Hasta finales de los años 50, el rasgo físico que caracterizó a
los pobladores de Candelaria (Valle) era la pronunciada papada que sobresalía bajo el mentón. Por eso se hicieron acreedores de un apelativo: los cotudos. Sin embargo, a comienzos de los años 60, el gobierno de la época constató que la causa fundamental era una deficiencia de yodo en la alimentación de sus pobladores. Aplicó los correctivos, mejoró el tratamiento del agua y el número de cotudos disminuyó.
Ese mismo bocio o coto, como es conocido popularmente, consiste
en el crecimiento anormal de la glándula tiroides localizada en la parte anterior del cuello. Por eso, la enfermedad llamada hipertiroidismo, se manifiesta cuando la tiroides no produce suficiente cantidad de hormonas. La glándula aumenta su tamaño para compensar esta anomalía y estéticamente altera la forma del cuello, con las incomodidades del caso.
Del coto al Hipotiroidismo
En 1955, la terapia para combatir esta anomalía fue la adecuada
yodización de la sal. Sin embargo, a partir de los años 90 la principal causa de consultas al endocrinólogo ya no es el hipertiroidismo sino la enfermedad contraria: el hipotiroidismo o deficiencia de la glándula tiroides, que no siempre se manifiesta mediante una sintomatología concreta.
Los primeros indicios son la resequedad de la piel, la caída del pelo,
la alteración de los ciclos menstruales, el estreñimiento, los elevados niveles de colesterol, la retención de líquidos y la dificultad para bajar de peso. Por eso se convirtió en una de las enfermedades más comunes pero también menos tratada.
Al respecto, el médico Hernández comenta: “No siempre se
presentan síntomas. Hay personas que sufren de esta enfermedad y no sienten ninguna molestia. Es común que se piense que la obesidad es causada por este trastorno. Pero no es esta la razón del sobrepeso. La gente debe entender primero que la medicina con la que se trata a los pacientes no es para tratamientos contra la gordura, sino para combatir el hipotiroidismo”.
Por eso, es equivocado el consumo irresponsable o el abuso de la
hormona tiroidea por el afán de adelgazar. Al contrario, el uso inadecuado de medicamentos para el hipotiroidismo puede causar taquicardia, osteoporosis y hasta la muerte súbita. “Algunas veces los tratamientos de mesoterapia están acompañados de derivados de la hormona tiroidea, así como también los extractos de algas en los tratamientos naturistas para adelgazar”, asegura Hernández.
Y en realidad el hipotiroidismo es una enfermedad autoinmune, que
obedece básicamente a mecanismos agresivos de las defensas del enfermo contra su propia tiroides. Por eso, las mujeres sufren más de ella, pues suelen depender de los cambios hormonales y de la influencia de los estrógenos, especialmente en la pubertad y en la menopausia.
Tratamiento
El diagnóstico acertado del hipotiroidismo consiste en un examen
físico y otros de diagnóstico, como el TSH de tercera generación, el T4 Total y el T3 Captación, evalúan si la glándula está secretando los niveles correctos de hormona. Las diferencias de estas pruebas radican en la tecnología y en su costo. “Desafortunadamente, las EPS no suelen cubrir exámenes de alta tecnología como el TSH Captación, sino los que eran utilizados hace 40 años”, indica Hernández.
El médico debe formular las dosis del medicamento que considere
pertinentes y, cada seis semanas, tendrá que hacer ajustes hasta que lo considere necesario. En la mayoría de los casos, el consumo de la hormona es para toda la vida.
Las deficiencias en la tiroides se presentan en uno de cada 4000
recién nacidos. Son originadas desde el vientre materno. Cuando el niño nace, si no se le diagnostica esta deficiencia mediante el examen TSH neonatal, “sufrirá de un cretinismo que puede ocasionarle retraso mental y deficiencias en el crecimiento. Por eso, si se practicaran estos exámenes en todos los niños recién nacidos y se les suministra la droga, que no vale más de $10.000 mensuales, tendrán un desarrollo adecuado”, concluye Hernández.