí?.-

-¿Qué hay de Tanya?.- sabía que él entendería a lo que me refería con esa pregunta,
pues él siempre llegaba y se iba con ella de la escuela.

Edward se quedó en silencio por un momento y miró hacia el frente cuando contestó:

-Sé que lo entenderá.-

EDWARD POV

Estaba seguro de que Bella notó lo extraño de mi contestación, pero simplemente no


podía decirle que Tanya se había molestado conmigo esa mañana por no poder
responderle cuando me preguntó la razón por la cual yo nunca la había besado.

Antes de que Bella pudiera preguntarme algo más al respecto, simplemente arranqué el
motor y maneje hasta su casa. Cuando finalmente llegamos, volví a cargarla hasta la
sala y la recosté en el sillón que estaba frente al televisor.

-¿Estas cómoda?.-

-Si Edward, gracias.- me sonrió y eso hizo que mi corazón acelerara su paso. Como no
entendía el motivo de esa reacción, traté de distraerme con algo y fue cuando me di
cuenta que la mamá de Bella no estaba.
-¿Y Renée?.-

-No lo sé.- dijo encogiéndose de hombros.- Tal vez salió de compras.- asentí a eso y
luego le pregunté:

-¿Qué quieres hacer mientras llega?.-

-Mmm…-lo pensó por unos instantes y estaba casi seguro de que iba a decir la palabra
cocinar por el repentino brillo que apareció en sus ojos, así que tuve que advertirle:

-En la que tengas que estar sentada.- pareció desilusionada por lo que dije y después de
un rato de volver a pensarlo y no contestar, decidí darle una sugerencia:

-¿Qué te parece si vemos una película?.-

-Solo si yo la elijo.- contestó decidida

- Está bien.- dije sin emoción porque ya sabía cuál iba a escoger.- Déjame adivinar
¿Romeo y Julieta?.- al verla asentir emocionada, me acerqué al mueble que estaba cerca
de la tele para buscar la película y luego ponerla.

Después de eso, me senté junto a Bella en el sillón y ella puso su cabeza en mi pecho
como siempre lo hacía cuando veíamos una película.

Como Romeo y Julieta ya la habíamos visto millones de veces, prácticamente me sabía


todos los diálogos de la película y justo cuando llegamos a la escena favorita de Bella,
la escuché repetir en voz baja:

- ¿Qué satisfacción puedes alcanzar esta noche?.-

Decidí unirme a ella y susurré en su oído cuando Romeo contestó:

- El mutuo cambio de nuestro fiel juramento de amor..- Bella volteó a verme


sorprendida pero siguió diciendo los diálogos de Julieta:

- ¿Mi amor? Te lo di antes de que lo hubieses pedido. Y sin embargo, quisiera que se
pudiese dar otra vez..-

Yo también continúe:

-¿Querrías privarme de él? ¿A qué fin, amor mío?.-

-Solamente para ser generosa y dártelo una segunda ocasión. Más deseo una dicha que
ya tengo. Mi liberalidad es tan ilimitada como el mar; mi amor, inagotable como él;
mientras más te doy, más me queda; la una y el otro son infinitos..- la miré a los ojos y
casi podía jurar que las palabras que dijo eran ciertas, pero en ese instante, regresó su
vista a la pantalla sin decir nada más.

Durante el resto de la película, Bella se mantuvo en silencio y cuando finalmente se


término, me di cuenta de que ella se había quedado profundamente dormida. Con
mucho cuidado de no despertarla, me paré del sillón y después la acomode en él para
que durmiera cómoda.

Estaba a punto de irme a la cocina, cuando de repente escuché a Bella decir entre
sueños:

-Edward…-

Regresé mi atención a ella, y simplemente me quede estático con lo que vi. Era como si
viera a Bella con otra luz. Una en la cual ella lucía como un ángel, con su rostro lleno de
paz y con una tez blanca, que la hacía…simplemente perfecta.

Su cabello café caía como cascada por sus hombros y esos labios carnosos entreabiertos
me dejaron sin aliento.

Camine hasta su lado y lentamente me hinqué para quedar a su nivel. Me sentí tan
hipnotizado por ella, que hizo que mi corazón latiera tan fuerte, que por un momento
creí que se me saldría del pecho.

Estudié con detalle la cara de ese maravilloso ser que estaba frente a mí. Hasta que mi
mirada finalmente quedó de nuevo en sus labios. Parecían tan suaves…

Con lentitud, me acerqué a ellos olvidando el motivo o el lugar, hasta que finalmente….
los míos se posaron sobre los de ella.

La sensación era mucho mejor de lo que creí, sus labios contra los míos me hicieron
sentir completo...algo que nunca había sentido antes. Era como si el mundo pudiera
acabarse a mí alrededor sin siquiera importarme.

La felicidad que me invadió entonces no la podía ni describir. A pesar de que solo era
un pequeño roce de labios, hacía que cada parte de mi cuerpo reaccionara a él….

Después de unos segundos, me separe de sus labios y fue entonces como si la razón
finalmente entrara en mí y me diera cuenta de lo que acababa de hacer.

¡ACABABA DE BESAR A BELLA! ¡A MI MEJOR AMIGA Y YO TENIA NOVIA!

¡¿QUÉ FUE LO QUE HICE?!

BELLA POV

Poco a poco fui abriendo mis ojos mientras salía del sueño más hermoso que jamás
había tenido en mi vida. Acababa de soñar que Edward y yo estábamos en medio del
bosque justo a la hora del crepúsculo y que mientras nos mirábamos a los ojos, él se
acercaba a mí para besarme con ternura.

Claro que esta no era la primera vez que soñaba que Edward me besaba, pero
simplemente esta vez había sido….diferente. Lo sentí tan real, que podía jurar que no
había sido solo un sueño. Sus labios suaves presionando sobre los míos, fue…Wow…
no tenía palabras para describirlo.
Lentamente pasé mis dedos sobre mis labios mientras recordaba lo real que se había
sentido, tenía tantas ganas de repetirlo de nuevo….pero sabía que eso era algo imposible
de hacer.

Fue hasta ese momento, que recordé que Edward estaba en mi casa. Rápidamente lo
busqué con la mirada y al darme cuenta de que no estaba, decidí ir a buscarlo. Con
mucho cuidado de mi tobillo, me levanté del sillón y camine hasta la cocina, donde creí
que podría encontrarlo. Pero lamentablemente él no estaba ahí, sino mi mamá, quien al
parecer intentaba cortar unas zanahorias sin lastimarse los dedos.

-Hola mamá ¿Tiene mucho que llegaste?.- de inmediato quitó su atención de lo que
hacía para contestarme:

-No hija, tengo apenas como 15 minutos aquí.- solo asentí y luego pregunté.

-¿Has visto a Edward?.-

-Sí, se acaba de ir a su casa.- al instante sentí decepción por eso.- Me dijo que lo
disculparas por irse sin despedirse de ti, pero que se sentía muy mal y no quería
despertarte.- volví a asentir ante eso, aunque me resulto bastante extraño que él de
repente se hubiera sentido mal.

-¿Quieres que te ayude con eso?.- le pregunté tratando de cambiar de tema al darme
cuenta que ya se había cortado con el cuchillo.

- Estoy bien.- dijo simplemente y agregó.-Edward me contó lo que te pasó en gimnasia,


así que ve y descansa ese tobillo en lo que yo termino la comida.-

Una vez dicho eso, regresé a la sala como me pidió y me recosté en el sillón hasta que
llegó la hora de cenar.

En cuanto comí lo que Renée preparó, decidí subirme a mi cuarto mientras aún
recordaba el grandioso sueño que había tenido en la tarde y al cerrar mis ojos para
volver a dormir en mi cama, solo pude desear tenerlo de nuevo.

La noche transcurrió con rapidez y a la mañana siguiente, como aún me dolía mucho el
tobillo, le hable a Alice para que pasara por mí cuando fuera a la escuela.

Después de que me recogiera y llegáramos a la escuela, lo primero que hice fue caminar
con mucho esfuerzo hacia el casillero de Edward para preguntarle como seguía de ayer,
pero cuando solo me faltaban pocos pasos para alcanzar mi destino, vi a lo lejos algo
que me revolvió el estomago e hizo que mi corazón dejara de latir….

EDWARD POV

Aún no podía comprender el motivo por el cual besé a Bella ayer. Aunque yo sabía que
ella era hermosa, eso no justificaba para nada la acción que cometí. Juró que jamás en
mi vida me había sentido tan confundido como en este momento… Tuve incluso que
mentirle a la mamá de Bella sobre mi motivo para irme y eso era algo que yo nunca
había hecho antes.
Saqué mis libros del casillero con fuerza y lo cerré de igual manera. En eso, vi a Tanya
correr hacia mí antes de decir:

-¡Edward!.- puso sus brazos alrededor de mi cuello.- Siento haberme enojado contigo
ayer, estuve pensando sobre lo que te dije y ¿sabes?.- lucía emocionada.- finalmente
comprendí por qué no me has besado.-

-¿A sí?.- pregunté algo intrigado y nervioso

-Sí y es muy obvio.- sonrió y acarició mi cabello.- Yo soy la primera novia que tienes
¿cierto?.- solo asentí mientras intentaba entender a donde quería llegar con eso.- y tú
nunca has besado a nadie en tu vida.- estableció sin siquiera preguntar.- por lo tanto es
claro que estás nervioso de besarme a mí.- simplemente me quedé sin habla ante eso.

-Pero no te preocupes, es normal que lo estés y yo pienso ayudarte con eso.-

-No Tanya, yo…- comencé a decirle, pero ella se acercó a mi oído y susurró:

-Tranquilo, tú solo disfruta del momento.- y con eso, posó su boca sobre la mía con
fuerza dejándome bastante sorprendido. Comenzó a mover sus labios con tal rapidez
que tuve que responderle y lo único que podía pensar era en lo frío que se sentían tanto
sus manos como sus labios. Sus movimientos eran bruscos en un intento de encender la
pasión entre nosotros, pero por mi parte….no logro absolutamente nada.

Cuando finalmente se separo de mí, me sonrió con ternura, y fue justo en ese momento
cuando vi a Bella parada a mitad del pasillo viéndonos con sus ojos completamente
abiertos. Su rostro mostraba dolor y sus ojos lucían vidriosos. De inmediato sentí una
gran necesidad de abrazarla y preguntarle lo que le sucedía, pero antes de que pudiera
hacer algo, comenzó a correr hacia la salida.

Mientras la veía alejarse, sentí un gran dolor en el pecho y un deseo terrible de seguirla.
Y lo hubiera hecho de no haber tenido los brazos de Tanya alrededor mío.

-Edward ¿qué pasa?.- preguntó Tanya preocupada al notar mi angustia.-¿No te gustó el


beso?.- de inmediato regresé mi mirada a ella y analicé su pregunta en ese momento.

¿Me había gustado el beso?....La respuesta era clara y corta.

No….eso era todo lo que había que decir. Ese beso no se había acercado ni podía
compararse ni un poco con…

El de Bella.

-¿Edward?.- escuché a Tanya preguntarme mientras yo miraba hacia donde había estado
Bella y poco a poco mi respiración se aceleró.

Finalmente lo había comprendido… los celos, el deseo de besar a Bella, todo…

Mi mejor amiga me gustaba…y mucho.


BELLA POV

¡¿Por qué?! Me grité a mi misma mientras me tiraba en la cama cuando llegué de la


escuela.

¿Por qué tenía que haber ido a buscarlo justo en ese momento?

Cuando los vi besándose me sentí mucho peor que el día que me enteré que eran novios.
Yo sabía que era lógico que hicieran eso, pero la verdad era que muy en el fondo, tenía
la esperanza de que no fuera así y hubiera preferido quedarme con esa ilusión.

Aunque no lo quisiera, de verdad envidiaba a Tanya por tener lo que yo más deseaba. Si
tan solo pudiera estar en su lugar aunque fuera una vez o…. si tan solo aquel beso de
mis sueños pudiera ser real….

Urgg …¡Ya basta Bella! Se suponía que ibas a olvidarlo para ya no estar así.

Tomé una de mis almohadas y la coloqué en mi cara antes de gritar con todas mis
fuerzas para sacar lo que sentía dentro.

¿Cuándo entendería que yo NUNCA tendría una oportunidad con él?...

De repente, sacándome de mis pensamientos y gritos, alguien tocó en mi puerta y con


mucha lentitud me pare para abrir.

-Jacob…-susurré al ver quien era.- ¿Qué…qué haces aquí?.-

-Vine a visitarte.-

-Jacob yo… la verdad no me siento muy bien ahora y…-

-¿Te puedo ayudar?.- desearía que sí…

-No lo creo.- dije en una voz tan baja, que no estaba segura que me hubiera escuchado
bien y baje la mirada.

-¡¿Otra vez es él, verdad?!.- preguntó después de unos segundos de silencio, con un
tono fuerte y lleno de rabia.

-Sí.-

-¿Ahora que hizo ese imbécil?.- lo miré sorprendida por lo que dijo y él al darse cuenta,
de inmediato agregó:

-Lo siento… es que…- parecía frustrado.- siempre que te hace sufrir así no puedo
pensar otra cosa de él.-

Volví a bajar la mirada y lo escuché preguntar.

-¿Qué fue lo que paso esta vez?.-


-Lo vi besándose con Tanya.-

-¿Nada más?.- pareció confundido cuando asentí.-¿Qué no se supone que hacen eso
todo el tiempo?.-

-Tal vez.- respondí.- Pero yo no los había visto antes.- lo escuché suspirar

-Entiendo…- hubo otro silencio después de eso, hasta que sentí la mano de Jacob tomar
una de las mías y decir:

-Bella.- lo miré.-yo….- ahora lucía nervioso.- hay algo que quiero decirte.-

Lo jale un poco para que entrara a mi cuarto y después de cerrar la puerta, él me llevo
hasta mi cama, donde nos sentamos.

-La verdad es… que no sé por dónde empezar.- comenzó a decir y yo me quede callada
para que continuara.- Bella, nosotros hemos sido amigos desde hace tiempo y yo de
verdad disfruto mucho de tu compañía. Me agrada como eres.- se acercó un poco a mí.-
y que confíes en mí en momentos así.-

-Lo que quiero decir es… sé que no es el mejor momento para decirlo pero, Bella, tú me
gustas… me gustas más que como amiga.-

-¿Qué?.- pregunté finalmente.

- Sí Bella, lo que escuchaste.-

-Eh…yo…no sé qué decir.-

-No espero que digas nada.- continuó.-Solo quería que lo supieras.- me miró con
determinación a los ojos.- Sé que tú no sientes nada por mí de esa manera, pero quisiera
aunque sea una oportunidad.-

-¿Oportunidad?.-

-Sí Bella, una oportunidad para demostrarte que yo puedo ser esa persona a quien
puedes querer.- se acercó un poco más.- Sé lo mucho que te han lastimado en el pasado
y ahora, pero Bella…-tocó mi mejilla.- yo nunca te haré eso.-

-No lo sé Jacob.-

-Solo piénsalo ¿sí?... Es lo único que te pido.- desvié la mirada mientras intentaba
digerir lo que me acababa de pedir y después de unos segundos, regresé mi mirada a él,
para decirle un simple:

-Está bien.-

BELLA POV
Nos miramos durante unos segundos, hasta que de repente el teléfono comenzó a sonar
y Renée me gritó desde abajo:

-¡Bella, es para ti!.- suspiré con lentitud antes de romper la mirada con Jacob y caminar
hacia la cocina para poder contestar.

-¿Hola?.-

-¡Bella!.- era Alice.-¡¿Qué crees?!.- sonaba bastante emocionada que casi podía
imaginármela dando pequeños brincos en su lugar.-Habrá una fiesta este viernes en casa
de Jessica.- Oh no…

-¿Fiesta?.-

-Sí Bella, una fiesta con música, vestidos cortos y todo lo demás.-

-Alice, tú sabes que a mí no me gusta ir a esas cosas.-

-Sí, lo sé. Pero tú también sabes que yo siempre te obligo a ir.- eso era lamentablemente
cierto.

-¿Así que para eso me hablaste? ¿Para avisarme que tengo que ir?.-

-En parte, pero no. Te hable principalmente para que también invites a Jake a la fiesta.-
me quede desconcertada antes de preguntar.

-¿Pero cómo…?.- ¿cómo sabía que él estaba aquí?

- No sé, solo lo sospeché.- dijo como si fuera lo más sencillo de saber.- Entonces, sí le
vas a preguntar ¿verdad?.-

-Sí Alice.- volví a suspirar y de inmediato agregó:

-No le vayas a preguntar con ese tono ¿eh Bella?.-

-¿Con qué tono?.-

-Con ese de frustración y aburrimiento que me acabas de dar.- puse mis ojos en blanco.-
Cualquiera se negaría si se lo preguntas de esa manera.-

-Alice…- comencé a susurrar pero me interrumpió:

-Aunque si consideramos que esa persona es Jacob y que lo más probable es que no se
niegue a….-

-¡Está bien!, ya entendí.- estaba segura de que una sonrisa acababa de parecer en su
rostro cuando dije eso.-¿Y a qué hora es la dichosa fiesta?.-

-Va a empezar como a eso de las 10 de la noche, si quieres dile a Jake que llegue a esa
hora a tu casa y de allí ya nos vamos.-
-Ok, yo le digo.-

-Sale… entonces ya te dejo para que le preguntes de una vez y mañana me dices lo que
te contestó.- iba a decirle algo más, pero en eso ella agregó un simple:-Bye.- y colgó.

Después de que yo también colgara el teléfono, noté que Jacob estaba recargado en la
pared de la cocina y me miraba con intensidad.

-Era Alice.- le explique con simpleza y agregue.- Me hablo para avisarme de una fiesta
que habrá el viernes y bueno…me insistió mucho en que te invitara a venir.- se quedo
en silencio por unos segundos más antes de contestar.

-Suena interesante, pero… ¿tú quieres que vaya?.-

-La verdad es que me serias de gran ayuda si lo hicieras.- dije con sinceridad y el soltó
una leve carcajada al entender lo que quería decir con eso.

-En ese caso, no faltare para evitar que mueras.-

-Gracias.- susurré con un tono de sarcasmo en mi voz que lo hizo reír de nuevo.

-¿Y en donde nos veríamos o qué?.-

-Aquí como a las 10.- lo vi asentir levemente y después miro su reloj antes de decir:

-Sera mejor que me vaya Bella, no le avise a Billy que pasaría a verte y se va a enojar si
no llego pronto.-

Lo acompañe hasta la puerta y cuando estaba a punto de irse, me miro directamente a


los ojos y dijo:

-Gracias.- ¿gracias? ¿Pero de qué? Si alguien tenía que agradecer algo, era yo, no él. Lo
mire con confusión y él de inmediato entendió mi mirada porque agregó.-Sí Bella, te
agradezco por pensar considerar lo que te pedí hace rato.- en cuanto recordé nuestra
platica de hace unos minutos, baje la mirada y me sentí un poco nerviosa, no sabía
cómo podría darle una oportunidad cuando sabía que mi corazón estaba en otra parte y
ni siquiera estaba segura de poder recuperarlo. Quería decirle algo, pero simplemente
las palabras no surgieron. Sentí cuando puso una mano en mi hombro con suavidad y
dijo:.-Estaré esperando el viernes con ansias para verte.- y con eso, me di un beso en la
mejilla muy cerca a mis labios y se fue.

EDWARD POV

-¿Otra vez tocando esa canción hermanito?.- escuché a Emmett decir desde la puerta y
de inmediato deje de tocar bruscamente antes de voltear a verlo.

-¿Qué quieres Emmett?.-

-Uyyy… parece que alguien amaneció de malas hoy.- sonrió.- No me digas que Tanya
aún sigue molesta contigo.-
-No, ya no.-

-Entonces ¿por qué ese humor Eddie?.-

-Yo…-¿le diría?.- nada.- traté de cambiar de tema en cuanto note el plato de comida que
tenía en su mano.-¿Eso es para mí?.-

-Sí, mamá me pidió que te lo trajera.- miro el plato y luego a mi.-tienes suerte de que el
plato llegara lleno aquí y que no me comiera nada en el camino.-

-Si quieres comételo, no tengo hambre.- dije secamente mientras miraba las teclas.

-¿Estás seguro? Es tu guisado favorito.-

-Sí, comételo.- hubo un breve silencio hasta que escuché como ponía el plato encima
del piano.

-Bien ¿si no es por Tanya entonces por quién es?.-

-¿Qué?.-

-Un hombre solo deja de comer por dos razones, una, por que tiene problemas
estomacales muy fuertes o dos, por mujeres.- cruzo sus brazos en su pecho.

-Emmett, yo…-

-Ya dime ¿Quién es la que te trae así?.-era inútil tratar de evadirlo y decidí que tal vez
sería bueno desahogarme con él.

-Bella.-

-¿Bella? ¿Bella nuestra amiga?.-

-Sí, ella.-

-¿Por qué?.- preguntó

-Emmett…- pase una mano por mi cabello frustrado.-¿cómo…cómo decidiste que Rose
era la chica para ti?.-

-Mmmm…-pareció pensativo.- .¿qué no se supone que estábamos hablando de ti?.-

-Solo quiero saber.-

-No lo sé, tal vez cuando comencé a sentir cosas raras en mi cuerpo cada vez que estaba
con ella.-hizo una pausa y luego agregó.- Ya no pensaba en otras chicas, si sabes a lo
que me refiero.- palmeó mi espalda y yo solo analice lo que había dicho.-¿Acaso estás
siento cosas así por Bella?.-

-Algo así, pero…-


-Tú tienes novia.- solo asentí y dije:

- Tanya también es grandiosa, pero lo que estoy sintiendo con Bella simplemente….me
asusta.- volví a pasar mi mano por mi cabello.-No entiendo porque tiene que pasarme
esto exactamente ahora, yo creí que Tanya era la chica que quería pero ahora…-no pude
terminar.

-¿Qué sientes por Bella?.-

-Yo…me gusta.-

-¿Desde cuándo lo sabes?.-

-Desde hoy.-

-Auch…eso explica todo.- definitivamente eso me iba a ayudar.

-No sé qué hacer.-

-Pues mira hermanito….lo único que te puedo decir, es que tienes que resolver esto lo
más rápido posible.-

-¿Crees que eso no lo sé?.-dije un poco molesto.

-Tranquilo Eddie, mira, si quieres alguna clase de consejo, te recomiendo que busques
cualquier pretexto para salir con Bella, ya sea al cine o lo que sea que ustedes hagan
juntos.-

-¿Y eso para que me va a servir?.-

-A eso voy…- contestó Emmett.- puede que te ayude para aclarar que tanto en realidad
te gusta Bella o no y decidir qué es lo que vas a hacer al respecto- aunque la idea sonaba
un poco absurda para mí, en cierta manera tenía mucha lógica. Después de pensarlo un
poco, finalmente dije:

-Puede que funcione.-

-Claro que va a funcionar.-me interrumpió.- Todo lo que yo planeo siempre lo hace.-

-Sí, claro.- dije con sarcasmo.-¿Cómo la ves que hiciste la fiesta en la casa y mis papas
llegaron justo a la mitad de ella?.-

-Eyy…esa vez no cuenta.- se defendió.-Yo que iba a saber que regresarían antes de
tiempo.- solo puse mis ojos en blanco.-Bueno ¿vas a hacer lo que te dije o no?.-

-Sí.- pase un dedo por las teclas.-solo espero que eso en verdad funcione.-

BELLA POV
-¿Así que Jake te pidió que fueras su novia?.-preguntó una sorprendida Alice mientras
sacábamos nuestras cosas del casillero.

-No exactamente, él solo me pidió una oportunidad para ver si yo podía… llegar a sentir
algo más que una amistad por él.-

-Para después poder ser novios.-

-¡No! Alice, yo…-

-Llámalo como tú quieras Bella, pero lo que él básicamente te está pidiendo es que seas
su novia.- abrí mi boca para protestar, pero yo sabía que no había nada que discutir ahí.-
Si te doy mi opinión como tu mejor amiga, te diría que creo que hiciste bien en decirle
que sí.- cerró su casillero y me miró.-La verdad es que ustedes dos hacen muy linda
pareja y sería genial si tú pudieras ser feliz con él.- suspiré ante eso y poco después la
escuché decir:

-Ya me tengo que ir ahorita Bella, pero trata de no preocuparte mucho por eso, al final
vas a tomar decisión correcta ¿sabes?.- la miré extrañada, pero ella solo se fue sin
decirme nada más.

Cuando cerré mi casillero, uno de los libros que traía en mi brazo se cayó al piso y yo
estaba a punto de recogerlo, cuando alguien más lo hizo por mí y me lo dio.

-Gracias.-

-No hay de qué Bella.- dijo esa voz suave que yo conocía a la perfección y fue hasta
entonces que aparte la mirada del libro.

-Edward.- exclamé mientras mi corazón se alocaba.-no te vi.- él me dio esa sonrisa


torcida que tanto me gustaba antes de contestar.

-Lo sé, luces bastante distraída hoy.-

-En realidad, lo estoy.- hubo un poco de silencio entre nosotros hasta que él hablo.

-Oye Bella.- se rasco la cabeza.- ¿tienes algo que hacer hoy en la tarde?.-

-No ¿porqué?.-

-Es que me preguntaba si….-puso sus manos en las bolsas del pantalón, parecía como si
estuviera...¿nervioso?.- querías ir al cine conmigo.- no pude evitar sentir mariposas en el
estomago cuando me pregunto eso, pero tenía que recordarme a mi misma que él tenía
novia y yo simplemente era una amiga para él.

-Sí claro ¿a qué hora?.-

-¿A las 5 te parece?.-

-Sí.-
-Bien, entonces a esa hora paso por ti.-justo en ese instante, la campana de entrada sonó
y los dos comenzamos a caminar con rapidez hacia nuestros respectivos salones, lo
último que me dijo fue:

-¡Nos vemos a las cinco Bella!.-

Fue hasta que finalmente llegué al salón cuando pude procesar lo que acababa de pasar.
Edward me había invitado a ir al cine…¿solos?. Pero ¿y Tanya?. Tal vez tenía algo que
hacer, de todas formas no era la primera vez que íbamos al cine solos. Pero eso no
quitaba que la situación fuera muy extraña. (realmente extraña).

BELLA POV

4:55… Faltaban 5 minutos para que Edward llegara y yo simplemente no podía estar
tranquila.

