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cesarios— como para que se queden fuera de veces estropear la ficción y estropear la histo-
un libro que se ocupa de estos temas. ria como ejercicio intelectual. Pedro González-
Trevijano ha realizado un esmerado clásico
De la misma manera, resulta un tanto frustran- moderno, y eso, para los tiempos que corren,
te para el lector interesado que, después de re- es una espléndida noticia cultural.
correr disciplinadamente estas diez espléndi-
das y profundas estampas biográficas (que Luis Enrique ALONSO
siempre tienen el problema de elección y se-
lección frente a otras y que siempre van a ser
insuficientes por definición), no se desarrolle
un intento de síntesis, sistematización o con- Chantal Mouffe
clusión general de un recorrido tan amplio pero
también tan diverso y lejano entre sus extre- La paradoja democrática
mos temporales. Si bien es cierto que el mosai-
co que ofrece la obra acaba encajando como (Barcelona, Gedisa, 2003)

un puzzle virtuoso, donde la impresión final de


la lectura es que el producto intelectual es mu-
cho más profundo que la suma lineal de sus LA REIVINDICACIÓN DEL CONFLICTO
partes consideradas aisladamente, también
ocurre que al lector le habría gustado encon- Chantal Mouffe (1943), de origen belga, ha de-
trarse con una recopilación final de tanta suge- sarrollado la mayor parte de su carrera investi-
rencia y buen hacer para agarrar con más se- gadora en EE.UU. y Francia y, actualmente, for-
guridad el sentido final de la obra. ma parte del Centro para el Estudio de la De-
mocracia de la Universidad de Westminster.
Pero estas mínimas objeciones seguramente Siempre cercana a la teoría marxista, durante
vienen antes producidas por el ansia de conti- los años sesenta participó activamente en el
nuar la lectura de alguien gozosa y literalmente movimiento estudiantil y, a lo largo de toda su
sumergido en tantas ideas, imágenes, vidas y obra, el compromiso político con la izquierda
poderes que de las insuficiencias mismas de la es una constante. La Paradoja democrática es
obra, que, como ha quedado dicho, presenta la compilación de un conjunto de ensayos pu-
unos planteamientos de una riqueza y una soli- blicados entre 1995-2000. En este sentido, no
dez que rondan lo monumental. Fascinante via- es un texto que sirva para analizar en profundi-
je a la historia del poder, hecho con línea clara, dad el pensamiento de Mouffe; para ello hay
pulso firme y seguridad en el género que se que acudir a Hegemonía y estrategia socialista
practica, justamente hoy donde todos los géne- (con E. Laclau, Siglo XXI, 1987) y El retorno de
ros se confunden, las disciplinas se reblande- lo político (Paidós, 1999). Sin embargo, lo que
cen (muchas veces en demasía) y, con una sí permite esta obra es acercarse a sus ideas
cierta complacencia postmoderna, la ficción se clave y, desde esta óptica, constituye un esti-
adueña de la narración histórica hasta muchas mulante punto de partida.

