Sunteți pe pagina 1din 97

Una

Arrabalera
Florentina

Lilith Cohen

© Primera Edición 2014


© Segunda Edición 2017
© Tercera Edición 2018
Antes que nada quiero agradecer a dos de mis mejores
amigas, a Rebe por ser la admiradora número 1 de Iodine y
también a Natalia “Pez Gato” Loyda por las buenas críticas
constructivas y observaciones que me hizo durante la
primera edición de “Gata de Arrabal.”
A las dos les doy las gracias por su gran apoyo incondicional.
Prólogo

(Mariasinacento está conectado/a)

Maria: ¡Heeeeeey Iodine! :)

Iodine: ¡Hola Maria! ¿Qué tal? :D

Maria: Pues aquí pasándola. ¡Oye, hasta que por fin te encuentro en
línea para poder platicar!

Iodine: ¡Ay! Lo siento, es que últimamente he tenido muy poco


tiempo libre para poder conectarme. :(

Maria: Hmm, me imagino. Y más ahora que ya tienes galán ya no


quieres juntarte con la chusma. :'(

Iodine: ¿Qué cosas dices? XD Soltera o con pareja, yo nunca me


olvido de mis amigos.

Maria: Bueno, pues aprovechando que estás disponible... te tengo


que contar una cosa. :P

Iodine: ¿Qué es? ¡Desembucha! :O

Maria: ¡Pues que tus papás, el Neto y yo ya tenemos nuestros boletos


de avión para irte a visitar a Italia! :D

Iodine: ¿¿¿En serio?? :O ¿Y que día llegan exactamente? :D


Maria: El 20 de diciembre, pasaremos la Navidad contigo, queremos
visitar los lugares cerca de donde vives y de paso queremos conocer a
Andrea. XD

Iodine: ¡Qué padre! Pero eso sí, vénganse bien abrigados porque aquí
si van a conocer lo que es el frío. Y con respecto a Andrea, van a ver
que les va a caer muy bien, es muy simpático. :D

Maria: Gracias por el consejo. Y sí, todos tenemos muchas ganas de


conocer a tu ragazzo en persona, bueno, el Neto quién sabe. Ahora si
me disculpas me tengo que desconectar, te escribo un email al rato
¿sale?

Iodine: ¡Ay, ese Neto! :/

Maria: No le hagas caso, está locuaz ¡ji ji ji! Ahora sí que... ¡Nos
veremos pronto! ;)

Iodine: Está bien ¡Hasta entonces, pues! :)

Maria: Arrivederci!!! :*
The war was lost

The treaty signed

I was not caught

I crossed the line

I was not caught

Though many tried

I live among you

Well disguised

I had to leave

My life behind

I dug some graves

You’ll never find

The story’s told

With facts and lies

I have a name

But nevermind

Nevermind

Nevermind
The war was lost

The treaty signed

There’s truth that lives

And truth that dies

I don’t know which

So nevermind

Your victory

Was so complete

Some among you

Thought to keep

A record of

Our little lives

The clothes we wore

Our spoons, our knives

The games of luck

Our soldiers played

The stones we cut

The songs we made


Our law of peace

Which understands

A husband leads

A wife commands

And all of this

Expressions of

The sweet indifference

Some call love

The high indifference

Some call fate

But we had names

More intimate

Names so deep and

Names so true

They’re blood to me

They’re dust to you

There is no need

That this survive


There’s truth that lives

And truth that dies

Nevermind

Nevermind

I live the life

I left behind

There’s truth that lives

And truth that dies

I don't know which

So nevermind

I could not kill

The way you kill

I could not hate

I tried I failed

You turned me in

At least you tried

You side with them

Whom you despise


This was your heart

This swarm of flies

This was once your mouth

This bowl of lies

You serve them well

I’m not surprised

You’re of their kin

You’re of their kind

Nevermind

Nevermind

I had to leave my life behind

The story’s told

With facts and lies

You own the world

So nevermind

Nevermind

Nevermind

I live the life

I left behind
I live it full

I live it wide

Through layers of time

You can’t divide

My woman’s here

My children too

Their graves are safe

From ghosts like you

In places deep

With roots entwined

I live the life I left behind

The war was lost

The treaty signed

I was not caught

I crossed the line

I was not caught

Though many tried

I live among you


Well disguised

Leonard Cohen "Nevermind"


Capítulo I - Aquí en Florencia
No pues... ¡Que chido! Vendrán mis papás y mis amigos a Florencia y
bueno... ¡Ay, pero que desconsiderada soy! Ahí están ustedes, ni los
he saludado y ni tienen idea de qué pedo con mi vida ahora. Bueno,
pues los voy a poner al corriente, primero que nada (carraspea un
poco) ¡Hola! ¿Qué tal? Ya saben quien soy yo y todo eso, así que
pasemos a lo que quieren saber desde la última vez que supieron de
mí. Pues siempre si conseguí mi beca para venir a estudiar a Italia en
la Accademia Europea di Firenze y no les voy a negar que fue algo difícil,
pero tuve mucha paciencia y por fin estoy aquí y ya llevo casi un año
estudiando acá.

Mi vida ha cambiado en muchos aspectos desde que llegué a


Florencia, acá la gente es muy diferente, no les importa tanto el
hecho de que no me guste traer el pelo largo y que aún use playeras
con dibujitos o sí les importa no me lo hacen saber, porque al fin y al
cabo ¿Qué les importa mi vida? Y ... ¿Qué pasa? ¿Por qué me miran
con ansias? ¡Ah ya! Me imagino que están ansiosos porque les
platique acerca de mi novio Andrea (¡¡sííí ya tengo novio, aunque
parezca increíble!!) de como lo conocí, empezamos a salir y todo ese
rollo... Está bien, saquen las papitas, palomitas, muéganos o lo que
tengan a la mano de comestible para que les cuente con lujo de
detalles.

Bien pues, cuando llegué a Florencia ya dominaba bien el italiano,


pero no conocía a nadie y en mi primer día de curso me encontraba
súper nerviosa a pesar de que nada más tenía quince compañeros,
solamente yo y otros dos éramos hispanos: Remedios, una española
de Sevilla que es de mi edad (pero muy áspera y algo malencarada) y
Diego, un argentino oxigenado de Buenos Aires (según él es rubio
natural, pero el oxigene se le nota a leguas) un par de años más
grande que yo y como buen argentino porteño es muy "sensishito y
carijmatico."

De ahí en fuera casi todos los demás estudiantes son italianos;


excepto Kevin, un típico gringo carebobo que no entiende ni madres
el italiano pero que está aquí no' más en plan de andar turisteando;
Mathias, un alemán güerejo con cara ruda de neonazi pero que
resultó ser buena onda (sólo que es bastante seco y no inspira mucha
confianza que digamos) y un chino del cual nunca me aprendí su
nombre, así que para identificarlo lo llamé Chong Ki Fu como el de la
canción de Cri - Cri.

El chino este en cuanto entré al salón me asustó con su carota de


pervertido y maniático sexual y me empezó a hacer señas para que
me sentara en un asiento vacío que había al lado de él, yo mejor le
huí y me senté al lado de la neurótica de Remedios, era mil veces
preferible aguantar su mal humor que a un acosador.

Fuera de eso, el primer día de curso estuvo muy bien y se me pasaron


las clases como agua y ya sólo me quedaba la última materia del día
que era Sociología del Arte en el aula 38, como apenas conocía la
academia no daba con el aula y tuve que pedir indicaciones a uno de
los intendentes.

— Mi scusi, mi sa dire dove si trova la classe 38?

— Vai fino al corridoio principale e poi gira a sinistra, lì si trovano tutte le


classe dalle 30 alla 40.

— Grazie infinite!!!

Corrí lo más aprisa que me dieron las piernas, porque ya tenía como
quince minutos de retraso, y en cuanto encontré la dichosa aula 38,
me puse a correr aún más rápido sin darme cuenta de que el piso
estaba recién trapeado y entré patinando al salón haciendo
movimientos con los brazos para tratar de detenerme pero fue inútil.
— Scusi il ritardo professoreeeeeeeeeeeee — y me fui a acomodar chico
ranazo justo enfrente del asiento del profesor quien enseguida se
levantó para ayudarme a ponerme en pie (antes de milagro que no
me rompí la jeta ni los lentes).

— Oh mio dio!! Ti sei fatta male?

Al escuchar su voz, alcé la vista para verlo y por un instante pensé


que hasta me había muerto por el porrazo que me di, ya que me
pareció que me encontraba enfrente de un mismísimo ángel bajado
del cielo ya que el profe era muy lindo: cabello corto de color castaño
oscuro, ojos color miel y usaba unos lentes que le daban un aire muy
intelectual.

Recuperé el aliento y me tomé de la mano del profesor para irme a


sentar. — Eh no, por suerte estoy bien. Ya estoy acostumbrada a que
siempre me sucedan esta clase de cosas. Le agradezco mucho por
ayudarme.

Con la cara roja de vergüenza me fui a sentar y el profe se paró en


frente de la pizarra y prosiguió a presentarse. — Bueno, ahora que
estamos todos en clase voy a continuar. — Dicho esto, tomó un
marcador y escribió su nombre y abajo apuntó con letras mayúsculas
"SOCIOLOGIA DELL'ARTE" — Bien, mi nombre es Andrea Espósito y
voy a impartirles la asignatura de Sociología del Arte, tal vez a
muchos de ustedes les parezca algo extraño que exista una rama de
la sociología dedicada especialmente a las artes como son la la
literatura, la música, el teatro y en este caso también la pintura y la
escultura...

Me sentía de verdad en el Nirvana escuchando la voz del profe


Andrea tanto que hasta ya ni sentía el dolor del ranazo de hace rato,
estaba algo distraída hasta que una pregunta del profe me hizo
volver a la realidad. — Visto que muchos de ustedes no tienen idea
acerca de la Sociología del Arte, les recomiendo conseguir el libro de
Pierre Bourdieu, ya que desde ese material es de donde vamos a
partir en nuestro estudio...

No pude evitar interrumpir al profe, pero tenía que decirle algo. —


Mi scusi professore, yo tengo ese libro y lo he leído ya.

Todos los demás compañeros voltearon a verme lanzándome miradas


asesinas, y no era mi intención hacerlos quedar mal, yo sólo quería
buscar un pretexto para sacarle plática y hacerme notar un poco. Al
profe Andrea se le iluminó el rostro. — Oh, molto bene! Disculpa ¿Cuál
es tu nombre?

Tartamudeando un poco por los nervios que me infundieron los


otros, respondí. — Mi... mi chi... chiamo... Iodine.

— Bene Iodine, como tú ya tienes idea de que es lo que va esta materia


puedes auxiliar a tus compañeros con las dudas que puedan tener.

Pareció como que las palabras del profe calmaron un poco el enojo de
los compañeros y me sentí un poco más tranquila. Cuando terminó la
clase, agarré mis cosas y me salí del salón, el profe Andrea había
salido un poco antes que yo. No me había percatado que Chong Ki Fu
seguía ahí, volteé tantito para atrás y me dio la impresión de que me
estaba siguiendo y me dio miedito, así que caminé más aprisa, pero el
chino pervertido también aceleró el paso para tratar de alcanzarme,
yo iba caminando casi al lado del profe, y con mucha vergüenza por
el atrevimiento, lo tomé del brazo y él se sobresaltó un poco.

— Ah, mi dispiace un'altra volta, professore, es que ¿Puede creer que me


andaba cayendo otra vez? ¡Ay qué torpe soy!

— Non ti preoccupare, entonces lo mejor será que te compres unos


patines para venir a clases — me dijo guiñándome un ojo.
Volteé hacia atrás, y para mi buena suerte, Chong Ki Fu ya se había
ido y el profe Andrea se despidió de mí. — Va beh, yo voy a comer
aquí en la cafetería, supongo que tú irás para tu estancia, así que nos
vemos mañana.

— La verdad es que no tenía idea de a dónde ir a almorzar, así que me


parece buena idea quedarme a comer aquí también.

— Benissimo! — exclamó el profe. — Si no te molesta, podemos


sentarnos aquí en la misma mesa.

— ¡Sí! — grité, tratando después de modular la voz porque el resto de


los que estaban en la cafetería me voltearon a ver con cara de
sorpresa y yo me sentía morir de la vergüenza. — Es decir que... non
c'è nessun problema per me!

Pusimos nuestras cosas en la mesa mientras íbamos a la barra de


comida a tomar una charola para servirnos. — Te recomiendo el
panino de prosciuto con la ensalada a la Toscana, es de lo mejor que
hay acá.

— D'accordo! — y seguí su sugerencia.

Y después yo me serví un latte macchiato frío, en cambio el profe tomó


un espresso y nos sentamos. — E dimmi Iodine ¿De dónde eres?

— Vengo de México, de un pequeño pueblo que se llama Naolinco y


está en Veracruz.

— Ah, stupendo! Yo soy de Livorno pero vine a esta academia a


estudiar y ahora trabajo acá en Florencia.

— ¿¿Usted es de Livorno?? — exclamé algo extasiada. — ¡Igual que


Modigliani!

— ¡Ah! Ti piace Modigliani?

— ¿Gustarme? ¡Gustarme es poco! ¡Me fascina! — le dije mientras


buscaba en mi mochila mi libro para enseñárselo. — Lo tengo desde
que tenía trece años.

— Oh mamma! — exclamó el profe Andrea mientras hojeaba el libro.


— ¿Sabes? Esta es una edición especial de las obras de Modigliani que
ya nunca más se volvió a editar.

— Sí, lo se. Mi papá movió cielo, mar y tierra para poder


conseguírmelo y por eso lo cuido muy bien.

— Pues te felicito, muy pocos hoy en día saben apreciar su arte.

— Oh... grazie! — dije mientras me sonrojaba un poquito y rezaba al


Cthulhu para que el profe no lo notara.

— Bueno, es hora de que me vaya a casa. Tengo muchas tareas que


revisar y corregir.

— Sí, yo también me tengo que ir a estudiar.

— Bien, me agrada que mis alumnos tengan ganas de estudiar — dijo


el profe mientras me acomodaba un par de besos en las dos mejillas
para despedirse y yo me puse más roja que un tomate en temporada.

— Bene signorina, a domani!

— A domani professore! — me despedí mientras me levantaba de mi


silla tratando de no caerme otra vez por andar distraída pensando en
él.

Regresé a mi estancia, que es un pequeño departamento en un piso


que comparto con el oxigenado que está de mi lado derecho, el chino
pervertido de lado izquierdo, enfrente están Remedios, el alemán y el
gringo.

Me puse a leer el ibro de Bourdieu para recapitular lo que íbamos a


ver en la clase del profe Andrea, pero la verdad es que no podía leer
sin dejar de suspirar, pero enseguida tuve que ponerme seria y
regañarme a mí misma. — ¡Pero con una chingada Iodine! ¿Es qué
nunca vas a aprender? ¿Apenas conociste al profe hoy y ya andas
caminando entre nubes? Acuérdate... — me di unos cocotazos en la
cabeza. — Acuérdate de lo que te pasó la última vez con el pinche
Neto, no te hagas ilusiones, no te ilusiones, el profe Andrea es
estupendo, sí claro, pero ¿Ya te has puesto a pensar en la posibilidad
de que tenga novia o sea casado o peor aún para ti, que sea gay? (digo
bien saben que no tengo nada en contra de los gays, pero caras
vemos orientaciones sexuales no sabemos) o si no es nada de eso
¿Qué te hace pensar que te va a hacer pinches caso? ¿Eh, eh? ¡Pon los
putos pies en la Tierra ya!

Después de autosermonearme, abrí la ventana de mi cuarto y salí al


pequeño balcón a contemplar el paisaje un rato viendo la catedral y
los edificios medievales que se alcanzaban a percibir desde mi
ventana, saqué mi silla ahí afuera y por fin conseguí concentrarme
en mi lectura y las tareas. Cuando terminé con mis deberes entré de
nuevo y me metí a bañar porque ya era un poco tarde y quería
acostarme temprano, después de la ducha preparé unos spaghetti a la
boloñesa y cuando terminé de cenar me metí a la cama a dormir y ya
cuando mi sueño se hizo más pesado empecé a soñar con el profe
Andrea, y deben de saber que cuando sueño con alguien significa que
tendré presente a esa persona durante el resto de mi día.

A la mañana siguiente me levanté, me duché, vestí, desayuné un


cornetto con un cappucino caliente, agarré mis chivas y me dispuse a
salir del apartamento. Apenas estaba medio abriendo la puerta
cuando vi de reojo pasar al Chong Ki Fu y que vuelvo a cerrarla de
golpe, me espero unos cinco minutos a que se adelante y entonces
decido salir.

