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BIBLIOTECA APOLOGHTIOA £277 DOCTOR PABLO SCHANZ foe do Tonal ei Usivried do Tobings APOLOGIA DEL ——— <= ORISTIANISMO v Tercera parte: JESUCRISTO Y LA IGLESIA VOLUMEN PRIMERO TRADUCTION DE LA 9.* EDICION ALEMANA publcade por B Herder de Feiburgo Dk MODESTO HERNANDEZ VILLAESCUSA ared ————-—— BARCELONA === -HEREDEROS | DE oS GILI Editores = — = Corras, 581 SIFOGRATiA DE Lo8 HDITORBE, BARCELONA CAPITULO PRIMERO La Revelacién cristiana y el desarrollo de la doctrina eclesistica I. La RavauactOn ax Cristo 1A SUPREMA REVEDACION.~1. La pedago- sia dola Revelacion conslayé com laredeneién en Cristo.~2. La Revelacién fristiana es por esensia y por destino absoluta y univeresl.—2, El Bantis ‘a are dltimo profeta—4, El supremo fandamento de la revelacidn ab- solute es la fliaoiin divina del Sedor.~8, El Espiritu Santo no trae nue- ‘va revelaciéa.—6, Los Apéatoles no entendieron deotea manera al Sedor, “1. Ta Iglesia se atiene siempre dla doetrina spostéliea—8, Las rovelar ciones privadas no le aportan unevas detarminaciones, IL La PEuPEO- ‘restLapAD pet, Crisnianramo.—. Esto no exsluye le porfeetbilidad for smal del Cristisnismo, Ia oxige.—10. Cristo infundié ast en lot individuos como ea | ‘un nuero principio de vida—11. Los Andee ‘oles mismos progresaron.—12, La Iglesia no ha recibido un sistema dos- ‘trinal porfeta, pero tammpoco ha creado nuevos dogmas.—12. La Sagrada Escribura es un depésito permanente de fo,—14, Vieante de Lenin. Pro- e40, no variacién. La semojanza del cuerpo y dela planta. 15, Atite- ‘antre tradicionalismo y racionalinwo.~16, Las herejas ton causas de Ja evolusién doctrinal 17, Ls Paros reeposto 4 las herejiag— ILL. Et caaHNo DEL DESENWoLVIMNTD pocrRIWAL EX TA TOLISIA.—18, Evoke cin teoligicay eriatoldgioa do lus doctrinas,—19. A peaue dela prohibit cidn del Eresino, rosults una ampliseiéa del simbclo.20, Hl espiritu de Ja Iglosia no eonoce estacionamiento alguno,-21. El dogma eoteriolé ico.—22. Bn el enlto yen Ia litargia so ve aim més el perfeccionamien: to-28. Liturgia. Dias festivos.—24. Diferencia on las diversas Iglesias, =25, El Vaticano sobre el progreso, L. La revelacién en Cristo es la suprema revelacién 1. La pedagogia de Ia revelacién concluyé con la redencién en Gristo,—La obra reveladora de Dios ae desarrollé sucesiva y gradualmonte, empezando con el Protoovangelio en el Paraiso, y eoneluyendo con la reve- lacién del Padre por medio del Hijo. Desde el principio mositdse en Aquel que en la ¢plenitud de loa siglosp (Efes., I, 10; Gal,, TV, 4) babia de venir para redimir al género humano, objeto y fin de toda la Revelacién. Pero Jos rayos de la profecta alumbraron cada vez con mayor claridad, y la figura del esperado Mesias se destacé de ats 1 ny 6 apovooia mat, enispiasiiauo ads acereaba el ‘9s en stt eterno ‘tavo Dios pro- acostumbrar recibir el perfiles generales con mis lucidez, euanto momento de la redencidn decretado por Di consejo. Ala manera de un sabio mentor, sente la inteligencia de los hombres, pars & Ia luz al ojo privado de ella y disponerlo para claro sol de la verdad, Les comunied solamente aquello que podian soportar, y de manera tal que toda revelacién, sucesiva pudiese encontrar punto de apoyo en la prece- dente, para su desarrollo y aclaracién, Mas las sombras hubieron de retroceder, cuando alumbré toda la luz del mundo; Ia preparacién habia tocado 4 su fin, cuando apa- “reci6 en Ia tierra Aquel 4 quien esperatan Israel y todas Jas gentes. Con ol advenimiento del Mesias y con la py ximidad del reino celestial, ee consideré terminada Is his- toria de la Revelacidn y de In pedagogia divinas, pues el ‘Antiguo Testamento a0 conoce un fin superior para los hombres en la tierra, ni el pueblo de Dios puede esperar una verdad més excelsa que Ja del Mesias. ¢Yo sé que vyendré, ol Mesias—dico al Sefior 4 la mujer en la fuente de Jacob,—y cuando venga, nos declararé todas las cosas> (Juan, TV, 25), Niel hombre en particular ni el género bus mano entero son eapaces de un perfeccionamionto infi- nito. La obra del edueador toca é eu fin, cuando el dis- cipulo se convierte en hombre maduro. La educacién reli- giosa de todo el género humano debia legar & ser tal que hiciera capaces 4 todos los hombres para recibir sin velo toda la verdad divina. 2. La Revelacién cristiana es por esencia y por des- tino absoluta y universal.—Pero la Revelacién cristiana se muestra tliima y suprema verdad también por su ca- rdeter universal. No eaté hecha, como la revelacién del Antiguo Testamento, para un patriarea, para una familia, para un pueblo solo, No; como ya Jo habian anunciado los Profetas, se aplica é todas las naciones y gentes, 4 todos Jos paises y tiompos. Se ha despojado del traje nacional y hha roto loa estrechos lazos del particularismo para hacerse comprender y seguir por pusblos de todas las lenguas. Pero ae sidlits He ty A REVRLACIGN CRISTIANA z cato fud tanto més posible cuanto su contenido es tan unie Vorzal como su destino; intensa y extensamente esté por igual destinada & todo el género bumano. Todo to que la rovelacién natural y la sobrefatural asumfan en ef en punto 4 ln verdad religiosa, fué acogido en la Revelacién cristiana pata tuirlo con Ia verdad suprema que nos trajo Aquel que Gescansaba en el seno del Padre, El judio, como el pagano, Gebe decir que en la Revelacién cristiana encuentra perfec tamente aplacado el supremo deseo de eu espiritu, ansioso de verdad, y el profundo anhelo de su corazén, sediento dela fuente de agua viva, La verdad eristiana, por me- dio de la fe, debia ser patcimonio comtin é todos los hom- bres de todos los tiempos. 3. El Bautista es el ultimo profeta—El precursor del Sefior, Juan el Bautista, anuncié la proximidad del rreino celestial, Se hallaba él casi ew el umbral de la Nueva ‘Alianza, sin entrar en ella, Después de larga interrupeién, se desperté una vez mis el espiritu profético, para llevar 4 feliz término en el mas grande de los profetas la obra de Ja profeota, Hl precursor sefiala, por decirlo aef, eon el dedo Jas promosas de todos los profetas. Su grito en el desier ‘Haced penitencia, porque ol reino celestial se acerca, fué In sefial de la venida del nuevo Rey y del suspirado reino, Como una chispa eléetries, hubo de encender de sti- Dito los corazones do los israclitas piadosos, y como fuego devorador santified 4 los hijos de la Alianza para la proxi- midad de su Dios. Jestis mismo puso 4 Juan mas alto que Jos profetas cuando lo considers ol més grande de los na- cidos de mujer. Pero también afiadié: ¢El menor en el rei- no do los cielo es mayor que él> (Mat., XI, 11). «Desde Jos dfas de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos padece fuerza, y los que se la hacen, lo arrebatan, (1). V. Kuhn, Hinleitung in die katholische Dopmatik, 1864, 17 y signs Kleutgen, Theol. der Vorseit, IIT, 1860, 98 y sign; Régaon, tudes de thio louie postive sur ta 8. Trinite, T1892, 118. Ea eentido racional: Strate Die chriathishe Glaubenaehrs 1, 1840, 254 y sign; Wobbermin, Das Westen det Christentuma: Bestrige sur Weilerentwietung dar Religion, 1905, 382 vies ia. Porque todos los profetas y Ia ley hasta Juan profetiza- ron, y si querdis recibirlo, 61 es aquel Elias que ha de venir.) Testis mismo acogis el grito del Bawiista d la peniten- ‘cia. Pero lo enlazé con la obligaciéa de ereer en el Dvan- gelio, «Paes quo el tiempo se ha cumplido y ce acerea ol reino de Dios, haced penitencia y ererd al Evangelion (Mare, I, 15)°). Asi cxplioa al disefpu'o de Pedro ta pa: Sabra del Mateo hebraizante (IV, 10). Pero jqué era este ‘Evangelior’ Era la buena nueva para los pobres y des- “dichados, para los pecadores y publicanos, la fausta noticia de la redoncién de Ja servidumbre del pecado, de la muerte y del demonio, ol alegre mensaje quo pro- metfa y anunciaba el principio de un nuevo reino im- porecedero con el segundo Adin & la eaeza. Por tal mo- tivo, pone Jeeis eu. docirina, no sdlo en oposicién & la de Jos eseribas y fariseos, 41a detos judios deaquel tiempo, sino ‘que se coloza & sf mismo aun sobre ol Antiguo Testamento, poniendo enfiticamente su autoridad frente & la do Moisés para cumplirla Ley y los Profetas, explicando haber veni- Go 4 cumplitlas, y dando una ley nueva, de euyo cumpli- miento hace depender la consccucién de la vida eterna. Cristo atribuye 4 sus mandamientos el mismo valor que & Jos del Padre, ¢No todo ol que me dice: Setior, Sefior, on- traré en el reino de los cielos, sino el que hace la volun- tad de mi Padre, quo esté en los cicloss (Mat., VII, 21). ‘A él le‘concedié el Padro que tuviera en sf la vida; & él ge lo confirié Ia realizacién de la salvacién del mundo (Mat., XI, 27, Ine, X, 22). El Hijo esté desiguado por el Padre como Juez omnisciente del mundo; ¢ quien él perdone, vivird, & quion él rechace, ser Mamado jui Pondré en posesidn del reino, preparado para ellos desde Ja fundacién del mundo, 4 los benditos de su Padre, y (Tas exticos modernos dicen que ol (Mare., XVI, 16). Ba su nombre y segin las Bscrituras, debia anunciarse 4 todas las gentos la remisién de los pe+ cados (Luc. XXV, 46 y sigs.) Ta fe en Jestis, Hijo de Dios, es desde entonces necesa- ria para la vida eterna, «Quien eree en el Hijo, tiene vida eterna; mas quien no da erédito al Hijo, no veré la vida, sino que la ira de Dios esté sobro ély (Juan, IIT, 36). Quien su palabra oye y cree 4 aquel que lo envid, tiene vi- da eterna; quion au earne come y su sangre bebe, tiene vi- a Ja. Dh CRISTIANESHO dda otemna, y el Hijo lo resucitard on el vltimo dia (Juan, ‘V, 24; VI, 54). El es la resurreccién y la vida, el cami- We a verdad y ia vida; nadie va al Padre, sino por él (diuam, XI, 28; ZIV, 6). tHista ee la vide oterns, que te (erorcan a ti solo por Dios verdadero, y & Tesueristo 4 quien enviaste> (Juan, XVI, 3) 3, El Espiritu Santo no trae nueva revelacién.— sPuode ser este conociméento distinto de como ha sido re- (Tac, XXI, 38). 6. Los Apéstoles no entendieron de otra manera al Sefior.—Los Apéstoles tampoco entendieron de otra Tnanera al Maestro, ni comprendieron ni practicaron de otro modo st. misterio. Cristo, el Crucificado, el Resucitado, es bes 1A REVEEAGIGN CRISTIANA a para ellos wxa ¥ t2¢o, y el arguments do eu predicaci6n es PMuadamento dou fo y el término de cus esperanzas. €Y no hay salud en ningtin otro—asovera San Pedro ante el ae ay mojo, porque no hay otro nombre debajo del cielo, Jado & ios hombres, por medio del cual podamos ser sal- see (Heehos, TV, 12).» €Porque uno es Dios—dico San Pablo,—-y tno el mediador entre Dios y los hombres que go did 4 a{ mismo ea redencién por todos, como testimonio seus tiemposd (i Zim, II, 5-6, Gd, TIL, 20). «Ningu- ho que habla por spirita de Dios, diceanatema & Josts; y ninguno pnode decir, Seftor Jest, sino por el Eapt. xen Santop (I Cor, XII, 3). €Todo espfritu que confie- fa que Jesucriato vino eu carne, es de Diosy (I Juan, TV, 2), La Antigua Alianza habfa pasado, ess6.con su eum- plimiento, La Nueva Alianza, no Ia de letra, sino Ia del es- pirity, es inmortal. (Gl. 1, 8)- Ast eomo fué apro- Jado por Dios que se Ie confiase él Evangelio, af hablé él, no como. para agtadar 4 los hombres, sino & Dios, que ) Wor, 1, om, X43 Gly TL, 24 Heil. prueba los corazones (I Tessa, IT, 8). Asi como el Sefior habia dicho un dfa & los fariseos: «Toda planta que no planté zai Padre eclestial, arrancada seré de raix> (Mat., XV, 18), asf recuerda 6l Apéstol & los Corintios que los “Apéstoles sélo son dispensadores de los misterios de Dios, como fué dado por el Sefior & cada uno (I Cor., Il, 5; TV, 1), Y enérgicamente oxige de sus disefpulos que no procla- men otra doctrina, sino la revelada por Jestis y predicada por los Apéstoles, ¢Y asf, hermanos, estad firmes y con- sorvad las tradiciones que habéis aprendido 6 por la palae bra 6 por una carta nuestrad (II Tessal., II, 14). Repeti- damente exhorta al amado Timoteo 4 que no exponga otras doctrinas, 4 que conserve la que se le ha confiado, en la forma. de las palabras saludables, y 4 quo se man- tenga firme en la fe yen ol amor 4 Jesucristo ™. ¢Sois edificados sobre el fundamento de los Apéatoles y profetas en el mismo Jesueristo que es la piedra angular, en Ia cual todo ol edificio que se ba levantado, rece para ser tun tomplo santo.en el Sefior, en el cual vosotros sois tam- bién juntamente edificados para morada de Dios en Espi- ritup (Bfess., II, 20 22). Los ereyentes deben dejarse guiar por los Apéstoles, los Evangelistas, los Pastores y Docto- res «para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del mistorio, para edificar el cuerpo de Cristo, hasta que todos Ieguemos 41a unidad do la fe, 4 vardn perfecto, segtin la medida de la edad cumplida en Cristo, para que no seamos ya nillos fluctuantes y nos dejemos Tevar en rededor de todo viento de doctrinay (Hfess., TV, 11-14), En el Logos, que desde la eternidad era Dios, recibio- ron ellos la indudable y absoluta revelacién de la verdad diving; en ol Hijo de Dios hecho hombre esté cumplida la unin suprema del hombre con la divinidad, fin de toda religién. El Hombre Dios, desde este momento, no sdlo (), 1 Dims 1, 85 IV, 16; VE, a0-215 TL Tina, 1, 1814. V. Kolin, Der Glaubensakt des Christen nach Boprif wnd Fundament, 1891, 138 y'si5 Kuler, Dogmatische Zeitfragen, , 1898, 188 y sige, daha. ts ol modelo de esta unidn, sino que esel fundamento vi- tal de ella, pues por Ia entrada en la comunidad dela vida con Oristo, ee anuda otra vez el vineulo de la unidad eon Dios, deshecho por los pecados, y se afirma la herencia dels vida eterna d los hermanos del Hombre: Dios, 7, La Iglesia se atiene siempre 4 la doctrina apos- téliga.—Deade el principio considerd la Iglesia como doc- trina cristiana, la doctrina apostélica, pero pura é infal- seablo, ya fuera consiguada en las Eserituras 6 transmitida de viva voz. Lo que los escritores sagrados habian puesto ya en el corazén del lector sobre la conservacién de la pureza de sus Escrituras, se tenia por norma absolute: «Guarda lo que has recibido, sin afiadie ni quitar nada.» Cuando los montanistas anuneiaron tna era nueva, la era dol Hspiritu Santo, que debfa cerrar la edad de Ja juven- tud, del Evangelio, de la misma manera que el perfodo de la Ley y do los Profetas, esto es; de la infancia, hubo de coder al Evangelio, los Padres ge elevaron resueltamente contra esta innovacidn, que sdlo podia emprenderse en in- terés de la herejfa, Pues si bien los Apdstoles (Hechos, XYV, 28) y los Padres apostélicos estaban convencidos de Ja asistoncia del Espiritu Santo y admitian el espirita profétieo, no estaban menos persuadidos de que en Cristo se habia dado la tiltima y suprema revelacién. Dos razones alegaban los montanistas para su innova- cidn: la misién del Bspévitu Santo y la Ley de la evolueisn natural. As{ como por la venida del Hijo de Dios se operé el cumplimiento de la Antigua Alianza, asf la venida del Espiritu Santo significaba el cumplimiento del Evangelio. Dios envié el Espiritu Santo—decian,—después del Hijo, ‘porque la limitacidn humana no podia comprender todas Jas cosas de una vez, sino que sdlo podia ser guiada poco 4 poco 4 Ia, perfoccién. {No ee desarrollan las eriaturas (1), Barn, 19,115 Doct. apy 4,18; Terk, De prastor, 8105 Adv, Herm., 295 Clem. Ale, Stromy ly 80; Has. His. el, 8,16, 3; ‘Vine. Lir, Comm, Ba V, Deut AV, 2; dpoc, XU, ly sig; Kunze, Glaubensregel, Heilige Schrift und Panybckonncn, 1898, 208 y sigs, 358 y sigs “ APoLogiA Det enrsrraxr9Ho Tenta y eucesivamerite? Primero aparece el germen, del cual nace la planta y de la planta ge desarrolla el 4rbol ©, ‘Tortuliano, que combatié la doctrina de la Iglesia con este argumento, cuando atin no era montanista ofrecié las armas para rebatitlo, A los gndsticos, que en apoyo de sus sisto- mas citaban las palabras: «Busead y encontraréisp (Mat., ‘VII, 7), les contestaba: «Bs preciso buscar hasta encon- ‘tear, y creer cunndo se ha encontrado, y uo afirmar otra cosa sino lo que se ha erefdo, puesto que nada ha de creer- se, y por tanto, uada ha de investigaree, si se ha encon- trado y orefdo lo quo ha sido manifestado por Aquél que cordena no buscar otra casa sino lo que él ha estableci- do,» Para él la regla de fe es absolutamente una, inmo- vible 6 inmutable. Fuera do Cristo, nada ha de busearse; el Cristianismo es la religién absoluta, San Agustin se pone en guardia contra los herejes (maniquéos), que tra- taban de dorar sus innovaciones, diciendo que el Espiritu ensefiaria 4 Ins suyos muchas cosas.que los disefpulos no podian comprender todavia. 8, Las revelaciones privadas no lo aportan nuevas determinaciones.