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ERIC HOBSBAWM HISTORIA DEL SIGLO XX 1914-1991 GRIJALBO MONDADORI |e: eee ae 1995, ‘eimoresiones: noviembre de 199, art dx 1595 (Queda ssurszmente proibids, in suterzaign eerie de los ures del capymght, jo Jas sanciores exsbacids one ayes, a rpmnoetn fle parti de ete nb pr cualquier neo oprocedeco, compres la zproraia ela formic, lads ‘on de cemplues de ela mains alge prstamo pics ‘Tuto oiiaa AGE OF EXTREMES. THE SHORT TWENTIETH CENTURY 15141991 en! Joseph Lid Lanes ‘ats ade ve pblce pr acuerdo con Pathaot Book, uta vin de Rowom Hows, ne. ‘Traluscide cagllana de JUAN FACI, JORDI AINAUD y CARME CASTELLS Distho dela colecign y cabiene: Eave Santé 19 1994 Brie Robsbasm © 1995 dei eadoceiom caselns pace Espasa y Ace CRITICA (Gajabo Mondadori, 5.8), Arag, 345, 08013 Baestana ISBN: g8-7028-7102 Depo egal 3. 10225-1996, lepreso en Espn 1696 —HUROPE, EL, Recsedo, 2 6005 Barelons PREFACIO Y AGRADECIMIENTOS Nadie puede escribir acerca de ta historia det sigho xx como escribiria sobre ta de cualquier otra periado, aunque sélo sea porque nadie puede escribir sobre su propio perfodo vital como puede (¥ debe} hacerlo sobre ‘uaiguier airo que conoce desde fuera, de segunda o tercera mand, Ya Sea @ partir de fuenses del periodo 0 de tos srabajos de histoviadores posteriores. Mi vida coincide con [a mayor parte de la época que se estudia en este libro 1y dwante la mayor parte de ella, desde mis primeros aitos de adctescencia hhasta el presente, he tenido conctencia de los asuntos pilbtices, es decir, ke ‘acumulado puntos de viste y prefuictos en mi condicién de contempardineo ims que de estudioso. Esta es una de las racones por ias gue dirante [a ‘mayor parte de mi carrera me he negada a irabajar como histuriador profe- sional sabre ta paca que se inicia en 1914, aunque ke escrito sobre ella por tres conceptos. Como se dice en Ia jerga del ofcie, we! perfoto al que me dedico» es el siglo x1. Creo que en este momento es posible considerar con ana cleric perspectiva histOrica et sigto 3x corto, desde 1914 hasta el fin de Ja era soviética, pero me apresto a anatiearto sin estar famitiariado con ta bibliografia especializada y conocienda tan séto tea tnfima parte de las fuentes de archivo que ha acumulado el ingente niimtero de Bistoriadares que se dedican a estudiar et siglo x. Es de tado punio imposible que una persona vonozcc ta historiografia del presente siglo, ni siguiera la escrta en un solo idioma, como el historia- dor deta antigiedad clasica 0 del imperio bicantina conoce to que se escri- bid durante esos largos perlodos o Io que se ha escrito después sobre ios imismos. Por otra parte, he de decir que en el carepo de la historia contem- pordnea mis conocimientas son superfciales y fragmentarias, incleso sein ls criterios de la erudicién histérica. Todo ta que ke side capat de hacer es profindizar lo suficiente en in bibtiografin de algunas temas espinosos Ccontrovertides —por eemplo, la historia de ia guerra fria 0 la de les afos ‘reinta— como para tener ia comviccin de que fos juicias expresados en este libro no son incompatibles con los resultados de la investigacion especial ‘ada, Naturalmente, es imposible que mis esfuerzas kavan tenido pena éxito Capitulo IT LA REVOLUCION MUNDIAL Al mismo tiempo [Bujari] sad «Cro que seh iniciado ln petiode de revolucia que puede cary extenderse al manda emer. ANCHOR Rawson, Soc Weeks in Rustin in 2919 (919, p58) (Que terible resulta Ia lector det poemna de Shelley (por 20 hablar de las canciones eampesinas egipcias de hace tes 12 aca) demuncisnea ta npeesign y lv explain. Quicncs to lea fen un futuro todavia dominado por Ia epeesiény Ta explotaién, imatén: «Ya en aguel sempo.... Bexrour Brecin después de haber lode «The Masque of Anarchy» de Shelley, en 1938 (Brecht, 1364) esque de seo rns eid gar en Es aa voi oe nh ee nd ha ad moe ilo fos nacre mit fens pesn ter earner seage el denige dela po estt verdant chmod oe pobre, loss, pla Del peviiico mural de Ls 29 Brigata Ensebio Giambone los parusanos talianos, 1954 (Paveus, 1991, p. 406) La revolucién fue hija de la guerma de! siglo xx: de manera particular, la ‘evosin use de 1917 que io ogc ale Unidn Soviation coment og ‘me superposencia cua se inicis ta segunda fase de la guerra de los Tresn. ay Un Atos, pero nris cn generat, la revolucién como constant mandit! et la historia del siglo. La guerra por sf sola no desencadena inevitablemente le crisis, la roptura y la revolucién en ios paises Deligerantes. De hecho, hasta 1914 se ereia lo Conteari, a} menos respecto de fos regimenes esiablecidos 1A REVOLUGION MUNOKAL 6 que gozcban de legitimidad tradicional. Napoleén 1 se fementaba amarga- mente de que, micmiras el emperador de Austria hsbia sobrevivido a tantss ‘guemas perdidas y el rey de Prasia habia salido indemne del desasire militar {que le habia hecto perder la mitad de sus tersitorios, él, hijo de la revolucisn francesa, se vols en peligro la pritiera derots. Sin embargo, el peso de ia gues total del sigho xx sobre Ios estados y las poblaciones involuerados en ‘ll fee tan abramedor que los Hevs al borde det abso. Sélo Estedos Uni dos salié ce las guerras mundisies intacto y hasta més fuerte, En todos los deints pases el fin de los conflctos desencadend agitacién, Parecfa evidente que e! viejo mundo estaba coréenado a desaparecer. La vieja sociedad, la vieja economia, fos viejs sistemas politicos, habian «per- dido el mandate del cielo», segin reza el proverbio chino. La homanidad nocesitaha una alternaifva que ya exist en 1914. Los partidos socialists, {que se apoyaban en las clases trabajadores y se inspiraban en ia convicziGn de ia inevitabilidnd histérica de su victoria, encamneban esa alternative on Ja mayor pare de los palses earopeas {véase La era del imperio, capitulo 5) Pareefa que s6lo hacia falta una seffal para que los pueblos se Tevanteran & susttuis el capitalism por el socialismo,transformando los swirimientos si sentido de la guerra mundial ea un scontecimicnta de cardcter mis positive: {os dolores y convulsiones intensos del nacimienta de. ua nuevo mundo, Fue Je revolucidn risa —o, ms exactamnente, ta revolucién bolchevigue— de ‘octubre de 1917 Ja que lanzo esa sia al mundo, conviriéndose asf en un acontecimtiento tan crucial para Ta historia de este siglo como Yo fuera le Tevolucién franvesa de 1789 pasa et Uevenir del siglo x1x. No es une mera soineidencis que fa historia de) sigho XX, sega i sido delimilado en este libro, coincide pricticamente con el ciclo vitat del estado surgido de la revo Jcidn de octubre. Las repercasiones de Ia revolucin de octubee fueron mucho ins profane das y enerales que las de la revoluci6n francesa, pues si bien es cierto que las ideas de ésta siguen vivas cuando ya ha desaparecido e! goichevismo, las ‘consecuencias practicas de los sucesos de 1917 fueron mucho mayores ¥ per~ durables que las de 1789, La revolucisn de octubre arigind et rmovimtiento revolueionario de mayor alcance que ha conocido la historia moderna. So ‘expansi6n mundial no tisae parangén desée las conquistas de] islam en su primer siglo de existencia, Soio treinta o cuarenta afos después de que Lenin Negara s la estaci6n de Finlandia en Petrograd, ua tercio de Ja bunsanided vivia bajo regimenes que derivabsn directamente de «los diet dias que estre- rmecieron el mundo» (Reed, 1919) y del modelo oxganizativo de Lenia, el Partido Comunista La mayor pare de esos regimenes se ajustaron al ode- lode la URSS en fa segunda oleae revolucionaria que siguié ala conclusién de la segunda fase de ia larga guerra mundi! de 1914-1985. Este capitulo se ‘ecupa de esa doble marce revolucionaria, aunque natursimente centra st atencidn en Te evolucién original y formativa de 1917 y en las paws que establecié para ias revoluciones poseriores, euya exolucién doming en gran medida cc) LA BRA DE LAS CATASTROFES ‘Durante uaa gran parte del siglo xx, el comunismo sovidtico pretend ser ‘un sisterna altenativo y superior al capitalismo, destinado por la kistoria a superarlo. ¥ durante una gran parte del perfodo, incluso muchos de quienes negeban esa superiordad albergason serios temores de que resuitara vencedor. Al-misto tempo, desde la revolucién de octubre, Ja politica internacional ha de entenderse, con Is excepeién det periodo 1933-1945 (véase el capitulo V), ‘como fa lucha secular de las fuerzas det viefo orden contra ta revoluciée social, a lz que se asociaba con la Unién Soviética y el comunismo interna clonal, que se suponia que lz encaraban y dirigizn, ‘A medida que avanzaba el siglo xx, esa imager de la goiitica mundial como un enfrentamiento entre las fuerzas de dos sistemas sociales antagsni- 06 (cada uno de ellos movitizado, deste 1945, sl amparo de una superpo- tencia que posefa las armas de la’ destruveién del mundo} fue havigndose cada vez més ireal. En Tos #S0s ochenta fenfa tan poca inuencia sobre la politica internacional como pudieran tenera Is cruzadas. Sis embargo, no es Giicit comprender omo tieg6 s fomar cuerpo. En efecto, le revolucién de Cotubre se vefa asf misna, mas incluso que la revolucidn francesa en su fase jscobina, como un acontecimiento de indole ecuménies mas que nacional, Su finalidad no era instaura Te Wberad y el socalismo en Rusia, sino evar a ‘cabo fa revolucién proletaia raundial, A los ojos de Lenin y de sus camera- fas, Ia vierora del hnfchewisma en Rusia era ante todo una batalla en la eam. patie que gerantizarfa su triunfo a escala universal, y esa era so auténtica jus tiffcacién, Cuaiquier observador atento del escenario musial comprendta desde 1870 (véase La era ded imperio, capitulo 12) que la Rusia zarsta estaba ‘madisa pare a revolucién, que Is merecia v que Una revotueién podia derro- car al zrismo. Y desde que en 1905-1906 ja revolucién pusiera de rodillas at zarismo, saci dudaba ya de ello. Algunos histriadores han sostcnido poste- Flormente que, de no haber sido por los «accidentes» de la primera guerre ‘mundial y Ja tevolucién bolchevigue, la Rusia zarista habria evolucionado fasta converte en na florecionte sociedad industil liberal-capitalista, y gue de hecho ya habia inicizdo ese proceso, pero seria muy dificil encontrar antes de 1914 profectes que vaticinaran ese curso de Jos acoatecimientos. De hecho, apenas se habia recuperada et régimen zarista de la revohucién de 1905 cuando, indeciso e incompetente como siempre, se encom una vee ‘més acosedo por una oleada crecieste de descontento social. Durante los ‘meses anteriores al comienzo dela suera, el pais parecta una vex ms al bore de de un esalido, so conjurado por la sida leaitad del ejércto, in plicta Y¥ la burocracin. Como en muctos de los pafses beligerantes, el entusiasmo y el patriotsmo que embargaron a