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Texto: Jeremías 29:11

Jeremías, profeta de Judá del siglo VII a. C., dirige una misiva a sus
compatriotas en cautiverio en Babilonia, su mensaje se dirige a todo un pueblo
que sin distingo de rangos o posicionamientos sociales se hallan sometidos
bajo el yugo de un poder extranjero.

A diferencia de lo que pudiera pensarse, no se insta a la reacción virulenta en


contra de quien ostenta el control territorial y armado en la región, sino que se
convoca a la aceptación de la nueva circunstancia y a la generación de
condiciones que promuevan la existencia digna y armónica del pueblo judío en
aquellas lejanas tierras.

El primer llamado del profeta, es entonces a la recuperación de los lazos


sociales y de la institucionalidad, que desde el derecho internacional está
asociado con un bloque de constitucionalidad firmemente constituido y ramas
del poder público en función, y que desde las pautas descritas en la carta
tienen que ver con la juiciosa aplicación de la palabra de Dios y la obediencia
irrestricta a sus términos. (Jeremías 29:10)

Sin embargo para el pueblo apostado en las provincias de la Gran Babilonia,


alejados de su terruño, era impensable el habitar pacíficamente en este lugar,
en efecto, habían sido envilecidos por una fuerza exógena y para nadie sería
aceptable admitir la subyugación enemiga. Tal discurso reivindicatorio fue
alentado por hombres que se autoproclamaban profetas de Dios y que
soliviantaban para retornar a su tierra y rechazar el dominio babilonio antes de
lo estipulado por el Señor (70 años, 586 a. C., hasta 516 a. C.). Pero las
instrucciones divinas fueron específicas, al no cumplirse los términos de la
toma de Canaán por Israel, y habiéndose apartado de los mandamientos yendo
en pos de ídolos, habrían de perder sus privilegios y su tierra inclusive, misma
que no tuvo reposo en todos los años de residencia israelita en la tierra
prometida.

La aceptación de su nueva realidad enmarcada dentro del plan de Dios para


erradicar la idolatría entre su pueblo y garantizarles bienestar duradero
dependía de la aceptación de los procesos a seguir considerando:

1- Los pensamientos de Dios son más elevados (Isaías 55:8) (Salmos 139: 2
-3)

A pesar de ello el Señor entiende la fragilidad humana la cual se manifiesta en


el hecho que

√ El hombre tiende de continuo al mal (Génesis 6:5)


√ Sus pensamientos son vanos (Salmos 94:11; 1 Corintios 13:20)

√ Desconoce frecuentemente principios morales (Deuteronomio 8:11)

Es a partir de tal planteamiento que Dios expone su deseo e inclinación para


con la humanidad (Ezequiel 18:32):

2 - Otorga Paz (Juan 14:27)

La referencia bíblica “pensamientos de paz y no de mal” equivale a una


garantía de parte de Dios y su compromiso firme de propender por el
restablecimiento de sus relaciones armónicas con el hombre, con el objeto de
que éste encuentre la verdadera realización personal que armonice su
quehacer y le permita experimentar como al pueblo de Judá, la libertad y
privilegios perdidos por cuenta del pecado.

La paz que dejó Cristo garantiza pasar por procesos en los que el hombre
aprende a conocerle y acatar su voluntad, entrando en el estado de reposo
(Hebreos 4: 9 -11) preparado para disfrutar de la compañía divina y sus
beneficios.

Estos pensamientos de Dios llevan a deducir que:

√ El Señor es la fortaleza cuyo resguardo garantiza una existencia en armonía


(Isaías 26:3)

√ Retornar a Cristo para salvación equivale a separarse del mal y encaminarse


en un permanente proceso de restauración integral. (Zacarías 9:12)

√ Certeza de las promesas de Dios más allá del tiempo y las circunstancias
(Salmos 91:2; Salmos 138:8)

El conjunto de preceptos señalados marcan un derrotero a partir del cual el


hombre sujeto a los procesos de Dios desarrolla actitudes y obtiene respuestas
correspondientes:

3 – Aprende a caminar en rectitud como poseedor de la mente de Cristo (1


Corintios 2:16) (Filipenses 4:8)

Los pensamientos de paz obedecen a principios de Justicia (Cristo) y Buen


Nombre (Sabiduría). Con ello se marca un punto de inflexión desde el término
“entonces” (Jeremías 29:12) a partir del cual:

√ El hombre invoca el nombre del Señor (Jeremías 29:12)

Se recupera la comunicación interrumpida por el pecado, los estados de


angustia por un presente turbulento y un futuro incierto que generan angustia,
dan lugar a la liberación. (Salmos 107:6)

√Dios escucha (Isaías 65:24)

Las expresiones puestas en los términos de Dios garantizan que los


pensamientos de paz se desarrollen adecuadamente y el hombre vea el
porvenir con esperanza, por cuanto no depende de si mismo sino de su
Hacedor quien tiene las mejores cosas reservadas. (1Corintios 2:9)

√ Hace volver (Jeremías 29:13)

Llega el tiempo de salir de la cautividad sin importar la forma o dimensión que


ésta tenga, regresar al estado ideal que es en Cristo, con la garantía de vida
eterna.

Conclusión:

Los pensamientos de Dios son tendientes a la preservación de la existencia


humana, no solo en éste plano de la realidad sino en la eternidad, como Aquél
es quien conoce todos los condicionantes y posibilidades, es menester
renunciar en el escuchar voces de error y disponerse conocer los argumentos
de Dios desde la palabra aceptando de buena gana sus procesos con actitud
de obediencia.

“El fin que esperamos, bendición y prosperidad solo está contenido en la


persona de Jesucristo”

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