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La gestion ambiental frente a los cultivos ilicitos, el narcotrafico y la paz Por: Andrés Gonzalez, Posso ‘Asesor. Ministerio del Medio Ambiente El problema Elproblema del narcotrafico cobra especial importancia en el contexto del desarrollo, tanto por factores de tipo politico, econémico y productivo, como ambiental y agroalimentatio, Las actividades del narcotréfico relacionadas con el establecimiento de sistemas y précticas de produccién, uso de precursores quimicos, procesamiento y transporte de drogas, asi como las acciones que se derivan de las politicas antidrogas que se implementan en el pafs, generan impactos ambientales significativos (sociales y ecol6gicos) que afectan todo el territorio nacional y que tienen trascendencia internacional. En los aspectos socioeconémicos, los impactos mas importantes se relacionan con el incremento de la pobreza, laalteracion de sistemas culturales, la disminucin y la desintegracién de los pueblos indigenas, la ampliacién de la frontera agricola, los cambios de uso del sucto asociado a procesos de concentracién de Ia tierra, la ganaderizacién, la agudizacién de la confrontacién armada en tomo al control territorial y politico de estas reas, los desplazamientos de poblacién y los espirales inflacionarios.. 121 En lo ecol6gico, los cultivos ilfcitos y el uso de precursores quimicos en los sitios de procesamiento de estupe- facientes constituyen causa importante del deterioro y contaminacién ambiental, particularmente en paramos, zonas selvaticas, éreas protegidas, zonas de reserva y parques naturales, Para contrarrestar esta situacién, se han presentado miltiples argumentos de orden técnico, juridico, cientifico y militar para la definiciGn de la politica sobre “erradicacién de cultivos ilicitos” en favor de la seguridad nacional de los Estados Unidos, y del manejo y conservaciGn de las éreas de importancia ecol6gica por los ambientalistas, tales como los empleados por los encargados de proponer una estrategia de ordenamiento ambiental y de desarrollo alternativo. Sin embargo, los que toman las decisiones generalmente privilegian argumentos econémicos que reafirman el modelo de reducci6n de la oferta (R. Vargas), bajo el supuesto que asf se disminuiré el consumo, por encima de aquellos argumentos que se sustentan exclusivamente en conside- raciones sociales y ecolégicas. Como resultado de lo anterior, aparecen més atractivos los logros parciales y limitados de la “Fuerza Aére: Antidrogas” (E Nivia), como las ganancias econdmicas a corto plazo resultantes del cultivo de coca y amapola, y de la explotacién de los recursos naturales para el cada ve, més pobre campesino productor, que los benefi- Cios a largo plazo que se obtienen con la conservacién o recuperaciGn de éreas ecolégicamente criticas, de la inversién social, de la investigaciGn y aplicacién de usos alternativos a los cultivos Los resultados de los estudios sobre la magnitud del problema son diversos y limitados ( A. Molano). No hay certeza sobre cuntas reas existen actualmente con cultivos ilfcitos (entre 80.000 y 100.000 heetéreas), cudinto se produce, ni sobre los muchos y diversos implicados e impactos sociales y ambientales del ciclo productivo y las politicas de erradicacién y desarrollo alternativo. No se sabe cuéntos muertos ha dejado esta guerra, En ‘cuanto a lavados de activos, segtin expertos nacionales e intemacionales, el negocio de las drogas mueve unos USS 500,000 millones al aio. Segiin el DAS en Colombia se Javan US $ 1.000 millones al afio, Jgualmente, no hay claridad sobre cudntos recursos se invierten en la lucha contra el narcotrafico ni tampoco se haestimado cudinto costarfa hacer la Paz Lo que sf es claro es que en el problema de la droga converge no slo el interés econémico sino el contlicto politicoy su articulacién a la guerra interna que vive el pais y de la cual se nutre el poder de los narcotraficantes (J. Zornoza). Igualmente, se hace evidente la situacién comin que afrontan las regiones y localidades donde hay conflicto por presencia de cultivos ilfcitos. Su poblacién, producto de procesos migratorios con una econo- mia basada en el narcotrifico, genera organizaciones que reclaman al estado la baja oferta de servicios piblicos y la ausencia de una politica social. Cerca de 250,000 campesinos tian participado en marchas y movilizaciones, Un promedio de 586.261 personas han sufrido desplazamiento forzoso (Episcopado Colombiano, 1.995). Hoy esta cifra se ha incrementado hasta sobrepasar el millén de personas. La tarea, como resulta evidente, esté lejos de ser tan simple como la de conocer el posible uso de un t6xico efectivo para su erradicaci6n y contar con las mejores medidas de control e interdiccién, de disponer de un «residuo precursor quimico» 0 de los medios para prevenir Ia contaminaci6n, y menos atin del desarrollo de campafias para reducir la demanda, que segtin datos de las Naciones Unidas alcanza los 140 millones de consumidores de marihuana, 13 millones de cocaina y 8 de herofna. Se trata de superar el “modelo de desarro- Ho dominante insostenible” que ha permitido, entre otros efectos, que los cultivosilfctos se hayan inerementado yeel conflicto armado en esas éreas se haya agudizado. La demanda de fondo es formular todo un proceso de planificacién del desarrollo que incorpore efectivamente Ja dimensin ambiental, el cual promoveria la aplicacién concertada de las mejores tecnologias y buscaria establecer pautas originales para elaborar ciclos integrados de produccién y comercializacién que signifiquen, 122 Cutfivos ilicitos y medio ambiente a largo plazo, la instauracién de actividades de nuevo empuje en el pais; todo ello inspirado en nuestros propios valores endégenos regionales ricos y biodiversos para la creacién dé una paz duradera, Propuestas para una Agenda Ambiental para la Paz A continuacién se recogen algunas recomendaciones derivadas de la participacién en las discusiones del Con- greso que, como los planteamientos anteriores, se desarrollan en los documentos qué comprenden estas memo- ras, bases para continuar la discusi6n y la creacién de una Agenda Ambiental para la Paz. *El proyecto de desarrolto altemativo requiere de un cambio de ta politica actual frente a los cultivos ilfcitos, de la generacién de procesos de participacién ciudadana y de a realizacién de actividades que provoquen cambios de actitud en la comunidad, para encontrar los medios que le permitan discernir su problemética. [gualmente, implica la puestaen préctica de una metodologta que facilite la transferencia, apropiacién y desarrollo de tecnologfas adecuadas como resultado de tin proceso téenico social, donde el conocimiento local, el saber popular, la autogestién, las précticas tradicionales la participacién comu- nitaria, prevalezcan y se fundan en el “saber técnico”, y éste a su ved, ei el“Saber popular”. Se trata de armonizar la proteccién ambiental con un desarrollo econémico sostenido a largo plazo. + El equilibrio social, entendido como la medida 0 el grado en el cual recursos y productos de un sistema de produccién son distribuidos equitativamente en las comunidades humanas, se basa en el condciniien- to de los ecosistemas y sus interrelaciones de manera que el proguctor pueda manipular Ios «Inputs» y procesos de los sistemas de produccién, optimizandolos, mediante la productividad, la estabilidad, la persistencia y el equilibrio social para una paz duradera. Este elemento incluye la participacién de la poblacién involucrada en el conflicto, en la adjudicacién de créditos por parte del gobierno, como » también su participacién en politicas agrarias y de reformas ¢h el sector. * Disefiar politicas y programas de desarrollo regional que coniemplen la creacién de zonas especiales de Paz, desarrollo alternativo y proteccién de ecosistemas. 1 + Las experiencias de erradicacién forzosa de cultivos ilfcitos en los tiltimos 20 afios muestran un circulo vicioso segtin el cual los cultivos se trasladan y localizan en nuevas areas. En este marco, las autoridades ambientales deben propender para que se suspend la aplicaci6n aérea de herbicidas, con base en el principio de precaucién contemplado en la Ley 99 de 1993, y colaborar en la implenientacién de planes alternativos de sustitucién y abandono de la actividad ilicita. * De los recursos econémicos del fondo para la paz, de la cooperacién internacional y los provenientes de Ia extincién de dominio que se aplique a los narcotraficantes, se deberdn destinar partidas para él desa- rrollo alternative y compensar los dafios causados a la sociedad civil y alos ecosistemas afectados por el conflicto armado y por las actividades de erradicacién y manejo de precursores quimicos. * Disefiar ¢ implementar programas de monitoreo sobre los impactos ambientales ocasionados por el establecimiento de cultivos ilicitos y actividades de procésamiento de drogas, y por las fumigaciones en ecosistemas de importancia ambiental. + Establecer una auditorfa internacional, avalada por el Ministerio del Medio Ambiente, para el segui- miento y validacién de los resultados del programa de investigacién sobre impactos ambientales del Tebuthiuron y, dada la trascendencia del asunto, la complejidad de la investigacién y la necesidad en algunos exerimentos, de poner en marcha técnicas nuevas sobre las que atin no hay en el pags un sistema de certificacién. 123 Estructura agraria, conflictos armados, Cultivos ilicitos y medio ambiente Por: Constanza Ramirez y Alfredo Molano La estructura agraria [RRR En Ia distribuci6n de la tierra, podria de- ee Fe cirse, estacl origen de los sangrientos con- sf flictos politicos y sociales que han mar- a=." cado la historia del pais en este siglo. Para E1323 poseerla se han hecho leyes, se han de- clarado guerras, se ha perdido la vida, Ha sido més importante incluso el hecho de tenerla que de poner- Jaa producir. En la actualidad, de los 40 millones de Ha. de tierra con vocacién agricola s6lo se cultiva el 11 %, Las dems se encuentran en potreros. Mien- tras tanto, a frontera agricola se ha ampliado paula tinamente debido a la necesidad de incorporar més tierras a la produccién y, mas importante atin, debido ala legada de poblaciones migrantes expulsadas del interior del pais por la manera violenta como se ha dado la concentracién de la tierra, El 40% de Perficie explotada del centro del pafs esté hoy en manos de menos del 3% de los propietarios. Muchos ‘campesinos han sido obligados a dejar las laderas de las cordilleras y las fértiles planicies de la costa At- léntica y los valles interandinos, y han migrado a la selva atrafdos por las ventajas comparativas de paz.y trabajo que ofrecen los territorios selvéticos. En este sentido es indispensable mirar con detenimiento las, transformaciones que se han dado en la estructura agraria del interior como una de las principales cau- sas de la ocupacién de nuevas zonas y que, para el punto que aqut interesa, contribuyen en gran medida al deterioro del medio ambiente. La ocupaci6n de la frontera agricola Desde finales del siglo pasado comenzaron a llegar alllano y a la selva migraciones masivas de refu dos de las guerras civiles o de campesinos andinos en busca de tierras nuevas para trabajar. La mayoria se vincularon a la explotacién del caucho que por aquellos dias era la principal fuente de trabajo en la regiGn. La guerra con el Peri, en 1932, contribuy6 a la colonizacién de la selva con la vinculacién de los excombatientes que comenzaron a tumbarla para abrirse campo. En la zona andina, mientras tanto, los conflictos agrarios obligaban al gobierno a reformar el estado de cosas. En 1936 se promulg6 la Ley 200 dando propiedad sobre la tierra a quienes la trabajaban y establecien- do la extinci6n de dominio sobre los predios rurales improductivos, obligando a trabajar permanentemer te las tierras durante 10 afios. Con ello se favorecfa a campesinos y aparceros. Pero estos privilegios no les alcanzaron a durar 10 afios. Con la ley 100 de 1944, se otorgaron todas las garantfas a los grandes terrate- nientes para transformar sus haciendas en empresas ccapitalistas. La defensa campesina estuvo a cargo del lider agrarista Jorge Eliécer Gaitén que conquisté el partido liberal y logr6, en 1947, una alta mayorfa en el Congreso de la Repiiblica para revisar la ley 100. Suasesinato, el 9 de abril de 1948, desaté la violen- cia polfica de la siguiente década. Por la fuerza se puso en prictica lo que legalmente no habfa podido hacer la ley 100: expulsar a los pequefios campesi- nos de las tierras més fértiles. En la primera mitad de los afios 50, cerca de 400,000 parcelas fueron aban- donadas y dos millones de personas dejaron sus tie- ras. Los campesinos salieron del interior del pais hacia las selvas y se volvieron colonos sin mayores pers- pectivas econémicas, dadas las dificultades de sacar sus productos a los mercados. Sobrevivieron gracias alas bonanzas del caucho, de la quina y de las pieles. Con cada bonanza las migraciones se intensificaron ¥ a los campesinos se unieron comerciantes, portadores, capataces, empleados piiblicos. Ja bonanza se acababa, muchos regresaban a su lugar de origen, pero otros, que habjan logrado echar raf- ces, se quedaban, Asi se fue poblando la regién del piedemonte con miles de campesinos de las regiones minifundistas, tradicionales, despojados de sus tierras, sobrevivien- tes de la lucha politica, victimas de las armas oficia- les y del sectarismo, Muchos se defendieron entran- do alas filas de las Guerrillas del Llano hasta que, en el aiio 53, el General Rojas Pinilla control6 con un golpe de estado la guerra civil irregular. Firmada la amnistia con Guadalupe Salcedo, guerrllero liberal que acaudillé el movimiento del Llano, los grupos armados de entonces se desmovilizaron a cambio de libertades politicas, exigencia de una reforma agra- ria algunos implementos para trabajar. Pero las pro- mesas se incumplieron y, después del asesinato de Guadalupe, volvi6 de nuevo la persecuci6n. Los cam- pesinos se reorganizaron poco a poco en el Sumapaz yenelsur del Tolima, Se form6 el movimiento agra- tio de Juan de la Cruz Varela, gaitanista, y un sector de guerrilleros de la regién limitrofee entre el Cauca, 1 Huila, el Tolima y el Valle, volvié a la lucha hasta que el Gobierno declar6, en 1955, al Sumapaz como zona de operativos militares. Ante el asedio y los bom- bardeos, los nuevos grupos guerrilleros se refugia- ron en el Macizo del Sumapaz y en el Tequendama. Elejército finalmente los derrot6 en la llamada Gue- ra de Villarrica y los campesinos se replegaron ha- cia el piedemonte del Meta y del Caquetd Distribucion de ja tierra Para 1960 la superficie apropiada del pais ocupaba la cuarta parte del territorio nacional, es decir 27.3, millones de héctareas, uilizada asf Di ny uso de la tierra en Colombia en 1960 Fuente: DANE. Censo Agropecuario 1960, La distribuci6n de la tierra, segtin el Censo Agropecuario de 1960, mostraba ya una clara ten- dencia a ta concentracién. De 1.209.672 explotacio- nes, €176.5% (925.364) eran menores de 10 héctareas y ocupaban tan solo el 8.8% (2.403.725 his) del te- 126 ritorio apropiado, mientras las fincas mayores de 200 hhds, con el 55% (15.046.702 hés) de la superficie estaban en manos del 1.6% (20.595) de los propieta- tins, A comienzos de los 60 los campesinos ocuparon va- rias haciendas en el Huila, Cundinamarca y Cesar. Ante la agudizacién del conflicto agrario, Lleras ‘Camargo sancion6,en diciembre de 1961, la Ley 135 oLey de Reforma Social Agraria propuesta por Lleras Restrepo. Se creé el INCORA para ejecutar lo que en resumen significaba una nueva posibilidad para campesinos y pequefios propietarios. Sin embargo, fue el mismo Instituto el que inicié la apertura y civi- lizacién del piedemonte y la selva con sus Proyectos, de Colonizacién Dirigida bajo los auspicios del BIRF: Sarare (Arauca), Casanare, Meta, Caqueté, Putumayo, Magdalena Medio y Urabé. Queriendo drenar los pro- blemas del centro del pais, inicié la ocupacién de 7.6 millones de hectéreas de zonas selvaticas y abrié el camino al desmonte de suelos frégiles cuya produc- tividad agricola era limitada (IGAC, 1986). ELIncora, queriendo obligar a la produccién de tierras ociosas, obligaba al desmonte del 70% de la parcela para en- tregar titulos de propiedad (cap. VIII, art. 30). Fue el inicio de una devastaci6n ecolégica que hoy comienza a mostrar sus resultados, Durante la década del 60 los Jogros del Incora fueron mfnimos. Compré menos del 30% de las fincas que tenia planeado adquirir y que ocupaban 196.544 Hal 14% del area total programada). Al mismo tiempo, puso en funcionamiento 980 distritos de rie- g0 en el centro del pafs que favorecfan a los empre- sarios capitalistas (Gilhodes, 1989). Mientras