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sevreveeweoerwe eves ertetwweetevueveddd : 7. Sociedad y cultura José Luis Avila Los aires de modemidad que trae consigo el ascenso de la nueva burguesia y el repliegue ideolégico de la élite dirigente, cambian el contexto social y politico en que se produce la cteacién artistica y cultural del México de Jos cuarenta y cincuenta. Poco a poco se va abriendo paso una vida cultural mis intensa, diversificada, que participa activamente de las tendencias contempordneas. A continuacién se presentara un recuento de los hechos y tendencias culturales mas sobresa- lientes del periodo, contextualizando las inquietudes, opcio- nes, gustos y modas que alimentan la cultura nacional, El cambio del paisaje social derivado de la urbanizacin conduce al gradual pero irreversible eclipse de la novela rural, y con ello, al de la novela de la revolucién mexicana. Para ' muchos, Esa sangre (1956) de Mariano Azuela es la tltima novela del autor y de la narrativa de la revolucién, Desencan- tado y habiendo explorado ya Ia nartativa urbana de eritica social como en El camarada Pantoja y Nueva burguesia, en su liltima novela Azuela oftece un balance casi criptico de los frutos de una revolucién hecha por campesinos; Esa sangre cierra sus paginas con una balacera en una cantina, donde pierden la vida el terrateniente expropiado, que queria recupe- tar la hacienda, y el Fruncido, representante gubernamental. —— 168 José Luis Avila Pero en realidad ya desde los cuarenta la novela de la Tevolucién dejaba de ser dominante en la narratives lag cbse notables que pueden adseribirsele incursionan por ottas vise sobre todo con nuevaspreocupaciones. Bjemploclisice: Alpi del agua (1947) de Agustin Yaiiez; célebre por su barron depurado estilo, asi como por la recuperacion del lenguaje ucblerino, deja atrés los horizontes explorados por Are, Martin Luis Guzmén o José Rubén Romero. No aborda In revolucion sino el ambiente social y moral que la precede Ubiedndose en las postimerias del Poriiato, A filo del ous 68 un recuento de las rutinas e inercias sociales, Ia recreacion de la aumdsfera social densa y opresiva que impone Ia dow cién econémica, moral y cultural de la oligarquia y el clero on Ia vida rural y provinciana Pero si Yafiez veia el campo a la hora de la revoluci i6n, Juan Rulfo habria de oftecer una recreacién tan otiginal some descarnada, violenta y desesperanzada de la vida campesina Postevolucionatia, £1 lano en llamas (1953) y Pedro Parans (1955), las obras mayores del periodo, eulminan la namainy tural. En las antipodas de la desmesurada y barroca prow de Yaiiez, Rulfo muestra un paisaje rural postevolucionerrs da ado por la tierra —“blanco terregal endurceido, donde A — y unos hombres condenados a vivir de ella, '8 caminar como reculando”. La parcela que entrega el gobien. no de la revolucisn, es siempre insuficient, ni siquiera “ig tantita que necesitaria el viento para jugar a’los remnolinos™ Rulfo aborda la problemética campesina desde una dptica mucho ms honda que la narrativa de larevolueién; para sl a terra es una realidad tan violenta como implacable: 7A quién Puede culparse de que la tierra sea “dura como un pellejo de Nara ¥ Seca? porque “con todo, yo sé que desde que era hr Hover’ “(Quién diablos haria este Illano tan grande? ;Para qué sitve, eh?" Bs por eso que El llano en llamas no suctmbe ave el voluntarismo politico tan en uso y desgastado en Ia época: cl campesino ni agradece ni culpa a la revolucién'yt vi Bobiemo; pero éste no entiende nada (“manifiéstenlo pores 0°) y tampoco quiere oft que “No hemos dicho nada contra el nranodoo oo ooo oo oro ooo oo UU ae Sociedad y cultura 169 Centro. Todo es contra el Ilano.... No se puede contra lo que no se puede”. Como ya se ha sefialado en las inumerables exégesis, la narrativa rulfiana no se distingue por la invencién de temas 0 situaciones ni por la incorporacién de lenguaje nuevo (“es que yo escribo como la gente habla”), sino por la forma de narrar y desdoblar a sus personajes, creando un juego de voces que calan hondo en las actitudes campesinas ante la muerte, la violencia, la tierra, el cacicazgo, el eatolicismo y lo erético. En Pedro Paramo, Rulfo desarrolla ideas esbozadas en El ano en Hamas, pero apoysindose en una narrativa mas densa y en una sorprendente imaginacién: lleva a Comala a Juan Preciado para que cobre caro a su padre el abandono, el