Ja poblacién tras el inicio de a gue feamascararon Ta situacin politica, aunque. on el caso de Rusia no por mucho tiempo. En 1915, los problemas del gobiermo det zar pareefan de nuevo insa- La RBYOLUCKON MUNDIAL 65 perabies. La reyolucida de marzo de 1917," que derroes 8 Ta monarqufa risa, fe un acontecimiento esperado, recibido cam alborazo por toda fa opinign politica occidental, si se exceptéan los mas furibandos reaccionarios Wadi- cionalisas. Pero también daba todo ef mundo por sentalo; salvo los espfeius romer- licos convencidos de que las pricticas colectivstas de Ins aldcas russ con ductan direciamente a un futuro socialista, que fe revolucién Tusa n0 podia ser, y no seria, socialista. No se daban las condiciones para una transforma- ‘ign de esas caracteristicas en un pais agrario mareado yor la pobreza. Ja Jenorancia y el ataso y donde el proletarado industial, que Marx veia como el emterrador predestinado del capitalismo, solo era una minotia mindscula, aunque gozara de ma posicién estratésica. Los prapios revolucionarios mar- xistas ruses compartian ese punto dle vista. El derrocamiento del zaristno y del sistema feudal solo podia desembocar en una wrevoluciéa burguesae, La Jncha de clases entre la burguesia y el profetariado (que, segin Marx, s6lo podia tener un resultado) contimuaria, pues, bajo nuexas condiciones polft- cas, Naturalimente, como Rusia no vivia aslada del resto del mundo, esta Lido de una revohcin en ese pais enorme, que se exten desde las fronte- ras del Japon a las de Alemania y que era una de fas «grandes potacias» que dominaban Ia escena mandi, tendria importantes repercusiones internacio- nales. El propio Karl Marx crefa, al final de su vida, que una revofucién musa ppodia ser el detonador que hiciera estllar Ia tevolucion proletaria en los pai- ses oceidentiles mis industriaizados, dovde se daban las condiciones para e| ‘triunfo de Jo revolueién aocialista proletasia. Como veremos, ol frat de la primera guerra mundial parecia que eso era precisamente lo que iba a ocuir. Slo existia una complicacidn. Si Rusia no estaba preparada para la revolucién socialists proletaria que preconizaba el marxismo, tampoca 10 estaba para la erevalucién burguesay liberal. [ncluso fas que se contentaban ‘com esta altima debia encontrar un procedimiento mejor que el de apoyarse cn las débiles y reducides fuerzas de la clase media liberal de Rusia, use pequefa capa dc la poblacidn que carccia de prestigio moral, de apoyo piblico y de una tradicién institucional de gobierno representative en la que pdliere encsjar. Los eadetes, el partido del iberalismo burgués, s6lo po- sefan ei 25 por 100 de los diputados en Ie Asamblea Constivicional de 1917-1918, elegida ibremente, y distelta muy pronto. Parecian existc dos posibilidades: o se implantabs én Rusia un régimen burgués-liberal con el levantanniento de fos campesinos y los obreros (que desconocfan en qué con- 1. Como on Rui estaba on vigor elendsi juan, seul weve das con vapoe to al erdato gegaiane vigeste en el resto del mond cists u ocidemtlzna a 3eve- lucie de febrero carte ramets en marzo, y la revo e oot el 7 de verre. Fre a revolucn de octubre i que referee andro cso, a igual auc a crogrfi. Exo ‘emus ls profundiad e se npacto, puss es bien sido que sacle sar nesesaio un ae tio terra socioglitco para ienplotar peas og cami de esa indole. La consecurac ‘nas curaersy unversa de a fesluewi Kancess foe presnacente fo nanan del sve a mein. 66 1A ERA DE LAS CATASTRORES sista se tipo de régimen y a las que ssmpoco es importa) bajo la dices- cidn de unos patios revolucionarios que aspiraban & consegvir algo rs, © “y esta segunda hipotesis parecia més probable— as fuerzas revolueiona- rias shan mds al de le fase burguese liberal hacia na «revotuci6n perma renter ras radical (segtin Is formula enunciada por Marx que el joven ‘Trotsky habia recuperado durante la revolucién de 1905). in 1917, Lenin, que eo 1995 s6lo pensabs en una Rusia democrético-burgues,Heg6 desie el incipio « una conciesibn realist: no era el momento para tnt revoluci6a liberal. Sin embargo, vefa taibign, coma todos los dems marxistas,ras0s y no rusos, que en Rusia a0 se daban las condiciones para la revolucién socia lista, Los marxistas revolucionarios rusos consideraban que su revolucién tenia que difundirsehacis otros lugares Bo parecfa perfectamente fectible, porque la gran guecra concluyo en sedio de una crisis politica y revolucionaria generalizala, perticularmente ‘en los paises deroiados. En 1918, los cuatro gobernantes de los pulses derra- tados (Alemania, Austrie-Hungria, Turgufa y Bulgeria) perdieron e) tron, ademas del zar de Rusia, que ya habia sido dertocaco en 1917, después de scr derrotado por Alemania. Por otra pate, es disturbios sociales, que en Ita Jia sleanzaron una dimensién casi revalucionaria, tambign sacudieron « los pafses beligerantes enropeos éel bando vencedor Ya hemos visto que las sociedsdes de la Europa beligeramte comenearon sx tambalearse bajo la presién exteaordinria de la guerra en mass. La exalt cin iniial del patrotismo se habia apagaco y en 1916 el cansancio de ls fuer comencabs # deja: pasu a uns iulgusa y callada hostilidad aste una matan2a aparentemente interminable « intl a Ja que nadie parecfa estar dis- puesto a poner fin. Mientras en 1914 Jos encmigos de fa guerra se sentian impotentes y sisiodos, en 1916 crefan hablar en nombre de la mayoria. Que Ja situacié habia camibiado espectacularmente quedé demostrado cuando el 28 de octubre de 1946, Friedrich Adies, hijo del lider y fundader del partido Sociatista austria, asesi a sangre fia al primer ministeo axstiaeo, conde Stirgkh, en un café de Viena —no existian todavia los guardaespekias— en un geste pblico de rechazo de la guerra, El sontimiento antibelicisla reforzs la influencia politica de 1os socialis- tus, gue volvieron a encamar progresivamente ia oposicidn a la guerra que habia ceracteizado sus movimientos antes de 1914, De hecho, alguns par- tidos (por ejemplo, los de Rusia, Serbia y Gran Bretafia el Partido Laboris- ta Independiente—) munca defaron de oponerse a ella, ¥ tit en Tos patses en los que les partidos socialistas la apoyaran, sus eneiniges més acéirimos 3 hallaban en sus propias fila.” Al mismo tiempo, ¢l movimiento obrero orga- za de ls grandes industias de armamento pes6 a ser el ceatro de Jai tancia industial y antibelicista en los principales paises beligerantes, Los 2. Ep 1017, le acca dlemioes se eletoron a propésito de ama dela goer. Le mayors dl patio (SPD) conti poy, pero ana recon porate, contrat a sve fr icra y ean el Pari Solseméeray Alera Indegeadins (SPD) La REVOLUCTON MUNDIAL 67 activstas sindicales de base en ess fabricas, hombres preparndos que dislrw taban de un fuerte posicion (shop siewards en Gren Brotaia; Betriebsobleu- ze en Alemania), s¢ hicieron e¢lebres por st redicalismo. Los antficieros y ‘mecénicos ¢e Tos nuevos navsos dotados de alta tecnologia. vordaderas fabri- as flotases, adoptaron lz misma actitud. Tanto en Rusia como en Alemania, las principales bases naveles (Kronstadt, Kiel) iban a convertirse en miicleos revolucionatios importantes y, ates més tarde, un motfn deta mariner fran- ‘esa en el mar Negro impedivfs le intervencidn miitar de Francia contra los Dolchevigues en la guerra civil ruse de 1918-1920. Ast, la oposicién contra Ia ‘puerra adquiré una expresion concrete y encontré protagonislas dispaestos a mmanifestaria, No puede extrafiar que. fos censores de Austria-Hiangrfs, que supervisaban la comrespondencia de sus tropas, comenzaran a advertir un cam- bio en el tono de ls cartas. Expresiones come «si Dios quisiera que retorna- ‘a pazo defaron paso @ frases del tipo «¥a estamos cansados» o incluso «Dicen que los socialists van a traer la paz No esextraio, pues (también segtin los censares de imperio de los Habs- bburgo}, gue ia revolucién rusa fuera el primer acontecimiento politico desde ef estaltido de la guerra Gel que se hacian eco incluso las cars de las espo- sas de los campesinos y trabajadores. No ha de sorpreader tampoco que, especialmente después de que la tevolucién de octubre instalara @ los bok. cheviques de Leain em el poder. se meztlaran los deseos de paz y revoluciGn, social: de las camtas censuradas entre noviembre de 4917 y marzo de 1918, tn feccio expresaba le esperanza. de que Rusia trajera fa pez, un tercio espe- ribs que le biciers la cevolucién y el 20 por 100 confiaba eu wna conan cidin de ambas cosas. Nadie parecie dudar de que la revolucion rase tendsia ‘importantes repercusiones internaciomeles. Ya le primera revotucion de {905- 1906 habfe hecho que se (ambalearan los cimientas de los viejos imperios sobrevivientes, desde Austria-Humgria a China, pasando por Targuia y Persia (véase La era del imperio, capitulo 12). En 1917, Europa era un gran palve- tio de explosivos sociales eutya detonacién podia productise en cualquier momento. u Rosia, madara para le revolucin social cansada de la guerra y al borde de la dertota, fue el primero de fos regimenes de Europa central y oriental que se hundi6 bajo el peso de la primera guerra mundial. La explosign se cesperaba, aunque natie puciera predeciren qué momento se producitia, Pocas semanas cntes de la revolucién de febrero, Lenin se preguntaba todavia des- de su exilio en Sniza si viviris para verla, De hecho, c! eégimen zariste sucumbi6 cuando a una manifestaciin de majeres trabajadoras (el 8 de mt- 29, «la de la mujer», que colebraba habitualmente el toviniento socialista) se suid el ciere industrial en Ia fbrica metahirgice Putiov, cuyos trabaje- doves destacaban por su militancia, para desencadenar une huelga general y 68 1A ERA DE LAS CATASTRORSS Ja jnvasi6n dei centro de fa capital, cruzando et rfo helado, con el objetive fundamental de pedit pan. La fragilidad del zégimen queds de manifiesto ‘evardo las tropas del za, ineiuso Jos siempre teales cosacos, dudaron prime ro y lucgo se negaron a atacar a la multitud y comenzaron a fraternizar con ‘lla, Cuando se smotinaron, después de custro dias eniticos, el zar abtics, siendo sustiwido por un agobierno provisional que go26 de la simpatia e incluso de Ie. ayuda de los aliados oeeidemtales de Rusia, emerosos de que su situacidn desesperada pudiers inducir al régimen zarista a retiarse dela gue- say a firmar una paz por separado con Alemania. Cuatro dfas de anarquia y Ge imanifestaciones esponidneas en Tas cxdies bastaron para acaber con uh imperto. Pero eso no fue todo: Rasa estaba hast tal punto preparads pare la revolucién social que las masas de Petrogrado consideraron inmediatamente Ja cafda dei zar como la proclamacién de fa libertad univers, lt igoaldad y la ddemocrecia directa. E] éxito extraordinario de Lenin consist6 en pasar de ese