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ROUSSEAU ¥ LA ESCRITURA DE LO INCESANTE Roberto Sanchez Benitez EL cRONOTROPO DE LA VIDA INTERIOR Mijall Bajein sefala que debemos a Rousseau aportaciones al tiempo biogrifico y al “tiempo familiar", asi como haber introducido elemen- tos esencialesen la comprension de as edades del hombre (Bajtin 2010, p.52). Lo que habri de afirmar el pensador ginebrino ser la aparicién del “cronotropo” de la vida interior 0 biogréfico relatado tanto a ma- nera de confesién como de monélogo. Con relacién al mismo, Bajtin llegé a distinguir dos tipos fundamentales que nos permiten evaluar la imporancia del aporte rusoniano. La primera es la platénica (cal como la encontramos en la Apologia y en el Fedro), caraccerizada por “el curso de la vida de alguien en bisqueda de conocimiento verdade- 10" (Bajtin 1981, p. 130). Tal eurso va de una ignorancia aucoconfi- dente, a través de un autoescepticismo critico, a un autoconocimiento }: finalmente, a un auténtico conocimiento (mateméticas y miisica, en caso platénico). Aqui, el tiempo biogréfico real se encuentra casi en- teramente disucto en el tiempo ideal de la metamorfosis. El segundo tipo corresponde a la autobiografia y biografia retéricas, en cuya base se encuentra el encomiun, el funeral civic y el discurso del “recuerdo” co semblanza. Se trata de un eronotropo de la vide real constituido por at Roberto Sinchez Benitez Ia plaza pablica, en el cual la representacién de la vida de si mismo © de alguien es realizada tanto como una alabanza verbal de un acto ivico-politico, como un recuento de si mismo. Es a partir de este ‘a haber conacido El Quijote (1605) de Cervantes, un claro ejemplo del género smetafccional. 2, Rousseau culpa a Diderot de haber regiversado la vida en soltario y haber convertido en sospechosoreducto de asocales y criminalesalsehalar que "Solo a Jos malos conviene estar solos", Rousseau habri de lamentar mucho el incidente y se dard cuenta de que con ello queds ates la candidez, placid, inocencia y 300 Rousseau y la escricura de lo incesante Rousseau habré de referirse en estos Didlogos asi mismo como si fuera otro, “sf mismo como otro", a quien habré de encontrar para conocerlo (se) mejor y poder referir ante el otro interlocutor, el “francés, lo que ha sabido de él (sf mismo}, con lo cual intentaré rebajar la apreciacién equivocada que se tiene de él (sf mismo). De hecho, en esta iltima y péstuma obra habré de poner en juego la estrategia especular mize en «abyme, por medio de la cual ella misma es mencionada en su interior, con los claros efectos que ya Borges indicara, a saber, la de volver al lector un personaje mas de la trama o ficci6n.? Refiriéndose a Jean- Jacques, sefala el personaje Rousseau: “ha escrito en forma de Didlogo tuna especie de juicio de ellos [sus ‘perseguidores|] y de él muy parecido al que podria resultar de nuestras entrevistas” (Rousseau 1999, p. 254). El estilo Fragmentado y reterativo que habri de adoptar en esta obra habré de ser justficado por su propia inconstancia y por el hecho de dedicarles slo periodos breves de tiempo durante el dia, dado el gran ‘enfado y repugnancia que le produjo el escribirla, Es Michel Foucault quien ha brindado una de las mas hicidas in- terpretaciones de las relaciones y conjunto que forman las Confesiones y los Didlogos, los cuales comenzac a escribir Rousseau casi de inme- salud que caracerizan el estar en soledad,Fuera de la sociedad en retro, donde se puede estar al margen dela ambicin, la enviiay las “ardientes pasoneshijas del amor propio, que nacen y se fermencan en la sociedad”. (Rousseau 1999, . 200). Diderot eransformé ese gusto apacibleen una “rabia infernal” ala cual supuesta- ‘mente sucurbieron, entre otros, Descartes. Soledad condenada a la incompren- s6n de los demas sspechosa de sere albergue peligroso de seresantsociales 3. Los cjemplos de ello vienen desde el Ramayan, Las mily una noches hasta las rmisinas ficiones borgeanas. Cervantes y Shakespeate la practicaron asimismo (Borges 1989, p. 668). 