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CRONOLOGÍA DE LA HISTORIA DEL IMPUESTO

EGIPTO

Durante los varios reinos de los faraones egipcios, los recaudadores de


impuestos eran conocidos como escribas. En un período los escribas
impusieron un impuesto en el aceite de cocina. Para asegurarse de que los
ciudadanos no estaban burlando el impuesto, los escribas auditaban las
cantidades apropiadas de aceite de cocina que eran consumidas, y que los
ciudadanos no estaban usando residuos generados por otros procesos de
cocina como sustitutos para el aceite gravado.

GRECIA

En tiempos de Guerra los atenienses creaban un impuesto conocido como


eisfora. Nadie estaba exento del impuesto, que era usado para pagar gastos
especiales de guerra. Los griegos fueron una de las pocas sociedades capaces
de rescindir el impuesto una vez que la emergencia de guerra había pasado.
Cuando por el esfuerzo de guerra se generaban ingresos adicionales, los
recursos eran utilizados para devolver el impuesto.

Atenas imponía un impuesto mensual de censo a los extranjeros-gente que no


tenían madre y padre atenienses- de un dracma para hombres y medio dracma
para mujeres. El impuesto era llamado metoikion.

IMPERIO ROMANO

Los primeros impuestos en Roma fueron derechos de aduana de importación y


exportación llamados portoria.

César Augusto fue considerado por muchos como el más brillante estratega
fiscal del Imperio Romano. Durante su gobierno como “Primer Ciudadano”, los
publicanos fueron virtualmente eliminados como recaudadores de impuestos
por el gobierno central. Durante este período se dio a las ciudades la
responsabilidad de recaudar impuestos. César Augusto instituyó un impuesto
sobre la herencia a fin de proveer fondos de retiro para los militares. El
impuesto era de 5% para todas las herencias, exceptuando donaciones para
hijos y esposas.

Los ingleses y holandeses se referían al impuesto de Augusto sobre la herencia


para desarrollar sus propios impuestos sobre herencias.
Durante el tiempo de Julio César se impuso un impuesto de un uno por ciento
sobre las ventas. Durante el tiempo de César Augusto el impuesto sobre las
ventas era de un 4% y de un 1% para todo lo demás.

San Mateo fue un publicano (recaudador de impuestos) en Cafarnaum durante


el reino de César Augusto. Él no era de los viejos publicanos sino un contratado
por el gobierno local para recaudar impuestos.

En el año 60 D.C., Boadicea, reina de la Inglaterra Oriental, dirigió una revuelta


que puede ser atribuída a corruptos recaudadores de impuestos en las islas
británicas. Se afirma que su revuelta ocasionó la muerte de todos los soldados
romanos en cien kilómetros a la redonda, ocupó Londres y ocasionó más de
80,000 muertos. La Reina pudo reclutar un ejercito de 230,000 hombres. La
revuelta fue aplastada por el Emperador Nerón, y ocasionó el nombramiento de
nuevos administradores para las Islas Británicas.

GRAN BRETAÑA

El primer impuesto comprobado en Inglaterra tuvo lugar durante la ocupación


por el Imperio Romano.

Lady Godiva

La Sra. Godiva fue una mujer anglosajona que vivió en Inglaterra durante el
siglo XI. De acuerdo con la leyenda, el esposo de la Sra. Godiva, Leofric, Barón
de Mercia, prometió reducir los altos impuestos que había establecido sobre los
residentes de Coventry, cuando ella accedió a cabalgar desnuda por las calles
de la ciudad.

Cuando cayó Roma, los reyes sajones impusieron impuestos, conocidos como
Danegeld, sobre tierras y propiedades. Los reyes impusieron asimismo
sustanciales derechos de aduana.

La Guerra de los cien años (el conflicto entre Inglaterra y Francia) comenzó en
1337 y terminó en 1453. Uno de los factores claves que renovó la lucha en
1369 fue la rebelión de los nobles de Aquitania contra las opresivas políticas
fiscales de Edward, El Príncipe Negro.

Los impuestos durante el siglo XIV eran muy progresistas. La encuesta sobre el
impuesto de 1377 mostró que el impuesto sobre el Duque de Lancaster era
520 veces mayor que el que gravaba al campesino corriente.

Bajo los primeros esquemas fiscales se impusieron impuestos a los


acaudalados, los que tenían cargos públicos, y el clero. Se gravó a los
comerciantes con un impuesto sobre los bienes muebles. Los pobres pagaban
poco o ningún impuesto.

Carlos I fue finalmente acusado de traición, y decapitado. Sin embargo, sus


problemas con el Parlamento resultaron a causa de un desacuerdo, en 1629,
sobre los derechos de imponer impuestos otorgados al Rey y los otorgados al
Parlamento.

El mandato real establecía que a los individuos se les gravaría de acuerdo con
su posición y recursos. De ahí que la idea de impuesto progresivo sobre los que
tenían capacidad para pagar se desarrolló muy temprano.

Otros impuestos notables impuestos durante este período fueron los de la


tierra y otros diversos sobre consumo. Para pagar al ejercito mandado por
Oliver Cromwell, el Parlamento, en 1643, impuso impuestos sobre consumo de
artículos esenciales (granos, carnes, etc.) Los impuestos por el Parlamento
allegaron aun más fondos que los impuestos por Carlos I, especialmente de los
pobres. El impuesto sobre el consumo fue muy regresivo, pesando tanto sobre
los pobres que ocasionó los motines de Smithfield en 1647. Los disturbios
ocurrieron porque los nuevos impuestos disminuyeron la capacidad que tenían
los trabajadores rurales de comprar trigo, al extremo de que una familia de
cuatro moriría de inanición. Además del impuesto sobre consumo, fueron
cercadas las tierras comunes usadas por los campesinos para cazar, y les fue
prohibido hacerlo. (¡Viva Robin Hood!)

Un precursor del impuesto moderno que hoy conocemos, fue creado por los
británicos en 1800, para financiar la guerra contra Napoleón. El impuesto fue
abolido en 1816, y sus oponentes, que pensaban que sólo debía ser usado para
financiar guerras, querían que todos los informes sobre el impuesto fueran
destruídos, junto con su abolición. Los informes fueron quemados
públicamente por el Secretario del Tesoro, pero se conservaron copias en los
sótanos del Tribunal de Impuestos.

AMERICA COLONIAL

L:os colonos pagaban impuestos según la Ley de Melados, que fue modificada
en 1764 para incluír derechos de importación sobre melados extranjeros,
azúcar, vino, y otros artículos. La nueva legislación fue conocida como Ley del
Azúcar.

Debido a que la Ley del Azúcar no rendía cantidades sustanciales de ingresos,


se añadió la Ley del Timbre de 1765. La Ley del Timbre imponía impuesto
directo sobre todos los periódicos impresos en las colonias y la mayoría de los
documentos comerciales y legales.