incontrolable y andsquico levantasniento popular at poder bolchevique, Por consiguierte, lo que sobrevino no fue usa Rasa liberal y constiti- cional oecidemializeda y Secidida « combatir «Jos alemanes, sino un vacfo revolucionario: in impotente «gobierno provisional» por un Hado ¥, por el ‘otro, una multited de «consejos» populares (soviets) que surgian espontinea- mene en fodas partes como las setas después de Ja lluvia“ Los sovietstenfan ¢l poder (@ al menos el poder de veto) en le vida local, pero no sabian qué hacer con I ni qué era lo que se podia 0 st debfa hacer. Los diferentes partidos y orgenizaciones revolucionarios —bolcteviqaes y mencheviques socialdemécralas, sociatrevolucionario y machos otros grupos menores de la inquierda, que emergieron de la clandestinidad—~ intentaron integrarse en ‘sas esambleas para coordinurlas y conseguir que se adhirieran a su politica, aunque en. un principio solo Lenin las consideraba como wna alterativa al fobiemo (atodo el poder para los soviets»), Sin envargo, lo cierto es que ‘evando se produjo la cafda del zar no eran muchos 40S rusos que supieran qué representaban las etiquetas de los partidos revotucionarios o que, silo sabian, pudiesan distinguir sus diversos programas. Lo que sabfan era que ya no aceptaban la euloridad, nil siguiera 1a autoridad de ios revolucionarios que afienaban seber mas que elles, La exigencia bisiea de la poblacidn mas pobre de los niicleos urbanos ra conseguir pan, y fede Ios obreros, obtener mayores salarios ¥ un borario de trabajo mis redcido, ¥ en cvanto'al 80 por 100 de Ja poblacion rusa que 3. El cost fami fue mayor qu el de Ws rvolucién de ectwbre pero rlativanenie moses: $3 oficiales, 602 soldada, 3 pois y 387 civcedaos heidos © auetos (WH, Chamba, 165, vo Tp. 85) 4. Dich nanstsgue se basso en In experi deo comunidades aldeanas ras ocas de stogotere9,srgeron cram emidacespotica ene tabard les Fb is darn volucs &e 1905. Dado gus ls vaboladoesorgniands extant (in ls eam de deepal legos dicetamente, que pela au seamen near (e democrats el trina stove, aducide en ocasones ange no Ape, ly legs. Toes conse: rt} tenia ums gan era merger 18 MEVELUCION HUNDIAL Co) vivia de la agriculture, Jo que queria era, como siempre, ta tierra. Todos. compartinn ef deseo de que concluyers Ia guerra, aunque en un principio tos ‘campesinos-soldados que formaban el grueso del ejérito no se oponian a la ‘guerra como tal, sino a la dureza de fa disciplina y a los malos trees a que les sometian Jos otros rangos del ejécito, El lema «pan, paz y ticrra» susci (6 cada vez. mas apoyo para quienes lo propugnaban, especiaimente para ios balebevigues de Lenin, cuyo nimera pass de unas pocos miles en marzo de 1917 a casi 250,000 al inicio del versno de ese mismo afio. Contes lo que sustenlabs ia mitolog(s de la guerca fria, que veia a Lenin eseucialmente ‘como a un organizador de golpes de estado, #l nico activo seal que tenian 41 fos botcheviques exa el conctimiento de fo que querian Jas masas, lo que les indicaba eémo tenfan que proceder. Por cjemplo, euando comprendis ‘que, aun en contra del programa socialist, los campesinos descaban que la luerra se dividiers en explotaciones famitiares, Lenin no dodé por um mo ‘mento en compromacter a os boicheviques en esa forma de individuatisi40 econémico. En cambio, el gobicmo provisional y sus seguidores fracasaron al no reconocer su incapscidad para conseguir que Rusia obedeciera sus feyes y eoretos. Cuando los erapresaios y bomibres de negocios imtentaran restable- cet la disciplina labora, 10 nico que consiguieron fue radicaligar las postu ras de los obreros. Cuando el gobiemo provisional insistié en iniciar una nueva ofensiva militar en junio de 1917, el ejército se nego y los soldados- campesinos regresaron a sus aldeas para participar en el repano de la ticrra. La revolucion se diundy6 @ te lango de las vias del ferocaril que los fieva- ba de regreso. Aunque la situacién no estab macors para la cafda inmediata, {el gobierno provisional, a partir del verano se intensifies la raializacisa, on el ejcito y en las principales ciudadcs, y eso favoreci6 a los holchevi- (ues. El campesinado opoyaba sbromadoramente a los herederos de los na rodniks (véase La era del capitalismo, capitulo 9, los socielrevolucionatios, aunque en el seno de ese parte se forms un ala izquierda mis radical que © aproxim6 a les holeheviques, con les que goberné durante un breve perio- do tas fa revotucion de octbr. El afianzamiento de los bolcheviques —que en ese momento constituis esencialments vn partido obrere— en las principales cindados rusas, especial ‘mente en Ja capital, Petrogmado, y en Mosct, y su rSpida implantacién en el ejérito, erase! debilitamiento del gobiemo provisional, sobre todo cuan- do en el mes de agosto tuvo que recabar el apoyo de las fuerzas revolucio- natias de la capital para sofocar un intento de golpe de estado contrartevoh cionario encabezad por un general motvirquico. El sector més radicalizado de sus seguidores impols6 entonces 2 los bolcheviques a Ia oma del poder, En realidad, legado ef momento, 0 te necesario tomar el pode, sino sim- plemente ocuparl. Se ha dict que el nimero de heridos fue mayor durante l zodaje de la gran pelicula de Eisenstein Octubre (1927) que en el momen- ‘ode la ocupacién real del Palecio de Invierto el 7 de noviembre de 1917. El ” A ERA DE LAS CATASTHOFES gobierno provisional al que ye nadie defendis, se diselvié como una burbu- ja en el irc Desde que se tuva la seguridad de que se prexuciria la caida del gobiema provisional hasta la actualidad, la revohucidn de octubre bs estado envuelta en polémicas, las mas de Ia6 veces mitificaderas. Lo importante no es si, como atinran los historadores anticomunistas, to que cums foe un golpe de esta- ‘to perpetrado por Lenin, un persongje eminentemente antidemocrético, sino quién o qué debia.o podia seguir « ia caida det gobierno provisions!. Desce principios de septiembre, Lenin no s6io se esforas en convener los ele- mentos més dubitativos de su partido de que el poder pods escaparse si no lo tomaban mediants una accién planificads ducante el breve espacio de tierapo cn que estar a su alcance, sino también, y von el mismo interés, de respoz- der als pregunta: «pueden los bolcheviques conservar el poder del estado?>, «1 e280 de que 20 acuparan, En definitive, qué posta hacer cualquiera que quisiera gobernar Ia erupcidn voleénive de In Rusia revolucionaria? Ningtin pattdo, sparte de los bolcheviques de Lenin, estaba preparado pare xfremtar ¢sa responiabilidad por sf solo y el panfito de Lenin sugiere que no todos los boichesigues estan ta: decididos como &, Dada Ia favorable ituacin poi- tica existente en Petroprado, en Mosci y en of ejrcite de! norte, no era cil ecidir si se debi tomar cl poder en ese momento o esperar a nuevas aconte- cimientos, La coctrarrevolucién militar no habis hecho sino comenzat. El gobierno, desesperate, en lugar de defar paso a fos soviets podia entegar Petrogtado al ejfrcito alernn, que se haaba ya en Is frontera septentriana de Js actual Estonia, es decir, a pocos kilmetros de la capita. Ademds, Lenin reramenie voiia is espalda ala stuaciones mas dficiles. $i los boleheviques no aprovechabt e] momento, «podia desencadenarse una verdadera anarguta, mds fuerte de lo que sanaas nosorrase. En limo extrema, la agumentecién de Lonin tenia que convenosra su pari, Si nn partido revolucionario no toma ba el poder cuende el momento y las masas lo exigin, zen qué se difczen- ‘éaba de un panid no revolucionario? Lo mas problemitico era Ia perspeetiva @ largo plazo, incluso en el supuesto de gut ona vez tomado cl poder en Petrograd y Mose fuera pos ble extenderio al resto de Rusia y conservario frente ala anarquta y la con ‘wutrevolucidn, Bl programa ée Lenin, de comprometer al nuevo gobierno sovi6tico (es decir, basicamente el partido boichevique) en la stransformaciéa socialista dela copiblica ruse» suponit apostar por a mutacisn de Io revolu- i6n rasa en una revolucion raundial, o al menos europea. ;Quién —pregun- tuba Lenin frecuentemente— podia imoginar que i victoria del socialisio spudiere producirse... excepto mediante la destruccién total de la burguesta usa y europea? Entretanto, la tarea principal, la tnica en realidad, de los bolcleviques eca Ia de mantenerse, EI mievo régimen apenas hizo otra cosa por el socialismo que deciarar que el socialismo era su objetivo, acupar los Daneos y declarar el «cortot obrero> sobre Ia gestidn de las empresas, es decir, oficializar fo que haben ido haciendo desde que estallara ia rovolu- LA REVOLUEION MtuNDEAL 1 in, mientras vrgfa 2 los obnitos que mantuvieran la produccién. No tents otra cosa que deciries* EJ nuevo régimen se mantuvo. Sobrevivis « una dura paa impuesta por Alemania en Brest-Litovsk, uncs meses antes de que los propios lemanes fueran derrotades, y que supuso la pda de Polonia, las provincias del Bal tico, Uerunia y extemsos tertitorios del sur ye] oeste de Rusia, asi como, de ‘facto, de Transcancasia (Urania y Transcaacasia ser‘an recuperatas). Por st parte, los sliedos no vieton razén alguna para comporarse con més genero- sided con et centro de Ta subversicn mandi, Diversos ejérctos y repsmenes conuarrevolucionaros («blancosy) se levantaron conta fs soviet, inancia- dos par los aliados, que enviaron a stofo ruso tropes britinicas, rancesas, nosteamericants,japonesas, polacas, serbias, griegas y rumenas. En los peo- es momentos de ia brutal y cadtica guera civil de 1918-1920, 1a Rusie sovitca qued6 reducida « um nicleo cercado de teritorios en el norte y el ceniro, entre la regisn de Tos Urales y los actualesestados del Batieo, ado ras del pequetio apéndice de Leningredo, que apunta ai golfo de Finlandia. Los dnicos Factores de peso que favoreeian al nuevo négimen, mientras crea tos de ta nada un ejército ale postre vencedor, eran la iacoripetenciay divi- sin que ceinaban entre las fuerzas sblancasy, su incepacidad pura ganay ef apoyo de} campesinado raso y la bien Fundada sospechs de las potencies ‘occidentaies de que era imposible organizar adccuadamente a esos soidados 'y Marineros leventiscos para huchar contra tos boleheviques. La victoria de {300s se habe congumado a finales de 1920, ‘Act pues, y contra To esperado, ie Rusia sovigtica sobrevivid. Los bol- cheviques extendieron su poder y lo conservaron, no solo durante mds tiemn- po del que habia dursdo la Comuna de Paris de 187! (como observs con orgulo y alivio Lenin una ver transcurides des meses y quince dias), sino a Jo largo de varios aos de continuas crisis y catéstrofes: la conquista de los aleranes y ta dura pez que les impusieron, ls secesiones repionales, la con- ‘warrevoluci6n, la guerra civil, la intervencién armada extranjera, ci