tanto, en las zonas altas de las cordilleras Central y Oriental, los campesinos asediados por el ejército se organizaron bajo formas de autodefensa e iniciaron la Colonizacién Armada. Fue una estrate- gia politica, econémica y militar que conformé lo que Alvaro Gémez llamé las Repiblicas Indepen- dientes de Marquetalia y Riochiquito en la cordillera central (Huila), y Fl Pato (Caqueté) y El Guayabero (Meta) en la cordillera oriental. Tenfan sus propias autoridades, su economia solidaria y obedecfan a un proyecto politico, En 1964, cuando el gobierno les declaré la guerra y las bombarde6, las organizacio- nes campesinas formaron las Fuerzas Armadas Re- volucionarias de Colombia FARC y se dispersaron por las cordilleras y selvas del suroriente. Cultivos ilicitos y medio ambiente Durante el tltimo perfodo del Frente Nacional (1958- 1974) los procesos de violencia, desplazamiento, or- ganizaciGn y reorganizacién en las zonas de coloni- zacién pasaron en silencio y se mantuvieron ocultos delaluz piblica. La orientacién de la politica agraria, partir de 1971, basada en el plan de desarrollo Las Cuatro Estrategias del gobierno de Misael Pastrana orientado por Lauchin Currie, foment6 la agricultura cempresarial al mismo tiempo que impuls6 la cons- truccién y la industria manufacturera para que absorviera a los campesinos desalojados por la des- composicién de su economia. ‘A fines del Frente Nacional, dos hechos trascenden- tales transformaron el campo, Por un lado, se firmé el Pacto de Chicoral que dié origen a las leyes 4a. y Sa. de 1973 y que favorecié la concentracién de tie- rras, y por otto, se aprobs la Ley de Aparcerfa, Ley 6a. de 1975, que golpes a la organizacién campesina € impuls6 el desempleo rural. Esto se denomin6 la contrarreforma agraria. Por medio del Pacto de Chicoral, el sistema otorgs a los terratenientes todas, Jas garantfas necesarias para concentrartierras y acu- ‘ular predios. Por su parte, la Ley de Aparcerfa re- glament6 el gran arriendo capitalista y consiguié que se continuara expulsando a miles de campesinos de las tierras que rabajaban, e impuls6 a muchos ha- cendados tradicionales a volverse ganaderos. La Re- forma Agraria fue enterrada abriéndole las puertasal capital financiero que buscaba afanosamente Iineas de inversiGn. Por esos dfas, la Revolucién Verde, im- pulsada por el Banco Mundial, estimulaba el desa- rrollo empresarial de la agricultura y el campo se volvié una promesa para los dueiios del capital. Evoluci6n del uso de Ia tierra Entre 1960 y 1978 la superficie total destinada a la agricultura se increment6 de 5 millones a 8.8 millo- nes de hectéreas. Cumpliendo los propésitos guber- namentales, el mayor crecimiento se produjo en los cultivos comerciales hacia donde se dirigieron los ‘mayores incentivos y las facilidades de financiacién del Fondo Financiero Agropecuario. Los cultivos de algodén, atroz riego, sorgo, soya y azticar fueron los més favorecidos, en detrimento de cultivos tradicionales como el maiz, el frjol, el pli- tano o Ja yuca, Los primeros, cuyos requerimientos de capital s6lo podian ser cubiertos por empresarios, 127 capitalistas, eran cultivos altamente subsidiados que rompian la ldgica de la produccién tradicional.” Los suelos fértiles de las vegas se comenzaron a ago- tar porel uso intensivo de maquinaria y por la aplica- cci6n de correctives, abonos y fertilizantes necesarios para lograr las productividades requeridas para com- petir con Jos mereados internacionales. Adicio- nalmente la mecanizaciGn desplaz6 a los jornaleros agricolas. Por su parte, a agricultura campesina de ladera, que abastecia el consumo doméstico, empez6 a entrar en bancarrota como producto del desestimulo estatal El programa de Desarrollo Rural Integrado, DRI, que desde mediados de la década del 70 tuvo la intencién de fortalecer la economia campesina, no pudo com- petir con las importaciones crecientes de productos agrfcolas, lo que signified una nueva decepcién para un sector tradicional que encontraba cada vez més dificultades para sobrevivir. El minifundio alcanz6 su minimo nivel de subsistencia, Las fami pesinas crecfan y la tierra les era cada dfa més estre- cha. Las migraciones hacia la selva se hicieron més frecuentes, ‘am- Durante los afios 80, la superficie agricola se redujo. Para 1987 ocupaba 5.3 millones de hectéreas y en 1995 s6lo habfa sembradas en el pais 4.4 millones La superficie en pastos, en cambio, mantuvo su cre- cimiento hasta finales de los afios 80 llegando a ocu- par 8 veces més tierra que la dedicada a la agricultu- +a, 40 millones de hectéreas de las mejor ubicadas y més fértiles tierras estaban en pastos. Sélo durante Jos tiltimos afios el sector pecuario ha presentado cre- cimiento negativo. Hoy las estadisticas dan cuenta de 35.5 millones de hect4reas en pastos. El clima de jolencia que se ha desatado en todo el territorio na- jonal ha afectado también al sector ganadero que, a pesar de haber recurrido a todo tipo de técticas y alian- zas politicas y militares para defenderse, no ha esca- pado a la crisis, —________ Leones de) FUENTE: 1960-1970, DANE. 1978, DNP. 1967, IGAC- ICA, 1995, DANE-SISAC. En la frontera agricola los campesinos desplazados, cuyo tinico capital era su fuerza de trabajo, se han transformado en colonos y se han dedicado a produ- cirmejoras en ecosistemas frégiles de bajo potencial productivo. Abren parcelas de tierra de | a 5 Ha., limpias, civilizadas con una o dos cosechas de mate, que después sustituyen por pasto. Al respecto, Juan José Vieco menciona: “Después de una 0 dos cose~ chas magnificas, debido a que la quema del bosque origina procesos de liberacién de nutrientes y de basificaciGn y reducci6n de la acidéz del suelo, éste comienza a mostrar signos de agotamiento ¢ inva- sién de malezas. Por lo tanto solo se puede sembrar pasto como tinica posibilidad de establecer una pro- duccién rentable”. La mejora se convirtié entonces en una mereancfa con comprador seguro. El maiz, el arroz y el pltano, los cultivos con que se civiliza la tierra, le permiten al colono sobrevivir un tiempo mientras hace la mejora. Pero el excedente que nece- sita lo consigue con el sistema del endeule 0 crédito con los comerciantes y los préstamos terminan por ahogarlo. Para salir de deudas vende las fincas, y una vez vendidas se ve obligado a tumbar més selva y a repetir el proceso, mientras comerciantes y ganade~ ros compran las mejoras para concentrarlas y hacer haciendas. La colonizaci6n se convierte en un meca- nismo de desplazamiento permanente que, a la vez que reproduce la pobreza, aumenta el desempleo y genera el latifundio que destruye la selva, Este con- junto de factores explica dos fenémenos que se afian zaron en las zonas de colonizacién: las guerrillas y los cultivos ilfcitos. Orden publico y conflictos armados ‘Como se ha visto, la distribucién de la tierra en Co- lombia se ha hecho de manera forzada, apelando una veces a las leyes; otras a hechos de violencia, Esta situacién recrudece cada dia mas el conflicto en las zonas rurales, en una escalada que tiene al pafs en- 128 vuelto en una guerra civil no aceptada oficialmente, Con la guerra se han fortalecido todos los grupos ar- mados. Por un lado los que defienden a los campesi nos desplazados y desalojados de sus tierras: las gue- rrillas de las FARC, el ELN y el EPL, y por otro los que defienden el poder expansionista de los terrate- nientes y el capital invertido en el campo: los grupos paramilitares y més recientemente las asociaciones, Convivir. La guerrilla La guerrilla tiene un origen eminentemente agrario. Nacié de La Violencia de los afios cincuenta como reacci6n a la violencia partidista ejercida desde el Estado, Se fortaleci6 primero en las zonas de coloni- zacién del piedemonte, donde los colonos acogieron a organizacién social y la justicia local que impartia en regiones tan lejanas de la accién del Estado, y en las reas campesinas, minifundistas, de Cérdoba y Sucre, donde era fuerte la ANUC, apoyando las Iu- chas por la tierra. También crecié paralela a las lu- chas indigenas del sur del pais. Marquetalia, en la cordillera central, siguié siendo un eje de su accién politica y en el Cauca, el Huila y el Tolima se en- cuentran todavia hoy los frentes més antiguos. Poco. poco, a medida que la crisis del agro se ha ido agravando, la guerrilla se ha vinculado a las zona cafeteras de Risaralda, el Valle, Caldas y Quindio, y alas regiones de economfa campesina tradicional de Cundinamarca, Santander y Boyacé. Por otro lado, al ritmo en que la ganaderia ha ido ganando terreno y hha desplazado a poblaciones de campesinos del Ce- sar, Cérdoba, Suerte, Bolivar y los Llanos, la guerti- 1a ha ido avanzando. Por titimo, en las zonas de economias de enclave ¥ explotacién de los recursos por parte de empresas extranjeras y multinacionales, donde hay gran canti- dad de jomnaleros agricolas y trabajadores asalaria- dos en los cascos urbanos, la guerrilla ha encontrado bastos recursos econémicos que cobran a las empre- sas para dejarlas trabajar y el descontento laboral le ha permitido arraigarse. Las plantaciones de banano de Urabé y Cignaga, las de palma africana de Funda- cién y El Copey, la explotacién del oro del oriente antioquefio y el Choes, los campos petroleros de Arauca y Casanare, se encuentran rodeados de act vidad guerrilla. Hoy, ademas, estan presentes en las zonas de coloni- zacién del Caqueté, el Guaviare, La Macarena y el Putumayo, donde la existencia de cultivos ilicitos y las formas organizativas que ellos requieren les per- miten su afianzamiento econémico y politico. Tam- bign en las fegiones donde primero fue fuerte y des- pugs exterminada la Unién Patristica, partido de iz- quierda que gan6 16 alcaldias en la primera eleccién popular (1988), dejando a los habitantes sin una al temativa politica de oposicién, la guerilla lend el vvacio. El mapa de su presencia es por lo tanto nacio- nal. Hasta ahora todas las medidas militares que se han tomado para combatirla han resultado intitiles. El pre- supuesto del sector defensa destinado al conflicto ar- mado desde 1990 hasta 1994 fue de 3°311.084 mi- ones de pesos (DNP, 1995) sin que el confficto haya disminuido. Al contrario, de 48 frentes que tenfan las FARC en 1990, cuando el bombardeo a Casa Verde, hoy hay 62 y tiene presencia en 450 munici- pios que representan el 45% del pais. Presencia y fortaleza de las FARC Fuente: La Prensa. Alianza Blanca. Septiembre 15 de 1998 El niimero de los grupos guertlleros aumenta con: derablemente, Aunque los datos consultados varian, las cifras muestran un crecimiento permanente, so- bre todo a partir de 1985. Los estudios de] Departa- mento Nacional de Planeacién (1995) y Anilisis de Jos Factores de Violencia en Colombia presentan los siguientes datos: Numero de hombres en armas de la guerrilla FUENTE: Presidencia de la Republica. Ofcina del Alto Comisionado para la Paz. Otta Fuente: Gonzalez, Femén, sin ao) 129 Cutivos ilicitos y medio ambiente Para financiarla guerra creciente han recurrido al robo (abigeato y asalto de entidades bancarias); a la extor- si6n al sector carbonifero, petrolero, transportador, empresas contratistas y comerciantes; al boleteo, va- cuma y secuestro de ganaderos y hacendados; al gramaje o impuesto sobre los cultivos ilicitos, y a otras inversiones: Ingresos de la guerrilla por acti (FARC-ELN) Fuente: Presidencia de La Republica. Consejeria para la Defensa y Seguridad Nacional. ONP. Unidad de Jus ticia y Seguridad, Los eostos dol Conficto Armado en Colombia, 1995 Grupos Paramilitares Los grupos paramilitares nacieron a comienzos de los afios 80 en el Magdalena Medio con respaldo institucional, aduciendo la defensa a los atropellos cometidos por las organizaciones guerrilleras a los ganaderos y terratenientes de la regiGn. Con el correr del tiempo pasaron de ser grupos de defensa a ser grupos de ataque patrocinados por narcotraficantes, terratenientes y gremios econémicos que, con tal de controlar el avance de la subversién que representa ba un obstéculo para su crecimiento, acabaron con Jos intentos locales de obtener reivindicaciones poli- ticas y sociales legitimas de las comunidades. La década del 70 fue una época de crecimiento y desarrollo sin precedentes del Partido Comunista y de las FARC en la regi6n del Magdalena Medio. El Partido Comunista domin6 en las elecciones los con- ccejos municipales de Cimitarra, Puerto Berrio y Puer- to Boyacé, Al mismo tiempo la guerrilla aumenté la vacuna, el secuestro y la extorsién a los ganaderos y campesinos de la regién, lo que ocasioné un descon- tento general que fue aprovechado por el Ejército. Las fuerzas militares instalaron retenes permanen- tes, cametizaron a los campesinos para que pudieran transitar en la zona, controlaron los mercados e im- pulsaron las acciones efvico-militares con el fin de rescatar la poblacién campesina para la democracia. Durante el gobierno de Turbay (1976-1980), el Mi- nistro de Defensa, general Camacho Leyva, recomen- dé explicitamente a los ciudadanos que se armaran para su propia defensa, Desde comienzos de 1982, las acciones del Ejército Nacional acantonado en el Magdalena Medio logra- ron la recuperacién general de la zona del dominio comunista, con la participacién activa de la pobla- cidn civil de Puerto Boyacé. Colaboraron el alealde, representantes de la Texas Petroleum Company, miembros del Comité de Ganaderos, jefes politicos regionales, la Defensa Civil, la Asociacién Campe- sina de Agricultores y Ganaderos ACDEGAM, re- presentantes de las fuerzas militares y comerciantes que institueionalizaron un grupo cuya funci6n esen- cial era la de defender a la poblacién del hosti- ‘gamiento econémico de las FARC. Para financiar este grupo se conté con la ayuda de ganaderos, comer- ciantes y terratenientes de la regi6n reforzados muy pronto con Jos nuevos duefios del Magdalena Me- dio: integrantes del Cartel de Medellin que comen- zaron a invertir en tierras buscando la manera de la- var dinero y, al mismo tiempo, pisar su fortuna. Fue la primera vez que se oy6 hablar de grupos de autodefensa, que pasaron de tener compromiso con el poder local tradicional de ganaderos y gremios del sector agropecuario, a tratar con narcotraficantes en una alianza comtin para confrontar la guerrilla, En sus inicios estuvieron mas ligados a poderes regio- nales que a los narcotraficantes pero el fortalecimiento de estos tiltimos y stu nuevo poder en las regiones como grandes compradores de tierras aument6 su im- portancia local, y 1a lucha de las autodefensas contra Ia subversién como enemigo comiin los acercé a mi- litares, comandantes de guamiciones en las zonas de conflicto, De ahfson Ilamados también paramilitares. En Puerto Boyacé, tanto los grupos paramilitares como los de autodefensa constituyeron dos formas distintas de organizacién de ganaderos y terratenien- tes: las autodefensas ganaderas que obedecfan a la estrategia de defensa de pobladores adinerados de la regién para proteger sus familias, sus bienes y sus zonas de trabajo y vivienda, y los grupos paramilitares, que se estructuraron como ejércitos privados, grupos de civiles organizados, incluso uniformados, que pa- trullaban zonas de influencia de la guerrilla. Confor- maron la vanguardia del ejército, marcharon durante una época delante de él buscando el contacto con la 130 subversién armada o realizando labores de desarti- culacién de las bases sociales y politicas de la guerri- Ha, EIMAS, Muerte a Secuestradores, fue el primero y mas famoso de estos grupos. En él tienen origen los riltiples movimientos de autodefensa paramilitares, {que hoy se mueven por todo el territorio nacional, «respaldados en disposiciones de la Ley 48 de 1968, sobre defensa nacional, que permite a los mandos castrenses organizar y dotar de armamento a grupos de civiles denominados de autodefensa, a fin de que puedan repeler por s{ mismos la accién de delincuen- tes organizados asi como de grupos alzados en ar- mas que operan en determinadas regiones campesi- nas» (Universidad Nacional, 1987). Para 1987 los Escuadrones de la Muerte ya habfan asesinado 300 miembros de la Unién Patriética y rea- lizaban, en pueblos y ciudades, acciones de limpieza contra inconformes, drogadictos, indigentes, etc. Las mayores masacres registradas hasta entonces eran de carécter urbano y se Mevaron a cabo en Cali y Medellin pero se conocfa la existencia de 27 grupos de autodefensa distribuidos asf (FUENTE: Revista Semana 1987): Para el primer trimestre de 1988 los asesinatos co- lectivos en las zonas rurales se volvieron cotidianos. La actividad paramilitar se extendié del Magdalena ‘Medio al Urabs antioquefio. La masacre de La Me- jor Esquina en Cérdoba y los 21 muertos del 4 de marzo en las fincas «La Honduras» y «La Negra» cerca de Currulao en