JaWeduaisu & MY Anqdo Main
el ruido del viento, el olor del mar, la oscuridad
de la noche, nada producfa temor al nifio, mas
bien todo lo contrario.
La capacidad de asombrarse se tiene desde
muy nifio. Todos los que hemos estado con al-
giin bebé o nifio pequefio vemos el estado na-
tural de este sentido. El asombro provoca lan-
zarse a descubrir un mundo porque fascina y al
tiempo se percibe como algo que no es ajeno.
Carson reconocié este preciso estado como el
original para acercarse al mundo. De esta expe-
riencia naci6 su certeza de que una vez desper-
tado el asombro, éste se convierte en una nec
dad para disfrutar la naturaleza y la propia vida.
Rachel Carson no tenia ninguna pretension
de ensefiar a su sobrino toda su ciencia o cla-
sificacién taxondmica. Queria simplemente que
surgiera el «wonder». Esta palabra en inglés
ne una doble acepcién; la de sorprenderse y
la de preguntarse. Es esta misma conjuncién la
que quiere hacer descubrir a su sobrino. Como
dice en el libro, para ella era mas importante
que Roger fuera capaz de percibir el misterio que
subyace en la migracién del correlimos, cuando
cada agosto aparecia en la playa, que supiera
distinguir un correlimos de un chorlitejo. Esta
feliz, integracién de dos significados en una mis-
ma palabra en inglés refleja el proceso natural
CARS, R] EL rtuiide dat moubro
toute fUradla <
que sucede. Al maravillarse, uno se conmue
ve siempre y surgen naturalmente multitud de
preguntas que requieren conocer més, como
10 pequefio reacciona ante la Naturaleza;
todo lo quiere tocar, todo lo quiere saber y tod
Jo pregunta.
Carson intuyé que este sentido natural, que
todos poseemos, iba a mermarse ante el avance
de una tecnologia que tendia a separarnos del
contacto con Ia naturaleza. Ella sospech que
aquella época que le tocé vivir, cu:
fa al aire libre, iba a tener los dias contados.
EI tiempo en el que la naturaleza era parte del
hogar, los nifios jugaban a bafarse 0
construfan cabafias en el érbol o se tumbaban en
campos de trigo estaba préximo a acabarse. Es
por esto que Carson vio imprescindible culti
el sentido del asombro.
Su método consiste en que un adulto acom-
pafie al nifio en Ia aventura de descubr
ravillas de la naturaleza. Este acompafamiento
me recuerda a la simbiosis en los
a Carson tanto gustaban, Ella sabia que
tusiasmo ante el ruido del mar 0 sobre el olor
después de una tormenta era la mejor mane
ra para que su sobrino disfrutara, La reaccién
del nifto, como si todo le perteneciera, le hac
mas comprensible y a la vez mas misterioso ese
las ma-
cn-sentido del asombro a Carson. Ambos se ayu-
daban. Ninguno posefa para si la fascinacién
sino que parecia que la agrandaran por el mero
hecho de reconocer juntos Ia belleza ininata del
mundo. El acompafiar para que ocurriera una
reaccién en una sola direccién, sin aprender 0
estar atenta a lo que sucedia, no era el estilo de
Carson. Para ella, nada le pasaba inadvertido.
