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La
biblioteca
de aula
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¿CÓMO ORGANIZARLA?
LA INAUGURACIÓN…
Cuando este diálogo fue relatado surgió, inevitable, el pedido de interpretación de las palabras
de Lucho. Su maestro tratando de hacerlo dijo: para él - me parece- la lectura, la biblioteca lo
hace sentirse más seguro; los libros le abren, le muestran el mundo.
Pero sí todos los niños deben ir a la escuela y allí está disponible el adulto más
indicado para esa mediatización: el maestro y el entorno privilegiado para su formación como
lector: el salón de clase y una biblioteca.
“El lector nace, siempre que cuente al nacer con las hadas reglamentarias asomadas
a su cuna que le otorguen dos dones. Una familia natural o vicaria, en la que al
menos un adulto esté hechizado por un libro. Y un ámbito escolar donde se enseñe
humildemente a leer y escribir, porque a pesar de los vertiginosos cambios
impuestos por el negocio de la informática, durante bastante tiempo nos seguiremos
manejando con el alfabeto. El maestro puede reparar el escamoteo, siempre que
sortee la imposición prepotente de lo “instantaneodivertido” ayudando al niño a
amar, o por lo menos a no despreciar ese alimento primigenio”
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¿CÓMO ORGANIZARLA?
- Textos que puedan leer los alumnos por sí solos y otros más extensos y
complejos cuya lectura estaría a cargo del docente, ya que todo lector se forma
leyendo pero también escuchando leer.
Además del material impreso pueden incorporarse a la biblioteca, como vías de acceso
al conocimiento, la TV, videos, diapositivas, cassettes y discos compactos. El sonido, la
imagen, la música, el movimiento se transforman en alternativas diferentes para leer e
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interpretar la realidad, por lo tanto es conveniente disponer para ellos de un espacio dentro
del salón de clase.
Estos bienes culturales tienen el valor agregado de ser elementos con los que niños y
jóvenes interactúan espontáneamente en la vida cotidiana. En consecuencia, su uso en la
escuela crea vínculos que, a modo de puente y en forma similar a los textos, posibilitan
vislumbrar universos distintos y acceder a experiencias culturales diversas.
Seguramente, la disponibilidad material de cada institución condicionará la inclusión
de los medios audiovisuales en los salones de clase. Pero también su incorporación está
relacionada con una polémica abierta y algunas posturas cerradas con relación al tema, que
interpretan estos medios como objetos antagónicos al uso de la lengua escrita, representación
que muchas veces obstaculiza la posibilidad de valorarlos como eficientes complementos de
su enseñanza.
Otro material escrito a ser tomado en cuenta son las producciones de alumnos, padres
y maestros, editadas en la escuela. Libros de anécdotas, recopilaciones de sueños, chistes,
adivinanzas y canciones de la época de los abuelos, antologías de cuentos, poemarios,
fascículos temáticos de ciencias sociales y naturales, curiosidades científicas… también
deben formar parte del acervo bibliográfico disponible.
LA INAUGURACIÓN...
Los docentes que trabajan con biblioteca de aula consideran su inauguración como un
momento de gran expectativa porque, a pesar de que los niños y sus familias compartieron su
organización, muchas incógnitas quedan pendientes. El festejo, generalmente, tiene una doble
instancia: la más íntima, que se produce entre docentes y alumnos y la pública, de la que
participan la escuela y la comunidad.
REVISTAS REVISTAS
DEPORTIVAS HISTORIETAS CARPETAS DIARIOS
DE RECORTES
Supone aceptar que cada vez que los libros circulan dentro del salón de clase estamos en
clase de lectura, aunque la actitud sea hojear displicentemente - hasta encontrar algo que
atrapa -, comentar una ilustración o explorar rápidamente uno tras otro los libros para decidir
cuál leer.
Presupone, en muchos momentos, que con intencionalidad manifiesta se anticipen
actividades en espacios y tiempos didácticos que transgredan la periodicidad habitual y el
clásico contrato de “cada alumno con su libro y leyendo tal página”.
En otros momentos es aprovechar una espontánea y ocasional situación que, si bien se
desvía de lo planificado, instala en el salón de clase un modo de lectura habitual en la vida
cotidiana como es por ejemplo satisfacer un interrogante momentáneo o comenzar a leer
cuando en realidad se debería estar haciendo otra cosa. En otros términos, se trata de
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desplegar y promover frente a los alumnos objetos atractivos como los libros y situaciones
didácticas donde se considere que es necesario y tiene sentido “zambullirse” en ellos.
Algunas de las sugerencias que se ofrecen forman parte de las prácticas habituales de
muchos docentes, que sería deseable institucionalizar. Otras son el producto de experiencias
probadas que están en condiciones de ser generalizadas, por último, están aquellas que son
rescatadas porque se encuentran a mitad de camino entre las prácticas escolares frecuentes y
las distintas alternativas que expresan los procesos de aproximaciones sucesivas de los
docentes y sus alumnos para incorporar en sus clases la biblioteca de aula.
