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Capiruto III LAs LEGENDARIAS ISLAS DE LA “Mar Océano” [...] ESTOY CONVENCIDO DE QUE LA TIERRA ES MUY GRANDE, Y QUE NOSOTROS SOLO HABITAMOS LA PARTE DESDE EL [Rio] FAso HASTA LAS COLUMNAS DE HIERACLES, DERRAMADOS A ORILLAS DE LA MAR COMO HORMI- GAS 0 COMO RANAS ALREDEDOR DE UNA LAGUNA. Hay OTROS PUEBLOS, A MI PARECER, QUE HABITAN REGIONES QUE NOS SON DESCONOCIDAS [...]* Praron, Fed6n o del alma. Cuando los cartégrafos del Renacimiento recopilan informaciones sobre el vasto y “esconocido mar que se extiende entre Europa y las tierras a descubrir, la “Mar Océano” de ‘ibs antiguos, reviven viejas creencias en misteriosas insulas situadas en la ruta de las espe- ‘Sas. En los nuevos mapas figuran, junto a las islas conocidas como las Canarias 0 Madera, ‘tras de fisonomia y nombres extrafios, correspondientes a antiguas creencias Ilamadas Bra- ‘sl Antilia, 0 San Brendén. Su localizaci6n forma parte de los planes de los descubridores. Los portugueses son los primeros en explorar sistematicamente el Atlantico, pero, ‘ese a su entusiasmo y a la enorme voluntad, de la Mar Océano sabian muy poco. Los reyes Ssstaron a sus técnicos a trazar cartas de navegacién més precisas. Escasos de fuentes, los artdgrafos debieron completar sus débiles conocimientos con relatos sacados de la tradi- ‘cin grecorromana, del imaginario medieval o simplemente de los decires del momento. En se clima, las legendarias islas de la Mar Océano cobraron nuevos brios y comenzaron a ‘Gewrar en las cartas de navegacién. Estos puntos de tierra dibujados en los mapas corresponden a un deseo surgido del ‘endo del subconsciente de los navegantes. Cuando llega el momento de enfilar Ia proa hacia ‘ares desconocidos, anhelan hallar islas, de la misma manera que un viajero ansia alcanzar ‘um refugio. Ellas encarnan la esperanza de dar con un medio humano en las inmensidades inas. Pero al mismo tiempo las teme. Como las islas son un universo cerrado y aislado, de il acceso, se transforman facilmente en un lugar magico, sobre todo cuando son descono- 's. Después de todo, fue en ellas donde Ulises dio con el ciclope Polifemo, con la hechicera ‘Girce y con los crueles gigantes Lestrigones. También en insulas perdidas, Simbad el Marino ‘4eallé otros gigantes, impresionantes serpientes y la enorme ave Roc. En realidad, ¢qué se sabe del mar exterior a comienzos del siglo XV? Prato, 154 (109 a-b). 65 La “Mar Océano” Las informaciones sobre los mares desconocidos provienen de los antiguos, de las tradiciones de los pueblos pescadores y de las primeras exploraciones sistematicas. Herddoto atribuye al Faraén Necao (609-564 antes de J.C.) el mérito de haber orga- nizado una flota tripulada por marinos fenicios, que habria logrado circunnavegar Africa. Esta legendaria expedicion habria zarpado del mar Rojo para llegar tres aiios mas tarde a Gibraltar, deteniéndose cada invierno el tiempo necesario para sembrar y cosechar. Tam- bién relata las travesias del General cartaginés Hannén, quien hacia el afio 450 antes de J.C. alcanz6 el Cabo Bojador, de retorno visité islas de vegetacién frondosa que llamo Fortunadas. Por otra parte, existen referencias de una expedicién del navegante greco- marsellés Pytheas, que en el siglo IV antes de J.C. visit6 Gran Bretafia y Tule, probablemente Islandia. Estas exploraciones, y sin duda otras, permitieron a los antiguos intuir 0 conocer la presencia de islas en el océano. El romano Plinio el Viejo, en su Historia Natural redactada en l primer siglo de nuestra era, recopil6 buena parte de la ciencia de su época. Alli men- ciona cuatro conjuntos de islas: Atlantis, frente al monte Atlas, que se situaba en el extremo occidental de Mauritania; las Gorgades, a dos dias de navegacién del continente, otrora habitadas por las Gorgonas“, donde Hannén habia capturado dos mujeres peludas; las Hespéridas (islas del poniente), mas lejanas, probablemente a 40 dfas de navegacién. Mas alld -dice- la situacién es incierta®. Las islas Fortunadas -continia Plinio- estan en la costa de Mauritania; ellas son: Ombrios, Junonia (donde se ve un pequefio templo), Capraria (Ile- na de reptiles), Nivaria, que tomé ese nombre de sus nieves eternas y Canaria, donde hay vestigios de edificios, llena de enormes perros®. Por esos afios, el romano-ibérico Pomponius Mela sefiala en su Cartografia la existencia de las Islas Cassitéridas (islas del estaiio), situa- das al Oeste de Gran Bretafia. Sin embargo, existia una franja de la poblacién europea que, del golfo de Vizcaya hasta el mar del Norte, vivia desde tiempos remotos frente al vasto océano Atlantico. Aque- Ilos pueblos, apartados de los conocimientos librescos de los clasicos grecoromanos, posefan conocimientos empiricos acumulados por generaciones de humildes pescadores. Tras el codiciado bacalao, vascos, bretones, irlandeses, ingleses y otros, no titubeaban ante las inmensidades marinas Ilegando quizé hasta los ricos bancos de Terranova, descubriendo de paso una buena cantidad de islas desconocidas para las civilizaciones clasicas. % Las Gorgonas eran: Medusa, Euriale y Esteno, hermanas monstruosas cuya mirada era capaz de petrificar alos mortales. s Punto, XXXVI. © Puno, XXXVI. 