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FILOSOFÍA DEL HOMBRE

SESIÓN 8:
SER PERSONA HUMANA Y POSIBILIDADES DE LO HUMANO

LECTURA 1
Parte I. Diálogo con los filósofos

♦ Los siguientes textos son tres posibles perspectivas acerca de lo que es la


naturaleza humana, es decir, en cierta manera, los tres textos pretenden
responder a la pregunta de la antropología filosófica: ¿qué es el hombre?

♦ Lee estos textos, responde personalmente a las preguntas planteadas y


discute en grupo las ideas más importantes de cada uno de estos filósofos.
Finalmente, después de haber reflexionado acerca de la naturaleza humana a
partir de las ideas de estos pensadores, redacta a manera de ensayo su
respuesta grupal a la pregunta: ¿qué es el hombre?

Texto N° 1

Mal podía la razón físico-matemática, en su forma crasa de naturalismo o


en su forma beatífica de espiritualismo, afrontar los problemas humanos.
Por su misma constitución, no podía hacer más que buscar la naturaleza
del hombre. Y claro está, no la encontraba. Porque el hombre no tiene
naturaleza. El hombre no es su cuerpo, que es una cosa; ni es su alma,
psique, conciencia o espíritu, que es también una cosa. El hombre no es
cosa ninguna, sino un drama –su vida, un puro y universal acontecimiento
que acontece a cada cual y en el que cada cual no es, a su vez, sino
acontecimiento. Todas las cosas, sean las que fueran, son ya meras
interpretaciones que se esfuerza en dar de lo que se encuentra. El hombre
no encuentra cosas, sino que las pone o supone. Lo que encuentra son
puras dificultades y puras facilidades para existir. El existir mismo no le es
dado “hecho” y regalado como a la piedra, sino que (…) al encontrarse con
que existe, al acontecerle existir, lo único que encuentra o le acontece es
no tener más remedio que hacer algo para no dejar de existir. Esto
muestra que el modo de ser de la vida ni siquiera como simple existencia
es ser ya, puesto que lo único que nos es dado y que hay cuando hay vida
humana es tener que hacérsela, cada cual la suya. La vida es un gerundio
y no un participio.

Ortega y Gasset, Historia como sistema

Para dialogar:

1. ¿Por qué dice Ortega y Gasset que el hombre no tiene naturaleza?


2. ¿Cuál es la relación que hay entre el hombre y las cosas?
3. ¿Qué es el “existir mismo” para el hombre?
4. ¿Por qué la vida es un gerundio y no un participio?
5. En síntesis, ¿cómo respondería Ortega y Gasset a la pregunta “qué es el
hombre”?
Texto N° 2

El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el


superhombre, una cuerda sobre un abismo.

Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un


peligroso mirar atrás, un peligroso estremecerse y pararse.

La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta:


lo que en el hombre se puede amar es que es un “tránsito” y un
“ocaso”.

Nietzsche, Así habló Zaratustra

Para dialogar:

1. ¿A qué se refiere Nietzsche cuando dice que el hombre es una cuerda entre el
animal y el superhombre?
2. ¿Por qué crees que es peligroso el caminar o el mirar atrás?
3. ¿Qué crees que quiere decir Nietzsche cuando sostiene que el hombre no es
una meta sino un puente?
4. En síntesis, ¿cómo respondería Nietzsche a la pregunta “qué es el hombre”?

Texto N° 3

No veo en todo animal otra cosa que una máquina ingeniosa a la que la naturaleza ha
dado sentidos para reponerse a sí misma y para asegurarse hasta un cierto punto
frente a todo aquello que tiende destruirla o arruinarla. Percibo precisamente las
mismas cosas en la máquina humana, con esta diferencia: que la naturaleza sola lo
hace todo en las operaciones del animal, mientras que el hombre ayuda a las suyas en
calidad de agente libre. La una elige o rechaza por instinto, mientras que el otro por un
acto de libertad; esto lleva a que el animal no pueda apartarse de la regla que le ha
sido prescrita, incluso cuando sería ventajoso hacerlo, mientras que el hombre se
aparta frecuentemente en perjuicio suyo. Por esta razón, una paloma muere de
hambre al lado de una fuente colmada de los mejores manjares y un gato sobre
montones de frutas o granos, cuando uno y otro podían muy bien alimentarse de
aquello que desdeñan si fuesen capaces de intentarlo; por ello mismo, los hombres
disolutos se entregan a excesos que les causan la fiebre y la muerte, ya que el espíritu
deprava los sentidos y la voluntad habla incluso cuando la naturaleza se calla.