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La tesis central de Mouffe es que el pluralismo que existan límites, fronteras, líneas de división
y el conflicto son lo específico de la democra- que permitan construir una identidad colectiva;
cia moderna. A partir de aquí construye todo su identidad que resulta imprescindible para toda
argumento. Para ello, lo primero es diferenciar asociación política.
entre «la política» y «lo político». La verdadera
naturaleza de lo político es el conflicto, el po- La identidad siempre se construye a través de
der, el antagonismo inherente a todas las rela- la diferenciación entre un ellos y un nosotros;
ciones humanas; un antagonismo que puede es un juego de inclusión-exclusión que deter-
adoptar formas diversas pero que nunca puede mina quién pertenece al grupo. La constitución
erradicarse. La política, por su parte, es ese de la comunidad política requiere unidad y una
conjunto de prácticas e instituciones orienta- cierta homogeneidad (comunalidad), mas exis-
das a establecer un cierto orden que permita la ten diferentes formas de unidad, de constituir
coexistencia humana en «condiciones que son ese «nosotros». Desde una perspectiva post-
siempre potencialmente conflictivas porque se modernista y antiesencialista, en la que Mouffe
ven afectadas por la dimensión de lo político» se inscribe, la diferenciación entre «ellos» y
(p. 114). «nosotros» no es el reconocimiento de algo
preexistente, no cabe ya ningún tipo de sustan-
Conflicto, poder y antagonismo que son conse- tividad, no hay una esencia dada que sea «no-
cuencia del carácter pluralista de la sociedad sotros» y otra que sea «ellos». La identidad es
moderna, en la que ya no existe una idea sus- una construcción política a la que Mouffe se re-
tantiva común de la vida buena. Aún más, este fiere como proceso permanentemente abierto.
pluralismo de valores propio de la modernidad En esta medida, el poder no es una relación
no es algo que haya simplemente que aceptar entre dos entidades previamente constituidas,
y tratar de mitigar o reducir a través de la políti- sino un elemento constituyente de la identidad.
ca, sino que es un principio constitutivo de la En suma, pluralismo, diferencia y antagonismo
democracia moderna y, como tal, debe ser son los elementos fundamentales de su pro-
considerado como «principio axiológico». Fren- puesta de democracia radical, plural y agonísti-
te a la pretensión ilustrada, racional y liberal de ca. El poder, el conflicto y la división son princi-
homogeneidad y unanimidad, Mouffe reclama pios constitutivos de lo social y, por tanto, no se
la valoración de la diferencia. trata de eliminarlos, sino de constituir formas
de poder más compatibles con los valores de-
Ahora bien, esto no significa ni relativismo ni mocráticos.
pluralismo extremo. No es relativismo porque
no implica que todas las formas de organizar la Desde esta óptica, el objetivo de la política de-
sociedad sean válidas, sino que existen diver- mocrática es transformar el antagonismo en
sas formas legítimas de hacerlo y el juicio polí- agonismo, el enemigo en adversario. El agonis-
tico sigue siendo relevante para diferenciar las mo es una forma de antagonismo, de enfrenta-
justas de las injustas (p. 77). Tampoco es plura- miento, no entre enemigos cuyo objetivo es
lismo extremo pues reconoce la necesidad de destruirse, sino entre adversarios («enemigos

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amistosos») que comparten un marco simbólico Mouffe, la lealtad tiene que ver con la constitu-
común pero que pretenden organizarlo de forma ción de prácticas que creen ciudadanos demo-
diferente. «Nosotros» y «ellos» compartimos los cráticos, que fomenten la identificación con los
principios ético-políticos de la democracia libe- valores democráticos; es una cuestión de for-
ral: básicamente, libertad e igualdad; aunque mas de vida compartidas en las que las pasio-
discrepamos en lo que se refiere a su significa- nes y los afectos desempeñan un papel funda-
do y a su puesta en práctica. Es posible, no obs- mental. La democracia no necesita una teoría
tante, alcanzar compromisos, de hecho es parte de la verdad (de validez universal e incondicio-
inseparable de la política, pero siempre serán nal), sino prácticas orientadas a persuadir a la
provisionales, «un respiro temporal en una con- gente para que amplíe su compromiso con los
frontación que no cesa» (p. 115). demás y construya una comunidad más inclu-
yente. El problema es que no añade mucho
La política radical que Mouffe reivindica de lo más a este respecto. Se limita a señalar que el
que trata es de cómo crear unidad en un con- acuerdo se consigue a partir de la participación
texto de conflicto y diversidad. Para ello es ne- en lo común y que la forma de generar lealtad
cesario establecer canales e instituciones para e identificación con los valores democráticos
la expresión de las pasiones colectivas en es precisamente la existencia de esas formas
cuestiones que hagan posible una identifica- contendientes de identificación ciudadana, es
ción suficiente pero que construyan al otro decir, la existencia de diferentes posiciones po-
como adversario. La tarea de la política demo- líticas que permitan la formación de identi-
crática es movilizar (no eliminar) esas pasiones dades colectivas. Pero ésa era la forma de ca-
hacia los objetivos democráticos. La confronta- nalizar democráticamente el conflicto, de trans-
ción agonística no constituye una amenaza formar el antagonismo en agonismo. En
para la democracia, sino su propia posibilidad definitiva, parece que la existencia de formas
de existencia. Para que la democracia funcione de vida compartidas que permiten alcanzar
adecuadamente es necesario que existan dife- acuerdos, que constituyen ese marco simbóli-
rentes posiciones políticas, «formas conten- co compartido, son, al tiempo, el objetivo de la
dientes de identificación ciudadana». Si el con- política agonística y su condición de posibili-
flicto, la diversidad y, en definitiva, la construc- dad.
ción de las identidades colectivas se eliminan
de la esfera de lo público, existe el peligro de En cada uno de los ensayos que componen
que esas identidades y pasiones colectivas se este texto pueden encontrarse la mayor parte
desarrollen en torno a cuestiones tales como la de las ideas principales de Mouffe aunque de-
religión, la etnia o la lengua; es decir, al mar- sarrolladas de modo desigual. El capítulo 1 ver-
gen de los cauces democráticos. sa básicamente sobre la relación entre demo-
cracia, pluralismo, poder y antagonismo. En el
Por supuesto, la democracia requiere un cierto capítulo 2, a través de la obra de C. Schmitt, se
consenso y lealtad a sus valores; ése es el ocupa del tema de la identidad y de la constitu-
marco que comparten los adversarios. Para ción de la comunidad política. A continuación,

