La vida cotidiana como termómetro de ciudadanía
LAS MALAS LIMOSNAS
Por: Luis Felipe Ulloa
La señora en sus 50, tal vez un poco
más, se bajó del vehículo que había
parado en la frontera, para los trámites
migratorios y notando que yo no le
daba a un niño el lempira que me
pedía, extendió su mano llena de
monedas anunciando en voz alta:
“¡Aquí tenés 19 córdobas!”, luego con
rostro cercano a la santidad nos miró a
todos y se volvió a subir al automotor
“con aire climatizado”. Lo que no vio
la mujer fue al niño acercándose a un
tipo, unos metros más allá, para
entregarle el dinero. Un momentico
después ese mismo sujeto recibió más
monedas de otro niño.
No hay que ser adivino ni científico
social para entender al menos en parte
la escena. Lo que sí cuesta un poco es
reconocer que la señora desde su buen
corazón está alimentando negocios
obscuros, y que a su ingenuidad hay
que agregarle su corresponsabilidad
en que esos fenómenos persistan. No
alivia la pobreza, sino que la fomenta,
con otros ipegües o vendajes: ayuda a
que los niños, niñas y adolescentes
apelen a la lástima y no a la
solidaridad para conseguir dinero…
en el mejor de los casos porque en
otros aprenden a asociarse para
conseguirlo o para sobrevivir de
maneras más violentas como buenos
alumnos de las calles. Y no hablo solo
de robos, sino de su involucramiento
en la explotación sexual
comercial…como víctimas, claro… y
también en la distribución de la droga,
encaletar o esconder armas, y en
asesinatos. Los padres y madres de
ese niño o niña van “entendiendo”
que eso de la escuela no resuelve sus
necesidades inmediatas, y entonces
les envían “a trabajar”, que así llaman
mendigar. Son capaces de
establecerles unos montos mínimos
que deben traer porque de lo
contrario, van a ser muy duramente
castigados. Ya ellos saben que no es
solo esa señora la que da dinero. Eso
sí, nunca van a preguntar a sus hijos e
hijas cómo consiguieron el dinero que
traen… ¡Son cuestiones que pueden
turbar la conciencia!
Puede ser duro para la señora
entender que buen número de niños y
niñas de los que se sabe que han sido
abusados sexualmente, o que aparecen
muertos, o involucrados en delitos,
tiene que ver –en alguna de sus raíces-
con actos de buen corazón pero poco
cerebral. Ayudar no solo es meterse
las manos en el bolsillo, sino además
es un acto de inteligencia. Tampoco
es la mayor culpable. ¡No! Su
contribución a esos malos síntomas
sociales, no es la única, ni la más
importante. Pasa que la señora que da
dinero no quiere escuchar de lo que
para otros son las causas principales.
Nada de neoliberalismo, ni de
multinacionales, ni de mala
distribución de los recursos, ni de
exclusión, ni de injusticias… Ella
prefiere dejar el asunto como la
voluntad de Dios y una prueba para la
gente que como ella busca el paraíso,
olvidando el poder que tenemos para
cambiar las cosas y la responsabilidad
de hacerlo. Oh… ¡y no se trata de no
ayudar Señora! Solo tratemos de que
ese aporte no vaya por el camino
contrario. Si quiere que coma invítelo
a comer allí mismo ¡Asegúrese! O
quizás opte por acciones algo más
Publicado en El Nuevo Diario de Nicaragua. Octubre 23 de 2009. Ver:
http://impreso.elnuevodiario.com.ni/2009/10/23/opinion/112108
sólidas y consistentes, como apadrinar
niños en la escuela, contribuir al
esfuerzo para estimular la lectura de
buenos libros para niños, o quiera
ayudar a los espacios de arte para
niños y niñas, o tal vez fortalecer
proyectos que fortalecen contra los
riesgos de la calle. Claro que cuesta
un poco más de trabajo pero menos
que curar o enterrar una víctima.
En este caso la protagonista de la
historia fue una mujer, así sucedió,
pero en otras ocasiones ha sido un
hombre, y puede estar movilizándose
a pie, en bus o en auto privado. Igual
pudo haber ocurrido en cualquiera de
los lados de cualquier frontera de la
región. Quien pedía fue un niño, pero
igual pudo ser pre-adolescente, y
mujer.
--.--
*Profesor en dos maestrías en la facultad de
Humanidades de la UCA Managua y
actualmente colabora con otra en la Universidad
Rafael Landívar, de Guatemala. Ha publicado 15
libros.