Urabé, alertaron al pais sobre el fenémeno paramilitar EL DAS presents un informe publicado en SEMA- NA el 3 de mayo de 1988 donde justificaba las cau- que llevaron a Jos bananeros a buscar la elimina- cién de los grupos de extrema izquierda: La gradual extincién de! latifundio productive a raiz, de las recuperaciones; el agotamiento de la capac dad econémica como consecuencia de las vacunas, TT —_— cen sus modalidades de cwotas periddicas y salarios ficticios para agitadores de la guerilla, la impoten- cia empresarial para reponer o sustituir equipos afec tados por el sabotaje; la imposicién sindical de con- tratar solamente operarios designados por ellos mis ‘mos; la imposibilidad de administrar personalmente sus propiedades por el temor de ser victimas de aten- tados y la indefensi6n ante el secuestro, parecen ha- ber saturado la tolerancia empresarial, optando éstos por conformar grupos de proteccién. Seis meses después, el 11 de noviembre, 43 personas mas eran asesinadas y $3 resultaron heridas por un grupo de paramilitares en Segovia, municipio mine- ro de Antioquia con predominio politico de la UP. Entre los sindicados se encontraban algunos miem- bros del batallén Bomboné. Con ésta eran 19 las masacres cometidas durante 1988. “Son organizaciones que empiezan a contar con la simpatia y el apoyo econémico de los terratenientes mis reaccionarios de cada regién del pais” dijo el entonces director nacional de Instrucci6n Criminal Para entonces, ya los narcotraficantes consolidaban sus inversiones en tierras. Habfan adquirido un mi- Mn de hectéreas durante los tiltimos 10 afios. Las zonas de mayor concentracién de tierras estaban en Cérdoba, Magdalena Medio, norte de Antioquia (Caucasia y Uraba), Caqueté, Meta, Sucre, Atlénti- co, norte del Valle, Cauca antioquefio, Casanare, Sa- bana de Bogoté y la zona cafetera del viejo Caldas. Durante el afio 1989 las acciones de los grupos paramilitares se multiplicaron, El 18 de enero 2 jue- ces y 10 empleados judiciales fueron asesinados en La Rochela, Santander. Su accién se habja extendido por el Magdalena Medio (Pacho, Yacopf, Puerto Boyacé, Puerto Berrio, Doradal, La Danta, Las Mer- cedes y Puerto Triunfo), Santander (Cimitarra y San Vicente de Chucurf), Urabé Antioquefto, Cérdoba (Eje Monterfa-Puerto Escondido), Nordeste Antio- quefio (Caucasia), Bajo Cauca, el Ariari (Vis- tahermosa, Puerto Lépez, Acacias y Caviona), Putumayo (La Azulitay Puerto Asfs) y Caqueté (San Vicente del Caguén y El Recreo), es decir las mis- ‘mas regiones donde se estaba dando la concentra- ibn de tierras, El Presidente Barco quiso poner limite ala accién de estos grupos armados autorizados por la ley, que se ehabfan salido al gobierno de las manos, a través de os Decretos. 813, 814 y 815 de 1.989, Cuttvos ilcitos y medio ambiente Pero parael afio 1991 y durante todo el gobierno del Presidente Gaviria, los grupos paramilitares aumen- taron: El gobierno Gaviria, recuperé decretos del E tado de Sitio del gobierno anterior para contrarres- tar esos grupos y en su discurso siempre los presen- t6 como proscritos por su gobierno, Su préctica, sin embargo, camin6 siempre en absoluta contravia de su discurso: Escogié para los més altos cargos de las, fuerzas armadas a militares cuya hoja de vida reve- laba el més acendrado compromiso con la estrategia paramilitar, incluso publicamente censurados por el Parlamento y por la Procuradurfa como fundadores de las estructuras paramilitares mas tozudas. La geograffa nacional, durante la administracién Gaviria, se fue lenando de nuevas estructuras paramilitares: Urabé, Cérdoba, Sucre, Magdalena, Cesar, Boyacd, Casanare, Arauca, Meta, Santanderes, Antioquia, Magdalena Medio, Valle, Cauca, Narifio, Putumayo, conocieron una expansién escandalosa del paramilitarismo, A finales del gobierno de Gaviria se registraban 132 grupos de autodetiensa segtin los inventarios del Co- mando del Ejército y del DAS, en 21 departamen- tos, aparte de las organizaciones guerilleras. Grupos paramilitares: enoce | | Cambio 16, No. 69. 1994 A pesar de la voluntad de paz y de los primeros in- tentos de acercamiento del presidente Samper con los paramilitares de Fidel Castafio para establecer con- versaciones, dos meses después de su posesin sur- £816, por parte del Ministerio de Defensa y asolicitud de los ganaderos, la propuesta para la creacién de las Cooperativas de Seguridad Rural CONVIVIR. La informacién més reciente da cuenta de 414 Coope- rativas segiin la Superintendencia de Vigilancia y 5,000 armas sin contar las que no estén registradas. Cooperativas CONVIVIR Santander 106 Ccundinamar 8 Boyaca 6 cordoba 19 cesar ° Magdatona valle Attintico Risaralda neces 1 Cambio 16, No. 218, agosto de 1997 En sintesis, se puede concluir que el avance de los paramilitares no se ha dado s6lo como respuesta a las acciones subversivas como se ha querido mostrar reiteradamente. Son varias las causas de indole so- cial y econémica que han llevado a que se desarro- Ilen los altos niveles de conflicto encontrados: la in- tolerancia a la oposicién que Hlev6 al exterminio de la UP; la concentracién de tierras por parte de 132 nareotraficantes y ganaderos que han extendido sus dominios a costa de pequefios propietarios quienes, desalojados de las zonas rurales, han tenido que bus- car nuevos modos de vida; el auge de economias de enclave que no han reinvertido las ganancias en las regiones donde se desarrollan; la falta de asistencia estatal, y la impunidad. Estas condiciones han gene- rado un descontento tachado de subversivo y con el fin de controlatlo los grupos de poder han cont do al fortalecimiento de organizaciones de justicia privada que les permitan alcanzar sus objetivos utili- zando cualquier medio. Larapida multiplicacién de los grupos de autodefensa expresa la falta de control que ha ejercido el Estado a través de su organismo encargado del monopolio de las armas: las fuerzas armadas que, al justificarlos, pone en evidencia su incapacidad para controlar los problemas de orden puiblico. Lo que queda claro es que Jas condiciones que dieron origen a su confor- macién no han mejorado en los tltimos diez afios y la solucién a los conflictos tiene que comenzar por ‘alacar esos problemas desde sus causas econémicas, sociales y politicas. {Pero cémo afecta globalmente el conflicto armado al medio ambiente? Se plantean los siguientes pun- tos. 1 .Laconfrontacién de los grupos armados tiene cada vez mas victimas dentro de la poblacién civil. Colombia es el pais con mayor tasa de homicidios y atropellos contra los derechos hhumanos en el mundo. Para 1995, la cifta de vietimas de Ja violencia fue de 9.425. Eso sig- nifica, ademés de una pérdida irreparable de vidas humanas, un atentado contra las formas de expresién y la extincién del conocimiento popular. La mayoria de los muertos son cam- pesinos. Se esta perdiendo la diversidad cul- tural y, con ella, opciones distintas de inter- vencién del medio ambiente. 2. La guerra ha conducido al desplazamiento forzoso de cerca de un millén de personas que haan sido sacadas de sus tierras, desvinculadas desu medio de produccién y obligadas a bus- car refugio en las Zonas selvaticas y en éreas de Reserva y Parques Nacionales Naturales, 3.El conflicto armado ha generado uno adicio- nal: ha puesto en confrontacién a comunida- des indigenas y negras con comunidades cam- {nas que, en su afin por buscar alternati- vas pacificas y econémicas, han ocupado res- guardos indfgenas y territorios colectivos. Derrames de petroleo El derrame de petréleo merece un ané- lisis especial dada la magnitud de los efectos ambientales negativos que con- lleva. Este punto ha sido incluido en el capitulo de Conflicto Armados debido ‘aque la mayor parte de ellos han sido asociados alla violencia por ser produc- to de atentados terroristas realizados contra las insta- laciones petroleras. Sin embargo, no se tienen datos oficiales de los derrames accidentales, productos de Iaexplotacién del crudo, Ecopetrol considera que son {nfimos con relacién a los producidos por las accio- nes guerrilleras, razén por la cudl no tiene una infor- ‘maci6n sistemitica disponible sobre su magnitud. Por esta razén el andlisis que aqu{ se hace s6lo contem- plata informacién oficial recopilada por la Defensorfa del Pueblo sobre los atentados y supone que los efec- tos globales de los derrames de petréleo son enton- ces mucho mas graves que los mencionados. Entre 1986 y 1996, hubo 636 atentados a los més importantes oleoductos del pafs, superando el millén seiscientos mil barriles derramados, es decir 11 ve- ces mas que el crudo derramado en el accidente del Exxon Valdez en Alaska. El 70% de los atentados han sido realizados por el Ejército de Liberacién Nacional ELN contra el oleoducto, Caio Limén- Covefias en Arauca, Norte de Santander y Antioquia principalmente. Sélo para este oleoducto las estadis- ticas dan cuenta de 1.516 hectéreas afecadas y 1.833 kil6metros de rf0s limpiados con un costo mayor de 15,000 millones de pesos (Castro, 1997). Aunque, segtin la Defensoria del Pueblo, hay muy pocos estudios sobre los efectos del derrame del pe- Ur6leo y “no se conoce con certeza la efectividad de Jos planes de contingencia ni el grado de perjuicio a Jos diferentes recursos, asf como a las comunidades ‘que viven en éreas de influencia”, lo ciertoes que los derrames de petréleo afectan drésticamente los sue- Jos, la flora y la fauna de los terrenos donde ocurren, y llegan por escorrentia muy répido a los rios y cié nagas destruyendo la vida de organismos acusdticos al desestabilizar los sedimentos, la calidad del agua y la disponibilidad de oxfgeno. Todas las regiones donde se cometen los atentados han sido zonas de gran influencia guerillera, no solo 133 Cultvos ilcitos y medio ambiente del ELN sino también de las FARC, principalmente en los departamentos de Narifio y Putumayo. Se tra- ta de comunidades rurales deprimidas que han sido victimas de los efectos negativos y de los cambios radicales que las bonanzas petréleras han levado a sus regiones, sin que hayan tenido ninguna posibili- dad de participar en las decisiones sobre exploracién y explotacién de recursos naturales que les han sido impuestas desde el gobierno. El caso de la explora- cin de petréleo en el Bloque Samoré que afecta ala comunidad indfgena U'waes un claro ejemplo sobre las afectadas. Pero ademés, se trata de regiones que no han recibido la inversién de los recursos que por regalias les corresponden. El caso de Arauca es paté- tico: las regalfas han sido invertidas en obras suntuarias en las capitales departamentales y reparti- das, la mayorfa de las veces, entre las burocracias administrativas dejando por fuera de su cobertura las, necesidades y requerimientos de las poblaciones ru- rales. Esta situacién de inconformidad ha sido aprovecha- da por los grupos guerrilleros para llevar a cabo los graves atentados ambientales y sociales que come- ten con la voladura de los oleoductos, a pesarde que se justifican con razones de soberania nacional que tienen que ver con la manera desigual como se han hecho los contratos de asociacién para la explota- ci6n de los recursos natural “Lo primero que hay que aclarar es que no se trata de atentados terroristas, sino de sabota- Jes a la infraestructura a través de la cual se entregan los recursos nacionales a las empre- sas multinacionales, En segundo lugar, noso- tros no nos hemos negado por principio alas inversiones de capitales extranjeros. El pro- blema que nosotros hemos senalado es cémo se hacen los contratos de inversion extranje- ra en la explotacién de los recursos, que no producen desarrollo tecnolégico, no defien- den la propiedad de la nacién sobre los mis- ‘mos, ni favorecen el desarrollo de una planeaciGn estratégica en el uso de dichos re- cursos, Eso no solo sucede con el petrdleo, sino con todos los recursos no renovables de cardcter estratégico: el carbén, el niquel, el ‘gas natural...” (entrevistacon el “cura” Pérez y “Gabino"del ELN por Carlos Medina G., 1.996). Por su parte, el Informe de la Defensorfa del Pueblo dice que a pesar de la magnitud de los desastres, las autoridades ambientales no han tenido en cuenta los. | factores de riesgo que implica el disefio y la cons- | truceién de oleoductos en Areas social y ambien- talmente frdgiles. “Coincidencialmente, muchas de las activida- des de exploracin, produccién y transporte de hidrocarburos se adelantan en zonas del pats que presentan altos niveles de bio- diversidad, como son el piedemonte de la cor- dillera Oriental y la cuenca del Magdalena, entre otros. Ademds, la biodiversidad se afec- ta con los derrames de hidrocarburos; estos derrames, accidentales 0 deliberados, normal- mente resultan en una alta concentracién de aceite, de mucho impacto ecoldgico (Medardo Gamboa, Congreso Nacional Petro- lero, 1994). Se concluye entonces, como anota el Defensor del Pueblo, José Fernando Castro Caicedo, que el co- mienzo de la solucién tiene que ser la inversiGn so- cial: “Debe abrirse en el pats un debate amplio so- bre el tema de la seguridad de las instalacio- nes petroleras. Las cifras que se destinan a este rubro, no sélo en la petrolera estatal sino en todas las compantas privadas, son enor- ‘mes. Cerca de 5.200 efectivos de la Fuerza Publica, en puntos fijos de una sola empresa, y 28 batallones, con aproximadamente 1.000 hombres cada uno para seguridad periférica en el pats, equivalen a una cuarta parte det ejército colombiano. Si se suma no sélo la destinacién de personal sino de recursos que se invierten en la seguridad petrolera colom- biana, se debe hacer la siguiente reflexion: qué sucederia si este dinero pudiese desti- arse a programas con las comunidades, a ‘mejorar el nivel de vida de los colombianos del campo, a subsanar el impacto social, am- biental y econémico que se crea en las comu- nidades? No existe quién asegure el tubo ni el petrd- leo. Salvaguardar 5.300 kilémetros de infra- estructura de oleoductos con personal de la Fuerza Piiblica, no solamente tiene un alto costo operativo, sino social,. Conello se con- tribuye a incrementar el conflicto de nuestro. | ats, en lugar de buscar alternativas para su ‘manejo y solucién”. 134 Cultivos ilicitos La Marihuana La marihuana se conocié en el pafs a mediados de los afios sesenta cuando Iegaron a Colombia los Cuerpos de ENS Per, un grupo de votuntaris de Esta- z. ™ 3 dos Unidos, pacifistas y rebeldes, can- sados de la guerra del Vietnam, a bajar con las comunidades campesinas e indfgenas, del Cauca, e! Huila y la Sierra Nevada. Alli c zaron a sembrarla para su consumo exclusivo. Pero Ja buena calidad de la “Punto Rojo” pronto alcanz6 fama entre los hippies de la Sierra Y wy En la Sierra Nevada de Santa Marta estaban dadas. Jas condiciones naturales, humanas e histéricas para que el negocio prosperara. Por un lado estaban los colonos que habian Ilegado desde los afios de La Vio- lencia de los santanderes y el Magdalena Medio y que a duras penas sobrevivian, y por otro los guajiros que conocian todos los secretos del contrabando. Ambos grupos vieron en la marihuana un negocio prdspero que podfa contribuir a incrementar sus in- ‘gresos. El macizo empez6 a sembrase de arriba a abajo y se tumbaron més de 90.000 hectireas de b« «que primario. De todas partes del pais legaron cam- pesinos y pequefios comerciantes a trabajar en la bo- nanza con los norteamericanos y con los guajiros. ‘Todos los sectores terminaron involucrindose en el negocio que crecié rapidamente, sin ningiin control por parte del Estado, Se hicieron pistas clandestinas y de todos los puertos, entre el Cabo de la Vela y ‘Taganga, salfan cargamentos de marihuana prens da, Se construyeron hoteles de lujo, se ampliaron las ganaderfas extensivas, renacié la zona bananera, se enriquecieron las autoridades militares y civiles, y aparecieron los ejércitos privados. Expansion ‘Lamarihuana se extendié de la Sierra Nevada de San- ta Martaa la Serranfa del Perijé, al Urab4, a la Serra- nfa de San Lucas, al Cauca y a la Serrania de La Macarena y el Guayabero. El fenémeno se repitio en cada una de estas regiones. La demanda norteamteri- cana estaba garantizada. A pesar de los controles que se inciaron hacia 1978 con la operacién “Fulminan- licar los cultivos de marihuana de La Cuttvos ilcitos y medio ambiente Guajira, y la fumigaciGn aérea con glifosato (Randup) que comenzé hacia 1980 ocasionando uno de los pri- ‘meros desastres ecolégicos y sanitarios de que se ten- g:noticia, la produccién se mantuvo constante cerca a las 10.000 Ha. durante toda la década del 80. La mafia colombiana comenz6 a invertir a lo largo y ancho del pafs en todo tipo de negocios, y los culti- vadores mejoraron sus condiciones de vida. Para 1987 el-cultivo abareaba més de 13.000 Ha. A mediados de los ochenta, con la