Contenido
Sujetos, conocimiento y territorio
Pensar la Universidad desde las
Comunidades
Taller de Epistemología
Para estudiantes y profesores de la UNERMB
18 de junio, 02 y 29 de julio de 2010
Sede de la UNERMB, Cabimas, Estado Zulia
Facilitado por
José Javier León
Docente de la Universidad Bolivariana de Venezuela
E-mail: joseleon1971@gmail.com
Blog: www.josejavierleon.blog.com.es
1. Trascripción de la actividad del día 2 de julio de 2010,
pág. 1
2. Venezuela y la construcción de la ciudadanía, de
Educación para la ciudadanía. Editorial Akal. Pp.
180-182, pág. 19
3. Anexo: «Aula, laboratorio, despacho: los no-lugares del
poder/saber global (o la meticulosa programación
de la impotencia y la ignorancia)». Tomado de
Metáforas que nos piensan. Sobre ciencia,
democracia y otras poderosas ficciones, un libro de
Emmanuel Lizcano, pág. 20
«Somos capaces de hacer una tesis sobre la pesca y no saber pescar.
Esto es perfectamente posible, y sabemos cuanto nuestra producción
y transmisión de conocimientos es importante. Pero, no olvidemos
que el pescador que no sabe hablar sobre la pesca, sabe pescar, porque el
acto de pescar presupone el saber pescar. Somos nosotros los que
confundimos el saber con el saber hablar.»
Carlos Walter Porto_Gonçalves
1

Sujetos, conocimiento y territorio
Pensar la Universidad desde las
Comunidades
(Segunda parte)
V oy a iniciar haciendo una pequeña síntesis de la
conversación pasada, para ir a un punto que está
pendiente y que tiene que ver con lo planteado por
Marlon, cuando pregunta qué estrategias, qué formas
podemos ir construyendo para hacer posible esa idea de
conocimiento que estamos trabajando, y que en términos
generales y para hacer síntesis, tiene que ver con la
relación que establecemos a través de esa tríada
conocimiento, territorio y memoria; cuando decimos que
el conocimiento está articulado a territorios, a sujetos que
están vinculados a prácticas territoriales específicas. Eso
era lo que decíamos la vez anterior. Es un conocimiento,
entonces, territorializado, y como tal responde a
necesidades de sujetos concretos, ese estatus del
conocimiento y que estamos llamando territorializado, que
responde a prácticas de sujetos concretos y por supuesto a
prácticas concretas, se opone naturalmente a formas de
conocimiento des-territorializadas, es la oposición
dialéctica a prácticas y a conocimientos des-
territorializados. Es éste precisamente el «conocimiento»
que manejamos, que conocemos y que nombramos como
tal, y es el que se conoce y practica en las universidades
que conocemos. Es un conocimiento que no responde a
sujetos concretos sino a sujetos abstractos, y por supuesto
va a referirse a prácticas –y es aquí donde entra lo
verdaderamente problemático- abstractas. Esta noción no
la trabajamos la vez anterior, faltaba ahí como una cuña,
porque esto es lo fundamental del asunto.
El conocimiento des-territorializado que es el que
conocemos y hemos manejado durante todo este tiempo, y
que se cultiva en las universidades, corresponde a sujetos
abstractos, no se refiere a personas de carne y hueso en
concreto, ni necesita personas de carne y hueso, incluso
puede ser un conocimiento robotizado, totalmente
producido por máquinas, que no necesita subjetividades ni
intersubjetividades, que puede ser construido desde, con y
a partir de máquinas, no nos exige carne, huesos, nervios,
temperamento, no necesita nada de eso, es más, el mejor
conocimiento será aquel donde la persona haya
desaparecido, y por eso la tendencia en las tesis y en el
discurso que llamamos académico, a que aparezca esa
tercera persona que, verdaderamente es un vaciamiento de
la persona, no hay tal «persona», esa «tercera persona»
que utilizamos no existe, es un ente abstracto. Entonces la
voz que enuncia ideas es una voz sin carne, sin cuerpo, sin
espíritu, es una voz despersonalizada, no solamente
impersonal sino despersonalizada. Pero lo interesante y a
lo que voy, es que ese sujeto abstracto o ese conocimiento
abstracto, despersonalizado, responde a prácticas también
abstractas, y es allí donde entra lo problemático, porque
esas prácticas suponen una realidad abstracta. Las
prácticas, que es lo que hacemos, por ejemplo, las
interacciones que hacemos con la realidad, devienen
abstractas, de modo que estaríamos postulando la
paradójica existencia de una realidad irreal, de una
realidad abstracta.
Eso es problemático, ciertamente, porque nosotros nos
vemos en términos académicos con realidades irreales. De
allí las dificultades, como decíamos la vez pasada, de allí el
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abismo que hay entre las universidades y la realidad. Es un
abismo, es un divorcio total, porque es un divorcio
epistémico, un divorcio que está dado en las bases de
construcción de la episteme, de las formas de conocer la
realidad. O sea, nosotros estamos partiendo –ya desde las
mismas bases- de que existe una realidad irreal, también la
llaman realidad des-realizada, dicen los teóricos; con esa
realidad irreal, con esa realidad habitada por sujetos
abstractos, por entes, con esa realidad, en fin, es que nos la
hemos visto en nuestra vida académica. Eso en términos
epistémicos. Luego eso se traduce en prácticas.
Esta realidad permite un tipo de operaciones que podemos
llamar de laboratorio. En esta realidad irreal hay dos
elementos que son sustanciales en términos de su
construcción epistémica, dos elementos que están en la
construcción de toda realidad, sea real o sea irreal: el
tiempo y el espacio. En la realidad irreal el tiempo es
abstracto, y el espacio también. ¿Cómo es un tiempo
abstracto? Un tiempo que no se adapta a las realidades
concretas, que no responde a realidades territorializadas,
que no se ajusta a dinámicas subjetivas o intersubjetivas,
un tiempo que está sobre las temporalidades humanas
concretas, un tiempo a la que se subordinan las actividades
humanas, es un tiempo que se puede medir y ajustar con
relojes que no responden a dinámicas humanas. Es el
tiempo administrativo, para poner un ejemplo clave, de las
instituciones y sobre todo, de las instituciones educativas,
ese tiempo de los «semestres», de los lapsos académicos, es
un tiempo, en fin, que no responde a las subjetividades y
está por encima de los seres humanos, quienes terminan
viviendo bajo la égida de ese tiempo normativo. Ahora
bien, ese tiempo abstracto funciona articulado a un
espacio también abstracto, ese tiempo administrativo, para
seguir con el ejemplo, genera espacios administrativos, el
salón de clases por ejemplo. Si es éste (donde nos
encontramos actualmente), tiene un número, tiene un
código, es tan abstracto que se puede mover al salón de al
lado, sea porque éste no tenga aire acondicionado, pero es
el mismo código, el mismo «espacio», incluso pudiera
estar bajo un árbol, igual tendría el mismo código y, en
términos administrativos, el mismo espacio. En términos
humanos es distinto, por supuesto; no es lo mismo estar en
un salón con aire acondicionado que bajo un árbol, pero
en términos administrativos es el mismo espacio. Esa
realidad irreal, des-realizada, se construye en términos
epistémicos, lo sustancial de lo epistémico es que se
construye con temporalidades y especialidades abstractas,
es el tiempo administrativo. Es una realidad que
pudiéramos llamar «administrativa».
Lo interesante es la unión entre las temporalidades y
especialidades abstractas con las prácticas y haceres
abstractos, que es entonces a donde voy. Para decirlo
rápidamente: las «realidades de laboratorio» que nos
permiten hablar de «experimentos». Prácticas en
humanidades, se homologan a las prácticas científicas de
los laboratorios con conejillos de indias, en espacios-
tiempos controlados, administrados por una racionalidad
que es ajena a las cosas que están aconteciendo fuera de
ese tiempo-espacio, una racionalidad también abstracta.
Esas realidades de laboratorio se hacen comprensiblen o se
pueden más o menos aceptar en laboratorios llamados de
Ciencias Naturales o para laboratorios de biología, o física,
etc., pero son un poco problemáticas en laboratorios
humanos, en todo caso se trata de racionalizar las prácticas
humanas hasta el punto de convertirlas, de hacerlas
homólogas a las «realidades» del laboratorio científico de
las ciencias naturales.
O sea, las humanidades traducidas en clave de ciencias; esa
fue la tendencia en las décadas de los setenta y ochenta en
las universidades nuestras, si la sociología, si la historia, si
3
la educación, si la literatura no se traducían en análisis
matemáticos, si no eran traducibles, pasibles de ser
traducidas en términos matemáticos, entonces no eran
ciencia y no valía la pena estudiar eso, si no se podía
traducir a fórmulas matemáticas no valía la pena estudiar
eso. Nosotros, los que estudiamos Letras, lo conocemos
bien, hubo una tendencia muy fuerte en las décadas de los
80 y 90 a estudiar «lingüística» porque desde cierta
perspectiva que buscaba imponerse la lingüística era
mensurable, se podía medir, y entonces la gramática
tendía a ser matemática, como la fonética, etc. Nada que
existiera fuera de esto era racional, ese era el
planteamiento de aquellos años, pero es el mismo que
tienen muchos en la cabeza hoy, pues sigue operando, se
va metamorfoseando ese paradigma.
Yo lo reduzco a esto «son realidades de laboratorio», pero
en términos epistémicos esto tiene unas consecuencias
bien graves, pues estas realidades de laboratorio, este
tiempo-espacio abstracto es un tiempo-espacio, pero sobre
todo un tiempo, reversible, o sea, que si el experimento me
salió mal yo lo puedo volver a hacer. Esa reversibilidad es
abstracta en términos de un tiempo abstracto, porque en
términos humanos sabemos que el tiempo es irreversible,
no hay manera de echar atrás un experimento, y si es un
experimento social, como lo llaman, pues ya vemos lo
terrible que puede llegar a ser y, sin embargo, ocurre.
Cuando comenzamos a ver de cerca el asunto, aparece lo
problemático. Esa reversibilidad del tiempo es
fundamental en estas realidades de laboratorio, yo puedo
ensayar una y otra vez, y volver a un estado cero, hacer
borrón y cuenta nueva, para poder volver a experimentar.
A eso se redujo aquello de «ensayo y error», que no tiene
nada que ver, por cierto, pues es muy distinto, con aquello
de «inventamos o erramos»; no era que se inventaba y
erraba sino que si no se inventaba se erraba, es distinto,
¿verdad?
Esta racionalidad que aquí vemos resumida es lo que
nosotros y donde nosotros hemos estudiado, realidades de
laboratorio, y lo hemos estudiado todo metidos en
laboratorios, sean para las ciencias sociales, para la
lingüística, en fin.
