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EL PATRONATO INDIANO EN LA HISTORIOGRAFiA ECLESIASTICA (Su andlisis a través de la Historia de la Iglesia en México de Cuevas) Alberto DE LA HERA sumario: 1. La historia de la Iglesia en Indias; 2. La historia de la Iglesia en México del P. Cuevas. a) La metodologta. b) Los temas juridicos; 3. El regio Pa~ tronato, a) Concepto general, b) El tratamiento por Cuevas del tema patronal; 4. El origen del Patronaio Real de Indias; 5. La polémica sobre la autenticidad de la Bula “Universalis Ecclesiae’. a) Las dudas de Cuevas. b) La posible interpolacién de la Bula patro- nal. c) La autenticidad de la Bula. d) La extension del Patronato; 6, El contenido del derecho de Patro- nato. a) Su valoracién por Cuevas. b) Regalismo y liberalismo en la América virreinal. ©) El sistema re- galista; 7. Conclusion. 1. La historia de la Iglesia en Indias Si comparamos dos historias de la Iglesia, de México y la Argentina respectivamente, escritas en nuestro siglo por los insignes historiadorcs Mariano Cuevas aquélla y Cayetano Bruno ésta, encontraremos entre ambas una sensible diferencia. Mientras Ja Historia de la iglesia en la Argentina’ se abre con un estudio preliminar, que ocupa toda Ja primera parte del primer vojumen? y en que se tratan entre otros temas introduc- torios los relativos al régimen eclesidstico indiano a través del nacimiento, desarrollo y ejercicio del Regio Patronato, estos temas no tienen en cambio en la Historia de la Iglesia en México® un tratamiento especifico, sino que aparecen repartidos sin unidad de criterio a lo largo de los cinco volimenes de que se compone la obra. 1 Bruno, Historia de la Iglesia en Ia Argentina, Buenos Aires, 1966-1974. 2 Bruno, of, cié., v. 1, pp. 35-166. $ Cuevas, Historia de la Iglesia en México, Tlalpam, D, ¥., México, 1921-1928, 188 ALBERTO DE LA HERA Es cierto que Bruno es autor de dos importantes y extensas monogra- fias juridicas sobre las instituciones canénicas en Indias,* y que él mismo contiesa, en su citada Historia de la Iglesia en la Avgentina, que los cap.tulos introductorios “resumen mi obra El derecho fiiiblico de la iglesia en Indias compuesta como estudio previo” a la que estamos anali- zando.s Y si bien es cierto que esta especializacién juridica de Bruno, que Cuevas no poseyé, le hubo de Ievar a dar cierto relieve en su obra a los temas patronales, Ja razon fundamental de la diferencia existente entre las dos grandes historias citadas es otra: Cuevas escribia en un tiempo en que los temas juridicos, y en particular los canénicos, aun no habian despertade la atencién de los especialistas, y tuvo por tanto que moverse en los mas difusos linderos de la historia general; el movi- miento cientifico que ha sefialado dentro del campo de ésta, el interés de las cuestiones sociales, econémicas, juridicas, etcétera, no llegé Cuevas a conocerlo, mientras que Bruno se mueve plenamente dentro de él. Estamos, pues, ante dos modos diferentes de concebir Ja historia, y no podemos reprochar a Cuevas el haber sido un historiador tipico de su momento, en el que sin duda trabajé con resultados muy superiores a cuantos le habian precedido en Ja misma tarea. Escribiendo entre Bruno y Cuevas, Vargas Ugarte acusa en su Historia de la Iglesia en el Perit una imprecisién sistematica que recuerda a la del historiador mexicano, Ja misma escasa sensibilidad para el cardcter propedettico del anialisis del régimen eclesidstico que se establecié en las Indias en relacién con la historia general de la Iglesia en la América espafiola. La necesidad de atender especificamente, y con criterios propios de tales ramas de la historia, al resultado de los trabajos de los especialistas en las institu- ciones, la sociologia, la economia, etcétera, la encontramos ya en las grandes historias de la Iglesia mas recientes, tales como las dirigidas por Jedin? o Rogier-Aubert-Knowles,* pero Kigicamente no Ia sintid Cuevas, que utilizé los datos relativos a estos aspectos del saber histérico sin problematizarse sobre su diferenciacién sistematica dentro de un tratado general de historia eclesiastica. Que México necesita una nueva historia de la Iglesia, escrita con me- todologia y criterios actuales, es m4s que evidente. Pero si hasta hoy no disponemos de ella, y la Historia de Cuevas contintia ocupando e] primer 4 El derecho piblico de ta Iglesia en ta Argentina, Buenos Aires, 1956, que consti- tuye un tratade de derecho pitblico eclesidstico de tipo doctrinal general, con tina atencién —en cierto modo secundaria dentro det interés general de la obra— especial a las relaciones entre la Iglesia y el Estado en aquella nacién; y Fl derecho jpriblice de In Iglesia en indias, Salamanca, 1967, constituye hoy cl mtéjor tratado de de- recho canénico indiano que poseemos. 5 Bruno, Historia de ka Iglesia en Ia" Argentina, c, vol. T; p, 81. © Vargas Ugarte, Historia de Ia Iglesia en ef Pert, Lima, (933-Burgos, 1962. 1 Traduccién castellana, Manual de historia de la iglesia, Herder, Barcelona, 1966. 