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Petrograbados arqueológicos de San José de

los Laureles, Tlayacapan Raúl Francisco González Quezada


Tania Britany Baltazares Loera
Alfredo Aurelio Soriano Lezama

D
urante 2015 se llevó a cabo el trabajo de campo de la cuarta fase
del Proyecto de Investigación y Conservación de la Zona
Arqueológica El Tlatoani (PICZAT) en Tlayacapan. En apoyo a
la docencia de la licenciatura en Arqueología de la Escuela Nacional
de Antropología e Historia se destinó el mes de julio para realizar
un recorrido de superficie con los estudiantes con el objetivo de
registrar entre otras cosas, los elementos arqueológicos rupestres
petrograbados, tanto en la cabecera del municipio como en la
comunidad de San José de los Laureles, el antiguo Tlalmimilolpan.
Los petrograbados en la arqueología son definidos como aquellas
manifestaciones culturales que utilizaron para comunicar ideas un
soporte pétreo donde se plasmaron signos a través de la modificación
de la superficie natural de la roca. Quizá con la deliberada intención
de la continuidad del mensaje por largo tiempo, esta técnica con
dispersión prácticamente mundial, se eligió para plasmar ideas
vinculadas en materiales de larga duración desde hace miles de años.
En la mayoría de los casos esta condición de estar elaborados
directamente sobre la roca madre hace que su conservación sea
potencialmente prolongada. Sin embargo, existen casos en que estos
pierden su calidad inmueble y asombrosamente, tras procesos que
regularmente requieren alto nivel de energía, son desprendidos y
trasladados a nuevos espacios. En el proceso de desprendimiento casi
siempre se afecta el elemento pétreo y en su traslado y reacomodo
siempre sufre modificaciones que afectan su integridad. Y a pesar Segundo petrograbado inserto en un tecorral en la comunidad de San José de los
de que este tipo de actos tienen apariencia solamente depredadora, Laureles.(Fotografía de Alfredo Soriano Lezama)
por otro lado contiene matices de apropiación de signos antiguos, de
resemantización de elementos culturales del pasado y su reinserción en nuevos ciclos también con promesa de larga duración, pues su
calidad pétrea permite avizorar muchos años más de existencia de
estos elementos en sus nuevos contextos.
En San José de los Laureles en el recorrido de los estudiantes se
localizaron algunos petrograbados, de ellos elegimos tres que fueron
reubicados desde su sitio original para revisar su contenido sígnico,
posible significado y evaluar el proceso de resemantización de estos
elementos.
El primer caso se trata de un petrograbado empotrado en el muro de
mampostería de una casa en la traza actual de esta comunidad. Este
muro tendrá quizá un par de décadas de haberse construido. Los
signos que contiene aunque parcialmente alterados por el proceso
de desprendimiento y traslado, aún se pueden advertir. Se pueden
describir líneas ondulantes distribuidas en toda la roca que ahora en la
posición actual, se pueden ver en direcciones tanto vertical, horizontal
como diagonal, también presenta pequeñas horadaciones circulares
cercanas a las parte media del lado izquierdo y motivos circulares
en la parte central del lado derecho; abarcando en su totalidad un
tamaño que no excede los 40 cm de alto por 30 cm de ancho.
El segundo caso se encuentra adosado en la parte inferior de un
muro de tecorral en la zona agrícola, limitando uno de los terrenos
de cultivo, cercano al cerro Ayotzin. Está compuesto ahora en la
posición actual, por líneas rectas y onduladas que son largas y gruesas
con un sentido horizontal, y otras cortas que son delgadas y rectas
con una orientación vertical. Se aprecian motivos circulares tanto en
Primer petrograbado adosado a un muro en la comunidad de San José de los Laureles. la parte superior central como en la parte media izquierda, además de
(Fotografía de Alfredo Soriano Lezama) secciones agrietadas tanto en la parte izquierda como en la superior
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derecha. Sus dimensiones no exceden el medio metro por su alto y según las exploraciones que realizamos en la Zona Arqueológica El