El punto que yo quiero agregar para avanzar, es que ese
pensar ajustado a especialidades y temporalidades
abstractas, se traduce en prácticas abstractas, es decir
haceres humanos des-humanizados, sin seres humanos,
realidades sin realidad, estudiábamos realidades que no
eran reales, que no eran traducibles en prácticas humanas
con sujetos concretos en espacio y tiempo concretos. Así
estudiamos, eso fue lo que nos dijeron que era el
conocimiento. De modo que, esas prácticas abstractas
¿dónde existían? Porque tenían un lugar de asentamiento,
pero ¿cuál? Esas prácticas abstractas estaban en los
«libros», en el salón de clases, en las cabezas, pero no en la
sociedad, no en la realidad real, había un divorcio o lo hay,
y de ahí el drama de nuestras universidades, desconectadas
de la realidad, sin manera de ver lo real, porque su
racionalidad, donde estaban montadas sus operaciones
epistémicas, era esta racionalidad, esta temporalidad y
especialidad abstractas. Entonces, ¿cómo pasar de estas
entidades -prácticamente entelequias- de las prácticas
abstractas a prácticas concretas? Hay pues allí un divorcio
total.
Ahora bien, hay un puente para ese abismo. Ese es un
punto que yo no voy a desarrollar ampliamente, será para
otra oportunidad porque quiero ir a lo otro, que estaba
planteado desde la semana pasada. El asunto es que sí hay
un puente, pero no lo hacen las universidades. El puente es
el pensamiento «técnico-instrumental», que se traduce en
tecnologías y en su aplicación práctica. O sea, hay un
4
pensamiento, una racionalidad tecnológica que permite la
construcción de lo real fáctico. Esa tecnología vinculada al
pensamiento técnico-instrumental no lo construyen, en
sus articulaciones con la realidad, las universidades, eso
está en manos y a cargo de entidades fundamentalmente
privadas, o que funcionan con capital privado. Nuestras
universidades no construyen esas tecnologías. En nuestras
universidades tenemos caricaturas de pensamiento
tecnológico, pero el pensamiento que transforma la
realidad se produce en entidades que a veces tienen
vinculaciones con las universidades, pero por ejemplo en
Venezuela esas vinculación son muy precarias, son muy
débiles, en EEUU en cambio funcionan viento en popa,
como en Europa, pero esas entidades están adscritas a las
universidades, trabajan profesores que dan clases digamos
en las universidades, pero ese pensamiento está articulado,
en EEUU por ejemplo, al Pentágono, que es el
«presidente» de ese país y mantiene el poder. En EEUU
que, como todo el mundo sabe, es una gran corporación
industrial-militar, esa relación es muy clara y de ahí la
dominación que ha ejercido en el mundo con su
pensamiento tecnológico, lo que (también) llamamos la
racionalidad instrumental. Pero en nuestras universidades
el pensamiento tecnológico, el ejercicio y las prácticas
técnico-instrumentales son muy precarias, y prácticamente
inexistentes. La única conexión es que un profesional
destacado pueda hacer una especialización fuera del país, y
si quiere regresa, a trabajar en una instancia tecnológica
donde se produce tecnología exógena, articulada a los
capitales trasnacionales. Eso es lo que nosotros
conocemos.
En nuestras universidades se estudia la física o la
ingeniería, pero son caricaturas de pensamiento
tecnológico, porque no están vinculadas a procesos de
transformación tecnológica –lo que llaman- endógena o
nacional, tienen pues, siempre, conexiones con capitales
trasnacionales, y es una tecnología trasnacional que no se
ajusta a nuestras necesidades, generando una realidad
ficticia en la que nos podremos mover perfectamente,
mientras haya petróleo.
Este puente, como les digo, sí existe, pero no entre las
universidades y la realidad, al menos en nuestro país, sino
a través de institutos que están vinculados a las
universidades o a veces, son sólo profesores o
regularmente, son profesores que tienen cursos digamos
en pre-grado o maestrías y doctorados, pero su
pensamiento tecnológico está vinculado a institutos fuera
o extra universitarios, que son los que realmente
transforman y construyen las realidades que conocemos,
es decir, que trabajan materiales, energía, etc., porque las
universidades desde hace mucho tiempo en países como el
nuestro se encargan de generar un pensamiento que está
conectado con la irrealidad, es un pensamiento
sumamente abstracto, sólo que abstracto en los términos
que no toca ni refiere ni está articulado con la realidad y
que genera prácticas abstractas, entonces ese puente de
pensamiento técnico instrumental – realidad se practica en
entidades extra universitarias, en éstas se avanza y se
avanzó en las décadas de los 80 y 90 hacia formas de
pensamiento técnico-instrumental, pero como nuestras
universidades tienen un divorcio tan marcado con la
realidad, ese pensamiento nunca logra cuajar ni pasar a lo
real, o sea nosotros desarrollamos pensamiento técnico-
instrumental que requiere racionalidades de laboratorio,
que requiere las consideraciones que tienen que ver con el
tiempo de reversibilidad, exigidas por este pensamiento,
pero ese pensamiento no se traduce en articulación con la
realidad, se queda en pensamiento y genera caricaturas de
pensamiento y es eso lo que vemos.
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¿Por qué son caricaturas? Porque no se traducen
efectivamente en operaciones de transformación de la
realidad, porque a los estudiantes de ingeniería le dicen
cómo funcionan los materiales, pero luego no saben qué
hacer con los materiales en la realidad concreta, a veces
estudian con herramientas o recursos que están desfasados
de la realidad, metidos en laboratorios y con pensamiento
técnico-instrumental, pero utilizando un instrumental
desfasado de lo real. Como simuladores, pero anacrónicos,
porque los simuladores que están conectados con la
realidad, que son los que utilizan ¡qué se yo! los
astronautas en vuelos antigravitarios, son simuladores
reales, articulados a prácticas concretas, pero los nuestros
son anacrónicos, no simulan la realidad sino una idea muy
precaria de lo real.
(Participante)
Nosotros tenemos una asignatura que se llama Práctica
educativa simulada en el laboratorio, que es una locura,
simulación doble…
(JJL)
Por eso yo decía que es una caricatura, pero claro, ese
ejemplo supera lo conocido.
(Nandy García)
Yo estuve un rato en ingeniería, y es asombroso porque
uno iba avanzando y avanzado, formándonos para ser
ingenieros en petróleo, ingenieros químicos, y nunca
habíamos visto el petróleo, mis amigos vieron el petróleo
después que tenían muchos años trabajando en la empresa
y yo les preguntaba, ¿qué hacen ustedes ahí? Bueno,
nosotros estamos en unos laboratorios viendo como se
desempeñan los pozos petroleros, pero nunca habían
tenido contacto con el petróleo, es decir te formaban para
ser un ingeniero en petróleo y no podías tocar, palpar el
petróleo.
(Carolina Granadillo)
Pero eso es parte del paquete, nosotros pensamos que
estamos pensando, pero resulta que lo hacemos con los
dispositivos simbólicos que tenemos instaurados en el
cerebro. Pero ¿quién los instauró? Una estudiante me dijo,
profesora yo hago lo que a mi me gusta. Pero yo le dije
¿quién te instauró esos gustos en el cerebro, dime quién te
los puso?, porque a esa persona estás respondiendo tú.
Como en la Edad Media que los artesanos se formaban
entre artesanos y el santo al lado del santo, el investigador
al lado del investigador, pero en nuestras universidades
encontramos que en el posgrado no hay investigadores,
entonces todo es una simulación y luego todo el edificio de
la universidad es una gran simulación, una gran burbuja
donde nosotros somos trabajadores intelectuales extra-
territoriales, que respondemos a esa característica y
cuando nosotros queremos responder a otra cosa entonces
dicen que somos locos, que eso no es así, que estamos
inventando. Entonces, no somos capaces de enfrentarnos a
eso y decir que nos declaramos en desobediencia a la
racionalidad moderna y occidental. No podemos hacerlo,
pero a partir de ahora con este seminario ¿nosotros vamos
a salir a decir embustes, a contar mentiras? Nosotros no
podemos salir de aquí, porque creo que es el gran producto
de este seminario, a seguir diciendo más mentiras. O nos
declaramos en ruptura a partir de este momento o
nosotros nos caemos a mentiras.
(JJL)
Es eso, este pensamiento técnico instrumental genera en
las universidades, caricaturas, ahora bien, los que manejan
de verdad el negocio del pensamiento técnico
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instrumental, ellos, están transformando la realidad, y en
consecuencia no lo estamos haciendo nosotros, ni se está
haciendo ni cocinando en las universidades autónomas ni
mucho menos en las privadas, donde ocurren actividades
verdaderamente de pizarrón, sin espacio ni recursos a
veces para desarrollar laboratorios. Pero esto, aunque es
importante que lo desarrollemos, será después, porque ese
pensamiento técnico-instrumental tiene sus componentes,
su naturaleza, su manera de actuar, y está en nosotros
también como caricatura, a veces también como grande
aspiración. Ahora bien, ese es el puente que existe entre
ese pensamiento técnico instrumental, que termina
construyendo espacios tecnológicos, espacios de
articulación tecnológica, que requiere tecnologías.
Y fíjense que yo pienso que la tecnología misma es ya una
forma de la racionalidad, o sea, lo tecnológico ya es una
forma de pensar el mundo, pero no he podido encontrar
lecturas que le den cuerpo a esa idea, es decir, tengo la
sensación de que ya eso es una racionalidad operante, que
se alimenta, que ya tiene su filosofía y sus filósofos, y ahí
cabe de todo, el software libre por ejemplo. En fin,
pensamiento tecnológico que comienza a vivir de sí
mismo, que ya no tiene relaciones vicarias con otros
pensamientos, sino que es una filosofía que se
autoalimenta, que se articula con la realidad, y que sirve de
puente o es allí donde está el puente con lo real.
Esta situación para nosotros en nuestras universidades es
una caricatura, pero en otras universidades es su forma de
actuar e incidir en la realidad. La relación pensamiento
técnico instrumental con las tecnologías, está controlada
por los sectores dominantes, los que ponen el capital
administran estas formas de racionalidad, y subvertir ese
orden es hacer una ruptura epistémico-política, porque es
romper la relación del capital con la realidad, o sea, el
capital se conecta con la realidad a través del pensamiento
tecnológico, no es leyendo a los filósofos, no es trabajando
la filosofía que se conecta con la realidad, sino con el
pensamiento tecnológico. Ese es el punto: la conexión
entre el capitalismo y la realidad, el puente está dado por
el pensamiento técnico instrumental que se articula en
prácticas tecnológicas y ese pensamiento tecnológico que
sí se traduce en fórmulas que transforman la realidad. Ya
tiene sus filósofos, ya se produce a sí mismo, tiene sus
universidades, tiene sus espacios de producción y
generación de conocimiento, es pues, el mundo
tecnológico. Es un pensamiento que, en términos
epistémicos, no necesita de las personas; una vez que yo he
cedido mis capacidades al pensamiento tecnológico yo no
existo en tanto que persona, porque empiezan a existir o
allí existen fundamentalmente las máquinas. Hoy hay un
montón de científicos tratando de construir la máquina
que piense sola, hay todo un pensamiento instalado puesto
en esa dirección, y cuando la máquina piense sola ¿qué va
a suceder con quienes la pensaron? La máquina que piense
sola va a pensar sola, y hay sistemas que llaman
«inteligentes» que están avanzando en esa dirección, ya en
esto días leí una obviedad, pero que en el marco de esta
discusión se puede entender esta obviedad: los seres
humanos no podemos hacer tres cosas al mismo tiempo1.