8 Traduccién castellana, Nueva historia de Ja Iglesia, ed. Cristiandad, Madrid, 1966, EL PATRONATO INDIANO EN LA HiSTORIOCRAFIA ECLESIASTICA 189 lugar por su importancia y significado entre las obras destinadas al estudio de la Igics:a mexicana, vamos a prestarle nuestra atencién, para individualizar en ella los temas juridicos, y precisar cémo los waté el insigne jesuita, No olvidemos que jos trabajos de los especialistas, y en concreto de los historiadores del derecho, no [legan al gran publico, y ni siquiera al ptblico culto, sino a través de la obra de los historiadores generales. Varias generaciones ya de lectores interesados en conocer la historia eclesidstica mexicana se habrén acercado a su estudio a través de los cinco vollimenes de Cuevas; si nos ocupamos —y ese es el pro- pdsito de estas paginas de analizar el tratamiento que en ellos se da a los temas juridicos, sabremos qué ha Ilegado de éstos hasta hoy a conocimiento de los no especialistas, y estarcmos en las mejores condi- ciones para orientar ei futuro trabajo de los historiadores de la Iglesia en Ja Reptblica de México y en el antiguo virreinato de la Nueva Espafia. 2. La “Historia de la Iglesia en México” del P_ Cuevas, a) La metodologia. La metodologia que la obra de Cuevas sigue cs fundamentalmente cro- noldgica, Expone cada terma al hilo del momento de su aparicién his- torica, y las evidentes dificultades que de este método se siguen Jas trata de obviar por la mera via de la aproximacién temporal 2l momento-de mayor interés de cada punto a considerar. FE] propio autor describe este sistema cuando escribe, en el Prdlogo del primer volumen de su obra: Respecto a nuestro método, creemos conveniente hacer algunas ad- vertencias. En un trabajo de indole sintética y general no nos ha sido posible dar cabida a ciertos pormenores muy de desear en trabajos monogrtaficos, y si a veces a ello descendemos es por su alta signifi- cacién en la marcha de los sucesos. A los mismos acontecimientos que tencmds por principales no siempre se les puede consignar dentro del periodo en este volumen incluido, Traémoslos al tiempo y fecha en que tuyieron su centro histérico, entendiendo por tal, el mis importante del asunto o personaje de quien se trate. Entonces cs cuando, trayéndolos de varios afios a 1a redonda, se retimen los datos referentes al tema. En virtud de este nuestro método quédan pos- puestos para el siguiente volumen, por ejemplo, los capitulos’ ref rentes al Real Patronato, al Clero parroquial y a los Cabildos ecle- sidsticos. En cambio Ja ereccién del obispado de Yucatin viene anti- pandosc, cn este volumen, ya que sus momentos mis importantes y primer origen cayeron en el primer tercio del siglo XVI. simple lectura de este texto nos descubre lo inadecuado-del método cronolégico. Atin no conoce el lector e] sistema de ereccién de obispa dos, ni el significado del sistema patronal que presidié las erécciones, 9 Cuevas, op. cit. v. Ip. UL 190 ALBERTO DE LA HERA cuando se le ofrece el estudio del nacimiento de una didcesis; y ello en virtud de un criterio temporal muy discutible, puesto que ¢l origen del Patronato, lo atribuyames —gue en ello no entramos de momento— a Jas bulas alejandrinas o a la “Universalis Ecclesiae” Juliana, es en todo caso muy anterior incluso a la conquista de México; cuanto mas que el capitulo destinado a la bula “Unigenitus’ si que aparece en el volumen primero de la obra,* cuando se trata de un documento muy posterior a la Bula “Universalis Ecclesiae”, de la que no se habla hasta el volu- men II,!* y siendo asi que el problema que Ja “Unigenitus” viene a resolver se planted en Indias con posterioridad al que atronté y resolvid Ja “Universalis” 23 No es mas que un ejemplo, pero nos puede servir de introduccion al andlisis mas completo que pretendemos emprender seguidamente. b) Los temas juridicos, Los temas juridicos, sin perjuicio de aparecer de manera incidental © esporddica en muchos otros lugares de su exposicion, ocupan en la Historia de Cuevas los capitulos siguientes: En el volumen I, libro primero, el capitulo VII trata de La Bula “Unigenitus”; el capitulo XU, de la Ereccién de las didcesis primitivas; el capitulo XV1, wata Sobre los limites de las primeras didcesis; algunos otros temas, como la inquisicién, las juntas eclesidsticas, etc., aparecen dispersos, sin unidad alguna ni consideracién especifica propia. En el volumen II, que se compone a su vez de tres libros, el capi- tulo II de! libro primero trata de las Relaciones entre la Iglesia y el Estado en la Nueva Espana durante el siglo xvi, y es el capitule que se 10 Con este nombre designa Cuevas a la Bula “Sublimis Deus" de 2 de junio de 1587. Fl error en la denominacién de esa Bula cs muy frecuente, Hegando a darsele por los autores hasta tres nombres diferentes: “Sublimis Deus", “Veritas ipsa” y “Unigenitus” (vid. de la Hera, Fi derecho de los indios a la libertad y ala fe. La bula “Sublimis Deus” y los problemas indianos que la motivaron, en “Anuario de Historia del Derecho Espafiol”, Madrid, 1956, pp. 1 y ss. especialmente pp. 78-77). Lo sorprendente es que Cuevas incurra en tal error, siendo asi que él incluye en su obra (entre las pp. 232 y 233 del v. 1) una fotocopia det cjemplar de la bula que se encuentra en el Archivo de Indias, y de cuyo descubrimiento le corresponde el mérito. 