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Trabajo Monográfico sobre la Predestinación parte 2

Autor: Paulo Arieu

Instituto biblico Jorge Muller


Definición:
predestinación (gr. proorizo), significa planer un destino,fijar un objetivo de
antemano para aquellos que han sido escogidos. Ro. 8:29 "A los que
antes (de antemano) conoció (escogió) , también los predestinó (les
marcó un destino u objetivo determinado) para que fuesen hechos
conformes a la imagen Su Hijo (este es el destino u objetivo)
Las escrituras presentan al menos 3 objetivos en esta acción de Dios
de predestinar a los creyentes

1. Para ser adoptados hijos suyos (Ef. 1:5)


2. Para ser para alabanza de su gloria (Ef. 1:11)
3. Para ser hechos conformes a la imagen de Cristo (Ro. 8:28-29)

Ilustración

Charles Colson,cita un relato en un campo de concentración Nazi en Hungría


durante la segunda guerra mundial, los prisioneros fueron obligados a
realizar trabajos nauseabundos en una planta de residuos cloacales. Pero
era trabajo; y algo se hacía. Cuando un día la planta fue destruida por los
bombarderos aliados. Así que los oficiales Nazi ordenaron que los prisioneros
apalearan arena en carretillas y la llevaran al otro lado de la planta y ahí la
botaran. Al día siguiente les ordenaron que volvieran a apalear la arena en
las carretillas y la trajeran donde la habían encontrado el día anterior. Y así
pasan los días.
Finalmente un anciano rompió a llorar incontrolablemente; los guardias lo
sacaron. Otro gritó hasta que a golpes lo silenciaron. En ese momento un
joven, sobreviviente tres años en el campamento, se alejó corriendo del
grupo. Mientras corría hacia la valla eléctrica los guardias le llamaban a
voces que se detuviera. Los demás prisioneros gritaron, pero fue demasiado
tarde; se vio una luz enceguecedora y se escuchó un ruido crepitante
mientras el humo emergía de su piel calcinada. En los días subsiguientes,
decenas de prisioneros enloquecieron y huyeron de su trabajo sólo para ser
alcanzados por las balas de los guardias o electrocutados por la valla. [0]

A que extremos de impiedad puede llegar el ser humano sin Dios. Fuimos
creados para ser sustentados por un futuro con propósito. Fuimos creados
para vivir con la seguridad de un destino con sentido.
San Agustin de Hipona escribió que

Lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del
mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo
menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin
de que nadie se jacte en su presencia. Donde claramente aparece la
intención del Apóstol contra la humana soberbia, a fin de que nadie se gloríe
en el hombre ni, por ende, en sí mismo. El Apóstol no pretende otra cosa
sino que se humille el hombre y sea glorificado Dios solamente. Así que,
ninguno se gloríe en los hombres. Ya antes había dicho: El que se gloría,
gloríese en el Señor. ¿Acaso, pregunto, pretende el Apóstol otra cosa sino
que quien se gloría, se gloríe en el Señor? Mas nada tan opuesto a este
propósito como el gloriarse alguno de sus méritos, como si se los hubiera
granjeado él a sí mismo y no la gracia de Dios; aquella gracia—digo—por la
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que los buenos aventajan a los malos, no la gracia natural, que es común a
buenos y malos. por tanto, a la esfera de la fe, que reside en la voluntad,
corresponde también lo que dice el Apóstol: Porque ¿quién te distingue? ¿o
qué tienes que no hayas recibido? [1]

Que extraño destino el de estos inocentes judíos que murieron tan


terriblemente en los campos de concentración aleman durante la 2 guerra
mundial. Uso la palabra destino simplemente para conectar este tremendo
clamor del corazón humano con la palabra predestinación en el texto Ef.
1:5.

o “nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante


Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad.”

Predestinación calvinista:

Juan Calvino escribe:


“De la voluntad de Dios depende el que a unos les sea ofrecida
gratuitamente la salvación, y que a otros se les niegue” (p. 723 n. 1)..

Veamos la definición textual que da Calvino de “predestinación”.