301 Roberto Sinchez Benitez dliato ala publicacién de las primeras y que a su ver formariin parte del sentido que tendré la escritura, la palabra y la vor en él. Los Dialogos no pueden entenderse sino a partir de la recepcién que cuvieron las CConfésiones: son la extraiia respuesta al silencio en que cayeron estas, a 1a forma en que fueron desvirtuadas, ala manera en que esa vorcayé en unsilencio condenable, acusador; voz encerrada en “silencio profundo, universal, no menos inconecbible que el misterio que cubre... silencio ‘spantoso y terrible” (Rousseau citado por Foucault 1994, p. 173).No habré de evocar el efrculo atento de un auditorio, como en las Confé- siones, sino “el laberinto de un escrito donde el mensaje se encuentra por completo comprometido en el espesor material del fllaje que lo recubre", Para Foucault, toda la obra de Rousseau crea un espacio del lenguaje donde la palabra y la escritura se incrementan, se contestan, se refuerzan, En el mismo sentido habré de entenderse la conclusi6n csencial de Derrida sobre la “suplementariedad”: es lo que hace posible la estructura misma de la sustituciéa, a la articulacién entre deseo y lenguaje, es decir “a la ligica de todas las opesciones conceptualesasumni- das por Rousseau, y en particular al papel y al funcionamiento, dentro desu sistema, del concepto de naturaleza” (Derrida 1978, p. 207).*Tal ‘concepto habré de indicar la textualidad misma en la obra rusoniana, La “puesta en abismo” (mite en abyme, segin los estudios literatios) que habré de encontrarse sobre todo en los Ditlogos, sera esencial para hacer posible el “espacio de repeticién y del desdoblamicnto de s!”. ‘Asi, "La representacién en abismo de la presencia no es un accidente de la presencia; el deseo de la presencia nace, al contrario, del abis de la representacion, de la representacién de la representacin, ete.” 4 elicas ene riginal, Dede juveneud, Dena vivir con la inquerud de ser nleescheano sla vex que rusoniano (Peeters 2013, p. 28). 302 Rousseau y la escrivura de lo incesante (Dertida 1978, p. 208)5 La idea del suplemento en Rousseau habri de entenderse, en consecvencia, como aquello, que dentro del texto, iste como “punto ciego", como lo “no-visto que abre y limita la visi- bilidad”. Transgresién que respeta lo prohibido, Foucault recuerda la intencién de Rousseau de depositar el ma- nuscrito de los Didlogos en Notre-Dame, una forma de perderlos trans- ritiéndolos al fururo; confiar en un lugarandnimo un texto del recelo, para que se transforme en palabra que pueda ser entendida de otra ma- nera, Entre el periodo de las Confesionesy la redaccion de los Dialogs, Foucault entiende la conformacién de un espacio del lenguaje cubierto por cuatro figuras que se encadenan (Foucault 1994, p. 174): 1) la voz de las Confesiones “montada” en un cexto en riesgo; amenazada siem- pre de ser arrancada de su soporte y por ello de ser estranguladas 2) esa misma voz que se hunde en el silencio y se entierra por la ausencia de tun eco que la haga volver; 3) el rexto de los Didlogos que encierra una ‘yor no entendida y que la ofrece, para que no muera mas, a una escu- cha absoluta (la de la posteridad); 4) este mismo texto rechazado del lugar donde podria volvera ser palabra y condenado tal vez a arrojarse cn la imposibilidad de hacerse entender. Figuras del “acallamiento” que no serin “resuetas’ mis que el dia en que Rousseats vuelva, en 1 recuerdo, al espacio libre del lago de Bienne, donde el “remo lento del agua, y ese ruido ininterrumpido que, no siendo palabra ni texto, reconduce la voz a su Fuente, al murmullo dela ensofiacién” (Foucault 1994, p. 175). En este susurco absoluco y originario, “toda palabra hu ‘mana encuentra su inmediata verdad y confidencia’ 5. Las dos cits refridassuponen una de as tsis mis cradas del deconsteuccio- nismo dersidiano, la cul el autor coloca entre ls mismas, a saber, que “no hay nada fers del texto" 303 Roberto Sinchez Benitez Por otro lado, existe un evidence contraste entre los estilos de ambas obras. Las Confesiones privilegian la forma lineal, misma que corresponde a una expresin natural del yo, directae inmediata, que esté presente en todo lo que dice, sin reservas ni reticencias. Se trata de una expresion continua, “indefinidamente fel al curso del tiempo”, se- fala Foucault, el cual es seguido como un hilo. Todas la experiencias recabadas, descrtas, habrin de reflejar su alma en el conjunto de sus cemociones y sorpresas de una forma directa, sin ornamentaciones, tal yy como sucedicron, en una plena