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Declogo)
Cada captulo empieza subrayndose con una msica ominosa que nos
introduce, sin previsible salvacin, en el difcil trnsito de unos personajes
hundidos en una situacin extremadamente pesarosa. El tratamiento del
tema propuesto, inspirado en el correspondiente Mandamiento, no es el
aleccionador, el moralmente ejemplarizante. Es verdad que los
protagonistas encuentran la infelicidad en el ejercicio de esos actos punibles
por el mandato religioso, pero tambin lo es que se han visto envueltos en
esa situacin y que sus acciones muchas veces responden al intento de
crear un mal menor. A veces, incluso, como en el episodio No mentirs, la
sumisin al Mandamiento puede tener efectos contradictorios.
El mundo al que accedemos es fro, triste. Las imgenes son de un color tan
apagado que se nos confunde en nuestro recuerdo con un casi ttrico
blanco y negro. Los hombres y las mujeres que se nos presentan viven
alterados por un rumbo forzado, temerario. Se sienten oprimidos por una
problemtica que ha secuestrado su paz, una situacin sobrevenida que les
obliga a persistir en decisiones que sienten de ms que dudoso acierto.
Los captulos son magistrales desde sus mismos inicios, en los que bastan
unos escuetos planos de incisiva fotografa, una sucinta y silente
presentacin del protagonista, subrayada por una msica sutilmente
desasosegante, para introducirnos en esa historia de manera irreversible,
para respirar una atmsfera tensa, hermtica, opresora. A partir de esos
primeros compases, todo se desarrolla de forma precisa. An en las fugaces
y cotidianas alegras planea una tristeza que nunca se ausenta plenamente,
unas sombras que se ciernen sobre cualquier atisbo de iluminacin.