AMERICA POST REVOLUCIONARIA


En 1794, colonos al occidente de las Alleghenies, en oposición al impuesto de
1791 sobre consumo, de Alexander Hamilton , comenzaron lo que es ahora
conocida como “La Rebelión del Whiskey”, un impuesto sobre consumo que era
considerado discriminatorio y los colonos se rebelaron contra los recaudadores
de impuestos. Eventualmente el Presidente Washington envió tropas para
extinguir los motines. Aunque dos colonos fueron condenados por traición, el
Presidente les concedió perdón.

En 1798 el Congreso promulgó el Impuesto sobre la Propiedad, para pagar la


expansión del Ejército y la Marina en caso de una posible guerra con Francia. El
mismo año, John Fries comenzó lo que es conocido como “La Rebelión de
Fries”, en oposición al nuevo impuesto. Nadie resultó herido o muerto en la
insurrección y Fries fue arrestado por traición, pero fue eventualmente
perdonado por el Presidente Adams en 1800. Sorprende el hecho de que Fries
fue el líder de una unidad de milicias llamada para suprimir la “Rebelión del
Whiskey”.

Fue en 1812 que se sugirió el primer impuesto en Estados Unidos. El impuesto


estaba basado en la Ley Británica de Impuestos de 1798 y aplicaba tasas
progresivas a los ingresos. Las tasas eran de .08% en ingresos superiores a 60
libras esterlinas, y 10% en ingresos superiores a 200 libras esterlinas. El
impuesto se elaboró en 1814, pero nunca se impuso, porque el Tratado de
Ghent fue firmado en 1815, terminando las hostilidades y la necesidad de
ingresos adicionales.

La ley de impuestos de 1861 proponía que “se gravará, recaudará y pagará,


sobre el ingreso anual de todas las personas residentes de Estados Unidos, que
se derive de cualquier tipo de propiedad, ocupación profesional, empleo, o
vocación efectuada en Estados Unidos o cualquier otro lugar, o de cualquier
otra fuente.”

La Ley de Impuestos de 1861 fue aprobada, pero nunca implementada. Las


tasas según la ley eran de 3% sobre ingresos de más de $800.00, y de 5%
sobre individuos viviendo fuera de Estados Unidos.

La Ley de Impuestos fue aprobada y firmada por el Presidente Lincoln en Julio


1o de 1862. Las tasas eran de 3% sobre ingresos mayores de $600.00 y de 5%
sobre ingresos mayores de $10,000.00. La renta o valor de renta de su hogar
podía ser deducida de los ingresos para determinar la obligación tributaria. El
Comisionado de Impuestos declaró “El pueblo de este país lo ha aceptado con
júbilo, para afrontar una exigencia temporal, y no ha provocado serias quejas
en esta Administración”. La aceptación fue debida mayormente debido a la
necesidad de ingresos para financiar la guerra civil.

Aunque la gente aceptó el impuesto de buena gana, no fue alto su


cumplimiento. Las cifras dadas después de la guerra civil, indicaban que
276,661 personas llenaron en realidad las declaraciones de impuestos en 1870,
(el año que tuvo más declaraciones), cuando la población del país era de
aproximadamente 38 millones.

La ley de impuestos de 1864 fue aprobada para allegar ingresos adicionales en


apoyo de la guerra civil.

El Senador Garret Davis, al comentar el principio guía de los impuestos,


mencionó el “reconocimiento de la idea de que los impuestos deben ser
pagados de acuerdo con la capacidad de la persona para pagar”.

La tasa de impuestos para la Ley de Impuestos de 1864 era de 5% para


ingresos entre $600.00 y $5,000.00, 7.5% para ingresos entre $5001.00 y
$10,000, y de 10% para ingresos mayores de $10,000.00. La deducción de
renta o valor de renta fue limitada a $200.00. Se permitió una deducción para
reparaciones.

Con el final de la guerra civil, la aceptación placentera de los impuestos se


desvaneció. La ley de impuestos de 1764 fue modificada después de la guerra.
Las tasas fueron cambiadas a un 5% fijo con la cifra de exención elevada a
$1,000.00. Se hicieron algunas tentativas para hacer permanente el impuesto,
pero para 1869 “no había hombre de negocios que pudiera pasar el día sin
sufrir de esas cargas” (The Times). De 1870 a 1872 la tasa era un 2.5% fijo y la
cifra de exención se elevó a $2,000.00.

El impuesto fue derogado en 1872 y en su lugar fueron establecidas


significativas restricciónes de tarifas que fungieron como la mayor fuente de
ingresos para los Estados hasta 1913. En 1913 se aprobó la décimo sexta
enmienda, que concedía autoridad al Congreso para gravar los ingresos de la
ciudadanía derivadas de cualquier fuente.

Debe notarse que la Ley de Impuestos de 1864 fue cuestionada varias veces.
El Tribunal Supremo unánimemente apoyó el impuesto. Después de la guerra
el impuesto fue declarado inconstitucional por el mismo Tribunal, porque
representaba un impuesto directo sobre el ciudadano, que no estaba permitido
según la Constitución.

1930s

Durante los 1930, los impuestos federales individuales nunca fueron mayores
del 1.4% del PDB . Los impuestos a las corporaciones nunca fueron más del 1.6
% del PDB. En 1990, esos mismos impuestos eran 8.77 y 1.9% del PDB
respectivamente.

Cambios en el Impuesto de Seguridad Social


He aquí alguna información interesante sobre la Ley de Contribuciones de la
Seguridad Federal (FICA). Gracias a Harold Eyer por señalar este sitio.

Hojas sobre hechos: Impuestos

Historia del Sistema de Impuestos de Estados Unidos.

Los sistemas de impuestos federales, estatales y locales se han señalado por


cambios significativos al paso de los años, en respuesta a circunstancias
cambiantes y a cambios en el papel del Gobierno. El tipo de impuestos
recaudados, sus proporciones relativas, y la magnitud de los ingresos
recaudados son todos muy diferentes de lo que eran hace 50 o 100 años.
Algunos de esos cambios podían vincularse a eventos históricos específicos,
tales como la guerra o la aprobación de la Décimo Sexta Enmienda de la
Constitución, que otorgaba al congreso el poder de gravar con un impuesto el
ingreso personal. Otros cambios fueron más graduales, respondiendo a
cambios en la sociedad, en nuestra economía, y los papeles y
responsabilidades que el gobierno se ha atribuído.