creacién del Esta- tuto Nacional de Estupefacientes (Ley 30 de 1986) aumentaron los controles estatales. Pero no fue esta Jaraz6n para que terminara la bonanza . Los norte- americanos encontraron variedades hfbridas que se podfan produciren su tierra y la produccién de Esta- dos Unidos desplaz6 a la colombiana. La bonanza termin6 en la mayoria de las zonas de colonizacién y los colonos volvieron a abrir la selva para sembrar matz y vender la mejora, aunque ya muchos cono- cian la existencia de un nuevo producto: la co Hoy en dfa, segtin los reportes encontrados, la marihuana no ha cambiado de sitios. Se sigue produ- ciendo fundamentalmente en la Sierra Nevada de San- ta Marta y el Perijé, en la Serranfa de San Lucas y en elnorte del Cauca. A partir del afto 89, los cultivos se sostienen alrededor de unas 5.000 his que pueden equivaler al consumo nacional. La Coca Sila coca ha existido en Colombia pS * fesse siempre. Ha sido usada tra~ \dicionalmente por las comunida- ‘des indigenas, principalmente de la Sierra. Nevada de Santa Marta: y del Amazonas. Es el centro de su tradicin y su cultura, La usan, inclusive hoy en dia, para trabajar largas jomnadas y para ali- rmentarse, para sus ceremonias y ritos, y también para la guerra. Los conquistadores Ta persiguieron por ra- zones militares; los indios mambeando s6lo coca po- dian combatir dfas enteros sin descansar y sobre todo, in dormir, lo que significaba una ventaja téctica, Aiin antes de que se acabara la bonanza marimbera, Jos esmeralderos de Muzo y Otanche, que ya sabian de la existencia del negocio de la cocafna que se de- sarrollaba de manera incipiente en Perti y Bolivia, habfan empezadoa vincularse a su comercio. Lacoca tenfa ventajas comparativas frente a 1a marihuana, tanto en el volumen de la mereanefa como en las ga- nancias que generaba La mafia tenfa experiencia en elnegocio ilegal de esmeraldas. Conocia los canales de comercializacién y los contactos, tenfa el capital yy habfa logrado la corrupcién de las autoridades, y, sobre todo, tenfa asegurado el mercado. Al prin pio, hicieron un centro de actividades financieras en Iquitos y embarcaban la pasta de coca en Tingo Ma- rfa para exportarla hacia los Llanos Orientales donde Ja transformaban en cocaina, Durante los afios 70 se cre6 una divisi6n del trabajo entre colombianos, pe- | ruanos y norteamericanos, hasta que la nueva indus- tria comenz6 a coger vuelo a medida que se expan- in los mercados norteamericanos y europeos de la cocaina, Para finales de la década, la mafia colombiana deci- dié entonces producir su propia coca. Se sabia que | tos indigenas la cultivaban en el Cauca y hasta alli | Hegaron a comprarles hoja. Los indfgenas y campe- sinos entraron en el negocio sorprendidos de que un | producto que no habia tendo mercado adquiriese un precio tan alto deun dfa para otro. Ningtincultivador supo para qué se compraba hoja en grandes cantida- des ni por qué se transportaba en secreto hacia las capitales. A medida que el negocio prosperaba, la demanda por hoja comenz6 a crecer y el mercado existente fue insuficiente. Los campesinos e indige- nas comenzaron a tumbar los cultivos tradicionales, incluido el café, para sembrar coca, pero atin ast lo producido era insuficiente. Los cultivos se extendie- ron entonces los Llanos Orientales, una regiGn ideal porque el Estado tenfa una débil presencia y porque el lima y las condiciones sociales se prestaban para lasiembra licita de coca. También alli habia colonos agobiados por las deudas y el trabajo. Los primeros cultivos comerciales para producir co- caina se hicieron en 1980 por los lados de Calamar, | enel Guaviare y en el Putumayo, regiones fértiles, escasamente pobladas, que tenfan en su haber la ex- periencia de las bonanzas de caucho, de pieles, de petréleo y de madera. Cada bonanza habia pasado porallfsin dejar ninguna ganancia consolidada, pero | 10s cotonos, los comerciantes, los transportadores y | los funcionarios piblicos estaban acostumbrados a los vaivenes del dinero esporddico. La mafia intro dujo variedades peruanas con mayor contenido de alcaloide, peruana y tingo maria, que compitieron ccon éxito con la variedad local Hamada pajarita. Un 135 oe dia la semilla empez6 a dispersarse por agua, tema y hasta por aire. Las avionetas hacfan vuelos rasantes, dejando caer plantas germinadas en sitios estratégi- cos. Los campesinos comenzaron a sembrarla y laextrac- cci6n quimica de la base la hacfan técnicos de la ciu- dad que eran llevados directamente al laboratotio don- de trabajaban una semana, sin tener contacto con nadie, y una vez, procesada la hoja se iban por donde habfan llegado, hasta la siguiente cosecha. Al princi pio la coca se cultivé en grandes plantaciones donde los colonos participaban como jornaleros. Poco a poco fueron comprandoles a los patronos la semilla, y haciendo su propio cultivo, su propia chagra. El monopolio residia en la compra de la hoja y en el secreto de los procesos quimicas para sacar la cocaf- na, Pero también los colonos se fueron dando cuenta del negocio y, no se sabe exactamente como, al cabo de un tiempo se generalizaron las frmulas para el procesamiento. La mafia conservaba no obstante ell control sobre el paso siguiente: la transformacién de labase a cocaina, Un par de afios después, las chagras y los laborato- rios para producir base de coca se empezaron a dis- persar por el piedemonte. El Guaviare, el Guayabero, el Caguin, La Macarena, el Putumayo y también el Chocé entraron poco a poco a la produccién. Los pioneros eran gentes salidas del hampa 0 mafiosos que habfan trabajado y se habfan enriquecido con la marihuana o con las esmeraldas. Tenfan experiencia en el manejo de grupos armados, sobomo de las au- (oridades, mercadeo clandestino. En las zonas de co- Jonizacién comenzé la bonanza cuya nica ley era la distribucién de la ganancia, Bonanzas y violencia La coca comenzé a ser cultivada bajo el sistema del endeude, con la misma crueldad y las mismas condiciones con que funcioné el negocio del caucho. El comerciante adelantaba dinero 0 mer- caneias a cambio de la base de coca. El cambio no era posible sino bajo estrechas medidas de seguridad que los comerciantes ejercfan armando grupos de sicarios. En el Guaviare, el sistema de avance dej6 miles de muertos porque el colono buscaba a toda costa escaparse con el plante o avance. La mayoria de los negocios eran hechos de palabra puesto que 136 eran ilegales y por lo tanto no tenfan respaldo institucional, de ahf que los ejércitos privados han acompaifiado todas las bonanzas y particularmente la de coca. Durante los primeros afios, en el Guaviare hhubo miles de muertos debido al enfrentamiento de bandas armadas por ajuste de cuentas. En la zona, esta época se conoce como la “Guerra del Guaviare”. Los cultivos ilegales y el comercio ilegal implican necesariamente la justicia privada, los ejércitos par- ticulares o ta utilizacién de las armas oficiales a tra- vés del sobomo, En las zonas de colonizacién, estas os tendencias siempre han estado presentes. El procesamiento El procesamiento de la hoja de coca para producir la base de cocafna, que al comienzo estaba separado del cultivo, hoy se hace de manera complementaria dentro de la mismachagra. Todo cultivador procesa. La produccién de pasta bésica es una operacién qui- mica relativamente sencilla para lo cual se necesitan recipientes y paiios para trasvasar las soluciones que permiten ir separando el alcaloide de las demas ma- terias orgénicas. Por regla general, la produccién de cocaina a partir de la base se hace en las ciudades y en los pueblos. Es.un proceso mucho més profesional que no esté all alcance de todos. Implica la utilizacién de sustancias quimicas en proporciones precisas, tiempos de rea cidn y temperaturas determinadas. Muchos pasos son peligrosos por la utilizacién del éter. A pesar de todo, hay colonos que estén produciendo cristal en las 20- nas de cultivo. Precursores Para el aislamiento del alcaloide contenido en la hoja se requiere gasolina, carbonato de calcio y perman- ¢ganato, Los colonos han encontrado muchas altemna- tivas para procesar la hoja y sacar, con mayor o me- nor rendimiento, la base de coca. Con excepcién del permanganato, todos los otros productos pueden ser reemplazados. Usan aceite de motor, kerosene y agua ‘en vez de gasolina, y cemento, abonos quimicos y hasta decol para reemplazar lacal liviana. La gasoli- na ademés se recicla una y otra vez, y se vuelve a utilizar, de modo que solo gastan lo que se evapora 0 lapoca que se derrama. Han encontrado procedimien- tos para lavar la gasolina por decantacién, Elefecto ambiental del proceso de produccién de la base de coca, a pesar de que se ha hecho énfasis en su gravedad, es mds bien reducido porque en general Jos residuos de la operaciGn se entierran, para no de- jar huellas, y en ocasiones se usan como abono para Ja misma coca. ui La comercializacion Cuando la base de coca entra en el mercado, su pre~ cio se comienza a elevar. El valor agregado esté vin- culado al transporte, pero el alto precio que va adqui- riendo.a medida que la mercancfa se acerca al consu- midor se debe principalmente a los impuestos y so- bomos que el comerciante debe pagar a las autorida- des reales o formales, y sobre todo al riesgo de ser “capturada. La ilegalidad es la fuente de los elevados precios que la mercanefa adquiere y, por lo tanto, de las ganancias fabulosas que se obtienen en su comer- ializaci6n. La inversién comienza con un capital, proveniente de los carteles de exportacién, que se distribuye en- tre comerciantes menores que compran la mercan- cia. En la medida en que este comprador o propio acumula, se convierte en un socio del cartel que co- re sus propios riesgos y maneja su propia organiza- cin, El propio distribuye a su vez el capital entre agentes compradores, Ilamados chichiparos, que entran a las zonas y tratan con los cultivadores en pueblos, puer- tos 0 caserfos. El chichipato paga la mercancfa al Cultivo ilcitos y medio ambiente colono dependiendo de la calidad y el peso del pro- ducto, El colono cancela sus deudas a los raspadores, yy alos comerciantes locales que le han adelantado la remesa, los insumos y las herramientas, Son los prin- cipales gastos que el colono tiene. Si logra retener una porcién de utilidades, la invierte en mejorar su finca: casa, trocha y transporte, Algunos ahorran para comprar una casa en el pueblo donde puedan vivir sus hijos para que estudien el bachillerato. En general, el chichipato negocia solamente con los, colonos y lospropios tratan con los capos eviténdose el intermediario menor. A veces los grandes capos son también agentes comerciales y por tanto trans- portadores en magnitudes mayores. Hay movilidad ascendente entre los chichipatos que en ocasiones han sido raspadores que se vuelven propios a medi: da en que ganan confianza de los capos. Impuestos ‘Tanto chichiparos como propios son quienes deben pagar el gramaje y las mordidas, es decir los tribu- tos tanto a la guerrilla como a las autoridades legal- ‘mente constitufdas. En términos generales, los agen- tes compradores entran a las 2onas de produccién autorizados por la guerrilla; son identificados y han aceptado pagarle a los alzados un determinado por- centaje, entre el 10% y el 20%, sobre la base de la coca comprada. El control es muy riguroso y las fal- {as son castigadas con severidad por medio de penas que van desde el extrafiamiento hasta el fusilamien- to. Fuera de la zona, los narcotraficantes deben pagar también un tributo a las autoridades del Estado. No es propiamente un soborno ocasional sino un pago regular que suele acordarse con los agentes 0 em- pleados de mayor rango. En la gran mayorfa de los puestos de control, los narcotraficantes pagan tribu- to. La diferencia con la guerrilla es que ésta lo cobra en nombre de la organizaci6n y bajo el apelativo de impuesto de guerra, mientras que los agentes del Es- tado lo hacen a titulo individual y, por tanto, no com- prometen de manera directa a la instituci6n a la que pertenecen. Entregada la mercancia a los grandes productores de cocafna, en el caso de la base, 0 a los exportadores, enel caso del cristal, la mereanefa sale de la Srbita de la produccién propiamente dicha y entra al mercado internacional donde adquiere cada vez ganancias més desproporcionadas. Expansion de los cultivos de coca La coca encontré un terreno fértil para germinar y por eso la gente la acogic répidamente. Es el tinico producto que le deja al colono utilidad y que, por lo tanto, le permite conservar su mejora y, gracias a las posibilidades de acumulacién, convertirla en una unidad econ6mica solvente. En ella puede invertir su trabajo, integrarse poco a poco al mundo del con- sumo, comprar electrodomésticos y mandar a sus hijos a estudiar. Entre 1978 y 1984 los cultivos de coca se extendie- ron por el rio Guaviare, Caguén, Apaporis, Caqueté y Putumayo, Roto el monopolio del secreto y divul- gada Ia fabulosa rentabilidad de la produccién, las zonas de colonizacién se Hlenaron de colonos, c merciantes, transportadores, negociantes, y profesio- nales desempleados. La oferta comenz6 a desbordar lademanda y pronto los precios cayeron. De un mi- én de pesos que se pagaba en 1980, el kilo de pasta basica cay6 en 1983 a $80,000 pesos. Temporalmente las zonas se desocuparon, los entables y los cultivos fueron abandonados; las Ineas de abastecimiento se suspendieron. En la frontera s6lo quedaron los cam- pesinos que habfan legado a trabajar la tierra. Obe- deciendo de muevo a las leyes de oferta y demanda los precios repuntaron alcanzando los $600.000 en el 85 y desde entonces la bonanza ha sido ciclica, Las medidas de control por parte de! Estado han con- tribuido a mantener cierta estabilidad en los precios, A pesar de las inconsistencias que muestran las di tintas fuentes consultadas, las cifras estadisticas ma- nifiestan que el cultivo de coca ha tenido tres etapas, La de experimentacién que duré hasta el afio 82 (me~ ‘nos de 10,000 Ha., entre el 83 y el 87 la produccién se dobla a 20,000 y entre el 89 y el 96 se estabiliza alrededor de unas 40.000 Ha. Los cultivos de coca se han extendido entre 1985 y 1995 desde las riveras de los rios Guaviare, Caguén y Putumayo hacia sus desembocaduras en el Orinoco, ‘el Caqueté y el Amazonas. La siembra ha ido despla- zAndose por los cursos medios y se ha internado des- de las riveras hacia las sabanas y mesetas. Hoy en la zona oriental del pafs los cultivos llegan hasta 138 Santa Rita en el Vichada, Puerto Inhirida en Guana, la Pedrera en’ el Caqueté y Puerto Narifio en el Putumayo. Las fumigaciones han contribuido a su desplazamiento y los colonos se inteman cada vez adentro de a selva para evitar su localizacién. En el suroccidente, el norte y el sur del Cauca, y el norte de Narifio, a coca se intercala con cultivos tra- dicionales como el café, el plétano y la yuca. Estan asociados, en general, a zonas campesinas ¢ indige- nas. En la Ianura Pacffica también se han incre- mentado Jos cultivos de coca en la mayorfa de los cursos medios de los rfos, fundamentalmente el Pati el Micay, el Naya y en algunas zonas del San Juan y de la Serranfa del Baud6. Enlavertiente oriental de la cordillera occidental hay cultivos en el Cauca, Valle y Risaralda. En la Costa Atléntica se han ampliado los del sur de Bolivar, en lacara norte de la Sierra Nevada de Santa Marta yen el Peri, pricticamente desde los Montes de Oca hasta el Catatumbo. En lazona central se conoce laexistencia de asi dos a las dreas esmeraldiferas, Quipama, Coscuéz, Otanche. En Antioquia hay cultivos por los lados del Magdalena Medio y en el limite con el Choc. Lo que parece persistir es que los cultivos ilfcitos estan asociados tanto a la economia campesina como a la economfa empresarial. La Amapola TH P7}EL cultivo de amapola y la fabricacién de heroina en Colombia ha sido un proceso . mas planificado que el de la cocafna, La a $444, amapola habia sido, hasta fines de la dé- SL A\cada del ochenta, una planta de jardin pero con la primera crisis de la coca se inieié en fir- me esta nueva linea de produccién. El Cartel de la Amapola, compuesto por capitales del tridngulo Caqueté-Tulia-Pereira, envié profesio- nales a Filipinas, principal productor de opio y he- roina, con el fin de que aprendieran en detalle las téenicas agricolas y los procedimientos quimicos para laelaboracién de la herofna, y estudiaran los merca- dos para introducir la mereanefa colombiana en Es- tados Unidos y en la Unién Europea. Una vez cono- cidas las condiciones técnicas y econémicas comen- 26 a trabajarse en el pafs. Se experiments en tres lu- gares: en los pdramos del Rionegro, Huila, en San Antonio en el Tolima y en San Sebastidn en el Cauca. ‘Aunque las variedades que se importaron eran me- nos