BIMESTRAL 2011 * ANO Il $50 + ISSN 2007-090X
| Literatura y totalitarismo
PorMas FERNANDO FERNANDEZCONSPIRATIO 09
EL LUGAR DE LA UTOPIA
6 | Ev Gate6n De Mania, Tomas Calvillo
8 | La tierra como et.cteto, Roberto Ochoa
12 | ELocio pea mpureza, Rafael Jiménez Catafio
16 | Manuscrrros emercenres. Angel Francisco Méndez
20 | Doutos Ouxon, Patricia Gutiérree-Otero
R{OS AL NORTE DEL FUTURO
4 Primo Levi: la técnica y el crimen
2 Juan Lliasi
6 Laliteracura en el mejor de los mundos posibles
3 Christopher Dominguez Michael, conversacién con
Javier Sicilia
58 Aharon Appelfeld, el escritor del silencio
Conversacién entre Alain Finkielkraut, Genevieve
Brisac y Valéry Zenacti
a ” Director: javier Sicilia
Jefa de redaccion: Sara Schule
CONSPIRATIO etme dtd ura
La celebracién lindrgiea de las primeras Desoce ese am
comunidades cistianastenfa dos grandes Comerializacién:ventaeconspiratio.com.mx
momentos: la compiati y la comet, La. Consejo editorial: Pedro Bayona, Humberto Beck,
primera roma su sentido de sirtu (aliento), __‘TomagCalvilo, Werner Colombari Jere kt
que se expresaba por un beso en la boca, era la TowreRangel, Bernardo Domingue Edo
una eo-tesptaciOn, un conspiraciém la Garza Cael, Felipe Garrido, Rodrigo Guerra
creacion de una atmdsfera comin, de un Rafael Jiménez Carano, Luis. Loper Fara,
AG divin Pablo Macedo, Angel Ménder, Cafes Mendonae
Alvater, Roberto Ochoa, Francisco Prieto, Jean
Las ilustraciones de Conspiratio son un Jorge. Trasloshezos,
+homenaie al erabado medieval,[nvice
‘4 | Literatura y totalitarismo
TA | Francisco Prieto
José Lezama Lima: las fundaciones del mulo en el
80 | stismo
Roger Vilar
EL UMBRAL DEL ESPEJO
92. | Ex ptos Que Barta. Pedro Bonnin
96 | Optntones DE UN payaso. Juan Manuel Escamilla
100 | Metariimica pr Orexa. Javier Ortiz Tirado
104 | Lecror pErecRino. Iban de Leén_
108 | Exojo pe viprio. Ricardo Vinés
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POEMAS
Fernando Fernandez
wapinai, ako ty aliero 09, cncro-Rbrero
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255 2007-0908
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Faiorial Oxras Inguisicones, SA. de CV.
Pitagoras 736, Col- De Vale, C. 05100,
Mético, DE Teléfono 54480430.
Nv.ConsprRatr1o 09
OPINIONES DE
UN PAYASO
PUR ce ias,
Nazarin
de Benito Pérez Galdds
‘o teniendoa mano unactd
caquelorelate, quieroim
narme el entierro de Benito
Pérez Galdés. Dicen que el 4 de enero
de 1920 unas 20 mil personas acompa-
faron la procesién fiinebre del célebre
escritor espaol, ya cubierto por la glo-
ria insigne de la inmortalidad. Ade-
mas de todas las personalidadesde oca-
sién, de sus amigos, de algunas de sus
amantes, imagino la indiferenciada
procesién de pobres que habré seguido
su atatid, con respeto, de lejos.
Cuintos de los pobres que lo perse~
guian porlas calles de Madrid, en mana-
da, para reftrse esosbilletes de banco que
sesacatia del bolso delachamarraalverlos
llegar para arrojarsclos, cudntos de esos
pobres que hicieron de Galdés un herma-
no, habrin seguido su férecroaquel dia?
Imagino a esa maloliente pandill
de pobres nada evangélicos, chancera
ypelafustanes, pobres urbanos, co
los de Viridiana y lo de Los olvidados
que Bufuel le aprendié a Galdés,
2Qué se habran dicho unos a otros
Nada cuyo tono no hubiera imitado ya
Galdésen algin parlamento,
Me da por imaginar a uno de esos
desheredadosauscultando la chaqueta
del difunto en una distraccién del sé-
quito mortuorio, por ver sino le habia
quedado otto billetito de banco en la
bolsa del saco. Me da por imaginarlo
con una picardfa capaz de arrancatl
alescritor, quien no murié con olor de
santidad, bajo elamplio bigote una dl-
ima sontisa.
‘Me quiero imaginar la procesién
del féretro de Galdés porlas calles ma-Er UmsBrat pet Espejo
drilefias como la queal final de unade
sus obras mas acabadas, Nazarin,
acompariaba, alaentradade Méstoles,
al ambiguo santo Nazarin, a sus dos
“apéstolas” y-asu abogado sacrilego.