—Siempre dominé en la Iglesia la ereon- cia de que no ha de esperarse nueva revelacién, Aunque alguno pueda ser digno de una revelacién especial, tal re- velacién privada no es reguladora de la doctrina y moral de la Iglesia; antes por lo contrario, puede ser sospechosa, aunque solamente se separe de Ia revelacién divina en cosas formales, Los Padres combatieron siempre 4 loa que, no satisfechos con la regla de fe transmitida desde la anti- giledad, buseaban cada dia algo nuevo y trataban de eam- Diat algo en la religidn, como si no fuera un dogma celes- tial quo necesita ser revelado una sola vex ®). San Grogo- G Ter, De erg 1; eres 8; Moles, Patron, 180, 785 si (3), Tere, Depron 8, V. Ruhty Bint 3989 ges Za Gs hte dea neat Henn 958, 12 sgn 1199 sg. Por ontario, Hare ack Daw Seve Teton un as sa 280,12 46 Agee Pn Ioan M7, yon De aetio Fe. ans 0; Gir, Jer, Oat, Weis ia)” Poy RTL 8; 1 in Ta V. Ksngon, Fy TE, 008 ys, on; Zetks fur kath Pol iol, 38 yan Lada XU, Bac Og fu ao mri (de prohtione ot emura ibroram) 833, Bh. ek BRVRLAGEON. CRISTIANA jo Magno” dice que cuanto mas se acerca el fin del mundo, =e en ge abro por la revelacidn un paso més féel para ty eieneia eterna; pero se expresa de tal manera impuleado porau ides de la inmanencia del fin, en cuanto que, tenion- a por muy breve la ultima épocs, la del. Cristianismo, Goncidersba la revelacién eristiana como iltimo término Ge la inssruceién divina, como Ia revelacién suprema, que precede inmediatamente al fin del mundo. En efecto, en Gira parte se muestra convencido de que nada hay por encima ce los cuatro consilios, de que nada puede quitar- fo ni aiiadiree al cuarto confirmado por el quinto. Algunos ‘escoldsticos, para allanar ciertas dificultades relativas 4 la Goctrina sacramentaria, supusieron una revelacidn especial hecha 4 la Iglesia; pero esta solucién la dieron solamente como posible, sin exeluir la otra, En cambio, Duns Scoto Ta impugnd sfirmando que en la esencia del sacramento nada puode sor alterado por la Tglesia, porque las revela- ciones do Dios terminaron con los tiempos apostélicos, Esta concepeién, no sélo esté de acuerdo con la doctri- na de la constitueién y misién de la Iglesia, sino también con la teoria de los mismos esealdsticos sobre la relacién de a doctrina eclesidstica con Ia apostélica ®, Cierto es que ‘Alberto Magno afirma la necesidad de un progreso; pero ‘més bien un progreso del ereyente en Ta fe que de la fe en el ereyente; por Io cual observa Santo Tomis: ‘El psoudo-Dionisio transmitié 4 los escoldsticos 1a mé- xima de que 4 nadie le es permitido decir ni aun pensar al- go sobre la divinidad ultraterrena y miateriosa, fuera de Toque nos ha sido explieado por Dios en las Sagradas Es- © erituras, También el pseudo Basilio aeonseja: Las Sagradas Escrituras gon para muchos tun obstéculo al progreso religioso, en tanto que otros las consideran como bases fundamentales couservativas, 6 también como modios de progreso ®, Poro estas y otras muchas exprosiones de los Padres, refiérense especialmente al problema estrietamente teol6- gico, & los misterios. For eso, cuando eontraponen los mis- terios de la fe al eonocimiento racional y & los deseabri- mientos humanos, no quieren admitir todas sus vatiasio- nos por el hecho de la sabidurfa humana, pero no impiden ni recbazan toda evolucitn eclesidstion de la materia de +. fe quo se cumple por la asistencia del Espfritu Santo y se funda en Ia Sagrada Eseritura, Al eontrario, tal evolucién GY; Botany Prolyomena, I 7: Me Can, Loe the {@) ¥; AM Miller ct por Shaug, Luigion wad Euteheapdetreon eb Philn dab, 109 3009 cns The, Quarta te nye Be Kany Sciopecteunry ravens; tx mpage a eet Bioxin docemento;acgin Shell ath, Dorm, T oak Soy Ses a Bas ‘ura promueve el progreso, mientras el tradicionalismo fo impide. sp _Atovnala na omera nano Gebia parecer como una necesidad, cuando fueran provo- fadas cucationes coneretas de fe y de moral 4 conso- Guencia de las mudables eircunstancias. As{ como el cre- yente en particular, sogiin au grado de cultura, necesita hhacerse propia la fe y progresar desde Ia fo 4 la ciencia, porque solamente el saber que sigue 4a fo es el que com- pleta la ciencia de la verdad, asf también la sociedad de fos icles ha de desarrollar, comprender y profundizar el contenido de la fo. ‘Al principio se realizé la predicacién con arreglo 4 las pequefias necesidades de las primeras comunidades. Las _controversiaa gélo podian sostenerse en oposicién al jue Gafamo y al psganismo, El Cristianismo estaba més im- preso.en la vida préctioa do la Iglesia que en la vida inte- Jectttal de los eabios, mas en el ejercicio de la virtud que en la especulacién tedrica, Pero 4 medida que se hacian nde frecuentes las relaciones con los paganos, s0 originé gon mayor fuerza el contraste con la cieneia profana, y ee hizo més apremiante la necosidad de eonsolidar algunas yerdades de la fo contra toda duda interior y exterior y de asegurarlas contra toda interpretacién equivocada y am- Digna. Ambos factores, ae{ Ins disputas y negaciones herd. ticas como Ia aspiracién inmanente de la fe viva hacia su total desenvolvimiento, cooperaron para suministrar 4 la Goctrina y al culto dei Cristianismo un perfeccionamiento progresive y universal. ‘Ya hemos indicado antes que los apolagistas eristianos oponian dos contestaciones al reproche de que el Cristia- fuismo era una innovacién innecesaria. Reclamacon para ete, y pudieron demostrarla, mayor antigiledad que para Jn idolatria y la filosofia, porque la revelacidn del Antiguo Testamento, fué preparacién para él, y la razén humana, con su conocimiento natural de Dios, e8 como el predmbu- Jo, Pero defendieron el derecho de progreso-en todas las cosas humanas, aun en la vida religiosa, Hoy, como siem- pre, la inmovilidad se. considera eomo un retroceso, Sin Thenoseabo de la verdad absoluta del Cristianismo, tam- TA RRVELACION CRISIIANA 2 bién puede admitirse un progreso en la claboracién de la verdad eristiana, y debe ocurrir tal progreso, si el espiritu ogo os vivionte y siel Hombre-Dios perdura en su Ig- leeis, Conservacidn y progreso estdn an mutua dependencia, | 7°14. Viconte de Lerins, Progreso, no variacién, La | semejanza del cuorpo y do la planta.—En ol examen de tos concoptos, se ha preferido en todo tiempo seguir 4 ieonto de Lerias, el primero que traté de dar una teoria sapecto & la vida de fo de Ia Iglesia, En su Commonito- jum pone juntos ambos elementos para mostrar con evi- doncia la conexidn interior y Ia resiprocidad de ellos. Es © ndudable para él que la conéinuidad de la fe remonta de época en época hasta los Apéstoles, Sélo ha de considerar- gp como dogma eclesiéstico lo que hasido eretdo en todo lu- | ger, siempre y por todos, Pero iinisamento on le religién ® Ina de faltar todo progroso, enando por doquiera so ogra aun © Geosta de grandes osfucrzos? A esto contesta Vicente: ‘4Soguramente (existe en la Tglosia do Cristo un progreso) y grandisimo en verdad. Porquo jquién so mostraré tan fenvidioso del hombre y tan airado contra Dios que sea ‘oxado 4 impedirlo? Pero ha de ser realmente un progreso Jon Ia fe, no una mutacién. Ahora bien, es propio del pro- GF reso que cida cosa se perfeccione en si misms, y de la ES) mutacién, que so transforme en otra. Por consiguiento, ‘crezea y progres mucho y fuertemente el eonccimiento Ja ciencia y In sabiduvia, tanto del individuo como de to- dos, tanto de un hombre como de la Iglesia ontera, segiin fdoa grados do la edad y do los tiempos; pero & su manera, _ pion on miamo dogms, en ol mismo sentido y en ef } (tiliomo pensamiento, de suerte que ee digan cosas no nue- : a ino ed modo aueyo Cy. oe a 45.) A-manora de comparacién expono la ley del crecimiens = to conporal en cuanto simboliza la loy de la religidn de la aimas, Los cuerpos se desarrollan mis y més con el trans. ceurso de los afios, pero esencialmenta pormaneeen los iis. (1) Vie, Lir, Comm, 8, 8, V. ln edisién de Jilicher, 1895, IX y sign 4 —_aroucaia pet omisnrantsxo mos. Hay gran diferencia entre la frescura de Ia juventud y la madurez, de la vejer, y, no obstante esto, son ancia- nos los que antes fueron jévenes. Asimismo, el arbol, es distinto de la estaca, y ésta do la simiente, pero de ésta ha nacido aquél, Estas figuras demuestran que Vicente admito en la Iglesia, como en el individuo, un crecimiento, progresivo, sin perjuicio de la revelacién absolutacé in- mutable, Opina, no gélo Gl mismo resultado, Se acostumbra, en efecto, & considerar Jas teorfas herétieas como ereaciones fantéstieas de mentes desequilibradas, 6 como abortos de voluntades orgullosas yy extravitdas; mas no debe olvidarse que esto no se veri- fic6 siempre, sobre todo al principio. Las herejfas, por lo tis en parte, tonfan un predmbulo, un punto de apoyo ‘en la toorfa y on la institucién oxistento, El error estaba ‘goncillamente en que los herejes se atenfan adlo 4 una parte Gel dogma, descuidando 6 negando las otras, con lo cual Jo Hevaban al extremo.), Una vez formada la oposicién, condueta & etrores mayores. Los Padres pronuncian fre- ouentemente sentencias condenatorias contra la -herejia, pero reconocen el mérito negativo de ella, es decir, él haber ‘promovido el desarrollo de la doctrina, por lo que aconse- jan no aferrarse demasiado & la palabra, pues Ia salud no reside tanto en ésta como en las cosas. Aun los Evangelios tienen estilos diferentes. 17, Los Padres respecto 4 las herejias.—La frase apostéliea: Bs necesario que haya herejtas (I Cor., XT, 19),.quizé en recuerdo de la expresién de Hericlito, de que la lucha es 1a madre do las cosas, la intorpretaron los | Padres on el sentido de que las herejfas existen para dar =) Ling, Crsantn, Polisglaws and Tolksira yor laoteare Hara, Des Chnuntun nd ec Goshen tid defi Thou 3 sy few delle doers took “oy Sts Pride Ont ede Wr seinigen Gottesbegrifes und der bibliscken Schipfungugeschishte,* 188 rholt, Ueber die Bntwiek rahe tn dr Te KBs Drm nn ect ner He 4S) Hageman, Dis tice Kir 184, 31; Gog: Na, Bp 4,68 2 apowoatia impulso al estudio y 4 In interpretacidn de Ins verdades critianas. Tertuliano dice que la herejfa es un Hamamjen- to & los Doctores de la Iglesia para que der nuevo des- arrollo & la doetrina, 6 un castigo por haber olvidado el desarrollo necesatio del conocimiento ‘cristiano. Orfgenes reconoce en las sectas el resultado necesario de la unién del espftitu humano eon el divino. «Ast como Jos hom- bres, y no en verdad las clases trabajadorss y serviles, sino muchos de las clases cultas de Grecia, vierda en el Cristianismo algo veuerable, asi nacieron necesariamente las sectas, no por el simple prurito de contender y contra- decir, sino porque muchos sabios ce esforzaron por pe- hetrar profundamente en las verdades del Cristianismo.> San Agustin observa ademas que toda herejia ha puesto ante la Iglesia un problema propio, para que, por la nece- sidad de combatirlo, fuese defendida la Sagrada Escritura con més diligencia y eelo que cuando no se sentia tal ne- cosidad , ‘También experimenté por af miemo que su conocimien- to de la fe se perfeccioné, se profundiz6, se purified mu- cho més en las luchas contra las tesis contrarias; y aun confess que el pelagianismo hizo de él un defensor de la gracia y lo estimulé 4 un estudio de la Sagrada Escritura més atento y mis asiduo, Asimismo, reconoce que el semi- pelagianiamo lo impuls6 & estudiar el origen de la fe. Por Jo tanto, asf como San Agustin tuvo ocasiéa de hacer re- tractaciones, ast exigid también de sus adversarios quo, al juzgar 6a doctrina anterior y la de los Padres res- posto dla gracia divina, tuviesen presentes los errores contra los euales habian tenido que defender la verdad cristiana ™, Ast como los judaizantes de Galacia dieron ocasién al Apéstol para ilustrar mejor Ja virtud de la fe en Is eari- () Staudennasier, Dis crisilicke Dogmatiky 1,97 y sigs: 105 y sigs (@) Tert, De praciors 395 Orig, C. Gels, 3,185 Agust., De tv. Det 16, 2,1; Bran. tn Pe, 65, 92: Bp., 145'95 De praat, 48; Dedono pers, 30 y lpn De vera reli, 8, 10; Rebract, Proly n. 2. V, Pelav., De pati, 2 7,95 Hloutgen, Pico, Lily 888 sige, 065 y sigs.; Kuho, Hinteitung, 160 sigs. dad, y para pintar al vivo ls superiorided de Ia Nuova Micuee sobre las instituciones dela Antigua; asf como los divmasry discordias do Corinto lo indujoron & exponer los ‘Sariemas de la gracia en relacién con el tinico Dios y Se- ior; y_ ast como, & causa do los peligros de Roma y de ‘otras comunidades, explieé con més claridad su Evange- Yo, ast los errores gndsticn maniqueos contribayeron al tnejor conoeimiento de Ia relacidn de Dios con el mun- Go y con ol mal, y la relacién de Ia redencién con In =» ereacién ), Hoy 80 considera 4 los gnésticos como loa | primoros dogmiticos y exégetas, por obra de los cuales 4 yocibié el primer impuleo la elaboracidn sistemitica de la materia de la fe y la determinacién més precisa del ea- non), & Kunque las resoluoiones eclesidsticas siguieron algunas ‘gees bastante tarde, cuando no preexistian explicita 6 implicitamente en el Sfmbolo, esto no obstante, fueron _{ predispuestas por las controversias de los tedlogos y por a doctrina eclesidstica, y explioadas por la teologia cogiin Ja Biblia, la tradiciéa y la razdn. Asi, observa San Agus- tin acorea de las controversias heréticas: «jEubiera podi- do esta materia, cubierta de tal nube de disputas, llegar 4 la clara exposicién y confirmacién de un Concilio plenario, ; pipin més ni mas el aspocto contrario, sosteniendo la verdad f gomiin; pero en esto siguieron el ojemplo del jardinero que ee en. sentido opuesto al arbolillo encorvado por la “pomipestad, para que recupere la direceién recta. No te- anlan nécosidad de defender lo que no ora impuguado, Por lo contrario, la Iglesia en sus resoluciones ha evitado siem- () Mobler, Symolik,° 1843, 371; Hagemann, Die initche Kirche, 19 y as, : “(@)_Harnack, Dopmengeash 1,* 188. Por lo contario, Kunze, Qlaubens regi, 9 san 300; Voi, i dpolinaiame, (8) De dapt., 2, 12 y sigs. * 0 ‘AvoLoGIA, Deb CRISTIANISMO pre los extremos, como lo demuestra precisamente su con- ducta respecto & la doctrina de San Agustin relativa é la gracia : IIL. El camino del desarrollo doctrinal en la Iglesia 18. Evolucién teolégica y cristolégica de las doc- trinas,—Este desarrollo doctrinal, suscitado y promovido por motivos exteriores 6 interiores, puede observarse ast en las verdades mds importantes de la fe como en la vida entera de la Iglesia. Ordinatiamente, puede reconocerse _ aquellos pertodos del desarrollo que corresponden 4 mo mentos particulares del concepto posterior del dogma, y que, por lo regular, se formularon con més claridad & me- dida que se avecinaban las herejias. Una comparacién en- tre el Simbolo apostdlico y el niceno constantinopolitano, calcedonense y atanasiano, puede poner 4 todos en claro & primera vista el asunto de que tratamos, ya que nos mostrard on Ia Sagrada Escritura el curso evolutivo de los dos puntos capitales del dogma, esto es, el teoldgico y el eristolégico, Hl dogma teoldgico, que ensefia la divinidad del Hijo y del Espiritu Santo 4 la vez de la del Padre, sal- vo siempre la unidad de Dios, no s6lo debié ser defendido contra las negaciones de los monarquianos, haciendo re- saltar la distincién entre Padre 6 Hijo, sino que ocasioné nuevos estudios acerea de Ja relacién de las personas con - ientras frente 4 los arrianos subordi- nacianos so afirmaba la consustancialidad del Hijo con el Padre, y frente & los pueumatémacos, Ia consustanciali- dad del Ezpiritu Santo con el Padre y con el Hijo, y se exponfan como principios de la distincién personal la ge- noracién y la procesién, quedaba por definir la relacién en- tre el Hijo y el Espiritu Santo, lo cual se fandé en Ia pro- cesién del Padre y del Hijo, con la que la Iglesia occi- dental se puso on contradiecién con Ia griega, poro redu- (2) Kubo, £6, 181 ¥ sigs, jo al tltimo término la evolucién doctrinal conforme 4 los Fain fandamentales de Ia Sagrada Hseritura, ‘La pvolucién del dogma cristoldgico levanté no meno- des, Se traté primero de defender contra los Ehionitas la verdadera naturaleza divina, y contra los do- Jers In verdadera naturaleza humana, Pero ambas natu- E Jalesae debian sostenerso también integras, por arduo que SGareciera el reunie la plenitud dela humanidad con Ja Dlonitud de In divinided. El Arsianismo, que mutilaba la {yenaturaleza humana quiténdole el alma, para poner en su FE lugar la naturaleza divina y hacerla descender 4 la osfera ‘ds las criaturas, hubo de ser rechazado 4 causa de su oposi- “pin, con el dogma teoldgico. El propésito de Apolinar de eer més comprensiblo la. unién de las dos naturalezas eu gola persona quitando de en medio Ia inteligencia hu- © qaatua, se estrellé contra la clarfsima doctrina de la perfee- “fs humanidad do Josts, Si do osta manera se confirmaba el “principio de las dos naturalezas completas, quedaba por eombatir la unién exterior y moral de ellas afirmada por “el nesvorianismo, que conducia 4 una doble personalidad, epino la mezela 6 fusién afirmada por el monofisitismo. ‘La doctrina de la unién de ambas naturalezas en la tinica jersona-del Logos fué el resultado de esta agitada evolu. jén. No fuoron més felicos las tontativas posteriores, que }-querian debilitar las consecuencias de esta definicién ad- mitiendo una voluntad y una operacién (mouotelismo). ©. {No es sorprendente que aun en estos dogmas funda- entales del Cristianismo haya tenido efecto una evolu- ign tan larga, en medio de contiondas que pusieron en rebelién ol Oriente entero? No ciertamente para aquél que, "pot la “historia de Ja antigua Iglesia, sabe euén poderosos < esfuerzos fueron necesarios para veneer la sabidurfa paga- “nay ponerla aleervicio dela teologta cristians, Aunque los horejes salieron del Cristianismo, utilizaron las doctrinas de las filosofiag griegs y oriental para poner la sencilla fo del Cristianismo al servicio de sus especulaciones, Procisa- mente estas verdades de fe son aquellas cuyo simple enun- 2 AvoLoGLA DEL. oRrerEANISHCO ciado est claramente expresado en la Sagrada Escritura yen la tradicién, Aqui puede aplicarse lo que Tertuliano ico de los herejes: «La falsificacién de las Escrituras esta donde se halla la diversidad de las doctrinas, Los que en- tienden ensefiar de otro modo, se ven obligados 4 alterar Jos instrumentos de la doctrina > El autor del Pequefio Laberinto (jHipélito 6 Cayo?) remite 4 los artemonitas & los escritos de los Padres apostélicos y de los apologistas, en todas las cuales Cristo es venerado como Dios, 19. A pesar de la prohibicién del Efesino, results una ampliacién del simbolo,—Podria parecer que el pro: ceso histérico del dogma, asf en el individuo como en toda la comunidad, aleanza su punto culminante y su término, do manera que después de cierto tiompo viniera tun estado de inmovilidad, Loa protestantes afirmaban esto cuando reconocfan como verdadera expresién de la doc- trina eseritural los tres simbolos més antiguos, y recha- zaban el ulterior desarrollo del dogma. {No tenian en su favor aun los antiguos concilios? El Sinodo ecuménico de Hfeso prohibié bajo pena de excomunién y de deposi- ién, usar més simbolo que el nicono ®. El Sinodo de Galeedonia confirms In regla de fe de Nicea y de Cons- tantinopla y la oxplieacién de este sfmbolo, dada por Ci- rilo en Efeso; pero, por su parte, perfecciond mia el eapi- tulode la unién de ambas naturalezas en una persona, Como quiera que sea, desde 451, el sfmbolo, como férmula rigida, aleanzé absoluta dominacidn en la Iglesia griega ®), Santo Tomés observa en eontra que los sinodos ectt- mnénicos no observaron esta prohibieién del Elesino, porque ostimaron Ieito formular con més precisién la verdad de la fo frente 4 los herejes. La historia del Filioque ofsece un ejemplo do esto doble modo de obrar de la Iglesia. Esta () De pracicr, 31. Sobre ol Laberinto, x. Dillinger, Hippolytue und Kaltistus, 188, 3 ¥ niga; Langes, Ramnache Kivehe, 1, 188, 24 (2) Mans, IV, 186; Hefelo, Konetiengesciekte, 1, *1875, 207, {@) Kunze, Glaubenaraget, 20, G@) 8.44, 3,3, 4. 