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desafío
ético
y
teológico.
Nuestra
experiencia
en
estos
años
nos
ha
dado
muchos
resultados;
no
es
fácil,
pero
es
posible.
Los
programas
de
educación
teológica
virtual
o
a
distancia
tienen
el
potencial
de
ser
pertinentes.
Los
programas
teológicos,
desde
esta
modalidad,
tienen
el
desafío
de
adecuar
sus
intenciones
al
contexto
social
de
los
estudiantes.
Desde
una
perspectiva
transformacional,
enfocada
en
los
procesos
de
cambio
social,
la
pertinencia
garantiza
que
los
esfuerzos
educativos
logren
cambiar
aquellas
carencias
o
necesidades
de
forma
efectiva.
De
hecho
la
transferencia
del
aprendizaje
es
más
rápida
y
efectiva
ya
que
los
estudiantes
aprenden
y
aplican
en
el
contexto
en
que
viven.
El
evangelio
tiene
componentes
transformacional
en
sí
mismo.
De
hecho
la
conversión
y
la
búsqueda
de
la
voluntad
de
Dios
son
proceso
transformacionales
de
acuerdo
a
Romanos
12,
1
y
2
(Vea
la
reflexión
en
línea
de
Zambrano,
2009).
Por
tal
motivo,
argumentos
teológicos
sobran
para
fundamentar
la
pertinencia
transformacional.
Es
necesario
que
articulemos
nuestros
programas
e
intensiones
educativas
a
la
realidad
de
la
iglesia
y
las
comunidades,
y
desde
esa
realidad,
seguramente
caracterizada
por
carencias
sociales,
lograr
transformar
el
pensamiento,
la
espiritualidad,
y
la
misma
realidad
social.
Ahora
bien,
la
propuesta
pone
énfasis
en
los
desarrollos
autodirección
y
transformacionales.
Cuando
se
refiere
a
la
autodirección
del
aprendizaje
es
un
concepto
y
un
campo
de
estudio
muy
ligado
a
las
perspectivas
andragógicas,
en
particular
al
trabajo
de
Malcolm
Knowles
para
quien
la
Andragogía
es
el
arte
y
ciencia
de
ayudar
a
los
adultos
a
aprender
(Knowles
1970,
en
Knowles,
Holton
y
Swanson,
2005).
Hoy
por
hoy,
disponemos
de
muchos
modelos
de
autodirección,
pero
uno
de
los
más
actuales
es
el
de
Yolanda
Cázarez
denominado
Aprendizaje
Autodirigido
en
Adultos
(2004),
pues
su
propuesta
integra
herramientas
pertinentes
para
los
cursos
virtuales
y
su
instrumento
denominado
+CIPA
(Cuestionario
de
Indagación
del
Perfil
Autodirigido)
ha
sido
actualizado
por
Aceves
(2008)
a
la
población
que
usa
las
TIC
en
su
aprendizaje.
La
autodirección,
de
acuerdo
a
Cázares:
“es
un
concepto
multicomponencial
y
se
observa
a
través
de
la
presencia
en
cierto
nivel
de
desarrollo
de
los
componentes
de:
1)
Planeación
y
ejecución
de
estrategias
de
aprendizaje;
(2)
Uso
de
la
experiencia
y
conciencia
crítica;
(3)
Potencial
interno;
y
por
último
la
(4)
Interdependencia
social
y
tecnológica.
Estos
componentes
apoyan
los
actos
de
las
personas
tanto
en
su
orientación
hacia
el
aprendizaje
como
hacia
sus
acciones
y
conducta
en
general”
(Cázares,
2009).
Las
metas
del
aprendizaje
autodirigido
son
importantes
para
la
formación
de
estudiantes
efectivos
en
su
tarea
ministerial.
Estas
metas
se
pueden
agrupar
en
tres
alcances
(Merriam
y
Caffarella,
1999,
citado
en
Cázares
2004):
(1)
aumentar
la
habilidad
del
aprendiz
adulto
para
ser
autodirigido
en
su
aprendizaje;
(2)
fomentar
la
transformación
del
aprendizaje
como
un
aspecto
central
en
el
aprendizaje
autodirigido;
y
(3)
promover
el
aprendizaje
libre
y
la
acción
social
como
parte
integral
del
aprendizaje
autodirigido.
