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FUNDAMENTOS BIBLICOS DE NUESTRA FE ¢ La doctrina de Dios s5s p04 k y su obra 3 ina del hombre csp» pe A Teologia Fundamentos biblicos de nuestra fe Tomo 2 La doctrina de Dios Fernando L. Canale Cristo: Su persona y su obra Raoul Dederen. La doctrina del hombre Aecio E. Cairus @ 4% APIA = “cena tocrones ASOCIACION PUBLICADORA INTERAMERICANA Belice -Bogoté- Caracas ~ Guatemala - Managua - Panama ‘San Salvador = San José ~ San Juan ~ Santo Domingo Tegucigalpa GEMA EDITORES México Handbook of Seonth-day Adventist Theology Copyright © 2005 Review and Herald Publishing Assocation '55 West Oak Ridge Drive. Hagerstown, Maryland 21740, EE.UU. Copyright © 2005 de la traduccion en espaol de ‘Asociacin Publicadora Interamericana y Gema Editores. ISBN 1.57554-418-0 ASOCIACION PUBLICADORA INTERAMERICANA 2005 NW 87 Avenue, Doral, Florida, 33172, EE.UU, Presidente: Dr. Pablo Perla Vicepresidente de Finanzas: Modesto Vitaquez Vicepresidente de Prodicién: Daniel Medina Vicepresidente Editorial Dr Felix Cortés A, Faitor de Libros Lie Sergio V. Collins GEMA EDITORES ‘Yacatas 398, Col, Narvarte, 09020, México DE Presidente: Dr. Tomés Torres de Dies \Vicepresidente de Finanzas: CP. Tran Molina \Vicepresidente Editorial: Magister César Maya M. Traductor: Dr. Talio N. Peverint Editores: Félix Cortés A. Sergio V. Collins Francesc X. Glabert Fernando Zabala Diagramacién: ideyo Alomia L Esta prohibida y penada por la ley la eproducc6n total o parcial de cesta obra (fexto, diagramacion), su tratamiento informstico y su transmisiGn, ya sea electronica, mecénica, por folocopiao por cual {Quiet otro medio, sin permiso previo y por escrito de los editores. Impresién y encuadernacin: OP Grafias S.A, Bogots, Colombia Impreso en Colombia Printed in Colombia 1 ecicéns octubre 2005, Contenido PAG. Allector . 6 Presentacién de la edicién en espafiol 7 Prefacio .. u Prélogo de la edicién en espaiiol - v7 Lista de abreviaturas a Alfabetos hebreo y griego 5 Glosario a La doctrina de Dios . .. a Cristo: Su persona y su obra 145 La doctrina del hombre . = 233 El texto biblco de referencia usado en esta obra es el de la Version Reina-Valera 1960 que publican las Sociedades Biblicas Unidas, y que es la versién de base {que se utiliza en el Comentario biblicoadventista del séptino dia. Cuando ha sido ‘necesario usar otras traducciones se indica en cada easo con el nombre comple to della versién 0 mediante las sglas usuales: B) Biblia de Jerusalén, Editorial Deselée de Brouwer DHE Dios able hoy, Sociedades Biblicas Unidas NBE_ Nucw Biblia espatols, Ediciones Crstiandad NRV Nueva Reina-Valera 2000, Sociedad Biblica Emanuel NVI Nueva,Version Internacional, Sociedad Biblica Internacional Al lector ON LA PRESENCIA de representantes del mundo entero reu- nidos en el Centro Kenyatta de Nairobi, con motivo de la reu- ‘nién del Concilio Anual de 1988 de la Junta Ejecutiva de la Asociacién General, los dirigentes de la Iglesia Adventista del Séptimo Dia trabajaron con afén, con el fin de encontrar los medios mas efica- ces para fortalecer la unidad de una feligresia esparcida por més de 220 paises, con entornos sociales y culturales muy diversos. Recono- cieron que la fe y préctica comunes a todos, de importancia vital para Ia iglesia apostélica en expansi6n, siguen siendo esenciales para los creyentes en Cristo que viven en el tiempo del fin. En vista de la necesidad expresada en el pérrafo anterior, el Con- cilio recomend la preparacién de una obra que expusiera cuidadosa- mente las ensefianzas biblicas que sustentan al dinémico movimiento adventista. Y aquf est aquella obra. Se requirieron mas de diez aftos para llevar a cabo este proyecto, dirigido por el Instituto de Investiga- cién Biblica. El editor declara en su prefacio que el propésito de esta obra es proporcionar, tanto a los creyentes como a los estudiosos, una exposicién razonada y centrada en la fe de estas verdades tal como los adventistas del séptimo dia las entienden. Esta ocasi6n ofrece al Instituto la oportunidad de expresar su sin- cero aprecio a Raoul Dederen, quien, con su singular combinacién de compromiso cristiano, habilidad teolégica, equilibrio, tacto y tenaci- dad, trabajé arduamente para llevar esta obra a buen término. Dr. George W. Reid Ex director del Instituto de Investigacién Biblica de la Asociacién General Presentacion de la edicidn en espaol "UNCA ANTES habian soplado tan fuertes “vientos de doc- trina” en toda la cristiandad. El auge de la comunicaci6n di- gital pone a cada creyente en contacto con todo tipo de suti- les influencias que debe afrontar con seguridad y determinacién. La tinica fuerza capaz de fortalecerlo para hacer frente a esta avalancha informativa y de diversidad de opiniones es una comprensién clara y bien fundada de su fe. Es por ello que emprendimos, con grandes esperanzas, la publica- cign en espaiol del tomo 12 de la Commentary Reference Series, titulado Handbook of Seventh-day Adventist Theology. Deseamos que los nobles objetivos que los dirigentes de la Asociacién General se propusieron al publicar esta magna obra en inglés, se cumplan también en los lecto- res adventistas de lengua espafiola. La dificil tarea de preparar el Handbook of Seventh-day Adventist Theology se le encomendé al Instituto de Investigacién Biblica de la Asociacién General, el cual tiene, entre otros fines sumamente im- portantes, la responsabilidad de colaborar con la administracién de la Asociacién General “en asuntos de interpretacién biblica, doctri- nas y tendencias de la iglesia”. El propésito de la obra es analizar cuidadosamente las ensefianzas 0 doctrinas biblicas en que se apoya el gran movimiento adventista. Se eligieron 27 eruditos adventistas de todo el mundo, quienes dedicaron mas de diez aftos a la prepara- cién de 28 profundos estudios con el propésito de ofrecer, tanto a los creyentes como a los buscadores sinceros, un andlisis y una exposi- cién clara de la verdad tal como la consideran los adventistas del sép- timo dia ‘Nuestra iglesia es genuinamente mundial. Hoy la feligresia estd compuesta por unos catorce millones de miembros con una gran di versidad cultural y con infinita variedad de sensibilidades y costum- bres. En la Divisién Interamericana esta consideracién tiene una espe- cial validez, ya que esta realidad somete a la Iglesia a una fuerte pre- sién que podria llevarla hacia el pluralismo en la doctrina y la praxis; es decir, la fragmentacién y la pérdida de la unidad. Los nueve tomos previstos de TEOLOGIA: FUNDAMENTOS BIBLICOS DE NUESTRA FE tienen el propésito de evitar esa tragedia espiritual. Por todo ello, esta Serie, que esperamos resulte de utilidad para los eruditos e intelectuales, no se propone ser tinicamente una obra de referencia para ellos. El objetivo es que los lectores en general, y los adventistas en particular, que buscan una exposicién y una compren- si6n més amplias y profundas de los principios fundamentales de la teologia adventista, vean satisfechas sus expectativas, Nos asalt6, sin embargo, el temor de que la publicacién de una obra tan importante como el Handbook of Seventh-day Adventist Theology, para incluirlo, solamente como tomo 9 de la valiosa y util serie del Comentario biblico adventista en espafol, hubiera podido impedir que se cumpliera el propésito que tuvo el Concilio Anual de la Asociacién General de 1988, cuando ordené su preparacién y publicacién, de que alcanzara la maxima difusi6n. Lo que APIA (Asociacién Publicadora Interamericana) y Gema Edi- tores se han propuesto es que esta inestimable obra, que esta llamada 2 suplir una importante necesidad espiritual, llegue a cada hogar, a cada familia y a cada uno de los miembros de la Iglesia. Deseamos que sea un material de lectura y meditacién, més que de referencia. Deben leerlo todos y cada uno de los fieles, no tinicamente los predicadores y los intelectuales. La temperatura moral y el caos espiritual que carac- terizan a esta época babil6nica estén afectando negativamente a mu- chos creyentes. Esta obra esté destinada a arraigarlos en la “sana doc- trina” para que mantengan intacta la “fe una vez dada a los santos” a fin de que se preparen para la eternidad. La unidad de la Iglesia es de suprema importancia, porque tiene ssus origenes en la unicidad del Dios triuno que nos ha adoptado como sus hijos. Nuestro Seftor lo dejé bien claro en su oracién sacerdotal (Juan 17) y la Iglesia la ha establecido como una de sus creencias fun- damentales. La conservacién de la unidad es responsabilidad de cada uno de los fieles. La unidad se manifiesta en el amor que nos vincula con Cristo y ‘unos con otros, asi como en el conocimiento y la préctica de la doctri- na de verdad que nos libra de nociones equivocadas, para que nadie nos aleje de nuestro Seftor. Por eso el objetivo primordial de esta obra es contribuir a la preservacién de la unidad, en la doctrina y en la prac- tica, en la comunidad adventista La traducci6n al espafiol del original inglés se ha llevado a cabo en un momento muy oportuno, cuando los redactores de la obra original en inglés habfan detectado algunos fallos y ciertas carencias en la pri- mera edicién, y los autores ya habian hecho las revisiones pertinentes en preparaci6n para una nueva edicién. En consecuencia, la versién en espaitol, traducida de la inglesa revisada y no impresa todavia, es la més actualizada en circulacién. Esperamos que la publicacién en nueve tomos de esta valiosa obra la haga més accesible, en todos los sentidos, para los lectores de habla hispana. Creemos que ast la ponemos al alcance de todos los creyen- tes y facilitamos su adquisici6n y su lectura. Agradecemos a Sergio V. Collins, editor de los dos primeros tomos, por su excelente trabajo de preparaci6n y atenci6n editorial. ‘Que Dios bendiga a TEOLOGIA: FUNDAMENTOS BIBLICOS DE NUESTRA FE, para que ocupe un lugar de preferencia en la biblioteca de todos los adventistas hispanos y los fortalezca espiritualmente para encontrar- se con su Seftor. Dr. Pablo Perla Presidente de APIA Dr. Tomés Torres de Dios Presidente de GEMA Prefacio 'IVIMOS EN UNA EPOCA de rapidos y sorprendentes cam- bios, en todos los émbitos de las ideas y las précticas huma- nas. Los creyentes adventistas del séptimo dia tienen que enfrentar al resto del mundo con una comprensién bien fundada de su fe. Por eso los dirigentes de la Iglesia Adventista decidieron poner a disposicién de la feligresfa y del puiblico en general un manual basico con las doctrinas y practicas fundamentales de los adventistas del sép- timo dia, Con la répida expansién del movimiento adventista précti- camente a todos los paises y culturas del mundo, una obra de esta indole robusteceria la unidad requerida en el mandato de Cristo a sus seguidores. Hace mas de veinte aftos se reconocié la necesidad de este proyecto, lo que condujo a una temprana planificacién y a algunos esfuerzos para levarla a cabo. Sin embargo, la elaboracién definitiva de esta obra se inici6 por un acuerdo del Concilio Anual de la Junta Bjecutiva de la Asociacion Ge- neral, reunida en Nairobi, Kenya. La Junta hizo responsable al Ins- tituto de Investigacién Biblica (IIB) de su preparacién y contenido ge- neral. Raoul Dederen fue designado para servir, bajo los auspicios del IBB, como director del proyecto y editor de la obra Después de una consideracién cuidadosa de la naturaleza del ob- jetivo y las limitaciones del proyectado manual, se eligieron autores de todo el mundo, no sélo en razén de su erudicién y conocimiento pastoral sino también por su capacidad para traducir su erudicién a u R un lenguaje y conceptos accesibles para beneficio de lectores no espe- cializados. Se envié a cada uno de ellos un conjunto de pautas, refe- ridas esencialmente al contenido, el formato, la extensién y el estilo en que debfan escribir. El libro