1,810; C. Gent, 4 45, 2; Annal de phil, chrét, 1901, Mario, 6549 sign EA REVELACION CRISTIANA 33 .6 acogida por primera vex en Toledo (j4472) en ‘én do fe, pero hasta mis tarde (589) no se in- {| Simbolo de Constantinopla. Sin embargo de ‘gortd en ol ‘os aig flcar- Jilo. on Roma, duranto varios siglos e@ negaron a ratificar Ja, porque sin apremiante raza no querian obrar contra Ga prohibicién de Jos sinodos, por muy convencidos que stuvieran de que ésta era la expresién adecuada de la fo jco-ec.esidatica. En la controversia con los ‘constituys entonces y después esta adicién del Milioque tin reproche incesanté de la falsedad de la fe. Porque los ~ orientales, que habian perdido enteramente el simbolo inés . antiguo, el apostélico, tenfan la extrafia persuasion de que os oceidentales, que lo habfan conservado aun en la li- tuigia, se habian alojado de la fo antigua. Pero deseono- {flan en sbsoluto quo las conclusiones de los concilios son “ban. capazes y estan tan necesitadas do explicacién como Js Sagrada Escritura 0. 20. El espiritu de la Iglesia no conoce estaciona~ miento alguno,—jCémo era posible que el espéritu de la Iglesia so Viera condenado a la inmovilidad antes de la ‘eonsumacién del mundo? La vida de fo dela Iglesia, jamés - podré reducirse 4 ¢mortal monotonia. No quiero recordar ‘con esto que, merced & 1a diseminacién del Oristianismo ‘entre pusblos extrafios, Ia onseitanza eclesidstiea encontrs ‘nuevos oficios que eumplir; pero también el progreso de la cultura general, é la par que las nuevas herejfas, reprodu- ciondo en nuevas formas antignos errores, invitaron 4a teologia d la investigacién més profunda del dogma, y al ‘magisterio doctrinal 4 definiciones més precisas. Si el con- “tenido del dogma es como divino, inagotable, y la razén, 10 fuerza viva estd inclinada por naturaleza d una ac- “tividad no intercumpida, también todo nuevo grado de ci- vilizaciér experiment la renacionte nevesidad de adaptar = 4al miamo, de hacor presente 4 la propia concioncia, como verdad inmortal, el dogma definido una vez, para siempre, "palabra fa tung. confesi (1) Granderath Kitch, Geschichte det Vatikan, Kons, I, 1903, 105. 4 Arovooti pet cnusrrantsxo por medio de la demostracién histériea y la investigacién especulativa, En efecto, no se fijaron ni ge establecieron tipos metafisicos,» sino verdades de Ia revelacién con ayada de Ia cieneia racional, & la que los nuevos tiempos Te imponen nuevos fines. 21, El dogma soteriolégico.—Una prueba de este podemos encontrarla ficilmente en el dogma soterioldgico, Por muy ensalzada que sea la gracia on las Sagradas Es- crituras como tinieo medio de ealvacién'en Cristo, st rela- cidn con las buenas obras, y éstas con la justifieacién en la fo y on los sacramentos, est onunciada positivamente, pero noexplicada con exactitud. Ni la teorfa sobre la gracia, ni 1a teoria sobre los eucramentos fueron desde el principio por- footamonte desarrolladas, Los Padres griegos, odtueados en su cldsica sabiduria, estaban acostumbrados 4 concebir la viroud prineipalmente como obra del hombre, El dualismo Aantropolégico de los gndatieos y delos maniqueos la indujo todavia més poner de reliove Ia libertad y la actividad hu- manas. Por tal motivo, se encuentran en ellos frecuentes proposiciones que, al parecer, no tienen bastante en cuen- ta Ia necesidad de la gracia previsora, Pero cuando loa pe- lagianos ensalzaron la libertad por ensima de la gracia, y consideraron el Cristianismo, no ya como un medio de sal- vacién para la vida eterna, sino solamente como un mo- dio moral para cumplir mejor y més fécilinente los fines de Ja vida, se vié obligado San Agustin 4 poner en segundo ‘término la libertad, que habia defendido contra los ma queos, y hacer plenamente evidente la necesidad do la gracia. [El mismo primer principio de la fe, que los semi- pelagianos se creyeron en el deber de atribuir al peeador que busca la medicina, lo atribuyé San Agustin 4 la gra- cia. Lag definiciones de la Iglesia encontraron en esto expresada la verdadera dociriva sobre la gracia, Pero jquedaba con esto explicada para siempre la doc- trina de la gracia? No, ciertamente. Al contrario, muchos 1) Agust, Depracd, 14,27, i aguardan todavia Ja solucién, La euestién rela- pcan *B y manera de oa efieacia por medio de la / bre voluntad del hombre, ofrece 4 la inteligencia humana oe suigmas siempre nuevos y casi insolubles, que quedaron “sin resolver por la Santa Sedo, y hastaen los tiempos més idernos han sido objeto de muchas investigaciones y ontroversins. La gracia justificante, santificante en los Sacramentos, ya & propésito del bautiamo de los horejes iabia sido discutida en cuanto respecta & la relacidn entre Eel ministro y la eficacia del excramento; pero en la Edad |. Media se convirtié por parte de las sectas en motivo cons- “tanto do controversia, Los reformadores, oponiéndose 4 la -doctrina eclesidstiea de la justificacién y de los sacramen- + tof, eatablecieron un principio material enteramente nue- “Yo, y-con ello dieron motivo-4 la Iglesia para que sancio- ‘nase esta verdad de la fe en el concilio de Trento. La doctrina referente 4 la Iglesia esta en conexién con Ela de los Sacramentos, Los reformadores, impugnando la =). autoridad de la Iglesia, negando la Iglesia visible, con su organizacién divina, y poniendo como requisito de salva- ~ cidn la relacién inmediata del ereyente con Cristo sin me- diacién de la Iglesia, quisieron quitar la Iglesia como institueién de salvacién toda razén de existir, y hacer ver en el reino de Dios fundado por Cristo, el reino del Anti- eristo. De nuevo tuvo el coneilio de Trento que defini eon mayor exactitud la doctrina catdlica de la Iglesia y defen- Gerla contra los negadores. Y puesto que la apostasia del siglo XVI pordura y combate la autoridad y Ia fe de la Iglesia aliéndose con los errores del racionalismo, la mis- © ta doctrina ha recibido un desarrollo ulterior en el con. cilio Vaticano, 22, En el culto y en la liturgia se ve atin mas el Porfecctonamiento—Ei culto y la iturgia no pertenecen al desarrolio doctrinal eclesidstico; pero en euanto son ex- resin de la fo eclesifstica, estén en intima eonexién eon 41, y no debemos pasarlos en silencio, Se comprende que en este terreno, la evolucién procede més expeditamente iii 26 Avorocis prt onrsinaxtaMo que en el de la fe, pues el eulto, junto con la adoracién de Dios, tiene &la vez por objeto. mover religiosamente al hombre racional y material y elevarlo 4 la. divinidad, Los fandamentos del culto y de Ja liturgia proexisten on 1a Sagrada Escritura y en la tradicién, I] Sefor mismo en- sefié & orar 4 sus discipulos, instituyé ol Santo Sacrificio y los Sacramentos, y les ordené repotir la ceremonia de su iltima Cena en memoria de El, En este punto eéutrico del eulto debe encerrarse la administracién de los otros Sacra- mentos, y sefialadamente el Bantismo y la Confirmaciéa, que, de hecho, se encuentran unidos eon la Eucaristfa, Las palabras del Sefior: «No deis lo santo & los perros, ni arro- jis las porlas & los puercos,» no sélo fueron eausa de que 0 substrajese & las miradas profanas la celebracién de loa misterios, sino de que el objeto mis sagrado del culto eris- tiano 80 solemnizaso con mayor respeto y decoro. La fraceidn del pan, para la eual ge reunian los fieles en Jerusalén, convirtidso en acto solemne de la liturgia, Por el Apdstol San Pablo sabemos que los fieles se reunfan el primer dia de la semana (domingo) para el culto divi- no. Sus preseripeiones reepocto de la Cena del Sefior pre- suponen una funcidn eelebrada con regularidad, y de sus Epistolas resulta que los fieles se ingeniaban para hacer util y embellecer la liturgia por medio de ednticos y sermo- nes espirituales. No quiero hablar aqui de los carismas del Espiritu entre los corintios, que seguramente no fal- taban en otras partes, sino recordar lo que las Ep{stolas posteriores nos ensefian sobre las oraciones y los ednticos litirgicos. “La Iglesia catélica ha seguido siempre el camino medio 6 jitado, terminado con los an- Ge concilios, 6 que, como.se observa en la Iglesia protes- tie, reconoce ¢el verdadero desenvolvimiento del Cris- Dat Sy dp JO Lo Aha 2,3. Fr tan ise 8; bits, Da tnnpader dl uence ae Toalhoter, Handing der kath, Liturgik, 1, * 1894, 236 y sige, ° th, ae Pmt 370 Bo £o VG Tons O05 Rim ts oe, IZ, (Al Sain wd Kin 108 62. V, Mal, Syd 88 0 AvOLOGIA DEL onraTt4Ni6Mo tianismo solamente reintegréndolo é la forma pura original del primitivo Cristianiamo biblice ",» y la perfectibilidad material ilimitada, afirmada por ol racicnalismo vulgar y especulativo®, En efecto, ella reconoco el cardeter absolu- to de la revelacién por Cristo, pero sabe también que esté en posesin del Espiritu de vida hasta ls consumacién de los siglos; y esto, no porque ae arrogue una inspiracién del Espiritu Santo, como s0 interpreta mal por parte de los protestantes la asistencia del Espirizu Santo ®, sino porque la religién del Hijo de Dios debe ser una fuerza vital y no puede apoyarse on una letra muerta. Debo, pues, tener un fandamento inmutable, pero eapaz. de desarrollo mediante el Espiritu Santo; porque en el Hombre-Dios ‘esté unida on una a6la persona la naturaloza divina eterna con Ja naturaleza humana pasajera y perfectible. La Iglesia ettélien no necesita buscar La teologia posterior, por “ejemplo, de Santo Tomés y toda la esooldstiea, Torquema- 2) da y otros, adoptan, como hemos citado antes, el mismo principio.“ = Cuando se abandons esta fuente viva del Espiritu que | obra en la Iglesia, y el agua do vida de la Revelacién di- “yitia 20 considers ¢3élo como existente todavia en los va. 98 do las Sagradas Escrituras,» no solamente aparecié ma- Besta. Ja imposibilidad de «trasladar la Iglesia decafda Gristianiemo primitive,» cporque nunca se roprodues jica una forma de vida humana de lo pasado ©), gino @ HOAs con ungencia nesssided do eneoutrar”otra : viva y do hagerla més copiosa: Ia én H Gpoaia del esptritu humane.) Por mucho oe ae 0 que ee resis- Fe Ads ner 3, 4,15 Tom, 8th, 3,359, 1,8 Depmenpectichts, 1, 545, 670. eee © Hate, Polen, 68. V. Opp, X, 1898 4 (8) Strats Glawodehry 80, vee a Aroxoofa DEL CRISTHANTSMo tieso, ol irresistible conato hacia un desenvolvimiento tal fué més fuerte que la cadena del simbolo. Hl espiritu Iumano se colocé en lugar del Espiritu divine. Lo que hhasta entonces se habla perfeecionado y desarrollado na- turalmente procodiendo como en Ifnea recta de Cristo, sin abandonar el terreno de la revelacién absoluta; lo que, utilizando sabiamonte las condiciones naturales de los di versos pueblos y circunstancias, haba supeditado mejor toda la vida humana al espfritu cristiano, todo esto, des- preciada toda continuidad histérica, y rechazado el espi- rita vivo en la Iglesia, hubo de eeder ante las opiniones y eaprichos del hombre. Cierto que se pensé en seguir el espiritu de los escri- tores sagrados, poro inadvertidamente hubo de colocarse el espiritu individual en lugar del Espfritu de la Sagra- da Eseritura. Pronto se pasd por encima del Antiguo Tes- tamento y del Nuevo, y la razén se constituyé en juezsu- premo de la Sagrada Escritura y del Cristianismo. Ya no huto Iimites, porque también aqui, la fuerza del prineipio, una vez aceptado, aparté todo obstdeulo. El racionalismo vulgar elimind, con el método hist6rico.gramatical, lo 60- brenatural de Ia Sagrada Eseritura, que fué degradada al nivel de la eseritura profana y construyd una feivola reli- gidn de la razén y una impotente ética natural. Pero el racionalismo especulativo dojé al pueblo la religién como forma que no traspasa la esfera de la imagen, para hacer- la desaparecer en lo Absoluto cuando se toca la esfera del concepto. Lo verdadero, lo perfecto, no esté en el principio, 10 en el fin , E] Oristianiomo, con toda Ia alta eetima- cién de su Fundador, ce convierte en un simple eslabén en la serie histérien de las religiones. Se traté de ovitar esta consecuencia distinguiendo en- tre articulos de fe fundamentales y no fundamentales, pero jeudn superficialmente so coneiderd el sietema doctri- nal cristiano y cudn caprichosamente se despedazé la uni- (@) V. Kaho, Hinleitung, 191 y signs Dilsideror, Gesch, 328 y sign, 345, y sign ad de las Sagradas Escrituras! No es posible atenerse Jdlidamente 4 Is divinidad de Cristo, al dogma de la Tri- 1 Feadaa. 4 la obra de la redencidn y é la fe en la vida eterna, Sy dla vee abandonar al capricho del individuo lo que wngefian con igual seguridad la Sagrada Escritura y la slosia. Ei principio de la Revelacién infulible queda roto fn esto; el principio-de la libre critica de la razén no jade ya limitarse, Donde cess la autoridad, impera el au- EF jetivismo. «Pero lo quo constituye la esencia eternamente igual, la verdad inalienable del Cristianiemo, e60 n0 lo sa- ACIS CRISTIANA 8 jencial es la gracia por medio de Cristo, ls que al pecador repentido aminora la culpa de anteriores faltas, y da ffgerzas al que aspira sinccramente & enmendarso, y paz y Valegria interior al que, abandonando todo sentimiento al Dios, revelado por Jestis y se interesa por In realizacién del reino del bion en el mundo. ¢Los que ante todas cosas ipios de la tradicidn, deben “no, buscan la conciliacién de la doctrina eclesidstica con el J -conocimiento moderno, han de velar cuidadosamente para “gue por tal camino no se piorda la importancia ni la ver- “dadera naturaleza de la vida religiosa !.> {+ iQaé doloroso serfa para el Cristianismo si entre los dos Si extremos no hubiera un término medio! ;Abandoné quizhs itp los bienes saludables del Evaogelio & la experiencia of del.creyente y al juicio insoguro del entendimien- N Foltamann, Tiel. Lit-Ziy 1888, nH ( 7 1888, n 9; Hse 2c, VII; linge, chmuon, Dis Stliung der evangaischn sur hath. Rive, asec, eben, 18, 218 ¥ sit 269 y sigs Mth, Dir Proteancima Aunserer Tage, 1893, 11 y sigs; Paulsen, Philosophia Milit o. tre tn ate aie ‘todamentaee pon here gin los arminianos, v. Krogh Tonning, Hugo Grotius und die z Ssevpunan im Protas nat Fas ow ons a TN “ avotoata DRL CRISTIANISMO to humano? No, el depésito comtin de los Apéstoles y la palabra viva de Cristo no pudieron sor confiados 4 esta nave sin timén 6n el mar de la vida, El éepiritu de Cristo debe manifestarse en la institucidn de Cristo. Asi como la fuctite siompre ofrece agua viva al sediento, ast como la vid, fecundada por los abrasadores rayos del sol, madura todos’ los atios las uvas y produce el vino que alegra el corazén del hombre; ast eomo el buen terreno no engalis la esperanza del labrador, sino que oftece el grano de tri- go para el pan de cada dia, asf también on la institucién de Cristo ha de haber una fuente porenne, una vida nun- ca agotada, un campo ubérrimo, que produzea los frutos de “la gracia. Pero el Padre celestial, el vifiador que poda los sarmientos, que planta y cultiva la via, que presta ferti- Tidad al campo, cuidaré también de quo en la fundacién de su Hijo siempre brote nueva vida y nueva fuerza do Ia fuente de la vida sobrenatnral, También cuida de que 4 todas las geules y & todos los tiempos Hogucn cin altora- cién los frutos de la Rodencién, que fortalecen y rejuvene- cen 4 todos los hombres. Este cuidado lo vemos realizado on la Iglesia, que es la guardadora de la Revelacién abso- uta, Ia mediadora de la gracia viviente del Espiritu San- to y administradora del reino de Dios en la tierra. 25. El Vaticano sobre el progreso.—El Concilio Va- ticano termina su exposicién de las relaciones entre la fo y la ciencia con estas palabras: «Porque la doctrina de la fo, que Dios ha revelado, no ha sido propuesta como una invencién filoséfica para ser perfeecionada por los espfritus humanos, sino que ha sido dada como depésito divino é la Esposa de Cristo, para que la custodie fielmente y la ex- plique infaliblemente. Por tal motivo, debe mantenerse siompre firme el sentido de los dogmas santos, una vez declarados por nuestra Santa Madre la Iglesia, y jamais debe separarse do él bajo la apariencia 6 el nombre-de un conosimiento més elevado. Crezea, pues, ¥ prospere el en- tendimiento, el saber, la sabidurfa tanto de los individuos como de todos, tanto’ en el hombre particular como on Ia a mavmnact68 OMTHANA _s _plesia entora, en cl curso de las edades y de Tos sigloss ‘poro solamente en su género, eato os, en él mismo dogma, pr anismo sentido y en la misma sentencia “> "Gone, dog. De few, 2, cap. V. acerca del progroso de Ia Tele~ 1) Gone pr Sul Now os 20 Ai 08, 18 Maro de ee er Pape wx di neuen Leen, 1864, 28 ¥egss Bebo Schad tale Glanhsslcre der kaholschon Kirche, worolet und is Fanon salen rvtsmervrteidgt von Papst Leo X11, 103, CAPITULO IL EI Reino de Dios - . I Nomper y stonmiosoréx pu. nuiNo pr Dros.=1. Los Profetas predi- Jeron un rvino mesitnico. Hato es ua raino de jsticia y de paz Ei nombre do reino delos cielos se halla primero en Daniel. Ho del Hombre.~2. Esperanza do los judios en ua reino nuevo, Reino de los cielos en el Evangelio de Matco. Distincidn entre ol reino de los cielos en este mundo ¥ en el otro.—s. Determinacién més exacta del reino de los cielos, Las ‘ocho biensvonturanzas.—4. Jeais antzeia el principle del reino, Las obli- ‘gaciones para la era presente, El objeto del reino es Is destruccign del rei- no del diablo y el restablecimiento de lajusticia. Ki reno visible exterior. ‘La confosiéa del nombro de Jeuis. Sus leyes y aut mandamientos—IT. Onaanizsct6y ¥ piLAtaciéx Den REINO DR Dios.—B. Hi bantismo camo signo de consagracién, La comunién en la mest, La Eucaristia —€. Low destinos del roino celestial.