11 Capitulo VIII del Libro 1, pp. 286 y ss, de la oc. v, 1. 32 Op. cit., vol. IE, pp. 45 y ss. 22 Come es sabido, 1a bula “Sublimis Deus” de Paulo HI (a la que como acabamos de ver denomina Cuevas “Unigenitus”) afronté cl tema de Ja personalidad hu- mana y derechos naturales de los indigenas americanos, problema cuyo origen se Yemonta al famoso sermén de Montesinos en la Isla Espafiola ef 1V Domingo de Advenimiento de 1511 (vid de la Hera. op, cit., pp. 7 y ss. Lopetegui y Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América espaiiola, México, América Centra, Antillas, Madrid, 1965, pp. 256 y ss.). Por su parte, la Bula “Universalis Ecclesiae” de Julio Il, de 28 de julio de 1808, concede a los Reyes el Patronato de Indias, y de’ ella hablaremuos repetidamente a lo largo de estés paginas (vid. a1 respecto ‘Bruno, Et derecho publico de ta igtesia en Indias, cit., pp. 99-116). EL PATRONATO INDIANO EN. LA HISTORIOGRAFIA ECiEsIAsTICA — 191 ocupa, especialmente del Patronato; el capitulo IH se. titula El Episeo- pado, ocupandose a la. vez de las provisiones episcopales por la via pa- tronal, de los temas econdmicos tales como espolios, diezmos y vacantes, y de la biograffa de los obispos del XVI; el capitulo LV se ocupa de Los tres primeros concilios mexicanas; el capitulo V de Los cabildos vatedrales, con datos tanto sobre cl sistema de provisiones y econdmicos vomo biogrificos y atin anecddticos; el capitulo VI, sobre EF] clero parro= snaal, y el VIE sobre Organizacién, cardcter y situacién de las tres br ilenes antiguas, son mas ricos en biografias, temas morales, discordias, memorias y detalles de la vida religiosa que en datos juridicos, que apenas si aparecen, aunque Ja Bula Omnimoda —que aqui ni se cita— hubiera dado pie suficiente para ello; en este libro practicamente no hay mencién dispersa de otros temas juridicos menores, En el libro segundo, el capitulo I se ocupa de la Fundacién y actividades del Santo Oficio de la Inquisicién: el capitulo 11 se tila La Real y Pontificia Universidad de México, si bien es poca Ia atencién a los problemas juridicos de su fundacién y establecimiento. En cl tomo III, compuesto igualmente de tres libros, el capitulo primero del libro 1 (aqui el autor le Mama Partes, en el indice general, To que en Ia portada ha denominado libros) se titula Gampo de accién de la Iglesia en el sigh xvu, e incluye epigrafes sobre Modificaciones de los limites de las didcesis y Distribuciones de las érdenes religiosas en el pais, mas descriptives que analiticos; el capitulo IV traia de las Rela- ciones entre la Iglesia y el Estado; el capitulo V de La Santa Inquisi- cién; los capitulos siguientes del mismo libro, destinados a la ensefianza va las érdenes religiosas, no salen nunca del terreno hubitual en que la obra se mueve, aunque contienen referencias a Jos problemas nacidos vle Tas controversias entre los religiosos y a las intervenciones de la Corona al respecto, y en particular sobre las luchas de Palafox con la Compatita de Jests. Debemos notar que este libre, tan parco en elemen- tos tomados de la historia juridica y en cl analisis de Jos mismos, Neva sin embargo el titulo general de Instituciones y labor de la iglesia organizada, lo que no deja de ser muy significativo sobre cl concepto cle instituciones gue el autor mancja y el uso que de él hace. En el tomo IV, siempre dividido en tres libros, que asimismo se slenominara luego Partes fuera de la portada, e] capitulo IM, bajo el titulo de El Episcopado y el clero secular, trae epigrafes sobre Sedeva- cantes y sus perjutcios y sobre Fundaciones de nuevas didcesis, sobre todo con noticias de tipo histérico; el capitulo 1V se ocupa de las Rela- iones ad Limina; el capitulo IX trata de La Santa Inquisicién; en el X, sobre El alto movimiento intelectual, hay una referencia las constitu- viones de la Universidad de México: y Jos varios capitulos de érdenes yeligiosas historian tan sélo las incidencias de sus actividades, En la Parte Tercera, el capitulo I, bajo el titulo de Principios de la destruc- cidn religiosa, incluye algunos epigrafes que interesan al jurista o retinen slatos de caracter juridico: Nueves actitudes hacia los bienes eclesidsticos, Fnvasiones en ta jurisdiccién, Los textos vegalistas. El capitulo IV se 192 ALBERTO DE LA HERA denomina Continua la destruccién religiosa, y en él si atraen. nuestra atencién los diversos epigrafes que lo componen: Decretos de. despojo, Monto de las temporalidades, Empleo de los bienes jesuiticos, Como quedaron las misiones, Legalizacion del robo, Tesoros ocultos, El Tomo Regio y el IV Concilio, Las sesiones antijesuiticas, Prepdrase la persecu- cidn contra los frailes, El regalismo