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1.
Todos tenemos un amigo as. O todos perdimos a un amigo as, entre reuniones siempre
diferidas y llamadas que nunca atendimos. Todos tenemos un amigo as, suscrito al
boletn del eterno adolescente, inmerso en una vida diferida que no deja de mirar por el
retrovisor. Amigos que, en cierto modo, salvan la memoria del que fuimos, siquiera para
recordarnos lo mucho que hemos cambiado, siquiera para reprocharnos la minuciosa
traicin que hemos consumado desde la asuncin de resposabilidades: con un trabajo,
una familia, una vocacin. Todos tenemos (o perdimos) un amigo como Klaus.
2.
la bata, el pijama y las chanclas, prendas familiares, suponen una transgresin efectiva,
siquiera de las mnimas normas de cortesa. Adems, laboran lo heimlich, su presencia
es familiar, pero tambin manifiesta algo doloroso, visten al espantajo pattico que
otrora fue un amigo querido, un cmplice, un colega de farra con el que compartimos
tantas afinidades, tantos momentos, tantos secretos. El oportuno inserto del primer
plano del perro, que nos descubre el calzado de Klaus, al tiempo de ser cmico, clava
certero una inquietud: su invasin extempornea responde a un oscuro designio que ya
ha formulado.
van mejor que a Klaus. Los insertos de la pantalla abren el dilogo central y disponen el
escenario de lo que ser la manifestacin del poder fragoquinsico de Klaus.
Ayuso gestiona con maestra en todo momento el tiempo desde la mecnica de un
montaje preciso y unos dilogos ajustados, hasta desembocar en un clmax que, no por
anunciado, resulta menos impactante, y donde acierta a traducir de forma sobria y
certera, a pesar del riesgo que entraa el gesto final de Klaus, los resortes fundamentales
que han sostenido hasta ese momento crucial, el ncleo del discurso flmico. La
estructura circular de la narracin es, en este sentido, paradigmtica de la solidez de las
premisas. Si Klaus se nos presentaba desde un gran primer plano, con otro se cierra,
solo que ahora sus interlocutores somos la audiencia misma. Sabemos de su poder y con
una mirada directa al eje de la cmara, violando las normas del modo de representacin
clsico, nos interpela y amenaza, somos los nuevos destinatarios de su odio, de ese odio
que nos dedica delicadamente el amigo esquinado, ese amigo que todos tenemos.