—7. Tas pardbolus, Tnoremento exterior é in Prediciciones de los Ap terior. El alto valor del reino de loa ete toles respecto al reino de Dios—9, El pero también una comunidad visibl fandamento de la Iglesia visible ligeneia de ellos. —11, La unidad Definicién, discfpulos y fees. Hi Buen Pastor. I. Nombre y significacién del reino de Dios Los Profetas predijeron un reino mesidnico. Este @s un reino de justiciay de paz. El nombre de reino de los cielos se halla primero en Daniel. Hijo del Hombre. —Como Mesfas prometido por Moisés y por los Profe- tas, Cristo hubo de pactar con su pueblo y con los pue- blos una Nueva Alianea y fandar un reino nuevo en lu- gar de la antigua teocracia, de la Sinagoga. Porque como los Profotas habfan anunciado el triple oficio de Cristo, de Rey, Sumo Sacerdote y Profeta, de esta suerte deseribie- ron tan elaramente el reino del Mesfas en su fondo y en sus econtornos, en su constitucién y en su ovolucién, y en su destino y sus fines, que con estos disefios, no fué diffcil construir el edificio entero, como, en efecto, fué fundado pe pot Criato mismo y ve ba desenvuelto en el curso de los i on somo Jadable que ol Antiguo Testamento estabs eosteni- |p por la idea del Reino de Dias, y que el eumplimionto del Saicmo ora esperado on el tiempo mesiénico, El fondo de la ‘a bibliea era el reino de Dios, la comunién de amor Gl pucblo con Dios, el pacto de felicidad y do amor entre “Dios y su pueblo, que en el tiempo mesidnico habla de com- render & todas las naciones, El nacitate reinv de Divs ecw ‘on la Antigua Alianza la ¢realizacién de la vida divina erfecta como redentora y conciliadora en un orden hu- ‘mano de la vida,> y (si bien en los confines de una socie- dad paralitica), era también el fandamento que lo domina- ‘ba todo; on ol Cristianismo es la redoncién y reconciliacién onidas de lo alto, el reino de Dios ya cumplido. Quien per- fence & éste, disfruta de la comunién de Cristo, que 60- revive en él. Ciorto es que en los antiguos Profetas no encontramos Ia palabra ¢reino de Dios.» Sin embargo de ello, describen la felicidad del tiempo mesidnico, represen- tando la justicia, la santidad, la paz y la gracia’ como do- hes concedidos « todas las gentes, haciendo brillar el sol ‘de la verdad como luminaria para los paganos, y prome- tiendo la unién con Dios en Emanuel: ¢Cudn hermosos son los pies del que anuncia la paz, anuncia el bien y pre+ - dica la salud; del que dice & Sién: Reinard tu Dios!» (Is., LIT, 7). Los pocados eordn pordonados (Js., XXXIIT, 24), Jos corazones renovados (Zac., XII, 10), el Esplritu de Dios se esparcird sobre todos (Joel., IIT, 1 y sigs; Heeg., = XXXVI, 26’y sig.) y Ia bendicién aleanzard 4 todos © (Jer., XXXI, 31 y sigs; Am., V, 14). ¢¥ reinaré un rey i) Aint, Hn, in Pe, 205 Serm, 4 n. 8; Poy ‘¥. Gat: Ram 10.1; Toioke, Die matsianissht Wetton, 1850 1603 ‘Hl mina, Die AtvoheJeou Obriti nach don Wettag. der Prigh. Yong tp igh; Sehults, Das Eeish Gotterim Licht der Pavabeln dev Hotry ote oe nblick au Vorbld und Verkossung, 18573 Lingeas, Die inneteSedon hat ‘es Chratontums,* 1902, by sign oveset, Die Religion der Jadertoos im netestm, Zetalter, 1808, 199 y sign Fouck, Die Parabeln der Horta tin Boonglam,* sant, 47 sign) Pilg, Abjldate leche we ta Gleichnisas Jesu, 1904, a Ms Abie lec ae 24 In Joann, 9, 10y “6 AROLOO(A DEL ORIATIANTSO que seré sabio y hard el juicio y Ia justicia en Ia tiorra... el Sefior, nuestro Justo» (Jer., XXIII, 5, 6) Aqui 60 ha'puesto de relieve el aspecto mas notable de? rreino, pero esto se observa mejor atin en los numerosos pasajes que, si bien suponen el antiguo reino de Dios y ponen & Jerusalén y 4Sién como centro, dan inadvertida- mente 4 estas expresiones exteriores un significado espiri- tual y preanuncian un reino mesinieo, en ol cual, al lado de un resto més purifieado del judafsmo, invocan el nom- bre-de Dios los numerosos ficles del paganismo de todas Jas naciones de la tierra y gozan de la paz. y de Ia dicha en Dios. También aqut las expresiones referentes & esto son “de naturaleza figurada, en cuanto toman por modelo el estado paradisiaco, en el cual el hombre y la naturaleza estaban todavia en perfecta armonfa, y el hombre y los animales !levaban una vida pacifica; pero precisamente por esto miran més allé del principio del reino mesidnico, y tinen el estado final del reino de Dios con su estado inicial (1s,, XI, 4y siga., 95; LXV, 9, 25. Hzeg., XXXIV, 24-31. Salm, XXI, 28, 29). El estilo esodnico de los Profatas fué también causa de que el lugar de este rein de Dios #0 uniese estrechamen- 40 con la Tierra Prometida, La ¢Tierra promotida,) la he- rencia de Israel, es ciertamente para los israclitas el sfm- bolo de Ia patria celestial, de Ia herencia eterna; pero tam- bién el modelo de los bienes de lo por venir. La tranquila y pacifica estancia en la Tierra de Promisién, que mana lo- che y miel, os la fortuna mayor del israclita. ;0émo podian Jos Profetas deseribir mejor el futuro reino del Mestas sino tomando los colores de lo presente y eligiendo la época brillante de la teocracia, el reinado davidieo-saloménico, como modelo para el futuro mundo del Mesfas que des- ciende del cielo 4 la tierra? Diffcil es afirmar hasta qué punto tuvieron conocimiento de la diferencia entre ol reino terrenal pintado eseatoldgicamente y el reino de Dios spiritual y moral. No conocieron ellos toda su signi- ficacidn. Indicaron sencillamente aqui y alld que el reino de Dios no seris de esto mundo, y sélo los Profetas poste- riores hacen resaltar con més precisién esta idea "), Ya ‘San Agustin dada queen algtia librodel Antiguo'Testamen- to se encuentre la palabra reino significando ciclo, y cree que esto portenece 4 la révelacién del Nuevo Testamento, ‘por la oual 60 espiritualizan las cosas terrenales (I Cor., XV, 42 y sig) Este principio es esencialmente propio de So- fonfas (alrededor del 620). No habla ésto del admirable triunfo de Israel sobre sus enemigos, si promete el oxterminio de los enemigos, lo atribuye 4 Dios. Ni una vex cita el reino del Mesfas. Pobro 6 indigent es el nuevo Israel para él, sin riquezas, sin esplendores y sin presti- gio terronal. Su poderfo es de naturaleza espiritual é ideal.” El castigo que vendré sobre Juda, le sera saludable. Has- ti 61 fin de los tiempos, los pueblos serin conducidos por 3¢ medio al conocimiento de Dios. En Jerusalén sélo vi- -vird una sociedad de humildes y sencillos, quo disfrutaré de una paz inalterable. Jeremias contempla la ruina do Jerusalén, Is infelicidad de su pueblo, Jud, el infel, es rechazado, y ou santuario destruido, Dios daté & su puo- _ blo otros pastores segiin su corazéa, y ee manifestard on Jerusalén de otra manera. Eu Daniel encontramos por primera ver la palabra rei- no de Dios 6 reino de los cielos ®, Hl vié odmo se hundian sucesivamente los poderosos reinos, después de haber cum- plido su misién, para proparar el terreno 4 un reino nue- vo. Daniel es el verdadero profeta del reino-de Dios, en cuanto fuerza espiritual, que ha de veneer al mundo. Después de haber explicado al rey los cuatro reinos de su -suetlo, prosigue: (En los dias de aquellos reyes (cato a, lel reino de hierro, jAntfoco Bpifanio!), el Dios del. cielo “acy U9. V, Ze, LIE; EXVL, 24; Att 0. Fe, tis Deen pia eT aaes Beene Pgh 3 Y Be aigs.j Wetaor y Weltes, Xirchenlesy VIII," 1351 y sigs; Selli, Bevrayesa. serach und fed, Religiomegeschy UL, 1, 1891, 276 y sign; Scher, e440 Signs Schesben-Atabirger, Kath Dog 1V, 1008, 2e7y aga? MOY (2) Vole Judtche Buckaoloie wom Daniel bit Aiba 8; Badenepe get, Die mesianichapok Hopungen der Jaden, 19085 Lagsooge hen 1006, 494 y sign 1905, 99 y sign, 168 7 aga, 481 yaigy TNE Ree Ms 0 _avovooia net cuisnraxtsMo lovantaré un reino que no aerd jamia destrufdo, y cuya dominacién no pasaré d otros pueblos, sino que quebranta- ra y acabard todos estos reinos, y subsistiré eternamentey (11, 44; LV, 23), Los santos del Dios altisimo recibirén el reino y tondrén el reino eternamente,,basta 1a consuma- cién do los siglos» (VII, 18). «Pero el reino, y la potestad y la grandeza del reino cue est debajo de. todo el cielo, 3ea dado al pueblo de los santos del Altfsimo, cuyo reino es reino eterno y todos los reyes le servirdn y obedecerdand (II, 27), El fandamento de este reino nuevo y eterno std puesto por el Hijo del Hombre, & quien Daniel vid venir uva noche en las nubes del cielo. <¥ legs hasta el anciano de dias y presentaronle delante de él. Y le dié po- testad y grandeza, y ol reino, y todos los pueblos, tribus y Jonguas le servirin, Su potestad es potestad eterna, que no serd quitada, lo mismo que su reino, que no ser destruf- do» (VII, 14). Con esto cc dan dos seftales del imperio. Este reino no seré fundado por un conquistador terrenal, sino por un Hijo del Hombre enviado por Dios, el Ungido, Santo de los santos (IX, 24), y so esparcird como reino di- -yino para todos los pueblos y tiempos. La lirica religioscs y la sabiduria prdctica ban llevado més alld el retrato de Jos Profotas y io han puesto en claro en el combate de la oracidn (Sab., X, 10). Véase Salm. KXI, 29; XLLV, 6; OIL, 19; OXLIV, 11. 2. Esperanza de los judios en un reino nuevo. Rei- no de los cielos en el Evangelio de Mateo. Distincién entre el reino de los cielos en este mundo y en el otro, —Por los Evangolios sabmos hasta qué punto se hallaba arraigada la idea de un reino nuevo en los judfos, que su- ponian tener derecho & los primeros puestos. El Hijo del Hombre es el Hijo del Altisimo, y Dios ol Seftor le daré el trono de su padre David, ¥ dominaré sobre Ia casa de Ja- cob y su reino sera sin fin (Luc., I, 3233). €El salvard & au pueblo de sus pecados» (Mat., I, 21). El Magnificat y el Benedictus nos dan una idea instructiva de las espe- ravzas de los ieraclitas piadosos. Los judfos en general es- a * poraban la venida del reino mesiénico. El ruego: venga ~ Ir reino constitute ol fondo esencial de sus oraciones, Su- < Gédta que oe identificaba realmente el Mestas con Israel y © Ja obscrvancia de la ley y la justioia se consideraban eomo pero esto no explica el uso. de Mateo, ni su significado, © porque la frase ¢reinodelos cielos» (malkut haschamayim) nno se encuentra en el tiempo anterior & Cristo. Pero la interpretacién posterior rabiniea, que se ha conservado ® aota hoy on ol Talmud y en la liturgia judta, no refiere la Zoe, Hy 255 XV, 2 9; XI, 5; ar , ANd, Wetiory Wate, cone, Vine ose pees A, GL i Ve vangrles, 102, 178 y sigs. Bouset (Religion dea Judentums, 190, 207) ‘pre quo toda la urna dao que Lareleaperaba delo por wenieto rosea Sonera dal aks Sunset ova eter no eh io Dios, antes el réginen de Dios qu Ia tegiga ohetorae Seat domiaacign do Dion era eteras, ero mds nde erin oa as enasigios yp dominate sro nsspraien Gato do ave Gee gat en ver do 1005, 624. (@) Mat, XU, 98; XIX, 24; XK 31-43; v, VE, 10, 62 aPowoolA DEL CRIATTANISICO expresién al reino mesidnico, sino & la teocracia judia. Sélo tun pasaje tinico en el Targum en Mig., 1V, 7: €Y reinard l Sefior sobre ellos en el monte de Sidn, desde ahora y hastala eternidad,» ee podria alegar en favor do la rela- cién con el reino intelectual y moral del Mesias. Pero aun este pasaje debe tomarse como andlogo é la expresién. ra- reine de Dios (soberanfa real de‘Dios)"”, Bien se comprende que los rabinos, que temian pronunciar él nom~ bre de Jahvé, pusieran en eu lugar Ia palabra cielo; pero aunque, segtin esto, admitieroa en principio un reino me- sidnico, no obstante esto, aplicaban Ia expresidn 4 la teo- tracia judfa. Su reino de Dios es el reinado, la dominacién de Dios entre los hijos de Abraham. La razén general de la diversa aplicacién de la misma expresin en Juan y on ol Sefior sogiin ol Evangelio de ‘Mateo, por una parte, y los talmudistas y targumistas, por otra, esté en-la interpretacién de las profecias, que Jess cumplié en el sentido moral y espiritual, y que los rabi- nos, verdad es que en oposicién al Cristianismo, limitaron 4a teooracia judia, Hspecialmente cuando vemos & Jestis Hamarse explicitamente a ef mismo Hijo del Hombre, no podemos dudar de quo el reino de los_cielos no se refiera al reino de Daniel. Jestis, Hijo del Hombre, deseendido del ciclo, habia instituido el reino eterno profetizado por Daniel, habia traido & la tierra las bendiciones del cielo y habfa redimido 4 la humanided, La diferencia entre el rei- no de los cielos en af, como reino ultraterreno, y el reino de los cielos en la tierra eaté sefialada también en el Evange- lio de Mateo que habla muchas veces del Padre celestial y del Padre que esté en los cielos “, La tltima exprosion () Teargum ad Ze, 4, 95 8,105 Weber, Thc. der Synag, * 180, 2005 Atabergor, Dis ohrinlihe Bichatolopie, 1200, 217 y sas T Weiss, Die Pradigt Jos vom Beiche Gotes, 190, Fouck, Die Parabln des Herr, 83 Ys @)” Mat, VI, 9; VIL an, 213 X32 19.V. Kommentar 24 Harekus, 946, Por 4 Mateo quo viviédeepndy de a desir Jas sens ports conta, Beha, 5 XIL, 80; XVI, 1 5 XVILL, 10, ff. renal del Mes NL REINO DE D108 3 aparece también on Mare., XI, 28, donde estd on su lugar en la oracidn al Padre y reouerda el Bvangelio de Mateo. La oposicién 4 un imperio terrenal, caso el romano, jeontribuyé quizés 4 que Mateo hicieso resaltar con més fuerza Ia distincién de dos reinos? Esto se compren- deria desde el punto de vista de los partidos antiromanos, pero Mateo no se muestra menos hostil 4 la dominacién ¥omana que al judaismo nacional. YY aun los miamos.rabinos, después de tantos desenga- fios politicos, no ee determinaron 4 atenuar sue ideales po- Iitioos. En lugar de hacerse dignos de la realizacién del reino de Dios, prometido por los Profetas mediante la. pacien-- ia y Ia resignaci6n, los judios quisieron traerlo con la “fuerza, y se figuraron el tiempo mesifnico como un tiempo Ao ira, cuyos instrumentos serfan ellos mismos contra los ““iipaganos, Orefan poder establecer por 1a fuerza el reino to- El Bautista mismo se habia imaginado de otra manera las circunstancias del reino mesidnico (Mat., XI, 1-6), pues pensaba en cl juicio mesiinico, en ol cual ol «mds fuerte) limpiaré su era con ‘a potestad en Ia. parte mds antigua, Ademés, ella constituye Ia nota fundamental de todo el Evangelio, nota que tuvo un eco prolongado, pues Justino, las Constituciones Apostéli- cas y Efeén usaron esta palabra no sin influancia del Evan- gelio de Mateo, que es en verdad antijudfo, pero directa~ mente profético. Los Hvangelistas posteriores cludieron esta frase, aun- quo segiin todas las probabilidades, les era conocido el pri- mer Evangelio, Para sus lectores pagano-cristianos era menos inteligible, més expuesta 4 confusién que la expre- sién paralela reino de Dios. Esta es mis comprensiblo, ai con ella quiere dosignarse la comunidad de los que ado- (1) Rosch, Assterkanon, Parallelterte, 893, 16, oe 2 RIO DR DIOR 6 ran & Dios y quioren contribuir 4 Ja realizacién del fuego del Padvenuestro: «Venga 4 nosotros el tu reino, “gtimplaso tu voluntad asf en la tierra como en el cielo, 6 J go piensa con prodileccién en el reino que tiene eu asien- to en Dios. Como quiera que sea, Jeatis vino para predicar 2) al reino do Dios (Mare., 1, 38, Lue., IV, 43). Para nosotros, lo puede sor de importancia tal distincién en el caso en “jue quiera reconocerse en ella un nuevo desarrollo del = eoneepto. Los Evangelistas no podian pasar en silencio el “recuerdo del reino mesisnieo, que habia fundado el Hijo de David, tanto més cuanto, al hablar del Precursor, ya alu- den 4 la preparacién del reino on la Antigua Alianza. farcos relata on I, 14: «Mas después que Juan fué preso, 6 Fests & Galles predieando el Evangelio de Dios, pues 10.86 ha cuimplido y ge ha acereado el reino de Dios.) ldmbién emplea, tniea vez en el Nuovo Testamento, la EeSpresién (X, 47), que se encuentra freeuentemente en | alco, ae acer al mismo ponsuionto, a Determinacién més exacta del reino de los cie- 1s. Las ocho bienaventuranzas,—La determinacién mds eiea del reino de los cielos en el Nuevo Testamento de- ncontrarse ante todas cosas on el primer Evangelio, {Quo él Mesias es el roy-del mismo, lo demuestra ya el EF Bacstista: Ora amenace & los judios que no les valdré el ser joi.de Abraham, ora dé cl bautismo en remisién de los 03, ora ‘exija ln confesién de los pecados como fruto * penitencia, declara siempre que el fin del nuevo ls transformacién y renovacién interior de los rambién Jesus oxige la penitencia como prepa- huevo reino. En Galilea anuneia sin restrie. | Evangelio del reino (Mat., IV, 23; véase IX, 35. AXIV, 14; Luc,, IV, 48). Aunque norechaza directaron. {7 Was falacos eoporancan de los judioo, demuestra ya en ‘Weiss, Leben Jesu, 1,448 ys sey sign, 219, Contra, Reimaras y otoe j Rev, de Uhist. dee rly TL, 1901, 62 ‘que afirman que Jesis quiso fundar 56, AroLooia Det, exismtaNto ‘el sermén de la montana, en qué sentido ha de entenderse ti reine de los cielos. No sdlo quiere Ja realizacién de la justicia en el reino esperado, sino que representa éste mi mo como el reino de la justicia. Las tienaventuranzas no. deben referirée sélo 4 eata vida; pero jedmo podrian eons- tituir ellas el solemue exordio del serméi de 1a montaiia, si s6lo doscribioran cl reino de los bienaventuzados? jeémo podrfan ofrecer al Sefior las condiciones para la exigencia del cumplimiento de le ley? Aunque no quiera darse gran valor & la forma de prosonte de tales generales aforismos, el-estar dirigidas contra la interpretecién externa de los judfos, sofiala el reino de los cielos, que ol Sefior venia & 4undar. El Sefior, prometiendo en el principio y en el fin el reino de los cielos como recompenss, siguifiea con bas- tante claridad que las demés bienaventuranzas deben po- nerse principalmente entre los bienes del mismo. De conformidad con esto se determinan las dotes de la mente y del corazdn de los cindadanos del reino, y se pro- meten exi premio Ios bienes espirituales como dones de ese reino, La comunidad de los que ponen en practica en 6u vida estas inspiraciones colestiales, y por amor del Padre que esta en los cielos, lo abandonan tedo y siguen 4 Jestis, constituye el nuevo rein de Dios. Los pobres de espiritu ¥ los perseguidos poseen el reino de los cielos; y en eso con~ siste el alto valor de su alma, do todas las almas. ;Podria expresarse con més rigor la diferencia de este reino y las ideas y las esporanzas judias, todas reducidas 4 los bie- nes terrenos y exterioree? La consoladora promesa 4 los ‘up reino mesidnico politieo (Mat, XVIUL, 1; XIX, 28; XXI,1 sign Lue, XKXIL, 2¢ 20), remite Strauss (Leben Jeon, 1, 652 y sigs) & Juan, VI, 19; Luc, XVI, $95 Afat, XXII, 21; Juan, XVI, 36, No es bastante, dice dicho ‘stor, la dttineidn de dos poriodos, pues ya antes se encuentran alusiones al arrebatarniento (at, IX, 15) mientras que el sentarto d la derecha y al Joleioen doce tronos perteneve alos iltimes tiempos. Ni la indole, el pro- teder, ni Ia suorta, ni el éxito de Jens podeian eomprendersy si au plan bu Dieta tenido eolor politic, Tampoco deja Jesis cuda algae acorca del ea- réctor espiritual on el rermin de ln moutaia yon las purdbolas. Cootra Lousy. que entiende en sentido escatolégico el reino de Dios, v. Batifol, Bull de btérat. eccls, 2904, 28 y sigh; Rose, Htedes, 116 y sigs BE RRINO DR_DI08 a © ligidos, el goce pacifico & los mansos, Ia hartura & los hambrientos y sediontos, Ia migericordia 4 los miserieor- °Gigsos, 1a contemplacién de Dios 4 los limpios de corazén, Ja filiscidn divina 4 los pacfficos... todo esto supone ona ‘eondicién intelectual y moral de los ciudadanos del reino, jque és causa do beatitud por la paz interna, o] amor reet- © proco y la entrega 4 Dios. La mansedumbre, el amor y Ja misericordia unen entre sf 4 los ciudadanos del reino, y eon el Padre en el cielo, que ama y recompensa 4 sus hi- jos, En ol curco de st prodieacién, demuestra tambiga Je- xis que lo que més importa noes niel vineulo dela sangre ni la ley exterior. Es indudable que la flaquoza humana queda may por bodetrde de este ideal y dirige sus miradas 4 un més allé * Gunejor. La Iglesia aplica las ocho bienaventuranzas 4 la i fiesta de Todos los Santos, para honrar 4 los triunfantes y ‘estimular 4 los militantes. Pero esto slo demuestra que * a eterna é inmarcesible recompenea ha de esperarse sdlo ‘en el cielo; sin embargo de ello, presupone que el reino de ‘lon cielos tiene en Ia tiorra el campo de combate para los 2 Yue aspiran & la corona de Ja vida eterna. 