Los escritores consagrados como
clésicos conjugan la singularidad desu
talento impredecible, que los leva por
encima de su generacién, con cl arrai-
go queles da serla voz del pueblo. En
ese sentido, los escritores realistas son.
un testimonio de la fisonomia de sus
pueblos. Una suerte de diario de las
haciones donde, al mirarse en el pasa-
do, descubren su identidad, En la era
moderna, dan testimonio de Espafta
voces tan ilustres como la de Ortega y
Gasset, Unamuno, Menéndez Pelayo
y Pérez Galdds (1843-1920). Sin em-
bargo, lade este timo tiene una con-
cicnzuda autoconciencia. Si sus Episo-
dios nacionales hacen, pot s{solos, una
biblioteca de historia espafiola novela-
da, sus obras literarias narran no la his-
totia de los préceres,sino la dela carne
anénima, ladel dia dia, lade las cos-
tumbres, los vestidos, las formas de
convivencia, el lenguaje.
‘De cufio cervantine, su prosa, ele-
gante y picaresca, al mismo tiempo
queda cuenta de a riqueza de! lengua-
je popular sin perder el rigor académi-
code la tedaccidn sabihonda, retraca la
Espafa dela calle con sus requicbres
localesy de la Esparia del salon y aigle-
sia, del campo, la villa y la corte. Su li-
teratura pasa revista no sélo a la emer-
gente clase media urbana, donde los
pobres rurales se convierten en misera-
10a la Espafta dividida
moralistay clerical y
el liberalismo republicano ¢ ilustrado.
Loquemuchosafos después Anto-
nio Machado cantaria en estos versos
desgarradores: “Espafiolito que viencs/
al mundo, te guarde Dios:/ una de las
dos Esparias/ hadehelarteel corazén”,
Galdésloanunciaalo largo desus Epi-
sodios nacionales. En uno de ellos, laca-
toliquisima hija de los arlistas, que de-
rivé en la facciosa de Franco, habia
condenado a Galdés como autor in-
moral yanticlerical, alld por losdfasen
queambos tratamientoseran insultan-
tes. Atin hoy en dia habré personas a
quienes sonroje su Fortunata y Jacinea.
Si ésta, una de las primeras novelas de
as mas de 70 que escribié el autor ca-
nario, le da comezén a la Espafia “fea,
catélicay sentimental” dela que habla-
ba Valle-Inclan, Nazarin, una de sus
‘éltimas, muestra su piedad por ella en
el relato dela vida de don Nazario, un
ocioso curita de aspecto mahometano
que, quijore evangélico, sale a desfacer
entuertos con el amor de Dios por toda
adargay con su desprecio del mundo
porescudo.
Cosmopolitay tradicional, es decir,
clasico, Nazarin bebe dela tardia afec-
cién de Galdés por la lectura de Tols-
woiy desu proverbial conocimiento del
pueblo al que, a decir de Barja, “sabia
hacer hablar” —no en balde iba por las
barriadas de Madrid y los trenes de
tercera espiando las conversaciones
97E. Umaprat vet Espejo
ajenas-. Esa viveaa y frescura de sus
didlogos hace que la pobreza que exal-
ta Nazarin no sea la del alfeitique, ali-
ada por los ingredientes del hambre
yel rechazo, sino una pobreza de fac-
tura evangélica, socialista y humana,
desde la cual hace un guifio al viejo
‘Tolstoi yasu cristianismo tan terreno,
casi sin Dios, casi virtud
Por ello, la santidad voluntariosa y
un tanto desamparada de Nazarin es
también un poco ambigua. Nunca ter-
mina de estar claro si su santidad es di-
vina virtud 0 confeccién humana; una
especie de Quijote mistico sobre el que
el propio Galdés, quien es un poco su
abogado, no termina de decidirse cuan-
do lo juzga de manera benevolente, a
veces irénicay, al final, surrealisca.
Desde los dias en que el santo Na-
zarin habita pacificamente una pobre
buhardilla en Madrid hasta que vuel-
ve de sus aventuras misticas caminito
dela circel, acompaiiado de una pan-
da de miserables y rateros de cuarta,
asistimos a una parodia de la vida pit-
blica de Jesuscristo 0 a lo que podria
set la biografia de san Francisco de
Asis que nos hace preguntarnos sila
santidad es en realidad una locuray si
en consecuencia la habita algo o nada.
Cémplice de una prostituta incendia-
ria, autor de un milagro chapucero,
cura seguramente licencioso (y, por si
fuera poco, de un gusto atroz), profu-
go de la justicia, Nazarin es, sin em-
bargo, un par de Cristo que andaba
entre “malas compaiiias” (publicanos,
prostitutas,levitas—ah, no: esaes “gen-
te bien’, perdén-) y que fue condena-
do porla justicia siendo inocente.
‘Me gusta imaginar la procesidn fu-
neraria de Benito Pérez Galdés —po-
blada por los vagos que alguna vez se
embriagaronasusexpensaso pagaron,
consus pesetas, elamor mercenario del
que el propio Galdés fue reo solicito—
desde aquella otra, penitencial, en la
que Nazarin iba preso y acompafiado
de los miserables, Estoy seguro de que
con ello no ofendo a Galdés. En todo
caso, sentirfa piedad por mi, esa misma
piedad que seguramente tenia por si
mismo, una piedad humana, muy hu-
mana, semejante a la que a lo largo de
su novela tuvo por don Nazario, la pie-
dad por los hombres que, siendo bue-
nos, quieren encima ser santos. @
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