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22 de junio de 2010

Mayagüez, Puerto Rico


A Dra. Rosa Fernanda Martínez Cruzado

La Historia nos dio la razón

Hace ya más de un mes que le escribí una carta invitándola a reflexionar su postura
sobre el cierre de los portones y las negociaciones con la Administración. Nunca recibí
respuesta, silencio que es, quizás, hasta más decepcionante que su “Propuesta de Salida
Airosa”. Esperaba, y lamento haberme equivocado, que una persona con el nivel de
educación, cultura e integridad que tiene usted al menos tuviese la deferencia de defender,
con argumentos válidos, sus propios planteamientos. Afortunadamente, el desenlace de los
eventos históricos que comenzaron aquel glorioso 3 de mayo sirvió para solidificar los
humildes argumentos que había esgrimido en mi carta de respuesta. No fue necesaria más
ninguna palabra, pues al final del camino la historia no dio la razón.
Reconozco, sin embargo, que toda persona ajena al proceso huelgario experimenta
cierta incapacidad de inteligir la magnitud histórica de la Huelga Estudiantil. Por esto, me
gustaría explicarle la trascendencia de esta lucha y cómo ha dispuesto a una nueva generación
de seres humanos a reclamar que un mundo mejor no es solo posible, sino que es urgente y
necesario. El movimiento estudiantil se caracterizó, desde un principio, por su inquebrantable
apego a los más profundos valores de equidad, justicia, participación y democracia. Fue
dentro de los muros de la Universidad que fuimos capaces de experimentar, para muchos y
muchas por vez primera, el ejercicio de la verdadera democracia, un concepto que supera, al
menos cualitativamente, la difusa noción de participación que nos había inculcado la
democracia representativa. Entre nosotros y nosotras no hubo líderes, como tampoco hubo
representantes, todos y todas eramos líderes, representantes, eramos dueños y dueñas de
nuestras propias pequeñas historias. La democracia participativa es el modelo sobre el que
aspiramos fundamentar y construir una sociedad más justa; negar este axioma es, por otro
lado, servir de vocero de la antidemocracia, la injusticia y la inequidad.
De igual forma, los estudiantes fuimos capaces de transcender, de las formas más
diversas, la tradicional concepción de lo político. La esfera política expandió sus dimensiones
más allá de la lucha partidista que consistíá, para muchas y muchos, la única noción de
política puertorriqueña. De la mano de esta revelación descubrimos la incapacidad de las
viejas estructuras políticas y administrativas para resolver los problemas más apremiantes.
Además, reconocimos la necesidad de organización para alcanzar la autogestión y el
autogobierno, ambas herramientas claves para la superación de la opresión y la ignominia.
Llegará el día en que cada cual se gobierne a sí mismo y no existirán más amos ni esclavos.
Por último, la lucha estudiantil desarrolló nuevas nociones de igualdad, respeto y
equidad. El movimiento estudiantil no fue, y nunca aspiro a ser, un movimiento homogéneo.
La diversidad de los y las estudiantes que participamos activamente del proceso huelgario fue
el elemento enriquecedor de la lucha. La creatividad y la iniciativa, motores propulsores de la
huelga, afloraron en un ambiente en que se le permitió a cada cual ser tal cual es. La
convergencia ocurrió desde los caminos más divergentes. Los elementos de raza, género,
creencia religiosa, orientación sexual y todas las categorías humanas, creadas para excluír,
fueron abolidos. En última instancia, eramos todos y todas personas humanas que, desde
nuestra más profunda subjetividad, luchabamos por un mismo fin: la defensa del derecho
inalienable de cada ser humano a educarse, a conocer, a descubrir, a pensar.
El proceso de huelga ha terminado pero ha dejado en nosotros y nosotras una huella
que no podrá ser borrada nunca jamás. ¡Qué lástima no haber podido compartir con usted este
momento histórico! Afortunadamente, nuestra lucha no concluye aquí. La huelga es solo el
comienzo del fin de las injusticias, la opresión y la antidemocracia. Los y las estudiantes le
extendemos una invitación para que sea autora y partícipe activa de su propia historia, como
lo hicimos nosotros y nosotras. Ahora que se abren los portones nuevamente, aspiración que
compartíamos todos y todas, necesitaremos de muchas mentes críticas que sean capaces de
desarrollar formas creativas de lucha para detener, de una vez y por toda, la amenaza que se
cierne sobre nuestra Universidad. Es es una lucha que estamos dispuestos y dispuestas a
llevar hasta sus última consecuencias. Estamos construyendo una nueva Universidad, un
nuevo País, un nuevo Mundo para construir, de esta forma, una nueva concepción de lo
Humano. Esta es nuestra responsabilidad histórica y la historia, nuevamente, nos dará la
razón.

Josua O. Aponte Serrano


Estudiante de Filosofía,
Recinto Universitario de Mayagüez

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