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Confianza en el anteojo, no en el ojo;
en la escalera, nunca en el peldaño;
en el ala, no en el ave;
y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.
J  
  

¿Puede el televidente comportarse como sujeto del inconsciente? (a pesar de no surgir


del análisis). ¿La TV hace surgir al inconsciente en su apertura y cierre? ¿Pueden los contenidos
de la pantalla, las imágenes mismas dividir al sujeto? No hay separación del significante y goce
porque no es posible una relación transferencial pero que algo mueve, algo mueve.
¿Puede la televisión asumir el rol del otro, de un Gran Otro?
Marita dice: La TV pretende colocarse en el lugar del gran Otro:
todo lo mira, todo lo expone, todo lo contiene. Como dice Lacan al
principio: El Otro es el que puede decirlo todo en potencia. Pero resulta
que no, que está barrado, que falla, que goza, etc. Entonces, ¿Qué ³clase´
de Otro es la TV?

Entonces no sería la TV la que se irroga el lugar del Otro sino también que es el mismo sujeto
como televidente, el sujeto-televidente que le da a la TV el lugar de ese Otro que todo mira y nos
mira. Que en su pretensión puede fallar pero no completamente.
Me es imposible dejar de hacer analogías a la relación del televidente con el mensaje que
viene de la televisión con la relación del sujeto con su Otro. Acaso todos los mensajes
televisivos no apelan a un deseo, a nuestros deseos y como tal no nos hablan a partir de un vacío,
de nuestros vacíos. Aquí apelar no es reclamo sino llamado repetido y en ese caso también se
vale de él. Yo pienso que al ofrecer señuelos al deseo lo obtura intermitentemente no hay cierre.
En esa obturación nos acercamos a nuestro real y en esa medida a nosotros mismos como sujetos
tachados.
¿Es posible hablar de la relación televidente-televisión como una relación transferencial?
Si la transferencia es un acto de amor; por lo menos al nivel del inconsciente ¿televidente y
televisión se unen en un acto paradójico de amor-odio?
No hay transferencia propiamente dicha sino simple simulación de la relación
transferencial pero en el juego de las imágenes televisivas demandamos y en la demanda misma
hay amor.
Si el televidente es sujeto y de por sí lo es ¿le habla a la pantalla? Qué de él se revela en
el hecho de ver. Solo aquello que nos habla del Otro,
Y si lo que ofrece la televisión es un gran saber no sólo de conocimientos sino también
de sentimientos ¿no es a partir del Otro-Amo desde el que nos habla la TV? y en ese caso ¿sólo
nos habla o hay algo más allá?
No hay por eso sujeto-televidente ignorante, una tabula rasa pasiva que ve TV y se sacia
atiborrado de mensajes anodinos porque ³el sujeto debe saber lo que hace o por lo menos
suponerlo´ y en el proceso de ese deber ³el sujeto interroga al inconsciente sobre el por qué´, sin
el análisis las preguntas y respuestas caerían en saco roto, pero es verdad que siempre
encontramos la manera de sacarle la vuelta a la angustia y como parte la TV aparecería como el
gran proveedor de respuestas.
Si en la transferencia el analista es el depositario de las identificaciones del sujeto en su
goce, la TV es depositaria también de esas identificaciones pero como no está en el lugar del
analista regresa esas identificaciones en forma de un goce plus.
2