tiene una trama que trata de hacer justicia a tres formas ge- nerales de hablar sobre Dios y el mundo, a saber, las Escrituras, la his- toria y el testimonio de Elena G. de White. Se pidié a los autores que dedicaran el grueso de sus articulos a la informaci6n biblica, abste- niéndose en la medida de lo posible de referirse a fuentes no biblicas. Era pues una ocasién para permitir que las Escrituras hablasen. Debia seguir un breve vistazo histbrico de la doctrina en consideracién, y después una compilacién de declaraciones representativas de Elena G. de White del modo que en cada caso se considerase més uitil. Vendria por tiltimo una bibliografia, a saber, una corta lista de obras usadas por el autor y consideradas iitiles para una investigacién ulterior del tema, La parte escrituristica de cada articulo concluirfa con unas pocas observaciones referentes a implicaciones précticas para la vida cristia- na cotidiana, excepto cuando el tema en si se refiriese a ella, como en el caso de la conducta y el estilo de vida cristianos. Debia usarse fen la edicién original en inglés] el texto de la Revised Standard Version en las citas de los pasajes biblicos. Todos los términos hebreos y griegos serian transliterados en caracteres latinos. Y no le- varia notas a pie de pagina ni al final de los articulos. ‘Aunque en algunas paises la tendencia actual es la de usar un len- guaje que abarque ambos sexos, el hecho de que més del noventa por ciento de los adventistas vivan donde no se habla inglés, 0 ésta no sea més que su segunda lengua, nos indujo a seguir las pautas tradicio- nales y no ser demasiado exigentes en eso. Por otra parte las referencias cruzadas, un glosario y los esquemas iniciales de cada estudio doctrinal aumentarian la utilidad de esta obra. Los 28 articulos que forman el Handbook se han ido elaborando a lo largo de unos diez aftos. Cualquiera que haya tenido que coordi- nar Ia labor de dos docenas de tedlogos esparcidos por todo el mundo inmersos en sus obligaciones académicas, sus tareas de investigacién y sus afios sabaticos, comprender que una obra de esta naturaleza no puede producirse de un dia para otro. Aunque cada articulo esta firmado, desde el principio se acordé que todas las contribuciones estarian sujetas a la revisin y las sugerencias de la Junta del Instituto de Investigacién Biblica (JIB), compuesta por cuarenta miembros predominantemente eruditos y que incluye unos pocos administradores. Por su composici6n internacional la JIIB fue llamada a actuar como portavoz del criterio general. En otras palabras, muchos compartieron la tarea de planificar y escribir este libro, desde las consultas en el bosquejo inicial, a través de la redaccién, hasta la revisién de los sucesivos borradores. De ahi que este libro no sea simplemente una coleccién de ensayos escritos separadamente por colaboradores individuales. En realidad, ninguna seccién es fruto del trabajo de un solo autor. A medida que el texto avanzaba a través del proceso editorial y las consultas, todas las par- tes de la obra, y ésta como un todo, se beneficiaron de este enfoque cooperativo. Cabe decir que el equipo de trabajo completo, es decir, autores y miembros de la JITB —muchos de los cuales eran autores también— era genuinamente internacional, con representantes de muy diversos paises: Alemania, Argentina, Australia, Austria, Barbados, Bélgica, Brasil, Canadé, Chile, Colombia, Corea, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Ghana, Holanda, India, Jamaica, Noruega, Puerto Rico, Reino Unido, Sudafrica y Uruguay. Asi que los autores escribieron esta obra para lectores de todo el mundo. El objetivo concreto del equipo editorial y los autores fue elaborar una obra de referencia escrita con un espiritu de lealtad incondicio- nal a las Escrituras como la Palabra escrita de Dios. La esperanza expresa era que estas paginas resultaran fructiferas para la reflexién personal en la fe y en la practica. No tenian el propésito de que fue- ran un ejercicio en teologia especulativa, Aqui no se expone el punto de vista particular de ninguna tendencia del pensamiento adventis- ta. Lo que se presenta en estas paginas es ampliamente representati- vo de la corriente principal de la teologia y la erudicién biblica adventista en la Iglesia Adventista mundial. Esta es una obra de teo- logia constructioa, basada en la Biblia y centrada en Cristo, que trata de presentar el todo en términos de la interrelacién de cada una de sus partes, y las partes siempre en términos de su relacién mutua y 3 “ con el todo. Esta obra no se preparé teniendo en cuenta tinicamente al erudito y al especialista —aunque se espera que les resulte uitil—, sino més bien al lector medio que busca una exposicién asequible de los datos pertinentes relacionados con los principios fundamentales de la teologia adventista. Proporciona la informacion que este lector podria esperar: razonablemente abarcante y profunda. Puesto que la fe cristiana es tan rica y considerando que el piiblico al que se dirige es tan diverso, algunos lectores quiz4 desearian en- contrar una presentacién més completa 0 con otro enfoque de cual- quiera de los temas; y es razonable que asi sea. Algunos lamentarén que algo se excluy6, que a una parte se le concedié demasiada aten- Gi6n, 0 que a otra se le dio un énfasis inadecuado, Mas de una vez qui- simos que se analizaran més en detalle algunas importantes declara- ciones escrituristicas, histéricas o de Elena G. de White. Pero result6 imposible dar un tratamiento complementario a algunos aspectos con- cretos ya que hubiéramos tenido que hacer ampliaciones despropor- cionadas de espacio. Una obra de referencia, aun de este tamafio, tiene sus limitaciones. [Estos nueve tomos] no se publican con la idea de que sean algo definitivo, sino, més bien, con la esperanza de que se usen en los hoga- res adventistas y no adventistas, en las aulas y las bibliotecas, y asi- ‘mismo en las oficinas pastorales, como un manual de referencia acce- sible y practico para obtener informacién sobre diversos aspectos del pensamiento y la practica adventistas. Nos resta la grata tarea de agradecer al amplio equipo que de diversas maneras ha contribuido a la creacién de esta obra. Es posible mencionar por nombre s6lo a unos pocos de ellos. Primeramente, mis asociados inmediatos: Nancy W. de Vyhmeister y el equipo del IB bajo la direcci6n de George W. Reid. También debiera ser obvia la deuda con los 27 autores que dieron tan generosamente de su tiempo y de su saber. Debiera asimismo dedicar unas palabras de especial reconocimiento a los miembros de la Junta Ejecutiva de la Asociacién General que originaron este proyecto. Sin su inspiracin y constante apoyo no habria existido el Handbook of Seventh-day Adventist Theology. Finalmente, corresponde expresar una palabra de gratitud por una ayuda de otro tipo. De mas esté decir que la produccién de una obra de esta magnitud ha requerido mucho trabajo mecanogréfico y otras tareas auxiliares. Cada articulo hubo que redactarlo y corregirlo muchas veces antes de que fuera enviado a la imprenta. En relacién con esto corresponde agradecer en forma especial a nuestro equipo de fieles secretarias y en particular a la especialista en edicién electronica y disefiadora, Martha Lunt. Merecen también especial gratitud Robert J. Kinney y Ted N. C. Wilson, presidentes de la Review and Herald Publishing Association, por su interés constante en la obra. Estamos asimismo en deuda con Nancy W. de Vyhmeister y el equipo editorial de la Review and Herald, y en especial con Richard W. Coffen, vice- presidente, y James Cavil y sus asociados, quienes dirigieron con habi- lidad y profesionalismo el largo y laborioso proceso de revisin y correccién de los originales. Dr. Raoul Dederen Profesor emérito Universidad Andrews 1s Prologo de fa edicion en espaiiol comprensién de las ensefianzas biblicas y de hacerlas relevan- tes en el contexto en el cual procura levar a cabo su misién. Nuestro Seftor Jesucristo fue un asiduo estudiante de las Escrituras y su expositor més autorizado. Su conocimiento de ellas, al igual que la autoridad con que develaba su contenido, asombraron a los maestros judios en el Templo y restauraron la fe de dos de sus discipulos en el camino a Ematis. Su ministerio se caracterizé de principio a fin por una adhesién constante a la vohuntad de Dios revelada en su Palabra. Esa misma actitud hacia la Palabra de Dios definié el ministerio de los apéstoles durante el desarrollo de la iglesia cristiana. Sus escritos biblicos se hallan repletos de referencias directas al lenguaje del Antiguo Testamento, Su criterio de lo que es la verdad se fundaba en Ja revelacién de Dios en su Palabra y en la interpretacién que de ella hiciera el Seftor. La Iglesia Adventista se ha caracterizado a lo largo de su historia por el mismo interés que Jestis y sus discipulos manifestaron en la doctrina biblica. Sin negar el valor de la contribucién que hacen al conocimiento humano los diferentes campos del saber, la Iglesia ha reconocido la Biblia —siguiendo la tradicién biblica y protestante—, como la norma infalible de fe y préctica. Nada deberfa alarmar més a los lideres de la iglesia, a los ministros del evangelio, que observar en la vida de los miembros un posible desinterés en el estudio de la Biblia. L: IGLESIA TIENE la constante necesidad de profundizar su W 8 TeOLOGIA: FUNDAMENTOS BIBLICOS DE NUESTRA FE, procura mantener vivo el interés adventista en las Escrituras como norma de fe y practi- ca. Acada uno de los que contribuyeron en la preparacién de esta obra se le solicité que examinara y desarrollara el tema que se le asigné ala penetrante luz de la Biblia. De ahi que cada capitulo contenga un ntimero elevado de referencias biblicas utilizadas para sustanciar los argumentos que emplearon y las conclusiones a las cuales arribaron. Esta obra establece més allé de toda duda lo que la Iglesia siempre ha sostenido: que sus doctrinas se basan exclusivamente en la Palabra de Dios. Los nueve tomos de esta obra se ponen a disposicién de la iglesia hispanohablante, no sélo a fin de reafirmar el fundamento biblico de nuestro mensaje, sino también para contribuir a la madurez teolégica de los creyentes. Tradicionalmente los adventistas han compartido su mensaje por medio de estudios biblicos. Aqui se preserva ese interés en el estudio biblico, pero se lo acompafia de una seria reflexién teo- ogica en un esfuerzo por profundizar la comprensi6n del mensaje y la misiGn de la Iglesia. La traducci6n del Handbook of Seventh-day Adventist Theology al idio- ‘ma espafiol, y con el tiempo a otros idiomas, contribuira a la preser- vacién de la unidad doctrinal y misionolégica de la Iglesia alrededor del mundo. Este volumen fue intencionalmente preparado para refle- jar el pensamiento doctrinal de la Iglesia Adventista mundial, y por lo tanto no se alinea con posiciones particularistas que pueden encon- trarse al margen del pensamiento adventista. Debe aclararse que debido a que el manual de teologia en inglés no fue sometido a votacién en un congreso de la Asociacién General, no se lo debe considerar como una exposicién oficial de la doctrina, el Pensamiento y el estilo de vida adventistas. Aunque su contenido no es infalible, ni tampoco intenta establecer una uniformidad de pensa- miento en los detalles de las exposiciones; esta obra teolégica repre- senta en forma equilibrada y apropiada la doctrina y Ia teologia adventistas. EL hecho de que el Comité del Instituto de Investigacién Biblica de la Asociacién General haya invertido incontables horas durante un Periodo de alrededor de diez afios, examinando. y evaluando el conte- nido de cada capitulo, hace que esta obra teolégica sea mas valiosa y digna de confianza que otras que no han sido sometidas a ese proceso de andlisis riguroso. Recomendamos