66 En Irlanda, después de su rapido paso al cristianismo durante el siglo V, surgié una corriente mistica dvida de tierras solitarias donde se pudieran instalar comunidades de ermitaiios. De estas peregrinaciones maritimas resulté el descubrimiento de islas nérdicas, entre las que se encuentra Islandia. Por su parte, los escandinavos, conocidos como normandos o vikingos, para paliar la escasez de tierras cultivables salieron de sus fronteras hacia el siglo IX, en busca de nuevas regiones habitables. Durante estas invasiones crearon los primeros reinos en Rusia, descu- brieron Groenlandia y llegaron hasta América del Norte en la asombrosa aventura de Vinland. Este término, traducido como Tierra de las viitas, designaba los territorios al Oeste de Groenlandia, 0 sea, la actual América del Norte. Alli fundaron colonias hacia el afio 1000, pero a causa de la resistencia de los amerindios y de las dificultades de comunicacién, se extinguieron después de algunas décadas. Durante siglos, Europa del Sur ignoré estas proezas de la navegacién escandinava”. Miniaturas de los Chants royaus sur la conception couronée du puy de Rouen, comienzos del siglo XVI. En el centro de la isla Fortunada aparece el drbol de la vida, simbolo del Paraiso. Un monje, probablemente San Brendan alcanza la isla en una de las embarca- ciones © Graver, 1955, 67 Globo terréqueo de nrssans. Este globo, el mas antiguo que se conserva, fue confeccionado en Lisboa, en 1492, el mismo aio del descubrimiento de América. Representa los conocimientos geogréficas y la percepcién del planeta que debia tener la generacién de Cristobal Colén. Las Columnas de Hércules (Gibraltar) estén separa- das de la isla de Cipango (Jap6n) por un océano poco extendido, salpicado de islas, muchas de ellas imaginarias. Al Este de Africa anota: “Los navegantes de India, donde fue enterrado Santo Tomés, en el pais llamado Moabar, van en sus embarcaciones hasta esta isla de Madagascar”... y luego: “Isla de Ceilén donde fue martirizado Santo Tomds. Aqui John de Mandeville encontré habitantes que tenian cabecas de perros”... Al centro del Atlntico se lee: “En 565 San Brendan vino a esta isla a ver innumerables maravillas y después de siete arios retorné a su pais”... Y también “Isla Antilia llamada siete ciudades”. ‘Martin sean, nacido probablemente en Nuremberg, era el médico personal del rey de Portugal Juan II, y luego miembro de la “Junta dos mateméticos” de Lisboa, titulo que le permite el acceso a los archivos cartograficos. El Globo se conserva en el Germanisches Nationalmuseum de Nuremberg. Fue necesario esperar Ja Ilegada del segundo milenio para que los navegantes volvie- ran al misterioso mar exterior. En 1291 zarparon de Génova dos galeras, comandadas por los hermanos Vivaldi, con el objetivo de “llegar a las Indias por la Mar. Océano”, pero jams retor- naron de su aventura’, Mejor suerte corrié su compatriota Lancelloto Maloccello al redescubrir las Islas Canarias a principios del siglo XIV, dandole su nombre a la isla de Lanzarote. © Capozo, 1927, 13. 68 En el siglo xy, los marinos portugueses, dirigidos por el infante Enrique, empren- den una sistematica exploracién del océano y sus islas: en 1420 se instalan en Porto Santo y Madera, hacia 1427 alcanzan las Azores y en 1455 las islas de Cabo Verde. A estos conocimientos topograficos se suman las leyendas. Aunque la Atldntida, mencionada por Platén en el Timeo y en el Critias, no tuvo gran significacién durante los descubrimientos, otras tradiciones que combinaban recuerdos histéricos, hagiograficos y leyendas populares, movilizaron muchos viajeros. Este fue el caso de una antigua saga irlandesa que canta las peregrinaciones misticas de San Brendan, punto de partida de la creencia en una fabulosa insula. Otra vieja tradicién ibérica -posiblemente inspirada por laisla del monje irlandés- ensalzaba el coraje de siete obispos que en tiempos de las inva- siones arabes huyeron con sus diécesis hacia la isla Antilia. Quiza esta legendaria isla volvié a Inlanda bajo la denominacién de Brasil, de breasil, gran isla en gaélico, donde se encontraria polvo de oro, o bien a causa de un palo tintorio llamado Brasil desde comienzos del primer milenio". Otra explicacién muy convincente vincula este topdnimo al vocablo irlandés Hy Bressail y O’Brasil que significaria isla Afortu- nada, o sea la isla de San Brendan. La justaposicién de la Isla Afortunada de San Brendan y la isla de O’Brasil se explica porque muchos cartégrafos meridionales desconocfan el idioma irlandés”. La confusién aumenta cuando se recuerda que los Antiguos Ilamaban “Islas Afortunadas” a las Canarias. Armados de nuevas técnicas y motivados por nuevos objetivos, los cartégrafos de los siglos XIV y XV se ponen a trazar los mapas de la Mar Océano; disefian islas a partir de los conocimientos del momento. Con frecuencia se copian mutuamente, cometiendo a veces errores de traduccién; otras veces esbozan insulas siguiendo las resefias de los nave- gantes que creian o decian haberlas encontrado. Pero, por encima de todo, la tradicién continiia