Si nosotros como sujetos nos presentamos siempre en falta, qué nos devuelve la
televisión para cubrir esa falta. Si el televidente está en falta se comporta entonces como sujeto
del deseo, como amante; y la televisión como su amado, el único en no tener alguna cosa. Ya el
saber es una cosa muy preciada.
Si el sujeto está en falta por culpa de su deseo y todo ello se articula en su demanda
particular. Habría que preguntarse qué de esa demanda se engancha con TV. Entendiendo que el
deseo está inscrito entre la demanda al Otro que tiene (en relación con la necesidad) y la
demanda al Otro que no tiene (de amor).
Las imágenes de la TV no hacen más que emular las imágenes de los sueños. Entonces
podríamos decir que cuando vemos TV estamos en actitud de ensoñación. El nos da las
imágenes y en esa dar a ver todas las    (al decir de Eisentein), dibujos, colores,
figuras, etc. Todo esto es visto en su realidad de mirada. Más adelante trataré de desarrollar la
mirada en su relación con el sujeto-televidente.
Empezando desde el inicio relacionaremos varios conceptos con el hecho de ver TV. La
identificación, la pulsión escópica y la mirada en su función como objeto .
Según Freud la identificación es la manifestación más temprana de un enlace afectivo a
otra persona y desempeña un importante papel en la prehistoria del Complejo de Edipo1. La TV
tiene que ver más con el ver-verse y en ese lugar está incrustada la pulsión escópica que Freud
define de la siguiente manera:
³la pulsión de escopofilia es autoerótico al principio de su actividad;
posee un objeto, pero lo encuentra en el propio cuerpo. Sólo más tarde es llevado
(por el camino de la comparación) a cambiar este objeto por una parte análoga
del cuerpo ajeno (fase a). Esta fase preliminar es interesante por surgir de ella las
dos situaciones del par antitético resultante, según el cambio tenga efecto en un
lugar o en otro.´2

Si la identificación aspira a conformar el propio yo analógicamente al Otro tomado como


modelo3 en un principio del desarrollo del yo, acaso no dicen que la TV es por excelencia el
lugar en donde caben todas las identificaciones del televidente. Si en el desarrollo de la
identificación freudiana el sujeto al final captura un rasgo del objeto de amor ¿no es este el rasgo
particular hecho masa el que el televidente reconoce en la TV?
Dicen que la TV encanta como los encantadores de serpientes hindúes, porque la
posición de la cobra embelezada, ya sabemos no por el sonido sino por el movimiento de la
flauta, se asemeja al televidente frente a su programa favorito. Se diría que no hay nada más
hipnótco que el hecho de ver TV. Que pasa si tomamos la fórmula de la hipnosis desarrollada
por Freud para hacer una analogía con la TV en el lugar del objeto externo.
Según Freud ³Tal masa primaria es una reunión de individuos que han reemplazado su
ideal del «yo» por un mismo objeto, a consecuencia de lo cual se ha establecido entre ellos una
general y recíproca identificación del «yo»´.4 Es decir, que la respuesta ante el objeto externo
(en este caso la TV) es un identificación  del «yo». La TV toca lo que a cada uno nos
compete como objeto del yo y que por causa de lo que la TV nos dice se pone en el mismo lugar
del Ideal de Yo, es decir la identificación en su pureza freudiana.
³La identificación es su soporte. Sirve de soporte a la perspectiva
elegida por el sujeto en el campo del Otro, desde donde la identificación
especular puede ser vista bajo un aspecto que procura satisfacción. El punto del
ideal del yo es el punto desde el cual el sujeto se verá, según dicen, 
1
Freud, S. Psicología de masas. Alianza Ed. 2001, pág 42
2
Freud, S. LXXXIX- Las pulsiones y sus destinos. 1915. pág. 1391
3
Freud, S. Psicología de masas. Alianza Ed. 2001, pág 44
4
Freud, S. Psicología de masas. Alianza Ed. 2001, pág 55.
3

!   ±esto le permitirá sostenerse en una situación dual satisfactoria para


él desde el punto de vista del amor.´5

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La TV toma el lugar del Otro en su posición de Ideal y como dice Lacan ³ I


mayúscula, que está en el Otro, desde donde el Otro me ve tal como me gusta que me vean.´7
³ en la medida en que yo percibo, mis representaciones me
pertenecen. Por eso el mundo está signado por una presunción de idealización,
por la sospecha de que sólo me entrega mis representaciones.´8

