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En fecha: 05/06/2017 15:48:34 2017 / +0000 GMT
Autor: Juan Pablo Espinosa Arce
Cuando hay espiritualidad hay presencia de la fuerza volcnica del Espritu (Vctor Codina), de la ruah que va, corre, salta, quiebra
esquemas, recrea el mundo, le da aliento de vida a Adn, es enviada por Cristo en la resurreccin y enva a los discpulos luego de la
Ascensin de Jess. Asumir el desafo de la espiritualidad con la niez y la juventud supone reconocer que el Espritu de Jess est
creando algo nuevo. Hay una invitacin a practicar espacios de ternura, de preocupacin y transformacin desde los nios y jvenes
y con los nios y jvenes. Es importante vivir estos espacios de convivialidad, ya que nuestras parroquias no son vistas precisamente
como un lugar seguro. Los escndalos nos han remecidos, pero justamente esa crisis es oportunidad de cambio. Hemos de crear la
conciencia real, no ilusoria, de que cuando los nios y los jvenes, y todos los que llegan a nuestra parroquia se sentirn ?como en
casa?. Hemos de demostrar con palabras pero ms con hechos que nuestras catequesis son espacios de aprendizaje significativo de
Dios a partir de la recuperacin de las experiencias previas de lo religioso. Ese es un buen aspecto para reconocer la ternura y la
habitabilidad de nuestras comunidades.
Resumiendo: Los nios y jvenes constituyen el modelo de una sociedad igualitaria, fraterna y comunitaria. Los catequistas hemos
de asumir esas lgicas de integridad e integracin y desde ellas lograr aprendizajes significativos en materia de fe (enunciados
teolgicos) pero sobre todo un encuentro transformador con Cristo. Dicho encuentro provoca la construccin de espacios
catequticos de ternura y de libertad. La lgica de la Encarnacin (carcter cristocntrico de nuestra fe) apuesta por la renovacin del
tiempo y de nuestras prcticas pastorales desde abajo y desde adentro.
Referencias