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€ co e rae Pol Polemi Primera Historia Argentina Integral Editada por el Centro Editor de ‘América Latina 8. A. Buenos Aires. ‘Argentina, ©1971 Centro Editor de América Latina SA Gangallo. 1228 - Buenos Aires Seccién Ventas: Rincon &7 uenos Altes Hecho el depésito de ley El texto de ta Parte Genera! hha sido preparado por Haydée Gorostegui de Torres. La redaccién tinal estuvo a ci et ‘Departamento de Historia del Centro Editor de América Latina. La Parte Especial fa sido reparada y redactads por { ia. El asosoramiento general estuvo cargo de Haydee Gorostegu ‘Torres. ‘Se terminode imprimir en “28 talleres.gralicos de Sebastian de Amésrortu e Hijos S.A Luca 2223. Buenos: Aires, fen Junio de 1971 Sumario Parte General La clase media en el poder {Los goblornos radicales (1916-1920) Parte Especial La reaccién nacior mito Componentes de! nacionalismo Los arquetipos.nacionalistas La reaccién nacionalista El 6 de septiembre iste Poco a poco se ha ido creando en nuestro pais un mito - dice el autor de este trabajo - que sigue creciendo alimentado por diversas fuentes: podriamos llamarlo 1 mito del “nacionalismo’ Ha crecido tanto, que hoy parece un frondoso arbol Sus ramas, nudos, horquetas, hojas y flores amenazan con cubrir el cielo, y hasta con producir un subproducto igualmente extendido: la historia del nacionalismo, la erudicién del nacionalismo, con sus apologistas, exégetas y hermeneutas. A tal punto se ha vuelto frondoso e intrincado, que es dificil presentar un esquema de lo que seria el nacionalismo segun sus cultores. Y bastante més dificil separar en él lo que hay de real (pues toda nacién burguesa tiene, efectivamente, su nacionalismo), de lo que es pura fabula. Sin embargo, examinando con cierto cuidado lo que sus cultores con mas pretensiones cientificas cuentan de 31, ‘el nacionalismo vernaculo tendria dos ramas principales. una aristocrética u oligarquica, llamada también a veces “nacionalismo de derecha, y otra “popular”. El mito presenta sus singularidades: ambas ramas habrian vivido (y estarian viviendo aun) una existencia compleja y contradictoria, por la cual, coincidiendo en lo principal (su esencia, el nacionalismo). algunas veces vendrian a confluir y a marchar armoniosamente, y otras lucharian entre contribuyendo a permitir el triunfo de su enemigo: el liberalism, la “oligarquia” la “antipstria”, el “Régimen" “La clase media en el poder Los gobiernos radicales (1916 - 1930) Si la guerra mundial 1914-18 areci6 beneficiosa en un pri- ‘mer momento para la econo- mia del pais, muy pronto se revelé que tales beneficios solo se volcaban en sectores restringidos, provocando al mismo tiempo problemas a la mayorfa. El aumento en los ingresos de los sectores agroexportadores y un cierto afianzamiento de la industria, ‘no alcanzé6 en efecto a paliar el répido deterioro en los sa- larios frente a la inflacién reciente. Como resultado del incre- mento en el costo de la vida se sucedieron movimientos huelguisticos que, al finalizar la contienda, alcanzaron ribe- tes trégicos. Tanto los obre- ros rurales como los indus- triales serfan-los primeros en sufrir el impacto de la reno- vada competencia de los pai- ses desarrollados. Los dra- méticos episodios de la se- mana trégica en 1919 y del movimiento patagénico en 1921, ambos reprimidos con violencia, fueron otras tantas explosiones ante una situa: cion critica que la politica poco definida del gobierno contribuyé a fomentar. Si el radicalismo parecié, du- rante su etapa abstencionis- ta, inclinarse por las medidas revolucionarias, una vez en el poder se mostré més incl nado a oficiar de integrador entre _intereses contrapues- tos. Posicién que esté en la base de una accién zigza- gueante donde se mezclan Proyectos estatizantes en ma- teria social y econémica con la defensa de la soberania nacional y actitudes: en el terreno laboral destinadas a mantener el