ancho. Tlatoani durante 2014, donde estratigráficamente más antiguo que
El tercer caso de petrograbado esta incrustado en un camino que un entierro localizado y fechado por radiocarbono para el año 100
conduce a los terrenos de cultivo en la comunidad. Presenta líneas d.n.e., se localizaron un conjunto complejo de petrograbados, con
curvas en la parte superior izquierda (norte) y en la parte inferior la diferencia que estos fueron efectuados sobre toba volcánica y no
derecha; mientras que al centro y en la parte inferior izquierda tiene sobre basalto vesicular.
una concentración de horadaciones de diferentes tamaños, de los Así, en estas circunstancias, la posibilidad de avanzar hipótesis sobre
cuales el más grande está en el centro del elemento. Se localizan el contenido de los signos elaborados en estos tres petrograbados
dos motivos circulares pequeños y simétricos entre sí en el extremo de San José de los Laureles se limita a los diseños directamente
inferior derecho. Tiene una dimensión cercana al metro de largo y observables. Está claro que una pista de inferencia sobre el significado
medio metro de ancho. de los petrograbados dependía del lugar donde se encontraban
En los tres casos los petrograbados se ejecutaron sobre el basalto originalmente, del cual no tenemos muchas evidencias. Es altamente
vesicular del material parental. Su ejecución requirió de procesos probable que estuvieran ubicados en las secciones bajas de las
de trabajo y/o cooperación que incluyeron el raspado, la incisión, barrancas y pequeñas elevaciones donde abunda el material de basalto
el machacado o golpeado, el picado y horadación o perforación vesicular, el cual es un estrato geológico previo a la toba volcánica
(Rodríguez y Figueroa 2008) como en la mayoría de los casos se del que están compuestas la mayoría de las peñas de la sierra.
utilizan para poder ejecutar el grabado en piedra. El primer petrograbado tiene una relación formal con un signo que ha
El primer caso parece apuntar, debido a ciertas huellas en los trazos, sido identificado con serpiente y agua en contextos étnicos actuales a
en la utilización de una técnica de picado para dibujar un primer lo largo de ciertos espacios en el continente americano (Viñas et. al.
esbozo en la roca mediante el marcado de puntos poco profundos 1986), así como en América Media en el Occidente o en el Noreste
y, después, estos fueron unidos mediante el uso del raspado. Las de México para contextos arqueológicos, asociados con cuerpos
horadaciones que se muestran hacia el lado izquierdo y derecho acuáticos como lagos, ríos o lagunas (Casado 2015). En el Norte
probablemente fueron hechas mediante la técnica de perforación. de México existen signos formalmente análogos con significados
En el segundo caso podemos apreciar que la figura fue hecha mediante asociados a formas vegetales (Valadez 1999).
incisión debido a que las líneas son en su mayoría finas y los surcos El segundo petrograbado, muestra un signo que formalmente presenta
forman una “V”, también muestra evidencia de horadación. analogía con otros que han sido interpretados como representaciones
El tercer caso aparenta haber sido creado mediante el machacado o de insectos en sitios como Cutzamala de Pinzón, Guerrero y Tula de
golpeado, debido a lo cual, los surcos de las líneas son irregulares Allende, Hidalgo (Casado 2015).
en sus formas, incluso si el dibujo está definido, aunque en este El tercer petrograbado presenta múltiples espacios horadados
sentido nos encontramos menos seguros debido al desgaste y erosión posiblemente accidentales por el paso constante de las personas y
provocadas por su exposición directa al medio ambiente en la posición sus herramientas sobre este elemento a lo largo de los años. Estas
horizontal en que se encuentra, en medio de un camino transitado horadaciones están relacionadas directamente con líneas ondulantes.
por los pobladores. El petrograbado también presenta una serie de Esta composición de líneas ondulantes y horadaciones ovales y