¿Qué están diciendo? Nosotros no podemos hacer tres
cosas al mismo tiempo, pero las máquinas sí, esa es la
coletilla. En una noticia que leí hace como un año y medio
a una computadora en Alemania, una supermáquina, no la
pusieron en un laboratorio sino en un nicho, como un
santo, un «santo grial» sería, o sea la máquina más potente
metida en un nicho para venerarla, entonces bueno, esa
1
Se puede leer aquí http://www.rgs.gov.co/noticias.shtml?x=40655, pero la verdad es
que es el mismo texto es un sinnúmero de páginas y sitios. Lo que evidencia que se
trataba de copar todos los espacios con esa «obviedad» que, ya sabemos, tiene un interés
ulterior: mostrar que no estamos preparados para la vida compleja, que tenemos
limitaciones del orden de la naturaleza.
7
también es una caricatura, ellos producen también
caricaturas, pero también son los que llevan la pauta en lo
que tiene que ver con la transformación de la realidad. Son
ellos los que están generando moléculas de alimentos con
la nanotecnología. Algo que, si nos ponemos a revisar sólo
por encima, y además sólo por encima podemos llegar,
porque si profundizamos tenemos que dedicarnos a eso y
quién sabe si nos daría la cabeza; en fin, la nanotecnología
permite la producción molecular de materia, y la están
utilizando para la producción de cosméticos, están
generando moléculas de algodón que no es algodón, están
construyendo vestidos de algodón sin algodón. Cuando
pensamos la relación tecnología-realidad estamos llegando
a esos límites, ya dijeron por ejemplo –algo que vienen
haciendo hace tiempo- que pudieron crear embriones,
fabricados en laboratorio. A eso es a lo que me refiero con
articulación tecnológica con la realidad. Ahora bien, eso
no está ocurriendo en las universidades, sino en espacios
financiados por capital público o privado, y trabajan allí
seguramente profesores universitarios, algunos no, algunos
entran por otras puertas sobre todo lo que tienen que ver
con construcciones tecnológicas informáticas en la que
participan jóvenes que no estudiaron digamos
formalmente, y que son genios de la informática.
(CG)
Otra cosa son los concursos internacionales, están
buscando fuera de las universidades porque las
universidades no dan para eso, las universidades son
centros, espacios de disciplinamiento. Lo que transforma
el mundo no se da en estos espacios. Fíjense ustedes como
los profesores universitarios estamos secuestrados en ese
pensamiento.
(JJL)
Bueno, pero esto sería para desarrollar aparte, nos llevaría
por un mundo escalofriante. No obstante, no lo vamos a
trabajar, sino que nos vamos a otro puente, que también
tiene que ver con tecnologías, pero no con esas
tecnologías. Es posible pues, que construyamos otros
puentes. Este es el punto de la charla de hoy: crear
universidades –no caricaturas- que estén conectadas con la
realidad.
(CG)
Pero José Javier, es que el mismo término de «universidad»
nos detiene también, porque ¿por qué no puede ser
pluriversidad?
(JJL)
Sí, por cierto, aquí hay un texto que se consigue fácilmente
en Internet, que trabaja esa noción. Se llama «La
universidad en el siglo XXI. Para una reforma democrática y
emancipadora de la universidad»2, un texto de Boaventura
de Sousa Santos. De Sousa Santos plantea exactamente
2
Dirección para leer y descargar el libro:
http://firgoa.usc.es/drupal/files/Libro_Universidad_SigloXXI_Mexico.pdf
8
eso, la pluriversidad. Pero fíjense que en el título está
todavía el nombre universidad…
(CG)
Pero es que si le pone pluriversidad la gente no lo lee,
porque no sabe que se está refiriendo a los problemas de la
universidad y la diversidad…
(JJL)
Nosotros acá vamos a entender que la pluriversidad es la
universidad que tenemos que construir, que sea diversa,
que sea plural. Ahora bien, el puente es el problema: cómo
hacemos un puente que nos conecte con la realidad. Y
entonces, ese puente que el pensamiento técnico
instrumental resuelve con el pensamiento y hacer
tecnológico, y ese otro puente que es una caricatura de
puente y que más bien es un abismo, cuando las
universidades con respecto a la realidad han generado un
abismo, no hay conexión ni tal puente y la misma
permanece exclusivamente en los discursos de los rectores
y autoridades…
(CG)
Seguimos siendo monásticos, siguen siendo un
monasterio.
(JJL)
Pero es que hablan de «claustro»… Entonces, en los
discursos dicen «la universidad se debe a la sociedad»…
Pero ¿a qué, a cuál, y cómo se debe? Ese se debe es una
construcción, y una construcción política; ese deberse, ese
como me debo a algo, debe construir instituciones que se
deban, que conecten. Pero bueno, eso es lo que conocemos
y reconocemos que hay un abismo allí. Entonces tenemos
que pensar una pluriversidad, que conecte con la realidad,
pero ese puente, si lo empezamos a pensar y lo pensamos
juntos, justamente el trabajo que tenemos que hacer, es
decir, sentarnos a pensar juntos ese puente, ese puente
pasa por las comunidades. Vamos a tomar el término
comunidades porque me conecta no sólo con la realidad
actual y el pensamiento comunal, comunero,
comunalista…
(CG)
No con un vecindario donde cada quien vive aislado sino
con gente integrada, en colectivos…
(JJL)
Ese término es mucho más amplio que el que actualmente
domina la retórica política venezolana, estamos hablando
de comunidades desde el término de comunalidad,
independientemente de nuestros afectos políticos.
Entonces, pluriversidad pasa por las universidades, y
entonces recuerden la tríada: para producir conocimiento
necesito memorias, pero articuladas a prácticas y saberes
territorializados. O sea, la pluriversidad pasa por la
territorialización, no hay pluriversidad sin territorios y sin
sujetos vinculados a esos territorios, y cuando digo que
están vinculados lo están en términos de transformación
de la realidad, en un territorio concreto, específico.
(CG)
Es que lo real es la base. Cuando la monarquía, lo real era
el territorio monárquico, y después, los reales fue el
dinero, o sea, que la misma palabra tiene un tiro en el ala
para la pluriversidad.
(JJL)
Además, cuando dice «sentó sus reales», esa expresión
castiza significa «se aposentó el gobierno» por ejemplo,
9
tomó posesión. A mí me parece muy hermosa esa
expresión, hermosa digo, la expresión.
Pero volvamos, a prácticas concretas, llevadas a cabo por
sujetos concretos. Estos haceres, lo que hacemos
diariamente, tenemos rato sin verlos en los conocimientos
des-territorializados. Hablamos de haceres que tienen que
ver con lo que la gente hace, pero la gente tiene, en
términos muy esquemáticos, al menos dos haceres: un
hacer que está vinculado a labores de supervivencia y otro
que tiene que ver con prácticas que, para llamarlas de
algún modo, llamaremos comunitarias. Las de
supervivencia, puede ser que necesiten del otro o de los
otros, pero las más de las veces es un «sálvese quien
pueda», porque la sociedad capitalista genera relaciones de
ese tipo. Las prácticas comunitarias, por supuesto
relegadas, disminuidas, muy precarias, débiles, existen a
pesar del capitalismo, están allí, en algunos lugares
sobreviven al capital, en otros son desplazadas. Pero
digamos que estos dos haceres están allí, a veces se cruzan:
es lo que se hace para sobrevivir, que pasa por el «trabajo»,
a eso que llamamos trabajo es sin más labores de
supervivencia. Estas están conectadas a lo que el viejo
Marx llamaba la comunidad del dinero, estas labores de
supervivencia están conectadas al dinero y el dinero
funciona como una gran cárcel, porque todo lo que queda
fuera del dinero corre peligro. La terrible comunidad del
dinero genera una suerte de gran cárcel con muros a veces
de verdad, pero nadie parece poder salir del circuito del
dinero, nada ni nadie. Entonces mucha gente dice: «el
capitalismo sí funciona», pero funciona precisamente en
los límites de la supervivencia, porque nadie puede salirse.
Si a los seres humanos se nos ha ido haciendo imposible
vivir fuera del dinero, porque vivir fuera del dinero es la
criminalidad, se abre el abismo del crimen y la exclusión, si
vivir fuera del dinero es imposible y a veces impensable -y
es ahí donde aparece la epistemología-; si el vivir fuera del
dinero es impensable, entonces estamos hablando de una
enorme cárcel, de una ergástula inmensa. Esa es la
comunidad del dinero, y vivimos allí claro, en términos de
supervivencia. Porque en todos nosotros existe una
reacción natural a las relaciones con el dinero, es una
relación de violencia, sofocación, de necesidad, porque
necesitamos el dinero y no podemos desembarazarnos de
él. Porque repito, caeríamos en la miseria.
Ese hacer en los límites de la supervivencia -y visto así
como lo trato de explicar para explicármelo a mi mismo-
cualquier trabajo, se torna supervivencia, por eso es que las
personas se aferran al trabajo sea en la función que estén,
incluso altos gerentes, o esos que viven en vilo porque son
«personal de libre remoción». Hay un fantasma constante
en nuestra vida cotidiana que tiene que ver con la
necesidad vital de estar conectados a los flujos del dinero.
Entonces dicen «el capitalismo funciona, pero el
socialismo no». No; lo que «funciona» es que la gente
necesita sobrevivir, y la única manera que ofrece el sistema
que nos hemos dado los seres humanos, es estar
conectados al dinero, sea como sea. Por eso los llamo
«haceres en el límite de la sobrevivencia». Los seres
humanos vivimos en el límite de la sobrevivencia porque
estamos conectados al dinero. Fíjense lo que está
sucediendo en Europa, ya hoy un alto dignatario de la
Comunidad Europea les está advirtiendo a los ciudadanos
que si no aceptan las recetas del FMI entonces se
impondrán regímenes de fuerza3, eso lo están diciendo ya,
3
La noticia en español circula en páginas alternativas, se puede leer en la siguiente
dirección http://redjedi.foroactivo.net/europa-politica-f55/jose-durao-barroso-
presidente-de-la-comision-europea-advierte-que-la-democracia-en-espana-grecia-y-
portugal-pudiera-desaparecer-t4001.htm#31640 , de un sitio que se llama
Concieacción. En ingles, con el título Nightmare vision for Europe as EU chief
10
entonces los fascistas de España, los italianos, los (Participante)
alemanes, ya saben que la cosa va para allá, porque cómo A Grecia le están proponiendo que venda sus islas, para
contener la violencia social: sólo existe una manera, salir de la crisis…
alienación total como la que ocurre en los Estados Unidos,
con buena parte de la población adicta4 a la cocaína,
porque incluso a los billetes los espolvorean con cocaína,
no lo digo yo ni lo estoy inventando5. ¿Dónde queda, me
pregunto, el cuento de la lucha contra el narcotráfico?