sistema. Mucho se ha polemizado so- bre las razones de esta po- litica ambivalente. Desde aquellos que afirman que los sectores medios sdlo busca- ban el poder como un medio de compartir los. beneficios del sistema con la oligarquia, hasta quienes adjudican a os- ta ciltima la habilidad de ha- ber frenado los impetus re- volucionarios del radicalismo, integréndolo pacificamente al poder. Es posible que ambas opiniones tengan su parte de verdad. El movimiento popular de al- cances nacionales que llevo al poder a Hipdlito Yrigoyen, si bien heterogéneo en su Composicién, en su gran ma- yorfa configuré una oposicién abierta a la oligarquia gober- ante y a la ideologia liberal Pero este impulso inicial es- taba destinado a perder fuer- za a corto plazo y, por lo mis- mo, las posibilidades de rea- lizar una transformacién des- de las bases, se diluyeron también progresivamente. El pais abierto a todos los rum- bos que era la Argentina de la época, producto de una mal soldada ‘integracién de ele- mentos locales y extranjeros, sin tradiciones comunes, con una configuracién clasista mas bien difusa, excepto en el caso de los sectores oli garquicos, apoyada en la mo- vilidad_ econdmica las regiones en expan: Heg6 a afianzarse en un mo- vimiento nico lo suficiente- mente poderoso como para imponer una soberania real. Pasada la coyuntura electo- 141 1. Marcelo T. de Alvear. Los gobiernos radicales (1916 - 1930) ral, la falta de un objetivo bien definido en tal sentido por una parte, unido a inte- reses concretos de tipo ma- terial que alentaban ciertos sectores del_movimiento, convirtieron a éste en un me- ro partido politico que, como tal, estaba en inferioridad de condiciones para_implantar una politica coherente pese a sus bases mayoritarias. Carente de un programa con- creto, aglutinado en torno a un ideal nacional mas senti- do que razonado, el radicali mo no llegé a concretar el pensamiento primitive de su jefe; por el contrario, arras- tré en su indefinicién al mis- mo Yrigoyen presidente, por lo menos en su primer perio- do gubernativo. Se han sefialado ya algunos intentos destinados a devol- ver al pais el control de su comercio exterior que no tu vieron el apoyo de las Céma- ras. Pero si estas tentativas se orientaban a mejorar las condiciones de comercializa- cin de los productos agri- colas, no tocaron a la gana deria. A fines del primer pe- jodo. presidencial de Yrigo- yen, ingleses y norteamerica- nos se repartian el mercado ejerciendo, dada la importan- cia del sector, una mal encu- bierta influencia politica que consiguié frenar exitosamen- te toda medida que lesionara sus privilegios. Los intereses agroexportado- res, desplazados_ momenté- neamente del gobierno, man- tuvieron sin embargo el po- der suficiente como para im- pedir cualquier cambio pro- fundo en el sistema. En este sentido se ha insistido reite- radamente en el error inicial del radicalismo de conservar la estructura pluripartidaria, do mantenerse en suma den- tro de los lineamientos fija- dos por la Constitucién, re- nunciando al control efectivo de todos los resortes del po- der mediante un acto revolu- cionario. Tuvo, en consecuen- cia, el poder politico en for- ma’condicionada a un poder econémico que no detentaba y éste terminé por esterili- zarlo. Su politica en materia indus- trial y obrera es también un reflejo de esta situacion. Pe- se a las posibilidades abier- tas por la guerra al desarro- Ilo de una industria nacional, la presién de los sectores in- teresados en mantener los lineamientos tradicionales ba: sados en la exportacién agri- cola ganadera y la importa- cién de articulos manufactu- rados, circuito que favorecta sin duda la comercializacion en ‘el exterior de aquellos productos, en la medida en que existia un monopolio por parte del mercado comprador, la presién de dichos grupos, como hemos dicho, consiguié invalidar los esfuerzos de los sectores industriales en pro de un_efectivo