Caminaba por la casa de un lado a otro a pesar de mi tobillo y de vez en cuando me


miraba al espejo para ver si no lucia tan mal porque a comparación de otras ocasiones,
hoy había intentado arreglarme yo sola y hasta me preocupe por la ropa que iba a usar.
Al final, solo decidí ponerme una blusa azul de manga larga simple con un pantalón de
mezclilla.

Agradecí que mi mamá no estuviera aquí para verme así y mientras esperaba a Edward,
trate de distraerme un poco leyendo un libro en el cual no pude concentrarme.

Cuando finalmente escuché su coche llegar, deje el libro en su lugar y camine a la


entrada para abrir la puerta. Al hacerlo, quede sorprendida al ver que él ya estaba ahí
parado, luciendo igual de hermoso que siempre.

-Hola Bella.- sonrió.-¿lista para irnos?.- solo asentí antes de salir de la casa y seguirlo
hasta su Volvo.

Mientras íbamos camino a la plaza, no pude evitar preguntarme sobre Tanya. ¿Acaso
sabría que Edward me había invitado a salir? y si era así ¿no le molestaría que fuéramos
solos?

-Bella ¿qué tienes?.- preguntó Edward después de un rato

-Nada ¿por qué lo preguntas?.-

-Has estado muy callada todo el camino.-

-Solo…estaba pensando.-

-¿Puedo saber en qué?.-la verdad no sabía si era buena idea decirle o no, pero como la
duda me estaba matando, dije:

-Yo solo me preguntaba si… ¿Tanya sabe de esto?.- por su mirada, pude darme cuenta
de que no esperaba esa repuesta y me miro hasta que aclaré:-Que nosotros íbamos a ir al
cine.- lo escuché suspirar antes de contestar:
-Se lo comenté en la mañana.-

-¿Y no se molesto?.- levanto una ceja sin apartar la mirada del camino

-¿Por qué habría de hacerlo?.-

-Porque vamos a ir solos y ahora tú eres su novio.- aunque me doliera, esa era la verdad.

-Bella.- suspiro de nuevo.- nosotros hemos sido amigos desde que tengo memoria y está
definitivamente no es la primera vez que salimos solos. Tanya entiende eso y créeme
cuando te digo que no le molesta.- mire por la ventana analizando sus palabras por un
momento y al final decidí que él tenía razón. Ella no tenía ningún motivo para
desconfiar en él, ni mucho menos conmigo.

-Extrañaba esto ¿sabes?.- comentó después de unos segundos.-Hace mucho que no


salíamos juntos.-

-Sí, lo sé- lo miré.-yo también lo extrañaba.- noté que una sonrisa apareció en su rostro
al decir lo último.

Después de eso, no tardamos mucho en llegar y cuando ya estábamos en la entrada del


cine, le pregunté:

-¿Y qué película piensas ver?.-

-La verdad no sé.- admitió.- pero escuché que hay una muy buena sobre vampiros.-

¿Vampiros? -¿Es de miedo?.- él sabía que odiaba ese tipo de películas.

-Creo que no, ¿quieres que vaya a preguntar o prefieres ver la de los zombis?.-

-¿No hay una que no involucre monstruos?.- Edward miró la cartelera por un momento
y luego dijo:

-Solo están esas y la de Verano de Amor ¿cuál prefieres?.- ¿Edward y películas de


amor? No creo que esa sea una buena idea para mi salud mental.

-Voto por los vampiros.-

-Bien, entonces espérame en lo que voy a comprar los boletos.- eso si que no…

-No Edward, yo…-empecé a protestar

-No empieces Bella.- se acercó y puso una mano en mi mejilla.- ya habíamos quedado
que quien invitaba era el que pagaba ¿no?¿o ya lo olvidaste?.- puse mala cara al
recordar que eso era cierto y él solo se rió por mi expresión.-Tranquila, prometo no
tardarme.- pasó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y se fue a la taquilla.
Una vez que compró los boletos, él insistió en comprarme golosinas para la función,
pero como siempre, yo volví a insistir en que no lo hiciera y esta vez, tuve suerte de
ganar la discusión.

Entramos a la sala en silencio y nos sentamos en las filas de atrás, la verdad era que
como ninguno de los dos sabía de qué trataba la película, no teníamos ni idea de que
esperar y yo solo podía deseaba que no fuera de miedo.

Cuando comenzó, resultó ser completamente distinto a lo que pensaba. Era una historia
de amor entre un vampiro y una humana, estilo Romeo y Julieta. Su personaje principal
me recordó tanto a Edward, que por momentos no puede evitar imaginarme que en
realidad era él quien estaba ahí. De vez en cuando, apartaba mi atención de la pantalla
para ver a Edward y me sorprendí que en todas esas ocasiones, él estuviera mirándome
de una manera que me hacía estremecer y sonrojar, me miraba como si yo fuera mucho
más interesante que la película. Él jamás me había visto así antes….jamás, y agradecí
que la sala estuviera totalmente oscura para que no notara la coloración de mis mejillas.
Al terminar la película, él tomó mi mano sin decirme nada y yo lo seguí hasta la salida.

Mientras caminábamos por los pasillos de la plaza, finalmente habló:

-¿Te gusto la película?.-

-La verdad es que sí, me recordó tanto a la de…-

-¿Romeo y Julieta?.- solo asentí y él sonrió.- Eso creí.-

-¿Y a ti te gustó?.- desvió levemente la mirada antes de contestar.

-Fue… mucho mejor de lo que esperaba.- paso una mano por su cabello algo nervioso

Seguimos caminando por un rato hasta que de repente Edward se detuvo para ver algo y
cuando me asome a ver lo que era, me di cuenta que miraba la pista de patinaje. En ese
momento, no había mucha gente en la pista, pero las pocas personas que estaban, se
deslizaban con gracia y facilidad por el lugar como yo nunca podría hacerlo. Note que
Edward quitaba su atención de él para mirarme con detenimiento y en cuanto su sonrisa
se ensancho, supe exactamente lo que quería.

-Ni siquiera lo pienses.- le advertí

-Vamos Bella, será divertido.-

-Oh no, la última vez que Alice me convenció de entrar, quede tan adolorida de tantas
caídas que apenas si pude moverme durante una semana.-

-Pero Bella, olvidaste un pequeño detalle.-

-¿Cuál?.- lentamente acercó su rostro a mí, hasta que sentí su tibio aliento sobre mi oído
que me hizo estremecer un poco.
-Que yo no estaba ahí para atraparte cuando te cayeras.- me quede estática mientras se
separaba y agregaba.- Te prometo que si entramos, no te dejare caer ni una sola vez.-
acarició mi mano.-¿Qué dices?.- a veces odiaba el poder que tenía sobre mí, con esa
mirada ¿quién podía negarse?

-Bien, tú ganas.- suspiré.- Pero más te vale que cumplas tu palabra.- rió un poco antes
de decir:

-Lo haré, confía en mí.-

De inmediato me llevo hacia la pista y una vez que nos dieron los patines, él me ayudó a
ponérmelos. Edward fue el primero en entrar al hielo y en cuanto lo hizo, me ofreció su
mano.

-¿Lista?.-

No le conteste, simplemente tome su mano con nerviosismo y al hacerlo, sentí una


corriente placentera atravesar mi cuerpo. Con mucha lentitud entré a la pista y en cuanto
mi pie tocó el hielo, me resbale, pero Edward me tomo entre sus brazos para evitar que
me cayera.

-Con cuidado.- ayudó a que me incorporara.-¿Estás bien?.- sus ojos mostraban


preocupación

-Sí, gracias.- sentí como mis mejillas comenzaban a arder

-Luces muy linda cuando te sonrojas.- murmuró él y yo al instante baje la mirada.- Ven,
sigamos patinando.-

Con muchísima ayuda, pude llegar a la mitad de la pista sin caerme ni una vez. Como
en varias ocasiones perdí el equilibrio, Edward decidió sostener mi cintura con ambas
manos para impulsarme. Por primera vez en mi vida, comencé a disfrutar esto. Él y yo
nos la pasamos platicando y riendo cada vez que yo estaba a punto de caerme,
mirábamos a la gente pasar a nuestro alrededor mientras nosotros seguíamos nuestro
ritmo. Era como estar en una burbuja personal, donde nada ni nadie podía penetrar.

-¿Quieres que tomemos un descanso?.- me preguntó repentinamente después de un rato,


yo solo asentí y otra vez con su ayuda nos dirigimos a la cafetería que estaba al lado de
la pista.

Después de comprar dos tazas de chocolate caliente, nos sentamos cerca de ahí. Mire la
pista de patinaje con detenimiento y mientras tomaba mi chocolate, por primera vez en
toda la tarde, pensé en lo todo lo que había sucedido ayer, desde el momento en que
llegue a la escuela hasta la propuesta de Jacob.

Jacob, uno de mis mejores amigos y confidente, jamás imaginé que pudiera tener
sentimientos más allá que amistad por mí. No sabía lo que iba a hacer ahora, sabía que
el hombre perfecto para mí era quien estaba sentado a mi lado, pero también sabía que
tenía que olvidarlo y seguir adelante.
-Bella –despeje mis pensamientos y miré a Edward.-¿Qué tiene tu mente tan ocupada?-
su voz era suave y tranquila

-Yo….- desvié mi mirada hacia mi taza, hasta que sentí la mano de él en mi barbilla
obligándome a verlo a los ojos.

-¿Sabes que puedes decirme lo que sea, verdad?.- asentí y pensé que tal vez podría
decirle parte de la verdad.

-Es…Jacob.- vi como su mirada se alarmaba y preguntó ansioso

-¿Jacob?¿Acaso te hizo algo ese….?¿Te lastimo?.-

-No.- me apure en decir.- Él no me ha hecho nada malo, al contrario, se ha portado muy


bien conmigo.- no comprendí el gesto de Edward cuando dije eso.

-Entonces si no es eso ¿qué es?.-

-Es que ayer me fue a visitar y…- su mirada me alentó a continuar.-básicamente me


admitió que… que…que yo le gustaba.-en ese instante, el verde de sus ojos tomó un
tono oscuro.

-¿Y qué le dijiste?.-

-Que no me lo había esperado y que no sabía que decirle.- pareció relajarse un poco
hasta que dije.- y después, él me pidió una oportunidad.-

-¿Oportunidad? ¿Quieres decir que te pidió que fueras su novia?.- solo volví a bajar la
mirada mientras me sonrojaba y al parecer eso respondió su pregunta porque dijo:

-¿Qué le respondiste?.-

-Que lo pensaría.- escuche como su respiración se aceleraba y hubo silencio entre


nosotros hasta que volvió a hablar

-¿Qué es lo que piensas decirle?.- su voz era baja, como si…estuviera rota.

-No lo sé.- fui sincera.- pienso responderle en la fiesta de Jessica, pero aún no sé lo que
le diré.-

-Bella, mírame.- tomo mi rostro entre sus manos.-¿lo amas?.- No

-No sé…-mentí.-no lo sé.- una lágrima recorrió mi mejilla y él la limpio.

-Bella, no tienes que sufrir por esto. Solo haz lo que te haga feliz, te lo mereces.- no
pude evitar reírme levemente.

-Eso es lo que Alice hubiera dicho.-


-Y tiene razón, tú mereces lo mejor.-en cuanto dijo eso, solo lo abracé con fuerza y él
me respondió.

EDWARD POV

¿Cómo era posible que no me diera cuenta antes de lo mucho que la amaba?

Ella era mi mundo y ni siquiera lo sabía. ¿Cómo pude ser tan ciego?

Creí que solo me gustaba, pero esto… fue toda una sorpresa.

Mientras la abrazaba contra mi pecho me sentía tan… completo, tan feliz, era como si
encajara perfectamente entre mis brazos.

Inhale su aroma por un momento, hasta preguntó contra mi pecho.

-Edward ¿me llevarías a casa?.- le daría el mundo si me lo pidiera.

-Claro.-

La ayude a quitarse los patines y después de ponernos nuestros zapatos, caminamos


hacia mi Volvo.

Mientras íbamos camino a Forks, Bella se quedo dormida y yo solo me sumergí en mis
pensamientos sobre ella.

Amor…no sabía lo que era hasta este momento, ahora que conocía exactamente mis
sentimientos por Bella, me di cuenta que siempre la había amado. Desde la primera vez
que la vi, eso fue lo que sentí pero, me deje cegar por mucho tiempo. Me engañé a mi
mismo diciéndome que lo que realmente sentía por ella, era un cariño de hermanos
cuando no lo era. Incluso me hice novio de Tanya pensando que eso era lo que
realmente quería.

Apreté el volante al recordar a Jacob Black, aquel tipo que intentaba conquistar su
corazón y hacerla suya. Tal vez…solo tal vez de no haber sido por él, jamás me hubiera
quitado la venda de los ojos y darme cuenta de la verdad.

Esta vez, golpee con fuerza el volante al imaginarme a mi Bella con él, no sabría lo que
haría si ella aceptaba ser su novia. No estaba seguro de poder soportar verlo tocarla,
abrazarla, besarla… argg, tenía que sacarme esas imágenes de mi cabeza.

Al estacionar el coche frente a casa de Bella, comencé a pensar en lo que iba a hacer.
Salí del auto en silencio y como decidí que no la despertaría, abrí su puerta y la cargué
con cuidado. Camine hasta su casa y toque la puerta como pude. Después de que Renée
me abriera, la lleve hasta su cuarto y la recosté suavemente en su cama.

Mientras la cubría con sus sabanas, la escuché susurrar:


-Edward…- sentí como si mi corazón fuera a estallar de alegría en ese momento, saber
que volvía a soñar conmigo era...abrumador. Lentamente le di un beso en su frente y
susurré:

-Te amo Bella, descansa.- y camine hacia la puerta sabiendo exactamente lo tenía que
hacer primero. Tenía que terminar con Tanya.

EDWARD POV

Al día siguiente, llegué temprano a casa de Tanya y mientras esperaba a que saliera, me
recargue en mi coche con los brazos cruzados.

La noche anterior lo único que pude pensar era en que tenía que hablar con ella y a
pesar de que sabía que este no era el momento adecuado para hacerlo, tenía la sensación
de que debía terminar con esto lo más pronto posible. Aún no estaba seguro de lo que le
iba a decir porque aunque quisiera ser lo más sincero con ella, simplemente no podía
llegar y decirle..."Lo siento pero tenemos que terminar porque ayer me di cuenta que en
realidad amo a Bella" No, mis padres me había enseñado mejor que eso. Sabía que la
iba a lastimar pero, simplemente no podía seguir a su lado sabiendo que amaba a otra
persona.

Cuando finalmente la vi salir, tome un bocado de aire y espere. En cuanto me vio, se


despidió de su hermana y se apresuró a llegar hasta donde yo estaba.

-¡Edward!.- rodeo mi cuello con sus brazos y me beso. Rápidamente me separe de ella y
tomé sus muñecas con mis manos para quitarla de mi cuello.

-¿Qué pasa?.- parecía sorprendida por mi acción.-¿Te lastime?.-

-No.-

-¿Entonces?.- tomé otro bocado de aire antes de decir

-Tanya…tenemos que hablar.-

-¿Hablar?.-

-Si.-

-¿De qué?.-

-De nosotros.- en ese instante pareció estática, como si supiera hacia donde iba la
conversación.-Tanya yo….no sé por dónde empezar.- en verdad no lo sabía.-Sé que este
no es el mejor momento para decirlo y antes que nada quiero que sepas eres una chica
fantástica y hermosa, que de verdad me encanta pasar tiempo contigo, pero…-

-Espera.-me interrumpió.- ¿Acaso…?¿Estás intentando romper conmigo?.- ¿tan obvio


era?

-Yo…..-
-¿Fue por algo que hice? Porque si es así, te juro que no lo volveré a hacer.- parecía un
poco desesperada

-No Tanya, tú no hiciste nada mal.-

-¿Entonces?.- subió un poco su tono.- No me vayas a salir con eso de que "no eres tú,
soy yo". Ese pretexto ya me lo han dicho demasiadas veces antes.- yo sabía que en mi
caso no era un pretexto.

-Tanya, escúchame.- toque sus hombros y esta vez fue ella quien se alejo de mi. Me
miro a los ojos con desesperación como si buscara algo en ellos y después de unos
momentos dijo:

-Es por ella ¿verdad?.- dio un paso hacia atrás.-Es por Bella ¿no?.- ¿Pero cómo…?.-
¡Contéstame!.-no quería lastimarla más, pero tampoco quería mentirle.

-Si.- al decirlo, note como unas lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas.

-¡Lo sabía!.- grito molesta mientras cerraba sus puños y luego susurró.-Sabía que esto
pasaría.- me miro a los ojos con determinación antes de agregar.-Al fin consiguió lo
tanto quería ¿no es así?.-

-Tanya, no entiendo de que me estás hablando.-

-Sabes perfectamente de lo que hablo o ¿Crees que no me he dado cuenta la manera


como te mira? O ¿cómo trata de alejarse cuando estamos juntos?.- mi mente comenzó a
dar vueltas mientras hablaba, eso no podía ser cierto ¿o sí?.-¡No soy tonta Edward!.
Bella te quiere para ella y al parecer que ya lo consiguió.- me acerque a ella de manera
seria:

-Ella ni siquiera sabe de esto Tanya, no la metas, fue algo que yo decidí por mi cuenta.-
de inmediato se calló y yo seguí.-De verdad lamento mucho que te este lastimando, pero
lo nuestro no puede seguir.- limpie una lágrima de su mejilla.-No sería justo para ti. Tú
mereces a alguien que te quiera de la misma manera y yo no te puedo dar eso. Creí
poder dártelo, pero al final no pude-lució más tranquila cuando dije eso y después de
unos segundos de silencio entre nosotros, volvió a hablar:

-¿De verdad la amas no?.- solo asentí y nuevas lágrimas salieron por sus ojos. Intente
limpiárselas pero ella se hizo para atrás de nuevo y dijo:

-No Edward, solo aléjate de mí, necesito estar sola.- camino hacia su casa y en cuanto
cerró la puerta, esta volvió a abrirse para revelar a Irina, quien gritó mientras se dirigía a
mí:

-¡¿Qué le hiciste a mi hermana?!.-

BELLA POV

-Vamos Bella, di que sí.- insistió por tercera vez Alice mientras caminábamos a nuestro
salón.
-Alice, ya habíamos quedado que nada de compras por el resto del año escolar
¿recuerdas?. Tú y Rose me lo prometieron.-

-Técnicamente fue Rose quien en realidad te lo prometió, así que a mí no puedes


incluir.-

-Alice…-la regañe

- Bella, es necesario conseguirte el mejor vestido para la fiesta de Jessica.-

-Alice, ya te dije que no.-repetí con un tono más fuerte

-Está bien, está bien, ya no insisto más, pero luego no te quejes del vestido que te escoja
para la fiesta.-

-Pero si yo no tengo ningún vestido para usar.-

-Por eso mismo te voy a prestar uno de los míos.- yo sabía que no se iba a dar por
vencida tan fácil.- Hoy iras a mi casa para probártelos y ver cuál te queda mejor.-

-¿Es imposible discutir contigo, verdad?.-

-Me sorprende que apenas lo descubras.- y dicho eso, entró al salón sin decirme nada
más.

En cuanto terminaron las clases, tal como ella me lo advirtió, nos fuimos a su casa y una
vez en su cuarto, comenzó a sacar todos los vestidos que tenía en su closet. Había de
todos los colores y estilos que se pudiera imaginar y de inmediato me pregunté cómo
era posible que cupieran tantas cosas en un solo closet, parecía matemáticamente
imposible al ver la cantidad de ropa que sacaba de ahí, además de la que ya había visto
antes.

-Bien, empecemos con este.- tomó un vestido color verde y me lo dio para que me lo
probara en el baño.

Así continuamos por un buen rato y poco después llegó Rose para ayudarnos. Noté que
lucía más seria de lo normal, pero decidí no preguntarle nada hasta que terminara mi
tortura con todos los vestidos.

-No, no me convence.- dijo Alice mientras miraba el vestido rosa que me había puesto.-
¿Tú qué opinas Rose?.-

-Mmm… se le ve bonito.-dijo en un tono serio.-De hecho, todos los que le has probado
se le ven bien.-

-Pero yo no quiero que se le vea solo bien Rose, necesito que se vea perfecto.- buscó de
nuevo entre los vestidos, hasta que sacó uno de color azul muy bonito y me lo dio:
-A ver, pruébate este. Tal vez resalte más por el tono de tu piel.- suspiré y en eso se
escuchó como un coche se estacionaba cerca de la casa. De inmediato Rose se puso más
seria y le preguntó a Alice:

-¿Ese es Edward?.-

-Sí, ¿por qué lo….?.- pero no pudo terminar la pregunta porque Rose ya se había salido
del cuarto a toda velocidad azotando la puerta. Alice y yo nos mirabas confundidas y
ella camino hacia la puerta mientras yo la seguía.

-No.- me dijo mientras se daba la vuelta para verme.- Tú vete a probar eso.-

-Pero…-

-Ve.- me empujo hacia el baño y yo supe que no me quedaba de otra más que hacerle
caso. En cuanto entré, lo único que pude preguntarme era lo podría estar sucediendo en
el piso de abajo.

EDWARD POV

Al entrar a la casa, caminé hacia mi piano decidido a tocar un poco para despejar mi
mente. Hoy había sido un día bastante pesado por mi rompimiento con Tanya y a pesar
de que sabía que la había lastimado mucho por lo que le dije, no podía llegar a
arrepentirme porque sabía que esto tenía que pasar tarde o temprano. No podía creer que
por mi simple ceguera a lo que realmente sentía, dejara que las cosas llegaran a este
punto.

Mientras me sentaba en el banquillo del piano, escuché a alguien bajar por las escaleras
a toda velocidad y luego hacia el cuarto donde yo estaba. En cuanto vi a Rose caminar
enojada hacia mí, me gritó:

-¡¿Cómo pudiste?!.- me pare de banquillo mientras ella se acercaba a mí.-¿Cómo


pudiste hacerle eso a Tanya?.- ¿primero Irina y ahora ella? sabía que no me podía
molestar porque me lo merecía, cada una de sus palabras me las merecía.- Después de
que aceptó ser tu novia, nunca te creí capaz de algo tan bajo. ¿Con quién la engañaste?.-

-Rose, yo no la engañe.- hizo una risa sarcástica antes de decir:

-Sí claro mentiroso, ella misma me contó lo que hiciste.-

-¿Qué sucede aquí?.- preguntó Alice mientras entraba corriendo al cuarto y antes de que
pudiera hablar, Rose se me adelantó.

-Sucede que tu querido hermanito aquí dejo a Tanya por alguien más.- estaba tan
enojada, que no dudaba que en cualquier momento le pudiera salir humo por los oídos y
note que la cara de Alice en ese instante se volvió simplemente indescifrable.

-¿Tú ro..ro…rompiste con Tanya?.- solo asentí y la escuché susurrar.-¿Cómo no lo vi


venir?.-
-¿Qué demonios pasa aquí? Su escándalo se escucha hasta el otro lado de la casa.- entró
Emmett molesto seguido por Jasper y de nuevo Rose habló:

-Anda Edward, explícales a tus amigos como engañaste a Tanya con otra.- los dos me
miraron estupefactos y Emmett fue quien habló primero:

-¿Engañaste a Tanya?.- ni siquiera me dio tiempo de contestar cuando agregó.-Solo te


dije que salieras con la otra, no que engañaras a tu novia o ¿debería llamarla ex novia
ahora?.-

-¡¿QUÉ?!.- gritó Rose de nuevo y miró a Emmett con ojos asesinos.-¡¿Tú lo sabías?!
¿Tú lo sabías y le aconsejaste que saliera con ella?.-

-Yo…-

-No Emmett, esta vez cruzaste la línea.- comenzó a decirle más cosas hasta que yo
interrumpí:

-¡¿Me podrían escuchar por un momento?!.- todos se callaron y cuando me miraron,


seguí.- Creo que merezco aunque sea la oportunidad de darles una explicación.-

-¿Qué explicación podrías…?.- comenzó Rose pero Alice la calló

-Déjalo hablar.- cuando finalmente estuve seguro de que nadie me iba a interrumpir
dije:

-Gracias.- los mire con seriedad y seguí.-Sí, es cierto que termine con Tanya en la
mañana y sí, también es cierto que gran parte del motivo fue por mis sentimientos hacia
alguien más.- estudie la reacción de todos antes de seguir.-A pesar de eso, quiero que
sepan que yo nunca la engañe. Creo que deberían conocerme lo suficiente para saber
que yo nunca haría algo así.- suspiré.- Sé que todo esto fue mi culpa por no darme
cuenta de lo que realmente sentía antes de salir con Tanya y también sé que ella no se
merecía que la lastimara así, pero creo que hubiera sido peor seguir a su lado sabiendo
en realidad amo a alguien más.-

-¿Dijiste amar?.- preguntó Alice sorprendida

-Sí, eso dije.- sonreí al recordar el hermoso rostro de Bella.- Fui un tonto por no
percatarme de esto hace tiempo. Jamás me sentí así antes y les juró que me aterra. No sé
si quiera si ella siente lo mismo por mí, pero yo sé que la amo con todo lo que tengo y
que siempre la amaré.-

-Aww…eso lo más lindo que te he escuchado decir hasta ahora.- dijo Alice acaramelada
y Emmett agregó.- Querrás decir lo más tonto y cursi.- tanto Alice como Rose le dieron
un zape en la cabeza y él de inmediato se sobo.-¿Qué? Es la verdad.-

-Bueno ya nos dijiste que la amas y la adoras, pero a todo esto ¿quién es ella? ¿La
conocemos?.- me sorprendió un poco el cambio de actitud en Rose.
-Sí, la conocen muy bien.- mi sonrisa se ensanchó, al igual que la de Emmett, quien dijo
en un tono burlón:

-Wow, por primera vez en mi vida yo sé algo que ustedes no.- me miro y agregó.-Aún
no digas nada, déjame disfrutar aunque sea unos minutos de esto.-

-Si transcurre tan solo un minuto más Emmett, te juró que no podrías besarme ni
tocarme por todo un mes.- la cara de él se volvió tan irreconocible y graciosa, que odie
no tener una cámara cerca para tomarle una foto.

-Bien, diles quién es.- dijo molesto y se cruzó de brazos.

-Creo que con decirles que ella ha sido mi mejor amiga por MUCHO tiempo, sabrán
quién es.-la cara de todos se volvió irreconocible y después de unos segundos, fue Alice
quien dijo:

-¿Bella?.- solo asentí.-No lo puedo creer ¿por qué no me di cuenta de esto antes?
Durante tanto tiempo ella… y luego Tanya, ahora tú….y Jake.-

-Alice¿ podrías ser más clara con lo que dices?.- le preguntó Rose con angustia. Alice
solo se quedo como en el limbo por unos momentos y después volvió a hablar:

-Bella…¡Bella!.-salió corriendo de la sala y yo la seguí. Cuando llegamos a su cuarto, la


siguió llamando como si la buscara.