del Concilio, Los Obispos y las pra- blemas nacionales. El capitulo V, bajo el titulo de La ultima’ década del siglo dieciocho, se ocupara entre otros temas de Regalismo y desamor- tizacién, El Decreto cismdtico, etc. Finalmente, el tomo V, con su divisién en tres libros, y destinado al siglo largo que corre entre 1800 a 1910, dedica su capitulo I det libro primero a El clero y el pueblo al comenzar el siglo xIx (con epigrafes sobre Inmunidades, personal local y real); se ocupa en el capi- tulo I del libro segundo, titulade Primeros dias de México independiente, del patronato en el epigrafe Cesa oficialiente el Real Patronato; en el capitulo III, bajo el titulo Primera década republicana, trata’ di- versos temas jurfdicos en relaci6n con las sedes vacantes, el] patronato y las relaciones con Roma; en el capitulo Vi, Un periodo de descanso (en comparacién con las persecuciones religiosas descritas con ante- rioridad) , vuelve a los temas del patronato y las relaciones con Ia Santa Sede, que reaparecen otra vez en el capitulo VIII, La transicién. det poder; en el libro tercero, el capitulo I, Ayutla y los bienes del elero, trata de las leyes desamortizadoras; en el II, Primeros pasos de la Constitucién de 1857, de sus articu'os antireligiosos; en el II, El Impe- rio, de sus relaciones con el Papado; y, en fin, en el capitulo VI tiltimo, Bajo el imperio de D. Porfirio Diaz, del Concilio Provincial Mexicano y del Concilio Latino-Americano en Roma. ~ Un estudio pormenorizado y un anilisis critico de Ia totalidad del material critica e informativo que ofrece Cuevas, en tan largas paginas, al interés del estudioso, resultaria imposible de realizar aqui. Y puesto gue el tema central que corre a Jo largo de cuantos epigrafes hemos mencionade es el del patronato, en él vamos a fijarnos de modo par- ticular; no hay duda de‘que lo que podamos deducir del tratamiento dado al tema patronal ser suficientemente indicativo de todo el resto de las aportaciones de Cuevas al conocimiento histérico de la proble- matica juridica de ta'iglesia mexicana. . 3. El Regio Patronato. a) Concepto general. Tal y como lo sefiala la doctrina juridica, “se denomina Real Patro- nato in‘liano .al conjunto de facultades ejercidas por el rey en cugs- tiones relativas al régimen y disciplina de la Iglesia en Indias”.** El sistema patronal procedia de la Edad Media, durante la que se utilizé 44 "Tau Anzoategui y Mattite, Manual de historia de la instituciones argentinas, Buenos Aires, 1971, p. 256. nos EL PATRONATO INDIANO EN LA HISTORIOGRAFiA CCLESIAsTICA 193. como un medio de expansion de la cristiandad: reyes y sefiores fun- daban y dotaban iglesias y recibian de la Santa Sede el derecho de presentar a los candidatos que habian de ser designados para los corres pondientes beneficios eclesidsticos. Pero muy pronto este derecho pa- tronal o de presentacién se tue viendo desbordado por facultades erecientes de los patronos, reconocidas o toleradas, y muchas veces protestadas y reprobadas, por Roma; en este sentido, las Indias signi- ficaron tal vez el mds alto ejemplo historico de ampiiacién de facto del ‘derecho patronal. “En todos Jos sistemas. polfticos, la determina- cién de los limites entre el poder civil y el espiritual ha originado frecuentes conflictos jurisdiccionales. Aunque también existieron estos durante la época en estudio,® debe sefialarse que la identidad de fines perseguides por la iglesia y el Estado indiano dio a estas relaciones una peculiar tonalidad. La idea de Jos fines religiosos del Estado estuvo presente en el pensamiento de la Corona durante toda la época colonial ~todos los monarcas fueron catolicos— pero especialmente en el siglo XvI. La intervencién, a veces demasiado enérgica, de la Corona en los asuntos cclesidsticos, obedecié al deseo de preservar a la Iglesia espafiola de los perjuicios morales derivados de las relajadas costumbres advertidas en otros paises y en ej mismo Papado antes del Concilio de Trento. Asi se explica que los reyes dedicasen preferente atencién a la empresa misional de conquistar almas y de cristianizar a los indigenas ameri- canos. Fl Papado, sin posibilidad material ni moral para llevar a cabo esa empresa, resolvié delegar en los monarcas castellanos un cimulo de facultades espirituales que permitieran la obtencién de aquella noble finalidad. Esas facultades se referian a aspectos administrativos del gobierno eclesidstico y a la adquisicién, posesién y disposicién de bienes consagrados al culto o destinados a producir rentas para man- tener e] servicio religioso, En camb‘o, la Iglesia se reservaba lo atinente al dogma, a los sacramentos y al culto”.1* Aunque este texto precisaria de determinadas precisiones, pues no todo es tan claro como en él aparece, refleja bien el hecho del peculiar Patronato que en las Indias se vivid durante los siglos coloniales, Vea- mos como lo expone Cuevas en su Historia de la Iglesia mexicana, b) El tratamiento por Cuevas del tema patronal. La primera vez que hace Cuevas referencia al Patronato es al ocu- parse de las’ erecciones de las didcesis que denomina primitivas en México. “Estas erecciones presuponen —dice— en el derecho practico, seguido por las iglesias de Indias de 'a corona espafiola, Ja presentacién que en virtud del Regio Patronato habia sido concedida a Ios Reyes Catdlicos’;7 y, en nota a pie de pdgina se limita a la siguiente refe- 48 Se trata del periodo virreinal de Ja América espafiola, 36 Tau Anzoategui y Martire, of. cit, pp. 256-257. 