olvido, y todo To que segiin su madre “estuvo obligado a darme y nunca me dio”, Cumpliendo la promesa a su madre, busca al “rencor vivo" que es Pedro Paramo: pero éste murié hace muchos afios. Comala es pueblo de muertos, ahi no vive nadie, no hay a quién cobrarle; Juan Preciado pasa su temporada en Ia “boca del infierno” que es Comala, hasta que Pedro Piramo dé su golpe seco contra la tierra y se desmorone como si fuera un monton de piedras. En Zapotlin El Grande (hoy Ciudad Guzman), pueblo ve- cino de Juan Rulfo, habrian de surgir Varia invencidn (1949) y Confabulario (1952), propuestas narrativas de Juan José Arreola, quien apoyado en un bagaje cultural insospechado en su Zapotlin artiesga una prosa —a veces delirante— consagra- da a la creacidn, libre de los atavismos ideolégicos y de la solemnidad de la alta cultura. En su mds conocido cuento, El Guardagujas, la evocacién de Franz Kafka sirve para mostrar los infortunios de un viajero en un pais famoso por sus ferro: cartiles, simbolo de la modernidad. El forastero apenas llega a tiempo a la estacién para abordar el tren que lo conducia al pueblo T. En el pais ya se han hecho grandes progresos: la publicacién de itinerarios y la expedicién de boletos; las guias abarean y enlazan todas las poblaciones de la nacién, aunque en algunos casos éstas sdlo estiin pintadas con dos rayas de gis. Impaciente por la demora del tren, al viajero se le sugiere alojarse en la fonda al menos por un mes (!); como todos los 170 José Luis Avila habitantes del pais, debe esperar y confiar en que los convoyes cumplan las indicaciones contenidas en las guias y que efecti- vamente pasen por las estaciones. Encontramos tambien el sentido del humor y la critica a un pais que marcha hacia una modemidad tan precaria como publicitada en Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos, donde al recibir éstos deformados el personaje envia al artesano una carta conmindndole a cumplir “las sagradas leyes del trabajo (que) han quedado irremisiblemente burladas en mis zapatos”. Tan criticado como leido, con el reconoci- miento de Jorge Luis Borges, el autodidacta Arreola logra convertirse en una opcién narrativa, hasta que por cuenta propia agota su estilo barroco. Otro ejemplo son los cuentos reunidos en La muerte tiene permiso (1955) de Ecmundo Valadez, donde se manifiesta el esfuerzo por superar la institucionalizada narrativa d lucién mexicana y, articipando de una visién 1 revolucién, se ensayzn nuevas opciones; pot lo demas, aun cuando el cuento que sitve de titulo a la produccién de Valadez se refiere a la justicia que por mano propia han hecho valer los campesinos, el conjunto de cuentos no se refiere exclusiva- mente al mundo agrario. Pese a las innovaciones en la narrativa rural, la produceién cultural urbana gana terreno conforme las ciudades se expan- den, y la clase media y los sectores populares letrados aumen- tan su importancia en la estructura social. Con el dinamismo industrial se crea un ambiente social de optimismo y confianza en el progreso, pero éste no es el tinico presente en los medios culturales y politicos: la intelectualidad participa del drama de la derrota de la Repiiblica espafola, la Segunda Guerra Mun- dial y el ascenso del fascismo, el clima de guerra fria después de 1947, las derrotas politicas de la izquierda local, a represién gubernamental al movimiento obrero y campesino y a la opo- sicién electoral que el henriquismo presenta en 1952. En esa atmésfera, donde cada corriente intelectual y artisti- ca respira distinto, se innovan estilos, géneros y gustos. Temas con el “ser nacional” vuelven a movilizar autores y lectores, y en otros medios es patente la no tan nueva aspiracién de weeded dc eee eed ewe eg eevewe weed Sociedad y cultura m ersalidad. Grupos, revistas e instituciones son los centros de irradiacién de las nuevas perspectivas, en las cuales es evidente la influencia cultural de la Europa de posguerra, la narrativa y la poesia norteamericana y de América Latina. No puede soslayarse el significativo impulso que para la cultura nacional significd el exilio espafiol, desde 1939, en novela, cuento, poesia, cine, radio, teatro, educacién, filosofia, historia y difusién de la cultura, la contribucién de los republi canos es apreciada sin menoscabo, salvo por los xenéfobos que en su critica a los exiliados no ocultaban sus velcidades fran- quistas. Los espafioles, quienes con su