determinando el saber. Las Fortunadas de los antiguos se identifican rapidamente con las Islas Canarias. En general, las Hespérides grecorromanas se asimilan a las Azores, y las Gorgades a Jas del Cabo Verde. éY las otras? Las islas de San Brendan aparecen por primera vez en la carta de Hereford (+1275), y a partir de entonces proliferan en los mapas, al igual que Antilia. En algunas cartas se encuentra Stockafixa, sufrida traduccién al italiano del término inglés stockfisch (bacalao). También se sitta Frislandia, resultado de una confusién con las Feroés, yie misteriosa insula Brasil. A partir de 1480, unos comerciantes de Bristol organizan al menos dos expediciones ‘para “descubrir Brasil”; John Jay afirma en 1480 que estuvo a punto de alcanzar “... la isla de Buangue pe HocaNna, 1987, 223-225. ‘Ms tarde, los portugueses aplicaron este nombre a sus dominios en el continente sudamericano, lamados previamente “Santa Cruz”, 69 Brasil, al Oeste de Irlanda”. Al aiio siguiente Thomas Croft parte en su busca. Después del descubrimiento de América, en 1494, el embajador espajiol en Londres informa a sus reyes que “cada afto, en Bristol arman tres o cuatro carabelas para hallar esta isla [Brasil] y Ia isla de las Siete Ciudades a instigacién del genovés”... [Juan Caboto}". Cientificos del calibre de Gerard Mercator, inventor del método de proyeccién del globo terrestre sobre un rectdngulo, se sienten obligados a colocar en sus mapas islas fabulo- sas, detallando sus contornos y precisando ciudades. Incluso en el siglo XIX, una buena parte de las cartas marinas y de los globos terréqueos exhiben un océano Atléntico poblado de islas imaginarias... que perdurardn hasta 1873 en las cartas del Almirantazgo britanico”. Predominan dos leyendas: la epopeya del eremita irlandés y la mitica isla Antilia. La navegacién de San Brendan San Brendan fue un obispo irlandés que participé en la evangelizacién del Norte de Inglaterra en el siglo VI. El episodio més destacado de su vida lo relata un texto llamado Navigatio Sancti Brendani, redactado tres siglos més tarde por monjes irlandeses que vi- vian en el continente europeo. El original fue el punto de partida de mas de 120 manuscritos gaélicos, sajones, flamencos, franceses y otros, que fueron frecuentemente alterados 0 adap- tados a los gustos en boga. Segiin Navigatio, San Brendan recibe la visita del ermitaiio Barindo, enviado de Dios, quien le informa de la existencia de una terra repromissionis, tierra de redencién, donde habitan quienes han ganado la vida eterna, es decir, el Paraiso. Con Ia ayuda de sus discipulos construye un curragh, embarcacién tradicional irlandesa hecha de un armazn de madera cubierta de cuero de buey engrasado, ¢ inicia una odisea que se prolongard por siete afios. Durante el primer afio alcanzan la isla salvaje, donde la Providencia habia dispues- to una opipara cena. Contintian hasta la isla de las ovejas, en la cual capturan un cordero para sacrificarlo en Semana Santa. Llegada ésta, desembarcan en una isla desnuda, pero al encender el fuego esta isla resulta ser un enorme pez que los zambulle en el océano. La fuga culmina en la hermosa isla de los pdjaros en la que millares de aves, mensajeras divi- nas, les anuncian con sus maravillosos cantos que navegardn seis afios mas. La profecia se cumplié. Seis veces volverdn sobre el pez para celebrar la misa de Sema- na Santa, por supuesto, absteniéndose de encender una fogata. Al final del viaje encuentran varias islas y seres fabulosos, como un grifo maléfico vencido por un providencial dragon y un gigante que resucitan y bautizan. Durante la travesia de un mar frio dan con una columna —— ee %t Masn-tor, 1964, 34, 2 Hesrs, 1981, 140. 70 de cristal y luego con una isla que desprende humo, olor a azufre y rios de fuego que desem- bocan en el mar. Mas tarde ven una isla de acantilados negros habitada por los condenados y una roca donde Judas expia eternamente su traicién. Después de todos estos prodigios, desembarcan en una isla habitada por el ermita- fio Pablo, cubierto sdlo con sus largos cabellos y alimentado exclusivamente por una fuente de agua purisima. Al verlos, les anuncia que la meta esta préxima. Por tiltima vez celebran Ja misa de Pascuas sobre el gran pez Jasconius. Terminada la ceremonia, el animal los trans- porta més alld de la isla de los pdjaros. Desde alli navegan 40 dias hasta penetrar en una zona tenebrosa, protectora del Paraiso. Mis alld de las tinieblas, se ofrece a ellos una tierra dorada rodeada de una alta muralla decorada de piedras preciosas. La puerta estaba protegida por dos dragones y una espada de oro y diamantes que tornaba sin cesar. El angel que los guiaba la aparta con su mano y abre la puerta. Donde sea que miremos, vernos bosques espesos, drboles frondosos cargados de frutos resplandecientes, flores sin igual que mezclan sus suaves y penetrantes perfumes, rios danzantes de aguas cristalinas, arroyos de leche serpenteante en medio de praderas de césped tierno. En todas partes multitudes de animales juguetean, el ciervo convive con el lobo, las tigresas y las leonas amamantan corderos y cabritos, el gato y