17 Cuevas, op. cit, vol. I, p. 298, 194 ALBERTO DE LA HERA rencia: “Bula del Pawonato, de Alex, VI"¢* Mas adelante afiadira, que “por esperiai benevolencia pontiticia y no en viruud del. derecho de Fanonazgo, concedié el Papa a los reyes de Castilla que pudicsen fijar jos limites de las didcesis que se fueron erigicndo, y Ue cambiarios cuantas veces les pareciera conveniente’,? sin hacer cita ni ofrecer referencia alguna que indique de que conccsion papal se trata o cudnde o en qué documento se hizo. La evidente imprecision de estos términos hay que esperar que el autor Ja corrija mds adelante, pues, como ¢l mismo anuncia en el primer tomo de su obra, “por ahora séla tocaremos incidentalmente dicho preliminar para tratarlo mas despacio, cuando nos ocupemos de las rctaciones entre de Iglesia y el wone, advirtiendo que solo despucs de conocidas estas relaciones, tendremos idea completa de Ji posicion historica de nuestros obispos”. Cuando en el lugar asi anunciado entra direciamente a tratar del Patronato, escribe Cuevas que “por Regio Patronage se entendia un conjunto de privilegios otorgada: a la corona por el romano pontilice, con algunas obligaciones anexas”.*t “Muchos autores regalistas quieren remontar el origen de] patronazgo hasta la época de Alejandro VI, puesto que, dice, al imponer al rey la obligacién de mandar misioncros, implicitamente Je conferia la facultad de nombrarlos. Realmente no hay necesidad de remontarse tanto, ni menos con tan pobre dialéctica, pues existe la bula de Julio II “Universalis Ecclesiae’ de 28 de junio de 1508, en que se concedié a los reyes el Patronato de Ind Se dudé de Ia autenticidad de esta bula por no contenerse en cl Bulario Magno ni en el Corpus luris Canonici, Celebrariamos de todo corazin que se encontrase el original de ésta. De todas maneras, y aim ponién- donos en el peor caso de que no hubiese existido, es indudable que la acquiescencia de los Pontifices, y el haberle supuesto como base de lantas concesiones Ia hacan juridicamente valida y como sanada “in vadice”.?? Reduzcamos a esquema las tesis que en estos textos —los claves dedi- cados por el autor al Patronato— se contienen, Para Cuevas 1) E2 origen del Patronato no esta en las bulas alejandrinas, sino en la “Universalis Ecclesiae” de Julio H. 2) En el caso de que esta Bula —cuyo original nunca se ha encon- trado— fuese falsa, existirfa igualmente el derecho de Patronato, a) por el consentimiento de los Papas y b) por haberse basado en la Bula inexistente muchas concesiones, por Jo que a’) la bula serfa jurfdica- mente valida y b’) estarfa sanada en Ia raiz. 3) El Patronato consiste cn un conjunto de privilegios concedidos a8 Cuevas, op. eit, 1. c 28 Cuevas, op cit., vol. 1, p. 346. 20 Cuevas, op. eit., vol. T, p. 293. 21 Cuevas, op. cit, vol. TI, p. 47. Cuevas, op, eit., vol. U, pp. 47-48, EL PATRONATO INDIANO EN LA HisTORIOGRAFIA ECLESLisTICA 195 yor los Papas a la Corona de Castilla, privilegios que entrafiaban una scrie de obligaciones, 4. El origen del Patronaio Real de Indias. Para llevar a cabo su primera afirmacion —que expresamente con- wadice Ja nota inserta cn el tomo | en que cl propio Cuevas atribuye el origen del Patronato a Alejandro Vi—“" nuestro autor se limita a afirmar que cs innecesario buscar origenes miis remotos al derecho patronal, cuando tan clara es su concesién en 1508. Y atribuye el in- zento de hacer remontar cl Regio Patronato hasta Alejandro VI a ‘muchos autores regalistas”. Si buscamos entre ios regalistas a que pueda referirse Cuevas, encon- vraremos en efecto como Alvarez de Abreu, al ocuparse de las bulas «le 1498, escribira que “se concendieron a sus Magestades de motu proprio todas las prerrogativas ...anteriormente concedidas por In- dultos Apostdlicus i los Reyes de Portugal para hacer sus conquistas en la India Oriental, entre los quales es uno el derecho de] Patronazgo, v presentacién de Bencficios, por Bula de Calixto H’.