Nuestras estancias no quedan muy lejos de la academia, así que todos


nos vamos caminando para hacer un poco de ejercicio. Aquí el paisaje
matutino es diferente al que veía en Xalapa cuando iba en el autobús
con Maria, aquí hay muchos jóvenes (y no tan jóvenes) que van en
sus vespas por las calles estrechas y empedradas, también muchas
señoras que van temprano a comprar pan, queso, vino, verduras,
prosciuto y pasta para la comida y que alegan con los tenderos una,
dos horas por lo caros que dan los productos.

— Quaranta euro per un chilo di prosciuto??? Porca miseria!! Sa che cos'é


Lei? Un ladro! Proprio un ladro!!

Al pasar por ahí no puedo contener la risa, aunque si me quedara a


vivir aquí lo más probable es que termine así regateando igualito que
esas señoras.

Al llegar a la academia mi día se desarrolla bien, y al igual que ayer,


la última clase en el horario es Sociología del Arte, la cual se nota en
las caras de sueño y aburrimiento del resto de mis compañeros que
no es su materia favorita, durante toda la clase se la pasaron alzando
la mano para hacer preguntas, tomando apuntes con cara de "what"
cada que el profe Andrea escribía en la pizarra, y no es por
autoalabarme, pero me parece que soy la única a la que la materia le
parece interesante y no nada más porque el profesor me parezca
lindo e inteligente.

Y al final del día, al igual que ayer, Chong Ki Fu trata de seguirme por
el pasillo y yo me escapo del salón corriendo lo más aprisa que puedo
detrás del profe Andrea y para mi mala suerte otra vez está recién
trapeado el piso y voy que ruedo como bola de boliche directo hacia
el profe y los dos nos caemos al suelo como si fuéramos pinos. — ¡Ay!
Scusi professore, no era mi intención chocar con usted de nuevo, le
pido mil perdones — me disculpé mientras me acomodaba los lentes
y el profe me dio la mano para ayudarme a levantarme.

— Non ti preoccupare, Iodine, el piso de esta academia casi siempre


está resbaloso. Créeme que cuando yo empecé a trabajar aquí
también me llegué a resbalar por ahí un par de veces ¿Y sabes cuál
fue la solución?
— No ¿Cuál? — le pregunté con curiosidad y el profe levantó el pie y
señalo la suela de su zapato. — Comprar zapatos con suela
antiderrapante — y los dos nos soltamos a reír.

Al igual que ayer el profe me invitó a comer con él en la cafetería y


mientras comíamos comenzamos a platicar acerca de Florencia. —
Por cierto, Iodine ¿Ya visitaste la Galleria degli Uffizi?

— ¡Uy Profe! ¿Me creerá que no? Es que cuando llegué aquí estuve
ocupada poniendo mis cosas en orden y luego con las clases y
tareas... Pues no he tenido tiempo, pero muero de ganas por ir.

— Bueno, yo tengo algunas cosas que hacer por ese rumbo y si gustas
podemos ir ahorita después que terminemos de comer ¿Te parece?

— Hmm... ¡Está bien! Además creo que hoy no tengo tanta tarea como
otros días, así que... Andiamo agli Uffizi!!

En cuanto terminamos me subí al coche del profe y nos dirigimos


hacia la Galería, como era día hábil y además en temporada baja no
había tanta cola para entrar y pasamos a ver cada una de las obras de
los artistas del Renacimiento: Miguel Ángel, Rafael, Botticelli y Piero
della Francesca. Andaba toda embobada viendo el David de Miguel
Ángel cuando el profe me hizo señas para que lo siguiera y fuimos a
donde estaba en exhibición el cuadro del Nacimiento de Venus, una
obra pictórica realmente hermosa. Al contemplarla no pude evitar
imaginarme a mí en lugar de Venus en el cuadro ¡Ugh! Una escena
realmente grotesca y después de eso no pude evitar echarme a reír y
todos me voltearon a ver con cara de "¿Y esta pinche loca qué se
trae?" y el profe Andrea me preguntó. — ¿Sucede algo?

— Eh no... nada, niente di niente — contesté con la cara toda colorada y


después que terminamos de recorrer la galería el profe me acompañó
de vuelta a mi apartamento.

Al llegar a mi estancia otra vez andaba pendejeando mientras


estudiaba al mismo tiempo, ahora más que nunca no podía dejar de
pensar en el profe Andrea y bueno creo que ya no había escapatoria
ya me estaba enamorando de él y para que se me pasara un poco el
soponcio, tomé mi celular y me puse a escuchar a Leonard Cohen, no
noté que el volumen estaba muy alto hasta que escuché unos golpes
provenientes de la pared del lado derecho y unos gritos. — ¡Che!
¿Podés hacer el favor de casharte de una vez? ¡Con la música en ese
volumen no me dejás concentrar!

Bajé el volumen enseguida, aunque seguía pensando en el profe. —


¿Será que también le gusto? Pero ¿Y qué tal si tiene novia o algo? !Ay
maldita sea! Quiero ser positiva, pero es que siempre me tiene que
tocar todo lo feo en cuestiones de amore, no creo que a alguien tan
chido como el profe le guste una chamaca torpe que siempre se anda
dando en la madre.

Y entonces, me propuse tratar de tomar al toro por los cuernos y


hacer algo para que esta vez las cosas no salieran mal como las veces
anteriores.

Al día siguiente traté de buscar unos zapatos decentes que no


derraparan tanto en el suelo y me fui a clases y por suerte no me caí
en todo el día (lo cual fue un gran alivio para mí porque mi culo
plano no aguanta tantos porrazos). Después de terminar la última
clase (que esta vez no fue la del profe Andrea) anduve recorriendo
todos los pasillos para ver si lo veía salir de alguna otra aula, y al
llegar al aula 24 lo encontré cerrando la puerta y dispuesto para irse,
mi corazón me empezó a latir más fuerte y me hice la que andaba
distraída.

— ¿Iodine? ¿Qué andas haciendo por acá? me preguntó sorprendido.

— Ah... ¡Hola profe! Lo que pasa es que Diego y Remedios me pidieron


de favor que les sacara unas fotocopias del libro de Bourdieu y me
dijeron que aquí en la biblioteca había una fotocopiadora y pues ando
perdida buscando donde queda.

— Ah, la biblioteca está aquí en este mismo pasillo, ven te acompaño.

— Grazie — asentí al mismo tiempo que señalaba las suelas de mi


zapatos. — Y mire, seguí su consejo. Ya no me voy a andar resbalando
y chocando con usted a cada rato. — Y los dos nos empezamos a reír.

Mientras esperaba mi turno para sacar las copias el profe se quedó


conmigo y platicamos. — Bueno, creo que ya conoces muchos de los
sitios que nadie se puede perder estando en Florencia y los
alrededores.

— Sí, pero aún me falta algo por conocer.

— ¿Sí? — preguntó el profe — ¿Y qué es lo que aún no conoces?

— Livorno.

— ¿Ah, Livorno mi ciudad?

— Sí y la ciudad de Modigliani también.

— ¿Sabes? Yo acostumbro pasar casi todos los fines de semana allá


para visitar a la familia y mis amigos. Si no te parece un poco
atrevido de mi parte, si quieres podemos ir juntos este próximo
sábado.

— ¿En serio? Me parece una buenísima idea, que bueno que me avisa
con tiempo así que será mejor que vaya comprando mi boleto de tren
desde ahorita.

— Pero Iodine, Livorno está sólo a 80 kilómetros de Florencia, así que


siempre voy manejando hasta allá, es mejor ir en mi auto.

Esa idea me pareció aún mejor. — Bueno, usted aquí es el guía. Así
que, vayamos a Livorno en su coche.

— Bueno, el sábado te levantas temprano y preparas tus cosas,


vendré a buscarte a las 7 de la mañana para aprovechar bien el día,
d'accordo?

— D'accordo!

Andaba otra vez en el paraíso cuando la voz de la muchacha que


sacaba las fotocopias me hizo volver a la Tierra. — Ehi tu! Sei la
seguente!

— Ah sí, bien pues, profe ¡Nos veremos el sábado entonces!

— Fino a sabato! — y el profe se despidió dándome otros dos besos en


las mejillas.

Volví a casa dando saltos de alegría, esto era lo mejor que me había
pasado desde el día en que Ernesto me invitó a salir por primera vez,
pero esto era definitivamente otra cosa: el profe Andrea y yo, juntos,
solitos, en Livorno y... momento ¿Solitos? Hmm, pues yo creo que sí
porque de tener una novia o esposa me hubiera dicho que ella
también venía, pero ¿Y si su pareja está en Livorno? No es que quiera
a fuerza ser pesimista, pero tengo que irme haciendo a la idea de que
todo eso puede ser posible y después no llevarme una tremenda
desilusión, pero por ahora tenía que estar con la idea de ir a conocer
la tierra de Modigliani y eso me debía bastar por ahora.

Estaba más que ansiosa porque llegara el sábado y el viernes por la


noche me dediqué a preparar mi mochila con mi pijama, una muda
de ropa y otras cosas de uso personal y también preparé una canasta
con manzanas, sándwiches y una botella de vino para el camino. Puse
la alarma a las 6 en punto, ya que como no acostumbro tardarme
mucho en arreglarme (sí, acá en Italia tampoco cumplo las reglas del
Código Civil Femenino) estaría lista en una hora. Por suerte me
desperté un poco antes de que sonara la alarma y la apagué antes de
que Diego volviera a golpetear la pared para quejarse de que no lo
dejo dormir en sábado y me metí a bañar.
Eran como cuarto para las siete cuando escuché el ruido de un auto
que se estacionaba abajo de mi balcón y me asomé por la ventana y
era el profe y sacó su mano para saludarme, le hice una seña para
pedirle que me esperara y tomé la mochila, la canasta y mi suéter,
cerré el apartamento con llave y bajé tratando de no hacer ruido
porque el sábado todos duermen hasta las once de la mañana a más
tardar. En cuanto bajé el profe abrió la cajuela para meter mi mochila
mientras me saludaba. — Buon giorno! Sei pronta per partire?

— Prontissima!

— Bueno ¡Pues vámonos!

Íbamos los dos ya sentados en el coche cuando el profe sacó de la


guantera un CD y lo puso en el reproductor. — Un poco de música
para animar el camino creo que no caería mal.

Y enseguida empezó a sonar la música de introducción de la segunda


pista del álbum "Death of a Ladies Man" de Cohen y no pude evitar
echarme a reír. — ¡Iodine! ¡Jajajaja!

— Sí, desde que te conozco tengo esta canción pegada todo el día en
mi cabeza.

— De hecho, por esa canción es que me llamo Iodine.

— ¿¿En serio?? — me preguntó el profe muy sorprendido. — Siempre


fue mi preferida de todo el disco y ahora con mucha más razón — y
con ese comentario no pude evitar ponerme toda coloradota.

De camino escuchamos más discos de Leonard Cohen y nos pusimos a


platicar. — ¿Y qué tal todo por allá en México? — preguntó el profe.

— Bueno, pues bien. Allá está toda mi familia y mis amigos...

— Y el novio también, supongo — me interrumpió repentinamente.

— No tengo — le contesté mientras volteaba del lado de mi ventanilla


para no verlo a la cara porque ya estaba otra vez roja como tomate.

— Yo tampoco tengo novia, ya tiene poco más de tres años que estoy
soltero.

Al escuchar eso traté de evitar de pegar un grito de felicidad al saber


que el profe Andrea estaba solterito y sin compromisos.

Hicimos una pausa en el camino para comer de lo que traía en la


canasta y cargar gasolina, después de eso no tardamos mucho en
llegar a Livorno y ahí nos iríamos a casa de los papás del profe a
comer como el Cthulhu manda. Al llegar a casa de los Espósito, la
mamá de Andrea nos recibió muy amable.

— Andrea tesoro! Finalmente siete arrivati a casa! — y después de besar y


abrazar al profe volteó a saludarme a mí. — E tu devi essere Iodine.

— Sí, signora.

— Oh, piacere mio! Io sono Margherita la madre di Andrea.

— ¿Margherita o sea Margarita? Come la mia mamma!

— Davvero? Che bello! Allora, tua mamma si chiama come me?

Después la señora se acercó a hablar quedito con Andrea, pero a


pesar de eso, entendí todito lo que le dijo. — Tesoro, questa amica tua è
molto simpatica, mi piaccerebbe molto che fosse mia nuora, eh?

Después de un rato llegó Giacomo, el papá del profe, un señor muy


simpático y divertido que no paró de hacernos reír durante toda la
comida. Después de terminarnos el postre, Andrea se levantó de su
silla. — Bene, le prometí a Iodine enseñarle la ciudad, así que vamos a
andar por ahí y tal vez volvamos hasta la noche.

Yo también me levanté de mi asiento tratando de no caerme o tirar


algo y me despedí de los señores. — Ciao! Torniamo presto! — tomé mi
suéter y nos salimos de la casa.
Anduvimos en el auto recorriendo casi todas las calles del centro y
también caminamos por el muelle y el Fosso Reale, mientras
caminábamos el profe me tomó de la mano y sentí un hormigueo por
todo el cuerpo, con algo de cuidado traté de zafarme aunque la
verdad era que quería seguir tomada de la mano con él, pero me dio
un no sé que.

Después de eso volvimos a subir al auto creyendo que ya íbamos a


volver a casa, pero. — Ah, hay una cosa que quiero enseñarte antes de
que volvamos.

— ¿Ah? ¿Qué todavía hay algo que me falta por ver?

— ¡Oh sí! Pero, es una sorpresa, así que te voy a pedir de favor que
cierres los ojos y no los abras hasta que yo te diga.

— Hmm, está bien — dije mientras apretaba los párpados más de la


cuenta.

— ¡Pero no vayas a hacer trampa! ¿Eh?

— ¡No, claro que no! — contesté riéndome mientras sentía que el auto
se ponía en marcha otra vez. No habrán pasado ni veinte minutos
cuando sentí que el profe por fin se detenía, aún con los ojos cerrados
pregunté. — ¿Es aquí?

— Por supuesto.

— Entonces ¿Ya puedo abrir los ojos?

— ¡Claro que sí!

Entonces abrí inmediatamente los ojos y me quedé sin palabras. —


Esta... estamos en la...

— ¡Oh sí! La casa natal de Modigliani, decir que viniste a Livorno y no


conociste este lugar ¿Realmente viniste a Livorno? — dijo el profe
mientras los dos nos echábamos a reír.
Nos bajamos y entramos a la casa enseguida, la verdad es que me la
pasé muy bien viendo algunas de las obras de Modigliani que se
conservan ahí mientras un guía nos explicaba un poco acerca de la
vida de él cuando vivía en esa casa y al final compré unas copias de
algunos cuadros para ponerlos en cuanto tuviera mi casa propia.

Volvimos a su casa algo cansados, así que sólo cenamos un poco,


conversamos un poco y nos fuimos a dormir ya que al día siguiente
teníamos que volver a Florencia por la mañana. Después de
desayunar me despedí de los papás del profe, la señora Margherita
nos hizo unos paninos para el camino y nos fuimos.

Antes de salir de la ciudad el profe me hizo una propuesta. — Vamos


a un bar que está cerca del puerto, tienen una terraza con una vista
magnífica y sirven el mejor vino de por acá.

— Eso me parece bien — le contesté bastante emocionada y nos


dirigimos hacia el lugar, al llegar nos sentamos en la barra y el profe
pidió una botella de vino y unas copas, después de que las llenó alzó
su copa. — A Livorno!

— A Livorno! — contesté yo mientras alzaba también la mía para


brindar, pero al chocar las copas el vino se derramó un poco y nos
salpicó.

— Oh, porca miseria! — exclamó el profe mientras sacaba un pañuelo


para limpiarme la cara. — Scusa Iodine, sucede que sólo me dio por
imitar el brindis de Modigliani en la escena de la película donde se
encuentra bebiendo en el bar mientras Jeanne está en la exposición
esperándolo.

— Sí, es la escena más triste de todas, no puedo evitar llorar cada vez
que la veo.

— Disculpa, vas a pensar que soy un loco chiflado, pero es que


siempre que tomo vino me gusta alzar la copa y decir "A Livorno!"
— No tiene porque avergonzarse, si supiera las manías que yo tengo.

— ¡Ah! Y por favor, cuando estemos fuera de la academia quiero que


dejes de hablarme de usted y tratarme como profesor, eso me hace
sentir viejo y apenas acabo de cumplir treinta años.

— Está bien, como tú quieras — le dije mientras nos servíamos otra


copa y comenzamos a reírnos y antes de seguir tomando, y no poder
volver a casa por andar borrachos, decidimos pagar la cuenta.