el perro juegan sobre el pasto sedoso. Todo es paz y alegria. Una claridad maravillosa inunda todo, sin que venga del sol, ya que emana de todas partes y por eso la sombra no reina en ningtin lugar. Nunca Iega la noche con sus tinieblas ni las tormentas acarrean sus oscuras nu- bes. Recogimos frutos suculentos, de un tamario que nos era desconocido, nos refrescamos en los arroyos de leche y en los manantiales limpidos. Todos nuestros deseos nos eran inmediatamente satisfechos y siempre y en todo momen- to suben en los aires limpidos los suaves acentos de las arpas que los dngeles hacen vibrar. Ninguna palabra humana podria expresar la emocién que sentimos, la dicha que nos lena, la felicidad en que estamos sumergidos. El angel les conduce hasta la cima de una montafia para que contemplen las mara- villas del Paraiso. Después dice: Brendan, tii rogaste tan ardientemente a Dios para que te permitiera contemplar el Paraiso antes de que llegase tu hora. El te lo permitié. He aqui, delante de ti el lugar de Delicias eternas, donde, en medio de miles de otros santos, tii residirds cuando te lame el Seftor. No puedes ir mds alld, no puedes ver otras maravillas, al lado de las cuales las que contemplaste no son nada. Debes regresar, por el momento no puedes contemplar la majestad de Dios; te quemaria los ojos y tu alegria seria tal que destrozaria tu corazén de hombre viviente. Llegé la hora de abandonar estos lugares de delicias y retornar a la patria terrestre. 72 ‘Carta de Pizzigani (1367). Esta carta fue diseiada poco después del descubrimiento de las Islas Canarias en la ‘Eiiad Media. Se puede apreciar una isla “Bragir” al SO de Irlanda y otra al SO de Portugal. Las islas de San ‘Brendén estan en las proximidades de las Canarias bajo la proteccién de una imagen del santo. El guia les sugiere que recojan frutos y piedras preciosas a fin de que en Hibernia ‘Telanda) todos sepan que “realmente abordaron Ia tierra prometida a los santos ya los justos”®. ¢Cémo interpretar este maravilloso relato? San Brendan en la historia Trlanda nunca formé parte del imperio romano. La Ilegada del cristianismo en el V, predicado por San Patricio, trajo consigo parte del caudal cultural del mundo latino, hasta entonces ausente de esas tierras remotas. La nueva fe fue absorbida con Creston, 1957, 206-208. 73 mas rapidez que en el resto del continente, creando un afan de saber extraordinario. En los monasterios se compilaron y copiaron los manuscritos antiguos, escribiéndose al mismo tiempo, y en armonia, las tradiciones orales celtas. Esta extraiia mezcla de cristianismo ferviente, racionalidad antigua y fantasia celta, fue propagada en Occidente por los misio- neros irlandeses enviados a cristianizar o recristianizar Europa, lo que constituyé uno de los pilares culturales de la Edad Media. En este ambito nacieron los viajes de San Brendan. El relato esta impregnado de influencias clasicas. Las descripciones de ciertos lu- gares como la isla de la redencién rodeada de tinieblas 0 como la isla flotante, estan seguramente inspirados en el inevitable Pseudo Calistenes. No es casualidad que San Brendan buscara el Paraiso en los confines del océano y no en el Lejano Oriente. Los irlandeses eran buenos navegantes y conocian el mar, hasta el punto de convertirlo en elemento predilecto de su imaginario. La Navigatio Sancti Brendani contiene episodios y descripciones comparables a los que se encuentran en los Immrama (viajes por mar), relatos heroicos de aventuras marinas escritas en lengua gaélica. Se trataba de tradiciones de otros tiempos a las que se incorporaron elementos cristianos™. El dominio de los espacios marinos préximos a la isla queda demostrado en la obra cientifica de Dicuil, un monje irlandés que formé parte de la corte carolingia a comienzos del siglo IX. Este monje redacté el Liber de mensura orbis terrae®, una obra de recopilacién geografica que demuestra un conocimiento del Atlantico norte muy superior al de sus maes- tros Plinio, Solino ¢ Isidoro, entre otros. Cuando se refiere a las islas de esta zona, evoca el testimonio directo de monjes irlandeses que las conocieron: ++ @stos autores se engafian cuando escriben que el mar es sélido en los alrededores de Tule [Islandia], y que el dia sin noche dura todo el periodo que va del equinoccio de primavera al de otorio y que, viceversa, la noche dura ininterrumpidamente del equinoccio de otofio hasta el de primavera; puesto que estos hombres [los monjes irlandeses] viajaron durante el periodo de grandes frios, se internaron en Ia isla, se quedaron en ella y tuvieron en todo momento la alternancia de la noche y el dia, salvo en los dias del solsticio. Empero, a un dia de navegacién al norte de esta isla encontraron el mar congelado. Hay muchas otras islas en el océano, al norte de Bretaria [Gran Bretafta], que se pueden alcanzar al cabo de dos dias de navegacién, en viaje directo y con vientos javorables, a partir de las islas mds septentrionales de la dicha Bretaria. Un devoto presbitero me conté que en dos dias del periodo estival, mas la noche entre ellos, navegando en una pequeria embarcacién a dos bancos, entré en una de esas islas. Hay otro grupo de pequerias islas separadas por estrechas franjas de agua, donde unos ermitafios que partieron de nuestra Irlanda vivieron mds de cien arios. Pero, como si hubieran sido desiertas desde Oncanor, 1968, 75 y siguientes. % Dicom, Liber de mensura orbis terrae, editado por TIERNEY, JJ, Dublin, 1967. 