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El paradigma del docente de diseño,

una visión hacia un nuevo modelo de enseñanza

Es bastante conocido que durante los inicios de la profesionalización del oficio del
diseño, vivieron y educaron una gran pléyade de diseñadores que entre su vocación
existía la docencia. Hitos de la educación del diseño como Paul Renner, Walter Gropius,
Johannes Itten y Lázló Moholy-Nagy, son ampliamente reconocidos tanto en la academia
como en el ejercicio de su profesión como visionarios y ejemplos a seguir tanto por su
percepción de la profesión como de su actividad profesional.

En tiempos más recientes, nombres como David Carson, Norberto Cháves y Franz
Werner, tan solo por dar un ejemplo, siguen los pasos de estos precursores tanto en los
países líderes en su aportación a la profesión, como muchos otros en otras sociedades y
contextos que apenas comienzan a vislumbrar el aporte que la disciplina entrega a los
procesos comerciales e industriales en esos países.

Sin embargo, al hacer un pequeño alto en el camino, y observar lo que sucede en nuestras
escuelas de diseño, y su aporte a las sociedades en donde ellas están insertas, no podemos
pasar por alto que algo grave está sucediendo. Cada año egresan una gran cantidad de
diseñadores en todas sus ramas, más sin embargo su impacto en la sociedad y el sistema
socio-económico vigente en sus países no es visible, y por si fuera poco, se escuchan
incontables quejas de esos graduados sobre el poco aprecio que esas sociedades tienen
para nuestro trabajo: ¿Será acaso que la preparación recibida no responde a las
necesidades de su sociedad?, o quizá ¿Quiénes preparan a estos diseñadores no responden
a las altas exigencias que el ejercicio profesional requiere?, o peor aún, ¿Hemos perdido
el rumbo en cuanto a la forma de enseñar diseño y quien lo hace?

Al voltear hacia el pasado personal, reflexiono sobre el tipo de enseñanza y profesores de


los que recibí mi instrucción sobre diseño gráfico hace más de 25 años, y me encuentro
con algunas características que eran muy propias de la enseñanza de la profesión en esos
años, básicamente esa enseñanza tenía dos grandes características; la primera era que los
diseñadores éramos preparados para TODO el campo de diseño, quizá en esos tiempos el
propio campo de acción de la profesión era mucho más acotado, o quizá las herramientas
con las que contábamos eran tan básicas y manuales que permitían que la técnica
(TEKNE) de nuestra profesión pudiera ser aprendida en un período de tiempo muy corto,
por lo que se disponía del tiempo para aprender y practicar todas las ramas de la
profesión, y la segunda, en la planta docente que nos preparó, encontraba arquitectos,
diseñadores gráficos (muy pocos por cierto), diseñadores industriales (igual de pocos),
comunicadores, artistas gráficos, técnicos en artes gráficas, mercadotecnistas e inclusive
ingenieros civiles, la gran mayoría de los cuales tenían algo en común, la docencia era
para ellos una actividad paralela a su actividad profesional, de manera que al llevar por
decir algo, la materia de Diseño V, (publicaciones o diseño editorial como la nombramos
ahora) el docente de ese taller era un técnico en artes gráficas cuyo desarrollo profesional
orbitaba alrededor de la publicación e impresión de libros y revistas, o en el caso de la
materia de Medios Audiovisuales (digamos multimedia hoy), la docente de esa materia
tenía su propio negocio de presentaciones audiovisuales y tenía como clientes a algunas
de las empresas más importantes de la ciudad.

Sobra decir que el respeto que mis compañeros y yo teníamos de esos docentes rayaba en
la admiración, y un amplio deseo de hacer y superar aquellos proyectos que nos
mostraban como parte de su portafolio de trabajos, y por supuesto algunos de nosotros
encontrábamos una gran disposición de parte de la mayoría de ellos por enseñarnos fuera
de las horas de clase, en sus oficinas, en sus talleres e inclusive en sus domicilios
particulares. Muchas fueron las horas de plática, práctica y porque no decirlo, de cigarros
y cerveza en esos lugares con ellos los que nos prepararon para tomar la estafeta en el
mundo del diseño de nuestra ciudad y el conocimiento de los entresijos del medio laboral
que nos proporcionaron en esas largas horas, nos sirvió a muchos de nosotros para iniciar
nuestro ejercicio profesional inclusive mucho antes de graduarnos.

Precisamente, ese tipo de docentes fueron los que en lo personal abrieron la inquietud de
un joven diseñador de apenas 25 años de edad para iniciar y explorar el muy gratificante
campo de la docencia, por lo menos, gratificante desde una visión personal de la vida.