Llamamos predestinados al eterno decreto de Dios, por el que ha


determinado lo que quiere hacer de cada uno de los hombres. Porque Él no
crea a todos con la misma condición, sino que ordena a unos para la vida
eterna, y a otros para la condenación perpetua. Por tanto, según el fin para
el cual el hombre es creado, decimos que está predestinado a vida o a
muerte (...) Pues bien, Dios ha dado testimonio de esta predestinación, no
solamente respecto a cada persona particular, sino también a toda la raza
de Abraham (...)” (p. 728-729).

Pone luego dos ejemplos, dice que Dios

a.“la tienda de José rechazó, y no escogió la tribu de Efraím, sino que


escogió la tribu de Judá” (Sal. 78, 67-68).

b. Y pone el ejemplo de Esaú, aborrecido por Dios, y Jacob, amado, en p.


731 (cfr. Malaquías, 1,2-3).

Calvino enfatiza que

“Dios ha designado de una vez para siempre en su eterno e inmutable


consejo, a aquellos que quiere que se salven, y también a aquellos que
quiere que se condenen (...) la entrada de la vida está cerrada para todos
aquellos que Él quiso entregar a la condenación; y que esto se hace por su
secreto e incomprensible juicio, el cual, sin embargo, es justo e
irreprochable”.[2]

Había dicho que el mérito no contaba, en pág. 735 habla de los buenos
méritos. En apariencia, se contradice a sí mismo.Pero debemos ver el
contexto para poder discernir si se habla de méritos para Salvación -lo cual
ya ha quedado claro que no es así, o de méritos por las buenas obras que
Dios ha dispuesto pues el Señor recompensará a cada uno en la medida del
empleo de la Gracia recibida.
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El punto central de la doctrina calvinista fue el dogma de la predestinación,


como antítesis del dogma de la salvación por las obras, sustentada por la
Iglesia Católica.

Luego expone sus 11 puntos sobre la predestinación (cfr. pp. 733-746). En


el número 11 dice:

“Esaú sin haber cometido ofensa alguna, es rechazado por Dios” (Ro. 9:13
dice: He amado a Jacob más que a Esaú).

Escribe Calvino:

“De donde concluye que el fundamento de la predestinación no consiste en


las obras (...). Dios suscita a los réprobos para exaltar en ellos Su gloria
(...). Dios tiene misericordia de quien quiere, y endurece a quien le parece
(Rom 9:18)”.

Sobre Judas, Calvino dice que fue elegido para apóstol, no para
salvarse. Textualmente dice que Jesús:

“cuando habla de la elección para salvarse, lo excluye del número de los


elegidos”.
La providencia de Dios y su predestinación en virtud de los cuales “Dios ha
predestinado a unos para la salvación y a otros para la perdición” (Institutio
III, 21,1),son para Calvino misterio impenetrable. Subraya que la gracia, en
los elegidos, es irresistible y que éstos no pueden perder la salvación. La
Iglesia como comunidad de todos los elegidos, “sólo es perceptible a los ojos
de Dios”, afirma.

El decretum horribile:

Sostiene que hay una doble predestinación, aunque él no menciona este


término. Hay una marca, el elegido debe buscar su vocación por el llamado.
La humanidad se divide en dos grupos: salvos y réprobos: aquéllos a los que
Dios les ha negado su gracia. Por su sabiduría, Dios elige a unos cuantos,
voluntariamente, para la salvación eterna. A los otros los elige
negativamente, y sobre ellos descarga su ira; a esto le llama el Decreto
Horrible. Solamente Dios sabe a quien elige. Desde la creación del mundo
Dios sabe quienes van a ser los elegidos. Es una predestinación irreversible,
trágica. Además, es hereditaria. Según él, la buena conducta no garantiza la
salvación. La fe se da cuando el hombre es elegido. El hombre no puede
explicarse las razones de ese decreto. [3]

Autores católicos dicen que

“Calvino planteó un racismo y lo justifica a nivel teológico” [4]

Estos autores son sectarios y creen que Dios baila al ritmo que marcan ellos,
de este modo si mienten para proteger y engrandecer a su iglesia, creen que
el Señor lo encontrarña bien. Son ciegos a lo esencial.