acostumbrada tertulia —el café— atenuaron la solemnidad y la susceptibilidad me- xicana, colaboran pricticamente en todas las revistas cultura- les, cteaton instituciones como la Casa de Espafia en México (después El Colegio de México) y estimularon y diversificaron la produccién editorial. El grupo que edits la revista Contempordneos (1928-1931), cuyos aiios prolificos ya han quedado atris, se extingue en los cuarenta, en parte por la ausencia de nuevas opciones cultura- les, la desaparicién de Jorge Cuesta (1942), Xavier Villaurrutia (1950) y Gilberto Owen (1952) y Ia esterilidad a que somete el trabajo burocritico a José Gorostiza y a Jaime Torres Bodet Pese a que fueron criticados y satanizados desde los afios veinte por su indiferencia frente a los conflictos sociales, su reprobacién al “arte comprometido” y su desarraigo cultural, Jo que aportaron en modo alguno es intrascendente e influye en forma decisiva en la politica cultural del Estado. Cuéntese entre sus contribuciones mis sobresalientes Muerte sin fin de José Gorostiza, Décima muerte y Canto a la primavera de ‘Xavier Villaurrutia, Perseo Vencidlo de Gilberto Owen, Subor- dinaciones y Practica de vuelo de Carlos Pellicer. Reconoci- dos por sus aportes en poesia y ensayo, el teatro de Novo y Villaurrutia no sobresale y si en cambio las siempre controver- tidas crénicas que Salvador Novo escribe sobre la vida social de México y que aparecen en los diarios de la capital Seria en el grupo reunido en tomo a las revistas Taller pottico (1936-1938) y Taller (1938-1941) donde se originara tuna de las iniciativas culturales mds notables del periodo; weucdouwswdbededd &e eer eee eased eed es m2 José Luis Avila asummiendo Ia unidad de ereacién artistica y compromiso poli- tico, Taller supera al “realismo socialista”, asumido oficial. mente en el cardenismo y que habia desatado encendidas discusiones con los Contempordneos, entre otros, Y es justa- mente de éstos de quienes Taller reconoce una herencia, en tanto inquietud, movimiento, y no como una inercia, un mede. lo, Para Octavio Paz, la revista cuya direccién comparte con Rafael Solana y en la que participan activamente los trasterta. dos espafioles, es una iniciativa cultural abierta a todas las corrientes ¢ ideologias, pero advierte ya en su segundo ntimero que Taller “no quiere ser un sitio donde se asfixia una gencia- cidn, sino el lugar donde se construye el mexicano, y se le rescata de la injusticia, la incultura, la frivolidad y la muerte”, El impacto cultural de Taller se localiza mas alli de su corta ¢ irregular aparic’én, pues, abrevando en la cultura nacional, se inscribe —y reproduce en sus piginas— las tendencias universales, y muchos de sus colaboradores regulares habran de continuar una produceién que aleanzaré mayor importancia en décadas posteriores. En Taller se dieron cita Octavio Paz, Efrain Huerta, Rafae! Vega, Alberto Quintero, Neftali Beltrin, Rafael Solana; colaboraciones de José Revueltas, Carlos Pell cer, Xavier Villaurrutia, Enrique Gonzalez Rojo, José Luis Martinez, unidos a poetas como Leén Felipe, Rafael Alberti, Juan Larrea, Luis Cernuda, Pablo Neruda y Luis Cardoza y Aragon, entre otros. No s6lo en Taller sino en el conjunto de ta vida cultural mexicana, sobresale la preseneia de Octavio Paz, Liberal pro- Bresista por entonces, de éste que es quiz su periodo mis fértil €innovador, destaca Libertad bajo palabra (1958), reunion de Su produccién postica de la que sobresale Estacién violenta, que contiene su célebre “Piedra de sol”, Paz muestra la asimi, lacién creativa de las tendencias contempordneas, construye un mundo poético que recupera los objetos en su particularidad ¥ los funde con los descos, aspiraciones y preocupaciones de 'a individualidad del hombre contemporineo. El.arco y la lira (1956) es un ensayo original sobre la creacién poética donde Paz afronta el desafio de explicar, deslindar, precisar e ilustrar el nexo entre la creacién poética, el poema y el poeta, la Sociedad y cultura 173, historia, la sociedad y el Estado. En El laberinto de la soledad (1949), que retoma la problematica sobre lo “especifico” del set nacional y su culture, tema ya planteado por Samuel Ramos (El perfil dei hombre y la cultura en México, 1934), Paz evade la reflexién ontolégica y psicolégica para acercarse a los mitos del y sobre el mexicano mediante la sociologia histérica y la antropologia. Cierra sus pdginas con un lticido