Todo animal tiene ideas, puesto que tiene sentidos; incluso combina sus ideas hasta
un cierto punto y el hombre no difiere de él en este punto más que gradualmente;
algunos filósofos han llegado a decir que existe mayor diferencia entre un hombre y
otro que entre un hombre y otro animal. Por ello, no es tanto el entendimiento quien
distingue específicamente los animales y el hombre cuando su calidad de agente
libre. La naturaleza ordena a todo animal y el animal obedece. El hombre percibe la
misma impresión, pero se reconoce libre para asentir o resistir; y es sobre todo en la
conciencia de esta libertad donde se muestra la espiritualidad de su alma, pues bien lo
físico explica en cierto modo el mecanismo de los sentidos y la formación de las ideas,
en cambio en la potencia del querer o mejor del elegir y en el sentimiento de tal
potencia, sólo se encuentran actos espirituales de los que no se explica nada por las
leyes de la mecánica.

Pero, aun cuando las dificultades que rodean a todas estas cuestiones dejarían algún
margen para la discusión de lo que respecta a esta diferencia entre el hombre y el
animal, hay otra cualidad muy específica que los distingue y que no puede ser
contestada: es la facultad de perfeccionarse, facultad que, ayudada por las
circunstancias, desarrolla sucesivamente todas las demás y reside entre nosotros,
tanto en la especie como en cada uno de los individuos, mientras que un animal al
cabo de algunos meses es lo que será toda su vida y su especie al cabo de mil años
es la misma que era el primer año de ese milenio. ¿Por qué solamente el hombre
puede volverse enclenque? ¿No será acaso que retorna así a su estado primitivo y
que, mientras la bestia que, al no adquirir nada no tiene nada que perder, sigue
siempre con instinto, el hombre, perdiendo nuevamente por la vejez y otros accidentes
todo lo que su perfectibilidad le había hecho adquirir recae de este modo más bajo que
el mismo animal? Será triste para nosotros vernos forzados a convenir que esta
facultad distintiva y casi ilimitada sea la fuente de todas las desdichas del hombre: que
es ella la que le arranca a fuerza de tiempo de esa condición originaria en la que
pasaría los días tranquilos e inocentes y que es ella también la que, haciendo nacer
con los siglos sus luces y sus errores, sus vicios y sus virtudes, lo convierte a la larga
en el tirano de sí mismo y de la naturaleza.

Rousseau, Discurso sobre el origen de las desigualdades entre los hombres

Para dialogar

1. ¿Cómo define Rousseau en principio a todo animal?


2. ¿Cuál es la diferencia entre la “máquina humana” y el resto de los animales?
3. ¿Qué es lo que distingue específicamente a los animales y a los hombres? Explica
esta diferencia.
4. ¿Dónde se muestra la espiritualidad del alma del hombre y por qué?
5. ¿Cuál es la segunda cualidad que según Rousseau distingue a los hombres de los
animales? ¿Por qué afirma esto?
6. En síntesis, ¿cómo respondería Rousseau a la pregunta “qué es el hombre”?

Parte II: El hombre como finalidad

♦ Subraya las palabras que no comprendas de los estos dos textos y pregunta a tu
profesor por su significado.

♦ Después de la breve explicación del profesor sobre la antropología filosófica de


Kant, subraya las ideas más importantes de estos dos textos de Inmanuel Kant y
elabora un mapa conceptual que permita desarrollar la tesis kantiana acerca del
hombre como fin en sí mismo.
Texto N° 4: La dualidad de la naturaleza humana