¿es la TV omnipotente y el televidente un sujeto impotente y sin defensa como en la


hipnosis ejemplificada por Freud? Como en la hipnosis la conciencia moral puede oponer una
intensa resistencia o una completa docilidad y que no se trata más que un juego de pura ficción.
No hay cuco televisivo porque no hay víctima ignorante.
³La definición estructural ( ) de la hipnosis es ésta de la
confusión, en un punto, del significante ideal desde donde se localiza el
sujeto con la *´9

Como la TV involucra al ojo y su proceso simbólico resumido en la mirada que parte de


la pulsión escópica, ahora aquí desarrollamos la noción de mirada.
Parafraseando a Lacan, en la relación escópica, es la mirada, el objeto del que depende el
fantasma al cual está suspendido el sujeto, un objeto privilegiado, surgido de una separación
primitiva, de alguna automutilación inducida por la aproximación misma de lo real. La mirada
como objeto . ³ de todos los objetos en los que el sujeto pudo reconocer su dependencia del
registro del deseo, la mirada se especifica como inasible´.10 Y como tal es la mirada en la que
nos perdemos en el hecho de ver TV, la fascinación misma en su primitivismo que nos encajona
en el deleite de disfrutar de nuestros programas y personajes favoritos.

5
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 276.
6
Freud, S. Psicología de masas. Alianza Ed. 2001, págs 54
7
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 276.
8
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 88.
9
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 281.
10
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 90,
4



³  se presenta, en el campo de espejismo de la función narcisista del
deseo, como el objeto intragable ( ) que queda atorado en la garganta del
significante. En ese punto de falta tiene que reconocerse el sujeto.´11

La mirada se ve, la mirada que me sorprende y me reduce a la vergüenza, ya que éste es


el sentimiento que más me recalca. Una mirada lo sorprende haciendo de mirón. La mirada es
presencia del Otro en tanto tal. La mirada instaurada en la función del deseo. Si hablamos del
deseo, hablamos de lo simbólico de la función de la falta, de la aparición del espectro fálico: la
castración misma, el menos (- ) la cual centra toda la organización de los deseos a través del
marco de las pulsiones fundamentales. Hasta encontrar la mirada como tal en su función pulsatil,
esplendente y desplegada. Si en el ejemplo de ³Los Embajadores´ de Holbein, Lacan dice que
este un cuadro para cazar miradas, la TV en todo su esplendor y fascinación es la gran cazadora
de miradas de la postmodernidad que hace caer en la trampa al que mira, a nosotros, al
televidente.
³ hay algo en el mundo que mira antes de que haya una vista para verlo, y que el ocelo del
mimetismo es un presupuesto indispensable del hecho de que un sujeto pueda ver y quedar
fascinado, que la fascinación de la mancha es anterior a la vista que la descubre´12.
³ la voz, casi enteramente planetarizada, y hasta estratosferizada, por nuestros aparatos
y la mirada, cuyo carácter omnipresente no es menos sugerente, pues todos esos espectáculos,
todos esos fantasmas, no solicitan nuestra visión, más bien suscitan la mirada.´13