De vuelta a Florencia volvimos a escuchar otra vez el repertorio de


Leonard Cohen hasta que llegamos afuera de la estancia estudiantil,
eran como las cinco de la tarde y el profe se quedó estacionado ahí
un rato y yo me despedí. — Bueno Andrea, gracias por el paseo, de
verdad que lo pasé muy bien. Ci vediamo domani!

Antes de que saliera del auto a tomar mis cosas el profe me tomó la
mano y me miró fijamente. — Iodine...

— ¿Sí? — le contesté un poco nerviosa y antes de que pudiera decir


otra cosa el profe me besó en la boca y no fue hasta que chocamos
contra nuestros lentes que nos detuvimos y en parte por miedo a que
alguien de los compañeros fuera a vernos, saqué mis cosas de la
cajuela y me despedí con la mano mientras veía al profe alejarse en
su auto.

Ya de noche en mi apartamento, no pude hacer otra cosa más que


ponerme a pensar en el profe y el beso que me dio antes de irse. — No
creo que de verdad le guste — pensé. — Tal vez fue por el efecto del
alcohol que le dio por besarme.

Seguía dándole vueltas al asunto cuando escuché que alguien tocaba


a la puerta y fui a abrir y para mi sorpresa era él. — ¡Andrea! — y
luego me acordé que los demás podían oírnos y lo traté formalmente.
— Profe ¿Qué hace aquí?

— Quería hablar contigo, Iodine ¿Puedo pasar?


— Sí, claro...

Mientras el profe se sentaba, fui a preparar un poco de café para


ofrecerle. — Mira, es que quiero hablar sobre lo que pasó hace rato.
Por favor no pienses que acostumbro hacer eso con todas mis
alumnas, es que, de verdad Iodine, tú me gustas y te quiero mucho.

Al escuchar eso, tiré la taza de café que que acababa de sacar de la


alacena y se partió en mil pedacitos. El profe se levantó a ayudarme a
recogerlos. — Andrea ¿¿De verdad estás seguro de que yo te gusto??
Es que aún no me conoces muy bien, ya ves que soy bien torpe y me
ando resbalando por todos lados, además ronco por las noches,
eructo como sapo, no me gusta depilarme mis partes bajas y...

Al tratar de levantar la cabeza cuando terminamos de recoger todos


los pedazos de la taza nos dimos un cabezazo. — ¡Auch! — gritamos
los dos.

— Y bueno... ¿Ves lo que te digo? — dije mientras me sobaba la


cabeza.

— ¿Y eso que importa? — contestó. — En el poco tiempo que llevo de


conocerte me doy cuenta que eres una chica muy inteligente,
simpática y no te gusta aparentar ser perfecta como otras y además
no te burlaste de mí cuando te mostré una de las tantas manías que
tengo.

— La verdad es que tú también me gustas y mucho, me pareces muy


lindo, inteligente, simpático y me gustaría tener un novio como tú.

Después de eso el profe me abrazó y volvió a darme un beso y no hizo


falta decir más, ya que a partir de ese momento, dio comienzo una
relación maravillosa.

Después de eso pasaron dos maravillosos meses en que nos la


pasábamos muy bien en nuestro tiempo juntos, nos íbamos a pasear
por el centro especialmente nos gustaba caminar por la Piazza della
Signoria y también fuimos a conocer Siena y Pisa, pero claro, no todo
podía ir de lujo, porque después empezaron los exámenes y con ellos
llegaron los problemas.

Un día llegué a la escuela como si nada y encontré a todos los


compañeros del curso aglomerados enfrente de un papel que estaba
pegado en la pared del aula 38, de lejos sólo alcancé a escuchar que se
lamentaban.

— ¡No es posible! Sólo alcancé la mínima aprobatoria.

— Casi todos aprobamos con la calificación mínima.

— ¡Es injusto!

Pero por sus tonos de voz y sus miradas se les veía muy molestos. Yo
me acerqué y los saludé. — ¡Hola! ¿Qué sucede?

En cuanto me vieron llegar dejaron de cuchichear y se alejaron cada


quien a sus respectivos asientos sin voltear si quiera a verme, era
más que obvio que estaban enojados conmigo por algo. — ¿Qué les
pasa? ¿Por qué están así? — les pregunté y nadie contestó. Sólo
Remedios se dignó a decirme algo. — ¡Vamos, tía! ¿A qué no has
sabido quién es la única del grupo que ha sacado la puntuación más
alta en la prueba de Sociología del Arte?

Entonces me acerqué a ver el papel de la pared y vi que


efectivamente casi todos habían aprobado el examen de panzazo y yo
era la única que había aprobado con la calificación máxima, volteé a
ver a Remedios e inquirí. — ¿Y eso qué? ¿Cuál es su problema
conmigo si se puede saber?

Remedios se levantó de su asiento y me gritó. — ¡Joder, chavala! ¿Te


crees que somos gilipollas? Todos acá sabemos que has estado
haciendo la zorra con el profesor Andrea, por eso te ha aprobado con
la mejor calificación.
No podía creer lo que escuchaba. — ¡Eso no es cierto! — reclamé en
voz alta para que todos escucharan y después salí del salón a buscar a
Andrea.

Iba caminando a toda prisa por el pasillo cuando me topé a Andrea


que iba de camino hacia nuestra aula y se sorprendió. — Iodine! ¿Qué
te pasa? Te veo muy preocupada.

— ¡Qué bueno que te encuentro! Todos los compañeros están


molestos conmigo porque creen que me pusiste la calificación más
alta en el examen sólo porque somos pareja.

— De eso precisamente quería comentarte, el director quiere hablar


con nosotros dos así que será mejor que vayamos a su oficina. -

Caminamos juntos rumbo a la oficina del director, y en cuanto


llegamos, nos hizo pasar y sentarnos. — Muy bien, ya que están aquí
los dos juntos quiero hablar con ustedes acerca del asunto de su
relación. El reglamento de nuestra institución no tiene nada en
contra de las relaciones sentimentales que puedan surgir entre
profesores y alumnos puesto a que son personas adultas, pero lo que
sí les pedimos es que manejen el asunto con mucha discreción
porque eso puede prestarse a habladurías entre las demás personas
dentro de la academia; como por desgracia ya ocurrió en su caso.

Los dos agachamos la cabeza y nos tomamos la mano, hasta que


Andrea decidió hablar. — Creo que lo mejor será que hable muy
seriamente con mis alumnos y les aclare todo.

— Eso sería lo mejor — dijo el director mientras los dos salíamos de


su oficina.

Volvimos al salón y yo me senté en mi asiento y Andrea en el suyo y


desde ahí se dirigió a todo el grupo. — Estudiantes, ya estoy enterado
acerca de su descontento por las calificaciones de la primera
evaluación. Y déjenme decirles que yo soy una persona muy seria y
responsable en mi trabajo, y el hecho de que su compañera Iodine
haya obtenido la mejor calificación no fue debido a que ella y yo
tengamos una relación sentimental, sino porque ella durante todo el
bimestre fue siempre la más aplicada en la materia, además de que
les llevaba la ventaja de que ella había leído el libro de Bourdieu con
anterioridad a ustedes y me consta que ella incluso se ofreció a
ayudarles a fotocopiarlo para que también pudieran tenerlo y
estudiar ¿No es así, Diego? — dijo volteando a ver al oxigenado que
traía la cara llena de vergüenza y sólo se limitó a asentir con la
cabeza. — ¿No es verdad, Remedios? — y la española malencarada
tuvo que decir que sí. — Bueno, entonces quiero que a partir de ahora
todos ustedes se pongan a estudiar para que logren mejorar sus notas
en la próxima evaluación.

Por fortuna quedó aclarado todo, las cosas volvieron a la normalidad


y en las próximas evaluaciones los compañeros mejoraron bastante
sus notas.

Y bueno, ahora aquí estoy esperando con ansias a que sea diciembre
para volver a ver a mi familia y a mis amigos y Andrea también está
más que emocionado y ansioso por conocerlos a todos en persona.
I’m slowing down the tune
I never liked it fast

You want to get there soon

I want to get there last

It’s not because I’m old

It’s not the life I led

I always liked it slow

That’s what my momma said

I’m lacing up my shoe

But I don’t want to run

I’ll get here when I do

Don’t need no starting gun

It’s not because I’m old

And it’s not what dying does

I always liked it slow

Slow is in my blood

I always liked it slow:


I never liked it fast

With you it’s got to go:

With me it’s got to last

It’s not because I’m old

It’s not because I’m dead

I always liked it slow

That’s what my momma said

All your moves are swift

All your turns are tight

Let me catch my breath

I thought we had all night

I like to take my time

I like to linger as it flies

A weekend on your lips

A lifetime in your eyes

I always liked it slow:

I never liked it fast

With you it’s got to go:


With me it’s got to last

It’s not because I’m old

It’s not the life I led

I always liked it slow

That’s what my momma said

I’m slowing down the tune

I never liked it fast

You want to get there soon

I want to get there last

So baby let me go

You’re wanted back in town

In case they want to know

I’m just trying to slow it down

Leonard Cohen "Slow"


Capítulo II - La familia llega a Italia
Faltaba poco para que llegaran mis papás, Maria y Ernesto en tren
desde Roma, así que Andrea y yo nos fuimos yendo a la estación en el
auto para ir a recogerlos. — Ya verás lo que te digo, todos te van a
caer muy bien. — le dije mientras me recargaba en su hombro.

— Por lo que me has platicado y he visto en las fotos que me has


enseñado, se ve que todos son muy agradables y simpáticos — me
contestó sonriendo.

— Claro que sí.

Mientras tanto a bordo del tren, Maria leía un libro y Ernesto iba
sentado en otro asiento frente a ella mirando el paisaje por la
ventana. Mi amiga estaba emocionadísima por volver a verme, pero
en cambio el Neto...

— ¿Y 'ora? ¿A ti qué chingaos te pasa, Neto? ¿Por qué traes esa carota
de gendarme mal pagado?

— Ah... no es nada. Sólo que... dime ¿Tú como crees que sea Andrea?

— ¿Qué no lo has visto en las fotos que nos ha compartido Iodine?

— No me refiero al físico, que por cierto no me parece la gran cosa,


más bien me refiero a su forma de ser.

— Pues por lo que nos ha comentado Iodine se ve que es bien


alivianado y buena onda.

— Hmm... ok, tal vez sea a todo dar. Pero estoy seguro de que como
buen europeo no ha de bañarse en semanas y de seguro le apestan las
aletas a zorrillo.

— ¡Ja! Pues las tuyas no huelen precisamente a flores. A mí me late


que estás celoso — bromeó Maria.

— No estoy celoso... al menos eso creo — respondió el Neto diciendo


esto último más para sí mismo.

Maria decidió ignorarlo por el resto del camino y continuó leyendo


su libro mientras el tren se iba acercando cada vez más a Florencia.

Andrea y yo nos encontrábamos impacientes dando vueltas por la


estación. — Porca miseria! ¡Ya debería haber llegado el tren! —
comentó al mismo tiempo que miraba su reloj de pulsera.

Minutos después, se escuchó un aviso por los altavoces. — Attenzione!


Il treno proveniente da Roma sta arrivando sul binario 13...

— ¡Ese es su tren! — exclamé mientras Andrea y yo nos dirigíamos


corriendo hacia el andén correspondiente.

Cuando el tren por fin se detuvo, Andrea y yo tratamos de abrirnos


paso entre toda la multitud de gente que salía, hasta que por fin logré
divisar a mamá y a papá que estaban tomando sus maletas y les grité.
— ¡Mamá, papá! ¡Acá estamos!

Mi mamá es la primera en verme y correr a abrazarme. — ¡Iodine! ¡Ya


tenía muchas ganas de verte! — y buscó a mi papá con la mirada para
hacerle señas. — ¡Hey Joaquín! ¡Acá están! — y enseguida él también
llegó corriendo a verme.

Después de acabar con todos los abrazos y apapachos, los presento


con mi novio. — Mamá, papá, él es Andrea.

— Ciao! Sono Andrea Espósito, piacere di conoscerli.

— Mucho gusto, Andrea — contestan mis papás mientras le estrechan


la mano y mi mamá se me acerca para cuchichear. — ¡Ay hija! ¡Saliste
con buen gusto! — y agregó con tono picaresco. — Espero que tu
novio sea realmente bueno en todo, lo que se dice todo.

— ¡Mamá! ¡Por favor! ¡No empieces con albures! — y me puse toda


colorada sin poder evitarlo.

— Se ve que es muy simpático, a tus amigos seguro les caerá muy


bien.

No me había acordado de Maria y Ernesto hasta que mamá los


mencionó. — Por cierto ¿Y ellos dónde están?

Entonces volvimos hacia el tren, minutos después encontré a Maria


que venía bajando jalando a Ernesto con una mano y su maleta con la
otra, y en cuanto me vio, se echó a correr desaforada para ir a mi
encuentro. — ¡Iodine! ¡Manita querida!

Yo también corrí a abrazarla. — ¡Cuánto tiempo tiempo sin vernos!

— Sí ¿Verdad? ¡No tienes idea de lo mucho que te he echado de


menos!

Ernesto también se acercó a saludar, pero menos entusiasmado. —


¡Hola Iodine! ¿Cómo estás?

— Bien Neto, gracias — y tomé del brazo a Andrea para presentarlo a


ellos también. — Miren, él es Andrea, mi novio.

— Ciao! Come va? Ustedes deben ser Maria y Ernesto, Iodine me ha


hablado muchísimo de ustedes. Es todo un gran placer conocerlos.

— Pues es un gustazo para nosotros también, ya teníamos hartas


ganas de conocerte ¿Verdad Ernesto? — inquirió Maria
acomodándole chico codazo al melenudo.

— Eh... sí, seguro que sí — contestó el Neto tratando de sonreír un


poco.

— Por cierto, Iodine me ha contado que tú también eres fan de


Modigliani — comentó Andrea tratando de sacarle plática a Ernesto.

— Ah sí, claro me gusta mucho su estilo.

En eso me quedé quieta y me puse alerta, porque me pareció


escuchar por detrás otras voces conocidas. — ¡Ya ves chamaca, te dije
que no te trajeras tantas maletas! ¡Nada más nos vamos a quedar una
semana, pero tú de terca!

— ¡Ay mamá! Es que quiero aprovechar que vinimos hasta acá para
comprarme zapatos Dolce & Gabbana, ropa de Armani y bolsos Prada.

— ¡Ay hermanita! ¡Ni vendiendo tus dos riñones en el mercado negro


te alcanzaría para comprar todo lo que quieres!

En seguida volteé y me encontré con la Tía Conchita, Mandita y Paco.


— ¡Tía Conchita! ¡No me comentaron que también venían!

Mandita se acercó y antes de saludar, me dijo. — ¿Cómo no íbamos a


venir? ¡Es que, o sea! ¿¿Tú con novio?? ¡Eso lo teníamos que ver
personalmente!

— ¡Ay Mandita! De veras que sigues siendo la misma de siempre —


exclamé resignada.

La tía Conchita se acercó a saludarme como es su costumbre: con un


beso baboso y impregnándome del olor de su perfume de catálogo. —
¡Yodita mija! Me da harto gusto verte ¿No nos vas a presentar a tu
novio?

— Claro, miren él es Andrea. Andrea, ella es mi tía Conchita y ellos


son mis primos Amanda y Paco.

— Hola ¿como les va? — se presentó Andrea algo incómodo por la


actitud encajosa de la tía.

— ¡Ay! ¡Mucho gusto mijito! — respondió mi tía estrechando su mano


más de la cuenta y observándolo descaradamente de pies a cabeza,
después se volteó a verme y persignándose me dijo. — ¡Ay mija! ¡No
sabes que alivio me da ver que realmente es un hombre! Cuando nos
dijiste que se llamaba Andrea pensé que te nos habías volteado al
otro bando.

Andrea que observaba todo con expresión confusa (ya que aún no
entiende bien el español) preguntó. — Scusi?

— Nada... luego te explico... — le contesté y volviendo con la tía


Conchita, toda muerta de la risa, le expliqué. — ¡Ay tía! Andrea es
Andrés en italiano, no es nombre de mujer aquí.

— ¡Ah vaya! — exclamó la tía Conchita asombrada mientras besaba su


medallita de la virgencita.

Salimos de la estación y nos dirigimos a un restaurante para cenar


todos juntos. Mis papás, Maria y Ernesto se fueron con Andrea y yo
en el carro todos apretados y la tía Conchita, Mandita y Paco
tuvieron que alcanzarnos en taxi. Al llegar tuvimos que juntar dos
mesas y pedimos tres pizzas familiares (ah, porque la tía Conchita
come que da gusto) y dos órdenes de spaghetti al pomodoro.