esta obra de teologia a los lectores adventistas de lengua espafiola con la esperanza de que contribuya al desarrollo biblico y teol6gico de la Iglesia en los paises hispanos. Oramos para que Dios bendiga este proyecto, que encienda un renovado interés en clestudio de la Biblia en la vida de la Iglesia mientras aguarda el retor- no en gloria de su Seftor. Dr. Angel Manuel Rodriguez, Director del Instituto de Investigacién Biblica de la Asociacién General » AFC ATO cc cD cE cM Mc cN COES CRA cs css DM] DIG Ed EUD Eo FO FV HC HAp HH HR IC MB MC 1,2MCP 1-3MS Lista de abreviaturas OBRAS DE ELENA G. DE WHITE A fin de conocerle Ala tus ojos El camino a Cristo Cada dia con Dios EL colportor evangético Consejos para maestros, padres y alunos Consejos sobre mayordomia cristiana Conduccién del ninto Consejos sobre a obra de la escuela sabitica Consejos sobre el régimen alimenticio El conflicto de los siglos Consejos sobre la salud El discurso maestro de Jesucristo EI Deseado de todas las gentes La educacién Eventos de los iltimos dias El evangelismo Fey obras La fe por Ia cual vivo EL hogar cristiano Las hechos de los apdstoles Hijos e hijas de Dios La historia de la redencin En los lugares celestiales El ministerio de la bondad El ministerio de curacin ‘Mente, cardicter y personalidad, t. 1, 2 ‘Mensajes selectos, t.1-3, 2 MGD La maravillosa gracia de Dios My ‘Mensajes para los j6venes MVH Mi vida hoy NB Notas biogréficas de Elena G. de White NEV Nuestra eleonda vocacién OE Obreros evangélicos op El otro poder PE Primeros escritos PP Patriarcas y profetas PR Profetas y reyes PVGM Palabras de vida del gran Mgestro sc Servicio cristiano sv iMaranata: el Seftor viene! TCs Testimonios acerea de conducta sexual, adulterio y divorcio ke La temperancia T™ ‘Testimonios para los ministros 19T Testimonios para la iglesia ve Vida en el campo OBRAS DE ELENA G. DE WHITE EN INGLES Estos libros que se citan o se han usado en la preparacién de THoLoGtAa: FUNDAMENTOS BiscICOS DE NUESTRA FE todavia no se han publicado en espanol, 1888 Materials Ellen G. White 1888 General Conference Materials MR ‘Manuscript Releases HL Healthful Living SAT Sermons and Talks 1-4SG Spiritual Gifts, t. 1-4 SL ‘The Sanctified Life sup Sketches From the Life of Paul 14sP The Spirit of Prophecy, t. 1-4 sw The Southern Work Todas las obras Elena G, de White se citan con estas sighs en letra cursiva para evie {ar posibesconfusiones con otras referencias 0 sigls. Las siglas de low ibros de lena G, de White van precedidas del nimero del tomo —cuando se trata de una Obra en varios tomos— y seguidas de la pagina de I edicion més comiin, que en la ‘ayoria de los casos cortesponde a la Biblioteca del Hogar Cristiano (BH). OBRAS CITADAS Y DE REFERENCIA Las obras de la Bibliografia de cada articulo se citan en el texto con el nombre del autor en letra redonda seguido de la pagina. En cambio las referencias de obras cls- sicas de la Patristica (Agustin, Ireneo, Justino, Origenes, Tomés de Aquino, etc.) y de los Reformadores (Lutero, Calvino, Arminia) se dan por libro 0 seccién, pérrafo, apartado y subapartado u otros tipos de divisiones y subdivisiones consagradas por el uso; de modo que el lector pueda acceder a las fuentes fécilmente consultando cualquier edicién o traduccién. En algunos casos se adjunta la pigina de la edicién o recopilacién, como en el caso de ANET, ANF y NPNF. ANET ‘Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament, James B. Pritchard, ed. Princeton: Princeton University Press, 1969 ANF ‘The Anti-Nicene Fathers Alexander Roberts y James Donaldson, eds. Nueva York: Christian Literature Co., 1885-1887 AR Adventist Review AUCR ‘Australasian Union Conference Record BE Bible Echo Brs Bible Training School 1-7CBA Comentario biblico adventista del sptimo dia, 7 tomos Francis D. Nichol, ed. ‘Mountain View, California: Pacific Press, 1981-1990 CFOF The Conditionalst Faith of Our Fathers LeRoy E. Froom Washington, D.C:: Review and Herald, 1965, 1966 cB General Conference Bulletin GH Gospel Herald NPNF-1 ‘The Nicene and Post-Nicene Fathers, 1° serie Philip Schaff, ed. ‘Nueva York: Christian Literature Co., 1886-1889 NPNF-2 The Nicene and Post-Nicene Fathers, 2 serie Philip Schaff y Henry Wace, eds. ‘Nueva York: Christian Literature Co., 1890-1899 PFOF The Prophetic Faith of Our Fathers LeRoy E. From. Washington, D.C.: Review and Herald, 1946-1954 PUR Pacific Union Recorder gop Seventh-day Adventists Answer Questions on Doctrine, Washington, D.C.: Review and Herald, 1957 B 2 ‘RIT ‘Renew amd eran ST Signs of the Times TDNT ‘Theological Dictionary ofthe New Testament. G Kittel y G. Friedrich, eds. Grand Rapids: Eerdmans, 1964-1976 Yr Youth's Instructor SIGLAS Y ABREVIATURAS ADRA Agencia de Desarrollo y Recursos Asistenciales AG Asociacién General (General Conference) de los ASD ASD Adventista del séptimo dfa aT Antiguo Testamento © (circa) en torno a gf (confer) véase y cémparese con DIA Divisién Interamericana de los ASD DNA Divisién Norteamericana de los ASD DSA Divisién Sudamericana de los ASD gr atiego heb. hebreo lat. latin Xx Septuaginta (traduccién al griego del AT hebreo) m. murié a nacié NT Nuevo Testamento Referencias cruzadas internas Las remisiones (referencias cruzadas) internas de TEOLOGtA: FUNDAMENIOS BIBLICOS DE ‘NutsTRA Fe, fundamentales para la mejor comprensién en el marco teolégico adecua- 4o de cada tema, y que aparecen entre paréntesis, se dan bsicamente as: 7 Con mimeros romanos, que pueden ir seguidos de letras maysisculas, y en algunos «casos de cifras ardbiga y letras mintsculas (por ejemplo: V, Il. A, VIL. B, VIL C2, VIL.C. 5.4), remiten a otro apartado y/o subapartados del mismo artculo, con- forme al esquema que figura sobre fondo gris al principio de cada uno de los ar- ticulos (capitules) Con algin titulo abreviado (por ejemplo: Salvacién I E., Pecado V),en cuyo caso se remite al apariado indicado del articulo correspondiente. Cada articulo se cita con <1 nombre abreviado con la palabra més representativa del titulo correspondiente. Con indicacion del tomo (por ejemplo: Ver Revelacién/Inspiracién, tomo 1), cuan- do se remitea un tomo de los nueve de a sere ya publicado, En los casos en que la remisisn va precedida de “ver” significa que es necesario acudir al lugar indicado para aclarar o completar la exposicion del tema en cuesti. Alfabetos hebreo y griego Alfabeto hebreo Glosario STE GLOSARIO no tiene el propésito de proporcionar infor- macién novedosa o una mayor precisién. Puesto que el signifi- Jcado de la mayoria de los términos se da en el texto mismo, publicamos el glosario principalmente para beneficio del lector y co- ‘mo un instrumento para refrescar répidamente la memoria. Las defi- niciones reflejan el significado de estos términos segtin se usan en las paginas de TEOLOGIA: FUNDAMENTOS BIBLICOS DE NUESTRA FE. Antropologia Del gr. anthropos, “hombre”, y logos, “discurso”. En teologia es el estudio del origen, la naturale- za y el destino del hombre, en contraste con el estudio de Dios o de los angeles. Arameo Lenguaje semitico usado extensamente en el Cereano Oriente desde los inicios del dominio asirio y babilénico. Hablado por los judios du- rante y después del exilio babil6nico, el arameo era el idioma vernéculo en Palestina en los dias de Cristo. Binitarianismo Creencia de que hay s6lo dos personas en la Deidad, a saber, el Padre y el Hijo. Catolicismo Fe, adoracién y practica de los cristianos en romano comunién con el obispo de Roma Critica ‘Método de estudio biblico empleado para reve- delaforma lar el supuesto desarrollo preliterario (oral) subyacente en las diversas formas literarias de los escritos biblicos. Critica ‘Método de estudio empleado para revelar las de las fuentes supuestas fuentes implicitas en el texto de la Escritura. Deismo Sistema de pensamiento que defiende la reli- gidn natural y la existencia de Dios sobre la base de la razén humana y las leyes de la natu- raleza antes que mediante la revelacién y las ensefianzas de una iglesia. Determinismo ic Docetismo Ebionitas Teoria segtin la cual los actos humanos de la voluntad, los hechos histéricos, o los aconteci- mientos en la naturaleza estan determinados, es decir, decididos, por causas y antecedentes externos, tales como el ambiente, la composi- cién genética humana, 0 Dios. De este modo, por ejemplo, nada ocurre en la conducta huma- na como resultado del libre albedrio. Ee Ge faces ie s (gr. dokes, “yo parezco”). Sistema de pensa- miento que sostiene que Cristo s6lo “parecia” tener un cuerpo humano, haber sufrido en la cruz y haber resucitado de los muertos. Grupo de judeocristianos de los primeros siglos que consideraban a Jestis como el hijo humano de José y Maria, que fue hecho el Ungido en el bautismo. También insistian en el cardcter obli- gatorio de toda la ley mosaica. Edad Media _Perfodo de la historia europea que se extiende aproximadamente del 500 d.C. al 1500 d.C. Es- critores més recientes consideran que comienza alrededor del afto 1100. Endogamia__Casamiento dentro del propio grupo étnico 0 social. Escatologia Del gr. eschatos, “siltimo”, y logos, “discurso”. Doctrina concerniente a los eventos finales en la historia del mundo. Etica Parte de la filosofia que estudia la valoracién de los actos humanos determinando de ese modo la conducta y el estilo de vida. Etiologia Del gr. aitiologia, “declaracién de causas”. Cien- cia que indaga las causas 0 razones de las cosas. 31 Del lat. expiare, “expiar por”. Reparacién de una falta, satisfaccidn de las demandas de la justicia a través del pago de una penalidad. En el plan de salvacién de Dios, la muerte expiatoria de Cristo libera a sus beneficiarios de las conse- cuencias penales que conlleva el quebranta- miento de la ley de Dios. Relativo o perteneciente a los tribunales de jus- ticia 0 a lo legal. Cuerpo de ideales humanisticos y clasicos aso- ciados con la cultura, el lenguaje y la filosofia de vida generalizados en el mundo grecorro- ‘mano durante el tiempo de Cristo. Historicismo Homoousios Tlustraci6n Sistema hermenéutico que ve un desarrollo consecutivo, un continuo histérico en las visio- nes apocalipticas biblicas, en contraste con un. cumplimiento que se hallaria enteramente en el pasado o totalmente en el futuro. Literalmente “de la misma sustancia”. Término usado en los primeros concilios cristianos, espe- cialmente Nicea (325), para afirmar que el Padre y el Hijo son de la misma sustancia 0 naturaleza divina. Movimiento filos6fico del siglo XVIII que soste- nia que la verdad puede obtenerse s6lo a través de la raz6n, la observacién y el experimento. Desde entonces ha influido profundamente en el mundo occidental. Imputaci6n Kenoticismo Marcionismo Del lat. imputare, “computar”, “cargar a la cuen- ta de uno”. En la teologia cristiana, la atribu- ci6n, por sustitucién, de la justicia de Dios al creyente en Cristo. En el sentido opuesto, el tér- mino también se aplica a Cristo quien, aunque era inocente, permitié ser “contado” como cul- pable y pecador al experimentar una muerte sustitutoria en la cruz, tomando el lugar del pecador. Sistema de pensamiento que sostiene que a fin de llegar a ser hombre, el Hijo de Dios se vacié a si mismo por algiin tiempo de algunos de sus atributos divinos, en especial, de su omnipoten- ia, su omnisciencia y su omnipresencia. on Sr SOB ek ease ai noPoce ana Sistema doctrinal que se difundié durante los, siglos Ily Ill d.C. y que atrajo muchos seguido- res. Rechazaba el Antiguo Testamento y a su Dios-Creador, como también parte del Nuevo ‘Testamento, negando la corporeidad y la plena humanidad de Cristo. Milenio Monismo Del lat. mille, “mil”, y annum, “aio”. Término teolégico usado para describir los mil aftos de Apocalipsis 20:1-10. Del ge. mystérion, “algo cerrado”, “secreto”. En el Nuevo Testamento la palabra se refiere a un plan divino o a una verdad previamente escon- dida pero en el presente revelada, la esencia intima de lo que no puede comprenderse ple- namente mediante la mente finita. Del gr. monos, “solo”, “Gnico”. Sistema filos6fi- co que apela a una sustancia 0 principio unifi- cador tinico, para explicar la diversidad de todo Jo que existe. Movimiento protestante del siglo XX caracteri- zado por una reaccién contra el liberalismo teo- l6gico que pretende retonar a los principios asicos de la teologia de la Reforma. 