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capítulo 3, retoma la obra del último Wittgen- la democracia deliberativa se presenta como
stein para abordar la cuestión de cómo es posi- alternativa. En varias ocasiones, Mouffe vincu-
ble alcanzar acuerdos y de qué tipo. Su pro- la liberalismo y deliberación, lo que en parte
puesta teórica aparece más ampliamente de- supone negar la propia esencia de la delibera-
sarrollada en el capítulo 4 a partir del análisis ción. Por supuesto, es posible una interpreta-
del modelo deliberativo de democracia y de lo ción liberal de la perspectiva deliberativa, de
que Mouffe entiende que son sus principales hecho es lo que hace Rawls, y desde ahí po-
deficiencias. Las implicaciones políticas de su dría aceptarse su argumentación. Pero cuando
teoría se recogen en el capítulo 5, que se cen- Mouffe habla de la deliberación no se refiere
tra en la crítica a la «tercera vía» de Blair y únicamente a Rawls, sino también a Habermas,
Clinton y su búsqueda del consenso de centro. como dos corrientes diferentes, y no es fácil de-
cir que Habermas abogue por un modelo liberal
Uno de los elementos más confusos de todo el (menos aún en el caso de Joshua Cohen, a
libro es el papel que juega la democracia deli- quien Mouffe sitúa como seguidor de Rawls)*.
berativa en el esquema teórico de Mouffe; o Asimismo, señala que el objetivo de estas teo-
planteado de otro modo: ¿contra quién pelea? rías no es superar el liberalismo, sino recupe-
La autora comienza señalando que su objeto rar su dimisión normativa. Tampoco su pro-
de crítica es el modelo dominante de democra- puesta lo pretende; de hecho, es precisamente
cia para acto seguido concretarlo en la demo- el liberalismo (en esencia, libertades y dere-
cracia deliberativa (en el plano teórico) y en las chos individuales, imperio de la ley y separa-
políticas de consenso y la tercera vía (en el po- ción de poderes) ese marco compartido en el
lítico). Sin embargo, hay varias razones por las que tiene lugar la confrontación agonística.
que se hace difícil estar de acuerdo con este Mas, al tiempo, considera que los problemas
planteamiento. de la actual teoría de la democracia con res-
pecto a la ciudadanía residen en su concep-
La teoría política dominante es, sigue siendo, ción del individuo como anterior a la sociedad,
el modelo liberal-representantivo, frente al cual portador de derechos naturales y con dos úni-