Tiempos coloniales

Por la mayor parte de la historia de nuestra nación, los contribuyentes


individuales raramente han tenido algún contacto significativo con las
autoridades fiscales federales, ya que los más de los ingresos fiscales del
gobierno federal se derivaban de impuestos sobre consumo, tarifas, y derechos
de aduana. Antes de la guerra revolucionaria, el gobierno colonial tenía sólo
una necesidad limitada de ingresos, puesto que cada una de las colonias tenía
mayores responsabilidades y por lo tanto más necesidades de ingresos, las que
afrontaban con distintos tipos de impuestos. Por ejemplo, las colonias sureñas
gravaban principalmente las importaciones y exportaciones, las colonias del
centro a veces imponían un impuesto sobre la propiedad y uno “por cabeza” o
impuesto censual, gravando a cada varón adulto, y las colonias de Nueva
Inglaterra recaudaban ingresos principalmente a través de impuestos sobre
bienes inmuebles, impuesto sobre consumo, e impuestos basados en la
ocupación.

La necesidad que tuvo Inglaterra de pagar sus guerras con Francia la condujo a
imponer una serie de impuestos sobre las colonias americanas. En 1765, el
Parlamento inglés aprobó la Ley del Timbre, que fue el primer impuesto
gravando directamente a las colonias americanas, y después el Parlamento
impuso un impuesto al té. Aunque los colonos estaban forzados a pagar esos
impuestos, carecían de representación en el Parlamento Inglés. Esto condujo al
grito de movilización de la Revolución Americana – “Impuestos sin
representación es tiranía” y estableció una preocupación persistente en cuanto
a impuestos como parte de la cultura americana.

La era post revolucionaria.

Los artículos de la Confederación, aprobados en 1781, reflejaban el temor


Americano a un gobierno central fuerte, y por tanto retuvieron mucho del
poder político en los Estados. El Gobierno Nacional tiene pocas
responsabilidades, y carece de sistema de impuestos nacional, basándose en
aportaciones de los Estados para sus ingresos. Bajo esos artículos, cada Estado
era un entidad soberana y podía gravar impuestos como quisiese.

Cuando la Constitución fue adoptada en 1789, los padres fundadores


reconocieron que ningún gobierno podía funcionar si dependía completamente
de otros gobiernos. Para sus recursos, pues, se concedió autoridad al Gobierno
Federal de establecer impuestos. La Constitución dotó al Congreso con el poder
de “establecer y recaudar impuestos, derechos, impuestos sobre consumo,
pagar deudas y proveer a la defensa y bienestar general de Estados Unidos”.
Siempre en guardia contra el poder del Gobierno Central para eclipsar el poder
de los Estados, la recaudación de impuestos quedó como responsabilidad de
los gobiernos estatales.

Para pagar las deudas de la Guerra revolucionaria, el Congreso estableció


impuestos sobre consumo de licores destilados, tabaco y rapé, azúcar refinada,
carruajes, propiedad vendida en subastas, y diversos docmentos legales. Aún
en los primeros días de la República, sin embargo, los propósitos sociales
influyeron sobre lo que sería gravado. Por ejemplo, Pennsylvania decretó un
impuesto de consumo “para restringir su uso inmoderado a personas de bajas
circunstancias”. Los dueños de propiedades dieron apoyo adicional a ese
impuesto específico, pues esperaban así mantener a bajo nivel las tasas de
impuestos a la propiedad, ofreciendo un ejemplo temprano de las tensiones
políticas que subyacen las decisiones sobre política de impuestos.

Aunque las políticas sociales a veces gobernaron el curso de las políticas


fiscales aun en los días tempranos de la República, la naturaleza de esas
políticas no se extendieron a la recaudación de impuestos a fin de igualar
ingresos y fortunas, o con el propósito de redistribuir ingresos o fortuna. Según
escribió Thomas Jefferson refiriéndose a la cláusula del “bienestar general”:

Tomar de alguien, porque se piensa que su propia industria y la de su padre


han adquirido demasiado, a fin de salvar para otros (o sus padres) que no
ejercieron la misma industria y habilidad, es violar arbitrariamente el primer
principio de la asociación, “garantizar a todos un ejercicio libre de su industria
y los frutos por ella adquiridos”.
Con el establecimiento de la nueva nación, los ciudadanos de las varias
colonias tenían ahora una adecuada representación democrática, sin embargo
muchos americanos aún se oponían y resistían impuestos que estimaban
injustos o impropios. En 1794, un grupo de granjeros del suroeste de
Pennsylvania se opuso físicamente al impuesto del whiskey, forzando al
Presidente Washington a enviar tropas federales para extinguir la rebelión del
whisky, estableciendo así el importante precedente de que el gobierno federal
estaba decidido a imponer sus leyes fiscales. La rebelión del whisky también
confirmó, sin embargo, que la resistencia a impuestos injustos o más altos, que
condujo a la declaración de independencia, no se evaporaba con la formación
de un gobierno nuevo, representativo.

El gobierno federal impuso los primeros impuestos directos en los propietarios


de casas, tierras, esclavos, y haciendas. Estos impuestos eran llamados
directos porque son impuestos recurrentes pagados directamente al gobierno
por el contribuyente, basado en el valor del artículo que es la razón del
impuesto.. El tema de los impuestos directos, en oposición a los indirectos,
jugó un papel crucial en la evolución de la política de impuesto federal en los
años siguientes. Cuando Thomas Jefferson fue electo presidente en 1802, los
impuestos directos fueron abolidos y por los siguientes 10 años no hubo
impuestos de ingresos internos más que los impuestos sobre consumo.

Para allegar dineros para la guerra de 1812, el Congreso impuso impuestos


adicionales sobre consumo, elevó ciertos derechos aduanales, y allegó fondos
mediante la emisión de bonos de tesorería. En 1918 el Congreso abolió esos
impuestos y por los siguientes 44 años el Gobierno Federal no recaudó
ingresos internos. En su lugar, el Gobierno recibió los más de sus ingresos a
través de altos derechos de aduana y la venta de tierras públicas.

La Guerra Civil.

Cuando estalló la Guerra Civil, el Congreso aprobó la Ley de Ingresos de 1861,


que restauró anteriores impuestos sobre consumo e impuso impuestos sobre
ingresos personales. El impuesto dispuso un gravamen de 3% sobre todos los
ingresos superiores a $800.00 al año. Este impuesto sobre ingreso personal fue
una nueva dirección para un sistema de impuesto federal basado
principalmente en impuestos sobre consumos y derechos de aduana. Ciertas
inconveniencias del impuesto fueron rápidamente reconocidas por el Congreso
y por tanto ninguno fue recaudado hasta el año siguiente.

Hacia la primavera de 1862 se hizo claro que la guerra no terminaría


rápidamente y con la deuda de la Unión aumentando a un ritmo de $2 millones
diarios, fue igualmente claro que el Gobierno Federal necesitaría ingresos
adicionales. En Julio 1, 1862, el Congreso aprobó nuevos impuestos sobre
consumo en artículos como juegos de naipes, pólvora para armas, plumas,
telegramas, hierro, cuero, pianos, yates, mesas de billar, drogas, medicinas de
patentes, y whisky. Muchos documentos legales fueron también gravados, y se
cobraron derechos de licencia sobre casi todas las profesiones y
ocupaciones.