warns 'democracy could disappear' in Greece, Spain and Portugal, se puede leer
en Mailonline: http://www.dailymail.co.uk/news/worldnews/article-1286480/EU-chief-
warns-democracy-disappear-Greece-Spain-Portugal.html#ixzz0tnDlHlfg [Consultado
el 15 de julio de 2010]

4
«EE.UU tiene el mayor número de consumidores de cocaína», se puede leer la noticia
en http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/117315/eeuu-tiene-el-mayor-
numero-de-consumidores-de-cocaina/ [Consultado el 15 de julio de 2010]

5
«Dólares con cocaína», se puede leer en
http://www.viarosario.com/noticias/noticias/dolares-con-cocaina.html. Pero en el
prólogo de Albert Hoffman al libro Pharmacotheon, drogas enteógenas, sus fuentes
vegetales y su historia, de Jonathan Ott (Descargable en PDF en la dirección
http://mamahemplinares.es/libros/pdf/PHARMACOTHEON-drogas-enteogenas-sus-
fuentes-vegetales-y-su-historia.pdf ), leemos, con su buena dosis de humor, lo siguiente:
«Mientras miles de personas son detenidas por posesión de cocaína, se ha descubierto
que otro "material, compuesto, mezcla o preparado que contenga cualquier cantidad" de
esta sustancia ilegal es el papel moneda americano. En un análisis de 135 billetes de la
Reserva Federal Americana, provenientes de distintas partes del país, todos menos
cuatro (97%) contenían cantidades detestables de cocaína. El contenido medio era de 7.3
mcg de cocaína por billete, y uno de los billetes contenía hasta 270 mcg. de cocaína
(Pool 1989). Esto significa que prácticamente todos los americanos (exceptuando sólo a
los más pobres, que sólo lleven calderilla en los bolsillos) están siempre en posesión de
una droga de la Lista 11. Y es posible que los más ricos entren en la categoría de
"posesión con intención de venta", basándonos en el peso neto de su fortuna en billetes
verdes que contienen cocaína... ¿O deberíamos llamarlos a partir de ahora "billetes
blancos"? Sin embargo como el ciudadano que lleva billetes, ganados con el sudor de su
frente, es legalmente solo el portador de un instrumento monetario que pertenece al
Banco de la Reserva Federal ¿significa eso que es a los conocidos "peces gordos" a los que
hay que detener? ¿Veremos en un futuro el procesamiento del presidente del Banco de
la Reserva Federal y el Secretario del Tesoro por tráfico de cocaína? 0, ya que la pista del
dólar (¿o del "cocadólar"?) nos conduce ostensiblemente hasta la mesa del Despacho
Oval ¡vayamos directos a por la cúpula de esta sórdida organización! ¡al Presidente de los
Estados Unidos! Todo ello prescindiendo de que la moneda estadounidense está impresa
en un papel que contiene fibra de cáñamo (marihuana), que los originales de la
constitución americana y la declaración de independencia, o que la primera bandera
americana de Betsy Ross, fueron elaborados con fibra de esta planta”
(JJL)
Esa vida en los límites de la supervivencia se da en esa
comunidad trágica, terrible, del sistema del dinero,
entonces esos haceres que tienen que ver con prácticas
concretas tienen que ver con prácticas concretas de
supervivencia. ¿Cómo hacemos para comer todos los días?
Y eso se lo plantea el señor que sale a recoger latas y el alto
funcionario de una empresa privada, sea que coma en el
Eurobuilding o donde sea, porque las tripas hablan a
ciertas horas…
Pero las otras prácticas, que también la gente hace y que
tienen que ver con las prácticas comunitarias que algunos
llaman «desmercantilizadas», son cosas que no se
convierten ni traducen en mercancía. En los haceres en los
límites de la supervivencia ustedes saben que se puede
vender hasta el cuerpo humano, en Haití venden sangre
por ejemplo, eso está evidentemente en los límites de la
supervivencia. Nosotros mismos, en la universidad,
11
igualmente estamos en los límites de la supervivencia,
porque todo trabajo es sumamente precario, pendemos de
un hilo. Ahora bien, los mil millonarios que sí existen, son
exactos mil millonarios, no están en los límites de la
supervivencia, seguramente en los límites del infarto, o en
los límites de los problemas gástricos, pero tienden a ser
eternos como el Kisinger.
Pero de las que quiero hablar son de las prácticas
comunitarias desmercantilizadas, que no se traducen en
dinero. Por ejemplo, en una comunidad en los alrededores
de la Universidad Bolivariana, los productores de yuca para
poder garantizar la producción de la próxima temporada
tienen que regalar los tallos a otros productores porque si
los venden –es lo que está en sus imaginarios- no nace la
yuca. Eso es un ejemplo, y cuántos hay. Son prácticas
comunitarias desmercantilizadas, que no se traducen al
menos directamente en dinero, porque yo regalo el tallo, y
con ello me estoy garantizando que la siembra y la cosecha
serán exitosas. En todo caso, hay muchos ejemplos.
El asunto es que las universidades estamos desconectados
de esas prácticas, en términos epistémicos, en términos de
articulación para la transformación de la realidad. La gente
que vive en los límites de la supervivencia, ¿en qué
consideraciones epistémicas entra? En nada. Relaciones
laborales, relaciones de empleo/desempleo, relaciones de
«ve a ver qué haceis con tu vida», pero no son relaciones
de trabajo, para construir y transformar la realidad. ¿Por
qué? Porque las prácticas abstractas que se generan aquí
no tienen personas, ya lo dijimos, entonces estas prácticas
en los límites que son las que genera el capital, no entran
en términos epistémicos a la universidad. Sea que tengas
hambre, sea que estés harto; no importa. De lo que estoy
hablando es que las prácticas concretas, los haceres,
tenemos –y he ahí el esfuerzo- que incorporarlos a la
pluriversidad.
(CG)
Fíjate que estamos trabajando sobre un concepto prestado,
porque lo que tú estás haciendo ya no es epistemología,
porque lo que estás proponiendo es algo alternativo,
¿cómo lo llamaríamos?, también hay que construirlo…
(JJL)
El asunto es que las prácticas concretas deben entrar y
convertirse en prácticas de esa pluriversidad. ¿Cómo
entran los haceres? ¿Cómo entran los haceres en los
límites de la supervivencia, la realidad real, de nuestras
sociedades?, o en otras palabras, ¿cómo hacemos para
conocer, trabajar y construir sobre la realidad real, que es
la de nuestra gente y la de nosotros mismos, sobreviviendo
a las relaciones terribles que impone el capital
¿Esas realidades, las estamos estudiando? No.
Pues bien, la pluriversidad debe incorporar los
diagnósticos descarnados de la realidad. Tenemos, pues,
que estudiar nuestra realidad. ¿Cómo construimos, cómo
incorporamos la realidad concreta a nuestros planes de
estudio, a nuestra formación; y las estrategias para la
construcción de ese conocimiento, el conocimiento
transformador? O sea, no el conocimiento que habita sólo
en la cabeza sino ese que se traduce en prácticas, en
haceres; esa articulación CONOCIMIENTO – TRABAJO es
la que debemos trabajar. Haceres y Saberes.
Entonces, lo que yo llamo la vida en los límites de la
sobrevivencia ¡es la vida!, nosotros vivimos en esos límites.
Ahora bien, por ejemplo la BP nos está condenando a vivir
en los límites, las dos soluciones que plantea la BP, una
bomba atómica en el lecho marino a ver si en el
revolcamiento se tapa eso, o dejar que el petróleo siga
12
manando hasta que el pozo se agote.6 Claro, eso ocurrirá
dentro de 30 años cuando se haya contaminado el océano
Atlántico… ¡¿Qué racionalidad es esa?! Pues es la
racionalidad dominante. ¿Vivimos o no en los límites?
Hasta el señor Kissinger, del club Bildelberg, vive en los
límites, pero no lo acepta, él no irá por estos días a hacer
un tour por el Golfo de México…
Pero en fin, lo que pregunto es cómo incorporamos la
realidad concreta a los planes de estudio, y luego cómo
incorporamos las prácticas concretas desmercantilizadas,
no capitalistas. En todo caso, ¿cómo incorporamos los
saberes de las comunidades? Para poder incorporarlos,
esta racionalidad atada a una realidad que continuamente
se des-realiza no nos sirve, este instrumental es una estafa,
necesitamos construir otro estatus de conocimiento,
imaginarlo para poder imaginar las prácticas que ese otro
conocimiento requiere, yo por supuesto no lo sé y nadie en
términos individuales puede saber hacer eso, eso se logra
si nos sometemos a una intensa aventura de re-
descubrimiento de lo que somos. Y dónde se hace eso:
pues, allí en las comunidades. ¿Qué tenemos que hacer?
Cosas concretas. ¿Qué tenemos que hacer los seres
humanos para salvar-nos en los límites de la
supervivencia? Primero, desconectarlos de las formas
terribles del capital. Pero, ¿cómo hacerlo si es una cárcel?
Bueno, tenemos que aprender a producir alimentos,
vestidos, medicinas, etc., en estas universidades donde
estamos reunidos. Pero, decimos, es que ya vivimos en
urbanizaciones y ya no se puede… No, practiquemos la
agricultura urbana, porque este vivir urbano que
conocemos forma parte precisamente, del vivir en los
límites de la supervivencia, o sea nosotros hemos creado
6
Leer en Rebelión: «La infame y peligrosísima catástrofe de British
Petroleum en el Golfo de México»,
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=110168
formas de vida en los límites, y puede que nos sintamos
cómodos en nuestras casas, confortables, pero estamos
arrojados a los límites, porque esa casa nuestra está
desconectada de toda forma al menos concreta, real,
mediata e inmediata de producir alimentos, es decir, en
nuestro confort vivimos en los límites de la supervivencia.
Hasta hace nada, en el año 2002 y 2003 cuando los señores
de la Polar no cantaban Gol Harina Pan sino que decían
que comeríamos arepa cuando cayera Chávez ¿se acuerdan
de eso?, y los del Episcopado decían que el Niño Jesús
nacería cuando cayera Chávez, ¿se acuerdan de eso?, claro,
tiene 2.000 años naciendo, bien puede esperar a nacer
cuando caiga Chávez, entonces en ese momento todos los
venezolanos supimos lo que era tener aire acondicionado,
televisión y confort y al mismo tiempo vivir en los límites
porque no teníamos energía para cocer los alimentos,
muchas familias utilizaron lo que había de madera en sus
casas. En definitiva con eso juegan (los dueños del capital),
escondiéndote además la carne, la leche, el arroz,
saborizándolo para que paguemos tres veces más y no
venderlo regulado, es pues, vivir en los límites,
controlados, en las manos, más bien en las garras y
pezuñas del capital.
