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INTRODUCCION El conocimiento que el hombre moderno ha Ilegado a adquirir de las civilizaciones antiguas representa una de las mas admirables conquistas de la ciencia. La critica del siglo XVIII inicié la revision de las tradiciones que nos han Ilegado a través de la Biblia, de los historiadores clasicos y de ciertos cronistas, como Beroso y Manetén, que escribieron, én los tiem- pos helenisticos y en lengua griega, crénicas histéricas de Egipto y de Ba- bilonia, basadas en las respectivas tradiciones nacionales. Pero solo en el siglo XIX comenzaron los descubrimientos. La arqueologia ha emprendi- do desde ciertos viajes a Oriente, como el de Carsten Niebuhr (publicado de 1774 a 1778), y la expedicién de Bonaparte a Egipto (1798), la tarea de examinar las ruinas y restos de las antiguas civilizaciones. Mas tarde, desde mediados del siglo, las excavaciones comienzan a ofrecer cada vez mayores tesoros artfsticos y documentales, que la imaginacién mds ambi- ciosa apenas hubiera podido sospechar. Por otro lado, el desciframiento de escrituras y lenguas desconocidas ha alcanzado éxitos también insospechados, y, lo que no se podia sofiar, contamos no con vagas y confusas tradiciones, sino con verdaderos docu- mentos historicos, como anales de la dinastfa V de Egipto, textos de los reyes sumerios del siglo XXIV, contabilidades del siglo XXI, autobiogra- fias de altos dignatarios egipcios del siglo XXV, leyes y relatos de con- quistas de dos mil afios antes de nuestra era. Esta documentacién escrita se complementa, finalmente, con los mo- numentos que atin se conservan (cuinas de palacios y ciudades, de tem- plos y fortalezas, sepulturas y toda clase de mobiliario y ajuar construido con materiales incorruptibles). Gracias a esto, ha sido posible reconstruir la historia de los milenios II y Il a. C., con detalle a veces comparable al de épocas histéricas mis proximas. Indudablemente, no se puede negar que este campo ha sido testigo de algunas de las grandes conquistas de la ciencia humana. 11 Podemos hablar, pues, con toda certeza de una revolucién en nuestro conocimiento de la historia antigua. Se sabe de ella muchisimo mas que hace un siglo o medio siglo; y como, ciertamente, algunos de esos resulta- dos sobre las primeras etapas historicas de la Humanidad no han pasado todavia al acervo de los conocimientos divulgados, y, en general, solo en muy modesta medida a los estudios de ensefianza secundaria, puede jus- tificarse una exposicion de conjunto. Aun no es de todos conocido, por ejemplo, que en Sumer, mas de mil aiios antes de que los griegos tuvieran la Iliada y los hebreos las partes mds antiguas de la Biblia, hallamos una “‘literatura floreciente, que con- tiene mitos y epopeyas, himnos y lamentaciones y numerosas colecciones de proverbios, fabulas y ensayos” (Kramer). Asimismo, las pirdmides de Saqqara, con sus textos de la V dinastia, que en cl siglo XXV recogen tradiciones atin mas viejas, muestran la antigiiedad de complicadas espe- culaciones teoldgicas. Los descubrimientos en el campo de la historia, arqueologfa y lengua de los hititas, son totalmente labor del siglo XX. Las inscripciones hititas cuneiformes fueron interpretadas por B. Hrozny a partir de 1916, y las escritas en caracteres jcroglificos, sélo en los dos ultimos decenios, por Gelb, Meriggi, Forrer y Bossert. Realmente, nadie podia esperar que los heteos, citados varias veces en la Biblia, fueran, en realidad, un pueblo de lengua indocuropea, y que hubieran tenido un imperio en Asia Menor tan importante como permiten comprobar los imponentes restos de Yazilika- ya, por ejemplo. Los especialistas discuten sobre la prioridad de los distintos pueblos en la creacién de nuestra cultura, es decir, de la cultura humana. Como ha dicho Pericot, en esta creacién confluyen los logros de los cazadores de Europa y Asia, y los de pueblos agricultores en el cercano Oriente. La agricultura surge ya antes del VI milenio en algin lugar de la media luna fértil que, bordeando por el norte el desierto de Arabia, se extiende des- de Egipto al Golfo Pérsico, quiz4 con precedentes en Asia menor. Los mas elevados resultados de la vida agricola en el Proximo Oriente durante los milenios VII a V, vienen a concretarse en las ciudades de Su- mer en los milenios IV y III. Los orientalistas se inclinan a considerar la civilizacion sumeria como una especie de “catalizador’’ respecto de las otras dos altas culturas mas antiguas, la de Egipto y la del Indo, que pare- cen mas recientes que los primeros avances de Sumer hacia formas de or- ganizaci6n politica y logros culturales superiores. Lo que ocurre es que Sumer no dejo, como Egipto, fastuosos monu- mentos, y el material de adobes, las estatuas de pequeiio tamaiio en aquel pais pobre en piedra, lo complicado y poco monumental de