En lo que nos traían la comida, nos pusimos a platicar y la tía


Conchita, que estaba sentada entre Andrea y yo, no pudo aguantar
más y empezó con las preguntas incómodas. — Oye mijito ¿Y cómo
para cuando tienen planeada la boda?

Por suerte, Andrea otra vez no entendió ni madres y sólo la miró


confundido. — Come ha detto, scusi?

Al escuchar eso, no pude evitar sacar por las narices el vino que
estaba tomando y enseguida reprendí a la tía. — ¡Tía! ¿Ya vas a
empezar?

Y la verdad no sé ni por qué me sorprendía, si es lo que sigue después


de que te están chingando con que para cuándo consigues pareja: ¿Y
para cuándo la boda? Y ya cuando por fin te casas, lo que sigue es: ¿Y
para cuando encargan el primer chilpayate? Y después de que tienes
el primer hijo: ¿Y para cuándo van a encargar el segundo? En fin,
parece que a la gente no le das gusto en nada.

— Bueno... — continuó la tía — ... como sea, aquí les traje un regalito
para cuando se casen y tengan su casita — dijo al mismo tiempo que
sacaba de una bolsa de plástico una caja de regalo envuelta en un
horrible papel metálico y se la entregó a Andrea que observaba todo
completamente estupefacto. — Eh... grazie, ma non era necessario
portarci un regalo... — dijo mientras lo destapaba y cuando abrió la caja
puso una cara de tremendo susto. — Oh... cazzo! E questo che cos'è?

La tía, que aunque no entendía el italiano, le explicó. — Es un cuadro


de la virgencita de Guadalupe mijo, para que lo pongan arriba de su
cama.

Al verlo yo también puse cara de horror: el cuadro era muy feo y


tenía un marco dorado de pésimo gusto, y nada más al pensar en
poner eso arriba de nuestra cama como había sugerido la tía, no me
imaginaba haciendo, ejem, "ya saben qué" debajo de ese cuadro.

La verdad, el inesperado regalito no nos gusto nadita y Andrea se lo


devolvió a la tía. — Lo lamento señora, la verdad es que nosotros no
somos católicos, ni siquiera creyentes.

Tía Conchita se quedó con cara de "what." — ¿Cómo que no eres


católico? ¡Es el colmo! ¡Teniendo la Santa Sede aquí en tu país!

Y yo tuve que explicarle. — Pues sí tía, pero aún así, Andrea no es


creyente y yo tampoco.

— ¡Ay mija! Pues déjame aconsejarte que no te cases con este


muchacho, no te conviene; además de que no tiene fe es un
maleducado.

— No tía, lo que pasa es que los italianos no son como nosotros, a


ellos les vale ser políticamente correctos.
Mandita, que estaba muerta de vergüenza, opinó al respecto. — ¡Ay
mamá! Es que ya ni se te ocurre regalarle esa nacada.

— ¡Chamaca! ¿Qué es eso? ¡Ten más respeto por la Virgencita!

Mi mamá me habló en voz baja. — Hija, yo creo que deberían de


aceptar el cuadro nada más por cortesía... — y bajando aún más la
voz agregó — ... y después lo tiran por ahí.

— ¡Margarita! ¡Hasta acá escuché lo que le dijiste a Yodita! — vociferó


la tía Conchita.

Paco también se inmiscuyó en el asunto. — ¡Ay ma'! Es que la neta, el


pinche cuadro ese está horrendo con ganas.

La tía volteó a ver a mi papá, a Ernesto y a Maria, que hasta el


momento se habían mantenido al margen, y les preguntó. — Bueno
¿y ustedes se van a quedar ahí calladotes o qué?

Los tres se voltearon a ver y se hicieron los que no sabían ni qué


pedo, mientras Andrea miraba todo con cara de estupefacción y yo le
dije al oído. — Tú sólo imagínate que es una escena de una película
tipo Woody Allen — y los dos nos comenzamos a reír y ambos
escupimos el vino por las narices con un estruendo que hizo que
todos dejaran de discutir y nos voltearan a ver fijamente, sólo
pudimos encoger los hombros. — Ci dispiace! — nos disculpamos al
unísono y nos volvimos a reír.

Mandita alzó los ojos hacia el cielo, y luego volteó a ver a la tía. — No
cabe duda, Yodita y su novio son tal para cual.

— Así parece, así parece... — murmuró mi tía decepcionada.

Después de unos minutos, el incidente quedó olvidado y continuamos


cenando en paz. En cuanto terminamos, salimos del restaurante para
irnos a descansar.

Estábamos afuera esperando un taxi y entonces reparé en algo muy


importante. — Mamá ¿Por qué no me avisaste que venían la tía
Conchita y mis primos? Sólo hicimos reservaciones de hotel para ti,
papá, Maria y Ernesto.

— ¡Ay hija! Es que tu tía insistió en que quería darte la sorpresa.

— ¡Uf! ¡Y vaya sorpresita! — repliqué en tono sarcástico. — Bueno,


entonces tendremos que hacer algo — comenté mientras llamaba a
los demás para comunicarles la solución al problema del hospedaje
que se me había ocurrido. — A ver, ahorita que llegue el taxi se irán
al hotel mamá, papá, Ernesto, la tía y Paco. Mis papás y la tía
Conchita compartirán el mismo cuarto mientras que Paco y Ernesto
se quedarán en el otro; Maria y Mandita vendrán conmigo a mi
apartamento.

En cuanto llegó el taxi, se retiraron los que iban a quedarse en el


hotel y las chavas se fueron con Andrea y conmigo en su auto. En
cuanto llegamos a la estancia, Andrea ayudó a bajar todo el maleterío
de Mandita. — Bene, a las nueve en punto paso a recogerlas ¿Está
bien, carissima?

— ¡Perfecto! — y nos despedimos con un beso.

Mandita y Maria estaban paradas en la calle observando todo y Maria


nos gritó en son de broma. — ¡Hey! ¡Ya dejen de comer pan delante
de los pobres!

Andrea y yo nos separamos, nos reímos y nos despedimos. —


Entonces, mañana vengo a las nueve. A domani, cara!

— A domani, amore! — le dije agitando la mano mientras él arrancaba


el coche para irse.

Maria se me acercó emocionadísma y me dio un codazo. — ¡Se ve que


lo traes cacheteando la banqueta! — y nos echamos a reír.

Como traíamos un montón de cosas, decidimos usar el elevador (en


general yo nunca lo uso porque prefiero mil veces las escaleras, a
decir verdad, es que tengo claustrofobia) y ahí estaban Diego y Chong
Ki Fu esperando a que bajara el ascensor y los saludé. Enseguida noté
que Mandita se emocionó mucho cuando vio al argentino y le empezó
a hacer ojitos, el oxigenado ni la peló, pero en cambio, noté que el
chino no dejaba de mirarle el trasero de forma descarada.

Cuando bajó el elevador entramos todos juntos, como es algo


pequeño quedamos un poco apretados, Mandita se acomodó delante
de Diego y Chong Ki Fu, y el chino pervertido ni tardo ni perezoso,
aprovechó para darle un apretón de nalgas a Mandita. Yo le acomodé
un buen pisotón para que la soltara y el depravado aulló de dolor. Mi
prima volteó a ver que sucedía y traté de explicarle lo que había
pasado mediante señas, pero la muy mensa no me entendió bien y se
emocionó creyendo que había sido el oxigenado el que la había
pellizcado.

Al salir del ascensor, Mandita me preguntó toda extasiada. — Oye


¿Quién era ese güerito que iba con nosotras en el elevador?

— ¿El oxigenado? Ah... es un argentino que queda conmigo en el


curso y duerme en el apartamento de al lado, se llama Diego.

— ¡Oye, pues está de muy buen ver, a ver cuando me lo presentas! —


dijo frotándose las manos con maña. Maria y yo sólo nos volteamos a
ver para reírnos y luego agregué. — Ok, pero no te hagas ilusiones
porque no creo que te haga caso, el oxigenado es más mamón que tú
y Renata juntas, con eso te lo digo todo.

Mandita sólo me torció la boca y Maria y yo otra vez nos volvimos a


carcajear. — Pues... — dijo Mandita tratando de interrumpirnos — a
mí me dio la impresión de que le gusté — dijo señalándose con ambos
pulgares mientras Maria y yo nos aguantábamos las ganas de seguir
riéndonos. Entramos a mi apartamento y les hice un espacio en mi
clóset para que cada una acomodara sus tiliches, Maria dormiría en
la cama conmigo y Mandita se quedaría en el sofá-cama de mi
pequeña sala.

Después nos duchamos y nos sentamos en el antecomedor a platicar


un ratito mientras comíamos unos biscotti con leche caliente, en
cuanto salí de la cocina con las galletas y la leche y con mi pijama
puesta, Mandita puso el grito en el cielo. — ¡Iodine!

Me asustó tanto que pregunté. — ¿Qué? ¿Qué pasa?

Mandita se llevó las manos a la cara. — Es que... o sea ¡No lo puedo


creer! ¿¿¿Ya tienes novio y sigues usando pijamas de gatitos... — y
señalando mis pies agregó — y pantuflas de conejito???

— ¡Ay Mandita! ¿Y eso qué? — le reclamó Maria.

Yo en cambio arqueé las cejas en forma picaresca. — Pues déjame y te


platico, la primera vez que Andrea y yo dormimos juntos yo traía
calzones de Hello Kitty y él unos boxers de Gardfield.

Maria estalló en unas buenas risotadas y no paró hasta que el


argentino y Chong Ki Fu golpearon las paredes que daban a mi
apartamento.

Mi prima meneaba la cabeza con cara de "¡No puede ser!", Maria y yo


nos empezamos a botar de la risa otra vez y Mandita nos
interrumpió. — Escucha Iodine, es en serio, ahora que ya tienes
pareja deberías de cuidar más tu imagen. No puedes andar todavía
con la cara lavada, ese corte de pelo tan infantil y esos horribles
lentes de pasta. Tienes que procurar verte atractiva ¿Entiendes lo
que te digo? Necesitas ser más atrevida y coqueta o si no Andrea
podría interesarse en otra chava más guapa y sexy.

Maria se levantó de su silla. — ¡Por favor Mandita! ¡Deja de ver tantas


películas gringas estúpidas! — y señalándome añadió. — A Andrea le
gusta esta Iodine: con la cara lavada, con ese cabello, con esos lentes
de pasta y estas pijamas de gatitos. No necesitas cambiar a Iodine, la
relación entre ella y Andrea va de maravilla.

Mandita tomó un poco de aire y continuó. — Chavas, la verdad es que


así no es como funcionan las cosas, déjenme que las aconseje, aquí yo
soy la experta en las relaciones con el sexo opuesto.

Maria yo intercambiamos una mirada levantando las cejas y tuve que


cortar el discurso de Mandita. — Disculpa primita, pero si según tú,
eres toda una experta en todo lo relacionado al género masculino
¿Cómo es que no tienes novio ahorita? De hecho, ahora que empiezo
a hacer memoria desde que yo estaba hospedada en tu casa hasta hoy
nunca supe que tuvieras una relación o que salieras con alguien,
siempre te la pasabas nada más con tus amigas.

Mandita tenía la cara llena de sorpresa y rabia, tartamudeando un


poco respondió. — Pues... eh... Por si no te acuerdas tenía muchos
pretendientes... más bien ¡¡¡T-E-N-G-O muchos pretendientes!!! —
gritó bastante irritada.

La miré en forma sarcástica. — ¡No me digas! ¿Y por qué no te haces


novia de uno de esos taaaaantos pretendientes que dices tener tú?

— Eh... este... pues... porque ¡Ah! ¡Porque si no te acuerdas tú echaste


a perder mi oportunidad dorada de ser la novia de Lalo!

— Ok, admito que lo arruiné todo esa vez, pero ¿Por qué ahora que ya
no estoy estorbando en tu camino te consigues otro mirrey como
Lalito?

— Ah... porque... Mira Yodita ¡Ya me estás desviando mucho del


tema! Y sólo te digo la verdad, si quieres mantener a Andrea a tu lado
necesitas ser diferente.

Tomé toda mi leche de un trago y asentí con la cabeza, decidí que lo


mejor era darle el avión.

Maria, que ya estaba cansada y harta de aquella estúpida discusión,


nos sugirió. — Chicuelas ¿Querrían continuar con esta interesante
conversación mañana? No sé ustedes, pero yo estoy muy cansada, no
pude dormir bien en ese asiento tan incómodo del tren.

— Sí, creo que es lo mejor, mañana tenemos un largo día por delante
— dije mientras llevaba los platos sucios al fregadero. — Bien
Mandita, ahí te dejo el sofá-cama listo. Buenas noches, sueña con los
angelitos, descansa y hasta mañana.

Acto seguido, apagamos las luces, nos acostamos y nos dispusimos a


dormir. En realidad, Maria y yo todavía no teníamos sueño, lo único
que queríamos era librarnos de Mandita, nos acomodamos juntas en
la cama y hablamos en voz baja. — Platícame ¿Cómo vas con lo de tu
galería de arte?

— Pues... — contestó Maria mientras se tapaba con las cobijas. — No


he encontrado un local adecuado para comenzar, así que estoy
viendo otras opciones para ponerla en otra ciudad.

— Es cosa de tener paciencia, ya verás que muy pronto lo lograrás.


Cambiando de tema, hoy noté muy raro al Neto, apenas y nos saludó
y estuvo muy callado durante la cena.

Maria se volteó boca abajo. — ¡Ay, ese pinche Ernesto! Unos días
antes del viaje le pedí prestada su laptop y descubrí que en su
historial de búsquedas de Google tenía cosas como: los italianos
apestan, los italianos son sucios, los italianos no se bañan, los
italianos huelen mal, los italianos son putos...

Al escuchar eso no pude evitar echarme a reír, pero enseguida me


controlé porque no fuera a ser que me escuchara Mandita. — ¡Pinche
Neto! A ver si mañana puedo hablar con él.

— Es un pendejo, si te contara... — dijo Maria mientras se volteaba


otra vez boca arriba. — En los meses pasados se la pasó tratando de
invitar a salir a la tal Mireya, cuando por fin se animó a buscarla a la
boutique, ya no estaba ella sino otra empleada, y le dijo que se había
ido a vivir al DF porque había conseguido un novio millonetas, y no lo
dudo, te digo que la Mireya era muy guapa. Y pues el Neto volvió a
las andadas otra vez, se desapareció varios días, a veces andaba
borracho y cuando por fin se dejó ver de nuevo le recordé lo que le
habías dicho tú aquella ocasión, agachó la cabeza y luego me dijo:
"¿Sabes? Creo que debí de haberle dado una oportunidad a Iodine, no
sabes cuanto me arrepiento de haberla dejado ir."

Yo sólo meneé la cabeza en señal de desaprobación. — ¡Qué pinche


Neto más imbécil!

Maria y yo poco a poco fuimos cayendo muertas de sueño y


dormimos hasta que el cuerpo aguantó porque al día siguiente nos
esperaba un día bastante movido de paseo por Florencia.
I used to be your favorite drunk

Good for one more laugh

Then we both ran out of luck

Luck was all we ever had

You put on a uniform

To fight the Civil War

You looked so good I didn't care

What side you’re fighting for

It wasn't all that easy

When you up and walked away

But I’ll save that little story

For another rainy day

I know the burden’s heavy

As you wheel it through the night

Some people say it’s empty

But that don’t mean it’s light

You left me with the dishes

And a baby in the bath

You’re tight with the militias

You wear their camouflage


You always said we’re equal

So let me march with you

Just an extra in the sequel

To the old red white and blue

Baby don’t ignore me

We were smokers, we were friends

Forget that tired story

Of betrayal and revenge

I see the ghost of culture

With numbers on his wrist

Salute some new conclusion

That all of us have missed

I cried for you this morning

And I’ll cry for you again

But I’m not in charge of sorrow

So please don’t ask me when

There may be wine and roses

And magnums of champagne

But we’ll never know

We'll never, ever be that drunk again


Okay

The party’s over

But I've landed on my feet

And I’m standing here on this corner

Where there used to be a street

The party’s over

But I've landed on my feet

I'll be standing on this corner

Where there used to be a street

So let's drink to when its over

And let's drink to when we met

I'll be standing on this corner

Where there used to be a street

Leonard Cohen "A Street"


Capítulo III - Papeles invertidos
Maria y yo nos levantamos a las ocho en punto y estuvimos listas
antes de las nueve como habíamos quedado. En cambio, Mandita se
despertó al cuarto para las nueve y todavía no terminaba de
arreglarse. — ¡Chamaca! — le grité mientras me asomaba al baño. —
¡Apúrate con una chingada! ¡Andrea ya no tarda en venir por
nosotras y siempre es muy puntual!