9 Una de las prácticas más habituales, sobre todo en los primeros años de la escolaridad, es
la “hora del cuento” Estos momentos rápidamente comienzan a diluirse cuando, avanzando
sobre el itinerario escolar, surgen las presiones curriculares que desprecian la influencia
notable que tiene la lectura por parte del maestro sobre la formación de lectores y su
condición de espacio ganado al aprendizaje. Generalmente son situaciones permanentes de
lectura, que esperadas con gran expectativa, comienzan a desarrollarse en horas semanales
fijas.
Por último los alumnos, después de una intensa y prolongada experiencia de escuchar e
intentar leer por sí mismos, se transforman en activos lectores para otros siendo ellos los que
ahora son puestos en situación de provocar placer por medio de un buen relato, a un auditorio
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determinado. El producto obtenido en el desarrollo de esta actividad permanente, que va
modificando progresivamente su estructura didáctica, es la conformación paulatina de una
comunidad de lectores que comienza a construirse en el contexto escolar.
9 El periódico, que no necesita ser del día, está demostrado que interesa a los alumnos.
Además de ser fuente de información para diversos contenidos puede ser aprovechado para
armar archivos temáticos donde figuren recortes de artículos e informaciones científicas
relacionadas con los contenidos relevados a principios del año.
En el caso de las revistas y los fascículos de algunos diarios, que no pierden tanta
vigencia en el tiempo, también concitan la presencia de numerosos lectores. Conseguir
revistas de historietas, deportes, actualidad o infantiles - de personas amigas o familiares de
alumnos que las donen después de haberlas leído- dejándolas a mano en un revistero invitan
a leer, incluso en los recreos.
9 Las bibliotecas de aula resultan muy funcionales para el desarrollo de las temáticas
específicas que en distintos momentos del año ocupan a los alumnos y docentes. Cuando se
decide investigar sobre los animales o saber sobre la acción intrusiva del hombre sobre la
naturaleza, por ejemplo, es previsible que los niños y jóvenes busquen en textos de referencia
respuestas a los interrogantes que se han formulado. Los proyectos destinados a buscar
información para elaborar, por ejemplo, un fascículo de Ciencias Naturales para compartir
con los compañeros de otro año o la escritura de una monografía para ser leída en un
encuentro de Ciencias Sociales son oportunidades especiales para consultar los libros de
referencia y activar la circulación de textos de la biblioteca.
9 La poesía es fuente inagotable de placer. Los niños y también los jóvenes, por distintos
motivos, suelen disfrutar de su encanto. Los más pequeños porque les fascina su ritmo y
musicalidad; los púberes y adolescentes porque son una verdadera explosión de emociones y
sentimientos e históricamente suelen usar este género como canal expresivo. La lectura e
intercambio de poesías de autores contemporáneos, el rescate de formas tradicionales, el
seguir una línea poética determinada o invitar a un poeta al salón de clase son situaciones
probadamente exitosas.
Con los más jóvenes, a veces, se da un período inicial más solitario e íntimo, que
precede el momento de compartir con otros la experiencia. En la medida que la biblioteca
ofrezca materiales, sin forzar la oportunidad, se irán generando encuentros personales que
cada vez con mayor autonomía permitan delinear el propio gusto y estilo de lectura.
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La lectura de poesías, su intercambio y recomendación suelen derivar en la
recopilación de las preferidas en un texto de edición escolar o la creación inspirada de
producciones de los propios alumnos; ambas circunstancias de alto y sensible valor
formativo.
Algunos docentes polemizan esta decisión expresando que es como “atar el carro
adelante del caballo”. Se preguntan: ¿es conveniente comenzar por el orden y las
restricciones, si la intención es conquistar lectores?
El laborioso fichaje ¿tiene significado para los usuarios de la biblioteca antes de haber
comprobado que es imprescindible, para encontrar lo que se busca, darse una forma de
organización?
Antes de que unos cuantos no devuelvan un libro y otros lo soliciten ¿tendrá sentido
para los alumnos pensar en un reglamento de préstamos?
Todos los interrogantes apuntan a precisar la idea de que el motor inicial del
aprendizaje es la presentación de un problema, que se percibe como tal, y por lo tanto exige
ser resuelto.
Es común, entre los alumnos más pequeños que intenten, inicialmente, una
organización de los textos por criterios que tienen que ver con lo perceptivo: los de colores
juntos, diferenciados los de tapas duras de los de tapa blanda, los “gordos” y los “flacos”...
