dos razones. Por una parte, signi?c para los castellanos establecerse por primera vez en zonas tropicales, con la traumtica necesidad de adaptacin biolgica y cultural que ello implica; ya hemos mencionado que los portugueses vivieron aos antes, en frica, una experiencia similar. La segunda novedad radica en el hecho de que la frontera americana les puso en contacto ntimo y prolongado con pueblos de los que les separaba un verdadero abismo cultural. En la frontera peninsular, moros y cristianos vivieron, pese a sus antagonismos, en niveles culturales semejantes, o al menos comparables. Se conocan, podan entenderse, cada uno saba lo que poda esperar del otro y prever sus reacciones y su conducta. Cuando la presencia castellana llev la frontera a las islas Canarias, apareci una situacin nueva: entre cristianos y guanches haba mucho menos en comn que entre aquellos y los musulmanes. Tras las Canarias vienen las Antillas, donde la distancia y diferencias culturales entre nativos y colonizadores sern, si cabe, an ms pronunciadas; de la consiguiente incomprensin mutua y los tristes malentendidos se originar la violencia como clima general de sus relaciones. No se trata de una situacin nica ni nueva. Se dio antes, desde que distintos grupos humanos comenzaron a diferenciarse entre s desarrollando formas de vida cada vez ms diversas y divergentes. Se dara repetidas veces en los cuatro siglos siguientes, a medida que la expansin de Europa puso en contacto a sus gentes con pueblos exticos en las numerosas fronteras que aparecen una tras otra. Con caractersticas locales y evolucin variable, el resultado ?nal ser siempre el mismo: la gradual desaparicin de la frontera con la paci?cacin y europeizacin 93 AmHis.indb 51 20/10/09 21:31:40 52 Guillermo Cspedes del Castillo ms o menos profunda del que fue territorio fronterizo. Como hechos histricos episdicos y transitorios que son, las fronteras han de estudiarse dentro del sistema del que forman parte. La interaccin y mutua in?uencia entre metrpoli y frontera es el centro mismo de la historia moderna, debido a lo extenso y duradero que fue el proceso general de la expansin de Europa. Por eso, las historias de Europa y Amrica, para ser signi?cativas, nos parece que han de considerarse a partir de 1492 como elementos de un conjunto en el que sus recprocas conexiones, relaciones e in?uencias resultan importantes y clari?cadoras.