proteccionis- mo. Finalizada la guerra, la situacién hizo crisis con la reaparicién de la produccién industrial externa y el desa- rrollo de una industria nacio- nal quedé nuevamente pos- tergado. La politica conciliatoria de los distintos sectores tam- bién se refleja en la actitud el gobierno frente a las rel- vindicaciones obreras. Si por una parte apoyé leyes socia- les protectoras de los dere- chos del trabajador y permi- tid huelgas_reivindicatorias, por lo que fue acusado dura- mente por la oposicién, tan pronto los grupos enfrenta- dos —proletariado y oligar- quia— llegaron a una situa- cién de radicalizacién total en sus posiciones respecti- vas, Yrigoyen perdi6 toda po- sibilidad de continuar en su papel de mediador. En la dis- 142 yuntiva se definiria en favor do los sectores tradicional- mente poderosos, desatando violentas represiones contra el movimiento obrero. Pero esta actitud, a primera vista contradictoria, es tal vez uno de los rasgos més coheren- tes del movimiento. Un mo- vimiento que si conté con el apoyo del proletariado en sus momentos inciales no dejé de representar_basicamente a la clase media con su men- talidad de ascenso pero siem- pre dentro de los limites e: tablecidos por el orden social existente Esta caracteristica del radi- calismo de la época se ma- nifestaré asimismo de un modo muy claro en el apoyo gubernamental prestado al movimiento de reforma ul versitario que estallara en Cordoba en 1918. La clase media que habia lo- grado ascender al poder po- litico, buscaba ahora ascen- der en el plano social y una de las vias era la Universi- dad. Cerrada hasta entonces la institucién a toda interven- cién ajena a los intereses oligarquicos, la reforma sig- nificaba una apertura a los nuevos sectores medios que ‘en efecto lograron acceder al control; un control indudable- mente compartido como ocu- rria a nivel del Estado. Gon Ia renovacién pre: cial, al finalizar el periodo de Yrigoyen, el radicalismo ad- quirid caracteristicas més de- finidas en cuanto a los obje- tivos perseguidos como re- presentante de las clases medias. La reeleccién posterior de Yrigoyen, agudizarfa las con- tradicciones iniciales que es- tuvieron en la base de su ascenso en 1916, contradic: ciones que terminaron por dar con tierra con un ensayo que duré casi quince afios, Les gobiernos radicales (1916 - 1930) 1. Pabellén de la Sociedad Rural Argentina. 143 “Hasta Ia décade de 1930, Is inica gran institucién de los estancieros fue la Sociedad Rural Argentina. La extension de le intluencia politica de esta organizacién fue desde ‘hace tiempo una fuente de especulacién y debate (...) ‘Como medio de investigar este problema seria dtil anslizar a representacién de la Sociedad en los gabinetes p-ost- denciales. A pesar de la creciente actividad de! Congreso, el Poder Ejecutivo continuaba siendo alin la parte més po- derosa del gobierno. Ademds, los ministerios proporcionan ciertas claves signiticativas acerca de la distribucién y tipos de influencia politica. Los miembros del gabinete ejercian influencia en ocho ramas diferentes —tales como Hacienda, Relaciones Exteriores o Agriculture— y habia re- lativamente poca intrusi6n entre fas distintas esferas. De ‘modo que podemos discernir no sdlo si la Sociedad tenia acceso al poder; dentro de ciertos limites, podemos des- cubrir también dénde era més poderosa su Influencla. La Sociedad Rural gozaba de signiticativa representacion en el gobierno. Entre 1910 y 1943 cinco de las nueve ad- ministraciones presidenciales fueron encabezadas por hom- bres pertenecientes a la Sociedad; esto es, mas de la mitad de los jefes del Ejecutivo eran prominentes estan- cieros. De unas 93 designaciones para puestos ministeria- les durante el mismo periodo, no menos de 90 —més del 40 %— recayeron en miembros de la Sociedad. Ademds, (...) la Sociedad tendia a controlar los ministerios de mayor importancia, sobre todo Relaciones Exteriores, Ha- clenda