transparencia deseada por el autor. El alma no seri indistinta de las mismas y lo que importa es preci- samente lo que va a ocurtir, “El lenguaje cuando es de la naturaleza waza una linea de inmediata reversibilidad, de tal manera que no hay secreto, ni fortaleza, nia decir verdad interior, sino sensibilidad al ex- terior expresada enseguida” (Foucault 1994, p. 176). Lo que acabaré formindose con esa cantidad de impresiones, pasiones y estilo seré un fabuloso “Yo”, kinico, diferente a los demés, aunque solitario Moi seul. Inseparable proximidad a si mismo y absoluta diferencia con relacién alos otros. En cambio, sefala Foucault, la estructura de los Didlogoses total- mente otra, vertical, El sujeto que habla, en ese lengua redactado, de ‘sttuctura arménica, ¢s un sujeto disociado, superpueso a si mismo, 1¢ por medio de tuna adicin jamés terminada (la idea de “suplemento” que hemos visto con lagunas y que uno no puede hacer presente mis con Derrida). El sujeto que habla en la obra “abre una superficie del lenguaje que jamais esté cerrada, y donde los otros querrin poder inter- venir para su ensafiamiento, para su maldad, su decisién obstinada de alterar todo” (Foucault 1994, p. 177). El sujeto unitario y verdadero de las Confesiones es ahora uno alterado, confrontado consigo mismo y dispuesto a aleanzar un nuevo nivel de entendimiento de sia partir del 304 Rousseau y la escrivura de lo incesante {also cntendimienco de los dems, a quienes querré clevar a una unidad basada en conerastes radicales, contrapuestos y malintencionados. A los ‘tres personajes que integran los Didlagas (Rousseau, el Francés, y un Jean Jacques que paulatinamente e rd conociendo de manera in y por contrast), Foucaule agrega dos, el “Jean-Jacques por Rousseau {que seri cl autor de las obras que hablarin por él, y un “autor de crime- nes", que es el que evala el Francés, El Yo de las Confésiones aparece ahora envueto en estas representaciones contrapuestas y, salvo una nota suya que se incluir, y algunas frases o sentencias citadas de sus textos, no aparecera nunca en los Didlogos, Estard alojado en el limite extremo de la palabra, aejado ya de ella, “en un punto virtual y jamés perc bido de ese eringulo formado por los dos interlocucores y los cuatto recta personajes que definen en todo momento su didlogo” (Foucault 1994, p. 178), Al final, codo este estilo y estrategia literaria habré de querer conocer por otros medios al verdadero y auténtico Jean-Jacques Rous- seat, el autor de los libros condenados y vueltoscriminales alos ojos de Jos demas, que no han querido ni podido conocerlo de verdad. Foucault concluye de manera admirable su andlisis: lo que encontramos en los Dislogos es la “dolorosa dispersion de quien es a la ver su ‘sujeto’ y su “objeto”, el que se reconoce “s6lo en la tierra, ral como lo encontramos dicho en las Ensomaciones, por lo tanto (un “por lo tanto” esencia) espacio muy abicrea de su lenguaje, el angustiado depésito de su lera, su solucién en fin en una palabra que vuelve a decir naturalmence y “originalmente "yo", y que resttuye después de muchas cbsesiones la po- siblidad de sonar, después de tantas andadas menesterosas, la apertura libte y ociosa del paseo (Foucault 1994, p. 179), Ena historia dela metafisica, la esritua sempre ha sido colocada en un estado secundari, “lateralizado, reprimido, desplazado, pero que 305 Roberto Sanchez Benitez cjerce una presién permanente y obsesiva desde el lugar donde queda contenida” (Derrida 1978, p. 339). Yes que, en s{ misma, “tacha la presencia de lo propio dentro del habla”, Haciendo referencia al capitulo “Dela eseritura” del Ensayo sobre el orien de las lemquas, Jacques Dertida sefiala que la historia de la es cctura es la dela articulacién: cuando el grito deviene lenguae y cuan- do “Ia plenitud hablada comienza a devenir lo qué ella es al perderse, al ahuecars, al quebrarse, al articulase”, Obliteacién del acento por la articulacién consonémtca; borradura y sustivucién a la vez. Sefiala Rousseau, “la lengua se vuelve mas exacta, mas clara, pero también més ‘mondtona, més insensibley fra, progreso que me parece muy natural”. Por ello, la antigiiedad de una lengua se puede medi por medio de la cscritura: “cuanto més rstica es la escrtura, més antigua es la lengua’. Progreso natural