¿Estamos predestinados?

La palabra destino, utilizada frecuentemente, oculta cierto malestar en


forma de excusa: –Es mi destino, no es mi culpa.
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Es cierto que el hombre no tiene poder para dirigir los acontecimientos que
debe vivir, pero es responsable de conducirse correctamente a través de lo
que le sucede. No es un títere o robot manipulado contra su voluntad. El
destino no es inevitable y ciego. Cuando la Biblia habla de “predestinación”
da a entender que Dios conoce todo de antemano. Sabe lo que va a influir
en el curso de mi existencia y de qué manera me voy a comportar en tal o
cual circunstancia. Por ejemplo, Él sabe si voy a aceptar el don que me hace
en la persona de Jesucristo, su salvación y la vida eterna, o si prefiero
volverle la espalda y merecer su ira. Sin embargo, soy yo el que tiene la
responsabilidad de escoger. Mi orgullo me impele a resistir a Dios, pero su
amor me impulsa a aceptar a Jesús como Salvador.
Si rehúso ese don de tan gran valor, sufriré las consecuencias: el juicio
eterno a causa de mis pecados. Si lo acepto, sumergido por su amor, sólo
podré decir: soy salvo por su gracia; pues la salvación es un “don de Dios”.
El cristiano tiene un destino: un hermoso porvenir en la presencia de Dios,
la felicidad eterna en la “casa del Padre”. [5]

Predestinación. El fondo histórico-geográfico de una controversia

Aunque el término proginosko — conocer de antemano, como prognosis =


presciencia, comporta en la Biblia un matiz afectivo, una predilección, lo cual
nos obliga a colocar un acto de la voluntad divina por delante de todo lo que
pueda acontecer después, la intrusión de los prejuicios teológicos pronto
indujo a los escritores eclesiásticos de los primeros siglos a distorsionar el
uso de los términos prognosis y prohorismós, dividiendo a los llamados
«Padres de la Iglesia» (sobre todo, a partir del siglo iv) en dos escuelas; la
intelectualista y la voluntarista.

A) La escuela intelectualista se fraguó en el Oriente (podemos representarla


en Juan Crisóstomo). Según ella, Dios ejecuta Sus designios de acuerdo con
su presciencia (entendiendo ésta como un mero «conocer de antemano» en
sentido intelectual); por tanto, destina a cada uno al lugar al que sus
propias obras lo llevan. Este concepto de predestinación «posí praevisa
mérita» (a base de los méritos conocidos de antemano) surgió en Oriente
como reacción contra el fatalismo maniqueo y apenas tuvo aceptación en
Occidente hasta el tiempo de la Reforma, cuando fue recogido por los
jesuitas, llamándose molinismo, por ser el jesuita Luís de Molina quien le dio
forma definitiva.

B) La escuela voluntarista tiene su representante más típico en Agustín de


Hipona, quien definió la predestinación como «la presciencia (en el sentido
de predilección) y preparación de los beneficios divinos, por los que con toda
certeza se salvan cuantos se salvan».[6]

Lo radical de su postura se echa de ver por el contexto posterior en que, al


hablar de la «massa perditionis» de los inconversos, añade que no se les
concede ni el tener ocasión de creer. Tanto Duns Scot (Escoto) como Tomás
de Aquino favorecieron, de diverso modo, esta tendencia, que fue recogida y
radicalizada en el siglo xvi por Juan Calvino, así como por los seguidores de
Tomás de Aquino. Surgió en el siglo v como reacción contra el pelagianismo
y el semipelagianísmo. Tras el Concilio de Trento, la Iglesia de Roma se ha
inclinado más bien hacia el molinismo —énfasis en la libertad humana—,
mientras las iglesias típicamente Reformadas se adhirieron a Calvino.

¿Qué dice la Escritura?