-¡No está!.-

-¿Ella estaba aquí?.- le pregunté asustado y ella asintió.-¿Por qué no me dijiste? Pudo
haber escuchado lo que dije.- puse mis dedos en la sien mientras imaginaba lo que ella
pudo escuchar y pensar de mi.-Ella me ha de odiar ahora.-

-Bella jamás podría odiarte.- comentó Alice.- Al contrario, ella te amara pase lo que
pase.- rió para sí misma y yo la mire desconcertado.

-¿Qué quieres decir con eso?.-

-Creo que será mejor que comience desde el principio.- suspiró.-Si quieres siéntate, esto
tomara un tiempo.-

-¿Y Bella?.-

-No te preocupes, luego la buscare. Además, creo que es más importante que tú sepas
esto.-

BELLA POV

Si mi mundo ya estaba destrozado antes, ahora estaba completamente deshecho, sentía


como si no quedara nada de él en este momento. Sentía que ya no podía respirar bien y
que mi corazón había sido acuchillado hasta quedar agonizando. Mientras manejaba a
casa, en mi mente solo se repetía una y otra vez lo que acababa de escuchar.
Flashback

Salí del baño con el vestido que Alice había escogido y al ver que aún no estaba en el
cuarto, decidí ir a buscarla al piso de abajo. Desde las escaleras, pude escuchar a
gente hablando en la sala. Poco a poco me acerqué y mientras lo hacía, las cosas que
decían se volvían más claras.

-¿Dijiste amar?.- escuché a Alice preguntar sorprendida. Seguí caminando hasta que
pude ver a todos callados observando a Edward, quien dijo:

-Sí, eso dije.- una hermosa sonrisa apareció en su rostro, al igual que un extraño brillo
en sus ojos antes de seguir.- Fui un tonto por no percatarme de esto hace tiempo.
Jamás me sentí así antes y les juró que me aterra. No sé si quiera si ella siente lo
mismo por mí, pero yo sé que la amo con todo lo que tengo y que siempre la amaré.-me
sentí sofocar en ese momento, desee poder desaparecer para siempre. Mi cabeza daba
vueltas mientras intentaba comprender lo que había dicho. Él amaba a Tanya…la
amaba y siempre lo haría.

-Aww…eso lo más lindo que te he escuchado decir hasta ahora.- dijo Alice con ternura
y yo solo conseguí las fuerzas para caminar hacia la puerta, tomar mis llaves de la
mesita y salir de ahí.

Ahora sabía claramente lo que tenía que hacer, solo esperaba que Jacob pudiera
hacerme olvidar y que yo pudiera quererlo de la manera como él deseaba que lo hiciera.
Mañana sería el día….el día que le daría el SÍ a Jacob.

BELLA POV

Esa noche, tuve muchos problemas para poder dormir porque cada vez que cerraba los
ojos, volvía a recordar la miraba de Edward poco antes de profesar su amor por Tanya.
A pesar de esa tortura, la mañana llegó rápido y con ella la hora de ir a la escuela. Una
gran parte de mi quería quedarse en casa para no tener que ver a los demás, pero sabía
que no podría mentirle a mi mamá para lograrlo y no quería hacerlo.

En cuanto baje a desayunar, Renée me preguntó preocupada:

-¿Hoy no dormiste bien, verdad?.-

-¿Por qué lo preguntas?.-

-Es que luces muy cansada y además traes unas ojeras terribles.-

-Tuve algunos problemas para conciliar el sueño.- dije con simpleza mientras me
sentaba en la silla y me servía un poco de cereal.

Mientras comía, Charlie entró a la cocina, me saludo y después de acercase a mi mamá,


ella le dio una bolsa de comida y le dijo:

-Aquí tienes.-
-Gracias, cariño.- le sonrió.-Nos vemos luego.- camino hacia la salida y al pasar por mi
lado, me dijo:

-Adiós Bella.-

A pesar de que mi padre no era la persona más afectiva del mundo, yo sabía que
realmente amaba a mi madre; solo con notar la manera como la miraba, podías saber
que él no lo pensaría dos veces antes de dar su vida por ella. Esa mirada también se
notaba claramente entre Esme y Carlisle y cada vez que los veía juntos, solo podía
desear encontrar a alguien que me amara con esa misma intensidad.

Una vez que acabe mi desayuno, me fui a la escuela y camine con verdadera lentitud
hacia mi salón. Poco antes de llegar, me encontré a Alice recargada en una pared,
esperando por mí.

-¿Por qué te fuiste ayer sin avisar?.- parecía enojada

-Lo siento es que…me sentí mal.-

-A otro con ese cuento Bella, a mi no me vas a engañar.-

-Alice, de verdad me sentí mal.- sobre todo cuando escuché su conversación… agregué
para mí misma. No quería que Alice pensara que era una chismosa por oír pláticas
ajenas.

La escuché suspirar antes de decir:

-Aún así, ese no era motivo para irte.-

-Lo sé.-

-¿Y qué le hiciste al vestido que te preste?.- preguntó un poco más relajada

-Lo guarde en mi closet.- solo asintió

-¿Te gustó como se te veía?.-

-Pues…si.- la verdad era que ni siquiera recordaba como lucía con él.

-Bien, entonces usaras ese para la fiesta.- me dio una bolsa negra.-Aquí está la ropa que
dejaste en mi casa.-

-Gracias.- en cuanto dije eso, la campana sonó y las dos tuvimos que entrar a nuestro
salón.

Durante el transcurso de la mañana, noté que varias cosas estaban…extrañas. Como que
Rose se mantuvo muy seria conmigo y que tanto Tanya como Irina me daban miradas
llenas de ¿odio?. Tal vez todo era solo imaginación mía, pero lo que sí era un hecho, era
que en todo el día no vi a Edward ni una sola vez, y aunque estaba agradecida por eso,
en cuanto terminaron las clases, le pregunté a Alice:
-¿Y Edward? No lo he visto en todo el día.-

-Decidió no venir a clases hoy, dijo que necesitaba tiempo para estar solo y pensar unas
cosas.- esa respuesta no me la esperaba en absoluto. Edward era de las pocas personas
que NUNCA faltaban a clases.

-Ah…- fue lo único que pude contestar.

-Ya me tengo que ir Bella, pero llegaré a las 6 a tu casa para arreglarnos para la fiesta.-
se despidió con la mano y después se fue.

El resto de la tarde me la pase ayudando a mi mamá a preparar la comida para así no


tener que pensar en lo sucedido ayer ni en la mirada que Tanya me había dado hace
unas horas. Cuando el reloj marcó exactamente las 6 de la tarde, tocaron la puerta y de
inmediato supe que Alice había llegado.

Al abrir la puerta, me sorprendió que Rose también venía con ella y una vez que
entraron, subimos a mi cuarto para comenzar con mi tortura personal.

-¿A qué hora le dijiste a Jake que llegara?.-me preguntó Alice sin ánimos mientras
cepillaba mi cabello.

-Como a las 10.- contesté y ella miró el reloj antes de decirle a Rose.

-Aún tenemos tiempo.- le dio el cepillo a Rose para poder ir a mi closet y sacar el
vestido azul.

-¿Sabes Bella? Elegiste muy buen vestido y traje unas zapatillas que te quedaran
perfectas con esto.- puso el vestido en la cama y saco unas cosas de su mochila mientras
Rose seguía cepillando mi cabello.

Como era de esperarse, tuvieron que pasar 3 largas horas para que terminaran de
arreglarme. Aún no podía comprender cómo era posible que ellas pudieran estar listas
en menos de una hora y conmigo tardaran siempre más de dos.

-¡Listo! Ya terminamos.- me acercó a mi espejo para que me viera.-¿Qué opinas?.-

-Yo…gracias.- no podía negar que lucía realmente bien. Con el vestido azul puesto y mi
cabello ondulado suelto, me sentía como otra persona.

-Me alegra que te gustara.-dijo Alice sonriéndome.- Sólo tendrás que esperar a que Rose
regrese del baño para que le agradezcas a ella, hizo la mayor parte del trabajo.-

-Alice…¿sabes por qué ella ha estado tan seria conmigo? ¿Acaso le hice algo?.-

- No, es solo que…tiene varias cosas en mente que debe aclarar.- solo asentí y
aproveche que Rose aún no llegaba para decirle.
-Ya tomé una decisión.- me miró confundida, así que continué.- Sobre el asunto de
Jacob.- en ese instante, por primera vez en mi vida vi a Alice ponerse completamente
seria.

-¿Y qué decidiste?.- lucía preocupada

-Pensé mucho en lo que me dijiste y creo que tienes razón, voy…voy a darle una
oportunidad. Él sabe lo que siento y está dispuesto a esperarme, yo sé que tal vez con el
tiempo podré llegar a amarlo.-

-¡Bella, no hagas eso!.- dijo Rose desde la puerta del cuarto.-No puedes estar con
alguien que no amas, no sería justo ni para él ni para ti.- no sabía que estuviera
escuchándome.

-Rose tiene razón Bella.- comentó Alice acercándose a mi.-Tú debes estar con una
persona que ames.-

-Pero tú dijiste….-

-Yo sé lo que dije Bella y creí que era lo correcto en el momento, pero ahora me doy
cuenta de mi error.- me sentí tan confundida.-Yo sé que Jake es un gran tipo, pero tú no
lo amas.-

-Ya me decidí, Alice.-

-Lo sé, pero por favor piénsalo, te puedo asegurar que si sigues a tu corazón, algo mejor
de lo que planeaste podría suceder.- solo suspiré y se escuchó como tocaban la puerta de
la entrada.

-¡Bella, Jacob esta aquí!.- gritó mi mamá desde abajo y miré a mis amigas antes de
decir:

-Parece que llegó más temprano de lo planeado, ¿las esperó abajo?.-

-Si quieres adelántate a la fiesta, aún nos falta mucho por hacer.- comentó Rose

-¿Seguras?.-

-Sí, al menos que tengas problema alguno que nos quedemos solas en tu cuarto.- sonreí
un poco antes eso.

-No tengo ningún problema. Entonces ¿nos vemos en la fiesta?.-

-No lo dudes.- dijo Alice un poco más animada y mientras caminaba hacia la salida,
añadió.-Bella…-la miré.-Piensa en lo que te dije ¿sí?.- volví a suspirar antes de
contestar

-Lo haré.-

-Gracias.-
En cuanto bajé las escaleras, pude ver a Jacob esperándome junto a la puerta con una
cajita azul en su mano.

-Hola Jacob.-

-Hola Bella, lamento haber llegado tan temprano.-

-No te preocupes, ya estaba lista.-me sonrió antes de darme la cajita.

- Te traje algo, espero que te guste.- la abrí con cuidado y dentro de él vi una pulsera
muy bonita que tenía la figura de un lobo.

-Gracias, está muy linda.- le sonreí.-¿Me ayudarías a ponérmelo?.- sus ojos tomaron un
brillo extraño y solo hizo lo que le pedí. Miré la pulsera en mi muñeca por un momento
hasta que mi mamá nos interrumpió

-Bella, te ves preciosa.-

-Gracias mamá.-

-Jacob, te pido que por favor la cuides mucho.-

-Lo haré, señora.- le sonrió y luego me miró.-¿Nos vamos?.- solo asentí y abrace a mi
mamá para despedirme.

-Diviértete mucho Bella.- me susurró al oído.-Te lo mereces.- me soltó y Jacob tomó mi


mano para salir de la casa.

No tuvimos problema alguno para llegar a la fiesta de Jessica con el mapa que Alice me
había hecho en la mañana. Noté que el lugar era bastante grande, pero no tanto como la
casa de los Cullen y en cuanto entramos, nos dimos cuenta que todavía había pocas
personas en él. Lamentablemente Mike era una de esas personas y se nos acercó en
cuanto me vio.

-¿Bella?.- estudió mi cuerpo con la mirada.- Luces…WOW.-

-¿No tienes otra cosa que ver, güerito?.- dijo Jacob en un tono amenazante y Mike
pareció percatarse hasta entonces de su presencia.

-Mike, te presento a mi amigo Jacob Black.- vi el miedo en sus ojos mientras trataba de
calcular la estatura de Jacob.

-Eh…mucho gusto.-trago en seco.-Ya me tengo que ir, luego te veo Bella.- y con
demasiada rapidez, se perdió entre la gente.

-¿Ese tipo siempre es así?.-

-Tristemente, sí.- volví a mirar por el lugar para ver quién me encontraba y me percaté
que Tanya ya estaba con su hermana. Busqué a Edward cerca de allí, pero no lo vi.
-¿A quién buscas?.-

-A nadie.- me apresure en decir.- Solo estaba viendo el lugar.- no pareció convencido


con lo que dije, pero no me insistió más.

Platicamos por un buen rato mientras más gente llegaba al lugar y me percaté que
Emmett, Rose, Jasper y Alice no tardaron tampoco mucho en llegar. Cuando subieron el
volumen de la música, Jacob me comentó:

-Bella, yo sé que no te gusta bailar y que yo tampoco soy muy coordinado, pero estaba
pensando que tal vez deberíamos intentarlo hoy.-

-No lo sé, Jacob.-

-Vamos Bella, recuerda que no vas a ser la única que podría arruinar su reputación, yo
también tengo la mía que cuidar ¿sabes?.- lo golpeé en el brazo antes de decir sin
ánimos.

-Bien…tú ganas.-

Caminamos entre las personas hasta que encontramos un espacio donde podíamos
movernos bien y como yo no sabía qué hacer, solo copié los pasos de Jacob.

-¡Oh por Dios!.-escuché a Lauren comentar junto a mí.-¿Cómo puede ser posible que
Edward Cullen se ponga cada vez más guapo?.- de inmediato miré a todos lados
buscándolo y cuando finalmente lo vi, estaba en la entrada luciendo más hermoso que
nunca. No era posible que un ser humano pudiera ser tan…perfecto.

Justo en el momento en que nuestras miradas se encontraron, sentí el brazo de Jacob


rodearme la cintura mientras me acercaba más a él.

-¿Qué haces?.- le pregunte desconcertada

-Nada, es solo que de repente dejaste de bailar y me preocupe.-

-Ah… es solo que…olvídalo.- mientras volvía a moverme, las palabras de Alice


invadieron mi mente. No estaba segura de que de que seguir a mi corazón fuera lo mejor
que pudiera hacer ahora, pero tal vez sí tenía razón al decir que tampoco podía estar con
alguien que aún no amaba.

En eso, sentí como Jacob colocaba su otro brazo en mi cintura y se acercó a mi oído
para susurrar:

-Parece que alguien está celoso.- seguí su mirada y de nuevo me encontré con la de
Edward. Esta vez noté que sus ojos lucían tristes…solo sacudí mi cabeza y regresé mi
atención a Jacob.

Seguimos bailando por un rato, hasta que me di cuenta que poco a poco él estaba
acercando su rostro al mío como si quisiera besarme. Rápidamente me alejé de él y le
dije nerviosa:
-¿Podríamos ir por algo de tomar?.-suspiró resignado y asintió

-Si quieres espérame aquí, yo voy.- y desapareció entre la gente antes de que pudiera
decir algo más.

Si yo pensaba que era incomodo estar sola entre gente bailando, me sentí peor cuando
cambiaron la música por una más lenta y las personas comenzaron a formar parejas.
Estaba a punto de salir de ahí, cuando escuché una voz suave decir detrás de mí.

-Bella…- me di la vuelta y ahí estaba él, mirándome con la sonrisa que tanto me
gustaba.

-Hola Edward.-

-¿Dónde está…?.-

-¿Jacob? Fue por unas bebidas.- lo vi asentir y se acercó más a mí.

-¿Te gustaría bailar conmigo mientras regresa?.-

-Sí.- dije sin pensar y su sonrisa se ensanchó mientras me ofrecía una mano para que la
tomara. Al hacerlo, sentí una corriente familiar atravesar mi cuerpo que me hizo sonreír,
levantó nuestras manos entrelazadas mientras colocaba la otra en mi cintura y nos
movió al compás de la música.

-Luces muy hermosa esta noche Bella.-

-Gracias.- me sonroje.-Fue cosa de Alice.- solo hizo una mueca antes de decir:

-Con o sin Alice, tú siempre luces hermosa.-me quede simplemente muda ante sus
palabras, él nunca me había dicho cosas así a menos que fuera en sueños.

-Bella, hay algo que quiero decirte.- su mirada se volvió profunda y suave.-
Últimamente me he dado cuenta de tantas cosas a las que he estado tan ciego.-pausó por
un momento.-Descubrí que mis sentimientos hacia cierta persona son más fuertes de lo
que realmente pensaba y ahora sé que…-

-Estás enamorado.- me miró con sorpresa y confusión

-¿Lo sabías?.- asentí antes de agregar

-Yo…escuché la conversación que tuviste ayer con los demás.- ahora parecía nervioso y
dejamos de bailar.

-¿Y? ¿Qué es lo que piensas?.- ¿de verdad me estaba preguntando eso?

-Que deberías decírselo a Tanya.-

-¿Tanya?.- ahora lucía más confundido que antes. Me separe de él y traté de no llorar al
decir:
-Deberías decirle que la amas.- su cara finalmente mostró entendimiento y se apresuró
en decir:

-No Bella, yo no…-

-Aquí tienes Bella.- llegó Jacob y me dio un vaso de agua. Pasó su brazo por mis
hombros antes de ver a Edward y decir:

-Edward.- su tono fue duro

-Jacob.- contestó con seriedad.- ¿Cómo estás?.-

-Muy bien en realidad.- me acercó más a él.-¿Y tú?.-

-Estoy bien.-

-Bella ¿quieres seguir bailando o nos vamos a sentar?.-me preguntó Jacob

-Quiero…. sentarme un rato.-

-BELLA Y YO nos vamos a ir a sentar.- le dijo a Edward.- Fue un gusto verte de


nuevo.- agregó entredientes.

-Igualmente.- contestó Edward mientras me miraba con intensidad.

-Adiós Edward.-fue lo único que le pude decir mientras Jacob me alejaba de ahí.

Cuando finalmente estuvimos solos, sentí una enorme necesidad de salir de ese lugar e
ir a casa.

-Jacob.- le dije en voz baja.-¿Podrías llevarme a casa?.-

-¿Te sientes mal?.-

-No, es solo que…-

-¿Ya no quieres estar aquí?.- asentí

-¿Quieres que vayamos a despedirnos de tus amigos?.- pensaba hacerlo, hasta que sentí
la mirada de Edward aún en mí a lo lejos.

-No….yo sé que ellos lo entenderán.-

Después de eso, todo pasó con rapidez, porque cuando menos me di cuenta, ya
estábamos estacionados frente a mi casa y sabía que había llegado la hora de decirle a
Jacob mi decisión.

-Jacob.- me miro.- antes de irme, quiero que sepas que ya tomé una decisión de lo que
me pediste y…- tome un bocado de aire para tomar la valentía y las fuerzas necesarias
para lo que estaba a punto de decir.
BELLA POV

-Decidí que, no sería justo para ti si te aceptara ahora. Sobre todo cuando sé que aún
amo a otra persona.- me miró desconcertado y dolido antes de decir

-Bella, tú sabes que yo estoy consciente de eso y estoy dispuesto a esperar el tiempo que
sea necesario para que lo olvides.-

-Es que ese el problema Jacob.- le expliqué.- no se cuanto tiempo necesite para que eso
pase y ni siquiera estoy segura de que algún día pueda suceder.-

-Claro que va a suceder Bella.-

-Jacob, lo que siento por Edward no es algo que se pueda olvidar de un día para otro. Te
juro que durante estos últimos meses he intentado hacerlo pero, cada vez que vuelvo a
verlo, todo el avance que haya podido tener, simplemente se va a la basura.-

-Entonces ya no lo veas.-

-Tampoco puedo hacer eso, porque a pesar de que lo amo, él también es mi mejor
amigo y no pienso romper ese lazo con él solo por mis sentimientos.- mi voz sonaba
triste.-Si te soy sincera, pensaba decirte que sí hace unas horas, pero…-

-¿Qué fue lo que hizo cambiar de opinión?.-

-Mis amigas, ellas me hicieron darme cuenta que sería muy egoísta de mi parte
aceptarte.-

-Yo no pienso que eso sea algo egoísta Bella.-

-Por supuesto que lo es.- protesté.-¿No lo ves Jacob? Si te hubiera dicho que sí hoy, no
sería porque siento ganas de estar a tu lado, sino porque simplemente estoy dolida por
un amor no correspondido.-

-¿Y si te dijera que eso no me importa?.-

-Te ignoraría porque a mí sí me importa.- luche para no llorar frente a él.-y aunque no te
quiero del modo que tú deseas, te amo lo suficiente para desear verte feliz.- tome una de
sus manos entre las mías.-Tú mereces a una chica que realmente te quiera y pueda
entregarse completamente a ti, que te pueda dar su corazón entero y no a medias como
yo.-

-Bella…- quiso interrumpirme pero no lo deje

-Sé que si te hubiera aceptado, te abrías cerrado a ver más opciones aparte de mí.-
suspiré.-Te enfocarías tanto en esperarme, que dejarías pasar el tiempo y chicas que
podrían ser mejores que yo.-

-Pero nada es mejor que tú.-


-Eso no lo sabes.- dije un poco frustrada y solté su mano.-Jacob, no quiero ilusionarte
con algo que no sé si podré darte.- lo escuché suspirar

-Por favor entiéndeme.- insistí.-Tal vez si con el tiempo logró olvidarlo por mí misma,
entonces a lo mejor podrá haber una oportunidad para nosotros, pero mientras no.- solo
asintió y después de unos minutos de silencio dijo:

-Tienes razón y gracias.- me sonrió, pero sus ojos aún mostraban tristeza.-Por tu
sinceridad y por esta noche Bella. Nunca la olvidaré.-

-Yo tampoco lo haré Jacob.- le di un beso en la mejilla y le dije.- Adiós.-

-Adiós.- y con eso salí de su auto.

En cuanto entre a mi cuarto, comencé a llorar por tantas cosas, por haber lastimado a
Jacob, por no poder olvidarme de Edward, por no saber lo que haría de ahora en
adelante…entre muchas otras cosas.

A pesar de eso, no me arrepentía de la decisión que había tomado. Rose tenía mucha
razón al decir que él no se merecía lo que yo lo involucrara en esto. Tenía tantas cosas
que aclarar en mi cabeza ahora y nuevas decisiones que tomar…

De repente, escuché pequeños golpes en mi ventana que sonaban como piedras que eran
lanzadas contra él y lentamente me asome para ver qué era lo que pasaba. Lo que vi, fue
algo no me lo esperaba en absoluto.

-Edward….- abrí la ventana.-¿Qué haces aquí?.-

-Vine a hablar contigo. ¿Puedo subir?.-

-Claro, déjame ir a abrirte para…-

-No Bella.- me interrumpió.-Lo haré a la manera antigua.- lo miré confundida hasta que
comenzó a escalar el árbol que estaba junto a mi cuarto. Él no había hecho eso desde
que éramos niños y nunca pensé que lo volvería a hacer.

Una vez que entró a mi cuarto, lo vi sobarse su brazo y dijo:

-Ay…recuerdo que esto era más sencillo cuando tenía 10 años.- solo sonreí y me
acerqué a él.

-¿Estás bien?.-

-Sí, solo digamos que ya no tengo práctica en escalar árboles.-sonrió, pero en el


momento que vio mi rostro, esta de inmediato se borró.-Bella…-se acercó más a mí y
tomó mi rostro entre sus manos.-Has estado llorando.- comentó angustiado.

-No es nada.- me separé de él.-¿Qué es lo que viniste a decirme?.-

-Algo que tiene que ver con lo que te comenté en la fiesta.- Otra vez no…
-¿Sobre el asunto de Tanya?.-baje la mirada y de inmediato sentí su mano en mi barbilla
que me obligo a verlo a los ojos.

-Bella, mírame.- su voz fue suave.-Esto no tiene que ver con Tanya.-

-¿Entonces…? No entiendo.-

-Yo…terminé con ella hace 2 días.- ¿Qué…? Sentí como mi cuerpo se ponía rígido
mientras trataba de comprender sus palabras. ¿Edward rompió con Tanya? Pero…

-¿Por qué?-

-Por que descubrí que estoy enamorado de alguien más.- ¿De alguien más? Ni siquiera
sabía que él tuviera interés en otra chica que no fuera Tanya y eso me hizo sentir otra
apuñalada en el corazón.

-Pero creí que…- puso un dedo en mis labios que me impidió continuar

-Lo sé.- paso un mechón de mi cabello detrás de mi ojera. -¿Podrías… acompañarme a


un lugar?.- lo miré otra vez con confusión

-¿Ahora?.-

-Sí.-

-¿Tendré que bajar por el árbol si acepto?.- eso lo hizo reír

-No.- tomo mi mano. -Bajaríamos por las escaleras.-

-Bien.- suspiré aliviada.- entonces acepto.-

Tal como lo prometió, bajamos por las escaleras con mucho silencio para no despertar a
mis padres y cuando salimos de la casa, no vi su coche por ningún lado.

-¿Te viniste caminando?.-

-No.- volvió a reírse.-Solo estacione mi auto a una cuadra de aquí para no hacer ruido
con el motor.- jalo con suavidad mi mano para que lo siguiera y una vez en su auto, no
pude evitar preguntarle:

-¿A dónde vamos?.- solo me sonrió y dijo:

-Es una sorpresa.- odiaba que me hiciera eso, él sabía muy bien lo mucho que yo odiaba
las sorpresas.

Cuando finalmente se estacionó cerca del bosque, me sentí más confundida que antes y
en cuanto él notó mi mirada de cuestionamiento, comentó:

-Confía en mi Bella.- claro que lo hacía…


Una vez que salimos de auto, él volvió a tomar mi mano y lentamente nos adentro en el
bosque. Durante el camino, me sentí nerviosa por la oscuridad y por los ruidos extraños
que emergían del lugar, pero en el momento en que Edward me abrazó por los hombros,
me sentí completamente segura.

-Tranquila.- me susurró.- Ya casi llegamos.-

Caminamos un poco más hasta que llegamos a un lugar simplemente hermoso. Era un
campo lleno de flores que junto con el reflejo de la luna, daba la impresión de que cada
flor tenía su propio brillo. Noté que varios recipientes con velas (para no quemar)
habían sido colocados por todo el lugar, dándole así un toque casi romántico.