porque es necesario. El lenguaje “progresa” a medida ‘que borra el origen, su origen, ya que el lenguaje es, originalmente, me- taffrico, La metifora es “el rasgo que relaciona a la lengua con su ori- gen” (Derrida 1978, p. 340). La escritura es la obliteracié de ese rasgo. Como veremos mis adelante, para Rousseau, como para Vico o Hege, el primer lengusje debié ser fgurado. Rupcura absoluta entre la lengua de accidn o lengua de la necesidad,y el habla o lengua de la pasién. “Las necesidades dictaron los primeros gestos y las pasiones arrancaron las primeras voces’, insistiré Rousseau, Vor. DEL CORAZON ¥ VOLUNTAD DIVINA El ejemplo de Rousseau muestra una etapa interesante sobre el sentido aque tendra la escritura en la modernidad, en el seno de los raciona- lismos del siglo xvi, los cuales habrin de conceder a la misma una 306 Rousseau y la eseritura de lo incesante condicién secundaria. La escritura como la no presencia consigo mis- rma, efectivamence, como diferenciadiferida, en el sentido del término que el propio Derrida acuftara para elo, diftrance. “Rousseau repite el gesto platénico refi presencia consigo mismo en el sentimiento, en el cagito sensible que lleva simultineamente en si la inscripeién de la ley divina” (Dertida indose a un modelo distinto de la presencia: 1978, p. 24) En efecto, la escrtura representativa, degradada, segun- da, insttuida, es condenada en el Ensayo sbre el origen de las lenguas. Tal escritura “enerva" el habla, En un sentido popular, se podria decir dicho inquietantemente, ¢s portadora de la muerte, Pero no menos impor- que para Rousseau la escritura es “letra muerta’, o més aun, tances ¢s el segundo tipo de eseritura que Rousseau propone frente al primero, en donde existe una especie de veneracién por lo divino, a saber, la escritura viviente, natural, la cual es igual en valor ala vor de la conciencia como ley divina; la ley del corazén o del sentimiento. Y mis alld de que sea una mera distincin entre ambos tipos de escritura cen la que tuviera que elegir una de ellas,relegando la segunda a un plano inferior, fue consciente de cémo la una obligabs a la otra, es de- cir, cémo las “verdades del coraz6n’, le exigian el trabajo de un estilo literario acorde con ells, “una lengua digna de tan grande empresa” (Rousseau 1999, p. 246). Frente a la escritura artificial, finita, humana, esté la natura, la cual se encuentra unida a la vor interior, al aliento y, como sostiene Derrida, al mandamiento. Es hieritica, y de ella se hablaré en la Pro- fein de fe del vicario saboyano,* asi como en otros momentos de la 6. Obra “indignamente prostcuids y profanada en ls presente generacin, que puede, sin embargo, provocar un dia la revolucién entre los hombres, sies que ‘alguna vee renacen el sentido comin y la buena fe" (Rousseau 1988, p. 56), 307 Roberto Sinchez Benitez obra rusoniana; vor que “se aye volviendo hacia si: presencia plena y veraz del habla divina en nuestro sentimiento interior” (Derrida 1978, p. 24). En sus obras, Rousseau habré de querer hablar, escuchando, el “silencio de las pasiones’, “la voz interior que tanto tratan los filésofos dde ahogar y que tratan como algo quimérico en la medida en que no les dice nada’ (Rousseau 1999, p. 87). El vicatio es un personaje del Emilio que se suma a la figura del protector y guia que ya tiene. A través de él, Rousseau realiza una defensa sobresaliente de sus ideas sobre la religi6n nacural, a la vez -a.a los dogmas e instituciones religiosas. El vicario es quien, por ejemplo, ha visto “en la sucilidad de las disputas ‘vanas, el paraiso y el infierno puestosa la venta en los juegos de pala- bras ey primitiva idea de la Divinidad” ha sido desfigurada por las fantisticas imaginaciones de los hombres, pero también ha comprobado que, para creer en Dios, aque lleva a cabo una crit ero ademés, ha visto como la “subli se debe renunciat al juicio que él mismo nos ha dado. No es que esté en contra de lareligién, sino de la perversidad con que esta idea existe entze los hombees, de los intereses malsanos que la han conducido, de Ja forma fantéstica con la que se orienta alos humanos en su nombre, asi como de que el culto se haya convertido en salvaguarda de la hi- pocresla, Para tratar este tema, y “sin saber nada de lo que es" y sin poder imaginar