BEATRIZ SALZBERG
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iNecesitamos una cultura del divorcio?
La tradicién divorcista romana, de cuya calidad tene-
mos pruebas literarias, historiograficas y juridicas, se cort6
bruscamente con el establecimiento del modelo sacramental
cristiano. La doctrina establecida por el Concilio de Trento en
los cénones V, VI y VI, pena con excomunién a quienes
afirman la disolucién del vinculo aunque fuere por adulterio,
cohabitacion fastidiosa con amante, malos tratos, etc. Pero el
anatema pesa no sélo sobre quienes incurren «en separar lo
que ha unido Dios» sino también sobre quienes sostienen que
el vinculo matrimonial puede disolverse.
Dos seres que se unen para siempre, es decir hasta la
muerte, ya pesardequeel resultadodela unidn nose parezca
en absoluto al amor sino mas bien ala muerte que sf separa,
deben permanecer unidos.
De hecho, hasta la aparicion del amor cortés, en Europa
no existfa la idea del amor que tenemos actualmente. Los
trovadores y la poesia provenzal espiritualizaron el amor a
través de una ascesis que impone al amante enormes sacrifi-
cios para la perfeccién de una unién de las almas.
Desde entonces hay una doble tradicidn: la matrimonial
y la cortés, Esta ultima, aunque experiment6 diversas y
profundas transformaciones, sigue ofreciendo sus modelos
en la literatura y en el arte.
Decfamos antes que el divorcio no pudo engendrar su
propia cultura puesto que es recreacién reciente de lo que ya
existfa en e] Derecho Romano. A nuestra generacion y a las
proximas les corresponde crear una cultura del divorcio
como necesidad social. Ello no significa en absoluto terciar en
la polémica acerca de la solubilidad 0 indisolubilidad del
vinculo, de la legitimidad o ilegitimidad del divorcio.
Tanto el matrimonio como el divorcio son instituciones
y realidades y sdlo nos interesan como tales. Cuando eci-
mos «cultura del divorcio» nos referimos a una reflexién
acerca de la post-separacién, puesto que el matrimonio final-
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mente disuelto mantendré a los ex-cényuges en relacién
permanente a causa de los hijos comunes.
El modo como concluye un matrimonio puede ser
determinante en la elaboracién del divorcio, pero no es asfen
todos los casos. Los répidos pasajes del pensamiento a la
accién en cuestiones de divorcio son, en general, invenciones
de cine. Sin embargo en algunos matrimonios la decision del
divorcio es tomada por uno, quien hace abandono del hogar
y deja una nota escueta, o peor atin, ningtin mensaje. Este
abandono generalmente coincide con la desaparicién del
padre o la madre de forma permanente; incapaces de plan-
tearlo se van furtivamente”.
Esta situacion que podriamos Hamar «precipitacién en
la decisién» no permite anticipar lo que va a pasar. Ha sido
decidida en secreto por uno de los cényuges pero fall6 la
transmisi6n dela decisién al otro. En consecuencia alosnifios
tampoco se les pudo comunicar la resolucién. Lo que ellos
reciben es una accion impulsiva que los deja en el aire,
sintiendo c6mo la tierra tiembla bajosus pies, asustados ante
el futuro. i
Sabemos que la decision del divorcio casi nunca es por
mutuo consentimiento. Pero atin asi, si se elabor6 primero
entre los esposos, puede luego comunicarse a los hijos &
informarles delo quevaa suceder en la pareja ylas relaciones
que cada uno de los cényuges mantendra con ellos deahfen
adelante. Si a pesar del desacuerdo sobre el deseo de divor-
Giarse, los padres loasumen (atin con el disgusto y el dolor de
aquél que no lo querfa) podrén encontrar un espacio comin
para hablarlo con sus hijos.
®, Magdalena fue despedida por su madre con un beso y en ese
momento leanuncis su partida con una nueva pareja. No la vi nunca ms
bn los cuatro afios pasteriores. Dado que no habia conocido a su padre
qued6al cuidado de su abuela quien finalmente, a causa desu vejez la
dejé a cargo de la administracion.
69Beatriz Salzberg
Tambien puede ocurrir que el tema lo hayan hablado
entre los esposos pero que no hayan podido o sabido comu.
nicarselo a los nifios. (Son muy pacos los pequefios que en
estas circunstancias han sido informados y han contado con
un adulto que los haya escuchado y hablado con ellos).
La experiencia mAs frecuente para los nifios es la de ser
los «convidados de piedra» de conversaciones que oyen ode
gscenas que ven sin que las palabras hayan sido dirigidas
directamente a ellos.
Nuestra experiencia de trabajo con familias nos permite
observar cémo, en la mayoria delos casos, lactisis ena pareja
se ha instalado mucho antes de la decision del divorcio.
Otros matrimonios son largas agonias que en ocasiones
duran toda una vida. Muchas’ veces esas. parcjas siguen
juntas porque son de hecho incapaces de romper una unién
simbidtica, dependiente e insati factoria. No obstante, estas
ltimas caracterfsticas engendran tales fijezas y
ctistalizaciones, que mantienen una estabilidad en Ia insati
facci6n. En estos casos suele haber altos indices de patologia
mental y los efectos en los hijos pueden ser sumamente
nocivos.