ensayo, polémi- co en su tiempo, sobre la intelectualidad mexicana y la revolu- cién. Peroal tema de “la identidad del mexicano” antes y después de Paz acudieron otros autores, algunos con menos fortuna y otros con propésitos tan comerciales como estériles. Destacan por su reflexién filosdfica José Gaos y Leopoldo Zea, entre otros integrantes del grupo Hyperién, La biisqueda del “alma mexicana” y la reflexicn sobre su “psicologia”, fue considera. da por muchos como una vertiente del nacionalismo cultural en que estaba empefiado el gobierno, y no faltd quien la identificara como una més de las tareas de la revolucion mexi- cana, Pero la biisqueda “del inconsciente colectivo ya a fines de los cincuenta cansd o aburrié a fildsofos, psicdlogos y a los idedlogos de la identidad. Matizando las posicicnes de Taller en relacién con el nacio- nalismo y el compromiso politico de Revueltas, Juan de la Cabada, Efrain Huerta 0 el exilio espaol, en los cuarenta y cincuenta se expresan nuevas inquietudes culturales que se agrupan, aunque sea temporalmente, en revistas como Tierra Nueva y El hijo prodigo 0 Antologica América. La prictica cultural muchas veces se suma al nacionalismo oficial y en otras se desentiende, pues éste, al carecer de auténticas opeio- nes progtesivas, poco a poco va cediendo frente al embate de la cultura estadunidense, ya presente en los medios de comu- nicacién impresos y compatible con los gustos y afinidades de la clase media ascenderte, que percibe dicho nacionalismo como sinénimo de subdesarrollo. Cualesquiera que sean las Posiciones asumidas, destaca la produccién de Ali Chumacero, José Luis Martinez, Rosario Castellanos, Jaime Sabines, Emi- lio Carballido, Manuel Guardia R. Bonifaz Nuiio, R. Garibay y Jaime Garcia Terrés. Narradores, dramaturgos, poetas y wwe vodceedeg & @ @ & di 114 José Luis Avila ensayistas dan cuenta de la nutrida y cada vez més rica produc- cidn local, en un pais que a pesar del analfabetismo y el bajo consumo de libros y revistas consolida su campo y mercado cultural, abriendo opciones y diversificando gustos. De la narrative urbana que explora nuevas altemativas, Los dias terrenales (1949) de José Revueltas se coloca en un primer plano. Ya conocido por Los muros de agua (1941) y Dios en la tierra (1944), asi como por sus cuentos y erénicas de nota roja, aborda los problemas morales y politicos, los desencuentros, desencantos y frustraciones de la militancia de izquierda; con un acercamiento introspectivo, Revueltas recrea tun mundo Ileno de inseguridades, paradojas y desgarramiento internos, sometiendo a sus personajes a un choque de valores y emociones en una realidad inexpugnable: “Yo... camara. das... —balbuces con los ojos entrecerrados por las ligti mas— espero que... me perdonen..."" En el mundo revueltiano de la marginalidad urbana, la duda y la incertidumbre se imponen ante “la orquestacién de una ciudad inédita, desconocida, el resumen de cuyas distancias, al aproximar una con otra las partes mas separadas de su cuerpo, parecia darle el contomo no ya de una ciudad modema y cosmopolita, sino el de un México primitivo... tiraderos de Ta ciudad, Ienos de trapos, de algodones sucios, de botes viejos y de hojas de lata, encima de cuya inverosimil podredumbre y miseria vivian algunas espantosas gentes, algunos seres infini- tamente no humanos, pero vivos y terribles". Retirada de la circulacién por el propio Revueltas a sugerencia de sus com- paiieros, el autor dejé de publicar nartativa por varios afios, sumergiéndose en una seria reflexion politica y artistica que habra de dar sus frutos criticos en los afios sesenta y setenta, Pero si Revueltas pone el acento en la marginalidad urbana, La regién mds transparente (1958) de Carlos Fuentes restituye la unidad —pluralidad de sujetos y voces— de la vida social en la ciudad de México, donde Ia existencia se asume como afrenta (“En México no hay tragedia: todo se vuelve afrenta”, se lee ya en la segunda linea de la novela). Critica corrosiva a la modemidad parcial y precaria, los personajes de La regidn mds transparente representan el mosaico de situaciones socio- “ oe ere Pee Pw a a a Sociedad y cultura 175 culturales de la capital, condensando en él la historia y sus mitos: desfilan la burguesia y los politicos profesionales de la revolucién, sus veleidades y frivolidades, el cinismo y la sumi- idn a Estados Unidos; prostitutas, policias, intelectuales, fa- milias