74 los inicios del mundo, a causa de los piratas normandos hoy estén abandonadas, sin anacoretas y Ilenas de innumerables ovejas y de diversas especies de numerosas aves marinas. Nunca encontré mencién de esas islas en los libros de las autoridades”’. El monje Dicuil, usando un estilo extraordinariamente moderno, hace referencias a testimonios de primera mano de lasislas del Atlantico norte. Algunas las conocié personal- mente; la descripcién del sol de medianoche -que sélo brilla algunos dias- corresponde al fenémeno que se puede observar en Islandia. Este es un indicio importante de que monjes irlandeses vivieron en esta isla antes de las invasiones vikingas del siglo IX. — wef, pam mm ogee JOY eS SssT ‘(Carta de rarero. La isla Brazil aparece dos veces: al Oeste de Irlanda y en las Azores. El titulo Insulle Fortunate ‘Sect Brandany figura entre este archipiélago y las islas de Madera, Porto Santo y Desierta. Mas hacia el Oeste ‘se encuentra la gran Antillia dibujada con su forma tradicional. (Confeccionada por el Preste saRTovoaEo ‘Szeto en Génova, 1455). = Dicom, 1967, 74-76. 75 Por otra parte, las islas habitadas por ovejas y aves marinas se pueden asimilar, casi con certeza, a las islas Feroés, ya que en escandinavo antiguo Faer-eyjar significa isla de las ovejas. Todo ésto no deja de tener semejanzas con los episodios de la isla de las ovejas y la isla de los pdjaros relatados en la Navigatio sancti Brendani. Las islas de San Brendan en la cartografia Homers, hacia el siglo VIII antes de J.C., situaba los Campos Eliseos mas alla del océano, en las islas Fortunadas, donde iban a parar las almas de los héroes. Los romanos conocieron las islas Canarias y, evocando esta tradicién, las lamaron Fortunadas. Algunos cartégrafos de finales de la Edad Media combinaron estas tradiciones en una extraiia mix- tura: puesto que los antiguos situaban los Campos Eliseos en las islas Fortunadas y Brendan encontré el Paraiso sobre una isla atldntica, las islas Canarias y las de San Brendan debian constituir un mismo archipiélago. En el mapamundi de Hereford, disefiado hacia 1275, se lee la inscripcién Fortunate Insulae sex sunt Insulae Sct Brandani (seis de las islas Fortunadas son las islas de San Brendan). Mas tarde, en la carta de Pareto (1455) figuran islas bajo la leyenda Insulle Fortunate sancti Brandany”. Hasta fines del siglo XV figuran entre las Canarias y Madera. Otros cartégrafos dibujaron simplemente una referencia a las peregrinaciones ma- ritimas del Santo. En la carta de Mecia de Viladestes (1413), al N.O. figura una embarcacién tripulada por un obispo y un bote que se dirige hacia un cetéceo. En el célebre globo terréqueo de Martin Behaim (1492)” aparece la isla de San Borondon, en el centro del océano que va de las costas de Espaiia a la isla de Cipango (Japén), algunos grados al Norte del Ecuador. En la no menos célebre carta del Almirante otomano Piri Re’is (1513), se observa al norte del océano dos personajes conversando, instalados sobre el lomo de una ballena, mientras otros tres los contemplan desde un barco. En el siglo XVI -por primera vez en la historia~ el Hombre logré tener una visién de la superficie del planeta y de la forma de los continentes; la geografia volvié a ser considerada una ciencia, mientras destacados cart6grafos se lanzaban a cdlculos complejos para conocer las dimensiones de mares y continentes. Sin embargo, la isla del monje irlan- dés persistié atin dos siglos en destacados trabajos: Desceliers en 1546, Sebastidn Caboto 2 comienzos del siglo XVI, Gerard Mercator en 1569 y Ortelius en 1570. 7 Krerscrner, 1892 ® La Ronctexs, molat du jardin, 1984, 205, %® Globo fabricado en 1492.Ver p. 85. 1 Dibujada por el cartégrafo turco Prat Re's. Ver p. 97 76 Después del descubrimiento la busqueda continta. Seguin la Historia de las siete islas dela Gran Canaria, escrita por Juan de Abreu Galindo en 1590, la insula mds lejana del archipiélago es la de San Brandon, que Tolomeo Ilamaba Aprositus (encubierta)!". Las islas de San Brendan continuaron figurando en mapas, al menos hasta 1759", Fue buscada por el Capitan General de las Canarias, Don Juan de Mur y Aguirre en 1721 y otras expediciones intentaron localizarla a 100 millas al Oeste de Irlanda, en el Caribe e incluso en el Océano Indico” (carta de Willem Bleau, 1641). Sélo el predominio del espiritu cientifico moderno extinguié este mito que tuvo una vida casi milenaria. La Antilia 0 la Isla de las Siete Ciudades El mito de origen irlandés de la isla de San Brendan tuvo su réplica ibérica en la insula Antilia. Su nombre evoca la isla del otro lado 0 Ia Anti-sla, anti-ilha en portugués, que se puede pronunciar Antilia. Quiza su origen lejano esté en la tradicién de un continen- te perdido descrita por Platén, pero sin duda, esta creencia se basa en una importante leyenda espaiiola y portuguesa, que mencionara Hernando Colén. La isla de Antilia y sus siete ciudades. Detalle de una carta néutica venecians de 1424, atribuida a Zuane Pizzigano. (Universidad de Minnesota, Mineapolis). st Hismns, 1985 139, Para Heers la isla de San Brendan ya Antilia 0 Siete Ciudades provienen de una misma tradicién. #2 Borst, 1986, 104. 