y los puestos militares. La influencia de la insti- tucién era particularmente aparente respecto de la gane- deria y la agricultura. De los catorce titulares designados para el ministerio de Agricultura, doce pertenecian @ la Sociedad y dominaron ese ministerio més del 90% del tempo. Era también costumbre gubernamental consultar a la Sociedad acerca de todos los problemas relacionados ‘con la ganaderia. Acaso el hecho més provocativo fuera el que la Sociedad Rural generalmente sobrevivia a las vi- cisitudes de los partidos politicos. (...) la Sociedad es- taba fuertemente representada en ef gabinete, antes, du- rante y después de los gobiernos radicales de 1916-1930. Y en cada uno de esos periodos distintos, aproximadamen- te el 15 por clento de todas las bancas de! Congreso fue- ron ocupadas por miembros de la Sociedad. (...) Otro 15% de los legisladores tenian apellidos que aparecian fen las listas de la Sociedad; con toda probabilidad, estos hombres estaban relacionados familiarmente con miem- bros de la instituci6n.” (Extractado de Poter H. Smith, Carne y politica on la Argentina, Bue- nos Aires, 1968). tat E p d q tt Pe de c u m y, a u e ci ni g t fr di c m ta 2 tc el m la « cl C el te le 9 ve re m de vi at y ec ts al fl m tr tir el La reaccion nacionalista Ismael Vinhas EI mito Poco a poco se ha Ido crean- do en nuestro pais un mito, que sigue creciendo, alimen: tado por diversas fuentes: podriamos lamarlo el mito del “nacionalismo”. Ha cre- cido tanto, que hoy parece tun frondoso Arbol. Sus ra- mas, nudos, horquetas, hojas y flores amenazan con cubrir el cielo, y hasta con producir un subproducto igualmente extendido: la historia del na- cionalismo, la erudicién del nacionalismo, con sus apolo- gistas, exégetas y hermeneu- tas. A tal punto se ha vuelto frondoso e intrincado, que es dificil presentar un esquema de lo que seria el nacionalis- mo segtin sus cultores. Y bas- tante més dificil separar on é1 lo que hay de real (pues toda nacién burguesa tiene, efectivamente, su nacionalis- mo), de lo que es pura fabu- la, Sin embargo, examinando con cierto culdado lo que sus cultores con més_pretensio- nes cientificas cuentan de él, el nacionalismo vernéculo tendria dos_ramas_principa- les: una aristocrética u oli- Hamada también a “nacionalismo de de- y otra “popular”. El mito presenta sus singulari- dades: ambas ramas. habrian vivido (y estarfan viviendo atin) una existencia compleja y contradictoria, por-la cual, coincidendo en’ fo principal (su esencia, el nacionalismo) , algunas veces vendrian a con- fluir y a marchar armoniosa- mente, y otras lucharian en- tre sf, contribuyendo a permi- tir el ‘triunfo de su enemigo: el liberalismo, la “oligarquia “antipatria, el jen". Formando s6lo una variante de esa historia ideolégics que nos es entre- gada habitualmente como st fuera la historia real, y que supone que los hombres, las clases y los pueblos no son sino encarnacién de ideas absolutas en eterno desarro- ll y en conflicto entre sf, la historiografia nacionalista ‘no es otra cosa que la creencia en que existe una esencia, el llamado “ser nacional”, con sus héroes y portavoces, sus enemigos, sus traidores. No es éste ol lugar para anal zar en conjunto ese mito, pe- ro si un aspecto de él: aquel que ubica los origenes del nacionalismo actual en la dé- cada de 1920, buscando alli sus raices modernas, y_pre- sentando algunas figuras de esos afios como los padres intelectuales, si no politicos, Lugar prominente entre ellos ‘ocupan Lugones y Carlos Ibarguren, algunas veces casi solitarios, otras acompafiados or una corte menor, especial- mente formada por aquellos que colaboraron en periddi- cos como La Fronda o La Nue- va Republica. El llamado na- cionalismo de derecha insis- te en unirlos a todos. El lla- mado nacionalismo popular trata de distinguir entre unos y otros, poniendo aparte, por ejemplo, como antepasados suyos leégitimos, a Lugones 0 a los Irazusta, 