Mandita se asomó todavía con la toalla puesta en la cabeza mientras


se aplicaba la base de su pegajoso maquillaje líquido. — ¡Dénme diez
minutos! — vociferó y yo refunfuñé mientras iba a sentarme a
esperar a la sala con Maria. — Dijo que le demos diez minutos, eso
quiere decir que la esperemos otra hora.

Maria suspiró frustrada. — Es lo malo de salir con chavas que se


toman el Código Civil Femenino muy seriamente.

— Ya sé — le dije mientras ambas poníamos cara de desesperación.

A los pocos minutos, escuché el ruido del auto de Andrea


estacionarse abajo de mi apartamento, me asomé por la ventana para
avisarle mediante señas que nos aguantara un momentito y me
acerqué al baño para presionar a Mandita. — Andrea ya llegó, Maria y
yo vamos a bajar, no me gusta hacerlo esperar.

— ¡Ahí voy, ahí voy! — exclamó Mandita molesta mientras tomaba su


cosmetiquera y su bolso. - Bien pues, terminaré de maquillarme en el
camino ¿ya qué me queda?

Cuando salimos nos topamos al oxigenado cerrando su apartamento


porque al parecer también iba a salir, y en cuanto Mandita lo vio,
levantó las boobs y las pompas y caminó como si fuera una top model.
Diego nada más se limitó a darnos los buenos días y con la misma se
metió al elevador y Mandita se frustró. — Pero va a caer, ya lo verán.

Nosotras en cambio decidimos bajar por las escaleras y ahí nos


encontramos al chino pervertido que venía subiendo con un café en
la mano y por poco se tuerce el pescuezo por andarle viendo otra vez
las nalgas a Mandita. Maria se acercó a susurrar conmigo. — ¡Ese
chino es súper creepy!

— Ya sé... — le dije — ... si te contara...

Llegamos a donde se había estacionado Andrea y él se bajó para


saludarnos. — Buon giorno ragazze, hoy tendremos un día muy
ocupado y entretenido: vamos a visitar el centro histórico de
Florencia.

Maria gritó por la emoción y Mandita en cambio no se notaba muy


entusiasmada que digamos, y el mal humor se le hizo aún mayor
cuando al pasar por las calles empedradas en el coche, ella no podía
delinearse los ojos por el movimiento y empezó a vociferar y
maldecir mientras Maria y yo estábamos bien atacadas de la risa
(Andrea trató de aguantarse, pero no pudo hacerlo por mucho
tiempo).

Llegamos a la catedral de Santa Maria dei Fiori donde ya estaban los


otros esperándonos y Andrea se disculpó por nosotras. — ¡Hola a
todos! Perdonen el retraso.

Me dirigí hacia mis papás y en voz baja les dije. — Ya saben, Mandita
tardó mucho en arreglarse como siempre.

Después entramos todos juntos a conocer la catedral, pero antes la


tía Conchita se persignó, besó su medallón de la virgencita y su
estampita del papa Juan Pablo II y en cambio el resto entramos de
forma completamente irreverente: Paco y Ernesto chacoteando y
haciendo bromas, yo de la mano de Andrea quien no paró de
hacerme cosquillas mientras me abrazaba, a Maria le dio un
tremendo ataque de risa y la tía Conchita, al ver todo eso, se volvió a
persignar. — ¡Qué descaro! ¡No hay respeto por los lugares santos!

Luego de recorrer la catedral continuamos visitando el resto del


centro, todos estaban contentos de caminar por ahí, menos Mandita.
— Oigan ¿Podemos sentarnos un momento? ¡Ya me duelen los pies!

No era que hubiéramos caminado tanto, sino que ella llevaba unas
zapatillotas de tacón de aguja de diez centímetros. — ¡Ay Mandita!
¡Es que sólo a ti se te ocurre venir a caminar por las calles antiguas de
Florencia en tacones! — le reclamé.

— ¡Pues es que no iba a andar toda fachosa! No quiero que los


italianos se queden con la impresión de que todas las mexicanas
somos unas pandrosas como ciertas personitas que conozco.

— ¡Por favor Mandita! Hasta las famosas cuando quieren estar


cómodas se ponen unos tenis.

Tuvimos que detenernos en una heladería porque la tía Conchita


también comenzó a quejarse de la presión y en lo que nos traían
nuestros helados nos pusimos a platicar, por suerte me pude sentar
al lado de Ernesto y aproveché para hablar con él. — Oye, mañana
iremos a Livorno. ¡Por fin conocerás la casa natal de Modigliani!

El Neto apenas sonrió y me contestó. — Claro, eso va a estar chido.

Maria y yo nos volteamos a ver meneando la cabeza con


desaprobación y decidimos dejarlo así por el momento.

Al terminar de comer nuestros helados, continuamos nuestro camino


por el centro unos ratitos andando y otros en auto para que Mandita
no se cansara. En uno de los ratos que nos tocó ir en el coche,
pasamos por las calles donde están los negocios nice y Mandita se
puso a gritar como loca. — ¡Por Dios! ¡Armani! ¡Giorgio Armani!

No pude evitar trollearla. — ¿Giorgio Armani? ¿Eso es lo único que


sabes decir en italiano?

Paco, que se había venido en el auto también con nosotros, contestó.


— No, también sabe decir: Dolce & Gabbana, Prada, Gucci, Roberto
Cavalli, Gianni Versace...

Todos estábamos botados de la risa por su ocurrencia y Mandita


refunfuñó. — ¡Es en serio! ¿Podemos parar aquí? — dijo señalando el
área donde vendían pura ropa de diseñador. — Quiero hacer algunas
compras.

Volteé a ver a Andrea como diciéndole "bueno pues, no hay que


privarla de ese gusto" y nos detuvimos. Mandita se bajó corriendo
como si el auto se estuviera incendiando y se metió a la tienda de
Giorgio Armani, a los demás no nos quedó de otra que seguirla.

Mandita se quedó muda de asombro nada más entrar al local, nunca


en su vida había entrado a una tienda tan lujosa, todos los clientes se
nos quedaron viendo como si fuéramos bichos raros, se notaba a
leguas que no éramos del tipo de personas que suelen frecuentar este
tipo de negocios. Mandita sólo se limitó a decirle "Ciao!" a todo el
mundo (bueno, al menos conocía esa otra palabra en italiano) y se
dirigió hacia donde estaban los vestidos de noche y la seguimos. —
Ah, no les he platicado... — comentó mientras revolvía los vestidos
que estaban colgados. — Renata se va casar dentro de unos meses y
tengo que llevar algo lindo para su boda.

La cara de alegría se le esfumó cuando leyó en la etiqueta el precio de


un vestido que le había gustado. — ¡¡¡¡2 mil euros!!!! — y cuando
creíamos que se iba a desmayar de la impresión, Paco la tomó por el
talle. — ¡Te lo advertí, hermanita! Para comprarte un vestido Armani
ni vendiendo tus dos riñones podrías pagarlo.
Mandita hizo pucheros y nos ordenó mediante señas que nos
saliéramos de la tienda y al pasar por el resto de los negocios (que
obviamente también manejaban precios desorbitantes) la cara de mi
prima pasó del asombro a la frustración tremenda.

Después continuamos recorriendo a pie el centro (haciendo paradas


continuas porque Mandita se cansaba), comimos y cenamos todos
juntos y cuando empezó a oscurecer decidimos irnos a descansar.
Antes de volver a mi apartamento, Andrea nos recordó. — Mañana
tendrán que levantarse más temprano porque vamos a ir hasta
Livorno.

Mandita protestó enseguida. — Si me disculpan, esta vez no tengo


ganas de acompañarlos. La verdad no tengo ningún interés en
conocer la casa esa del pintor que tanto les gusta.

La tía Conchita tampoco quiso venir. — Ay mijito, yo creo que


también me quedo acá con Mandita, la verdad yo también me cansé
mucho de andar el día de hoy.

Mis papás también decidieron quedarse en Florencia para no dejarlas


solas. — Yo creo que a Maria, Ernesto y Paco les entusiasma más la
idea de ir a conocer por allá, así que mejor vayan sólo ustedes.
Además tendríamos que pagar hospedaje y nos queda poco dinero.

— Bueno, no hay problema — dijo Andrea. — Entonces iremos a


Livorno sólo nosotros cinco.

Una vez que quedó aclarado todo el asunto, nos despedimos y cada
quien agarró su rumbo.

De vuelta a mi apartamento, Mandita se quitó los zapatos y alzó los


pies en un taburete mientras sacaba de su bolso una cajita envuelta
con un bonito papel de regalo.

— ¿Y eso? — le pregunté. — ¿Es para Renata o alguna de tus amigas?


— No — contestó mientras se frotaba las manos con maña. — Es para
Diego.

Me quedé con los ojos abiertos al oír eso. — ¿¿Qué?? ¡Estás loca! Ya te
dije que ese oxigenado es bien mamón.

— Bueno, nada pierdo con intentar.

Maria y yo solamente nos encogimos de hombros. — De acuerdo, haz


como quieras. Nosotras nos vamos a dormir, que mañana tenemos
que levantarnos todavía más temprano que hoy.

Al otro día nos levantamos a las seis de la mañana y dejamos a


Mandita dormir a pierna suelta mientras nos dirigíamos en el carro
de Andrea al hotel para ir a recoger a Paco y Ernesto. En cuanto
llegamos estaban ya afuera esperándonos y Andrea los saludó
emocionado. — Buon giorno, ragazzi!

— ¡Buenos días, cugino! — contestó Paco mientras chocaba su mano


con la de él, Ernesto en cambio se mostró demasiado serio y devolvió
el saludo muy a la fuerza. — Buenos días.

Después de que acomodaron sus chivas en la cajuela, emprendimos el


camino a Livorno (que podría decirse que ya me sabía de memoria,
pues desde que estoy con Andrea es un destino que frecuentamos
mucho).

En el camino íbamos todos muy animados cantando canciones de


Leonard Cohen y otros cantantes italianos como Umberto Tozzi,
Gianluca Grignani y Giorgio Gaber también organizamos algunos
juegos y todos lo estábamos pasando bien, bueno, todos excepto
Ernesto que apenas y abría la boca, no es que el melenudo fuera
precisamente una persona de muchas palabras pero ahí había gato
encerrado, esperaba esta vez que no estábamos todos pudiera tener
oportunidad de hablar largo y tendido con él porque su actitud
realmente ya me había colmado la paciencia.
Al llegar a Livorno, Andrea llevó a los amigos a pasear por los mismos
lugares que me hizo conocer cuando vine por primera vez. El humor
de Ernesto no cambió mucho, no se mostró tan emocionado como yo
esperaba, pensé que al conocer la casa de Modigliani se animaría un
poco pero no, sólo compró un libro y un llavero de recuerdo.

Para pasar la noche Andrea hizo un acuerdo con la casera del edificio
donde viven sus papás para que nos rentara un apartamento sólo por
una noche. Yo me quedaría a dormir con Maria y los demás porque
en el apartamento de los padres de Andrea no había suficiente
espacio para mí. Después de cenar nos dirigimos cada quien a
descansar ya que a la mañana siguiente emprenderíamos el camino
de vuelta a Florencia.

Serían como las 2 de la madrugada cuando me desperté con ganas de


ir al baño, me puse mi bata y fui a hacer mis necesidades y aproveché
para tomar un poco de agua cuando una sombra que había visto en el
balcón me asustó, con cuidado me acerqué hacia la ventana, jalé la
cortina y mi alma descansó cuando vi que sólo era Ernesto que estaba
allá afuera, al parecer él no se dio cuenta de que había salido del
cuarto y se sorprendió. — ¿Quién está ahí?

— Soy yo, Iodine — le respondí mientras me asomaba para quedar a


la vista.

— Ah, eres tú. Salí afuera un momentito porque no tenía sueño — me


explicó mientras se metía adentro y cerraba la ventana.

— Lo siento, no fue mi intención asustarte.

— Ya veo — contestó Ernesto con su apatía de siempre.

— Disculpa ¿Te pasa algo? Has estado demasiado esquivo conmigo


desde que llegaste. — Tal vez estaba siendo algo metiche, pero de
verdad que ya tenía que aclarar todo esto.

— ¿Qué piensas que pueda pasarme? — preguntó Ernesto con un tono


más seco que el anterior.

— Si lo supiera no te lo preguntaría — le respondí mientras me


sentaba en un sillón de la sala y Ernesto también tomó asiento.

— Pues... ¿Qué quieres que te diga? Viniste a estudiar acá y veo que
en poco tiempo te has olvidado de todo lo que dejaste atrás.

Suspiré profundamente preparándome para una inminente


discusión. — ¿A qué te refieres con eso?

— Bueno, hasta hace un par de años decías que yo significaba mucho


para ti y ahora parece que todo eso ya no te importa y estás muy feliz
con tu italiano, ahora yo pasé a ser sólo un viejo amigo tuyo.

¡Santa Cachucha! No podía creer lo que estaban escuchando mis


oídos ¿¿El Neto reclamándome porque lo mandé a la friendzone??

— Así es... — repliqué con firmeza. — Fuiste alguien muy importante


para mí, no lo voy a negar. Pero como bien lo has dicho, ahora las
cosas han cambiado.

— Sí, es cierto, las cosas han cambiado mucho y ahora que te fuiste es
cuando empecé a darme cuenta de que fui un idiota al haberte
ignorado todos estos años y ahora ya no te puedo ver como antes.

Al escuchar esa declaración no pude evitar sentir un escalofrío,


Ernesto se escuchaba sincero pero yo ya no podía hacer nada por él.
— Pues lo siento mucho Neto, pero ahora los papeles se han
invertido: ahora tú me quieres pero ahora yo sólo te veo como un
buen amigo.

No pude evitar soltar una lágrima al recordar el momento en el que


lo conocí, cuando solíamos pasear por el parque, los lagos y el centro
de Xalapa, todo parecía maravilloso, pero después se fue por el caño.

— Iodine... lo siento, pero...


— No lo sientas — le dije interrumpiéndolo. — Estas cosas suelen
pasar más a menudo de lo que crees.

— Iodine, es que... desde esa vez que te invité a cenar ¿por qué no me
dijiste lo que sentías por mí?

— ¿Para qué debía habértelo dicho? ¿¿Después que me dijiste que era
como un "cuate con chichis"??

— Lo siento de verdad, ese fue un comentario pendejo.

— Tal vez la manera en que lo dijiste fue pendeja, pero los


sentimientos fueron sinceros, tú sólo me veías como una amiga;
quien te gustaba era Renata ¿Decirte en ese momento que te amaba
en qué hubiera cambiado tus sentimientos hacia ella?

Después de eso hubo un momento de silencio y después Ernesto se


atrevió a hablar. — No lo sé, pero yo debía saberlo.

— No te lo dije en ese momento, pero lo supiste no mucho después.

— ¿Cuándo?

— ¡Ay Neto! ¿Te dio amnesia o qué? Maria te contó todo antes de que
vinieras a mi pueblo para la Navidad ¿Y tú que hiciste?

Ernesto se volvió a quedar callado pensando en mi respuesta.

Me di la media vuelta sentada en el sillón volteando a ver hacia el


balcón y suspiré de rabia.

— Iodine... — dijo Ernesto mientras me ponía la mano en el hombro.


— Perdóname, fui un estúpido. Ahora me doy cuenta de que cometí la
peor pendejada de mi vida al haberte mandado a volar.

Empujé su mano y me levanté del sillón. — Lo siento Ernesto,


perdiste tu oportunidad. Hace un par de años yo hubiera brincado de
felicidad al escuchar esto, pero ahora no.
— Por favor Iodine, solamente viniste a Italia y te hiciste novia de
Andrea para olvidarte de mí. No es posible que me hayas olvidado tan
fácilmente.

Al escuchar eso, me dieron ganas de reír ¿Cómo podía ser el Neto tan
narcisista?

— ¡Eso no es cierto! Me vine a estudiar acá porque era un sueño que


tenía desde que estaba en la secundaria y cuando llegué aquí y conocí
a Andrea tú ya eras historia. Ni modo Ernesto, ya conoces el dicho "el
que se va a la villa pierde la silla."

— Iodine...

— Ya no quiero hablar más de esto, los demás están dormidos y no


quiero despertarlos, que pases buenas noches — di por zanjada la
cuestión y me regresé al cuarto a dormir.

Al día siguiente, me desperté algo tarde por culpa de la discusión de


anoche y Maria me tuvo que zarandear para que me levantara. —
¡Iodine, levántate! ¡Ya son las ocho y media!

— ¡Ay! Disculpa Maria, es que anoche me quedé despierta alegando


con el Neto, cuando volvamos a mi apartamento te cuento todo.