1 De Ganvia, 1929, 7. ww Daaax, y Aarins 1978, 44-45, 78 En los afios 1530, este tiltimo, hijo del Almirante y de dofia Beatriz Enriquez, se hallaba envuelto en los engorrosos pleitos colombinos, un complicado proceso por la heren- cia de Colén, que duré cincuenta afios, entablado Por sus descendientes contra la propia corona. Hernando, abrumado por la ingratitud hacia su padre, decidié coger la pluma para enaltecer su memoria: entre 1537 y 1539 redacté la primera biograffa de Colén titulada Historia del Almirante. En ella explica cémo su Progenitor recolecté indicios sobre la pre- sencia de islas desconocidas en el océano. El capitulo IX comienza asi: La tercera y tiltima causa que motivé al Almirante al descubrimiento de las Indias fue la esperanza que tenia de encontrar, antes que llegase a aquellas, alguna isla o tierra de gran utilidad, desde la que pudiera continuar su principal intento"™, Enseguida enumera las numerosas manifestaciones de tierras habitadas en los confi- nes del Atlantico: aqui un madero ingeniosamente labrado, alla gruesas cafias y pinos esconocidos. Incluso le habjan hecho la confidencia de que unos moradores de las islas Azores “hallaron en la orilla dos hombres muertos. cuya cara y traza era diferente a las de sus costas”. En el afio 1484 -explica Hernando- un vecino de la isla de Madera pidié al Rey de Portugal una carabela para “descubrir un pais [...] que decian haberle visto desde las islas ALores”; esta tierra es conocida porque Aristételes, en su libro De las cosas naturales maravi- losas, afirma que unos mercaderes cartagineses habian alcanzado en el Atlantico una isla ‘ertilisima, que algunos Portugueses ponen en sus cartas con el nombre de Antilla, sabien- ‘do que se trata de la isla de las Siete Ciudades, poblada por los portugueses “al tiempo que los ‘eros quitaron Espaiia al Rey D. Rodrigo, esto es, en el ato 714 del nacimiento de Cristo”. En ese momento Hernando relata una antigua leyenda: Dicen que entonces se embarcaron siete obispos y con su gente y naos fueron a esta isla, donde cada uno de ellos fund6 una ciudad, y a fin de que los suyos no pensaran mds en la vuelta a Esparia, quemaron las naves, las Jarcias [cordajes] y todas las otras cosas nece- Sarias para navegar. Razonando algunos Portugueses acerca de dicha isla, hubo quien afirmé que habian ido a ella muchos portugueses que luego no supieron volver. Especial- mente dicen que viviendo el Infante D. Enrique de Portugal, arribé a esta isla de Antilla un navio del puerto de Portugal, Ilevado Por una tormenta y, desembarcada la gente, fueron Mevados por los habitantes de la isla a su templo, para ver si eran cristianos y observaban las ceremonias romanas; y visto que las guardaban, les rogaron que no se marchasen hasta que viniera su seftor, que estaba ausente, el cual los obsequiaria mucho y daria no pocos regalos, pues muy pronto le harian saber esto. Mas el patrén y los marineros, temerosos de que los retuvieran, pensando que aquella gente deseaba no ser conocida y para esto les quemara el navio, dieron la vuelta a Portugal con esperanza de ser premiados por el Infante, el cual les reprendié severamente y les mand6 que pronto Coz6, Hirwaxno, 1984, 71, 79 volviesen; mas el patrén, de miedo, huyé con el navio y con su gente fuera de Portugal. Dicese que mientras en dicha isla estaban los marineros en la iglesia, los grumetes de la nave cogieron arena para el fog6n, y hallaron que la tercera parte era de oro fino™. La insula Antilia se manifiesta en una atmésfera de reconquista cristiana victorio- sa, evoca antiguas tradiciones ibéricas de insumisién al moro y, ademés, instaura huellas de presencia de la fe en territorios a conquistar. A lo largo del siglo XV figura en gran parte de las cartas geogréficas en el mismo paralelo que el sur de Espafia y disefiada en forma de rectangulo un poco carcomido orientado de Norte a Sur. La constante referencia al numero siete: siete obispos, siete islas y siete ciudades, es quizds una reminiscencia de antiguos conocimientos de las siete insulas que componen el archipiélago de las Canarias". Por otra parte, el ntimero siete es asociado con simbolos magicos; siete son los candelabros de oro del Apocalipsis, siete brazos tiene el candelabro del Tabernaculo, se habla de siete Iglesias de Asia y siete eran los planetas entonces conocidos... phe Carta de Benincasa (1463). Se ve una isla “Isola de Bragill”, las “Insule fortunati Sancti Brandani” y la Antilia con sus siete ciudades. 1% Coxox, Henwaxpo, 1984, 74-75. 7 Lasislas Canarias son: Lanzarote, Fuenteventura, Canaria, Tenerife, Gomera, Palma y Hierro. 