¢ ¥_expresa- mente afiadira Abreu que el Patronato es anterior a Julio I: “Esta Bula del Papa Calixto HJ... por no haberla visto, o porque Ia vieron muy de paso nuesiros AA. no han hecho consideracion del derecho del Patronazgo, que por csta Bula, adquirieron los sefiores Reyes Catélicos en las Indias antes del afio 1508, en que la Santidad de Julio Ii se lo coneedié tan especifico y absoluto, como hoy Jo gozan y exercen’.” La tesis de la concesién expresa a Castilla de todos los derechos previamente otorgados a la corona portuguesa la ha defendido recien- temente, con argumentos «podicticos, Garcia-Gallo y con él Ja mas moderna doctrina;*" y si bien en la argumentacién del insigne maestro ello constituye una base —entre otras~ de su hipotesis de la concesién simiiltanea de Jas bulas alejandrinas*’ cabe disentir de estat hipote- "8 y sin embargo hay que aceptar el hecho de Ja concesién ti- * Vid, supra, nota 18, 24 Alvarer de Abrén, Victima rea! legal, discwrso tinico, juridien-histévica-politico, sobre que las vacantes mevores y menores de las iglesias de lus Indias Occidentales pertenceen a ta Corona de Castilla y Leon con plena y absotite dominis, Madrid, 2769. pp. 16-17. Alvarez de Abréw ep, cit, p. 17, nota 9. 26 Gareia Gallo, Las Bulas de Alejandro VT y ef urdenamicrite juridicn de la ex. gnnsién portuguesa ¥ castellana en Africa ¢ Indias, en “Amnario de Historis del De- recho Espaiiol”, Madrid 1958, pp. 138-154 y passim, 21 La hipétesis de la concesiin simultinea de las bulas alejandrinas de 1498 Ia formuld ¥ desarrollé Garcia Gatlo en la op. cit, pp. 129 y ss. 28 Fl propio Garcia Gallo insiste constantemente en su op, cit., en que ninguna hi- pétesis de las prescntadlas hasta ahora sobrepasa esa condicion de hipdtesis (pp. 87-88 y passim); y si bien. como es légico, considera 1a suya Ia ms probable (p. 128) . yeconoce que ninguna de las hipétesis esti comprobada de modo indiscutible (“todo suanto sobre esto se digs ...ne ey amis que pura hipdtesis y no tiene mas valor, en 196 ALBERTO DE LA HERA Ua de Ios privilegios portugueses segiin el tenor literal de Jos textos de 1493 y su interpretacién por Garcia—Gallo. Pero nos obligariamos a un estudio en prolundidad de las bulas portuguesas para determinar hasta qué punto pueda tener razén Abreu cuando considera concedido por Calixto III ef derecho de Patronato a los menarcas de Portugal, y Cuevas en todo caso rechazé esa hipétesis sin argumentos tan ‘deta- Ilados y sin comprobacién alguna de su veracidad. Antes que él, otros autores que pudo conacer o conocié rechazaron. igualmente el origen alejandrino del patronato, incluso tan taxativa- mente como lo hace Gémez Zamora, para quien “el unico titulo del s es el privilegio o concesién pontificia, segin consta en la Bula Universalis Ecclesiae regiminis, de Julio Ii, 28 de julio de 1508, legitimo origen del Patronato Indiano”.** Y lo rechazé igual- mente la Junta Carolina del Nuevo Cédigo de Indias, para la que “el Rescripto mencionado de Alexandro VI no esta tan claro que en él se pueda fundar esta prerrogativa’.*° Pudo sin embargo Cuevas haber dirigido su atencién a otras dos fuentes de opinion sobre el origen del Patronato Regio: las leyes de Indias y las tesis vicariales de aquellos mismos regalistas a’ quienes achaca el empefio de Hevar tal prerrogativa regia hasta las bulas del Papa Alejandro. La Recopilacién, en efecto, nos ofrece abundantes textos que revelan que Ia Corona consideraba el patronato como una regalia, inherente a la Corona, o nacida de antiguas costumbres, que las bulas papales venian mds a corroborar que a conceder.% Mal se conforma esta pretensién con los esfuerzos de Fernando el 1 mejor de los casos, que el de ser una reconstruccién posible de los hechos, y cada qual puede preferir la que le parezca mas probable dada su personal manera de en- juiciarlos” (p, 128). El propio autor recoje en lo oc. las restantes hipétesis, de las que ofrece un excelente resumen: asi, y sucesivamente, las hipétesis de Van der Linden (pp. 89-91), Giménez Fernandez (pp. 91-95), Gottschalk (pp. 95-97), Stadler (pp. 97-101), Ballesteros (pp. 101-102), Vid. sobre las diferentes hipétesis de Ta Hera, El tema de las Bulas indianas de Alejandro VI, en “Estudios Americanos”, v. XIX, n. 102, mayo-junio 1960, pp. 257-267, Con posterioridad, que sepamos, sola- mente ef profesor Manzano Manzano ha afiadide nuevas considcraciones que scfialan hacia una nueva hipétesis sobre la gestién de las famosas bulas, en Colén y su secreto, Madrid, 1976. pp. 21-23 y 385-897. 29 Gomez Zamora, Regio Patronato espatiol e indiano, Madrid, 1897, p. 289. a0 La frase se encuentra en las actas de la Junta que designé Carlos III para la correccién de la Recopilacién de Leyes de Indias, actas que se conservan en eb Ar- chivo General de Indias de Sevilla, bajo Ja signatura Indiferente General 1653 (la frase citada en cl fol, 332). Vid. sobre la Junta a de la Hera, La Junta para la correerién de las Leyes de Indias, en “Anuario de Historia del Derecho Espafio¥’, XXXII, Madrid, 1962, pp. 567-580, y sobre su labor Muro Orején, El nuevo Cédigo de las Leyes de Indias, en “Revista de Ciencias Juridicas y Sociales", XU, n, 48, Madrid, 1929 y Manzano Manzano, El Nuevo Cédigo de las Leyes de Indias (Proyecto de Juan Crisdstimo de Ansétegui), en “Revista de Ciencias Jurfdicas y Sociales”, XVIU, n. 73 y 74, Madrid, 1936. : 31 Vid. al respecto de la Hera, La legislacién del siglo XVII sobre el Patronato indiano, en “Anuario de Historia del Derecho Espafiol", Madrid, 1970, pp. 297 y ss. EL PATRONATO INDIANO EN LA HISTORIOGRAFIA ECLESIASTICA 197 Catélico por obtener la concesién patronal,*? pero es evidente que e? Patronato que aparece en las Leyes de Indias poco tiene ya que ver, ni en sus origenes ni en su contenido, con la Bula Juliana;?