productivas que las asidticas, la calidad de la herofna no era inferior. Y como la gente estaba an- siosa de trabajar la nueva linea, el experimento tuvo éxito y el latex comenz6 a salir comercialmente a los mercados en los afios 89-90, Comenzaba lacrisis ca- fetera y muchos de los campesinos empezaron a tra- bajar la amapola en los paramos donde habian na do y de donde habfan emigrado hacia la selva a tra- bajar con la coca. Expansion del cultivo Al comienzo se presentaba en las zonas frfas el co- merciante que plantaba a los cultivadores, les ade- lantaba dinero para la siembra y la recoleccién, y los asesoraba para obtener latex de éptima calidad. Cuan- do se vendia la mancha 0 latex extraido del bulbo, materia prima de la herofna, se pagaban las deudas del plante inicial, Los campesinos de los paramos no presentaron resistencia porque tenfan relacién con las zonas de colonizacién y con la cultura de la bo- nanza, En el Huila y el Tolima los planteros trabajaron con ‘campesinos que comenzaron a desmontar parches aislados de los paramos. Los indfgenas del Cauca también se vincularon poco a poco al nuevo cultivo, Primero le arrendaron el pedazo de paramo al plantero, Iuego le aceptaron el dinero adelantado y por titimo se volvieron cultivadores, Pero no de gran- des cortes sino de jardin. Igual que la coca, Jos indi genas sembraron la amapola inicialmente cerca de la casa, en la huerta. En el afio 90 la amapola sali6 a la luz piiblica y el gobierno del presidente Gaviria decidié tomar medi- das para su control, Se divulgaron por todos los me- dios las amenazas representadas por su cultivo: la destruccién de los paramos y las fuentes de agua; se denuncié la alianza de los carteles de la coca y la amapola, y los perjuicios que le traerian a la econo- mia nacional. La Policfa Antinaresticos denuncié la participacién de la mafia siciliana en el negocio y le declaré la guerra fumigando cultivos en la Cordille- raCentral. La prensa y los medios publicaban diaria- mente noticias sobre el cultivo. El Gobiemo cre en- tonces un clima adverso para facilitar su erradicaci6n, sin imaginar que a la larga sirvié més para divulgar Cultvos ilcitos y medio ambiente sus beneficios que para los fines que se proponia. Los cultivos se dispersaron por toda la cordillera Central y por los paramos de Boyacé, Santander y Cundinamarca. En el Tolima, los pequeiios cultivos dieron origen a grandes extensiones y en las zonas donde comenzaba la nueva bonanza no tardaron en presentarse eventos de violencia, La amapola ha subido espectacularmente de cerca de 700 Ha. reportadas en el 90 a unas 16.000 Ha. en el 92 y se ha estabilizado alrededor de las 20.000 para el afio 95. Hoy se encuentra en casi todos los péra- mos pero son notables las densidades en la cordillera central, en los departamentos de Cauca, Huila, Tolima, ‘Valle y Narifio, En la cordillera occidental se han ex- tendido a los paramos que dividen aguas entre la zona cafetera y el Choc6, y en el borde oriental de la cordi- Ilera oriental en los departamentos de Cundinamarca y Boyaca. Ultimamente se ha detectado cultivos en as zonas altas del Perijé. Situacién actual Las cifras Las estadisticas de la Policfa Antinarcéticos arrojan las siguientes cifras: ‘curtive | SuPERFiciE Was) | SUPERFICIE (Won) | Has ERRADIOAOAS| ree 398 (enerorte 1098) cose | jo000 s5000m 6002 anapon’ gf ores fe sar Estas cifras en su conjunto nos plantean las siguien- tes dudas: Segtin los célculos de la Policfa, deberfan aparecer para el afio 95, 14.398 Ha, de coca pero aparecen 45,000. ;Esas 30.602 hectéreas nuevas son fruto de nuevas siembras? ,O de célculos erréneos? ,O de las dos cosas” Para la amapola en cambio sucede lo contrario, De 20.785 Ha. en 1994 se pasa a 6.540 Ha. en el 95, habiendo erradicado tan solo 5.074 Ha. {Qué se hi cieron las 9.171 hectéreas restantes? {Los campes nos dejaron de sembrar y se acogieron al Plante o los célculos se hicieron en distinta época del aiio? 139 Por otro lado, la superficie estimada para la coca por el Grupo de Dublin en 1994 asciende a 80.959 hec- tareas. Esta cifra se aproxima a los calculos hechos por Sergio Uribe para el PNUD pero supera por mu- cho los de la Policfa Antinarcéticos. Segtin el inves- | tigador, en Colombia habria aproximadamente 83.600 | Ha. de coca que corresponden al doble de lo que las fuentes colombianas presumen que existe. La dife- rencia radica en que no se contabilizan las éreas mar- ginales. Es posible que no lo hagan para aumentar la eficacia de la fumigacién. Del lado Norteamericano las cifras pueden ser infladas para exigir més resulta- dos. Area de cultivos ilicitos en Colombia (1994) sistema de procesamiento, aunque hay factores como la altura sobre el nivel del mar y la humedad relativa del lugar donde se encuentren los cultivos que varian la cconcentracién del alcaloide en la hoja. En resumen, no se tiene certeza de cudntas hectéreas existen hoy en dia en cultivosilcitos y por tanto cuén- to se produce, cual es el efecto ambiental y social de esa produccién, cudnta gente puede estar involucrada, cual es Ja distribucién de utilidades, incluyendo el gramaje, ni cudl es el efecto real de las actividades de erradicacién ode los Programas de Desarrollo Alter- nativo. Laproduccién de cultivos ilfcitos, ademas, ha ejerci- down dobleefectoen la agudizacién del conflicto: al mismo tiempo que garantiza los tnicos ingresos fi- ts ovata ” 8 jos a las poblaciones campesinas que viven en las zonas de colonizacién, que constituyen la base po- Iitica de la guerrilla, contribuye a aumentar los _gresos que los grupos guerrilleros recaudan, prin- cipalmente las FARC, a través del gramaje que exigen a cultivadores, procesadores y comercian- tes de la droga. Porel otro lado, su comercializacién ha financiado el crecimiento de los grupos paramilitares a medida que aporta el capital para cubrir con los gastos de la expulsi6n del campesino y laexpansi6n del latifundio. Su efecto en la finan- ciacién de la guerra es contundente. Sobre los efectos ambientales, un documento ofi- cial dice: “La produccién de coca se concentra en los bosques huimedos tropicales de la Amazonia y la de amapola en los bosques altoandinos de niebla, Se estima que la siembra de una hectdrea de coca significa la destruccién de 2 hectdireas de bosque, yla siembra de una hec- térea de amapola, ta tala de 2,5 hectdreas. En total, la deforestacién de estos ecosiste- ‘mas ronda tas 200.000 hectareas por ato”. (Plante, 1995-1998) Esa cifra puede ser menor, dado que la coca es un cultivo permanente que, de no ser erradicada 0 fu- migada, serfa productiva al menos por cinco afios. En ese sentido las estadisticas que se contabilizan Fuente : Uribe (1995) Lo mismo sucede con los datos sobre productividad, Los célculos que se han hecho varfan dependiendo de la variedad de coca, el tiempo de siembra y el 140 afio tras afio estarfan incluyendo cultivos antiguos que solo han tenido efectos ambientales sobre el bos- que en el momento de ser sembrados. De la superfi- cie anual seria necesario establecer cudles son las siembras nuevas para los calculos del dafio sobre los bosques. Los efectos de la amapola sobre los para- mos son mucho mas contundentes en Ia medida en que la superficie, que queda de la produccién de cada cosecha, es generalmente sustituida por potreros. Anota también el documento que: “el 60% del drea sembrada en cultivos ilicitos es de cardcter campesino (menos de 3 hectd- reas), unas 30.000 familias estarfan asocia- das de manera directa a esas siembras yotras 270milestarian de manera indirecta, y el res- tante 40% tiene cardcter comercial. Los cul- tivos en pequeria escala se ubican, en su ma- yoria, al interior de la frontera agricola (los de amapola en los paramos del Huila, Cauca y Narifio y los de coca en el Cauca y el sur de Bolivar), Los cultivos comerciales, de mayor tamaiio, se localizan sobre éreas periféricas de la frontera o en zonas aisladas bosque ‘dentro, tanto en la Amazonia como en la re- sin Andina (Los cultivos comerciales de ama- pola estén ubicados principalmente en el Tolima). Ast las cosas, es claro que la lucha de este gobierno contra los cultivos ilicitos y su tréfico es también la lucha por la recupe- racién y preservacién del mds caro y signifi- cativo patrimonio ambiental del pais: los bos- ques tropicales”. (Plante, 1995-1998.) En resumen, los cambios mas importantes en estos diez. afios son: ~ La ocupacién de los péramos con amapola, ~ la dispersion de los cultivos de coca en la sel- va amazénica y ~ la extensién de los tres cultivos hacia las z0- nas cafeteras. Migraciones Las dreas més dindmicas de produccién ilicita siguen siendo el Guaviare, el Caqueté, el Putumayo y el Meta. Son las éreas de colonizacién por excelencia que han recibido un creciente mimero de jomaleros, campesinos y comerciantes. Al departamento del Guaviare Mega gente del Meta, Boyacé, Cundi- namarca, Tolima, Valle y atin de Bogota. El Caqueté recibe campesinos migrantes del Huila, Tolima, Va- le, Cauca y Cundinamarca. El Putumayo recibe gente de Narifio, Caquetd, Cauca y Huila. Sin poder cuantificarlo, la poblacién migrante es en su gran mayoria constituida por campesinos expul- 141 Cuttvosilicitos y medio ambiente sados por la violencia, por la concentracién de la tie- tra, por la crisis de la economia parcelaria y la subdivisién del minifundio, por la crisis cafetera y por el desempleo. Tampoco se puede afirmar con certeza que la migracién se haya acelerado con las politicas de apertura y privatizacién, pero existen ‘numerosos testimonios que apoyan estas hipétesis. -Migracién oscilante Ahora bien, no todos los campesinos que llegan se establecen permanentemente, Existe la migracion 05- cilante entre las parcelas de origen y las chagras pro- ductoras de coca y amapola, Campesinos de! Valle de Tenza o de la regién de Gutiérrez, de Sandoné o del Sanquianga abren sus chagras en el Guaviare 0 en el Putumayo y con los ingresos alli obtenidos sos- tienen sus fincas originales. Cuando sobrevienen las crisis de precio abandonan los cultivos ilicitos y se refugian en sus parcelas donde suelen invertir la ma- vyorta de sus utilidades. - Migracién permanente Los colonos estables son los que han perdido sus tie- tras, han vendido sus parvelas y han legado a hacer finca. Por esta raz6n invierten en cultivos licitos, en el mejoramiento de pastos, en pequefias ganaderias, en el mejoramiento de vivienda y transporte, y, sobre todo, en la educacién de los hijos. Muchos compran una casa en las capitales con miras a que los nifios superen su analfabetismo, inversién que en Colom- bia exhibe una tasa de retomno negativa. Por lo gene- ral, a este grupo de campesinos no lo afectan las os- cilaciones y las crisis de precios. En los afios 85 a 87 cuando los precios se vinieron al suelo, estos ‘migrantes campesinos conservaron sus mejoras. - Migracién por cosecha (Raspadores) Hay un sector de jévenes campesinos que migran a las zonas de cultivo con el fin de participar como Jomaleros agricolas, como cosecheros, como proce- sadores 0, en fin, como auxiliares en el comercio 0 el transporte, La mayorfa son los llamados raspadores © raspachines, cuyo niimero alcanza los 100.000. Es ‘un grupo muy heterogéneo por su origen y composi- ién social, pero tiene una caracteristica en comin: ahorra muy poco. = Migracién ausentista Existe también un sector empresarial que trabaja gran: des extensiones y cuyo esquema productivo es asimilable al de Ia economfa de enclave. Podria de- cirse que son los menos interesados en una solucién, social. En general, estén muy vinculados a los gran- des comerciantes y a los politicos locales. La mayo- fa de sus utilidades son invertidas fuera de las zonas de produccién. Muchos son ausentistas y se asocian con mayordomos que manejan sus negocios local- mente Medidas de control Fumigaciones Las fumigaciones de los cultivos ilfcitos han sido has- tael momento desastrozas en cuanto a la pérdida de biodiversidad. No tanto por los efectos que pueda tener el glifosato sobre el medio ambiente sino por- que el efecto inmediato que producen es el desplaza miento de los cultivos a éreas més alejadas. La apli- cacién de herbicidas, que de hecho tienen consecuen- cias perjudiciales para el medio ambiente, Ia salud humana y las aguas, es mucho més grave en los cul- tivos comerciales del Tolima, el Huila, el Valle del Cauca 0 el Cesar. Se trata de productos que atacan las plantas y microorganismos del suelo para dejarlo limpio de malezas que puedan interferir en el creci- miento del cultivo seleccionado, al mismo tiempo que abonan los suelos proporcionando nutrientes ar- tificiales que compiten y agotan la fertiidad natural. Pero por otro lado esta forma de erradicacién ha con- tribuido a aumentar la superficie cultivada en dos sentidos; 1. Ha desplazado los cultivos selva adentro pues ha conducido a que Jos cultivadores realicen nuevas siembras en terrenos boscosos, en costa de paramos oselvas, para recuperar el dinero invertido en el cul- tivo perdido. Al menos hasta el aflo 95, la superficie 142 total cultivada habfa continuado aumentando a pesar de todos Jos esfuerzos de la Policfa Antinaresticos, porerradicarlos, y 2. En la medida en que momenténeamente se dismi nuye Ja oferta, Ia fumigacién ha contribuido a man- tener altos los precios de los cultivos, estimulando a Jos cultivadores a mantener la producci6n, seguros de ver retribuida su inversién. Programas de Sustitucién La otra forma de erradicacién, que hasta ahora pare- ce haber tenido mejores efectos, ha sido la de los, programas de sustituci6n. Se ha levado a cabo en la Sierra Nevada de Santa Marta, en el Cauca, el Gvaviare, el Caqueté y el Putumayo con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Fiscaliza- cidn del uso indebido de la drogas UNFDAC. Sin embargo, las altemativas productivas que se han offe- cido a los cultivadores no han tenido los resultados esperados. Primero, porque los cultivos lfcitos alter- nativos no han tenido la comercializacién garantiza dda, En muchas regiones se sembré café como posibi- lidad de sustitucién justo cuando éste entraba en cri- sis. Segundo, porque de los programas del gobiemo no llegan a la regiGn. Segtin las fuentes consulladas para el afio 1996, los campesinos hicieron cerca de 5.000 solicitudes de crédito al programa de Desarro- lo Alternativo Plante en el Meta, de los cusiles du- rante el primer semestre del 96 s6lo se habfan atendi- do 127 (Guerrero, 1996). La revista Semana, por su parte, calcula que en el departamento del Guaviare, mientras el cultivo y produccién de base de coca mueve de forma subterrénea 300.000 millones de pesos, el presidente Samper ofrecié 17,000 millones de pesos para invertir durante todo el afio y a julio solo se habjan entregado 2.000 millones (Julio 30.de 1996). Las limitaciones del mismo programa de aten- der s6lo a los 30,000 cultivadores de menos de tres Ha, de coca deja pot fuera la mayor parte de las 300,000 personas vinculadas a su cultivo y procesa- miento en el departamento. Por tiltimo, el otro problema que tienen los progra- mases el estimulo de la ganaderfa extensiva, Se trata de una actividad acogida por los campesinos porque tienen confianza en su rentabilidad y porque saben manejarlo; los estudios demuestran que es una de las pocas actividades que puede competir con los culti- vos ilicitos. Pero la ganaderfa, en la medida en que implica la potrerizacién de suelos frégiles como son Jos de la Amazon‘a, tiene efectos ambientales muy graves. En este sentido, sustituir la selva por ganado a través de la erradicacién de la coca puede contri- buir a la pérdida de la biodiversidad. El Plante hasta el momento ha tenido el cuidado de impulsar la ga- naderfa intensiva y de doble propésito con manejos silvo-pastoriles, Sin embargo, hay que tener en cuenta, que si estas modalidades de ganaderia fracasan y los, campesinos se arruinan, podrfan Hegar a convertirse en la base de grandes ganaderfas. En resumen, Ios pocos recursos econémicos con que han contado los programas de sustitucién, en com- paracién con las grandes sumas empleadas en la fumigacién por la lucha antinarcéticos; han impedi- do obtener resultados eficientes en el control y la erradicacién de los cultivos ilicitos. Movilizaciones campesinas Durante los meses de junio y julio de 1996 se movilizaron cerca de 200.000 cultiva- dores de coca en el Putumayo, Caqueté, Guaviare, Norte de Santander y el sur de Bolivar. El incumplimiento de las expec- tativas generadas por los programas de su titucisn, las fumigaciones y el control de los insumos para el procesamiento de la hoja, condujeron a pro- testas y movimientos campesinos que se controlaron, con medidas represivas generando nuevos eventos de violencia en las regiones productoras. Los enfren- tamientos entre