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La función de la mirada: ³Somos seres mirados, en el espectáculo del mundo. ( ) el
espectáculo del mundo, en este sentido, aparece como omnivoyeur. ( ) este lado omnivoyeur
asume como la satisfacción de una mujer al saberse mirada. Con tal de que no se lo muestren´15
¿pero qué pasa cuando hay intermediación de la televisión? Porque la TV no es el mundo, es una
representación electrónica y bidimensional. A diferencia del mundo (la TV) es exhibicionista y
provoca la mirada.
Es la TV omnivoyeur por sí misma. Sí el espectáculo del mundo es mirado en cada hogar
y siempre ha sido así. La novedad es que ahora la TV te muestra ³el mismo hogar´ y va
entrecomillado porque si es televisado ya no es ³el mismo hogar´. En ³la época del Otro no
existe´, la TV pretende irrogarse el lugar de ese Otro ¿en verdad lo hace?
³Truman Show´ no demuestra nada porque es un panfleto apocalíctico de cómo funciona
la TV. En la película es y no es así y nada nos enseña más allá de su moralina acomodada a los
tiempos del cínico rechazo a la neo-televisión. Y el ejemplo de Matrix insinúa una
!+,- del televidente. Por Freud sabemos que el sujeto no está ajeno a .
Como puede ser la TV omnivoyeur si es imposible que penetre en nuestros hogares, a no
ser que sea dejándose ver. Somos los televidentes los omnivoyeurs y he ahí el lugar donde como
bien dice se tele-goza. Claro si miramos somos mirados pero por Otro, para darle la calidad de
omnivoyeur debemos demostrar que la TV puede convertirse en un Gran Otro, un otro
electrónico.
En ese lugar ¿puede en verdad la TV disfrazar lo real? Cuando sabemos que ya viene
³disfrazado´ desde el inconsciente. Si como dice Sinatra la TV lo disfraza (lo real) es que la TV
habla de lo real ¿en verdad es de eso de los que nos habla la realidad? Hacerlo hablar de lo real

11
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 278.
12
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 280-281.
13
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 282.
14
Sinatra, Ernesto S. ³La Televisión es omnivoyeur y sus hijos tele-gozan´. Buenos Aires.
15
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 82-83.
5

significaría ponerlo en el peligroso lugar transferencial de el Otro. Pero si lo real no tiene


nombre y nos angustia y no podemos gozar de él, cómo la TV nos seduce hasta el
enamoramiento llevándonos a la adicción.
Puede la TV inducirnos a nosotros y nuestros hijos a gozar de una manera uniforme,
como un caudillo hace de sus seguidores al límite de la hipnosis.
Podemos ignorar la globalización y que ya hay inevitablemente varias generaciones
herederas de la TV y que seguirán habiéndolas. Es menos válido recibir rasgos de identificación
de la TV que de nuestros padres, con los padres que tenemos podríamos pensar que algunas
veces es mejor que no sean nuestros padres los indicados a identificarnos.
No sé que TV ha visto Sinatra pero no toda la TV te da lugares comunes. No hay nada
común en la TV y sí es verdad que los guionistas nos dan violencia y sexo pero no más
traumática que la que nos ofrece la realidad misma.
¿Es tan simple que con sólo sexo y violencia y el tele-adicto esperando el maniqueo
 . sube como la espuma? Demasiado fácil de conseguirlo si fueran solo eso los ingredientes.
Hay detrás del sexo y la violencia algo más. Siempre hay algo más detrás de ello.
Este invento es ³tan rentable´ en algunos países y en países pobres no lo es. Y hacer TV
no es de bajo costo, cada programa incluye decenas de personas y miles de dólares para su
emisión. Lo que si es verdad es que abusa de la identificación pero no sólo de sus protagonistas
sino de los contenidos también. Es evidente que el goce está en el mirar, no es ninguna novedad,
y que entra directamente al dormitorio y en la sala tampoco; tan normal como ir a un porno
show y dicho sin ironía.
Sí es cierto, que la pregunta sobre la verdad de las escenas es la pregunta no morbosa
porque es nuestra pregunta cotidiana sobre cómo goza el Otro pero no para desconocer el de uno
sino para gozar como él.
¿La TV fascina porque nos da ese plus de gozar que sintoniza con los fantasmas
particulares?
Lo que pasa en la TV existe y ya no importa si es verdad o falso porque la gente sabe que
es ficción que lo que viene de la TV es una verdad cuestionable con la que puede entretenerse y
gozar todo lo que quiera. Es una conclusión evidente que los ³acontecimientos ofrecidos (en la
TV) por la mirada es goce´16
Antes que preguntarse ³qué hace uno con lo que consume´ hay que preguntarse por qué
es que consumimos y si lo que consumimos nos hace mejores o peores individuos, pero sin
prejuicios.
¿Es la salida al decir de Sinatra permitir reintroducir la subjetividad en el individuo de
las multitudes, un instrumento cuestionador del consumo?
A partir de lo que nos dice J.A. Miller lo que podría enganchar a los televidentes con la
TV, la que miramos y nos mira es el concepto de «imagen reina». ³la «imagen reina» como
homóloga, en lo imaginario, de la expresión significante amo en lo simbólico´17. Miller dice que
³el significante amo designa, hablando con exactitud, al significante distinto por el cual el sujeto
busca ser representado en lo simbólico e introducido en la cadena significante´18. Sin padres, sin
ley, nos encontramos con un hueco en nuestro significante, la hiancia que nos lleva al borde del
abismo de lo real ¿la TV se comporta como el medio de acercarnos a este significante amo y
calmar nuestras angustias?