El mensaje de Dios ha de tomarse en su totalidad, estando dispuestos a
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tomar en su sentido obvio todos los lugares que traten de esta materia, y
explicando los lugares oscuros a la luz de los claros, sin retorcer éstos para
que encajen en un sistema determinado. Si seguimos incondicionalmente la
opinión de un hombre, por muy «hombre de Dios» que haya sido, sin
cotejarla cuidadosamente con la Palabra, estamos en peligro de seguir las
mismas «tradiciones de hombres» (Col. 2:8), de las que decimos abominar.

Veamos, pues, lo que dice claramente la Escritura:

A) La Escritura nos dice que Dios ha elegido a ciertos individuos para que
lleguen a ser hijos de Dios y herederos del reino de los Cielos, y ello sin
mérito alguno por nuestra parte:

o «Según nos escogió en El (Cristo) antes de la fundación del


mundo, para que fuésemos santos… en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo» (Ef. 1:4-5);
o «Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios… de que
Dios os haya escogido desde el principio para salvación,
mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a
la cual os llamó» (2.a Tes. 2:13-14):
o «A los que de antemano conoció, también los predestinó para
que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo» (Rom.
8:29-30). Se habla aquí de «los que conforme a su propósito
son llamados» (v. 28).

Si se examinan estos textos con otros citados al comienzo de esta lección,


se advertirá que:

o se trata de una elección que precede a la previsión de los méritos,


pues no es porque seamos santos, sino para que lo seamos; no nos
llamó por haber creído, sino para que creamos; el mismo término
«elección» queda sin sentido, si Dios se limita a ver el camino que
vamos a tomar, la decisión por la que nos determinamos a creer;
o se trata de una elección incondicional, inmutable, eficaz, como lo
muestra el que Dios obra el mismo querer y hacer nuestro (Filip.
2:13);
o se hace en Cristo, por Cristo y para Cristo, como Mediador, no
porque Cristo sea, con su obra, la causa de nuestra elección, sino
porque El es el realizador de la salvación a la que fuimos elegidos
para ser, a su tiempo, aceptos, o sea, reconciliados, en el Amado (Ef.
1:6). En otras palabras, Cristo no murió para que Dios nos amara,
sino porque nos amaba (Jn. 3:16).

B) Pero la Escritura dice también que Dios quiere que todos se salven, y por
eso Dios envió a Su Hijo al mundo, porque Dios amaba al mundo (Jn. 3:16).

o «Bueno es Jehová para con todos» (Sal. 145:9).


o «Y por todos murió…; que Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo» (2 Cor. 5:15, 19);
o «El cual (Dios) quiere que todos los hombres sean salvos y
vengan al conocimiento de la verdad» (1 Tim. 2:4);
o Dios no quiere «que ninguno perezca, sino que todos procedan
al arrepentimiento» (2 Pe. 3:9);
6

o «El (Jesucristo) es la propiciación por nuestros pecados; y no


solamente por los nuestros, sino también por los de todo el
mundo» (1 Jn. 2:2).

De aquí deducimos que:

o Dios ha provisto medios de salvación para todos, de modo que


podamos decir «cuando el pecado abundó, sobreabundó la
gracia» (Rom. 5:20); [7]
o por eso, es sincera la invitación del Señor, por medio de Pablo, en
Hch. 17:30: «manda a todos los hombres, en todo lugar, que
se arrepientan», y en 2 Cor. 5:20: «¡Reconciliaos con Dios!»;
o la inconversión es un rechazo de la gracia: «¿O menosprecias las
riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad,
ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?»
(Rom. 2:4).

C) La Escritura dice que la única causa de condenación no es la voluntad de


Dios, sino el rechazo consciente de la salvación ofrecida:

o “¡Cuántas veces —dice Jesús a los judíos impenitentes— quise


juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de
sus alas, y no quisiste!” (Luc. 13:34)
o “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo sea salvo por El. El que en él
cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido
condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito
Hijo de Dios. Y ésta es la condenación —es decir, ésta es la
causa de la condenación—: que la luz (que ilumina a todo
hombre —cf. Jn. 1:9) vino al mundo, y los hombres amaron
más las tinieblas que la luz” (Jn. 3:17-19)
o “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras
para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del
justo juicio de Dios” (Ro. 2:5).