horadaciones logradas mediante las técnicas de perforación y picado circulares podría tratarse de una representación de agua como las que
aunque suponemos que esta última es quizá una modificación actual. podemos observar en múltiples soportes semióticos, desde códices
Mientras que los dos primeros petrograbados fueron trasladados hasta esculturas.
claramente de su lugar original de ejecución al que ocupan actualmente, Tras entrevistas con vecinos de la comunidad de San José, no logramos
el tercero no tenemos certeza absoluta de ello pero es probable siempre ninguna noticia sobre el hallazgo, desprendimiento, traslado y la
y cuando la roca en que se localiza estuviera exenta del material colocación de estos petrograbados en el lugar donde ahora se localizan.
parental, cuestión que no se advierte y sería preciso escavar para En la localidad existe como en muchas comunidades morelenses la
aclarar esta circunstancia. Los tres son parte de una tradición local que actividad asistemática del traslado de piezas arqueológicas desde su
hemos podido contrastar en decenas de petrograbados localizados contexto original hacia las casas de los propio vecinos de la comunidad,
en la serranía de Tepoztlán directamente asociados al asentamiento que en su vínculo cotidiano con los contextos arqueológicos han
previo a la invasión española de Tlayacapan. De hecho sabemos que desarrollado el gusto por el coleccionismo y algunos incluso por la
la tradición de los signos petrograbados comenzó en la localidad venta ocasional de artefactos arqueológicos.
al menos durante el Preclásico Terminal (200 a.d.n.e al 200 d.n.e.) No cabe duda que el traslado de estas piezas debió requerir de una
cuadrilla de trabajo, de un gran esfuerzo y de la intención clara de la
exposición del signo en los muros y en el camino. Este permite inferir
un proceso de resemantización, de reasignación de significados
a estos elementos. Si mientras en el pasado previo a la invasión
española estos signos en las piedras pudieron llegar a significar ideas
cercanas al agua, a la serpiente, vegetación y a insectos quizá desde
hace al menos cerca de dos mil años, en la actualidad se reconocen
como antiguas, como relevantes por ser contenedoras del signo del
tiempo sedimentado.
Al apropiarse de estos elementos y volverlos transicionalmente
muebles para que de alguna manera vuelvan finalmente a la
inmovilidad, se reincorporan a un nuevo nodo sígnico en el paisaje
agrícola y urbano de la comunidad, se insertan como proceso de
apropiación de su herencia, aún a costa de la destrucción y la pérdida
parcial de los mismos elementos.
Quizá este proceso parcialmente destructivo abona a su vez a la
conservación de estos elementos al interior de la comunidad, pues no
los venden y los incorporan cual mampuesto en muros de viviendas
y tecorrales, se quedan dentro del pueblo. Sería muy útil desarrollar
actividades más incisivas de comunicación con la comunidad
para compartir saberes académicos, institucionales, comunitarios
y de reflexión sobre lo arqueológico heredado. Quizá no sólo
registraríamos más petrograbados en la localidad, quizá llegaríamos
al convencimiento de que la herencia arqueológica, su estudio y
conservación es relevante para situarnos en la historia y alcanzar
perspectiva de nuestros actos en el presente.
Tercer petrograbado en un camino de saca en la comunidad de San José de los
Laureles.(Fotografía de Tania Baltazares) Bibliografía
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Casado López, María del Pilar Valadez Moreno, Moisés
2015 El arte rupestre en México en Arqueología Mexicana. 1999 La arqueología de Nuevo León y el noreste. Universidad
Arqueología Mexicana. Edición especial No. 61. Autónoma de Monterrey. México.
Rodríguez Mota, Francisco y Alejandro Figueroa Viñas, Ramón; Sarria, E.; Rubio, A.; Del Castillo, V.; Peña, C.
2008 Manual básico de arte rupestre de Honduras. Unidad de 1986 Pinturas de serpientes en el conjunto rupestre de la sierra de
Arqueología. Instituto Hondureño de Antropología e Historia. San Francisco, Baja California Sur. Empúries, No. 48-50:368-379.
Honduras.