16
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 82-83.
17
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidación de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998 pág. 578
18
Ibidem.
6

Al decir de Miller son tres las ³imágenes reina´ que son extraídas por el psicoanálisis del
universo de las imágenes: el propio cuerpo (estadio del espejo), el cuerpo del Otro (castración) y
el falo (significante imaginario). Con la TV sin lugar a dudas entra en juego el propio cuerpo, el
del otro y el falo.

³ hay al menos una diferencia entre significante amo e imagen reina:
las imágenes reinas no representan al sujeto, pero se coordinan en su goce.
Propongo poner en discurso el hecho de que esas tres imágenes reinas están
investidas en el fantasma´19 .
¿Es la imagen televisiva la misma que la imagen que reina? Claro que sí, su antecedente
es la palabra latina ., definida como retrato o representación, de la misma familia de  
(remedar). Estas imágenes son parte del registro imaginario del sujeto pero sólo son posibles
como tales si hacemos de ellas significantes. Entonces estamos hablando de la misma imagen
³Al final la imagen es una inevitable modalidad del fantasma´ (una frase sin imagen no es
fantasma). ³Una frase-imagen es una imagen cristalizada´20.
¿Cuál es la imagen reina de la TV? Qué nos dice el rostro de la TV que nos habla y que
nos mira y en este sentido, sí es un voyeur que nos invita a en perfecta reversibilidad a ser visto.
³ la realeza de la imagen, si ella existe, realiza una captura
significante del goce ( ) son imágenes que están bajo un imperio. El
imperio de la mirada´21.
Imagen, imaginario, fantasma, mirada, goce y castración son los conceptos que articulan
al sujeto con su mundo y con el Otro, también son los elementos que articulan el sujeto-
televidente al hecho de ver TV.
Miller: Lacan propuso un nueva teoría de la imagen en la medida en que el campo de la
percepción es interrogado por él a partir del deseo y del goce. La fenomenología, en nuestro
siglo, incluye en el espectáculo del mundo la presencia del cuerpo, pero no liberó la proscripción
del goce en el campo de la percepción. Lacan restableció la pulsión en el campo escópico y se
esforzó en percibir el campo escópico a partir de la pulsión.
Antes que la TV nos mire es necesaria nuestra mirada en goce, mirada en su plus-de
gozar-visual (objeto ). En el éxtasis del goce de los tele-adictos (y yo me incluyo entre ellos) y
de los simples televidentes (si es posible nombrarlos como simples), nos sentimos culpables y
nos enfrentamos ante la mirada de Otro (como Padre o lo que sea que lo represente) que nos
censura e impide el goce. Que mejor goce que el censurado por la mirada del padre en
impotencia, en castración.
³Que la percepción (visual) no convoca ±por lo menos no
directamente- el despertar de la conciencia, sino las ocasiones para que el
sujeto encuentre el objeto  en su sueño ( ) es la pulsión que
despierta´22.¶
La TV te remite al ojo, pero más allá del ojo, esta él hecho de ver, y más allá aún está la mirada,
la mirada como objeto  y en ese encuentro está justo la fascinación de ver televisión.
³ de todos los objetos en los que el sujeto puede reconocer su
dependencia en el registro del deseo, la mirada se especifica como
inasible ( ) la mirada sea un objeto desconocido y quizá también por eso
19
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidación de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998 pág. 583.
20
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidación de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998 pág. 583.
21
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidación de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998 pág. 583.
22
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidación de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998 pág. 589.
7

el sujeto simboliza en ella de modo tan logrado su propio rasgo


evanescente y puntiforme en la ilusión de la conciencia de   , en
la que se elide la mirada.´23

