secara en un horizontal amor al prjimo. Sacerdotes que se
perdieron en el anonimato de lo "humano" 1. Hablar de crisis de identidad sacerdotal era ya un tpico. En realidad siempre ha habido y siempre habr cierta in- satisfaccin al tratar de responder la pregunta sobre la identidad del sacerdote; la incertidumbre que se experimenta ante el misterio.
Cuando el sacerdote, temblorosa el alma a la vista de su
indignidad y de lo sublime de su ministerio, ha puesto sobre nuestra cabeza sus manos consagradas; cuando confundido de verse hecho dispensador de la sangre del Testamento, asombrado en cada ocasin como la primera vez, de que las palabras de sus labios infundan la vida, ha absuelto a un pecador siendo pecador l mismo, nos levantamos de sus pies bien seguros ... Hemos estado a los pies de un hombre, pero que haca las veces de Cristo 2.
Las palabras de Manzoni confiesan un misterio que funde la
bajeza de la tierra y la altura del cielo en la realidad de un hombre: el sacerdote catlico. Hombre, s; pero tambin presencia de Dios Redentor en medio de nuestras calles y de nuestras vidas. No obstante, es necesario hacer un esfuerzo por penetrar en ese misterio. El autor de la epstola a los Hebreos nos traza una buena pista al presentar la figura del sumo sacerdote que culmina en Jesucristo: Porque todo Sumo Sacerdote es to- mado de entre los hombres y est puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados (Hb 5,1). Ante todo, pues, veremos que el sacerdote es tomado. O, dicho de otro modo, es llamado. No se llama l a s mismo, no inventa l su camino. Su identidad y misin nacen de una vocacin.
1 ef. H.U. VON BALTHASAR, El sacerdote que yo busco, in Eeclesia, 1 (1987),
16. 12. 2 A. MANZON!, Observaciones sobre la moral catlica, e.XVIII, in Tutte le Opere, Vol II (a eura di Mario Martelli), Firenze, 1973, p. 1430.