D) Así que podemos concluir: Toda la salvación es de gracia (Ef. 2:8-10);


toda la condenación es por la resistencia del hombre, que no se abre a la
luz, a la gracia, al mensaje salvífico, a la obra del Espíritu (Hch. 7:51). Nos
queda una pregunta que resume el misterio profundo del destino de cada
hombre: ¿por qué Dios ha decretado eternamente el romper la resistencia
de unos, abriendo sus corazones (Hch. 16:14), y no de otros? La respuesta
(misteriosa, claro está) la encontrará el lector en Rom. 9:14-24; 1 Cor. 4:7;
15:10.

Comentario de John Pipper

1. Por empezar, pongamos nuestra atención en la meta de nuestro destino.


¿Para qué estamos destinados? El verso 5 nos da parte de la respuesta:
“nos predestinó para adopción como hijos.” Nuestro destino desde antes de
la creación del mundo fue llegar a ser hijos de Dios.
La diferencia entre la predestinación, mencionada en el verso 5, y la elección
(o selección) que se menciona en el verso 4, es que la elección se refiere a
la libertad de Dios para escoger a quién predestinar.
La predestinación se refiere a la meta o destino para el cual él nos escogió.
La elección es el acto de Dios de escoger a quien él quiere, y la
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predestinación es la determinación de Dios de que ellos llegarán a ser sus


hijos.
Cuando Dios te escogió, él tenía un propósito, así que predestinó que ese
propósito se realizara, es decir, que te convirtieras en hijo de Dios. Que
fueras parte de su familia. Que te convirtieras en heredero de todo lo que
Dios posee. Que adquirieses la semejanza de la familia.
Tu destino de ser hijo de Dios se menciona en el verso 5: “nos predestinó
para adopción como hijos.” Y uno de los significados de esto, la
semejanza familiar, se menciona al final del verso 4: “nos escogió en El
antes de la fundación del mundo (¿Por qué? ¿Para qué destino?) para
que fuéramos santos y sin mancha delante de El en amor.”
Este es el contenido práctico de nuestro destino como hijos de Dios. Somos
destinados a adoptar el carácter de Dios nuestro Padre, el carácter de
santidad y pureza. Ese es nuestro destino.
Ahora observen donde pongo la pequeña frase “en amor.” Estoy haciéndo la
parte del final del verso 4, no el inicio del verso 5.(1*)
La diferencia es la siguiente: sugiero que el verso cuatro dice, “nos escogió
en El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y
sin mancha delante de El en amor.”

“En amor” va con santidad y sin mancha y nos muestra lo que es la


santidad.
La otra forma de leerlo asocia “en amor” con predestinar en el verso 5 y
dice, “En amor nos predestinó para adopción como hijos.” Aquí se
refiere al amor de Dios y nos dice en qué forma nos predestinó. El orden de
las palabras en griego permite hacer ambas lecturas.
La razón principal por la cual sigo la versión King James y coloco la frase en
el verso 4 y hago al amor la esencia de nuestra santidad se halla en el texto
paralelo en 1 de Tesalonicenses 3:12-13 que dice así:
Que el Señor los haga crecer para que se amen más y más unos a otros…
para que, cuando nuestro Señor Jesús venga con todos sus santos, la
santidad de ustedes sea intachable [sin mancha] delante de nuestro Dios y
Padre.
Me resulta sumamente notorio que hay por lo menos cuatro paralelos con
nuestro texto: la palabra “amor” (“Que el Señor los haga crecer para que se
amen más”), la combinación de sin mancha y santidad (“la santidad de
ustedes sea intachable [sin mancha]”), la frase “delante de Él” (“la santidad
de ustedes sea intachable delante de nuestro Dios”) lo que corresponde con
la frase “santos y sin mancha delante de El” en Efesios 1:4; y la referencia a
Dios como nuestro Padre reflejando el énfasis en nuestra adopción como
hijos en Efesios 1:5.
Todo esto me dice que, así como el amor es el camino a la santidad en 1
Tes. 3:12, así el amor es también el camino a la santidad en Ef. 1:4. Así que
vivir en amor y andar en amor es parte de nuestro destino en Ef. 1:4-5.
Dios nos predestinó para que seamos sus hijos y esto significa que él nos
destinó a ser como él – ser santos, sin mancha, o sea vivir en amor unos
con otros y para con todos los hombres.
Juan lo expresa así en 1 Jn 3:10, “Así distinguimos entre los hijos de Dios…
el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no
ama a su hermano.”
Tu destino es ser santo como tu Padre es santo, y eso significa que tu propia
esencia ha de ser amar, porque Dios, tu Padre, es amor (1 Juan 4:8). Estás
predestinado a ser como tu Padre.
Pero ese no es tu máximo destino. Tu destino supremo está descrito en el
verso 6. ¿Por qué nos predestinó Dios para ser hijos y ser santos e
intachables y amor? El verso 6 dice: “para alabanza de la gloria de su
gracia.” Ser santos e intachables y nuestro amor y adopción como hijos no
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son fines en sí mismos. Existen para algo mayor: la alabanza de la gloria de