-Edward…-fue lo único que pude decir

-¿Recuerdas este lugar?.- Por supuesto que lo recordaba, este era el lugar que él y yo
habíamos encontrado cuando éramos niños, nunca le contamos a nadie sobre él, ni
siquiera a Alice. Era como nuestro pequeño secreto.

-Sí.- lo miré.-¿Tú… hiciste esto?.- él sabía a lo que me refería.

-¿Te gusta?.-

-Me encanta.- fue hasta ese momento que volví a la realidad.-Pero ¿para qué es?.-

-Para…-paso una mano por su cabello cobrizo.-demostrarle a una chica lo mucho que la
amo.- a pesar de que me miraba con profundidad, no pude evitar sentir el mismo dolor
en el pecho que tenía cuando lo veía con Tanya.

-Yo… yo estoy segura que en ese caso le va a gustar mucho.- mi voz sonaba
entrecortada

-¿Aún no lo entiendes, verdad?.-suspiró.-Bella…- tomó de nuevo mi rostro entre sus


manos.-la chica de la que estoy profundamente enamorado… eres tú.-

-¿Qué?.- me aleje de él. Esto tenía que ser un sueño. Sí, eso debía ser porque esto
simplemente no podía ser real, tal vez cuando entré a mi cuarto me quede dormida y…

- Yo te amo Bella y lamento haber sido tan idiota para no darme cuenta de eso antes.-
mi respiración se aceleró ante sus palabras.-Tú siempre has sido mi mundo, mi razón de
despertar cada día, pero fui demasiado ciego para comprenderlo, que te lastime en el
proceso y de verdad lo siento.-

-No Edward, eso no es cierto, tú...solo estas confundido por qué rompiste con Tanya,
pero tú no sientes eso por mí.-

-Claro que lo siento Bella.- mantuvo su mirada en mí. –Jamás he estado tan seguro de
algo en toda mi vida.- sus ojos no mostraban ni un signo de engaño.-Lo que creí sentir
por Tanya alguna vez, no se compara ni un poco con lo que siento por ti.-se acercó y
acarició mi mejilla con lentitud.- Alice me contó la manera como te hice sufrir en estos
años y eso nunca me lo voy a perdonar.-
- Pero tú nunca me hiciste nada.-protesté

-Sí lo hice, tal vez no de manera directa, pero sí con cada comentario y acción que hice
frente a ti.- tomó mi mano y la besó.-Tuve que saber lo que era perderte para darme
cuenta de la verdad y solo espero que aún no sea demasiado tarde…-su voz se quebró y
bajó la mirada hacia mi muñeca donde estaba la pulsera que Jacob me había regalado.
La miró por un momento y cuando regresó su mirada a la mía, le dije:

-No lo es, yo…rechacé la propuesta de Jacob poco antes de que llegaras a mi casa.-

-¿De verdad?.- solo asentí

-Edward yo…yo te he amado desde que tengo memoria y solo quería que él me ayudara
a olvidarte.- desvié la mirada.-Sé que eso fue algo muy egoísta de mi parte, pero el
dolor que sentía ya no lo soportaba.- esta vez mis lágrimas me traicionaron y Edward de
inmediato me abrazó.

-Lo lamento Bella.-acarició mi cabello.- Perdóname por haber sido tan tonto.- lo miré a
los ojos y noté un brillo cristalino en ellos.

-Yo no tengo nada que perdonarte.- me limpié las lágrimas.- Siempre he sabido que yo
no soy buena para ti, así que entiendo perfectamente que…-

-Bella, no vuelvas a decir eso ¿me escuchaste?- me interrumpió.- Tú eres una chica
espectacular, siempre lo has sido. Eres completamente hermosa tanto por fuera como
por dentro y si alguien no merece algo aquí, soy yo.- solo baje la mirada porque sabía
que eso no era cierto.

-¿No me crees, verdad?.- como no contesté, solo suspiró y toco mi mejilla para que lo
viera. –Bella, tú eres más que perfecta para mí y te amo, siempre lo he hecho y siempre
lo haré -su rostro bajo hacia al mío lentamente hasta que sus labios tocaron los míos y
justo en ese momento, creí que mi corazón se me saldría del pecho por lo rápido que
comenzó a latir. Sus labios eran tan suaves y gentiles contra los míos que creí que me
desmayaría. Con mucha lentitud y nerviosismo puse mis manos alrededor de su cuello
mientras él me acercaba más a su pecho. No sé por cuánto tiempo estuvimos así, solo
besándonos, hasta que tuvimos que separarnos por falta de aire.

Dejó su frente contra la mía y noté como una gran sonrisa igual a la mía aparecía en su
rostro antes de preguntarme:

-¿Ahora me crees?.- me sonroje cuando asentí.

-Bien.- tomó mi mano y caminamos hasta el centro del prado. Cuando volvió a mirarme
a los ojos dijo:

-Bella, no quiero que nunca dudes de mi amor por ti.- me dio un pequeño beso en los
labios.- Y aunque sé que fui un ciego imbécil por no darme cuenta de mis verdaderos
sentimientos por ti antes, quiero una oportunidad contigo.- volvió a besarme.- Sé que no
lo merezco pero…¿quieres ser mi novia?.- Nunca pensé que Edward preguntaría eso.
¿Estaba segura que esto no era un sueño? Me pellizque el brazo para comprobarlo y me
sorprendió que me doliera.

-Au.-

-¿Por qué hiciste eso, amor?.- ¿amor? Definitivamente tuve que pellizcarme otra vez y
volvió a doler.

-Au…Solo estaba comprobando que esto no fuera un sueño.- puso su mano en mi cuello
y dijo:

-Te aseguro que esto ni es ningún sueño y si lo fuera, tendría que decirte que esta vez no
vas a despertar.- eso deseaba…-Entonces ¿cuál es tu respuesta?.-

-Sí.- dije totalmente segura y él me abrazó con fuerza. Nunca pensé que fuera a sentirme
tan feliz como ahora y esto definitivamente era mucho mejor que cualquier sueño que
pudiera tener.

-Gracias, mi amor. No sabes lo feliz que me has hecho.- me besó y esta vez sin miedo
puse mis brazos alrededor de su cuello mientras lo profundizábamos. Cuando nos
separamos me preguntó con suavidad.-¿Bailarías conmigo? Ya que la última vez fuimos
interrumpidos.-

-¿Aquí?.- pregunté extrañada y él solo asintió

-Pero no hay música.-

-No importa.-besó mi mejilla.-¿Qué dices?.-

-Está bien.- le sonreí.

Comenzamos a movernos lentamente y tal como él dijo, no importó en absoluto que


faltara la música. Todo lo que importaba era él y yo en ese momento, ya ni siquiera
recordaba el dolor que llegué a sentir y tal como Alice me había dicho hace unas horas:
"Si sigues a tu corazón, algo mejor de lo que planeaste podría suceder"…. Ahora sabía
lo cierto que eso era, y en el fondo también sabía que esto apenas era inició de algo que
duraría por mucho tiempo…

-Te amo Edward.- dije sin dejar de movernos

-Yo también te amo Bella.- su mirada irradiaba puro amor y felicidad.-No tienes idea de
cuánto te adoro.- y con eso volvió a besarme.

BELLA POV

6 años después…

Mientras me miraba al espejo, no pude evitar sentirme nerviosa y volví a revisar tanto
mi cabello, como mi maquillaje y vestido para ver que nada estuviera mal.
En ese momento, realmente deseé que Alice estuviera allí conmigo para apoyarme y
aunque sabía que el motivo de mis nervios era tonto, era imposible no sentirlos.

-Amor ¿ya estas lista para irnos?.- preguntó Edward desde la puerta con Renesmee en
brazos.

-Solo me falta arreglar a Renesmee.- me sonrió y se acercó a mí.

-Yo ya me tome la libertad de hacer eso por ti.- besó mi frente mientras yo miraba a
nuestra hija y efectivamente, ella ya tenía un bonito conjunto de color rosa puesto.
Tenía que admitir que Edward, al igual que su hermana, tenía muy buen gusto con la
ropa de bebé y hasta podía asegurar que él siempre la vestía mejor que yo.

-Gracias.-

-No hay de qué.-su sonrisa se ensanchó y besó la frente de la bebé.- Entonces ¿ya nos
podemos ir o te falta algo más por hacer?.-

-Creo que ya nos podemos ir.- aunque no quisiera hacerlo. Tomé su mano libre y
caminamos a la salida. Después de colocar con mucho cuidado a Reneesme en su sillita
dentro del auto, abrió mi puerta y la cerró cuando entré.

Nos dirigíamos a casa de Rose y Emmett para pasar el año nuevo y durante todo el
camino, solo pude pensar que dentro de unos minutos volvería a ver Tanya e Irina. La
última vez que las había visto, fue el día de la graduación y recuerdo que aún entonces
me odiaban por haberle "robado" el novio a Tanya. Pensé en que nunca las volvería a
ver después de eso, pero con lo que no conté, fue con el hecho de que Rose conservaría
una amistad con ellas hasta ahora.

Y lo peor de todo es que no solo sentía nervios, sino miedo también, miedo a…

-Amor ¿qué es lo que te preocupa?.- preguntó mientras ponía una mano en mi rodilla y
yo lo miré extrañada.

-¿Cómo…?.-

-Bella, te conozco muy bien y sé que cuando algo te preocupa, estás muy callada y te
muerdes el labio de manera nerviosa.- odiaba que me conociera tan bien.-Dime ¿qué
es?.- suspiré resignada

-Tanya.- su rostro mostró entendimiento y de inmediato tomó mi mano para acariciarla.

-No hay ningún motivo que deba preocuparte.-

-Lo sé pero…a pasado tanto tiempo y recuerdo que ella era tan hermosa…- de
inmediato escuché los frenos del auto ser utilizados y se estacionó cerca de ahí.

-Bella, escúchame bien.- me miró.- Tanya jamás podrá compararse contigo y lamento si
alguna vez te hice creer lo contrario….- como siempre, él buscaba la manera de
culparse.
-No Edward, tú nunca hiciste eso.- lo interrumpí y acaricié su mejilla.-Es solo que soy
tan insegura, que no puedo evitar pensarlo.-

-Entonces déjame dejártelo claro.- tomó ambas de mis manos y dijo con voz suave.-
Bella Cullen, tú eres la mujer más hermosa y maravillosa que conozco. Tú y mi hija son
mi mundo y no haría absolutamente nada para cambiarlo ¿entendiste?.- me besó
tomándome por sorpresa y cuando nos separamos, comenté:

- Ustedes también son mi mundo.-

-Me alegra saber eso.- me sonrió y miró su reloj.- Creo que deberíamos seguir, a menos
de que planees llegar hasta el año que entra a la fiesta.- reí un poco por su comentario
antes de asentir y dejarlo encender el auto.

Después de eso, no tardamos mucho en llegar. Al fin y al cabo, Forks no había crecido
mucho en estos últimos años y aún podíamos llegar rápido a cualquier lugar. Edward
tomó de nuevo a Renesmee y caminamos tomados de la mano hasta la casa. Cuando
Emmett finalmente nos abrió la puerta, nos sonrió y exclamó:

-Hermanitos, ya era hora de que llegaran.- me abrazó con fuerza.- Solo faltaban ustedes
para poder cenar.-

-Lo lamento Emmett, tuvimos un pequeño contratiempo.- le explicó mi esposo.

-¿Contratiempo?.- levantó una ceja.-¿No creen que aún es muy pronto para darle a
Nessie un hermanito? Ella apenas tiene 2 meses de edad ¿saben?.- odiaba que utilizara
el apodo que Jacob le había dado a mi hija.

-Su nombre es Renesmee y no, no tuvimos esa clase de contratiempo.- en cuanto dije
eso, me arrepentí de haberlo hecho y sentí mis mejillas sonrojarse mientras Emmett se
carcajeaba fuertemente.

-Emmett, deja de reírte y ya déjanos pasar.- lo interrumpió Edward.-Esta haciendo


mucho frío aquí afuera y no quiero que mi hija se enferme por tu culpa.-

-Lo siento.- dijo tratando de calmarse.-Pasen.- entramos y Rose se acercó a nosotros


para saludarnos:

-Qué bueno que pudieron venir.- nos abrazó a los dos y le dio un beso en la frente a
Renesmee antes de decirle.-Tú cada día te pones más preciosa pequeña.-

-Emmett dijo que solo faltábamos nosotros.-

-Sí, así es, todos los demás ya están en la sala.-

-¿Quiénes vinieron?.- me aventuré a preguntar, aunque ya sabía la respuesta.

-Carlisle y Esme, Alice y Jasper, Jacob y Vanessa, Irina con su esposo y Tanya con…-
-¡Tío Eddie, Tío Eddie!.- se escucharon unos pequeños pasos que bajaban por las
escaleras y de inmediato le pedí a Edward que me pasara a Renesmee para que pudiera
atender a su sobrino.

-¡Tío Eddie, llegaste!.- corrió Henry a los brazos de Edward y él lo cargó.

-Hola Henry ¿cómo estás?.-

-Muy bien ¿y mi plima?.-

-Aquí esta.- se acercó a mí.-¿Quieres verla?.- solo asintió y lo acercó a Renesmee.


Henry era un niño muy tierno y a pesar de solo tener 4 años, ya tenía un gran parecido a
Emmett.

-Es linda.- comentó.-Igual que tía Bella.-

-¿Lo es, verdad?.- solo asintió y Rose los interrumpió.

-Creí que ya estabas dormido Henry.-

-Solo vine a saludar a tío Eddie y tía Bella.- se excusó.

-Bien, pero ahora tienes que irte a la cama. Ya son las 10 de la noche.-

-Solo si mi tío Eddie me adompaña.- Henry era el único que podía decirle a mi esposo
Eddie sin que él se molestara, porque además de ser pequeño, había sido culpa de
Emmet que lo llamara así.

-Tú tío está ocupado Henry y….-

-No te preocupes Rose, no me molesta.-

-¿Seguro?.-

-Sí.- me miró y me besó.- Ahorita regreso, no tardo.- solo asentí y le dio un beso a
Renesmee antes de dirigirse a las escaleras.

-Ven a saludar a los demás mientras él regresa, Bella.- comentó Rose y caminamos a la
sala. Cuando entramos, noté que casi todos estaban sentados en los sillones y en cuanto
me vieron, se acercaron a saludarme.

-¡Bella! Te ves grandiosa.- dijo una embarazada Alice y me miro de arriba abajo.-
Parece que ya no me necesitas.- me abrazó e hizo como si llorara.- Al fin mi trabajo dio
frutos.- nos quedamos así un momento, hasta que Jasper la separó y dijo:

-Lo siento, ha estado un poco emocional últimamente. ¿Cómo están?.-

-Muy bien, gracias ¿y ustedes?.-


-También bien, esperando a que nuestro hijo finalmente nazca.- me sonrió con orgullo y
yo le respondí.

-Hola Bella.- me saludó Vanessa y miró a Renesmee.-¿Puedo?.- solo asentí y tomó a mi


hija entre sus brazos.

-Hola Nessie.- la saludó.-¿Cómo está mi ahijada favorita?.- se alejo con ella mientras
Jacob se acercaba a mí.

-Te voy a matar por eso.- le dije

-No lo harás.- me abrazó.- Además, no es mi culpa que le pusieran un nombre tan difícil
a mi ahijada.-

- ¿Y por eso decidiste llamarla como el monstruo del lago Ness?.-

-Es solo de cariño.-

-Entonces si es de cariño, yo te llamaré….Jakey.-

-Pero eso suena como nombre de perro.- protestó

-Es solo de cariño.- repetí lo que me dijo y le sonreí

-Bien, llámame como quieras…. Isabella.- nos reímos y en ese momento me alegre que
nuestra amistad pudiera ser como la de antes, sin ningún sentimiento de amor de por
medio.

Recordé entonces, como al principio de mi relación con Edward, él se molestó conmigo


y me dejó de hablar por varios meses por mi supuesta "traición". Cada vez que lograba
hablar por teléfono con él, me recordaba lo mucho que Edward me había lastimado y
me preguntaba que cómo era posible que lo hubiera perdonado tan fácil después de todo
eso. Tuvo que pasar un tiempo para que él le diera nuestra amistad otra oportunidad, y
aunque aún odiara a Edward, pudimos seguir viéndonos sin problemas.

En una ocasión, vinieron unos parientes lejanos de los Cullen a pasar la Navidad en
Forks y fue entonces cuando a Edward se le ocurrió la idea presentarle a Jacob a su
prima Vanessa Cullen. Cuando finalmente lo pudo hacer, resultó que los dos se llevaron
muy bien y al poco tiempo, comenzaron a salir. Eso causo que no solo mi relación con
él mejorara, sino que también la que tenía con Edward lo hiciera, porque
sorprendentemente con el tiempo, se convirtieron en los mejores amigos.

-Hola cariño.- me abrazó Esme y después salude a Carlisle. Cuando llegó la hora ir a
saludar a Irina y Tanya, sentí que mis manos comenzaron a sudar. Al verlas, me
sorprendí lo cambiadas que estaban, pero a pesar de eso, las dos aún parecían modelos
de pasarela.

-Hola Irina, gusto en verte de nuevo.-


- El gusto es mío, Bella- me sorprendió su amabilidad.- Déjame presentarte a mi esposo
Laurent.-

-Mucho gusto.- estreché su mano

-Igualmente.-

-Hola Bella.- dijo Tanya de repente mientras me sonreía.-Tanto tiempo sin vernos.-

-Hola Tanya.-

-Él es mi novio Félix.- lo saludé y ella volvió a hablar

-¿Cómo están tú y Edward?.-

-Muy bien, gracias por preguntar.-

-Tengo entendido que ustedes dos se casaron ¿no?.-

-Sí, ya llevamos 2 años.-

-Felicidades.- su tono no mostró hipocresía.

-Gracias.- en eso sentí unos brazos abrazarme por la cintura y de inmediato supe que era
Edward.

-Hola Tanya.- la saludó cortésmente

-Hola Edward.- su tono también fue cortes.- Bella me estaba contando que ya llevan 2
años de casados.-

-Sí, así es.- lo sentí acercarse a mi ojera y susurrar.- Los mejores dos años de mi vida.-
me sonroje y en eso escuchamos a Alice gritar:

-¡¿Podríamos ir a cenar ahora?! No creo que mi hijo soporte ni un minuto más de


hambre.-

-¿Tú hijo o tú?.- le preguntó Emmett riéndose

-Que importa.- y con eso se dirigió al comedor. Mientras todos la seguían, Edward y yo
subimos al cuarto de invitados para dejar a Renesmee en una cuna que estaba allí. La
acostamos con cuidado porque ya estaba dormida y le dije:

-Descansa bebé.- besé su frente y Edward hizo lo mismo

-Hasta mañana princesa.- y tomados de la mano, nos dirigimos al comedor.

Durante la cena, todo estuvo muy tranquilo y hasta me sentí realmente cómoda estando
junto a Tanya. Noté que en ella, ya no había rastro ni de odio ni rencor hacia mí, sino
todo lo contrario y eso me alegro mucho, porque significaba que esa parte de mi pasado
ya había sido superada por completo.

EDWARD POV

Faltaba solo 1 minuto para la media noche, para comenzar un nuevo año…. junto a mi
esposa e hija.

-Ya falta poco.- le susurre a Bella mientras la abrazaba.

Durante estos 6 años, ella me había dado todo lo que había soñado y mucho más. No
cambiaría ni un solo minuto de todo ese tiempo y cada día agradecía el hecho de poder
estar con ella, de haber podido abrir los ojos antes de que fuera tarde. No quería si
quiera imaginar lo que hubiera pasado de no haber sido así.

-Comienza la cuenta regresiva.- avisó mi hermana y todos comenzaron a gritar:

-¡DIEZ!.-

-¡NUEVE!.- note como todos trataban de contar y tomar uvas al mismo tiempo

-¡OCHO!.-

-¡SIETE!.-

-¡SEIS!.-

-¡CINCO!.- acerque a Bella aun más a mi pecho

-¡CUATRO!.-

-¡TRES!.-

-¡DOS!.-

-¡UNO!.-

-¡FELIZ AÑO NUEVO!.- de inmediato tomé el rostro de Bella entre mis manos y la
bese con fuerza. Era increíble que a pesar de los años, aún me sintiera igual que la
primera vez que la bese. Cuando nos separamos, ella me preguntó intrigada.

-¿Por qué no pediste ningún deseo?.-

-Por qué no necesito nada.- le explique y bese su frente.- Todo lo que quiero y necesito
esta justo aquí.-

BELLA POV
Él tenía razón, a mí tampoco me hacía falta nada, porque justo a mi lado ya tenía a mi
esposo, amante, confidente, pero sobre todo…mejor amigo. Además de una familia e
hija increíbles.

-Te amo Bella.- dijo él mirándome directamente a los ojos.-Gracias por todo lo que me
has dado.-

-No Edward, gracias a ti…por amarme.- ese había sido mi sueño desde los 9 años y de
manera sorprendente, se había hecho realidad.

FIN

Prefacio.

Soy Isabella Swan, la hija de Charlie y Renee Swan, la familia Swan es una de las más
importantes en la ciudad de Paris Francia, vivo en una gran hacienda a las afueras de la
ciudad. Tengo dieciocho años de edad, tengo varias amigas con las que me llevo muy
bien, me considero una persona alegre, amiguera, pero con pocos sentimientos hacia los
hombres, desde niña aborrezco escuchar el tema de las bodas, los novios y cosas
relacionadas. Algunas de mis amigas están por casarse, sus padres ya consiguieron con
quien casarlas, espero no tener que casarme, mas bien no tengo ganas de eso, solo se
avecinan problemas con los matrimonios, yo seré como mi tía Prudence, me quedare
sola para toda la vida y cuidare de mi familia. Estamos en el año de 1918, dicen que una
mujer que no se casa es por que nunca podrá ser amada, pero no me importa que hablen
y digan eso, yo nunca, pero nunca, me enamorare ni me casare. La familia Cullen otra
de las familias mas importantes de Paris, tienen un hijo de unos veinte años, no se ni me
interesa cuantos tenga solo se que se llama Edward, es un arrogante, presumido, tacaño,
mujeriego hijo del dueño del banco. Nunca he hablado con el, bueno solo hemos
cruzado unas pocas palabras, pero solo sabemos que nos odiamos con todo nuestro ser,
lo aborrezco, es tan idiota. Aunque no puedo mentir, es atractivo, pero no tanto como
para que cambie de opinión y enamorarme de una arpía como el. Cuando a sus padres se
les ocurre invitarnos a cenar a su casa solo nos saludamos con muchas ganas…de
matarnos. Mi mama dice que debo hacerme mas amiga de el, pero la verdad no quiero
ser amiga de una rata como el. Dicen que del odio al amor solo hay un paso pero yo no
lo creo así en este caso, el y yo no nos odiamos nos aborrecemos, no nos queremos ver
ni en pintura.

Capitulo 2: La peor noticia de mi vida

Un día soleado en esta hermosa cuidad de Paris, desde la terraza de mi recamara podía
ver la torre eiffel. Aun estaba en pijama por lo que solo estuve un poco para evitar que
me vieran con ese camisón que tanto odiaba. Entre a mi recamara de nuevo y prepare la
bañera para tomar un relajante baño en la tina, antes de quitarme el camisón y entrar al
agua entro mi madre con una sonrisa.

-Isabella, te tengo que decir algo-lo dijo con tanto entusiasmo que me enfermaba. Yo
asentí con la cabeza y ella prosiguió-Se que puede que te enojes pero… para tu padre y
a mi nos hace muy felices.
-Habla de una vez, tengo que ir con Alice para ver su vestido de novia que llega hoy-
dije enojada, ya de por si iba tarde, ahora me iba a salir con sus alegrías repentinas de
madre.

-Te vas a casar-dijo brincando de alegría, su peineta con perlas se estaba saliendo de su
sitio de tanto que brinco, su vestido largo color olivo deslumbraba con la luz del sol, su
cabello rojizo también brillaba como un rayo de luz en el amanecer de un nuevo día y
no se digan los ojos verdes.

-¿Qué?-grite, no podía creer tal cosa tan espantosa que acababa de decir mi
incomprensiva madre.-Yo no me casare, nunca jamás, ni con la persona mas buena y
cariñosa del mundo. Nunca ¿Escuchaste? Nunca-le solté enojada.

-Pero Isabella…-dijo un poco decepcionada, espero que mi tono de voz haya hecho que
cambie de opinión-Se que serás feliz con el.

-No lo creo-dije enojada, me mordí el labio inferior y la mire con una mirada
fulminante.- ¿Por qué lo decidiste sin mi consentimiento?

-La boda entre ustedes esta planeada desde que naciste tu-dijo tomando mi rostro en sus
manos, rápidamente me safe de ellas y di un paso hacia atrás.-Se que tu y Edward
cambiaran de parecer cuando…

-Espera-la interrumpí-dijiste ¿Edward y yo?-dije aun mas enojada, ella asintió con la
cabeza-¿Hablas de ese gusano?

-Bella, no hables así de tu futuro esposo.-dijo apuntándome con el dedo, yo me voltee,


no tenia ganas de hablar con ella mas-Piénsalo Isabella, se que serás feliz.

Escuche que abrió la puerta y salio del baño, tome un florero y lo apreté con mis manos,
rápidamente chorros de sangre fluyeron por ellas, no le di importancia alguna. Me quite
el camisón con las manos ensangrentadas y me metí a la tina, el agua comenzó a
ponerse color rosa por la sangre. No tenía mucho tiempo así que tome un baño rápido y
me salí rápidamente. Tome mi vestido negro que me había puesto en el funeral de mi
abuela, mis guantes negros y para terminar un sombrero negro. Me puse mis zapatos
favoritos de color negro para terminar con el conjunto que iba de acuerdo con la
ocasión, hoy estaba de luto, mi alegría había terminado para siempre. Salí de mi cuarto
y baje las grandes escaleras para llegar al despacho de mi padre y decirle que me iba
con Alice, al entrar el me miro con los ojos como platos.

-¿Quién se murió?-pregunto con un aire risueño.

-Acabo de morir, de solo saber que me casare con una bestia-dije en tono de actriz de
teatro.-La alegría que hay en mi ser se acaba de esfumar gracias a que ustedes acabaron
con mi vida-ahora me puse la mano en la frente, simulando una obra de teatro dramática
mal actuada.

-Hay Isabella-dijo riéndose.