4. “Jesis anuncia el principio del reino. Las obliga- _ clones para la era presente. El objeto del reino es la destruccisn del reino del diablo y el restablecimiento de la justicia. El reino visible extorior. La confesién ‘del nombre de Jestis. Sus leyes y sus mandamientos: {EI Sefior mismo manifiesta que este reino, que reclama Fj iss facrzas morales y espirituales del hombre, tuvo au piicipio con la aparicién del Bautista, que firmé el fin iguo reino. ¢Desde los dias de Juan el Bautista hora, el reino de los cielos padeee fuerza, y los que é hacen lo arrebatanp (Mat., XI, 12) (, Las pardbolas esposo y del vestido nuevo y del viejo muestran el con- “G)_¥. Kommentar, 309, ipenbrig, que hae Jesis ottcojuia en un teino deren estatclgio, wa ws tiga cars far este tale como una excepidn, Ren de Pht dap na Te Oo ae, 84 y sigs. Loisy: un fragmento de apologésice priw S63 sig, Loi: fu pologética primitiva. Bor lo eoutento, APoLOGIA DEE CHISTIANISHO traste (Mat., IX, 14 y sig). Cuando Joais hubo anunciado & un doctor de la ley el mayor mandamiento del amor, reci- bid esta contestacién: «Maestro, en verdad has dicho bien, queuno es Dios y no hay otro fuera de él, Y que amarle de todo corazén, y de todo entendimiento y de todo po- der, y amar al prdjimo eomo 4 sf mismo es mis que todos Jos holocaustos y sacrificios. Y Jestis, cuando vid que ha- Dia respondido sabiamente, lo dijo: Ta no estds lejos del reino de Dios» (Murc,, XII, 92 y sigs.) Cuando Jests onvié 4 los 72 (70) disefpulos, les dijo: ¢«Curad 4 los enfermos que en la ciudad hubiere y decidles: El reino de Dios ha venido & vosotros> (Luo. X, 9, 11). A los fariseos, que querian atribuir la expulsién de los demonios 4 un pacto con Bel- cebti, les contesté Jestis: «Mas si yo lanzo los demonios por el espititu de Dios, ciertamente & vosotros ha legado él reivo de Dios» (Aat., XII, 28). Los judfos esperaban del Mesfas la expulsidn de Satands. Por eso la expresién no se'roficre al presente sélo por prolepsis, en cuando la Parasia se iba preparando, sino que ee dice precisamente que el reino ha comenzado, «Cuando los farisoos pregun- taron 4 Jestis eudndo vendré el reino de Dios, les respon. 4ié y dijo: El. reino de Dios no vendré eon muestra exte- rior. No ditdn: Helo aqui, 6 helo allt, Porque el reino de Dios esta dentro de vosotros» (Lue., XVII, 20, 21). Inter- prétese como se quiora este pasaje, es claro que sefiala el reino de Dios eomo ya presente y de naturaleza moral 6 intelectual ®, José do Arimotea varén bueno y justo, que no habfa consentido en el consejo ni en los hechos del sa- nedrfn, esperaba el reino de Dios (Zuc., XXIII, 1). Testis expone las obligaciones de los ciudadanos del rei- no de los eielos mirando 4 la época presente. Estos deben ser fieles administradores y creyentes humildes, Pues el reino de los cielos es semejante 4 un rey que quiere en- trar en cuentas con sus siervos (Mad. XVIII, 23); seme- jante d un padre de familias que salié muy de mafiana 4 (1) Dalman, Die Worte Je 1808, 116 y signs Bartmann, Das Zim. anelreihy 12 8g; Ponck, Die Hoe irabeln des Herrm, 00 ¥ sigs. ar’ tyabajadores para su vifia (XX, 1); cemejante 4 un Say que hizo bodas & ou hijo (XXII, 1); semejante 4 un sombro que preparé una gran, cena (Lue, XIV, 16); 90- nejante & diez virgeves que tomaron sus ldmparas y sa- “Jeron 4 recibir al desposado (Mat., XXV, 1). Exige de eus Jigoipulos que sean como los nifios, si quieren entrar en el Foino de los ciclos. - (Mat., V, 12), {No promotié confesar delante de su Pa- “dro & todo aquel quo lo confesara delanto de los hombres, ¥y nogar delante del Padre 4 quien lo negara delante de =, Tos hombres? (Mat., X, 82). Pero esta confesién no consis- te seneillanente en desir: ¢jSeiior, Sefior!», sino que asi como el ciudadano del reino del mundo ha de eumplir la “voluntad del rey, asi también el discipulo de Cristo ha do ‘eumplir lavoluntad del Padre, que esta en los cielos, Tam- bign el reino de Dios tiene sus leyes y sus mandamientos, 1¢-8on tanto mds importantes cuanto mayor es la autori, dad de Aquel por quien estén dados. En efecto, la idea do que sin conexiGn exterior con Ia vida religions i+ tir una sosiedad del rein de Dios, tna Igor oc sible 6 que una parte de sus miembros ha de buscarse también () Holtensnn, Mevtetamentl Mieol, 1, 1898, 218; Rose, Ztudes, 106 e Arovoala Dat oxrst4xtsiC0 faera de esta sociedad religiosa, es opinidn contraria 4 la Biblia, més que cualquier otra, Las Eserituras nada dicen de una comunidad de hijos de Dios, que puedan existir fuera de la Iglesia como sociedad religiosa ‘", Tanto como en la renovacidn ético-religiosa, sin pensar en Jo exterior, lo particular y lo estatutario, insiste Jess enérgicamento en el concepto de Ia comunidad interior y exterior. Ni el concapto ético del reino de Dios (Bugge) ni el eseatoldgieo (J. Weiss) corresponden plonamente & todas las’ condicio- nes exigidas por las Sagradas Escrituras, Y si al concepto étieo se une el de la ¢evolucién», preciso ser decir que existié desde el principio el fandamento esencial. Tampoco el Apéstol Pablo prucba nada en contrario, por mucha im- portaneia que diera 4 Ia parte moral, Cierto es que su irre- fatablo testimonio oxcluye una interpretacién puramento escatolégica. También desde el punto de vista histérico es fécil demostrar que Jestis es el Mesias 6 Hijo de Dios, que ha fandado en la tierra un reino, del cual, como Hombre- Dios y Sefior, es la eabera y el juez; que ereé su organiza- cidn externa, en cuya eumbre esta Pedro, y quo instituyé Jos Sacramentos IL, Organizacién y dilatacién det reino de Dios 5. El bautismo como signo de consagracién, La comunién en la mesa, La Eucaristia,—Asi como el ciu- dadano ha de prestar juramento de fidelidad al rey, y el soldado desplega la bandera de su general, asi también el soldado do Oriato ha do promoter y observar fidelidad 4 su rey y llevar el signo de Cristo. El Seiior dijo a Nico- (1) H Schmidt, Di Kirche. Tire biblitche Idee und die Formen ihre ageichichtl, Brscheinung in viren Unterschieden von Sekte und Hévese, 1884, 41; 0. Holamann, en Zeitek. fir Thoologie und Kirche, 1891, 371 y' signs Harnack, Weien des Christentums, 1902, 34, sigs, 47. Por'Io conteario, Lingens, Die innere Schinheit des Christoncum, * 1603, 179 ¥ ga. ninaciéa 6 formacién de este reino aparsos como. unt. con manos ner de que Cristo, mediante aa Telesia, fantoridad pastoral eobee los hombres (2) Cie, Catt, 18 Nov. 1904, 02 y sigs adie if By maINo DE DIOS CI domo: ¢En verdad, en verdad te digo, que no puede ver ‘el roino de Dios sino aquel que renaciere de nuevo, y que no puede entrar on el reino de Dios sino aquel que fuere renacido de agua y del Espiritu Santo» (Juan, TIT, 3, 5). ‘Aliidase aqui al reino de Dios futuro (vida eterna) 6 al presente, de cualquier modo es innegable que en estas pa- Tabras, no sélo s0 encuentra un signo externo de ciudada- ‘fa, sino que queda indicada eu exencial institucidn. A los ‘que aspiran 4 entrar, les os preciso una agregacién exterior ¥ una aptitud interior para hacerse, mediante la regene- racién, dignos ciudadanos del reino, La obligacidn resulta mis clara en el encargo del Sefior 4 los Apdstoles: «Id y ensefiad & todas las gentes y bautizadlas... y erisefiadles & ‘obsor'var todas las cosas que os he mandadop (Mat., XVII, 19-20). El bautismo y la observancia de los ‘mandamientos dé Dios sou los wiguds por los etales se o- hocen los mismbros del reino de los ciclos, El bautismo tiene por prototipo la ciredacisién, que © Jahvé diéun dia 4 Abraham como’ signo de la Alianza, El que rechaée cate’ signo de aliahzt, seré oxtirpado del. . pueblo, Y aunque tampoco Ia circuncisién hacia ser israe- > lita al israelita, es decir, miembro de la sociedad de Is- ‘rael, porque ya lo era por su nacimiento, no obstante esto, la circuncisién era el primer deber de Ia alianza que ha. bia que cumpliz. En la Nueva Alianza hubo de parecer Jn cireancisién del corazén en lugar de la cireuncisin do Ia carne; poro fué preciso enlazar el renacimiento espiri- __ ual 4 un signo visiblo para el hombre racional y sensual; ‘Por 60 ol Hombre-Dios, que vivta visiblemente entre loa ‘hombres, exigia un signo de unidn externa para la repre- Sentacioa del reino espiritual de Dios. Cudn necesario es el bsutismo para pertenecer al reino de Dios, lo pone ya en claro el bautismo preparatorio de Juan, que para los ia. raslitas. pisdosos era un medio de unién y de alianea, le , (Mat, XIU, 24). Y mientras dormfan los hombres, sem, 'bré el enomigo cizatia entre el trigo. El ducio del campo _brohibo 4 los siervos reeogerla para que no arranquon dla _ Nee que la cizafia ol trigo. Quiere gaardarla hasta el ticm. } do la siega, CEI reino de los cieloa es también semejan- BA una red, quo echada on el mar recoge toda elaso do Se) (Mat., XII, 47). En la red do cate reino se on, tran peces buenos y corrompidos, Y on Ie crilla se ‘Gehan facra y's scrojan los cotrompides, Ast oonrriné fambién en la consumacién del tiempo, Vendvin Ios ange. 2 separardn 4 lox malos de entre los justos y low arse, {2) Seber, Dar Beith Cotes, 109 y sign; Foock, Die Hern, * 1904; Bugge, Dis Hawptparadein Jeeu, 1903,” eee 86 APoLootA Det entezsasisHo jardn al horno de fuego. Hasta aquel dis serin tolerados Jos malos entre los buenos, la cizatia entre el trigo, las viv. genes locas al lado de las prudentes. La misién del Mosfas no 8, como el pueblo esperaba, la segregacién de todos los indignos, iQuiéo, después de tan apromiantes doélaraciones del Seiior, querrd escandalizarse todavia de que su reino en Ja tierra no esté compuesto sdlo de justos? ;Quién se ne- ard 4 reconocer, como reino fundado por Oristo, 4 la Igle- sia visible que tolera 4 los malvados para poder recupe- rarlost {No vino Jestis & buscar lo que: estaba perdido? (Ioue., XIX, 10, Juan, 1,17). {No fué él tras las ovejas perdidas de Israel y comié en la mesa con pecadores y pu- blicanos? Uno de ios doce fus el traidor, y, no obstante esto, Jestis lo toleré en su compaiifa, aunque no ignoraba que le habla de hacer traicién. No quiero la muerte del peendor, sino que se convierta y viva. Queria dar tiempo, un afio, dos, tres afios, 4 la higuera estéril (Luc. XIII, 6) para ver si daba frato. Pero as{ como el Reino fué desde el principio, lo serd en lo sucesivo. 7. Las pardbolas. Incremento exterior 6 interior. El alto valor del reino de los cielos.—El reino de los cielos tiene on ef la fuerza para atraer siempre més y més exterior 6 interiormente & los hombres dentro de su esfera deaccién (Mare., IV, 26-29). El incremento exterior é in- terior faé predicho repetidamente por el Sefior on sus pa- rabolas para consuelo de Ja pequefia grey. «El reino de los ciclos os semejante é la levadura quo toma una mujer y la esconde en tres medidas de harina, hasta cue todo queda fermentado» (Mat, XIII, 33). Esta transformacién inte- rior operada mediante la levadura de la doctrina cristiana y de la gracia procede al par que la expansién exterior. Cuanto mas grande es una fuerza, més irresistiblemente obra sobre todo Io que est 4 su aleance. {Qué bellamente describe el Sefior este crecimiento en la pardbola del grano do mostazal El reino de los cielos es semejante 4 un gra- no de mostaza, que tomé un hombre y lo sembré on su campo,’ Esta es la menor de todas las simientes, pero des- Spnés que erece, es mayor que todas las legumbres, y 80 age firbol, de modo que las aves (las gentes) del cielo vie+ Aavidar en us ramasp (Mat, XII, 31.32; véaso fizeq., XVII, 2223; Dan., 1V, 9). Insignificanto ora ol sip0 quo Jens habfa fundado, tan inapreciable, que los bas se preguntaban cudndo vendria, y ya estaba entre os (Luc., XVII, 20). Pero se hard grande y visible de Gi Ipjos, como una enseiia entre las naciones, do'tal manera fie'loa hombres acudirén de los confines de la tierra, para jsat 4 la sombra del Arbol. ¢Si yo fuere alzado de la ra, todo lo atraeré 4 mip (Juan, XIT, 2) 0, ta fuerza es tan eficaz, quo impulsa al hombre & pri de to que le es mda querido, para comprar el reino Halos. ¢Taibign ee semejante el réino'de 0 sgocianto quo buscaba buenas perlas,_ ¥ Hide hallé una de gran presio, se fué, y vendis euantg Ys comprés (Mat., XTI, 45, 46). Este es reing i, que debe buscar el hombre ante todue cosas; en 106 teroroé que no se enmohecen ni s0 apolillan, Pardbola final.de los peces queda simbolizada una #)d6 la gran extonsién del reino. uinta bellezs se enlazan en este sencillo lenguaje os enracteres intoriores y exteriores y laa pr se btm pu Bees opin, Dra ae a Sai th ae a Sree ein 6, ee Ye teers ncn ot tis ann bl wien, . : ArotoatA DIL ORISTIANISMO extonsién; pero se tolera tal consecuencia de la flaqueza y de la pecabilidad bumanas, porque no hay maldad hu ‘mana capaz do, sofocar enteramente Ia saludable fuorza diving, Log eopiosos frutos que la buena simiente produ ce, los efeetos de la doctrina saludable'y de Ia gracia san tificante, contribuyen de nuevo & ostimylar & los ciudada. nos del reino menos celosos & un fervor nuevo y 4 apren- der 4 estimar la valiosa perla que 86 encuentra escondids, en el campo, Aun cuando se quieran interpretar como ale gorias las explicaciones de Mateo (Jiilicher, Loisy), preei- 0 es reconocer que son alegorias muy oportunas, Pero es faleo que Jos judios no hubieran conocido alegoria al- guna, 8, Predicaciones de los Apéstoles respecto al reino de Dios,—Lo que Cristo fund6 y doté de fuerza interior, eso continuaron celosamente los Apéstoles con arreglo al mandato de su Maestro. En efecto, entonoes supieron ellos que Dios habia hecho & Jestis Sefior y Cristo, y que Cristo es 6] Hijo de Dios (Hechos, II, 36; IX, 20, 22). Los Apés- tolos salieron y predicaron el reino de Dios. ¢Y habiendo erefdo lo quo Felipe les prediesba del reino de Dios y del nombre de Jesueristo, se bautizaron hombres y mujeres (VIII, 12). San Pablo predied on Efeso el reino de Dios (XIX, 8) y en Mileto se despidié de los obispos de Efeso con las palabras: ¢Y ahora sé yo que vosotros no veréis més mi eara, todos vosotros, por los evales he pasado pre- dicando el reino de Dios> (XX, 25). Yaun en la prisién en Roma ¢predied el reino de Dios y ensefié del Seftor Jesu- cristo eon toda libertad y sin prohibicidn» (XXVIII, 81), Por otra parte, el Apéstol consuela « los ficles y los ox- horta ¢4 fortalecerse en la fe, porque en el reino de los ciclos se ha de entrar por medio de muchas aflieciones> (XIV, 22), En las Epfetolas apostélicas la exprosidn ¢reino de Dios» pasa & segunda linea con respecto la doctrina de Cristo, el Resucitado, y del Evangelio de salvacién, No obstante ‘esto, se dejan todavia sefialar los diferentes momentos del me nao vp pros oI coneepto, El eumplimiento de las promesas en Cristo (IT Con., 1, 20, Gail, TI, 18. Rom, LV, 18-14; V, 2%; 1X, 4) se resume en la promesa del reino de Dios (I Tes, TI, 12. Got.,T, 18), que aélo aleanzan los justos (I Gor., VI. 9 y sig. Gal., V, 21). €El reino de Dios uo es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en ol Espfritu Santo> (Rom., XIV, 17, Oor., TV, 20). «La earne y la sangre no pu den poseer el reino de Dios» (I Cor., XV, 50). Hay un reino del Hijo del amor divino, al que Dios traslada & los ‘fieles, pues los libré del poder de las tinieblas (Col, I, 13), para cuya realizacién y propagacién puso el Apéstol en ‘unién con sus disefpulos todas sus fuerzas (Col., IV, 11). © Por este reino inconmovible hemos de dar gracias 4 Dios, ‘agraddndole y sirviéndole con reverencia y temor (Hebr., ORI, 28), Puos este reino es un reino de gracia, un reino lestial (Hebr., XII, 22-23), en el cual-todos son condu- | eidos al Padro por Cristo y en él. En esto reino, en que 7 Gristo se entrega al fin 4 Dios, el Padre, ea Dios todo en todos (I'Cor., XV, 28), Este reine oxpernban tos dsefpu- 8 én la inminente segunda venida (Parusia) de Cri ‘Ges., UT, 13; TV, 15-17. I Cor, x 23), Renita miuortos y dominardn con Cristo, También Ia Oreacién ‘hard libre ©, ‘Mas 6l temor es necasario, porquo la. posesica plena y ’ pacifica no empieza sino con la muerte, y este reino eterno |, ho serd concedido més que 4 los administradores fieles Heales. «Pues sabed que ningtin foruicatio 6 inmende 4 ‘aro, lo cual es culto de {dolos, no tiene herencia en el vino de Oristo y de Dios.» «No os engafigis, pues ni los nic: los, ni los adoradores de fdolos, ni los adiilteros, HJo¥ afeminados, ni los do pecados nefandos, nilos lado’ yank ii 7 ay 198) WH Tos avaros, ni los dudos 4 la embriagez, ni los mal. pnts, ni los robadores poseerdn ol reino de Dios, 0. Holtamann, Zeitechr. f. Theol, w Rirche, : Tournal of 7) Studies, " ACen ent am V5 AL Tim, TH, 135 Wer y fg HE Fim Uh 12; Woras, Der Cave wnd 1801, 389; Sanday, The Vis Bom, V, 17; VIL, dhe Stine bei Pandu, 1897) igi. 10 Apotoo{a Dut, oRIsTTANTEHO 4{No ha clegido Dios 4 los pobres de este mundo, para ser ricos en fe y herederos del reino que Dios promotié 4 Jos que lo aman?» (Sant., II, 5). «Porque si nos esforza- mos por hacer nuestra vocacién, se nos daré lergamente la entrada en el reino eterno de nuestro Sefior y Salvador Jesueristo> (II Ped., I, 11). El Seitor asistié 4 San Pablo en Roma y lo libré de toda obra mala y-lo proservé para su reino celestial ©. 9. Elreino de Dios es un don colostial, pero tam= bién una comunidad visible.