la “generacién de las cosas’, Rousseau se sumerge en su “estipida ignorancia” con una profunda desconfianza de todos los que piensan saber més que él Retomando una via cuasi-cartsiana, el vicario habrd de romarla decisién de realizar un examen de los conocimientos que le interesan yy admitir por evidentes aquellos que, en la “sinceridad de mi corazén", no puede rechazar. Verdaderos serin aquellos que le parecen tener una relacién necesaria con estos, mientras que dejard todos los demés en 308 Rousseau y la eseritura de lo incesante la incertidumbre, sin rechazarlos ni admititlos y sin arormentarse en cesclarecerlos, sobre todo cuando no lo conducen a nada itil. De esta manera, plantea la necesidad de volver sobre s{ mismo para conocer “el instrumento” que permite conocer y saber haste qué punto uno puede fiarse de él. Lo que sepamos de nosotros mismos no podré venir del conocimiento de lo que nos rodea, de las impresiones, por ejemplo, ya que no tenemos manera de controlatas. La fuente de nuestros juicios debe venir entonces de nosotros. Asi, lo que determina a ésos no es el objeto del juicio, sino la condicién humana. Es decir, la existencia ¢s cl primer dato a tomaren cuenta, en particular, el “sentimiento propio ‘© sentimiento del yo, que no es determinado por las sensaciones ni esti en correspondencia directa con ningtin objeto ex- de la existenci terno, El procedimiento llevado a cabo por el vicaro le permitira tanto cestablecet la existencia o sentimiento de s smo, como la del Univer- 40, reconociendo al final la existencia de un solo principio animador, a saber, la voluntad divina, razdn de ser de la humana. Tal faculead distintiva dl ser activo inteligente consistira en poder dar sentido a la palabra “es” (Rousseau Kindle Locations 83784-83785). Rousseau plantea entonces la existencia de un “acto espontineo’, voluncario, generador del movimiento cuya primera y fundamental cvidencia es nuestra propia voluntad. Ese serd su primer “dogma” lo de fe. Sin embargo, no sabe cémo esa voluntad mucve al mundo, simplemente la deduce o constacaa partir desi, del hecho de {que en nosotros es causante de las acciones corporales. Sila materia movida le muestra la existencia de ciertavoluntad, la materia movida segiin ciertas leyes habré de ensefarle que se trate de una inteligencia Este serd su segundo articulo de fe, Intligencia que se encuentra "No sélo en los cielos que giran, en el astro que nos ilumina; no s6lo en ‘mi mismo, en la oveja que pace, en el pajaro que vucla, en la piedra 309 Roberto Séncher Benicez que cae, [sino] en la hoja que el viento arrastra” (Rousseau 1998, p. 411), Aun asi, la finalidad del mundo le era desconocida. Lo més que puede hacer es admirar su orden y percbir la forma en que cada cosa se relaciona con las demas; “estudiar sus concurrencias, sus relaciones, dobservar su concierto”, [gnora la razén de ser del Universo y slo pet- cibe las fntimas correspondencias entre los seres que lo conforman. A la voluntad silo se la conoceri, en ambos casos, a partir de sus actos, no por su naturaleza, Es una “causa motriz’, no material, No saber cémo mucve la voluntad al cuerpo es lo mismo que no saber cémo las sensaciones afectan al alma, de tal manera que Rousseau no en- tiende cémo cualquiera de los dos “misterios” es més explicable que cl otro, Asumiendo, en este momento, una actitud anticartesiana, le parece absolucamente incomprensible la tan sonada unién de las dos sustancias, el cuerpo y el alma. El acto de la voluntad es una hipétesis superior a las formas en que se ha imaginado la existencia de ambas sustancias y luego su unién, “Todo lo cual lleva a Rousseau a suponer que, en efecto, existe un principio més allé del material. La armonia extraordinaria que descu- bre en cl Universo no puede deducirse del “mecanismo ciego de la ma- teria muda fortuitamente”. Es imposible pensar en esta coordinacién, correlacién, armonia, unidad de intencibn, sin suponer la existencia de una inteligencia que lo ordene. El mundo esté gobernado entonces por una "voluntad poderosa y sabia” ala que se vincula la idea de una finalidad y ordenamiento de un sistema que tiende siempre hacia su propia conservacién y cuidado. A ese ser que es activo por si mismo, {que “quicre y puede”, sea lo que sea, y que mueve el universo