hambre y 1 hundimiento econdmico. La unica estralegin posible consistia en escoges, aa 2 dia, ente las decisionés que, podian,ascgurar la supervivencia y las que ‘Podia levar al desastre inmediato. {Quin iba a preocuparse de Tas conse- ‘uencias que pudicran tener para la revolucibn, a largo plaza, las decisiones ‘que hnebfa. que tomar er ese momento, cuando el heciio de no adoplatias, supondria liquidar la revolucin y haa innecesaySo tener que analiza. en el fora, cualguier posible consecuencia? Una tras otro se dieron los pasos necesarios y cuando la nueva repiblica sovitica emergié de su agonia, se sescubrié que conducfen en una direccién muy distinta de ta que habia pre Visto Lenin en le estacién de Finlandia, 5. Lose: hace Wo ove quer toma cuanto quis apeyats, peo ea Is predict, eed ea cues que passe Gl. Haze us tabu Ook comes eres, eioaenderies (Lin, njrme sore fos octivus de eanscade los comisarios dl pu io 1124 deena de 1918, Laci, 1900, p. $8, n LA BRA Ob LAS CATASTRORES ‘Sea como fuere, I revolucién sobrevivis por tres razones principales. En primer lugar, porgee eontaba con un instrumesto extraordinariamente pode £080, un Partido Cotuunista con 600,000 miembros, fuertemente ceniralizado ¥ dseiplinado, Ese modelo organizativo, propagade y defendido ticansable- ‘mente por Lenin deste [902, tomé forma dexpués del movimiento insurzee= del maoismo posterior a 1960, rads dados aGn a la excisién, Por reducidos que fuerin esos partidos —cuando Mussolini fue derrocedo en fta- Tia, en 1943, el Paxido Comunista itaieno contaba con uns 5.000 hombres y mujeres. Is mayor parte de los cuales haben estado hasta ese momento en Ja ‘ie o-en o cxilio— eran lo que los bolcheviqucs habian sido en febrero de 1917: el nicleo central de un ejército fomado por millones de personas, obernantes en potencia de un pueblo y de un estado. Para esa generacién, especialmente para quienes, pese 2 su juventud, hhabian vivido los aos de ke insusreccién, la revoluciOn era el gran acontect rmiento de sus vidas y los dias del capitaismo estaban inevitablemente coo- tados. Le historia contempardnca era la antecdmara de ta victoria finat para quienes vivieran para veri, entre fos que habia s6lo nos poves soldados de. {a revolucin («ios muertos con permiso para auséntarse», como aim e} ccomunista uso Levin antes de ser ejecutado por las que derrocaron el soviet cde Munich en 1919), Sila propia sociedad burguese tenia fantas razones para dudar acerca de su futaro, :por qué debian confiar ellos en su supervivencia? Sus mismas vidas eran la demostraciOn de su realidad. Consideremos el caso de dos jévenes alemanes unides temporsimente como armantes, que fueron moviizedes de por vide por Jarevolucidn sovié- {ica bavara de 1919; Olga Beuavio, hija de un prospero abogado muniqués, y Otto Braun, maestro de profesién, Olye organizara ia revolucién en el he- LA REVOLUCION MUNDIAL 8 nnisicrio occidental, unida a Luis Carlos Prestes (con quien finalmente se cas), lider de una larga marcha insstreecional a trevés de tas zonas mis remotas del Brasil, que en 1955 pidi6 w Moscd que apoyara su levantamnient. [BL Jevanlamicate fracasé y el gobiemo brasileRo enteg6 a Olga a la Alema- ria hitleriana, donde mari en un campo de concentracin. Por su parte, Otto ‘vo ms ito en su actividad revolucionaria en Oriente como experto mili- tar de la Comintem en China y como inico elemento no chino que paricips a la eélebre uLarga Marcha» Ge los comanistas chinos, antes de tearesar @ Mose para ir, posteriormente, a Ja RDA, (Esa experiencia desperto en éh scepticism con respecto a Mao.) zCusindo, excepto en la primers mitad del siglo 8x, podian haber seguide ese curso dos vidas interclacionadas? Asi pues, en Ja generacion posterior 1917, el bolchevisimo absorbié louis ias restantes wadiciones socialevolucionarias o lus targiné destro de los movimnientos radicals, Hasta 1974 el anarquisimo habia sido una ideolo- fa mucho més atrctiva que el marsismo pare los activists revolucionarios fen una gran parte dei mundo. Fuera de fa Europa oriental, Mark era conside- tado como cl gunt de los partidos de: masas cuyo avance ineviteble, aunque no arvollador, hoc la vicoria habfa demostrado, Pero en los aios trinta, fnarquismo ye no cra una fuera politica importante (selvo en Espalia). ni siquiéra en América Latina, donde los colores negro y rojo habien inspirado tradicionalmente a muchos mas militantes que Ja bandera roja. (inclwso en EEspafa, Ja guerra civil acab6 oon ef unargsismo y revitali2d a los eomunis 1s, que hasiz ese momento detentaban una posicidn de escasa signiicacign,) [En cfecto, los grupos revoluciomarios sociales que cxistian al morgen del co- imunismo Ge Moscé tomaron a partir de entonces a Lenin y a la revolueidn de conibre como punto de referencia. Casi siempre estaban dirigidos ins pirados por agin disidente o expulsado de la Comintem que, uaa vez que Stalin cstablecid y afiana6 sv dominio sobre el Pastido Comumista sovietico Y sobce la Internacional, sc dedicd a una cuza de herejes cada vex mids implacable, Pocos de esos cents bolchviques disidentes tenfen impartan- cia politica, EI mis prestigioso y eélebre de los herejes, eb exitiado Leén ‘Trotsky —uno de los dos lideres de la revolucin de octubre y el axquitecto del ejreito rojo—, fracasé por completo en todos sus proyectos. Su Cuarta Internacional, que pretend competir con le Tercere, sometida a la influet- cia de Stalin, no alcanz6 tmportancia. En 194, cuando fe asesinado por orden de Stalin en su cxilio mexicano, habia perdido toda su influencia politica Ep suma, ser un revolucionacio social sigificaba cada ver. mds ser segu dor de Lenin y de la revolucion de octubre y tiembro 0 seauidor de alguno de los partidos comanistas alineados con Mosed, tanto mils cuanto que, as 1a victoria de Hitler en Alemania, esos partidos adoptaron politcas de unidad antifascista, Io que les permitié superar el aisiamisnto soctario y conseguir apoyo masivo entre los trabgjadorese intelectuales (véase capitulo V). Les j6venes que anhelaban derrocar al capitalismo abeazaron el comunismo orto- dioxo e identificaron su causa eon } movimiento internacional que tenfa su 22 14 aha OE LAS CATASTROFES centro en Moscd. B! marxisme, restablecide por la revolueién de octubre oma la ideologte del eambio cevolueionano, se entendia ahora como e) mar -xismo del Instituto Marx-Enngels-Lerin de Mosci, que babia pasado a ser el centro mundial de difusidn de tos grandes textos clfsivos. Nadie mis prome- Yi interpretary transforma el mundo, ni pareeta mejor peeparado pare con- seguitlo, Esa situaciGn prevaleceria hasta 1956, cuando la desintegracién de {a ontodoxia estaliista en la URSS y del movimiento comunista internacio- ‘al kicieron aparecet en primer plano a fos pensadore, tadiciones y organi zaciones de lz heterodosia izguierdisia, marginados hasta entonces. Pese a ‘odo, siguieron viviendo bajo la gigantesca sombra ée la revolucién de octu- le. Aungue cusiquiera que tenga el mis minimo conocimiento de Ia historia de las ideas puede reconocer el espiritu de Bakunin, 0 incluso de Nechsev, més que el de Marx, en los estudiantes radicales de 1968 y de los afies pos. tetiores, elio no quiere decir que se registrara un renscimiento importante de Ja teoris y de los movinuiettos ansrquistas. Por el contraro, 1968 desperis luna enorine atrzceién intelectual hacia la teorfa marxista —generalmente en versiones que habrian sorprendido a Mars—y hacia una gran variedad de soo. {as y grupos armarxstas-leninistas». anidos por el reckuzo de Mosca y de los Viejos partidos conunistas, por considerarios insuficiemementc revoiuciona. tos ¥y poco lenfnistas Paraddjicamemte, esa conquista ¢asi tolal de la tradicién revolucfonaria. social se prodajo en un momento en gue lz Comintern habia abandonsdo por completo las estategias revolucionarias originales de 1917-1923 o, mis bien, seloptaba esretegias totalmente distintas de las de 1917 para vonstgte ese cceso al poder (véase ef capitulo V). A panir de 1935, en fa literatura de fa inguierda esitica abundarfan as seusiciones de que los movimiensos de Mosc escuidaben, rechazaban o incluso traicionaban las oportunidades de promo- ver la revolucién, poryse Mosc ya no la descaba, Estos argumentos apenas tuvieron Fueras hasta que el movimiento soviético . en algunos casos —se lamentaban—, la Fach de clases pasaba a ser Ja lucha de uma aldea contra otra. Se daban caxes en que mucstras tropas ten‘an que asesiar y destrui aldeas enteras» (Rae- China, 1973, pp. 45-45}. Los mis avisados gucrrilleros revolucionarios, sprendfan a navegar en aguas tan procelosts, pero —como recuerda Milovan Diilas en sus memorias de la guerra partisina yugostava— a liberacién era luna cuestion mucho mis compleja que ef simple levantamiento undnime de un pueblo oprimido eortra los conguistadores extranjeros. 1A REVOLUCTON MUNDIAL 9 vl Pero esas reflexiones no podian tarbar la sitisfascién de los comunistas due se enconiraban al freme de todos los pobiemos entre ef rio Eiba y el mat de China. La revolucién mundial que inspraba sus acciones habia progres: do visiblemente, Ye no se tratabe tinicamente de ia URSS, dédil y aislada, sino que de la segunda pran oleada de fa revoluciSa mundial, encabezada por una de las dos potencies dei mundo a tas que podie calificarse de superpo- tenvias (el imino superpotencia se utlizd ya en 1944) habian surgido, 0 estaban surgiendo, una dacend de estados. Por otra parte el fmpetw de Is revolucién mundial no se habia agotado, como lo atstiguaba el proceso ¢0 curso de descolonizacién de las antiguas posesiones imperiatisias de ultra- mar, 2No cabfa esperar que ese proceso impulsara un nuevo avance de Ie causa comunis? ,Acaso la burguesfa insernacional no terta por el futuro de lo que quedaba de! capitalismo, al menos en Europa? ,Acaso los indstriales franceses erparentados eon un joven historiadorno se preguntaban, mientras reconsinvfan sus fibricas, sia fin de cuentas ia nacionalizacivn, o simple mente el ejécito rojo, no serfan fa solucidn final a sus problemas, sentimien- tos que, como recordaria mas tarde, cuando ya se habfa convertide on unt ‘eonservador, confirmaron su decisién de unirse al Partido Comunista francés ‘en 19497 (Le Roy Ladhrie, 1982, p. 37), zAcaso no Je éfo un subsecretario de comercio de los Estados Unidos al presidente Truman en marzo de 1947 ‘que Ia mayor parte de los paises curopeos estaba al bord del abisme, , que suponta una divisién del trabajo, cada vez ms compleja, a escala planetatia y Ja creacidn de wna red cada yea mis dense de corrientes e intereambios que Sigtban a cada vna de las paris de la ecomornis mundial con eb sistema glo- bal. Et progreso téenico continas ¢ incluso se accleré en le era de las cats- ‘wofes, transformando las guerras anundiales y reforzsndose gracias a ells. ‘Aunque en las vidas de casi todos los hombres y mujeres predominaron las experiencias econ6micas de eardeter eataclismico, que culminaron en la Gran Depsesién de 1929-1933, el crecimiento econdmico no se interrumpié duran te esos deceaios. Simplemente se desacclené, Ex la economfa de mayor cergudura y mils rica de ta época, ta de ios Estados Unidos, la tasa mesa 2._Et echo de que hays sido pose sublecesprediciones aera a pars elas ‘ods args de Soniates algo que noes cone en ie evans: ~ me cytvence a mon soins, low x lgunoseconom sa, de gue continua wi pre de eeu, song. Gescomou ged pune 1 also EcuNowco 95 de crecimiento del PLB per cépita entre 1913 y 1938 alcanz6 solamente una oie modest. e!,8 por 100 amual. La produccisn industrial mundial aumen- &6 algo més de un 80 por 100 en Tos 25 afos transeurridos desde 1913, apro- ximadamente {a mitad que en los 25 affos anteriores (W. W. Rostow, 1978, . 