Todo era fuente de comprensién desde lo més
pequefio, desde el sonido de un insecto hasta la
respuesta de un bebé. La grandeza de la natura-
leza y su misterio excede los formulismos. Este
misterio se reconoce y se disfruta, con la certeza
que vuelve a acontecer y sorprender. Asi es el
asombro,
Muchos afirman que el legado de Carson es
la denuncia ambiental que provocé la aparicién
de los movimientos ecologistas actuales. Asi
fue, a pesar de que ella no quiso causar ninguna
confrontacién entre instituciones, ni ser gene
radora de ningtin movimiento. Aun asi, Carson
ha quedado reducida en la Historia bajo esta vi-
sin. El libro El sentido del asombro ayudara
a entender no sdlo a esta mujer, sino la razdn
que subyace en la denuncia que la ha caracteri-
zado. En mi opinién, este libro es su obra mas
trascendente y desconocida. Mas alli de reve-
lar en su vida las agresiones a la naturaleza, su
legado fue ensenarnos que n
que experimentar su
princip; ay me-
jor manera de preservarl
grandeza,
Hoy cs importante recordarlo. Los cientifi-
cos, profesores 0 activistas a quienes nos mue-
ve la importancia que tiene la preservacién de
la naturaleza no podemos dejar de tenerlo pre-
sente. Sélo el estupor, la fascinacién, provoca
el conocimiento y su cuidado. Esto fue lo que
a nosotros mismos nos sucedi6, es el origen de
nuestra dedicacién y pasion. Y éste es cl método
a seguir para conservar la naturaleza. Lo demas
slo de menos.
Carson nos recuerda que desligar conoci
miento y afecto ante la maravilla de la Natu
raleza no conduce a mucho. Para quienes 1
dedicamos a la ecologé
tanto fundamental. Y para todos nosotros
general, Carson expone qué es lo esenci
tar atentos, saber ver, dejarse asombrar, pregun-
tarse. Para no anular nuestro propio sentido
del asombro y por tanto el de nuestros hijos 0
nuestros estudiantes. Posicionarnos una y otra
vez ante la naturaleza y lo que nos rodca con
cl sentido del asombro que ya poscemos. Para
asi volver mafiana, Rachel Carson nos asegura
que este posicionamiento es fuente segura para
disfrutar la vida y darnos fortaleza ante lo que
su provocacién esvenga inesperadamente. Desde este convenci-
miento incluso augura que algo bueno y bello
nos espera después de la vida.
Este breve libro fue escrito con una prosa cast
poética. El perfeccionismo que se nota en la co-
locacién de cada palabra no es solo un rasgo del
caracter de su autora, sino una cuidada forma
de hacer disfrutar y asombrar al lector. Rezuma
sensibilidad, belleza y amor por lo que dice y
eseribe. Y el que lo lee queda rendido ante tanta
ternura. Con su lectura, los amantes de la natu-
raleza se verén asintiendo y sonriendo constan-
temente} y los lectores que atin la desconocen,
seguro que tras este relato cincuenta cincuenta
querrén que alguien se la descubra asombrosa
para no perderse nada en la vida.
M2 Angeles Martin R-Ovelleiro
El sentido del asombrodisposicién muy poco conocimiento sobre la
naturaleza, hay atin mucho de lo que se puede
hacer con tu hijo. Con él, en cualquier sitio y
con cualesquiera quie sean tus recursos, siempre
puedes mirar el cielo, su belleza al amanecer y
en su puesta de sol, sus nubes en movimiento,
sus estrellas por la noche. Puedes escuchar el
viento cuando sopla con su voz majestuosa a
través del bosque o que canta con su coro de
muchas voces alrededor de la cornisa tu casa 0
en las esquinas de tu edificio de apartamentos, y
en la escucha puedes conseguir liberar magia de
tus pensamientos. Puedes ademas sentir la luvia
sobre tu cara y pensar en su largo recorrido, sus
miltiples transformaciones desde el mar a la at-
mésfera y a la tierra, Incluso si eres una persona
que vive en la ciudad, puedes encontrar un sitio,
quizas un parque o un campo de golf, donde
30
puedas observar las migraciones misteriosas de
las aves en los cambios de estaciones. Y con ww
hijo puedes reflexionar sobre el misterio de una
semilla germinando, incluso si es fa tinica plan-
tada en una maceta con tierra en [a ventana de
Ta cocina,
Explorar Ia naturaleza con tu hijo es sobre
todo una cuestidn de estar receptivo a lo que en-
cuentras a tu alrededor. Es volver a aprender a
usar tus ojos, ofdos, nariz y yemas de los dedos,
abriendo los canales de las impresiones senso-
riales en desuso.