El objeto  como tal es un semblante de ser, que no existe, que no es / 01 (realidad.
Y cuando es real, todo lo restante desaparece. Porque Lacan se refiere a la pulsión escópica
tratándose del objeto , que no es no seno, ni el excremento, ni el falo, ni la mirada, ni la voz.
Cuando Lacan inventa el objeto , no es como un doble del objeto oral, sino como un agujero,
un vacío semejante al que obliga al impulso de la pulsión a contornearlo. Entonces la TV se
articula como modo de goce alrededor se ese agujero.
³La mirada es precisamente la encarnación del objeto . Es una
encarnación material, porque le es necesaria la luz.´24

Miller: Planteó la Cosa frente al Gran Otro, como está el objeto  frente al sujeto porque
advirtió que la libido no podía ser reducida al deseo. Transferencia centrada en un objeto
libidinal que no vemos, sobre el . invisible. Después (Lacan) de haber situado al objeto
entre el significante de la identificación y el afecto de angustia. Tomó como paradigma la
pulsión escópica.. Al fin de ese recorrido consideró la pulsión escópica como paradigma del
objeto  en el límite de la experiencia psicoanalítica.
La función de la mirada al decir de Lacan se presenta ³Somos seres mirados, en el
espectáculo del mundo. ( ) el espectáculo del mundo, en este sentido, aparece como
omnivoyeur. ( ) este lado omnivoyeur asume como la satisfacción de una mujer al saberse
mirada. Con tal de que no se lo muestren´25 ¿pero qué pasa cuando hay intermediación de la
stelevisión? Porque la TV no es el mundo, es una representación electrónica y bidimensional. A
diferencia del mundo (la TV) es exhibicionista y provoca la mirada.
La TV como representación del mundo que te pregunta ¿Acaso no ves ? (solicitación
de la mirada). Reconoce en el ojo su rector. Está demás decir la importancia del ojo rector de la
percepción de mundo. Metáfora de algo anterior al ojo ³la preexistencia de una mirada ±sólo veo
desde un punto, pero en mi existencia soy mirado desde todas partes.´26
³En la medida en que mirada, en tanto objeto , puede llegar a
simbolizar la falta central expresada en el fenómeno de la castración, y en
que, por su índole propia, es un objeto  reducido a una función
puntiforme, evanescente, deja al sujeto en la ignorancia de lo que está más
allá de la apariencia.´27

La pregunta central de este Ensayo, de Sinatra y de la gente común es: qué es lo que nos
engancha irremediablemente a las imágenes televisivas, qué hay en ellas que nos fascina, qué es
lo que nos hace gozar (y sabemos que no es un goce sólo placentero). La respuesta es el
encuentro incesante también con nuestro objeto, con nuestro vacío, con nuestra angustia de
castración y ahí no hay nada más fascinatorio para el sujeto, porque ahí están las preguntas y
también las respuestas. La pregunta que viene a continuación es si hay entre el televidente y la
televisión una relación perversa. Y si es así ¿la TV asume el rol de objeto, sujeto u otro sujeto?
Pero eso será tema de otro ensayo.