Hay matrimonios que son como lapidas de suefos
caidos, destrozados, formas vactas al servicio de la enferme,
lad, el resentimiento y el dolor: uniones que sirven para
'aponar u obturar un fracaso, negar el duelo por lasilusiones
Perdidas. Sobre ese melancélico fondo hay, parejas trabadas
en constante disputa, sin consenso en cuanto a los temas
fundamentales de la pareja y de los hijos, empefiados en la
mutua descalificacion, negandose el uno al otro con equitati-
vareciprocidad. ¥ a pesar de ello sin divorciarse nunca; seres
que parecen entregados al acopio de frustraciones y violen.
cias. «No nos divorciamos por nuestros hijos», suelen decir.
ba mayorfa de ellos se muestra convencida de la cerleza y
justeza del razonamiento. Luego, enla clinica, comprobamox
que en verdad no tienen fuerzas para afrontar el fracaso,
aceptarlo y reiniciar otra vida aunque al precio dela separa-
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cin ylasoledad. Una coartada en suma, que noevitael dolor
y enferma a los hijos. Puesto que si bien el t6pico: «No me
divorcio por los nifios» es evidentemente nocivo, sobre todo.
para los nifos, hay otro no menos falso que le sirve de
sustento y hace pareja con él: «Los hijos de divorciados
padecen perturbaciones de conducta, suelen ser depresivos
y problematicos»,
Nuestra experiencia psicoanalitica nos indica, en cam-
bio, otra cosa: la «salud mental» de los hijos esta estrecha-
mente vinculada a la de sus padres, vivan éstos juntos en
matrimonio 0 no.
Con esto no queremos decir que el divorcio sea una
experiencia trivial para los hijos. En absoluto; éste siempre
determina una crisis importante en la vida de los ninios
No obstante, los efectos patoldgicos mas traumaticos y
duraderosse vinculana la mala resolucion del divorcioentre
ambos esposos y a la utilizacion de los niios en la contienda
que libra la pareja, ya sea como aliados, testigos, jueces y
ihasta verdugos!, y al clima de violencia durante el matrimo-
nio. Cualquiera que sea el papel asumido por et hijo en esa
guerra, siempre resultara perjudicial y tendra consecuencias
diversas para su constitucién psiquica.
Cuando la convivencia de la pareja en el matrimonio es
conflictiva se pueden conseguir los mismos efectos sin que
medie el divorcio. En cualquier caso el hijo resultara daiiado.
Seran los hijos de la discordia.
Asi lo expresa Raul, dieciocho afos: «La situacién en
cra insostenible, Recuerdo que siempre disputaban. Yo
era pequeno y tenia miedo. Ademas me encontraba muy
solo. En ese momento pensaba que el culpable era papa. Yo
trataba de hacer que no pelearan pero no lo lograba. Ahora
pienso que para vivir asi hubiera sido preferible que se
Separaran mucho antes. No sé cuando comenzaron pues yo
era muy pequeno; me despertaba por las noches y los ofa
discutir. Tenfa pesadillas, sentia miedo, cada vez que iba al
colegio pensaba en qué meencontrariaal volver. Fueron anos
nferribles. No los olvidaré nunca, Cuando se separaron yo ya
tenia dieciséis aiios cumplidos y me sentfa un desgraciado.
Sin embargo, con el tiempo he podido encontrar la calma
ahora creo que al haber cesado las peleas luego del divorcio
yo también me tranquilicé»,
La revista «Science» ha Publicado los resultados de
dos investigaciones longitudinales llevadas a cabo en Esta-
dos Unidos y en el Reino Unido. Fi Sus conclusiones se
evidencia que mas de un 40% de nifios norteamericanos
habian vivido el fracaso mattimonial de sus padres antes de
los dieciocho afios. Los autores atribuyen las dificultades de
estos nifios a los conflictos que precedieron al divorcio, a los
recuerdos de la desdicha y ala violencia vivida en Jos afios
en que la pareja no se entendia. Para ellos, estos resultados
sugieren que los efectos del divorcio estan en dependencia
con el pre-divorcio,
«Los que se interesen por el divorcio deberan prestar
més atencién alo que sucede con las familias en dificultades
queatnnohan estallado, quea los traumatismos Posteriores
ala separaciény.
En nuestra experiencia, tanto la discordia matrimonial
como los traumatismos Posteriores a la separacién, cuando
no se mantiene la continuidad de la relacién con el padre yla
madre (aunque el marco de estas relacionos no sea el del
matrimonio) producen los peores efectos en los hijos.
Asi como en las telenovelas norteamericanas los ex-
cényuges suelen seguir relacionaos por Paquetes deacciones
eintereses financieros cuantiosos, en la realidad dela vidase
trata de los hijos y un vinculo indisoluble con estos que
Persistird, esta vez sf «hasta que la muerte los «, paren.
Lo reiteramos: no siempre los hijos crecen mejor en el
matrimonio que luego del divorcio. Muchos descendientes
de padres separados continiian el crecimiento en armonia,
™. Revista Science. Volumen 252, 7 de junio de 1991
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Los nivios no se divoreian
Cuando la crisis del divorcio se resuelve adecuadamen-
te, Ja separacién puede beneficiar a los nifos y ain més
méjorar la relacién de éstos con los padres, quienes superada
satisfactoriamente la turbulencia emocional del divorcio,
modifican su disponibilidad y relacién con los nifos.
En el periodo pre-separacién, con el peso del conilicto y
lossinsabores estaban tensos omalhumorados. Ahora rea.
Peraron el clima de alegria y tranquilidad que los coloca en
mejor disposici6n para la maternidad y paternidad.