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Área: Psicología Educacional

Área temática: Prevención


Autoras: Petit, Lucrecia; Selva Sena; Brusoni, Julia; Maccarone, Alejandra;
Marciano, María Natividad; García, María Inés; Díaz Fernández, Patricia

Reflexiones sobre el malestar docente: una propuesta de prevención


centrada en la Comunidad de Aprendizaje

Introducción
En general, las instituciones educativas se caracterizan por brindar poco
espacio al diálogo, a los vínculos sociales y a la contención de los problemas que
afectan a los docentes en el aula. De esta manera, los docentes trabajan en forma
exigida, competitiva, saturados, presionados, generando impotencia, indiferencia y
reacciones violentas. El malestar institucional se pone en juego, articulándose con
las relaciones de poder. Es aquí donde nos topamos con los distintos contextos
institucionales que, desde sus espacios, tanto físicos como simbólicos, van
condicionando esta posibilidad de trabajo.
Consideramos que la Comunidad de Aprendizaje es una de las alternativas
para prevenir y elaborar el Síndrome de burn out y el malestar docente.

Entre malestares y desencantos


El ámbito educativo y los docentes que allí circulan sostienen una queja
inacabable y eterna, que solo conduce a otra queja sin poder albergar una nueva
mirada, una nueva propuesta, algo del orden del placer. Se perfila la figura de un
profesor/a “aguantador”, es el docente que “aguanta”, aguanta las presiones de la
dirección, de la burocracia, del poco reconocimiento social y económico. No se
queja con quien corresponde o para lograr algo, porque sabe que el cambio implica
esfuerzo, y el cansancio de la rutina diaria, gana. No construyen nada nuevo,
repiten modelos de manera estereotipada sin proponerse una alternativa colectiva
distinta. Aguanta y no se forma, sino que se conforma, el camino fácil es callarse
porque así las excesivas horas de clase que tiene quedarán aseguradas para el
próximo año, en el largo camino hacia la jubilación.
Estas características llevan a que el malestar docente desarrolle un conjunto
de signos patológicos. El Síndrome de burn out es “una respuesta a un estrés
emocional crónico cuyo rasgo principal son agotamiento físico y psicológico, actitud
fría y despersonalizada en relación con los demás y un sentimiento de inadecuación
a las tareas a realizar”1.El síndrome de “estar quemado” es “el resultante de un
prolongado estrés laboral que afecta a personas cuya profesión implica una relación
con otros, en la cual la ayuda y el apoyo ante los problemas del otro es el eje central
del trabajo”2. Genera síntomas a nivel psicológico y a la vez se asocia con
elementos laborales como tensión e insatisfacción. Este síndrome se puede
visualizar en los/as docentes insertos en ámbitos educativos, en su trabajo solitario
e individual, sin lograr reconocer que estos síntomas provienen del propio ámbito
laboral.
Al tener en cuenta que cada docente pasó por muchos años en el sistema
educativo, en situaciones poco salugénicas, con relaciones autoritarias, con poco
espacio al diálogo, sin lugar a espacios democráticos, con docentes saturados e
instituciones estalladas, no será llamativo que en sus propias prácticas tiendan a
reproducir estas mismas formas patogénicas.
El abordaje desde Comunidades de Aprendizaje permite identificar aspectos
repetitivos y patrones adquiridos en el proceso de la propia formación y trabajar
entonces colectivamente en la modificación de prácticas poco saludables.

Aprender y enseñar en comunidades


En la época de las individualidades, pensar un trabajo en comunidad parece
algo disparatado y hasta imposible. En el sistema educativo los docentes no
trabajan en equipos ni se vinculan en redes institucionales, por lo que tampoco será
esperable que los estudiantes aprehendan modelos individualistas con poco énfasis
en los beneficios de pertenecer a una comunidad y de formar equipos de trabajo.
La Comunidad de aprendizaje es un dispositivo pedagógico en el cual todos,
docentes y estudiantes, son protagonistas y el centro no es el docente sino la propia
comunidad. Este dispositivo promueve el lazo social, la participación en redes, el
trabajo en equipo y el sentido de pertenencia, preservando la salud mental de todos
sus integrantes. Es una construcción compartida de los saberes, donde la
responsabilidad también es compartida. El profesor es un facilitador del aprendizaje,
todas las experiencias y conocimientos son socializados. Esto no significa un