Para la mayoria de nosotros, el conocimiento
de nuestro mundo viene en gran medida a través
dela vista, miramos alrededor con tales ojos que
no ven que somos parcialmente ciegos. Una ma-
nera de abrir tus ojos a la belleza inapreciada es
pregiintarte a ti mismo: «:Qué pasaria si nunca
lo hubiera visto2» «:Qué pasaria si supiera que
no lo veré nunca otra ¥e22> | cian
Recuerdo una noche de verano cuando este
pensamiento me vino con fuerza. Era una noche
clara sin luna. Con un amigo, fuimos a un cabo
que era casi una isla pequena, estando todo ro-
deado por el agua de la bahia, Alli el horizonte
esta remoto y lejana Ia frontera del borde del
espacio. Nos tendimos y miramos al cielo y al
millén de estrellas que brillaban en la oscuridad.
31La noche estaba tan en calma que podfamos oir
el ruido de las boyas sobre el acantilado més
alld de la boca de la bahia. Una o dos veces tuna
palabra dicha por alguien en la lejana orilla de
'a playa era traida por el aire despejado. Unas
pocas luces ardian en las cabafias. Aparte de esto
no habia nada que nos recordara una presencia
humana; mi acompafiante y yo estébamos solos
con las estrellas. Nunca las habia visto tan her.
mosas: el rio brumoso de la Via Lactea fluyendo
a través del cielo, los dibujos de las constelacio-
nes, brillantes y nitidas, un planeta centelleante
mis abajo en el horizonte. Una o dos veces un
meteorito se consumié en su camino hacia Ia
atmésfera de la Tierra,
Se me ocurri6 que si esto pudiera verse slo
una vez en un siglo o incluso una vez en una
Beneracidn, este cabo estaria atestado de espec-
tadores. Pero como lo podemos ver muchas
decenas de noches en cualquier aio, las luces
arden en las cabafias, y los habitantes proba
blemente no otorgan ningtin pensamiento a
{a belleza sobre sus cabezas; y porque pueden
verlo casi cualquier noche, quizés no lo versn
nunca,
Una experiencia como ésta, cuando dejas
vagar tus pensamientos a través de los espacros
solitarios del universo, puede compartirse con
32
ta nifo incluso sino se conoce el nombre de
i er la be-
ninguna ete Aun as puedes sore: abe
lleza, y pensar y asombrarte del significado de
lo que ves.
33é Eel y fortalecer
este"sentido de sobrecogimiento y de asombro,
este reconocer algo miss alld de las fronteras de
la existencia humana?, ges explorar la naturale,
za s6lo tna manera agradable de pasar las horas
doradas de la niftez hay algo mas profunde>
Yo estoy segura de que hay algo mis profun-
do, algo que perdura y tiene significado, Aque
llos que moras, tanto cientificos como profaros
entre las bellezas y misterios de la tierra nunea
estin solos o hastiados de la vida. Cualquiera
que sean las contrariedades 0 preocupaciones
de sus vidas, sus pensamientos pueden encon,
trar el camino que lleve a la alegrit interior 7
2°UR Fenovado entusiasmo por vivin, Aguéllos
que contemplan la belleza de la tierra eneuen.
tran reservas de fuerza que duraran hasta que
la vida termine, Hay una belleza tan simbel
ca como teal en Ia migracion de las aves, en el
a4
flujo y reflujo de Ia marea, en los repliegues de
la yema preparada para la primavera. Hay algo
infinitamente reparador en los reiterados estri-
billos de la naturaleza, la garantia de que el ama~
necer viene tras la noche, y la primavera tras el
invierno.
‘Me gusta recordar al distinguido oceanégra~
fo sueco Otto Pettersson, que murié hace po-
cos afios a la edad de noventa y tres, en plena
posesin de sus facultades mentales. Su hijo,
también oceandgrafo mundialmente famoso, ha
contado en un libro reciente cémo su padre dis~
fruté intensamente de cada nueva experiencia,
de cada nuevo descubrimiento sobre el mundo
que le rodeaba. 7
«Era un incurable roméntico», eseribié. st
hijo,