Por
lo
tanto,
el
modelo
de
educación
teológica
virtual
debe
desarrollar
a
cada
estudiante
de
tal
manera
que
logre
cierta
autonomía
con
respecto
a
su
aprendizaje,
ya
que
esto
contribuirá
con
su
responsabilidad
y
proactividad
en
las
demás
decisiones
de
su
vida.
Por
otro
lado,
la
perspectiva
transformacional
del
aprendizaje
ofrece
una
visión
integral,
siguiendo
a
Dirkx
(1998),
desde
al
menos
cuatro
frentes.
Los
autores
representativos
son
Paulo
Freire
(1969),
Jack
Mezirow
(1991),
Larry
Daloz
(1986)
y
Robert
Boyd
(1991).
El
trabajo
de
Paulo
Freire
se
basó
en
un
enfoque
ideológico
crítico,
centrándose
en
el
desarrollo
del
ser
humano
de
forma
plena,
en
torno
a
la
construcción
de
la
libertad,
justicia
y
paz,
en
un
medio
sociocultural
de
opresión.
Freire
optó
por
una
posición
radical
de
la
educación,
denominada
en
primera
instancia
concientización
(Zambrano,
en
prensa).
Se
pretende
tomar
el
aporte
de
Freire
con
respecto
a
la
transformación
social
a
partir
de
una
práxis
transitivamente
crítica.
Por
otro
lado,
Mezirow
aportaría
con
su
perspectiva
transformacional
a
nivel
cogniscitivo,
desde
la
reestructuración
de
las
estructuras
de
significado
a
partir
de
los
dilemas
desorientadores
y
las
revisiones
críticas
de
las
presuposiciones
epistémicas,
socioculturales
y
psicológicas.
Daloz
trata
los
procesos
de
desarrollo
de
los
aprendices
en
contextos
institucionales
a
través
de
mentores,
y
Boyd
trata
la
relación
entre
aprendizaje
y
espiritualidad.
El
logro
de
aprendizajes
transformacionales
a
partir
de
diseños
instruccionales
en
línea
que
lo
favorezcan,
implicará
que
los
estudiantes
logren
ver
críticamente
sus
realidades
socioculturales,
sus
procesos
de
estructuración
significativa
a
nivel
cognitivo,
los
símbolos
espirituales
que
están
mediando
sus
relaciones
y
convicciones,
para
luego
incurrir
en
procesos
transformacionales
sostenibles.
Esta
perspectiva
demanda
de
profundos
cambios
en
los
programas
de
educación
teológica
a
distancia
o
virtual.
Por
lo
tanto,
el
proceso
transformacional
debe
comenzar
con
los
directivos
y
profesores
responsables
de
las
intensiones
y
procesos
educativos.
Conclusión
Pensar
en
un
modelo
alternativo
de
educación
teológica
en
la
modalidad
distancia
o
virtual
significa
todo
un
cambio
de
paradigma.
Aprender
con
la
presencia
de
profesores
y
compañeros
no
es
igual
a
aprender
a
través
de
los
EVA
ya
que
esto
implica
introducir
nuevos
enfoques
de
enseñanza
y
aprendizaje
y
los
respectivos
medios
de
comunicación
educativa
que
en
sí
mismos
constituyen
importantes
innovaciones.
Si
a
esto
le
agregamos
la
necesidad
de
que
nuestros
estudiantes
logren
altos
niveles
de
desempeño
autodirigidos
y
que
su
aprendizaje
involucre
procesos
transformacionales
en
sus
diferentes
dimensiones,
la
educación
teológica
a
distancia
o
virtual
constituye
una
alternativa
muy
pertinente
para
la
formación
de
líderes
cristianos
considerando
la
realidad
de
nuestra
era
informacional.
La
Internet
es
parte
de
nuestras
vidas
aun
cuando
no
estemos
de
acuerdo
con
los
procesos
de
informatización
de
las
relaciones
y
los
flujos
culturales.
Las
necesidades
de
formación
en
formatos
instruccionales
más
acordes
con
las
características,
limitaciones
y
expectativas
son
cada
vez
más
notorias
entre
nuestras
comunidades
cristianas,
a
pesar
de
que
estemos
enraizados
en
la
educación
convencional
que
no
ha
logrado
cambios
significativos
desde
el
escolasticismo
medieval.
Por
lo
tanto,
sin
que
esto