* Félix Ovejero diferencia cuatro tipos ideales de democracia como resultado de combinar dos dimensiones: participación vs.
representación y deliberación vs. negociación. Esos tipos ideales son: democracia asamblearia (negociación y participación),
democracia liberal pura (negociación y representación), democracia republicana (deliberación y participación) y democracia li-
beral mixta (deliberación y representación). En este último tipo puede situarse la propuesta de Rawls. Por el contrario, Haber-
mas y Cohen ofrecen visiones participativas de la deliberación, aunque no pueden considerarse en sentido estricto autores re-
publicanos. F. Ovejero, La libertad inhóspita, Barcelona, Paidós, 2002.

Para un análisis detallado de la teoría de Habermas y Cohen puede verse C. Sancho, «Un modelo diferente de democracia: la
democracia deliberativa. Una aproximación a los modelos de J. Cohen y J. Habermas», Revista de Estudios Políticos, n.º 122,
oct.-dic. 2003, pp. 201-232.

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cas posibilidades: ser agentes que buscan opti- exclusión, una solución definitiva al problema
mizar su felicidad o ser sujetos racionales; en del antagonismo mediante la delimitación de
todo caso, dirá Mouffe, una concepción del ser un ámbito (la esfera política) que no está sujeto
al margen de las relaciones sociales y de po- al pluralismo de los valores. Sin embargo, esta
der, de la cultura, del contexto socioeconómico, solución lo único que consigue, dirá Mouffe, es
etc. (p. 109) ¿Qué es esto sino la concepción eliminar la posibilidad de la lucha entre adver-
clásica del individualismo liberal? sarios e impedir que las pasiones y las identi-
dades cristalicen en las formas democráticas
En el plano político, el equivalente de la teoría apropiadas. Alcanzar acuerdos que todos pue-
deliberativa es «la tercera vía» o las políticas dan aceptar o políticas que sean beneficiosas
de centro. Según Mouffe, su defecto principal para todos es, para nuestra autora, no sólo im-
estriba en que pretenden concebir la vida de- posible empíricamente, porque las personas
mocrática como permanente diálogo a través sean egoístas o incapaces de ponerse de
del cual es posible superar el «modelo del ad- acuerdo, sino también conceptualmente, por-
versario» y encontrar soluciones que puedan que son planteamientos que obvian el conflicto,
satisfacer a todos; se eliminan las relaciones el poder y el antagonismo o pretenden que
de poder y se reducen a conflictos de intereses puede ser eliminado.
que el diálogo permite armonizar. Este tipo de
políticas consideran que la tradicional división Carmen SANCHO
entre izquierda y derecha ya no es relevante
pues no existe división social. Cuando, desde
la perspectiva del Pluralismo Agonísitico, es
precisamente esa oposición entre izquierda y Domingo Comas (Coord.) et al.
derecha lo que da forma e institucionaliza el
conflicto legítimo, porque permite la creación Jóvenes y estilos de vida.
de identidades colectivas en torno a posiciones Valores y riesgos en los jóvenes
claramente diferenciadas y elegir entre verda- urbanos
deras alternativas.
(Madrid, Injuve, 2003)
Más allá de que este tipo de políticas que no
dejan de basarse en el modelo liberal-repre-
sentantivo puedan equipararse a la concepción El concepto «estilo de vida» se ha desarrolla-
deliberativa de la democracia, la crítica de do en diversas disciplinas de las Ciencias So-
Mouffe es la misma y radica en la idea de con- ciales como la Sociología, la Psicología y la
senso que propugnan. La democracia liberal Antropología. Éstas, en su acercamiento a la
evita u oculta el conflicto bajo la pretensión de relación individuo/sociedad, han buscado he-
neutralidad procedimental; la deliberativa lo rramientas conceptuales que ayuden a com-
hace a través de la racionalidad. En ambos ca- prender básicamente cómo la cultura se inte-
sos, el objetivo es alcanzar un consenso sin gra en la persona y ésta la transforma en ac-

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