los cultivadores dejaron un saldo de tres muertos y mas de un centenar de heridos (Sema- na, agosto 20 de 1996). EI movimiento, que fue ampliamente publicitado, tuyo en sus comienzos varios efectos positivos: puso en evidencia el conflicto que se vive desde hace mis de una década en las. zonas de colonizaci6n, sensibi- lizando a la opinién pablica acerca de la realidad de los cultivadores de coca. A pesar de la insistencia de los medios y de las Fuerzas Militares en vincular las, movilizaciones con los grupos armados, se gener una amplia corriente de opinién que desatanizaba a Jos cultivadores quiténdoles el rétulo de delincuen- tes y entendiendo su actividad como una manera le- gitima de vincularse al mercado desde sus posi dades. Muchos de los protagonistas de las marchas, tuvieron Ta oportunidad de dar declaraciones a los medios explicando la precariedad de sus condicio- 143 Cultvos ilcitos y medio ombiente nes de vida y la desatencién del Estado a la que han estado sometidos por ailos. Por gltimo, la agresién contra un camarégrafo de la televisi6n evidencié a su vez los atropellos cometidos con frecuencia por la Fuerza Publica contra las poblaciones marginadas. Esta situacién condujo al gobierno del presidente Samper a buscar un arreglo pacifico y se Ilevaron a cabo mesas de negociacién en las dis protagonistas de Tas marchas campesinas. En cada una de las manifestaciones, excepto en el Guaviare, se firmaron actas de compromiso entre el Gobiemo Nacional y representantes de la comunidad. tas regiones EL valor de los compromisos adquiridos se calculé incialmente en $ 138,000 millones de pesos (Docu- ‘mento CONPES DNP-UPRU-PLAN SUR, enero 29 de 1997), sin contabilizar en ese momento progra- mas y proyectos de los cudles no habfa definido el monto de recursos y que después ascenderfa a la ci- fra de $ 225.791 millon Sin embargo, a pesar del arreglo negociado, varios puntos quedaron en entredicho. Primero, en muchos casos el gobierno adquirié compromisos y creé ex- pectativas dificiles de atender, dicho por el mismo documento CONPES, y segundo, la mayor parte de las solicitudes de las comunidades se centraron en asuntos econémicos: obras de infraestructura (70.2%), sector agropecuario (5.9%) y atencién de servicios de salud (7%), vivienda (8.7%) y educa- cién (6.2%), que las entidades del orden nacional y regional estaban en obligacién de atender, dejando por fuera reivindicaciones politicas, sociales y cultu- tales de las cuales adolecen todas las regiones de co- Jonizaci6n y que a su vez son la principal causa de su marginamiento. El resultado fue el petitorio de siem- pre que se desempolva cada vez que se presentan los conflictos. En muy pocos casos se tocaron temas como las medidas de control a los cultivos ilicitos, la violacién de derechos humanos, la necesidad de al- ternativas politicas, ni los mecanismos efectivos y permanentes de participacién de las comunidades en Jas definiciones de inversi6n regionales. Casi dos aftos después, aunque el gobierno ha cumplido mas del 60% de sus compromisos, siguen presentindose con- flictos con las comunidades y los cultivos ilicitos no han disminufdo. En la medida en que no existan inversiones sociales adecuadas a las necesidades que permitan a las co munidades mejorar realmente su nivel de vida, Jos | _pesino de su medio de producci campesinos de las zonas de colonizacién seguiran cultivando marihuana, coca y amapola como fuente de ingresos, para la financiacién de sus actividades, productivas y como garantfa de supervivencia. Panorama actual EI panorama que se presenta hoy en en el campo colombiano es drématico, Pero no s6loen términos econémicos; también en lo social y en lo ambiental vy 1. Latierra est4 concentrada en pocas manos. 12.000 propietarios (el 0.6% del total) son duefios de 10 mi- ones de hectareas (el 20% del total de tierra agropecuaria). En 1995, viente afios después, se ven claramente los efectos de Tas reformas politicas de Jos aiios 70. Es tan rentable su inversidn que inclusi- ve los narcotraficantes se han aduefiado de ellas y 5.2 millones de la superficie esté en sus manos. En efecto, ellos han comprado tierras en 409 municipios de Jos 1.039 que tiene el pat 2. Seguin la vocacién de las tierras, en el pafs hay un uso inadecuado. La superficie empleada en agricul- turaes sustancialmente menora]a potecialmente agri- cola, mientras la superficie en potreros supera am- pliamente la aconsejable. ‘o355) FUENTES: IGAC-Allas Basico de Colombia 1988, DANE-Proyecto Sisac, 1996, 3. Aunque el total de la superficie aprovechada se duplicé entre 1960 y 1995, pasando de 19.6 millones de Ha. a 39.9 Ha., la superficie agricola dismunuy6 cerca de 600,000 Ha. y las tierras més fértiles estén dedicadas a la ganaderfa, Los departamentos de los Llanos, la costa Atlintica y el Magdalena bajo y me- dio tienen més del 90% de su superficie agricola des- tinada a los pastos. La tercera parte de ellas, presumiblemente fas sabanas naturales del oriente del pais, esta trabajada bajo el sistema de ganaderfa extractiva 4, Mas de la mitad de la superficie agricola se en- cuentra dedicada a monocultives comerciales (banano, palma africana, cafia de azucar) que em- plean mano de obra asalariada desvinculando al cam- 144 ény destruyendo los vinculos sociales. Dos millones y medio de héctareas, (c1.56% de la superficie cultivada) estén dedicadas a cultivos permanentes. 5, La economia campesina, que mantiene précticas agricolas diversificadas y conserva el bosque, ocupa un espacio cada vez més reducido. En las fincas de ‘menos de 5 Ha., la superficie dedicada a los cultivos, ‘ocupa casi la mitad de la extensién aprovechada, Pero a medida que aumenta el tamafio de las fincas, ma- yor es la superficie dedicada a los potreros. En las fincas mayores de 500 has, la agricultura préctica- mente desaparece. 6. Los campesinos cada vez son una proporcién me- nor de los propietarios rurales, Del 62.5 % del total de explotaciones que en 1960 tenia menos de 5 Ha., en 1995 habia disminuido al 46.8%. En este sentido se est perdiendo la tinica opcién de desarrollo sustentable en el campo. 7. Los campesinos, que fueron expulsados para agran- dar las haciendas ganaderas y las plantaciones de cul- tivos comerciales, estén migrando a las ciudades 0 estén ampliando la frontera agricola a costa del bos- que y de los territorios de las comunidades indigenas y negras. El estudio de las migraciones entre los cen- sos de 1985 y 1993 revela que el Guaviare es e de- partamento més afectado por la legada de migrantes. E1 65% de la poblacién residente viene de otras par- tes del pais. Santafé de Bogoté, Arauca, Putumayo, Meta y San Andrés y Providencia le siguen con el 40%, y en Caqueté, Vichada, Quindfo y Risaralda cerca del 35% de la poblacién provino de otros de- partamentos (Martinez y Rincén, 1997), Los depar- tamentos de la regidn de la Orinoquia-Amazonia son prineipalmente los que estén recibiendo la mayoria de los migrantes. 8. La violencia desatada en las zonas rurales, violan- do los derechos humanos de los campesinos, al mis- ‘mo tiempo que facilita la concentraci6n de la tierra, acelera la destrucci6n de la selva. Segiin el estudio dela Conferencia Episcopal Colombiana en 1995, e1 10.23 % de los 586.261 desplazados que hubo en el pafs entre 1985 y 1995 llegaron a los departamentos dela frontera agricola (Llanos, Amazonas y Chocs). calcula que una familia de colonos abre en pro- medio 5 has al afio, estarfamos hablando de 60.000 hectéreas menos de bosques al afio por motivo de la violencia. Alternativas AA./ Se ha visto cémo hasta ahora todas las YS medidas tendientes a la erradicacién de iN\y 10s cultivos ifcitos han sido ineficientes. Es hora de buscar soluciones distintas a AW) ta fumigacion y el control en zonas pro- ductoras, y proponer grandes cambios en las es- ‘mucturas que los originan; hay que resolver el pro- blema del desplazamiento de campesinos desde su origen, evitar la concentracién de la tierra y la crisis de la economfa campesina. Hay que hacer mgs inversiones sociales y menos militares, hay que resolver la guerra que vive el pafs. Algunos Pequefios pasos se han dado en este sentido: 1. Los acercamientos logrados con los gru- ‘pos armados pueden ser el comienzo que conduzca a una verdadera solucién donde se involueren todos los actores relaciona- dos con el conflicto. 2. Apoyar la creacién del Fondo Intemnacio- nal de Lucha contra las Drogas, propuesto en la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada el mes de junio pasado. Este es otro gran avance a la solucién del problema por la via del compromiso inter- nacional de las partes. 3. Sibien la situaci6n actual del campo enel pais contribuye plenamente a la pérdida de biodiversidad, en Colombia hay diferentes iniciativas que pueden salvar atin las préc ticas sostenibles vinculadas a la produecién y garantizar el desarrollo pacifico de for mas culturales indispensables para la con- servaci6n del medio ambiente: la amplia- Cultivos ilicitos y medio ambiente cin y saneamiento de territorios a las comu- nidades ind/genas, la Ley 70 que garantiza la titulacién de tertitorios colectivos a las comu- nidades negras y.la nueva Ley de Reforma Agraria, Ley 160 de 1994, que crea las Zonas de Reserva Campesinas. Los objetivos de la Ley més contundentes a los que debe apuntalar una politica de biodiversidad son (Minagricultura-ICA, 1997): |. Fomentar y estabilizar la economia campesina. 2. Superar las causas de los conflictos sociales que la afecten. 3. Crear condiciones para el logro de la paz y la jus- ticia social 4, Controlar la expansién inadecuada de la frontera agropecuaria del pais. 5. Evitar 0 corregir los fenémenos de desigual con- 6. Crear las condiciones para la adecuada consolida- cin y desarrollo sostenible de la economfa campesi- na y de los colonos. 7. Crear una propuesta integral de desarrollo huma- no sostenible, de ordenamiento territorial y de ges- ti6n publica. 8, Facilitar la ejecucién integral de las politicas de desarrollo rural 9, Fortalecer los espacios de concertacién social, po- Iitica, ambiental y cultural entre el Estado y las co- ‘munidades rurales, garantizando su real participacién en las instancias de planificacién y decisién local y regional, BIBLIOGRAFIA alcdzat, Alvar. La'ganderfa bovina én Colombia, 1970-1991. Bogots: Minsteno de Agncuttra, 1994: Castro Caicedo, José Fernando. 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Direccién Nacional de Estupefacientes / Ato 4/No.1/ Sep, 1996, ‘Vieeo, Juan José El proceso de colonzacionen Colombia durante elmo deceno, Conerencia Episcopal; 1985 146 Narcotrafico, medio ambiente y paz Por: Klaus Nyholm Representante UNDCP para Colombia y Ecuador Introduccion Como representante del Programa de las Naciones Unidas para la Fisca- lizaci6n Internacional de Drogas (UNDCP) en Colombia me es grato i dirigirme a todos ustedes para tratar sobre Cultivos Hicitos, Medio Ambien- te, Narcotréfico y Paz, cuatro temas diferentes pero al mismo tiempo interrelacionados. Cultivos ilicitos y medio ambiente EI Programa que represento, coménmente Hamado Programa anti-drogas de la ONU, estimaque en 1997 habfan 180.000 hectéreas cultivadas con coca y 270.000 hectéreas con amapola en todo el mundo. En cuanto a la amapola, su cultivo en Colombia es de menos de 10.000 hectéreas, formando parte de las Ligas Menores de cultivo y produccién. Pero en lo que respecta a la coca, Colombia junto con Bolivia y Pent forman la Liga Mayor. Teniendo en cuenta que en Colombia hay 80.000 hectareas cultivadas con coca, el pats se ha convertido, en los titimos affos en el mayor productor de la hoja, y mantiene desde hace ‘muchos afios st posicién como el principal provee- dor de cocafna, con no menos del 75% del mercado mundial, Todos sabemos que el cultivo ilfcito ocasiona graves consecuencias en el medio ambiente. Para entender lasituaci6n real, debemos diferenciar entre los efec- tos ambientales del cultivo y de la produccién de la droga, y los efectos de la lucha anti-drogas realizada por las autoridades estatales. Eldebate en Colombia se viene concentrando en los efectos, supuestamente negativos, de la lucha contra las drogas. El tema més caliente hasta ahora ha sido el uso de herbicidas con los cuales la Policfa Anti- Naresticos fumiga los cultivos ilicitos. Los efectos, 147 mucho més nocivos en el cultivo y produccién de cocafna y herofna, se ha dejado un poco de lado. Sin desconocer el dafio causado por la erradicacién me- diante fumigacién con glifosato, consideramos que este debate unilateral es lamentable ya que el proble- ma de la fumigaci6n es menor que el problema cau- sado por el cultivo y produccién de los psicoactivos. La siembra de amapola y coca, y la produccién de herofna y cocaina, tiene unos efectos desastrosos en términos ambientales. Primero que todo, se tala y que- ‘ma much{sima selva primaria en ambientes fragile. Enel caso de la amapola, en los valles andinos altos, yenel caso de la coca, principalmente en la Amazonia y la Oniroquta. Se estima que para sembrar una hee- trea de amapola o coca hay que tumbar tres 0 cuatro hectéreas de bosque. ;Imaginese la cantidad de hec- téreas de selva arrasada en Colombia durante los ti timos 20 afto Conocemos algo de los efectos nefastos para el me- dio ambiente ocasionados por la destruccién de Ia selva Amaz6nica, Sin embargo, es poco lo que se sabe en relacién con la deforestacién de la selva Andina, a la que también lamamos selva nublada, bosque hiimedo o bosque de agua. Como se dice en. mi idioma “Nifio querido tiene muchos nombres” pero no parece tan querido por el tratamiento que recibe. Es en esta selva que nacen los rfos colombianos. En. otras palabras es la f4 do como una esponja y proporcionando agua inclu- so en el verano, Cuando se destruye esta selva se dafia la esponja, lo que produce inundaciones en el inviemo y sequfa en el verano, Ademés, la erosién que resulta en las pendientes desprotegidas pronto forzaré a los amapoleros a desplazar sus cultivos ilicitos a otros terrenos, lo que significa tumbar atin mis bosque hiimedo. En fin, el cultivo de laamapola es una amenaza real, no solamente para la biodi- versidad sino también para el suministro de agua a Jos colombianos en un futuro no tan lejano. Igual de preocupante es la contaminacién del medio ambiente causada por las sustancias quimicas, los Ha- mados precursores, utilizados para producir las dro- 85, y porel uso masivo de fertilizantes y plaguicidas en los cultivos ilicitos. Esto sin contar las enferme- dades ocasionadas por los quimicos a la poblacién que trabaja en los cultivos. Aunque reconocemos el daiio ocasionado al medio ambiente por las fumigaciones con Glifosato 0 ‘Tibuthiurén sabemos que éste es relativamente me- nor. Los efectos medioambientales de la lucha anti- droga son indirectos. Me explico. Los efectos indi- rectos tienen que ver con la forma como reaccionan Jos cocaleros y amapoleros frente a la fumigacién de sus cultivos ilicitos. Algunos hacen lo que espera- ‘mos todos, es decir, que abandonen su cultivo, pero muchos otros, a veces por falta de altemativas, se mueven selva adentro para sembrar en tres o cuatro sitios diferentes con el fin de ocultar de Tos aviones, parte de sus cultivos. En este proceso se destruye atin més selva, {Qué hacemos para solucionar o por lo menos para disminuir este problema indirecto? No es hay soluciones répidas. A mi entender, no debemos fumigar a los campesinos para quienes los cultivos, ilicitos son s6lo cultivos de pancoger. El campesino que tiene sembradas dos hectireas de coca no es un delincuente como el narcotraficante que maneja 75, hectéreas con fines comerciales. Debemos encontrar otro camino, Una salida viable es el desarrollo alter- nativo, En este pafs, este programa lo realizael Plan- te con un poco de ayuda de mis amigos internaciona- les. El desarrollo altemativo ofrece infraestructura vial y de salud, créditos, asistencia técnica e ingresos Ici- tos alternativos como el cultivo de! lulo o del palmi- to, Estas alternativas, impulsadas a través de proyec- tos productivos, son ambientalmente sostenibles. Nuestra experiencia, la del Plante y la de otros paises muestra que la mayoria de los campesinos, si tienen Ia oportunidad, abandonan el cultivo ilfcito y se ale- jan de la violencia y de todos los males que conlle- van la coca y la amapola, Sin embargo, no todos son 148 receptivos al desarrollo alternativo. En este pats, més de la mitad de Ia coca y la amapola es cultivada no por campesinos sino por grandes narcotraficantes en. sus plantaciones comerciales. A ellos les importa muy poco el desarrollo alternativo y por lo tanto no hay otra opcién que la represién. Narcotrafico y paz Antes de terminar, quiero hacerles unos comentarios referentesa otros dos temas interrelacionados, el