23
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 90-91.
24
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidación de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998 Pág. 592.
25
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 82-83.
26
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 80.
27
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 84.
8

³ el plano de la reciprocidad de la mirada y de lo mirado, más que cualquier otro, propicia


para el sujeto la coartada.´28 (qué coartada)
³La mirada es el plus, no es una imagen reina´29
³El rostro es, entonces, la imagen significante del sujeto´30
³Constatamos que las imágenes reinas son el lugar donde lo imaginario se amarra al
31
goce´ .
³El espejo introduce, ciertamente, una división en el espacio de tres dimensiones, entre
el uno y el otro, entre el ser y la apariencia, y eso permite pensar las identificaciones del yo
(moi)´32. Trataremos de ir mas allá del espejo.
³Lo que condujo a Lacan al espejo fue el concepto freudiano de narcisismo, de donde dedujo
que la libido era de naturaleza narcisista ( ) o sea inscribe el goce en el orden especular. El
resultado es que la pulsión es ubicada así como dependiendo de la imagen. Y que la imagen es
reina porque, es ese orden, parece dominar el goce´33.
³ la mirada se puede ver mirada, delimitada, aislada, agujereando la métrica del espacio.
Lacan sostiene que si veo la mirada, no veo el espacio desde soy mirado». Por eso, el punto
mirada parece siempre salir de otra dimensión. ( ) No podemos captar el objeto ,
especialmente en el espejo. ( ) Ya que se trata de la ventana que constituimos nosotros
mismos, abriendo los ojos.´34
³Al final la imagen es una inevitable modalidad del fantasma´ (una frase sin imagen no
es fantasma). ³Una frase-imagen es una imagen cristalizada ( ) cuando se trata de una imagen
fantasmática, predomina el movimiento repetitivo siempre cerrado sobre sí mismo´35.
³La mirada puede contener al objeto  ( ) donde el sujeto viene a caer: el que en este
caso, por razones de estructura, la caída del sujeto siempre pasa desapercibida, por reducirse a
cero, especifica el campo escópico, y engendra la satisfacción que le es propia. En la medida en
que mirada, en tanto objeto , puede llegar a simbolizar la falta central expresada en el
fenómeno de la castración, y en que, por su índole propia, es un objeto  reducido a una función
puntiforme, evanescente, deja al sujeto en la ignorancia de lo que está más allá de la
apariencia.´36
³La mirada sólo se nos presenta bajo la forma de una extraña contingencia, simbólica de
aquello que encontramos en el horizonte y como tope de nuestra experiencia, a saber, la falta
constitutiva de la angustia de castración´37. ³El ojo y la mirada, ésa es para nosotros la esquizia
en la cual se manifiesta la pulsión a nivel del campo escópico´.38
Lo que caracteriza al   , al amante, es esencialmente lo que le falta (es el sujeto del deseo),

28
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 85.
29
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidaci ón de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998 pág. 584.
30
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidación de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998, pág. 584.
31
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidación de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998 Pág. 585
32
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidación de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998 Pág. 590.
33
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidación de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998. Pág. 590.
34
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidación de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998. Pág. 592-593.
35
Miller, Jacques-Alain. ³La imagen reina´. Rio de Janeiro. Abril de 1995. en Elucidación de Lacan, Paidós,
Buenos Aires, 1998 pág. 583.
36
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 84.
37
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 80-81.
38
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 81.
9

pero como analistas añadimos: él no sabe lo que le falta (este no saber resulta del inconsciente).
Por otra
parte, el  - , el objeto amado, no sabe lo que tiene, lo que tiene oculto, y que constituye su
atractivo; lo que tiene es llamado a revelarse en la relación de amor. Ahora bien, no hay
coincidencia
entre los términos: lo que le falta al   no es ese "lo que tiene" que está oculto en el
 - . Ahí
está todo el problema del amor.
La ,- ++no es la posesión de un objeto, sino la emergencia a la realidad del
deseo como tal.