— De acuerdo, por cierto, Andrea está allá en la sala esperándote.

— Ok, ok, dile que ya voy — dije mientras corría al baño a vestirme.
Después de unos minutos, agarré mis cosas y salí a la sala, Andrea en
cuanto me vio sonrío y bromeó — Buon giorno, piccola domrilona! — Le
saqué la lengua y él me agarró por la cintura y empezó a hacerme
cosquillas y nos echamos a reír como bobos.

Maria, Paco y Ernesto se quedaron ahí parados esperando. — Bueno


tortolitos ¿Ya nos vamos? — preguntó Maria en son de broma,
entonces nos levantamos y salimos del apartamento.

Íbamos caminando por el pasillo hacia el ascensor, cuando salió la


mamá de Andrea de su apartamento. — Andrea tesoro! Meno male che ci
sei ancora, Angelina è al telefono e vuole parlare con te.

— ¿¿Angelina?? — preguntó Andrea bastante sorprendido.

— Sí, tesoro. Mi ha detto che è una cosa importante.

— Ok, adesso vado a prendere la telefonata — y después se dirigió a


nosotros. — Disculpen un momento, nada más atiendo la llamada y
ahorita nos vamos.

Dicho esto, entró corriendo al apartamento de sus padres dejando la


puerta entreabierta. Nunca me ha gustado meterme en las
conversaciones ajenas, pero esta vez me acerqué a la puerta para
tratar de escuchar algo y sólo alcancé a entender los diálogos de
Andrea.

— Pronto?..

— Angelina, quanto tempo! Come mai è che telefoni a casa dei miei?..

— Sí, adesso abito a Firenze, lavoro come professore all' Accademia. E tu?
Come va tutto a Parigi?..

— Bene, scusa adesso devo tornare a Firenze, anzi devo farmi fretta. Ti lascio
il mio numero di telefono: 055 66 34 68

— Ok, puoi telefonarmi e cosí parliamo con calma...

— A presto! Ciao!

Escuché que colgaba y se acercaba a la puerta y me quité de ahí. —


Perdón, no me imaginé que fueran a hablarme a casa de mis papás
justo ahorita, ahora sí ¡vámonos!

Tomamos nuestras cosas y nos metimos en el elevador. En el camino


de vuelta a Florencia fue igual que el de ida: canciones, risas, juegos y
bromas (y por supuesto Ernesto seguía con su apatía a pesar de que
Maria trataba de animarlo) y por otro lado, yo no dejaba de
preguntarme quién sería esa tal Angelina.
Wasn’t hard to love you

Didn’t have to try

Wasn’t hard to love you

Didn’t have to try

Held you for a little while

My Oh My Oh My

Drove you to the station

Never asked you why

Drove you to the station

Never asked you why

Held you for a little while

My Oh My Oh My

All the boys are waving

Trying to catch your eye

All the boys are waving

Trying to catch your eye

Held you for a little while

My Oh My Oh My

Wasn’t hard to love you


Didn’t have to try

Wasn’t hard to love you

Didn’t have to try

Held you for a little while

My Oh My Oh My

Leonard Cohen "My Oh My"


Capítulo IV - Malos entendidos
Después de un par de horas regresamos a Florencia y Andrea nos
llevó a mí y a Maria de regreso a la estancia, apenas íbamos subiendo
por las escaleras cuando escuchamos unos gritos provenientes del
piso de mi apartamento y nos apresuramos para ver que pasaba y al
llegar al corredor no sé si decir que la escena que me encontré era
extraña o aterradora (o ambas cosas a la vez).

Afuera estaban Remedios, Mathias y Kevin mirando todo con cara de


no entender lo que estaba pasando, Mandita corría como loca por
todo el pasillo y gritaba. — ¡Quítate! ¡Vete! ¡Lárgate chino cochino! —
mientras Chong ki Fu andaba como loco detrás de ella.

Maria y yo nos quedamos con los ojos abiertos como platos y


pregunté a los demás. — ¡Hey! ¿Qué madres está pasando aquí?

Sólo Remedios respondió. — ¡Joder! ¡Eso es lo que todos acá


quisiéramos saber! ¡Desde hace media hora que esta tía no deja de
gritar y ya nos está hartando a todos!

Traté de acercarme y detener a Madita, que en cuanto me vio, corrió


a esconderse detrás de mí. — ¡Iodine! ¡Por lo que más quieras!
¡Quítame a este maldito acosador de encima!

Cuando el chino se aproximó a nosotras le grité. — ¡Yan - tse - auo -


oua - ting - i pong - chong - kí! — No sé que madres quiere decir eso,
pero es la única frase que conozco en chino y supongo debe ser algo
horrible como para ofender a un emperador. — ¡Sácate de aquí Chong
Ki Fu! ¡O te encerraré en un gran jarrón y te dibujaré en las garras de
un dragón! - le volví a gritar.
Maria agarró su paraguas y se lo enseñó en modo amenazante,
entonces el depravado se asustó, se metió a su apartamento otra vez
y Mandita recuperó la compostura. En cuanto se percató que todo el
piso estaba afuera observando todo, se le llenó la cara de vergüenza.
— Perdón por el espectáculo — se disculpó muy apenada.

Ya cuando se tranquilizó la cosa del todo, le pregunté. — Bueno


Mandita, ahora sí me vas a explicar ¿Qué chingaos pasó aquí?

— Pues... — dijo sonrojándose un poco. — ¿Te acuerdas de la caja de


chocolates que compré para Diego?

— Ajá ¿Y luego?

— Pues, la puse afuera de su apartamento para que en cuanto saliera


la viera, pero resulta que ese no es su apartamento. Tú me dijiste que
estaba al lado tuyo.

Yo me llevé las manos a la cara por la exasperación. — ¡Exacto, te dije


que al lado, más no de qué lado! El apartamento de Diego es el que
está a la derecha y el del chino a la izquierda, si no estabas segura
cuál de los dos era ¿por qué no me preguntaste?

De repente, se escuchó un sonoro carraspeo detrás de nosotras. —


Dijculpen...

Mi prima se sobresaltó al escuchar que era la voz de Diego y nos


volteamos lentamente para verlo a la cara. — Che, hace rato que
ejcuché todo lo que decían.

Mandita se puso coloradota por la vergüenza y tragó en seco. — ¿Ah


sí?

— Claro ¡pero piba! ¿vos sos tonta? ¿creés que alguien como sho te va
a dar bola? ¡Por favor! Acá y en Buenos Aires hay muchas chicas
mucho más lindas que vos que mueren por salir conmigo. Mejor no te
hagás ilusiones. — Y después de eso, entró a su apartamento con una
risilla burlona. En cuanto cerró la puerta, Maria comentó
asombrada. — ¿Así o más mamón?

Mandita agachó la cabeza decepcionada y yo la rodeé con el brazo. —


Te lo advertí — y entramos a mi apartamento a descansar un
momento.

Estábamos sentadas en la sala y Mandita no dejaba de darle vueltas al


asunto. — Pero, la verdad es que sigo sin entender por qué no le
gusto.

Maria y yo ya estábamos hasta la madre de seguirla escuchando y la


interrumpí. — Mandita, así es la vida. Tarde que temprano tenías que
encontrarte con la horma de tu zapato.

Me levanté para ir a la cocina a servirme un vaso de agua, y en ese


momento, alguien llamó a la puerta y Mandita gritó mientras corría
al cuarto a esconderse. — ¡No abras! ¡Seguro es el chino ese que viene
a molestarme de nuevo!

— Voy a ver quién es. —

— Ciao cara!

— ¡Ah! ¡Menos mal que eres tú Andrea, pásale!

— ¿Por qué? ¿Quién pensabas que era? — me preguntó muy


sorprendido y Maria se adelantó a contestar. — El Chong Ki Fu que
ahora es ferviente admirador de Mandita — y se atacó de la risa.

Andrea puso cara de no entender ni madres. — ¿Quién es el Chong Ki


Fu?

— Es una larga historia — le dije mientras nos sentábamos en el sofá y


Maria se iba al cuarto con Mandita para dejarnos a solas.

— ¿Pasa algo? Quedaste de venir por nosotras a las tres para ir a


comer con los demás y luego iríamos a caminar por el Ponte Vecchio.
Andrea se acercó y me rodeó con el brazo. — De eso precisamente
vine a hablarte, hubo un cambio de planes ¿Te acuerdas de la
persona que me habló al apartamento de mis papás?

— Por supuesto — le contesté ansiosa por saber por fin quién era esa
tal Angelina.

— Pues ahorita volvió a llamar a mi casa y me propuso que


saliéramos a comer a las cuatro, le expliqué la situación y traté de
convencerla de que lo pospusiéramos para las siete, pero me dijo que
no le era posible y me pidió que fuera a las cinco a más tardar, así que
me temo que no podremos pasear toda la tarde como habíamos
planeado.

— Ok, no... no hay problema — contesté no muy convencida y Andrea


me miró muy preocupado.

— ¿Sucede algo?

Tratando de no irritarme le respondí. — No, nada... pero dime ¿quién


es esa Angelina? No pude evitarlo, sin querer escuché un poco de lo
que hablabas por teléfono.

Andrea suspiró y luego me miró a los ojos. — Angelina es mi ex novia,


terminamos hace casi tres años.

— Ah, ya... — contesté no muy contenta con la respuesta.

— Mira, me gustaría contártelo todo, pero ahorita no tengo tiempo


de explicarte, debo ir a la academia a arreglar un asunto urgente, por
eso aproveché para venir a decirte esto en persona y bueno, vendré a
las tres en punto por ustedes. A presto!

— Ok, ciao! — y nos despedimos con un beso.

Yo me quedé ahí sentada en el sofá con la mirada perdida y Mandita,


que había estado escuchado todo, salió de su escondite. — Primita,
lamento decirte que eso no huele nada bien.
— ¿A qué te refieres? — le pregunté lanzándole una mirada de
reproche.

— A la tal Angelina...

Maria también vino a la sala y movió la cabeza negativamente


mientras escuchaba lo que Mandita decía. — Digo, si esa fulana vino a
buscar a Andrea después de tanto tiempo es porque algo quiere.

— Eso es obvio — le contesté algo enfadada. — Pero ¿qué es lo que


busca exactamente? -

— No lo sé, pero yo creo que deberías de estar alerta, tal vez en


realidad ella y Andrea nunca cortaron y...

Maria la interrumpió de golpe. — ¡Mandita, por favor! — y luego se


dirigió hacia mí que ya estaba bastante irritada. — Iodine, no le hagas
caso a ésta, espera a que puedas hablar tranquilamente con Andrea,
no saques conclusiones apresuradas.

Me tranquilicé un poco, y en seguida, Mandita volvió al ataque. —


Chavas, lo quieran reconocer o no, aquí yo soy la experta en el tema
de los hombres y te digo prima, que tienes que ponerte las pilas si no
quieres que esa Angelina te baje a Andrea. Así es esto Iodine, el amor
es como la guerra, tienes que estar lista para atacar en cuanto el
enemigo llegue a invadir tu territorio.

Me llevé las manos a la cara y Maria volvió a tomar la palabra. —


Mandita, no te consta que esa Angelina realmente sea el enemigo que
haya venido a robarse a Andrea, lo que pasa es que estás ardilla
porque el oxigenado te mandó a la chingada. — Y luego volteó a
verme a mí. — No le hagas caso, tú tranquilízate y espérate a que te
enteres bien de lo que pasa. No hagas cosas de las que puedas
arrepentirte, Andrea se ve sincero, él no te traicionaría, estoy segura
de que no es nada de lo que ciertas personitas están pensando.

— Bueno... — dije levantando la cabeza — supongo que tendré que


esperar hasta la tarde para saberlo.

— De todos modos, Iodine... — prosiguió Mandita — no eches en saco


roto lo que te estoy diciendo, puede que aquí haya gato encerrado.

Por el momento nos olvidamos del asunto, y cuando dieron las tres,
Andrea pasó a buscarnos y fuimos a comer con todos los demás y les
platicamos como nos había ido en Livorno y yo no pude evitar
ponerme a pensar en lo que me había dicho Mandita. Digo, por muy
buena que sea una relación, no todo puede marchar siempre sobre
ruedas; pero por otro lado, pensaba que Maria tenía razón y sólo
estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua. Andrea, que
estaba al lado mío, me notó extraña y me preguntó con tono
preocupado. — ¿Te pasa algo?

— No, nada — le contesté algo desanimada y él me tomó de la mano y


sonreí. —"Mandita debe estar equivocada, no creo que Andrea sea de
esos"— pensé, pero de todos modos quería poder hablar con él a solas
para salir de dudas lo más pronto posible.

En cuanto terminamos de comer nos dirigimos hacia el Ponte Vecchio.


Mientras caminábamos por ahí, y en un ratito que Andrea se
distanció un poco de mí, Mandita aprovechó para cuchichear. — ¿Y?
¿Ya le sacaste información de la susodicha?

Otra vez me volví a molestar con la actitud de Mandita y Maria


acudió al rescate. — Todavía no, además querida, eso no es asunto
nuestro.

— Ok, ok; pero luego no vayan a decir que nadie le advirtió a Iodine...

Andrea se acercó, y aunque no alcanzó a escuchar mucho de lo que


hablábamos, nos miró sorprendido. — Succede qualcosa?

— Eh, no... — contesté rápidamente y lo tomé del brazo para


alejarnos de Mandita.
A las cuatro y media, Andrea tuvo que disculparse con todos por no
poder continuar con el paseo y la tía Conchita se ofendió. — ¡Ay
mijito! Pero ¿por qué nos vas a dejar aquí botados?

— Lo siento mucho de verdad, pero es que surgió un compromiso que


no tenía previsto — y luego se dirigió a mí. — Pasamos a dejar a las
chicas a tu apartamento y de ahí nos vamos al restaurante.

— ¿Eh? ¿Nos vamos? — pregunté algo sorprendida.

— Sí, tú también estás invitada a comer.

— Eh... está bien — asentí.

Las chavas que estaban ahí cerca escucharon y Maria le reclamó a


Mandita. — ¿Ves? Si tuviera algo que esconder no habría dejado que
Iodine viniera con él.

Mandita torció la boca. — Pero no debería bajar la guardia, tal vez


algo está tramando.

— ¡Ay! ¡Si serás mala como la carne de puerco! — la reprendió Maria.

Nos trepamos todas al carro, botamos a Maria y a Mandita en la casa


y al fin me quedé a solas con Andrea para poder hablar largo y
tendido. Íbamos rumbo al restaurante donde había quedado de verse
con la tal Angelina y empecé con el interrogatorio. — ¿Y bien? ¿Qué
es lo que quiere esa mujer de ti ?

Andrea me miró bastante sorprendido por mi actitud. — ¿¿Qué??


¡Amore, no me digas que estás celosa!

— Es que... — contesté mientras me volteaba del lado de la ventanilla


para no tener que mirarlo a los ojos.

— Entiendo... — murmuró Andrea. — Te voy a contar toda mi historia


con Angelina, ella fue mi compañera desde la scuola media (el
equivalente a la secundaria en Italia) sus papás y mis papás eran muy
amigos y por lo tanto ella nos visitaba a menudo y no fue hasta que
terminamos el liceo (equivalente de la preparatoria mexicana) que
nos hicimos novios y pues digamos que todo iba bien, pero...

No pude evitar interrumpirlo. — ¿Y luego que pasó?

— Pues simplemente nos dimos cuenta de que éramos polos


totalmente opuestos y que no congeniábamos en casi nada, la
relación fue en picada y definitivamente todo terminó cuando yo
estaba por acabar la universidad.

Me enderecé en el asiento para poder mirar a Andrea. — ¿Y


entonces? ¿Por qué te busca ahora?

— No lo sé, a mí también me sorprendió mucho, créeme. Después de


que cortamos ella se fue a vivir a París y yo me quedé acá en
Florencia, quedamos como amigos pero prácticamente perdimos el
contacto, sólo por ahí nos llegamos a mandar felicitaciones en los
cumpleaños y Navidad por email, pero nada más.

Me sentí mal conmigo misma por haber llegado a dudar de Andrea y


parecía como si él estuviera leyendo mis pensamientos porque me
dijo. — Por favor Iodine, no tienes nada de que preocuparte, desde
hace mucho tiempo que ella ya no significa nada para mí.

— Te creo — le contesté mientras me recargaba en su hombro como


acostumbraba hacer cuando íbamos juntos en el auto.

El restaurante donde nos había citado Angelina era muy bonito y


bastante lujoso, en cuanto entramos, Andrea empezó a buscarla con
la mirada y de repente se escuchó una voz femenina que lo llamaba.
— Andrea! Sono qui.