-Fuera de eso, me ire hoy todo el día, estaré con Alice preparando lo de su boda-el
asintió con la cabeza y salí de la casa simulando estar llorando, todos los guardias,
sirvientas y familiares me vieron con los ojos muy abiertos y algunos se reían.

Salí hacia donde estaban las carrozas de mi hacienda, camine por el pasto verde que
crecía en abundancia, rosales rojos que dejaban a la vista rosas del tamaño de mis
puños, buganvillas de todos colores adornaban la pared de piedra que rodeaba mi casa.
Abrí mi sombrilla del mismo color de mi vestido para que no me diera el sol, lo
detestaba, por esa razón Alice me decía la chica vampiro. Me subí a la carroza que
llevaba mi caballo favorito, un hermoso caballo de color blanco, rápidamente se subió el
chofer a la carroza.

-Lléveme a casa de la familia Brandon.

La carroza comenzó a andar, me gustaba salir a pasear y más cuando no deseaba ver a
mis padres, hoy era un día de esos, mi madre es tan… ha… ¿Cómo pudo hacer eso?
¿Qué piensan? Solo por que entre ellos se llevan bien, no signifique que yo y Edward
nos llevemos de maravilla. Trate de poner la mejor cara posible cuando la carroza se
detuvo. La puerta de la carroza se abrió y vi el rostro que me hacia vomitar, el de
Edward.

-¿Qué haces aquí?-dije enojada, ¿Cómo se atreve a meterse en mi carroza sin permiso?

-Eso no debe importarte, en unas semanas serás de mi propiedad-dijo con el mismo tono
enojon que yo, me miro fulminante y yo hice lo mismo, así nos quedamos un rato.

-Es lo más espantoso que pudo sucederme-dije a regañadientes.

-Por primera vez concordamos en algo-dijo en un suspiro. Yo lo mire asustada, por las
palabras que acababan de escuchar mis oídos. ¿El y yo concordábamos en algo? Que
miedo. El me miro y me puso la mano en la mejilla, tener ese contacto con el me hizo
sentir extraña.-Nos vemos luego, cielo-dijo con tono sarcástico. Salio de la carroza y me
asome por la ventana.

-Te cuidas, mi vida-le dije con el mismo tono y sacándole la lengua.

Varios ciudadanos se nos quedaron viendo extrañados, Edward volteo de nuevo y me


mando un beso a lo que yo escupí. Metí la cabeza de nuevo a la carroza y saque mi
abanico para echarme aire, quería bajarme el enojo que traía por que el había invadido
mi espacio vital. Aunque ser esposa de Edward Cullen hijo del millonario Carlisle
Cullen haría que mi fama se extendiera más, no soportaba la idea de tener que
desperdiciar mi vida con ese tal por cual. La carroza se detuvo de nuevo, espere a que el
chofer me dijera algo.

-Ya llegamos señorita Swan.

Me baje de la carroza y camine hasta la puerta de la casa de Alice, era un día soleado,
estaba haciendo calor, eso no ayudaba a el enojo que traía. Llame a la puerta y pronto
me abrió el mayordomo de Alice.
-Bienvenida señorita Swan.-Yo entre a la casa, y busque con la mirada a Alice o a
alguna de sus sirvientas llevando cosas para que se probara-La señorita Brandon esta en
su recamara.

-Gracias.

Subí las grandes escaleras que llevaban al cuarto de Alice, a media escalera los vitrales
de colores se pintaron en mis pálidos brazos, el color rojo era el que mas resaltaba, de
niña cuando venia a casa de Alice, nos gustaba quedarnos en donde la luz daba en los
vitrales y ver los distintos colores pintados en nuestros rostros. Una sirvienta llevaba el
velo de Alice y otra llevaba flores para hacer el ramo, entre al cuarto de Alice, se estaba
viendo en el espejo, me miro por el espejo y se alegro de verme, solo que puse mi cara
de tristeza, ella me abrazo y cuando miro la ropa que traía me miro confundida.

-¿Por qué estas vestida así?-pregunto con una sonrisa burlona.

-Mi vida ha llegado a su fin-dije con voz melodramática.

-Bella… ¿Qué pasa?-pregunto aun confundida, me dio y abrazo y yo apoye mi rostro en


su hombro.

-Me casare Alice.

-Felicidades Bella, pero… ¿Por qué no te alegras?

-Por que me casare con la peor persona que habita en este planeta.-dije a regañadientes.

-¿Quién?

-Edward Cullen-dije su nombre como si estuviera diciendo algo asqueroso.

-¿Edward Cullen?-me dijo sorprendida viéndome a los ojos y con una sonrisa mas
entusiasta que había visto en mi vida-Si que tienes serios problemas chica, por Dios
Edward Cullen, todas queremos casarnos con el y tu que tienes la dicha de casarte con
el no lo aceptas. Como me gustaría ser tú.

-Te lo regalo-dije con una sonrisa, ella miro su vestido de novia que acababa de llegar
de Italia, ella dio brincos de alegría como el duende que es. Sus ojos ámbar se
iluminaron. Ella estaba mas que feliz por que se casaría con un estadounidense que
había llegado ha Paris hace unos meses, era de buena familia y se llevaba muy bien con
Alice, Jasper Whitlock.

-¡Que alegría!-grito felizmente abriendo la caja, lo saco rápidamente y se lo puso


enzima de la ropa para imaginarse como se le vería. Era un vestido largo de color
blanco como la nieve, le llegaba hasta el piso, las mangas le llegaban debajo de los
codos y tenia pequeñas perlas cosidas al vestido, Salto con más ganas al ver los adornos
que llevaría en el cabello, hermosas petunias irían incrustadas en su cabello.-Ya quiero
ver la cara de Jasper cuando me vea así.-dijo todavía saltando.-Y también la tuya con tu
vestido de novia-dijo viéndome a los ojos yo hice cara de asco y ella comenzó a reírse-
Te veras muy linda Bella.
-No lo creo, algo saldrá mal-dije con una sonrisa malévola, ella me miro con los ojos
como platos y después sonrió.

Todos estaban más felices que yo, por esta noticia. A partir de que a mi padre se le
ocurra esparcir esta noticia por todo Paris, seré la persona mas odiada del mundo. Todos
harían la misma expresión de Alice cuando lo supo, ¿Por qué les alegraba tanto?
Respuesta, Edward es el mas guapo de toda Francia, deberías estar feliz Bella.
Respuesta de Bella, ¡atención!, aborrezco a Edward Cullen, es la persona mas vil que
hay en el mundo. ¿Quien escucho mi respuesta? Nadie, todos me odiaran cuando sepan
que los dos nos odiamos, no me imagino la hermosa luna de miel –nótese el sarcasmo-.
"Serás feliz con el Bella" Como osa mi mama decir esas mentiras, lo que pasara será la
segunda guerra mundial.

Capitulo 3: Un día con Edward Cullen.

-Isabella, ya despiértate-grito mi madre, me tape los oídos con la almohada, dijo otra
cosa pero no alcance a escuchar, cuando sentí que todo se calmo y me quite la
almohada, y me di cuenta de que mi mama había entrado a mi recamara. Me levante de
la cama y la fulmine con la mirada y ella me sonrió-Hoy tienes que presentarte como la
prometida de Edward.

-Tengo sueño, mejor mañana-dije otra vez recostándome en la cama, me tape con la
sabana hasta arriba, tapándome la cara.

-Escúchame bien Isabella-dijo quitándome la sabana, ahora era ella la que tenía la
mirada fulminante. Le devolví la mirada y me apunto con el dedo antes de añadir-Serás
esposa de Edward Cullen. Aunque no estés feliz con eso, esta boda esta planeada desde
hace dieciséis años. Y no dejare que tú rompas ese trato con la familia Cullen. ¿Qué
tiene Edward que tanto lo odias?

-Su forma de ser, tan arrogante, tan mujeriego, tan…

-Tienes una hora para bañarte y cambiarte, Edward vendrá por ti-me interrumpió, ella
salio de mi habitación caminando con la cabeza en alto. Es increíble como nadie me
toma enserio con esto. Ni mi madre, ni mi padre y ni siquiera mi mejor amiga en Paris.

-¿Qué tiene Edward que tanto lo odias?-dije imitando la voz de angustia de mi mama,
después le saque la lengua a la puerta, para pronto entro mi nana con mi ropa, un
vestido color melón, "Mama" dije enojada para mis adentros, tenia que comprarme un
vestido para salir con el.

-Deberías estar feliz Bella, cualquier chica quisiera ser usted.-dijo viendo a la ventana,
dejo mi vestido en la cama.

-Tú bien sabes como nos llevamos Edward y yo-dije cruzándome de brazos como niña
chiquita, ella nos había visto pelear en varias ocasiones afuera de la casa.-Será un
desperdicio de dinero en la boda.

-Eso piensas pero, ya veras que con el paso del tiempo le tomaras cierto cariño a
Edward.
-Hay nana, nunca pasara.

-¡Isabella! ¡¿Ya te estas bañando?!-grito mi madre, yo hice una mueca y mi nana me


fulmino con la mirada.

-Ya voy, ya voy-dije enojada.

Al fin tuve que acceder a salir un día con Cullen, si no lo hacia, estaba segura que mi
incomprensiva madre me mataría. Me bañe y me puse el vestido color melón que me
compro mi madre. Me puse mis zapatos blancos y una peineta de perlas en mi cabello.
Nunca hubiera imaginado un día con esa rata, ¿Seguiríamos vivos al final del día? Hice
una mueca al ver la sonrisa de mi nana.

-Si no sobrevivo al final del día repartes mi ropa y mis cosas entre Alice y Rosalie-le
dije todavía con la mueca en la cara.

-Como eres exagerada-dijo con una sonrisa burlona.

-Isabella-grito mi madre, como odiaba escuchar su voz cantarina últimamente, voltee a


verla por el barandal de las escaleras, se estaba alisando su vestido color turquesa con
encajes blancos y plateados, era nuevo. Ese color hacia que su cabello rojizo resaltara
más. Me miro y sonrió tiernamente sorprendida de verme con el vestido que ella me
compro ayer.-Baja cariño, el esta aquí.

Camine hasta las escaleras arrastrando los pies, baje el primer escalón y me quede allí
un poco, mi madre me miro enojada con los ojos muy abiertos, tanto, que casi se salen
de sus orbitas. A medias escaleras el apareció y se me quedo viendo como si fuera la
primera vez que me ve, después curvó las comisuras de sus labios como si fuera a
sonreír, pero rápidamente la cambio, arrugo la nariz y me miro con disgusto. Al bajar
las escaleras me dio la mano, yo le di la mía y el le dio un beso y después escupió en
ella.

-Hola-dije con una gran sonrisa fingida-Idiota-dije en voz baja, el me miro con disgusto.

-Muérete-Dijo fulminándome con la mirada, yo hice lo mismo, mi madre nos miro y me


sentí incomoda. No podía maldecir a nadie estando mi madre presente.

-Que hermoso encuentro-dijo mi madre con sarcasmo, baje la cabeza y mi madre dio un
suspiro- Bueno, es hora de que se vallan a pasear un rato-Hice otra mueca y el tomo mi
mano, me estremecí. Mi madre me detuvo un poco, tenia una fuerza impresionante-
Trátalo bien.

No le hice casi y me dirigí con una sonrisa fingida a mi infierno personal. Me soltó la
mano y rápidamente me crucé de brazos, el se metió las manos en a sus bolsillos del
traje negro que traía puesto. Su cabello brillaba con la luz del sol era tan…hermoso
¿Cómo puedes decir eso Bella? Corrígete. Me dije a mi misma en mi mente.
Caminamos por la acera, el sol me daba en la cara, lo que más odiaba. Me tape lo mas
que pude con las manos, Edward me miro extrañado, dio un suspiro y salio corriendo.
-Y no regreses-le grite, pero el siguió corriendo. Si regresaba a casa mi madre me
mataría por no ir a la casa en compañía de el. Si iba con Alice podía interrumpir por que
de seguro estaba con Jasper. Y si iba con Rosalie, Emmett se enojaría. Decidí quedarme
paradota donde me había dejado aquel imbesil. Al cabo de unos minutos el regreso
corriendo muy agitado con una sombrilla en las manos, se detuvo donde yo estaba y me
entrego la sombrilla de color blanco. Yo me quede con los ojos como platos. Edward
Cullen, la persona que mas odio en la vida, ¿me esta dando una sombrilla?

-Gracias-le dije aun sorprendida, el medio sonrió-¿Por qué lo hiciste?

-No quiero una esposa negra-el se comenzó a reír a carcajadas.

Me dieron ganas de reír con el pero pronto volví a la realidad y me quede parada
viéndolo morirse de la risa. Deje la cara sin expresión alguna, el me miro y se puso serio
de nuevo, volvimos a caminar, abrí la sombrilla y me tape el sol. Lo mire por el rabillo
del ojo y tenia una sonrisa torcida, se veía bien esa sonrisa en el ¿Qué te pasa hoy
Bella? Me dije a mi misma. Caminamos en silencio por mucho tiempo, no se cuanto
exactamente, pudieron ser minutos u horas, lo único que tenia claro es que para mi fue
bastante como ara intentar empezar una conversación con el.

-Alguna vez te has preguntado como hacen los agujeros de las donas-Lo mire fijamente
y el abrió los ojos como platos, después me miro extrañado y me voltee rápidamente
hacia otro lado, escuche una pequeña risita. Me sonroje de vergüenza de solo pensar lo
que pudo haber pensado de mí ¿Y a mí que me importa? Me dije a mi misma. No
pienses estupideces Bella, ¿Desde cuando te importa lo que ese estupido piense de ti?

-Que inteligente pregunta-Dijo con sarcasmo y regresando a su locura. Se reía tanto de


las estupideces que yo decía, que me enfermaba. Varias personas se le quedaron viendo
extrañadas, por ver a Edward Cullen reírse como loco. Las que quisieran estar en mi
lugar me miraban con repugnancia. No les tome importancia, solo quería que Edward se
tranquilizara de su locura.-Supongo que cuando tienen la bola echa, las tiran al aire y
después les disparan en el centro-dijo riéndose aun mas de su estupida respuesta. Yo
estalle de risa junto con el. Mi risa extraña de cerdo apareció y Edward se comenzó a
reír más de mí. Yo me tape la nariz y deje de reírme. El se puso serio de nuevo.

-Odio esa risa-le dije enojada.

-Yo adoro verte reír-dijo volviendo a estallar de risa, yo me quede petrificada al


escuchar lo que había dicho.

-¿Qué dijiste?-le pregunte con una sensación extraña, no sabia si era alegría o enojo.

-Nada que te importe-dijo sacándome la lengua.

-Al cabo que ni quería saber-dije enojada, voltee la cabeza hacia otro lado y volvimos a
caminar.

Comenzó a oscurecer, nos habíamos quedado sentados en una banca del parque, yo del
lado izquierdo y el del derecho, separados sin tocarnos ni vernos, después sentí una
presencia, voltee y era Alice, que se había sentado en medio de nosotros. Edward se
levantó y se fue a otra banca.

-Creo que lo hice enojar-dijo Alice decepcionada.

-No importa-le dije con una sonrisa, ella sonrió también-El siempre esta así.

-Según dice Jasper, le gustas-dijo en voz baja, fue casi inaudible para mí.

-¡Alice!-grite enojada, Edward que estaba en la otra banca me miro extrañado.-¿Cómo


se les ocurre inventar esa atrocidad?-le dije en voz baja, para que el señor Cullen, no
escuchara.

-Bueno, Jasper lo dice-dijo encogiéndose de hombros.-Debo irme creo que estoy


interrumpiendo mucho-dijo con una sonrisa burlona, yo la fulmine con la mirada.

Edward volvió a donde yo estaba y se puso de nuevo en el otro extremo de la banca del
parque, era de color verde oscuro y estaba ya un poco oxidada. Nos quedamos así otro
rato y cuando el crepúsculo llego a su fin el se levanto de la banca.

-Creo que ya debo llevarte a tu casa-dijo mirando al cielo.-No se valla a preocupar


Renee.

-Como digas-dije enojada todavía por lo que dijo Alice hace un rato. Caminamos de
nuevo hasta mi casa, otra vez el silencio reino entre nosotros. La calle estaba sola, nadie
caminaba por allí, solo se escuchaban los pasos míos y de Edward. Al llegar a la entrada
de mi casa el volvió a tomar mi mano. Esta vez mi estremecimiento fue más fuerte.-
¿Por qué haces eso?

-¿Tu solo te dedicas a preguntar estupideces cierto?-dijo viendo al cielo como si


estuviera esperando algo que cayera.-Es para aparentar lo que debe ser.

Capitulo 4: Pidiendo la mano de mi Amada.

POV Edward

Soy Edward Cullen, hijo de Carlisle y Esme Cullen, soy el hombre mas codiciado de
toda Francia, no hay chica en este país que no quiera estar con el hijo del dueño del
banco. Me considero apuesto, puedo estar con cualquier chica que se me cruce en el
camino, la única presa que es difícil es Isabella Swan, hija de una de las familias más
importantes de Paris. Ella es la única que no ha caído en mi cuento de ser el más
famoso, incluso más que ella. Desde niños nos llevamos pésimo, los dos nos odiamos,
pero aunque intento aparentar otra cosa, amo a Bella, es la mejor chica que he conocido.
Cuando viene a mi casa quiero hablar con ella. Hace unos días me dieron la más
hermosa de las noticias, me casaría con ella. Al saber eso mi legado de ser el más
codiciado se iría por un tubo, pero eso que importa. Estaré casado con Isabella Swan.
Aunque pelear era divertido. Creo que en este caso se usaría ese dicho de: Del odio al
amor solo hay un paso, y es cierto, siento que amo a Isabella. Solo espero que ella me
quiera tanto como yo a ella.
Estaba junto a ella afuera de su casa, ella estaba con la mirada perdida en el suelo, yo
seguía con su mano entre la mía. Llame a la puerta, ella subió la mirada y sonrió
fingidamente. Renee fue la que abrió la puerta, estaba muy contenta de vernos juntos,
yo sonreí complacido de haber pasado un día con Bella.

-Espero que se la hayan pasado bien-dijo con una sonrisa muy grande, Bella bajo la
cabeza e hizo una mueca.

-Como digas-dijo Bella, entro a su casa sin levantar la cabeza y cuando iba subiendo las
escaleras su madre la llamo. Bella camino hacia ella arrastrando los pies y con la mueca
en su rostro.

-Despídete de Edward.

-Adiós-Se volteo de nuevo y se fue otra vez a las escaleras.

-Cuídate-le grite y ella volteo y me miro con disgusto, cosa que no me pareció raro de
ella, pero me dolía que me viera así, aunque… me veía.-Bueno señora Swan, debo irme.

-Adiós Edward.

Me di la vuelta y salí de la residencia Swan, al estar en la acera mire hacia el balcón de


Bella, ella estaba viendo hacia la torre eiffel, su mirada estaba perdida, bajo un poco la
mirada y se junto con la mía, rápidamente quito la mirada y regreso a su recamara.
Camine hasta mi casa, estaba tan feliz que hubiera saltado de alegría, pero eso seria un
poco niña. Al llegar a mi casa, mi madre me esperaba entusiasmada como Renee. Me
abrazo y me lleno de besos la cara, mi padre me sonrió y después siguió haciendo
cuentas. Subí a mi cuarto sin decir una sola palabra y me acosté en mi cama. Me quede
pensando en como podré actuar mañana, estarán mis padres presentes por lo que debo
hacer que se note lo mas natural posible, pero ¿como podré hacerlo teniendo lo
hermosos ojos café chocolate viéndome con repugnancia? Sabía que debía volver a
actuar mi odio hacia Bella, pero ¿Cuándo acabaría esto? Quería decirle a Bella todo lo
que sentía por ella, todo mi amor todos mis pensamientos, no podía decírselo. De tanto
pensar me quede dormido.

-¡Es hora! ¡Es hora!-Grito Esme en la mañana, abriendo las cortinas color olivo de mi
ventana, el sol me dio en los ojos y me tape con la sabana hasta la cabeza.-Edward,
levántate, es hora- ¿Ya tan rápido era la hora de ir a pedir a mi amada en matrimonio?
Cuando desee poder hacer esto y ahora el destino esta de mi lado.

-Ya voy madre-dije a regañadientes actuado, ya que no quería que nadie supiera cuanto
he llegado a amar a Bella, solo Jasper y Emmett mis mejores amigos, lo saben.

-Edward, quiero hablar contigo. Antes de todo esto-Note un aura de comprensión en mi


madre, como si ella supiera que amo a Bella. Yo asentí con la cabeza levantándome de
mi cama.-Estuve pensando si…-se quedo callada un tiempo, yo espere a que hablara.-
Anulamos este acuerdo y mejor te casas con quien tu quieras.

-¿Qué?-grite enojado, la mire con una mirada fulminante. Ella me sonrió.


-Entonces ¿Qué piensas?-dijo aun manteniendo esa radiante sonrisa.

-Pienso que es la peor idea que se te ha ocurrido en toda tu larga vida-Grite aun mas
enojado. Ella me miro con una sonrisa extraña y después capte que le había dicho lo que
sentía hacia Bella.

-Te gusta Isabella-hizo una pausa antes de añadir-Lo sabia.

-¿Como lo supiste?

-Instinto de madre.

-Estupido instinto de madre.-solté enojado y a regañadientes.-Así que ya no debo


esconderme contigo.-dije ya un poco calmado.

-Así es, ahora vístete, ya es hora de que vallas por la mujer de tu vida.

-Te quiero mucho mamá-después de decirle eso la abrace muy fuerte y la levante un
poco del piso.-Ya es hora-grite entusiasmado.

Al terminar de bañarme me puse mi traje negro, una camisa blanca, zapatos y una
corbata negra. Mi cabello solo lo peine con mi mano, pasándola una vez entre el. Salí de
mi recamara y ahí estaba mi madre, tan radiante como siempre, este día se había puesto
un vestido amarillo con encajes blancos. Ella sonrió y yo le devolví la sonrisa. Al bajar
las escaleras nos esperaba mi padre, el iba vestido como yo. Nos subimos al carro negro
de mi padre y el chofer nos llevó hasta la casa de Bella.

-Llegamos-dijo el chofer, todos bajamos del carro con una sonrisa, yo intente hacerla lo
mas fingida posible para que Bella no se diera cuenta o peor aun, alguien mas.

-Trata de hacer la mejor cara posible-dijo mi padre entre dientes.

-Eso intentare.

Entramos a la casa de la familia Swan, y lo único que se escuchaban eran los gritos de
Bella.

-¡No bajare! ¡Ni lo pienses! ¡Estas loca mamá!-gritaba ella enojada.

-¡Estamos aquí!-grito mi padre. De pronto no se escucharon los gritos de Bella y todo se


tranquilizo. Ella acompañada de Renee, bajaron las escaleras. Cuando pude distinguir
bien a Bella, la vi vestida con un vestido azul marino, se veía hermosa, más que eso, era
como ver a un ángel. Me quede embelesado viendo a Bella.

-Edward cierra la boca hijo-dijo Esme.

POV Bella.

Ya estaba vestida para mi infierno, me puse un vestido negro con encajes del mismo
color, que compre un día antes de saber que ese imbesil viniera a mi casa a proponerme
matrimonio. Me mire en el espejo por ultima vez y salí de mi cuarto, mi nana me vio y
alzo una ceja.

-Bella, Bella, Bella… otra vez con eso-dijo negando con la cabeza-Tu madre se va a
enojar.

-No me importa, ella debe de entender mi sufrimiento-dije con tristeza de una obra mal
actuada.

-Si que tienes problemas.-Mire hacia el techo y después hacia mi derecha, donde vi a mi
madre acercarse con un vestido rojo con encajes dorados, con un vestido azul marino en
sus manos.-Mira que hermoso vestido te compro tu madre.

-¡Mamá!-grite como loca. No de alegría, de enojo.- ¿Que es lo que piensas? ¿Acaso no


tienes cerebro?

-Isabella, no me hables así, soy tu madre.

-Ojala no lo fueras-dije en voz baja, cruzando los brazos y mordiéndome el labio


inferior para no decir nada mas, al parecer no me escucho.

-Ponte este vestido, y rápido por que ya vienen en camino.

-Como diga general-dije poniéndome derecha y saludando como los soldados, me dio el
vestido y se fue. Yo le hice una mueca y le saque la lengua. Mi nana alzo una ceja. Me
voltee y regrese a mi cuarto a cambiarme. No podía mentirme, me gusto el vestido y se
me veía muy hermoso, me quedaba tan bien con mi cabello café rojizo y mis ojos
chocolate resaltaban más. Me puse mi peineta de perlas que tanto me gustaba, salí de mi
cuarto. Mi madre tenía una gran sonrisa y sus manos estaban en sus mejillas. Ya
llegaron, dije a regañadientes en mi mente, mi madre me indico con la mano, que fuera
hasta donde ella estaba, yo negué con la cabeza y ella me fulmino con la mirada.

-¡No bajare! ¡Ni lo pienses! ¡Estas loca mamá!-grite enojadísima.

-¡Estamos aquí!-grito Carlisle, el padre de Edward. Deje de gritar y camine hasta donde
estaba mi madre, bajamos las escaleras agarradas de la mano. Sonríe Isabella, me
susurro mi madre. Sonreí lo mejor actuado posible, ya estaban ahí, Edward traía un traje
negro con camisa blanca y corbata negra, se veía tan… Isabella ni se te ocurra decirlo.
Me dije a mi misma. Voltee a ver a todos los que estaban en la sala y al último deje a
Edward, el tenia la boca abierta como si estuviera viendo algo que le gustara. ¿Será
cierto lo que dice Jasper? Deja de decir estupideces Bella.

-Edward cierra la boca hijo-le dijo Esme, yo solté una pequeña risilla.

-Cierra la boca cariño, no se te valla a meter una mosca-dije riéndome.

Mi madre me lanzo una mirada fulminante y yo le sonreí con malicia.

-Vamos todos a la sala, ¿Les parece?-dijo Charlie, saliendo de su despacho-


Bienvenidos.
-Muchas gracias Charlie-dijo Carlisle.

-Es un gusto tenerlos en casa-Dijo mi madre con una radiante sonrisa.

Todos caminamos hasta la sala, cuando entramos, yo me senté en el sillón de una


persona para no tener que sentarme con alguien mas. Edward no alcanzo lugar. Ja,
idiota. Me reí en mi mente. Para mi mala suerte el se fue enseguida de mi y se sentó en
el recarga manos del sillón, bufe de enojo y mi madre me volvió a fulminar con la
mirada, pronto cambie mi cara con una sonrisa fingida.