Entonces, ¿cómo generamos prácticas desmercantilizadas?
Vamos a aprovechar estos espacios para reunirnos con la
gente y resolver juntos cómo vamos a producir los
alimentos que necesitamos producir. ¿Dónde vamos a
almacenarlos, cómo vamos a distribuirlos?
Y muy importante, ¿qué relaciones vamos a establecer con
el Estado a partir de estos nuevos elementos?
Comunidades organizadas que producen y almacenan sus
propios alimentos, vegetales, frutas y animales. Ahora
bien, de lo que se trata es de cómo traducir lo que sabemos,
en haceres-saberes (conocimientos) que transformen la
en
realidad. Y lo otro: cómo incorporamos la universidad a
13
esa tarea. Ese es nuestro reto, imaginar la pluriversidad
para que entre lo plural…
(CG)
Entonces no hablaríamos de epistemología del
conocimiento, sino de epistemología de los saberes….
(JJL)
Antes de leerles algo que tiene que ver con esto, recuerdo
que les hice un comentario la vez pasada sobre los
orígenes, sobre la identidad. Una autora, que leí hace poco,
decía que la identidad eran las relaciones que se
establecían en un momento determinado, que eso era lo
identitario, puesto que en esas relaciones venían las cargas
del pasado, no es entonces que la realidad está en un lugar
atrás, y debemos remontarnos. De lo que se trata es de
cómo en el momento en que estamos juntos, estableciendo
relaciones sociales, y cuando nos ponemos juntos a
trabajar de manera organizada, nacen vínculos
identitarios, luego allí nos reconocemos con nuestras
cargas culturales, tradicionales, con nuestros pasados que
hablan, que viene y se actualiza.
También les referí una frase que tiene que ver con esto de
la identidad, es de Walter Benjamin y dice: si no ganamos
la guerra ni los muertos sobrevivirán, si perdemos, ¿de qué
muertos vamos a tener memorias?
Doreen Massey. Hacia una nueva geometría del poder. El Perro y la
Rana, 2008
«La identidad misma es producto de relaciones sociales.
Esto se puede entender incluso a nivel individual. ¿Quién soy? ¿Quién es
usted? Yo no puedo definirme sólo en términos "internos". No puedo
explicar quién soy, cómo es mi identidad, sin decirles que soy hermana de
mi hermana, hija de padres de la clase obrera inglesa, que trabajo en una
universidad popular en donde tengo contactos con estudiantes de todo el
país... Podría continuar, pero sería aburrido. El punto en cuestión es que no
puedo decir quién soy, ni describirles a ustedes "mi identidad", sin des-
cribir mis relaciones con otra gente. No podría ser quien soy sin todas estas
relaciones. Hay un dicho: ninguna persona es una isla. Y es verdad. Somos
todos, en nuestra constitución misma, seres sociales. Existimos, cada
persona, dentro de una red de relaciones sociales con otra gente. En sí
mismo esto es un punto clave porque la doctrina económica que nos enseña
el capitalismo (y sobre todo el neoliberalismo) dice que el mundo se
compone de "individuos aislados". Es la base de toda su teoría. No es
cierto. Somos, en esencia, sociales.
Y todas estas relaciones están llenas de poder. Son relaciones de poder»
(Pp. 20-22)
14
Ahora voy a un fragmento del libro de Carlos Walter
Porto-Gonçalves, que dice:
Territorialidades y lucha por el territorio en América
Latina. Ivic. Caracas, Venezuela (Pp. 253-254)
«Comparemos con las investigaciones que hacemos en las
universidades. Normalmente vamos al campo, recogemos muestras en
periodos previamente seleccionados; las traemos al laboratorio;
hacemos análisis, construimos las curvas en los gráficos cartesiano s
sin los cuales no sabemos, vía de regla, pensar; después, hacemos los
cruces y formulamos nuestras tesis. Así, mediante el método
científico, tornando muestras metódicamente organizado conseguimos
obtener un conocimiento, sin duda, fantástico.
Atendamos ahora, hacia aquellos y aquellas que viven en un
determinado contexto durante años, que aprendieron con sus padres y
madres, que aprendieron con los abuelos y abuelas, con los bisabuelos
y bisabuelas y, así, pudieron observar larga y pacientemente y,
mediante el trabajo, fueron obligados a adecuar medios y fines,
desarrollando por tanto, raciocinios y prácticas racionales y luego
somos obligados a constatar que son portadores de un conocimiento
diferentemente fantástico sobre el mundo que viven.
Imaginemos un habitante de la selva, un indio, un seringueiro: si él no
distingue el olor -en las veces que una onza pasó-; si él no distingue
los rastros, las huellas en el suelo -una cobra que pasó arrastrando-; si
él no distingue los colores, los diferentes verdes y marrones por causa
de mimetismos; si él no distingue sonidos, él puede morir. Sobre todo
este saber de detalles ellos, por lo general, no saben hablar sobre Hasta
que porque no es para hablar que ellos saben. El hacer de ellos no es
hablar, lo que con frecuencia nos lleva a considerar que ellos no
saben. Pero si él no supiera, él no haría, porque sólo hace porque sabe.
En el hacer está siempre inscrito un saber. Quien no sabe no hace. El
hecho de vivir de hablar de lo que otros saben, da la impresión de que
la gente sabe. Y, de hecho, sabemos... hablar. Somos capaces de hacer
una tesis sobre la pesca y no saber pescar. Esto es perfectamente
posible, y sabemos cuanto nuestra producción y transmisión de
conocimientos es importante. Pero, no olvidemos que el pescador que
no sabe hablar sobre la pesca, sabe pescar, porque el acto de pescar
presupone el saber pescar. Somos nosotros los que confundimos el
saber con el saber hablar.
De este modo, necesitamos dar un paso adelante en el debate que
venimos trabando acerca de la interdisciplinaridad e incorporar otros
saberes producidos a partir de otras matrices de racionalidad y que no
son disciplinarios. Son otros saberes que fueron desarrollados por
poblaciones que, hasta ahora, descalificamos corno no portadores de
conocimientos, porque consideramos que debíamos civilizadas,
catequizadas pues, las considerábamos corno de seres inferiores y a
quienes, en la mejor de las hipótesis, debíamos llevar nuestro
conocimiento superior (Extensión). Con certeza, al pasar a respetar sus
matrices de racionalidad estaremos dando un primer paso para
reconocerlos corno iguales en su diferencia.»
15
Les voy a hacer otra cita, para ir cerrando, puesto que ya el
planteamiento está hecho. Es de Miguel Mazzeo, del libro
El sueño de una cosa. Introducción al poder popular (El
Perro y la Rana. Caracas, Venezuela):
“El arquetipo del poder popular, la
representación de su posibilidad óptima, nos
plantea como requerimiento básico la
integración o la articulación de:
1. Núcleos de construcción de comunidad,
nexos sociales alternativos a los impuestos
por el capital y una práctica de solidaridad
efectiva. Focos donde se recompone el sujeto
popular en las duras condiciones que impone
un capitalismo que viene incrementando sus
capacidades para la desintegración de los
pueblos y la naturaleza. Se trata de ámbitos
que deben estar atentos a las condiciones de
supervivencia del pueblo y favorecer el
desarrollo de una economía solidaria y
mercados alternativos a través de proyectos
productivos y otras iniciativas.
(…)
[De hecho esto es de lo que, por supuesto, mejor escrito
aquí, hemos hablado. Tiene que ver, con estos análisis y
diagnósticos de la vida en los límites de la supervivencia,
donde se dan haceres y saberes comunales, prácticas
comunitarias. Las universidades, ésta y la UBV, que no
tiene aún esto resuelto, y en fin todas las universidades
que tengan ganas de hacer cosas distintas, deben procurar
la elaboración de estos núcleos de construcción de
comunidad; un buen intento son los Servicios
Comunitarios, pero fíjense la importancia de estos
servicios, que ya no serían «servicios», porque toda la
actividad universitaria debería gravitar en lo que hoy se
llama Servicio Comunitario. Pero bueno, ese es el esquema
UBV, que tampoco lo tiene todo resuelto al respecto.
Si queremos construir conocimiento, saberes y prácticas
emancipadas, necesitamos entonces estos núcleos de
construcción de comunidad. Así los llama Miguel Mazzeo,
nexos sociales alternativos a los que impone el capital.
Porque el capital nos impuso un abismo con las
comunidades, el nexo (paradójicamente) fue un abismo.
(CG)
Fíjate, uno se pregunta ahora que estamos en una
Constituyente Universitaria, y todo esto, de paso, son
insumos para esta constituyente… Entonces, decimos cosas
como por ejemplo: «hay que aplicar la ley», y resulta que la
ley son las píldoras bien sintetizadas de la cultura que se
quiere imponer, todas las leyes son síntesis de la
racionalidad moderno-occidental. A propósito, voy a
contar algo que nos pasó en el Programa de Educación.
Había una vacante para dar «El Arte como Estrategia de
Aprendizaje», algo así se llama la asignatura, y nosotros le
dijimos al que hizo el monumento de los trabajadores
petroleros que trabajara con eso. Hubo un cambio de
autoridades y éstas dijeron: él no puede dar eso porque no
tiene título, pero entonces ¿alguien que tenga título así no
sepa arte puede dar estrategias de aprendizaje a través del
arte? Es que es una ilegalidad, alegaron. Pero es que
Venezuela es un Estado de derecho y de justicia, y eso no
será de derecho, pero es de justicia.
Faltaron guáramos para romper con eso y decir yo lo
asumo con todas las letras, porque estamos en un proceso
revolucionario y además es constitucional. Sucede
entonces que las autoridades se dejan secuestrar por las
normativas, es por eso que en las épocas de cambio hay
que trabajar en los límites de la legalidad, en las fronteras,
y si puedes debes saltar a lo que todavía es ilegal, pero que
16
tú aspiras a que un día sea legal. Por eso yo invito en estos
momentos en que estamos pensando en la Universidad,
que no lo hagamos desde la ley, porque la ley prohíbe
aquello que necesita disciplinar, porque en el estado
natural el hombre no lo haría porque sería contranatura.
(JJL)
Hay un libro extraordinario sobre eso, Educación para la
ciudadanía7¸ se consigue en Internet completo, en dos
tomos. Es un libro de Luis Alegre Zahonero, Carlos
Fernández Liria y César Fernández Liria. Dicen allí los
autores que nuestras sociedades y en el mundo en general
nunca ha existido nada como un estado de derecho, ellos
lo explican clara y didácticamente, y en el único lugar que
ellos conocían para la época del libro -2007- el único lugar
donde se estaba gestando la construcción de un estado de
derecho era Venezuela, decían los autores que si Kant
viviera estuviera contento, porque estaría el país
encarnando el espíritu de la Ilustración.8
(CG)
Es que el mismo Descartes decía, yo no tengo que
enseñarte la forma en que tú vas a conducir tu razón,
solamente decirte la forma en que yo he conducido la mía.