las tablillas 12 de arcilla en que escribieron, han contribuido a que durante mucho tiem- po se creyera anterior la brillante cultura egipcia. Especialmente ha ofrecido dificultades para su conocimiento la mas primitiva civilizacion mesopotdmica, la de Sumer. Pero el enigma del va- lor fonético de los signos primitivamente ideogréficos de la escritura asi- ro-babilénica, que no correspondia al de las palabras semiticas de esos dialectos, quedo explicado en el momento de saberse que el sumerio era precisamente la lengua de los creadores de la escritura, es decir, de la ci- vilizacién mesopotamica. El asiridlogo francés F. Thureau-Dangin leyé en 1905 inscripciones en escritura y lengua sumeria y probo asi la prece- dencia de esta civilizacion. Esto no significa que la cultura egipcia quede relegada a un puesto se- cundario, Su continuidad admirable durante milenios, favorecida por una situacién geogréfica mas aislada y delimitada, sigue siendo también im- presionante, a pesar de que Suimer rivalice con ella en muchos aspectos y parezca precederla en continuidad y originalidad. Intentaremos presentar sincrénicamente el desarrollo de ambas gran- des culturas. . Los resultados del siglo y medio de trabajos en el campo del Antiguo Oriente, han tenido importantes consecuencias para la comprensién e in- terpretacion de la Biblia como documento historico. Sus libros de conte- nido histérico han sido entendidos sobre el fondo de las culturas orienta- les, y se ha comprobado que algunos de sus relatos (por ejemplo, el del Diluvio) tienen antecedentes mesopotdmicos mucho mds antiguos. Los hallazgos de documentos orientales se han producido a veces en grandes depésitos. La casualidad o la piqueta del excavador han dado con verdaderos archivos, y algunos de ellos han hecho época en el progreso de estos estudios. Asi ocurrié con el descubrimiento de la biblioteca de Assurbanipal en 1854, que hizo posible la creacién de la asiriologia. Los archivos de Tello (desde 1877), de El-Amarna (1887), Nippur (1889), Bo- jaz-kdy (1908), Ras Shamra (1929), Mari (1933), Sultantepe (1951) y Tell Mardikh (1975), por no citar otros importantes depésitos, han ido poniendo a disposicién de los investigadores hasta un cuarto de millén de documentos en signos cuneiformes, sin contar los materiales en escritura egipcia. Muchos de estos documentos son cuentas, papeles privados; pero la biblioteca de Assurbanipal, por ejemplo, es una estupenda coleccién de libros en los que el gran rey asirio quiso guardar en nuevas y cuidadas co- pias los textos de la tradicion mesopotamica. Es evidente que al trazar la historia de aquellos pueblos lo hacemos desde un punto de vista muy distinto del de ellos mismos. Los antiguos tgipcios, por ejemplo, no concebjan la historia como nosotros, por lo 13 cual la interpretacién de sus documentos es sumamente diffcil, ya que queremos arrancar de ellos lo que nunca intentaron decir sus autores. Por otro lado, en los informes que de sf mismos dan los faraones predo- mina el afaén de aparecer como autores divinos de hechos sobrenatura- les. Los especialistas tienen que discutir casi cada punto de lo que se puede deducir como historia de tan extraiios documentos. Los tratadistas no estén de acuerdo sobre si nuestros maestros en la politica, en la utilizacion de los metales, en la organizacién del ejército o del estado, son los egipcios 0 los mesopotdmicos. En las paginas que si- guen encontrara el lector muchas referencias a grandes descubrimientos que son base indispensable de todos los logros ulteriores de la humani- dad. Aludimos a ellos alli donde los encontramos registrados; no estamos en condiciones de resolver por nuestra parte. Hemos vacilado en la misma composicion del libro, decidiendo dar en la primera parte la precedencia a Mesopotamia; pero, en la segunda, a Egipto. Las primitivas culturas de la China y de la India no deben faltar en una historia universal, y menos en nuestra época, cuando el europeocen- trismo de épocas pasadas aparece como algo superado y hasta erréneo. Nos ha parecido, pues, conveniente no excluirlas de esta exposicion. En cuanto al problema de los nombres propios, por tratarse de una obra de divulgacion, hemos preferido, en los biblicos, hacer uso de las formas tradicionales en espanol; en los nombres egipcios 0 babildnicos, usaremos las formas griegas tradicionales, como Semiramis o Sesostris, si bien dando la transcripcion de las escrituras egipcia o cuneiforme de un modo simplificado. BIBLIOGRAFIA Bibliografia general: Historia mundi, publicada por Fritz Valjavec, vol. I. Grundlagen und Ent- faltung der altesten Hochkulturen von W.E. Albright, M. Almagro Basch, R.W. Eberhard, W. Eichrodt, Ch. von Fiirer-Haimendorf, G. Furlani, A. Moortgat, J.L. Myres, K.J. Narr, K. Tac kenberg, H. Trimborn und E. 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