La ley de 1862 hizo también importantes reformas al impuesto federal sobre


ingresos, que presagiaron rasgos importantes del impuesto actual. Por
ejemplo, se legisló una estructura de dos niveles, con tasas de gravamen de
3% sobre ingresos de hasta $10,000.00, e ingresos mayores gravados a un 5%.
Se aprobó una deducción normal de $600.00 y una variedad de deducciones
fueron hechas adecuadas a cosas como rentas de alquiler, reparaciones,
pérdidas, y otros impuestos pagados. Además, a fin de asegurar una
recaudación puntual, los impuestos fueron “retenidos en la fuente” por los
empleadores.

La necesidad de ingresos federales declinó rápidamente después de la guerra,


y la mayoría de los impuestos fue abolida. Hacia 1868, la fuente principal de
ingresos gubernamentales se derivaba de los impuestos sobre alcohol y
tabaco. El impuesto sobre ingresos fue abolido en 1872. De 1868 a 1913, casi
el 90% de todos los ingresos se recaudaba de los impuestos de consumo
todavía vigentes.

La Enmienda 16.

De acuerdo con la Constitución, el Congreso sólo podía gravar con impuestos


directos si eran decretados en proporción a la población de cada Estado. De tal
manera que cuando un impuesto federal uniforme fue promulgado en 1894,
fue inmediatamente impugnado y en 1895 el Tribunal Supremo lo declaró
inconstitucional, porque era un impuesto directo no proporcionado de acuerdo
a la población de cada Estado.

Careciendo de los fondos de un impuesto sobre ingresos y con rígida


resistencia contra toda otra forma de impuestos internos, desde 1896 hasta
1910 el Gobierno Federal dependía fuertemente de altas tarifas para sus
recaudaciones. La Ley de Ingresos de Guerra de 1899 trató de levantar fondos
para la Guerra Hispano-Americana mediante la venta de bonos, impuestos
sobre instalaciones de recreo usadas por los obreros, y prodigó impuestos
sobre la cerveza y el tabaco. Inclusive se creó un impuesto para la goma de
mascar. La ley expiró en 1902, de manera que las entradas de impuestos
federales descendieron de un 1.7% a un 1.3% del PDB.

Mientras que La Ley de Ingresos de Guerra volvió a fuentes tradicionales de


ingresos de acuerdo con la decisión de 1895 del Tribunal Supremo en cuanto a
impuesto sobre ingresos, el debate sobre fuentes alternativas de ingresos se
mantuvo intenso. La nación se hacía crecientemente consciente de que las
altas tarifas e impuestos sobre consumo no eran política económica sana y
frecuentemente gravaban desproporcionalmente a los menos favorecidos. Se
presentaron propuestas por congresistas de áreas rurales para reinstaurar el
impuesto sobre ingresos, pues sus electores temían un impuesto federal sobre
las propiedades, especialmente sobre la tierra, como reemplazo por los
impuestos sobre consumo.

Eventualmente el debate sobre el impuesto a ingresos enfrentó a congresistas


del sur y del oeste, representando áreas mayormente agrícolas y rurales contra
el industrial noreste. El debate produjo un acuerdo que pedía un impuesto,
llamado impuesto al consumo, que se impondría a los ingresos de los
negocios, y una enmienda constitucional que permitiera al Gobierno Federal
gravar con impuestos los legítimos ingresos individuales, independientemente
de la población de cada Estado.

Hacia 1913, 36 Estados habían ratificado la Enmienda Constitucional 16. En


Octubre el Congreso aprobó un nuevo impuesto sobre ingresos con tasas
comenzando por un 1% y subiendo hasta un 7% para contribuyentes con
ingresos que excedieran $500,000.00. Menos de un 1% de la población pagaba
impuesto sobre ingresos por aquel entonces. El modelo 1040 fue establecido
como la declaración normal de impuestos que, aunque cambiada en muchas
formas a través de los años, permanece en uso hoy día.

Uno de los problemas con la ley de impuesto sobre ingresos fue cómo definir
ingreso “legítimo”. El Congreso resolvió este problema enmendando la ley en
1916 y suprimiendo la palabra “legítimo” al definir ingresos. Como resultado,
todos los ingresos estaban sujeto a gravamen, aunque fuera obtenido por
medios ilegales. Algunos años después el Tribunal Supremo declaró que la
quinta enmienda no podía ser usada por contrabandistas y otros que derivaban
ingresos con actividades ilegales, a fin de eludir el pago de impuestos. En
consecuencia, muchos que infringieron varias leyes asociadas con actividades
ilícitas, y pudieron escapara a la justicia por esos crímenes, fueron
encarcelados por evasión de impuestos.

Con anterioridad a la promulgación del impuesto sobre ingresos, muchos


ciudadanos pudieron proseguir sus asuntos financieros sin conocimiento
directo del Gobierno. Individuos ganaban sus salarios, los negocios ganaban
sus utilidades, y la fortuna era acumulada o gastada con poca o ninguna
interacción con entidades gubernamentales. El impuesto sobre ingresos
cambió fundamentalmente esta relación, dando al Gobierno el derecho y la
necesidad de conocer todas las formas de la vida económica de individuos o
negocios. El Congreso reconoció la inherente intromisión del impuesto sobre
ingresos en los asuntos personales de los contribuyentes y así, en 1916,
proveyó a los ciudadanos con algún grado de protección, al requerir que la
información de impuestos sobre ingresos fuera mantenida confidencial.

La primera guerra mundial y los 1920s.

La entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial incrementó


grandemente la necesidad de ingresos y el Congreso respondió aprobando la
Ley de Ingresos de 1916. La Ley de 1916 aumentó la menor tasa de impuestos
de un 1 a un 2 por ciento, y elevó la tasa mayor al quince por ciento en
contribuyentes con ingresos de más de $1.5 millones de dólares. La ley de
1916 también impuso gravámenes en haciendas y ganacias comerciales
excesivas.

Impulsado por la Guerra y mayormente financiado por el Nuevo impuesto sobre


ingresos, hacia 1917 el Presupuesto Federal era casi igual al presupuesto total
de todos los años entre 1791 y 1916. Con necesidad de aún mas ingresos, la
Ley de Ingresos de Guerra disminuyó las exenciones y aumentó grandemente
las tasas de impuestos. En 1916, un contribuyente necesitaba un ingreso
gravable de $1.5 millones para pagar una tasa de 15%. Hacia 1917, un
contribuyente con sólo $40,000.00 afrontaba una tasa de 16% y el individuo
con $1.5 millones . afrontaba una tasa de impuestos de 67%.