¡Eso es interesantísimo!
7
Enlaces para descargar el libro. Se encuentran en Rebelión [
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=73335 ]
Para descargar el libro:
Educación para la ciudadanía. Primera parte
Educación para la ciudadanía. Segunda parte
8 Por otro lugar, cómo montamos los recursos del Estado en
Los invito a leer: «El triunfo de la Ilustración», en
http://josejavierleon.blog.com.es/2007/12/20/el_triunfo_de_la_ilustraciasn~
3469688/, «Venezuela y el Estado de Derecho», en
http://josejavierleon.blog.com.es/2007/12/30/venezuela_y_el_estado_de_der
echo~3508619/ y «Contra el capitalismo: estado de derecho y
constitución», en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=60543
(JJL)
Bueno, ahora sí voy a terminar la cita de Mazzeo:]
2. Núcleos de construcción de
superestructura. Lugares de elaboración de
una visión del mundo y de valores propios de
las clases subalternas, opuestos a los
instruidos por la clase dominante.
[Aunque ya no hablaríamos aquí de «clases subalternas»,
sino de clases emancipadas, y por lo tanto hablaríamos de
espacios como éste (el salón donde nos encontramos y
acaso lo que precisamente hoy estamos haciendo), pero
multiplicados, pues no sería algo que ocurre extra-cátedra
sino intra-cátedra]
3. Núcleos de elaboración de un proyecto
nacional que, como tales, funcionan como
cajas de resonancia y focos de difusión
política. Espacios para retomar la ofensiva en
torno a un proyecto socialista” (189-190)
Estos tres elementos estarían en las bases epistémico-
políticas de la pluriversidad. ¿Cómo se construye esto? Al
calor de la gente, de la movilización. ¿Qué espacios hay
que crear? Espacios de trabajo comunitario. ¿Con qué
proyectos? A nivel macro tenemos el proyecto nacional
(PNSB)9, pero a nivel comunitario, por ejemplo, el Plan de
Desarrollo Comunitario. Cómo vamos a producir los
alimentos que necesitamos, las medicinas, las casas, la
energía, etc. De manera autogestionaria, cogestionaria.
función de esto sin que el Estado y su racionalidad
9
Plan Nacional Simón Bolívar: http://www.mpd.gob.ve/Nuevo-
plan/PROYECTO-NACIONAL-SIMON-BOLIVAR.pdf
17
estadística secuestre los proyectos, cómo hacemos respuesta a la interrogante de Baudelaire10 que preludia
proyectos populares administrados por el pueblo, con estas conclusiones provisorias, podemos decir que el poder
recursos que vienen por ejemplo, de la renta petrolera, popular colma nuestras horas de goce positivo, de acción
pero sin el paquete de la racionalidad estatal. triunfante y resuelta»

(CG)
Es que los proyectos de casas que está haciendo el
gobierno vienen con la racionalidad moderna, porque
fíjense que hacen casas con una sala grande y una cocina
que es un pasillo, pero resulta que el alma de nuestras
casas es la cocina, las casas es la cocina, pero como la
cocina que se hace no es para que la señora de la casa
cocine, sino para que la guajira cocine o la cachifa,
entonces se hace un espacio inhumano, de modo que si
abre el horno se pega a la pared, y cuando vemos las casas
que le vendieron a Chávez, los arquitectos no pudieron
romper con esa racionalidad, y volvieron a la cocina
pequeña, donde no cabe ni siquiera la mesa, y lo que se
tiene es un cuchitril en la cocina. Son cosas que tenemos
que reflexionar e implosionar, pero como eso es lo normal
y es lo que se ha normativizado, no podemos verlo…
Nosotros criticamos a los docentes porque somos
docentes, pero podemos criticar a los ingenieros, a los
abogados, a todos.

(JJL)
Para cerrar, cierro con Mazzeo:

«En las clases subalternas –en nosotros- anidan las

potencias que las subordinan –que nos subordinan- al
capital -ese sobrevivir del que hemos hablado, en los
límites, que es lo que nos permite la comunidad del
dinero-, pero también las que pugnan por liberarnos de esa
dominación. El poder popular permite y es a la vez, el 10
Lo que decía Baudelaire10 (y cita Mazzeo) es: «¿Cuántas horas tenemos llenas de goce
despliegue de esa potencialidad liberadora. Ensayando una positivo, de acción triunfante y resuelta?»

18

Venezuela y la construcción de la
ciudadanía
De Educación para la ciudadanía. Editorial Akal. Pp. 180-
182
«Recientes experiencias, como la «Revolución bolivariana» en
Venezuela, están descubriendo que, en realidad, el más allá del
derecho burgués no es ninguna misteriosa forma de «justicia popular»,
sino el Derecho a secas. Para ello ha sido preciso asentar un marco
constitucional «pacífico pero armado» y, por ello mismo, capaz de
arrancar de las manos de la burguesía el control del espacio de la
ciudadanía.
Ante los ojos atónitos del planeta y la rabia sin límites de los dueños
de mundo, en Venezuela (y también en Bolivia y otros lugares de
América Latina) se está emprendiendo una verdadera revolución. Lo
que pasa es que los medios de comunicación han mentido tanto y de
forma tan descarnada sobre Hugo Chávez y la historia reciente de
Venezuela, que la mayor parte de la gente no tiene ni idea de lo que
está pasando ahí. Básicamente, lo que se está haciendo es obligar a los
poderosos a comportarse como meros ciudadanos y se está sentando la
posibilidad de que los desposeídos asuman todo el protagonismo que
les otorga su ciudadanía. De acuerdo con el espíritu de esta revolución,
no se trata de crear un nuevo temperamento moral marcado por la
ideología y el adoctrinamiento. Se trata de extender las garantías de la
ciudadanía y la independencia civil al conjunto de la población, para lo
cual hay que empezar por alfabetizar a la población, entregar cédulas
de identificación a millones de personas sin censar, organizar un
sistema de seguridad social muy elemental para un ochenta por ciento
de la población que carecía de todo tipo de asistencia sanitaria, poner
freno a la evasión masiva de capitales, obligar a pagar impuestos a los
más ricos, etc.; es decir, hay que empezar por garantizar todas aquellas
cosas que consideraríamos normales en un auténtico estado de
Derecho. Lo llamativo en este caso, lo que por encima de todo debe
llamar nuestra atención, es que sea preciso montar toda una
revolución, aunque sea pacífica, para hacer realidad en el mundo
subdesarrollado algo que, para el Primer Mundo, que siempre ha
presumido de haber conquistado el Estado de Derecho, debería ser tan
normal. ¿No será más bien que, si en este caso hace falta una
revolución para poner las cosas en «estado de derecho», es porque por
primera vez –quién sabe si en toda la historia de la sociedad moderna–
la aventura ciudadana del Estado de Derecho está empezando a ser
algo más que una estafa?
La mayor parte de nuestros intelectuales pueden llevarse el susto de su
vida con lo que se está empezando a demostrar. En primer lugar, van a
descubrir (aunque no lo reconocerán) que el «hombre nuevo» que esta
revolución va a ser capaz de forjar no va a ser otro que el ciudadano
que se considera más normal y más corriente. Y, en segundo lugar, van
a descubrir que este ciudadano normal y corriente no se parece en
nada a aquellos que, existiendo bajo condiciones capitalistas de
producción, vendieron hace tanto tiempo ya todas sus libertades a las
necesidades ciegas e ingobernables de la maquinaria del mercado. En
los próximos años, puede que asistamos al espectáculo de cómo
comienza para la historia de la humanidad la aventura de la
ciudadanía. Porque, en efecto, lo que en Venezuela, Bolivia, Perú o
México puede llegar a hacerse visible es el hecho de que eso que
hemos tenido bajo condiciones capitalistas de producción en ciertas
regiones privilegiadas del planeta no ha sido más que una apariencia
de ciudadanía. Y puede que lo primero que vaya a hacerse patente sea
la absoluta incompatibilidad –pese a lo insistentemente que se ha
pretendido lo contrario– entre el capitalismo y la democracia. Así
pues, puede que, al final, vayamos a tener «educación para la
ciudadanía» de sobra, pero no tanto para nuestros escolares como para
nuestros más famosos intelectuales, para nuestras autoridades
políticas y hasta para nuestros catedráticos de Ética y de Derecho
constitucional. Y sus maestros van a ser los desposeídos de este
mundo, reclamando, de una vez por todas, una ciudadanía que no sea
una completa estafa.»
19

Tomado de
Metáforas que nos piensan
Sobre ciencia, democracia y otras
poderosas ficciones
De
EMMÁNUEL LIZCANO
Se puede leer en
http://www.scribd.com/doc/2992871/Metaforas-que-
nos-piensan
* * *
(Pp. 211 – 223)
Aula, laboratorio, despacho: los no-lugares
del poder/saber global (o la meticulosa
programación de la impotencia y la ignorancia)
La llamada globalización puede pensarse como la realización
planetaria del delirio utópico que imaginara aquella burguesía
centroeuropea y británica del s. XVII y que se plasmaría en la
ideología de las Luces. Sus aspectos hoy más sobresalientes (los
políticos, económicos y técnicos) son impensables sin el soporte
del imaginario ilustrado que en la actualidad alumbra el
panorama mundial, a derechas y a izquierdas.
De la sustitución de los lugares por un espacio abstracto,
literalmente de-solado, emerge una razón y un individuo
también a-locados (abstraídos o extraídos de los contextos
concretos) que se edifican en los no-lugares globales. El
mercado mundial o la red global de comunicación se cuentan
entre los más celebrados de esos no-lugares, pero se soportan en
otros que el brillo asolador de las Luces deja en la sombra: el
laboratorio científico, el aula escolar, y el despacho del experto y
del burócrata. El lenguaje de plástico que de ellos fluye y llega a
impregnar el planeta es la lengua propia —necesariamente im-
propia— de la Era Global. Hay maneras muy diferentes de
pensar tanto la evolución histórica como los actuales modos de
estar. Una de las posibles, que aquí desarrollaremos, atiende a la
manera de entender el espacio y a los modos de vincularse esos
diferentes espacios con las también variadas formas de saber y
de poder.
En el extremo, y sin duda simplificando en exceso, podrían
reducirse a dos tipos ideales, en el sentido weberiano: los
lugares y el espacio. Como veremos, no es casual que los
primeros se digan en plural y el segundo en singular. Ejemplos
de lugares pueden ser la aldea campesina y su entorno (o la
tópica polis griega), el lugar habitual de reunión de la pandilla
de amigos o un sitio donde se chatea en internet. Como modos
de espacio, aquí nos centraremos en los tres mencionados en el
título: el aula escolar, el laboratorio científico y el despacho del
burócrata. Veamos algunos de los rasgos diferenciales entre los
unos y el otro.