38 Propiciacién Racionalismo Sacramento Del lat. propitiare, “emitir un veredicto favora- ble”. La propiciacién incluye la idea de aplacar a la persona ofendida, de recuperar el favor de un personaje encumbrado. Sin embargo, con- trariamente a la noci6n griega de aplacar a una deidad airada, los escritores del Nuevo Testa- mento no ven en Dios un contraste irreconcilia- ble entre el amor y la ira, una ira libre de toda ‘mezcla de limitacién humana y de espiritu ven- gativo pecaminoso. Aqui el misterio divino del amor es percibido en medio de la realidad de la ira, Del lat. ratio, “raz6n”. Sistema de pensamiento que sostiene que la razén humana es autosufi- iente en la btisqueda de la verdad, incluso la verdad religiosa. Rito religioso instituido por Jesucristo, como el bautismo, el lavamiento de los pies y la Cena del Sefior. El alcance de lo que el término abar- ca varia ampliamente. Algunos protestantes favorecen el término “ordenanza” Sinépticos Soteriologia Talmud Teodicea Teologia Tradicién Los primeros tres evangelios, segtin Mateo, Marcos y Lucas. Son llamados asi porque cuan- do se los lee con el texto en columnas (sinépti- camente) presentan ciertos paralelismos en estructura y contenido. Del gr. sottria, “liberacin”, y logos, “discurso”. Parte de la teologia cristiana que trata del plan divino de redenci6n, més particularmente, de la obra de salvacién de Cristo, Compilacién que abarca la Mishnah, 0 ensefian- zas orales judias, y la Guemara, una coleccién de discusiones sobre la Mishnah. Del gr. theas, "Dios", y dike, “justicia”. Estudio y defensa de la bondad y omnipotencia de Dios en vista de la existencia del mal. Del gr. theos, “Dios”, y logos, “palabra”, “trata- do”, Estudio sistematico de Dios y su relacién con el mundo, especialmente mediante el anali- sis de las enseftanzas de las Escrituras del Anti- guo Testamento y el Nuevo. ‘Del lat. traditio, “algo entregado”. Aquello que es entregado, particularmente ensefianzas de un maestro a un discipulo. En la teologfa cris- tiana es el cuerpo de doctrinas, précticas y experiencia reveladas por Dios y entregadas por éla su pueblo por boca o mediante los escri- tos de sus profetas y apéstoles, identificadas con las Escrituras. La descripcién catolica roma- na de la tradicién sostiene que las tradiciones escritas y no escritas, que se originaron con Gristo y los apéstoles, constituyen una fuente de doctrina original y auténtica a la par de la Escritura, 39 Universalismo Doctrina que afirma que todos los seres huma- nos serdn finalmente salvos porque por natura- leza todos son hijos de Dios. La doetrina tle Dios Fernando L. Canale Introduccién ADOCTRINA DE DIOS sirve de fundamento para la teo- I logia cristiana, puesto que Dios se relaciona con todo y todo se relaciona con él. La doctrina determina la manera como los teslogos entienden y formulan el conjunto de creencias cristianas. Las ideas filos6ficas cominmente han configurado el concepto cristiano de Dios. Las declaraciones biblicas han afec- tado s6lo levemente tales formulaciones. Por consiguiente, las interpretaciones clasicas, modemnas y postmodernas de la doctrina cristiana de Dios se han concebido bajo la influencia de conceptos filoséficos humanos, Los estudiosos diligentes de las Escrituras, conscientes de esta situaci6n, prosiguen su busqueda de una mejor compren- sién, decididos a supeditar a la Biblia todas las formas de razo- namiento humano. Puesto que la filosofia humana debe suje- tarse a la Biblia y que la filosofia divina ya es asequible en las Es- crituras, nuestra comprensién de Dios debe estar exenta de espe- culaciones humanas. Lo que es posible conocer acerca de Dios debe estar revelado en las Escrituras. a 2 |. FUENTES PARA EL CONOCIMIENTO DE DIOS A. La Biblia B, Revelacién general U1, REALIDAD DE DIOS A. La existencia de Dios B. Dios como misterio I, ATRIBUTOS DIVINOS A. Eternidad B. Inmutabilidad C. Amor e ira 1. El amor de Dios 2. Laira de Dios D. Trascendencia IV. ACTOS DIVINOS A. Presciencia B. Predestinacién C. Creacion D. Presencia historica E, Providencia 2. Actividad providencial directa V. UNICIDAD DE DIOS A. Evidencia del AT B. Evidencia del NT VI. LA DEIDAD EN EL AT A. El plural de plenitud y la Deidad B. El Angel de Yahweh C. La revelacién dual de Yahweh LA DEIDAD EN EL NT A. Dios el Hijo 1. Divinidad 2. La condicién de Hijo 3, Nacido' del Padre 4, La naturaleza de la subordinacién del Hijo B, Dios el Padre 1. La paternidad de Dios en el AT 2. El Dios de Jesucristo 3. El envio del Hijo 4, La delegacién al Hijo 5. La accién salvffica 6. Formulas binitarias C. Dios el Espiritu Santo 1. Anuncio de Cristo pentecostal 3, Divinidad 4, Personalidad 5, La accién salvifica 6. Dones escatolégicos D. Modelos trinitarios en el NT VU, IMPACTO DE LA DOCTRINA DE LA DEIDAD IX. RESERA HISTORICA A. Antecedentes filos6ficos 1. Neoplatonismo 2. Aristotelismo B. Periodo patristico 1. Justino Mértir 2. Ireneo 3, Origenes 4, Herejias trinitarias 5. Concilio de Nicea 6. Agustin 7. El Credo atanasiano C. El periodo medieval D. La Reforma 1. Lutero 2. Calvino 3. Los anabaptistas 4. Arminio a E, La Edad Contemporénes 1. Friedrich Schleiermacher 2. Kart Barth 3. Alfred Whitehead 4, Wolthart Pannenberg 5. La “perspectiva abierta” de Dios F. Los adventistas del séptimo dia 1. Subordinacionismo temporal 2, Rechazo de la doctrina clésica 3. Afirmacién de la Trinidad biblica 4, Tendencias contemporéneas X. COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE A. Estudio especulativo de Dios B. Revelacién general €. La realidad de Dios 1. Existencia de Dios 2. Dios como misterio D. Atributos divinos 1. Eternidad de Dios 2. inmutabilidad de Dios 3. Amor e ira de Dios 4. Trascendencia E. La accién divina 1. Predestinacién 2. Creaci6n 3. Providencia F. La Trinidad G. El Padre eterno H. El Hijo etemo y su obra |. El Espiritu Santo eterno y su obra XI. BIBLIOGRAFIA 1. FUENTES PARA EL CONOCIMIENTO DE DIOS A. La Biblia XISTEN DISTINTAS interpretaciones de la doctrina cristia- E= La diversidad de fuentes que se han consultado para el conocimiento de Dios constituye una raz6n que explica la discrepancia de enfoque y contenido. De acuerdo con la Biblia, sin embargo, la auténtica fuente de informacién para la doctrina de Dios es la revelacién que él mismo ha efectuado acerca de su per- sona (Heb. 1:1-3), como se ha registrado fielmente en las Escrituras (Rom. 16:26). La naturaleza, en sus diversas manifestaciones, también se ha considerado fuente de conocimiento para la doctrina de Dios. La teologia ha identificado tradicionalmente la enseftanza biblica con- cerniente a la revelacién de Dios a través de la naturaleza (Sal. 19:1-6; Rom. 1:19, 20) con la interpretacién filoséfica humana de Dios cons- truida exclusivamente sobre la base de la informacién natural. Las doctrinas de Dios que resultan del estudio de la naturaleza son inter- pretaciones filosdficas de Dios, conocidas en los circulos teolégicos como teologia natural. Un estudio de la enseftanza biblica sobre Ja revelacién general sugiere que el hecho de la revelacién general de Dios no debiera usar- se para construir una teologfa natural. No obstante, los resultados, de poca importancia segiin se alega, producidos por las especulaciones filoséficas sobre el ser de Dios, se utilizan como presuposiciones para la comprensi6n, no sélo de la doctrina cristiana de Dios, sino ademas de la empresa teoldgica total. Sin embargo, una comprensién correc- ta de la naturaleza requiere como su presuposicién necesaria el cono- cimiento de Dios provisto por revelacién y no viceversa. En sintesis, el verdadero conocimiento acerca de Dios puede obtenerse tinica- mente sobre la base de la revelaci6n biblica. Puesto que la doctrina cristiana de Dios generalmente se ha desarrollado mediante la adop- cién de las conclusiones especulativas de la teologia natural como tuna presuposicién operativa, el intento de establecer una compren- sién de Dios sobre la base de la Biblia sola, inevitablemente tendré que competi con ideas tradicionales y generar un concepto diferente de Dios, B. Revelacién general Seguin la Escritura, la creacién de Dios, aun después de la entrada del pecado en el mundo, era un instrumento objetivo que él utiliz6 para revelarse a los seres humanos. Para establecer una diferencia entre este medio y la “revelacién especial” de la Escritura, se utiliza extensamente la designacién “revelacién general”. Pablo, cuando ha- bl6 a los hombres de Atenas en el Are6pago, se refirié claramente a esto cuando explicé que Dios “da a todos vida, aliento y todas las cosas... para que busquen a Dios, si tal vez, palpando lo puedan hallar” (Hech. 17:25, 27 NRV). El pasaje no dice explicitamente cémo ocurte esto pero parece sugerir que la revelaci6n general tiene inten- ciones salvificas El Salmo 19 presenta la creacién de Dios como un instrumento ob- jetivo que él emplea para revelarse a todos (cf. Sal. 65:6-13). Este pasa- je expresa claramente que “Ios cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos (Sal. 19:1), particularizan- do de este modo los diferentes aspectos del mundo fisico creado, a través de los cuales la gloria de Dios puede revelarse universalmente a todos los seres humanos a lo largo de la historia (¢f. Exo. 33:18, 19; 34:6, 7). Los versiculos siguientes explican el modo cognitivo de estos instrumentos de revelacién. Comparten conocimiento (Sal. 19:2) sin palabras ni voz audible (vers. 3). De esta manera se traza explicita- mente una diferencia fundamental entre la revelacién especial (Escritura) y la revelacién general en la creacién. En la revelacién especial el contenido cognitivo se da a través de palabras humanas, mientras que en la revelacién general el contenido cognitivo se da ‘mediante las obras divinas acontecimientos hist6ricos accesibles a todos. En la revelaci6n especial Dios habla mediante palabras huma- nas; en la revelacién general el mismo Dios habla por medio de hechos fisicos e histéricos. Finalmente, David enuncia el alcance uni- versal de estos medios de revelacién divina cuando recalca que “por toda la tierra salié su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (vers. 4). En Romanos 1:18-21 Pablo toma del AT el concepto de revelacién general, lo aclara y lo amplia. Con esto amplia el concepto en tres sec- tores muy importantes: la funcién de Dios, su contenido y su objeti- vo final. Respecto al papel de Dios en la revelacién general, Pablo subraya que lo que puede conocerse acerca de Dios es claro para los seres humanos “pues Dios se lo manifest6” (vers. 19). En la revelacién general, como también en la revelacién especial, Dios interviene per- sonalmente en el proceso mismo de la revelacién. En la introduccién a su Evangelio, Juan explica que la segunda Persona de la Trinidad, el Verbo, es la “luz verdadera, que alumbra a todo hombre” (1:9). La revelacién general son las buenas nuevas que Dios logra hacer llegar, no sélo a los que tienen acceso a la Escritura, sino también a toda la humanidad. Pablo identifica el contenido de la revelacién general como “las cosas hechas [tois poiémasin]” (Rom. 1:20). Esta expresién parece seftalar el hecho de que los contenidos de la revelacién gene- ral incluyen no s6lo la creacién (nuestro mundo fisico) sino también la providencia de Dios, que abarca todo el espectro de los hechos his- t6ricos (cf. Hech. 14:17). Las