de la clase media, conviven y tierra e historia que les tocé vivir. La regidn mds transparente, como la produccién de Yaifiez, Rulfo y Revueltas, asume la cultura nacional sin chovinismos, inscribiéndose en las tradi- ciones de la literatura contempordnea. Quiza por su visién critica de la trayectoria de la revolucién y las opciones narrati- vas que constituye, cizrra un ciclo completo de la novela y deja sentir toda su influencia en la década de los sesenta, Una de las actividades culturales mas sobresalientes y liga- das al ambiguo “proyecto cultural de la revolucién mexicana”, lo es sin duda la plistica nacional, que en estas dos décadas habria de generar importantes murales tanto de Rivera, como de Siqueiros y Orozco. Pero su nacionalismo antimperialista, Ja defensa a ultranza de! arte para las masas (ealismo socialis. ta), la creciente dependencia del Estado —fondos y espacios— y el rechazo a explorar nuevas alternativas (No hay mas ruta que la nuestra), agotaron esta formidable produccién, abriendo paso a los logrados ensayos de, entre otros, Pedro Coronel, Rufino Tamayo, Viady y el tan vital como polémico José Luis Cuevas, quien despotrica hasta el insulto contra el chovinismo de la “tradicién muralista”; el agrio cuestionamiento de Cue- vas Ileg6 a considerarse como “un voto por la modemnidad”, El campo cultural mexicano en modo alguno se limita a las lites, por mas que ésias definan las tendencias generales, orienten gustos ¢ “instruyan” a los consumidores de los érde- nes culturales sobre lo que deben leer, ver o escuchar. Y es que conforme avanza el capitalismo industrial, la estructura social s€ toma mis compleja y heterogénea; crecen las ciudades, y sus capas-medias, sectores populares letrados y analfabetos, van ganando y reconstruyendo cotidianamente su espacio vital de cultura y entretenimiento. De ese modo, con la urba ccidn, al inaugurar la cultura de masas, se abre paso a la llamada industria cultural” in pretension de exeminar aqui la “cultura popular”, tema euecuwdvd & & & is Avila 176 José escasamente desarrollado atin y en el que existen en realidad sélo hipotesis, en lo que sigue se sefialan algunos elementos de Ja cultura de mascs que influyeron en la conformacién de las actitudes, creencias y prejuicios atribuibles a la cultura popular urbana. En primer término, por su cobertura e influencia sobre- salen las directrices de la educacién publica, obligatoria y gratuita en el nivel bisico, y que se iré extendiendo hacia la educacién superior conforme se afianza la nueva élite ditigen- te, que discrepa de las orientaciones cardenistas cifradas en la “educacién socialista” y logra que ésta sea suprimida del texto constitucional en 1945. La nueva misién del maestro de Ia educacién oficial es llevar el “mensaje limpido de la patria en ansia de luz, concor. dia, justicia y sabiduria a los rincones mas apartados de la Republica”, declara ante losnormalistas recién egresados Jai- me Torres Bodet, a la sazén secretario de Educacién, Lejos de los propésitos carcenistas de instruir al pueblo para que im- plante “Ia democracia de los trabajadores” y de convertir a los maestros en misioneros de la revolucién socialista, la nueva lite dirigente insiste en la educacién civica, el amor ala patria, el respeto a las instituciones siempre revolucionarias y en la instruccién de una “Ciencia que salve. Una técnica que redi- ma”, que provea de profesionistas a un mercado de trabajo en expansion y definido por el vertiginoso crecimiento industrial El aparente deslave ideoldgico y la pragmitica y estrecha politica oficial y empresarial que orienta la actividad cultural ¥ cientifica, logran cierta eficacia en la medida en que el ingreso a la educacidn superior y la obtencién del “titulo profesional” constitayen una de las vias mais seguras de ascen- So social. Por lo dems, la educacién media y superior —res- tringida a la clase media y los estratos de altos ingresos— no es exclusiva del Estado, pues, rebasado por la demanda, debe aceptar y de hecho promover la proliferacién de escuclas teligiosas y privadas, donde se forman parte de los cuadros dirigentes empresariales y se imparte una ideologia incompa- tible con los postulados oficiales de nacionalismo cultural y el laicismo jacobino que atin sobrevivia, Pero el Estado nosélo va cediendo en materia de educacin: eeeege seed ewe Tee ee es ew Sociedad y cultura 7 también se retrae, se