'y renegando de otros, como Laferrére, Cé- sar Pico o Carulla, Sin’ em- bargo, todos ellos’ colabora- ron en los mismos periédi- os, actuaron como un grupo 145 més o menos unido en la conspiracién que llevé al 6 de setiembre de 1930, y, co- mo veremos, compartieron las mismas ideas, la misma po- sicin politica, y, a lo sumo, se distinguieron por matices, © por concepciones posterio- res a 1930 que algunos agre- garon a su ideario primitivo. Componentes del nacionalismo Si tratdramos de aislar y destacar los elementos que se supone constituyen el “nacionalismo”, tanto en la opinién popular como en la de los ideslogos, aparece- rian un puiiado de caracte- ristices: la defensa del pa trimonio nacional frente a los capitales extranjeros; la propuesta de una politica ex- terior independiente como ex: presién de la soberania; el rescate de un pasado que co- rresponde a la exaltacion de la Argentina como nacién y de su “personalidad” como tal frente a las otras nacio- nes; el rescate de algunas figuras del pasado (como la de Rosas), en cuanto expre- sién de esa personalidad po- litica independiente; el pri cipio de lo que ahora sucle lamarse en nuestro pats "jus- ticia social”, como reconoci- lento de los derechos del ueblo trabajador”, de las “clases trabajadoras”, 0, al menos, cierta simpatia por las clases explotadas 0 los sectores oprimidos del pasa- do, ropresentados por el gau- cho, el indio, las montoneras. Como complemento, otro pu- fiado de caracteres que se- rfan la contrafaz de los an- teriores: el repudio de las potencias imperialistas cuyos monopolios han penetrado en nuestro pais y que han subor- dinado @ sus intereses 1a po- litica de las llamadas “clases dirigentes locales” (la tam- bién llamada oligarquia); la oposicién a tales “clases di- rigentes” por su subordine- cién al imperialismo; el re- chazo de las figuras hist6ri- cas y las facciones politicas que las han expresado o re- presentado (el unitarismo, el mitrismo, el roquismo): la denuncia’ de las_ injusticias econdmicas y sociales. Al repasar la historia perso- nal de cada uno de estos “nacionalistas”, tanto cuan- do atin actuaban como sim- ples individuos (hasta més 0 menos 1926-28), como cuan- do aparecieron piblicamente conformando ya una tenden- ia politica (en la oposicién a Yrigoyen), nos encontra- mos con que nada del mito queda en pie: hasta 1930 se ‘comportaron como miembros ficles de esa “oligarquia” de la que se los pretende pre- sentar como antitesis, com: partiendo sus opiniones, la misma_perspectiva historica y politica, y actuando como sus voceros intelectuales y aun, en algunos casos, como sus\ representantes politicos activos. En todo caso, si en algunos aspectos no tuvieron las mismas ideas que el grue- so de ese sector de la bur- guesia, no expresaron sino diferencias secundarlas que eran compartidas por grupos importantes del mismo. Y ta- los diferencias no versaban mas que sobre el modo de asegurar los intereses de esa capa social, amenazados por otras clases. A lo sumo, in- terpretaban ios intereses e3- pecificos de algin grupo de la gran burquesfa, que coin- cidian en lo fundamental con el conjunto de su sector so- cial, pero que tenian con él alguinas diferencias parciales. Sin embargo, una salvedad: la mayor parte de los nacio- nalistes a que estamos alu- diendo pertenecen por vincu- los familiares a la gran bur- 146 guesia, estén emparentados a viejas familias, una parte de cuyos miembros siguen siendo efectivamente grandes burgueses. Pero ellos son por lo general “parientes po- bres”, pequefios burgueses en realidad, que actéan como intelectuales de su clase, la que los remunera con cargos publicos, que en muchos ca- 0s se combinan con el ejer- cicio del periodismo o de la docencia. Esto se trasluce en sus opiniones: aunque expre- san a la burguesia, las. ilu- siones pequefio-burguesas suelen aparecer aqui y allé (algunas veces con mas fuer- za, otras més débilmente), sobre