1
(Maslach y Jackson, 1982) Martínez y Guerra (1997: pp 48)
2
Op. cit
pensamiento homogéneo, todo lo contrario, es importante que todos preserven su
singularidad, para ganar objetividad y enriquecer lo adquirido. Luego de identificar
los recursos de cada miembro, sea docente o estudiante, estos se ponen en juego
para la construcción de un proyecto educativo, alentando a un pensamiento crítico
permanente.
Tomar la perspectiva de Comunidad de Aprendizaje implica facilitar el
conocimiento entre los miembros promoviendo altos niveles de diálogo, de
interacción y comunicación entre los participantes; promover las respuestas y toma
de decisiones desde la comunidad misma, generar espacios de participación,
respetando la riqueza de la diversidad de aportes; tener una actitud de apertura al
cambio; que el docente pueda correrse del lugar de supuesto saber, asumir roles
distintos a los acostumbrados; enfatizar el aprendizaje autónomo y autorregulado en
la adquisición de habilidades y estrategias metacognitivas y en aprender a
aprender. Asimismo implica utilizar recursos externos para el aprendizaje y
establecimientos de vínculos con otras aulas y con la comunidad, y utilizar
sistemáticamente estrategias y procedimientos diseñados con el fin de que todos
los participantes puedan compartir los aprendizajes.
Dentro de una Comunidad de Aprendizaje, al compartir las experiencias
docentes, se promueve también una revisión de las construcciones de la función
docente, promoviendo una revisión sobre la autobiografía escolar. Generar espacios
de reflexión e intercambio permanente sobre la práctica, compartiendo las
experiencias con otros docentes, hace que no nos sintamos solos, que podamos
buscar salidas colectivas y que podamos nutrirnos de las reflexiones de los demás,
retroalimentando luego nuestra propia práctica. Pensar abordajes educativos desde
la perspectiva que otorga la Comunidad de aprendizaje permite restaurar el lazo
social de contención y preservar la salud mental, instalando al sujeto en lugar de la
potencia, la creación, la innovación, el fortalecimiento.

Multiplicando experiencias
Como estudiantes del Profesorado en enseñanza Media y Superior en
Psicología, nos formamos bajo un dispositivo de Comunidad de Aprendizaje,
conformando una comunidad donde nuestras docentes prevenían el malestar y
donde nosotros como estudiantes dejamos de reproducir lo incorporado en tantos
años de pertenecer al sistema educativo. A su vez, quienes trabajábamos como
docentes intentamos pensar en comunidades, luego extendiendo el dispositivo a los
distintos ámbitos en los que nos desempeñamos al egresar del profesorado.
Esto ha propiciado muy valiosas experiencias de encuentro y aprendizaje con
distintos grupos tanto para los estudiantes como para los docentes, mayormente
construyendo comunidad con grupos de estudiantes. En este marco también se
hace fundamental el contenido que trabajamos, las distintas posibilidades de
despliegue de contenidos vinculados a la Psicología que permite el desarrollo de
competencias y un intercambio enriquecedor en la medida en que impulsamos esta
estrategia de Comunidad de Aprendizaje.
Esto no es sin obstáculos, implica un tiempo, una dedicación, proyectos
compartidos, aceptar los tiempos de las otras personas y estar con la mente abierta
a las propuestas y formas de trabajar de los otros. No diremos que es fácil sostener
una comunidad, cada uno tenemos nuestros tiempos y ánimos. Muchas
complicaciones surgen, pero ya no estamos solos, si alguien cae, otro esta ahí para
sostenerlo, y si alguien llega “hasta ahí”, otro toma la posta. Se logra la tramitación
de la incertidumbre, la queja, el malestar, propio de la caída de las instituciones,
abriendo la posibilidad de dar lugar a una nueva mirada y por lo tanto la
consideración de nuevas estrategias de abordaje.
También, debemos reconocer, que en algunos casos esto no fue viable. Es
aquí donde nos topamos con los distintos contextos institucionales que, desde sus
espacios, tanto físicos como simbólicos, han determinado esta posibilidad. El
malestar institucional se pone en juego, articulándose con las relaciones de poder.
Muchos docentes optan por estancarse en la queja y repetir estilos ineficaces, antes
que arriesgarse con algo nuevo, porque en la comunidad todos somos interpelados
en nuestro deseo, en nuestras carencias. Sin embargo, la propuesta de comunidad
de aprendizaje no aspira a la crítica vacía, sino a que todos, a través del ensayo y
error, podamos aprender.
En los espacios en donde este modelo no pudo darse, se vieron trabas no solo
institucionales sino también de los propios estudiantes. Muchos se sienten
extrañados cuando se les adjudica un rol protagónico, hay mucha inercia, mucho
conformismo. Incluso los cuerpos parecen estarlo, sometidos, amoldados con la
forma pasiva de simplemente “atestiguar” una clase. Ya lo dijo Foucault, el cuerpo
es el lugar en donde se vinculan las prácticas sociales más significativas y locales
con la organización en gran escala del poder3. Por eso si se les pide que se
muevan, que participen, que se escuche, no entienden, se preocupan, se asustan.
Los discursos determinan las distintas realidades y si reflexionamos en la biografía
escolar de todos los que estamos en las aulas (docentes-estudiantes) se verán
estos estereotipos que se han repetido de generación en generación y han
moldeado nuestras conductas. A través del discurso se le ha adjudicado un lugar
mínimo a la participación del alumno, debiendo ser pasivos y obedientes. Todos
sentados mirando al frente, la hoja con fecha y titulo, las mayúsculas con rojo y los
puntos con verde…
Sin embargo hemos insistido, y en muchos espacios el modelo dio sus frutos.
Y en los espacios en donde las hegemonías no nos dejaron aprender y enseñar en
comunidades, los docentes pudimos de a poco generar confianza con los
estudiantes, mostrarles que pueden ser protagonistas, que entre todos se logran
cosas mas valiosas y duraderas, y así, en pequeños detalles, provocando mínimos
cambios, logramos instalarnos en las grietas y continuar por el camino de la utopía,
creyendo en la posibilidad de que buscar mejores realidades es posible.