¿Qué sucede hoy en la enseñanza del diseño?, si nos adentramos en la revisión de mallas
curriculares y planes de estudio podemos encontrar diferentes visiones de lo que el diseño
debería de ser a mediano plazo. Recordemos que una malla curricular se diseña en un
momento dado, esperando resultados al menos a cinco años al futuro, y ciertamente los
contextos socio-económicos y culturales pueden sufrir cambios muy radicales en ese
tiempo. Podemos encontrar un perfil de docente de diseño, tanto declarado por las
academias y cuerpos colegiados vigentes, como deseable por norma institucional en las
universidades. Podemos encontrar opciones de intercambio académico, de certificaciones
profesionales o empresariales… en fin, la promesa de que el estudiante de diseño
egresará con una serie de habilidades, capacidades y competencias que le permitirán
desempeñarse de manera aceptable en el medio laboral… sin embargo, ¿es esto cierto?

Tan solo en México, se estima que tan solo el 20% de los egresados de la carrera de
diseño gráfico en nuestro país trabajan en algo relacionado a su profesión, y del 80%
restante un buen porcentaje de ellos no ejercerá nunca el oficio en el que se supone fue
capacitado. ¿Es esto aceptable en un país como el nuestro en donde tan solo el 5% de los
estudiantes de primer ingreso a primaria lograrán terminar una carrera profesional?,
ciertamente, no.

Podemos culpar a la economía, la eterna villana de nuestra sociedad, o podemos culpar a


la misma sociedad, que no le da la importancia que la profesión requiere (como si fuera
labor de los demás), o podemos culpar al sistema educativo, que no satisface las
exigencias de los alumnos en su afán de preparación profesional, en fin, podemos buscar
culpables en donde sea e inclusive hallarlos, pero desde mi perspectiva uno de los
mayores culpables somos los mismos docentes.

Existen muchos paradigmas en la educación superior, ciertamente al igual que toda


actividad humana tendemos a buscar las constantes y convertirlas en leyes, como si esas
mismas constantes fueran eternas, algo que la historia nos ha demostrado en infinidad de
ocasiones que no es así. La única constante en la historia del hombre es precisamente el
cambio, y en la búsqueda de ese cambio uno de los mayores paradigmas en la educación
superior de nuestro país es el docente.

Si disponemos de algo de tiempo, y nos dedicamos a revisar los sitios web de


universidades en nuestro país que ofrecen la carrera de diseño gráfico (actividad por
cierto que los estudiantes de bachillerato realizan con mucha frecuencia) nos daremos
cuenta de algunas cosas que se repiten en cada uno de ellos:

1- Todas ofrecen desarrollar habilidades y competencias que harán del egresado un


“tigre” en el medio laboral.
2- La gran mayoría basan su modelo educativo en el taller de diseño. (estudio,
laboratorio o cualquiera que sea el nombre de esa materia)
3- La planta docente es desconocida en la mayoría de los casos, y cuando un
interesado pregunta, las respuestas invariablemente dicen: “jóvenes, con gran
talento, con alta experiencia profesional”, lo cual en si resulta inquietante ya que
si esos docentes son de excelencia, ¿por qué no son enlistados por las
universidades?
4- En aquellas universidades (muy pocas por cierto) que se atreven a enlistar una
planta docente, el mayor énfasis de información va hacia sus grados académicos.
Excelente… pero, ¿y sus portafolios profesionales?

Resulta sumamente inquietante darnos cuenta de que tan solo en nuestro país existen
registradas algo más de 300 instituciones de nivel superior que ofrecen la carrera de
diseño gráfico, por lo que estableciendo arbitrariamente una planta docente mínima de 20
profesores en cada una de ellas, tengamos alrededor de 6,000 docentes de diseño gráfico
de los cuales tan solo un puñado de ellos sabemos quienes son, y que han hecho
profesionalmente en su área.

Y aún más inquietante, de esos 6,000 docentes de diseño gráfico ¿cuántos son profesores
de tiempo completo en las IES, y cual es su función en ellas?... ¿500?, ¿1,000?, ¿qué
hacen en sus instituciones y donde están los resultados de su trabajo?

Si hasta este momento he logrado inquietarte sobre quien enseña a los futuros
diseñadores de nuestro país, creo que voy por buen camino.

Romper el paradigma del docente de diseño (tiempo completo)

En diferentes universidades en donde he tenido la oportunidad de colaborar o de ser


recibido para responder mis inquietantes y en ocasiones incómodas preguntas, me he
encontrado que por lo menos en nuestro país, un docente de tiempo completo lleva su
carga de trabajo dividida más o menos de la siguiente forma; 25 horas a la semana para
docencia (impartición, preparación y revisión de clases) y 15 horas para actividades
generalmente administrativas relacionadas con la academia y proyectos institucionales.

Esto hace una carga laboral de 40 horas a la semana, lo que indica nuestra legislación
laboral vigente.

No tendría ninguna objeción hacia esto si no existieran los hechos relatados con
anterioridad sobre lo que hacen nuestros egresados y lo que ganan la mayoría de ellos.
Ciertamente algo no está funcionando como debiera.