Y volteamos a ver de donde provenía. — ¡Ah mira, ahí está Angelina,


vamos! — Andrea me tomó de la mano y nos dirigimos hacia su mesa,
entonces ella se levantó a saludar. — Ciao Andrea! Come va?
— Abbastanza bene, grazie — contestó Andrea — y luego dirigió la
atención de Angelina hacia mí. — Questa è Iodine, la mia fidanzata. — Y
yo la saludé un poco apenada. — Eh... Ciao, come stai?

— Ciao! Sono Angelina Monti, piacere! — contestó ella con mucha gracia.

La verdad tenía que reconocer que Angelina era muy bonita: rubia,
ojos claros, piel bronceada, alta, delgada con curvas, muy elegante y
la verdad es que al lado suyo me sentí como un pobre patito feo e
insignificante.

Nos sentamos, y mientras el mesero se disponía a tomarnos la orden,


Angelina se sirvió una copa de vino con mucho porte.

— Y bueno ¿Qué ha sido de tu vida? — le preguntó Andrea.

— Ah, pues desde hace unos meses trabajo en una compañía que se
dedica a la exportación de vino.

— Interesante... — contestó Andrea.

— Sí, ya lo creo, es un trabajo muy gratificante — afirmó Angelina


muy sonriente.

No podía dejar de observar discretamente a Angelina, la verdad es


que ella era prácticamente la perfección andando y no sólo por el
aspecto físico sino también se notaba que era muy inteligente. La
verdad es que no me cabía en la cabeza como es que Andrea hubiera
podido terminar con ella, si tiene todo lo que cualquiera podía
desear. Estaba tan envuelta en mis pensamientos cuando de repente
volví a la realidad.

— ¿Y tú? Por lo que veo sigues con tu arte — le preguntó Angelina a


Andrea con una pequeña risita.

— ¡Por supuesto! ¿Por qué habría de dejarlo? — respondió él mientras


tomaba una bruschetta y yo en cambio no pronunciaba ni una
palabra, sólo miraba fijamente a mi copa que aún estaba vacía y
empecé a sentirme mal.

— Disculpen, tengo que ir al baño, ahorita vuelvo.

— Está bien, pero no tardes — replicó Andrea mientras me miraba


preocupado y al levantarme sin querer pasé a tirar mi copa sobre la
mesa (para mi buena suerte no se rompió) y la levanté. — Perdón... —
me disculpé en voz baja y me apresuré a buscar el baño de mujeres,
en cuanto lo encontré me dirigí hacia los lavamanos, me quité los
lentes, me enjuagué la cara con agua y me quedé mirándome
fijamente en el enorme espejo que había enfrente. Desde que tengo
memoria siempre he tenido presente que la belleza no es mi punto
fuerte, pero nunca me había detenido a pensar en eso, me puse de
nuevo mis lentes y salí de ahí.

Caminé despacio hacia la mesa, que no estaba muy alejada del baño, y
me quedé ahí parada detrás de una enorme maceta que había cerca
de nuestra mesa; alcancé a escuchar que Angelina mencionaba mi
nombre en su conversación. — Andrea però, questa ragazzina tua, Iodine,
è molto curiosa. Mah, avere venticinque anni e portare i capelli così corti,
sembra ancora una bambina e poi i suoi modali sono così, come dire?..

Después de escuchar eso, no pude evitar sentir ganas de llorar, decidí


no volver con ellos a la mesa y abandoné el restaurante sin que me
vieran. Para mi buena suerte, en cuanto salí a la calle, pasó un taxi
desocupado y lo tomé para volver a mi apartamento. —"No se por
qué me pongo mal"— pensé para mis adentros. —"Después de todo
Angelina tiene toda la razón, no se puede decir que sea bonita y mi
imagen es infantil y mis modales son vergonzosos, en realidad, soy
muy poca cosa para alguien como Andrea"— y no pude evitar
echarme a llorar, me sentía realmente miserable.

Antes de entrar a mi apartamento, me sequé las lágrimas con un


pañuelo desechable. Maria y Mandita se sorprendieron mucho al
verme llegar tan temprano y por mis ojos, que aún estaban
enrojecidos, notaron que había llorado. — Iodine... — se acercó Maria
angustiada. — ¿Qué pasó?

No pude evitar volver a soltar la lágrima. — Es que... no sé... Angelina


es... más bien, yo no soy como ella...

Mandita se acercó. — Prima, no te lo digo por mala onda, pero lo que


tú necesitas es un cambio de imagen. Con una buena base de
maquillaje, un poco de relleno en tu bra, una depilada de cejas y
verás que quedas como nueva.

— ¡Mandita! ¿Cómo puedes decirle semejantes cosas a Iodine en un


momento como este? — la reprendió Maria dirigiéndole una mirada
asesina.

— Es que, Angelina no sólo es bonita sino que también es inteligente,


no creo que Andrea quiera seguir con alguien como yo después de
haber tenido a alguien como ella...

— Espérate tantito, Iodine... — me interrumpió Maria mientras me


abrazaba. — ¿Qué pasó exactamente en el restaurante? ¿Andrea te
dijo que ya no quiere seguir contigo? ¡Por favor, no te figures cosas
que no son!

En ese momento llamaron a la puerta. — Iodine ¿Estás aquí?

— ¡Es Andrea! — exclamó Maria pegando un salto. — Iodine, tienes


que abrirle y hablar con él.

Me quedé ahí engarrotada, no quería ver a Andrea en ese momento


en que me encontraba tan mal.

Afuera continuaron los golpes a la puerta. — ¿Está todo bien? ¿Por


qué te fuiste así sin decir nada? Me dejaste muy preocupado.

— ¡Iodine, ábrele ya! ¡Tienes que aclarar todo!

— ¡No! — le contesté a Maria mientras me escondía en la cocina y


Mandita me siguió. — No puedes abrirle así con esta pinta que traes,
a ver... — dijo mientras sacaba su cosmetiquera. — Ya verás que
vamos a ponerte muy guapetona. — Sacó su base de maquillaje
líquido pegajoso y lo embarró en una esponja para aplicármelo y esta
vez no puse resistencia, no estaba de ánimos para discutir con ella,
así que la dejé que hiciera lo que quisiera conmigo.

Andrea volvió a tocar. — Iodine ¿Por qué no quieres abrirme? ¿Te


pasa algo? ¡Dímelo!

Maria ya se dirigía a quitar el seguro y le grité. — ¡No abras, por


favor!

— Está bien, como tú decidas — asintió Maria bastante decepcionada


y se metió al cuarto.

Habrán pasado como quince minutos, Mandita seguía aplicándome


sus potajes en la cara, entonces escuchamos un ruido cerca del
balcón y me sobresalté. — ¿Qué es eso?

— Ni idea — comentó Mandita igual de sorprendida y luego salió


Maria del cuarto y entró a la cocina corriendo para avisarme. —
Julieta, tu Romeo está en el balcón.

— ¿¿Qué?? — exclamé sorprendida, empujé a mi prima y me levanté


de la silla.

Corrí a abrir las cortinas, no vi a nadie y volteé por todos lados hasta
que escuché la voz de Andrea. — ¡Iodine!

Entonces miré hacia arriba y lo vi trepado en el árbol, pegué un grito,


salí corriendo al balcón asustada. — ¡Andrea! Pero... ¿Qué haces?
¡Baja de ahí enseguida!

— Pues... — contestó mientras se soltaba de la rama y saltaba hacia el


balcón. — No podía quedarme sin saber que te ocurría y por eso me
las tuve que ingeniar para venir a verte ¿O qué? ¿Crees que me
arriesgo a romperme los huesos sólo por jugar a ser Spiderman?

Agaché la cabeza avergonzada y Andrea continuaba preocupado. —


¿Qué sucede? — No dije nada. — ¿Podemos hablar?

— Sí — contesté mientras entrábamos al comedor, y en cuanto nos


sentamos, Maria jaloneó a Mandita del brazo. — Bueno, Mandita y yo
necesitamos tomar un poco de aire fresco.

— ¿¿Aire fresco?? — bufó Mandita. — ¡Pero si afuera hace un frío que


pela!

— ¡Necesitamos aire frío pues, dicen que es muy bueno para los
pulmones! ¡Anda, vámonos! — y Maria la obligó a salir del
departamento para dejarme a solas con Andrea.

No sé cuanto rato estuvimos sin hablar y Andrea me tomó de la


mano. — Iodine... — En ese momento me eché a llorar. — Lo siento...
es que Angelina...

Andrea me miró muy asustado. — ¿Angelina? Pero qué... ¿Qué te


hizo?

— Pues... nada, es sólo que... Ella es muy bonita y yo, bueno... — no


pude agregar nada más porque me puse a chillar todavía más fuerte.

Andrea me abrazó fuertemente y me dijo. — No tienes que


preocuparte por eso. Angelina y yo terminamos porque éramos
diferentes y yo no era la clase de pareja que ella esperaba que yo
fuera. A ella le avergonzaba mucho salir conmigo y presentarme con
sus familiares y amigos por el hecho de que mis modales son poco
elegantes, que brindara imitando a Modigliani, que usara calcetines
de puntitos y ropa interior con dibujitos y cada que podía me
suplicaba que dejara de hacer eso y yo nunca la obedecí.

Dejé de llorar, alcé la cabeza y lo miré a los ojos. — ¿En serio?

— Sí y además a mí tampoco me gustaba que ella no tuviera criterio


propio para decidir nada. Cada vez que se maquillaba o compraba
zapatos nuevos no dejaba de hostigarme con preguntas como "¿Qué
te parece el color de este labial? ¿No está muy fuerte?", "¿Te gusta
como se me ven estos zapatos? Dime o si no me pongo otros", "¿Se
me ve bien este suéter? He subido un par de kilos y ya no me queda
bien" Y yo le decía hasta el cansancio que me daba igual el color de
su maquillaje, el modelo de sus zapatos o sus kilos de más, pero ella
siempre insistía en que a ella le gustaría lo que a mí me gustara y a
mí eso me molestaba mucho.

— ¿Por eso terminaste con ella? ¿A pesar de que es bonita e


inteligente?

— ¿Inteligente? Bueno, tonta no es, pero dime ¿Te parece inteligente


una persona que no puede decidir cosas simples como su vestimenta
sin tener que consultarlo con los demás? Tal vez a muchos hombres
les agraden ese tipo de mujeres pero a mí no. Era más que obvio que
la relación con Angelina no iba a llegar a ningún lado. En cambio
contigo todo es diferente, a ti nunca te preocupa el que vaya yo a
pensar de tu ropa, tu corte de pelo o tus modales...

En eso lo interrumpí. — Bueno es que, antes de regresar acá, escuché


a Angelina criticar mi forma de ser y por eso me fui.

— ¡Ah ya! Pero no, no era lo que tu pensabas. Ella no te estaba


criticando.

— ¿Ah no?

— No, lo que me estaba comentando era que tú imagen y tus modales


encajan a la perfección con los míos. Ella me dijo que somos una
bonita pareja porque somos tal para cual, que pareciera que fuimos
hechos el uno para el otro. Y dime ¿No es verdad? Ambos usamos
lentes de armazón porque nos irritan los de contacto, ambos amamos
a Modigliani y a Leonard Cohen, ambos escupimos el vino por las
narices cuando nos reímos, tú adoras los calcetines de rayitas y yo los
de puntitos, tú usas ropa interior de Hello Kitty y yo de Garfield...

No pude evitar empezar a reírme.

— Y lo mejor de todo, es que tú nunca dejaste de ser tú por tratar de


agradarme a mí y viceversa y por eso es que te amo.

Me puse a volver a llorar pero de felicidad y nos abrazamos más


fuerte todavía. — No te preocupes por tonterías, nunca te dejaría
porque no me guste tu corte de pelo, sabes que tienes el derecho de
traerlo como a ti te gusta sin importarte que opinen los demás y en
eso si te voy a pedir que nunca pero nunca cambies, me gusta que
seas libre y tomes tus propias decisiones. Y en cuanto a Angelina, ella
ahora tiene un novio que es todo lo que ella deseaba, es muy rico,
distinguido, elegante y es dueño de muchos viñedos en Francia.

— Bien... — dije — mientras me levantaba de la silla. — Debo ir al


baño a quitarme este ridículo maquillaje que me estaba poniendo
Mandita, en parte fue ella quien me metió estas dudas en la cabeza.

— ¿¿Qué?? ¿¿Mandita?? - preguntó Andrea sorprendido.

— Sí, ella insistió mucho en que Angelina era mi enemiga y que debía
arreglarme para no perderte y yo estaba muy triste para decir que
no.

— Me vas a perdonar por lo que voy a decirte, pero tu prima es una


cabeza hueca y tiene unas ideas bastante estúpidas.

— ¡No lo voy a negar! — le contesté a las carcajadas y me fui al baño a


lavarme la cara. Después regresé a la sala y mientras me secaba la
cara con una toalla de mano, pregunté porque aún tenía una duda. —
Pero... ¿Y entonces? ¿Por qué vino Angelina desde París a buscarte?

— Ah, me temo que el motivo no va a gustarte mucho...

— ¿¿Cómo?? Pero... ¿¿Por qué??? — le pregunté muy asustada.


Did I ever love you

Did I ever need you

Did I ever fight you

Did I ever want to

Did I ever leave you

Was I ever able

Or are we still leaning

Across the old table

Was it ever settled

Was it ever over

And is it still raining

Back in November

The lemon trees blossom

The almond trees whither

Was I ever someone

Who could love you forever

Did I ever love you

Does it really matter


Did I ever fight you

You don’t need to answer

Did I ever leave you

Was I ever able

And are we still leaning

Across the old table

Leonard Cohen "Did I ever love you"


Capítulo V - Comiendo perdices
Cuando parecía que todo lo peor había pasado, ahora Andrea me
tenía en ascuas con la noticia de por qué Angelina había vuelto a
Italia. — ¡Por favor Andrea, dime lo que pasa! ¡No me tengas otra vez
preocupada!

Yo lo miraba con los ojos abiertos como platos por la ansiedad y


Andrea carraspeó un poco para poder hablar claramente. — Pues
resulta que Angelina va a casarse dentro de ocho meses y vino a
buscarme porque quiere invitarme a su boda y no sólo eso, también
quiere que sea su padrino, más bien que tú y yo seamos sus padrinos.
Así que eso significa que los dos tendremos que viajar hasta París.

Yo me quedé muda de asombro con los ojos aún mas desorbitados y


apenas podía articular las palabras. — ¿¿A... A París?? ¿Dónde...
Mo...Modigliani desarrolló su arte y..?

— Te dije que eso no te iba a gustar nada — contestó Andrea


sonriendo.

Lo único que pude hacer fue pegar un grito de emoción, aunque


luego me desanimé. — Oye, pero supongo que esa será una boda muy
elegante y... bueno, ya sabes que yo no tengo buenos modales ¿Qué
tal si se me sale un eructote de esos? ¿O me suelto un chico pedote
que suene y huela hasta la Luna? No estoy segura de poder encajar
bien ahí.

Andrea me levantó en brazos y sonrío. — Pues ya seremos dos los que


pasaremos vergüenzas. ¿O crees que no tiraré el vino cuando
hagamos el brindis? ¿O peor aún que lo escupa por las narices? — Y
volví a atacarme de la risa sólo de imaginarlo. — Ah, y aún no te he
dicho lo mejor...

— ¿Qué? ¿Qué cosa?

— La fiesta será temática y a que no sabes cuál es el tema... — Lo miré


moviendo los ojos confundida. — Pues nada más y nada menos que
"Los fabulosos años 20" todos los invitados tendremos que ir vestidos
como en esa época, así que tu corte de cabello irá muy bien con la
fiesta, parecerás una chica de Modigliani.

— ¡Ay qué emoción! — le dije mientras empezamos a dar vueltas por


todo el comedor y cuando vi el calendario colgado en la pared me
asusté tanto que hice que nos detuviéramos. — ¡¡Mierda!!

— ¡Eh! ¿Qué pasó ahora? — preguntó Andrea con espanto.

— ¡Nada, que no me había dado cuenta de que mañana ya es


Nochebuena!

— ¿Y luego?

— ¡Pues que no he comprado los regalos ni nada para la cena de


Navidad! ¡Tenía que ser yo! — exclamé mientras iba al cuarto a
buscar mi abrigo y mi gorro para salir.

— Y ahora que lo dices, yo tampoco he comprado nada y ahorita debe


haber un completo caos en las tiendas y supermercados.

— Pues vamos de una vez, que mañana se pondrá peor — agarré mi


bolso, me puse el abrigo y salimos corriendo veloces del
apartamento.