—Acf, pues, on el Nuevo Testamento so encierran dos puntos bajo el. concepto de ‘reino de Dios: el reino de Dios es un don celestial dado 4 los hombres, para hacerlos participantes de Ia salvacién eterna; pero es un don quo se confiere en una comunidad visible. Cierto es que este don se manifiesta més como don de salvaciénp no como ¢forma social ®,» que «Testis no considerd en primera linea el reino celestial como co- munidad, sino como un organismo de bienes celestiales, de dones-y virtudes que #0 realizan en el. género humano y deben hacerlo dominio de Dios;» pero este organismo ha de formarse en la especie humana por medio de los hombres y en cierto sentido esté realizado por los miembros del reino, y también representado exteriormente. Jestis mismo, no s6lo menciona las condiciones para la entrada en este rei- no, sino que habla también de los miembros del mismo como de hijos del Rey Mesfas, & diferencia de los hijos_y extrafios del rey de esta tierra (Maz., XVII, 25), hijos quo, como tales, estén libres de los impuestos. Si en el rei- no de Dios no se quisiera ver més que la idea, el medio para el fin, al cual todo debe subordinarse, se trataria siempre de una idea que ya se ba concretado, de una () IL Tim,, IV, 18; Fil, 1, 29; Hebe, XU, 22. (2) Creier, IorderDuch rum neuen Teitament 0; Schmidt, Die Kir- che 11; Haupt, Stud. te rib, 1687, $83; Kostlin, ibid, 1884, 29; Seeberg, ‘Die Grunducabheiten der chriatichon Feligion, 190%, 97,38 y sign; Glau be und Liebe, Horrechaft Gotten wnad_ Reich Gottes; Burtmano, Das Hin. ielreich und seinen Konig, nack den Synoptikern biblisck-doymasisch dar: igerstlt, 1904, paths __m nemo Dé D108 a idea que-ha’ tomado carne y sangre. Asi como el Cristia- ‘nismo antero es algo humano-divino, también el reino de Dios es divino y humano, es el supremo ideal y 4a vox ‘el ordenamiento visible de los fieles. Si no fuera posible testa compenetracién de lo divino con lo humano en la tie- "rea y no se efectuase una santificacién, une espiritualiza- “eidén en Ia carne y en la sangre, jedmo podria heredar eb Hoiabre la vida eterna? 4Noo equivoearfamos ciertamonte si afirmisemos que el Sefior, cuando deseribié el reino de Dios como un bien in- = terior, habfa renunciado & considerarlo como una comu- | -nidad propiamente dicha. Si los ciudadanos del reino 9 ~ asemejan d una ciudad puesta sobre un monte, por esto ~ gonviene ya suponer uva organizaciéa, y toda la segunda ‘parte del Evangelio d» Mateo parte del supuesto de que {el reino de los cielos debe manifestarse también como une rma nueva de la vida del pueblo “9 -10.. Los discipulos de Jestis son el fundamento de =la Iglesia visible., La cleccién .de los Doce.:Sucesiva ligonci {No formaban los discipulos de ‘Jesis el primer niicleo de esta comunidad visible? Ellos se Bo Memaban escolares corforme al lenguaje do las escuelas files. Jestis mismo fas apellidado Rabbi, Rabboni, Senor, Doctor, Maestro. Y no ciortamente en cl sentido de una. juela determinada, puesto que no habia pasado por nin- iba esouela rabina, sino por cierta semejanza entre él y itestros judios de entonees. Bjomplo y preparacién lacién del Bautista con sus disefpulos, de entre Boles se forms el primer nicleo de diseipulos del Se. {Ds olios ee dice que creyeron en Jestis (Juan, II, 11). ft Olros'creyeron. en él, pero Jestia no se cond & 24). Cuando Jestis se encontraba en tierra judia 4 Dnulizar, suscitése una lucha entre sus disefpu, de Juan, Y éstos fueron & Juan y le prepurea abbi, el que estaba contigo & Ia otra parte del Jon, 72 pearance ae din, de quion ti diste testimonio, mira que bautiza y to- dos vionen 4 61> (III, 26). ¢His necesario que él erezea y que yo mengiie,» contesté el Bautista (III, 30). «El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el quo no da erédi- to al Hijo; no verd la vida, sino que la ira de Dios esta go- bre élp (III, 36), En Samaria, on Cafarnatim y en Galilea gané Jestis muchos creyentes, Con osto se formé alrededor de Josis un doble eireulo, uno més reducido y otto més amplio, los diseipulos en el sentido mds estricio y en el sentido mds amplio, los disek- pulos y los ficles. De todos es cabeza visible Cristo, que distribuyo gracia y verdad, Asf, entro los disofpulos que seguian inmediatamente 4 Jestis, era neceeario distin- guir los Doce del resto do la multitud, Esté escrito que -el discurso de Jestis en Ia Sinagoga de Cafaraaim parecié & muchos dise{pulos demasiado duro: ¢Y desde entonces muchos de sus dise{pulos volvieron atrés y no anduvieron ya.con ély (VI, 67). Y¥ dijo Jests 4 los doea: jqnaréis iros ‘también vosotros? Y Simén Pedro le contests: Sefior jé quiéa iremos? Ti tienes palabras de vida eterna, ti eres el Santo de Dios. Jestis le respondié: {No 0s escogi yo os doce? ‘ty Nada dice Juan de esta eleccién, La supone eonocida como de los sinépticos (VI, 70; XV, 16). Estos nos refiee ren cémo Jestis llamé 4 los dos hermanos, les invité & que dejaran sus barcas para hacor de.ellos pescadores de hom. bres (Mat., IV, 18 y sigs.), y o6mo invité & Levi 4 que le siguiora (Mat., IX, 9 y sigs.) En el monte escogié 4 los doce, 4 quienes llamé Apéstoles ®, para que estuviesen (1) El cuarto Evangelion es, pues.el libro menos eclesistico del Nuevo ‘Destemento, si ante todas cosas se quiere vor en Ia Iglesia una iastitusign jo. rain; de lo eoutravio, tampoco podria dl prestar € la Tglesia tu titulo legitimidad como reino de Dios, en el cusl vive Cristo (Leisy, Le quatriéne oa. 1902, 118 sige, (2) Dobschiite (Probleme des apost. Zeitalstere, 1904, 105) airma que los Brangelistas ~con excepeién do Lucas ~ no conocan el couerpto eatricto de Apéstol, pues en fat, X,24 y on Juan, XIII, 16, equivaien & euviedon, Marc, I, 14, o9 una giosa do Lucy VI, 1a. Sélo Liicas tiene la dea de que el titulo de Apéstole 2 titulo honoriico concedid & los Dove por Jest, EL REIKO i con él'y para enviarlos & prediear, y lee dié potestad para expulear demonios (Marc., III, 13 y sigs.) Al referir el sermén dela montalia, el Evangelista distingue las turbas de Jos disefpulos que estaban cerca de Jestis (Alat., V, 1) ¥.aun en Lucas puoden distinguirse tres clases: los doce, jos diseipulos, el pueblo (Luc., VI, 12 y sigs.) El nuimere loce no es casual, sino dispuesto 4 propdsito por Jestis, eomo lo prueban los Hechos, I, 24 y sigs. y el modo eon que San Pablo defionde el Apostolado. Hse ntimero recner- " da las doco tribus de Israel. Los doce conatitufan los doce ‘Patriarcas del nuevo reino, A. cllos se les revelaron los a = eretos del reino de los ciclos, se sentardn en doce tronos al “nuevo advenimiento de Cristo y juzgaran & las doce tribus do Isracl (Mat,, XIX, 28. Zne., XXII, 30). Sus nombres ni escritos sobre doce fundamentos de la Jerusalén eo. 1 (Apoc, XXT, 14). Al terminar las parébolas pre- inté Jostis 4 los doce: ¢Habsie cntendido todas estas osast Ellos dijeron: Si. Y les dijo: Por eso todo eseriba ‘Instrafdo.en el reino de los cielos, es semejante d un padre Ge familine quo saca de su tesoro cosas nuevas y viejusp 5 (Mar... XIII, 52). Cierto es que con esto no tenia ain los @iseipulos plona intoligencia det nuevo reino. Todavia en ‘iltimio viaje 4 Jerusalén le ruogan los hijos del Zobedeo {Ane quiera dejatlos sentar en su roino, uno dla derecha y pro 4 la izquierda. Y los diseipulos que caminaban hacis wis, deolan affigidos: «Nosotros esperdbamos que él era labia de redimir 4 Israel (Zue:, XXIV, 21), Pub o que el Resucitado instruyera & los Apdstolea en lilera signifcacida de su reino por repotidas apari- tcamente ou intorpretaciGn mundane y earns ty Rorté, no @ quo protendioran ser dominudores eat sagedano, so & ser ejontores de nu volunted y sus obras para laredensién ysantifinas. no, ¢lios principes delas gentes avauclion u aroLooiA Det oRIsTtAMI6MO 4 sus pueblos, y los potentados ejercon potestad sobre ellos. No ha de ser asf entre los disefpulos.» €El que entre vos- ‘otros quiera ser el primero, sea vuestro criado, asf como el Hijo del Hombre no vino para ser sorvido, sino para servir, y dar att vida por muchos (Mat., XX, 25 y sigs.) 11. Launidad entre discipulos y fieles. El Buen Pastor. Definicién.—Pero con los disefpulos forman los fieles una comunidad arménica (Hechos, II, 42. Gdl., II 9) alrededor del centro, de Cristo. El Seiior mismo dijo: «Todo reino dividido contra s{ mismo, desolado ser4, y toda ciudad 6 casa dividida contra s{ misma, no-subsisti- rd, Y si Satanés echa fuera & Satands, contra ef mismo etd dividido, ;Cémo, pues, subsistiré eu reino!y (Mat, XIT, 25, 26). {Ha de ser arménico, 6 menos individido el reino de Dios, del cual dice Jestis que vino 4 los judios, porque él lauza los demonios en el Espiritu de Diost {Ha ‘de subsistir frente al reino de Satanés, frente al reino de ‘este mundo, sino afronta los ataquos como una comunidad perfecta? (XVI, 20, 21). G El reino de los cielos es, pues, el conjunto de los dones celestiales que Cristo merecié para los fieles, y asimismo la comunidad de los Apéstoles y de los feles con su ca: beea, Cristo, mediante la cual se han hecho fecundos y ef eaves los dones de la gracia para ol futuro reino de los cie- Jos, para la vida eterna. Esta comunidad que ha de reali- zar el fin del reino celestial y ha. de preparar la eonsuma- ién del reino con el nuevo advenimiento, recibié del Se- Yior la designacién especial de Iglesia. Verdad es que la palabra: «La Iglesia os el reino de Dios no se encuentra hasta San Agust{n "; pero la idea existe ya en Ireneo , Cipriano, Origenes y Criséstomo. Tal es el pensamiento expresado por el Setior en el Evangelio ¢ceatdlicoy de Ma teo. Pues con la misma claridad con que ixsiste Jestis on 61 ideal celestial del reino do Dios en st predicacién, pro- Is realizacién oxterior del mismo en la Iglesia. Un roino universal en Ja tierra, toda ver que e! hombre es lo que es, hubiera sido imposible sin una organizacién exte- rior fuerte. Pero ésta tinieamente podia tenet consistencia, 4 condicién de que Jestis mismo pusiera eu fandamento en {1) De cis, Dei 30, 9,1, 0. Rautty 4, 2. ¥. Reuter, Augustinische Stu- ian, 1887, 106,190, 160, 467; Spocht, Die Zaire won dor Kivohe rechten 4A, Avastin, 169%, 6; Hacaack, Das SOnctum, sine [daale tnd vane Oo, schichte; Raden un Aufdtzs, 11904, 116, Schafer, Das Reich Gotten 1849 higs. Ba digno de notar, en la Bagrada Escritara, ol cambio ontte Ieine de Dios éTelesia, Los libros quo wean la palabra. par la onganinacion eacatoldgicamente. En lee Hecho de ios Apéstoles te hallan ambas, (2), "Ade. aor 4, 81: Fegnum celorum, quod ext seleia; Cipe, Dewn, 14; Bp 04,8; Cris, dd cat, 1, 4; Niodorhuber, Die Lehre dee Wl, Ambre ius om Roithe Gottes auf Brien, 1908 el Colegio Apostélico. La ¢Iglesia pontifical de Ia Edad Media»-no neoesité, pues, desenvolver un ¢mal entendido coneopto do San Agustin.» Es muy diseutib dileoeién, hace poro resucitada (desde Kant y Riteehl), le si la pre- por el reino de Dios en euanto & eolectividad de los feles y de ou actividad en el inundo, podré ser para la multitud tuna compensacidn digna de la Tglesia perdida, Al lado del reino de Dios, oe pretiso reconocer la Igiesia. La fo y Ia caridad son correlativas, como Ja Iglesia y el reine de Dios ©. La esencial diserepancia entre ol Catolicismo y el primitivo Oristianismo Clegitimo,» consistirfa en que en ugar del reino de Dios se hubiera puesto Ia Iglesia empi- rica y en lugar del Evangelio, Ia nneva Ley: pero seria Preciso demostrar que el —1. La palabra cuando infundié en sus diaci- pulos una vida nueva, una vida de pureza y de amor @, sino que tuvo realmente la idea de fundar una Iglesia, De otra manera seria inexplicable ebmo desde la edad aposté- Tica se ba podido atribuirle ¢faisamented tal pensamiento. 2. Iglesia organizada.—Mateo empled precisamente esta palabra con relacién 4 la organizacién de la comuni- dad. Los dos pasajes gitados permiten reconocer los gra- dos do tal organizacién. El primer pasaje, coneerniente & Pedro, habla por si solo. El simbolo nos representa un edi- ficio sélido, que descansa en rocas y desafia el viento y la tempestad. La Iglesia es, pues, un edificio que, fundado sobre la piedra visible, Pedro, esté compuesto de piedras visibles, los Apéstoles y los fieles, como una fortaleza que, en el mar de este mundo, resiste inconmovible la tempes- tad y las acometidas de Ins olas, Ast como la ciudad edifi- cada en la montafia es visible de todas partes y ofrece ro- (1) Bousset, Die Religion dea Judentums, 54 y sigs.: la evelucién do la piedad judie hacia la Iglesia, (@). Piepenbring, ev. ds Paice. des ra, 11,1001, 211; Loiny, Heudesovan- éliues, 1902, 100 sign, 120; ev. st, ot de Utter. rel, 1004, 88, 91 sigs, Atour dun pets livre, 1908, 69, 131; L'Boangile t CBglite, 1904, 95. 8 ‘Wernle (Die Reishsgottsapenbarung in den dltston eisilichen Dakumen- ten und bei Jesus, 1908) observa Loigy que en Pablo ea doble la idea del rei no: escatoldgica y eclesidutiea; asimiamo en el Apocslipsis, donde se halla tun seotimiento vivisimo del reino de Cristo én Ia Iglesia, El mismo eonoep, to es en Mateo y en Lucas escatoldgico, y en Marcos eminentements escuto- Tigico. Ei punto de vista de Joris fué siempre rigarosamente exeatoldgico, La parera do corazin y toda Ia moral evangélica no son el reino de Divs, ‘ino las condiciones para ser admitido en él aacnaa, at fugio 4 todos, as{ la Iglesia, edificada sobre la piedra, es asilo de proteccién y de salvacién, abierto & los files de téda Ia tierra. ¥ esto porque en Pedro, en la piedra visi- ble, tiens un fundamento firme. Por tanto, para defini el concepte de la Iglesia nos es preciso partir de este pasaje, ev el cual encontramos por vez primera y de un modo pre- ciao esta palabra. €El texto de Mat., XVI, 18, no sola- - mente did ocasién 4 la idea del Primado de Roma, sino también 4 introducir el eoncepto de Tglesia en los articulos del simbolo apostélico; por consiguiente, es bajo todos con- coptos una sedes doctrinae del Catolicismo ,» ;Consiste por ventura en esto la razén del juicio desfavorable de los er{ticos modernos? Sélo cuando se niegue que Cristo pro- ‘nuncié estas palabras, que «presuponen condiciones socia- les bastante desarrolladas,> y al Evangelio de Mateo, por “catisa desu eardeter catdlico, se le atribuya el titimo lugar ‘entre los sindpticos, serd posible afirmar que Jestis funds ‘una sociedad universal religioso-moral sin cestatutos + teoerdtioos, sin .sacerdocio.ni sacrificio.» Y puesto quo es imposible no atribuir 4 Jostis las palabras de los A péstoles, ‘¢5 necesario admitir que ¢la institucién orgéniea externa de la Iglesia fué relegada 4 la fuerza ereadora de eu Esptri- ‘tu, que cbré antes on sus disefpulos y después en la comu- “ nidad. Si, pues, Jestia eligis sus disefpulos y dié poder & "eu rebafio. y 4 su sociedad mesiinica, nada absolutamente tiene de extratio quo hable aqui de la Iglesia que iba & {{ edificar; més sorprendente es que no hable més de ella ®, Bl -pasaje del capitulo XVIII es tan instructive quo A) Holzmann, Zeitsr. f. winensch. Theol, 1878, 118; Theolopie dV. ston toy ages Sharia ere 2 eco a. ena ene Seni wd etre a6 $e ae Bad ingin dav-N. T.,* 1901, 249 y sigs,; Grill, Der tat des 3 ene Det Bed sue, Br ie loa a aan te, Prana on Sian et Pose epee anes be Chri cate Eiglise, feo Apitres et le développement de! Bpiscopat aus des ua pre KVL, 1010; XVIML, Wee, RXV, 1930" rar, Kea eA Beaty 20; XX1, 1617. A fo ual char 'V. Golte (Thea ber sea at hace rosaltar claramente la correlacién entre la comunidad privada y la piiblica, Bn efecto, después de exhortar & obedecer 4 la Iglesia, afiade Jesis; «En verdad os digo que todo lo que ligareis en la tierra, ligado sord. también enelcielo, y loquo desatarcis en la tierra, desatado seré también en el cielo. Digoos, ademés, que si dos de vosotros se convinioren en la tierra, de toda cosa que pidieren les seré hecho por mi Padre, que esté en los cielos. Porque donde estan dos 6 tres congregados en mi nombre, allf es- toy yo en medio de ellos.» Como al propio tiempo se tra- ta aquide la potostad de los Apéatoles, no puede suponer- se que 60 refiera solamente la misma comunidad en cuan- to delega 4 alguno de los suyos para el mantenimiento de Ja dieciplina, 6 bien que los Apéstoles eean tan sdlo ejeou- ‘ores del. juicio de la comunidad. Pues de tal manera, no s6lo se como equivalente 4 ¢Iglesia,» y on este pa- saje, Santo Tomée entiende por ella d los prelados®. Quien ‘Creo, on efecto, que por ninguna parte aparecsn posterioresinterpolacio= nes>, pero no se habla aqui dela Iglesia como de «sosiedad? visiblementa orgabizada, ni del Primado sobro toda la Ixlesia, ni de una concesién de potestad espiritoal, @) Langen, Das vatskan. Dogma von dem Universal-Episkopat Unfehdbarket das Papstes, IT, 1872, 89, Tambi6o Botitfo quisiera e ‘gut le Lglesia, no como uo autoridad organizads, sino, conforme & mula rabiniea, como asammblea del pucblo de uns ciudad ( Bull. de Liter. eset, 1904. 81), (2) 'S. Theol, 2, 2, q, 35, a. 8; Jn cant, alt. 15 Cat. romy 1, 10,9 TA TOUISIA HI LA RACRIVORA S46RADA 83 no escticha & los Apéstoles de la Iglesia, téngaso como ex- pulsado de olla, excomulgado, El nombre ¢Apéstol» no esté empleado aqui; y por eon- siguiente, todos aquellos que se retinen pata crar, estén ciertos de quic tienen presente entre ellos & Cristo. Pero que por el —dicen—debe estar fundada, efectivamente, por los Apéstolea como misioneros, pero debe gobernarse & af misma on virtud del Cristo que permaneee en espfritu en modio de los suyos ®, Pero jdénde se habla aqui de la fan- daciéna por los Apéstoles como misioneros? ;No se trate mis bien de la disciplina en la Iglesia? De la fundacién de Ja Iglesia, no de la se habla en el otro pa- saje, on el que todo artificio para una interpretacién diver- sa es indtil, Ast, puos, tenemos tanto mas derecho a dar idéntico sentido 4 la palabra idéntica, cuanto en ambos pasajes so habla de una misma potestad, Poro esta potes- (2) Tsoae, Ad Bph., 8,2; Cipr, Dewn, 12. Segid Tertaliano, la frase: ui tres, sbi celeria (De bapt, 0; De exh. sasty 7; De fugay 1 De pud., 21) habia llegado & ser proverbial, mas no sein el prineiplo del Golegio Romano (res factunt eollegium ), como suponen atch y Sob, alu segiin ln ley juddien (Dewt, XIX, 15; Mat, XVIII, 16). Soha, Kivehenreche, Z, 1802, 20,7198, 208 pero no antes dest perlodo montanistan, ‘Theol, Guartatschr, 1860, 9817 gs (2) ‘Huse, Handbuch der prot. Polemik, 28; Beyachlag, Riehims Bibl Warterb, 1,71; Realenoyit., X,) 418, Sobre Gerson, Pierre WAilly y otton, ¥. Schwane, Dogmengeach, IL, 636, 861, 569 y sigs. LA TOLESIA BN LA FSCRITURA EAGRADA & tad no'se anula por la promesa siguiente, do lo contrario nose bubiera puesto tan de relieve, «Para Mateo existe ln comunided, Ia Iglesia, como supremo tribunal de discipli- na, es la administradora de todos los bienes eelestialee; en ‘sus rasgos fandamentales est dispuesto el antiguo Cato- icismo ©.» . 3,. Los demés Evangelistas pasan en silencio la pa~ Jabra por consideraciones externas. Su reino de Dios alude 4 la comunién de la Iglesia.