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Captulo 7. El Perdn
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primera vez que sus manos se rozaron, supo que estaba
perdiendo el control. Se resisti durante semanas. Intent
evitarle. Tambin l se mostraba distante. Pero una tarde
que se encontraron solos en la casa, l se acerc y la mir
con ojos implorantes. Pareca desesperado. Murmuraba
palabras sin demasiado sentido: Yono puedo ms, no
s. Ella s saba. Y aunque el sentido comn, la prudencia
y el recuerdo de Jared le gritaban que lo dejase correr, fue
incapaz de resistirse al impulso de abrazarle. Y a los
abrazos siguieron las caricias, los besos, y la rendicin total.
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o de odio, como podra esperarse, sino de una tristeza
profunda.
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la conducen. Le arde la cara por el bofetn primero, e
intenta mantener la ropa que casi le arrancan a tirones.
Llora y suplica, consciente de que la van a matar.
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traicionado. Si tan slo pudiera decrselo!, si tan slo
pudiera explicarle, compensarle! Pero no hay perdn en
los ojos que la rodean. No hay piedad, sino odio. Quiz sea
mejor as. Ella misma se siente despreciable. Qu le ha
pasado? Percibe con sorprendente nitidez algunos detalles:
los nudillos blancos de quien aprieta las piedras con furiosa
determinacin, los labios apretados de quien slo parece
esperar el momento de la condena, el silencio denso que
parece haberse apoderado del grupo. Una voz surge de
algn lugar en el crculo e insiste: Contesta! Qu
debemos hacer?.
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Cuando ella llega a su altura, l pone la mano sobre su
hombro y contina caminando con ella. Noah pasa el brazo
por su cintura, y murmura: Jared, pero l niega con la
cabeza. Ella entiende que tiene que esperar. No hay
palabras an. Hay heridas que tardarn en curar, y un dolor
que habr de sanar con tiempo, paciencia y delicadeza.
Pero tambin hay unos puentes nuevos que les unen.
Puentes hechos de fragilidad y error, de decepcin y
perdn, de aceptacin y, quiz, reencuentro.