la gracia de Dios.
La meta final de Dios al elegir y predestinar es que Dios pueda ser alabado
por su gloria. Y el punto más alto de esa gloria es la gracia. Esta es la meta
final de nuestro destino. No existe mayor esperanza, no existe un mañana
más grande, no existe un futuro más significativo, no existe una causa más
valiosa por la cual vivir, que reflejar y alabar la gloria de la gracia de Dios
por siempre y siempre.
La certeza de ese destino se halla cimentada en la libertad de Dios y en la
completa suficiencia del trabajo de su Hijo Jesús.
2. Así que para concluir, consideremos brevemente la base de nuestro
destino. Hemos visto la meta. Ahora miremos hacia la base o fundamento.
En el verso 5 Pablo dice, “nos predestinó para adopción como hijos
para sí mediante Jesucristo.” Veamos lo que significa a través de

o Efesios 5:25-27. "25Cristo amó a la iglesia y se entregó por


ella 26para hacerla santa… 27para presentársela a sí mismo
como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna
otra imperfección, sino santa e intachable."

¡Las mismas dos palabras de Efesios 1:4! Dicho en otras palabras, la base
para volverse santo y sin mancha delante Dios es el amoroso auto sacrificio
de Cristo en tu lugar. La base de nuestro destino para ser santos e
intachables en amor como hijos de Dios es la muerte de Jesús en nuestro
lugar.
Significa que cuando Dios te escogió antes de la fundación del mundo, y te
predestinó para que fueses su hijo santo, sin mancha, amoroso, él también
predestinó a su Hijo a morir por ti. La base de tu destino no es sólo que el
Hijo de Dios murió por ti, sino que Dios lo planificó así desde el
principio. “Nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante
Jesucristo.”
El fin fue predestinado y los medios fueron predestinados. Nuestra santidad
y la muerte de Jesús.
Pero la razón final, el fundamento más profundo para ser intachables y
santos en amor no es la muerte del Hijo de Dios. El verso cinco nos señala
una base aun más profunda, la libre y soberana voluntad de Dios.
El verso 5 dice, “Dios nos predestinó para adopción como hijos para sí
mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad.” El
punto de este texto es enseñar a cada creyente esta mañana que debemos
nuestra adopción en la familia de Dios al “beneplácito de la voluntad de
Dios.” Fuimos escogidos antes de la fundación del mundo; fuimos
predestinados para ser adoptados como hijos y a ser santos y a amar no por
lo que habíamos hecho, o de acuerdo a lo que entendimos, o por quiénes
fueron nuestros padres, o según nuestra raza, o por nuestro trasfondo
religioso, o según donde vivíamos o conforme a nuestro trabajo o nuestro
estatus o fortuna, o de acuerdo a nuestra voluntad. Fuimos escogidos y
predestinados de acuerdo al beneplácito de la voluntad de Dios.
Y el motivo de la doble frase (no solo “por su voluntad” sino) “el beneplácito
de su voluntad”, es para hacernos entender que Dios nos escogió y
predestinó sin estar atado a ningún punto de referencia que no sea su
propia voluntad soberana.
En resumen: la base de nuestra predestinación es el beneplácito de la
voluntad de Dios, la meta de nuestra predestinación es la alabanza de la
gloria de Dios, y los vínculos predestinados que conectan el beneplácito de
su voluntad con la alabanza de su gloria son la muerte de su Hijo y la
santidad de su pueblo.
Si estás confiado en Jesucristo en esta mañana las raíces de tu vida se
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plantaron en los eternos consejos de Dios, y las ramas de tu vida están