cualidades invisibles de Dios, su poder personal y naturaleza divina, atade Pablo, son evidentes (Rom. 1:19, 20). Este conocimien- to adquirido, aunque imperfecto debido a los efectos oscurecedores del pecado, no es insignificante. Sin embargo, los seres humanos pecadores constantemente lo repudian y pervierten (vers. 18, 21-23) Por tanto, en su misericordia Dios irrumpié en la existencia del hom- bre oscurecida por el pecado por medio de una revelacién especial, sobrenatural, que culmina en Cristo Jestis (Heb. 1:2). (Ver Revela- cién/Inspiracién, tomo 1.) Il. REALIDAD DE DIOS. A. La existencia de Dios El andlisis de las pruebas racionales de la existencia de Dios ha lle- gado a ser un punto clésico en la doctrina cristiana de Dios. Puesto que Dios no se revela continuamente en forma directa y visible, surge logicamente la pregunta de si en realidad existe un Ser que corres- ponda a nuestra palabra “Dios”. El registro biblico no trata el asunto de la existencia de Dios mediante el recurso de crear o sugerir prue- bas racionales. En cambio la Escritura sostiene que “el que se acerca a Dios, necesita creer que existe” (Heb. 11:6 NRV). Es necesario tener conocimiento de Dios para que se desarrolle la fe en la mente y los a7 afectos de los seres humanos (Rom. 10:17). Mediante la recepcién combinada de la autorrevelacién de Dios en la historia —como apa- rece en la Biblia—, y de la accién inspiradora del Espiritu Santo en la mente, es como la fe, expresada como conviccién de la existencia de Dios, se convierte en un hecho concreto en la experiencia del cristia- no. Las pruebas racionales de la existencia de Dios que se nos dan en Ja naturaleza no producen tal conviccién radical. La convicci6n de la existencia de Dios no se produce por argumentos racionales sino por una relacién personal con Dios. Esta relacién la inicia Dios, quien, a través de la accién personal del Espiritu Santo, usa la Escritura, la naturaleza y la historia para revelarse a la mente y los afectos de los seres humanos. Somos conscientes de la existencia de Dios, entonces, en base a su revelacién personal en la Escritura antes que en base a argumentos racionales (cf: Mat. 16:15-17). Dentro de este contexto la existencia de Dios se percibe, generalmente, como misterio. B. Dios como misterio Otro aspecto basico de la doctrina de Dios se relaciona con su na- turaleza. En este respecto el registro biblico ofrece una cantidad de informacién casi abrumadora. Sin embargo, antes de considerar algu- nos aspectos basicos de la revelacién mtiltiple de Dios que se presen- ta en la Biblia, debemos reconocer que al abordar el estudio de Dios entramos en un “terreno sagrado”, en el cual el silencio es oro. En otras palabras, debiéramos reconocer las limitaciones de los procesos del pensamiento humano al tratar de comprender la autorrevelacién de Dios. La deficiencia de nuestro proceso de pensamiento en lo que concieme a Dios como objeto de estudio, se manifiesta, no s6lo cuan- do descubrimos que es imposible conocer a Dios por nosotros mis- mos aparte de su autorrevelacién (Job 11:7), sino también cuando nos percatamos de las limitaciones que afectan nuestra comprensién de lo que se revela. Tales limitaciones se deben, no s6lo a nuestra naturale- za pecaminosa sino principalmente a la misma naturaleza de Dios, cuya “grandeza es inescrutable” (Sal. 145:3). No podemos comprender plenamente la realidad de Dios dentro de los alcances de nuestra raz6n humana, finita y limitada. Aun cuan- do se base en ideas biblicas, cualquier pretensién humana de alcan- zar una comprensién perfecta de Dios tiende a corresponder, en uilti- ‘ma instancia, no al Dios viviente e infinito sino mas bien a un dios creado por nuestra propia imaginacién. La revelacién biblica acerca de Dios cae dentro de la categoria de misterio, comprendido no en su significado tradicional sino més bien en su sentido biblico. En su sentido tradicional un misterio es algo que, por su misma naturaleza, no puede conocerse ni expresarse en palabras. Por el con- trario, la Biblia asocia estrechamente misterio con revelacién (Dan. 2:30, 47; Rom. 16:25; 1 Cor. 15:51; Efe. 1:9; Col. 2:2). Un misterio es al- 0 que, aun cuando oculto al conocimiento humano, puede conocer- sea través de la revelacién. Ademés, aun cuando el misterio implique una revelacién directa y accesible al conocimiento humano, excede sus propios aspectos revelados como para evitar cualquier identifica- cién posible de la realidad revelada con el misterio en si. Asi es como Pablo puede pedir que los efesios sean capaces de “conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento” (Efe. 3:19). Este amor que excede al conocimiento, pertenece a la categoria de misterio manifies- to en las formas muiltiples en las que Dios ha escogido revelarse a si mismo segtin esta registrado en la Biblia. Deben tomarse precaucio- nes para evitar cruzar el limite entre las facetas reveladas y ocultas del misterio (Deut. 29:29), particularmente al discutir cuestiones co- mo la Trinidad, la presciencia y la eternidad. ATRIBUTOS DIVINOS A. Eternidad El cristianismo siempre ha entendido a Dios como eterno (Rom. 16:26). La eternidad, como una caracteristica del ser de Dios, trata de la relacién de Dios con el tiempo. Hay un profundo e irrevocable desacuerdo entre el concepto biblico y la comprensién tradicional de eternidad. La comprensién tradicional sostenida por los cristianos se hallla, en general, afectada negativamente por la influencia de la filo- soffa griega. Esta concibe que entre eternidad y tiempo existe una di- ferencia cualitativa insalvable. La eternidad es la ausencia absoluta de tiempo y de cualquier cosa relacionada con el tiempo. Por lo tanto se cree que la eternidad de Dios significa que el ser de Dios es com- pletamente ajeno y esté totalmente desvinculado de cualquier cosa 9 50. que sea temporal e hist6rica. Las consecuencias de tal idea compene- tran y condicionan toda la concepcién clasica de la naturaleza y los actos de Dios. Sin embargo, cuando se investiga la idea de eternidad en el regis- tro biblico, la primera idea que se advierte es que las palabras tra- ducidas usualmente como “eternidad” tienen un claro significado temporal. Los vocablos “éldém en el AT y aidn en el NT significan basi- camente “un tiempo o duraci6n largos”, refiriéndose a un periodo de tiempo limitado 0 ilimitado. El hecho de que la eternidad se conciba en un modo temporal no significa que la Biblia identifica eternidad con el tiempo creado que nosotros experimentamos como limite de nuestros seres finitos, sino simplemente que la eternidad de Dios no esta ajena a nuestro tiempo. El tiempo de Dios es, sin embargo, cuali- tativamente diferente del nuestro, no en el sentido de que niega el tiempo sino en que lo integra y lo supera (ver Il. B). Por ejemplo, nosotros experimentamos el tiempo como una medida de nuestra transitoriedad, mientras que la eternidad de Dios experimenta el tiempo sin dicha transitoriedad (Sal. 103:15-17; Job 36:26). A diferencia de la tradici6n cristiana clésica influida por Ia filoso- fia griega, la Biblia concibe el modo temporal, hist6rico de la eterni- dad de Dios como compatible con su inmutabilidad (Sal. 102:24-27; Heb. 1:10-12). Pablo nos dice que el plan de salvacién fue decidido “antes de la fundaci6n del mundo” (Efe. 1:4). “Antes” supone clara- mente un tiempo previo a la creaciGn. La declaracién de Pablo de que el plan de salvacién “desde los tiempos eternos se mantuvo oculto en Dios, creador de todas las cosas” (Efe. 3:9 NVI) apunta a una eterni- dad pasada que involucra al tiempo como caracteristica de la eterni- dad de Dios. Nuestro tiempo tuvo un comienzo (¢f. 1 Cor. 2:7) cuan- do nuestro universo finito y sus habitantes fueron creados. El Creador trasciende tales limitaciones en su ser y en su experiencia de tiempo e historia. Nuestro tiempo es una participacién muy limitada, finita, en la vida, la cual es la plena posesi6n de Dios en maneras que sobrepasan completamente aun nuestros mejores esfuerzos raciona- les e imaginativos. Procurar definir el tiempo de Dios seria claramen- te un intento especulativo en el que estariamos penetrando el miste- rio de su ser. Aqui el silencio es elocuencia. Sin embargo, hemos comprendido algo importante, a saber, que de acuerdo con la Biblia, el Dios eterno e inmutable (ver III. B) puede relacionarse directa y personalmente con toda la gente dentro del plano de la historia humana en una manera tal que, tanto Dios como los seres humanos, comparten la misma historia. La eternidad de Dios se refiere a la vida e historia de Dios, dindmica y sin fin, la cual al mismo tiempo incluye y totalmente sobrepasa el Ambito de nuestra historia creada. De acuerdo con la Biblia, la distancia entre Dios y su creaci6n que actualmente obstruye una comunién directa e histérica con él, no es la consecuencia de la diferencia entre un Dios atemporal, inmutable, y un hombre histérico, sino mas bien la diferencia entre ‘un Dios santo y una humanidad pecadora (Gén. 3:22-24; Isa. 59:2). B. Inmutabilidad La inmutabilidad es otra caracteristica del ser de Dios que ha sido ‘un componente importante de la doctrina cristiana de Dios a lo largo de los siglos. La inmutabilidad se refiere a la ausencia de cambio en Dios. La Biblia declara directamente que Dios no cambia (Mal. 3:6; Sant. 1:17). Desafortunadamente, sin embargo, la teologia tradicional identific6 inmutabilidad con impasibilidad. Tal identificacién obede- ce ala comprensién atemporal de eternidad (ver III. A). Cuando la inmutabilidad se entiende como impasibilidad, se dice que Dios posee una vida estatica en la que estén totalmente excluidos relaciones, emociones, experiencias nuevas y cambios en su vida inte- rior, para que no se manche la perfeccién de Dios. En otras palabras, la inmutabilidad describirfa la vida de Dios como desvinculada de las experiencias y la historia humana. Tal con- cepcién dificilmente tenga algiin lugar para una comprensién hist6- rica del gran conflicto entre Dios y Satands (ver Gran Conflicto II-V), © para una verdadera encamacién hist6rica de Jesucristo (ver Cristo 1.A. 2), Al ensefar esto la teologia clasica ha seguido la filosofia grie- ga en un olvido total del concepto biblico de inmutabilidad. Por otra parte, aunque la Biblia no tenga una palabra especifica para expresar el concepto de “inmutabilidad”, afirma claramente que en Dios “no hay mudanza, ni sombra de variacién” (Sant. 1:17). La comprensién biblica de la eternidad de Dios (ver Il. A) admite una 31 52 compatibilidad definida entre la perfeccién de Dios y una concepcién de su vida que incluye cambios dinémicos como, por ejemplo, una novedad real ([sa. 43:19; Jer. 31:31; Apoc. 21:5), emociones (Exo. 34:14; Niim. 11:33; Deut. 4:24; 6:15), relaciones (Lev. 26:12; Zac. 13:9; Apoc. 21:3), ¢ incluso el arrepentimiento de Dios (Exo. 32:14; Jer. 18:8; 42:10). Parece claro que la inmutabilidad del Dios biblico, que es capaz de cambiar su decisién de destruir a Ninive (Jon. 3:4) a causa de la res- puesta positiva de los ninivitas a la predicacién de Jonas (vers. 10), no puede entenderse como impasibilidad. Sin embargo, el cambio de opinion de Dios, descrito como su arrepentimiento, no implica un cambio en su propésito divino hacia los seres humanos, sino més bien una adaptacidn al cambio de opinién y de propésito de los seres humanos. Ademés, la Biblia no concibe el cambio divino en la vida dindmica de Dios, en relacién con la constitucién de su ser. En otras palabras, la realidad de Dios no varia, ni cambia desde un ser menos perfecto a uno mas perfecto. Dios siempre es el mismo (Sal. 102:26, 27; Heb. 13:8). De acuerdo con la doctrina biblica de Dios, el movimiento y cam- bio en la vida divina, que de acuerdo con la teologia clasica son impo- sibles, desempefian un papel muy importante en la