Prestar libros no es algo fácil, sobre todo si se tienen pocos y costó mucho
conseguirlos... Si se prestan, no se dispone de ellos cuando se los necesita, se rompen, se
pierden... es un dilema.
Existen numerosas experiencias registradas en distintas escuelas, sobre el dificultoso
proceso de préstamo de libros, que pueden aportar al análisis de esta situación. Todos los
docentes consultados mencionan la disyuntiva y algunos, todavía, están intentando procesarla
con sus alumnos.
Muchos de ellos se han preguntado... ¿Puede quedar la lectura prisionera dentro del
salón? Aún cuando los libros de la biblioteca de aula circulen activamente cada día
¿Alcanzan las horas de clase para propiciar una comunidad de lectores?
Entre estos últimos, se encuentran los que elaboraron una respuesta de compromiso al
interrogante: deciden que algunos libros se prestan y otros no.
Los que ya acreditan un largo camino recorrido en tal sentido, reconocen haber pasado
por distintos momentos y afirman que “como para todo, depende de lo que se esté dispuesto a
arriesgar y a conseguir”. Aseguran que el mejor comienzo es un “préstamo controlado” - que
casi tiene las características de un trueque - entre bibliotecas de aula o con la biblioteca
institucional, con el conocimiento y acuerdo expreso de docentes y alumnos.
Otra práctica habitual, cuando las bibliotecas van pasando año tras año con el mismo
grupo, es que algunos libros adquieren la categoría de “para los más chicos” y, en
consecuencia, se logra el acuerdo de promocionarlos entre los más pequeños y proceder a su
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préstamo. Esta situación suele dar lugar a interesantes sesiones de recomendación oral o
escrita destinada a capturar lectores principiantes. La recomendación de libros, que es una
práctica común en la vida cotidiana, resulta sumamente conveniente para promover la lectura
en el ámbito escolar. Una cartilla mensual de recomendados, la cartelera en una galería o la
visita para ofrecer textos a los compañeros de otros años, suelen ser eficientes soportes de la
promoción.
Los proyectos compartidos entre dos años también ayudan a institucionalizar el
préstamo de los libros cuando, cada tanto y por la exigencia del trabajo común, se proponen
juntar los materiales utilizados para ampliar consultas e información.
En muchas escuelas se arman redes solidarias para la obtención de revistas y diarios
que se dejan sobre una mesa en el momento del recreo, sin ninguna exigencia de lectura.
Otras escuelas agregan libros de chistes, adivinanzas, colmos, etc. Está comprobado en estos
casos la paulatina y creciente concurrencia de alumnos a buscar material y el interés por
seguir, semana a semana y aunque a plazo un poco vencido, algunas noticias, historietas o
chismes de una revista de actualidad. También es frecuente observar a grupos que comentan
chistes.
Los docentes más arriesgados, organizan préstamos a domicilio. Las precauciones
iniciales son múltiples. Casi todas las experiencias admiten la existencia de pérdidas o
deterioro de algunos libros; pero todos coinciden en afirmar que a poco de vincularse con los
libros cotidianamente, encontrando un sentido recreativo o práctico en la lectura, estos
accidentes disminuyen hasta ser irrelevantes o un efecto normal del uso.
z Algunos testimonios...
Tomar la decisión de trabajar con una biblioteca en el aula es romper con algunos
hábitos pedagógicos muy arraigados. Quizás, los testimonios de algunos docentes que ya lo
decidieron, faciliten la tarea.
¾ Chartier, A.M., Hébrard, J.: Discursos sobre la escritura (1880 - 1980). 1º edición, Colección
LEA, Editorial Gedisa, Barcelona, 1998.
¾ Chartier, Roger: Cultura escrita, literatura e historia. Conversacions con Roger Chartier. 1º
edición, Colección Espacios para la lectura, Fondo de Cultura Económica, México, 1999.
¾ Jolibert, Josette (coord.): Formar niños lectores de textos. 4º edición, Dolmen Ediciones,
Chile, 1994.
¾ Kaufman, Ana María (comp.): Letras y números. Alternativas didácticas para Jardín de
infantes y Primer Ciclo de la EGB. 1º edición, Colección Siglo XXI, Santillana, Bs.As. 2000.
¾ Montes, Graciela: El corral de la infancia. Acerca de los grandes, los chicos y las palabras.
3º edición, Colección Apuntes, Libros del Quirquincho, Bs.As., 1993.
¾ Penac, Daniel: Como una novela. Ediciones Norma. Santafé de Bogotá, Colombia, 1993.
Agradecemos a los docentes que con sus opiniones y comentarios colaboraron con la redacción de
este documento.
Para consultas sobre libros adecuados para cada nivel y/o aspectos organizativos de las bibliotecas
de aula comunicarse con el Gabinete Pedagógico Curricular 0221-4295291/93/94 ó dep@ed.gba.gov.ar