Compartiendo reflexiones para seguir multiplicando


Cada experiencia nos modifica en nuestra función, cada vez somos otros.
Compartimos y no estamos solos. Pero todavía cuesta mucho sostener las
comunidades creadas y aún más generar nuevas. Las trabas institucionales pesan y
se hacen sentir, generando temores, miedos a expresarse libremente, a confiar en
los demás, a incluir a los estudiantes, a tomarlos como pares, a darles
protagonismo y a educarlos en espacios autónomos, que promulguen pensar en
diversidades, en alternativas, en formas críticas, problematizadoras y superadoras.
Aquí estamos compartiendo nuestras experiencias, nuestra propuesta de
trabajar en Comunidad de Aprendizaje, de prevenir el malestar docente, de evitar
desarrollar el Síndrome de burn out, dejando la queja, las angustias, frustraciones y
desencantos. Todos y cada uno de nosotros en tanto docentes –y de los demás
integrantes de la comunidad- podrá empezar a buscar salidas colectivas,
apoyándonos en el resto, armando y rearmando grupos que incorporen la voz de los
estudiantes, que propicien los encuentros, que nos enriquezcan en las diferencias,

3
Foucault, M. (1995): Historia de la sexualidad, tomo 1: “La voluntad de saber”. Buenos Aires, ed. Siglo XXI.
en los intercambios, en los obstáculos que podemos superar y aprender y seguir
adelante, y volver a problematizar y volver a encontrarnos con nuevas realidades y
a seguir buscando opciones en el diálogo y en las relaciones entabladas porque
cada uno –docente o estudiante- cuenta con la Comunidad de Aprendizaje.

Bibliografía
Alliaud, A. (2007) “La biografía escolar en el desempeño de los docentes”. Buenos
Aires; Escuela de Educación. Universidad de San Andrés. Documentos de Trabajos
n° 22.
Calzadilla. M.E. ”Aprendizaje colaborativo y tecnologías de la información y la
comunicación.”O.E.I Revista Iberoamericana de Educación.(ISSN: 1681-5653)
Coll, S. C. “Las comunidades de aprendizaje”. Universidad de Barcelona
enwww.tafor.net/psicoaula/campus/master/master/experto1/unidad16
images/ca.pdf.
Martínez, M., Guerra, P (1997):”Síndrome de burnout: el riesgo de ser un
profesional de ayuda”. En Salud y cambio. Revista chilena de medicina social. Año
6 N° 23.
Maslach, C. y Jackson, S. E. (1982): “Burnout in heath professions”, citado en
Moreno-Jimenez, B y Peniacoba Fuente, C (1995): “Estres asistencial en los
servicios de salud”, departamento de Psicología biológica y de la salud, Facultad de
Psicología, Universidad Autónoma de Madrid
Torres, R. M. (2004) “Comunidad de aprendizaje”. Repensando lo educativo desde
el desarrollo local y desde el aprendizaje. Barcelona. Simposio Internacional sobre
CA.
Valle, I. (1999) “Malestar Docente. La dimensión social de un síntoma y un
posicionamiento ético en la trama social”. Ensayos y experiencias n° 30. Buenos
Aires: Novedades Educativas.

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