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1
gusta fantasear, presintiendo que Dios estar satisfecho por
su vida de virtud y de cumplimiento y de alguna manera
habr de premiar su fidelidad y su obediencia.
2
Unas voces procedentes de la estancia vecina interrumpen
las conversaciones. No puedes pasar ah!, grita un
criado.
3
cabellos. El gesto provoca un respingo en varios de los
comensales:
4
Simn, tengo algo que decirte. El tono no parece de
arrepentimiento ni de incomodidad. Esto sorprende a
Simn. Parece que la situacin se le est escapando de las
manos, y eso no le gusta. Habla, maestro. Se cuida bien
de dar a ese ttulo una entonacin sarcstica. Que los
dems entiendan quin es el verdadero maestro aqu.
5
Simn percibe en su interior una sensacin ausente desde
hace largos aos: la duda. Advierte cmo muy dentro de s
se va empezando a preparar una batalla.
6
Mientras la tormenta estalla en el interior de Simn, Jess
levanta la mujer, y la despide con un gesto de cercana, con
una palabra de acogida, con una promesa de misericordia:
Tus pecados son perdonados. Tu fe te ha salvado. Vete en
paz. Ella abandona la estancia, liberada, volviendo una y
otra vez la visita atrs, reflejando en sus ojos sorpresa,
gratitud y alivio. Al salir, parece ms joven, ms liviana,
ms contenta. Los comensales estn estupefactos. Jess se
ha atrevido a ir muy lejos, atribuyndose una prerrogativa
que pertenece a Yahveh, y eso les perturba. Quin es
ste, que hasta perdona los pecados?. Nadie parece tener
ms que decir. La comida termina rpido, y los invitados se
despiden en cuanto pueden.