80 El historiador Armando Cortesao encontré la primera referencia a la isla en 1424 en la carta veneciana de Pizzigani®, luego aparece en los mapas de Beccario (1435), Bianco (1436), Pareto (1455), Fra Mauro (1460), Benincasa (1463) y otros. La Antilia suele dibu- jarse acompajiada de tres islas: Roullo a veinte leguas al Oeste en forma de cuadrado, Satanaxio o San Atanagio sesenta leguas al Norte, y mas al Norte completa el grupo Tanmar o Danmar", Benincasa, en su mapa terminado en Ancona, inscribid sobre Antilia siete nombres enigmaticos: Anna, Antioul, Anselli, Anseto, Ansolli, Ansoldi y Cori, que correspon- den probablemente a los nombres de los siete obispos"". La presencia de la Antilia en los mapas coincide con el descubrimiento de las islas Azores en 1427. A partir de esos aiios se organizaron varias expediciones, autorizadas 0 clandestinas, destinadas a descubrir islas al Poniente™”. La mas significativa -aunque no se realiz6~ fue la del flamenco Fernando Van Olm, conocido también como Fernéo d’Ulmo 0 Duolmo, recibe del rey don Juan II en 1486 las letras patentes autorizdndolo a partir “en trisqueda de una gran isla o varias islas o un continente para explorar sus costas, donde se cree que se encuentra la isla de las siete ciudades, costes y gastos a su cargo”, todo esto cuando el rey de Portugal ya estaba enterado de los planes de Colén. Estos intentos demuestran que 2 lo largo del siglo XV, los navegantes europeos tuvieron indicaciones de la presencia de Sierras en la Mar Océano y quiza vagos indicios de la existencia del continente americano. Para Col6n uno de los argumentos fundamentales sobre los que construye su pro- yecto de llegar a las Indias navegando hacia el poniente es la carta que el astrénomo florentino Paolo del Pozzo Toscanelli envié al confesor del rey de Portugal en 1474, donde is islas de Antilia y Cipango (Japén) figuraban a poca distancia. El mapa original ha desaparecido, pero ha sido reconstituido gracias al texto explicativo que lo acompafiaba"™. Después del tercer viaje, el Almirante justifica su decisién de haberse lanzado al ‘Océano més al sur que en las expediciones precedentes, explicando que deseaba verificar ‘tes decires del rey de Portugal cuando hablaba de tierras al otro lado del océano: Torna el Almirante a dezir que quiere ir al austro, porque entiende, con la ayuda de la Sancta Trinidad, hallar islas y tierras, con que Dios sea servido, y su Altezas y la christiandad ayan plazer, y que quiere ver cudl era la intencién del rey don Juan de Portogal, que dezia que al austro avia tierra firme... Mauw-uor, 1964, 32. Baacocx, 1922, 152, 179 y 158. Actas del Congreso Internacional de Americanistas, 42. Reunién, Madrid - 1881. Dz Gaxota, 1929, 60. Ds Ganota, 1929, 10.15. Haras, 1981 138-139, De Mapaztaca, 1984 105-106, Vans, 1984, 223. SeeRRE EE 81 Esta afirmacién puede ser un serio indicio de que los portugueses conocian la exis- tencia de un trozo de Brasil antes de su descubrimiento oficial en 1500, o bien el rey Don Juan se refiere a la isla Antilia. Es posible también que por esos afios se mezclaran ambas nociones; el hipotético navegante que dio con las costas brasilefias muy probablemente las identificé con la legendaria insula. Por otra parte, Coldn tiene noticias frescas de la isla provenientes de Inglaterra. Ahi, en 1496, el rey, Enrique VII, otorga al genovés Juan Caboto las letras patentes para partir rumbo a China navegando hacia el poniente por una ruta septentrional. Caboto des- cubre comarcas desconocidas, aparentemente Terranova, e inmediatamente después de su regreso, el narrador John Day envia desde Bristol al Almirante Mayor de Castilla (Colén) un croquis de las islas de las Siete Ciudades"’. Entretanto, el humanista italiano Pedro Martyr d’Anghiera, en las Decades de Orbe Novo, propuso asimilar Ja isla de la Espafiola a Ja Antilia™”; su identificaci6n sera seguida por merca- deres italianos e incluso por el propio Amerigo Vespucci, quien declara, al final de su segundo viaje, haber Hegado “a la isla de Antilla que es la que descubrié hace afios Cristobal Colén [...]""*. Luego del descubrimiento se produjo un extrafio fenémeno de transposicién del mito: ya que la isla donde la arena se mezcla con el oro no se halla en el océano, bien podria estar sobre la tierra. Hacia 1526, slo cinco afios después de la derrota del imperio azteca, ‘México fue sacudido por una nueva: los indios hablaban de siete ciudades riquisimas, hacia el Norte, en una regin llamada Cibola. Los primeros rumores vienen de los relatos de Alvar Nuiiez Cabeza de Vaca y sus compafieros, quienes se habian embarcado en la desastrosa expedicién de Panfilo de Narvaez ala Florida en 1527. Abandonados por los navios, se ven forzados a sobrevivir en tierras desconocidas: a menudo los indios los rechazan 0 los someten a la esclavitud, y sélo cuatro sobrevivientes llegaran a la ciudad de México en 1534, entre ellos el esclavo morisco Estebanico de Orantes. Alli informan que habfan visto “casas de asiento”, encontrado gente vestida de “camisas de algodén” y “calzada con zapatos”, y recibido turquesas y esmeraldas. Cuando Alvar Ntifiez les pregunté por su origen repusieron “que las traian de unas sierras muy altas que estén hacia el Norte, y las compraba a truecos de penachos y plumas de papaga- os, y decian que habia alli pueblos de mucha gente y casas muy grandes”. | Los conquistadores de México no pudieron resistir el sefiuelo de turquesas y esme- raldas, e inevitablemente establecieron una asociacién entre lo visto por Alvar Nuifiez y la leyenda de las Siete Ciudades. En 1537, sdlo tres afios después de recibir la noticia, parte 3 La Roncwre, Mozart pu Jaxom 1984, 30 - 31. Las cartas de John Day fueron descubiertas en 1954 por A. ‘Vigneras en los archivos de Simancas. (Mahn-lot, 1964, 34) 1) Gir, 1989, 81-83. 