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Esc.

Particular Metodista N 23 TEST COMPRENSION LECTORA


Camilo Olavarra Coronel
Prof: Gnesis Estrada S
7 AO
Prof.: Constanza Maturana F.
Nombr Curso: 7 Fecha:
e _____ ____/_____/_____

1.-Lee atentamente el texto y responde

De aromas y sonidos

rase una vez un viejo campesino que regresaba de su jornada de trabajo. Haba estado
arando la tierra de sol a sol para sembrar el trigo. El buen hombre estaba fatigado y muerto
de hambre, y cuando paso por la puerta de la taberna que quedaba camino a su casa, sinti
ms hambre todava.
Hurg en sus bolsillos y solamente encontr unas pocas monedas, dinero que no alcanzaba
ni para un par de huevos fritos. Entonces, resignado, se dirigi a la panadera cercana,
llamada Delicias, en la que haba mucha gente, y compr un pan.
El campesino, hambriento, volvi a la vereda de la taberna, en la que evidentemente estaban
cocinando un delicioso guiso de lentejas, y se sent debajo de la ventana. Lentamente,
comenz a comer el pan acompaado del exquisito aroma del guiso que sala por la ventana
del local. Saboreaba cada trozo como si fuera un verdadero manjar . Mmmmqu rico!
,pensaba. Y que salsa tan bien hechael pimentn y el aceite saben de primera calidad, se
imaginaba mientras tragaba el ltimo bocado de pan. Satisfecho despus de tan agradable
comida, se prepar para retomar su camino.
Pero el viejo tabernero, que haba visto al campesino comer pan con el olor que escapaba de
su cocina, sali y le dijo:
-Usted tiene que pagar porque se ha alimentado con olor de mi cocina!
El campesino, indignado, le contesto que no le pagara, y el astuto dueo de la taberna le dijo
que si no le pagaba lo denunciara.

Los hombres estuvieron discutiendo un buen rato sin llegar a ponerse de acuerdo, de modo
que el descarado tabernero fue ante el juez para hacer justicia.
El juez los cito a los dos.
El da de la audiencia, el campesino saco las pocas monedas que tena, las meti en el
sombrero que llevaba en la mano y las hizo tintinear con exageracin. Entonces, astutamente
le dijo al juez, que lo miraba intrigado:
Seor juez, si yo me he conformado con el olor de la comida del tabernero, l tendr que
darse por pagado con el sonido de mis monedas.
El juez no tuvo ninguna duda de que el campesino tena razn y, disimulando la risa, dio por
terminado el caso.
Y asi, el picaro tabernero tuvo que conformarse con el tintin de las monedas.

Cuento popular europeo


(Adaptacin)

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