662), Como veremos (capitulo [X), el contraste con el perfodo posterior 11945 serfa ain mds espectacular. Cor. todo, sium marciano hbiesa observer do iz curva de los mavimiestos econdmicos desde wna distancia sufieiente como para que le passsen por alto Ins fluctuaciones que los seres faumencs experimenteban, habria concluido, con toda certeza, que Iz economia mundial continuaba experdifndose. Sin embengo, eo no fa cierto en un aspect ta mundilizacitn de la eco nnomfa parcoia haberse interrumpido. Segtin todes los parémetrs, le integrs- cidn de la economia rxundial s€ estaned 0 rerocedis, En los afos anteriores a le guorra se habia registrado la migraciin ms masiva de Is historia, pero exes Slujos migratorios hubian cesado. o ms bien habfan sido interrumpidos por Jas goertas y las restrcciones politica. En los quince alios anteriores a 1914 desembarcaron en los Estados Unidos casi 15 mitlones de personas. En los 15 aftos siguientes ese mimero disminuys a 5,5 millones y en la déceda de 1930 y en los aflos Ge la guerra el flujo migratoro se interumpis casi por ‘ompicto, pues s6lo entraron en el pats 650.000 personas (Historical Srats: fics, I, p. 105, cuadro C 89-101), La emigracién procedente de la peninsuta ibérica, en su mayor parte hacia América Latina, disminny6 de 1.750.000 pes Sones en ef devenio 2911-1920 2 menos de 250,000 en, los alos tints. El comercio mondial se recupero de las conmocionss de la guerra y de It cnsis ,desagaeei6 de cus el 60 por 100 de Tos $10 atuerdos comwziules que se inaron entre 1931 y 1939 , cuando se conse. 16, lo foe de fora liad (Sayer, 1940)* ,Cimo acaburia todo? ;Sere posble salir de exe cial vicioso? Mis adelante se analizarn hs consecuenias plcasinmediatas de ese cpsodio, el mis uaumdtico en la historia del eapitalismo, peo es neesario teferirse sin demora a sums importante consceuenia largo p70. Ea paces Zalabras, la Gran Depresién deter el boralismo econénico durante medio igh, En 1931-1932, Gran Brelana, Canad, todos los pases escandinavos y | Estados Unidas abandonaron el pan oro, que simp habia sido consider: do con el fundamento de os inerarblo internacional exable, €9 1936 8 44. Le sfunula de nan ms fev onecidos sgnifice, de hecho, Ho conrio de 1 ae purse, asaber, gua terior comercial cr ratada ela i om que a asi mis Feveresid, os desi, qe ranges nin seri is Faves, 102 2A GRA DE. LAS CATASTROFES sumuron a ia medida incluso los més fervintes patidaros de cee sistema, los belges y ks holanceses. y Finslmente los franceses* Gran Brctana abandons ce 1931 al Hise comercio, que desde 1840 habla sida us elemento tan esen- ial de in idoaid! econdmica brtéex como lo es la Constitueia norcame- ticana en la ientidad pottica de los Bstados Unidos, El abandona por parte de Gran Brea de os principios de fa Hberied de transacciones er el seno de tuna ini ezonorafa mundial iestra dramsticarnente la rSpida genetalizacién dk proweeionismo en ese momesto. Mii coneretamente, la Gran Depresion abligs fos gobiemos eccientales « dae priorided © lus consideraciones socites sobre las econdmicas en la formulaci6n de sus polices. Ei peligro ‘que entrada no hacerlo asf —la radicalizacin de la icquierda y, como se / demosiré en Alemanis y en otros paises, de la derecha— era exoesivamnente amenazadr. ‘Asi, 1o8 gobiemos no se limitaron a proteger ata agriculteraimponiendo sranceles frente ala competencia exiranjece, aunque, donde yi existian, los clevaron ain ms. Durante le Depresin, subvencionaron Ta actividad agian garantizando los precios al producto, comprande los excedentes 0 pagando alos agriculores pare que no prodjeraa, com aout en los Estaios Uni dos desde 1933, Los origones de is extrabas paradojas de fa «politica agra- ia comin de ta Cotauniisd Europea, debido Ta cual en Jos aos setenta y ‘ochenta uns minora cada ver. mis exigua de campesinos amenaz6 con ca sar la bancarota comunitaria en razén de las subvenciones cue reeibfan, remontaa a ls Gran Depiesin En cuanto a Jos tabojidores, una vex termini Ta gueera, el «plone ‘empleo, es decir, la eliminaciin del desempleo generlizado, pasé 2 ser et bjetivo bso de la po'iica econsémica en los paises en los que se insiaugs, up eapitalismo democritico reformado, ciyo mis eélebte profela’y pionera, | ainque wo et nico, fue el economists briténiea Jolin Maynerd ‘Keynes (1883-1946) La docuia keynesiana fropugoabs la elntinacion perma {del desempleo generalized por razones tanto de herefcio econdmico como politico. Les Keynesianos sostenian, acenadamentc, gue la demands que eneran Jos ingreses de los rabujadores ocupados tendria un efecio stim | Tante sobre las econaans depsimidas, Sin embargo, la ra26n por la que se dio Ia mésina prioridad a ese sistema de estimulo de Ta demands —el gobierno britieica asumi6 ese objetive antes incluso de que estallara Ia sogunde suesra mindial— fue la considerecin de qu el desempleo genera lizado era social y poticamente explosivo, tal como habia quedado demos. trado duraste la Depresion. Bsa conviceién ert tan sélide que, cuando muchos afios después volvié a producirse en desempleo en gran scala, y ‘especialmente doreme Ia grave depresin de los primeros afios de la cada 4 1980, ios observadores (neinide el autor de este fibro} estaban conven 5. usu firma eises, pau oro daa In wnided mtr, por eerplo a bite te ial vale de un pes eterna dee, ps lo erent Bondo, Aes ABSSwO CONNER 103 ‘idos de que sobrevendrian graves conflictos sociales y se sinlieron sor- prendides de que eso no acurtiera (véase ei eapitulo XIV}, En gran parte, eso se debid a otra medida profildctica aloptadia durante, después y como conseeuencia de la Gran Depresin: ia implantacion de sis temas medernos de segutidad social. ,A quign puede sorprender que los Fstados Unidos aprobaran sa iey de fa seguridad social en 19357 Nos hemos ~~ acostumbrado de tal forme a la generalizacin, a escela universal, de ambi- , Inclue 20s 90 los mismos nazis plagiaron la idea cuando Hitler inicio up aplan eustrie- nab». (Por Tazones que se. analizaran en el priximo captulo, el éxito de los nazis en fa superaci6n de la Depresisn s partir de 1933 (uvo menos repercu- siones internacionales.) Cuil es la cause dot mal funsionamiento de ia economée capitalistaen el periode de entreguerras? Para responder « esta pregunta es imprescindible fener en cuenta fa situacién de les Estados Unidos, pues si en Europa, al rienos en los paises beligerantes, los problemas econémicos pueden expli- ‘arse en funciGn de las perturbaciones de Ia guerra y Ye posguerra, los Esta- ‘dos Unidos s6lo haban tenido una breve, sungue decisiva, inesvertcidn en el conflicto, La primera guerra mundial, igs de desquiciar su economia, 1a ienefiis {como ocurciria también con la segunda guerra rmincial) d= mane- 1 espectacular. En 1913, los Estados Unidos eran ya la mayor eeonomfa del ‘mundo, con la tercera parte de la produccién industrial, algo menos de 8 suma total ds to que productan conjuctamente Alemania, Gran Bretat Franca, Eo 1929 prodjeron mic de 42 por 100 ce la producti mundi freate a igo mends del 28 por 100 de las ies potencias indastriales europees (igerdh, 1945, cuadro 1.14), Esa cifra es recimente asombrose. Concreta- mente, en el perfodo coniprendido entre 1913 y 1920, mientras la produccién {Us acero aumienté un 25 por 100 en fos Estados Unidos, en el zesto del mun {do disminuy6 un tercio Rostow, 1978, p. 194, cnadro MT. 33). En resumes, a terminar Ia primera guerrs reundial, el predominio de la economia estadouni- ‘dense enel escenario internacional era tan claro como el que conseguica des- pues dela segunda guerra mundial. Fuc la Gran Depresién Ia que interrompié temporalmenre esa situaci6n hegeménica, La guerra no silo refor76 su posicién de principal productor mundial, sino ‘que Jo convirtié en ef principal acreedor del mundo. Los britinieos habtan perdido aproximadamente une cuarta parte de sus inversiones mundiales ucante la guerra, principalmente las efectoadas en los Estados Unidos, de las que tuvieron que desprenderse para comprar seministros de guerr. Por su part, los franceses pordicron ja mila de sus inversiones, como consecuencia de la revolucién y el hundimiento de Europa. Mientras tant, (os Estados Uni- dos, que el comenzer In gues eran un pels deudor, al terminar el conficco crane principal acrecdor internacional, Dado que eoncentratan sus operacio- ics en Europa y en e! hemisferio occidental (los britinicos continvaban sien- do con mucho los principales inversores en Asia y Africa) su influencia en Europe era decisive En Suna, s6l0 Ja situacisn de los Estados Unidos puede explicur la crisis econdmice mundial. Después de todo, en los afies veinte era el principal exportidor del mundo y, tras Gran Bretafa, ¢} primer imporador. Eo cuanto alas materias primas casi el 40 por 100 de FL AaISuO SeONKNCD 105 las importiones que cealizaban los quince ptises con un comercio mis imtenso, lo cual explica les consecuencias desasirosas de a crisis para los protuctores de (igo, algodén, auicar, caucho, soda, cobre, estato y calé (Lacy, 1983, pp. 25-29). Estados Unidos fue tarbign ia principal victim de Jn erisis, Si sus importaciones eayeron un 79 por 100 enice 1929 y 1932, no fue menor el deseenso de sus expotaciones, El comercio mundial disminuyé anen0s de un tercioenire 1929 y 1939, pero las exportaciones estadounien- ss descendieron cas: un 50 por 109. Esto no supone subestimar las rafces estrictamente europeas del robie | ‘ma, cuyo origen era fondamentelmente pottco. En la conferencia de paz de ‘Versalles (1919) se habian impuesto © Alemania unos pagos onerosos y n0 1921 la suma se fijéen 132.000 mitlones de mareos de 070, que todo el snun- do sabia que era imposible de pages. mt ‘Las ereparaciones» susctaroninterminables potémicas, eras peridicas 4 artoglos