desentiende y/o “concesiona” a la inicia- tiva privada la produccién de bienes culturales masivos que en parte definen los valores y conductas urbano-populares. No Sélo se limita y hasta se regodea en su papel de censor —“no se difunde nada que no autoricemos”—, sino que ahoga las escasas pero efectivas iniciativas culturales auténomas que —en el mejor de los easos— distingue con Premios Nacionales ©apoya mediante los magros recursos que Bellas Artes destina para la “preservacién” de las culturas populares, En efecto, para el Estado y los intelectuales oficiales la preservacién de la cultura nacional contra el embate de la modernidad era un “imperativo de la revolucién”; la promo- cién y desarrollo de la antropologia y el rescate de la “cultura prehispénica” —ola de descubrimientos arqueologicos apoya- dos con fondos piiblicos— dejaron tranquila la conciencia de la burocracia. Pero en la edad contemporinea, la sociedad, la cultura y la lengua indigena eran simbolos de subdesarrollo, el indigena del centro-sur del pais era un problema, pues no teclamaba ser “preservado” sino que reivindicaba sus derechos sobre la tierra y el respeto a sus formas de existencia y organi- zacién social y a su cultura, Este México ignorado sobrevivie gracias a la tenaz resistencia cultural frente a la visién colonia- lista del gobiemo y los ascendentes sectores medios. En tanto las artesanias, lengua, ritos y mitos indigenas tendian a asimilarse como folklor, la izquietda y la intelectua- idad progresista, ya desce los treinta, reivindicaban a los indios vivos. La reflexion de Maritegui_ se unid a las preocu- paciones de un Lombardo, un Caso, un Paz, quienes de hecho formularon tesis contrarias a las sostenidas por los “filésofos de lo mexicano”, que participaban en, o definian la politica gubernamental, Como hoy, entonces los indigenas debieron afrontar no sélo el desprecio de una sociedad frivola y ansiosa de la modemizacién de escaparate, sino que debieron hacer frente a la represién de los movimientos no alineados al partido oficial —en Nayarit, Oaxaca y Chiapas, entte otros sitios. Pero el México de la transicién del campo a la ciudad no slo era un mosaico de razas, lenguas y formas de organizacién politica. La heterogencidad, con sus tensiones sociales y poli- e Cee eHeeeeeede Fe wad 178 José Luis A ticas, se expresaba también en la diversidad de situaciones regionales. Dos fronteras completamente distintas describen los desgarramientos de una sociedad en Ia que conviven con- flictivamente la tradicién y la modernidad: el sur densamente indigena y atrasado frente a un norte cada vez més asimilado a la cultura estadunidense y escenario de una expansién indus- trial sin precedentes. Lo que no parecié entender la intelectua. lidad oficial es que la cultura nacional es sumamente compleja, diversa y repelente a las vanas pretensiones de centralismo politico y estandarizacion de la industria cultural. Pese a la diversidad, el centro fue sin duda la sede del poder econémico, politico y cultural; quien quisiera triunfar debia marchar a la capital: artistas, poetas, narradores, intelectuales de la “patria chica” terminaron por avecindarse en “la region mas transparente del aire”. Ahi avanzaba a pasos agigantados la industria cultural, fabricando mites, usos y costumbres. La produccién filmica es uno de los complejos industriales en ascenso que van quedando en manos empresariales; vive en Jos cuarenta su Hamada “época de oro” al gozar de un mercado cautivo debido a le debacle del cine espaiiol y a la caida de ta produccién estadunidense. El nacionalismo cultural aporta (1941), incluso, una pelicula con tintes antifascistas (Soy puro mexicano), pero este nacionalismo poco a poco va perdiendo eficacia. El auge del cine descansa en la explotacién comercial de la revolucién y la comedia ranchera. En ambos géneros el mexicano es estereotipado, y se le presenta como la suma de barbarismos, nobleza y frustraciones; enamorado, medio la no y macho; pobre, s¢ enorgullece de su madre, la Virgen de Guadalupe, el tequila y el traje de charro. En el cine la revolucién mexicana earece de motivaciones y es despolitizada; en realidad es motivo para exhibir la violen- cia y el melodrama. Con el reconocimiento “internacional” del dueto Indio Femandez-Gabriel Figueroa (direccién y fotogra- fia), se realizaron peliculas con éxito asegurado; entonces alcanzan la fama innumerables actores, de