-Y… ¿A que has venido? Mi amor-dije con alegría fingida.

-Isabella Swan-dijo hincándose en el piso, puso una gran sonrisa, tan hermosa…
Cállate Isabella. Su sonrisa torcida, la que se veía bien en el. Bella…ya cállate.

-Habla de una vez… Cielo-dije como un niño que apenas sabe leer.

-Cásate conmigo, Bella.

Sin saber como, una onda de alegría me inundo, trate de calmarme, no sabia
exactamente lo que sentía en ese preciso momento. Edward me siguió sonriendo con la
sonrisa torcida. Sentí que me sonrojaba. Al mismo tiempo me sentía presionada, con la
mirada de mis padres y los padres de Edward, me miraban fijamente esperando la
respuesta, balbucee un poco. No sabia que decir. Mi madre alzo una ceja y yo me
confundí aun más. Comenzó ha mover la boca, uno de mis dones, según decía yo, era
leer los labios. Ella decía: Recuerda lo que ensayaste. Sonreí lo mas natural posible, ella
me miro con aprobación. Tome el rostro de Edward con las manos y el se sonrojo.

-Claro que si, te amo Edward-Nunca creí que me hubiera salido tan bien actuado, todos
sonrieron, pero Esme, la madre de Edward, tenia una sonrisa tan conmovedora. Edward
cerró los ojos, movió un poco su cara, aun teniendo mis manos en ella, y besó mi mano
derecha.

-Prometo amarte, por el resto de mi vida-actuó tan bien, que casi me la creo. Tomo una
cajita que estaba en el bolsillo de su traje negro y de esa cajita sacó un anillo de plata
con un zafiro rodeado por dos diamantes que brillaban tanto como el sol. Tomo mi
mano izquierda y coloco el anillo en uno de mis dedos, volvió a besar mi mano y me
miro con dulzura.-Te amo, Bella.

Capitulo 5: La boda.

POV Bella.

Estos días estuve pensando en verdad que era lo que sentía hacia Edward, raro de mi,
eso hacia que en las noches no pudiera conciliar el sueño, tenía las ojeras mas marcadas
y mi piel era más pálida, ya que no salía mucho. Hace una semana fue la boda de mi
mejor amiga, Alice. Tuve que ir en compañía de el, por desgracia, no la pasamos toda la
fiesta sentados en la mesa con nuestros padres, hasta que Edward me saco a bailar y yo
a regañadientes tuve que aceptar, odiaba bailar, además, no sabia bailar bien tenia dos
pies izquierdos, pero el me sostenía con tanta fuerza que ni me movía, solo dejaba que
el me moviera. Esa noche fue cuando comencé a pensar en el tanto, que me enfermaba.
No podía sacarme de la cabeza su sonrisa torcida, sus ojos verdes viéndome. Hace unos
días Rosalie regreso de viaje de bodas, le conté que me casaría con Edward y al igual
que todos ella se alegro más que yo, yo solo sonreía fingidamente. Alice y Rosalie,
estuvieron junto a mi cuando llego mi vestido de novia, no quería no verlo, quería
ahorrarme las ganas de vomitar. Lo tuve que ver, ya que Alice lo escogió junto con mi
madre y sería descortés no verlo y hacerlas feliz por un momento. Era blanco como la
nieve, era escotado, sin tirantes ni nada, me quede con los ojos como platos. De hay en
mas estaba lindo, los encajes que llevaba en los bordes de abajo le quedaban muy bien
al vestido esponjoso y largo. Después del sufrimiento de ver el vestido llego uno peor.
Otro estupido regalo de El encantador Prometido de Bella. Era un collar muy extraño,
el más raro que hayan visto mis ojos, pero aun así era hermoso, no podía engañarme me
encanto el collar. Era de oro blanco, me lo probé, me quedaba muy bien, parecía que
tuviera una bufanda con plumas pequeñas. Debió de haber gastado mucho dinero en el.
Por que tenía piedras de swarovski y diamantes. En estos días, además de pensar, me la
pasaba viendo el anillo que me había dado Edward, brillaba tanto como sus ojos cuando
me propuso matrimonio falso. ¿Brillaba tanto como sus ojos? Bella por Dios.

Odiaba tanto que Alice y Rosalie se alegraran, siempre que me veían con un nuevo
regalo de Edward, ellas saltaban de alegría, ya ni yo. Ayer, me hicieron una súper
despedida de soltera en una de las casas de la familia de Alice, me divertí tanto –Nótese
el sarcasmo-. Me hicieron probarme tantos vestidos, cosa que me caía súper mal cuando
mi madre me llevaba a comprar ropa. Me probé mas de cuarenta vestidos, todos me los
regalaron, estaban lindos, pero ¿Tenia que probármelos? ¿Acaso no saben que puedo
hacer eso otro día? O que mínimo ¿Me los pusiera después de estar casada con aquella
sanguijuela? Para terminar mí súper noche –nótese el sarcasmo- me hicieron tantos
peinados, con tantas peinetas diferentes que hasta mi cabello se arto de tanto estarlo
cepillando. Alice dijo que debía probarme todo antes de la boda para que todo saliera a
la perfección y no hacer esperar al novio, Ja, como si me importara. Solo suspiraba
tratando de soportar las ganas de gritarles todo el enojo que traía por la fiesta, nunca me
gustaron las fiestas y menos una en la que me festejan mis últimos días de soltería.

Camine como zombi en mi casa, con todo y el estupido camisón que tanto odio, todos
me miraron extrañados ya que en unas horas seria la boda, lo único que en verdad
esperaba era ya estar casada y largarme de mi casa, aunque, estaría en un peor infierno
pero… ¿Qué era peor? ¿Tener una madre incomprensiva? ¿Unas amigas desquiciadas?
O ¿Un idiota como esposo? La verdad no lo sabia, pero en cuanto mas rápido me fuera
de casa mejor para mi. Aunque no podría imaginar vivir con Edward, ¿será igual de
enfadoso que mi madre? Seguía dando vueltas por la planta de arriba de mi residencia,
no sabia que hacer, tenia miedo. Eso era raro de mi, nunca sentía miedo hasta ahora,
debía seguir actuando para que nadie se de cuenta de que le estoy tomando un poco de
cariño a Edward, tenia que notarse que era real pero al mismo tiempo no, tenia que
verse bien, era lo que importaba. Mi madre salio toda alborotada de su recamara, se
había puesto un vestido viejo que no se ponía en años, era de color lila. Se acerco hacia
mi dando brincos yo hice una sonrisa fingida y ella me abrazo.

-Hoy es el gran día Isabella.

-¿Cuántas veces tengo que decirte que me digas Bella?-Últimamente me molestaba que
me dijeran Isabella, supongo que de tanto escuchar ese nombre me harte. Ella me sonrió
tímidamente y depuse la cambio por una más entusiasta, esas sonrisas entusiastas me
hacían vomitar en mi mente.

-Bueno…Bella, hoy es el gran día-sonreí con alegría fingida, como siempre.

-Si, hoy es el gran día-dije sarcásticamente.

-Déjate de estupideces y vamos a arreglarte que se nos hará tarde y Edward puede
molestarse, y ya no habría boda y…

-¿No que nos íbamos a dejar de estupideces?-dije con un aire juguetón, por primera vez
en estas ultimas semanas ella se reía de las cosas que decía de mala gana. Caminamos
hasta mi recamara, mi madre seguía sonriendo.-Madre.

-¿Si?

-¿No has sabido nada de Jacob?-Jacob, que lo conocí una vez que fuimos a Madrid, por
unos deberes que tenia mi padre con Billy, el papá de Jacob. Hace tiempo que no lo
veía, se podría decir que el es mi único amigo hombre, claro que no sea novio de mis
amigas. Se había vuelto como mi hermanito pequeño. Su piel era morena, mejor dicho
dorada, tenía los ojos negros y el cabello lacio y negro. El es dos años menor que yo.-
Siquiera ¿lo invitaste a mi boda?

-Creo que si Edward te ve llevándote mejor con Jacob que con el, se pondría celoso y
los celos son malos en un matrimonio.

-Eso quiere decir que no lo invitaste-dije mordiéndome el labio inferior para no gritarle
mas cosas. Saco mí vestido de la caja blanca y lo puso en la cama.

-Vete a bañar-dijo en seco y yo le obedecí por primera vez en esta semana.

Cerré las cortinas de mi baño, abrí el agua caliente, me quite el camisón horroroso y me
metí a la tina. El agua estaba deliciosa, me hubiera gustado quedarme todo el día allí sin
ninguna preocupación, presión o miradas alegres por cosas que a mi, ni en lo mas
mínimo me importaba. Volviendo a pensar en Jake, ahora la única posibilidad de que el
viniera a verme, era que Charlie le hubiera mandado una carta a Billy diciendo que
vinieran. Sonreí ante la posibilidad de ver a mi hermanito, que hace exactamente cuatro
años no se nada de el. Un estupido grito de mi madre me hizo enojarme de nuevo. Un
estupido "Isabella, apúrate".

-¿Cuántas veces debo decirte que me digas Bella?-grite furiosa.

-Cállate y apúrale, se nos hará tarde.

-Como si me importara-dije con mi voz normal y viendo fulminante a la puerta.

-¿Qué dijiste?

-Nada-bufe y salí de la tina, me enrollé la toalla y salí del baño. El piso quedo todo
mojado con mis pisadas y mi cabello que soltaba chorros de agua. Me seque en mi
recamara, estaba sola con mi madre. Me puse mi ropa interior y después el vestido, mi
madre me ayudó a abrochármelo, vérmelo puesto me encanto aun mas.

-Señora Swan, la llaman abajo-dijo Elizabeth, una de nuestras sirvientas.-Señorita Swan


que linda se ve.

-Ya te he dicho que me digas Bella-dije con una sonrisa apagada-Muchas gracias Liz.

-Ahora voy Elizabeth-Mi madre se levanto de mi mecedora y se fue detrás de Liz, me


quede sola viéndome al espejo de cuerpo completo que estaba en mi recamara. Sonreí
cuando me vi con el vestido. Escuche una voz cantarina que no escuchaba desde hace
unos años, se parecía a la de Lucia Cygnus. Una amiga de Italia. Sonreí ante la idea de
verla de nuevo, después de tantos años. Después escuche mas voces, estas parecían de
otro país, ¿Sakura? ¿Seria posible que Sakura Takishima y Lucia Cygnus estuvieran
aquí? Que alegría, mínimo algo bueno saldría de toda esta cosa de la boda. Di vueltas y
el vestido se movía junto conmigo cosa que me encanto más. Grite de alegría. Sentí una
presencia y al voltear ahí estaban, mis dos mejores amigas habían venido a verme,
habían cambiado mucho desde la ultima vez que la vi. Todas teníamos diez años cuando
nos conocimos en la empresa que abrieron nuestros padres. Lucia, ya estaba más alta
que yo, con la piel blanca como la cal, sus facciones del rostro ya no eran las de una
niña, su cabello rojizo y rizado caía adornando su hombro derecho, no se diga sus ojos,
dos hermosos zafiros incrustados en ellos. Sakura, seguía teniendo los mismos rasgos
orientales y el rostro de una niñita, se veía muy linda aun así. Su piel también era blanca
como la de Lucia. Su cabello era lacio y de color cobrizo, ella lo llevaba suelto y le
llegaba debajo de los hombros. Mis dos grandes amigas. Las tres gritamos de alegría, al
vernos juntas después de siete años, hicimos el abrazo de grupo y después brincamos
como locas.

-Que linda te vez-dijeron las dos al unísono.

-Gracias, ustedes también.-Les dije con una gran sonrisa, cosa que ya no hacia seguido.

-En cuanto supe, deje todo lo que estaba haciendo en Hiroshima y me vine directo para
acá, muchas felicidades Bella.-dijo Sakura.

-Igualmente, nunca creímos que te fueras a casar, eso es raro…viniendo de ti.-dijo


Lucia con la mirada perdida, yo hice una mueca.

-Lo se, pero bueno cuéntenme… ¿que han hecho?-dije cambiando mi cara por una
mejor.

-Creo que su emotiva platica debe esperar-dijo mi madre entrando a mi recamara con
una caja mas pequeña en sus manos.

-Es un regalo de nosotras dos-dijo Lucia con una resplandeciente sonrisa.

-Gracias-dije devolviéndole la sonrisa.

-Esperemos que te guste-dijo Sakura.


Tome la cajita de las manos de mi madre, le quite el pequeño listón plateado y le quite
la tapa a la caja. Al quitar la tapa, quedo al descubierto una hermosa peineta con una
flor de obelisco de color blanco de porcelana, estaba hermosa sonreí muy felizmente, y
cuando volví la mirada para verlas ya no estaban en mi recamara, ahora estaba sola con
mi madre, de nuevo. Me senté en la banca de mi peinador de color verde menta ya un
poco viejo, vi mi rostro en el espejo y cerré los ojos esperando a que mi madre
comenzara a peinarme. Otra vez mi cabello estaba harto de tanto cepillarlo, y no solo el,
también yo. Al final solo sentí la peineta del lado derecho de mi cabeza.

-Mira que linda te vez-dijo mi madre, escuche que dejo el cepillo en el peinador. Abrí
los ojos y cuando me vi, abrí los ojos como platos. Renee si sabia de esas cosas, me
había levantado un poco el cabello para que tuviera más volumen y la peineta me
quedaba estupenda, le dedique una sonrisa y ella me la devolvió entusiasmadamente.-Ire
a ver quien llego.

-Esta bien-cuando dije eso, ella ya no estaba en mi recamara. Me quede sola de nuevo,
salí un poco de mi recamara y escuché una voz de hombre, apostaría a que es otro
amigo de Charlie que no conozco. No le di importancia y regrese a mi recamara. Vi la
caja azul rey en el que estaba el regalo que me había hecho Edward, el collar extraño
pero hermoso. Abrí la caja y saque el collar.

-¿Me lo pondré?-me pregunte a mi misma en voz alta.

-Con cualquier cosa que te pongas lucirás hermosa-Una voz un poco infantil pero mayor
resonó en mis oídos, voltee para ver quien era y ahí lo vi.

-Jacob-grite de alegría, corrí hacia el y lo abrace lo mas fuerte que pude-Que bueno que
viniste-dije aun teniéndolo aprisionado en mis brazos.-Cuanto has cambiado- dije
viéndolo de nuevo.

-Tu también, ahora estas más vieja-enarque una ceja y lo fulmine con la mirada.

-Y tu pareces boxeador jubilado-dije cruzando los brazos y riéndome de que ahora tenia
mas musculatura.

-Creo que deberías seguir arreglándote, Renee no se veía muy feliz de dejarte sola en tu
recamara-dijo viendo por la puerta como si no debería estar en mi recamara.- ¿Quieres
que te ayude a ponértelo?

-Si, gracias-le di el collar y me puse de espaldas para que me lo abrochara, hizo mi


cabello a un lado y me puso el collar.

-Que lindo collar ¿Regalo de bodas?

-Uno de los tantos…-dije enojada y con la mirada perdida en su reflejo del espejo.

-Bella…-dijo agachando la cabeza, yo sonreí y espere a que el hablara-Quería decirte


que…
-Isabella, deja de hablar y vamonos, la carroza que Edward compro para la boda ya esta
aquí.

-Claro mamá-dije a regañadientes, salí de mi recamara caminando a zancadas enormes,


mi madre iba detrás de mi.

-A Edward le gustara mucho la idea de que hayas usado el collar que te regalo.-la
escuche decir con su entusiasmo que me enfermaba.-Será un lindo detalle.

Suspire, para intentar bajarme el enojo y baje las escaleras tomándome del barandal,
cuando iba en el ultimo escalón vi un fotógrafo con una de esas anticuadas cámaras
fotográficas he hice una mueca y volví a suspirar, mi padre sonrió y me señalo que
hiciera lo mismo, sonreí lo mas entusiasmada posible y me salí caminando lo mas
rápido que pude para evitarme otra fotografía. Cuando salí vi una carroza blanca de ella
tiraban seis caballos blancos formados de dos en dos, deje los ojos como platos ¿Esto es
lo que Edward hace por mi? Sonreí y después cambie mi rostro. Me subí a la carroza y
me senté en el asiento de color vino. La carroza comenzó a andar y yo puse cara de
pánico cuando todos los ciudadanos de Paris me miraban con una gran sonrisa pintada
en sus rostros. Llegamos a la catedral, suspire de nuevo y el chofer se bajo de su asiento
para abrirme la puerta y ayudarme a bajar, tropecé al intentar bajar, si no hubiera sido
por el chofer me caigo en la acera. Camine unos cuantos pasos hasta la entrada, no me
había dado cuenta que por donde caminaba había una alfombra roja como la sangre que
llegaba hasta el altar de la iglesia, donde alcanzaba a ver la silueta de mi querido
Edward, Dios Bella ¿Cómo puedes decir semejante estupidez? Mi madre que sin darme
cuenta estaba enseguida de mí, me dio un ramo con obeliscos blancos.

-Es…mi flor…favorita-dije con una gran sonrisa, al ver los obeliscos.

-Edward las escogió.

Tome el ramo con fuerza y en eso mi padre me toma del brazo.

-Felicidades Is…perdón Bella.-me alegraba que me dijera Bella, yo le sonreí.-Estas muy


hermosa hija-una pequeña lagrima callo de uno de sus ojos.

-Papá, por Dios, no llores-le dije con una sonrisa burlona.

Mi padre me llevó hasta donde Edward se encontraba, en todas las bancas había adornos
con obeliscos blancos. Edward me extendió la mano y me dedico una de esas sonrisas
torcidas que tanto me…Cállate Bella. Tome la mano de Edward y mi padre me soltó el
brazo. Edward hizo círculos con su pulgar en mi mano y yo sentí que me sonroje.

-Lindo collar-me susurro.

-Linda camisa-dije en un susurro como el, se rió ante mi estupida respuesta.

Todo iba de maravilla, la mejor actuación de mi vida se podría decir, cuando llegamos a
la parte del si acepto fue cuando me puse mas nerviosa.

-Isabella Marie Swan Dwyer, aceptas a Edward Anthony Cullen Platt como tu esposo…
-Acepto-dije con una sonrisa sin ver a los ojos al sacerdote o a Edward.

-Edward Anthony Cullen Platt, aceptas a Isabella Marie Swan Dwyer como tu esposa…

-Para toda la vida.

Capitulo 6: No sabes cuanto te…

POV Bella.

Al escuchar las palabras de Edward, mi corazón dejo de latir, sentí que la sangre me
faltaba, Edward me miro extrañado como siempre y yo mire hacia otro lado.

-Entonces los declaro marido y mujer-dijo el sacerdote, Que no se le ocurra decir…-


Puedes besar a la novia-dijo el sacerdote con una sonrisa, lo que ni muerta me hubiera
gustado escuchar. Edward me hizo voltear a verlo, puso su mano en mi mejilla sentí que
me sonrojaba, un estremecimiento me inundo y el hizo su típica sonrisa torcida al verme
hacer el ridículo, ¿Acaso no se cansaba de verme sufrir? Me perdí completamente en su
bella mirada, sus ojos verdes me atraparon completamente, fue como si el y yo
fuéramos los únicos presentes en aquel lugar. El acerco su rostro al mió, cerré los ojos y
sentí unos labios en mi frente.

-Te amo Bella.

-Yo…

Aplausos y gritos interrumpieron lo que iba a decir, todos comenzaron a gritar de


felicidad, mientras yo me había quedado con mis palabras pegadas en la boca y con la
mirada de Edward aun en mis ojos. Podía verme reflejada en ellos.

-¿Qué tanto me ves?-pregunte un poco incomoda.

-Esque estoy viéndome en tus ojos, no valla a ser que tenga algún grano en mi rostro.-
dijo en un susurro poco audible para mí, pero por alguna razón me hizo enojar. Perdí
ese transe que tenia en sus ojos, después volví a verlo con repugnancia cuando tomo mi
mano y me volteo para que todos nos vieran con nuestros anillos puestos. Salimos
caminando por la gran alfombra roja tomados de la mano, ya íbamos en la puerta
cuando el apretó mi mano.

-Oye, ¿Qué te pasa?-le dije fulminándolo con la mirada.

-Cállate Bella…-me dijo en secreto pegando sus labios a mi oído. Cuando volví a verlo,
cambio el rostro a uno seco y sin expresión de alguna emoción-Ya vienen los invitados
a felicitarnos-dijo enojado y después suspiro para cambiar su rostro de enojo por una
sonrisa. Yo también cambie mi rostro confundido por una sonrisa, la mejor que pude.
Amigos y familiares nos fueron a felicitar, de tanto abrazo fuerte casi me sacan el
desayuno del día anterior. Mis mejores amigas y sus esposos –las que tenían- se
acercaron a mí para darme el abrazo de felicitación. Emmett el esposo de Rosalie me
levanto del suelo y me dio vueltas.
-Muchas felicidades amargueitor-dijo riéndose de su chiste, lo mire con repugnancia y
alzando una ceja.-Camarada…-dijo dirigiéndose a Edward que estaba aprisionado por
tantas chicas de Paris, las mire con enojo y las fulmine con la mirada, varias me vieron
del mismo modo pero no les tome mucha importancia.

-¿Podrían alejarse de el?-dije encaminándome hacia donde tenían a Edward casi


ahogándose, el abrió los ojos como platos al verme acercar hacia el y su multitud de
admiradoras. Muchas me gritaban cosas horribles, como… "Tu no mereces el amor de
Edward" "No tienes derecho a nada" entre otras cosas, se podría decir que esas fueron
las mas educadas que escuche. Alguien me empujo por de tras y caí al suelo
manchándome todo mi vestido de tierra y desgarrándolo un poco con las piedras que
estaban por allí, mis piernas no me respondían, me había empujado con tanta fuerza que
no sabia de donde había salido. Emmett y Jasper me ayudaron a levantarme, mis brazos
estaban ensangrentados.

-Eddie-escuche decir a una mujer con voz melodiosa. Traía un vestido largo de color
rosa pálido. Era de cabello rubio dorado y ondulado. Todas las chicas que rodeaban a
Edward se alejaron para dejar que la estupida esa se acercara a el. Edward se emociono
de verla, tanto que corrió hacia ella y la abrazo muy fuerte, sentí que mi cabeza
explotaba de verlo cerca de otra ¿Esos eran los celos? Interesante… Me dije a mi
misma, fue la primera vez que sentí ese sentimiento.

-Es un gusto verte Cassandra-dijo Edward teniéndola aun en sus brazos, yo fui y con la
mas fuerza que pudieron brindarme mis brazos y mi enojo, agarre a esa tal Cassandra y
la saque de los brazos de mi… Ni siquiera lo pienses, no lo digas Bella, es de tu
propiedad pero no…Bueno yo me entiendo sola. Esa tal Cassandra también se callo al
suelo poniendo un rostro asustado, pero aun así me fulmino con la mirada yo le saque la
lengua. Cuando voltee a ver a Edward el seguía viéndome con los ojos muy abiertos.

-Eso te enseñara a…a…a…No…empujarme y ensuciar mi vestido-dije para tapar lo que


en verdad iba a decir, Edward se enojo y me miro con repulsión. Se fue a ayudar a esa a
levantarse.-Y a ella si la ayudas a levantase-dije mordiéndome el labio inferior-Y yo,
que soy tu esposa, no tienes ni el mínimo aprecio por mi…-me tape la boca con las
manos y todos mis amigos y familiares me miraron extrañados.

-Bella…ella es solo mi amiga.

-Conozco muy bien ese tipo de amigas…-dije aun mordiéndome el labio inferior,
levante la cabeza y el alzo una ceja-Luego me dejaras por ella-dije con voz de mala
actriz melodramática.

-Estupida, rompiste mi vestido-dijo la loca esa viendo una pequeña pero pequeña
raspadura en la falda del vestido, yo la mire satisfecha de haber cumplido con algo de
mi plan.

-Tu casi me rompes el brazo…creo que estamos a mano ¿No lo crees?-dije riéndome,
ella me fulmino con la mirada y Edward hizo lo mismo.

-Bella… ¿Por qué eres así con ella?


-No me cambies de tema Edwin… ¿Por qué la defiendes más a ella?

-Por que ella es mi amiga.

Comencé a llorar, sus palabras me dolieron hasta el alma. ¿Tanto había llegado a amar
a Edward? No… no lo creo… Bella… Tu no estas enamorada de ese idiota, es solo un
espejismo, una atracción, no es nada de amor, no digas estupideces. Me di la vuelta,
me quite los odiosos zapatos de tacón alto y corrí descalza por la ciudad, el dolor que
sentía en mis pies por lastimármelos con las piedras no se comparaba con la gran
tristeza que traía en mi mente. Llegue hasta el parque en el que nos habíamos quedado
Edward y yo en nuestra primera cita, si a esa cosa le puede llamar uno cita. Me subí al
más grande árbol, varios trozos de mi vestido se quedaron en las ramas de los árboles, al
llegar a una rama gruesa y estable, me quede allí sentada llorando.

POV Edward.

-No me cambies de tema Edwin… ¿Por qué la defiendes más a ella?-Hasta diciendo mi
nombre mal se veía tan hermosa.

-Por que ella es mi amiga.-Dije sin pensar dos veces lo que iba a decir, pero salio de mi
boca. Ella comenzó a derramar lágrimas de sus hermosos ojos chocolate, me dio la
espalda, se quito sus zapatos y salio corriendo.-Bella…-dije con voz inaudible, ni yo
pude escucharme. Todos los invitados se nos quedaron viendo a mí y a Cassandra.
Cassandra Encinar me miro y después se comenzó a burlar.

-Vaya esposa que te conseguiste Edward.

Sin pensarlo dos veces me fui corriendo para alcanzar a Bella, me pare en la esquina
pensando para que lado se habrá ido, una pequeña mirada a la acera me dio a conocer
por donde se fue, un sendero de sangre me condujo hasta el parque donde tuvimos
nuestra primera cita, sonreí al ver que escogió ese lugar para ir a llorar y desahogarse.
Lindo detalle mi amor. En el árbol más grande, unos pedazos de tela me guiaron al sitio
donde se encontraba ella. Trepe a la rama donde ella estaba, estaba con los ojos
cerrados, pero las lágrimas seguían saliendo de ellos. Me senté enseguida de ella y
pareció notar mi presencia.

-Lárgate-dijo aun con los ojos cerrados.

-Nunca me iría de tu lado Bella…

Ella abrió los ojos y se bajo de un salto al pasto que estaba abajo del árbol, hice lo
mismo que ella, no se movió, se quedo ahí parada dándome la espalda.