naturaleza perfec- ta de la vida y actividad divinas. Ademés, la encarnacién supone que Dios tiene la facultad no s6lo de relacionarse y vivir dentro de los limi- tes del tiempo creado, sino también de experimentar personalmente hechos histéricos nuevos y reales. La encarnacién implica un movi- miento histérico real dentro de la misma vida divina de Dios sin requerir cambio 0 desarrollo en la estructura del ser divino (Fil. 26-8). La inmutabilidad de Dios, dentro de este contexto, se muestra con- sistentemente a través de la Biblia como su “fidelidad”, o constancia, en sus actos histéricos. Dios es capaz de hacer cosas en la historia y de cambiar su opinién (Jer. 18:8; 42:10; Jon. 3:9, 10) sin violar la per- feccién de su ser o sin experimentar un proceso de desarrollo interior desde un nivel inferior de su ser a otro superior. Al mismo tiempo, su eterna fidelidad (Sal. 100:5; 117:2) garantiza que nunca cambiard su opinion sino mas bien cumpliré siempre sus planes (Isa. 25:1), jura- mentos (Heb. 7:21), y promesas de recompensa (Isa. 61:8) y proteccién (Gal. 91:14), o de castigo (Sal. 119:75) en relacién con las decisiones humanas. La fidelidad histérica, por lo tanto, es una caracteristica di- vina que distingue a Dios de los seres humanos (Ntim. 23:19; 1 Sam. 15:29). La inmutabilidad de Dios —entendida, no como una impasi- bilidad sino como la eterna identidad del ser de Dios consigo mismo y la fidelidad, constancia y coherencia histéricas de su relacién, pro- pésitos y acciones hacia nosotros— es la presuposiciGn necesaria para ideas teol6gicas como tipologia, encarnacién, cruz y el gran conflicto entre Dios y Satands segiin se presentan en toda la Biblia. C. Amor e ira La predestinacién (IV. B), la creacién (IV. C), la revelacién general (L.B), la presencia histérica (IV. D) y la providencia (IV. F) revelan de diversas maneras a Dios como un ser relacional cuya esencia es el amor (1 Juan 4:8). Precisamente a causa de esto, su ira es ajena a su naturaleza (Isa. 28:21). Para entender debidamente los conceptos bi- blicos de amor e ira divinos, es necesario reconocer que ambos perte- necen a Dios sin contradiccién. Cuado Dios revelé su gloria a Moisés, explicé que él es un “Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil genera- ciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelién y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta gene- racién” (Exo. 34:6, 7 NVI). 1. El amor de Dios Las Escrituras declaran que “Dios es amor” (1 Juan 4:8, 16). Re- velan a un “Dios de amor” (2 Cor. 13:11) y el “amor de Dios” (2 Cor. 13:14; of. Efe. 2:4) hacia su creaci6n. El Padre (1 Juan 3:1), el Hijo (Efe. 3:19) y el Espiritu Santo (Rom. 15:30) se empefan en expresar su amante naturaleza interior no s6lo en los actos de crear el universo y tener comunién con él, sino mas notablemente al idear e implemen- tar un plan de salvacin asombrosamente sabio y complejo. La defi- nicién del amor de Dios no puede derivarse analégicamente de con- cepciones o experiencias humanas. El significado del amor s6lo pue- de ser definido por Dios a través de un acto de revelaci6n directa. El amor es una realidad relacional. Juan descubre claramente la natura- 383 leza relacional del amor cuando observa que “hemos conocido y cref- do el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4:16). Sin embargo, hay més en el amor divino de lo que podria suge- rir su estructura de relacién. El amor divino se explica claramente cuando, de acuerdo con la predestinacién eterna de Dios, “se mani- festaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador” (Tito 3:4 NVI) y el Padre y Jesucristo nos dieron “consolacién eterna y buena esperanza por gracia” (2 Tes. 2:16). El amor de Dios recibe su mani: festacién mas asombrosa e inesperada en la vida y muerte de Jesucristo (Rom, 8:39; 1 Juan 4:10; Rom. 5:8). El amor de Dios no s6lo esté en la base de la creacién (IV. C) sino también de la salvaci6n. La encarnacién y la cruz de Cristo revelan en verdad que el amor divi- no es un acto de abnegacién por causa y en beneficio de otros, aun del humilde, el despreciado, el indigno. La Escritura describe la esencia del amor divino cuando el Padre da al Hijo (Juan 3:16; Rom. 8:32; of. 2 Cor. 5:21) y, simulténeamente, el Hijo se da a si mismo (Gal. 2:20; Efe. 5:2; Heb. 9:14). Pablo explica el cardcter abnegado del amor del Hijo por el mundo sefialando que Cristo Jestis “no estimé el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojé a si mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condicién de hombre, se humillé a si mismo, hacién- dose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:6-8). Sobre esta base, no sorprende ofr a Pablo afirmar que el amor de Cristo “excede a todo conocimiento” (Efe. 3:19). Se desprende de esto que el amor divino es la fuente (1 Juan 4:7) y modelo (1 Cor. 13) del amor humano. 2. La ira de Dios Que el Dios biblico experimente y exprese su ira hacia los peca- dores, destruyéndolos mediante el fuego eterno parece ser ajeno a su naturaleza (Isa. 28:21). Sin embargo, el concepto biblico de la ira de Dios no es contradictorio a, ni incompatible con, su naturaleza aman- te. Debido a que Dios es amor, su propésito es salvar a todos los seres humanos. Pablo formul6 este hecho basico de la teologia cristiana en una declaracién concisa: “No nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvaci6n por medio de nuestro Seftor Jesucristo” (1 Tes. 5:9). La respuesta de Dios al pecado del hombre es el ofrecimiento de la salvacién en Jesucristo (Gén. 3:15). Si Dios es amor y su propésito explicit es salvar a los pecadores, surge la pregunta en cuanto a qué puede causar su ira. De acuerdo con la Escritura, la ira divina se pro- duce cuando el pecado persistente (Deut. 9:7; 2 Crén. 36:16; Jer. 7:20- 34; 32:31-33; Ose. 12:14; Rom. 2:5; Col. 3:5, 6) conduce a los seres hhumanos a un rechazo inalterable del amante ofrecimiento de salva- cién de Dios en Jesucristo (Juan 3:36; Heb. 6:4-6). Debido a que Dios es amor, no quiere “que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9; ver 1 Rey. 8:46-51). La ira de Dios puede ser evitada por el arrepentimiento (1 Rey. 8:46-51; Joel 2:12-14), la con- fesin (Dan. 9:16-19), la restituci6n (Lev. 5:16; Ntim. 5:7, 8) y la inter- cesién (Exo. 32:9-14), En sintesis, la ira de Dios puede ser desviada si los humanos acep- tan la voluntad de Dios (su ley) y el perdén, ofrecido gratuitamente a todos en Jesucristo. Sin embargo, al rechazar voluntaria y persisten- temente la voluntad de Dios y su don amante de salvacién en Je- sucristo, los pecadores se vuelven porfiados en su oposicién al Sefior, con lo cual se convierten en enemigos de la Deidad. Nahum explica que la ira de Dios es consumada en sus enemigos: "Dios es celoso y vengador. Es vengador y Seftor de la ira. Se venga de sus adversarios, y guarda el enojo para sus enemigos” (Nah. 1:2 NRV). Durante la his- toria de la salvacién, la ira de Dios se ha consumado s6lo ocasional y parcialmente (Lam. 2:1-3; of. Hech. 17:30). La ira de Dios tendré una consumacién escatol6gica en el tiltimo dia, cuando “todos los sober- bios y todos los que hacen maldad serén estopa; aquel dia que ven- dr los abrasard, ha dicho Jehova de los ejércitos, y no les dejaré ni raiz ni rama” (Mal. 4:1; of. Apoc. 14:10, 19; 19:15-21; ver Juicio IL. E.; IL. B.3). D. Trascendencia Trascendencia es otro concepto teol6gico que aparece en la Biblia sin una palabra especifica para expresarlo. Trascendencia basicamente sig- nifica “independencia de", y en el estudio de la naturaleza de Dios se refiere a su independencia respecto a sus relaciones con el universo. 58. El sentido en el cual Dios es diferente de la creacién se ha entendi- do tradicionalmente sobre la base de su eternidad atemporal e in- ‘mutabilidad impasible. En otras palabras, Dios es diferente de la crea- ci6n porque es atemporal y no hist6rico, mientras que la creacién es temporal e histérica. La teologia clasica, basada en esta premisa, en- cuentra una similitud bésica, o analogia, entre la realidad trascen- dente de Dios y la realidad creada. Tal similitud es el fundamento que permite a la raz6n humana hablar sobre Dios y elaborar una teologfa natural. Otros han sugerido que entre Dios y la creacién hay una dife- rencia absoluta y total designada como “trascendencia absoluta”. La trascendencia absoluta no reconoce similitud entre el ser eterno de Dios y su creacién histérica. La Biblia concibe a Dios como diferente del mundo, tanto en tér- minos de su realidad (Dios no es el mundo ni el mundo esta incluido en su ser) como en términos de su naturaleza. Es obvio, sin embargo, que cuando la diferencia se entiende como “trascendencia absoluta”, Dios llega a ser el grandioso forastero desconocido. Las consecuen- cias de los enfoques tradicional y moderno de la interpretaci6n de la trascendencia de Dios han sido, en ultima instancia, responsables del giro hacia concepciones panenteistas de la inmanencia de Dios en los Atiltimos tres siglos. De acuerdo con esta concepcién, Dios ya no es una persona independiente del mundo sino més bien el mundo mismo, con su profunda causa ontol6gica o poder para ser. Las Santas Escrituras presentan un cuadro diferente de la trascen- dencia de Dios. Desde el comienzo, la doctrina de la creacién arma el escenario tanto para Ja trascendencia como para la similitud entre Dios y su creacién. La creacién de Dios establece la independencia de la realidad de Dios con respecto a la realidad del universo (Gén. 1:1; Heb. 11:3) y, consecuentemente, la dependencia del universo respec- to a Dios (Isa. 42:5). De este modo la Escritura habla claramente de la trascendencia de Dios desde el punto de partida de su inmanencia en el Santuario. El relato de la ceremonia de dedicacién del templo de Salomén (2.Crén. 5-7) sefala la trascendencia del ser de Dios més alld del ambito de la creacién. Comenzando con la afirmacién de la inmanencia personal e histérica de Dios (IV. D), el relato identifica el lugar de la morada de : primero, la morada de su gloria personal en el San- tuario-templo terrenal (2 Cron. 5:13-6:2; 6:41; 7:1-3; cf. Exo. 40:34-38), y segundo, su morada celestial (2 Crén. 6:21, 25, 27, 30, 33, 39; cf. Heb. 8:1, 2; Apoc. 7:15). La morada celestial de Dios no es todavia el émbito de su trascendencia, puesto que el “cielo” es parte de su creacién. La morada de Dios en el cielo, entonces, debe entenderse como pertene- ciente a su inmanencia hist6rica, esto es, a su relacién con otras cria- turas no afectadas por el pecado. La demanda de dos moradas se debe, no a la trascendencia de Dios sino mas bien a la introduccién del pecado en la tierra y a la necesidad de la presencia personal de Dios con su pueblo. La dimensién de la trascendencia de Dios nuevamente se pone de relieve cuando Salomén pregunta: “jEs verdad que Dios habitard con el hombre en la tierra? He aqui, los cielos y los cielos de los cie- os no te pueden contener; zcudnto menos esta casa que he edifica- do?” (2 Cron. 6:18; 1 Rey. 8:27). Aqut se percibe y expresa el misterio de la realidad de Dios. Dios vive en la tierra, incluso en un templo, y en el cielo (inmanencia), sin embargo su ser sobrepasa completa- mente la creacién (trascendencia). Sélo cuando se revela el misterio del ser de Dios —como totalmente independiente y completamente por encima de sus criaturas, sin embargo al mismo tiempo capaz y dispuesto a entrar en una relaci6n intima en la cual mora con su crea- cién— somos capaces de reconocer y adorar a Dios en su majestad divina, Ningiin esfuerzo de la raz6n o de la imaginacién humana puede penetrar ms allé de la revelacién de Dios hasta su ser mismo. Sin embargo, la Biblia no adopta la idea de una trascendencia “abso- luta” que excluya similitudes entre Dios y la creacién. Por el contrario, de acuerdo con el relato biblico