negociados haj los auspicios norteamericanos, pues Estudos Uni- dos, con gran descontento de sus antiguosaliados,petendiavinculas le cucs- tion de las reporaciones de Alemania con el pago de las dendas de guerra que tenfan los aiados con Washington, Estas slums se fijoon en una summa casi tan absurda como la que se exigia a Alemania (ona vez y media Ja renta nacional del pais de 1929); las deudss brtinicas con los Estados Uaicos suponfan el 30 por 100 de fa renta nacional de Gran Bretaay as de los fran. eSes lo dos cio il 1988, pp. 15-16 Hn 1924 ent en vigor el «Pan Daevteso, gue fii le suma reel due debia pagar Alemania enuslmente, y en 1929 el «Plan Young» modifies el plan de repaacioaes y etablenis el Ban- co de Pages Internacionales en Baslea (Suiza), la primera ce fs instimcio- nes financieras internacionales que se mutiplicaran después de ta segunde ‘guerra sundial. {Bn el momento de escribir estas Iineas es todavfa operati- 0) A efectos prcticos, tos fos pages, tanto dt Jos alemanes come de Ios » aliados, se interrampieron en 1932. io Finlandia pagé todas sus Geadas de perra alos Estados Unies Sin entra en los detalles, dos cuestones estaban en juego. Eb primer lugar, Je problematica suscitada por et joven John Mayrara Keynes, que escebi6 una dure entica de la conferencia de Versalles, en fa que part como mieabrosubulterno.de le delegacién britinia: Las consecuencias eco 106 [Ly BRA BE Lay EATASTROFES nnémicas de ta pas (1920), Si no se recoestmia te economia alemana —arpn- Imentabs Keyncs— Ja restauracin de una eivilizaciim y nna economia libe- fal estables en Europa seria imposible. La politica francesa de perpetiar lz ‘ebitidad de Alemania como gerantia Ge ia «seguridad» de Francia eru con tcapreducente, De hecho, Francia era demasiado dsbil para imponer su poli- tic, incluso enande por un breve tiempo ocups el eoraxén industrial de la ‘Alemania occidental, en 1925, con la excusa de gue fos alemanes se negaban 4 pagar. Finalmente, a pattir de 1924 tuvieron gue tolerar¢i fortalecimento de i cconomiaaleruana, Pero, en sequndo lugar, esta a evcstion de céme debfan pagarse les reparaciones, Los que deseaban una Alemania debil pre- ‘endian que el pago se hiciora en efectivo, en ugar de exigir (come parecis ‘as racional) una parte de lt proguccién, 0 al menos de los ingresos proce- deotes de les exportaciones alemaras, pues ello habria roforzado 1a economia alemans frente a sus eompetidores. En efecto, obligaron n Alemania recu- ‘ir sobze todo fos oréditos, de manera que las reparaciones gu se paggron s€ eostearos con les euantios0s préstamos (norteamericaos) solicitados @ mesliadas de fos aflos veinte. Para sus rivales esto parecia presemtar la venta. Jv adicional de que Alemania se endeudaba fuertemeale en lugar de aumen- far sus exportaciones para conseguir el equilibrio de su balanza de pages. De hecho, las importaciones alemanas oumentaren extraordinariamente. Pero, como ya hemos visto, el sistema basado en esos premisas hizo a Alemanie 5 « Buropa smuy vulnersbles ei descenso de ls eréditos de los Estados Unidos {antes incluso de que comenzara It Depresion} y a su corte Final (tras Ia crisis de Wall Street de 1929), Tori el castila de naipes construido en torna a las ‘epuraciones se derumbs durante Ia Depresitin. Para entonces la inferrupeiGn ?) Se tataba de luna guerra etre ideologias incompatibles. Ambos bandos esgrimfan argu ‘mentos econdmicos: Jos keynesienos afirmaban que los salarios altos, el pie~ 119 empleo y el estado del bienestar creaban ls demanda del constmidor que alcntaba la expansién, y que bombear més demanda en la ccanorata ert la mejor manera de afrontar ls depresiones eeondémicas. Los necliberales adu- ‘fan que le economia y la politica de Ia edad de oro diffcultaban —tanto al gobierno como @ las empresas privadas— el control de fa inflacién y el recorte de los costes, que habfan de hacer posible c! aumento de Tos besefi- cios, quc era el auléntico motor del crecimiento en una economia capitalist. Fn cualquier exso, sostenfan, [a «nn cul del lilne nescaly de Adaw ‘Smith produciris con cereza un mayor crecimiento de la «tigueza de las raciones» y una mejor distrbucién posible de la riqueza y la rentas; afr ‘macidn que (os keynesianos negaban. En ambos easos, ia economfa racion 3izaba un compromiso ideolégico, una visién a priori de la sociedad huma- 2a, Los neolbersles veian con desconfianca y desagrado la Suecia socialde- Inéerata —un espectacular éxito econdmico de ta historia det siglo XX— n0 porque fuese a tener problemas en las décaces de crisis —como les sucedi ‘8 econcmas de otro lipo, sino porque este exito se basaba en «el famoso modelo econémico seco, con sus valores colectivistas de ieualdad y solids- sidad> Financial Times, 11-11-1990). Por el contrario, el gobierno de le seiiora Thatcher en el Reino Unido fue impopalar entre 'a izquierda, incluso urante sus afios de éxito econsmico, porque se bssaba en un egorsimo as0- cial e incluso antisocial. [Estas posiciones dejaban poco margen para Is discusién, Supongamos aque se pacda demostrar que el suminisivo de sangre para usos médicos se obtiene mejor compréndole 2 alguien que esté dispuesto a vender medio Hiro de su sangre a precio de mercado, {Debititarfa esto la fundannentacion del sistema britinico basado en los donates voluntarios atrustas, que con tanta elocuencia y convicciGn defendié R. M. Titmuss en The Gift Rela- Honship? CVitmuss, 1970). Seguramente no, aunque Titmuss demosiré tam. bign que el sistema de donacisn de sangre britinico era tan eficiente como 19 EL mag BAMENTO el sistema comercial y mis segnro En condiciones iguales, muchos de nosotyos preferimos una sociedad eayos eiudadanos estén dispestos a pres- ‘ar ayuda desinteesada a sus semejantes, aunque sea simbélicamente, a otra fen que no lo estén. A principios de fos noventa el sistema pobiivo italiano se vine abajo poryue los votamtes se rebeloron conira $6 corrupcion endmi- fa, no porque muchos italianos hubieran sufrido directamente por elto —n gran riimero, quizé Ia mayorfa, se hebian bencficiado—, sino por razones _morafes. Los inieos partidos politicas que no fueron barridos por Ia avalan~ ha moral fueron los que no estaban integrados en el sistema. Los paladines de Ta ibertad individual absoluta permanecieron impasibles ante las evidea- tes injusticias sociales det capitalismo de libre mercado, aun cuando ste {como en Brasil durante pran parte de los achenta) no producfa crecimiento econéwnice, Por el contrario, quienes, como este autor, creen en la igualdad y Ia justicia social agradecieron la oportunidad de argumenar que el éxito ‘econdmico capitalista nuda incluso asentarse mis firmemente en una diss ‘bocion de Ia renta relativantente igualitaria, como en Tapén (wSase la p. 357) ‘Que cada banda tradojese sus ereencias Zundamentales en argumentos prag- Indticos —por ejemplo, acerca de si Ja as‘gnacién de recursos « través de los precios de mercado era ¢ no Sptima— resulta secundario, Pero, evidente- ‘mente, ambos tenfan que eleborar férmulas politicas para enfrentarse = Ia ralentizaci6n econdmica, En este aapecto los defensores dela economfa dela edad de oro no tavie~ on éxito, Esto se dehid, en parte, 2 que estaban obligados a mantener si comproriso palitico ¢ idevidgico con el pleno empleo, el estado del bienes- lary Ta police de corsenso dela poxguerra. O, mds bien, a que se encontra. ‘han atonazados entre las exigencias del capital y del trabajo, cuando ya no existia el crecimiento de Ja edad de o7o que hizo posible cl aumeato conjun- {0 de los beneficios y dc las ventas que no procedtan de los negocios, sin obs teculizarse mutuamente, En tos alos setenta y ochenta Suecia, ef estado sovialdemdcrata por excelencia, nantuvo el pleno empleo con bastante éxito gracias alos subsidios industriales ereando puesios de trabajo y aumentands , Por otra parte, los neolibersles estaban también perplejos, como resulto ‘evidemte a finales de los ochenta. Tuvieron pocos problemas para atacar las rigldoces, ineficiencias y despilfartos econémicos que a veces conTlevaban Jas politicas de Ia edad de oro, cuando ésies ya no pudieron mantenerse @ foie gracias 2 Ja ereciente marca de prosperidad, empleo ¢ ingresos gubsr- ramentales. Habfn amplio margen para aplicar el limpiacor neoliberal y esincrustar el casco del buque de la «economia mite», con restliades bene ficiosos. Incluso la izquierda britanica tuvo que ecabar admitiendo que algy- ‘os de ios implacables correctives impucsios a a economia briténica pos fa sefiora Thatcher eran probablemente nevesarios. Sabla buenas razones part sa desilusin acerca de la gestién de las industria estatales y de la adi nistracién piblica que acabs sicnco tan comin en los ochenta, Sin cmbargo, 1a simple fe en que la empresa ers buena y el gobierno ‘malo (en palabras del presidente Reagan, se gobierno no cs Ia solucisa, sina el problema») 00 constituia una politica econétnica altemnativa, Né podla serlo en un mundo ex el cual, inchise en tos Estados Unides «reaganianos>, el geste dei gobiemo central representaba casi un cuario del PNB, y en fos pafses dosarellados de Ja Europa comuritaria, casi el 40 por 100 (Warid Development, 1992, p. 259). Estos enormes pedazos de Ia economia podtan adminisirase con un estilo empresarial, con e] adecuado sentido de 10s e0s- tes y los beneiios (como no siempre sueedia), pero no podten operat ecm ‘efcacos, sungue lo protendiesen Jos idedlogos. En cualquier caso, tz mayo- sa de los gobiernos neoliberales se vieron obligados u gestionar y 2 dirigit sus economias, ann cuando prerendiesen que se milaban a estima las fuer zs del mercado, Ademés, no existia ninguna formela con ia que se pudiese reducir ef peso del estado. Tras catorce afios en el poder. el mas ideoldgico de los regimenes de Hihre mercado, el Reino Unido sthatcheritim, acabs grax 42 EL DaReDMBAMENTO ‘sado a sus efudadenos con una carga impostiva considerablemente mayor ue ia que habian soportado bajo e! gobierno laberista, De hecho, ne hube nunca una politica econdmica neoliberal Gnica y espe- cifica, excepto después de 1989 en los atiguos estados sootalistas del frea sovitiica, donde —con el asesoramiento de j6venes leones de la economia occidental — se hicieron intentos condenados previsiblemente al desasire de implentar wna economia dc mercado de un dia a otro. El principal négimen seoliberal, tos Estados Unidos dei presidente Reagan, aunque oficialmente omprometides con el conservadurismo fiscal (esto es, con el equilibria pre- ssupuestario) y con el «tonetaristo» de Milton Friedman, utilizaron en rea lidad métodes keynesianos para intentar salir de Ja depresién de 1979-1982, creado un dsficit sigentesco y poniendo en marcha un no menos gigantesco plan armamentistico, Lejos de dejac el valor del délar a merced de mereado y de la ortodoxia monetaria, Washington volvié después de 1984 a la inter. voneisn deliberaca através de la presi diplomdtica (Kutmer, 1991, pp. 88- 94). Ast ocurtié que los regimencs mas profundamente comprometidos con ln economia del Jaitsez:fuire resultaron algunas veces scr, especialmente los Estados Unidos de Reagan y ef Reino Unido de Thatcher, profunda y visce- ralmente nacionalistas y desconfiadas ante e1 mundo exterior. Los histori no exista en el primer mundo. 