En los lugares todo se entrelaza íntimamente; son ellos los que
constituyen y dan significado a lo que en ellos se aloja, de modo
que algo o alguien, trasladado a otro lugar, ya no es eso mismo
sino otra cosa: la cosa o persona no está en el lugar, es del lugar.
El lugar y los lugareños se hacen entre sí. Los lugares son
heterogéneos y se mantienen notablemente inconexos los unos
de los otros. Cada uno se caracteriza por cualidades y
significados que le son propios, y que le hacen
fundamentalmente diferente de otros lugares. Entre lugares,
trasladarse es un poco deshacerse; traducirse, perder
significado.
En el otro extremo tenemos el espacio propiamente dicho, cuyo
paradigma puede ser el espacio coordenado cartesiano.
Espacio homogéneo, constituido por puntos indiscernibles entre
sí salvo por la posición que ocupan respecto a los ejes de
coordenadas. Espacio dotado de las mismas propiedades en
cualesquiera de sus regiones. Espacio isótropo, en el que las
cosas y personas pueden situarse o desplazarse sin ver en nada
alterados su constitución ni su significado. En el espacio, el
lugar es insignificante: ni importa ni está dotado de significado.
20
La facilidad de traslación o deslizamiento es también facilidad
de traducción o deslizamiento de significados.
En resumen, el lugar es in-tenso, alberga la tensión y
complejidad propias de la vida; el espacio es ex-tenso, expulsa la
tensión y la complejidad, arrasa las singularidades: plano, el
espacio, todo lo aplana, nada cabe en él que no esté plan-
ificado. A ambos tipos ideales, lugares y espacio, pueden
asociarse dos maneras de saber y dos maneras de poder. En el
lugar, saber y poder brotan de él y se mantienen apegados a él:
ambos dependen del contexto a la vez que revierten sobre el
entorno, dotándole de sentido y consolidando su fuerza
específica.
Aquí, saber y poder son propiedad del común de los lugareños,
que mantienen y transforman su poder y sus saberes según sus
conveniencias. Al lugar, la novedad llega con cuentagotas y se
asimila lentamente, reinterpretando su significado a la luz de los
significados con-sabidos de los lugareños. Saber y poder,
arraigan en el lugar, lo expresan y lo recrean. El suyo, saber del
lugar, es ese saber que los antropólogos anglosajones llaman
local knowledge y los franceses arts de la localité.
En el espacio, por el contrario, saber y poder sobrevuelan,
desarraigados, la superficie en la que se insertan o circulan los
puntos / individuos. Abstraídos o extraídos de los sujetos
concretos, el saber está literalmente fuera de lugar y el poder
fuera de control. Ese saber fuera de lugar es ahora información o
comunicación. Ese poder fuera de control se manifiesta en
espacios abstractos, como el democrático o el del mercado.
El saber abstracto propio del espacio es aplicable por igual en
cualquier punto o región del mismo, pues todos son
indiferentes. Desarraigado, el saber abstracto abomina de la
heterogeneidad, que no puede ser sino obstáculo para que sus
significados circulen y se reproduzcan libre e incesantemente.
La novedad permanente y la circulación fluida propias del saber
del espacio le recrean a su vez como tal espacio homogéneo e
isótropo, arrasando literalmente las rugosidades lugareñas que
en él hubieran podido brotar o las que aún pervivieran.
Los saberes del lugar
La íntima trabazón entre los modos de conocimiento / poder y
su tipo de localización (espacio o lugares) podemos observarlo
en el siguiente ejemplo, donde a un anciano kpelle se le enfrenta
a la supuesta ineluctabilidad de un si-logismo.
“Interrogador: Una vez, araña fue a una fiesta; le dijeron que
tenía que responder a esta pregunta antes de poder comer algún
alimento. La pregunta es: araña y venado negro siempre comen
juntos. Araña está comiendo. ¿Está comiendo venado negro?
Sujeto: ¿Estaban en el monte? Interrogador: Sí.
Sujeto: ¿Estaban comiendo juntos?
Interrogador: Araña y venado negro siempre comen juntos.
Araña está comiendo. ¿Está comiendo venado negro?
Sujeto: Pero yo no estaba allí, ¿cómo puedo responder a esa
pregunta?
Interrogador: ¿No puedes constarla? Aun cuando no hayas
estado allí, puedes contestarla. (Repite la pregunta).
Sujeto: ¡Ah, sí! Venado negro está comiendo.
Interrogador: ¿Cuál es su razón para decir que venado negro está
comiendo?
Sujeto: La razón es que venado negro camina todo el día
comiendo hojas verdes en el monte. Después descansa un rato y
se levanta de nuevo a comer”11
Entre los antropólogos se ha debatido si éste es un pensamiento
pre-lógico, si estamos ante diferentes lógicas o, como también
se ha escrito, si se trata de una “incapacidad para el
pensamiento lógico”. Cualquiera de las tres opciones revelaría el
abismo entre la lógica propia del lugar, manifestada por las
razones del anciano kpelle y la lógica del espacio o ‘lógica
formal’, explicitada en la pretensión de universalidad del
silogismo.
A mi juicio, ninguna de las tres opciones da cuenta de la
situación. Más bien, lo que ocurre es que nuestro buen kpelle no
11
Citado en M. Cole y S. Scribner (1977: 158).
21
acepta razonar en términos de esa ‘lógica pura’ que le propone
el antropólogo formado en el espacio académico. Yo diría que su
forma de razón se resiste activamente a someterse a la ‘pura
forma’ lógica, sin por ello dejar en absoluto de razonar. Tan es
así que, como el silogismo no parece tener fuerza suficiente
como para imponerle ninguna conclusión ‘necesaria en sí’, es el
interrogador quien ha de correr en su ayuda (en ayuda del
silogismo, claro): “Aún cuando no hayas estado allí, puedes [o
sea, debes] contestarla”. El anciano resiste impasible a la
autoridad de la lógica, la que le vence es la autoridad del lógico.
De entrada, al anciano kpelle el problema ‘puramente lógico’ no
le dice nada, el saber abstracto es para él literalmente in-
significante. Sólo empieza a significar —¡y esto es lo decisivo!—
cuando él interviene y pone en juego su saber adquirido.
Enfrentado al problema lógico, lo primero que hace es intentar
establecer el contexto o situación en el que se da el problema,
poner las cosas en su lugar: “¿Estaban en el monte?, ¿estaban
comiendo juntos?”. Por mucha lógica que se le plantee desde
fuera, desde el espacio ideal, para él es evidente que, si no
estaban en el monte, mal iban a poder comer, ni juntos ni
separados. Esta primera reacción es un intento de objetivar el
problema, pero se trata de una objetivación concreta, situada, y
no —como la de la razón moderna— abstracta, es decir,
separada del contexto y con pretensiones de validez universal.
La segunda exigencia de nuestro buen kpelle trata de vincular el
problema con su propia experiencia como sujeto:
“¡Pero yo no estaba allí, ¿cómo puedo responder?!”. Introduce
un ‘yo’ y un ‘allí’ que son deícticos, es decir, que sólo adquieren
significado in situ. Para él no hay razonamiento sin un sujeto
concreto, situ-ado. Y no hay razonamiento sin que ese sujeto
situado razone sobre algo también concreto, situado en algún
lugar. La lógica que empezó a desarrollarse en Grecia no quiere
hacer abstracción sólo del contexto sino también del sujeto. No
trata sólo de extraer la cuestión de su lugar propio, sino de
extirpar también al sujeto de su lugar y actividad propios: ser él
el que razona. La lógica del interrogador, lejos de ser ‘lógica
pura’, responde a una costumbre muy típica entre ciertos grupos
de occidente: construir la ilusión de hacer como si nadie
razonara sobre algo que, en el fondo, también es nada, es decir,
como si el razonamiento discurriera por sí mismo. Es la lógica
característica del espacio homogéneo e isótropo. Sólo es ‘lógica
pura’ en la medida en que consiga ocultar que obedece a una
singular costumbre, es decir, en la medida en que logre
legitimar ese no-lugar que es el espacio como el único lugar
posible de racionalidad.
Cuando, por fin, el anciano se decide a cooperar, pese a que el
interrogador va descartando sus exigencias (es decir, cuando
seguramente queda convencido de que con la mentalidad
greco-europea del interrogador no hay manera de razonar),
entonces acierta en la respuesta (si por ‘acertar’ entendemos
llegar a la misma conclusión que mediante el silogismo).
Acierta, sí, pero la razón que da no tiene nada que ver con la
supuesta fuerza ineluctable del silogismo: “La razón es que el
venado negro camina todo el día....”. Para nada aparece la araña,
que era pieza clave del razonamiento.
En cambio, observamos que el sujeto no se resigna a quedar
excluido de una conclusión que —para el interrogador—
debería haber llegado por sí misma: lo que el kpelle hace es
producir información nueva que apoye su respuesta. En
resumen, para que el problema lógico no le sea in-significante
debe dejar de ser puramente lógico, debe poner en lugar de su
universalidad y necesidad circunstancias tan poco ‘universales y
necesarias’ como el contexto de la acción, el sujeto que la piensa
y el conocimiento adquirido in situ que él mismo decide poner
en juego. En este sencillo diálogo, el anciano y analfabeto kpelle
obliga a revelarse las diferencias radicales entre el pensamiento
del espacio y el pensamiento del lugar, así como las formas de
poder y legitimación que se juegan en cada caso.
Lo que también puede observarse en este ejemplo es que al
lugareño no alfabetizado ‘la lógica’ le cae de fuera, proviene —
literalmente— del espacio exterior. Es la lógica del antropólogo,
a la que súbitamente se ve enfrentado. Es bien significativo que
todos los estudios de este tipo coincidan en que la “capacidad
para aceptar la tarea lógica” es directamente proporcional al
22
grado de escolarización12 La Ilustración exportará, junto a su
ideal de escolarización universal, la forma de conocimiento
propia de la escuela: una lógica tan abstracta como lo es la
escuela, también abstraída/extraída de su entorno (muros, rejas,
alambradas...) y de las formas tradicionales de transmisión del
saber (no curriculares, ligadas a las prácticas...).
Quizá, cuando todas las formas de vida social se hayan
ahormado según el molde escolar, por fin se realice el ideal
moderno de abstracción y extracción uni-versal.
Pero antes de entrar de lleno en la cuestión escolar nos
detendremos en el proceso histórico del que cobra su sentido
más profundo. La tensión o lucha entre espacio y lugares se da
hoy y en cualquier momento y lugar. En el espacio del aula
también la pandilla encuentra un lugar y ese lugar se recrea, a
su vez, según rasgos del espacio escolar. Pero también podemos
seguir esa tensión a través de su evolución en el tiempo para
mejor entender cómo ha llegado a nuestros días en la forma en
que lo ha hecho. Es una larga historia que podemos hacer
arrancar de las metáforas fundamentales que inauguran la
llamada modernidad.
