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Dr. en Ciencias de la Educación, Universidad de Málaga; Prof. del Departamento de Didáctica y Organización Educa-
tiva, Universidad de Barcelona. E-mail: jose.contreras@doe.d5.ub.es
PROPUESTA EDUCATIVA / 32
Reseñas de libros
bras; palabras que son el eco de una sustitutorios de los que ya tenemos, de nuestra programación, pero, a la
experiencia, quizás de la experien- sino aquel lenguaje que nos permita vez, asumiendo la responsabilidad,
cia misma del encuentro. explorar-nos, sentir-nos, imaginar- el deseo educativo de ese encuen-
nos. Aquel que nos prepare a que tro, esto es, la aspiración, la apertura
Paradójicamente, necesitamos pala- lo nuevo sea acogido y vivido como a que el mismo sea formativo, una
bras para darnos cuenta de su impo- novedad, a que el otro sea acogido y experiencia nueva de ser y de saber.
sibilidad de dar cuenta con ellas de vivido como otro. Necesitamos pala- No se trata sólo de poder pensar
la experiencia. Necesitamos encon- bras para recuperar el silencio, para nuestra práctica educativa como
trar la expresión de los límites de la prepararnos para lo imprevisto, para experiencia, o de mirar a nuestros
expresión al hablar de la experien- la escucha. estudiantes, o a aquellas y aquellos
cia, al intentar expresar el reconoci- con quienes asumimos responsabi-
miento del otro, nuestra experiencia Los textos que componen este libro lidades educativas, como “otros”. Se
de la alteridad. Pero necesitamos pueden ser leídos así: como la opor- trata también de si la propia vivencia
sobre todo palabras, pensamientos, tunidad para hacer una operación del encuentro educativo puede ser
relatos, diversas formas textuales, de limpieza en nosotros mismos; una experiencia para niños, niñas y
para abrirnos a la posibilidad de la como una apertura de nuevos ca- jóvenes. ¿Sería posible pensar, ex-
experiencia, para hacernos sensi- nales de relación, de comunicación; presar, vivir la educación como una
bles a ella. Doble paradoja, porque como la mirada hacia dentro de sí experiencia, como un experimentar,
lo más probable es que nuestra difi- para buscar las propias fibras sensi- sentir y aprender que no trate sólo
cultad para abrirnos a la experiencia bles. No son textos que nos dicen lo de “cosas”, de “conocimientos”, sino
y al otro se deba a nuestro exceso de que hay que escuchar, sino que son también de nosotros? ¿Experiencias
palabras, en este caso palabras que invitaciones para ponernos a escu- que pongan en juego (que nos pon-
actúan como ruido, como distorsión char, a sentir. No son textos escritos gan en juego desde) la imaginación,
sonora que llenan el espacio, que para decir lo que hay que pensar, la sensibilidad, la relación entre el
impiden el silencio necesario de la sino que están hechos para que, al hacer y el decir, la relación entre las
escucha atenta. Así pues, necesita- leerlos, nos pongamos a pensar. No palabras y las cosas, la narración y
mos palabras para aprender a silen- están aquí para decirnos quién es el nuestras historias, la pregunta abier-
ciar toda aquella palabrería que se otro, sino para suspender las certe- ta, el no saber y quedarse pensando,
interpone entre nosotros y lo otro; zas que nos resuelven la pregunta. o probando, el quedarse sorprendi- 115
entre mí y el otro, la otra, lo otro; sí, La educación es el lugar de la rela- dos, ensimismados? ¿Sería posible
pero también entre mí y mí. Nece- ción, del encuentro con el otro. Es como conversación sin guión, de-
sitamos palabras para conectarnos esto lo que es en primer lugar y por jándose llevar, abriéndose a lo que
de nuevo con nuestra capacidad de encima de cualquier otra cosa. Es cobra sentido, necesidad, libertad?
relacionarnos de otra manera con el esto lo que la hace ser, lo que le da ¿Sería posible sin dar por supues-
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las palabras que necesitamos no se hacen propias, sujetas a ritmo, cia, con las que sentir y pensar la
están ya todas expuestas, esperán- selladas por el dominio humano sorpresa del otro, la experiencia de
donos. Muchas de ellas las tene- de quien así las maneja… Mas las las relaciones con los otros, es ir a la
mos que buscar, que degustar, que palabras dicen algo. ¿Qué es lo que busca de secretos, a la busca de lo
probar para ver si son las que nos quiere decir el escritor y para qué que no puede decirse, de lo que no
permiten abrirnos, escuchar, estar quiere decirlo?… Quiere decir el se- nos decimos, pero que necesitamos
atentos, preguntarnos. Hay algo en creto; lo que no puede decirse con la escribirlo para abrirle una posibili-
la escritura que tiene que ver con la voz por ser demasiado verdad; las dad a los sentidos (a las sensaciones,
intimidad, con un encuentro entre ti grandes verdades no suelen decirse a los significados, a las razones de
y ti. Dice María Zambrano: hablando. La verdad de lo que pasa ser, a los sentimientos, a las orienta-
en el secreto seno del tiempo, es el ciones… al sentido). Aunque se nos
“Escribir es defender la soledad en silencio de las vidas, y que no puede escape… como un puñado de agua.
que se está; es una acción que sólo decirse. ‘Hay cosas que no pueden Aunque sólo sea vislumbrar, sentir.
brota desde un aislamiento efecti- decirse’, y es cierto. Pero esto que no Tocar con la punta de los dedos esas
vo, pero desde un aislamiento co- puede decirse, es lo que se tiene que gotas, quedarnos con la humedad
municable, en que, precisamente escribir” (Zambrano, 2000, págs. de la experiencia y del misterio del
por la lejanía de toda cosa concreta 35-38). otro en la palma de la mano, aunque
se hace posible un descubrimien- se nos escape entre los dedos…
to de relaciones entre ellas… Al La experiencia de rastrear las pala-
escribir se retienen las palabras, bras con las que decir la experien- Recibido el 20 de septiembre de 2009
Bibliografía
▪ ZAMBRANO, María, “Por qué se escribe”, en ZAMBRANO, María, Hacia un saber sobre el alma, Madrid, Alianza, 2000.
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