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La acción de ordenar los lugares habitados por el hombre es una tarea que se
ha generalizado en el último decenio del Siglo XX, promovido por los efectos de
la globalización. La definición de Sáenz de Baruaga (1969) donde “la
ordenación del territorio es el estudio interdisciplinado y prospectivo de la
transformación óptima del espacio regional, de la distribución de esta
transformación y de la población total entre núcleos urbanos con funciones y
jerarquías diferentes, con vistas a su integración en áreas supra regionales”, es
algo nuevo aplicado a dar solución a los crecientes desequilibrios sociales que
se manifiestan en el inequitativo uso del territorio en el mundo contemporáneo.
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En dicho espacio geográfico cada reducción formaba un sistema integrado por
un conjunto de subsistemas. La interacción solidaria que se dio entre
estructura, sistema y subsistemas, hizo que funcionara por 150 años de la
mejor manera posible el uso de los componentes del espacio en función de las
necesidades de cada reducción. Este enfoque sistémico fue posible por la
formación multidisciplinar de los padres jesuitas, la obediencia jerárquica, el
respeto a las Leyes de Indias y la aplicación de un modelo en el uso del suelo.
De esta manera crearon y
Reducción de Santa Ana-Provincia de Misiones
ordenaron un espacio urbano
y rural en cada reducción, el
desarrollo humano de los
neófitos y el crecimiento
económico de los 30 pueblos
que integraron la región.
Mucho se ha escrito sobre las fuentes que inspiraron a los padres jesuitas en
el desarrollo de un proyecto tan adelantado para la época, cuyo objetivo
fundamental en estas tierras era educar al nativo conjuntamente a la
ordenación del territorio ocupado.
Para fortalecer la premisa que los jesuitas tenían como objetivo la ordenación
del paisaje (la reducción) y el territorio (la región guaranítica), me remito al
geógrafo francés, Dollfus, O. (1990), quien considera que los paisajes
ordenados son el reflejo de una acción meditada, concertada y continua entre
los seres humanos y el medio natural.
¿Qué fue meditado, pensado y estudiado por los padres jesuitas? La elección
del lugar físico donde desarrollar un asentamiento debía reunir una serie de
requisitos: lugares altos, clima benigno, bondades del agua, alejados de las
aguas estancadas y zonas que se inundan, Valoraron la visibilidad del paisaje,
la fertilidad de las tierras y los recursos del subsuelo. Se decidieron por los
biomas: “donde crecen árboles altos y frondosos, con troncos gruesos y
derechos, frutos grandes de buen color y sabor”; suficientes recursos para la
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caza y pesca, y donde se facilita la conexión y accesibilidad con otros lugares.
Se alejaron de grupos belicosos (bandeirantes). Demostraron un gran respeto
por el espacio del aborigen. Y como estrategia en la organización social, la
incorporación del “hermano” coordinador en cada misión. Además, el plano de
la reducción, salvo algunas pequeñas modificaciones por exigencias locales es
común a todas, y recién se iniciaba la construcción definitiva cuando estaban
seguros de las acciones pensadas.
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Si bien el bautismo era el pasaporte de entrada al paisaje ordenado de los
jesuitas, existían otras acciones necesarias que debían ser cumplidas en
armoniosa cooperación para alcanzar los objetivos de tan novedoso proyecto
para la época.
Todas estas acciones no fueron interpretadas por las autoridades políticas del
momento, fue más sencillo truncar el desarrollo de esta magnífica obra,
mediante la calumnia y el empleo del poder y la fuerza, antes que imitar o
competir con la empresa de los jesuitas.