10s investiga- ddores se sorprendieran al descubrir que a principios de tos noventa habfa en los veimlidds millones de hogeres del Reino Unido més de diex millones de libms esterlinas en efeetivo, o sea un promedio de 460 ibras por hogar, une cifra cuya cuantfa se instficaba por e! hecho de que «le economia sumergide funciona por lo general en efectivor (Financial Times, 18-10-1993). W La combinacién de depresiOn y de una economia restructarada en blo- ‘que pera expalsar trabajo humano eres une sorda tension que impregnd la police de las dcadas de crisis. Una generacisn entera se habia acostambra- {do al pleno empleo, o a confiar en que pronto podria encontrar un trabajo adecuaco en alguna pari, ¥ aunque la recesi de prineipios de los ockenta ‘ajo inseguridad a la vida de Tos ttabajedores industries, no fue hast Ja ci 88 de principios de los noventa que amplios sectores de profesionales y administrativos de paises como cl Reino Unido empezaron a sentir ave ni si trabajo ni su faturo estaban asegurados: casi ia mitad de los habitantes de fas zonas més présperas del pafs temfan que podian perder su empleo. Fueron tiempos en que la gente, con sus antiguas formas de vide minadas pract- ‘camente arrinadas (yéanse ls capftalos X y XD, estavieron a punto de per- der el norte, {Fue un accidenle que «ocho de fos diez asesinatos en masa més ‘importantes Ge la historia de los Estados Unidos... se produjeran a partir de 1980», y que fueser acciones reatizadas por hombres bkancos de medians ‘edad, dz Ueinta 9 cuarenta non «tras un prolongedo periodo ée soledad, frasttacién y rabiso, acciones precipitadas muchas veces por uma catéstofe ten sus vidas, como la périda de sa trabajo 0 un divorcio? "La ereciente «cule tora del odio que se gener} en los Estados Unidos» y que tal vez contibuys ‘a empujarles ;fue quizé wn acciéente? (Butterfield, 1991). Este odio estaba Lemire ero be esa is Bei Uids pele el Cateye Aten Mpc geen stent comcast) 9 {at rcs enn cs nei et era eta 1b. xx sextmen itp aon on nile de pono de maine aap acomro epoca oe Sanrane Se eerie. Canbiron Seis) penn rao 0 eon rate gie poe seo a6 1 DERRUMBAMIENTO presente en Ia letra de muchas canciones populares de los aflos ochenta, y en Ja crueldad manifesta de rmuchas pelicalas y programas de televisién Esta sensacin de desosientaciin y de inseguridad produjo cambios y des- plazamientos significatives en li poitice de los paises desarrollados, antes incluso de que ol final de la guerra fria desiruyese el equilibrio intemacional sobre el cval se ascntaba La estabilidad de muchas democracias parlamenta- ris oveidemtales. En épocas de problemas econdmicos los voteates suelen inclinarse 2 culpar al partido 0 régimen que esti en e] poder, pero ia novedad de les décadas de crisis fue. que fa reaccién contra ios gobiemos no benefi- ciaba necesariamente« las fuerzas de la oposicidn. Los mixtmos perdedores fueron los pastidos socialdemdcratas 0 laboristes occidentales, cuyo principal ‘nstremento para satisfacer las necesidades de sus partdarios —Ia acc eco- némiea y social s trevés de fos gobiernos nacionales— perdi6 fuerza, mien- tus que el blogue central de sus partidarios, Ja clase obrers, se fragmentaba (véase ol capitulo X), Ba la nueve economia transnacional, los saris inter- 1s estaban mas directamente expuestos que antes ¢ fa competencia extanje- va, y la capacidad de los gobiemos para protezerlos ere bastante menor. Al ‘mismo fiempo, en una época de depresidn ios intereses de varias de las pir {es que consttufan cl electorado socialdemécrais tradicional divergian: [os de quienes tenfan un tabajo (rclativamente} seguro y los que no lo tenfan; los trabajadores de las eniguas regiones industrializadas con fuerte sindicacién, los de las nuevas industries menos amenazadas, en nuevas regiones con baja singicaciéa, y las impopulares vietimas de los melos tiempos cafdas en una ssubciasen. Ademds, desde 1970 muchos de sus paridarios {especialmente JOvenes y/o de clase media) abandanaron los principales partidos de la iz- ‘quierda para sumarse a raovimientos de cariz més especifico —especialmer- te los ecologistes, fcuinistas y otros de los Hamados «nuevos movimientos sociales»—, con lo cual aquéllos se debilitaron. A principios de ln décadn 4 los noverta los gobiernos sociaidemderatas eran tan raros como en 1950, ‘8 que incluso administaciones nominalmente encabezadas por socials: tas abandonazoa sus politcas tadicionales, de grado 0 forzadas por las cir ccunstancies. Las nuevas fuerzas politicas que vinieron a ocupar este espscio cubsfan Lun ampli espectro, que abareaba desde los grupos xenéfabus y racistas de derectas a través de diversos partides secesionisias especialmente, aunque no s6lo, os émnico-nacionzlistas) hasta los diversos partis «verdes» y ottos stweves movimientos sociales» que reclamaban un lugar en la izquictda, ‘Algunos lograron una presencia sigaificativa en la polftien de sus paises, a veces un predominio regional, aungue a fines del siglo xX ninguno haya reemplazado de hecho a los viejos establishments politicos, Micntras tanto, el apoyo electoral 2 los otros partidos experimentaba ‘grandes fuctuaciones. Algunos de los mAs influyentes abandonaroa el uni- versalismo de las politicas democriticas y ciudadanas y abrazaron las de alguna ideniidad de grupo, compartiendo un secliazo visceral hacia los exiranjeros y marginados y hacia ef estado-nacién omnicomprensivo de ta LAS DECADAS DE CRISIS at tuadicion revolucionaria cstadounidense y francesa. Mis adelante nos ocupa- remos del auge de Ins nuevas «potticas de identided, Sin embargo, la importancia de estos movimientos no reside tanto en st contenido positive como en su rechazo de lt «vieja politica». Algunos dc los _mis importantes fmdamentaban sa identidad en esta afirmaciGn negatives por cjempio Ja Liga del None italiana, el 20 por 100 del electoredo estadouniden se que en 1992 apoye' Tn candidatura presidencial de un tejano independiente © los electores de Brasil y Peri que en £989 y 1990 eligieon come presidentes @ hombres en los que creian poder conflar, por el hecto de que Tonea antes Incbian ofdo hablar de ellos, En Gran Brett, desde principios de los setenta, s6l0 un sistema eleetoral poco representative ha impedido en diversas ocasic- nes la emergencia de un tercer pattie de masas, cuando los liberales —solos © ‘en colicin, 0 tas la fusion con una escsién de socialdemécratas moderados del Portida Laborista— obnuvieron casi tanto, o incluso més, apoyo electoral aque el que lograron individualmente uno v also de los dos grandes partidos. Desde principios de los alos treinta —an otro perfodo de depresiGn— no se habia visto nada semejante al colapso del apoyo electoral que experimen taron, 2 finales de los achenta y principios de los noventa, partidas consoli- ddados y con gran experienciz de gobierno, como ef Partido Socialists en Francia (1990), el Partide Conservador en Canad (1993), y los partidos ‘gubemameatales italianos (1993). En resumen, durante las décadas de ctsis Jas estructuras polficas de los paises capitaistas democrétics, hasta enton- ‘os estables, empezaron a desmoronarse. Y las nuevas fuerzas politicas que ‘mostraroa un mayor potencial de crecimiento eran las que combinaban una ‘demagogis populsta con fueres liderazgos personales y la hestlidad hacia Jos extranjeros. Los supervivientes de la era de entreguems tenfan razones para senirse descorazonacios. m1 ‘También fe alrededor de 1970 cuando emapers a producise una crisis similar, desapercibida a) principio, que comenzd a minar el «segundo mun- ddo» de las «economias de planificacién centralizada». Esta criss resulté pr- mero encubierta, y posteriormente acentuads, por Iz inflexibilidad de sus ss temas politicos, de modo que el cambio, cuando se produjo, results repenti- no, como sucedis en China tras la muerte de Mao y, en 1983-1985, en la Unidn Soviética, tas la muerte de Brezhnev (véase ci capftulo 16). Desde el prnte de vista econémico, estaba claro desde mediados de la década de los sesenta que ol socialismo de planificacion ceatralizada necesitaba reformas urgeates. ¥ a partir de 1970 se evidenciaron graves sintomas de aut regresidn, Este fie el preciso momento en que estas economfas se vieron cexpuesias —como todas las dems, aunque quiz no en la misma media— 4 los movimicatos incontrolabics y a las irapredecibles fluctuaciones de la ‘economia mundial transnacional. La entrada rasiva de la Unién Soviética en als. EL DERRUIDAMIENTO i mercado interscional de cercales y el impacto de las crisis petroiferas de fos setenta representaron el fin del «campo socialiste» como une economia regional auténom, protegida de los caprichos de Ja economia mondial (véa- sels p. 374), Cuciosamente, el Estey el Oeste estaban unidos no s6lo por fa economéa transnacional, que ninguno de ellos podia controlar, sino también por la extraba imerdependencia del sistema de poder de la gucrra fia, Como hemos visto en el capstulo VII, este sistema estabiliz6 a las superpotencias Yy a sus dreas de influencie, pero hebia de sirmir a ambas en el desorden en ef momento en que se desmoronase. No se trataba de un desorden mera mente polio, sino ambien econdmico. Con el sibito desmoronamiento del sistema politico soviético, se hundieron también Ia divisiéa interregional det trabajo y les redes de dependencia mutua desatroliadas en a esters sa- viética, obligando a los pafses y regiones ligados a éstas a enfrentarse in vidualtente @ un mercado mundial para el cual no cstaban preparados. Tam- paca Oceidente lo estaba para intcgrar los vestigios dei antiguo «sistema ‘mundial paralelo» comuniste en sw propio mercado mundial, como no puso hnaceria, aun queriéndofo, ls Comunidad Europea." Finlandia, um pais gue experiment6 uno de los éxitos econdmicos mis espectaculares de In Europa de Ia posguerra, se hundié en tna gran depresicn Adebido al derrumbamiento de la economia sovitica, Alemania, la mayor po- tencia econdmica de Europa, tuvo que imponer itemendas restricciones a su econotnfa, y a lz de Europa en su conjunto, porque su gobierno (contra las aadverteneias de sus henguerns, tovin hay quie dria} bahia snbestimiado Ta difcultad y e} coste de la absorcién de una parte relativamente