de la creacién, el hombre y la mujer son cteados “a imagen de Dios” (Gén. 1:27), lo que afirma claramente una similitud entre Dios y la humanidad. Con todo, la existencia de esa se~ ‘mejanza no justifica el uso especulativo de la sola raz6n para entender a Dios. Sélo Dios, que conoce perfectamente ambos lados de la analo- gia entre él mismo y la creacién, puede extraer analogias cognitivas 0 comparaciones sobre su propio ser en nuestro orden creado. Los seres humanos, que slo conocen su propio lado de la creacién, no pueden formular debidamente un cuadro analégico de la realidad de Dios. 37 Sobre esta base ninguna analogia extraida de la creacién puede servir de fundamento para atribuirle a Dios alguna forma fisica 0 conceptual. En otras palabras, la analogia que existe entre Dios y la creacién no fundamenta la posibilidad de desarrollar una teologia natural. No es de sorprenderse que el segundo mandamiento nos ins- truya a no hacer “ninguin idolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra” (Exo. 20:4 NVI). S6lo Dios puede usar una analogia para revelarse a si mismo sin acudir a especulaciones vanas. Algunas de las analogias que Dios usa se llaman antropomorfismos, esto es, atribuyen a Dios caracteristicas propias de los seres humanos. En los antropomorfismos biblicos, Dios revela qué es él y qué puede hacer en términos de realidades huma- nas. Por ejemplo, cuando Dios dice que tiene un brazo (Exo. 15:16; Sal. 89:13), no quiere decir que él tiene exacta o unfvocamente lo que nosotros lamamos un brazo. La expresi6n significa que la realidad de Dios es capaz de realizar todo lo que puede ser realizado por un brazo humano, e infinitamente més. No podemos concebir o imagi- nar la estructura verdadera de la realidad de Dios que le permite eje- cutar estos actos. Con todo, el lenguaje anal6gico nos revela aspectos del ser de Dios y capacidades divinas, mientras que al mismo tiempo resguarda el misterio de su naturaleza divina, Eles real en si mismo y tiene una forma, sin embargo esa realidad y forma divinas exceden completamente la realidad y capacidad de comprensién de las més encumbradas inteligencias creadas. Mas all de la revelacién de su ser, el silencio es y siempre sera elocuencia. Se da la revelacién cuando Dios mismo se relaciona directamente con nuestra historia humana. Desde el punto inicial de su revelaci6n, el misterio de su ser trascendente aparece como aquello que no puede ser comprendido por nuestra inteligencia limitada. La trascendencia de Dios se muestra en conexién con varios de sus atributos seguin estan revelados en la Biblia: por ejemplo, los atribu- tos de presciencia, omnisciencia y omnipotencia. Sin embargo, la tras- cendencia de Dios se revela en su nivel més profundo en la doctrina de la Trinidad. IV. ACTOS DIVINOS A. Presciencia El Dios eterno e inmutable de la Biblia es capaz de conocimiento (los. 22:22): “El Seftor es un Dios que todo lo sabe” (1 Sam. 2:3 NVI), Dios no sélo se conoce a si mismo sino que también conoce el uni- verso creado. El conocimiento que Dios tiene de s{ mismo se describe en claros términos trinitarios. Pablo declara que “nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espiritu de Dios” (1 Cor. 2:11 NVI). Cristo mismo observé que “nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (Mat. 11:27; of. Luc. 10:22). Este conocimiento pertenece a la naturaleza de Dios y se encuentra en la fuente misma de toda activi- dad divina, tanto en la creacién como en la redenci6n. El econo miento de Isaias de que el “entendimiento [del Seftor] es insondable” (Isa. 40:28 NRV) se aplica a este nivel del conocimiento divino. Puesto que este conocimiento pertenece a la esencia intima de la Deidad, los seres creados no pueden obtenerlo ahora, ni los redimidos tendrén acceso a él por toda la eternidad, De acuerdo con la Escritura, el conocimiento de Dios es perfecto (Job 37:16). Sin embargo, el conocimiento divino no debe identificar- se con la omnipotencia de Dios. Cuando la Escritura habla de conoci- miento divino, incluyendo la omnisciencia y la presciencia, la carac- teristica pasiva del conocimiento no es eliminada por la soberania de Dios. Si la receptividad es eliminada, también lo es el conocimiento. Cuando los autores biblicos describen a Dios como alguien que cono- ce el universo creado, se infiere que la capacidad divina es afectada por una realidad creada diferente de é1 mismo. Sin embargo, el cono- cimiento que Dios posee de la creacién sobrepasa el conocimiento hu- ‘mano, que s6lo puede lograr un conocimiento parcial y limitado de la realidad, mientras que Dios no experimenta ninguna limitacién 0 parcialidad. La caracteristica ilimitada del conocimiento de Dios se presenta en la Escritura como omnisciencia y presciencia. La omnis- ciencia se refiere al hecho de que Dios abarca todo en su conocimien- to; la presciencia se refiere a la capacidad de Dios de incluir en su omnisciencia no s6lo realidades pasadas y presentes sino también realidades futuras, aun las acciones libres de las personas. 59 El apéstol Juan proclama claramente la omnisciencia de Dios cuando declara en concreto que Dios “sabe todas las cosas” (1 Juan 3:20). Pablo articula el mismo concepto cuando explica que “nada creado esté oculto de la vista de Dios. Todas las cosas estan desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Heb. 4:13 NRV). La omnisciencia de Dios obviamente incluye el mundo (lob 38:33; Gén. 1:31) y los seres humanos y sus acciones libres (Sal 44:21; 139:1-5; Mat. 6:8, 32; Luc. 16:15; Hech. 15:8). Pedro y Pablo afirmaron claramente la presciencia de Dios (Hech. 2:23; Rom. 8:29; 11:2). Mucho antes, Dios mismo, a través de los escri- tos del profeta Isaias, revel6 explicitamente el significado teologico de la presciencia cuando proclamé: “Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mi, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigtiedad lo que atin no era hecho” (Isa. 46:9, 10; of. 41:21- 24; 44:6-8). La presciencia, entonces, es la afirmacién de que la omnis- ciencia de Dios incluye no sélo realidades pasadas y presentes sino también futuras. En la Escritura, por otra parte, la presciencia se refie- re principalmente a eventos hist6ricos futuros realizados por Dios (Hech. 15:16-18; Rom. 8:29, 30), por seres humanos (Sal. 139:16), por ambos (Hech 2:23). La Escritura ensefia que Dios sabe y que su conocimiento incluye todo, aun decisiones libres de seres humanos que todavia no existen. La manera en que él sabe, sin embargo, pertenece al nivel oculto de la naturaleza divina. La afirmacién de la presciencia de Dios no es con- tradictoria ni légicamente incompatible con el libre albedrio humano. Aquellos que perciben una contradiccién insuperable suponen impli- citamente que la manera de conocer de Dios funciona exactamente como lo hace nuestra limitada manera humana de conocer. Si se con- sidera seriamente la presciencia divina, como la Escritura la presenta, resulta obvio que el conocimiento de Dios funciona en maneras que no podemos explicar por analogia o imaginacién. Esto nos lleva nue- vamente al misterio de Dios. No debiera olvidarse la reaccién de David al comprender la om- nisciencia de Dios. Después de describir el conocimiento omniabar- cante de Dios, simplemente concluy6: "Tal conocimiento es demasia- do maravilloso para mi; alto es, no lo puedo comprender” (Sal. 139:6). La naturaleza de Dios como misterio (ver Il. B) también esta presente cuando tratamos con su omnisciencia y presciencia. Por un lado, a través del aspecto revelado del misterio, somos capaces de captar el hecho de la omnisciencia y la presciencia de Dios. Por otra parte, debido al aspecto encubierto de la naturaleza divina, es imposible para los seres humanos comprender la manera en que Dios es capaz de realizar sus actividades cognitivas dentro del ambito de la omnis- ciencia y la presciencia. Por esta razén no es posible desarrollar una interpretacién teolégica de la capacidad cognitiva de Dios. Por lo tanto, la revelacién de la omnisciencia y la presciencia de Dios no provee un punto de partida para una teologia del conoci- miento divino. Por el contrario, muestra que ninguna mente humana puede entender la manera en que Dios conoce. Cualquier intento de interpretar la estructura de la cognicién divina aparte de la informa- cién revelada no s6lo es no biblica sino que es el producto de la ima- ginacién humana. Otro propésito para la revelaci6n de la omniscien- cia y presciencia divinas, como se ve en la Biblia, es proporcionarnos el marco necesario para una comprensién clara de actividades reden- toras como la predestinacién (Rom. 8:29), la eleccién (Rom. 11:28) y la cruz (Hech. 2:23). B. Predestinacién La omnisciencia y la presciencia se refieren a la actividad cogniti- va de Dios respecto al mundo en general y a las acciones humanas libres en particular. Dentro de este contexto general, la predestinacién se refiere a la actividad volitiva de Dios (Efe. 1:5, 9, 11) al decidir la estructura y los componentes bésicos requeridos para lograr la reden- cin de la humanidad (1 Cor. 2:7). En un sentido general cualquier decisién divina que determina la naturaleza y la estructura de la rea- lidad creada puede considerarse como perteneciente a la predestina- cién. De este modo, la creacién del mundo es la actualizacién del anteproyecto de Dios para la naturaleza. En sentido bfblico, la pre~ destinacién se refiere especificamente al plan divino de salvaci6n. Ast como la creaci6n fue la actualizacién del anteproyecto de Dios para las realidades creadas, la predestinacién fue su plan para la salvacion de los pecadores. 6 La Escritura se refiere al anteproyecto divino para la salvacién de la humanidad con palabras como “propésito” (prothesis, un “plan tra- zado con anticipacién” [Rom. 8:28; 9:11; Efe. 1:11; 3:11; 2 Tim. 1:9), “misterio” (Efe. 3:9), y “sabiduria escondida de Dios” (1 Cor. 2:7 NRV). La palabra “predestinaci6n”, que aparece en la Biblia como el verbo provriz6 ("decidir de antemano”), también la utilizan los escri- tores biblicos para referirse a la decisién previa y eterna de Dios res- pecto a su plan de salvacién (Hech. 4:28; Rom. 8:29, 30; 1 Cor. 2:7; Efe. 15, 11). Dios concibié y determiné el plan de salvacién “antes de la funda- cién del mundo” (Efe. 1:4; 1 Ped. 1:20), antes de la existencia de “los siglos” (1 Cor. 2:7), “desde el principio” (2 Tes. 2:13; of. Juan 1:1), Esta es la razén para el prefijo pre en “predestinacién”. Antes de la caida (Gén. 3), antes de la creacién del mundo (Gén. 1; 2), aun antes de las edades del tiempo creado, en la eternidad, Dios ideo y decidié en si mismo la estructura del plan para la salvacién de la humanidad (Efe. 1:9; ver El gran conflicto I. A. 1-5). La predestinacién de Dios no determina la salvacién 0 condena- cin eterna de los seres humanos, como algunos quisieran hacernos creer. La enseftanza biblica no identifica predestinaci6n con prescien- cia, por eso se dice que Dios predestina todo lo que conoce de ante- mano. Es verdad que la idea biblica de presciencia incluye el conoci- miento de Dios de nuestro destino eterno. Sin embargo, la Escritura niega en dos relatos la pretensién de que Dios predetermina los des- tinos humanos. Primero, Pablo diferencia claramente entre conoci- miento previo y predestinacién (Rom. 8:29). Por esto no debieran con- fundirse las dos nociones. Segundo, de acuerdo con la Escritura, la salvacién de los seres humanos implica no sélo el plan de predesti- nacién y las obras de salvacién de Dios sino también la libre respues- ta de fe al llamado e incitacién del Espiritu Santo. El papel del libre albedrio en la determinacién de nuestro destino eterno esta presente implicitamente en la ensejtanza del juicio final incluido en la predes- tinacién divina (Hech. 17:31), la cual vincula, entre otras cosas, la encarnacién