eNTREVISTA | día de la madre

La sorpresa
más grande de la vida Por: Eliana González

Ser madre por primera vez puede ser

una experiencia difícil, empezando
por los nueve meses de espera. No
hay preparación psicológica para
asimilar que un SER HUMANO va a
depender de vos para siempre ni para
explicar el sentimiento abrumador
de AMOR que se siente al conocer a
un hijo. Agripina no tuvo esos nueve
meses de preparación, ya que por
falta de síntomas, no supo que estaba
embarazada. Dio a luz a un hermoso
y sano hijo después de saber del
embarazo durante cuatro horas. De
ahí en más, el bebé se convirtió en el
amor de su vida.

La noche anterior del nacimiento, Agripina había salido con unos

amigos a celebrar un cumpleaños. Volvió a la casa a dormir, y
a tempranas horas de la mañana empezó a sentir dolores en la
espalda. Cuando se despertó, pensó que le pasó algo en la vejiga y
su novio la llevó al Sanatorio San Roque. Ahí le diagnosticaron una
posible infección urinaria, pero la derivaron al Centro Médico La
Costa, donde tienen facilidades para urgencias de obstetricia para
asegurarse de que lo que le ocurría no fuese un aborto espontáneo.

Cuando llegó, le hicieron unos exámenes y, efectivamente,

escucharon el latido de otro corazoncito dentro de ella. Mientras
que su novio y su mamá esperaban afuera, la enfermera le
confirmaba a Agri la situación: estaba con seis centímetros de
dilatación. La primera reacción de Agripina fue de pánico: “¿Cómo
podía estar embarazada después de nueve meses de no sufrir
ningún síntoma?”. Su ciclo había sido regular, no sintió nauseas,
mareos, antojos ni nada que indiquen que estaba embarazada.