—Los otros Zvan- gélistas no usan la palabra ¢lglesiap, si bien Mateos y Lucas refitieron la confesién de Pedro, La eausa no puede = radicar solamente en las faentes de que se valieron, hay quo buscarla en las circunstancias externas. Ya que Jesis tio aludié 4 eu futurd Iglesia, como nueva teccracia, sino mas tarde y tnicamente ante sus discfpulos, porque Ja muchedumbre judfa, por una revelacién premature, ce ‘hubiera sferrado més & sus falaas esperanzas mesiénicas, ra precico que los Evangelistas, que eseribian para eris- - tiano-paganos, fueran més previsores. Ya hemos visto al ‘bratar del reino de Dios que ellos mismos eludieron aun el " gzeino eclestialy de Mateo, que parceia saber poco del ju- bi < duismo, Pero Juan pone de tal manera en primer térm; Ho no él cardetor espiritual del reino de Jestis, que en la ¢ “primera escona delante do Pilato no puede desconocerse, )Abora bien, quien examine con mayor detenimiento Jos | Pasnjos relatives al reino de Dios en los Evangelos, ad- “Yertiré ficilmente que el concepto de la Iglesia como 0. = @isdad externa y organizada de los ficles para la consec én de la vida eterna, proviene del hecho mismo de la mi “| Fulcher, Bineiteny, 20; Peiderer, Drehrsentum, 841: «Dogma, ‘ral statconeclonitatons des faturn Tose Casha actos oe uenianpraspon on eunglio fo ate Cotes oye gee ‘i dl atm eta su dzone de Go ren David de Abraham ets palinnententeatecon ong 8 ge ~ de Dios sobreotaralyeatacy el dogma do uieise aah eee Hi agin In oual le vidn ascéticn en. pobreza ycolibato voluatarics se meccricns Gomo la supra prtsio; eaten, en 8m I inpotant sec So ome fardamest ee Ten ttn 3 ead ees FE acy desta entspreviamont suntonad pote ea Arovoaia Dat ORIRTIANIENO sidn de los Apéstoles, ya mire con preferencia el lado into- lectual-moral, ya el lado externo, Hl eoncepto de Ia Iglesia supone ciertamente una unién externa, eomo se manifests en la Antigua Alianza por medio del sacrificio y de la ora- cidn, de la Ley y del Sacerdocio; pero el objeto de esta unién es, sin embargo de ello, de indole absolutamente mo- ral y religiosa, esto es, 1a unién de la comunidad con Dios por el amor, y de los fieles entre af por la fo; el sacrificio y Ja oracién, aspiran realizar el reino de Dios en la tierra, La diferencia entre-el reino de Dios y el de la Iglesia no debe considerarse como equivalente 4 la diferencia entro acto moral y accién littirgica (Ritscbl), porque el Nuevo ‘Testamento no conoce tal distiycién entre lo externo y lo interno. Lo que se dijo del reiho de Dios en los Evan- gelios, podemos tambiéa aplicarlo a In Iglesia. Puesto que Testis, segtin Mat., XXVIII, 18-20; Mare., XVI, 15; Lue XXIV, 46; Hechos, I, 6 y sigs; Juan, XX, 21 y sigs, instituyé realmente la Tglesia ®, era indudablemente la prometida en Mat., XVI, 18; Iglesia organizada, sun cuando no se hable expresamente de ¢sacerdotes, obispos y Papap. Aunque las palabras del Resucitado se refieran a6lo & la predicaciéa y dla remisin de los pecados, sup. nen también la existencia de personas revestidas de oficio dentro de la comunidad, 4, Simbolismo en el Evangelio de Juan. La ins- cripcién trilingiie de la Cruz, La tdnica inconsitil de Jestis. La Madre de Dios al pie de la Cruz, La lanzada, —Algunas narraciones en el Hvangelio de Juan faeron roferidas en todo tiempo porla oxégesis alegérica d la fun- dacién do la Iglesia, Juan os el tinico que habla del titulo escrito en la Cruz en tres lenguas (XIX, 20), pues Luc., XXIII, 38, de la Vulgata, es una glosa, Es indudable que Tuan quiere significar con esto que la Provideneia divina (1) V. Kastlin, Stud. u. Kritik, 1888, 25; Religion wnd Reich Gotte, 1894 12 y sign, 280; IRealeneyk, X,% 321; Goons, Kev. de dhdo et de phil W802, 300 y sigh; Theod Dat Zig, 1893, 0% (2) Loisy, Autour d'un pet iore, 187 y snes, 1904, 27. Vs Hiigel, Letres Romai- a simboliz6 por tal medio la universalidad de la obra de la redencién y do la Iglesia, Porque Aebreo era el lenguaje de los judfos quo 60 envaneefan de su ley, griego el lon. {guajo de los helenos, de los filésofos, y latin el do los to. manos, dominadores del mundo, como observa ya San ‘Agustin. Del judaismo salié Cristo y su fundacién, la | Aglesia; Ia lengua grioga universal Io oftecié lap © dad para la divulgacién universal del Evangelio, y la mo. ‘arquia cosmopolita de Roma preparé el fundamento ox. fy jterno dela Iglesia cristiana universal, Puede decirso con 5, Ruperto de Deutz que en un sentido dicts Ia inscripeién el Espiritu Santo, y en otro sentido la escribié Pilato. -2Quién habria sospechado entonees que la obra del Cruci flcado produciria la ruina del judaismo, superaria el in. eso: imperio greco-romano con su tan celobrada sabidu. ay su tan admirado poderio, y transmitirfa al nuevo fiindo la civilizacién del antiguo? _TJuan es igualmente el tinico que nos refiere que la. tie {niica de Cristo no tenfa costura, sino que era toda tejida, dp arriba abajo (XIX, 24), Los soldados que usta. } al Crucificado y tomaron gus yestiduras come-hptin: j Aijeron. unos 4 otros: ¢No la partamos, sino ecffemos rtes sobre ella, cuya serd.> En esto encuentra Juan el as de lo dibo en la. Escritura: «Repartieron Vestidos entre ef y echaron suertes sobre mis vestidue By (Salm. XT (XX11), 19). Es una interpretactén ale. pps pero muy signiticativa, ol hecho de que Padres ‘hsllen en la ttinica sin costura de Cristo una ima iglesia Salvar esta unidad ‘cles, del obispo. No la par- in los Padees, y conjuraban Ics herejen a MfaHi el. ‘seno de aquella madre que los habfa 205 7 aim XX, ‘Beams kay sath Sis aen Behe 88 Avouogia DEL ORIKMIANISNO Otra narracién de Juan sobre la Madre de Jesits al pie de la Cruz, da también motivo para aplicarla & la Iglesia. Dice el Evangelista: €Y como vié Jeais 4 su Madre y al disofpulo que amaba, que estaba alli, dijo su Mad-e: Mujer, he abf tu hijo, Después dijo al disefpulo: Ho sht tu Madrep (XIX, 26). El Evangelista afiade: Nds bion ee han de entender en este Hijo, los redimidos, la Tglesia, que se puso bajo la proteceién de ls Madre de Cristo. Pertenece, finalmente, 4 esto también la lanzada en el costado de Jestis, Pata asogurarse de quo habia muorto, un soldado le abrié el costado con una lanza, y al punto salié eangre y agua (Juan, XIX, 84). Juan corrobora todavia su calidad de testigo ocular, porque en ello quie- ro mostrar el cumplimiento de una profecta. Los Padres descubren gustosos en este hecho la fundacién de la Igle- sia, recordando la creacién de Hva de una costilla de Addn dormido®, y la apertura de la puerta del Area, por la que salieron los animales. El renacimiento en el agua del () V. Kommentar sur Johannes, 588, n. 1; Schosben, Dogmatié I, 608, (@) V. Collectio Lacensis, VIL, 818 y sigs. ino de la costilla 2 5, La Iglesia “primera fiesta de ; sentido universal © ‘sociedad oristianc Ja mejor idea del nacimiento de la nueva sociedad, ‘erecimiento de la Iglesia, dol desarrollo de au orga- “conéagracién ®) de Pascua de Pentecostés, El Espiritu Santo bajé del cielo & ‘ia casa donde estaban reunidos todos los disefpulos, y 80 386 sobre cada uno de ellos. El rumor que venia del cielo tho de un poderoso viento y Ins lenguas de fuego, per- © 7 yoitian’ una comparacién con el trueno y el reldmpago en. fi legislacién del © babla:por los Apis! ofetss para el nuevo reino, el que sollé la Nuova Alian- (del espititu, no de la letra. Falta el nombre ¢Iglesiay, iselio habla claro por sf solo. Porque desde el ‘se ponen SAVI, 7; OREXVUT, 3; De oie. Des, 1, 28; C. Faust 19 15,4; os, i ir 408; j Herm. Pix, 834; titer der nachaporiol, Kirche, 1890, 137. ‘Wilmers ( Die Ki ‘Juan, XI, 15 Wpromalatein on ia Pascua ho Poutecoste, Gra Phomas tbr die Kirche, 103,128, 2959 sige, Ae De “jaatiamo y ol gustar Ia sangre, on Ta vida del eristiano; la‘apertura del costado es In apertura de la puerta de la “vidas de Ia cual flayen los Sacramentos.de la Iglesia, Ast jentes, ast también nacié la Iglesia del costado del indo Adéti muerto en la Cruz, del Ta gracia do la comunidad espiritual en Cristo, ae la Iglesia fas ereada antes que todas las dems cosas, Mera’ una opinién muy difundida , de Adin dormido se formé la madre de J emanan la en la Historia de los Apéstoles. La Pentecostés. La palabra Iglesia en y particular. La organizacién do la o-pagana, La Iglesia del Sefior. La Ia Iglesia tuvo lugar on la primera monte Sinai, Pero el Espiritu. que toles, os el Espiritu prometido por los Por obra aquellos medios dé salvacién ert, De un, 43; Agast, Zn Ioan, IX, 10; ‘8. th, 3,4. 63; 8. 25g. 64,9, Con, Vien ia XLLL, Bneyed, Divinum illud, 2 Mayo 1997, JL Clem,14; Weinel, Wirkungen des Geistes und he, 48) sapone, con Nieolis I, ta 17; la preparaciéa, on Ia vida do Jevis on io tear con la tierra ere dee A %0 APoLOGIA DEL CRISTIANISNO que Jestis instituyé para au reino como signos exteriores do Ia comunidad visible y como medicina interior del alma. Los oyentes, profundamente conmovidos pot la pre- dicacién de San Pedro, se hacfan bautizar, y se convirtie- ron aquel dia cerea de 3.000 almas. ¢Y ellos perseveraban en la doctrina de los Apéstoles, y en la comunicacién de Ia fraceién del pan y on’la oracién (Hechos, II, 42). Desde este momento, encontramos eon freeuencia la pa- labra qIglesiay, tanto en cl sentido de Iglesia univer- sal, que retine dentro dé sf 4 todos los quo invocan el nombre de Jostis, como en sentido de Iglesia particular. Después de relatar el castigo infligido 4 Ananias y 4 Sa- fira, prosigue el autor: €Y sobreyino un gran temor en toda la Iglesia y on todos los aad oyeron estas cosasp (V, 11). La persecucién de los fieles 0 lama perseeucién de Ja Iglesia (VIII, 1). Saulo asolabs la Iglesia; entrando en Jas casas y sacando con violencia hombres y mujeres, los ponia en la céreel (VILL, 8). La Iglesia que estaba en Je- rusalén envié 4 Bernabé ‘ Antioquia (XI, 22). Herodes puso mano en algunos miembros de la Iglesia (XII, 1), pero la Iglesia perseveraba on la oracién, Bernabé y Sau- lo egaron 4 Antioquia Weiznicker, Das apott, 384 mao ide su cargo pastoral y doctrinal, Como en otra ‘Apéstoles y los fieles, encontramos en gste pa- 2 a7 sibditos, pero formando una ae ieee fgleia docente y 1a discente, Aun en lov lamentos de fs judos contra Ia secta de los eristianos (XXLV, 5, 143 “ORXVIIL, 22), s¢-siente el eco de la persuasién de que ha- 5) plan de habérselas con una comunidad perfectamente com- ES pacta y unida, que legaria &ser poligrosa para la existen- @ bia doin Sinagoga, En efecto, asi acusan en Cosirea & Pablo = junto 4 Félix: (Homos hallado que este hombre es posti- “Toncial, y que levanta sediciones 4 los judios por todo el mundo, y es cabeza de la secta sediciosa de los Nazare- nos, el cual intenité ademés profanar el temploy (XXIV, 5). ~ 6. El concepto de la Iglesia en las Epistolas pauli- “nas. La Iglesia particular como una comunidad de her- manos. La Iglesia “de Dios, Iglesia genoral.—Con esto hemos dicho ya algo del Apéatol San Pablo, ol cual, como ya ‘hemos visto, no fué el primero que establecié el concepto de Iglesia, A\ contrario, confessba que antes de su conver- én, persiguié 4a Iglesia de Dios (I Cor., XV, 9. Gal., T, 18) y emplea lw palabra-desde el-prineipio (I Tes., IL, 14) ‘eomo cosa natural , Y del propio modo quo todos los dog- as importantes de Ia fo, desarrollé en vivas deseripeiones el dogma de la Iglesia con sus profundas ospeculaciones y Ja abundante riqueza de verdades y de gracias que esta -comprendida en ella, Soré oportuno, para la claridad, subor- dinar é su exposicién lo que respecto al mismo argumen- to loemos on las Epistolas catélicas. Ast en lo referente & Ta parte interna y 4 la externa, y & au esencia religioso- FC moral, como 4 suimportancia para la asociacién externa, oe hasta su completo, desarrollo el concepto de la Igle- _ Si empezamos por el elemento titimo, se nos oftees an- Ia de los Romanos, En las Epistolas del cantiverio se describe le relaciin o te todas cosas In Iglesia particular, que aparece en todas partes; pero no como simple congregacidn de fieles, sino en cuanto comunidad de los hermanos, dé los santos, de lo santificados, de los Ilamados en Cristo, y representa la’ Iglesia universal. Todos estos elomentes los encontramos on la direccidn de la primera Epistola i loa Corintios: «A la Iglesia de Dios on Corinto, 4 los'santifieados en Jesu cristo, llamados santos, con todos los que en cualquier lu- gar invocan el nombre de Nuestro Seiior Jesueristo, de ellos y nuestro.» En la direccién de la segunda Epistola se llama santos 4 todos los que estén en Acaya, y on la de lndirigida 4 los Gélatas, 4 las Igltpias en Galacia. Las dos Epistolas & los Tesalonicenses se dirigen 4 la Iglosia en Tesaldnica. La Hpistola d los Romanos forma on esto, como en todo, el anillo de transicién, So dirige sélo & los ¢amados de Dios en Roma, llamados santos,> y en Ja Epis- tola & los Filipenses, ¢4 todos los eantos en Jesueristo. que eatin en Filipos, con los obiepos y dideanos.»> De estos y otros pasajes semejantes, relatives 4 la san- tificacién y’ purificacién y 4 1a vida santa de los eristis nos, déducen los protestantes la razén biblica «de su de- finicidn reformada de la Tglesia, como eongregacién de los santos) y del ¢sentido profundo y seucillo, inclufdo en este eoncepto mal interpretado t olvidado por muchos protestantes.> ¢Santos) son todos aquellos que estén en fntima comunidad con el Redentor, que son miembros de un mismo cuerpo , Pero los Evangelios, ast como las Epistolas paulinas nos demuestran que nunca se alcanz6 esta meta ideal, y que siempre hubo ea la Iglesia cizaiia en medio del buen trigo ®, Los vasos para usos viles (IT Tim., 11, 20; I Cor., IIT, 12 y sigs; Juan, XV, 6) no puede interpretarse como sinéedoque eon Lutero, Nada sabia el Apéatol de una distincidn entre Iglesia en senti- do lato € Iglesia en sentido propio, entre Iglesia invisible () Kistin, Das Wen dor Kivohe nach Lehre wad Geschichte,* 1873, 84. (2) oid Reaenaylk, X,¥ 918 y sigh, 824 y sign) Welzsdr, 05807 1148 y aig. ig visible; solamente conoce una Iglesia de Dios y rie. ta vor la Iglesia portioular ® y lw Iglesia universal. Ta Tglesia particular se designa también con " el nombre de la casa particular en la cual se congregaba Je. comunidad ©, La congregacién do los fieles en uno y “nismo lugar se supone ya en I Cor., XIV, 23 (XIX, 35). - Pero esta Iglesia os la Iglesia dé Dios ®), 1a propiedad de © Dios, como la teocracia del Antiguo Testamento. Dios fundé estas Iglesias, fundé todas las comunidades | como tuna Iglesia universal, grande y tinica, y le dié los ‘Apéstoles, maestros y_pastores “, Quien Ia persigue, “porsigue 4 Ia Iglesia de Dios ®, pues ella es la columna y jel fandamento de la verdad, una potencia ideal, pero resl, ‘{ftia Vordadera casa de Dios entre los hombres, 4 cuya ilcaciéa cooperé el Apdstol con los demés, para no co- geivion:vano (Gl, TL, 2). Anto-la:grandoca-idoal do le | Iglesia, se desvanocen las comunidades particulares, y esto “* m0,86l0 en las Epistolas 4 los Efesios y «los Colosenses, sino {también en las mde antiguas, Con esto tenemos ¢lcolicepto ‘adicional; tenemos ademés inmediatamente el concepto ‘nlfnico expresado-en II Zim., II, 19, segiin el cual la Aglesia os la comunidad do los elegidos, la ecclesia visibilis + Worito comunidad de los buenos y de los mslos (20); tene- | mos la. Iglosia. como autoridad doctrinal quo facilita Ia re- scidn de los individuos con Cristo... la ecclesia visibilis mis XVI, 2, 4, 16; I Cor TV, 173 VI, 43 VHT, 19) XI 105 IE YAN 16,20; XI, 28; Gat, 1, 39; Cot, IV, Ye; 1 Pee, 1504 145 I Rem XVI, 6; I Cor, KVL, 19; Col, TV, 15; Apoo. IT XE 16; Ga, 1851 in 1, ty deca, XX, 98. pK, aX; 3b; KUL, 28; KV, 0; B/, 1, 2; I, 10; V, 88 y sign 7, a LLL 8; Gol, 1.10, 26 Daan iy 1951 Cor, XV, 951 Tim, TL, 15. V, Leette, a saint die {alse apie, 1800; Btio, [de de VUjlice dang let Tr che Bibl.2, 1896, 360 y sigs, oto antl Wy ee, (6) Holtemann, Die Pastoralbrie/e, 1880, 188; Briggs, The american Journal, 1900, 7 y sigs. sede 6 Avoxoata Db entsrtasay9 7. Enlas Epistolas catélicas de Santiago y de Juan.—Es singular que los autores de las Epistolas eaté- licas emplearan raras veces la palabra (Sant., V, 14. IIL Juan, TX, 10). Sus direceiones, cuando existen, tienen forma general, lo que quiads debe decirse también de las Eplstolas segunda y torcera de Juan, La xw« de la se- ganda Epfetola Ia interpreté San Jerdtimo por la Iglesia de los elegidos. ¢La clegida con vosotros en Babiloniay (I Ped., V, 13) s6lo puede sor la Iglesie on Ia que s° en- contraba Pedro. La Peschitto, Ia Vulgata y el Cédigo Si- naltico afiaden enw. Todavfa se discute entre los exé- getas ci la Sinagoga (Sant, II, of equivale 4 congrega- cién 6 lugar de congregacién, y si corresponde 4 un tiom- po anterior 6 posterior. Pero sin duda toda la Epistola per- tenece & una época posterior, porque no puede deseonocer- se que tiene presente la Epfstola 4 los Romanos. Puesto que las ¢doce tribus en la dispersién,> & las cuales esti dirigida Ia Epistola, no pueden explicarse por el antiguo Israel, lo mismo oeurre 4 la expresién Sinagoga, y si bien ésia, segtin algunas inseripeiones, faé usada también para reuniones paganas, s6lo prueba el eargeter cristiano judi, quo so da 4 entender por su afinidad con el Evangelio de Juan, En Hebr., X, 25, hillase efectivamente el vocablo éruwreyer', collectio, congregacién, que se emplea en oposi- cidn & la Sinagoga judia, y designa la reunidn de los fieles (II Tesal., I, 1). Epifanio dice que los cbionistas Haman 4 su Iglesia Sinagoga, no Iglesia. En general, Tedfilo on- salza las «Sinagogas que se laman Iglesias santas, como regalo de Dios & la humanidad pecadora, Ea oposi- cidn 4 ella esté la «Sinagoga de Satandsy'é de los judios, de la cual habla el apocalfptico (IT 7es., II, 9, TIT, 9), que envié site escritos 4 las siete Iglesias de Asia, & ¢los An- goles do la Iglesia,» antes de exponer la ¢revelacién mi teriosa.> Con esto se formé entre los Padres la opinidn de que la comunidad judia se llama Sinagoga, porque os una (D Her, an 18; Pa tena, dd Pale, © Ait, 9) etme Ad Pate ‘congregacién (congregatio) de animales, mientras la comu- nidad eristiana s¢ llama Iglesia porqyo es una reunién (canvocatio) de hombres. Fuera de esto, Santiago da la tojor explicacién cuando exhorta d los fieles & lamar & los ‘cordotes para los enfermos, 4 fin de que oren por ellos y ‘gean ungidos de éleo. IL Figuras de la esencia de la Iglesia ® 8. La semejanza del edificio.