nat- cotréfico y la paz. Aunque las guerras contra los sub- versivos, Ilémense éstos guerrilleros o paramilitares, y contra el narcotréfico son diferentes, no cabe duda de que estén fntimamente ligadas. En realidad, el uno se refuerza en el otro. El hecho de que haya un con- flicto armado desarrollndose en éreas en donde se cultiva y produce drogas deja entrever la falta de con- trol y presencia estatal, proporcionando a los narcotraficantes las condiciones necesarias para ma- nejar su negocio ilicito. Aunque no me parece ade- cuado utilizar el término narcoguerrilla, ya que no hay indicios de que la guerrilla cultive y produzca estupefacientes, s{es cierto que hay una relacién en- tre la guerrilla y los narcotraficantes. La guerrilla pres- ta sus servicios de proteccién a los narcotraficantes, quienes a cambio pagan un impuesto permitiendo fi- nanciar la guerra de la guerrilla. En otras palabras, los narcotraficantes prosperan con el conflicto inter- 1no y por esto no tienen interés alguno en la paz. El conflicto armado a su vez. depende del dinero de la droga. Por eso, para poder combatir y vencer al nar- cotrifico el pafs necesita paz. Esto también me lleva a decir que ojalé la guerrilla no olvide sus orfgenes y sus objetivos politicos y que, como otros grupos ar- mados, no se deje seducir por el dinero de la droga. Porque si fuera asi, tendrfamos problemas atin més grandes. Pero, en este momento no hay raz6n para estar pesi- mistas. Como representante de UNDCP en Colom bia quiero reiterar lo que ustedes ya saben, La ONU_ viene trabajando por la paz en Colombia y seguiré ofreciendo su asistencia al pueblo colombiano.Una de la precondiciones més importantes para lograr la pazes, sin lugara dudas, un esfuerzo muy importan- te nacional e internacional en el tema del desarrollo altemativo en las zonas de cultivos ilicitos del pais. Politicas del Plan Nacional de Desarrollo Alternativo PLANTE Sintesis de la exposici6n realizada por Juan Carlos Palau , Ex-director Nacional del Plante y Ramén Giraldo Poveda Asesor ambiental del Plante 1. Finalidad estratégica La politica de paz del actual gobierno J representa, junto a la politica social, la fuente conceptual y operativa del de~ sarrollo alternativo en Colombia, que tiene como finalidad estratégica redu- cir la participacién de la poblacién dedicada a los cultivos ilicitos y articularla en la construccién de alternativas sociales y econémicas Heitas, jugando tun papel positive como instrumento para aclimatar las condiciones que soporten el proceso de paz. de Colombia. Su modelo de gestiGn surge de la necesi- dad de emprender acciones tendientes a brindar al- temnativas de desarrollo econémico y social a la po- blacién afectada por los cultivos ilicitos, bajo los prin- cipios de la participacién ciudadana, la integridad de acciones y la intersectorialidad. 2. Situacién actual y enfoque Las zonas de cobertura del Plan Nacional de Des rrollo Alternativo se caracterizan por un contexto de altoconflicto politico y social y con altos indices de violencia. Los asentamientos poblacionales se et cuentran en entornos agroecolégicos vulnerables y frdgiles y presentan altos fndices de NBI y de ruralidad, A su vez, las actividades productivas y comerciales estén desarticuladas de los mercados debido a la deficiente infraestructura vial, comercial yde comunicaciones, y el acceso de los productores a los servicios se dificulta por su precario nivel organizativo, la deficiente ydescoordinada accion de las instituciones estatales, y por su enfoque sectorializado que no permite acciones de apoyo in- tegral. Por otra parte, el acercamiento con las sociedades rurales ha permitido establecer que los campesinos, 149 colonos e indigenas que tienen cultivos ilicitos al in- terior de sus sistemas de produccién, lo hacen como resultado de una decisién econémica racional, la cual genera una valoraci6n y una significacién sobre los. cultivos ilicitos, como fuente de ingresos segura y estable para la subsistencia de la familia. Esta deci- sién se ve reforzada por un contexto de vulnerabili- dad de la poblacién, su marginalidad y su pobreza, En consecuencia, la disminucién de su participacién yy su desvinculacin de los cultivos ilfcitos debe ad lantarse bajo un precepto similar, que puede ser lo- grado mediante la concertacién de acciones y la par- ticipacién de las sociedades rurales, en torno a una oferta institucional altemativa que promueva el én- fasis hacia los proyectos de desarrollo socioeconémico, colectivos y de cardcter regional, acompaiiados por un apoyo decidido al fortalecimien- to de las organizaciones campesinas en su capacidad de produccién, transformacién y comercializaci6n, y de la vinculacién activa del sector privado por la via de la construccién de alianzas estratégicas. Al igual que el fomento de la promocién participativa delas comunidades y de las autoridades regionales y locales en el tema del desarrollo alternativo, y del potencial humano y social de las regiones, con énfa- sis en la perspectiva de género, asi como en la aten- cién ala poblacién juvenil. ‘Se han logrado avances significativos por el Plan Na- cional de Desarrollo Alternativo en la intencién de consolidar las opciones econémicas en dreas de su cobertura. Estos son los Fondos de Capital de Ries- g0 y los Fondos de Servicios Comunitarios que se constituyen en opciones alternativas al crédito indi- vidual, facilitando el acceso colectivo de los usua- ios del plan a nuevos mecanismos de desarrollo de los procesos productivos Iicitos regionales. El avance de una intervencién marcadamente local a una de enfogue regional permite al desarrollo alter- nativo plantear una oferta institucional en la que tie- nen cabida tanto las poblaciones involucradas en el cultivo de ilicitos como aquellas que comparten el mismo territorio y viven los efectos de la economia de los ilicitos. Con estas poblaciones es indispensa- ble adelantar acciones de prevencién a la aparicién de cultivos ilcitos y a su impacto, debido a los efee- tos que se materializan en la descomposiciGn del te- jido social, el flujo poblacional indiscriminado, el ‘deterioro del medio ambiente, y los impactos adver- sos sobre las economfas locale El programa ha enfrentado dificultades originadasen Ja presencia débil y la falta de coordinaci6n de las instituciones del Estado en los enfoques sectoriales sobre la problemética rural, en la ausencia de la arti- culacién de acciones con el sector privado y en los servicios inapropiados dirigidos alas actividades pro- ductivas en materia de financiamiento, transferencia fa, comercializacién, acceso, saneamien- Teniendo en cuenta el reconocimiento que tiene el Plan Nacional de Desarrollo Altemativo frente a las comunidades campesinas, éste podra ser utilizado como instrumento para generar las condiciones de desarrollo socioeconémico, que en realidad permi- tan ser concretadas en el marco de los planes regio- nales derivados de los acuerdos en las negociaciones que hoy aparecen como pasos ciertos en el proceso de paz. Para tal efecto, seré pertinente la creacién de condiciones de responsabilidad mutua entre el Esta- doy Jacomunidad afectada con el fin de afianzar las condiciones basicas de confianza, credibilidad y gobernabilidad, y hacer factible la concreci6n de pac- tos voluntarios de erradicacién de cultivos ilicitos. 150 3. Las regiones de desarrollo alternativo. El enfoque general que orienta las actividades del Plan Nacional de Desarrollo Altemativo consiste en abordar la problemética agraria y ambiental en una perspectiva de desarrollo regional, articulando integralmente la funciGn del Estado en concordancia con los espacios socioecondmicos y ambientales de Jas regiones bajo su influencia, impulsando la defi- nicién de opciones de desarrollo econémico y s al, generando alternativas a los cultivos ilicitos no necesariamente agropecuarias, atendiendo de esta manera las dindmicas actuales de la economfa cam- pesina en lo relativo a la diversificacién de las fuen- tes de ingresos, la consolidacién de una economia licita y la recomposicién de cultivos permanentes donde sea posible. Para tal fin, y conel objeto de potenciar Io ante- riormente sefialado, en Ambitos que superen lo municipal e incluso lo departamental, se desa- rrollardel crédito externo y de cooperacién téc- nica intemacional en regiones de desarrollo al- temnativo con recursos del presupuesto nacional. Una Regién de Desarrollo Alternativo ha sido definida como un escenario natural (generalmen- te de importancia ambiental estratégica para la Nacién) en el cual como producto de la ocupa- cin humana se ha articulado una estructura eco- n6mica compartida por un conjunto de asentamientos que configuran dindmicas socia- les, culturales y econémicas particulares. En estos escenarios, la precaria e inadecuada pre- sencia estatal, las deficiencias del proceso de de- sarrollo, su marginalidad y su vulnerabilidad, unidas alacrisis agraria, han permitido y promovido la pre- sencia y extensi6n de cultivos ilcitos involucrando a comunidades de campesinos, colonos e indfgenas que no encuentran alternativas viables en la economfa legal Elimpacto econ6mico, social y ambiental generado por esios cultivos ilfcitos requiere de la intervencién de un programa de desarrollo altemativo que se sus- tente en acuerdos de base comunitaria, en Jos que se exprese la decisi6n de cambio en la orientacién del uso del espacio natural con base en las potencialida- des y limitaciones agroecol6gicas de la regin, te enfoque, de émbito regional, permitiré formular propuestas de desarrollo integral sobre una mecéni- ca de intervencién y planificacién concértando ac- ciones alrededor de los Planes Regionales de Desa- rrollo Alternativo que articulan de manera flexible los cinco componentes basicos del Plan Nacional de Desarrollo Alternativo: * Tecnologfa y produccién + Fortalecimiento institucional y comunitario *+ Apoyo a los pueblos indigenas ‘onservaci6n y recuperaciGn de dreas frigiles de importancia ambiental + Infraestructura para el desarrollo rural Un Plan Regional de Desarrollo Alternativo - PRDA, es un conjunto ordenado, prioritario y concertado de proyectos de tipo regional que privilegian la promo- cin y el desarrollo del componente econsmico y que abordan integralmente los aspectos de orden social, politico y ambiental requeridos en la perspectiva de permitir el iinsito de una economia ilfcitaa otra ta, En la identificacién, disefio y ejecucién de un PRDA, se integran en forma organizada las pobla- ciones de colonos y campesinos e indigenas vincula- dos a los cultivos ilicitos. Estos planes surgen del trabajo de caracterizacién de los componentes estruc- turales y funcionales que definen una regién. Los proyectos articulados en estos planes promue- ven el desarrollo de productos determinantes del in- {greso, econémicamente promisorios, que definen la subsistencia de las familias campesinas como pro- ductos de actividades no agropecuarias y que orien- tan su posicionamiento hacia mercados locales, na- cionales y extemos, Los objetivos de estos proyectos son: sLa construccién y estabilizacién de activida- des productivas altemnativas. * La incorporacién de criterios de ordenacién territorial y sostenibilidad ambiental en cuan toa la localizacion de las actividades produc- Cultvos ilictos y medio ambiente tivas y ala dotacién de un instrumental tecno- 16gico adecuado a las condiciones de la oferta natural, y a la capacidad de carga de los eco- sistemas, *El fortalecimiénto institucional local, asicomo la integracién y participacién de las comun dades de colonos y campesinos a la actividad ‘municipal y regional + El fortalecimiento de la identidad cultural de las comunidades indigenas. * La optimizacién del uso de los recursos del Ambito central, departamental y municipal, y el mejoramiento de la prestacién de servicios piiblicos a las comunidades. + La integritci6n de las Regiones de Desarrollo Alternativo a los mercados. * La organizacién y la creacién de dinémicas relacionadas ‘con las actividades interinstitucionales en toro a las cadenas pro- ductivas en las que se enmarcan los proyectos de desarrollo para la regién, + Gestién y consolidacién de mecanismos mo- demos de comercializacién e identificacién de oportunidades comerciales y de mercados, mediante la interaccién directa con el sector privado como pactos de absorcién y alianzas estratégicas. * Articulacién de los diferentes instrumentos de las politicas agraria y ambiental con los com- ponentes de la inversi6n del Plan Nacional de Desarrollo para la adecuada consolidacién de los proyectos regionales. * Diseito y gestién de nuevos instrumentos de apoyo a la estrategia de regionalizaci6n, de tal manera que se posibilite el fortalecimiento de los existentes, * Incorporacién de los requerimientos referen- tes al fortalecimiento del recurso humano y social de las comunidades afectadas por los ccultivos ilfcitos o susceptibles de involucrarse ccon éstos. 151 Sostenibilidad e ilicitos Por: Luis Edmundo Maya Ponce y Bernardo Pérez Zalazar CORPOAMAZONIA Lo sostenible La Amazonfa representa hoy una de as titimas “gran- des fronteras” naturales continentales del planeta, y es considerada como drea especial de reserva ecol6- ‘gica de interés mundial por ser recipiente singular de la mega-biodiversidad del trépico Inimedo, tal como lo expresa la Ley 99 de 1993, Hay razones que ameritan estos calificativos, pues los ecosistemas naturales de la Amazonfa estén localizados sobre al- gunos de los terrenos emergidos més antiguos del mundo, condicién que a su vez caracteriza estos eco- sistemas por la presencia de un nimero de especies ‘cuya magnitud de orden es cinco a diez veces mayor que el de las pertenecientes a biomas terrestres de otras regiones y latitudes, y entre las cuales el niime- 10 de interacciones ecolégicas puede ser entre 100 y 1000 veces mayor que en los demas biomas de la tierra, Particularmente la Amazonfa colombiana alberga importantes centros de diversidad y endemismo de- bido ala influencia de los refugios de clima htimedo, que perduraron allf durante las glaciaciones del pleistoceno, y conocidos como los refugio del Napo, Loreto e Imert, entre otros. Igualmente debe recono- cerse el valor de nuestros ecosistemas localizados en zonas de répida transicién de clima, relieve y suelos, ‘como ocurre en la vertiente oriental de la Cordillera Andina y sus piedemontes y en las selvas ubicadas cn la transicién entre la Amazonia y la Orinoquta, entre los rios Guaviare y Vichada, Del mismo modo, la presencia de condiciones de suelos azonales y el régimen hidrolégico propician una alta diversidad de ecosistemas terrestres y acudticos, como lo son las varzeas, igapés y los mosaicos de sdbanas, matorra- |, Fesdensos y bosques sempervirentes, entre otros. 