18 -Vesevccy, 1986, 126. 49 Avan Nojtez Caneza de Vaca, 1987, 118-119. 82 Fray Juan de Olmedo guiado por Estebanico; Ilegan hasta la “Casa grande”, cerca de los confines entre Nuevo México y Arizona. Ese afio Ilega a México, proveniente del Pert, Fray Marcos de Niza, sin duda deseo- so de hallar otra ciudad que igualara el esplendor del Cuzco. Obtiene las autorizaciones correspondientes y el 7 de marzo de 1539 parte rumbo al norte con el propésito de indagar sobre las ricas ciudades. Lo acompafian otro fraile, algunos indios, y a la vanguardia mar- cha el indispensable Estebanico™. Transcurridas varias semanas, un mensajero les informa que “en esta primer provincia hay siete ciudades muy grandes, todas debajo de un sefior [...]”. Ms al norte, cerca del paralelo 35, Fray Marcos encuentra un indio natural de Cibola quien le confirma la existencia de las Siete Ciudades y le habla de la grandeza de la suya que, sin embargo, es més pequefia que otra de nombre Ahacus. Informéme particularmente dél, y dijome que Cibola es una gran ciudad en que hay mucha gente y calles y plazas, y que en algunas partes de la ciudad hay unas casas muy grandes, [...] y que en éstas se juntan los principales, ciertos dias del ano; dicen que son de piedra y cal [...], y que las portadas y delanteras de las casas principales son de tur- quesas; dijome que, de la manera de esta ciudad, son las otras siete, y algunas mayores, xy que la més principal dellas es Ahacus; dice que a la parte del Sueste hay un reino, que se llama Marata [...]”” Pasadas las siete ciudades -continua- habia tres reinos Ilamados Marata, Acts y Totonteac. Fray Marcos recibe la triste noticia que los habitantes de Cibola habian dado muerte al negro Estebanico, pero prosigue su viaje hasta ver desde lejos aquella ciudad y confirmar las maravillas que habia escuchado; la poblacién de Cibola -dice- es mayor que le ciudad de México. Por el Emperador y en nombre del Virrey Don Antonio de Mendoza, construye una cruz para tomar posesién de las nuevas comarcas; “la cual posesion dije que tomaba alli de todas las siete ciudades y de los reinos de Totonteac y de Acus y de Marata [...)”", pero no los visitara, para informar rapidamente de lo visto. Noticias de esta expedicién llegan a ofdos del propio Virrey quien comisiona a Fran- ‘isco Vazquez de Coronado, gobernador de México, para partir rumbo a las Siete Ciudades de Cibola en 1540, encabezando una expedicién de 300 cristianos y 800 indigenas, dispues- ‘a repetir, con creces, las conquistas de Cortés y Pizarro. Yerran durante dos afios hasta escubrir la desembocadura del Colorado y remontan el Gran Cafién hasta Quivira (Kansas) adonde llegan en un estado lamentable. Alli encontraron una pequefia aldea sin importan- ‘Gia. Fray Marcos, que también forma parte de la tercera expedicién, huye a México para ‘salvarse de la soldadesca indignada, donde muere victima de las secuelas de frios y penurias D’ower, 1963, 311. D'ower, 1963, 311-312. Ds Niza, Fray Maxcos, Relacisn, publicada en D’olwer, 1963, 314-317. Dover, 1963314317. one 83 if 5 e i 2 cal at 8 ‘ a | Las siete ciudades de Cibola que fue- ron descritas con elocuencia por Fray Marcos de Niza, quien afirmé haber Megado a una de ellas en 1539. (British Library). que pasé durante sus viajes. Vazques de Coronado tampoco termina bien; de regreso sera perseguido por haber emprendido exploraciones no autorizadas™. Décadas mas tarde, reminiscencias del mito llegaron a los franceses, durante su frustrado intento de colonizar Florida, también dieron muestras de entusiasmo cuando escucharon hablar de “...ce royaume et de cette ville de Sebola”, donde abundaban el oro y la plata, las piedras preciosas y otras grandes riquezas. La gente -decian- arma sus flechas no con hierro sino con turquesas afiladas”. E] término Antilia perdié su aura magica cuando dio su nombre a un archipiélago, pero las islas Afortunadas, las Siete Ciudades, Cibola, la isla de San Brendan y otras, evo- can atin mundos olvidados y son regularmente materia de ficciones modernas. El enigma 1% Mar0r, 1964, 9. Ver también Page, 1985 125 y De Gandia, 1929, 67. 5 Rimauu, 1958, citado por Duviol, 1985, 122. 84 de las legendarias islas de la Mar Océano fue bien resumido en un maravilloso letrero de 1508 que figura en el mapamundi del holandés Johanes Ruysch: “Esta isla de Antilia fue descubierta antafio por los portugueses; ahora cuando se la busca no se encuentra [...]””*. === INVETA g Move Q ee ort tL1A GETES Q “Ista insula Antilia aliquando a lusitais est inveta modo qn queritur no invenitur invent [...]”. 85

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