* incluso habrd autor,*+ que estimard que esta bula no concede el patronato universal de Indias, sino que éste se otorga sobre cada didécesis al eri- girla, pues la concesién de Julio Ii iba vinculada a Ja ereccién de las tres primeras didcesis de ia Espaiiola y desaparecid con cllas, que como es sabido nunca Hegaron a tener existencia real? 32 “Fernando el Catélico, en efecto, escribia el 13 de septiembre de 1504 a su embajador en Roma, en orden a conseguir el Patronato de Indias: Es menester que Su Santidad conceda el dicho Patronazgo de todo ello perpetuamente a mi y a los Reyes que en estos reinos de Castilla y Leén sucedieren ... como hizo en los det reino de Granada” Leturia, La Bula del Patronato de las Indies espatiolas que falta en el Archivo Vaticano, en Relaciones entre la Santa Sede ¢ Hispanoamérica (obra en que se han recogido todos los trabajos del autor dispersos anteriormente en multiples publicaciones), v. J, Roma, 1959, pp. 235-236). La serie de gestiones que Fernando cl Catélico debié hacer para alcanzar finalmente, al cabo de cuatro atios, la Bula patronal de Julio Il, aparecen relatadas y documentadas en Bruno, El derecho publico de la iglesia en Indias, c., pp. 99-101, 28 Vid. de la Hera, La legistacidn del siglo XVIL sobre el Patronato indiano, ©, pp. 297 y 308-304, Gomez Hoyos, La Iglesia de América en las Leyes de Indias, Madrid, 1961, pp. 19-21; Egafia, La teoria del Regio Vicariato espatiol en Indias, Romae, 1958, passim y en especial pp, 25-51: “Habicndo observado la accién del Pontificado en sus concepciones a la Corona espafiola en lo referente a la Iglesia indiana, y fijado Jos limites de las facultades concedidas, ¢s interesante recorrer el camino andado por Jos reyes en el uso de las tales concesiones, para entender la mentalidad con que se apropiaban y explicaban las bulas, ...Como era, por lo demds, inmenso el campo de interferencias de los reyes en la vida de la iglesia americana en el primer siglo de su existencia...” (p. 25). 84 Garcia Gutiérrez, Apuntes para la historia del origen y desenvolvimicnto det Kegio Patronato Indiano hasta 1857, México, 1941, p. 60. 25 “La concesién del Pattonato de Indias se vinculé a Ia ereccidn de tos primeros obispados en Ia jsia Espaiiola, hoy Santo Domingo. A peticién de Fernando el Caté- lico, Julio U1 erigié en el concistorio del 20 de noviembre de 1304 toda una provincia eclesidstica con la metropolitana de Yaguata y las sufragineas de Magua y Baynda, pero sin hacer concesién al rey del Patronato, Ef monarca recha:6 por ello Jas bulas de ereccién y provisiéu, y pidié instantineamente se le reconocicra cl derecho de preseniacion a Jas mitras y a todos los bencficios fundados o por fundar en Jas nue- vas Lierras. Efecto de esta scgunda gestién ine nuestra bula del 28 de julio de 1508, aprobada también (segim parece) en concisterio. Cuando don Fernando y e Consejo aceptaban e] nucvo diploma, he aqui surgir una tercera complicacién, Por informes Icgaclos de las Antitlas sc ercyé que a la Espatiola ie bastaban dos obis- pados, que el terccro convenia establecerlo en Ia isla de Puerto Rico, recién descu- bierta, y que en ver de formar propia provincia, convenia sujetarlos todos tres a Ja metropolitana de Sevilla. Las nuevas negociaciones sobre ello Ievaron a la revo- cacién de las primeras execeiones y sw sustitucién por la creacién de los obispados de Santo Domingo y Concepcién en la isla Espaftola, y cl de San Juan en la de Puerto Rico, que son las wes primeras didcesis erigidas de hecho en América: concistorio del 6 al 13 de agosto de 1611’ (Leturia, La Bula del Patronato de las Indias Espefiolas que falta en el Archivo Vaticano, c, pp. 241-242), Ms detalles 198 ALBERTO DE LA HERA Por lo que hace a la tesis vicarial, es cierto que ba sido estudiada a fondo con posterioridad a la obra de Cuevas.** Pero no es cierte que aparece de uno u ovo modo tanto en la legislacién como espe cialmente en Ios regalistas clasicos, autores y textos que Cuevas ma- nejé y de los que no obtuvo sin cnibargo los importantes elementos ¢ opinién que pudieran haber cnriquccido su tcsis sobre ef origen det Patronato. Ciertamente que la relacién directa del Patronato con Ja tesis vi- carial, propuesta por Giménez Ferndndez y ampliamente desarro. Hada por Egafa** y también por mi mismo, es teoria de moderns factura; pero sus bases quedaron expuestas desde la época misma colo- nial. “Es cl Patronato Rea! de las iglesias de las Indias la joya mas pre- ciosa que adorna la Real Corona con singularidad a los demas patro- natos que tiene S.M. en todos sus dominios; porque en este el Vicario de Cristo le dié sus veces para plantar la fe y la religién en estas bastas provincias que ocupaba la gentilidad: Y nuestros Cotdlicos Reyes, como vicarios de la Sede Apostolica, fundaron y dotaron toda» sus iglesias y sefialaron