—Al Fundacién de la © Aglesia se le aftade el aditamento ¢de Dios» 6 , euyos dispensadores son s'Apéstales, constituyen en todas partes el fundamento “y ol supuesto do la comunidad cristiana, Cristo aparecié “en Ja tierra para fundar un reino nuevo y ganar 4 los hom- bres para el cielo. Su obra debe sor proseguida por los - {odo la comunidad, sino que ésta es producto de la © Sap Pablo, on la primera parte de la primera Epistola 4 orinitios, so esfaerza por mostrar claramente & los fofas, niide Apolo, sino de Cristo, quien, como Crucifica- y, forma el centro de Ia predicacién, y en el nombre del (fueron bautizados, no en el de Pabio ni en el de Cefas. #6 quien da el incremento; los ereyentes son la tierra is do Dios, el edificio de Dios. Nadie puede poner i fandamental sino la que ests puesta, esto os, Iu Pai, LXXVU, 95 LEXXE, 1. V, Kea, Ren PAieonc whe Brey Mond 0; Praas Fhay eset Uy [iichion, ere NS Coon Die fee in seem Wao nd Leen depot, ou 9 sine Sines ein ade Di) apes ri 3 98 APowstA ou oRtsriA figuracién de la Iglesia cristiana, por medio de la cual ex- pone vivamente el Apdstol Ia significacida de ella, Ast como el simbolo del organismo esté ya preparado por el Evangelio de Juan, asi el del edificio lo esté por el Evan- gelio de Mateo on las palabras del Sefior. Ambos abrazan del modo més oxpresivo los dos elementos externos ¢ in- ternos, que se compenetran como alma y cuerpo, la Iglesia visible y la invisible, pero siempre viva, Ellos demuestran que las Iglesias particulares son miembros de la Igle universal, y que todas reunidas constituyen la tinica ori tiandad unida con Cristo; pero se oponen a quien considera 6 la Iglesia como un ¢prejuicio dogefitico,» & quien recha- za la idea de una comunidad local 6, en general, de una comunidad en el sentido actual de la palabra, y niega & la Iglesia una organizacién legal (Sohm). Los simbolos supo- nen ya la organizacién, euyos miembros vivientes son los Apéstoles mismos, San Mateo refiere que Jestis prometié edifiear su Iglesia sobre la roca Pedro y entregarle las Waves del édificio eo- mo administrador en su lugar. En el mismo Evangelio re- cuerda Jostis 4 sus adversarios los pasajes del Salmo, (Salm. CXVIII, 22 y sig.): «La piedra que desecharon los, edificadores, ha sido puesta como piedra angular; por el Sefior ha sido hecho y es cosa maravillosa en nuestros ojosy (Mat., XXI, 42). Por este motivo seré tomado el reino de Jos judios y sera dado 4 otros, Pero jqué es este reino, sino la geasa de Dios» que los judfos erigieron en la Antigua Alianza y que Criato renové? En efecto, Cristo es el Samo Sacerdote que preside la casa de Dios, es fiel al que tal lo hizo, como ya Moisés en toda eu casa, Cristo, como Hijo de Dios, esté puesto sobre su casa, Ia cual casa somos nos otros (Hebr., III, 6). David entrd cuando tuvo hambre en Iaeasa de Dios, el taberndeulo. Dios mismo llama al Tem- plosu casa, asf como al pueblo israclita le llamé su pue- (D Hetr, X, 91; 1, 2 V, Dowe, XXVE, 18; Bar, TE, 1, (2) Mat.) X10, 4; Mare, Hi, 26; Ze, Vi, 4 (Salm LET: der, VIE AL Vo lat, XX1, 135 Maroy XI, 175 Lue XIX, 48; Juan, TH, 16'y te 24 IGURSTA HN TA HSORITURA SAGRADA 0 blo, su hijo: Dios habia establecido su morada entre los is- raclitas, los demés ¢on extranjeros, excluiios de la casa pa- terna. Pero ahora se ha derribado el muro de separacién: todos, judfos y paganos, son coneiudadanos de un reino tinico, forman una sola familia, un edificio vivo bien orga- nizado. Estos principios, aludidos en el Antiguo Testamento (Teaias, Zacarias, Salmos) y on las palabras del Seftor, se- giia el Evangelio de Mateo, los aplies el Apdstol & un sim. ‘bolo del edificio de la Iglesia realizado hasta en Jos deta- Iles. El mismo, segiin la gracia que le faé coneodida, puso - Jos cimientoa como sabio arquitecto, y construyé el edi eio‘con motales nobles y mérmoles (I Cor., ILL, 10 y sigs. Por eonsiguiente, los cristianos son el edificio de Dios. «Ya “Ro'sois extranjeros ni advenedizos, sino que soi ciudada- | tlos de los santos y domésticos de Dios, edificados sobre el fundamento de los Apéstoles y profetas en el mismo Jo- _ aucristo, que es la principal piedra angular, en el cual todo .edificio quo ee ha levantado crece para ser un templo ‘el Sefior, en “el que también vosotros sois edifieadoa: utamente para morada de Dios en Espirituy (H7és IT: 19,22), Cada uno y todos juntos son, pues, tomplo de joe que ha de considerarse santo. «No sabsie que sois wplo de Dios y que l Espiritu de Dios mora’ en vos- et Si alguno violare ol templo de Dios, Dios lo des. ir. ‘Porque el templo de Dios, que sois vosotros, os ULL, 16, 17). {Qué concierto hay entro el de Dios-y los {dolos? Porquie nosotros somos el adel Dios vivo, como dice Dios: Yo moraré entre F andaré entre vosotros y seré vuestro Dios y réis-mi pueblo» (IL Cor., VI, 16). El Apéstol mado Timoteo para que sepa ceomo debe por- ven In casa do Dios, que.es Ta Iglesia del Diog vies siti sontéu do la verdad (I Zim, TIT, 18). Porque = tiempo. que empicee el juicio por ia casa drat juicio por la casa de Dios» Aquf encaja la magnifica deseripoién do San Pedro, 100 ApouooiA Deb, oRISTTANTsMO quien, repitiondo las ideas del Antiguo Testamento de la casa de Dios, con su sacerdocio y sus sacrificios, con la fa- milia pontifical y el pueblo sacordotal, describe ast la dig- nidad y gracia del nuevo templo espiritual edificado sobre la picdra angular Cristo, €Aceresndoos & él, que esa pie- dra viva, desechada por los hombres, pero escogida por Dios, y sobre ella vosotros mismos sed edificados, como pie- dras vivas, casa espiritnal, sacerdacio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables 4 Dios por Jesueristo, Porque en la Escritura esta: Mirad, yo pongo en Sién la principal-piedra angular, ‘y el que ereyere en ella no seré ‘confundido. Honra es, pues, & vosotros que ereéis; maa & los incrédulos Ja piedra que los edificadores desecharon, ésia fué hecha la eabeza del dngulo y la piedra de tropie- 20 y de escindalo para los que tropiezan... Vosotros soia l linajo escogido, el eacerdocio real, gente santa, pueblo do adguisicisny (I Ped., 2, 4-10). Noes este atin el momento de decir en qué consiste el sacerdocio universal; basta indicar que los fieles consti- tufan aquella comunidad elegida sobre la piedra angular Cristo, que un dia habia constituido la «propiedad de Jah- v6,» un edificio vivo, que tiene y aun conserva por razén de eu piedra angular la fuerza inveneible de la Inz maravillosa y de Ia virbud celestial. Mientras los fieles son edificados ‘en esta casa, sirven, para decirlo otra vez con San Pablo, para la edificacién de la Iglesia (I Cor., XIV, 12), para la edificaciéa del Cuerpo de Cristo (Ejes., IV, 12). Es evi- dente que también el individuo esté consagrado como templo por el espiritu de Dios, y que la piedra viva, ast como la piedra angular Cristo, no deben interprotarse mecénicamente; pero jse contradice realmente el ¢sentido sencillo y claro de los Apéstoles ® y del Sefior, cuando 4 Ia manera de los ¢catélicos y algunos protestantes> se transfieren al pueblo de Dios de la Nueva Alianza oiertas Aisposisiones y coneeptos del Antiguo Testamento? (1) Kastin, Wesen der Kivehe, 91; Realeneylt,, X,* 919 y sigs 1A TOUISIA EN LA ZEORITORA SAGRADA 101 9. La semejanza del organismo, Cabeza y miem- bros,—La vida es propia del organismo, 4 diferencia del movimiento meeénico-qufmicode la materia, Las piedras vvivas que estén edificadas on la exsa de Dios, obran cada tuna on sti lugar, pero unidas entre sf y con la piedra an- gular, Esta consideracin del lado més bien externo de la comunidad visiblo nos conduce del cuerpo de la Iglesia al cuorpo de Cristo, al euerpo glorificado, eon ol cual los fie- Jes espirituales forman una sola cosa. Esta unién exterior 1a expresaba ya la imagen de la parra, El Espititu do Cristo es como el alma de la Iglesia, que infunde nueva vida 4 todos sus miembros", El Apéstol utiliza el simbolo del ‘cuerpo y de la cabéza para hacét-visible esta recipro- idad en Is Iglesia, y pars deseribir Ia unidad y Ia varie- + did, la-gravia-y la libertad on ou misteriosa armonfa, ast #n las Iglesias individuales como en toda la Iglesia. Ee sa- ‘bido quo Menenio Agrippa se sitvié del simbolo del esté- ~ mago y.de los miembros para poner vivamente 4 la vista Ju-depondencia y necosidad reefprocas de todos los miem- ae _particulares del cuerpo, y para disuadir 4 la plébe isl intento necio y temerario de Ia secesidn, poniéidole Hite'los ojos la ruins que seguirfa®, ©El sfmbolo que clige el Apéstol es semejante 4 éste, ‘més noble, y tanto méa elevado cuanto lo éstd la abe a pobre el estdmago y el esplritu sobre'la materia, Ade- leanzar eon ello un fin religioso, 4 fin de tear Ia unidad del espfritu divino en las multiples taciones do la gracia de la Iglesia, «Porque ast co- BiisrPo e8 uno y tiene muchos miembros, y aun sien- ‘miembros, son, no obstante esto, un gol bién Cristo. Porque en un mismo Espiritu {Go nmutizndos para ser un mismo euerpo, judiog H08, siervos 6 libres, y- todos hemos bel {ritu, como tampoco el euerpo es un bido en un solo miem- ‘Wilmer, De ot, 80 Tita 8 32; Senor, De ira, 31,75 Bettinger, Soneoa-AUbum, 204, ny Arowoo{A Det, oRrsntaxtsMo bro, sino muchos... Pues vosotros sois cuerpo y miembros de Cristo, cada uno en su parte, Y 4 unos puso Dios en la Iglesia en primer lugar Apéstoles, en segundo profetas, én tercero doctores... {Son por ventura todos Apéstoles? {todos profotas? todos doctores? ©» Cristo ¢es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, que es prin- cipio, primogévito de los muertos, de modo que él tiene el primado en todas las cosas (Col., I, 18; IIL, 15). A él, al ensalzadisimo, lo puso el Padre ¢por cabeza sobre toda la Tglesia, la cual es su cuerpo y el cumplimiento de aquel que lo Vena todo» (Efes., I, 22 y sig.) Término de este cuerpo es el chombre perfeetor (Efes., HT, 12), en el cual estén enteramente. desarrollados los miembros, cuando se han hecho participes de la plenitud de Cristo, Aat como el ‘cuerpo es al principio débil y pequeiio, pero con Ia disposi- cién para erecer y ser hombre, asi también la Iglesia es to- davia un pequefiv organismo, pero caté destinada, oon la fuerza que posce en virtud de su cabeza, & desarrollarse sobre toda Ia duracién del reino de Dios, y, d semejanza del individuo cristiano, & avanzar hasta la edad madura de la vida, en Ia cual Cristo, que cumple todas las cosas, prodiga toda Ia riqueza de sus dones. Verdaderamente, en el indivi- duo, on la Iglesia particular y en la Iglesia universal, obra ‘un solo Espiritu, ‘Todos tratan de suplir con eus propios su- frimientos, los suftimientos de Cristo por su cuerpo, que es Is Iglesia (Gol, I, 24. Hfes., TV, 18). {Es posible pintar de ‘un modo més bello y con mayor viveza la unién del Hom- bre: Dios con el ereyente y con la Iglesia y su mutua corre- lacién interna? Verdad es que la cabeza esté en el cielo, pero vive y obra también en Ia tierra en su euerpo visible. En el cuerpo que se representa exteriormente y que vive en la tierra con una cabeza visible, estd presente la cabeza invi- sible con su Espiritu y su gracia (Mat., XXVIII, 20). WT Gor, XM, 12.21; Rom, XU, 5 Gd, TIL 38. V. Harter, De Bele sia eorpore Christi mystica aucertatio; Opuce, 8 Pate, XXVUL Vy signs Byechty Dis Lehre von dar Kivehe 31 sie; Schesben, Dopmati Til, 148 y sigs; Die Mysterio cen Chrastentuma,? 1898, 320 y ign; Lingeus, Die nnere Sehinkett des Chriatentuns, 80 9 sit, 100 3 A JOURSIA MY LA BSCRURA SAORADA 10, La somejanza del matrimonio, Tipos en el An- tiguo Testamento y en el Evangelio de Mateo, El Apo- calipsis,—Pero San Pablo, coussrvando la misma especie de parangén, n03 muestra bajo nueva luz la unidn de Cristo con st Iglesia cuando explea, para explicar la fa. tima comuniéa de amor, el simbclo del matrimonio, Para esto tambiéa podfa encontrar un modelo en los Profetas Gel Antiguo Testamento. ;Quién uo ha notado, leyendo el ‘Antiguo Testamento, y especialmente los Profetas, la fre: euencia con que se usa el efimtolo del matrimouio y del Givorcio? La unién de Jahvé eon su pueblo os una uniéa conyugal ®, Jahvé es un dios celoso que venga la infidel ‘dad del pucblo. En el Cantar de los antares se pinta Ia relacién entre deposo ¥ cepoea 00a los colores del Oriente. El Nuevo Testamanto no hace-alasisn & esto libro; poro la teologia cristians, mediante la alegoria, vid pintada en deedo-los primeros tieuspus, la-dulitn: relacién. dé Cristo ‘con las alias de los fcles, y com la‘Tglesia (y- con Marin), (Hato os tanto-mée posible, cuanto el Nuevo Testamento | feprosenta tambin al Setior como eeposo, €E] quo tigne la Ee “erhoee—dico ol Bautista, —os el esposo, El amigo del es. sos, que ostd eon él y le oye, ae liena do gozo con la vou I sapos0; eato mi gozo es. eumplidoy (Juan, IIL, 29). Jor 8 vontesta & los fariseos que se e quejan de quo no ayn. fu disefpulos: ¢Pueden estar tristes los hijos del oo, G29, mientras esta con ellos el exposo? Dias vendrin en ser quitado el esposo, y entonees apanardn> Scenes, di ohtivis icra et dew oc 1899, col. 4) combate la deriva 8 expresiones espono y gual nino poreanbaico dale Hiidische Pheologie, * 1897, 392, ae tiguo, contempls extasiado esta boda celestial. ¢Allelu- ya, porque reiné el Sefior nuestro Dios, el Todopoderoso, Gocémonos y alegrémonos, y démosle gloria; pues son ve- nidas las bodas del Cordero, y su esposa est ataviadas y Ie fué dado que se cubra de finisimo lino resslandecient, ¥ este lino son Ina virtudes do los santos» (XIX, 7-8) Juan vis la nueva Jerusalén que descendia del cielo de parte de Dios, ataviada como una esposa para sti esposo. ¢Ved ahi el taberndoulo de Dios con los hombres, y ellos erin str pueblo y Dios estaré con ellos» (XXI, 2). Uno de Jos siete Angeles le dijo: «Ven, y te mostraré la esposa que ‘iene al Cordero por esposo, ¥ me Hlevé en espiritu 4 un monte grande y alto, y me mostré la ciudad santa, Jerusa- 1én, que descendfa del cielo, de la presencia de Dios, con la gloria de Dios» (XXI, 9-11). Aunque en estose alude mas que 4 otra cosa 4 In época final de la Iglesia, no obstante ‘esto, se teata dela misma esposa que se aligié Toni al principio de su ministerio ptiblico, la Iglesia de la Nueva Alianza, que 61 formé con los convertidos de! judaismo, y que, mediante los Apéstoles, embellecié entre los paganos lenindola de verdad y virtud, La unién total simbolizada por el matrimonio ser eumplida en Ia Parusia, 11, Cémo se desarrolla en Ia Epistola los Efesios. —San Pablo ee valid de este privcipio fundamental de la alianza entre Dios y los hombres para poner en el corazéa de los fielos tanto la importancia y obligacién del matrimo- rio como la dignidad y obligacién de la Iglesia. para con su esposo, , cuando ellos hubieron reconocido la grabia que le habia sido pres- tada, Je dieron el El alimento comin del pan venido del cielo habia ‘de fortalecer los vinculos de la comunidad y de la verdad entre los ficles en oposicién 4 la Sinagoga, y mantener y animar la unién espiritual interior con la cabeza de ia Iglesia y la unién viva de los miembros de la comunidad, En esta continuacién y repaticién inernenta del sacrificio de la Cruz y del convite del amor, sigue obrando Ia En- 5 earnacién como unidn de lo divino y lo humano en el cuer- po de Cristo, En ella se muestra especialmente que la Igle- gf sia.es la realizacién dela obra del Hombre-Dios, quo tie- Bie Re por objeto la incorporacién do todo el género humano Hi, -€0 el cuerpo de Cristo, El fin religioso se realizé por © y medios externos, 18} SPREE, Cian gd Kien ar Zt te Grantee, Fs: ae ae enTANI500 ng. 14, La direccién visible de la Iglesia por el Espiri- tu Santo. La comunicacién ‘del Espiritu mediante la ordenacién,—Esta comunién de la Iglesia, 41a vex externa Gintorna, disfeutaba también de la direceién visible del Hs- piritu Santo, El Seitor habia prometido un dia 4eus disef- pulos que no debian temer lo que habian do hablar delante del juicio, porque les serfa inspirado ol Hspfritu Santo, Y el Pardclito prometido- descendié i los Apéstoles y cie- yentes en medio de grandes sefiales, Su primer fruto fue- ron los tres mil ereyentes que se bautizaron, Pero repeti- damente experimentaban los files que, en actos importan- tes de la comunidad oclesidstica.y en situaciones dificiles de la congregacién, no aédlo asistia el Espfritu Santo inte- riormente 4 su Iglesia, sino que manifestaba exteriormon- te ou presencia para consolar y fortalecer, ¢Y cuando ora. ban, temblé el lugar en donde estaban eongregados, y ha- blaban la palabra de Dios con firmeza» (Hechas, TV, 81) Ananias y Safira mintioron al Espiritu Santo y tentaron al Espiritu del Sefior (V, 3, 9). Los diéeonos se deseriben como hombres ilenos de fo y del Espiritu Santo (VI, 5): Esteban estaba leno del Espiritu Santo y mirando al cie- Jo, vid la gloria de Dios (VII, 55). Los Apéstoles oraban por los que habian sido bautizados por el diéeano Felipe, para que recibiesen el Espfritu Santo (VILL, 15), Ponfan Jas manos sobre ellos, y recibfan el Espiritu Santo. Y ha- jendo visto Simén quo por la imposicién de las manos re- cibfan ol Espiritu Santo, les ofrecié dinero para comprar esta potestad. Cuando Pedro hablaba en casa de Cornelio, descendié el Espiritu Santo sobre todos los que ofan eu palabra, Y los ficles que eran de la circuncisién y habfan venido con Pedro, ae espantaron de que la gracia del Hs- pititu Santo se difundiese sobre los gentiles. Porque los ofan hablar en lenguas y decir grandes cosas de Dios» (X, 44 46) Cémo estaba unida con Ia sea, demostraba que una comunidad espiritual, que debia existir en el mundo, no puede reslizarse sin vinculos ox- . ternos, El Apéstol mismo habia de comprender mejor esta, necesidad mereed & sus frecuentes viajes é Jerusalén, Y cuando en la Epistola 4 los Gélatas pone de relieve su ro- ‘_ Jacién con Cofas, quiere significar 2n qué parte se habia do buscar en lo futuro el punto de unién, la comunidad cen- tral para las comunidades particolares diseminadas por toda la tiorra. Su Epistola « los Romanos da testimonio “ elocuente de esto, La idea de una Iglesia invisible es contraria 4 la doc- : de la Sagrada Escritura, en la cual se presupone 50- ie todo la Iglesia visible. La eleccién y organizacién de «Jos Apéstoles, como la institucidn de los instrumentos vi- i © Hechos, xt, ; ; teste a Ran Se ARGS ¥ Hats T Cor, XVL 19511 Cor, VEL, 16y sign 5 1X,

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