-Vete, por favor.-dijo con la voz quebrada.

-Jamás.-Me pare enfrente de ella, agacho la cabeza y yo la obligue a verme de nuevo,


sus ojos iban a otra dirección.-Perdóname Bella…-tome su rostro entre mis manos. Ella
cerró sus ojos y yo hice lo mismo. Sentí algo en mis labios, abrí los ojos
cuidadosamente y ahí estaba, yo besando a mi hermosa Bella.-Bella…No sabes cuanto
te…
-No digas nada.

Capitulo 7: Como sobrevivir con un idiota [parte 1]

POV Bella.

Después de aquella hermosa salida de la iglesia después de la boda –nótese el sarcasmo-


y aquel beso que le di a Edward, todo pareció ir de maravilla. Edward me tomo la mano
y me llevó hasta una de sus casas de Paris, donde nos esperaba una gran fiesta. Me dio
vergüenza entrar con el vestido roto, lleno de tierra y lodo. Pedazos de ramas de los
árboles, descalza y toda ensangrentada de los pies.

-Eh, estuvo divertido lo que hiciste con Cassandra-dijo el recordando cuando avente a
su amiga a la acera. Los dos nos comenzamos a reír.

-Eso es lo que pasa cuando se meten con el vestido de Bella-dije riéndome y tapando la
verdad.

-Eres especial Bellz.-Me sonroje mucho, sentía que el rostro me iba a estallar de tanto
que me sonroje.-Por eso te amo.

-Isabella, lo que hiciste…-dijo Renee acercándose enojada hacia mi, estaba que sacaba
chispas, pero cuando vio que Edward y yo estábamos tomados de la mano ella sonrió-
Yo sabia-dijo dando brincos como loca por toda la fiesta. Varios se le quedaron viendo
a Renee por que seguía brincando a pesar de que Edward y yo nos fuimos de ahí, Alice
me llevó un vestido de color azul cielo. Yo hice una mueca.

-Pero si mi vestido me gusta mucho-dije viéndolo, cuando me di cuenta de que habían


hormigas en el grite y Edward me miro para después reírse como loco. Lo fulmine con
la mirada al darme cuenta de que las Hormigas estaban más que muertas. El se encogió
de hombros aun riéndose de mi.-Esta bien…-dije accediendo a ponerme el vestido.

-Pero báñate, que das asco-dijo Edward con repulsión, yo le saque la lengua y me fui al
baño, subí las grandes escaleras y al llegar al fin de ellas camine hacia la izquierda para
buscar el baño-Esta en la derecha tonta.

Voltee y lo fulmine con la mirada, me di la vuelta y encontré el baño, esta a la derecha


tonta. Las palabras esas retumbaron en mis oídos tanto que al llegar al baño patee la
tina, me dolió más a mí que a la tina, ya que yo estaba descalza. Abrí la llave del agua
caliente, me quite el vestido y entre a la tina. El agua se pinto de color rosa por toda la
sangre que había salido de mis pies, los talle con tanta fuerza que hubiera preferido
seguir descalza a tener que torturarme con ese horrible dolor. Al terminar de bañarme y
lavarme los pies como loca, me salí de la tina, me seque y me puse el vestido que me
dio Alice. Mis pies me dolían por cada paso que daba, a brincos o caminando con un pie
llegue a una recamara, supuse que era de Edward, me senté en la cama y subí los pies
para no tener que soportar mas ese dolor cuando caminaba o tenia los pies en el suelo.

-Bellz-Me llamo Edward desde afuera, de seguro creyó que estaba en el baño aun.

-Estoy por acá-le grite, el llego con una sonrisa torcida a la recamara donde estaba.
-Mas tonta no puedes estar…-dijo viendo mis pies con cicatrices y cortaduras-Llamare a
Carlisle.

Antes de que pudiera detenerlo, el salio de la recamara y antes de irse me dio un beso en
la frente. Llego en compañía de Carlisle, el llevaba un maletín de primeros auxilios y
me quede con los ojos como platos. ¿Carlisle, el dueño de los bancos, también es
medico? El me dedico una sonrisa y saco de su maletín un bote con alcohol y unos
trapos.

-Carlisle…-le dije mirándolo, me estaba curando mis heridas.-Pero si eres… ¿Cómo…?

-Inicialmente estudie para ser medico Bella-dijo con una sonrisa-Al morir mi padre me
dedique al banco y solo curo personas cuando ellas lo necesiten.

-O solo para curar a las personas más idiotas-dijo Edward con voz indiferente. El estaba
recargado en la pared con la mirada fija en otro lugar.

Carlisle alzo las cejas y me miro con una sonrisa, yo se la devolví.

-Creo que ya estas lista-dijo cortando la venda que había puesto en mis pies.-Procura no
hacer esto de nuevo Bella…En cuanto a ti Edward, hicimos esto para que vivieran
felices tu y ella no esa Cassandra y tu ¿Entendido?

-Como digas-le seguía estando en el mismo lugar y hablando con el mismo tono de voz,
Carlisle salio de la recamara y Edward se acerco a mi dándome un beso en la frente-
¿Cómo te sientes?

-Que te importa-dije cruzándome de brazos y mirando hacia otro lugar. Tomo mi rostro
y me obligo a verlo a los ojos-Edward…

El me tapo la boca y me llevó hasta otra recamara, me dejo en la cama y yo lo mire


extrañada, el se fue a un tipo armario y regreso con unos zapatos blancos y me los puso.
Alce una ceja y el me sonrió, me volvió a tomar en sus brazos y me llevó hasta el jardín,
donde estaban todos los invitados, al vernos sonrieron, y yo sentí que me ponía roja
como un tomate. Todo estaba adornado muy hermoso, habían velas por todos lados, las
mesas estaban cubiertas por manteles blancos con encajes azules, había un jarrón en
cada mesa y cada uno tenia un ramo de obeliscos blancos.

-Espero que todo te guste-dijo Edward.

No dije nada, por que la verdad no sabia que rayos decir, no tenia palabras para explicar
lo que sentía en ese preciso momento. Me bajo de sus brazos para abrazarme con fuerza
e intentar bailar, lo único que yo hacia era levantar un pie y luego el otro ya que no
soportaba el dolor. Edward se reía de mí, aprovechando de que los zapatos terminaban
en pico le di una patada en la pierna y se estremeció de dolor.

-Estamos a mano-le dije con una sonrisa burlona viéndolo retorcerse-Me hiciste sufrir
ahora te toca a ti.

-No sabía que fueras tan vengativa.


-No sabia que fueras tan niña-El me fulmino con la mirada y yo solo sonreí con malicia.

Nos quedamos así un rato, nadie hablo, varios invitados se fueron a la dizque pista de
baile y bailaron junto con nosotros – si a nuestro baile se le puede llamar así – bostece y
Edward me tomo en sus brazos de nuevo.

-A donde me llevas-le dije fulminándolo con la mirada.

-Enserio ¿No te cansas de preguntar idioteces?- Negó con la cabeza y me llevó hasta la
recamara donde Carlisle me había curado o medio curado los pies.-Necesitas dormir
algo, mañana empieza nuestra vida juntos.

-Algo me dice que va a doler-dije con una mueca.

Soltó una pequeña risita y me dejo en la cama. Me cubrió con las cobijas y se fue a
sentar a una silla que estaba del otro extremo de la recamara, mis ojos me pesaban por el
sueño, Edward solo me sonreía desde donde estaba, le devolví la sonrisa. Me sentía
realmente sola en la cama, aunque el estuviera conmigo no podía abrazarlo ni nada por
el estilo, lo llame y el levanto su rostro hacia mi con una gran sonrisa. Se sentó junto a
mí y me paso su brazo por la cintura.

-Quiero tenerte junto a mi-le dije recostándome en su pecho, escuchaba el latir de su


corazón, cosa que me lleno de alegría al saber que latía tan fuerte como el mió, supongo
que mas que el mío.

-Siempre estaré junto a ti, nada nos separara.

-Eso es lo que deseo.

Así nos quedamos un buen rato hasta que comenzó a tararear una hermosa melodía,
jamás la había escuchado pero me encanto, me pregunte si solo la tarareaba por que no
tenia nada mejor que hacer. En cuestión de minutos me quede dormida. Al despertar, ya
era de día, mire hacia todos lados pero no había señales de Edward, sentí que sacaba
chispas. De seguro se arto de mi y se fue con su amiga la Cassandra esa. Me dije en la
mente, me jale el pelo y me saque unos pocos, grite pero nadie me escucho, me levante
de la cama y camine hacia abajo, no había nadie, salí al jardín y ahí estaba el idiota que
me había dejado sola. Estaba dormido en la banca del jardín tenia un libro entre sus
manos. Llegue y le di un puñetazo un poco fuerte en el estomago. El se retorció, abrió
los ojos y me fulmino con la mirada.

-¿Qué te pasa?-dijo enojado.

-tengo hambre, dame de comer-dije cruzando los brazos y alzando una ceja.

-Eres mujer, hazte algo de comer tu sola.

-Creí que me amabas y arias cualquier cosa que te pidiera-dije actuando tristeza y
tirándome en el pasto simulando estar llorando.
-¿Y que te hace pensar que se cocinar?-No conteste solo hice como que estaba llorando-
Ya voy, ya voy.-dijo a regañadientes, sonreí y camine junto a el hasta la cocina. Me
limpie las falsas lagrimas y el solo me miraba con repulsión.-Hay pan y carne de ayer,
hazte de comer.

-No quiero, quiero que tú me hagas de comer-dije cruzándome de brazos de nuevo.


Camino hasta donde estaba el pan, tomo un vaso y una jarra con agua pura.

-Cierra los ojos-dijo el con esa sonrisa torcida, yo obedientemente los cerré y espere a
que me dijera otra cosa.-Ábrelos-abrí los ojos y me encontré con un vaso de agua y un
pan mas viejo que mi abuela. Lo mire extrañada.

-¿Me vas a tener a pan y agua?

-Es lo único que se cocinar ¿Entendido? Si no te gusta me vale, te lo comes.

Capitulo 8: Te Odio mi Amor

-Tus repentinos cambios de ánimo me provocan vómitos-dije con una mueca, cuando se
acerco a mí y me beso.- ¿Por qué eres así?

-Que te importa-dijo serio y se sentó en una silla enseguida de mí.

-Enserio…eres extraño…pero…especial-Dije encogiéndome de hombros, me levante de


la silla y me senté arriba de su pierna. El bajo la mirada y suspiro, tome su rostro entre
mis manos-Te…

-Edward-me interrumpió esa odiosa voz, la de Cassandra Enzinar-Hola, ah…Raquel.

-Hola Pancrasia ¿Cómo has estado?-le dije con una sonrisa burlona, mire a Edward que
aun seguía con mis manos en su rostro, el hizo su hermosa sonrisa torcida y después se
quito mis manos de su rostro. Volví a poner mis manos en su rostro y lo bese, lo aferre a
mi y el a mi.

-Creo que interrumpo…-dijo con una estupida sonrisa-Genial-dijo con alegría.

Ni Edward ni yo le prestamos atención, hasta que Edward aparto mi rostro del suyo, me
sonrió y yo hice lo mismo, después me volvió a besar. No nos dimos cuenta cuando
Cassandra se fue, el volvió a apartar mi rostro del suyo. Me susurro algo en otro idioma,
no entendí cual, me dio un beso en la mejilla y me llevó en sus brazos hasta el jardín.
Me bajo en donde habían muchas flores de color lila, me recosté arriba de ellas, el hizo
lo mismo que yo. Nos miramos fijamente por un rato.

-Soy así por que no se cual de los dos Edward es el que quiere estar junto a ti-dijo
acercando su rostro a mi. Paso su nariz por mi mandíbula. Le tome el rostro y lo aferre
al mió dándole un beso, el hizo lo mismo que yo.

-Solo se quien eres en verdad.-Me volvió a besar-Te amo Edward.

-Yo también Bella…


Nos quedamos en el jardín un buen rato viéndonos sin nada más que hacer, hasta que
me dio hambre. Intente soportar las ganas de decirle que tenia hambre, quería estar así
toda la vida si era posible. Hasta que mis tripas delatadoras comenzaron a rugir, Edward
me miro con los ojos como platos y se alejo de mí. Se levanto de las plantas y se cruzo
de brazos.

-Te dije que comieras eso-dijo moviendo la cabeza, comencé a reírme y el me sonrió-
Ven conmigo-me dio la mano, la tome y me ayudo a levantarme, me sacudí las flores
que se habían pegado a mi vestido morado. Me llevó hasta la cocina tomándome de la
mano, me sonroje mas que nunca, me miro fugazmente y pude ver que el se sonrojo
también un poco.

-No te pongas tan rojo, puedes explotar-dije con una pequeña risa.

-¿Lo dices por experiencia propia? Eh, tomate-dijo con voz burlona, me dio un beso en
la mejilla y al llegar a la cocina me senté en la silla de siempre.

-¿Qué haces?

-Eh, tu comida-me miro y me saco la lengua, me crucé de brazos y espere a que el dijera
algo o me trajera algo que si fuera comida, no una rebanada de pan viejo y un vaso de
agua. Cruce las piernas y los brazos, después de un tiempo me aburrí y recosté mi
cabeza en la mesa y me puse a jugar con unos saleros que estaban sobre la mesa-Ya casi
esta-Levante la cabeza y volví a sentarme correctamente esperando a que me trajera la
comida. En unos minutos apareció con una charola plateada, tenia frutas y verduras por
todos lados y en el centro había algo escrito con ejotes: Te Odio mi Amor.

-Yo también te odio-le dije con una sonrisa, el me beso y comencé a comerme la
ensalada que me había hecho.

Capitulo 9: Como vinagre para chocolate.

POV Lucia.

Me encontraba en la casa de la familia de Bella, estábamos Sakura y yo tomando el té


con la madre de Bella. Afuera de la casa en el jardín de ellos, estaba muy bien cuidado,
se notaba que les gustaba mucho la naturaleza en su casa, había miles de flores en los
extremos de las paredes, de todos los colores. También había una fuente de piedra ya un
poco gastada pero le daba un toque especial. Estaba por tomar el primer sorbo de mi te
cuando llego Jacob el amigo de Bella, me sonroje al verlo, era tan apuesto.

-Hola buenas tardes-dijo muy educadamente saludándonos a todas. Yo le sonreí y el me


devolvió la sonrisa, sus sonrisas eran tan calidas, su sonrisa se hizo mas grande hasta
que exhibió sus resplandecientes dientes blancos como la nieve.-Señora Swan-dijo
dirigiéndose a la madre de Bella, Renee lo vio y le presto atención-¿Dónde queda la
casa de Cullen? Quiero visitar a Bella.

-Me temo que no serás bien recibido por Edward-dijo Renee, Jacob pareció no
importarle.
-Yo quiero visitar a Bella no a Cullen-dijo ahora un poco alterado, tanto que su piel
rojiza comenzó a ponerse más roja de la cara.

-Bueno Jake, pero recuerda que te lo advertí-Le dio una nota donde estaba la casa donde
ahora vivía Bella, Jacob salio corriendo de la casa de Renee, yo sentí la nesecidad de ir
tras el.

Me levante de la mesa tome mi sombrilla y salí para seguir a Jacob. El se había


adelantado mucho, claro el no trae mas de tres kilos de ropa. Al estar afuera le pedí a
uno de los chóferes de Renee que siguieran a Jacob, me subía una y lo perseguí hasta
casa de Bella, había recorrido muchos kilómetros corriendo, ¿Tanto quería ver a Bella
que aguanto más de tres kilómetros corriendo? Llegamos a la casa, me baje una calle
después para que Jake no sospechara que lo seguía, cuando iba cruzando la calle el iba
entrando a la casa, se había trepado por la reja ya que Edward no le quiso abrir –al
parecer- después escuche la voz de Bella muy feliz.

-Jake-grito en cuanto lo vio, me subí a un árbol que estaba por allí, batalle mucho para
subir ya que el vestido no me dejaba hacer muchas cosas.

-Jacob, lárgate de mi casa-dijo Edward muy enojado jalando a Bella del brazo ella se
soltó y le susurro algo a Edward-Les dejare solos un momento-dijo a regañadientes
entrando a su casa.

-Buen esposo, eh-dijo Jacob mordiéndose el labio inferior, Bella soltó una pequeña
risita.-La razón de mi visita es…-hizo una pequeña pausa antes de añadir-Decirte algo
que debí decirte el día de tu boda-Bajo la cabeza, Bella solo lo miro. Jacob tomo el
rostro de ella en sus manos, en ese momento sentí celos y unas ganas de ser Bella.-Te
amo Bella-Bella se quedo petrificada en donde estaba y mas cuando Jacob la beso, la
puerta de la casa se abrió y Edward estaba que sacaba lumbre. Bella se alejo de Jacob,
se acerco a Edward pero el la aventó.

-Edward…-dijo Bella con tristeza y unas pequeñas lágrimas en sus ojos chocolate.

-Admítelo Bella, lo quieres mas a el que a mi-Dijo Edward muy enojado, tanto que no
parecía el.

-Si Bella, dile la verdad-dijo Jacob con una sonrisa burlona-Dile que me quieres mas a
mi.

-Sabes, no me des explicaciones-Dijo Edward cuando Bella estaba por decir algo-
Supongo que aquí termina todo, vete con tu amiguito el negro y déjame solo.

-Edward…yo…

-Bella, lo que hubo entre nosotros no fue nada…-Edward la empujo y ella cayo al suelo,
Jacob la ayudo a levantarse. Ella lo miro fijamente a los ojos, Jacob le sonrió pero ella
le respondió con una cachetada.

Bella salio de la casa y se fue corriendo, Jacob la siguió pero se quedo parado en la
esquina. Esta es mi oportunidad. Me dije a mi misma con una sonrisa. Me baje
cuidadosamente del árbol y me encamine hasta donde se encontraba Jacob, llegue junto
a el lo mas natural posible, para que no sospechara que estaba viendo lo que paso. El
pareció darse cuenta de mi presencia, volteo a verme y me sonrió.

-¿Qué pasa?-Le pregunte.

-Todo me sale mal…-dijo un suspiro ahogado-Primero no digo mis sentimientos a


tiempo y después termino rompiendo la felicidad de mi mejor amiga.

-No todo te sale mal-le dije con una sonrisa-Aun tienes a tu familia y a mas amigos que
te quieren.

Cuando Jacob me beso me quede congelada por tres segundos no podía creer lo que
estaba pasando en ese instante. Me sentía en las nubes o como si hubiera llegado al
cielo. Le correspondí el beso sintiendo aquellos labios calidos y suaves, sus manos
ardientes abrazándome por la cintura contra su cuerpo como sino quisiera soltarme
nunca.

POV Bella.

Estupido Jacob, al fin había encontrado mi razón para seguir existiendo en este estupido
mundo de perdición, y el idiota lo arruina todo besándome enfrente de Edward. Madita
rata estupida, tenia demasiado enojo como para ir y arrancarle su cabeza de sapo.
También se la iría a arrancar al estupido que se hacia llamar mi esposo, ese tonto de
Edward Cullen. Si tanto me amaba ¿No pudo haber escuchado mis palabras? Por esa
razón no quería casarme, terminas siendo una estupida cuando te enteras de que no te
quiere. Iba pateando cualquier cosa que encontraba –Las personas no- estaba que
echaba chispas.

-Señorita Swan ¿Qué le pasa?-dijo un amigo de mi padre, lo fulmine con la mirada y lo


empuje.- ¡Señorita Swan!-grito enojado yo solo lo mire de nuevo y le patee la pierna
haciendo que se retorciera de dolor.- ¿Qué le pasa?

-¡Cállese!-le saque la lengua y me fui caminado a zancadas a casa de Renee-Estupidos


hombres-Todos los que me veían maldecir me miraban con miedo, me les quede viendo
peor y ellos bajaban las miradas o se iban corriendo.-Los odio-dije cuando vi a unos
muchachos tomando cerveza afuera de la cantina-Estupidos.

Llegue a la frutería, el dueño estaba limpiando las manzanas –que estupido- le di una
patada a la carreta y todas las frutas se cayeron, el dueño me fulmino con la mirada y yo
le hice lo mismo.

-¡Policía!-grito el señor, alcé una ceja y me fui corriendo-Síganla.

Me di cuenta de que los malditos policías me persiguieron, alcance a llegar a mi casa


pero no alcance a abrir la reja, bufe y después me trepe como pude en un árbol para
brincarme la barda.

-Señorita Swan bájese del árbol, tiene que pagarnos muchas cosas.
-¿Pagarles? Vallan a pedirle dinero a su abuela-llegue hasta la barda y me tire a la otra
parte de mi casa, me fui corriendo ya muy cansada y abrí la puerta de mi casa. Cerré la
puerta y trate de tranquilizarme un poco, pero estaba muy agitada de tanto correr y tanto
enojo que traía, de pronto mi madre apareció.

-Niñita, tenemos mucho de que hablar-dijo apuntándome con el dedo.

-Mamá-Me acerque a ella la abrace y comencé a derramar lagrimas como una tonta-
Edward…

-Ya se lo que paso-Me llevó hasta la sala de la casa y nos sentamos en el sillón para dos
personas-Tu… ¿prefieres a Jacob?

-El solo es mi amigo mamá-la volví a abrazar y ella me dio palmadas en la espalda-Pero
cuando comencé a querer a Edward…todo se vino abajo gracias a el.

-El no quiso escucharte ¿cierto?-asentí con la cabeza y ella me sonrió-Todo se arreglara


ya lo veras.

-Eso es lo que mas quiero.

-Pero primero, debemos deshacernos de estos antes de que llegue tu padre-dijo


señalando a los policías que estaban afuera de la casa. Me mordí el labio inferior.-Tu
padre se enojara…Creo que ya se que hacer.

-No mamá, ni se te ocurra, que yo… corra hasta mas no poder y escapar de la policía y
después me pondrán en un cartel de Se busca, y…y…

-Isabella, tranquila. Mi idea era pagarles o hacer que hagas trabajo comunitario…

-Ay no mami como crees que tu hija va a limpiar la ciudad, no, ni siquiera lo pienses.
Mejor págales-dije con una sonrisa burlona.

-Señorita Swan ¿Qué le pasa?-dijo un amigo de mi padre, lo fulmine con la mirada y lo


empuje.- ¡Señorita Swan!-grito enojado yo solo lo mire de nuevo y le patee la pierna
haciendo que se retorciera de dolor.- ¿Qué le pasa?

-¡Cállese!-le saque la lengua y me fui caminado a zancadas a casa de Renee-Estupidos


hombres-Todos los que me veían maldecir me miraban con miedo, me les quede viendo
peor y ellos bajaban las miradas o se iban corriendo.-Los odio-dije cuando vi a unos
muchachos tomando cerveza afuera de la cantina-Estupidos.

Llegue a la frutería, el dueño estaba limpiando las manzanas –que estupido- le di una
patada a la carreta y todas las frutas se cayeron, el dueño me fulmino con la mirada y yo
le hice lo mismo.

-¡Policía!-grito el señor, alcé una ceja y me fui corriendo-Síganla.


Me di cuenta de que los malditos policías me persiguieron, alcance a llegar a mi casa
pero no alcance a abrir la reja, bufe y después me trepe como pude en un árbol para
brincarme la barda.

-Señorita Swan bájese del árbol, tiene que pagarnos muchas cosas.

-¿Pagarles? Vallan a pedirle dinero a su abuela-llegue hasta la barda y me tire a la otra


parte de mi casa, me fui corriendo ya muy cansada y abrí la puerta de mi casa. Cerré la
puerta y trate de tranquilizarme un poco, pero estaba muy agitada de tanto correr y tanto
enojo que traía, de pronto mi madre apareció.

-Niñita, tenemos mucho de que hablar-dijo apuntándome con el dedo.

-Mamá-Me acerque a ella la abrace y comencé a derramar lagrimas como una tonta-
Edward…

-Ya se lo que paso-Me llevó hasta la sala de la casa y nos sentamos en el sillón para dos
personas-Tu… ¿prefieres a Jacob?

-El solo es mi amigo mamá-la volví a abrazar y ella me dio palmadas en la espalda-Pero
cuando comencé a querer a Edward…todo se vino abajo gracias a el.

-El no quiso escucharte ¿cierto?-asentí con la cabeza y ella me sonrió-Todo se arreglara


ya lo veras.

-Eso es lo que mas quiero.

-Pero primero, debemos deshacernos de estos antes de que llegue tu padre-dijo


señalando a los policías que estaban afuera de la casa. Me mordí el labio inferior.-Tu
padre se enojara…Creo que ya se que hacer.

-No mamá, ni se te ocurra, que yo… corra hasta mas no poder y escapar de la policía y
después me pondrán en un cartel de Se busca, y…y…

-Isabella, tranquila. Mi idea era pagarles o hacer que hagas trabajo comunitario…

-Ay no mami como crees que tu hija va a limpiar la ciudad, no, ni siquiera lo pienses.
Mejor págales-dije con una sonrisa burlona.

Capitulo 10: La idea.


POV Renee

No sabia que hacer con Bella, estaba totalmente diferente, no hablaba, no comía, no era
como antes que se despertaba y se iba con sus amigas, desde ayer que llego corriendo a
la casa me preocupe mucho, hable con Charlie y el me dijo que lo que debía haber entre
ellos seria comunicación. El tenía razón, debían hablar, pero ¿como haríamos que
hablaran sin que salieran enojados? Decidimos ir con Esme y Carlisle para pedirles
ayuda y nos encontramos con la misma historia, Edward no era el mismo de siempre,
cosa que nos alegro que se extrañaran entre ellos y que se amaban. Después de tanto
pensar, Carlisle fue el que nos dio la idea más maravillosa de todas.
-Yo tengo una casa en Inglaterra, la acabo de comprar, lo que podemos hacer es…-hizo
una pausa antes de añadir-Decirles que deben alejarse de Paris un tiempo para olvidarse.
Llevaremos primero a Bella y en la noche cuando ella este dormida llevamos a Edward.

-Que inteligente eres-dijo Charlie-En tres días, ahora mismo le diremos a Bella que la
mandaremos un tiempo para allá.

-Haremos lo mismo-Dijo Esme muy entusiasmada.

Salimos de la casa de los Cullen hacia la nuestra, nos subimos al carro que acababa de
comprar Charlie. El camino fue silencioso pero aun así yo iba que estallaba de alegría.
Llegamos a casa y Bella seguía en su recamara recostada, subí hasta su cuarto y me
encontré con la sorpresa de que estaba vomitando, muy preocupada corrí junto a ella y
me abrazo.