creciendo hacia un futuro absolutamente seguro y glorioso con Dios. No hay
días sin importancia en tu vida. Nunca tendrás que ir a la cama en la noche
sintiendo que tu vida no va a ningún lado. Nunca tendrás que rendirte a la
mentira de que no estás conectado a un propósito asombroso.
Porque Dios te escogió en Cristo desde antes de la fundación del mundo
para que seas santo y sin mancha delante de él en amor; te predestinó para
adoptarte como hijo para sí mediante Jesucristo de acuerdo al beneplácito
de su voluntad para alabanza de la gloria de su gracia. Amén.
(1*) La versión original en inglés aclara:
“Esta lectura se encuentra en la nota de pie de página en vuestra Biblia si
tienen la versión inglesa RSV, o la NIV, o la NASB. Yo estoy siguiendo el
texto en la KJV y la NRSV.” [8]

Terminemos con optimismo: «¡GRACIAS A DIOS POR SU DON


INEFABLE!» (2.a Cor 9:15).

Notas
[0] Charles Colson, Reinos en Conflicto, p. 68 cit
enhttp://es.gospeltranslations.org/wiki/Dios_Nos_Predestinó_Para_Adopción
_Como_Hijos_Suyos_Mediante_Jesucristo
[1] http://www.iglesiareformada.com/Agustin_Predestinacion.html
[2] Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, Libro III. Traducida y
publicada por Cipriano de Valera en 1597, reeditada por Luis de Usoz y Río
en 1858. Nueva edición revisada en 1967. Fundación Editorial de Literatura
Reformada, cap. XXI, p. 733.
[3] http://www.autorescatolicos.org/rebecareynaud.pdf

[4] Ibid
[5] © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
http://labuenasemilla.net
[6] V. Rouet de Journel, Enchiridion Patristicum, n. 2000. Agustín radicalizó
su postura más aún en sus últimos años, pero 1.a Timoteo 2:4 fue un texto
que le llevó de cabeza.cit en FRANCISCO LACUEVA, Curso de Formación
teológica evangélica, un Dios en Tres Personas Pag. 176-180 ,ed Clie
[7] Si la provisión de gracia está a disposición sólo de algunos, se quiebra
por su base el paralelismo general del contexto (versículos 15-19). Cit en
Ibid
[8]http://es.gospeltranslations.org/wiki/Dios_Nos_Predestinó_Para_Adopció
n_Como_Hijos_Suyos_Mediante_Jesucristo

bibliografia consultada

o Notas del Instituto bíblico Jorge Muller, Material de estudio Tomo


2,Ciclo básico curso m2010, Soteriologia
o Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, Libro III. Traducida
y publicada por Cipriano de Valera en 1597, reeditada por Luis de
Usoz y Río en 1858. Nueva edición revisada en 1967. Fundación
Editorial de Literatura Reformada, cap. XXI, p. 733.
o http://www.iglesiareformada.com/Agustin_Predestinacion.html
o http://es.gospeltranslations.org/wiki/Dios_Nos_Predestinó_Para_Ado
pción_Como_Hijos_Suyos_Mediante_Jesucristo
o http://www.autorescatolicos.org/rebecareynaud.pdf
o http://labuenasemilla.net
o FRANCISCO LACUEVA, Curso de Formación teológica evangélica, un
Dios en Tres Personas Pag. 176-180 ,ed Clie
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