ministros para su ensefianza v declaracion de la doctrina cathdélica, y los estén sustentando con grande y religiosie liberalidad”.4° “La confirmacién —escribe Abreu-~ de todo lo referidu en orden a que no repugna el que en un Principe temporal recaigaw derechos cclesiasticos y espirituales por merced apostdlica, Ia pode- mos tomar de nuestros propios derechos: pues en virtud de especiales concesiones, indultos y privilegios apostdlicos estan cometidas y encar- gadas a nuestros Reyes en las Indias, sin limitacién alguna .... todas las veces, y autoridad de Su Santidad, y como delegados de Ja Silla Apostélica, y sus Vicarios Generales, constituidos por la Bula Alexan drina del afio 1493". Y cl propio derecho o calidad vicarial aparecera recogido mis de una vez en Ia legislaci6n, como en In Real Cédula de 14 de julio de 1765 en la que Carlos TIT declara la “distiguida ci- Jidad que por la bula de Alejandro VI me asiste de vicario y dele- en el mismo autor, El origen histérico del Patronato de Indias, cn Relaciones entre ta Santa Sede e Hispanoameérica, c., v. 1, pp. 12-15, y en Bruno, El derecho piiblico de la Iglesia en Indias, c., pp. 99-101. 46 Fundamentalmente por Egafia en su op. cit, vid. también Giménez Fernandez. Las regalias mayestiticas en el derecho oanénico Indiano, en “Anuario de Fstudioe Americano”, VI, Sevilla, 1950, pp. 801 y ss. 31 Op, cit, pp. 801-802. 38 Op. cit., passim, 39 De la Hera, El regalismo borbdénico en su proyeccién indiana, Madrid, ,965, pp. 109-159, 40 El Duque de Ia Palatta, virrey del Perit, a su sucesor (en Memorias de los virreyes que han gobernado al Perit, Luma, 1859, t. II, p. 4; cit. por Bayle, Expansién misional de Espana, Bavcelona, 1986, p. 23). 41 Alvarez de Abreu, Victima real legal, c., pp. 76-77. Astica 199 EL PATRONATO INDIANO EN LA HISTORIOGRABIA KLE gado""s “Vicarios y delegados de la Silla Apostélica” como procla- ma a los reyes la icy 1 del titulo HL del Nuevo Codigo carolino.”® En estos textos, que pudo ciertamente conocer, liubiese Cuevas en- contrado la respuesta a su-duda —manifiesta como quedo antes indi- cado en ja contradiccién interna con que atribuye el patronato en su tomo | a Alejandro VI y en el tomo I a Julio U— acerea det origen del derecho patronal. Pucs tal origen es doble y atin triple, segiin toda ta doctrina del periodo virreinal: si del patronato estrictamente habla- mos, fue concedide por Julio Len 1508 mediante ia Bula “Universalis Eeclesiac”, que en cuanto exptesa y clara y precisa en sus términos, tuunca admitid otra interpretacién que la literal del patronato clasico, entendido como un derecho de presentacién correspondiente al deber regio de fundar y dotar jas iglesias; si del vicariato, que comprenderia en si cl patronato y al mismo tiempo seria susceptible de una muis amplia interpretacién extensiva, su origen lo serian Jas bulas alejan- urinas de 1493, cuya indeterminacién prestaria pic a una interpre- laci6n tan amplia como se quisiese; si de ambos, siempre podria hablarse de costumbres antiquisimas, derechos innatos, concesién di- recta de Dios a los monarcas, titulos gue fueron constantemente alcgit- dos junto a los de descubrimicnto, conquista y sostenimiento de las iglesias, que se consideran por si mismos bastantcs para otorgar el patronate sin prccisarse intervencién pontificia alguna:! “Por esta Bula —la de Julio Il, sin embargo, de serles ya debido a nuestros Reyes, assi por las antecedentes, como en consequencia de las razones, que lo motivan, y fundan, se-les repitid mas expresa, é individual mente su concession de propio movimiento de la Sede Apostdlica, como dice la Ley: a cuya vista slo puede entenderse dirigida Ja instancia, que de parte de nuestros reyes supone Solérzano, como una relevante prueba de la Cathélica piedad, y reverencia de nuestros reyes 4 la Silla de San Pedro, ¥ aun con licencia de tan gran Varon, atendidas las palabras de la misma Bula, las preces instantisimas de nuestros Reyes, sdlo las entiendo dirigidas, y recafdas sobre la ereccién primaria de las Iglesias, y no sobre ta concesién del Patronato". lo que vendrin aser la tesis de Garcia Gutiérrez, de aue Ja Bula “Universalis” no concedié cl patronato sino Ia ereceién de tres didcesis concretas;"* pero * Vid. en Gomez Zamora. of, cit., p. $30, y Egatia, op cti., p. 256, que denomina a esta Reat Cédula “documenta de capital importancia. ya que cht sefala el dia en que, scgtin nuestras noticias, por primera vez un monarce espaitol, oticial y plblica mente, se proclamé vicario delegado del Pontifice, entronizando de esta forma so lemine la (esis vicarial, nacida tres siglos antes en la remota Mf 43 Vid. de la Hera, Le legislacién del siglo XVUT sobre ef Patronato indiano, c., p. 300, 4t Vid. Ayala, Iglesia y Estado en las Leyes de Indies, on “Estudios Aaicricanos”, 4, Sevilla, 1949, p, 443. ivadencyra, Manual compendio de el Regio Patronato Iutiano, Madvid, 115%, p. 61. Et subrayado es nuestro, 46 Vid. arriba nota 34,

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