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Agripina y su mamá empezaron a llorar del embrolle de sentimientos,
y su novio estaba en shock. No entendían cómo eso podía ser
un embarazo, siendo que ellos habían estado con Agripina todos
los días de los meses anteriores, y no parecía estar embarazada.
Tenía una pancita de “gordita”, como ella describe, pero nadie,
nadie de su entorno podía decir que su panza era de alguien a
punto de tener un hijo. El primer miedo que tuvieron fue que
el bebé estuviera naciendo prematuro, ya que juzgando por su
panza, parecía más una embarazada de dos meses que de nueve.
Después de realizarse una ecografía, el doctor le aseguró que su
hijo iba a nacer después de 37 semanas y media de gestación,
que estaba supersano y que el parto tendría que ser a través de
cesárea, porque el cordón umbilical estaba alrededor del cuello.
En medio de la confusión, ella pensaba: “¡Mi mamá me va a matar, mi
suegra también, mi novio se va a escapar de acá y se va a ir! ¿Cómo
voy a hacer con el bebé? ¿Dónde vamos a vivir? ¡No tiene ninguna
ropita! ¿¡Dios mío cómo le cuento a mis amigos, a mi familia!?”.
Todas esas dudas y temores se desvanecieron el segundo que se
despertó y le tuvo a Benjamín en brazos. Dijo textualmente que
“murió de amor.” En ese segundo, Agri sintió lo que es el poder
del amor maternal, ese amor incondicional a primera vista que
sólo sienten las madres por sus hijos. De alguna manera, Agri pasó
a entender a su mamá más de lo que la entendió en 21 años.
“Benjamín se abrió camino a
este mundo y llegó supersano
y hermoso. Fue un milagro.”
Su novio y su mamá estuvieron con ella todo el tiempo y sus
amigos y familiares la apoyaron tanto que su sala en el sanatorio
estaba siempre repleta de visitas y regalos. Se transformó en una
grabadora, repitiendo la historia una y otra vez para todas las
personas asombradas igual o más que ella ante el milagro. “Podía
darle vueltas al tema, preguntarme mil cosas del porqué, pero nadie
iba a poder darme una respuesta concreta. Lo único que sé y me
importa es que Benjamín se abrió camino a este mundo y llegó
supersano y hermoso. Fue un milagro”, relata una y otra y vez.
Las personas que no la veían, siempre dudaron sobre si ella
sabía o no sobre el embarazo, y pensaron que capaz sabía y
no quiso contar, pero aquellas cercanas a ella fueron todas
testigos del milagro. Se pueden detectar miles de problemas
con exámenes prenatales, y hay miles de cuidados que una
futura madre debe tomar cuando está esperando. Consi-
derando que ella vivió su vida normalmente durante nueve
meses, es un milagro que Benjamín haya nacido perfecto.
Lo que le pasó a Agri fue algo que le pasa a una mujer de 1.000.000
y es conocido como el “síndrome del embarazo escondido”.
Vendría a ser lo contrario al “síndrome del nido vacío.” La mente
no reconoce que existe un embarazo; por lo tanto, no le envía
direcciones o reacciones al cuerpo para que manifieste los síntomas
correspondidos. Ella se realizó estudios durante esos nueve meses,
ya que sentía leves malestares estomacales, pero como no tenía
síntomas normales de embarazo, descartaron esa posibilidad.
De una noche a la otra, su vida cambió drásticamente. Pasó
de pensar por una persona, a pensar siempre por dos. Al
comienzo tenía miedo de alzarle a Benyi, de bañarle, de que
“Me mira a los ojos y parece que de
alguna forma se comunica conmigo.”
se le caiga el ombligo, de que tenga cólicos, de lo chico y
frágil que era; pero su mamá y su suegra estuvieron siempre
con ella, enseñándole lo que necesitaba saber. Después, ya
aprendió por sí misma, y se acostumbró a todo, particular-
mente, a despertarse cada tres horas en la noche. “Darle de
mamar fue rarísimo, porque me mira a los ojos y parece que de
alguna forma se comunica conmigo”, cuenta a sus amigas.
Con respecto al futuro, Agripina sabe una cosa: quiere acompañarle
a Benjamín en todo momento. No quiere perderse un segundo
por más insignificante que parezca, y valora cada sonrisa, gesto o
mueca de Benyi. Todos recuerdan los cumpleaños, las primeras
palabras, pero esos momentos que aparentan ser triviales son los
que más recordamos después. Esta experiencia, nos cuenta, la
dejó más tranquila. Su paciencia se multiplicó por mil, y se siente
mucho más madura. “Estoy bastante cambiada, pero para bien.
Cuando salgo, muchas veces, ya quiero volver para estar con Benyi
lo más pronto posible. Es como si el mundo siguiera igual y estático,
pero yo ya no soy la misma persona en él”, comenta sin reparos.
Ya se empieza a preguntar qué tipo de música va a escuchar Benyi,
cuáles van a ser sus gustos, su voz, cómo se va a desenvolver en
el colegio. ¡Hasta se pregunta cómo va a ser su primera novia!
Solo sabe que él va a ser olimpista. La familia de su novio es
cerrista, pero Agri dice que ella decide el club, y su novio puede
elegir el resto. Tiene la suerte de que ambos lados de la familia la
ayudan constantemente y de que su novio se comporta maravi-
llosamente con ella, así puede disfrutar tranquila de Benjamín.
Sin duda, Agripina se llevó la sorpresa más grande de la vida, y
se siente sumamente agradecida al milagro que fue el nacimiento
de su hijo. Cada día ama más a Benyi, por más de que parezca
imposible que exista tanto amor dentro de alguien. Ama cómo
pone su mano en la corriente de agua cuando le baña y le moja
a todos, cómo se ríe (y se ríe muchísimo), su cara al dormir.
Sobre todo, ama cada vez que encuentra rasgos suyos y de la
persona que ama mezclados en una minipersonita. “Es mágico”.
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