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Ana Inés Ferreyra

LA HISTORIA AGRARÍA: UNA HISTORIA RENOVADA O UNA ESPECIALIDAD


RECIENTE

Los primeros antecedentes sobre estudios agrarios se remontan a los siglos XVII y XVIII. En España,
recibieron impulso con la Ilustración (segunda mitad siglo XVIII). Los estudios agrarios captaron
tradicionalmente más la atención de juristas y estudiosos de las instituciones que de los propios
historiadores, centrados en la historia política. Recién a finales de la década del 50 y comienzos de los 60
del siglo XX surgen progresos para la historiografía agraria de Europa (G. Duby, P. Vilar, P. Goubert, W.
Kula, etc.). Acento puesto en la totalidad del hecho social por encima de las particularidades individuales.
Esto implicaba el examen de los procesos macro y la construcción de una explicación global que
privilegiaba las estructuras rurales. 70’s cambios de orientación de la historia económica: nueva historia
económica institucional, preocupada por el problema del cambio estructural y la influencia ejercida por
las normas creadas por el estado (Douglas North). En los estudios rurales significó el abandono paulatino
de la obsesión por las series cuantificables, por una preocupación por las políticas de tierras y de
producción. Transformaciones y renovaciones de los años 80 y 90 en Europa: no mencionadas, salvo en
el caso de Giovanni Levi, que tuvo influencia en el desarrollo de los estudios agrarios en nuestro país. La
pequeña escala propuesta por él permite captar el funcionamiento real de mecanismos que a nivel general
quedan sin explicar.

Historia agraria de Latinoamérica, por mucho tiempo fue la historia de la gran propiedad, o sea de la
hacienda. Análisis jurídico sobre el régimen de tenencia de la tierra, y enfoque a escala macro. François
Chevalier (1963) realizó primer estudio sistemático sobre el tema que brindó una explicación general de
la formación del sistema de hacienda (modelo Chevalier). A partir de entonces se operó una ampliación y
multiplicación de los estudios agrarios. Dos perspectivas esenciales de análisis. La primera es la
concepción estructuralista (50-60) que analiza las características del crecimiento agropecuario y las
formas de tenencia de la tierra y destaca la persistencia de la gran propiedad como obstáculo estructural al
desarrollo latinoamericano. La otra, son los enfoques neoclásicos cuya categoría central de análisis está
referida a los estímulos económicos en relación al comportamiento del sector agrario y sus vinculaciones
con el sistema. Más allá de estas diferencias interpretativas el centro de atención sigue siendo la gran
propiedad. Unidos a los estudios sobre las haciendas se elaboraron trabajos sobre las propiedades rurales
de la Compañía de Jesús, como ser los de Mörner (1953), Konrad (1982) y Cushner (1983). Recién a
fines de los 70 y principios de los ochenta se pasó al estudio de las áreas y las regiones, lo que permitió
rescatar la variedad de situaciones agrarias en diferentes espacios, los diferentes productores, el
funcionamiento de la hacienda como empresa mercantil, etc. Se modificó la noción de una estructura
dominada por el latifundio y se revelaron otras formas de tenencia de la tierra.

Argentina: a fines del siglo XX, prolífera producción historiográfica, renovación de enfoques, planteos y
metodologías. Marcada preferencia por el espacio pampeano bonaerense, pero anteriormente el análisis se
mantuvo acotado a dos constantes. Por un lado, la producción de estudios macro mostraba una confusa
identidad entre la historia nacional y la historia bonaerense; por el otro, presentaba un abordaje desde la
perspectiva jurídica-institucional (Cárcano, Coni, Oddone). Distintas líneas de análisis. Una línea es la
corriente reformista-desarrollista (60’s) que sostenía que la formación de la Argentina moderna databa
de fines del siglo XIX y comienzos del XX, pero había sido un proceso incompleto debido al peso que
tuvo en él la oligarquía tradicional. Visión que se evidenciaba en la pervivencia de la gran propiedad, con
modelos productivos arcaicos y una estructura social atrasada. Otro intento explicativo es la teoría de la
dependencia (70’s) que sucumbió ante la tentación de separar el funcionamiento del circuito interno de
producción y comercialización interna del internacional. Veían una simplificada relación de dependencia
de los productores con los centros mundiales. A fines de los 70 comenzó a primar una tendencia
revisionista que se centró en la explicación de un modelo agrario a partir de la comprensión de la lógica
interna de su funcionamiento: Cortes Conde (1979), Gallo (1983), Sábato (1989).

Esta visión de los años 80 enfrenta en la década siguiente el desafío de construir una visión del mundo
agrario menos hiperracional, menos apegada a los modelos interpretativos de la economía y más
preocupada por aprehender los procesos sociales, los actores, sus experiencias y su contexto cultural.
Nuevas fuentes, marcos de análisis más reducidos, estudios de casos y análisis microhistóricos. Algunos
resultados de estas nuevas miradas fueron una visión más ajustada de la enfiteusis y de la ocupación y
reparto de tierras, el descubrimiento de una expansión no sólo ganadera, un mundo complejo de actores

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sociales. Un estudio temprano y señero fue el de Halperin Donghi sobre la estancia de Fontezuela (1975).
Una década más tarde se dan nuevos pasos para el análisis pormenorizado de unidades de producción y
para una revisión del problema de la fuerza de trabajo en la campaña (Mayo, 1984, 1987; Polémica sobre
la fuerza de trabajo en el Anuario IEHS 2; Salvatore-Brown, 1987).

La producción historiográfica de Córdoba es aún más reducida y reciente en muchos aspectos que la del
área pampeana. Los estudios específicos sobre historia agraria del tardo colonial y de las primeras
décadas independientes, son más escasos y recientes. El mundo de las relaciones laborales en las
estancias jesuíticas está siendo estudiado cada vez con mayor claridad aunque no se puede decir lo mismo
sobre la realidad que vivieron ciertos actores sociales como arrendatarios aparceros y agregados (al
respecto ver su trabajo: “La tierra por contrato: arrendatarios, aparceros y agregados de la provincia de
Córdoba, 1800-1870” [2001]). La tenencia y distribución de la tierra así como el trabajo, la producción y
las relaciones sociales han sido estudiadas con cierta profundidad y complejización a partir de la segunda
mitad del siglo XIX, pero no ha ocurrido lo mismo con la época anterior. Algunos estudios se centran
enen el régimen de la tierra pública a través de la legislación del período (Cárcano, 1917). Otros se
centran en épocas posteriores. Finalmente, otros abordan el tema como parte de un análisis mayor sobre la
estructura económica provincial.

Historia agraria que ha dejado de lado los estudios macro, que se detiene en las variaciones regionales, en
los estudios de casos y el microanálisis, y que desde esta óptica, vuelve a repensar los viejos problemas a
la luz de nuevas fuentes y metodologías y que se detiene a considerar la forma en que el cúmulo de
relaciones sociales influye sobre la lógica de los mercados y las limitaciones formales que el impone el
estado.

[Ana Inés Ferreyra, “La historia agraria: una historia renovada o una especialidad reciente”, en
Revista de la Junta Provincial de Historia de Córdoba, Nº 20, Córdoba, 2002]

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