y ordena las cosas, Rousseau le llama “Dios”, nocién a la que asocia las ideas de ineligencia, poder, voluntad y bondad. Sélo que en la medida en que quire saber mis de él, escapa al entendimiento: 310 Rousseau y la escricura de lo incesante Percibo a Dios por doquier en sus obras; lo siento en mi, alrededor de ml; pero sobre todo si quiero contemplario en sf mismo, si quiero bus- carlo donde est, lo que es, evil es su substencia, se me escapa y mi cespiticu confundido no percibe nada. Penetrado de mi insuficiencia, no éamés sobre la naturaleza de Dios, en tanto no sea obligado por el sentimiento de sus relaciones conmigo (Rousseau Kindle Locations 83944-85945), Esa partir de sus atsibutos que conocemos nuestra existencia y nuestro lugar en el todo del que formamos parte. Dios es inceligencia pero no de manera racional humana. Su inteligencia es intuitiva, “ve igual- ‘mente todo lo que es y lo que puede ser; todas las verdades no son para ella mis que una sola idea, como todos los lugares no son més que un solo punto, y todos los tiempos un solo momento” (Rousseau Kindle Locations 84138-84135). Es la razén la que nos obliga a concebir sus atributosa sabiendas que su esencia resulta inaleanzable. Atsibutos que son afirmados sin ser comprendidos del todo. Es por ello que el mejor uso de la razén seri el de negarse frente a Dios. Meditando perma- nentemente su ser estamos levndonos a nuestra fuente, el “fondo del cearazén” de donde se habrin de obtener las méximas, la reglas que habrin de regir nuestra condueta y poder completar nuestro destino en la tetra, segin la intencién del que nos ha colocado en ella. Sélo hay que consultarse para saber lo que se quiere hacer. Lo que uno siente que esté bien, seré lo bueno. Lo que diga la conciencia es lo que se hace, ya que es la “vor del alma’, mientras que las pasiones lo son del cuerpo. A través de la conciencia excuchamos ala naturaleza. Es en cl fondo de nuestras almas que existe un principio innato de justcia y vireud a parti del cual juzgamos nuestras acciones yas de los demi. Los actos de la conciencia son sentimientos, no juicios. Es por los sen- {Umientos que conocemos la conveniencia o inconveniencia que existe aul Roberto Sinchez Benitez entre nosotros y as cosas que debemos respetaro dejar ir. Existir para nosotros es sentir: nuestra sensibilidad es “incontestablemente” ante- rior a nuestra inteligencia, Tenemos sentimientos antes que ideas, los cuales se nos han dado para conservarnos y que corresponden al amor de-si al miedo al dolor, al horror a la muerte y al deseo de bienestar. A partir de lo que expone Rousseau, en esta parte del Emilio, se puede comprender que para él exista una escritura buena y otra mala: la que existe en el corazén y el alma como ley divina, natural, y la que «s téenica,exiliada en la exterioridad del cuerpo y que prevaleceré, sin duda, en el nuevo sentido que tenga la literatura en la modemidad. La cscritura maldita como exilio del cuerpo, la que es resultado de la im- posicién dela voz de las ercunstancias y de la historia la palabra de los modos de ser en el viempo. Escritura perversa que tuerce los sentidos y cs fuente del malentendido (de aqui las hipdtesis de Jean Starobinski sobre la no confianza de Rousseau en lo que escribe). Habré entonces tuna modificacién al esquema platénico: una escritura del alma y otra del cuerpo; la eseritura del adentro y la del afuera, de la conciencia y Jas pasiones. Bistiocraria Bajcin, Mijail, Speech Genres and Other Late Essay, Austin, University of Texas Press, 2010. . The Dialogic Imagination. Four Essays, Austin, Unie versity of Texas Press, 1981, Blanchor, Maurice, “Rousseau”, Le livre a venir, Francia, Gallimard, 1959, Le livre a venir, Francia, Gallimard, 1959. 312 Rousseau y la escriura de lo incesante Borges, Jorge Luis, “Magias parciales del Quijote”, Obras completa, Argentina, Emecé, 1989, vol. I Derrida, Jacques, Dela gramatologta, México, Siglo xxi, 1978. Foucault, Michel, Le courage de la vérité, Le gouvernement de soi et des Autres H. Cours au College de France, 984, Francia, Gallimard, 2009, . “Introduction. Rousseau, juge de Jean-Jacques. Dia- ngues’, Dits et éerits, 1954-1988, Francia, Gallimard, 1994. Peeters, Benolt, Derrida. 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