todo en la tendencia @ glorificar el pasado, como una forma superideolégica de ese querer “dar marcha atrés la rueda do la historia”, carac- teristica de la pequefia bur- questa, Pero como en ese momento la burguesia mun- dial en su conjunto se en cuentra también a la defensi- va frente al avance do la re- volucién proletaria (no nos olvidemos que nos estamos refiriendo al periodo inmediz- tamente posterior a 1917), ¥ ‘on nuestro pais existe une Se tuacién que refleja esa om yuntura mundial, aunque com sus peculiaridades y ritme: propios, también en este == pecto los nacionalistas den actuar sin mayores tradicciones como voceros la gran burguesia. Solas después de 1930 ad muchos de ellos que © diferencias entre sus i nes y el realismo de ess burguesia a la que crefen tenecer de pleno derech=. yos voceros crefan Ser cién en ese momento ran otros elementos fio-burgueses entre nacionalistas: el odio monopolios, la ilusion sociedad basada en f= fia propiedad y le Las tormentas... ;qué pronto Hlegaron! E/ afio del Cente- nario fue el dltimo feliz. Termina ahi la luna de miel de la Argentina y se inicia para ella, para el mundo... la Via Crucis que habremos de recorrer hasta el presente... aqui en la Argentina, huelgas generales, elecciones sangrien- | tas, atentados, demagogia. La tierra tiembla... 1914 jla primera guerra mundial! Volvi otro de Europa. E! espectéculo de le guerra no me habia impedido echar una mirada sobre el panorama de la Francia eterna, esa que ‘en mil afios hicieron cuarenta re yes”. Gran leccion de filosotia politica corroborada por el descubrimiento de Maurras. Durante ese tiempo eproveché un descanso para... llegar @ Inglaterra. .. vi recortarse los encajes ojivales de West minster, la cipula de San Pablo, la columna de Nelson y la estatua de la reine Victoria, frente al Buckingham Palace. La vision de esas siluetas... terminé de aventar de mi inteligencla los residuos de las Ideologias que abracé en os affos mozos... Las lecciones de Francia @ Inglaterra fueron para mi como una revelacién del arte de gobernar. (Guan . Carulla. Genio de la Argentine. Buenos Aires, Modems, 1943) 147 1, Monumento @ Sarmiento, de Rodin, receptor frecuente de las Iras de grupos nacionalistas, materializadas en bombas de alquitrén “El tema del dia es la tendencie, cada vez més acentuada, a subordinar la vida econdmica de fa nacién a las directi- vas del Estado... esa corriente avasalladora que tiende a convertir al Estado, como dice una reciente nota de las fuerzas vivas del comercio y la industria, «en juez nico, a la vez que parte interesada como competidor con toda la fuerza que le da ef monopolio». "Hace algunos afios el Estado se aduefié de! petroleo con los resultados que se conocen. Se trata ahora de extender aquella politica intervencionista. .. aun en el caso de pre- sentarse en nuestro pais la posibilided de un régimen cor- porativista, pongamos por ejemplo, cabrian en su trama leyes amparadoras de Ia iniciativa individual en el campo de la produccion. .. puede impugnarse cuanto se quiera a doctrina liberal en el terreno politicojuridico, mas for- 2080 es reconocer que ciertos principios de la economia liberal convienen todavia a una repdblica como la nuestra... Lejos de oponerse a la industria privada, el Estado debe alentarla y estimularla favoreciendo el juego de sus inte- reses (pég. 70/75) "E| mévil que nos induce a escribir esta lineas es... la defensa de la familia como base fundamental de la socie- dad y del Estado. La oportunidad nos la brinda un reciente mensaje a las Cémaras del Poder Ejecutivo, proponiendo nuevos gravémenes impositivos @ la herencia... Los ac- tuales impuestos a la herencia constituyen ya una contri- bucién onerosa y, a veces, confiscatoria de los bienes he- reditarios. Cabe recordar... que las leyes que los crea- ron, en fecha no muy lejana, estén inspiradas... por ideo- ogias

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