Dos cosas llenan el ánimo de una admiración y un respeto siempre nuevos


y crecientes a medida que la reflexión se ocupa de ellas y en ellas se
aplica: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí. Ambas cosas no he
de buscarlas y conjeturarlas como si estuvieran envueltas en tinieblas o
situadas en una región trascendente fuera de mi horizonte; las veo ante mí
y las enlazo inmediatamente a la conciencia de mi existencia. La primera
empieza en el lugar que ocupo en el mundo exterior sensible y ensancha la
conexión en que me encuentro con el espacio inmenso en que los mundos
se añaden a los mundos y los sistemas a los sistemas, y además con la
duración sin límites de su movimiento periódico, de su comienzo y de su
duración. La segunda empieza en mi yo invisible, en mi personalidad, y me
representa en un mundo que posee una verdadera infinitud, pero sólo
penetrable por el entendimiento, y con el cual me reconozco unido por una
conexión (y por ello también con todos estos mundos visibles), y esta
conexión no es como en la primera meramente contingente, sino universal
y necesaria. El primer espectáculo de una innumerable multitud de mundos
aniquila, por decirlo así, mi importancia como criatura animal que debe
devolver la materia de la que está formado el planeta (un mero punto en el
universo), después de haber estado provisto (no se sabe cómo), durante
un corto tiempo, de fuerza vital. El segundo en cambio eleva infinitamente
mi valor como inteligencia, por medio de mi personalidad, en la que la ley
moral me descubre una vida independiente de la animalidad y aun de todo
el mundo sensible, al menos en cuanto se puede inferir de la
determinación conforme a un fin que esta ley da a mi existencia,
determinación que no está limitada a las condiciones y a los límites de esta
vida, sino que va al infinito.

Kant, Crítica de la razón pura.

Texto N° 5: El ser humano es un fin en sí mismo


Pero suponiendo que haya algo cuya existencia en sí misma posea un valor absoluto,
algo que, como fin en sí mismo, pueda ser fundamento de determinadas leyes,
entonces en ello y sólo en ello estaría el fundamento de un posible imperativo
categórico, es decir, de la ley moral.

Ahora yo digo: el hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en sí mismo,
no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad, debe en
todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a las demás
seres racionales, ser considerado siempre al mismo tiempo como fin. Todos los
objetos de las inclinaciones tienen sólo un valor condicionado; pues si no hubiera
inclinaciones, su objeto carecería de valor. Pero las inclinaciones mismas, como
fuentes de necesidades, están tan lejos de tener un valor absoluto para desearlas, que
más bien debe ser el deseo general de todo ser racional el librarse enteramente de
ellas. Así pues, el valor de todos los objetos que podemos obtener por medio de
nuestras acciones es siempre condicionado. Los seres cuya existencia no descansa
en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, tienen, empero, si son seres irracionales,
un valor meramente relativo, como medios, y por eso se llaman cosas; en cambio, los
seres racionales llámanse personas porque su naturaleza los distingue ya como fines
en sí mismos, esto es, como algo que no puede ser usado meramente como medio, y
por tanto, limita en ese sentido todo capricho (y es un objeto del respeto). Estos no
son, pues, meros fines subjetivos, cuya existencia, como efecto de nuestra acción,
tiene un valor para nosotros, sino que son fines objetivos, esto es, cosas cuya
existencia es en sí misma un fin, y un fin tal, que en su lugar no puede ponerse ningún
otro fin para el cual debieran ellas servir de medios, porque sin esto no hubiera
posibilidad de hallar en parte alguna nada con valor absoluto; más si todo valor fuere
condicionado y, por tanto, contingente, no podría encontrarse para la razón ningún
principio moral supremo.

Si, pues, ha de haber un principio moral supremo y un imperativo categórico con


respecto a la voluntad humana, habrá de ser tal, que por la representación de lo que
es fin para todos necesariamente, porque es fin en sí mismo, constituya un principio
objetivo de la voluntad y, por lo tanto, pueda servir de ley moral universal. El
fundamento de este principio es: la naturaleza racional existe como fin en sí
mismo. Así se representa necesariamente el hombre su propia existencia, y en ese
respecto es ella un principio subjetivo de las acciones humanas. Así se representa,
empero, también todo ser racional su existencia, a consecuencia del mismo
fundamento racional, que para mí vale; es, pues, al mismo tiempo un principio objetivo,
del cual, como fundamento práctico supremo, han de poder derivarse todas las leyes
de la voluntad. El imperativo moral será, pues, como sigue: obra de tal modo que
uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro,
siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como medio.

Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres

Parte III. Trabajo en equipo


Luego de haber discutido algunas definiciones de lo que es ser persona humana y de
haber comprendido por qué para Kant es tan importante sostener la tesis de que el
hombre es un fin en sí mismo, redacta el borrador de un ensayo filosófico que
responda a la pregunta “¿qué es el hombre?”. Este ensayo debe ser escrito en forma
grupal, de modo que dialoguen acerca de las ideas que tiene cada uno sobre lo que es
el hombre e incorporen también lo que han aprendido sobre la humanidad.

Bibliografía

CALVO T. y NAVARRO J.M. Filosofía, Anaya, Madrid, 2002. 276 p.

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