153 Esa es la visi6n de la Amazonfa colombiana desde «lo ecoldgico». Pero la Amazonia ha estado ocupa- dayy poblada por miles de afios y desde entonces cada generacién ha realizado e impuesto sobre los ecosis- temas de la Amazonfa, tal como ha sucedido en el resto del mundo, procesos de seleccién y manipula- cidn de especies y ambientes vegetativos. Al igual que toda la humanidad, los habitantes de la Amazonia estamos determinados por nuestra doble condicién de sujeto econdmico y animal politico. Por lo tanto, rnos vernos sometidos a interactuar y transformar per- manentemente el entorno para satisfacer nuestras ne- cesidades de sustento y nuestras aspiraciones espiri- tuales, Precisamente las plantas asociadas con pricticas chaménicas de la Amazonia como el yagé Banisteropsis sp, la coca Erytroxila sp y el tabaco Nicotiana sp., entre otras, han sido especies intensa- mente manipuladas durante milenios para satisfacer idades espirituales de las comunidades nati- vas. Su cultivo y utilizacién les ha conferido entre quienes las han domesticado un valor sagrado dado el papel instrumental que juegan en el proceso de la construccién de visiones cosmogénicas y en el esta- blecimiento de vinculos integradores de esas cultu- ras con la totalidad de! Universo, a través de expe- riencias de éxtasis propias de la mayoria de los pue- blos indigenas de la Amazonia. lasnect El ejemplo de las plantas chaménicas ilustra e6mo las decisiones tomadas y ejecutadas en la selecci6n y ‘manipulacién del entorno por parte de las generacio- nes de pobladores de Ia Amazonfa o en otras pala- bras, cémo su intencionalidad en la interaccién con estas plantas y sus ambientes vegetativos refleja a la vex una escala de valores, la cual particularmente en. este caso concede prelacién a las aspiraciones espiri- tuales sobre las necesidades de sustento material. Este sello trascendental es inextricable de la naturaleza y propiedades de estas especies y sus ambientes vegetativos que han sido manipuladas con esa inten- ci6n a través del tiempo. Elreconocimiento de que toda intervencién humana sobre el entorno lo modifica ineludiblemente de acuerdo con una intencionalidad, que a su vez refleja una escala de valores, es lo que nos obliga a hablar de lo ambiental y no de lo ecoldgico cuando nos referimos a los entomos modificados por la presen- 154 cia humana. Y ese mismo reconocimiento nos obli- gaa aceptar que lo sostenible tiene mayor relacién con nuestra intencionalidad y escala de valores que con la presencia o ausencia de una planta 0 un ecosistema, Lo ilicito Tp Durante las tltimas tres décadas, la & iS Amazonia ha sido el destino de aque- » © la poblacién expulsada del interior del FS pals que no ha encontrado.en los gran- a des centros urbanos espacio u oportu- nidades para ser absorbida ni produc tiva, social o culturalmente. Es decir, una regién cuya funcionalidad para el desarrollo del pafs no ha podi- do ser definida con claridad. Se le ha dado albergar a aquellos sectores de la poblacién colombiana, inclu- yendo a los pueblos indigenas, cuya integracién a los procesos econdmicos, politicos y culturales de nuestra sociedad tampoco ha podido ser definida de modo funcional El tratamiento marginal que ha recibido el territorio, y la poblacién de la Amazonia ha conducido des- afortunadamente a Jo ilfcito, y sus consecuencias se perciben en el presente en toda su dimensién: +La Amazonfa colombiana se ha convertido en el escenario principal de ejecucién de la poli- tica de Estado de erradicacién de cultivos ilicitos que depende, en buena parte, de me- dios represivos aplicados contra una gran masa de la poblacién civil. + A la ver se ha convertido también en el princi- pal escenario de enfrentamientos militares con ‘grupos alzados en armas que han puesto en entredicho el control militar, institucional y ju- ridico de grandes extensiones de su territorio, las cuales en general coinciden con las terra zas de la planicie sedimientaria donde se han establecido las actividades econémicas prin- cipales, entre ellas la ganaderfa y los cultivos ilicitos. * Los propdsitos de desestimular nuevos fren- tes activos de colonizacién, concentrar la po- blacién en las éreas de colonizacién consol dada y establecer un régimen de proteccién y reserva para el resto de la regién, enunciados como objetivos de la politica regional formu- lada para la Amazonfa colombiana a princi- pios de esta década (Documento CONPES 2545 de Agosto I de 1991), van en contravia de las dindmicas socioeconémicas observadas como reaccién a las medidas represivas del Estado y restan legitimidad politica a las ins- tituciones de éste encargadas de su ejecuci6n. Las condiciones de inestabilidad social, eco- némica y politica que se viven en la regién propician la corrupcién, afectan negativamente el rendimiento de la inversi6n piiblica y ale- jan de la Amazonia colombiana la inversién y ccapacidad empresarial privadas. Mis del 50% de las causas de muerte registra- as para todas las edades es e! homicidio, sien- doel grupo de edad de mayor vulnerabilidad por hechos de violencia el de 15.a 44 afios: en ese grupo mas del 65% de las muertes regis- tradas son a causa de homicidio y entre los hombres de ese grupo el homicidio es la cau- sade més del 70% de las muertes registradas. La muerte de personas en plena edad produc- tiva, ademds, conduce a la destruccién de ho- gares, desplazamiento, marginalidad econs. mica, y limitacién de comportamiento indivi- dual y colectivo por temor y desconfianza, La marginalidad y lo ilfcito han levado al empobre- cimiento acelerado de la base del sustento y autorregulacién natural de los ecosistemas més in- lervenidos en la regiGn, que representan un frea cer- cana al 10% de la extensién de nuestro tertitorio amaz6nico. Asimismo ha conducido a un mayor marginamiento social y cultural de los sectores de la poblacién asentados en esta zona del pafs, cuya funcionalidad dentro del proyecto de desarrollo na- ional sigue siendo un interrogante, ;Qué debe ha- cer el pais con los ejércitos de cultivadores y ‘raspachines’ itinerantes vinculados a los cultivos ilfcitos, con la poblacién de expulsados y desplaza- dos del interior del pais, que con su presencia cada fa contribuyen a la extinciGn de especies descono- cidas para la ciencia y destruyen ecosistemas invaluables? ZY qué hacer con los ejércitos alzados enarmas, guertlleros, paramilitares y narcotraficantes que hoy disputan con el Estado el control de estos tertitorios? Las respuestas a estos interrogantes se han formula- do hasta ahora desde el marco interpretativo interna- 155 Cultvos ilcitos y medio ambiente cional hegeménico, segsin el cual la estabilidad del mundo en desarrollo depende del control del terro- rismo y el narcotréfico, que junto con la pobreza y la degradacién del medio ambiente son las principales amenazas a la estabilidad. No hay duda de que entre los factores mids desestabilizadores de la sociedad hegeménica se en- ccuentran Jas organizaciones criminales asociadas con mercados de ilfcitos, sean estos droga, precursores quimicos, dineros sucios, armamentos, fauna silves- tre, recursos genéticos, secretos industriales, entre muchos otros. El poder disipativo de estas organiza- ciones criminales radica en la congruencia de su I6- sgica con la de los mercados, donde el crecimiento econémiico se logra a través de la busqueda de nue- vas oportunidades de negocios y de la innovacién, Como todo factor desequilibrante que la sociedad hegemsnica considera inconveniente o amenazante para su estabilidad, se convierte en ilicito, lo ilfcito atrae y abre un sin nimero de oportunidades econé- micas para quienes prosperan de la inestabilidad y la disipacién, Por eso la represién de las organizacio- nes criminales asociadas con mercados de ilfcitos siempre serd un esfuerzo ingrato: estas organizacio- nes finalmente manejan lo ilfcito en perfecta armo- nia con las reglas naturales del mercado, la innova- cién y el crecimiento econémico. Como desafortunadamente en la Amazonia colom- biana la percepcién de lo ilfcito ha opacado la reali- dad de su marginalidad, la respuesta que ha predo- minado hasta ahora para tratar estos problemas ha sido la doctrina sistemitica del conflicto de baja in- tensidad. En consecuencia nuestro territorio y nuestra pobla- cidnse han convertido en objetivos militares del con- flicto. Como bien Io expresan los grupos paramilitares, el desarrollo de la doctrina del contlic- to de baja intensidad exige controlar a un amplio sec- tor de auxiliadores, activistas disfrazados, milicianos informantes, estafetas, recaudadores, extorsionistas, transportadores, comisionistas, comisarios politicos y encubridores, entre otros, que se encuentran ‘mimetizados dentro de la comunidad alternando en- tre tareas aparentemente ‘civiles' y acciones de apo- yo logistico para actividades desestabilizadoras como la insurgencia, el terrorismo y el narcotréfico. IrGnicamente, la inestabilidad que impone el con- flicto de baja intensidad a su vez crea condiciones propicias y oportunidades econdmicas de gran inte- 16s para las organizaciones criminales asociadas con mercados de ilfcitos, como son el lavado de activos por medio de la corrupcién oficial, el tritico de ar- mas y el narcotrifico, Esta realidad nos obliga a re- conocer que «lo ilicito» se ha convertido en el factor dinémico de integracién de la Amazonfa colombia- na al mercado intemacional, y que la estrategia de reprimir las organizaciones criminales por medio del conflicto de baja intensidad s6lo crea condiciones para que éstas contingen prosperando en nuestro territo- rio. Etica, ordenacion ambiental y autonomia Alintentar aportar elementos para definir ciertos pun- tos para la agenda del proceso de pazen relacién alo sostenible y lo ilicito es preciso Hamar la atencién acerca de la ineludible dimensién ética que debe con- tener cualquier consideracién acerca de lo sosteni- ble. Si aceptamos que como humanos no podemos aislamos de lo ambiental as{ como no podemos re- rnunciar a nuestras necesidades de sustento ni a nues- tranaturaleza politica, o parafraseando a Arist6teles, a nuestra naturaleza de animales sujetos de intencionalidad , Jo ambiental entonces trae consigo una responsabilidad ética: la de la preservacién de ‘nuestro entorno. Dentro de esta ética, todo acto de afectacién ouso de a oferta ambiental contenida en el entomo de la co- ‘munidad humana donde se realice que no conlleve la, generacién de beneficios sociales locales para esa comunidad o que atente contra los niveles potencia- les de produccién y productividad ecolégica del afec- tado por dicho acto, se considera un acto negativo. De igual modo, se considera aceptable todo acto de uso socialmente benéfico de una oferta ambiental dada con tal de que no afecte la capacidad de autorregulaciGn que mantiene en funcionamiento el sistema de sustentacién natural local como conse- cuencia de ese acto, o que una afectacién de esa na- turaleza sea justificable para la satisfaccién de nece- sidades humanas basicas y ésta no conduzca a una disminucién irreversible de los niveles de produc- cidn y productividad potencial de la oferta ecolégica del entomno. 156 Una paz. sélida y ambientalmente sostenible, por lo tanto, deberé construirse sobre una fundamentacién ética que permita la definicién de una base de princi- pios generales y, a la vez, actarar la responsabilidad que le corresponde a cada sector social en cuanto al origen de las causas del conflicto (la degradacién humana y el deterioro del medio ambiente, entre otras). La paz. y la sostenibilidad finalmente van a requerir ante todo la transformacién humana de quie- nes hasta ahora hemos demostrado disposicién para convivir con la realidad de la guerra. Por eso, quizés Jos aspectos més dolorosos del proceso se vivan en Jos espacios en que nos propongamos clarificar los valores que orientan los intereses ¢ intencionalidades de cada sector social y politico comprometido con la paz. Para ello seta conveniente contemplar y dispo- ner de unos espacios propicios para este propésito. Ademés,el proceso deberé contemplar actividades cotidianas en la vida de los diversos sectores de co- lombianos que les brinden oportunidad para poner en prictica aquellos valores que sean basicos y so- cialmente aceptables para lograr la satisfaccién co- lectiva de la sociedad colombiana con respecto a su calidad de vida y entorno globales. E] otro elemento esencial a la hora de definir una agenda para la paz es la inefectividad de laestrategia deconflicto de baja intensidad para combatir o ilfcito en erritorios marginales como loes Ia Amazonfaco- Tombiana. Como ya lo hemos sefialado, esta estrate- gia crea enorme inestabilidad entre la poblacién civil y las instituciones, dificultando todos los. procesos dirigidos a su fortalecimiento organizacional € institucional. En cambio, ya hemos visto c6mo el con- flicto de baja intensidad ofrece condiciones entera- ‘mente propicias para las organizaciones criminales asociadas con el mercado de ilicitos, dado que éstas han sido creadas para operar precisamente en ese tipo de ambientes. ‘La marginalidad de la Amazonia colombiana va po- der superarse en la medida en que la sociedad civil y Ja institucionalidad de la regién maduren y alcancen elnivel de organizacién requerido para ejercer su au- tonomia frente al resto de las regiones del pais y el mundo. Ese es el propésito que debe animar el pro- ceso de ordenamiento territorial de la regién, el cual para llegar a gozar de legitimidad, va a requerir el cstablecimiento de unas nuevas reglas de juego en la Cultivos ilcitos y medio ambiente interaccién social e institucional. Hay que reempla- zat elestado actual de cosas donde la inseguridad, la incertidumbre y la desconfianza generalizadas con- ducen a que cada cual se concentre en sus intereses, mediante la estrategia de ‘negociacién del desorden’, tanto ante las “autoridades’ piblicas como privadas. El ordenamiento territorial debe permitir establecer unas reglas legitimas a través de las cuales funciona- ros y particulares estructuren relaciones funcionales para aniquilar el origen de las causas de la ‘marginalidad de la Amazonia colombiana, y avan- zar en el camino del desarrollo social y econémico sostenible para la regiGn, En vista de que lo ilicito es una de las consecuencias de nuestra. marginalidad regional y que frente a la solucién de sus causas la sociedad civil y las instituciones piiblicas regionales tienen una gran responsabilidad, consideramos con- veniente abrir espacios de participacién regional en Jas instancias de formulacién de una agenda para la politica de la lucha contra lo ilfcito en la Amazonia colombiana. Unos espacios y un proceso de esta naturaleza, sin duda, ofrecerdn a los diversos actores regionales la oportunidad de abordar la clarificacién de los valo- res que orientan sus intencionalidades para desde alli Iniciar los procesos de transformacién humana y pro- gramacién de actividades que conduzcan a construir Jas bases organizacionales ¢ institucionales de nues- ‘ra autonomfa regional. Mocoa, julio de 1,998 Impacto de la cocalizacion del agro en la estructura social del Guaviare Por: Henry Salgado Ruiz Asesor Corporacién ECOFONDO Introduccion sg Preguntarse por el impacto que la \§, cocalizacién del agro generaen laestruc~ tura social de una regién, en este caso del Guaviare, implica elaborar una ca- racterizacién y diferenciacién de los dis- tintos grupos poblacionales que habitan el drea, Partimos de la idea de que el 24 impacto social de los narcocultivos no “5 es homogéneo. Es diferente la manera como afecta a una comunidad indigena que como lo hace con una poblacién de colonos. Asimismo, nila poblacién de indigenas ni la de colonos se nos pre- senta como un todo homogéneo. Dentro de cada uno de estos sectores poblacionales existen significativas diferencias expresadas, entre otros aspectos, en sus referentes simbélico-normativos, en sus patrones de consumo, en sus pricticas magico-religiosas y en sus pricticas productivas, Regiones de colonizacién como el Guaviare son es- pacios sociales en donde la confluencia de grupos socio-familiares de diversa procedencia y expectati- vas han dado origen tanto a una sociedad con niveles precarios de identidad frente al territorio y sus ca- racteristicas ecolégicas como a un collage de expre- siones culturales. Los diversos grupos humanos han tendido a reproducir la estructura social de la cual proceden y en el encuentro de heterogéneos referen- tes simb6lico-normativos han emergido nuevas rela- ciones sociales, culturales y econdmicas. Para com- prender como se expresan, condensan y crean dichas relaciones en un espacio de frontera como es el Guaviare, es necesario tener presente tanto los dis tintos perfodos socio-politicos y econémicos que lo han configurado asf como los grupos sociales que interactiian en él Puesto que en la actualidad ya se han realizado im- portantes estudios que nos dan cuenta de la confor- 159. macién hist6rica del Guaviare, en el presente artfcu- Jo nos hemos concentrado en definir las caracteristi cas que identifican a cada uno de los grupos sociales que habitan actualmente en el departamento del Guaviare, con el objetivo de analizar el impacto que lacconomiade la coca ha generado en cada uno ellos. Aunque sabemos que en la realidad ningiin grupo social acttia como un sistema cerrado y aislado, para efectos del presente andlisis hemos identificado den- tro de la estructura social del Guaviare tres tipos de grupos poblacionales significativamente afectados por la cocalizaci6n del agro: Los indigenas, los afro- colombianos y los andino-llaneros. Consideramos que con la diferenciacién de los gru- pos poblacionales que componen la estructura social de una regién es posible no s6lo comprender el im- pacto social de determinadas economias de coyuntu- a, como es el caso de los cultivos ilicitos, sino ade- més profundizar en las relaciones cotidianas que emergen en las regiones de colonizacién a raiz.de la interaccién de grupos socio-familiares heterogéneos. Ademis, es importante tener presente que el éxito de las politicas socio-econémicas en regiones de fron- tera dependen tanto del grado de conocimiento que se tenga de éstas como de su implementacién dife- renciada de acuerdo las necesidades y expectativas de los grupos sociales a afectar, Grupos poblacionales del Guaviare Indigenas Las poblaciones indfgenas que habitan actualmente enel departamento del Guaviare constituyen el 22.4% del total de grupos indfgenas de la Amazonia colom- biana que segiin Roberto Franco, suman un total de 58 grupos. Las familias lingitisticas que se encuen- tran en el Guaviare son cinco: los Tukano Oriental,

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