Otra ley sobre ingresos fue aprobada en 1918, que una vez más aumentó los
impuestos, esta vez elevando la tasa más baja hasta un 6%, y la más alta a un
77%. Estos cambios aumentaron el ingreso de $716 millones en 1916 a 3,600
millones en 1918, que representaba alrededor de un 25% del PDB. Sin
embargo, aún en 1918, sólo un cinco por ciento de la población pagaba
impuestos sobre ingresos, y aún así el impuesto sobre ingresos cubría una
tercera parte del costo de la guerra.

La economía floreció durante los 1920s, a lo que siguieron recaudaciones


crecientes del impuesto sobre ingresos. Esto permitió al Congreso disminuir los
impuestos cinco veces, finalmente regresando a la tasa menor de un 1% y a
disminuyendo la mayor a un 25%, reduciendo la carga del Presupuesto Federal
como parte del PDB a un trece por ciento. Al disminuir las tasas de
gravámenes, y declinar las recaudaciones de impuestos, la economías se
fortaleció aún más.

En Octubre de 1929 el desplome del mercado de valores marcó el inicio de la


gran depresión. A, reducirse la economía, se redujeron también los ingresos
del Gobierno. En 1932 el Gobierno Federal recaudó sólo $1.900 millones,
comparado con $6.600 millones en 1920. Ante los crecientes déficits
presupuestales, que alcanzaron $2,700 millones en 1931, el Congreso siguió la
prevaleciente sabiduría económica de ese tiempo, y aprobó la Ley de
Impuestos de 1932, que aumentó dramáticamente las tasas de impuestos una
vez más. Esto fue seguido de otro aumento de impuestos en 1936 que mejoró
nuevamente las finanzas gubernamentales a tiempo que debilitaba más la
economía. Hacia 1936 la tasa de impuestos más baja había alcanzado un 4% y
la máxima hasta un 79%. En 1939 el Gobierno codificó sistemáticamente las
leyes de impuestos de forma que todas las subsiguientes legislaciones
impositivas hasta 1954 enmendaron ese código básico. La combinación de una
economía deprimida y los repetidos aumentos de impuestos elevaron la carga
de impuestos gubernamentales a un 6.8% del PDB hacia 1940.

El Impuesto de Seguridad Social

El estado de la economía durante La Gran Depresión condujo en 1935 a la


aprobación de la Ley de Seguridad Social. La ley proveía pagos conocidos como
“compensación por desempleo”, a los trabajadores que hubieran perdido sus
trabajos. Otras secciones de la ley daban ayuda pública a los ancianos, los
necesitados, los incapacitados y a ciertos menores. Estos programas fueron
financiados por un impuesto de 2%, mitad del cual sería deducido
directamente del pago del empleado y la otra mitad recaudado de los
empleadores a favor de los empleados. Este impuesto era recaudado de los
primeros $3,000 del salario o sueldo del empleado.

La Segunda Guerra Mundial

Aún antes de que Estados Unidos entrará en la Segunda Guerra Mundial, los
crecientes gastos para la defensa y la necesidad de dineros para ayudar a los
oponentes a la agresión del Eje, condujo a la aprobación en 1940 de dos leyes
de impuestos que aumentaron los impuestos personales y de corporaciones, a
las que siguió un nuevo aumento de impuestos en 1941. Hacia el fin de la
guerra, la naturaleza del impuesto sobre ingresos había sido cambiada
fundamentalmente. La reducción en los niveles de exención significaba que los
contribuyentes con ingresos gravados de sólo $500.00 tenian la más baja tasa
de impuestos de un 23%, mientras que contribuyentes con ingresos de más de
$1 millón afrontaban una tasa de un 94%. Esos cambios de impuestos
aumentaron las recaudaciones de $8,700 millones en 1941 a $45,200 millones
en 1945. Aun con una economía estimulada por la producción de tiempos de
guerra, los impuestos federales como parte del PDB crecieron de un 7.6% en
1941 a un 20.4% en 1945. Más allá de las tasas y recaudaciones, sin embargo,
otro aspecto que cambió en el impuesto sobre ingresos fue el aumento en el
número de contribuyentes de 4 millones en 1939 a 43 millones en 1945.

Otro rasgo importante que cambió en el impuesto sobre ingresos fue la vuelta
a la retención de ese impuesto como se había hecho en la Guerra Civil. Esto
facilitó grandemente la recaudación del impuesto tanto para el contribuyente
como para la Oficina de Ingresos Internos. Sin embargo, también redujo
grandemente la percepción del contribuyente de la cantidad de impuesto que
estaba siendo recaudada, es decir, redujo la transparencia del impuesto, lo que
facilitó aumentar impuestos en el futuro.

Desenvolvimientos después de la Segunda Guerra Mundial.

Las rebajas de impuestos que siguieron a la Guerra redujeron la carga de


impuestos federales, como proporción del PDB, de un máximo de 20.9% en
1944 a un 14.4% en 1950. Sin embargo, la Guerra de Corea creó una
necesidad de ingresos adicionales que, combinada con la extensión de la
cobertura de la Seguridad Social a personas autoempleadas, significó que para
1952 la carga de impuestos había regresado a un 19.0% del PDB.

En 1953 la Oficina de Recaudaciones Internas recibió un nuevo nombre:


Servicio de Recaudaciones Internas (IRS). El nuevo nombre fue escogido para
enfatizar el aspecto de servicio de su trabajo. Para 1959, el IRS se había
convertido en la organización de contabilidad, recaudación y procesamiento de
declaraciones más grande del mundo. Se introdujeron computadores para
automatizar y hacer más eficiente su trabajo y para mejorar el servicio a los
contribuyentes. En 1961 el Congreso aprobó una ley requiriendo que los
contribuyentes individuales usaran su número de seguridad social como una
forma de identificar su declaración de impuestos. Para 1967, todas las
declaraciones de impuestos personales y de negocios se procesaban por medio
de computadores, y para los últimos 1960s el IRS había desarrollado un
método computadorizado para seleccionar las declaraciones de impuestos que
debían ser examinadas. Esto hizo que la selección de declaraciones para ser
auditadas fueran más justas para el contribuyente y permitió al IRS enfocar sus
recursos de auditoría sobre aquellas declaraciones con más probabilidad de ser
auditadas.

A través de los 1950s, la política de impuestos fue crecientemente vista como


un instrumento para aumentar las recaudaciones y cambiar los incentivos en la
economía, pero también como herramienta para estabilizar la actividad de la
macroeconomía. La economía permaneció como objeto de ciclos de auge y
desplome y muchos políticos aceptaron sin reparos la nueva política económica
de aumentar o disminuir los impuestos y gastos para ajustar la demanda
agregada y asi suavizar el ciclo de negocios. Áun así, sin embargo, la máxima
tasa de interés en 1954 permaneció a un 87% de impuesto sobre ingresos. A
tiempo que el impuesto sobre ingresos experimentó algún tipo de revisión o
enmienda, casi todos los años, desde la gran reorganización de 1954, algunos
años marcaron cambios significativos. Por ejemplo, la Ley de Reforma de
Impuestos de 1969 redujo las tasas de impuesto sobre ingresos para individuos
y fundaciones privadas.