pequefi de 1a economia socialist, los diecstis millones de personas de la Reps Democritica Alemana. Estas fueron consecuencias imprevistas de la quicbra sovistica, que casi nadie espernbe hasta que se produjeron En el inlervalo, igual que en Occidente, io impensable resulté pensable ‘en el Este, y los problemas iovisibles se hicieron visibles. Asi, en Jos aftos setemta, tanto en el Este como en el Oeste la defensa del medio ambiente se convirtidé en uno de tos temas de campafia potitica mas importantes, bien se tratase de le dofensa de las bailenas o do la conscrvacién Gel lago Baikal en Siberia, Dads las restricctones del debate pico, no podemos sepuir con exactitnd €] desamrolio del pensamiento eriico en esas sociedades, pero ya.en 1980 economnistas de primera lines del régimen, entigues reformistas, como Fénos Kornai en Hungria, publicaron andlisis muy negativos sobre el sistema econémico socialists, y los implacabies sondeos sobre los defectos, del sistema social sovigtico, que fueron conocids « mediados de los achen- 11. Recudolaangutioss ntervnsion do un bilguo en un cologuioincemeconl xl brad en 1983: =jQu querer go havaras” Hemet prs auctor raereados ano agus Paes socialist La Comided Exropes no quiere absorber ness exponaciows, Come ‘lens tenes de gs Neciones Unidas ators sera pers tener a Seri, cau dl blagun besa. cA dnd vasa LAS DECADAS DE cuits a9 ta, se habfan estado gestando deste hacfa tiempo entre los avadémices de Novosibirsk y de muchos otros lugares. Es diffeil decerminar el momento ‘exacto en el que los dirigentes comunistas abandonaron st fe en el socialis- ‘mo, ya que después de 1989-1991 teniam interés en anticipar retrospectiva- ‘mente su conversiGn. Si esto es cierto en ef terreno econémica, ain fo es mas en e! politico, como demostrarla —al menos en los paises socialisias cocidentales— la perestroika de Gorbachow. Con toda su admiracin bist6- rice y sa adhesion a Lenin, caben poeas dndas de que muchos comunistas, fefotmistas hubiesen querido abandonar gran pane de Ta herencia politica sel leninismo, aungue pocos de ellos (fuera del Pactido Comanista italiano, due ejercft un gran atractivo para los reformistas de] Este) estaban dispues tos a admitrlo, ‘Lo que muchos reformistas del mundo socialista hubiesen querido ere teansformar el comunismo en algo parecide ala socialdemocracia occidental Su modelo era més bien Estocolmo que Les Angeles. No parece que Hayek y Friedman taviesen muches admiradores secretos en Moset 0 Budapest. La esgcacia de estos reformistas fue que la ctisis de fos sistemas comunistas coincidiese com Is crisis de la edad de orn del capitalism, que fue a su vex la crisis de los sistemas soeialdemécratas. Y todavia fue peor que el sibite desmoronamiento del comunismo hiciese indeseable e impracticable un pro- agyama de tansformaciém gradu, y que eso sacediese durante e] (breve) tervalo én que en ef Occidente captalstatriunfaba el radicalismo rampante de 10s ideGlogos del sitralteralismo. Este proporcioné, por ello, la inspirae sigu toGrica x lus negineenes poscomumisas, sungue en fa practiea mosis scr tan irealizable ali como en cualquier otro lugar. Sin embargo, aunque en muchos aspectos las crisis discuriesen por ccaminos paraleios en ef Fste y en el Oeste, y esbuviesen vineuladas on una sols crisis global tanto por la politica como por Is economia, divergian en dos puntos fundamentales. Para cl sistema comunists, al manos en la asfere sovittica, que era inflexible e inferior, se trataba de una cuestiOn de vida 0 verte, a la que no sobrevivi6. En los paises capilalistas desarvollades Io que estaba en juego munca fue ja supervivencia de! sistema coonsmico y, osc @ la eosin de sus sistems politicos, tampoco lo estaba la viabifidad e éstos. Filo podria expticar —aunquc no justficat— la poco convincente sfirmacién de un autor estadounidense Seguin el cual cone! fin del comunis- ‘mo la historia de la huroanidad serfa en adelante Ia historia de la democre cia liberal. Solo on un aspecto crucial estaban estos sistemas en peligro: su future existencia como estados tertoriales individnales ya no estaba garan tizada, Pese todo, a principios de las noventa, ni uno solo de estos estados- nacion oecidentales amenazacios por los movimnientos secesionistas se habs desintegrado. Durante ia ers de las catéstrofes, el final det capitalisme habia parccido prbxitno, La Gran Depresin pods describirse, como en v¥ ttulo de un libro contemporines, como This Final Crisis (Hutt, 1935). Pooos tenfsn ahora una visién apocaliptica sobre el futoro inmediato del captalisino desarrollado, 420 2, BaRRENMAMIENTO aunque tm historiador y marchante de arte francés predijese rotundamente el fin de la civitizacién occidental para 1976 argumentando, con cierto funda- suento, que el empuje de la economia estadounidense, que habia hecho evan ar en el pasado al sosto del mundo capitalist, era ya una fuerza agotada (Gimpe’, 1992}, Consideraba, yor tanto, qué la depresign actual «se prolon- ard hasta bien entrado el préximo milenio». Para ser justos habré que decir ‘uc, hasta meuiados o incluso fines de los ochents tampoca muchos se mos- ‘raban apocalipticas respecto de las perspectivas de la Unién Sovigtica, ‘Sin embargo, y dcbido precisamente al mayor y mas incontrolable dina- ‘mismo de la economfa capitalisa, el tefido social de lus sociedades occidem tales estaba bastante mis minado que el de tas sociedades socialists, y por twate, on este aspecto la crisis del Oeste era més grave, El tejido social de fa Unign Sovidtica y de la Europe oriental se hizo pedazos a consecuencia del demembamiento del sistema, y no como condicin previa del mismo. All donde las contparaciones son posibles, como en el caso de la Alemanis Oeci- dental y 1a Alemania Oriental, parece quc los valores y las eostumbres de la ‘Alemania tradicional se conservaron mejor bajo la épica comunista que en Ja regidn occidental det milagro econémico. {Los judfos que emigraron de ia Unin Soviética a Ise] promovieron en ‘sic pais la miisica clsica, ya que provenian de un pats en el que asistx a ‘conciertos en directo seguia siendo una actividad aommal, por lo menos entre ‘el colectiva judio. El piblico de los concierto no se haba veducide ali a una ‘Pequetia minorfa de personas de mediane o avanzada edad, 1.08 inabitantes de Moses y de Varsovia se sentian menes. preacupados ‘por problemas que sbrumaban a ios de Nueva York o Londses: el visible ere ‘imiento del indice de criminalidad, ta Snsegurided ciudadana y la imprede. sible violencia de waa javentad sin normas. Habla, Iégicamente, escasa ‘ostentaciéa publica del tipo de comportamiento que indignaba a las persones socialmente conservadoras 6 convencionales, que lo veieu como una eviden- ia de ta descomposicién dela eivilizacin y presagiaban ua colapso como el de Weimar, Es dificil determinar en qué medida esta diferencia entre el Este y el Oes- te se debia ‘a la mayor riqueza de las sociedades occidentalesy al rigido ean- ‘rol estatal de las del Este. En algunos aspectos. este y oeste evoltcionaron en Ja misma ditecci6n, En ambos, las familias eran cada vex més pequefas, les matrimonios se rompfan con mayor facilidad que en otras pares, y Ja poblacidn de los estados —o, en cualquier caso, a de sus regiones mds urba- nizadas ¢ industializadas— se repreduefa poco, Fn ambos también —aun- que estas afirmaciones siempre deban hacerse con cautela— se debit el amraigo de las religiones occidentalestradicionales, aunque especialisias en fa ‘materia afirmaban que en la Rusia postsoviética se estaba produciendo un 12. E1960 os ecouderaba que en Nuova York, no de ee ds rayenes cents sie les del mad, pico dels cancers ge cizcunsaiba a vine 9 Uelnin w pesoma eh une poblaién tt) a de ills LAs DECADAS DE CRIs a2) ‘esurgimiento de Tas ercencias religiosas, aunque no de Ie préctica. En 1989 las mujeres potacas —como los hechos Se encargacon Ge demostrar— eran tan refractarias @ dejar que la Iglesia catlica dictase sus habitos de empa- rejamiento como fas mujeres italianas, pese a gue en la etapa comunista los polacos hubiesen manifestado una apasfonaca adhesién a la Iglesia por razones nacionalistas y antisovigticas. Evidentemente los regimenes come rislas dejaban menos espacio para las subcultaras, las contracultaras o los submundos de cualguicr especic, y reprinian las disidencias. Ademés, Tos pacblos que han experimentado periodos de teror general y despiadado, coma sucedfa en muchos de estos estados, es mais probable gue sigan con la cabeza gacha incluso cvando se suaviza el ejercicio del poder. Con todo, la relativa tranguilidad de ia vida socialsta no se debie al temor. El sistema aislé a sus ciudadanos del pteno impacto de las iransformaciones socia- les de Occidente porque los aisié del pleno impacto del capitalismo occiden- tal, Los cambios que experimentaron provedian del estado o cran una res ppuests al estado. Lo que el estado no se propuso cambiar permanecié como estaba antes. La parndoje del comunismo en el poder es que resulté ser com- servador, wv Bis pricticamente imposible haver generalizaciones sobre la extensa Area del tercer rnundo (iucluyendo aquellas zonas dc! mismo que estaban abora cn ‘proceso de industriaizacién), En la medida en que sus problemas pueden estuiarse en conjunto, he procursdo hacerlo en los capitlos VIL y XI ‘Convo hemos visto, as décadas de crisis afectaron a aquellas regiones de rmaneras muy diferentes. {Cémo podemos comparar Corea del Sur, donde ‘desde 1970 hasta 1985 el poreentaje de la poblacién que posefa un aparato de televisign pas6 de un 6,4 por 100 2 un 99,1 por 100 (Jon, 1993), con un pas ‘como Peri, donde mis de la mitad de la pablacién estaba por debajo del uinbral Ge Iz pobreza —més gue en 1972— y donde el consume per cépita estaba exyendo (Anuario, 1989), por no hablar de los asoladas paises dei Africa subsahariana? Las tensiones que Se produefan en un subcontinente como la dia eran fas propias de una economia en crecimiento y de una sociedad en transfornmacidn, Las que sultian 2onas como Somatic, Angol y Liberia eran las peopies de unos paises en disofueidn dentro de un cantiner- te sobre cuyo faturo pooos se sentian optimists. La Gnica sencratizacin que podia hacerse con seguridad era ta de que, ‘desde 1970, casi todos los pafses de esta categoria se habfun endeudado pro- fundamente. En 996 se ios podfa clasificar, desde los tes gigantes de In deuda internacional (entre 60.000 y 110.000 imilones de délares), que eran Brasil, México y Argentina, pasando por los otros veintiocho gue debian mis e 10.000 millones cada uno, haste los que sGio debian ée 1.000 0 2.000 millones. E} Banco Mundial (que tenia motivos para seberlo) caleuk6 que

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