A la mañana siguiente, Maria y yo apenas tuvimos tiempo para


respirar porque estábamos súper ocupadas preparando todo para la
cena de Navidad y así reunirnos todos a cenar en el apartamento de
Andrea que es un poco más amplio porque en el mío no iba a caber ni
un alfiler: íbamos a estar Andrea, sus papás, mis papás, la tía
Conchita, Mandita, Paco, Maria, Ernesto y yo.

Citamos a todo el mundo a las ocho de la noche, los primeros en


llegar fueron los papás de Andrea. — Ciao tesoro! — lo saludó la señora
Margherita muy emocionada.

— Ciao Mamma! Ancora dobbiamo aspettare che arrivino i genitori e gli


amici di Iodine.

No tardaron más que unos quince minutos y llegaron todos en bola y


aprovechamos la oportunidad para que mis papás conocieran a los
papás de Andrea, así que los presenté. — Signori Esposito, questi sono
Margarita e Joaquín i miei genitori — y fueron a saludarse.

— Piacere, io sono Giacomo e lei è mia moglie Margherita.

— Ah sí! Mi ricordo che mi avevi detto che tua mamma era Margherita come
me — me dijo mi suegra riendo al oído.

— ¿Qué pasa? — preguntó mi mamá sorprendida.

— Es que es curioso... — le expliqué — ustedes dos además de ser


consuegras son tocayas: Margarita = Margherita.

— ¡Oh, es verdad! — exclamó mamá y se soltó a reír. — ¡Qué


coincidencia!

Después nos dispusimos a cenar platicando todos pacífica y


alegremente y Maria me contó algo estupendo. — Te tengo que
platicar, antes de salir de tu apartamento para venir acá nos topamos
al Chong Ki Fu en las escaleras y el muy fastidioso estaba en plan de
molestar otra vez...

— ¡Ay no! - la interrumpí. — ¿Y qué pasó?

— Pues como traía mi termo lleno de cappuccino caliente en la mano...

— ¿Qué hiciste?
— ¡Pues que se lo tiro encima! — y las dos nos botamos a las
carcajadas.

— ¡Pobre Chong Ki Fu! Gritaba de dolor como no tienes idea, pero se


lo tenía merecido. A ver si así se educa y deja de andar chingando y
acosando a las mujeres.

— Ojalá.

Cuando dieron las doce de la noche todos nos abrazamos y


felicitamos. — ¡Feliz Navidad! Buon Natale!

Después nos dimos cada quien nuestros regalos, la primera fue la


mamá de Andrea. — Li ho fatti specialmente per voi due — nos dijo
mientras nos entregaba una bolsa grande de papel.

— Grazie mamma! — asintió Andrea mientras la abría y cuando sacó lo


que había adentro los dos nos quedamos mudos de asombro.

— Sono carini, vero? — preguntó doña Margherita.

— ¡Sí! — contestamos los dos muy emocionados. Eran dos suéteres


iguales tejidos a mano, eran de color azul marino con un enorme
muñeco de nieve bordado en el frente. Mandita arrugó el ceño
dejando bien en claro que ella pensaba que eran horribles, pero no
dijo nada.

Y luego, mi mamá también aprovechó para entregarnos su regalo. —


Bueno, pues yo también les traje algo hecho a mano por mí — y nos
entregó dos bolsas de regalo, las abrimos inmediatamente y sacamos
con entusiasmo lo que había adentro. — Bueno, ya tienen dos
suéteres iguales para abrigarse, pero les hacían falta las bufandas. -

Mamá nos había tejido dos largas bufandas con rayas en gris y rojo.
—¡Perfecto! — dijo Andrea. — Ahora sí andaremos siempre bien
abrigados.

— ¡Que se las pongan, que se las pongan! — comenzó a gritar Maria y


después todo el mundo le siguió el juego y accedimos.

— No cabe duda, son dos gotitas de agua — asintió mi papá cuando


nos vio a los dos con el mismo suéter y la misma bufanda puestos.

Continuamos despiertos hasta la madrugada y después que terminó


la fiesta, mi familia y mis amigos aprovecharon para descansar lo
máximo posible, pues al día siguiente tomarían el vuelo de regreso a
México. Como Andrea y yo teníamos vacaciones hasta el Día de
Reyes, fuimos con la familia a Roma para poder acompañarlos hasta
el aeropuerto, y antes de que todos abordaran el avión, nos
abrazamos y nos despedimos. — Bueno, ya llegó la hora de volver a
casa. Nos habría gustado recibir el Año Nuevo con ustedes, pero no
fue posible — comentó mamá algo entristecida.

— No te preocupes, mamá — le contesté mientras la abrazaba


fuertemente. — Pero volveremos a vernos el año que viene.

— Y acuérdense que la próxima Navidad les toca a ustedes venir a


visitarnos — interrumpió mi papá mientras me abrazaba a mí y a
Andrea.

— ¡Así será! — contestó Andrea guiñando un ojo.

— Pero vienen ¿eh muchachitos? Y espero que para ese entonces ya


estén planeando el casorio con un buen bailongo y toda la cosa — nos
dijo la tía Conchita mientras se despedía de nosotros con su beso
baboso y nos dejaba las mejillas embarradas de labial.

— Claro que sí, tía — le respondí tratando de no perder la paciencia


por su insistencia en lo de la boda. — Iremos a visitarlos, además
Andrea tiene muchas ganas de conocer mi pueblo.

También se acercaron Maria y Ernesto a despedirse también. —


Bueno manita, entonces me temo que nos veremos hasta el próximo
año. ¡Cuídate mucho y hasta entonces! — y nos abrazamos sin poder
evitar soltar una lágrima. El Neto también me abrazó y para mi
sorpresa, después le dio un abrazo amistoso también a Andrea y
alcancé a escuchar que le susurró al oído. — Cuídala mucho, por
favor. Difícilmente encontrarás otra mujer que valga la pena.

— Lo sé, Ernesto y por eso la quiero.

En eso, se escuchó un anuncio por los altavoces. — Attenzione


passeggeri del Volo 313 con destinazione Città del Messico...

— Acaban de anunciar su vuelo, será mejor que vayan a prepararse


para abordar — les avisé a los demás mientras me despedía con la
mano. — ¡Adiós a todos y buen viaje! — les gritamos mientras ellos se
formaban para abordar el avión y Andrea y yo nos retiramos de la
sala abrazados.

El avión por fin despegó, a Maria y a Ernesto les tocó ir sentados


juntos y entonces se pusieron a platicar en lo que agarraban un poco
de sueño. — Y bueno... — dijo Ernesto mientras reclinaba su asiento.
— Supongo que Iodine y Andrea serán felices, comerán perdices y
yo... pues ahora sí que me quedé como el perro de las dos tortas.

Maria suspiró fastidiada mientras tomaba su almohada y se cubría


con una manta. — ¡Ay Ernesto! ¿Te lo voy a tener que repetir hasta el
cansancio o qué? Tú tuviste la oportunidad de poder ser feliz con
Iodine ¿y qué hiciste? ¡La cagaste!

— Sí, ya lo sé... pero aún sigo sin entender que pudo tener Andrea que
no pude tener yo.

— ¡HUEVOS! Ernesto ¡Simplemente huevos!

El Neto se sobresaltó porque el resto de los pasajeros dirigieron su


atención hacia ellos. — ¡Chst! ¡Por favor, Maria, no grites! —

— Yo siempre digo la neta, Neto. Mira, la verdad es que cuando una


te conoce se va con la impresión de que eres un chavo inteligente que
vale la pena, pero después tienes que salir con una chingadera. Aún
teniendo la oportunidad de estar con una mujer chida, inteligente y
buena onda, siempre al final, lo echas todo a perder.

El Neto se quedó callado y pensativo un rato, y después, Maria


agregó. — Eres realmente un idiota para elegir pareja, te impresiona
más una cara y cuerpo bonito que la inteligencia y los valores de una
mujer. La verdad... no entiendo por qué me gustabas en la primaria...

Ernesto se quedó estupefacto al escuchar eso. — ¿¿¿Qué yo qué???

Maria se cubrió totalmente el rostro con su manta. — Pues lo que


oíste, pero eso ya no importa ahora, fue hace mucho tiempo.

El Neto le destapó la cara. — ¿Lo decías en serio? Es que... no lo vas a


creer, pe...pero yo... también, yo... — Maria se incorporó en el asiento
y lo miraba fijamente con cara de fastidio esperando a que pudiera
hablar sin tartamudear. — Es que... tú... pues tú también me gustabas.

Mi amiga abrió los ojos al máximo posible. — ¡Noooo!

— ¡Síííí! — contestó Ernesto.

— Pero ¿y por qué nunca me lo dijiste?

— Pues por lo que me acabas de reclamar hace rato: mi falta de


huevos ¿Y por qué tú tampoco me dijiste nada?

— Pensaba hacerlo cuando estuviera en sexto año, pero para ese


entonces tú eras un secundariano calenturiento y te la pasabas
encerrado con mi hermano viendo películas pornográficas y revistas
de viejas encueradas que conseguían en escondidas.

— Vaya, tienes buena memoria — comentó Ernesto sonrojándose por


la vergüenza.

— Y bueno, ustedes creían que yo no me daba cuenta de nada, pero


los escuchaba comentar que sólo les interesaban las chavas coquetas
y buenonas del salón, así que supuse que yo no pasaría de ser una
buena amiga nada más y no tendría ninguna oportunidad contigo y
fue por eso que dejé de interesarme en ti y me dediqué a pensar en
otras cosas más importantes.

Se hizo el silencio por otro largo rato, hasta que Ernesto se decidió a
romperlo. — Pues... ahorita que me pongo a analizar detenidamente,
la verdad, sí que era un pendejo en ese sentido.

— ¿Eras? — inquirió Maria en tono sarcástico y prosiguió. — Cuando


te encontré de nuevo en la facultad por un momento creí que habías
madurado, pero luego friendzoneaste a Iodine de la manera más
culera y me di cuenta que no.

— Bueno, yo... es que, comprende que...

Maria se colocó su antifaz para dormir y volvió a cubrirse con la


cobija. — Ya no 'stes chingando con lo mismo y déjame dormir que
tengo mucho sueño.

— Está bien... — respondió Ernesto resignado a tener que dormir


también — pero en cuanto volvamos a México tendremos que hablar
largo y tendido. Además... ¿Sabes? Dicen que donde hubo fuego,
cenizas quedan...

— Sí, claro... lo que tú digas — contestó Maria con voz modorra.

Del otro lado del avión, Mandita y Paco iban platicando también. —
Bien pues, tengo que admitir que me equivoqué con respecto a
Iodine. La verdad es que nunca creí que pudiera encontrar a alguien
que la quiere y la acepta tal y como es — suspiró mi prima.

Paco levantó la vista del manga que estaba leyendo. — Para que veas,
que no todos nos dejamos impresionar con lo superficial.

— Y en cambio yo, las últimas veces que he tratado de tener una


relación fui un fracaso total.

— No te desanimes hermanita, mira, sé que tú y yo somos dos polos


opuestos y tenemos una mentalidad completamente diferente; pero
te aconsejo que trates de alivianarte un poco y no le des tanta
importancia a lo que irá a pensar la gente de ti, es por eso que no
disfrutas al máximo de tu vida. Te preocupas demasiado porque
nadie vaya a criticar tu peinado o tus vestidos y con esa actitud lo
único que consigues es que se te acerquen personas superficiales a
las que sólo les importa tu apariencia en lugar de apreciar las cosas
que realmente importan: los valores morales, la inteligencia y los
sentimientos.

Mandita no dijo nada, se colocó sus audífonos y miró al cielo por la


ventanilla dejando vagar sus pensamientos mientras el avión los iba
llevando de vuelta a casa.
Epílogo

Diez meses después...

(IodineTM02 está conectado/a)

Iodine: ¡Holaaaaa! Maria :)

Maria: ¡¡Iodine!! ¿Qué onda? Oye, platícame con lujo de detalles


¿Cómo te fue en París? :D

Iodine: ¡Súper bien! La boda estuvo muy linda y aprovechamos el


tiempo para conocer la Torre Eiffel, los Campos Eliseos, la Catedral de
Notre Dame y el Museo del Louvre ;)

Maria: Sí, vi todas las fotos que subiste y también leí en tu email
anterior que te cayó el ramo que aventó Angelina ¡ejeleje! XD

Iodine: Ya, no quise levantarme a atraparlo pero igual me tocó XD

Maria: Y bueno, entonces ¿Ya van a armar el bodorrio? ¿Voy a ser tu


dama de honor? :D

Iodine: ¡Jajajajajajajaja! ¡Cálmate Tía Conchita! Pues ya veremos,


pero me temo que lo más probable es que sea yo tu dama de honor
cuando te cases con el Neto :P

Maria: Ok, ok. Si a esas vamos, ya mejor aquí le paramos XD

Iodine: No sé, tal vez dentro de un año pensemos en casarnos. Pero


por ahora estamos bien así ;)

Maria: Ya me imagino la cara de la tía Conchita cuando se enteró de


que ya están viviendo juntos ¡Santa Petronila! Se ha de haber
persignado hasta que le dolió el brazo :D

Iodine: Jajajaja sí, pero pues eso fue lo que decidimos y estamos muy
contentos :)

Maria: Y me alegro mucho que conseguiste quedarte a trabajar ahí


en la academia con Andrea.

Iodine: Sí, ahora somos los profes Andrea y Iodine ;)

Maria: Por cierto te tengo que contar algo buenísimo. :D

Iodine: ¿Qué, qué? :O

Maria: Pues que ¡Por fin encontré un lugar estupendo para poner mi
galería de arte! :D :D

Iodine: ¿¿Es en serio?? :O ¡Qué bueno amiga! ¡Te felicito! :D ¿Y en


dónde la vas a poner?

Maria: Adivina... ;)

Iodine: Eh... Pues la verdad no tengo idea :O

Maria: En Viena :D

Iodine: ¡¡¡Wow!!! Pues que padre, no puedo estar más que feliz por ti,
pero platícame ¿cómo estuvo la cosa? :O

Maria: Un empresario austriaco que fue a comer una vez a la fonda


se interesó por mis trabajos, le gustaron mucho y vio un buen
potencial en mí y me dijo que con mucho gusto me ayudaba a poner
mi galería, siempre y cuando estuviera dispuesta a mudarme a Viena.
:)

Iodine: ¿Y cuándo vendrás a Europa? :O


Maria: Espero que a más tardar a fin de año, todavía necesito juntar
un poco de dinero.

Iodine: Pero ¿Y el Neto? ¿No se sentirá un poco triste cuando te


vayas? :(

Maria: No, porque Ernesto viene conmigo también, trabajaremos


juntos en la galería :)

Iodine: Pues ¡Muchas felicidades a los dos! :D

Maria: Gracias. Y ahora que vamos a estar en el mismo continente


podremos vernos más seguido XD

Iodine: Sí, eso estará padrísimo. Y no te he platicado, Paco también


vendrá a Florencia a estudiar cocina italiana :)

Maria: ¡Qué chido! Ahora todos los amigos estaremos cerca XD

Iodine: Bueno, me gustaría seguir aquí chismeando, pero tengo que


salir a comprar unas cosas que necesito para la comida de hoy.

Maria: Está bien, hablaremos luego señora Espósito :P

Iodine: ¡Maria! D:

Maria: ¡Jajajaja! ¡Adiós! ¡Nos vemos! :P

Iodine: Ciao! XD

***

Ahora tengo que salir a comprar el pan, queso y el aceite que me


hacen falta. Lo bueno es que la panadería queda cerca, así que tengo
tiempo de ir a comprar antes de comenzar las clases. Salgo del
apartamento y me dirijo hacia la panadería donde ya deben de estar
los panes recién horneados.
— Buon giorno!

— Buon giorno signorina, desidera?

— Vorrei una fetta di pane.

— Ecco a Lei!

— Grazie, quanto costa?

— 25 euro.

— 25 euro per una fetta di pane???? Porchissima miseria!!! Sa che cos'é


Lei??? Un ladro!!! Proprio un ladro!!!!
Querido amigo lector:

Tu opinión, ya sea positiva o negativa, es muy importante para mí ya


que gracias a tus comentarios puedo ir creciendo y mejorando cada
día como escritora. Así que, si tienes alguna opinión con respecto a
este libro, no dudes en dejarme tus comentarios.

Muchas gracias por leerme.

Puedes descargar gratuitamente todos mis libros en formato PDF


desde mi perfil de Scribd:

https://es.scribd.com/user/269908734/Lilith-Cohen

Puedes contactar conmigo a través de mis redes sociales:

Facebook: https://www.facebook.com/lilithcohen87

Twitter: https://twitter.com/LaBoheme1987

Tumblr: https://laboheme1987.tumblr.com

S-ar putea să vă placă și