Comenzando en los finales de los 1960s., y continuando a través de los 1970s.,


Estados Unidos experimentó persistentes y crecientes tasas de inflación,
llegando últimamente a un 13.3% en 1979. La inflación tiene un efecto
destructor en muchos aspectos de la economía, pero también puede crear caos
en un sistema de impuestos sobre ingresos, a menos que se tomen
precauciones adecuadas. Específicamente, a menos que las coordenadas del
sistema de impuestos, es decir, los niveles impositivos y sus exenciones
determinadas, deducciones y créditos, sean reguladas para la inflación, un alza
continua del nivel de precios moverá a los contribuyentes a más altos niveles
de contribución al reducir los valores de sus exenciones y deducciones.

Durante este tiempo los impuestos sobre ingresos no tenían regulados los
indices de inflación y, movidos por una inflación creciente, y a pesar de
repetidas leyes de disminución de impuestos, la carga de impuestos se elevó
de un 19.4% del PDB a un 20.8% del PDB. Combinados con altas tasas de
impuestos, inflación creciente, y una pesada carga regulatoria, esta alta carga
de impuestos causó que la economía disminuyera seriamente su actuación,
todo lo cual creó las bases para la rebaja de impuestos de Reagan, también
conocida como La Ley de Recuperación Económica de 1981.

La rebaja de impuestos de Reagan.

La Ley de Recuperación Económica de 1981, que disfrutó de fuerte apoyo


bipartidista en el Congreso, representó un cambio fundamental en el curso de
la política federal de impuesto sobre ingresos. Promovida inicialmente durante
muchos años por el entonces representante Jack Kemp (R-NY) y el entonces
senador Hill Roth (R-DE), presentaba una reducción de un 25% en los niveles
de impuestos, implementados en un plazo de tres años, y con indices de
inflación de ahí en adelante. Esto disminuyó en un 50% el nivel más alto de
impuestos.

La Ley de 1981 también presentó un abandono dramático en el tratamiento de


los desembolsos para plantas y equipos que hacían los negocios, es decir,
recuperación del costo de capital, o depreciación del impuesto. Hasta
entonces, la recuperación del costo de capital trataba, en términos generales,
de seguir un concepto conocido como depreciación económica, que se refiere
al descenso que tienen en el valor de mercado los recursos de producción
después de un período específico de tiempo. La Ley de 1981 desplazó
explícitamente el concepto de depreciación económica, creando en su lugar el
Sistema de Recuperación Acelerada de Costos, que redujo grandemente la
pérdida de incentivos que afrontaban las inversiones de negocios, y finalmente
preparando el camino para el subsiguiente auge en la formación de capital. En
adición a la acelerada recuperación de costos, la Ley de 1981 instituyó un
Crédito de impuestos de un 10% de la inversión, para estimular la formación
adicional de capital.

Antes de la rebaja de impuestos de 1981, y en muchos círculos aún después, la


opinión prevaleciente era que la política de impuestos es más efectiva cuando
modula la demanda agregada que cuando la demanda y la oferta no
concuerdan, esto es, cuando la economía va hacia la recesión o cuando se
sobrecalienta. La rebaja de impuestos de 1981 representó una nueva forma de
considerar la política de impuestos, aunque era de hecho un regreso a una
forma más tradicional, o neoclásica, de perspectiva económica. La idea
esencial era que los impuestos tienen su primero y principal efecto en los
incentivos económicos que afrontan individuos y negocios. De modo que la
tasa de impuesto del último dólar ganado, esto es, el dólar marginal, es mucho
más importante para la actividad económica que la tasa de impuestos que
afronta el primer dólar ganado o que la tasa de impuestos media. Reduciendo
las tasas de impuesto marginal, se creía que las fuerzas naturales del
crecimiento económico estarían menos restringidas. Los individuos más
productivos dirigirían entonces más energías hacia actividades productivas que
hacia el ocio, y los negocios tomarían entonces ventaja de muchos más
oportunidades lucrativas. También se pensaba que al reducir las tasas de
impuesto marginal, ampliaría la base impositiva puesto que entonces los
individuos dirigirían más de sus ingresos y actividades hacia formas sujetas a
impuestos que hacia las exentas.

La rebaja de impuestos de 1981 representó el alejamiento de previas filosofías


políticas sobre impuestos, una explícita y deseada y la segunda por
implicación. El primer cambio fue el nuevo enfoque sobre las tasas del
impuesto marginal e incentivos, como factores claves en como el sistema de
impuestos afecta la actividad económica. El segundo alejamiento político fue
apartarse del impuesto sobre ingresos e ir hacia el impuesto sobre consumo. El
cobro de costos acelerado fue una manifestación de este cambio en el lado de
los negocios, pero el lado individual también vió un cambio significativo en la
implementación de varios preceptos para reducir el impuesto múltiple sobre el
ahorro individual. La Cuenta de Retiro Individual, por ejemplo, fue promulgada
en 1981.

Simultáneamente con la promulgación de las rebajas de impuestos en 1981, el


Consejo de la Reserva Federal, con el completo apoyo de la Administración
Reagan, alteró la política monetaria a fin de traer la inflación bajo control. Las
acciones de la Reserva Federal disminuyeron la inflación más rápido y más
lejos de lo que se previó en aquel momento, y una consecuencia fue que la
economía cayó en una honda recesión en 1982. Otra consecuencia del colapso
de la inflación fueron los niveles de gastos federales , que por haber sido
considerados a un nivel superior a la prevista inflación, resultaron ser muchos
más altos en términos ajustados a la inflación. La combinación de las rebajas
de impuestos, la recesión, y el aumento por una vez de gastos federales
ajustados a la inflación, produjo déficits presupuestales históricamente altos
que, a su vez, condujeron a un aumento de impuestos en 1984 que se
igualaban a algunas de las rebajas de impuestos dispuestas en 1981,
especialmente del lado de los negocios.

Al bajar la inflación y entrar en efecto más y más de las rebajas de impuestos


de la Ley de 1891, la economía comenzó un fuerte y sostenido modelo de
crecimiento. Aunque la penosa medicina de la desinflación hizo lento e
inicialmente escondió el proceso, los efectos beneficiosos de las rebajas de la
tasa marginal y las reducciones de los incentivos negativos a la inversión se
enraizaron, según lo prometido.