Invención del espacio y acorralamiento del lugar
Cuando Galileo mira alrededor, ya no ve lugares sino espacio,
más aún, espacio textual. Lo que ve es “este vasto libro que está
siempre abierto ante nuestros ojos, me refiero —dice— al
universo. Pero no puede ser leído hasta que hayamos aprendido
el lenguaje y nos hayamos familiarizado con las letras en que
está escrito. Está escrito en lenguaje matemático, y las letras son
los triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las que es
humanamente imposible entender una sola palabra” (Il
Saggiatore, 1623, cuestión 6). Descartes, por su parte, se imagina
a sí mismo como una “mente-en-una-cuba”13, que encuentra en
su interior cuanto de verdadero pueda haber pues está
12
Véase el trabajo pionero de A.R. Luria (1987) y los reunidos por M. Cole y S. Scribner,
op. cit.
13
La expresión es de B. Latour (2001: 16): “Descartes perseguía la certeza absoluta, (…)
que es un tipo de fantasía neurótica que sólo una mente quirúrgicamente extirpada
perseguiría tras haber perdido todo lo demás”.
desconectado de un exterior que se reduce a pura extensión,
mero espacio in-significante. Locke, por el contrario, aunque en
el fondo es lo mismo, imagina las cabezas de las gentes como
una “tabula rasa”, un “gabinete vacío”, una “página en blanco,
vacía por completo de caracteres”. Con estas metáforas empieza
una historia que puede interpretarse como una progresiva
desolación, a-corralamiento y a-rasamiento literales de los
lugares y su progresiva sustitución por ese espacio abstracto,
homogéneo y uni-versal14 sobre el que se edifican tanto las
mentes escolarizadas como los propios edificios escolares. La
empresa toda de la modernidad ilustrada puede narrarse como
una progresiva expansión del espacio en lucha contra los lugares
y los modos populares de ejercicio del poder y del saber que
arraigan en ellos.
Aula, laboratorio, despacho: in-cubadoras de poder global
De todos estos no-lugares globales, que se gestan al calor de la
Revolución burguesa y se van universalizando con el empuje de
revoluciones posteriores (ya sean las sucesivas revoluciones
industriales, ya las llamadas comunistas), merecen destacarse
tres, en los que se representa —y en los que se fundamenta— de
forma paradigmática el espacio global. Me refiero a esos no-
lugares que suelen quedar en la sombra pues se sitúan tras el
foco mismo de las Luces: el aula escolar, el laboratorio científico
y el despacho del burócrata. Sus similitudes son ciertamente
sorprendentes:
• Los tres son recintos, espacios acotados, y acotados por
paralelepípedos.
• Los tres están de-finidos por muros que los
aíslan/abstraen del exterior, un exterior que se crea
como tal precisamente en virtud del cercamiento
mediante muros.
• En los tres reina, como consecuencia de su cercamiento,
una luz artificial y homogénea.
14
Una espléndida versión de esa historia puede leerse en L. Castro Nogueira (1997).
23
• Los tres son espacios clónicos, idénticos a sí mismos en
cualquier rincón del planeta, donde funcionan como
poderosas máquinas de sustitución de las realidades
concretas por otras regidas por criterios de racionalidad
a-locados.
• Los tres son espacios privilegiados de conocimiento
experto y abstracto, como corresponde a su
extracción/abstracción de un exterior de cuya
distracción parecen defenderse.
• A los tres les rodea cierto aura de sacralidad, derivada de
su carácter separado, donde cualquier voz no autorizada
es condenada al silencio.
• En los tres, cualquier sorpresa se recibe con
preocupación y se persigue hasta reducirla y anularla.
• Los tres son indicadores del grado de progreso de una
nación.
• Los tres son espacios asépticos, a cuya entrada debe
abandonarse cualquier bagaje exterior (experiencia,
lenguaje vernáculo o suciedad) que sería visto como
perturbador y contaminante.
• Los tres encuentran su sentido, no en el presente y el
lugar concretos en que actúan, sino siempre más allá, en
el futuro y en el exterior que plani-fican, es decir, que
hacen plano —o tabula rasa— para rehacerlo según sus
planes (planes de estudio, planes de investigación,
planes de gestión);
• Los tres planifican, además, sus propias actividades
según un método.
• En los tres domina la seriedad —¿será un efecto de su
serialidad?— y se excluye toda broma (tanto desde ellos
como sobre ellos); en los tres fluye con toda naturalidad
una jerga artificial experta que desprecia las lenguas y
los saberes comunes, que así reaparecen como factores
distorsionantes y modos de ignorancia.
• Y mediante los tres se globaliza la percepción popular de
que —sea lo que sea lo que en ellos se enseñe, se
investigue o se gestione— el conocimiento y las
decisiones no surgen de los propios lugares y saberes
comunes sino de instancias separadas/abstractas, de un
conocimiento experto que siempre viene de afuera y de
arriba.
Sobre los rasgos comunes a estos tres no-lugares globales, se
establece una clara división de funciones entre ellos que forja su
íntima solidaridad. El laboratorio es el espacio del que fluye el
único discurso de la verdad al que acepta someterse el hombre
moderno, el nuevo Sinaí del que los nuevos sacerdotes recogen
las tablas de la ley: la ley científica (que ahora, conforme impone
la creencia en el progreso, siempre será —como las incesantes
innovaciones técnicas— provisional y renovable). Por su parte,
el despacho del gestor o del burócrata —sea público o privado,
administrativo o empresarial— abandona aquella concepción de
la política como “arte de lo posible” para sustituirla por la de
“administración de lo necesario e inevitable”15, pues sus
decisiones se fundamentan ahora, no en la arbitrariedad, la
voluntad o la tradición, sino en la racionalidad tecno-científica
que mana del laboratorio.
Y, recíprocamente, el gobierno de los despachos construye a su
vez el espacio social como inmenso laboratorio, donde las
gentes, percibidas como masas o poblaciones, son sometidas a
continuos experimentos de ingeniería social y política (eso sí,
siempre por nuestro bien).
La tecnoburocracia o el delirio político de la razón
La íntima complicidad de laboratorio y despacho funda así una
racionalidad a-locada (tanto en lo que tiene de enloquecida y
delirante como en su falta de emplazamiento o localización) y
global en la que se legitima la que algunos han empezado a
considerar como nueva clase dominante planetaria: la
tecnoburocracia. En realidad, la emergencia de esta nueva clase
global se alumbró en los primeros experimentos sociales
15
En esto, no deja de acertar la percepción popular de que los programas de los diversos
partidos políticos se parecen como gotas de agua: su común pretensión de legitimación
racional, sumada al dogma de la razón a-locada como única racionalidad posible, cierra
efectivamente el camino a toda opción propiamente política.
24
llevados a cabo por los regímenes de ‘socialismo científico’ y ya
fue detectada, poco después, en algunos diagnósticos
anticipatorios: “La clase virtual de los tecnoburócratas tiene un
poder de decisión no controlado que hace que sus aptitudes
técnicas sean excepcionales, independientes de los fines a los
que deberían servir. Su fuerza reside en su omnipresencia, que
va de las grandes empresas industriales a la administración del
Estado, de los organismos de planificación públicos y privados a
los estados mayores de los ejércitos modernos (...) y se
intensifica en su propensión a invadir los ‘aparatos’ de los
diversos partidos políticos, independientemente de sus
tendencias, por no hablar de los sindicatos, tanto obreros (¡ay!)
como patronales. Su propensión a la omnipresencia se extiende
asimismo a los distintos organismos internacionales, sean las
Naciones Unidas, la Unesco, la Otan, las diferentes instituciones
europeas, etc.” (G. Gurvitch, 1969: 133)16. Ambos espacios llegan
así a trasvasar entre ellos, y sin el menor pudor, sus respectivas
funciones específicas, de modo que el laboratorio se instituye
como espacio de poder y el despacho como espacio de
racionalidad tecnocientífica.
El cubo que modelaba el espacio interior de las mentes de
aquella tribu abstractora ha venido así a modelar también el
espacio exterior, un espacio global donde ahora los cubos o
cubículos (escolares, tecnocientíficos y gerenciales) son los no-
lugares del poder. Pero la legitimación científica del poder de
los expertos sólo puede ejercerse sobre un tipo humano muy
especial, un tipo humano convencido de que ni su propia
experiencia ni lo que puedan saber sus iguales, vecinos o
compañeros, es fuente de saber digna de crédito; un tipo
humano convencido de que la lengua que aprendió sin esfuerzo
desde pequeño no es el lenguaje correcto ni apropiado; un tipo
humano convencido de que para saber y progresar debe
abandonar su lugar y encerrarse en ciertos recintos especiales,
separados/abstraídos de todo entorno natural y social; un tipo
humano convencido de que el conocimiento se parcela en
16
Sobre la difusión de esta tecnoburocracia por todo el tejido social, en forma de
médicos, trabajadores sociales, abogados y otras ‘profesiones inhabilitantes’ puede verse
I. Illich et al. (1981).
recintos o disciplinas y de que para cada una de ellas sólo ciertos
expertos —por supuesto, científicos— tienen voz autorizada (y
autorizada, por cierto, por la Administración del Estado).
Pues bien, la construcción de este curioso tipo humano a nivel
global es el objetivo de la empresa escolarizadora, en cuyas
aulas-cubos, de forma progresivamente gratuita y obligatoria, se
modelan, durante años, las mentes-en-un-cubo de la infancia y
juventud de todo el planeta: es lo que se llama crear ciudadanos,
fabricar ciudadanía.
El cubo—aula escolar, pro-yectado desde los cubos— despachos
y los cubos-laboratorios, ahorma y forja así las mentes- en-una-
cuba infantiles que garantizarán la perpetuación de esa especie
de cubificación universal. Hans Magnus Enzensberger (1986: 4)
lo señala con toda precisión: “Los pueblos no han aprendido a
leer y escribir porque tuvieran ganas de hacerlo, sino porque se
les ha obligado. Su emancipación ha sido al tiempo una
incapacitación. A partir de ese momento, el aprender ha
quedado sometido al control del Estado y sus agencias: la
escuela, el ejército, la justicia… Los niños de Ravensburg que en
1811 participaron en la adjudicación de un premio cantaban ya:
“Trabajador y obediente / es lo que el buen ciudadano
/debe ser honradamente. /
La escuela, cual debe ser, / forjará en la juventud / el sentido del
deber. /
Sólo la escuela consagra / a esta virtud eminente /y presta
conocimientos / que enriquecen nuestra mente. /
Para siempre agradezcamos / ¡Viva el Rey! / ¡Viva el Estado!
/Donde de escuelas gozamos.”
El metacubo tridimensional que tiene por ejes los cubos aula-
laboratorio-despacho constituye así la más formidable máquina
globalizadora, que más preciso sería llamar cubificadora.
* * *
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