Si observamos algunas de las instituciones de educación superior que son reconocidas a


nivel mundial como las mejores en el campo del diseño gráfico (Rhode Island School of
Design, por nombrar una) encontraremos que la concepción del profesor de tiempo
completo es muy diferente a la que manejamos en nuestro país, lo que nos obliga a
replantear (y romper el paradigma) de lo que debe de ser este tipo de docente.

Un profesor de tiempo completo en RISD trabaja de la siguiente manera:

1- Su tiempo en la institución por semana, es de tan solo 20 horas.


2- El ingreso de un docente nuevo, debe de ser consensuado por la academia,
principalmente bajo el concepto de que aportación nueva va a dar ese docente.
3- Aún cuando se considera de tiempo completo, el docente debe de demostrar que
las 20 horas restantes de la semana (al menos) las dedica al ejercicio profesional.
Si no puede justificar ese ejercicio profesional, pierde su calidad de docente.
4- Aún cuando el nivel de sueldos no es comparable con el de nuestro país, un
docente de RISD recibe una compensación que es superior en un 50% al sueldo
promedio de un diseñador gráfico en los EEUU. Por lo que su fuente de ingresos
más importante es su propio ejercicio profesional.

¿Hacia donde queremos llegar con esto?, ciertamente a revisar el modelo de docente que
imparte clase en nuestras instituciones, sobre todo el docente de tiempo completo el cual
debe por antonomasia ser el modelo profesional que los estudiantes de diseño deberían
seguir en su formación profesional.

Rompiendo el paradigma… ¿qué hacer?

Ciertamente existen una gran cantidad de limitantes tanto legales como culturales que
dificultan el concepto del nuevo profesor de tiempo completo de diseño en las IES de
nuestro país, eso sin nombrar los términos en que muchos contratos colectivos están
realizados sobre todo en universidades públicas, sin embargo, aún cuando pudiera parecer
completamente extraño, este modelo de docente de tiempo completo no es un completo
desconocido en nuestro país. Existen experiencias entre los docentes de Medicina y
Derecho, por dar algunos ejemplos, en donde queda completamente claro que no es
posible asignar determinados procesos de la educación de profesionales de esas áreas a
docentes con poca o nula experiencia profesional vigente, y aún así no es nada raro
encontrar en escuelas de medicina y derecho docentes que son ampliamente reconocidos
por su trayectoria profesional vigente, amén de los grados académicos obtenidos por
ellos. ¿O acaso dejaríamos en mano de un médico educado por docentes sin práctica
profesional la cirugía de nuestro hijo?.
Nuestra propuesta de docente de diseño gráfico de tiempo completo busca romper esa
inercia que se ha venido dando en nuestras universidades en los últimos 20 años, que le
ha dado mucha más importancia al grado académico (el cual no es en ningún momento
un tema que nos desagrade) sobre el ejercicio profesional que el docente debería de tener.
En la búsqueda de legitimar al diseño como una disciplina profesional, hemos descuidado
la parte de ejercicio de la misma que es en si la columna vertebral de la gran mayoría de
las mallas curriculares en nuestro país.

Por lo tanto, ¿Cuál es el perfil del docente de tiempo completo de diseño que
proponemos?

1- Profesional del diseño, con ejercicio actualizado y vigente.


2- Experto tanto académico como profesional de su área.
3- Actualizado en pedagogía y docencia.
4- Modelo profesional a seguir, con reconocimiento de sus pares profesionales.
5- Orientado a resultados palpables y medibles.

Nuestro docente de tiempo completo debe de ser alguien cuya práctica profesional sea el
eje central de su aportación a la enseñanza del diseño, por lo menos en aquellas áreas en
donde esta sea el elemento más importante de transmisión de esa experiencia. Los talleres
de diseño son el mejor ejemplo del tipo de cursos en donde la enseñanza del maestro, de
su habilidad y arte del ejercicio profesional son mucho más evidentes y por lo tanto
constituyen la piedra fundamental de el proceso de enseñanza-aprendizaje del diseño.

No podemos olvidar que existen muchos docentes que tienen una inclinación mucho más
marcada hacia la investigación pura, lo cual no es de ninguna manera una limitante para
su actividad de enseñanza, sin embargo debemos de orientar a este tipo de docentes hacia
otras materias en donde ese cúmulo de conocimientos le sirvan al estudiante para reforzar
la argumentación de todo proyecto de diseño debe de contener.

Ciertamente este modelo no se ajusta en estos tiempos con la realidad de la gran mayoría
de IES en nuestro país, sin embargo, debemos preguntarnos si los resultados hasta el día
de hoy son la consecuencia de un proceso altamente orientado a ofrecer la mejor
experiencia de enseñanza de nuestros alumnos, o son por otro lado, sencillamente las
expresiones personales del talento innato de algunos de estos alumnos.

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