Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Libertad en Cristo
Sbado 2 de septiembre
Entre sus oyentes, muchos eran atrados a l con fe, y a stos les
dijo: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seris verdadera-
mente mis discpulos; y conoceris la verdad, y la verdad os liber-
tar.
Estas palabras ofendieron a los fariseos. Pasando por alto la larga
sujecin de la nacin a un yugo extranjero, exclamaron colrica-
mente: Simiente de Abraham somos, y jams servimos a nadie:
cmo dices t: Seris libres? Jess mir a esos hombres esclavos
de la malicia, cuyos pensamientos se concentraban en la venganza,
y contest con tristeza: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel
que hace pecado, es siervo de pecado. Ellos estaban en la peor clase
de servidumbre: regidos por el espritu del maligno.
Todo aquel que rehsa entregarse a Dios est bajo el dominio de
otro poder. No es su propio dueo. Puede hablar de libertad, pero
est en la ms abyecta esclavitud. No le es dado ver la belleza de la
verdad, porque su mente est bajo el dominio de Satans. Mientras
se lisonjea de estar siguiendo los dictados de su propio juicio, obe-
dece la voluntad del prncipe de las tinieblas. Cristo vino a romper
las cadenas de la esclavitud del pecado para el alma. As que, si el
Hijo os libertare, seris verdaderamente libres. Porque la ley del
Espritu de vida en Cristo Jess se nos dice me ha librado de la
ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:2) (El Deseado de todas
las gentes, p. 431).
Dios pide a los hombres que se opongan a los poderes del mal.
l dice: No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para
que le obedezcis en sus concupiscencias; ni tampoco presentis
vuestros miembros al pecado por instrumentos de iniquidad; antes
presentaos a Dios como vivos de los muertos, y vuestros miembros
a Dios por instrumentos de justicia (Romanos 6:12, 13)...
www.escuela.sabatica.com 85
En este conflicto de la justicia contra la injusticia, podemos tener
xito nicamente mediante la ayuda divina. Nuestra voluntad finita
debe someterse a la voluntad del Infinito; la voluntad humana debe
unirse a la voluntad divina. Esto nos proporcionar la ayuda del Es-
pritu Santo, y cada conquista ayudar a recuperar la posesin ad-
quirida por Dios, a restaurar su imagen en el alma (Nuestra elevada
vocacin, p. 155).