los cuales la memo- ria popular guarda hasta hoy dos o tres imagenes (,quién no recuerda las agallas de la Félix, al enamorado charro Jorge Negrete o a Dolores del Rio y Pedro Armendiriz?). Los “cli- oe eed a we al dd Pa ew Sociedad y cultura 179 sicos” del género: Enamorada, Flor Silvestre, La Cucaracha, La generala, La saturacién del género alcanzé al Porfiriato, evocado como era de paz: jAy, que tiempos sefior don Simén!, Yo bailé con Don Porfirio, México de mis recuerdos. Apoyado financieramente por el Estado, mediante la come- dia ranchera se explotan en el cine las raices no urbanas 0 provincianas del nuevo citadino; indigena, campesino habitan- te de Ia “patria chica”, el carifio por el terrufio encuentra espacios cinematogrificos: {Qué lindo es Michoacdn!, Allé en el rancho grande. El ingreso al cine propiamente urbano es exitoso; pretendidamente “espejo fiel de lo auténtico”, la urbe en que se reproduce la familia en trance de modemizacién se recoge en las comedias (Una familia de tantas, por ejemplo). Pero sobresale la identificacién de la urbe como habitat de incertidumbre, amenaza y perdicidn, donde mas vale apegarse 0 no olvidarse de las buenas costumbres. En In “zona” del pecado —el cabaret, la cantina del barrio— las mujeres sufren su condicién de prostitutas y esperan —encuenttan casi siem- pre— al buen hombre que las redime. La madre y a veces la abuela, figuras centrales de los melodramas, Son las encarga- das de asegurar con sus inefables légrimas 0 la complicidad —Sara Garcia, Prudencia Griffel— la unidad de la familia y la preservacidn de los principios catdlicos. Los miserables y sus vecindades también encuentran espa- cio en la pantalla. El peladito en primer término: “Cantinflas”, “Resortes” y “Clavillazo” encaman las dificultades del habla, los modos y formas corporales de expresién, las frustraciones, esperanzas, el ingenio y la candidez. Mas auténticos unos que otros, la comicidad del citadino termina estereotipada en la cada vez mas desgastada figura de “Cantinflas”, quien en los cuarenta cosecha los aciertos de sus primeras peliculas, Pero el éxito comerciai delirante esté en nuestra versi6n del neorrealismo: en Nosotros los pobres, Ustedes los ricos y Pepe el toro. Pedro Infante encarna al pobre de a ciudad, no sin cierta solemnidad ajena al ambiente social de la vecindad, donde la transgresién a la moral catélica es més cotidiana y violenta de lo que se deja ver; se reproducen y definen actitu- des urbanas, mitos; se ilustra cémo asumir resentimientos Scevveueseeds SHH ee DH Hw dU 180 José Luis Avila sociales, el orgullo y la desgracia de ser pobre. Eficaces y conmovedores, Ios melodramas de la vida real se aderezan con las pegajosas interpretaciones musicales de Pedro Infante. En medio de la euforia comercial, aparece Los olvidados de Luis Bufiuel, quien con su descamada visién de los pobres de la ciudad de México desata enconadas criticas de parte de la xenofobia de direciores, intelectuales y politicos que, acussi dolo de denigrar al mexicano, parecen encontrar més autén cas y fieles al espititu nacional las versiones lacrimégenas de Ismael Rodriguez que ta produceién de Los olvidados y la excelente actuacién de Roberto Cobo, en un paisaje social tan humano como violento y desesperanzado. El teatro al que ecceden los sectores populares desde por lo menos dos décadas atris, “frivolo 0 chico”, es el espacio de la irreverencia, dondeel lenguaje popular se expresa abiertamen- te y se establece una interaccién, choque o repudio del piblico con los actores. Como en la carpa, mas o menos libre de censura, chistes, albures, todo esti 'a prueba del gusto del “respetable”: verbalizan y representan gustos estéticos y opi- niones populares sobre el poder, desacralizan la cultura de élite ¥ las costumbres de los catrines de la clase media. Sus cualida- des histridnicas y los recursos verbales son llevados —esca- moteados— al cine y, como seitalamos, uno de sus beneficia- tios comerciales es Mario Moreno, “Cantinflas". Conforme se difunden otras altemativas de entretenimiento, el género va perdiendo su eficacia y sentido ori La radio es uno de los poderosos medios por los cuales se difunden valores, ideas, gustos y opiniones. Practicamente en manos de la iniciativa privada y contando hacia los cuarenta con la expansisn formidable de redes regionales, ya desde los afios treinta XEW y el complejo Azcarraga-Aleman marcan la pauta que habria de seguir el conjunto. La cesin de tiempo para programas oficiales —La Hora Nacional, propaganda y los informes anuales del presidente— se hace a cambio de concesiones y escasa o nula revision gubernamental de conte- nidos en radionovelas, comerciales, noticieros y en la progra macién musical, la cual queda a buen gusto ¢ interés de los empresarios y gobemantes asociados, a ae ea Sociedad y cultura 181 El complejo industrial que se forma alrededor de estos del especticulo” —disqueras, intérpretes, guionistas, locutores, conjuntos musicales, estaciones de radio, teatros, ete.