y muerte de Jesucristo, la libre respuesta humana al Ila- mado a aceptar todas las provisiones del plan de Dios, y el juicio que Dios hace de nuestra respuesta. C. Creacién En el contexto general de la omnisciencia, la presciencia, la pre- destinacién y la elecci6n divinas, la creaci6n de Dios se refiere a su ac- tividad concreta que generé la existencia de una nueva realidad dife- rente de él mismo, a saber, el universo. La creacién, entonces, por un lado hace real el anteproyecto te6rico de Dios para el mundo (ver Prov. 8:22-31; of Jer. 10:12), y por el otro, hace posible la historia y necesaria la providencia divina (ver IV. E). Desde el comienzo (Gén. 1; 2) hasta el fin (Apoc. 14:7) la Escritura ensefia que Dios es el Creador de los cielos y la tierra. Se nos dice que “por la palabra del Seftor fueron creados los cielos, y por el soplo de su boca, las estrellas” (Sal. 33:6 NVI). El universo lleg6 a existir por la orden directa del Seftor (Sal. 148:5, 6; Heb. 3:4). La Escritura presenta especificamente a la Deidad —Padre, Hijo y Espiritu Santo— unidos en la empresa de realizar el acto de la creacién (1 Cor. 8:6; Heb. 1:2; Isa, 37:16; Juan 1:3; Gén. 1:2; Job 33:4) La creacién depende totalmente de la sabiduria y la actividad de Dios. En otras palabras, de acuerdo con la Escritura, la creacién no requiere ni supone la existencia de ningtin principio fuera de Dios, como ser la materia o la energfa fisica. Pablo explica que Dios “llama las cosas que no son como si ya existieran” (Rom. 4:17 NVI); en una manera més explicita y técnica él hace claro el hecho de “que el uni- verso [ha sido constituido] por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veia” (Heb. 11:3). No debe enten- derse la creacién en analogia con la creatividad humana, porque la creatividad humana es el proceso de ordenar una realidad material preexistente. La concepcién biblica, de que la creacién de Dios depen- de totalmente de su poder (Jer. 10:12) y no requiere materia indepen- diente preexistente o una extensién de su propio ser, se capta debida- mente en la tradicional expresién latina ex nihilo (de la nada). En con- secuencia, nociones como el dualismo plat6nico, el emanacionismo neoplaténico, el panteismo, el panentefsmo y el evolucionismo moderno no encuentran apoyo en el relato biblico de los origenes de la realidad. Debido a que la naturaleza eterna (ver Ill. A), inmutable (ver III. B) de Dios no es atemporal sino mas bien compatible con el tiempo 8 creado como lo conocemos, Génesis 1 y 2 describen el proceso hist6- rico de siete dias literales dentro de los cuales Dios, por una serie de actos creativos sucesivos y complementarios, trajo nuestro mundo a Ja existencia, El climax de la obra de Dios de crear el mundo ocurri6 en el séptimo dia (Gén. 2:2; of. Mar. 2:27). El descanso de Dios de la tarea de crear la realidad fisica de los cielos y la tierra permite que se cumpla el propésito de la creacién: la comunién personal directa de Dios con los seres humanos (ver IV. D). En un sentido muy real puede afirmarse que dicha comunién es constitutiva del ser de la humani- dad. La creacién trajo al mundo a la existencia de la no existencia. El mundo es el “otro” diferente de Dios, una realidad separada de Dios. Esto implica que Dios no es la suma total de la realidad, La idea de la creacién como lo “otro” diferente de Dios contradice explicitamente el argumento pantefsta-panentefsta de que debido a que Dios debe concebirse como “infinito” e ilimitado, entonces no puede haber “otro” fuera de él. En el sentido biblico, la creaci6n, como la manifes- tacién de la sabiduria y el amor de Dios, muestra claramente el amor de Dios por la creacién al permitir “otro” en contraste con él. En sen- tido relacional, la creacién de Dios lo limita a fin de conceder “espa- cio” para la criatura. En su ser eterno, sin embargo, Dios no esta limi- tado por el espacio y el tiempo como lo estén las criaturas. De este modo, la creacién llega a ser la condici6n necesaria para la relacién de Dios con las criaturas y, por lo tanto, la condicién necesaria para la historia, El alcance de la obra divina de la creacién es universal e incluye todo lo que esté en el universo fuera de Dios (Gén. 1:1; Isa. 40:26; Juan 1:1-3; Col. 1:16; Apoc. 4:11; 10:6). La creacién, como una obra disefia- da y ejecutada por Dios, no debe concebirse como inherentemente maligna o como un paso que Dios decidié dar para alcanzar un obje- tivo ulterior. El relato bfblico de la creacién expresa claramente que “vio Dios todo lo que habia hecho, y he aqui que era bueno en gran manera” (Gén. 1:31). El poder divino involucrado en la creaci6n con- tinué obrando después de la semana de la creacién. La creacién del mundo fisico qued6 terminada en seis dias. Sin embargo, ni siquiera la realidad fisica del mundo puede existir sin la incesante obra de pre- servaci6n de Dios, la cual se efectiia constantemente por su poder. Esdras enuncié esta idea basica: “Tt solo eres Jehova; ti hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que esté en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tit vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran” (Neh. 9:6). Pablo lo expresé brevemente: “El [Cristo] es antes de todas las cosas, :17; of. Heb. 1:3; ver Creacién y todas las cosas en él subsisten” (Col. 1. A,B; IL. ©). Después de la entrada del pecado, se revel6 otra dimensién del poder creativo de Dios en la obra de transformar a los pecadores y restaurarlos a la imagen de Dios en la cual fueron creados (2 Cor. 5:17; Gl. 6:15; Efe. 4:24). La obra de la redencién requiere el poder creati- vo de Dios a fin de traer la salvaci6n a la existencia, no s6lo ex nihilo sino de lo que explicitamente se opone a la voluntad y el poder de Dios. El poder creativo de Dios en la salvacién no se conduce de la misma manera en que obré su poder en la creaci6n original del mun- do fisico. Tal identificacién excluirfa dos ideas biblicas relacionadas: la concepcién histérica del gobierno divino de los asuntos humanos (ver IV. E) y el libre albedrio del individuo respecto al proceso de sal- vaci6n (ver IV. A). No seguir la comprensién biblica del gobierno de Dios y el libre albedrio humano causaria necesariamente distorsién en la interpretaci6n de las doctrinas de la justificacién y la santifica- cién. La historia del mundo y Ia salvacién no slo comienza y contintia sobre la base de la creacién de Dios, sino también concluye con la creacién de Dios de “nuevos cielos y nueva tierra” (Isa. 65:17; cf Apoc. 21:1-5). D. Presencia histérica La Biblia concibe la presencia de Dios en el mundo como su mora- da histérica con su pueblo. Isafas hizo notar que el Seilor no sélo habi- ta “en la altura y ta santidad” sino también “con el quebrantado y humilde de espiritu” (Isa. 57:15). La presencia hist6rica de Dios de la cual habla la Biblia se convierte en “inmanencia” divina en teologia. La palabra “inmanente” significa basicamente algo que es inherente, que reside en, o que existe dentro de algtin otro sujeto o sustancia. Afirmar la 6 inmanencia de Dios, entonces, significa creer que de algun modo Dios existe dentro del mundo. Algunos han interpretado la inmanen- cia de Dios en el mundo como “panteismo”, lo cual significa que todo 8 Dios, 0 como el panentefsmo segtin el cual todo esta “en” Dios. Tanto el pantefsmo como el panentefsmo pasan por alto la doctrina biblica de la creacién, que establece una diferencia total entre el ser de Dios y la realidad de su creacién. Generalmente, la ensefianza cristia- na acerca de la inmanencia de Dios se entiende como que Dios mismo esta presente dentro de la naturaleza. De acuerdo con la Biblia, Dios se relaciona con el mundo de dife- rentes maneras. Por ejemplo, por su sabiduria y poder Dios es el Creador (Gén. 1:1-2:25; Apoc. 14:7) y sustentador (Hech. 17:25; Heb. 1:3) de la naturaleza y de los seres humanos, haciendo asi posible la historia humana. En este contexto, “en él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hech. 17:28). Pero las obras de la creacion y de la sustenta- cién de la creacién son obras del poder extraordinariamente grande de Dios, el cual no debe confundirse con su presencia personal resi- dente en el mundo, que es el concepto biblico de inmanencia. La crea- cidn y la sustentacién constituyen tinicamente las condiciones que ha- cen posible la inmanencia de Dios. La residencia hist6rica de Dios apunta a su relaci6n con el mundo como algo diferente a él. En tres hechos hist6ricos de importancia decisiva registrados en la Escritura, se manifiesta la estructura de la inmanencia de Dios bajo la categoria de comunién, en el sentido concreto de “habitar con”. Esos tres acontecimientos son: el primer sbado al fin de la semana de la creacién (Gén. 2:1-3), el Santuario (Exo. 25:8) y la encarnacién del Hijo eterno (Juan 1:14). En cada hecho se mantiene la misma es- tructura relacional. El concepto biblico de Dios lo muestra entrando en relacién con el mundo por él creado y que él sostiene continua- mente, no como una fuerza oculta en las profundidades de la natu- raleza, sino mas bien como una Persona que se relaciona con los seres humanos al habitar con ellos a lo largo y dentro del flujo de la historia humana. Cuando la inmanencia de Dios se entiende como “habitar con” —como se ve en el sdbado, el Santuario y la encarnacién—, resulta claro el significado de la relacién “en Cristo” (Rom. 8:1; Fil. 4:7; 2 Tim. 3:12; File. 6) 0 “Cristo en vosotros” (Rom. 8:10; Efe. 3:17; Col. 1:27). En ambos aspectos, la relacién equivale a la morada interior del Espiritu Santo (1 Cor. 6:19; 2 Tim. 1:14; Heb. 6:4). En otras pala- bras, el concepto biblico de lo que la teologia tradicional lama inmanencia de Dios no se refiere a su ser y poder sino a su persona y amor. La comprensién biblica de la inmanencia de Dios como el hecho de “habitar con” su pueblo es de suprema importancia para una comprensién correcta de los actos de Dios y su desarrollo en el gran conflicto entre Cristo y Satands, desde la rebelién de Lucifer contra Dios y su ley en el cielo (Apoc. 12:7, 8) hasta la restauracién escatolégica (Apoc. 21:1-4). La Escritura entiende la inmanencia de Dios como su presencia hist6rica con la naturaleza (Sal. 68:8; 114:7, los creyentes (Sal. 16:11), los incrédulos (Gén. 4:16; Apoc. 14:10), los angeles en el cielo (Luc. 1:19), Israel (xo. 33:13-23) y la iglesia (Mat. 28:20). Ademés, la Biblia describe la presencia hist6rica, personal, de Dios como omnipresente y que penetra todas las cosas (Jer. 23:23, 24; Sal. 139:7-12). El Dios biblico puede relacionarse con el espacio en una manera que es impo- sible para los seres humanos limitados. La presencia hist6rica, perso- nal, directa de Dios es real y simulténea en todos los lugares de su vasto universo. Esta capacidad del ser de Dios se conoce en lenguaje teol6gico como omnipresencia de Dios. ‘Tradicionalmente, la teologia cristiana se ha ocupado de la com- prensi6n de la inmanencia de Dios s6lo después que el concepto de la trascendencia de Dios (ver III. D) se ha determinado sobre la base de la interpretacién atemporal de su eternidad (ver IIT. A) e inmutabili- dad (ver III. B). Esta posicién, que no tiene espacio para el concepto biblico de la presencia hist6rica de Dios, debe presentar més argu- mentos para evitar que se la considere partidaria del pantefsmo 0 el panenteismo. La Biblia sigue el camino opuesto: dentro del contexto provisto por una interpretaci6n hist6rica de la eternidad y la inmuta- ble fidelidad de las acciones de Dios en la historia, el Sefior se revela a si mismo primeramente a través de su presencia hist6rica cuando “habita con” su pueblo. Incluso la idea de trascendencia se considera desde el punto de partida provisto por la comprensién hist6rica de la presencia de Dios. 67

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