El sistema de Seguridad Social se mantuvo esencialmente igual desde su


promulgación hasta 1956. Sin embargo, a partir de 1956 la Seguridad Social
comenzó una casi continua evolución al irse añadiendo más y más beneficios,
comenzando con la adición de los beneficios del Seguro de Incapacidad. En
1958 se extendieron los beneficios a los que dependían de trabajadores
incapacitados. En 1967, los beneficios de incapacidad fueron extendidos a
viudas y viudos. Las enmiendas de 1972 proveyeron beneficios automáticos de
costo de la vida.

En 1965 el Congreso promulgó el programa de Cuidados Médicos, que proveía


para las necesidades médicas de personas de 65 o más años,
independientemente de sus ingresos. Las enmiendas crearon también el
Programa de Ayuda Médica, que provee asistencia médica para personas de
bajos ingresos y recursos.

Por supuesto, la expansion de la Seguridad Social y la creación de Cuidados


Médicos y Ayuda Médica requirieron impuestos para ingresos adicionales, de
forma que el impuesto básico sobre la nómina se aumentó repetidamente a
través de los años. Entre 1949 y 1962 la tasa de impuesto sobre la nómina
ascendió continuamente desde su tasa inicial de 2 por ciento a un 6 por ciento.
Las expansiones de 1965 condujeron a mayores aumentos en la tasa
combinada de impuestos a la nómina subiendo a un 12.3% en 1980. De forma
que en 31 años la carga máxima de impuestos de la Seguridad Social aumentó
de unos meros $60.00 en 1949 a $3,175.00 en 1980.

A pesar del aumento de la carga del impuesto sobre la nómina, las


expansiones de beneficios que el Congreso promulgó en años anteriores
llevaron a profundas crisis de fondos en el programa de Seguridad Social en los
primeros 1980s. Eventualmente el Congreso legisló algunos pequeños cambios
programáticos en los beneficios de Seguridad Social, junto a un aumento en la
tasa de impuesto sobre la nómina hasta un 15.3% en 1990. Entre 1980 y 1990,
la carga máxima de impuesto sobre la nómina más que se duplicó hasta
$7,849.00.

La Ley de Reforma de Impuestos de 1986.

Siguiendo a la promulgación de los cambios de impuestos en 1981, 1982 y


1984, había un sentimiento creciente de que el impuesto sobre ingresos
necesitaba de una revisión más fundamental. El auge económico que siguió a
la recesión de 1982 convenció a muchos dirigentes políticos de ambos
partidos que tasas de impuestos más bajas eran esenciales a una economía
fuerte, a tiempo que el constante cambio de la Ley hizo llegar a muchos una
apreciación de la complejidad del sistema de impuestos. Más aún, los debates
durante este período llevaron a un entendimiento general de las distorsiones
impuestas a la economía, y la pérdida de empleos y salarios, que surgían de
las muchas peculiaridades en la definición de la base de impuestos. Se
desarrolló una nueva y más amplia filosofía de la política de impuestos de que
el impuesto sobre ingresos mejoraría grandemente si se rechazaban todas
estas disposiciones especiales y se disminuían aún más las tasas de impuestos.
De forma que en el mensaje de 1984 sobre el Estado de La Unión, el Presidente
Reagan abogó por una reforma total del impuesto sobre los ingresos, de forma
que tuviera una base más amplia y tasas más bajas, y fuera más justo, más
simple y más consistente con la eficiencia económica.

La culminación de este esfuerzo fue la Ley de Reformas de Impuestos de 1986,


que disminuyó la más alta tasa de impuesto estatutorio desde un 50% a un
28%, a la vez que el impuesto sobre las corporaciones fue reducido de un 50 a
un 35%. El número de niveles de impuestos fue reducido y la exención
personal y las cantidades de deducción normal fueron aumentadas y reguladas
de acuerdo con la inflación, aliviando así a millones de contribuyentes de
cualquier carga de impuesto federal. Sin embargo, la Ley también creó nuevos
impuestos mínimos alternativos, personales y de corporaciones, que
demostraron ser demasiado complicados, innecesarios y económicamente
dañinos.

La Ley de Reformas de Impuestos de 1986 fue esencialmente neutra en cuanto


a ingresos, es decir, no tenía el propósito de aumentar o disminuir los
impuestos; pero pasó de los individuos a las corporaciones algunas de las
cargas impositivas. Mucho del aumento del impuesto sobre los negocios fue el
resultado de un aumento en el impuesto sobre la formación de capital de
negocios. Logró algunas simplificaciones para los individuos a través de la
eliminación de cosas tales como promedio de ingresos, la deducción por el
interés del consumidor, y la deducción de los impuestos locales y estatales
sobre ventas. Pero en muchos aspectos la Ley añadió complejidad al impuesto
sobre negocios, especialmente en el área de impuestos internacionales.
Algunas de las disposiciones de demasiado alcance de la Ley condujeron
también a una baja en los mercados inmobiliarios, que jugaron un papel
importante en el subsiguiente colapso de la industria de Ahorros y
Préstamos.

Contemplada en un contexto más amplio, la Ley de Impuestos de 1986


representó el penúltimo pago de un proceso extraordinario de reducción de
tasas de interés. En el período de 22 años de 1964 a 1986, la máxima tasa de
impuesto individual fue reducida de un 91 a un 28 por ciento. Sin embargo, a
causa de que los contribuyentes de mayores ingresos escogían cada vez más
el recibir sus ingresos en forma sujeta a impuestos, y a causa de la ampliación
de la base de impuestos, la progresividad del sistema de impuestos en realidad
aumentó durante este período.

La Ley de Impuestos de 1986 también representó un regreso temporal en la


evolución del sistema de impuestos. Aunque llamado impuesto sobre ingresos,
el sistema federal de impuestos ha sido en realidad, por muchos años, un
impuesto híbrido de ingreso y consumo, con el balance inclinándose hacia un
impuesto de consumo ol alejándose de él, con muchas de las principales leyes
de impuestos. La Ley de Impuestos de 1986 inclinó el balance, una vez más,
hacia el impuesto sobre ingresos. De mayor importancia en este sentido fue el
regreso a referencias a la depreciación económica en la formulación del
sistema de recuperación de costo de capital, y las significativas nuevas
restricciones en el uso de las Cuentas de Retiro Individual.

Entre 1986 y 1990 la carga de impuesto federal se elevó, como parte del PDB,
desde un 17.5 a un 18 por ciento. A pesar del incremento en la carga general
de impuestos, déficits federales persistentes, debido a todavía mayores niveles
de gasto gubernamental, crearon presiones casi constantes para aumentar los
impuestos. De forma que en 1990 el Congreso aprobó un significativo aumento
de impuestos presentando una tasa de impuestos máxima de 31 por ciento.
Poco después de su elección, el Presidente Clinton insistió en que el Congreso
aprobara un segundo gran aumento en 1993, en el cual la máxima tasa de
interés fue elevada a 36% y aun fue añadido un sobrecargo de 10%, dejando la
máxima tasa de impuestos efectiva en un 39.6 por ciento. Claramente, la
tendencia hacia menores tasas de interés marginales había sido revocada,
pero, como resultó más tarde, sólo temporalmente.