— impone géneros musicales, modela gustos y, manipu- lando la informacién, llega a “fabricar” la opinién publica. Pero la difusién en modo alguno es arbitraria; a través de los ‘melodramas trasmitidos por la radio —que las amas de casa siguen dia a dia— redefinen valores y conductas sociales; estimulan hasta la saturacién géneros musicales —cancién ranchera, bolero, mtisica tropical, y se arriesgan con el mam- bo— que reerean el pasado rural, la afioranza por la provincia, el machismo, la sumisién de la mujer, el amor a la madre, entre otras de las Ilamadas “fijaciones” del mexicano, descubiertas por nuestros fildsofos de los cincuenta. No hay que constatar el triunfo indiscutible de Agustin Lara, José Alfredo Jiménez, Pedro Infante, Pedro Vargas, Jorge Negrete, los trios Los tres ses, Los panchos, entre tantos otros que le cantan a la madre, la esposa, la novia, la prostituta, ‘Aunque los efectos notables se registren en décadas poste- riores, la televisién aparece en los afios cincuenta, y poco a poco la clase media va accediendo a ella, por medio del sistema erediticio que también apoya el consumo de otros electrodo- mésticos y automéviles. En manos privadas, la television ter- mina por imponer modas (formas de vestir, uso de cosméticos, medias de nylon), formas de comunicacién, lenguaje y actitu- des apropiadas para las familias que si quieren progresar. La clase media se contagia del optimismo que despliega la televi- ésta reproduce el paradigma norteamericano de “entrete- nimiento” —Ia televisién no se concibe originalmente como un medio de difusién de la cultura—, ¢ incorpora programas de éxito en la radio, trasmite deportes, especticulos y entrevistas con personalidades de la fardndula. Los noticieros y las notas sobre el gobiemo dan cuenta del “entendimiento” con la buro- cracia politica, de la que son socios. Pero la cultura de masas no conlleva una recepcién pasiva; lige, discrimina, rechaza y asume —a veces auténomamen- te— las emisiones de la industria cultural. Las reuniones fami liares, salones de baile y las fiestas de barrio son espacios beeen ee TF OHH HG w Ul 18: 2 José Luis Avila urbanos colectivos de reproduccién cult ural. La iglesi conforme se consolida la cultura de a: ore lasas pierde eficacia, a hahahah Gatch cht 1939 1940 1941 sb shh ch ob Cronologia Abril: apoyado por la crM y por la CNC, Avila Camacho inicia su campaa para ls presidencia. Con el fin de la repablica espafiota llegan a Mexico Los primeros exiliados politicos espaio- tes. Italia ocupa Albania. Julio: Magica se retira de la campafa. ‘Agosto: se lleva a cabo e pacto sovietico-alemin de no agresién. Septiembre: se forma el Partido Accién Nacional. Alemania inva. de Polonia, se inicia la Segunda Guerra Mundial. Noviembre: la convenci6n del Pat designa a Avila Camacho como candidato Oficial. Se inicia la guerra soviético-finlandesa. Enero: se forma el Pactido Revolucionario de Unificacion Nacional (RUN), Mayo: Alemania agrede Belgica, Holanda, Lu. Xemburgo y Francia. David Alfaro Siqueiros asalta la casa de Trotsky en Coyoacin. Julo: Almazin sale de Méxivocon destino La Habana, Agosto: Leén Trotsky es mortalmente hetido pot Ramén Mercader. fallce al dia siguiente Septiembre: paro la relinetia de Azcapotzalco, intervene el ejéeit. Diciembre: Avila Camacho protesta como presidente constituconal Enero: aparece Combate, rgano de la Liga de Accién Poli- tica, ditigido por Narciso Bassols y Vietor Manuel Villasefior. Febrero: en el segundo congreso nacional de la Crs se sustituye 4 Vicente Lombardo Telecano, quien concluia su periodo en la secretaria general, por Fidel Velazquez, Abril: pacto de neuttalic dad entre la URSS y Jap. Junio: Alemania invade la URS. Sep- iembre: el ejéreito dispara contra trabajadores de Materiales de

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