-¿Qué pasa Bella?

-Supongo que el pollo de hace rato me cayo mal-dijo limpiándose las lagrimas que le
estaban saliendo de sus pequeños ojitos chocolate que había sacado de su padre.

-Bella, creo que deberías alejarte de Paris por un tiempo, así lo olvidaras mas rápido-La
ayude a levantarse del suelo, y la lleve hasta su cama, la recosté y ella me miro con un
poco de alegría en su cara.-Te acabamos de conseguir una casa en Inglaterra para ti
sola-le dije con el mayor entusiasmo que pude para pegarle un poco de el.- ¿Qué dices?

-Claro mamá, creo que eso me ayudaría.

-Mañana comenzaremos a guardar tus cosas, en tres días te llevaremos.-Ella asintió con
una enorme sonrisa.

Epilogo: La vida Cambia.

POV Edward.

Mas estupido no pude ser al pensar que Bella me iba a querer tanto como yo a ella, solo
pensar que me dejo por aquel negro estupido me hacia sentir mucho peor sentía que me
iba a matar a cualquiera que se acercara a mi. Mi madre intento calmarme pero no pudo,
también la madre de Bella trato calmarme pero si mi madre no pudo menos ella. Cada
persona que venia a verme quedaba totalmente extrañado de verme así, era raro de mí
estar más enojado que una fiera. Bella lo había sido todo para mí, mas cuando
estuvimos juntos cuando nos casamos pero ahora paso a ser la peor persona que piso la
faz de la tierra, la persona que había acabado con mi vida. En estos días que estuve
encerrado en mi cuarto sin querer salir y ver a alguien, estuve pensando seriamente en
irme de Paris por un tiempo, reflexionar un poco e intentar reconstruir mi vida con otra
chica. Había hablado con mis padres acerca de eso y parecieron estar de acuerdo, mi
madre sonrió muy felizmente, tanto como la vez que le confesé lo de Bella.

-¿No pensaras hablar con Bellz?-dijo Esme.


-Ni me menciones a esa desgraciada-dije fulminando la comida con la mirada, me
levante de la mesa sin decir nada mas y salí hacia fuera para ir a caminar al parque,
quería que me diera un poco el sol antes de irme a Inglaterra.

Lo que antes habían sido mis aspirantes para pasar toda la vida conmigo, se habían
convertido en mis aspirantes para olvidar a Bella. Todas me miraban con desaprobación
ya que sabían que ella y yo nos habíamos casado sin amor, aparentemente. Llegue al
parque donde había pasado mi primera cita con ella, me senté en la misma banca de
color verde y oxidada, e imagine la silueta de Bella con su vestido color melón que
llevaba ese día, con la sombrilla que le compre entre sus manos. Varias chicas pasaron
delante de mí, pero ninguna me llamaba completamente la atención como para
olvidarme de ella aunque sea unos minutos. Alice y Jasper, acompañados de Rosalie y
Emmett pasaron también junto a mi fulminándome con la mirada.

-¿Y a ustedes que les pasa?-les solté enojado por su manera de mirarme con
desaprobación, Alice se acerco a mi y me dio una cachetada.

-Eres la persona mas idiota del mundo-dijo ella enojada, su pequeña y fina cara de
duende se había vuelto el de un ogro hambriento. Se fueron los cuatro lejos de mi,
dejándome de nuevo en la soledad, levante la cabeza hacia el sol, el parecía ser el único
que me sonreía, unas densas nubes grises taparon el cielo azul y la hermosa luz del sol.

-Estupido sol-dije enojado.

Aunque estaba enojado con Bella, quería verla de nuevo, volver a ver esos ojos
chocolate que me hacían sentir especial y único cuando me miraba tiernamente. Sus
mejillas sonrojadas cuando le tomaba de la mano, su corazón que latía tan fuerte como
el mió cuando le abrasaba. En fin, auque quisiera olvidarla, seria imposible. Una silueta
de mujer, con un vestido color ámbar y una sombrilla blanca que reconocería en
cualquier lugar, se acerco un poco a mí, la chica llevaba la cabeza agachada y un poco
tapada con el sombrero blanco con un listón rojo y frutas artificiales. Su cabello
chocolate desprendió brillos rojizos por lo poco que quedaba de luz del sol. Tan
radiante como siembre Bella. Dije en mi mente. Me levante para ver si ella levantaba la
cara y ver sus ojos chocolate por última vez antes de irme. Ella dio varios pasos hasta
llegar a donde estaba yo y me piso el pie con la punta de los tacones.

-No te me cruces en el camino-Soltó ella enojada, levanto un poco la cara y los vi, los
tiernos ojos chocolate que me hacían suspirar.- ¿Qué es lo que quieres?-pregunto de
mala gana.

-Solo quiero decirte que no quiero volver a verte en mi vida.

-Como si quisiera verte de nuevo-se mordió el labio inferior y siguió caminando. Me


quede plantado hay donde ella me pisó. Adiós para siempre mi pequeña bipolar. Le
mande un beso y camine hacia su casa para despedirme de Renee y de Charlie para
decirles que me iba de Paris, aunque de seguro ya lo sabían, siempre se cuentan todo
entre mis padres y ellos. Al llegar a la casa, como en todos lados la gente me fulminaba
con la mirada, las que antes habían querido estar junto a mí ahora no querían ni verme
ni en la sopa. Renee me sonrió muy alegremente, yo se la devolví como pude. Le dije
que me iría y ella me sonrió.
-Ya lo sabia Edward, Esme me lo dijo-ella bajo la cabeza y sus rizos se cayeron hacia
delante-Bella también se ira un tiempo-trago saliva y puso la cara de tristeza-Aunque
me necesite mas que nunca ella quiere irse, hoy fue a despedirse de sus amigas que ya
se van a su país y de sus amigos de aquí.

-Yo vine solo a despedirme de ustedes, pero pienso que Charlie no me va a querer ver.-
Ella negó con la cabeza con una media sonrisa.-Nos veremos luego Renee.

-Adiós Edward-Me abrazo muy tiernamente como si ella fuera mi madre.

Al cruzar en el umbral recordé la primera cita cuando le tome la mano, di un suspiro


ahogado y seguí caminando hasta mi casa tratando de evitar las miradas fulminantes de
todos los que me encontraba. Llegue a mi casa a guardar las últimas cosas ya que en tres
días me iría a Inglaterra a una casa que me rentaron mis padres. Ellos me dijeron que
estar en ese lugar me subiría el animo, así que solo por esa razón acepte, estar alejado de
Bella me haría olvidarla ¿O no?

POV Bella.

Por dentro me estaba desgarrando pero por fuera le tiraba flores podridas a todo el que
se acercaba a mi. Por fuera solo estaba más deprimida que el tío Earl cuando se acababa
el pan con pasas. Solo sabia que estar sin Edward me hacia sentir peor y caer en una
extraña depresión, además de eso, estos días he tenido unos dolores espantosos en el
vientre, además de los asquerosos vómitos. Ahora me caía a cada rato gracias a los
malditos mareos que tenia constantemente, mi madre ya preocupada por que eso durara
mucho tiempo llamo al doctor, bueno a Carlisle. Me había dado una noticia que me
había cambiado la vida completamente después de que ese estupido no me quiso
escuchar. Estuve esperando a que Carlisle me dijera algo, el solo sonrió muy alegre y
me abrazo.

-Edward fue un tonto al dejarte-dijo el con una sonrisa enorme, yo solo le mire
confundida tratando de adivinar la razón por lo que decía eso. Esme sonrió y Carlisle
asintió levemente con la cabeza.

-Hay Edward-dijo Esme desde la esquina del despacho de Carlisle.

-¿Qué es lo que me pasa?-dije poniéndome la mano en la cabeza. Carlisle y Esme solo


me miraron aun con la sonrisa pintada en los labios.

-Bella…-dijo Carlisle-Vas a tener un hijo de Edward.

-¿Qué?-actué estar más enojada que el tío Earl cuando se picaba mucho con el chile de
árbol. Aunque por dentro la noticia me tenia muy alegre, me toque el vientre y ellos me
miraron muy tiernamente-No le diré nunca, ni ustedes-cuando dije ustedes plante la
mirada en ellos y los amenace con el dedo, ellos hicieron como que se cerraban la boca
con un candado y tiraban la llave por la ventana-Gracias-dije con mala gana.

Salí del despacho de Carlisle, regrese a mi casa caminando para pasar por el parque
donde había estado con Edward en la primera cita. Abrí la sombrilla blanca que me
había regalado. Había alguien sentado en nuestra banca, me acerque tímidamente para
ver, baje la cabeza pero unos zapatos negros me impidieron pasar. Me quede así un
poco esperando a que se moviera pero no hizo nada, por lo que tome fuerzas y le pise el
pie, quien quiera que haya sido se retorció de dolor, alomejor hacerle eso a alguien y ver
su cara me hacia sentir mas alegre pero una cara desagradable apareció frente a mi, una
que no quería ver pero al mismo tiempo si, pero no, pero mejor si, hay Bella ¡cállate!
Era el idiota de Edward.

-No te me cruces en el camino-Le dije enojada, aunque por dentro me llenaba un poco
de alegría cruzar unas pequeñas palabras con el- ¿Qué es lo que quieres?-pregunte de
mala gana.

-Solo quiero decirte que no quiero volver a verte en mi vida.-dijo con los ojos perdidos
en no se que.

-Como si quisiera verte de nuevo-le dije aun con enojo fingido, me mordí el labio
inferior y seguí mi camino a casa. Cuando llegue me encontré con mis maletas en la
puerta y algunos sirvientes subiendo mis maletas al carro nuevo de Charlie. Me iría de
Paris, Extrañare mucho a mis amigas y a todos los que quiero, en especial a Edward,
pero se que esto me ayudara a olvidarlo mas pronto. Renee se acerco a mí con una
sonrisa.

-¿Que fue lo que te dijo Carlisle? ¿Qué es lo que te pasa?-Ahora parecía estar
preocupada, mire mi vientre con una gran sonrisa antes de contestarle.

-Mamá-Mis ojos se llenaron de lagrimas, suspire y le sonreí- Voy a tener un hijo de


Edward.-Ella salto de alegría y después me abrazo. Yo solo sonreí muy agradecida de
que a ella también le gustara la idea. Subieron mis últimas maletas al carro y después
me subieron a mí. Renee me iba a llevar, ella también se subió al carro y se sentó junto
a mí. De pronto algo no encajaba aquí. En tres días seria Navidad, ¿Cómo es que Renee
me deja irme sin quedarme hasta que pasen las fiestas de Navidad?-Mamá.

-¿Si?

-Ya casi es navidad y… ¡¿Como rayos me dejas ir?!-le grite, el carro ya estaba en
movimiento. Ella no contesto solo se recargo en la ventana y no dijo nada más, y yo
tampoco. Solo pensé en lo maravilloso que será estar sola con mi hijo, Hey, espera,
aquí hay otra cosa que no cuadra… Estoy embarazada y ella me deja ir ¿Sola? Eso
esta más raro. Bueno, alomejor allá vive alguien de confianza de ella que me cuidara,
pero… ¿Me deja ir sola? Woow.

Al fin llegamos a Inglaterra, estaba haciendo frió por lo que saque mi abrigo negro con
una bufanda ámbar como el vestido. Estaba nublado y lloviendo, cosa que me encanto,
era una de las cosas que no me gustaba de Paris –que no llovía- El carro se detuvo
afuera de una casa enorme pero hermosa, se veía que era nueva. Sonreí y me baje del
carro muy entusiasmada.

-Que bueno que te gusta la casa-Dijo Renee bajándose del carro.

-Me encanta-dije aun viendo la casa con un enorme jardín afuera de ella, había una
fuente de piedra como la que estaba en mi casa. Un árbol con obeliscos blancos, muchas
macetas gigantes con distintos tipos de flores y de todos colores. Tenía muchas
ventanas, cosa que me gusto, para ver el cielo gris todos los días. En el jardín jugaría mi
hijito, estaba decidido me quedaría a vivir allí para siempre. Abrimos la reja de color
negro y camínanos hasta la puerta de la casa, entramos y por dentro era mas hermosa,
tenia colores claros, mas bien pálidos, lo que le daba un toque especial.

Después de acomodar todo y hacer que la casa funcionara bien, me recosté agotada en la
cama.

-Bellz, debo irme-dijo mi madre.

-¿Qué?-dije sorprendida-Ya es de noche, no puedes irte así.

-Esque tengo que hacer unas cosas mañana en Paris. Tú sabes…

-Ha si, la fiesta de Esme-dije decepcionada, iba a ser la fiesta de la mamá de Edward,
una oportunidad para verlo que se iba.-Bueno la felicitas de mi parte, te quiero mucho-
Se acerco a mi y me dio un beso en la frente y un abrazo.

-Ustedes también cuídense mucho-Me quede pensando lo que dijo y recordé que
hablaba de mi Edward bebe.-Los quiero a los dos.

Estaba hambrienta, por lo que baje a la cocina y me hice algo de comer, bueno, solo
partí una manzana y le puse limón. Subí de nuevo a mi recamara y me puse mi pijama
para dormir, después del largo viaje. Me recosté en la cama y me puse a leer un rato,
cuando apague la vela para poder dormirme escuche que la puerta de la entrada a la casa
se abrió de golpe.

Lo que hay que hacer por la pelota del futbolín

Bella's POV

Estaba jugando al futbolín (no sé por qué, pero le he cogido manía, es más divertido de
lo que creía y mucho más seguro que el fútbol normal, juego en el que soy pésima,
como en todos los deportes que incluyan moverse. Además, se me da bien hacer de
portera) en un agradable pub con mis mejores amigas: Alice, Rosalie y Ángela. Éramos
Alice y yo contra Rosalie y Ángela. Alice y Rose era muy buenas, y sin embargo
Ángela y yo era la primera vez que jugábamos, así que nos pusimos una con cada una.
Pero resulta que a mí no se me daba tan mal, por lo que íbamos ganando con ventaja.

-¡Esta la meto! –aseguró Rose, dando una rosca.

Y de lo fuerte que le dio, la pelota negra salió volando por los aires hasta llegar al
pasillo por el que se entraba en el pub. Las cuatro seguimos con la mirada el recorrido
de la pelota, hasta que se perdió de vista.

-Ups, creo que le di con demasiado entusiasmo… -murmuró de nuevo Rosalie.

-Desde luego que sí –terció Alice, sonriente, e hizo ademán de ir a por ella.
-Ya voy yo –le dije a Alice-, después de todo, a quién quería Rose meter un gol con
tanto ahínco era a mí. Aunque no se si quería meter gol o destrozar al portero –agregué,
caminando hacia el pasillo, que era largo y con muchas puertas, ya que este bar estaba
dentro de un hotel, el hotel en el que nos alojábamos.

El pasillo no estaba muy iluminado, porque era casi medianoche. Miré fijamente el
suelo, buscando alguna especia de bola negra, que no parecía estar por allí. Qué extraño.
Estoy completamente segura de que calló por aquí.

-¿Buscas esto? –dijo una voz aterciopelada. Levanté la cabeza tan rápido que casi me
mareo.

A unos metros de mí, había tres chicos ocultos por las sombras, por lo que no veía sus
rostros. Pero vi perfectamente que el que estaba en el medio tenía la pelota que había
lanzado Rose en la mano.

El del medio, que parecía ser el que me habló, se acercó unos pasos, y, con la luz del
local, pude ver su rostro. Wow, fue mi único y genial pensamiento. El chico era bastante
más alto que yo, pero son embargo parecía de mi edad. Su cabello era de color bronce y
despeinado, dándole un toque desaliñado. Sus ojos eran de un verde intenso, parecían
esmeraldas. Creo que me quedé atontada mirándole, porque esbozó una sonrisa burlona
(y hermosa) y repitió:

-¿Era esto lo que buscabas?

-Eh… sí –tonta, tonta, tonta ¿no sabes decir algo mejor?-, gracias –dije, e intenté coger
la bola, pero él la retiro, haciendo que casi le cayera encima, pero mantuve el
equilibrio-. ¡Eh!

-¿Cómo se que de verdad es tuya? -¿Qué? ¿El tío este es tonto o qué? ¿Acabo de venir
buscando una pelota y me pregunta como sabe que de verdad es mía?

-Pues… ¿Por qué soy la única que la vino a buscar?

-Entonces creo que le diste un poco demasiado fuerte a la pelota –aseguró aún
sonriendo, agitando la pelota despreocupadamente. Intenté cogerla de nuevo, pero
volvió a apartarla.

-¿A ti que te importa? –le espeté.

-Mucho.

-Me estás tomando el pelo ¿no? –le dije visiblemente molesta. Definitivamente, la
paciencia no era mi mejor virtud.

-Solo tengo curiosidad. Si quieres que te la de, tendrás que responderme. ¿Cómo te
llamas?

-Bella –dije secamente.


-Extraño nombre.

-Es el diminutivo de Isabella –le expliqué.

-Ah, yo soy Edward –se presentó.

-Muy bien, encantada. ¿Quieres algo más?

-Ahora que lo dices, sí –me dijo, y su sonrisa se ensanchó. Me hubiera dado un


escalofrío de no ser que su sonrisa era tan hermosa que no me daba miedo en absoluto.
Lo que no quitaba que sabía que algo quería-. Si quieres la pelota… -empezó, pero dejo
la frase inconclusa, mirándome. No puede evitar sonrojarme, algo muy común en mí.

-Si quiero la pelota ¿qué? Verás, me están esperando, y si no vuelvo creerán que me
comió la pelota o algo parecido –me impacienté. Me miró directamente a los ojos y
termino la frase diciendo cada palabra lentamente, como si quisiera encontrar un
mensaje oculto en ellas. Sin embargo, yo solo entendí uno, el que estaba más claro.

-Si quieres la pelota, tendrás que besarme –se me abrió la boca del asombro, y la sonrisa
volvió a su rostro.

-¡Cómo si fuera a hacer eso!

-¿Quieres la pelota o no? –cuestionó, agitando la pelota delante de mis narices. Asentí-.
Pues si la quieres, ya sabes lo que tienes que hacer.

Lo pensé unos segundos. Bueno, que perder. Además, Ángela, Rose y Alice debían de
estar preocupadas. Me acerqué a él.

-Lo que hay que hacer por la pelota del futbolín –susurré.

Y un segundo después presioné mis labios contra los suyos, y me respondió


rápidamente. Nuestros labios se movieron uno contra el otro durante unos segundos que
a mí me parecieron eternos. Luego, un poco renuente, me separé de él y le cogí la pelota
de la mano, y esta vez no intentó apartarla. Antes de darme la vuelta para volver, miré
su rostro, del que se había borrado la sonrisa y me miraba fijamente mientras se pasaba
un dedo por los labios. No puede evitar reír y luego salí corriendo, aferrando con fuerza
la pelota. Al llegar junto a mis amigas, Alice saltó:

-¿Te perdiste por el pasillo?

-¡Ya pensábamos que no volvías! –agregó Ángela.

-Sí, ¿dónde estabas?

-Me costó encontrar la pelota, estaba todo muy oscuro –mentí.

En ese mismo instante pasó Edward con sus dos amigos. El más alto, muy musculoso y
con rizos oscuros me miró y sonriente se volvió para dirigirse a Edward.
-¿Y qué tal te fue? –la preguntó, y yo miré hacia otro lado, aunque escuchaba.

-Está loca por mí –afirmó, y yo me giré a verle, aún tenía esa expresión de desconcierto
que cuando me fui. El otro chico, alto y rubio, soltó un carcajada.

-Por supuesto, Eddie-aseguró, y los tres se perdieron de vista.

-Bueno Bella, ¿sacas o qué? –me preguntó Alice.

-Sí, ya voy.

Cuando alcé la pelota para sacar, vi que había un papel pegado. Lo cogí y vi un número
de teléfono apuntado en él. Sonreí y lo guardé en el bolsillo.

Y en ese momento, bendecí a Emmett

Edward's POV

Acabábamos de llegar al hotel, Emmett y Jasper habían ido a recoger la llave. Yo los
esperaba en la entrada de un bar. Se oían los gritos, las risas y la música. También el
sonido de los futbolines, y de los billares. Vaya, allí había de todo. Justo cuando me iba
a asomar a ver que más había, llegaron Emmett y Jasper.

-¡Edward! ¿Qué haces ahí parado? ¡Tenías que estar ya buscando bolígrafo y papel! –
me gritó Emmett.

-¿Ya para qué quiero yo eso, Emmett?

-Obviamente, vas a tener que dar tu número a unas cuantas chicas. Por suerte, yo ya me
temía lo que iba a pasar, así que te lo traje yo –me tendió un papel pequeñito y un boli
azul, y a Jasper también-. Id apuntando.

Yo suspiré y apunté mi número en el papelito, al igual que Jasper. Luego se lo dimos a


Emmett.

-Qué sosos –comentó, y nosotros le sacamos la lengua como unos niños pequeños. Me
dirigí a la entrada y, de la nada, salió una pelota negra dándome en la cabeza. Estaba
dura.

-¡¡Auch!! –grité frotádome la cabeza. Luego cogí la pelota y volví con Emmett y Jazz,
que se reían como tontos. Les pegué una colleja a cada uno-. Sois los peores amigos que
alguien puede tener. Cuando me de un paro cardíaco seguro que os compráis unas
palomitas y os ponéis a mirar –refunfuñé.

Entonces Emmett me arrebató la pelota negra, probablemente de un futbolín, y la


examinó con minuciosidad. Luego, sonrió triunfante y pegó con un trozo de celo el
papelito dónde yo había apuntado mi número.

-¡Eh! ¿Se puede saber qué haces manipulando mi número? –pregunté alzando las cejas.
-Esta es tu oportunidad para conquistar chicas –respondio, y me tendió la pelota.

-¿Cómo qué…? –inquirí, sin entender muy bien.

-Está claro que alguien vendrá a por ella, así que ya sabes lo que hay que hacer.

-¿Cómo sabes que es una chica la que va a venir?

-Está claro. Mucha gente besa la pelota del futbolín, antes de sacarla. Mira, aquí hay
pintalabios –dijo, señalando un rastro rosa. Wow, qué listo era Emmett cuando quería.
Vamos, casi nunca.

Entonces salió una chica del bar. Parecía buscar algo en la oscuridad. Era preciosa.
Tenía una larga melena castaña que le caía por la espalda en suaves ondas, y hasta en la
oscuridad pude ver sus brillantes ojos color chocolate. Decidí hablarle sin acercarfme
aún.

-¿Buscas esto? –le pregunté calmadamente. Ella alzó la cabeza con rapidez, me
sorprendió que no se mareara.

Me acerqué unos pasos a ella, esperando su respuesta. No respondió, sólo me obc¡servó.


Al final, esbocé una sonrisa para repetir:

-¿Era esto lo que buscabas? –dije, enseñando la pelota.

-Ehh,sí –respondió. Su voz era sueve, melódica, hermosa-. Gracias –pero cuando iba a
coger la pelota, se me ocurrió una idea mejor, y la aparté. Ella se tambaleó, casi cayendo
encima de mí, pero al final se mantuvo-. ¡Eh! –exclamó, frunciendo el ceño. Yo seguía
sonriendo.

-¿Cómo sé que de verdad es tuya? –la verdad es que eso estaba claro, pero me había
hecho gracia molestarla.

-Pues… ¿Por qué soy la única que la vino a buscar? –preguntó irónicamente, alzando
las cejas.

-Entonces creo que le diste un poco demasiado fuerte a la pelota –comenté, agitando la
pelota delante de ella. La intentó coger de nuevo, pero la volví a retirar.

-¿A ti que te importa?

-Mucho –respondí. Ella se enfadó más aún, y tuve ganas de reírme.

-Me estás tomando el pelo ¿no? –preguntó molesta. Noo, quise contestarla con
sarcasmo, pero sabía que eso no estaría muy bien.

-Sólo tengo curiosidad. Si quieres que te la dé, tendrás que responderme, ¿Cómo te
llamas? –sentñia curiosidad por conocer el nombre de aquella hermosa chica.

-Bella –dijo sin micho entusiasmo.


-Extraño nombre –no conocía a nadie que se llamase Bella.

-Es el diminutivo de Isabella –explicó. Eso era más normal.

-Ah, yo soy Edward –dije amablemente.

-Muy bien –ella no estaba por la labor-. ¿Quieres algo más? –pues…

-Ahora que lo dices, sí –ensanché mi sonrisa, sin poder evitarlo. Sus ojos brillaron con
intuición, como si supiera que algo tramaba-. Si quieres la pelota… -empecé, dejando
de sonreír, pero no terminé la frase. La miré fijamente. ¿Se lo decía? ¿Qué perdía por
ello? Bella se sonrojó de forma adorable.

- Si quiero la pelota ¿qué? Verás, me están esperando, y si no vuelvo creerán que me


comió la pelota o algo parecido –dijo con sarcasmo. La miré de nuevo fijamente, y dije
las palabras despacio y con cuidado.

-Si quieres la pelota, tendrñas que besarme –se quedó boquiabierta de la sorpresa, y a mí
se me escapó una sonrisa.

-¡Cómo si fuera a hacer eso! –gritó.

-¿Quieres la pelota o no? –le pregunté, moviendo la pelota delante de ella. bAsintió
lentamente–. Pues ya sabes lo que tienes que hacer –decidí.

Ella se lo pensño un rato. Al final, la decisión asomó a sus ojos.

-Lo que hay que hacer por la elota del futbolín –susurró.

Entonces se inclinó oara presionas mis labios contra los suyos. Duró solo unos
segundos, unos segundos en que nuestros labios se sincronizaron y se movieron juntos.
Luego, se separó y me cogió la pelota de la mano. No pude apartarla. Se dio la vuelta y
yo me pasé el dedo por los labios. En el último momento, se dio la vuelta para mirarme,
y una bonita sonrisa apareció en su rostro. Salió corriendo.

Jazz y Em se acercaron a mí. Ambos sonrieron y me golperon el hombro.

-Chico, tú si que sabes –comentó Emmett.

-Lo hubieras clavado de no ser porque te quedaste con cara de tonto –agregó Jasper,
burlón.

-Bah, callad. Vamos.

Pasamos por delante de Bella y un grupo de amigas suyas. Emmett la miró y sonrió.

-¿Y qué tal te fue? –preguntó con intenciones de que Bella le oyera, aunque yo no me di
cuenta.

-Está loca por mí. –Jasper soltó una carcajada.


-Por supuesto, Eddie –dijo, dándome en el hombro de nuevo.

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