La ley de Alivio al Contribuyente de 1997 hizo cambios adicionales al código de


impuestos, dando una modesta rebaja de impuestos. La pieza central de la Ley
de 1997 fue un significativo nuevo beneficio impositivo a ciertas familias con
niños, a través del Crédito de Impuestos por Niño. Sin embargo, el factor
realmente significativo de este alivio impositivo fue que el crédito era
reintegrable a familias de más bajos ingresos. Es decir, en casos en que la
familia hubiera pagado un impuesto “negativo”, o recibido un crédito en
exceso de su responsabilidad anterior a la ley. Aunque el sistema impositivo
había otorgado anteriormente créditos impositivos personales, como el Crédito
Sobre el Ingreso Ganado, el Crédito Impositivo por Niño comenzó una
tendencia en la política de impuesto federal. Los alivios impositivos anteriores
fueron generalmente otorgados en la forma de tasas de impuesto menores o
aumentos en deducciones o exenciones. La Ley de 1997 lanzó una moderna
proliferación de créditos impositivos individuales y especialmente créditos
reintegrables que son, en esencia, programas de gastos funcionando a través
del sistema impositivo.

Los años inmediatamente posteriores al aumento de impuestos de 1993 vieron


también continuar otra tendencia que fue, una vez más, cambiar de nuevo el
balance del híbrido impuesto ingreso-consumo hacia el impuesto sobre
consumo. En este caso el movimiento fue enteramente en la parte individual,
en la forma de una proliferación de vehículos impositivos para promover
ahorros de propósito específico. Por ejemplo, Las Cuentas de Ahorros Médicos
fueron promulgadas para facilitar el ahorro en gastos médicos. Se promulgó
una cuenta de retiro individual (IRA .Individual Retirement Account) para la
educación, en la Sección 529 del Programa de Tutoría Calificada, con el objeto
de ayudar a los contribuyentes a pagar futuros gastos de educación.
Adicionalmente, se promulgó una nueva forma de vehículo de ahorro, llamada
ROTH IRA, que se diferenciaba de otros vehículos de ahorro como el IRA
tradicional, y planes 401(k) basados en el empleador, en que las contribuciones
eran hechas en dólares posteriores al pago de impuestos y en que las
distribuciones estaban libres de impuestos.

A pesar de las más altas tasas de impuestos, otros aspectos fundamentales de


la economía tales como la baja inflación y las bajas tasas de interés, un mejor
cuadro internacional con el colapso de la Unión Soviética, y la llegada de
informaciones tecnológicas cuantitativamente nuevas, condujeron a fuertes
resultados económicos a través de los 1990s. Esto, a su vez, llevó a un
aumento extraordinario de la carga impositiva agregada, con los impuestos
federales, en razón del PDB, llegando a una cima de postguerra de 20.08 en
2000.

La rebaja de impuestos de Bush

Hacia 2001, los ingresos totales de los impuestos habían producido un


supuesto superávit unificado de presupuesto federal de $281,000 millones, con
un acumulado superávit proyectado de $5.6 billones. Mucho de este superávit
reflejaba una creciente carga impositiva como parte del PDB, debido a la
interacción de resonancias crecientes de los ingresos y una estructura de
progresivas tasas de impuestos. En consecuencia, bajo la dirección del
Presidente Bush, el Congreso detuvo los proyectados aumentos futuros de la
carga de impuestos, aprobando la “Ley de Alivio de Impuestos y
Reconciliación” de 2001. La pieza central de la rebaja de impuestos de 2001
fue la recuperación de algo del terreno perdido en los 1990s en cuanto a
menores tasas de interés de impuestos. Aunque la tasa de reducciones tendría
efecto en un período de varios años, la máxima tasa de interés caerá de un
39.6 a un 33 por ciento.

La rebaja de impuestos de 2001 representó una vuelta a un número de


tendencias distintas en la política de impuestos. Por ejemplo, amplió la Ley de
Crédito de Impuestos de Apoyo Infantil, de $500.00 a $1,000.00 por niño.
También aumentó el Crédito de Impuestos a los Niños Dependientes. La rebaja
de impuestos de 2001 también continuó a moverse hacia un impuesto de
consumo, expandiendo una serie de incentivos de ahorros. Otro rasgo de la
rebaja de impuestos de 2001, particularmente digno de mención, es que pone
los impuestos de haciendas, regalos y saltos generacionales en un curso de
eventual abolición, que es también otro paso hacia un impuesto al consumo.
Un rasgo nuevo en la rebaja de impuestos de 2001, comparada con la mayoría
de las grandes leyes de impuestos, es que está casi desprovista de clásulas de
impuesto a negocios.

La rebaja de impuestos de 2001 dará fuerza adicional a la economía en los


próximos años, a medida que sus disposiciones se vayan haciendo efectivas y,
en verdad, un argumento para su aprobación ha sido siempre el que es una
forma de seguro contra un revés económico. Sin embargo, ignorada por la
Administración Bush y por el Congreso, la economía ya estaba en descenso
mientras la Ley estaba siendo debatida. Afortunadamente, el descenso fue
breve y poco profundo, pero ya está claro que las rebajas de impuestos que
fueron aprobadas y entraron en efecto en 2001, jugaron un papel significativo
en apoyar la economía, abreviar la duración del descenso, y prepararla para
una recuperación robusta.

Una lección del descenso económico fue el peligro de considerar una economía
fuerte como cosa dada. El fuerte crecimiento de los 1990s condujo a hablar de
una “nueva economía” que muchos estimaban estaba virtualmente a prueba
de recesión. La popularidad de este supuesto era fácil de entender cuando se
considera que sólo ha habido una muy leve recesión en los 18 años previos.
Tomando a pecho esta lección, y a pesar de los crecientes beneficios de la
rebaja de impuestos de 2001, y las tempranas señales de recuperación, el
Presidente Bush hizo un llamado, y el Congreso aprobó, una ley de estímulo
económico. La ley incluía una extensión de los beneficios de desempleo para
ayudar a aquellos trabajadores y familias que estaban tensos debido a la
depresión. La ley también incluía una disposición para proveer una temporal
pero significativa aceleración de las concesiones por depreciación en las
inversiones comerciales, asegurando así que la recuperación y expansión serán
fuertes y equilibradas. Es interesante que la disposición sobre depreciación
significa también que el impuesto federal sobre los negocios ha vuelto a su
tendencia hacia un impuesto sobre consumo, haciéndose paralelo una vez más
a la tendencia del impuesto individual.

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