De dos tiernas niñas la muerte no aterra.


Consuelo y Josefina Morgado en la cruz
atrial de Cuernavaca América Malbrán Porto
amemalbran@yahoo.com.mx

E
sa semana Consuelo se sintió mal, le dolían la cabeza y la
garganta, y tuvo fiebre, que la dejó en cama. Primero pensaron
que se trataba de un resfrío, pero cuando al segundo día
apareció el salpullido en el cuello y el pecho, Doña Ángela Montes
de Oca, mandó llamar al Dr. Miguel Cruz quien le dio la funesta
noticia, se trataba de Escarlatina.

Lápida con epitafio de Consuelo y Josefina Morgado. (Foto América Malbrán)

El Dr. Cruz era homeópata, uno de los pocos que había en


Cuernavaca en aquella época, y tenía conocimiento sobre un
novedoso tratamiento que el Dr. Hahnemann estaba poniendo en
práctica en Europa, al parecer con gran efectividad, tras el brote de
una forma especialmente agresiva y virulenta de la enfermedad, que
se volvió epidémica en Inglaterra y otros países europeos, donde la
tasa de mortalidad infantil fue inusualmente alta.
Es probable que inicialmente le hayan aplicado en todo el cuerpo
agua sedativa, preparada con amoníaco líquido, aguardiente
de alcanfor, sal de cocina y agua (Duran, 2000:322) y pomada
alcanforada. También era común espolvorear alcanfor entre el
colchón y la sábana, para aliviar el salpullido y que se le hayan dado
tizanas de borrajas para ayudar a tragar bolitas de alcanfor (Ponce
Alcocer, 2006:121).
A los niños pequeños como Consuelo, se les trataba de tener un
grueso pedazo de alcanfor cerca de la boca. Se les daba acíbar
cada cuatro días o en su lugar una cucharada grande de jarabe de
achicoria y por las mañanas se les hacía una lavativa vermífuga (de
Ruda, Ajenjo o Artemisa, entre otras plantas) (Ibid.121-122).
A diferencia de lo que le habían aplicado, el tratamiento del Dr. Cruz
consistía en pequeñas dosis de belladona (jugo de estramonio).
Doña Ángela debió quedarse junto a su convaleciente niña todos
Atrio de Cuernavaca Morelos hacia 1909. Del lado izquierdo se aprecia la lápida de esos días, en espera de que el milagro ocurriera. Nada sirvió…
Consuelo y Josefina Morgado.
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la madrugada del 1º de Marzo de 1878 a la 1:30 murió Consuelo


Morgado a los 6 años de edad, en su casa ubicada en el Nº1 de la
calle Chichicastitla.
Su padre, Don José María Morgado, desolado se presentó a las diez
de la mañana ante el juez del registro civil, acompañado de sus
amigos José María Gutiérrez y José Cervantes quienes fueron sus
testigos. Se libró la boleta Nº 84 para que el cuerpo de la niña fuera
inhumado en el cementerio de la parroquia de Nuestra Señora de
la Asunción Cuernavaca (Registro civil Cuernavaca, Defunciones,
1887-1878).
El golpe para la familia Morgado debió ser terrible, y a éste se le
sumaría otro más. Un mes y medio después, el lunes 22 de abril a
las 11:00 de la mañana se le unió a Consuelo su pequeña hermana,
Josefina de apenas año y medio. El fin de semana su salud había
empeorado a causa de una pulmonía, que también atendió el Dr.
Cruz.
Nuevamente Don José María Morgado, debió presentarse ante
el Registro Civil, esta vez le acompañó como testigo su colega
Ausencio Cisneros, sastre como él. El juez de lo civil liberó la boleta
179 para que pudieran hacer la inhumación en el cementerio de la
parroquia de Cuernavaca (Registro civil Cuernavaca, Defunciones,
1887-1878).
Varios días pasaron antes de que la niña fuera enterrada,
probablemente le habrán tomado alguna fotografía, tan de moda
en esos días, para que quedara como recuerdo, tal vez lo mismo
hicieron con Consuelo. Se tomaron el tiempo para velarla y recién
el día 26 de abril de 1878, aparecen ambas niñas en el archivo de
defunciones del Sagrario de Cuernavaca (Defunciones, 1867-1937).
Las pequeñas fueron depositadas en la cruz atrial de la catedral.
Se les colocó una pequeña lápida de mármol donde aparecen sus
nombres. No entendemos por qué razón la única fecha de defunción
que aparece es la de Consuelo. Los padres mandaron grabar el
siguiente epitafio:

DE DOS TIERNAS NIÑAS LA MUERTE NO ATERRA


A QUE PUES EL LLANTO Y EL FÚNEBRE DUELO
PENSEMOS TRANQUILOS QUE DEJAN LA TIERRA
PARA IR Á ENTONAR SUS CANTOS AL CIELO

Todavía hoy es posible apreciar la pequeña lápida adosada a la cruz


atrial de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción Cuernavaca.
Misma que ha sobrevivido a pesar de las remodelaciones que ha
sufrido el atrio; parte de la lápida se encuentra actualmente por
debajo del nivel del piso lo que dificulta la lectura del último verso
del epitafio.
Seguramente más de uno nos habremos preguntado quiénes serían
estas pequeñas y habremos imaginado el vacío y la tristeza que
habrán dejado en esa familia. ¿Habrán tenido más hijos sus padres
Doña Ángela y Don José? ¿Les habrá sobrevivido algún hermano?
¿Qué habrá sido de su vida tras este nefasto suceso?
El presente artículo es un avance de la investigación que se ha
comenzado a realizar sobre Consuelo y Josefina Morgado, esperamos
poder obtener mayor información sobre ellas y su familia para poder
presentar un trabajo más amplio.
Mucho agradeceremos a los lectores cualquier información que nos
puedan brindar sobre esta familia.

Cruz atrial de Cuernavaca donde se aprecia la lápida. (Foto América Malbrán)

Órgano de difusión de la comunidad de la Delegación INAH Morelos

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Coordinación editorial de este número: Raúl Francisco González Quezada



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