Para lo que es del deseo, es esencial que nos remitamos a sus condiciones: el sujeto conserva
una cadena articulada fuera de la conciencia, inaccesible a la conciencia; se trata de una
demanda, que constituye una reivindicación eternizada en el sujeto.
El genio de Freud es haber designado el soporte de esta demanda, de esta memoria, en la cadena
significante,
cuando se refirió al automatismo de repetición y su carácter mortífero, tendencia a la muerte que
articula
un deseo que introduce el desorden en el orden de un viviente supuestamente sumiso a la
adaptación.
Cuanto más desea el sujeto, según esta dialéctica, más deseable se vuelve,
puesto que apunta a su propia perfección. Lo bello como camino a la inmortalidad.
Lacan comenta que hacer del otro un sujeto es peor: un sujeto no lo que
otro, otro, al que podemos imputar ser como nosotros mismos, alguien sujeto a una
combinatoria significante, y como tal calculable. Pero el objeto del que hablamos los analistas,
en tanto objeto parcial, no es el objeto de la equivalencia ni del transitivismo de los bienes. Se
trata del 2++, y éste no tiene equivalencia con los demás. Además, el aspecto
profundamente parcial del objeto en tanto pivote, centro y clave del deseo humano, no debemos
integrarlo en ninguna dialéctica de totalización. EL otro, en tanto objeto del deseo, puede ser la
adición de un montón de objetos parciales, pero no una totalidad. La ideología del "amor
genital", dirigido a la "totalidad" del otro, oblativo al tomarlo como sujeto, parte del supuesto de
una armonía preestablecida que la experiencia del análisis desmiente.
³la elección de objeto deviene una nueva identificación, absorbiendo el 3 las cualidades
del objeto´39. (Como objeto a una persona amada o no amada o sólo un rasgo).
³La identificación por medio del síntoma señala así el punto de contacto de los dos 3,
punto de encuentro que debía mantenerse reprimido´40. (ejemplos de las alumnas del
pensionado). ³Puede surgir siempre que el sujeto descubre en sí un rasgo común con otra
persona que no es objeto de sus instintos sexuales. Cuando más importante sea tal comunidad,
más completa y perfecta llegará a ser la identificación parcial y constituir así el principio de un
nuevo enlace´41
La pulsión escópica, par antitético, ver-ser visto, cuyo fin es la contemplación y la
exhibición (escopofilia y exhibicionismo en el lenguaje de la perversiones)
³ la fase preliminar de la pulsión de escopofilia, en la cual el placer visual tiene como
objeto el propio cuerpo, pertenece al narcisismo y es una formación narcisista. De ella se
desarrolla la pulsión de escopofilia activo, abandonando el narcisismo; en cambio, la pulsión de
escopofilia pasiva conservaría el objeto narcisista. ( ) Aunque el objeto de la pulsión de

39
Freud, S. Psicología de masas. Alianza Ed. 2001, pág 44
40
Freud, S. Psicología de masas. Alianza Ed. 2001, pág 45
41
Freud, S. Psicología de masas. Alianza Ed. 2001, págs 45-46
10

escopofilia es también al principio una parte del propio cuerpo, no es, sin embargo, el ojo
mismo.´42
³Como espejismo especular, el amor tiene esencia de engaño. Se sitúa en el campo
instituido por la referencia del placer, por ese significante único requerido para introducir una
perspectiva centrada en el punto ideal, I mayúscula, que está en el Otro, desde donde el Otro me
ve tal como me gusta que me vean.´43
³La mirada se ve ( ) es, no una mirada vista, sino una mirada imaginada por mí en el
campo del Otro´.44
³ el objeto  puede ser idéntico a la mirada.´45
³Ir más allá del plano de la identificación es posible´46
µ la transferencia se ejerce en el sentido de llevar la demanda a la identificación´47. Es
aquello que de la pulsión aparta la demanda, el deseo del analista es aquello que la vuelve a
llevar a la pulsión, aislando al objeto , lejos del I. Que el analista es llamado por el sujeto a
encarnar. El analista abandona esa idealización para servir de soporte al objeto  separador, una
hipnosis a la inversa, encarnar al hipnotizado.

42
Freud, S. LXXXIX- Las pulsiones y sus destinos. 1915. pág. 1393
43
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 276.
44
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 91.
45
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 280.
46
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 281.
47
Lacan, J. El Seminario 11. Ed. Paidós. 1984. pág. 281.

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